Mikel López Iturriaga's Blog, page 51

April 25, 2013

Aló, Comidista: "¿Poner una cuchara en la botella de cava conserva el gas?"

Aló, Comidista es un consultorio en el que vale todo: dudas culinarias, enigmas gastronómicos, cuestiones personales o problemas psicológicos y metafísicos. Sólo tenéis que enviarme un mail a elcomidista[arroba]gmail.com. Responderé a vuestras cuitas cada 15 días, un viernes sí y otro no (si no hay puentes o cosas raras).


Mercedes: Somos una panda de editoras de las de oficina. Hace unos días Ariadna, la más zampabollos del grupo, ha traído al mundo una criatura y, sin rodeos, queremos que la felicites, ¡¡¡Por favor, por favor, por favor!!! Por otro lado, ¿cómo va eso de elegir el pescado fresco en el súper? ¿Si tiene los ojos inyectados en sangre es un pez zombi?


Querida Mercedes, no sé que imaginarme con eso de "panda de editoras de oficina". En un primer momento he pensado en las típicas señoras de mediana edad vestidas con traje chaqueta que bajan a desayunar con el monedero en la mano, pero lo de editoras me despista: igual sois unas intelectualas y estáis todo el día leyendo a Caballero Bonald y a Houellebecq. En fin, por una vez y sin que sirva de precedente, felicito a Ariadna la zampabollos por su exitosa reproducción. El pescado debe tener los ojos transparentes, las agallas bien rojas, el cuerpo tieso y la piel brillante. Si está pastoso, blandurrio y como con cataratas, es viejuno.


Guillermo: Me declaro fans acérrimo de la pizza casera. Me salen buenas, pero por mucho que amaso y le paso el rodillo a la masa, NUNCA me queda tan fina y crujiente como a mi me gustaría, tal y como las hacen en los restaurantes italianos. Llega un momento en el que, si sigo estirando y pasando el rodillo, se me rompe o agujerea, y además siempre sube un poquito al meterla al horno. ¿Estoy pasando algo por alto? ¿Quizás sería mejor prescindir de la levadura? ¿Hay algún truco para que me salga una masa verdaderamente finísima y crujiente?


Querido Guillermo, como yo no soy maestro en el arte de las masas ni nada que se le parezca, para contestar a tus dudas he llamado a mi cuñada May, que es socia de una pizzería. Recomienda lo siguiente: mezclar un poco de harina de gran fuerza (un 5% aprox.) en la harina de fuerza, echar poca levadura (unos 25 g por kilo de harina), añadir la menor cantidad de harina posible si estiras la masa con rodillo, y darle mucha caña al horno al principio de la cocción (275º si tu horno lo permite). Ya que me ha dado estos consejos, le voy a hacer un poco de promo: la pizzería se llama Totó y está en Sopelana (Vizcaya).


Isabel: Querido Mikel, ¡cómo no va a tener tanto contenido erótico/festivo tu consultorio! ¡Mira dónde te anuncia EL PAÍS!



Contactos


Querida Isabel, no sabes el honor que supone para mí aparecer anunciado en esa página. Creo que los responsables de publicidad del diario aciertan de pleno: ¿dónde va a estar mejor El Comidista que entre amas de casa insaciables, tetoncitas de 24 años, chóferes guardaespaldas y videntes desde niñas?


Juancho: El otro día hablaban en la tele del cambio alimentario del personal con la crisis. Del retorno a cosas como las legumbres. En mi casa hemos comido de cuchara cuatro o cinco veces a la semana cuando íbamos montados en la ola y seguimos haciéndolo ahora que nadamos como podemos. Y yo me pregunto, ¿la peña comía perdiz escabechada? ¿Tan idiotas somos? ¿De verdad la gente piensa que un cocido, una fabada o unas lentejas son de pobres?


Querido Juancho, sí, hay muchos ignorantes por ahí que piensan que las legumbres son de pobres, y ni las prueban salvo que no les quede más remedio. Gente supuestamente fina pero en el fondo muy palurda que pierde el bullate por un foie aceitoso de los malos y arruga el morro cuando ve unos garbanzos hechos como Dios manda. Ni saben que las legumbres no son sólo exquisitas, sino fundamentales en la dieta mediterránea, ni les importa. Quizá con la crisis la situación cambie... aunque mucho me temo que en cuanto la economía vaya mejor, estos cretinos volverán a darle al solomillo y al tataki de atún como si no hubiera una lenteja en el planeta.


Piter Griffing: La tortilla de patatas no me
sale. No liga, no cuaja, el resultado es algo así como tortilla
desestructurada verde. Sospecho que se debe a que pongo demasiado aceite
y a que no lo dejaba calentar lo suficiente como para que el huevo solidificara
rapidito e hiciera costra. Porque luego lo de intentar darle la vuelta
es otro cantar... ¿Cómo haces tú la tortillita de marras?



Querido Piter Griffing, para hacer la tortilla -hablo del paso final- no necesitas mucho aceite: con que la superficie de la sartén esté mínimamente engrasada es suficiente. Una vez que echas la mezcla de huevo y patata, ten un poco de paciencia. Déjala tranquila uno o dos minutos para que se forme la capa exterior de huevo, y luego remueve por el interior para que lo cuajado se reparta. Vuelve a esperar un poco para que la capa se rehaga, y entonces le das la vuelta. Otro truco para que cuaje bien consiste en dejar las patatas fritas con el huevo batido un buen rato (unos 15 minutos), removiendo de vez en cuando. El huevo espesará y no estará tan líquido en el paso final.


Matenw17: Barbie jamona sevillana, vista en @tapasporsevilla. No llego a imaginar como la vestirán en Pamplona.


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Querida Matenw17, me encanta la foto, es realmente espantosa. Ahora entiendo en qué se inspiró Lady Gaga para su vestido de carne. ¡Si es que en España a ingenio no nos gana nadie!


Violenza: Te escribo para brindarte la oportunidad de salvar las vidas de dos amigas que, o cambian sus hábitos alimenticios, o morirán muy jóvenes. La primera adora todo lo graso y dulce y no come ni lácteos (salvo queso), ni fruta, ni verdura (los cuatro guisantes que le echa a la ensaladilla rusa no cuentan, por mucho que ella diga que sí). Además, es increíblemente maniática con todo tipo de salsas y guisos, en los que aparta cualquier trozo con pinta de verdura. La otra come de todo, pero es tan vaga que pasa de cuidar el sabor. Entre sus platos estrella me quedo sin duda con el pollo al microondas, ganador de 5 Arcadas Michelín. ¿Qué puedo hacer con ellas?


Querida Violenza, ¿te has planteado la posibilidad de cambiar de amistades y abandonar a su suerte a estas dos mentecatas? Yo es lo que haría, pero bueno, tú sabrás. Quizá deberías ir a ver a sus papás y felicitarles por la excelente educación que han dado a las niñas. Coméntales de mi parte que si algún día sus hijas sufren enfermedades relacionadas con la mala alimentación o se ponen como elefantes marinos a causa de comer de forma descerebrada, se pueden anotar el tanto. Siento no poder darte más consejos: mi paciencia con las personas tiquismiquis y malcriadas con la comida es muy limitada. 


Germán: Te escribo porque hoy he visto indicios claros de una homosexualidad galopante por tu parte, y a pesar de que nunca me he sentido atraído por los wolves o los barbudos canosos, he de decir que tus ojitos tiernos me han conquistado. Eso y tu sentido del humor, que es lo que más me pone en un hombre. Como experto en asuntos culinarios quería preguntarte tu punto de vista sobre todas las corrientes alimentarias que han surgido como panacea para conseguir una vida mejor a través de no comer casi de nada. Me refiero a conceptos como crudiveganismo, frutivorismo, dieta macrobiótica, etcétera. Por cierto, si te van los osos tengo sobrepeso de un par de kilos, y si no, que sepas que los tengo muy bien repartidos y no se nota nada. Ah, y soy pelirrojo...


Querido Germán, ¿cuáles son esos signos de homosexualidad galopante a los que te refieres? Que me vuelvan loco Madonna, Kylie, los gimnasios y el brunch, me relama cada vez que veo un obrero sudoroso, visite clubes de hombres nocturnos vestido con gafas de sol de policía, camiseta ajustada y bragatanga de cuero y tenga un perfil en Grindr en el que salgo en bolas no significa necesariamente que sea homosexual. Yendo a lo que me preguntas, respeto la libertad de las personas para abrazar la secta alimentaria que más les guste: si así son felices y van más al baño, estupendo. Yo no necesito darle tantas vueltas a lo que como, me basta con llevar una dieta razonable y variada. Puede que comiendo todo el rato verduras, frutas crudas y alpiste lograra tener la piel como el culo de un babuino, pero me moriría de aburrimiento en cuestión de meses. Para mí la comida no es sólo nutrición, es PLACER. Y por eso detesto las restricciones, sobre todo cuando no están basadas en ningún argumento científico sino en las visiones de cuatro gurús jipitruscos.


