Omar G. Villegas's Blog, page 12

January 1, 2015

2015

Me llegó la primera noche del 2015 con la inquietud de escribir algo a propósito del año que comienza. Sin embargo, no se me ocurre nada particularmente “literario” o inspirador. Ni siquiera anecdótico o entretenido. Simplemente me dio por pensar que es maravillosa la oportunidad de refrescarnos, de reinventarnos cada año que termina. Es cierto que eso lo podemos hacer diario al despertar o en cada cumpleaños o en cualquier fecha relevante del calendario personal, pero la particularidad del año nuevo es que nos equipara. Nos ancla en un tiempo compartido y nos permite replantearnos ante nosotros mismos y ante los demás. La mayoría necesitamos ubicarnos en el tiempo: marcas como en los libros para saber dónde estamos, hacia dónde seguir y qué páginas pasamos para no repetirlas o, en caso contrario, releerlas. Descansos de la vorágine. Tiempos de celebración. Personalmente este año me planteé pocos propósitos, pero relevantes. Anticipo la llegada de enormes y extraordinarias noticias. Mientras tanto, me encanta la posibilidad de la sorpresa, la constancia, la improvisación. De lo hermoso e inesperado. De lecciones que nos enriquecerán y otras que seguimos masticando, no sin dolor o angustia, pero que eventualmente se transformarán en fuerza y, sobre todo, alegría. La alegría de cada momento hasta el último momento.


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Published on January 01, 2015 21:44

December 14, 2014

Adi��s

Nuestra historia fue memorable. Lo que me falt�� fue decirnos adi��s. Qued�� en el limbo de tu recuerdo que adorar�� por mucho tiempo porque fuiste mi primer amor. Aunque tambi��n me pregunto si a este alguna vez se le despide o est�� destinado a acompa��arnos hasta el fin de nuestros d��as.


Ep��logo


Desaparecer no es decir adi��s. Despedirse es honrar un v��nculo que se desvanece.


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Published on December 14, 2014 21:01

Adiós

Nuestra historia fue memorable. Lo que me faltó fue decirnos adiós. Quedé en el limbo de tu recuerdo que adoraré por mucho tiempo porque fuiste mi primer amor. Aunque también me pregunto si a este alguna vez se le despide o está destinado a acompañarnos hasta el fin de nuestros días.


Epílogo


Desaparecer no es decir adiós. Despedirse es honrar un vínculo que se desvanece.


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Published on December 14, 2014 21:01

December 11, 2014

Aullidos y zarpazos

Amanecí desbordado de palabras que gritan por una salida. Esta vez he decidido contenerlas. Ignorar sus aullidos y zarpazos. Me propuse dejarlas a merced de su tortura para después filtrarlas y elegir a las más bellas y a las más aterradoras. Aquellas que en su dolor adquirieron precisión y potencia. Dejaré que el resto se desvanezca. La misión ha sido tortuosa. Angustiante. Confío que en la espera no habrá un motín contra su prisión que soy yo y me incendie hasta terminar en cenizas humeantes. En ecos ahogados.


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Published on December 11, 2014 20:00

December 9, 2014

Les hemos fallado a nuestros ni��os

Dos crisis humanitarias han confirmado nuestro rotundo y lamentable fracaso en la construcci��n de un mundo digno, seguro, amoroso y equitativo para los ni��os.


La ola de 57 mil peque��os migrantes que llegaron solos a Estados Unidos desde Centroam��rica y M��xico en nueve meses, y los 132 peque��os, algunos beb��s de meses de edad, que murieron s��lo en los primeros 14 d��as de ataques de Israel en la Franja de Gaza nos han puesto frente a uno de los rostros m��s monstruosos de nuestras sociedades.


Las im��genes de cuerpecitos ensangrentados y desarticulados que yacen como mu��ecos de trapo en Gaza, o el desamparo y angustia que reflejan las caritas de ni��os en atiborrados refugios en Estados Unidos son reflejos de ese fallo que es urgente y prioritario revertir.


