Omar G. Villegas's Blog, page 17
January 22, 2014
Adiós a Juan Gelman
Cuando un reconocido escritor muere, en estos tiempos en usual que surjan hordas de lectores apesadumbrados que declaran su duelo en redes sociales. Algunos releen la obra del recién desaparecido, otros se aventuran a descubrirlo pues sólo lo conocían de oídas y otros se olvidan del asunto. Algo diferente ocurrió con Juan Gelman.
Apenas se comenzó a correr la noticia de la muerte del poeta de origen argentino afincado en México, las manifestaciones de pesar fueron brotando a borbotones aunque con una particularidad. Se les leía sinceras y continuaron durante días y días. En algunos casos iban acompañadas de anécdotas con el autor o con la obra. Eso las dotó de aquella sinceridad.
Juan Gelman (1930-2014) era un poeta cercano no sólo por lo conmovedor y estrujante de su obra, sino porque se le podía ver en eventos, se le podía hablar y se le podía notar emocionado.
Hablar de una poética extraordinaria que inventaba su propio lenguaje y hacía del español una fuente inagotable de posibilidades de escritura sería reiteración. Detallar la convergencia del dolor, la tristeza, la justicia, la solidaridad, el amor y la humanidad en su poesía también.
Hablar de su labor como poeta, periodista, activista y abuelo al que la dictadura militar argentina le arrebató a su hijo y su nuera embarazada y que buscó a su nieta durante más de dos décadas hasta hallarla en Uruguay sería repetir la conmovedora historia conocida.
Juan Gelman no sólo era cercano porque no se movía como un autor inalcanzable, sino porque compartía sus trajinares y se permitía emocionarse y emocionar. El autor murió y de inmediato se le recordó como un poeta descomunal, pero también como un abuelo amoroso, como un hombre solidario al grado de acoger en su casa a amigos en malas rachas, como a un defensor de causas justas, como a un sabio que compartía sus conocimientos y que, además, no temía llorar o reír.
Se fue Juan Gelman y con él una de las voces más potentes, adoloridas y amorosas de la poesía latinoamericana actual. Se fue, dicen, una de las grandes probabilidades de un Nobel de literatura para Argentina. Para la familia, lectores y amigos se fue un hombre entrañable, pero su obra continúa vitalísima. Trabajó hasta el último día.
En vida ganó el Premio Cervantes (2007), el Reina Sofía (2005), el Juan Rulfo (2000). Dejó obras como “Valer la pena”, “País que fue será”, “Mundar” y “De atrásalante en su porfía”. Su obra se puede encontrar en editoriales como Era y el Fondo de Cultura Económica. Es decir, mientras andaba en este mundo fue reconocido como merecía y ahora que se fue lo ha sido también.
Las cenizas del poeta fueron esparcidas desde un viejo puente ferroviario en Nepantla, Estado de México, junto a lo que hoy es el museo-casa de Sor Juana Inés de la Cruz. Un sitio íntimo, hermoso, introspectivo. Como aquel grande que ahora fluye en el arroyo que por ahí pasa y que reverdece en aquel bosque tan, vaya casualidad, nostálgico.
Ahora continuemos leyendo la poesía de Juan Gelman.
November 26, 2013
Exorciza recuerdos de un amor
La primera imagen del libro-pieza “el primer día, el último” de Omar Gámez (DF, 1975) es una fotografía de él con quien fue su pareja por seis años. Sólo se ve a uno de los dos. Los divide el corpus de páginas que relatan su historia conjunta. Si se arranca todo lo que está entre ellos se verían juntos. Pero ya están separados.
El reciente proyecto del fotógrafo, quien lo presentó en la Sala de Arte Público Siqueiros, es el relato de esa historia: la suya con quien fue su esposo, un crítico de arte francés con quien se topaba constantemente por su casa y que terminó convirtiéndose en su compañero, su amante, su crítico, su modelo y su asistente. Su cómplice.
“El libro es una mezcla de recuerdos de lo que fue esta relación, que tuvo un significado muy importante para mí. Ahora lo veo como una forma de despedida. De cierta forma como un exorcismo de todo este proceso que viví muy fuerte y que quise plantear en fotografías, que es lo que me interesa hacer”, explicó el artista visual.