Juan: Desde siempre me han dicho que cuando se abre una
botella de cava o champán, para evitar que se vaya las burbujas o que
duren más, se pone una cucharilla en la boca de la botella y así la
puedes dejar en la nevera unos días si no se termina (adjunto foto). ¿Esto tiene algún
fundamento y funciona? ¿Puede usarse un tenedor o cuchillo o cuchara
sopera en su lugar?


Querido Juan, sí, poner una cucharilla en la botella de cava evita que se le vaya el gas. Pero es más efectivo aún pintarse la cara, ponerse una corona de plumas, sacrificar una gallina y bailar una danza alrededor del fuego gritando "uiuiuiuiuiuiuiuiui". Ni una burbuja se escapa, ya verás. Hay quien mantiene que esto de la cuchara no tiene ningún fundamento científico y que es una superchería más de las muchas que se creen los incautos, pero tú no les hagas caso. Si lo de Uri Geller doblando cubiertos con la mente es verdad, esto también.



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Carlos: Me encanta la cocina y veo los (pocos) programas sobre cocina que se dan en ésta, nuestra televisión nacional. Pero hete aquí que esde un tiempo a esta parte vengo observando que hay una nueva figura en los platós: las nutricionistas. ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Se irán de igual modo que vinieron? No sé, pero a mí, francamente, me molestan mucho. Además, me he dado cuenta que  no tienen ni idea -en su mayoría- de cocinar. ¿Realmente es necesaria su figura?


Querido Carlos, me congratulo de que me hagas esta pregunta, porque a mí también me cargan bastante las nutricionistas-florero en los programas de cocina. No hay nada que me corte más las erecciones culinarias que una pesada contándome cuánto magnesio, potasio y fibra contienen los alimentos que se van a guisar. Sin embargo, dado que en este país cada vez comemos de forma más desequilibrada y menos mediterránea (el combo hidratos refinados + carne roja + comida procesada o precocinada arrasa), quizá no esté tan mal que existan cheerleaders dietéticas que animen a la gente a consumir productos frescos y sanos, especialmente verduras, frutos y pescados. Además, yo siento mucha compasión por Ainhoa, la que sale con Arguiñano: esa pobre chica se está ganando el cielo riéndole los chistes a Karlos.


Teutona: Leí hace tiempo tu impactante entrada sobre 'Microwave for one'. ¿Cómo se te queda el cuerpo con esto? ¿Se te ocurre alguna receta digerible utilizando consecutivamente estos dos electrodomésticos -me da igual el orden- que no sea sacar la lasaña del congelador y meterla en el microondas?



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Querida Teutona, no te imaginas cómo te envidio por tener ese libro. Me encanta el concepto y me rechifla la portada. ¿Quién es la autora, Margaret Thatcher? Es monísima. Lo siento pero no puedo competir con heroínas de  la "cocina para la mujer moderna" como ella: uso mucho el congelador y algo el microondas para calentar, pero nunca de manera combinada.


Laia: Tengo un problema muy grave con mi pareja: le gusta la pasta muy hecha y a mi poco hecha, si la hago yo él siempre se queja porque dice que está cruda, y si la hace él a mi me parece asquerosa tan blanda y pegajosa (¡además si son espaguetis los rompe!). ¿Debería dejarlo o podemos encontrar alguna solución? Odio tirar comida, y hago mucho uso del congelador, he llegado a congelar ensaladas de pasta, ¿Qué opinas de congelar la verdura cruda? Tengo un recipiento de silicona para cocer al microondas o al horno, y me encanta, lo uso casi todos los días, pero me da la sensación que por mucho que lo lave no se va el olor a comida, ¿hay alguna forma de lavarlo para que no huela? Por último y como curiosidad, ya no vivo en España y allí no lo había visto nunca, aquí las lechugas para las ensaladas las venden con la maceta, supongo que así se conservan mejor, pero no sé, me da lástima cortar las hojas cuando están plantadas.


Querida Laia, lo primero que debes hacer es dejar las anfetaminas. O tomarlas por la noche cuando sales con tus amigas a ponerte como Las Grecas, no cuando mandas mails a consultorios. Si, ya sé que el speed te da energía, pero chica, es que hablas tanto que das dolor de cabeza. Como yo no he tomado estimulantes todavía, te contesto de manera muy breve. Deja a tu novio porque una persona que rompe los espaguetis antes de cocerlos no te va a dar más que disgustos. Él también debería dejarte a ti por ser tan cafre como para congelar una ensalada de pasta. Si quieres congelar verdura, es mejor escaldarla antes. En cuanto al "recipiento" de silicona -¿ves lo que pasa por escribir puesta?-, prueba con el vinagre y el bicarbonato, que hacen milagros con los olores. Y la lechuga córtala sin temor, que ha nacido para eso.


 


Laia, antes de irse de España en busca de nuevas farmacias.

 


Lilian: ¿Es lo mismo salar la comida mientras se está
cocinando que salarla en el plato final? Si es lo mismo, ¿no tendría más
sentido preparar las comidas sin sal y que cada comensal se echara sal a
su gusto?


Querida Lilian, no es lo mismo. Si salas un alimento durante la cocción, es más probable que la sal llegue al interior del mismo; si lo haces al final, la sal se quedará en la superficie, y por tanto, tendrás que ponerle más cantidad para que potencie el sabor. Y ya sabes lo que pasa cuando echas mucha sal a la comida: tu tensión arterial sube y tus cañerías internas se resienten. Además, la sal también acelera la cocción de muchos alimentos, al ablandarlos y hacer que pierdan agua. Prueba a rehogar una cebolla con un poco de sal o sin ella, y verás cuál se pocha antes. En resumen, hay que ir salando la comida según se va cocinando, y al final, simplemente corregir el punto. 


Ovidio: ¡Hola Iker! Desde hace más de un año estoy viviendo en Alemania y no dejo de encontrarme inventos extraños de restaurantes para darles cierto aire español y exótico a sus platos. Pero este último panfleto que he encontrado en mi buzón casi me hizo devolver el desayuno. Quizá te pueda interesar.



Chorizo Burger


 


Querido Ovidio, me interesa, sobre todo el combinado flamenca vestida de rojo con lonchaca de chorizo de grasa y colorante. Gracias por mandarlo. Y ahora déjame que te explique algo muy profundo. Concéntrate bien. Presta toda la atención que puedas porque es complicado. ¿Ya? Venga. "Iker" y "Mikel" son dos nombres diferentes, que vienen de una lengua extraña hablada por los aborígenes de las selvas de Papúa-Nueva Guinea llamada "euskera". Yo, Mikel. Iker, Casillas. ¿Lo pillas? ¡Buen chico!


  Enrique:
Estoy entre tus lectores allende las fronteras que con el blog se
acuerdan de que hay una España llena de tarados a la que siempre merece
la pena volver. Pululando por un periódico germano me he encontrado con Foodpairing.
¿Qué opinas del asunto?¿Servirá para que haya gente que deje de hacer
mezclas imposibles o va a crear una legión de monstruos convencidos de
que el proyecto justifica sus desmanes culinarios?


Querido Enrique, conozco Foodpairing desde hace bastante tiempo, y la
usaba ocasionalmente cuando era gratis. Sus sugerencias solían ser
bastante útiles, y no fomentaba en exceso la guarrindongada. Ahora bien, la teoría en la que está basada esta máquina de los sabores -se supone que se llevan bien los alimentos
que en su composición contienen algunas sustancias similares- tiene sus detractores. Mi veredicto: como herramienta puede ayudar a despertar la creatividad, pero en ningún caso
podrá sustituir el olfato, el gusto y el criterio del cocinero.


Yo: Se le lee en Aló, Comidista, y sobre todo se le disfruta, pero nunca se le disfrutó tanto como este día. ¿Podrías poner una foto actualizada del estado actual del bosque que rodea tu ombligo? Y de paso: ¿qué receta recomiendas para comer en un ombligo como ése?


Querido Yo, lo de la receta es la típica excusita para que tu pregunta parezca gastronómica, ¿eh picarón? Desde luego, os las sabéis todas, ladrones. Aquí te pongo una foto del estado actual de mi ombligo. Está sin bosque, pero es que para servir en él las alubias me parecía más higiénico. Espero que te guste.



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Jaime: Después de años privando me di cuenta que tomarse un litro y medio de CocaCola o bebida azucarada por las noches no ayudaba a dormir, ni a mantener mi a-pesar-de-todo escultural figura. Hacía falta tomar una decisión, y como los de Mecano, yo soy un hombre de acción y ahora me tomo el bourbon con hielo. Me lo tomaría solo, pero el dueño del bar se empeña en quedarse, dice que no se fía. Ahora bien, de un tiempo a esta parte me ha dado por intentar hacer que el hielo sea limpito y sin burbujas y tal, ya que ahora el refresco no enmascara el sabor de nada, e incluso si el hielo lleva mucho tiempo se nota, incluso un gourmet del garrafón como el menda lo nota. Lo he intentado todo lo que el oráculo del universo conocido dice, cubitera metálica, cubitera de silicona, (ahora uso una muy rechachipiruli y cara de MUJI), agua filtrada, filtrada y hervida, filtrada y hervida dos veces… seguiría, pero mentiría, en realidad, ahí paré mis intentos y me dije (o escuche el grito de mi señora, no lo tengo muy claro), ¿por qué no le preguntas a otro borrachuzo más profesional esto y dejas los experimentos so cazurro? Y entonces pensé en ti… ¿Me ayudas?

