Omar G. Villegas's Blog, page 13

December 9, 2014

Comentario: Literatura escrita por mujeres

Hace unos días acabé de leer la primera novela de la escritora colombiana María Castilla (1975) titulada “Como los perros, felices sin motivo” (Seix Barral, Bogotá, 2011). La propia autora ha descrito a su texto como “una gran historia de amor” que, en esa medida, es el relato de un desamor devastador.


Sofía, la protagonista, no entiende por qué se separó de Eduardo y es entonces que comienza un trajinar por Bogotá, Madrid, Barcelona, Berlín, Múnich tratando de sanar, de olvidar aunque esto parece imposible.


Una y otra vez vuelve a los momentos de felicidad. Una y otra vez se lastima recordando y preguntándose. Asesinando y reviviendo el amor que la unió a aquel veinteañero que se fue de su lado, a África o tan lejos como pudo, dejándola confundida y herida. Incapacitada.


Más que una historia que podría parecer a tantas otras me llamó la atención la narrativa de Castilla, quien antes había publicado poemas y cuentos. Esa escritura “intimista” que se hilvana con emociones y con puñados de frases que fácilmente se convierten en quotes para redes sociales.


Me recordó, además, a otra escritora que igual descubrí inesperadamente y con la que se podría emparentar: la peruana Patricia de Souza (1964), de quien he revisado lo disponible en México. Hasta ahora la novela “Ellos dos” (2007) y el libro de relatos “Erótika, escenas de la vida sexual” (2008).


“Ellos dos” es asimismo el relato de un amor que es incendio y de una separación que desmorona. Aquí también la protagonista utiliza el viaje como una medida de escape, reinvención y búsqueda. Como una posibilidad para enfrentar la pena.


De manera particular me ha interesado asomarme y reflexionar en aquello que podría denominarse literatura femenina o literatura escrita por mujeres, una definición que provoca mucho escozor incluso entre las autoras que no quieren ser encasilladas o separadas (y por ende discriminadas).


Sin entrar en detalles diré que creo efectivamente que la escritura no distingue de géneros, sólo de talentos. Sin embargo, sí creo que dentro de las particularidades que moldean una obra está el género. Y en el caso de las mujeres una condición femenina que incide en lo que escriben. Algunas con mayor acento. Pero bueno, este debate podría tomar páginas y páginas.


Luego de leer a Castilla compré una novela de la mexicana Margo Glantz (1930) a la que le traía ganas: “Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador” (Anagrama, 2005) y me topé, por otro lado, con una narrativa que apelaba más a referencias, incontables, de una autora erudita. Glantz expresa las emociones no de primera mano sino mediante el filtro de un conocimiento vastísimo. Una escritura enciclopédica. Otro modo de abrazar el mundo.


Vayamos con otra autora que recordé: la mexicana Guadalupe Nettel (1973), quien justo acaba de ganar el Premio Herralde de Novela con “Después del invierno”. De Nettel, quien así como Glantz ya había sido finalista de dicho galardón, leí el libro de relatos “Pétalos y otras historias incómodas”. Asombroso. Me han contado que sus novelas son igualmente fantásticas. Una narrativa de estructura en la que se combinan emociones vibrantes y lecturas varias con una escritura rica en lenguaje y recursos.


La breve conclusión es que estilos, talentos e imaginaciones aparte, asomarse a estas autoras y otras más enriquece nuestro espectro de lecturas y experiencias. Pero en gran medida nos aportan una perspectiva peculiar de entender el mundo, una que, aunque ellas no se lo planteen, tiene que ver con una condición femenina que en ocasiones se pierde de vista y es necesaria.


(Texto para El Día, noviembre de 2014)


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Published on December 09, 2014 12:54

Entrevista: Javiera Mena, la otra era del pop

otra eraJaviera Mena, la voz que abandera el pop chileno actual, está de regreso en la escena musical con su nuevo disco “Otra Era”, producción que refleja a una cantautora que se admite más festiva y con mayor energía.


La chilena de 31 años platicó en exclusiva con EL DÍA sobre este nuevo álbum que, dice, busca más la canción y el baile y que fue mezclado en un 90 por ciento en Miami a diferencia de sus anteriores “Mena” (2010) y “Esquemas juveniles” (2006) que se mezclaron por completo en Chile.