Tuvieron que pasar un par de años desde que culminó su relación en 2011 para que Gámez fuese capaz de voltear atrás. Hace cuatro meses, a raíz de una invitación a una feria de libros de autor en Nueva York, concibió esta obra para la que revisó trabajo fotográfico de los últimos ocho años. De 500 imágenes eligió las 70 que integran el libro.
“Empecé a seleccionar imágenes que pertenecieran a mi ex pareja, con la cual tuve distintos momentos de convivencia, de paseos y también había paisajes, que siempre me interesaba usarlos pero no había encontrado una forma de darles cauce”, explica. “No tiene un acomodo cronológico, pero se pueden ver diferencias entre las temporadas del año, las transformaciones de edad de él”.
La ex pareja de Gámez, desnudo, y los paisajes se conjugan en una narración que el propio artista concibe como un ir y venir del interior al exterior. Y viceversa. “Más que nada es un viaje. Yo aparezco en dos imágenes. La primera es en la página uno que está aquí y luego vuelvo a aparecer en otra foto donde hay sexo. Porque más que nada quería dedicar el libro a imágenes de él”.
Sólo se tiraron cien ejemplares del libro y cada copia viene foliada, firmada y con huellas dactilares para transmitir la relevancia que tuvo esa “intensa” relación de Gámez. Mientras tanto, ya trabaja en una nueva serie que se emparenta con proyectos como “The dark room” y “Bareback”, que integran fotografías que exploran la sexualidad masculina.
“Proyecto M” es el título de este trabajo que realiza desde el año pasado en el que Gámez fotografía a distintos personajes que, a su vez, lo captan en una suerte de juego de miradas con resultados azarosos e híbridos: se mezclan formatos, técnicas, estilos. Retratos y paisajes que eventualmente contarán una nueva historia.
November 18, 2013
Ana Clavel y su poética del deseo
Ana Clavel reflexiona un instante y revela: el gran descubrimiento en este momento de su trayectoria literaria, que comenzó a los 14 años como un “llamado de las sombras” que le susurró un texto, es que toda su escritura es una poética del deseo.
“Y vengo a darme cuenta de que es buena medida por la muerte de mi padre. Mi padre muere cuando yo tengo tres años. Entonces una de las grandes cosas que me permitieron reparar esa pérdida fueron la escritura y la capacidad de fabular”, dice.
Para la autora de “Las violetas son flores del deseo” y “Cuerpo náufrago”, la escritura es un don con el que ha buscado resarcir aquella gran ausencia y que, a su vez, la ha motivado a explorar el deseo en todas sus vertientes.
“El deseo es lo que nos define realmente como seres humanos, más que el lenguaje”, afirma. “La capacidad de ansiar lo que no tenemos. Y gracias a eso hay civilización y gracias a eso hay de todo: hay grandes conquistas y grandes fracasos”.
Ana Clavel (DF, 1961) echa un vistazo a su quehacer literario a raíz de un evento inesperado y feliz. Obtuvo el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska por “Las ninfas a veces sonríen” (Alfaguara, 2012), que le fue entregado en la reciente Feria del Libro del Zócalo.
Indagadora, sobre todo, del deseo masculino, con “Las ninfas…” la escritora da un vuelco hacia el universo femenino con una protagonista que va descubriéndose (gozándose) desde que es una niña hasta que es una joven madura.
“El personaje de Ada tiene una capacidad para imponerse a las situaciones. Hay una voluntad, una especie de fidelidad a sí misma que la convierte en una diosa. Es una diosa de su propia voluntad, de su propio deseo, de sus propias decisiones”, asegura.
En el libro se entrelazan dos mundos: la realidad cotidiana de Ada y un territorio fantástico poblado por seres etéreos, divinos o mitológicos. Este último paraje, lúdico e imaginativo, es en el que la protagonista enmarca sus acciones comparándolas con cuentos de hadas.
Clavel explica que el imbricamiento de ambos territorios surgió desde las primeras páginas cuando el goce y el autodescubrimiento de Ada dispararon una escritura semejante al fluir de un manantial que rozaría, como nunca antes en su obra, lo poético.
“Ada se instala en el paraíso de su propio cuerpo. Lo descubre como el paraíso más auténtico y cercano que tenemos y por ahí se va. Es como su reino”, dice la autora, quien se dice fascinada por la mitología griega desde los 10 años cuando la descubrió en “cómics” de la Editorial Novaro.