Zzzzzz...zzzzzzz...zzzzzz...zzzzzzzz... Ay, sí, perdón, que me había quedado un poco traspuesto. Querido Jaime, no sé cómo ayudarte porque no entiendo absolutamente nada de tu pregunta. Supongo que estabas bebido cuando la escribiste, así que no voy a echar más alcohol al fuego aleccionándote sobre cómo poner las copas.


Luisa: ¿Se te ocurren variaciones interesantes a la clásica vinagreta? ¿Añadirías ingredientes adicionales? ¿Hay otros aceites o vinagres que funcionen bien?


Querida Luisa, a la clásica vinagreta puedes hacerle todas las variaciones que se te ocurran. Puedes usar zumo de limón o de naranja, especias (pimentón, comino, pimienta, curry) o hierbas (albahaca, cilantro, perejil, cebollino), cebolleta, pimiento, guindilla, huevo cocido o frutos secos picados, y el aceite y el vinagre que te dé la gana. También hay frutas que bien picadas funcionan muy bien en las vinagretas, como las fresas y las cerezas. Si repasas las ensaladas de este blog, encontrarás unas cuántas fórmulas diferentes a la convencional.


Erik: En primer lugar creo que eres un chico muy atractivo. Además es my agradable escucharte en la radio. Voy a contarte lo que me atormenta en este momento. Me da muchísimo asco; no te puedes imaginar cuánto, los estropajos y los cepillitos para limpiar los platos. Me parecen una guarrada por mucho que los limpie, enjuague y meta en lejía. No puede ser que una esponjita amarilla esté libre de microorganismos por la humedad que se queda en ellas y si existe la persona que los defienda le invito a que las chupe a ver cómo se les queda la lengua. Intento cambiar los estropajos cada semana pero tampoco creo que sea una solución; poco sostenible. ¿Conoces alguna sociedad más limpia que hayan resuelto este problema?


Querido Erik, qué bueno recibir tu mail. Estaba un poco preocupado porque aún no me había escrito la histérica de la limpieza de cada mes, pero ya puedo respirar tranquilo. A ver, relájate y lee con atención esto que te voy a decir: es imposible que tu entorno, y por extensión tus estropajos, sean completamente asépticos. No te van a operar con ellos, ni es necesario que los andes chupando, así que no pasa nada porque unos cuantos microorganismos acampen pacíficamente en ellos. Aprender a convivir con las bacterias, piensa que son tus amigas porque estimulan tus defensas, y disfruta, que son cuatro días.

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Published on April 25, 2013 22:00

April 24, 2013

Receta de fin de mes: Espinacas con puré rústico y huevos escalfados

Huevos escalfados con espinacas y pure rustico
El trío La-La-Lá. / EL COMIDISTA

 


Como quien no quiere la cosa, ya estamos otra vez a fin de mes. Es decir, a la cuarta pregunta y nadando en la escasez. ¿Nos vamos a venir abajo por ello? Pues no. Pensemos que hay dos grandes placeres en la vida que aún podemos practicar con el bolsillo medio vacío. Uno es el sexo, actividad gratuita salvo que seas un Mauricio Colmenero. El otro es la comida, que puede ser barata y plenamente satisfactoria.



En El Comidista no podemos, por ahora, daros de lo primero, pero os podemos ayudar con lo segundo. Por eso hemos empezado una serie de recetas ultraasequibles que cuestan alrededor de un euro y pueden funcionar como plato único. De regalo, añadimos un consejo de aprovechamiento-reciclaje para optimizar la economía doméstica. 


Si en el anterior capítulo proponíamos un arroz meloso con costilla, en este nos tiramos a los tubérculos y a las verduras con un leve toque cerduno. El puré de patatas es un preparado muy versátil que puede servir como cama a cualquier plato de carne o pescado, o cambiar su sabor con unas simples hierbas o especias. Eso sí, si lo pasas por la batidora conseguirás que el almidón lo vuelva más elástico que la goma de tu braga/calzoncillo, así que mejor usa el tenedor o un pasapurés para triturar.


Consejo del mes: En lugar de ir comprando hierbas frescas, que tienen una fecha de caducidad temprana y congeladas pierden gran parte de sus propiedades, es mucho más barato y accesible tener unas macetas con las mismas en el balcón, como ya comenté en un post anterior. Para ahorrar en cosas como macetas y espacio, hay muchas ideas interesantes en internet que pueden servir como fuente de inspiración. Cuando tengamos excedente de hierbas de tipo leñoso -tomillo, romero-, colgándolas boca abajo en un lugar oscuro y fresco con la rama entera conservarán muchas de sus propiedades y podremos irnos sirviendo según nuestras necesidades. 


Dificultad


Para gente que no vota al PP y prefiere comer que pagar la hipoteca. O hacer las dos cosas. O que no tiene hipoteca. O que vota al PP. Qué lío. 


Ingredientes


Para 4 personas 



4 patatas medianas (unos 800 gramos)
100 gramos de bacon o panceta (con pimienta, ahumada o como se prefiera)
Un buen puñado de perejil
Aceite de oliva 
Pimienta
Sal
8 huevos 
Tabasco (opcional)
500 gramos de espinacas frescas

Preparación 


1. Pelar las patatas y cortarlas a dados grandes. Hervir en agua con sal unos 10-15 minutos, hasta que estén blandas. Escurrir y triturar con un tenedor o pasapurés, añadiendo un par de cucharadas de aceite de oliva.


2. Cortar el bacon a dados y saltearlo en una sartén sin aceite. Añadir
el puré de patatas y tres cucharadas soperas de perejil fresco picado. Mezclar, salpimentar y reservar al calor. 


3. Poner agua a hervir en una cazuela pequeña. Cubrir de plástico tipo film una taza, dejando que sobre bastante por los lados. Untar con un poco de aceite y cascar el huevo encima. Salar y formar una bolsita. Repetir el proceso con los demás huevos.


4. Lavar y saltear las espinacas en un poco de aceite de oliva (se puede hacer en dos tandas, porque al principio abultan mucho). Salpimentar y reservar. 


5. Mientras se hacen las espinacas, cocer los huevos unos 3-4 minutos en el agua hirviendo. Sacarlos del plástico y servirlos con unas gotas de Tabasco encima si se quiere, el puré y las espinacas.


Producción: Mònica Escudero.

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Published on April 24, 2013 22:00

April 23, 2013

El vino Follador, la sopa Pota y otros nombres inapropiados de comida

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Chuscando desde 1769. / FOLLADOR PROSECCO

 


Encontrar un buen nombre para un producto no es fácil. Algunas empresas invierten cuantiosas sumas de dinero en dicha tarea, después de que los gurús del naming hayan sentenciado que una denominación atractiva y, sobre todo, fácil de memorizar, es fundamental para el éxito. ¿Pero qué ocurre cuando el nombre nos viene de otro país y aquí significa algo malsonante o ridículo? ¿O cuando el paso del tiempo permite nuevas lecturas humorísticas de una marca hasta ahora venerable?



Lo normal es que se decida un cambio en la denominación. Sin embargo, por distintas circunstancias, hay veces que ésta se mantiene y llega hasta nosotros con su vis cómica intacta. Esta entrada es una celebración de los mejores casos en comidas y bebidas. La mayoría son vinos -no me preguntéis por qué-; también hay productos que, por desgracia, nunca se han llegado a vender en España, o puros despropósitos que ni siquiera tienen justificación por venir de otros idiomas. Pero todos entretienen, que es de lo que se trata.


 


FOLLADOR PROSECCO


La bodega de prosecco, espumoso típico de la región italiana del Veneto, debe su nombre al apellido de sus dueños, los Follador. Estos Fockers del vino llevan produciendo en su país desde el siglo XVIII, pero fue a partir de los setenta cuando se convirtieron en una de las marcas más potentes de su variedad. El prosecco arrasa en otros países europeos y en Estados Unidos como alternativa barata al champán, pero en España aún no ha cuajado imagino que por la potencia del cava. Llegan algunas botellas, sí, pero en caso de que quisiera abrirse mercado en serio por estos lares, a Follador no le quedaría otra que etiquetarse bajo otro nombre. O quizá no: nadie olvida una denominación tan contundente.