Los ni��os, no est�� de m��s recordarlo, son nuestra alegre responsabilidad y, al mismo tiempo, uno de los sectores m��s fr��giles de nuestras sociedades. No porque sean ���tontos���, ���d��biles��� o ���incapaces���, por el contrario son personas con singularidad, fortaleza e inteligencia, sino porque en nuestras manos est�� acompa��arlos mientras ellos forjan su camino. Y en ese tr��nsito est��n a expensas de las virtudes, errores y perversiones de los adultos.


No se trata de acudir al sentimentalismo facil��n para se��alar la relevancia de cuidar a los ni��os, un compromiso que, por otro lado, ya ni siquiera parece parte del sentido com��n. Sin embargo, m��s indispensable a��n es cuestionarnos c��mo lo estamos haciendo.


La idea vigente por generaciones es que se educa a los ni��os para la vida: para salir y enfrentar a este mundo capaz de las peores atrocidades. As�� debe ser y as�� ha sido: a nosotros nuestros padres nos guiaron ���de la mejor forma que pudieron��� y quienes ahora son padres as�� lo hacen.


No obstante, la preparaci��n para la vida deber��a de ir empalmada con la construcci��n de ���un mundo mejor��� y es as�� donde est�� el gran fallo. No se trata de educar a personas que sobrevivan, sino a ciudadanos que convivan y contribuyan en la construcci��n de entornos m��s humanos. Algo que ni siquiera en los pa��ses con mejor calidad de vida se ha logrado porque encerrar en burbujas de bienestar no significa crear personas conscientes.


Tenemos a nuestros ni��os en un mundo tremendamente ca��tico, disfuncional e inequitativo: ni��os que tienen todo o que no tienen nada, ni��os agresivos que violentan a otros compa��eritos en la escuela, ni��os alienados por las industrias del entretenimiento y la comida chatarra, ni��os que rechazan valores como la solidaridad, la honestidad, la humildad, la disciplina.


Lo urgente ahora es proteger y ayudar, sin ret��rica y con acciones concretas, a los ni��os en Gaza y a los peque��os migrantes porque el problema es amplio: cu��ntos ni��os migrantes no aparecen en las fotos porque cayeron en manos de tratantes de blancas y ��rganos, cu��ntos ni��os habr��n muerto en el tr��nsito a Estados Unidos, cu��ntos al ser deportados son condenados a una vida miserable; cu��ntos peque��os en la Franja de Gaza quedar��n traumatizados, mutilados o hu��rfanos a merced de un odio creciente e irracional.


Pero no s��lo a aquellos peque��os, a los ni��os ind��genas, a los ni��os que han sido manchados de sangre por el crimen organizado o la guerra, a los ni��os abandonados y maltratados. A todos nuestros ni��os y junto con ellos y para ellos perfilar un mundo m��s digno, seguro, amoroso y equitativo. No podemos seguir decepcion��ndolos.


(Revista DEEP, columna)


NOTA: Recupero este texto publicado en la Revista DEEP hace unos meses y que hoy cobra alg��n sentido con la declaratoria de la UNICEF de que este 2014 ha sido el a��o m��s devastador para los ni��os en la historia reciente debido a la violencia de la que han sido objeto alrededor del mundo unos 230 millones de peque��os que son presas de orfandad, abuso, secuestro, reclutamiento, violaci��n, desplazamiento, tortura. Un declaraci��n espeluznante, sin duda.


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Published on December 09, 2014 13:28

Les hemos fallado a nuestros niños

Dos crisis humanitarias han confirmado nuestro rotundo y lamentable fracaso en la construcción de un mundo digno, seguro, amoroso y equitativo para los niños.


La ola de 57 mil pequeños migrantes que llegaron solos a Estados Unidos desde Centroamérica y México en nueve meses, y los 132 pequeños, algunos bebés de meses de edad, que murieron sólo en los primeros 14 días de ataques de Israel en la Franja de Gaza nos han puesto frente a uno de los rostros más monstruosos de nuestras sociedades.


