Mikel López Iturriaga's Blog, page 55
February 25, 2013
El día que probé el caballo
Corre corre caballito. / EL COMIDISTA
¿A qué sabrá el caballo? ¿Será tan duro como lo pintan? ¿Me dará asco si lo pruebo? Estas y otras preguntas trascendentales han rondado por mi cabeza desde que estalló el escándalo de la carne equina, que tantos y tan buenos titulares nos está dando en este glorioso 2013.
El asunto lleva coleando más de un mes. Primero se detectó ADN de caballo en hamburguesas de vacuno en Irlanda y el Reino Unido. Después vino un estudio de la OCU que denunciaba la presencia equina en las vendidas en España por Alipende y Eroski. Nestlé se sumó a la fiesta retirando ravioli, tortellini y boloñesas de Buitoni con posibles trazas de corcel, mientras los británicos ponían la imprescindible nota tóxico-policial al detener a tres personas por distribuir carne de caballo aliñada con fenilbutazona, un analgésico con nombre de colocón chungo.
Con el panorama así de calentito, un reportaje sobre el maltrato que sufren estos animales antes de ser sacrificados en Estados Unidos, Canadá, Argentina o México llevó la semana pasada a seis supermercados suizos a suspender la venta de productos caballares procedentes de esos países. Para terminar, el día de ayer no escatimó en sorpresas: los trillones de albóndigas 'suecas' que vende Ikea también relincharon y desaparecieron de las megatiendas, y Nestlé anunció la ruptura sentimental con su proveedor de carne español Servocar por colarle un 1% de mi pequeño pony en el vacuno.
Parafraseando a Lloyd Bridges en Aterriza como puedas, podría decirse que elegí un mal momento para probar el caballo. Pero ante la avalancha de información negativa contra esta carne, se me despertaron tanto la curiosidad como las ganas de ir a la contra. Es verdad que las autoridades se han hartado de decir que las trazas equinas en el vacuno no suponen ningún riesgo para la salud, y que estamos más ante un fraude de denominación que ante una crisis sanitaria. Sin embargo, pocos ámbitos de la vida son tan dados a la paranoia, los bulos y la desinformación como la comida, y creo que tanta mala prensa puede acabar castigando a un alimento en sí mismo inocente. O al menos tan inocente como las vacas, los cerdos o los pollos ricos en hormonas y antibióticos que nos comemos sin pensarlo dos veces.
Así que este fin de semana, en plan justiciero, me lancé a la aventura de comprar carne de caballo para cocinar. Me dirigí a una carnicería caballar emblemática de Barcelona, Carnes Serrano, pegada al Mercado de la Boquería. En el local se vende potro y caballo desde hace décadas, pero cuando lo adquirieron sus actuales propietarios abrieron los mostradores a otras carnes con mayor demanda popular. Su responsable actual, Yolanda Serrano, negó que la crisis de la carne picada estuviera afectando a las ventas, más que nada porque ya eran pequeñas antes.
"Los españoles no tenemos educación de comerla", me explicó. "Se habla más de ella que lo que se consume". Los clientes que llegan a la tienda en busca de este género son sobre todo italianos, "que tienen más costumbre" (otros países aficionados son Francia, Holanda o Polonia). Por ser más suave, y quizá por haber contado con cierta promoción en los circuitos gastronómicos, el potro triunfa algo más, "aunque tampoco mucho". El formato favorito de los compradores es, ejem, la hamburguesa, seguida por el filete o el entrecot para hacer a la plancha.



Menos unicornio, tenemos de todo. / EL COMIDISTA
¿Y por qué tenemos prejuicios contra esta carne? "¡Es que es los caballos son muy guapos! A la gente le da penica", respondió Yolanda, para sufrir acto seguido un ataque de sinceridad. "Yo soy como la gente, ¿eh? No me he comido un filete de estos en mi vida, y eso que los vendo. Donde esté la ternera...".
No demasiado estimulado por el márketing de la dueña, me dispuse a comprar tres tipos diferentes de carne de caballo para experimentar: un trocito de muslo para guisar, un filete y carne picada de potro para hamburguesas. A la hora de pagar, me congratulé de que los precios fueran más asequibles que los de la ternera. De hecho, la motivación del fraude con el vacuno puede ser ésta, porque criar un caballo es más barato que una vaca y muchos ejemplares destinados al ocio acaban en los mataderos a un coste muy bajo.
Mi primer encontronazo culinario con el caballo no fue demasiado exitoso. Usé el muslo troceado para una sopa y quedó más o menos como la suela de zapato que se come Charles Chaplin en La quimera del oro. Seguramente fue culpa mía por no aplicar el modo de cocción correcto, pero aquello se comía con tanta dificultad que tuve que elegir entre dejarme las mandíbulas o tirarlo a la basura.
El bistec quedó algo mejor, aunque también me pareció un poco correoso y desde luego no apto para personas con dentadura postiza. La hamburguesa fue lo mejor con diferencia, poderosa pero más fácil que las piezas anteriores. Dicen que la carne de caballo es más dulce: yo no sé si tengo el paladar atrofiado pero sólo la sentí un pelín más caramelizada. Posee un aroma y un sabor particulares, y quizá al tener menos grasa resulte menos untuosa y algo más tiesa que la ternera o el cerdo. Ahora bien, en ningún caso supone un gran salto respecto a otros mamíferos de consumo habitual.
No negaré que me dió un poco de cosica: soy sensible a la nobleza de este animal y llevo en el corazón a unos cuantos ejemplares célebres de la especie, como Rocinante, Jolly Jumper o el Caballo Homosexual de la Montaña. Pero por puros criterios gastronómicos o nutricionales, creo que podríamos comer más de lo que comemos si nos quitáramos de encima los prejuicios culturales. Sus defensores dicen que es una carne muy sana, rica en minerales y vitaminas y beneficiosa para el colesterol o los triglicéridos. Sinceramente, no sé si todas estas virtudes me empujarán a comprarla con regularidad, pero una hamburguesa de potro de vez en cuando, ¿por qué no?
February 24, 2013
Tiras de pollo especiado con crema de garbanzos