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Cuatro Folladores. / MOODIEREPORT


CUATRO RAYAS


Fundada en 1935, Cuatro Rayas es una primera potencia del blanco de Rueda, con una producción de 11 millones de botellas al año y exportaciones a medio mundo. Se llama así en referencia a los cuatro lindes municipales que dividen sus viñedos. De los años treinta a los setenta, su nombre era tan inocente como el de Marqués de Riscal o Don Simón. Pero a partir de los ochenta, la palabra "raya" comenzó a utilizarse para identificar la dosis de ciertos polvitos que toman los jóvenes para animarse cuando están un poco alicaídos. Desde entonces, el chiste fácil está servido: "las cuatro que te metes después de tomarte una botella", "el vino favorito de mi camello", etcétera. Si yo fuera el propietario de esta bodega, huiría hacia adelante y lanzaría nuevas variedades como Tres Rulos o Cinco Pollos.        



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Tu verdejo amigo. / CUATRO RAYAS

 


OREMUS 6 PUTTONYOS


En realidad el vino se llama Tokaj Aszú, Oremus es la bodega y puttonyos, el grado de dulzura de estos caldos húngaros. Pero lo que a los españoles nos hace gracia es la combinación de una palabra religiosa con otra que mezcla prostitución y anatomía femenina. Humor básico, sí, pero efectivo. La risa, en este caso, no es barata: una botella normalita de medio litro sale por 63 euros, y algunas variedades llegan a los 231. Curiosamente, la bodega pertenece a un grupo español, Vega Sicilia, que por ahora no ha considerado la posibilidad de traducir puttonyos por "azúcares de la lejana Hungría".



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Alabado sea el putonnyo. / TOKAJ-OREMUS

 


KAGAN


Cuando Emily y Mark Ellenberger decidieron llamar Kagan a su bodega no estaban pensando en el acto de defecar, sino en el nombre de su pequeño barquito de vela. Lo que me sorprende es que, siendo de Texas, no tuvieran ningún hispano cerca que les dijera lo que significaba la palabra homófona en español. O quizá simplemente les dio igual y pensaron que nadie del servicio iba a comprar sus vinos de a 40 euros la botella.   



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100% libre de bacterias coliformes. / KAGAN

 


GELATINA EXTRA COLÁGENO


Uno de los casos más extraños de naming español. ¿Seguro que es buena idea llamar a una gelatina de fresa Extra Colágeno? ¿No remite inconscientemente esta palabra al mundo de la química, la cosmética o en el peor de los casos, al extracto de placenta de algunas cremas? Un pequeño detalle de esta imagen que me envió hace tiempo un lector, Julio Manteca, confirma mi sospecha de que estamos ante un producto inquietante y posiblemente demoníaco: la fecha de caducidad es de un día que nunca existió.



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Lo tiene todo, menos lo de ser apetitosa / JULIO MANTECA 

 


CHILLY GEL


"En lo más íntimo, quiero Chilly", dice el lema del anuncio. Y ya puestos, ¿por qué no un pimiento de Padrón untado en wasabi? Aunque ya había hablado de ella en algún Aló Comidista, no puedo dejar de incluir esta maravillosa crema vaginal en la lista de nombres estrambóticos. Chilly es frejquito en inglés, pero en español suena justo a lo que necesitas cuando te arden los bajos: un chile bien picante. Por el contrario, en México, Guatemala o El Salvador sí tendría más sentido quererlo en lo más íntimo, porque allí chile en argot significa pene.



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Lo quiere justo ahí. / CHILLY GEL 

 


ALPISTE


Tenemos una nueva bebida vegetal sustitutiva de la leche. Es buena para el colesterol y el tránsito intestinal, tiene poca grasa... y está hecha con alpiste. ¿Cómo la llamamos para que resulte atractiva para el consumidor? Pues igual que la comida de los pájaros, que todos estos macrobióticos e intolerantes a la lactosa son muy raros y seguro que les gusta comer lo mismo que su jilguero. Y encima le vamos a poner unas manchas como de piel de vaca al envase, pero en color amarillo canario.



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Alpiste suena regular, pero 'canary grass', todavía peor. / SORIA NATURAL 

 


POTA


Llamar "vómito" a cualquier producto de alimentación es feo, pero puede resultar apropiado si estamos hablando de una crema de verduras chunga de tetra-brik. Claro que los potenciales compradores de Pota no tienen ni idea del significado de esta palabra en jerga española, porque son japoneses. Esta delicia existe en cuatro sabores: los dos de la foto -setas y calabaza- y otros dos que aparecen
en el blog Jamón en Japón cuyo contenido no soy capaz de descifrar. Sólo me pregunto una cosa: ¿las cremas estarán bien trituradas o tendrán trocitos?



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Pota y repota. / COOKING IDEAS

 


HIJOPUTA


Parece que alguien en Gijón se tomó en serio lo de Hijo de puta hay que decirlo más de La Hora Chanante. Ejemplo universal de naming agresivo y malsonante, la marca asturiana no sólo factura los orujos Hijoputa, sino también los licores Lavandera, Sin Vergüenza y Que Te Den Por El... Culo. La joya de la corona, dentro de la gama Don Pedo, es el el
delicadísimo Licor de Mierda. Muy fino todo, como el diseño de su tienda online. Además de un gusto exquisito para el branding, esta marca ha tenido problemas tanto para registrar el nombre –los finolis de la Unión Europea no lo veían bien– como de cariz interno.



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La foto es regulera, pero el concepto está clarísimo / NOTIMUNDO 

 


COÑO


La bebida oficial de La Parguera, un local de Lajas (Puerto
Rico), es marca Coño. ¿A que no se os ocurre un nombre más sugerente para una sangría? Poco sabemos de sus imaginativos autores, ya que el único rastro del local que hemos encontrado en internet es su página en Foursquare. Amigos de Puerto Rico, si tenéis más información, ¡hablad!



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Coñazo. / ASTROBOYJVR-DEVIANTART

 


CHOCHITOS RICOS


Laura me manda a través de Twitter este glorioso ejemplo de naming chungo: los Chochitos Ricos. Un chochito siempre apetece, pero si es con mantequilla de Cantabria, ¡mucho más!



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PUTO


¿Que no te gustan los Chochitos y prefieres un Puto filipino? Pues no tienes más que viajar a aquel país e ir a una tienda a comprarlo. Además te puedes hacer un bizcocho con él. Esta maravilla la comparte con nosotros Toni Ponce.



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ANO


A pesar de sus apetecibles fiestas rectales, tengo ciertas dudas sobre si esta marca danesa podría triunfar en España. Envío de Fran Estevan.



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BUKKAKE


Javier Agudo nos manda por mail su aportación en forma de fideos bukkake, una delicia japonesa que encontró en un restaurante de Kyoto. Y, como parece imposible que los japoneses no sepan lo que es un bukkake, ya que ellos lo inventaron, no quiero pensar cuál será el ingrediente principal de este plato. 



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¿Conoces algún ejemplo más de nombre incorrecto de producto de alimentación? Compártelo en los comentarios.

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Published on April 23, 2013 22:00

April 22, 2013

Pan fácil de Sant Jordi

Pan de sant jordi
La rosa es típica de Sant Jordi. Los pollitos, no. / EL COMIDISTA

 


Tras informar ayer de los nuevos recetarios que vale la pena comprar en el Día del Libro, vamos con lo que importa de verdad: la comida. Para acompañar las lecturas, hoy traemos un pan de Sant Jordi, que es como se llama en Cataluña a la gran fiesta literaria por coincidir con el día del santo que mató al dragón.



No es que este pan tenga una tradición centenaria: en realidad se trata de un invento de hace 25 años de un panadero barcelonés. Pero es entretenido de hacer y está buenísimo, que al final es lo que nos interesa. Reproduce los colores y las bandas de la senyera, y presenta múltiples versiones: algunas más abriochadas, otras más de estilo pan-pan, otras más jugosas... La que hemos escogido está en un punto medio, porque no es tan dulce y blanda como
las de brioche pero, dado su contenido generoso en grasas (queso y
sobrasada) sigue siendo jugoso y blandito.


Aunque lo de "pan fácil" pueda parecer un oxímoron para los no iniciados en la materia, la verdad es que éste lo es, sobre todo teniendo en cuenta lo espectacular del resultado. Se puede hacer a mano –aunque una panificadora o un buen robot de cocina ayudarán a los más torpes en el proceso de amasado– y en un horno convencional, el levado es simple, la manipulación de la masa también y el pan que sale es de esos que se pueden comer solos. También el proceso de montaje es de lo más sencillo. Y si hay vegetarianos en casa, se puede sustituir la sobrasada por tomate concentrado y pimentón rojo. 


Ingredientes


Para 3 panes (o 1, o 6, dependiendo del tamaño que se le quiera dar)



500 gramos de harina de fuerza
350 mililitros de agua tibia (no a más de 40 grados)
8 gramos de levadura seca (o 20 de fresca)
Una cucharadita de sal
Dos cucharadas de aceite de oliva 
80 gramos de sobrasada
80 gramos de parmesano rallado
40 gramos de nueces picadas

Preparación 


1. Si lo hacemos a mano, poner la harina mezclada con la levadura en un bol, hacer un hueco en ella y añadir el agua, la sal y el aceite de oliva. Trabajar la masa hasta que se despegue de las paredes del bol. 
Si lo hacemos con panificadora, poner la harina, la levadura, el agua, la sal y el aceite en recipiente y poner la panificadora en modo "masa", pero vigilar para sacarla cuando esté amasada pero antes de que empiece a levar. Si lo hacemos con robot o Thermomix, usar el programa que corresponda en cada trasto. 