Las imágenes de cuerpecitos ensangrentados y desarticulados que yacen como muñecos de trapo en Gaza, o el desamparo y angustia que reflejan las caritas de niños en atiborrados refugios en Estados Unidos son reflejos de ese fallo que es urgente y prioritario revertir.


Los niños, no está de más recordarlo, son nuestra alegre responsabilidad y, al mismo tiempo, uno de los sectores más frágiles de nuestras sociedades. No porque sean “tontos”, “débiles” o “incapaces”, por el contrario son personas con singularidad, fortaleza e inteligencia, sino porque en nuestras manos está acompañarlos mientras ellos forjan su camino. Y en ese tránsito están a expensas de las virtudes, errores y perversiones de los adultos.


No se trata de acudir al sentimentalismo facilón para señalar la relevancia de cuidar a los niños, un compromiso que, por otro lado, ya ni siquiera parece parte del sentido común. Sin embargo, más indispensable aún es cuestionarnos cómo lo estamos haciendo.


La idea vigente por generaciones es que se educa a los niños para la vida: para salir y enfrentar a este mundo capaz de las peores atrocidades. Así debe ser y así ha sido: a nosotros nuestros padres nos guiaron “de la mejor forma que pudieron” y quienes ahora son padres así lo hacen.


No obstante, la preparación para la vida debería de ir empalmada con la construcción de “un mundo mejor” y es así donde está el gran fallo. No se trata de educar a personas que sobrevivan, sino a ciudadanos que convivan y contribuyan en la construcción de entornos más humanos. Algo que ni siquiera en los países con mejor calidad de vida se ha logrado porque encerrar en burbujas de bienestar no significa crear personas conscientes.


Tenemos a nuestros niños en un mundo tremendamente caótico, disfuncional e inequitativo: niños que tienen todo o que no tienen nada, niños agresivos que violentan a otros compañeritos en la escuela, niños alienados por las industrias del entretenimiento y la comida chatarra, niños que rechazan valores como la solidaridad, la honestidad, la humildad, la disciplina.


Lo urgente ahora es proteger y ayudar, sin retórica y con acciones concretas, a los niños en Gaza y a los pequeños migrantes porque el problema es amplio: cuántos niños migrantes no aparecen en las fotos porque cayeron en manos de tratantes de blancas y órganos, cuántos niños habrán muerto en el tránsito a Estados Unidos, cuántos al ser deportados son condenados a una vida miserable; cuántos pequeños en la Franja de Gaza quedarán traumatizados, mutilados o huérfanos a merced de un odio creciente e irracional.


Pero no sólo a aquellos pequeños, a los niños indígenas, a los niños que han sido manchados de sangre por el crimen organizado o la guerra, a los niños abandonados y maltratados. A todos nuestros niños y junto con ellos y para ellos perfilar un mundo más digno, seguro, amoroso y equitativo. No podemos seguir decepcionándolos.


(Revista DEEP, columna)


NOTA: Recupero este texto publicado en la Revista DEEP hace unos meses y que hoy cobra algún sentido con la declaratoria de la UNICEF de que este 2014 ha sido el año más devastador para los niños en la historia reciente debido a la violencia de la que han sido objeto alrededor del mundo unos 230 millones de pequeños que son presas de orfandad, abuso, secuestro, reclutamiento, violación, desplazamiento, tortura. Un declaración espeluznante, sin duda.


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Published on December 09, 2014 13:28

El racismo enquistado

La muerte de un joven afroamericano a manos de un policía blanco en Ferguson, suburbio mayoritariamente de raza negra de San Luis, Misuri, desató intensas protestas y el clamor de voces asustadas por el “fantasma del racismo” en Estados Unidos, temerosas del trauma de la segregación racial.


Sin embargo, no se trató de la aparición de un espectro sino la confirmación de la existencia de un racismo estructural vivo, palpitante en una contemporaneidad marcada por el empoderamiento de un conservadurismo cada vez más radical en el mundo.