“Puede que en los comienzos de mis 20 era más tranquilita y eso se ve muy reflejado en la música. Este es un disco con más energía. Más fuerza”, explica.


La cantante presentó “Otra era” en el Teatro de la Ciudad en un show donde tocó temas nuevos como los movidos “Espada” y “La Joya”, así como anteriores incluido su cóver de “Yo no te pido la luna”.


El concierto estuvo dividido en una parte más electro y explosiva y otra breve al piano donde Javiera Mena interpretó rolas iniciales como “Sol de invierno” o su versión de “Piensa en mí” de Grupo Mojado.


La fórmula de la intérprete es así: cada cuatro años sacar un disco y moverlo con miras a prolongar la vida del mismo. “Este es un primer acercamiento. Es como una transición. De aquí voy a venir en marzo y quedarme un tiempito acá (en México)”.


Javiera Mena asegura que todos los discos son otra era. “El nombre habla, claro, de marcar el comienzo de otra cosa y también tiene un poco el color de lo que habla el disco. Algo un poco atemporal. Puede ser algo del pasado, del futuro, de otra dimensión, de diferentes lados. Jugar un poco con esos diferentes lugares es lo que busqué en el disco también”.


La autora de “Agüita”, una canción que escribió para Danna Paola a petición de amigos suyos en MTV, dice que está interesada en continuar también con este tipo de colaboraciones en las que puede aportar un toque distinto al pop.


Relación con México


Javiera Mena siente un afecto especial por México desde que comenzó a tocarse en el país su tema “Sol de invierno” (2006), que canta con Gepe. A partir de entonces sería invitada a festivales como el Vive Latino y este acercamiento la terminaría por conquistar.


“Me fascinó la cultura. Andar por el Centro, las Pirámides. La gente. Me hice grandes amigos que ya se hicieron como familia y más allá de la industria siento gran unión con personas de aquí y que me hace querer volver siempre”.


La cantante, por otro lado, se congratula de la proyección que tiene la música chilena internacionalmente con nombres como el de ella, Gepe o bandas como Dënver o Prehistóricos.


“Antes no se conocía la música chilena, pero en los 90 también había bandas súper buenas. En Los 70 Los Jaibas. O sea hay música buena”, afirma. “Hoy a través de internet se conoce, pero antes como estábamos tan separados no se conocía. Pero Chile siempre ha sido tierra de mucho talento, mucho trabajo de una artesanía fina y acabada y ahora por suerte las comunicaciones hacen que nos demos a conocer así”.


(Texto para El Día, noviembre 2014)


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Published on December 09, 2014 12:50

Entre lo herético y lo piadoso

santos 2En la Ciudad de México está abierta una exposición que ofrece un envolvente encuentro con la creación artística. Seductor y contrastante. Entretenido en gran medida. Arrebatador. Me refiero a “Michael Landy: Santos Vivientes” en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.


El integrante de los “Young British Artists”, nacido en 1963, ofrece una reconfiguración del arte religioso mediante la convergencia con el arte cinético, una corriente artística en la que las piezas tienen movimiento o parecen tenerlo.


En 2010, Michael Landy fue designado como el octavo miembro colegiado de la National Gallery de Londres. Fue así que durante tres años se dedicaría a confeccionar la obra reunida en esta exposición, que integra ocho esculturas monumentales y 40 dibujos y collages. Además, para la versión mexicana se integraron 15 dibujos nunca antes expuestos y la escultura de San Esteban, producida ex profeso.


santosPara este trabajo el artista inicialmente revisó la colección de pintura de la National Gallery sin un plan definido. Se interesó en la vida de algunos santos plasmados constantemente en el Renacimiento como San Francisco, San Esteban o Santa Catalina. A partir de este interés registró detalles y fragmentos de las pinturas en dibujos, reproducciones y collages que transformaron a aquellos ascetas y mártires en una suerte de cyborgs.


El resultado es sumamente atractivo. Sobre todo las inmensas esculturas que integran maquinaria de poleas, bandas y objetos desechados junto a demonios, santos y referencias bíblicas. El público puede interactuar con las piezas que por su tamaño y la fuerza de sus movimientos resultan imponentes. Incluso atemorizantes. Amenazantes.