La escritora, quien ha desarrollado proyectos audiovisuales a raíz su narrativa y que se pueden ver su sitio web anaclavel.com, cree que si bien la publicidad vende el cuerpo como un mercado de deseos, socialmente se le estigmatiza.
“Tenemos muchos corsés mentales para realmente encarnar este cuerpo que somos y, en ese sentido, la permisividad, la libertad que se da Ada para fluir en su propia vida a través de esa nave del cuerpo propio le da la posibilidad de encontrar un espacio, un estar mucho más real y mucho más propio en ese mercado de deseos”, sostiene.
“Desconocemos mucho más de nosotros de lo que creemos saber”, abunda, “A través de las sombras es como yo he ido descubriendo, explorando esta poética de los deseos y las sombras mucho sustentan mi trabajo. Ahora me doy cuenta en el caso de ‘Las ninfas…’ que son sombras luminosas”.
(Entrevista para El Día, noviembre de 2013)
Los niños son grandes lectores
Asomarse a la literatura infantil es una aventura maravillosa. Sobre todo cuando te topas con una colección como El Gato de la editorial Textofilia. El joven sello independiente realiza la labor titánica de no sólo “hacer” libros para niños, sino de apostar por historias (según reza al lugar común que aquí calza estupendamente) inteligentes. 
Si se parte de la premisa ya aceptada de que los niños son lectores de pe a pa, se les respeta y se les proponen historias estimulantes y que refieren a circunstancias que viven cotidianamente en la casa, en la escuela, en la soledad de su cuarto, jugando con sus amigos. El bullying, la diversidad, el rechazo, los sueños o la fantasía derbordada convergen en esta colección cuyas novedades he podido revisar en estos días.
Entre lo primero que me llamó la atención fue, justamente, que sin caer en falsas pretenciones o una complejidad sin sentido, Textofilia no le tema a la abstracción visual o al jugueteo narrativo en sus libros. De ahí que la comunión ilustraciones y texto llegue a resultados afortunados. También en la factura de las publicaciones.
La abstracción va de libros como “Formas que aparecen” de Magali Lara (DF, 1956), quien adentra a los pequeños a un mundo en el que los dibujos (arte contemporáneo) nacen y se despliegan hasta torparse con palabras. Un transitar azaroso y estimuante. Algo similiar ocurre con “Donde nace el color. La gran aventura del panda” de Manuel García Melgar “Kopke” (DF, 1981), quien, desde la figuración, prescinde del lenguaje al seguir a un panda rechazado por ser sólo blanco y negro.
De ahí podemos saltar a títulos como “El sueño de un caracol” de Leonardo Fernández Borja “Nadieco” (DF, 1980), quien propone el relato de un especímen que prefiere el mundo onírico al real por su dificultad para hacer amigos. En aquel paraje de sueños, muy recurrente en la literatura para niños, todo puede pasar. Acaso encontrarte con una ciudad llena de brujas.
Es el caso de “Salón de horripilancias” de Ana García Bergua (DF, 1960). Leía este libro de la autora justo cuando se difundió la noticia de que ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2013 por “La bomba de San José”. Sólo comento esto para acentuar el reconocimiento a un libro rebosante de imaginación que propone una historia clásica con elementos muy contemporáneos. Brujas y “rockstars” son capaces de convivir en un relato con sus dosis de miedo y en el que nada es como se espera.
Ya para adolescentes, en la colección se pueden encontrar novelas como “El carnaval de los monstruos” de la francesa Anne-Sophie Brasme (1984), quien propone el encuentro de una chica fea, deforme, con un fotógrafo cuarentón con el que inicia un romance. Sensualidad y misterio se entretejen en una historia para jóvenes lectores que también podrán hallar resquicios de identificación.
(Texto para El Día, noviembre de 2013)
Clarice Falcão, un hallazgo desde Brasil
Naufragar en YouTube en ocasiones te lleva a desembarcar en territorios paradisiacos. Así me sucedió hace poco. No recuerdo qué buscaba o por qué cuando, inesperada y afortunadamente, me apareció un video titulado “Monomania” de una chica llamada Clarice Falcão. El nombre me resultaba desconocido. “Brasileña”, pensé. Le di click.