Deditos que enganchan. / AINHOA GOMÀ
Los chicken fingers son una de esas deliciosas guarrerías americanas que pueden conmigo. Los comería sin ningún tipo de control, mojándolos en 18 salsas diferentes hasta caer muerto. A pesar de su dudoso origen y de ser un tanto fritangueros, en el fondo no son tan insanos ni se diferencian demasiado del pollo rebozado español de toda la vida. Su gracia es el formato, tan adecuado para entregarse a ese fastuoso placer que los finolis nunca conocerán: el de comer con las manazas.
La versión de este clásico que traigo hoy está pasada por Marruecos, y nació en una de esas semanas en las que me dio por echarle ras el hanut a absolutamente todo. La adicción a esta mezcla de especias moruna llegó a tal nivel que tuve que sacar el bote de la cocina, porque si no me la iba a acabar poniendo en la leche del desayuno. Ahora que ya estoy mejor de este tema, puedo enfrentarme al hecho de escribir la receta con la suficiente tranquilidad.
Si no tenéis ninguna tienda de alimentación árabe cerca donde comprar el ras, no entréis en pánico: basta con montaros vuestra mezcla particular de especias. Lo que sí resulta muy interesante si disponéis de Thermomix o de un molinillo o robot efectivo es hacer el pan rallado casero, aderezándolo con hierbas. Si no, se añaden al comprado y santas pascuas. En cuanto a la crema, es una especie de hummus pero más líquido, casi una salsa de garbanzos con la consistencia ideal para mojar los deditos de pollo.
Dificultad
En Burger King los hacían.
Ingredientes
Para cuatro personas
Pollo
3 pechugas (o 2 si son gigantes)
2 dientes de ajo
Ras-el hanut (o una mezcla de pimienta negra, cúrcuma, comino, nuez moscada, canela, pimentón, jengibre o lo que te apetezca)
Un trozo de pan seco o pan rallado
Un huevo (o dos si son pequeños)
4 hojas de albahaca
Aceite de oliva
Sal
Crema
250 g de garbanzos cocidos
1 limón
1 cucharadita de pimentón
1/2 cucharadita de tahina o 1 de sésamo
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Preparación
1. Triturar el pan con la albahaca o mezclar el pan rallado comprado con la albahaca picada muy fina.
2. Cortar las pechugas en tiras. Frotarlas con el ajo cortado por la mitad, salarlas y espolvorear generosamente sobre ellas ras el hanut o mezcla de especias. Cubrir con plástico y meter en la nevera (si están un buen rato marinándose, mejor).
3. Mientras, triturar los garbanzos cocidos con el zumo del limón, la tahina o el sésamo, el pimentón, tres cucharadas de aceite y sal. Añadir agua (si es de la cocción de los garbanzos, mejor que mejor) poco a poco hasta que quede una consistencia cremosa para untar. Corregir de sal.
4. Justo antes de comerlas, preparar un plato con papel de cocina, otro hondo con el pan rallado y otro con huevo batido. Calentar aceite abundante en una sartén e ir friendo las tiras previamente pasadas por el huevo y el pan rallado. Dejar escurrir sobre papel de cocina y servir calientes acompañadas de la crema de garbanzos.
February 21, 2013
Aló, Comidista: "¿Frotar la punta del pepino le quita el amargor?"
Aló, Comidista es un consultorio en el que vale todo: dudas
culinarias, enigmas gastronómicos, cuestiones personales o problemas
psicológicos y metafísicos. Sólo tenéis que enviarme un mail a
elcomidista[arroba]gmail.com. Responderé a vuestras cuitas cada
15 días, un viernes sí y otro no (si no hay puentes o cosas
raras).
Cocovet: Desde que descubrí el fenómeno maleni, una duda corroe mi
cerebro. Con la ingente cantidad de mantequilla, fondant, colorantes
mutante-radioactivos y 'icing sugar' que se meten entre pecho y espalda las
susodichas malenis, ¿por qué en sus fotos no aparecen como vacaburras
espaciales a punto de reventar? ¿Son realmente tan buenas usando
photoshop y filtros de Instagram?
Querida Cocovet, es cierto que con las toneladas de azúcar, harina y grasa animal que maneja la maleni media, no se explica que estas mujeres adictas a lo mono no estén como cachalotes. Mi teoría partícular es que hay dos grupos de malenis. Están las que después de fabricar cuatro tartas con fondant, cinco kilos de cookies con chips de chocolate, dos docenas de popcakes y diez de cupcakes, o se zampan unos cuantos y los vomitan después, o no los prueban y se los echan a sus amigas o a esos futuros obesos que son sus hijos. El resto oculta su verdadera personalidad colgando fotos falsas en internet.