El racismo en Estados Unidos, un país tan contradictorio como diverso, ha mutado sus prácticas y canales en paralelo al advenimiento de triunfos políticos y sociales de “minorías” como la afroamericana, que desde los 60 con personajes como Martin Luther King a la cabeza han protagonizado luchas civiles que han conquistado derechos y confrontado prejuicios hasta permitir la llegada del primer presidente de color en la historia de aquel país: Barack Obama.


Pero lo ocurrido en Ferguson no fue un caso extraordinario ni mucho menos aislado. En los 90, en los 2000 y ahora en la primera década del siglo XXI ha habido episodios de reclamo de afroamericanos contra el trato policial, la marginación, la pobreza. El sueño de Martin Luther King no se ha alcanzado.


Los afroamericanos encabezan las cifras de quienes pueblan cárceles y calles, de quienes padecen ostracismo e inequidad, de quienes deben luchar férreamente por oportunidades. Y junto a ellos los latinos.


El racismo estructural no sólo se dirige a los afroamericanos sino a comunidades como la latina, conformada sobre todo por mexicanos de nacimiento o ascendencia. El estancamiento de la necesaria y urgente reforma migratoria es una de sus manifestaciones de mayor alcance: se basa en el mero recelo y los intereses políticos más que en un sustento económico. Si algo aportan los inmigrantes a Estados Unidos es dinero. Y riqueza cultural.


Ferguson sacudió de su ensimismamiento a un país enfocado en sobreponerse a toda costa a la crisis económica planetaria que se gestó en su propio territorio. Trajo al presente imágenes de policías atacando con perros a afroamericanos, historias de prohibición y maltrato, ecos de esclavos que dieron su vida por la libertad. Ya se verá si este terremoto sensibiliza a las elites blancas (y de otras razas) y a las propias “minorías” para avanzar hacia una convivencia sin suspicacias.


Inclusive en las costas de Estados Unidos, donde se ubican las grandes metrópolis cosmopolitas, pervive el racismo y, asimismo, fulge un activismo poderoso. El latino en particular, que ha abrazado su influencia y convocatoria. Desde ahí debe derramarse hacia aquel Estados Unidos profundo y conservador que caza inmigrantes, que rechaza por el color de piel o la apariencia, que agrede.


Si en lugar de propiciar, al menos, un paso hacia el desmoronamiento del racismo estructural se genera más tabú todos saldremos perdiendo: los afroamericanos y latinos que viven en Estados Unidos, quienes van de vacaciones con pasaporte mexicano o extranjero, quienes cruzan la frontera ilegalmente, hasta quienes nazcan en aquel país con una ascendencia no blanca que se convertiría en una marca aun cuando en papel contarán con todos las garantías individuales. Lo terrible es que esto no se trata de una posibilidad descabellada y no debemos permitirlo. Tampoco que nos vendan la ilusión de una concordia almibarada y mediática. El racismo no es asunto pasado.


(Revista DEEP, columna)


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Published on December 09, 2014 13:19

El fin de la barbarie en Medio Oriente

El conflicto palestino-israelí es quizá el mayor fracaso de la diplomacia internacional en la historia. Alrededor de 60 años de conflicto sangriento que ha alimentado a generaciones de un odio cada día más profundo y que ha dejado a millones de personas con heridas que nunca cerraron, ni cerrarán.


El reciente despunte de la violencia en la Franja de Gaza es uno de los tantos puntos críticos que ha tenido el enfrentamiento entre Israel y Palestina y ante el azoro de los bienintencionados y los convenencieros la paz en la región parece estar, invisible, a la salida un laberinto atestado de minotauros y ciénagas.


Desde la conformación del estado de Israel el 14 de mayo de 1948 este territorio fundamentalmente judío ha vivido en hostilidad constante con sus vecinos árabes. Con Palestina la contienda ha sido horrenda y constante.