2. Dividir la masa en 3 partes iguales. Añadir a una la sobrasada (es importante que esté a temperatura ambiente), a otra el queso y a otra las nueces picadas en grueso. Mezclar y amasar cada una durante unos diez minutos, hasta que esté todo bien integrado y la masa tenga una textura elástica. 


3. Dar forma al pan (uno, dos o los que queráis) haciendo 4 tiras de masa de sobrasada, 5 de queso y una larga –y un poco más gruesa– de masa de nueces para que dé toda la vuelta alrededor del escudo. Se puede usar un dedo mojado en agua para pegarlas bien. Dejar levar unos 50 minutos en un sitio de temperatura amable y acogedora. 


4. Con el horno precalentado, calor arriba y abajo y a 180 grados (y con un recipiente con agua en la parte de abajo para crear vapor) cocer unos 45 minutos, hasta que esté ligeramente dorado por la parte de arriba. Sacar, enfriar en una rejilla y comer mientras se lee un buen libro.


Producción: Mònica Escudero.

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Published on April 22, 2013 22:00

April 21, 2013

Los libros de cocina del año

Libros de cocina 2013
Un pupurrí para la diversión. / EL COMIDISTA

 


Imagino que, tras enteraros de que en Gran Hermano ponían una biblioteca, habréis considerado quemar todos vuestros libros y no comprar ninguno más en la vida. Confío en que no os hayáis dejado llevar por el impulso, porque ellos no tienen la culpa y seguimos necesitándolos. En el terreno culinario, por muchas recetas gratis que haya por internet, los libros siguen siendo insustituibles, y nadie que aspire a saber algo de gastronomía puede prescindir de ellos. Con motivo de la celebración de su día en todo el mundo -y de Sant Jordi en Cataluña-, he preparado una pequeña selección de las publicaciones más interesantes de lo que va de año, por si os pasáis mañana por alguna librería y os apetece culturizaros.



 


'COCINAR CON HIERBAS DE MUCHAS MANERAS', DE KARIN LEIZ


Las verduras de muchas maneras, un canto de amor al mundo vegetal sin monsergas macrobióticas, ya fue uno de mis recetarios favoritos del año pasado. Su autora, la barcelonesa aunque alemana de nacimiento Karin Leiz, vuelve a la carga con las hierbas en un formato con las mismas cualidades: recetas tan estupendas como sensatas; diseño simple pero cuidado, y preciosas ilustraciones al estilo de los viejos recetarios a cargo de su hija, Juliet Pomés. Un gustazo de libro que rezuma amor por la cocina por sus ocho esquinas. RBA, 20 euros.



Cocinar con hierbas de muchas maneras


 


'GRANDES RECETAS PARA COCINAS PEQUEÑAS', DE MARTA CARNICERO


A todos nos gustaría tener la cocina de Downton Abbey. Pero la triste realidad es que guisamos y almacenamos comida e instrumentos en espacios reducidos, en ocasiones minúsculos. Pensando en los que viven en un txoritoki con cocina de cuatro metros cuadrados, Marta Carnicero ha escrito un recetario para que la escasez de recursos no se traduzca en pobreza culinaria. ¿Cómo? Pues con una mezcla de ingenio, sentido común y rechazo de lo superfluo. Otro punto a favor es el equilibrio entre platos caseros tradicionales y propuestas más modernas y coloristas. Plaza&Janés, 16,90 euros.



Grandes recetas para cocinas pequeñas


 


'LA IMPORTANCIA DEL TENEDOR', DE BEE WILSON


Si algún libro me ha enseñado, entretenido y sorprendido este año, es éste. Se trata de un ensayo sobre cómo surgieron y evolucionaron los utensilios de cocina que todos usamos en nuestras casas, desde la cazuela hasta el tenedor pasando por el frigorífico. Escrito con mucho sentido del humor por Bee Wilson, combina erudición, profundidad, anécdotas curiosas y sentido del humor, como sólo saben los grandes divulgadores británicos. No cuento mucho más porque me encantaría dedicarle una entrada completa en las próximas semanas; sólo os digo que no hay ni medio gramo de aburrimiento en sus páginas. Turner, 24,90 euros.



La importancia del tenedor


 


'COCINAR CON EL LAVAVAJILLAS', DE LISA CASALI


Los más viejos del lugar recordarán que hace un par de años años publiqué una entrada sobre Lisa Casali, autora de un peculiar blog de cocina de aprovechamiento de restos y sostenibilidad energética. Pues bien, la italiana publica ahora su primer libro en España con recetas para lavavajillas, un electrodoméstico que puede servir para algo más que para limpiar platos. Sólo necesitas tarros herméticos y una envasadora al vacío para que la comida se pueda cocer en él sin contaminarse del jabón o la suciedad. ¿Un lío? Puede, pero según la autora, el ahorro de electricidad o gas y los resultados culinarios valen la pena. Larousse, 10,50.



Cocinar con el lavavajillas


 


'40 RECETAS DE MI TÍA AMELIA', DE ANA COLL


En demasiadas ocasiones identificamos "autoedición" con "cutrez". Este libro desafía tal asociación con un diseño pulcro, unas fotografías preciosas y una impresión más que decente. No en vano su autora, Ana Coll, firma también uno de los mejores tumblrs sobre arte y comida de este país, Twist&Cook. Además, la tía Amelia, a quien Coll dedica la obra, era una cocinera estupenda, que en su casa de Segovia preparaba sopas bullabesas, bonitos con tomate, tartas de higo de pasta quebrada y otros platos de lo más apetecibles. Sus recetas han quedado inmortalizadas en un libro casero que es amor.



40 recetas de mi tía amelia


 


'CÁRNICAS GRÁFICAS'


Si te gustan la literatura, el diseño, el humor y los embutidos, no busques más. Esta maravilla de libro recopila gloriosas gráficas retrocañis de los papeles parafinados de carnicería, en las que aparecen vaquitas, pollitos y cerditos alegres cargados de chorizos o a punto de suicidarse en una picadora. Por si este festival de ingenuidad y terror no fuera suficiente, también incluye siete relatos ilustrados de distintos autores con la carne como tema. Adicciones Porquesí / Typerepublic, 17 euros.



Carnicas graficas


 


'MIS RECETAS CASERAS', DE MARY MCCARTNEY


"Vaya, otro libro de cocina pija firmado por la hija de un famoso", podríamos pensar al ver este recetario. Y no acertaríamos. Más allá de llevar el apellido de un beatle, Mary McCartney interesa por sus platos vegetarianos con los pies en la tierra, simples, sin ingredientes rebuscados ni chorradas ortoréxicas al estilo Gwyneth Palltrow. La edición, además, está bastante cuidada, como corresponde a una fotógrafa -que no cocinera profesional- como ella. Grijalbo, 24,90.



Mis recetas caseras


 


'POSTRES DE RECHUPETE', DE ALFONSO LÓPEZ


El segundo libro del autor del blog Recetas de Rechupete está dedicado a los dulces, esas pequeñas perdiciones hipercalóricas sin las que la vida sería como una tertulia de Intereconomía. Los que busquéis florituras y vanguardias, mejor os vais a otro lado: aquí lo que hay son tartas, pasteles, bizcochos, helados y otros postres factibles en una cocina doméstica y aptos para personas que no han hecho stages con Pierre Hermé. Como bonus track, Alfonso incluye recetas prestadas por amigas de blogs como Pepacooks, La Receta de la Felicidad, Uno de Dos, Velocidad Cuchara, Webos Fritos, El Sabor de lo Dulce y Galletas para Matilde. Larousse, 15 euros. 



Postres de rechupete


 


'DEL MERCADO AL MANTEL', DE BRUNO OTEIZA


Para los que quieran ir un pasito más allá, pero sin necesidad de grandísimos conocimientos culinarios, el nuevo libro del telechef Bruno Oteiza es una buena opción. Sus recetas rinden tributo a los productos clásicos de mercado, pero casi siempre suelen contar con un acertado giro innovador que las aleja de la rutina. Aunque el diseño del libro es un pelín convencional, algunos platos incluyen un código QR para poder ver vídeos relacionados en el móvil o la tableta. Bainet, 22 euros.



Del mercado al mantel


 


'UN DULCE EN LONDRES', DE AMELIA WASILIEV, Y 'UN DULCE EN NUEVA YORK', DE MARC GROSSMAN


Los minirecetarios funcionan bien en las tiendas porque no su precio no pasa de los 10 euros, aunque al final su coste por receta sea más alto que el de otras publicaciones más caras. Muchos suelen ser rematadamente malos, pero hay ediciones que se salvan por estar facturadas con un mínimo criterio. Es el caso de la serie 'Un dulce en...', que recoge postres típicos de ciudades como Nueva York y Londres. Ideal para los que se hayan puesto ciegos con los bollos y tartas de ambos lugares y quieran revivir la experiencia. Lunwerg, 8,95 euros.