Amélie Poulan, madre de todas las malenis.
Er_Duque_de_Arva: Cuando se dora la carne,
¿importa que esté del todo descongelada, teniendo en cuenta que luego la vas a guisar? ¿O puedes dorarla estando
aún un poco congelada? A veces me caliento las
manos con agua calentita y cojo un trozo de carne en mi regazo para
darle calor… !y no es plan!
Querido Er_Duque_de_Arva, esto del regazo y de calentar las manos me ha sonado un poco pajero. ¿Seguro que luego no haces cosas feas con la carne? Si las haces, nada de cocinar luego con ella, ¿eh? A ver, siempre es conveniente que la carne esté del todo descongelada antes de someterla al calor, porque así mantendrá mejor su estructura y sus propiedades.
Juan Antonio: Hace bastante tiempo comentaste en este
blog tus (afortunadamente pasajeros) problemas genitales ocasionados por
una incorrecta manipulación de la guindilla. Teniendo esto en cuenta,
¿qué opinión te merece el espot publicitario de cierto jabón para la
higiene femenina que se anuncia con el eslogan "en lo más íntimo, quiero
Chilly"? ¿Consideras qué es un reclamo adecuado para esta clase de
producto?
Querido Juan Antonio, gracias por recordarme ese bochornoso capítulo de mi vida bloguera. Soy un gran fans de Chilly, porque probablemente es el peor ejemplo de naming de producto de toda la historia. En inglés queda bien (significa "frío"), pero no sé en qué momento la empresa fabricante pensó que a las españolas les iba a apetecer ponerse chili en el chichi. Lo mejor es que se sigue vendiendo (o al menos la web está activa), lo que parece indicar la existencia de mujeres con ganas de experimentar sensaciones fuertes. Yo que ellos haría otras variantes y las llamaría Pimentony, Cayeny y Wasaby.
Jorge: Soy bastante cuidadoso con todo lo relacionado con la higiene en la
cocina. Hay
una práctica que me pone enfermo:
llenar de agua el fregadero y lavar en él cosas que luego te vas a comer
crudas como lechuga y otros vegetales. El colmo ya fue que mi suegra
cogiera unos solomillos de cerdo, los bañara debajo del grifo (¿?) y los
dejara en el fregadero tan ricamente. Por suerte se desinfectaron a
180º en el horno. Dado que en tu consultorio se tratan trastornos de
todo tipo, querría saber si debo ingresar en el ala de perturbados
obsesos por la higiene de la López Ibor o realmente la gente es una
cerda.
Querido Jorge, las dos cosas. Por supuesto mereces ingresar en la López Ibor por neurótico, pero lo de "la gente es una cerda" es tan bonito que debo apoyarlo también. Está claro que la cocina debe estar limpia, y que si puedes lavar las cosas en un recipiente es mejor que utilizar el fregadero. Pero tampoco podemos entrar en paranoia y hacer de nuestra vida una guerra constante con las bacterias, como pretenden esos chalados de la asepsia que siempre están dando la caca con las intoxicaciones alimentarias. Si fuera por ellos, nos tendríamos que bañar en autoclaves o seríamos como niños burbuja... y acabaríamos más vulnerables todavía a los microorganismos con los que no nos queda más remedio que convivir.
Soraya: ¿Qué pacto con el diablo has hecho para que te dejen escribir esas barbaridades que al común de los periodistas mortales nos encantaría escribir? En fin, yo en realidad quería preguntarte por tu receta de bolas de salmón. El cebollino no es santo de mi devoción, y el pimentón de la Vera me resulta un poco fuerte así a palo seco. ¿Me podrías recomendar una envoltura alternativa? Me encanta invitar a mis amigos de París a comer pinchos y tapitas a casa. A los pobres, que sólo comen bocadillos de mala muerte día sí día también, se les caen las bragas con mis recetas. En resumen, que quiero plagiarte la receta.
Querida Soraya, me alegra que tengas amigos que llevan bragas e imagino que también ligueros. Confirma la fama de pervertidos de los franceses, y hace que me caigan mejor todavía. También aplaudo tu intención de plagiarme: dí que sí mujer, que la cultura es libre. Siendo sincero, no sé por qué EL PAÍS permite este consultorio. Supongo que entienden que he establecido un pacto de sí agresión con los lectores: ellos me dan cera y yo se la devuelvo. Asunto bolitas: si no le quieres poner cebollino, puedes optar por cualquier otra fina hierba picada fina, como eneldo, estragón, albahaca, cilantro... Otra opción son los frutos secos picados finos o molidos: nueces, avellanas, almendras, anacardos o cacahuetes. Por último tienes la versión fritanga, que también está buenísima: rebozas las bolas en harina, huevo batido y pan rallado, las metes al congelador un par de horas, y luego las fríes.
Federico: A Paquito, mi amigo mexicano, le encantan los pepinos. Antes de
prepararlos, siempre les corta la puntita y la refriega insistentemente
contra el pepino hasta que el corte desprende un liquidito
blancuzco. Él dice que es para sacarle la amargura. ¿Tiene esta práctica
algún tipo de fundamento o es un fálico ritual azteca?
Querido Federico, no tenía conocimiento de la existencia de esta
práctica, que por lo que he visto en Internet es bastante común en
México. Según cuentan en la web Sabiduría de Escalera,
al cortar la hortaliza y frotarla favoreces la liberación de fenol, un
pesticida natural que contiene el pepino de sabor amargo. Ahora bien, no
creo que los pepinos españoles sean amargos, por lo que no sé si tiene
mucho sentido hacer esto aquí. Mi teoría es que Paquito está insinuando
lo que le gustaría hacer con tu pepino, así que dejáos de tonterías y a
chuscar de una vez.