De inmediato me enganchó. La música era suave, contagiosa, alegre en muchos sentidos; creada con base en instrumentos como cuerdas. El video terminó de conquistarme. En él, una chica le canta al chico que le gusta una canción que le compuso. Él le rehuye y le expresa un desgano total, pero ella lo sigue hasta la cocina, sonriente, con su guitarra. Lo acosa, en resumidas cuentas. Pero lo hace con con una honestidad, con un, digamos, optimismo tal que termina siendo encantadora.
Seguí escuchando y entre más oía más me fascinaba su onda. Fue entonces que me lancé a buscar información sobre ella. Todo estaba en portugués pues parece que Clarice es desconocida en el mercado en español. Al menos en México. Dudo que lo sea por mucho tiempo. Presiento que se volverá un hitazo latinoamericano. Tras leer los datos sobre ella, con esfuerzos y ayuda de traductores, Clarice resultó toda una revelación.
La chica, jovensísima, tiene 24 años. Es, efectivamente, brasileaña y es uno de esos fenómenos tan sonados hoy: talentos que surjen de internet. La particularidad de ella es que es real e ingentemente talentosa y no parte del batallón de payasos que se vuelven populares por hacerse los chistosos. Clarice es actriz, cantante, compositora, guionista y comediante. Una performer completa y, digámoslo sin reparos, brillante y carismática.
Con 17 años, Clarice comenzó a hacer cortos y videos para internet. Muchos de estos materiales rolaron por festivales de Brasil y Estados Unidos llamando la atención. De ahí saltaría a la televisión en telenovelas y, luego, como guionista de series. Algunos proyectos los ha hecho junto a su novio Gregório Duvivier y su mamá Adriana Falcão. En cine protagonizó una película llamada (según una traducción al aire) “Yo no tengo la menor idea de qué estoy haciendo con mi vida”.
Su catapulta a la mira pública fue YouTube. Junto a colaboradores como su novio creó el canal “Porta dos fundos”, que se convirtió en el más visto de Brasil en menos de un año y que reúne parodias sobre temas cotidianos (el soborno, las relaciones, el vegetarianismo). Abordan de todo con un humor muy logrado. Para varios de estos proyectos Clarice también hacía música, además de actuar o escribir.
Su historia musical es de ensueño: colgó videos, estos se volvieron un exitazo con más de 10 millones de visitas, lanzó un EP homónimo y luego el álbum “Monomania”, que sólo se conseguía en la red. A raíz de entrevistas en emisiones de gran audiencia en su país como “Programa do Jô”, el disco se convirtió en uno de los más vendidos provocando su edición física que al poco tiempo fue una de las más vendidas de Brasil.
“Monomania”, todo, es extraordinario y parece el reflejo sonoro de la personalidad que proyecta Clarice: espontánea, sin poses ni rebuscamientos, candorosa, alegre y con sus dosis de parajodas, anhelos y sueños rotos que, sin embargo, dejan de lado el dramatismo para dar paso a toques de humor y buena cara. Ironía.
(Texto para El Día, octubre de 2013)
October 29, 2013
El karma de vivir al norte
Torreón, Coahuila. “Los años de plomo”. La violencia y el narcotráfico se han desparramado sobre la ciudad. Un joven escritor, Carlos Velázquez (1978), sale a las calles y registra una cotidianidad herida por balaceras, secuestros, miedo.
Configurado a manera de ficción televisiva, “El karma de vivir al norte” (Sexto Piso, 2013) es el nuevo libro del autor, quien con este “testimonio en primera persona” quiso rellenar vacíos.
Por un lado, ofrecer una “memoria del dolor” en medio de una avalancha de notas periodísticas o libros con reportajes, entrevistas y ensayos sobre cárteles y narcotraficantes que sólo hacen un “recuento de daños” o ponderan el “sensacionalismo”.
Por otro, pedir una “disculpa” a su pequeña hija, próxima a cumplir cinco años. “Pedirle perdón por traerla a este contexto tan maligno y, en ocasiones, no poder salvarla de los acontecimientos. Del hecho de que ha vivido casi la mayor parte de su vida encerrada”.
“El karma de vivir al norte” es una crónica plena de ironía, vivencia y suspenso de un ciudadano que, como el resto, se ve en medio del fuego cruzado de la “guerra” del Estado contra el narco, del desmoronamiento económico y social y, por si fuera poco, de los estragos del pasado de una “tierra proclive a la violencia”, idea metafísica que alude al karma del título. Los mexicanos como sicarios de nosotros mismos.