Un dulce en nueva york


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Published on April 21, 2013 16:00

April 18, 2013

Plan para el finde: el mejor bollo de mantequilla del universo

El Comidista prosigue su serie de entradas breves
en forma de
autoentrevista sobre restaurantes, bares y actividades
gastronómicas diversas para disfrutar el fin de semana.
Se publican
uno de cada dos viernes, alternando con el consultorio Aló, Comidista.



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Rollo bollo. / EL COMIDISTA

 


¿De qué va esto? Hoy propongo un juego para todos los que visiten Bilbao o vivan allí. Se trata de encontrar el mejor bollo de mantequilla de la ciudad. ¿Qué es un bollo de mantequilla? Digamos que es una especie de suizo o brioche cortado por la mitad y relleno con una capa de crema de mantequilla, huevo y azúcar. Muy ligero. Más de lo que parece: el bollo es muy fino y esponjoso. Con su justa medida de crema, su textura blandita y su sabor te llevan al paraíso. Decir el mejor bollo de mantequilla de Bilbao es como decir el mejor bollo de mantequilla del universo, ¿no? Pues sí. Y no por fanfarronería bilbaína, sino porque sólo se vende en en esa ciudad y sus alrededores.




Bollos de mantequilla


¿Y cómo podemos encontrarlo? Haciendo un tour por algunas de las pastelerías más emblemáticas de la ciudad y decidiendo cuál es el que más te convence, para así poder participar en las eternas discusiones que mantienen los bilbaínos sobre tan crucial asunto. En mi última visita, yo pasé por cinco: Arrese, New York, Don Manuel, Martina de Zuricalday y el Zuricalday de Algorta. ¿Veredicto? El mejor, el de Zuricalday de Algorta. Después, los de Don Manuel y Arrese. Los bollos más endebles y con cremas más ordinarias sin apenas rastro de buena mantequilla fueron los de New York y Martina de Zuricalday. ¿Es obligatorio ir a tantas pastelerías? No. Es obligatorio comerte un bollo de mantequilla si vas a Bilbao, sea donde sea. ¿Y si no voy a Bilbao? Pues te lo haces en casa con la receta de Robin Food y Biscayenne o la de Sandeea. Lo importante es no morir sin probarlos.


 


Bollos de mantequilla. En todas las pastelerías de Bilbao.

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Published on April 18, 2013 22:00

April 17, 2013

Verduras al vapor con salsa de tofu y miso

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Verduras en bandeja de pescaditos. /AINHOA GOMÀ 

Hay libros de cocina que me producen alegría: los bien editados y cargados de buenas recetas. Otros me dan pena: los que fallan o existen sólo para hacer caja, faltando el respeto al lector/cocinero. Cómo se prepara la cocina japonesa, de Yoko Tanaka, me produce una mezcla de los dos sentimientos: es un libro fantástico, ideal para iniciarse en aquella tradición culinaria, pero me pone triste. No por sus defectos, sino porque no tuvo el éxito que merecía y hoy es prácticamente imposible de encontrar.



Publicado en 2004 en Editorial Óptima, Cómo se prepara... habla de cocina casera, del día a día, sin grandes ceremonias ni complicaciones. Aparte de la calidad de sus propuestas, su gran acierto es describir cada uno de los pasos de las recetas no sólo con palabras, sino con las ilustraciones de su propia autora. No sólo es una publicación didáctica y entretenidísima, sino también bonita, sin ñoñerías pero con la delicadeza y la minuciosidad típicas de la mejor cultura japonesa.


Por desgracia su autora, a la que he tenido la suerte de conocer a través de Dani Jiménez, ilustrador de mis dos libros, no vivió una experiencia editorial muy agradable. Nunca publicó más recetarios, y ahora vive en Madrid dedicada a trabajos alejados de la gastronomía. Yo rezo por que alguna editorial con sensibilidad le ofrezca reeditar el libro, que dice más de la verdadera comida japonesa que muchos otros que hay publicados por ahí.



La foto
El libro en cuestión. / EL COMIDISTA


La receta de hoy es una adaptación muy libre de un plato de Tanaka, las verduras con salsa blanca. Ella la hace con espinacas crudas y zanahorias escaldadas; yo hago una cocción muy leve al vapor y añado al elenco los espárragos verdes y el calabacín. Además, hago un poco más líquida la salsa y la acidifico con vinagre, por puras manías de occidental. En cualquier caso, creo que sigue siendo una receta ultraligera, sabrosa y cero complicada. La combinación de la suavidad del tofu con la intensidad del miso -ambos disponibles en cualquier tienda de comida oriental o de dietética- te hará olvidar due estás comiendo unas verduras sin aceite, y tus michelines te preguntarán si no has traído nada para ellos.


Dificultad


Tienes que saber qué significa perpendicular.


Ingredientes


Para 4 personas



300 gramos de espinacas
4 zanahorias
2 calabacines
8 o 12 espárragos verdes (dependiendo del grosor)

Para la salsa



250 gramos de tofu momen (firme)
3 cucharadas de sésamo tostado
2 cucharaditas de salsa de soja
2 cucharadas de miso blanco
1 cucharada de azúcar
2 cucharadas de vinagre de arroz u otro suave
Sal 

Preparación 


1. Pelar las zanahorias y darles dos cortes: uno a lo largo y otro perpendicular en el centro. Lavar las espinacas para eliminar posibles restos de tierra y cortarles la base. Cortar los calabacines en ocho trozos, haciendo dos cortes a lo largo y uno perpendicular, eliminando parte de las semillas si tienen muchas. Romper los espárragos con las manos para quitar la parte leñosa. 


2. Hacer las verduras al vapor durante unos 4 minutos (tienen que quedar al dente). 


3. Escurrir un poco el tofu envolviéndolo en un paño limpio o en papel de cocina y aplasrándolo con suavidad.


4. Moler el sésamo en un mortero (a partir de aquí, se puede usar la batidora aunque la textura será diferente).


5. Añadir el tofu, el miso, la soja, el azúcar y el vinagre. Trabajarlo durante un rato, hasta que quede una pasta. Tiene que quedar espesa, pero si se ve excesivamente mazacote, añadir agua del tofu o un poco más de vinagre. Corregir de sal.


6. Servir las verduras en una fuente con la salsa encima. Se pueden comer calientes o a temperatura ambiente. 

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Published on April 17, 2013 22:00

April 16, 2013

'Eau de croquette': todo sobre los restaurantes que te dejan olor a frito

Olor a cocina en la ropa
Foto conceptual. / EL COMIDISTA

 


Te pones tu mejor ropa porque vas a salir. Entras al restaurante y huele a comida. Cenas, bebes, charlas, ríes, lloras... Sales a la calle muy animado, y camino al bar donde vas a tomar la primera te das cuenta de que cierto aroma untuoso te acompaña. Tras acercar la nariz al jersey, lanzas un grito de horror: ¡soy una fritanga humana! Y es verdad que lo eres, porque tu camisa, tu chupa, tu pelo y hasta tus pestañas apestan a croqueta dorada en aceite milenario.



¿Por qué se produce este fenómeno? ¿Cuáles son las claves del efecto eau de croquette? ¿Hay alguna manera de evitarlo? Todas estas preguntas rondaban mi cabeza el otro día al salir de uno de mis chinos-chinos favoritos de Barcelona. Un lugar donde se sirve una comida deliciosa y baratísima, pero cuya proporción de moléculas de grasa en la atmósfera ha ido aumentando de manera exponencial desde que lo abrieron. Éramos un montón de gente porque una amiga celebraba su cumpleaños, y cuando nos fuimos a tomar algo después, formábamos una nube tóxica que casi te impedía respirar. A pesar de nuestros espectaculares cuerpos de top model, ninguno nos comimos un rosco esa noche: no existe nada más antilujuria que atufar a sartén.


No hay que ser Stephen Hawking para intuir por qué algunos establecimientos padecen esta lacra. Una mala extracción de humos en la cocina combinada con un aislamiento deficiente suele ser la causante de la producción de eau de croquette. "Para evitar los olores hay que instalar un sistema de extracción potente situado encima de todos y cada uno de los elementos de cocción", explica Maite Batalla, ex responsable de restaurantes como el Santa Marta, en Cabrera de Mar, donde diseñó la cocina. "El problema es que eso es caro y ruidoso, molesta a los vecinos y puede incumplir normativas de riesgos laborales para los empleados. La solución es insonorizar, lo que es aún más caro".

La separación de cocina y comedor es la otra clave. "La puerta entre la zona de cocina y la de sala debe ser de vaivén y no estar nunca abierta por completo. En los establecimientos sin puerta el olor pasa; en los que tienen cortinas de plástico de tiras anchas, tipo cámara, lo mismo: son un suplicio para los camareros, con lo que acaban dejándose abiertas y pierden por completo su función antiolor. Las posibles corrientes de aire entre una zona y otra agravan el problema".