Ex consejera andaluza comiéndose un pepino. / FRANCISCO BONILLA
Alfredo: BUENOS DÍAS. Por favor, ¿pueden decirme dónde o cómo salen las respuestas? Si las hay naturalmente.
Querido Alfredo, BUENOS DÍAS. ¿Qué tal por la residencia? ¿Cómo están sus compañeros de planta? Ya, ya me han dicho que doña Marisa murió. Pobre, es que había pegado un bajón... Bueno, ¡usted no se preocupe, que está hecho un chaval! Las respuestas salen aquí, por el ordenador, cada dos viernes. Dígales a las chicas del centro que le pongan el Aló Comidista, y ya verá. ¡Es el cachondeo padre!
Jon Spencer: ¿Algún 'guilty pleasure' gastronómico que no hayas nunca llegado a confesar? Quizá en tu intimidad te atiborres de gambas con gabardina o alguna vez, cuando nadie te ve, vas y te metes en un McDonalds a comerte un Big Mac.
Querido Jon Spencer, ¿has dejado la Blues Explosion y ahora te dedicas a mandar preguntas a consultorios de cocina? Vaya final más triste para un rockero. No, no me atiborro de gambas con gabardina, pero sí, voy a McDonalds muy de vez en cuando a comerme alguna cerdada. Eso sí, siempre vestido de mujer y con unas gafas de sol como las de la Pantoja. Mi catálogo de placeres culpables es amplio, pero por decir algo, mencionaré los palitos de detritus de pescado con sabor a cangrejo, conocidos popularmente como "chaka", y la coca-cola. Los primeros me gustan picaditos con mayonesa, y la segunda me puede. Sé que no está bien, que me infla, que tomándola promuevo el imperialismo yanqui y contribuyo a la dominación de las multinacionales, pero está demasiado buena como para resistirse, sobre todo al mediodía, con limón y hielo y acompañada de patatas fritas y aceitunas. Flipo con las burbujas, como decía Chus Lampreave en Qué he hecho yo para merecer esto.
"Me pondré un poquito a plan mañana". / EL DESEO
Claudina: No sé a qué parte de la ternera te refieres con la carrillera o carrillada. Una cierta intuición parece apuntar a que puede tratarse del jarrete, pero la duda sigue palpitando. ¿Es lo mismo?
Querida Claudina, una cierta intuición parece apuntar a que no tienes ni idea de carnes. ¿Cómo se puede confundir el jarrete con la carrillera, pedazo de bruta? El primero está en las patas, mientras que la segunda se encuentra en la cara del animal. ¿Te suena la palabra "carrillo"? Pues eso.
Bender de Mairena: El otro día hice una receta de pollo escabechado (sí, ya sé que es una receta de Eva Arguiñano y no tuya y que por lo
tanto debería preguntárselo a ella, pero es que Eva ya es una estrella
consagrada y no tiene consultorio, tú en cambio eres una 'starlet' y
todavía te mantienes accesible a tus fans). El caso es que sobró más
de un litro del líquido del escabeche, que es en su mayoría aceite de
oliva virgen extra y vino blanco de calidad, y claro, me da pena tirarlo
ya que es un dinero. Me preguntaba si se podría guardar y utilizar más
veces, por supuesto, con carne de ave. ¿Cuánto tiempo crees que podría
aguantar?
¿Se debería guardar en nevera o a temperatura ambiente aguntaría bien?
Querido Bender de Mairena, gracias por llamarme starlet. Por un momento me he imaginado a mí mismo en el Folies Bergère o en la Croissette de Cannes enseñando los pechos a los fotógrafos del festival. Bien, el escabeche se puede reutilizar de varias maneras. Una idea es separar la parte grasa del caldo (si lo dejas un rato en la nevera en un recipiente alto, la primera se quedará arriba y no será difícil sacarla). El aceite se puede usar como aliño de verduras, por ejemplo, y el caldo, para guisos o sopas. Otra opción es congelarlo todo y volver a usarlo una vez más (sólo una), aunque yo siempre pondría parte de aceite y de vinagre nuevos porque si no el escabeche puede tener potencia fotónica.
Laura: Era tarta de remolacha. Y además estaba asquerosa. Besos.
Querida Laura, gracias por compartir con nosotros esta preciosidad. A mí me ha recordado a un animal de estos que reptan por la arena en los mares tropicales. O a una Pantera Rosa mutante a punto de invadir la Tierra.
Sara: Dos preguntas tengo. ¿No es hora ya de actualizar tu "Sobre el autor" del blog y quitar el 'relativamente' conocido? Y la segunda va sobre vieras: a mí en España jamás me las han
servido con lo naranja y gris (¿músculos?), siempre las he comido ya
limpias, pero en un par de viajes en estos meses pasados he visto que
por lo menos en Nueva Zelanda y Corea se las zampan enteras. ¿Hay alguna
razón por la que no lo hacemos? Siempre he pensado que sería
una parte tóxica o algo así.
Querida Sara, ya estamos sacando faltas. Ya voy a actualizar mi biografía, que en efecto está más anticuada que La Chelito. "Lo naranja y lo gris" de las vieiras no son "músculos" -hasta donde yo sé, estos bivalvos no frecuentan los gimnasios-, sino el coral. Éste no es tóxico ni mucho menos: se suele usar para hacer salsas de acompañamiento para la parte blanca. La cuestión es que esta parte tiene un sabor más intenso a mar, lo que entusiasma a algunos (como yo) y disgusta a otros.
Pilar: Como soy rata de mercado "del de toda la vida”, con los años y alguna que otra cagada he aprendido a distinguir el pescado y el marisco fresco del chuchurrío. Mientras que a otros les da por el confeti, estas últimas semanas a mí me ha dado por el calamar. El problema es que no termino de distinguir de un vistazo en la pescadería cuándo está fresquete y sabrosón.
Querida Pilar, los calamares frescos deben tener la carne traslúcida, aspecto húmedo y resbaloso y ojos brillantes. Si están opacos, se pegotean o parecen pastosos, es que no están muy frescos.
Miguel A.: Soy muy fans de la cocina de mi madre, tengo todas sus recetas grabadas en vídeo y sigo al pié de la letra todas sus indicaciones. El otro día vino a mi casa a comer, y había preparado un revuelto de ajetes y gambas. Nos sentamos en la mesa y reproduzco la conversación:
-Madre: Le habrás quitado la primera capa de piel a los ajetes y los habrás rehogado bien, ¿no?
-Hijo: Sí mama.
-Madre: Le habrás quitado el intestino a las gambas, ¿no?
-Hijo: Sí mama.
-Madre: Habrás lavado los huevos antes de cascarlos, ¿no?
-Hijo: Sí mama.
-Madre: Y le habrás quitado el semen del pollo a los huevos, ¿no?
-Hijo: ¿¿Comooorrrrr?? ¿Semen? ¿Pollo? ¿¿Huevos?? Mama, ¿de qué hablas?
-Madre: Sí, el globito blanco pegado a la yema, el semen de los pollos... ¿No me dirás que te lo has estado comiendo no????
Mi pregunta es: ¿Me estoy comiendo el semen de los pollos? Ayúdame, Mikel, que desde ese día tengo pesadillas con bukakes avícolas.
Querido Miguel A., ésta es sin duda la pregunta picueter de este Aló. No me extraña que tengas pesadillas con pollos haciendo bukakes. Yo después de leer tu relato creo que voy a soñar con mi madre hablándome de globitos de semen. En fin, te aseguro que esa parte del huevo no es fruto de la eyaculación del gallo, sino que es un simple tejido perfectamente comestible que al parecer sirve para mantener la yema en su sitio.
Pablo: He encontrado esta galería de desastres culinarios que en tu gran labor
didáctica semanal seguro te vendrán a la perfección para acercar más el
mundo de la cocina a los habitantes de la Lopez Ibor.
Querido Pablo, muchas gracias. Es una lista fantástica. Mis favoritos, sin duda, son la pizza a la parrilla y el calentador de agua con doble fuente de calor.