Para el escritor, quien con este libro obtuvo el Premio Nacional Carlos Montemayor de Testimonio 2012, el narco en México se ha convertido en una suerte de mito vía sus “productos”: la riqueza, el poder, la violencia.
“El verdadero poder del narco radica en lo siguiente: es un gran proveedor de ilusiones. Todos los que entran a ese negocio aspiran a tener eso y es un espejismo, porque la vida del narco es muy fugaz”, aclara. “Excepto El Chapo Guzmán, la mayoría de los capos de este país han terminado de manera trágica y no hablemos de todos aquellos que han sido utilizados como carne de cañón”.
El autor de “La biblia vaquera” y “La marrana negra de la literatura rosa” cree que la violencia terminará hasta que se “cierre” el mito y será, vaticina, con la muerte del Chapo Guzmán. “Y no sabemos qué vaya a pasar todavía”.
De lo que sí está claro es que la literatura vive una renovación. Ya no sólo abreva de bibliografía, también de la televisión, del hipertexto, del pastiche, de internet y redes sociales. En el norte igual vislumbra un “despertar”: dejar de lado “la historia clásica” con el “policía malo”, el “detective desfachatado” o “la ponderación del narcotraficante de manera velada”.
“Hay un gran equívoco. Creen que la literatura norteña ha ganado notoriedad por el narco, pero no es así”, precisa. “Si el norte ha tenido éxito es por su manera de cómo ha renovado el lenguaje. Lo puedes ver con los imitadores. El caso de Pérez Reverte. Pérez Reverte tiene una novela que se llama La Reina del Sur, que se ha llevado a la televisión, pero el libro como obra literaria no sólo no aporta nada sino que es totalmente hueco. Cuál es la diferencia entre las novelas de él y las novelas de Elmer Mendoza. Elmer Mendoza está revolucionando la lengua. La literatura sobre la violencia va a depurarse a sí misma”.
Pero, ¿cuánto se puede aguantar el embate de la violencia? Un día Velázquez dejará Torreón. “Va a llegar un momento en que la realidad va a ser tan terrible”, afirma. Mientras tanto, le da la oportunidad a su hija de elegir si también se va o se queda, como tantos a los que él vio irse o aferrarse a lo suyo, aquello que quizá no podrían haber obtenido nuevamente en otro lugar.
(Texto para El Día, octubre de 2013)
October 16, 2013
La culpa
Los domingos en que tienes mucho trabajo pendiente y una fiaca inmensa son la anticipación del colapso. La combinación suele dar origen a la culpa. Cualquier avance será insuficiente, a menos de que se termine la chamba, lo cual suele ser una intención desbarrancada. Sobre todo si el sol te llama a la calle porque en estas semanas de septiembre e inicio de octubre la lluvia no ha dado tregua al DF y ha reblandecido hasta al ánimo más duro.
Fue así que salí a la calle con mi laptop pequeña so pretexto de ir a ver a mi amigo Memo, un fotógrafo e ingeniero muy dado a recorrer la ciudad, que me llevaría a un rincón apacible donde trabajar “un rato”. Obviamente el rato fue unos minutos y la tarde de trabajo se volvió una tarde de caminata y ocio. Culposo, por supuesto. Pero los pocos minutos dedicados a los pendientes transcurrieron en un rincón curioso del Bosque de Chapultepec.
Ubicado a espaldas de la Tribuna Monumental se encuentra un lugar “secreto” con todo y una cueva prehispánica que, según dicen, conducía al Mictlán (reino de los muertos) y que hoy está cerrada. Ahora aquel rinconcito fantasmagórico acoge bancas y sillas, no tan cómodas por cierto, donde la gente idealmente se puede acomodar a sus anchas para leer, aunque usualmente las ocupan para dormitar o, de plano, dormir a ronquito tendido.
Este sitio se conoce como Audiorama. Bajo los árboles y entre rocas, unas bocinas emiten música “clásica” y un policía está detrás de una mesa con libros viejos que puedes tomar para leer, si es que no llevas los tuyos o encuentras más antojable el “hacer nada”. Ahí, entre personajes que trataban de convencerse de que se relajaban aunque tensaban el cuello o movían arriba abajo el pie, traté de avanzar en mi trabajo pendiente.