Los “Santos Vivientes” de Landy son una experiencia estética dinámica y de impacto. Logran trascender la sola contemplación y provocan arrobamiento, ese que la pintura religiosa ocasiona mediante el dramatismo y que aquí se proyecta de manera física en máquinas que, justamente, hacen vivir a aquellos personajes aquejados por tormentos.


Los dibujos y collages, de gran formato, están colgados como si se tratara de pinturas en una catedral o en un salón de arte decimonónico. En eso también converge en gran medida “lo clásico” con “lo contemporáneo”. El espectador tiene que ir mirando hacia arriba, al cielo como en las iglesias, para apreciar las obras.


Inmediatamente después se topa con santos gigantes desmembrados que hacen que se sienta parte de una acción que al lindar con lo lúdico se roza con lo herético, aunque sin dejar de tener un pie con la experiencia religiosa.


(Texto para El Día, noviembre 2014)


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Published on December 09, 2014 12:43

October 26, 2014

Lana del Rey: reseña de su primer concierto en el Auditorio

Lana del Rey regresó a cantar a la Ciudad de México en el Auditorio Nacional, a donde llegó con su segundo álbum “Ultraviolence” lanzado este año. La cantante estadounidense de 29 años se presentó los días 06 y 07 de octubre. Yo fui al primero y la reacción del público, predominantemente adolescentes con coronas de flores, fue apabullante. Ensordecedora y, lástima, en detrimento del concierto mismo.


Lana del Rey es ya una estrella internacional que pasó de sectores más alternativos a un mercado más amplio. Inmensamente más amplio y heterogéneo que los señalados hipsters. Eso quedó asentado. Desde su primera visita el año pasado en el Pepsi Center, cuando promovía la edición “Paradise” de su álbum debut “Born to die”, ya se percibía este entusiasmo.


Lana del Rey trajo un show sencillo. Para oír. Apenas una pantalla donde se reproducían sus videos, algunos juegos de luces, cuatro músicos y ella vestida con un short de mezclilla, una blusa blanca y una flor en una de sus orejas. Nada más. Parece que la idea del show era más “intimista”. Pero esto no se logró.


Los fans más jóvenes y numerosos de Lana del Rey se desbordaron la hora y media que duró el concierto. La cantante tiene una voz mesurada y armoniosa que se disfruta en vivo. El problema fue que tanto griterío la sepultó y, para colmo, le hizo trastabillar a ella y a sus músicos.


Al principio la cantante se veía alegre de que gritaran sus éxitos, aunque después, parece, se resignó a que era imposible concentrarse y seguir el aparente plan de un espectáculo acústico. Hasta se dio tiempo de firmar autógrafos y platicar con fans de las primeras filas en distintos momentos del show. En otros, simplemente dejó que el público cantara fragmentos de temas como los aplaudidos “Born to Die”, “Blue Jeans”, “Ultraviolence”, “Summertime Sadness”, “West Cost” o “National Anthem”, con el que cerró así como el año pasado.


El concierto se disfrutó a secas. Lana del Rey no pudo y al final tal vez ya ni quiso lucirse sino sólo cumplir a un público que tenía en la bolsa desde antes de empezar. Esto no quiere decir que no se identifiquen y destaquen los vuelos que puede alcanzar interpretativamente, pero los gritos no la dejaron.


La conclusión final sería que si bien el entusiasmo del público mexicano por espectáculos internacionales y la llegada de estos a la Ciudad de México son enriquecedores para la vida e imagen de la capital, hace falta educación musical. Un concierto no es un karaoke.


Lo mismo me ha pasado en conciertos, por ejemplo, de Ely Guerra en los que de plano hay que pedir silencio o los chavos quieren comportarse como si estuvieran en el antro: sin escuchar, sólo gritar y dejarse avasallar por la emoción. Me pregunto, ¿no a un concierto se va esencialmente a escuchar?


El ímpetu del público nutre al artista, sin duda, aunque con medida y en momentos indicados. Tanto amor mata, dicen. Y pues el público mexicano hirió un buen concierto que pudo ser muy destacado. Debemos aprender a exigir más y a emocionarnos con mayor inteligencia.