MALSFOODPORN

FAVETHING
Pedro: El otro día te leí un artículo sobre las dietas post navidades, como siempre cojonudo. ¡¡¡Estás en racha está claro!!! El caso es que desde Navidad no es que me haya puesto a hacer dieta pero creo sí he aumentado considerablemente la dosis de frutas y verduras. Por otra parte me leí un libro por el que me estoy aficionando a correr Nacidos Para Correr, muy bien escrito. Al margen del rollo correr, explica que las ensaladas para el desayuno son muy buenas. ¿Qué opinas? Yo las estoy probando y la verdad que están muy buenas un poco raro comer tanto verde. ¿Alguna receta para estas ensaladas? No sé qué política sigues con los blogueros amateur pero bueno si sacas mi blog será cojonudo.
Querido Pedro, te noto un poco acelerado. ¿Es el ejercicio? ¿O es que estás tomando drogas? ¡Cuidado con los anabolizantes y las anfetaminas, que te destruyen el cerebro por mucha fruta y verdura que comas! Yo lo de las ensaladas para desayunar como que no lo veo. Como mucho unas rodajitas de tomate o unas hojas de verde en un bocadillo o tostada, pero zamparte un bol de lechuga a las 8.30 de la mañana no me suena muy apetecible. Aunque imagino que será cuestión de costumbre, claro. En cualquier caso, yo apostaría por la sencillez máxima en las recetas: verdura, un buen aceite de oliva virgen extra, unas gotas de un buen vinagre y sal. Si quieres complicarte la vida, aquí hay unas cuantas más. Otra opción es colar algo de verdura en los batidos de fruta, algo que les chifla a los crudiveganos y gente así.
Víctor: Me declaro fans de ti y de tu hermano Juanma, y aquí va mi pregunta: ¿el cebollino y el perejil pierden su sabor y sus propiedades nutritivas si los congelas?
Querido Víctor, gracias por tu fansismo. Todos mis intentos de congelar perejil y cebollino han acabado en desastre: una masa húmeda y compacta color verde oscuro. Supongo que conservarán sus propiedades nutritivas, pero de aspecto se quedan hechos un fistro. En cuanto al sabor, una hierba fresca siempre será más aromática, y si es recién cortada, más aún.
Marta: Por favor, ¡cambia ya tu foto del
blog! La otra molaba mucho más, ¡en ésta sales muy viejuno! Pero bueno, a lo que voy,
que yo no te escribo para tirarte los trastos, si no para pedirte ideas
para hacer postres que no necesiten horno. Sólo se hacer tarta de
queso y sorbete de limón, pero me gustaría innovar un poquito
más. ¡Ayudame por favor!
Querida Marta, parece que hoy toca criticar mi biografía y mis fotos. A ver, ¿cómo no voy a salir viejuno si SOY viejuno? ¿Qué quieres, que ponga una foto como las de Isabel Preysler que saca el Hola!, en las que parece su réplica del Museo de Cera? De todas formas, remitiré tu agradable comentario a mi fotógrafa oficial, Ainhoa Gomà, para que en la próxima tanda se aplique a fondo con el photoshop y me convierta en un adolescente. Sobre los postres, como yo no soy un máster de la repostería precisamente, tiendo bastante al dulce simple sin horno, así que en la sección correspondiente del blog encontrarás unas cuantas cosas. Mis favoritos: el pastel de sobaos, fresas y leche condensada, la tarta sin horno de fresas, crema y queso, el sabayón con cítricos y el falso tiramisú de mandarina.

Mikel López Iturriaga, tras pasar por el photoshop.
Juan Manuel: Encuentro ridícula la cantidad de artilugios tipo As seen on TV que
nos intentan vender, y que no cabrían en una cocina salvo que sea como
la del Palacio de Sintra. Pero cada vez que veo uno, en ese momento me
enamoro... fugazmente. Salvo los de toda la vida (cocina, cacerolas, un buen juego de
cuchillos, y una olla exprés quizás) ¿qué artilugios no deberían faltar
en la cocina de un soltero?
Querido Juan Manuel, ¿que no quieres teletienda? Pues teletienda y media: lo que debes hacer es comprarte mi libro, que incluye un capítulo con los 10 trastos de cocina imprescindibles (y los 10 más prescindibles también). Como hoy me siento espléndido, te haré un breve resumen por si no quieres soltar la pasta: un buen pelador todoterreno, una tabla de silicona sólida que no se deslice (no una de plástico de chichinabo de los chinos), fuentes de horno de un par de tamaños, pasapurés, batidor de barillas y un centrifugador de ensaladas. Ah, y un mortero para que parezca que has cocinado mucho.
Mosquera: Estimado Mikel, cómo plantear esto para que entre el tsunami de preguntas de este consultorio homosentimentalperturbado llame tu atención y no la rechaces cual zumo de máquina hecho con sangre de unicornio jubilado. Últimamente tengo una obsesión que se llama Guacamole de Mercadona. He probado diferentes guacamoles y ninguno me convence más que ése. ¿El Sr. Roig se ha aliado con el diablo para que su guacamole sea el mejor del mundo mundial? ¿Qué tipo de estupefaciente utiliza para crear en mí tal adicción? Espero que me ilumines con nuevas marcas de guacamole que merezcan tu aprobación así como, si no es mucho pedir, cual es la mejor receta de guacamole para tu gusto y su mejor acompañante (yo me decanto por el pan de pita).
Querida Mosquera, vamos por partes que tu pregunta tiene tela. Todos los guacamoles envasados que he probado me han parecido bastante malos, yendo de la imitación mediocre a la salsurria verde avinagrada repugnante. El del Sr. Roig en concreto no lo he catado, así que no puedo opinar, pero por lo que he leído sí parece que es el más decente. Para mí el mejor guacamole es el hecho en el momento en mortero o molcajete, machacando aguacate maduro y aliñandolo con cebollita picada, limón, tomate fresco, cilantro, chile y sal. Yo tengo una receta alternativa con cebolla asada que está realmente buena, pero el original es imbatible. En cuanto al acompañamiento, supongo que los lectores mexicanos estarán encantadísimos con que lo tomes con pan de pita, que por supuesto no es nada árabe y proviene del mismísimo Tenochtilán. ¿Qué tal si fríes unos triángulos de tortilla de maíz y dejas de ofender a todos los dioses aztecas con semejante fusión de culturas?
February 20, 2013
'Pie' de limón