En vista de que llegamos poco antes de las tres de la tarde y el sitio lo cierran a las cuatro todo estaba puesto para que la intención de acabar el trabajo se desmoronara. Fue entonces que Memo y yo salimos de ahí y nos dirigimos hacia Paseo de la Reforma, donde en las rejas nos topamos con la exposición de caricaturas titulada “Ver de Monero. Humor negro en tinta verde”, del cartonista Víctor Solís (DF, 1967).
Los dibujos llamaron nuestra atención. Osos polares, focas, tiburones, árboles, mantos acuíferos (todos amenazados por el hombre) poblaban 70 caricaturas que, precisamente, consignan la depredación humana que ha llevado al ambiente a rozar el abismo. Javier Solís se ha especializado en la “caricatura ecológica”, sólo que deja de lado la militancia o la cursilería para optar por un humor perversamente candoroso. Sus caricaturas son casi enternecedoras, pero con las frases y las situaciones precisas se vuelven una suerte de reflejo del apocalipsis.
Así transcurrió el día. Con un viaje al umbral del Mictlán, un paseo por el Chapultepec hipster y una exposición que con cara de ternura suelta una risa sardónica. Estamos acabando con el planeta pero somos incapaces de terminar nuestros pendientes más inmediatos y cotidianos. Una continuación de pequeños colapsos diarios.
(Texto para El Día, octubre de 2013)
Encuentro con Alice Munro
Conocí la literatura de Alice Munro días antes de que ganara el premio Nobel de Literatura. La escritora, figura tutelar de las letras canadienses, sonaba nuevamente en las quinielas junto a autores como el japonés Haruki Murakami y su compatriota Margaret Atwood. Googleé su nombre y me aparecieron varias entrevistas que comencé a revisar. Fue amor a primeras declaraciones.
Me encantó ese aire de abuela maternal e inmensamente inteligente que habla con candor, claridad y destellos de una ironía y observación deslumbrantes. Admiro a las escritoras que no temen escribir sobre mujeres ni se cuestionan si hacen “literatura femenina”, porque eso es lo que, precisamente, las aleja del tópico.
Alice Munro, de 82 años y originaria de la Canadá rural y de una familia presbiteriana, regida por la austeridad y la vida casera, suele ahondar sin prejuicio en ese entorno cercano y la existencia de aquellas mujeres: sus hijos, sus amores, sus deseos, sus carencias, sus tropiezos, sus arrebatos, sus desatinos. Su cotidianidad.
Fundamentalmente cuentista, los relatos de Alice Munro (“Demasiada felicidad”, “Las lunas de Júpiter”, “Secretos a voces”, “Mi vida querida”) nacieron en un entorno hogareño. Cuando las hijas de la autora estaban dormidas, ella escribía. Recuerda que su acercamiento a la escritura fue tras leer el relato “La sirenita” de Hans Christian Andersen y se sintió motivada a inventar otro final.
Imaginación y sencillez convergen en un talento literario portentoso. Alice Munro parece no ir por ahí alardeando de “su” literatura ni se su lucha por encontrar espacios para escribir. Más bien se dice audaz al llamar a sus cuentos, novelas que nunca serán, literatura. Una personalidad idónea para dedicarse al relato: ambos humildes, que no torpes ni faltos de un poder de atracción irrefrenable.
De los cuentos de Munro me sorprendió, sobre todo, su forma. Ver su narrativa como un ejercicio arquitectónico. En su lenguaje, la escritora es transparente, “sencilla”. Sin embargo, es en la construcción de su escritura donde despliega en pleno su talento. Engancha, va dejando pistas, preguntas, anécdotas claves; va jalando el hilito de la atención y desemboca en finales estremecedores.
El primer libro que leí de Munro fue “Demasiada felicidad”, de 2009, un libro de una autora madura cierta de su pluma y de sus derroteros. La locura, el amor, la historia, la muerte, la enfermedad… todo lo que nos constituye y lo que nutre la literatura de Alice Munro.
Atenta lectora de Katherine Anne Porter, Flannery O’Connor, Carson McCullers o Eudora Welty; reconocida con los máximos reconocimientos en su país; mujer que encontró en la cotidinidad, la suya y las de sus personajes, el reflejo de una época, la nuestra, Alice Munro se me ha vuelto un referente inesperado y, sin duda, será recurrente.
(Texto para El Día, octubre de 2013)
August 22, 2013
Poesía eras tú
Un marrano, una política al más puro estilo del “viejo” régimen, un poeta de cuestionable talento y, sobre todo, mucho humor delineando con la maestría de un escritor habilidoso.