(Texto para El Día octubre de 2014)


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Published on October 26, 2014 22:36

Apunte sobre el Nobel y la literatura francesa

París es una ciudad memorable aunque no necesariamente entrañable. La “ciudad luz”, la “ciudad del amor”, la ciudad de los capitalinos malhumorados, la urbe de las almas atormentadas, uno de los epicentros del pensamiento, un tubo de ensayo de la civilización, no es ni por asomo uno de los sitios que guardo entre mis afectos. De hecho, me resulta muy antipática. La he visitado dos veces.


No obstante la tengo en el recuerdo. París me marcó a pesar de mí mismo. Como a todos. Creo. Como un fantasma que siempre será impactante. Recordé la ciudad a propósito de la concesión del Premio Nobel de Literatura de este año al escritor francés Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 30 de julio de 1945).


El autor ha hecho de la metrópoli francesa un escenario recurrente de sus novelas breves, textos que, como he leído en la prensa porque no lo conocía antes de que fuera galardonado, persiguen la identidad, la memoria, el impacto del nazismo. Dicen que su París emerge de una irrealidad y del conocimiento preciso, milimétrico, que tiene el autor de la ciudad que recorre constantemente desde niño, cuando salía solo y triste.


Todo estos ingredientes en una narrativa descrita como potente me llevaron a explorar a Modiano sólo minutos después de la concesión del Nobel. Por alguna extraña razón ese día desperté de madrugada, poco antes de que se diera el fallo alrededor de las seis de la mañana hora de la Ciudad de México. Comencé a leer entrevistas y me entusiasmé pensando que quizá en su obra encontraría una respuesta alejada de los lugares comunes para responder por qué París, su ciudad, es inolvidable aunque no sea siempre amorosa.


De lo poco suyo que encontré en librerías electrónicas descargué “Trilogía de la ocupación” (Anagrama), que incluye las tres primeras novelas del autor: “El lugar de la estrella”, “La ronda nocturna” y “Los paseos de circunvalación”, publicadas entre 1968 y 1972. Inicié y nada. No ocurrió aquel deslumbramiento de las primeras líneas que en ocasiones ocurre con la obra de un escritor apenas descubierto al que se llega por curiosidad. Continúe y nada. Es más, se volvió un esfuerzo y cuando vi que era en vano, que me aburría, que sentía que leía un discurso político, que sentía que el autor sólo intelectualizaba y apenas narraba, que incluso alardeaba de su conocimiento. Lo dejé.


En redes sociales hubo quienes, de plano, expresaron que no intentarían leerlo. Percibí cierta antipatía ante el autor. También en la prensa, donde salvo los comentarios elogiosos de cajón, encontré líneas sobre el desdibujado, insípido panorama de las letras francesas contemporáneas.


Luego pensé en toda la cascada de nombres de autores franceses que se han vuelto referenciales y que no citaré porque son tantos y cada quien tiene los suyos. Pero cuando aterricé en el presente me pregunté: ¿quién? Admito que no conozco a fondo el panorama literario francés actual y eso se me podría echar en cara, pero tampoco creo que sea necesario para confirmar de primera instancia que la literatura francesa no vive ni por asomo a la altura de sus glorias.


Pensé en Michel Houellebecq, quien podría ser con toda justificación la referencia. Tal vez en Yasmina Reza, quien también me expulsó de su literatura. No pude adentrarme por causas similares que Modiano y que básicamente se reducen a una suerte de acartonamiento. Parecía que visitaba libros petrificados más que libros vivos. Se me podría acusar de ignorante, pero en el gusto literario no se manda.


Quizá en las “periferias”, en otros países francófonos esté la vitalidad de la literatura en francés. Tal vez en los países africanos o en Europa misma. Pienso en la belga Amélie Nothom y sus novelas breves y cautivadoras. Porque Francia, París y las letras francesas parece que se mantienen en el panorama por memorables aunque no por entrañables. Como si de enormes esculturas de piedra se tratara.