Hay quienes señalan a Israel y su origen auspiciado por potencias como Estados Unidos y Reino Unido y su apego a un poderoso movimiento de identidad judía proveniente del exterior, América y Europa, que se basa en un anacronismo religioso que es excluyente: el sionismo. Hay quienes señalan los fundamentalismos de grupos islámicos, aberrantes, que se han apoderado de gran parte de Medio Oriente.


Las causas del conflicto palestino-israelí son tantas e intrincadas que es preciso tenerlas en cuenta para buscar soluciones, pero parece que la reflexión y el debate se han centrado más en determinar quién es el culpable en vez de urdir acuerdos. Al final, como se dice, para que haya pleito se necesita de dos.


La paz en Medio Oriente no es fácil ni cercana. Voces calificadas dentro de los países involucrados y de fuera han propuesto remedios diversos. Todos a tomar en cuenta. Sin embargo, en quien recae la solución es en la sociedad civil. Específicamente en los jóvenes.


Europa, Estados Unidos o la ONU han tratado de llevar la paz a Medio Oriente cuando en realidad ellos son el principal detonante del conflicto. De ahí su fracaso estrepitoso. Quizá el primer intento real de pacificar surja en el momento que América y Europa y sus instituciones, por muy “neutras” que se digan como la propia ONU, saquen sus manos ya suficientemente manchadas de sangre.


Los gobiernos y representantes de Israel y Palestina tampoco son las vías de solución. Al contrario, usualmente han servido sólo como potenciadores de masacres y ataques; de discriminación, odio y desconfianza.


Los ciudadanos de a pie, por otro lado, han sido los grandes hacedores de cambios y resistencia. En las dictaduras militares de América Latina en los 80 quedó claro. No es fácil, por el contrario es doloroso. Sobre todo cuando se enfrenta a regímenes inmisericordes que detentan el poderío militar y económico como ahora en Siria y Corea del Norte. Aun ahí en los ciudadanos radica la supervivencia de una sociedad. De la humanidad.


La paz en Medio Oriente emanará de los ciudadanos de ambos bandos. Sobre todo en los jóvenes, aquellos que mantienen un espíritu crítico y un ímpetu combativo; aquellos que son sensibles e idealistas; aquellos que han hecho de ciudades como Tel Aviv, por ejemplo, un oasis en medio de radicalismos y guerras en que la diversidad, la creatividad, la crítica y el respeto son capaces de florecer.


Los jóvenes deben tomar protagonismo: elegir a sus líderes y ser líderes, exigir que estos representen sus afanes de renovación y paz. Que entre la juventud hay radicalismos y un resentimiento enquistado. Sin duda. Pero la convivencia que conlleva el ser joven dirige a senderos insospechados: a encontrarse con la otredad, con la que en ocasiones se enfrentan y otras se enamoran. Pero logran entenderse.


Volteemos a ver cualquier grupo de jóvenes y atestiguaremos su diversidad. Entre mayores somos menos flexibles nos volvemos. En todo sentido. La Primavera Árabe que hizo temblar a los regímenes de Túnez y Egipto surgió ahí, entre los jóvenes de a pie con redes sociales. Con vitalidad para atravesar cualquier laberinto.


Los jóvenes de Israel y Palestina tienen esta abrumadora aunque esperanzadora encomienda de pacificar. Si necesitan apoyo, los ciudadanos del resto del mundo debemos estar atentos y ser capaces de actuar aunque ello signifique dejar de lado el confort. Sobre todo otros jóvenes, que pueden demostrar que es posible sobreponerse al odio. Y a ellos se sumarán los niños. Esto podría tomar generaciones (o no), así como generaciones ha tomado mantener prendida, insensatamente, la llama de la guerra.


(Revista DEEP, columna)


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Published on December 09, 2014 13:16

Pedro Lemebel, una loca disidencia

Pedro_Lemebel_CancioneroDesde hacía unos meses quería escribir sobre el cronista chileno Pedro Lemebel (1952). Desde que comenzó a aparecer en las mesas de novedades en las librerías del DF y motivado por una curiosidad postergada me acerqué a su obra e inmediatamente quedé encantado.