Olor subway
"Huele a lechuga. O a lo que sea que se te pegue en la ropa". / COMICAL CONCEPT


El tipo de alimentos que se cocinan también influye en la peste, así como su calidad. "Freír con aceite limpio no desprende el mismo olor que hacerlo en aceite sucio, quemado o descompuesto", explica Batalla". "El siguiente peor olor es el de una plancha con pescados grasos. En esta categoría, el número uno es el rodaballo, cuya grasa al quemarse desprende un olor muy fuerte, pero las sardinas, boquerones, caballas, salmones y el resto de pescados azules van por el mismo camino".


Bien. Ya conocemos las causas. Vayamos ahora con la información práctica: ¿qué hacemos con la ropa una vez apestados? ¿Hay alguna técnica que le pueda devolver su aroma a limpio -o a levemente sudadillo- natural? ¿Es el Febreze nuestra última esperanza? "No hay ningún truco mágico", asegura Cristina Peña, de la tintorería industrial Sosnet. "En algunas ocasiones, si colgamos la prenda al aire libre podríamos llegar a eliminar los olores. Pero el mejor sistema es el lavado mojado".


Desde esta empresa, que se encarga de limpiar la ropa de restaurantes como el Dans Le Noir, Hotel Atenas o Jamón & Cava, nos dan una mala noticia: no hay tejidos odorífugos. "La lana es un tejido natural que absorbe mucho los malos olores, además
del algodón... Si a esto le sumamos que el poliéster absorbe mucho el
olor corporal, la combinación de éste con otros tejidos hace que
la ropa huela de forma muy intensa. No importa el tipo de tejido que nos
pongamos para ir a cenar, no notaríamos la diferencia. La solución no está en buscar una
combinación en nuestra forma de vestir, sino en
no ir a restaurantes y y bares de los que salgamos sintiéndonos como un plato andante". 


Palabras sensatas llenas de sentido común. Pero insatisfactorias para personas como yo, que conocen unos cuantos lugares en España que sirven comida fantástica pero te dejan película de churro. Como glotón, me niego a dejar de visitarlos a pesar de este defecto, pero utilizo algunos trucos personales. El primero es sentarme lo más lejos de la cocina, acción que sólo es efectiva si la presencia de friteroles de aceite en el aire es baja. El segundo consiste en ponerme ropa vieja o semiusada de algodón que pueda tirar a la lavadora nada más llegar a casa. Eso hasta que me compre el traje de neopreno para salir, que me da que va a ser la solución definitiva.



COCINA ABIERTA
Peligro: cocina vista. / DESIGNERS RAUM

 


TOP 5 DEL 'EAU DE CROQUETTE'


1) Freidurías, hamburgueserías y salchicherías


Este tipo de establecimientos suelen ser peligrosos porque para elaborar sus platos manejan aceites a alta temperatura. Cuanto más calor aplicado a los alimentos, más olor desprenden y más posibilidades hay de que dicho olor se quede pegado en tu ropa si la extracción de humos no es buena. Además, manipulan carnes o pescados, más pestíferos que las verduras.


2) Chinos chinos y woks chuzos


Siendo megafans de los chinos chinos, debo reconocer que la propina que te llevas de muchos de ellos es el pestuncio a pollo frito con soja. Una de las experiencias más humillantes que he vivido ocurrió tras visitar uno en Madrid con unos amigos. Después fuimos a una coctelería muy cool, tomamos algo y cuando salíamos de allí oímos comentar a unas chicas: "Uf, qué mal huele esta gente". No sé si por las temperaturas que alcanza el wok o por alguna salsa que utilizan, los sitios baratuzos de comida elaborada con esta sartén también tienden al pestazo.


3) Tascas de menú del día


Otro hábitat natural del eau de croquette es el clásico sitio de menús de barrio popular, de esos que tienen tarta al whisky y una plancha en la barra para hacer bocatas de panceta. A esta clase de tasca sueles ir al mediodía, con lo cual te llevas el tufo encima a trabajar para pasar toooooda la tarde degustándolo. Tú y tus compañeros, que lo detectan cada vez que pasas por su mesa o te acercas a decirles algo.


4) Restaurantes modernos con cocina a la vista


¿Pensabas que el olor a comida en la ropa era patrimonio exclusivo de los restaurantes cutrillos? Pues te equivocas: también hay sitios modernos o pijos con efecto tufo, especialmente los que cuentan con cocinas a la vista. Éstas llevan años siendo tendencia: dan espectáculo, son una prueba de transparencia en el negocio y si están aisladas por cristal, no suponen ningún problema. Pero si no, cualquier defecto en la extracción de humos se puede traducir en chupas, jerseys y camisas de clientes impregnados de olor a filete de Kobe a la plancha o a rodaballo salvaje a 25 euros la ración.


5) Fondues


Las fondues de queso son relativamente pestíferas. Pero Dios te libre de permanecer más de cinco minutos cerca de una de aceite. Recuerdo una vez que se nos ocurrió preparar una en casa de mis padres, y fue el apocalipsis del oloraco. No sólo nuestra ropa y nuestro pelo olía a frito: también las sillas, el mantel, las paredes... casi se veía un aura de aceite en todos los objetos que había en la sala. Sólo imaginarme algo parecido en un restaurante me dan escalofríos.


 


¿Has sufrido alguna vez el efecto 'eau de croquette'? ¿En qué restaurantes? Cuéntalo en los comentarios.

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Published on April 16, 2013 22:00

April 15, 2013

Despensa para novatos: 12 ingredientes básicos para hacer comida china

Despensa china
Vinagre de arroz y soja, dos sustancias obligatorias. / EL COMIDISTA

 


Continuando su labor social de educar a las masas en el asunto de llenarse el buche con criterio, El Comidista comienza una serie de artículos mensuales sobre cocinas de otros mundos. Más concretamente, sobre los ingredientes básicos que debemos tener en la despensa para preparar platos sencillos provenientes de planetas como Japón, India, Tailandia o Andorra.
La lista incluirá siempre alimentos de media o larga duración, que puedas guardar en la despensa para tirar de ellos el día que te dé el arrebato gastroviajero o veas alguna receta apetecible por ahí.



Comenzamos con la cocina exótica más popular con diferencia en nuestro país: la china. Además de coincidir con los de otros países de Asia, muchos de sus ingredientes son muy versátiles en su uso, con lo que se les puede dar salida de múltiples maneras. Ninguno de ellos es muy caro (diría que casi ninguno pasa de los cuatro euros), y pueden apañarte muy bien una comida o cena un día de esos en los que la nevera parece el desierto de Los Monegros. Todos se pueden encontrar con relativa facilidad en tiendas especialidadas en comida asiática; si no tienes ninguna cerca, también se venden online en un montón de webs.


1. Salsa de soja


Si hay un básico-básico de la cocina oriental, es esta salsa, elaborada tradicionalmente mediante una larga fermentación de granos de soja y trigo tostado. La oscura, más densa y salada, se usa para cocinar, marinar y aderezar. La clara (sola o mezclada con vinagre) para mojar los diferentes tipos de dim sum. En general es el equivalente oriental a la sal, junto con el weijing (glutamato monosódico), que no aparece en esta lista porque es un aderezo conflictivo: hay quien lo defiende como un generador de umami -el llamado 5º gusto- que permite usar menos sal, y quien reniega de él porque puede causar dolores de cabeza, mareos o pérdida de visión si se consume en exceso.


2. Aceites de sésamo y cacahuete


Dos aceites presentes en incontables preparaciones de la cocina china. El aceite de cacahuete es bastante neutro y aguanta muy bien las altas temperaturas, por lo que es perfecto para freír. Si no lo encontramos, lo mejor es sustituirlo por girasol, pero por Confucio, Lao Tse y Mao, no uséis oliva, una grasa extraña a la tradición china que no hará más que distorsionar los sabores. El aceite de sésamo (que también es un básico de la cocina árabe) tiene un aroma tostado muy particular, y se usa en crudo o para salteados. Ojo con la cantidad que ponemos: es intenso y no querrás que te sepa todo a barrita dietética.



Sesamo-huete
Mucho sabor, poco sabor.

 


3. Salsa o aceite con chile 


Hay diferentes versiones para todo tipo de tolerancias al picante; desde la casi inofensiva salsa sweet chili (perfecta para comer con pollo o, aligerada con un poco de vinagre de arroz, para mojar en ella rollitos y frituras) hasta algunos aceites de chile con potencia fotónica capaces de fundirte la lengua antes de que te dé tiempo a decir “chop suey”. Se pueden usar prácticamente para todo: en sopas, salteados, estofados, mezclados con un poco de soja o vinagre para mojar empanadillas fritas o al vapor... El caso es que hay una salsa de chile para cada paladar, y cuando encuentras la tuya la vida es bastante más divertida.



Lotus chilli oil
Consejo: la cantidad de semillas da una pista sobre lo que pica la salsa.