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Published on October 26, 2014 22:32

October 8, 2014

Guerrero, el infierno del que mi familia y yo huimos

Que en Guerrero 20 agrupaciones del crimen organizado se disputan actualmente distintos municipios del Estado. Que cuatro cárteles operan siendo la entidad con más grupos de este tipo. Iguala era “gobernado” por una “pareja imperial” con señalados de vínculos con el narco, acusaciones de asesinato, nepotistas y ahora prófugos. Un estado de sitio. El infierno.


Pero no es nuevo. Quienes hemos vivido en la entidad, yo en Acapulco hace unos 25 años, conocemos la sensación de estar en una tierra en la que tiene seguridad, bienestar y justicia sólo quien tiene dinero y poder. El resto estamos a expensas de pobreza, mala educación, violencia, retraso, corrupción, estados fallidos, aislamiento cultural, silencio.


Mi familia y yo llegamos a Guerrero porque ahí había una oportunidad de desarrollo. Finalmente nos regresamos. Mis padres, me cuentan, estuvieron a punto de ser asesinados por grupos criminales en la sierra. Mi papá, nos ha dicho, atestiguó actos violentos y vivió esquivando armas de criminales, policías y soldados apuntándole porque su trabajo le obligaba viajar por el estado. Perdió a compañeros de trabajo. Eventualmente nos fuimos. Pero atrás se quedaron amigos y un lugar que nos acogió y nos forjó en más de un sentido. No puedo imaginar el insoportable dolor que mis hermanos y yo estaríamos cargando si algo hubiese ocurrido.


Pero hay quienes no se van. Se quedan ahí y viven porque Guerrero, pese a todo, vive. Hasta el 26 de septiembre 43 jóvenes normalistas de Iguala eran parte de ese corazón latiendo. Ese día fueron violentados, fueron víctimas de desaparición forzada. Tal vez todos asesinados brutalmente. Luego 28 de ellos encontrados en una fosa en condiciones sin nombre.


Guerrero ha sido herido durante toda su historia. ¡No más!


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Published on October 08, 2014 15:14

October 5, 2014

El diálogo interrumpido

Durante mi reciente visita a Bogotá agendé unas horas para dedicarme a visitar librerías. Tenía un listado de títulos inconseguibles en la Ciudad de México, y con ello me atrevería a decir que en México. La lista incluía a escritores renombrados como Piedad Bonnet, Jorge Franco, Tomás González o María Mercedes Carranza y algunos otros menos difundidos aquí.


Sólo acudí a unas pocas de librerías: la famosa Lerner del Centro, alguna sede pequeña de la Librería Nacional y, de refilón, a la enorme sede del Fondo de Cultura Económica. Mi asombro fue inmediato al constatar la inmensa riqueza de la literatura colombiana y lo poco, poquísimo que nos llega a México.


No es que no esperara esa diversidad ni que no conociera la escasa distribución de la literatura colombiana, latinoamericana en general, en México. La sorpresa más bien fue darme cuenta que esta carencia es mucho mayor de lo que esperaba. Inmensamente mayor. Revisar los anaqueles de literatura colombiana fue acceder a un universo de una diversidad y vuelos impresionantes.


Ver cómo de Tomás González o Jorge Franco apenas nos ha llegado algo o de Piedad Bonnet sólo narrativa pues su estupenda poesía es prácticamente inexistente aquí. Qué decir de la poesía de María Mercedes Carranza igual de inaccesible. Hurgando me topé con una gran cantidad de títulos de autores de los que aquí acaso se puede hallar uno que otro libro como William Ospina o Héctor Abad Faciolince.


Pero también novedades o textos que me fueron llamando la atención. Destaco, por ejemplo, “La sed” de Enrique Patiño, una novela apocalíptica sobre un mundo sin agua. Estupenda. Así como títulos de autores como el fallecido Fernando Molano Vargas o Carlos Fram. Por ahí me topé una primera novela sobre el desamor, digamos que muy posmoderna, de María Castilla titulada “Como los perros, felices sin motivos”. La he disfrutado.