Poesía Eras Tú, la novela en verso que Francisco Hinojosa (DF, 1945) publicó en 2009 con apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte es un texto que no pierde vigencia ni, al parecer, lectores pues Almadía lo reeditó este año.
Reconocido poeta y autor de libros para niños, un arte por demás complicado como es bien sabido, Francisco Hinojosa crea en Poesía Eras tú una inaudita historia de amor en la que el almíbar y el cliché se combinan que la ironía más tremenda con un final que lleva a los personajes casi al patetismo.
El libro se construye con poemas que un “poeta” le escribe a su “amasia”, una mujer que ingresa a la política y logra escalar hasta el mismísimo parlamento. El poeta, aquello que hoy se conocería como un Godinez total, es un consumado vividor, convenenciero y chorero.
El marrano alude a la actividad “empresarial” de la pareja previo a su “ascenso” en el escalafón social: criaban cerdos. Pero el marrano tampoco suena a una elección circunstancial sino totalmente premeditada. Poesía Eras Tú es humor en el que palpitan situaciones estrujantes como la violencia de género, la depravación y corrupción política, la doble moral, el deseo desbordado, la mentira. El cochinero social, podría decirse.
El autor de La Peor Señora del Mundo y El Informe Negro logra mudar la sonoridad y el lenguaje cotidianos, aquellos que fácil se encuentran en una oficina o la calle, a versos construidos con una precisión tal que se detecta su maestría debajo de esa desfachatez y falta de pluma del poeta del libro que le escribe versos a su Dulcinea.
Poesía Eras Tú es una historia de amor que le da la vuelta a lo ideal para adentrarse a una realidad turbulenta en la que un idilio puede confundirse con una pesadilla con la facilidad de un verso sin esfuerzo.
(Texto para El Día, agosto de 2013)
Futbol y sensualidad
La atracción no sólo emana del encantamiento, también del choque y el rechazo dando origen a una obsesión. La joven artista visual Wen Bandala (Estado de México, 1988) es una de aquellas (en realidad no tan pocas) mujeres seducidas por el futbol, sólo que su acercamiento lo propició una experiencia de corto circuito.
Wen Bandala padece una seria alergia al pasto y ésta, desde niña, le fincó la imposibilidad de participar activamente en un partido de futbol en una cancha con césped. El lidiar con lo improbable fue lo que prendió un pulso entre anhelante y artístico que dio origen a su primera exposición individual Le Carré Vert (El Campo Verde).
Montada en la Casa de Cultura del Periodista, la muestra integra 11 piezas entre series de dibujos de tinta en papel albanene, esculturas de rejillas metálicas que asemejan las formas de un balón golpeando la red de la portería y fotografías de partidos de futbol que siguen patrones específicos que revelan formas inadvertidas en el juego.
La obra de Wen Bandala conjunta el entusiasmo de una fanática y un ejercicio plástico en el cual de un partido, que es espectáculo y cuerpo en acción, se arrebatan espacios y sugerencias que devienen arte; un arte expresado en componentes mínimos pero precisos: pasos perdidos, voluptuosidades reveladas, trayectos azarosos o rituales desinhibidos.
En Le Carré Vert se filtra ese ámbito sensual que indudablemente contiene el futbol. Los cuerpos y su interacción entre sí y con el espacio son agentes de significados y contornos. Los “goles”, esculturas que simulan una anotación, son literalmente eso y, asimismo, una incitación a revirar la mirada a las curvaturas de una persona. Las sombras y extremidades sugeridas en los dibujos también.
El día de la apertura se expuso el fragmento de una pieza en la que trabaja Wen Bandala y que consiste en crear superficies con pasto “artificial” a partir de otras plantas que ella misma manipula y que no le provocan aquella reacción alérgica que no sólo ha motivado esta exposición, sino un acto de subversión y transformación del propio yo.
Le Carré Vert permanecerá hasta el 30 de agosto en la Casa de Cultura del Periodista (Eje Central “Lázaro Cárdenas” 912, Col. Segunda del Periodista). La entrada es gratuita.
(Texto para El Día, agosto de 2013)
Fotos Cortesía Preludio a 110 o 220
http://preludioa110o220.blogspot.mx/2013/08/le-carre-vert.html
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