Meriendas a las que no les dices no. / LAURA BATALLA
Antes de que los defensores de la santa pureza de la lengua castellana se me echen encima, aclaro que no llamo pie a esta tarta de limón por esnobismo anglicista. Más bien se trata de diferenciarla de otras y ser fiel a como se la conoce en Latinoamérica, continente del que es nativa. En concreto, creo que proviene de Perú, pero ante la posibilidad de tener a medio Chile, parte de Bolivia, el sur de Ecuador y tres cuartas partes de México indignándoseme en los comentarios y reclamando su paternidad, no afirmaré nada demasiado contundente a este respecto.
El pie se prepara con unos limones concretos que en Europa con difíciles de encontrar. Pero aun así, con los de aquí se puede elaborar una réplica excelente, al menos para los paladares no acostumbrados a la original. La masa mantecosa y con un punto salado, el relleno ácido y sabroso y la dulzura y la textura del merengue convierten a esta receta, cortesía de Mrs. Mónica Escudero, en un éxito aquí y en Lima.
Dificultad
Para cerebros de chantillí.
Ingredientes
Base
2 tazas de harina tamizada
150 gramos de mantequilla en pomada
1 huevo
Sal
Relleno
3 yemas de huevo medianas
1 bote de leche condensada de los pequeños (400-450 gramos)
La ralladura y el zumo de 3 limones
Merengue
3 claras de huevo medianas
3/4 de taza de azúcar glass
Preparación
1. Mezclar la harina con la mantequilla, el huevo y un pellizco de sal. Trabajar a mano o con un robot hasta que quede una masa lisa, envolver en plástico y reposar en la nevera una media hora.
2. Forrar un molde tipo quiche, pincharlo con un tenedor y meter en el horno precalentado a 180 grados unos 10 minutos.
3. Mientras, preparar el relleno mezclando las yemas de huevo con la leche condensada y el zumo y la ralladura de los limones, con cuidado de no llevarse la parte blanca porque amarga.
4. Mezclar con unas varillas, volcar sobre la base cocinada y devolver al horno 15 minutos más, bajando la temperatura a 150 grados.
5. Montar las claras a punto de nieve añadiendo el azúcar en dos veces, la primera a la mitad del proceso de montado y la segunda un poco después. Poner encima del relleno de limón con una lengua o boquilla y meter en el horno sin variar la temperatura unos 10 minutos más, o hasta que el merengue esté dorado. Dejar enfriar y acompañar, por ejemplo, con una bola de sorbete de limón.
February 19, 2013
Comer en casa cuando vas de viaje

Comida en casa de Vlad, 28 euros. / EATWITH
Que alguien me invite a comer a su casa cuando estoy de viaje es para mí una auténtica bendición. Cuando llevo unos días por ahí, empiezo a hartarme de tanto plato de restaurante, bocata de bar o picnic callejero / campestre improvisado, y suelo suspirar por una sana, simple y tranquila cena casera. Pero pocas veces eres tan afortunado como para conocer a personas que te abran las puertas de su casa y te dejen probar la cocina cotidiana del lugar en el que estás.
EatWith es una web nacida para personas a las que les pasa lo mismo que a mí. O para las que simplemente quieren vivir una experiencia gastronómica un poco más cercana que la que ofrecen los establecimientos convencionales. En ella puedes encontrar gente que ofrece comidas en sus casas con menús de lo más variopinto: desde cocina moderna de temporada hasta festines de platos típicos, pasando por maridajes con vinos locales o meriendas con bollería a cascoporro.
Los precios los decide el propio anfitrión, y oscilan entre los 20-30 euros de los menús más caseros a los 70-80 de las propuestas más elaboradas. Si quieres estar en el otro lado y sacar un pequeño rendimiento económico a tus artes culinarias, también puedes ofrecer tu casa a través de la web, que añadirá una comisión del 15% sobre tu tarifa a cambio de prestar la plataforma.
Por ahora la oferta de casas de EatWith se limita a Israel, país de donde es originaria, y a España, más concretamente a Barcelona. "En estos momentos somos un equipo de ocho personas, siete en Tel Aviv y una, en Barcelona", explica Guy Mitchlin, cofundador y consejero delegado de la empresa. "Sabíamos que teníamos que estar en Europa, la base de la gastronomía, y la capital catalana era un sitio obvio para empezar por la cantidad de turistas, buena comida y gente hospitalaria. Ahora estamos buscando personas para montarlo en otros países del continente".
EatWith nació hace año y medio en un viaje de Mitchlin a Creta (Grecia) con su mujer y su hija de seis meses. Como en todas sus vacaciones, buscaron sitios auténticos para comer y cayeron en un montón de trampas para turistas. Después de cuatro días en la isla, juró no padecer ni un mal suvlaki más, y a través de un conocido consiguió que les invitaran a comer a casa de una familia local, los Papadakis.
"La cena se convirtió en el momento estelar de nuestro viaje. La comida no tenía ningún parecido con lo que habíamos tomado en los restaurantes. La calidez de la gente, las recomendaciones que nos dieron para el resto del viaje y la experiencia en general fue algo que mi mujer y yo nunca olvidaremos". De vuelta a Israel, y de la mano de su socio tecnológico Shemer Schwarz, empezó a pensar en cómo replicar "ese momento mágico" de Creta para millones de personas alrededor del mundo, a través de una web que conectara a viajeros y nativos alrededor de una mesa.

Valeria ofrece una "comida relajada mediterránea". / EATWITH
EatWith está inspirada en sitios tan exitosos como AirBnB, donde puedes alquilar habitaciones en hogares particulares de todo el mundo. Pero por ahora, que yo sepa, es la primera plataforma que ofrece un servicio similar centrado en la comida. Todo parece perfecto... ¿pero qué pasa si en las casas te dan una birria de comida o te la cobran a precio de oro?
"Revisamos las fotos y el perfil de todos los anfitriones para asegurarnos de que tienen las características necesarias: una historia que contar y pasión por compartir su comida y sus vidas con otros", defiende Mitchlin. "Los anfitriones no son verificados hasta que un representante de EatWith ha comido en su casa. Tenemos un trabajo duro, pero queremos mantener la calidad".
La web tiene aún unos cuantos aspectos por mejorar. En los próximos meses sus responsables quieren incorporar un sistema de reservas instantáneas online -ahora mismo se hacen por teléfono o mail- y una funcionalidad para que tanto los viajeros como los que ofrecen la comida puedan puntuarse mutuamente. También prometen una próxima traducción al castellano y al catalán: en estos momentos, EatWith sólo está disponible en inglés.
Me pregunto qué pensarán las autoridades sanitarias de todo esto. Esas autoridades sanitarias que exigen decenas de requisitos a todo establecimiento que venda alimentos preparados, y que no sé yo si estarán muy contentas con la idea de una red de restaurantes caseros alternativos. "La cultura de compartir comida lleva décadas funcionando en todo el mundo, con cientos de sociedades gastronómicas funcionando en todo el mundo", responde Mitchlin. "Tiene mucha presencia en Barcelona y Madrid, y por supuesto en los txokos del País Vasco. Creemos que entre nuestro proceso interno de verificación, los seguros para los comensales y el feedback entre anfitriones y usuarios, éstos se sentirán seguros durante toda la experiencia con EatWith. Aun así, estamos todavía estudiando las leyes locales para asegurarnos de operar en un entorno legal".
February 18, 2013
Tzatziki de hinojo