Tampoco es que haya visto tanto como para intentar trazar una suerte de mapa mínimo de la literatura colombiana, pero sí fue suficiente para lamentar profundamente la terrible distribución de la literatura en español en México. Ese fenómeno que ya se ha notado: desde que Argentina o el propio México perdieron su lugar como grandes detonadores del flujo de la literatura hispanoamericana ante el monopolio de España, poco conocemos en Latinoamericana unos de otros.


Ahora todo pasa por la metrópoli y esta pondera, claro está, los best sellers en España provocando fenómenos como el que se tenga a Gabriel García Márquez inundando librerías como representante casi único de la literatura colombiana cuando él vivía en México y en Colombia tienen la percepción de que más bien era un escritor de acá. No es que el Nóbel colombiano no merezca su sitio en los estantes o que la literatura forzosamente deba tener una nacionalidad. Pero esto sí es algo sintomático del estado en que se encuentra la distribución de la literatura en español.


Y así como me sucedió con en Colombia seguramente ha de suceder en Chile, Ecuador, Perú, Bolivia, Centroamérica y ni se diga Argentina. Esto es lamentable porque fragmenta la literatura en español en vez de enriquecerla y porque rompe el diálogo y el conocimiento muto.


Incluso afecta a la escritura misma en la medida que la movilidad de ideas, estilos y tópicos se interfiere. Toda la literatura colombiana que ha surgido tras el conflicto con el narcotráfico, el desplazamiento, la guerrilla, los desaparecidos y la violencia, por ejemplo, es un hito gestado en las particularidades de ese periodo histórico en ese territorio, así como la “literatura del norte” en México sobre el narco y los dramas fronterizos.


Como lectores nos queda buscar hasta por debajo de las piedras y procurar esa movilidad como sea: con viajes, encargos, libros electrónicos, internet. Nuestra encomienda es no perder la curiosidad ni el entusiasmo por conocer lo que se escribe en el resto de Latinoamérica. E incluyamos a Brasil.


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Published on October 05, 2014 15:58

Poesía en tonos

Bogotá, Colombia.- Una tarde de septiembre un amigo mexicano que estudia su doctorado en Bogotá me invitó al departamento donde viven él y su esposa. Yo estaba de visita en la ciudad y él quería que conociera a una tía de su mujer. “Escribe poesía”, me anticipó. Nos vimos en el Centro. Recorrimos unas librerías y almorzamos con una amiga bogotana para después tomar camino a su casa.


Antes de llegar compramos algo de pan para acompañar el vino que abriría más adelante. Cuando llegamos de inmediato me presentó a Carolina Mayorga Rodríguez, una profesora de lingüística en la Universidad Nacional desde hace unos 40 años ya. Sonriente, ella me saludó y comenzamos a platicar del origen de su pulsión literaria.


Me contaba que había escrito, sobre todo, libros de enseñanza del español y de formación para profesores, además de ensayos académicos y crítica literaria. Sin embargo, también robaba momentos a la vida académica para escribir poesía.


Sus versos habían permanecido ocultos pese a la insistencia de su mamá de que publicara un libro, lo que hizo en 2006 cuando consideró que ya tenía material “que valiera la pena”. Entonces nació “Cambio de tono”, editado en español e inglés por Beaumont Editores con prólogo del poeta español Antonio Carvajal. El libro se divide entre tres secciones: “Cantos de la tarde”, “Canciones con nota triste” y “Cancionero de amor”. El tránsito de la melancolía a la alegría: de lo sombrío a la luz.


Carolina hojeó su poemario y nos leyó a mi amigo, su esposa y a mí que estábamos alrededor de la mesa de centro. Escuchamos casi embobados. Nos contó anécdotas que dieron origen a algunos de sus trabajos poéticos, unas de ellas estremecedoras y originadas en la Colombia aquejada por la violencia.


Tal es el caso de uno de los poemas que considera más emblemáticos titulado “Luto” y que dedica al economista Jesús Antonio Bejarano, profesor de la Universidad Nacional que fue asesinado en las instalaciones de la universidad. Él era especialista en resolución de conflictos y había participado en negociaciones con la guerrilla.


Relató que ella se encontraba en la escuela cuando ocurrió el homicidio. Se había quedado tarde y en el silencio de aulas sin jóvenes escuchó ruidos y luego una detonación. Ella siguió trabajando, extrañada, hasta que su familia la llamó preocupada pues oyó en la radio que había ocurrido un asesinato dentro de la institución.