 


4. Jengibre


Junto con el ajo, es el gran pilar de la cocina china. Vale, no es exactamente una conserva, pero aguanta tanto tiempo en buenas condiciones que casi se puede considerar como tal. Y también lo venden en bote, rallado al natural o en vinagre y encurtido, cortado en finas láminas (aunque así se usa más en la cocina japonesa). El jengibre es un arma de doble filo: en su justa medida, aporta un aroma fresco y alimonado; si te pasas, es como si chuparas una bolita de alcanfor. Aunque se puede usar en vinagretas, estofados, con verduras, carne o pescado, en China se usa mucho pelado y cortado en bastoncitos, para aromatizar el aceite de los salteados pero poder separarlo después.



Ginger cut 3
Cuatro cortes para el jengibre. / VEGAN ASCENT

 


5. Polvo de cinco especias


Aunque hay más de una versión, los cinco ingredientes de la fórmula original son la canela china (cassia), el clavo de olor, el anís estrellado, las semillas de hinojo y la pimienta de Sichuán. Esta última no es pimienta en realidad, sino la baya del fresno espinoso, muy aromática, algo anestésica y con un cierto sabor a madera y limón -otra vez cuidado con los excesos y el sabor a armario ropero de la abuela–. La mezcla de cinco especias se puede usar prácticamente en cualquier preparación en caliente, pero es ideal para sublimar el sabor de carnes y aves.



Seletsucre
La receta de las cinco especias. /  SEL ET SUCRE

 


6. Vinagre de arroz


Mucho menos agrio y con menos aroma alcohólico que el vinagre de vino, el vinagre de arroz blanco –el que se usa más habitualmente, aunque hay otras versiones de vinagre rojo y negro más fuertes y con más matices– se usa para elaborar vinagretas y encurtidos. Una manera fácil de darle uso es mezclar 2 cucharadas soperas de aceite de sésamo con 3 de vinagre de arroz, mezclar bien y añadir dos pepinos cortados en bastoncitos pequeños, dejar marinar dos horas y añadir dos cucharadas de salsa de soja justo antes de servir. En la cocina japonesa es uno de los ingredientes imprescindibles para aromatizar el arroz del sushi, aunque la versión nipona es aún más suave que la china.


7. 'Doufu' 


La mayoría de los occidentales, profanos en el maravilloso mundo del doufu –que es como se llama en chino al tofu, y cuyos caracteres significan literalmente “fríjol fermentado” – creemos que éste no es más que una versión sosa y mal hecha del queso fresco. No hay afirmación más lejana a la realidad: este cuajado de soja tiene muchísimas variantes, adecuadas para diferentes tipos de platos y preparaciones. Dependiendo de su firmeza, de su forma o de si está o no ahumado funciona mejor para una u otra. Se come de todas las maneras posibles: frío, caliente, estofado, en ensalada o en sopa –incluso sus mayores detractores pueden disfrutarlo convenientemente rebozado y acompañado de salsa para mojar–. Una de las preparaciones tradicionales que encantan a los chinos y que sólo recomiendo a los más aventurados es el “tofu apestoso” fermentado y frito: lo deben preparar al aire libre por que huele como una mezcla de cabrales, roquefort y pis mezclado y fermentado al sol durante todo el mes de agosto en El Ejido.  



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Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el tofu, aquí. 

 


8. Fideos


Igual que con el tofu, las variedades y usos de los fideos en la cocina china son infinitas. Salteados, en sopa, fritos (hasta que quedan crujientes), en ensalada, fríos o calientes los fideos son, junto al omnipresente arroz, una de las guarniciones chinas más utilizadas. Algunos, como los fideos finos de arroz o los de trigo con huevo, se cocinan en solo tres minutos, lo que los convierte en una alternativa rápida y sana para sopas y salteados. Otros tienen que dejarse previamente en remojo, y otros como los de tipo lamian –muy parecidos a los udon japoneses– vienen prácticamente listos para consumir, en sopa o mezclados con carne y verduras como en esta receta. 


9. Verduras encurtidas


Una de las mejores inversiones que puedes hacer si quieres parecer un experto en comida china. Dos cucharadas de verduras encurtidas –generalmente conservadas en aceite normal o de chile picante– pueden chinizar prácticamente cualquier plato. La más popular es el zha cai, que se hace con la raíz de la mostaza fermentada (cómo les gusta a la chinos fermentarlo todo) y que se podría comparar occidentalmente con el sabor y la textura de un pepinillo muy suave, como una versión más amable –y menos olorosa– del kimchi coreano. Se usa como relleno de los cí fàn tuán –desayuno típico de Shanghái– y como ingrediente en sopas, siendo especialmente famosa la de cerdo con fideos o zha cai rou si mian. 



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Hola, soy el zha cai, y tengo un aspecto extraño pero estoy muy bueno. / WIKIPEDIA

 


10. Brotes de bambú en conserva


Si te gustan los palmitos, te gustará el bambú en conserva. No tiene ningún tipo de secreto ni preparación, se puede comer recién salidos del bote o de la bolsa y acompañados con casi cualquier cosa. Los brotes se cosechan antes de las dos semanas (antes de que empiecen a volverse fibrosos) y tienen un sabor ligeramente dulce y una textura crujiente. Son una guarnición que va con casi todo, pero sus cualidades suben si se juntan con las...


11. Setas chinas secas o en conserva


Las dos más populares son las que aquí conocemos como shitake –que también se usa habitualmente en la cocina japonesa– y la oreja de Judas, con una textura gelatinosa muy particular. Previamente hidratadas en agua tibia durante al menos media hora, pueden ser tratadas del mismo modo que las setas frescas, estofadas, en sopa o salteadas con brotes de bambú y ternera o pollo. 



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Un rato de hidratación y se produce la magia. / WIKIMEDIA COMMONS

 


12. Salsa hoisin


La salsa que te ponen con las crepes y el cebollino para acompañar el pato laqueado. Aunque el origen de su nombre sea una romanización de la palabra marisco, este elemento no se cuenta entre sus ingredientes, que son todos de origen vegetal. Dulce, picante y especiada, de una textura parecida al caramelo líquido, se conoce también como ‘salsa barbacoa china’ y se usa para marinar y aderezar platos de carne o verduras, para mojar y, en general, para aportar sabor a cualquier plato.

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Published on April 15, 2013 22:42

April 14, 2013

Ensalada verde con espárragos y tomates secos

Ensalada de espinacas y esparragos verdes crudos
¿Algún ingrediente verde más? / EL COMIDISTA

 


Los espárragos verdes ya están aquí. No los de las Chimbambas, que yacen todo el año en los supermercados, sino los cultivados en España. Para mí es un momento de excitación en la temporada primaveral, porque soy como una especie de belieber transtornado de esta hortaliza: me encanta hervida, al vapor, a la plancha, con pasta, como guarnición o en cualquier forma imaginable. Por gustarme, me gusta hasta el olorcillo que le da al pis. Bueno, en realidad eso no. No tanto.



Últimamente me ha dado por cortarlos en láminas finas con un pelador para poder tomarlos crudos. El sabor -mas suave y herbáceo- y la textura -crocante- son muy distintos al del espárrago cocinado, y su efecto en las ensaladas es bastante fresco. Pienso que es una manera de comerlos que puede convencer a los antifanses de esta verdura, que quizá por la vía del crudiveganismo radical logren descubrir y admirar semejante maravilla.


Por lo demás, la ensalada de hoy es diferente y a la vez sencilla de hacer. Lo más importante es que los espárragos estén bien tiesos y sean un poco gruesos, para no perder los dedos en el intento de laminarlos.


Dificultad


The Big Bang Theory.


Ingredientes


Para 4 personas



8 espárragos verdes gruesos frescos
100 g de espinacas frescas
100 g de rúcola
40 g de tomates secos
1 cucharada rasa de cualquier queso curado rallado (opcional)
3 cucharadas de nueces peladas y picadas
3 cucharadas de piñones
4 hojas de albahaca
4 hojas de menta
2 ramas de perejil
1 limón
2 cucharadas de vinagre de Módena
1 cucharadita de azúcar
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta negra recién molida

Preparación


1. Si no hemos comprado los tomates secos en aceite, ponerlos en una cazuela, añadir el vinagre de Módena y el azúcar, cubrirlos de agua y ponerlos al fuego hasta que hiervan. A los dos minutos, retirar del fuego, tapar y dejar que se enfríen. Escurrirlos, secarlos y ponerlos en un tupper o bol con aceite abundante.


2. Tostar los piñones en una sartén, con cuidado de que no se quemen.


3. Eliminar las partes más tallosas de los espárragos cogiéndolos por los extremos y doblándolos hasta que se rompan. Laminarlos con un pelador, una mandolina o un cuchillo.


4. Picar muy fino la albahaca, el perejil y la menta y mezclarlos con 8
cucharadas de aceite, 2 de zumo limón, sal y pimienta negra.


5. Repartir en los platos las espinacas con la rúcula, los espárragos, los tomates enteros o cortados en tiras. Aliñar con la vinagreta de hierbas y terminar con nueces, piñones y, si se quiere, el queso.

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Published on April 14, 2013 22:00

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Mikel López Iturriaga
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