Compré lo disponible en papel y en libros electrónicos. Es así como me he dejado llevar, unas veces con más sabrosura que otras, con una literatura a la que Carlos Monsiváis, amigo de Lemebel, ya ha descrito con la oportunidad y precisión indispensables. Una prosa que, como dijo el mexicano, “proviene de un oído literario excepcional”, “el don de la metáfora” y “una solidaridad narrativa con los marginales”.


Lemebel también ha señalado el origen de su escritura que, como pocas, es al mismo tiempo performance: la homosexualidad, lo proletario y lo político. Un disidente que escribe sobre disidentes y/o sobre disidencias. Siempre en la irreverencia, la marginalidad, la rebeldía. Un autor que, como admite, escribe por sobrevivencia y para sobrevivir urde toda suerte de artilugios. Se apoya en su cuerpo y los cuerpos siempre impregnados de deseo, fantasía y, aunque suene a contradicción, realidad.


En sus libros de crónica “La esquina es mi corazón”, “Adiós mariquita linda” y “Háblame de amores” está Santiago y sus barrios palpitantes, sobre todo los proletarios donde Lemebel ha vivido, escrito y, por qué no decirlo, amado. Pero también hay viajes: tránsitos por Chile y afuera de Chile. Transgresiones en tiempos de dictadura, lujurias topadas al azar en las calles, irreverencias que ponen la vida en la truculenta frontera del peligro, la aventura y el ridículo.


Lemebel se hizo famoso por el ejercicio de la crónica desde los 90, sin embargo también ha escrito una novela, “Tengo miedo torero”, que es deslumbrante. Deleitable. Es una historia de amor, casi una telenovela, pero en el territorio de lo outsider y la incorrección. La “Loca del Frente”, un homosexual mayor enamorado de un joven revolucionario en épocas un totalitarismo militar machista, violento e hiperconservador.


Se puede equiparar (o no) a Lemebel con la “Loca del Frente” y a Carlos, el morenazo dueño de su corazón al que le guarda armas, con todos aquellos muchachos con los que liga en las calles y a quienes no tiene empacho es lucir y comprarles alcohol, cigarros, comida, ropa; en alojarlos y ofrecerles su cama como refugio y su cuerpo como trinchera.


La literatura de Lemebel es tan atractiva en tanto que surge de una vida por sí misma entretenida, vibrante e incansable. Pero también porque emana de una pluma con una capacidad narrativa impresionantemente rica en imágenes y lenguaje. Al chileno se le tacha de barroco porque su escritura es fluida pero no como un manantial sino como un torrente, un chorro de agua continuo y potente.


El espacio me lleva a cortar aquí este comentario que quería hacer hace meses sin haber encontrado el momento adecuado. Quizá fue porque con Lemebel la corrección no calza o porque cualquier instante es idóneo para hablar de él. En todo caso es un primer y breve acercamiento a una obra cada vez más atendida y que está destinada a ser referencial por su originalidad y un poder de seducción equiparable al que, en México. Salvador Novo tuvo en su tiempo y que ha crecido con el paso de los años.


Luego abundaré sobre Lemebel.


(Texto para El Día, diciembre de 2014)


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Published on December 09, 2014 13:09

Entrevista: Gepe

Gepe-GepeGepe, uno de los rostros protagónicos de la música chilena contemporánea, cerró en México una gira internacional de dos años con su disco “GP” (2012). El chileno se presentó el viernes en el Teatro de la Ciudad. EL DÍA se reunió con él horas antes de que saliera al escenario.


Gepe decidió terminar su tour en México por el cariño que siente por este país en el que, dice, se ha sentido en casa desde su primera visita en 2007 y con el que ha establecido un puente que cada día se estrecha más. Y no sólo él, advierte, Chile mismo tiene una relación cercana con la música mexicana. En los pueblos “la ranchera” es cotidiana.