Carolina Mayorga tomó sus cosas y se fue, pero recuerda el pesar y la indignación que desataría este acto. Se organizaron protestas. Tiempo más tarde, durante los aniversarios del hecho, “Luto” comenzaría a recitarse en las manifestaciones. Fue musicalizado por alumnos.


“Cambio de tono” contiene una poesía íntima con una evidente exploración formal: convergen la rigurosidad de la estructura con la libertad de la emoción. Los tonos del título son aquellos que van de una mirada nostálgica al azoro, de la tristeza al deseo, del placer al dolor de una despedida.


Los poemas de Carolina Mayorga viajan de Colombia a España y a otros territorios donde florece la poesía como en aquella tarde bogotana en que la conocí. Le dije que estaría atento a la publicación de la novela que tiene en mente: una saga familiar. También que, dada la armonía con que lee, debería lanzar alguna “edición de autor” con cd de “Luto”, leído por ella con la musicalización que han hecho jóvenes universitarios. Por lo pronto “Cambio de tono” se encuentra como ebook en Amazon.


(Texto para El Día, septiembre de 2014)


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Published on October 05, 2014 15:44

September 16, 2014

Confesiones de una princesa en cautiverio

Amiga, decidí escribirte esta carta después de pensarlo mucho y de haber pensado lo que quería decir. Creo que lo hago en un buen momento. Ya me siento de mejor ánimo y eso me ayuda a razonar. Mi huracán emocional está un poco más tranquilo, salvo algunas recaídas aún muy dolorosas que, curiosamente, se dan por las mañanas. Todavía no resuelvo lo que debo de descifrar, pero ya comienzo a ver todo con más claridad. Si esta crisis se ha extendido es porque opté por no evadirla, como lo había hecho antes, sino enfrentarla; aunque ello resultara lacerante. Quiero dejar atrás tormentos que me han acompañado siempre.


Me armé de valor para contarte asuntos muy personales porque quizá eso me ayude a domarlos y, siendo mi amiga más cercana, mereces saber el porqué de este silencioso aislamiento tan inentendible que, de hecho, te ha afectado. Tú misma me has preguntado qué me pasa y no he podido explicarte porque se trata de algo que nunca he comentado abiertamente con nadie y que me da vergüenza. Son broncas que han permanecido ahí como una piedrita en el zapato: me molestaban, pero las toleraba. El problema es que después de tanto tiempo la piedrita terminó lastimándome de una forma terrible. Aún no sé cuánto tiempo tomará sanar la herida.


Es posible que esto que te confesaré vaya a cambiar la imagen que tienes de mí y me rechaces. Pensarlo me aterra. Pero debo hacerlo cuanto antes para no seguir sintiendo que mi vida ha pasado sin sentido. Apelaré a la franqueza como pocas veces. Ayuda que en vez de hacerlo cara a cara sea en una muda hoja en blanco.


Todo empezó aquella noche en que platicamos por primera vez y abiertamente sobre tu novio. Mi cabeza loca dio un vuelco. Supuse que todo iba a cambiar en nuestra amistad, en esa relación de ir a todos lados tú y yo nada más. Nadie más: todo el tiempo. Pensé que te ibas a alejar de mí porque habías encontrado a quien estabas esperado. Yo decidí alejarme para no interrumpir tu felicidad, que es tan importante para mí. Ahora sé que no fue lo adecuado. Que fui un poco egoísta y seguro también debo de reconocer que me invadió un puñadito de celos. Ese día me pregunté: ¿y ahora yo qué voy a hacer? Y entré en pánico; me vi y sentí soledad, tristeza, terror. Y así empezó todo. Comencé a encarar dudas que nunca me había preguntado de manera tan directa y que hasta la fecha sigo tratando de esclarecer.


No más rodeos y te diré que mi desbarajuste emocional se debe a una confusión de identidad. Desde siempre he sabido que me gustan los muchachos, el problema no es ese. Sino que ahora me pregunto en realidad qué tipo de persona soy. Caeré en el cliché: me siento como aquel poema de Arturo Ramírez que una vez leímos en una clase en la universidad: “Soy por dentro/ Una princesa encantada/ Por fuera/ Un furioso guerrero que la guarda”. No sé si estoy viviendo en un cuerpo que no me corresponde, equivocado, repulsivo.