Di no al 'salsiki'. / AINHOA GOMÀ
El tzatziki o tsatsiki no es una danza popular bielorrusa ni un deporte vasco, sino un aperitivo griego que cualquiera que haya viajado a la Hélade habrá probado. Sus ingredientes básicos son el yogur, el pepino y el ajo. Aunque estos dos últimos pueden causar una ciclogénesis explosiva en un estómago débil como el mío, nunca he podido resistirme a su atractivo: es sencillamente un plato perfecto para abrir boca.
En invierno, cuando el pepino no está en temporada, preparo algunas veces una versión con hinojo. El bulbo también pega muy bien con el yogur, y aunque no tiene ni de lejos tanta agua como la cucurbitácea, su sabor es aún más fresco. También sustituyo el ajo por menta, para intensificar aún más esa sensación. Si no has cocinado nunca hinojo, este plato puede ser una excelente introducción, porque resulta tan fácil de preparar como de comer.
Un último consejo: jamás de los jamases, ni aunque os estén torturando o estéis a punto de fallecer en el lecho de muerte, llaméis "salsiki" al tzatziki. Es más palurdo aún que decir "piza", "suchi" o escribir "tumaca".
Dificultad
Para personas que dicen "salsiki".
Ingredientes
Para 4 personas, como aperitivo
1 bulbo de hinojo grande o dos pequeños
200 g de yogur griego
1 cucharada de menta fresca picada
1/2 limón
Aceite de oliva virgen extra
Comino en polvo (opcional)
Sal y pimienta negra recién molida
Preparación
1. Cortar las ramas con hojas verdes del hinojo y reservarlas. Cortar el bulbo en juliana muy fina con un cuchillo afilado o mandolina. Salar, remover y dejar en un bol un cuarto de hora aproximadamente para que se ablande.
2. Mezclar el yogur, la menta, el zumo de limón, pimienta y una cucharada de aceite.
3. Secar un poco el hinojo con un paño o papel de cocina. Picarlo en grueso y añadirlo al yogur. Remover, corregir de sal y dejar que repose en la nevera un mínimo de media hora.
4. Servir con un chorrito de aceite por encima, comino en polvo si se quiere y las hojas del hinojo picadas. Se puede tomar con pan o como acompañamiento de unas bolitas de carne, por ejemplo.
February 17, 2013
De alimentos a consoladores

La máquina con la que siempre habías soñado. / FRANCESCO MORACKINI
No, no es un tema para todos los públicos. Pero algún día había que tratarlo. Así que si eres menor, estrecho o puritano es mejor que dejes de leer (aquí es donde imagino a todos los menores, estrechos y puritanos zambulléndose en la lectura con ese morbo que les caracteriza).
Desde que cultivó el primer pepino allá por el Neolítico, el ser humano ha llevado a cabo ciertas prácticas con éste y otros productos que poco tienen que ver con la nutrición. Calabacines, zanahorias o plátanos con forma fálica han sido utilizados toda la vida como juguetes sexuales por hombres y mujeres sedientos de placer. El problema viene cuando la forma de dichas frutas y verduras no es exactamente la que mejor se adapta a nuestra anatomía. O cuando no tenemos más que un trozo de queso en la nevera. Y es ahí donde la moderna tecnología debe venir en nuestro rescate.
El diseñador afincado en Viena Francesco Morackini acaba de idear un artefacto capaz de transformar cualquier alimento en un maravilloso consolador. De hecho, puede transformar también velas o trozos de madera, pero como éste es un blog de comida (ejem), nos centraremos en los usos vegetales y animales. Inspirado en un legendario diseño de los años treinta de Raymond Loewy, el Dildomaker funciona como una especie de sacapuntas capaz de tornear verduras, patatas o embutidos para otorgarles la mágica forma del pene. Para los materiales blandos, como las salchichas, Morackini recomienda una congelación previa del producto para obtener resultados óptimos.
Enmarcarlos no es obligatorio. / FRANCESCO MORACKINI
Como suelen hacer muchos diseñadores, el inventor ha tratado de darle una coartada intelectual al artefacto. "Jugando con el cliché de 'el sexo vende', la intención del Dildomaker es darle a los usuarios lo que realmente quieren: 'placer', y más concretamente, 'placer sexual", escribe en su web. "El Dildomaker es sólo una herramienta que no da placer directamente. La distancia creada aquí a propósito trata de plantear preguntas sobre nuestra relación con los productos manufacturados". Pues vale.
Antes de que los más viciosos saquéis la tarjeta de crédito y corráis a
buscar dónde se vende, os decepcionaré anunciando que por ahora el
Dildomaker es sólo un prototipo. Todavía falta que algún fabricante se anime a producirlo. En cualquier caso, creo que es una gran idea, y que en estos tiempos de crisis económica podría ser un exitazo. Siempre se ha dicho que los vegetales eran los consoladores del pobre, y un artilugio como éste nos podría ayudar a elaborar réplicas caseras baratas de los lujosos dildos que se venden en tiendas y tuppersexes. Y más ecológicos, siempre que usemos verdura local y de temporada.