 -¿Cuáles son esos lazos musicales que has establecido con México?


Julieta Venegas fue el primer músico mexicano que entró en contacto conmigo. Si no me equivoco fue en 2006 cuando en una visita que ella hizo a Santiago de Chile dijo que le gustaba Gepe y me escribió y nos juntamos. Me invitó a cantar con ella una canción (“Vuelve”). Y cuando he venido acá he ido a su casa. Me invitó a una gira que hizo en el sur de Chile. Ella cantó también en mi show y ha sido muy lindo. De ahí en adelante desde Torreblanca pasando por Natalia Lafourcade. Carla Morrison que inclusive grabamos (“Bailar bien, bailar mal”). Los Café Tacvba, que son mis grandes ídolos, los pude conocer. Probablemente ellos fueron los primeros que me conocieron y empezaron a esparcir el tema. Me acuerdo que Meme fue a un concierto cuando yo vine por segunda vez o algo así en 2007 o 2008 al Centro Cultural de España.


Gepe ha vivido un periodo importante: ha llevado su música por América Latina y llegó a festivales como el Vive Latino en México y el Huaso de Olmué y Viña del Mar en Chile. En este último fue jurado.


“Después de Viña pasé a ser como más oficial, como más visible. Esa sensación me da. Por lo menos en Chile. Ya soy de cierta manera un mainstream o parte de un sistema. Lo cual es divertido porque sigo siendo el mismo de siempre”, dice el músico de 33 años.


 -¿Que sabor de boca te deja el disco “GP”?


Tuvo muchísimo éxito y ocurrieron cosas que no esperaba. No pensaba que canciones que yo hacía tuvieran la capacidad de que la gente se adueñara de ellas, que es bien bonito. Pasa casi exclusivamente en el pop que las personas, cuando el artista está interpretando en vivo, siente las canciones como propias, como si estuvieran pasando en su cuerpo. Eso verlo tan claro, sobre todo en vivo cuando la gente salta, canta y se pone eufórica y ansiosa. Es demasiado especial y comenzó a pasar desde principios del 2013 hasta ahora. En Chile, en México. El disco “GP” de 2012 es como un primer disco. Ese disco impregna todo lo que hago hoy y lo que voy a hacer en el futuro.


Gepe trabaja en un nuevo álbum que, dice, será “más latinoamericano” y “más claramente bailable” que anteriores como “Audiovisión” (2010), “Hungría” (2007) o “Gepinto” (2005). Hay “un sonido más profundo, quizá más de percusión” y ha integrado rumba, música cubana, flamenco. Tiene 20 canciones de las cuales elegirá unas 12 para integrar este material que podría salir a la luz en abril del próximo año.


-Actualmente se resalta el protagonismo que ha cobrado la música chilena en Hispanoamérica, ¿a qué lo atribuyes?


“Nosotros que venimos de esta última estación del tren tenemos hartas cosas que decir y lo estamos haciendo con bastante ánimo, con harta personalidad. Lo que hace Javiera Mena, Pedro Piedra, Astro. Todos son mundos súper particulares y distintos, los cuales han ido evolucionando de una forma súper bonita y profesionalizando su modus operandi de una manera bastante óptima. La gente saca buenos discos, graba de buena manera, toca en vivo, tiene buenos técnicos, trabaja con un equipo periodístico bueno. El público en chile ha crecido mucho. Entonces eso ayuda a que musicalmente, la propuesta en general, sea súper potente y tenga ese grado de escena. Eso. A mí me parece que funciona mucho mejor que si fuese un solo artista súper grande y conocido, funciona mejor como la escena chilena del pop. Pero creo que le falta mucho para ser muy visible, pero va para allá. En ningún caso lo veo desintegrándose.


(Texto para El Día, noviembre de 2014)


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Published on December 09, 2014 13:00

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Omar G. Villegas
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