He decidido actuar en consecuencia a lo que soy. Antes, sin embargo, necesito aclararlo para optar por alternativas que en alguno u otro sentido implican pérdidas y renuncias. Aunque tengo confianza en que me harán alcanzar eso que parece tan abstracto e inaprensible: la felicidad.


Posiblemente ya te incomodé demasiado. Hay más. Ahora salto a los terrenos de la intimidad: la cama: a una sexualidad que para mí ha sido una pesadilla. Recuerdo que hace un tiempo me preguntaste si alguna vez había tenido un orgasmo y yo mentí: dije que pocos, pero sí. La respuesta en realidad era un contundente no. Nunca. Nunca he sentido un orgasmo. Y en gran medida se debe a que detesto mi cuerpo masculino. Cuando he llegado estar con alguien siento incomodidad y me concentro más en tratar de disimularla que en gozar. No puedo dejar de pensar en que me gustaría estar con un chico no como hombre, sino como mujer. Por eso es que me dedico a propiciar que ellos terminen pronto y ya. Fin del martirio. Ejercicio de un deseo que nació muerto. Y, sabes, después de cada acostón me siento horrible. La sensación resultante más que de complicidad en cualquier sentido es de asco, de horror. Sólo vislumbro a un desconocido jadeante encima de mí, a alguien a quien nomás le mamé el pito (perdón por la franqueza) y que terminó chorreándome encima. Me siento desprotegido y usado, y esto lo digo sin afán de hacer drama porque ha sido con mi consentimiento. Pero siento que nomás sustituí a su mano en una suerte masturbación. Me siento mal, pues. Con ganas de no repetir la experiencia, con ganas de regresar a ese mundo de fantasías en el que soy mujer, hermosa y deseada.


Tampoco sé cómo y a quién más decirle lo que siento. Tal vez llegó el momento de la salida del clóset con mi familia. Vaya tontería: tremenda loca en el clóset. Bueno, pues salir de ese clóset, diría transparente, me paraliza. Estoy tratando de encontrar las palabras y la forma adecuada de hacerlo. Quiero sentir que mi vida ha tenido sentido y que puedo ser una persona cómoda en sí misma.


En resumen, mi niña, se trata de esto. Bueno, es mucho más complejo y ni yo alcanzo a comprenderlo ni verbalizarlo bien. Sin embargo, es hora hacer cambios en mi existencia. En eso ando.


Te quiero mucho y disculpa si te hice sentir molesta con asuntos que quizá no hubieses querido saber. Tú me has dicho que todos tenemos secretos que no compartimos con nadie. Estos que acabas de leer habían sido los míos. Hasta ahora.


Te quiero y gracias porque de no ser por tu preocupación y compañía a estas alturas ya me hubiese metido una bala en la cabeza.


Un beso infinito.


(Notica: este texto ya lo había publicado aquí mismo en el blog hace un buen tiempo pero lo bajé para darle un repaso. Lo regreso a este océano con la intención de que encuentre nuevos navegantes)


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Published on September 16, 2014 19:15

September 2, 2014

El morir

Dicen que al morir haces un repaso veloz de tu vida. Que emergen los recuerdos trascendentales. No sé. De pronto no lo creo así. Imagino que la muerte, como cada instante que vivimos, está marcado por el presente: por las personas que están cerca en ese instante, por los recuerdos vívidos en ese segundo, por las preocupaciones frescas, por las emociones aún palpitantes. Quizá no se trate ni de las personas, acontecimientos o sensaciones más relevantes de toda una vida. Tal vez se tenga la suerte de estar junto al único amor o quizá nos golpee el agobio de que el cesto de ropa sucia se quedará lleno. El presente marcará nuestro final y pues, al fin de cuentas, qué importa en lo que se piense antes de morir: será definitivo porque será lo último y, en esa medida, deviene extraordinario e irrepetible.


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Published on September 02, 2014 21:53

Omar G. Villegas's Blog

Omar G. Villegas
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