Objetos con los que podrías utilizar el Dildomaker. / FRANCESCO MORACKINI
El Dildomaker también podría prevenir algunas lesiones que se producen con la inserción en el cuerpo de vegetales de tamaño o forma incorrectas. Reíos, pero según me contaba hace algún tiempo una enfermera, los hospitales atienden con relativa frecuencia a personas con toda clase de alimentos introducidos en sus rectos y vaginas. Y es que antes de darse gustito con un calabacín o una morcillaca, es conveniente seguir las recomendaciones de los expertos, que resumo como colofón de este apasionante artículo: no elijas ejemplares ni demasiado grandes (si no eres una experimentada actriz porno, puedes hacerte daño) ni demasiado pequeños (un descuido y se irán para adentro), y recúbrelos siempre con un preservativo lubricado, porque las verduras pueden tener bacterias o pesticidas que acaben montándote un sindiós en las mucosas. Ah, y antes de tener sexo con tu producto favorito, vigila que no te puedan pillar tus padres, tus hijos o tu pareja.
February 13, 2013
Desayuno para amantes

De Nochevieja a San Valentín. / VICENS GIMÉNEZ
Seré poco romántico, pero creo que en mi vida he celebrado San Valentín. Siempre me ha parecido una cursilada de tomo y lomo, que queda muy bien en las películas americanas pero suena ridícula en un país en el que cuenta con escasa tradición como España.
Sin embargo, este año estoy decidido a festejar el día de los enamorados, al menos en el blog. No es que se me haya reblandecido el corazón (y el seso): es que me he acordado de que tengo unas recetillas que nunca se han publicado en internet que vienen al pelo para esta fecha. Formaron parte de un reportaje de desayunos pos-fiesta que hicimos Mònica Escudero y yo para El País Semanal (de ahí las serpentinas y el confeti de la foto), pero por su carácter lujoso y lujurioso las veo especialmente indicadas para la mañana posterior a una noche de fornicio con tu pareja.
Los que no chusquen también pueden prepararse este festín, por supuesto: está buenísimo de todas formas.
OSTRAS CON VINAGRETA DE CEBOLLETA Y CHILE
Ingredientes
Para 1 persona
6 ostras vivas
3 cucharadas de vinagre de jerez
1 cebolleta o un manojo de cebollino
Chiles frescos
Sal gruesa o hielo picado
Preparación
Mezclar el vinagre con el tallo de la cebolleta o el cebollino finamente picados. Abrir las ostras, disponer sobre hielo picado o sal gruesa y disponer dentro de la concha la vinagreta y una fina rodaja de chile en cada una. Servir y consumir rápidamente.
POMELO CHINO Y PIÑA PICANTES
Ingredientes
Para 1 persona
3 o 4 gajos de pomelo chino
2 rebanadas de piña natural
Salsa Valentina en polvo o tabasco, zumo de lima y sal
Preparación
Pelar el pomelo a lo vivo y trocearlo. Pelar la piña y cortarla, ponerla en un plato o bol con el pomelo y espolvorear con salsa Valentina en polvo. Si no se tiene esta salsa a mano, se puede mezclar tabasco y zumo de lima y espolvorear con sal.
MIMOSA
Ingredientes
Para 1 persona
1/2 copa de zumo de naranja natural frío
1/2 copa de cava o champán helado
Preparación
Mezclar el cava o el champagne y el zumo de naranja en la misma copa de servir. Si se prepara el zumo en el momento, es importante que las naranjas están bien frías. Se puede decorar con una tira de piel de naranja.
February 12, 2013
Cómo vivir (y comer) bien con muy poco dinero

Stefania Rossini, la nueva Yerbas. / FACEBOOK
Stefania
Rossini, su marido y sus tres hijos viven (descontando alquileres y
otros gastos fijos, como los suministros) con solo cinco euros al día.
“Pues vaya cosa”, diréis. “¿Cuántas familias viven ahora mismo en España
con cinco euros (o menos) al día? Las cosas están fatal, bla bla bla...”.
Cierto, pero hay una diferencia: Stefania no se considera una víctima de
la crisis, sino de una sociedad (la italiana) que hace casi imposible
la conciliación laboral con la vida personal.
Cuando su padre, que se
encargaba de cuidar a sus tres hijos mientras ella trabajaba, falleció,
se dio cuenta de que su trabajo le acabaría obligando a contratar a
alguien para cuidar de sus pequeños. Después de hacer cuentas (y
descubrir que no le permitían trabajar a media jornada) decidió dejar su
trabajo para convertirse en ama de casa, con lo que la familia al
completo pasaría a contar solo con el sueldo del padre, obrero
metalúrgico. Y ahí empezó el estilo de vida low cost que le ha llevado a la fama gracias a su blog Natural-mente-stefy. El libro derivado del mismo, Vivir 5 personas con 5 euros al día, ha sido un exitazo en Italia, y ahora se acaba de publicar en España.
Aunque la cosa huela ligeramente a new age
y Stefy, a gurú de la vida sencilla, no deja de tener razón en algunas
cosas: una, reciclar es bueno para la economía familiar y para el medio
ambiente; y dos, las cosas hechas en casa suelen ser más baratas y mejores que las que se han hecho mediante procesos industriales. Y sin
llegar al extremo de apuntarme a su plan de utilizar “un vasito de
vinagre en lugar de suavizante en la lavadora” (tampoco veo mucho la
diferencia de precio, y no me atrae la idea de ir por el mundo oliendo a
ensalada), es difícil no dejarse seducir por algunas de sus ideas para
hacer manualidades divertidas
con objetos reciclados y no alucinar con el partido que les saca a
algunas cosas con su filosofía de “aquí no se tira nada”. Por ejemplo, con un poco de soja y unos limones
(coste total, 2,5 euros, un café y un curasán en casi cualquier bar
español) fabrica tofu casero, unas galletas, un té y detergente: chúpate esa.
Con su pasión por el ganchillo tal vez me siento un poco menos identificado, pero todo se andará. Tampoco me veo haciéndome un tónico facial de naranja,
pero vamos, que no hace falta que estemos de acuerdo en todo para que -glups-
me pueda tomar un kéfir con galletas de arroz siguiendo sus enseñanzas.
Es
cierto que para optimizar sus ingresos Stefania y su familia se mudaron
a vivir al campo, donde cultiva gran parte de las verduras y hierbas
aromáticas que consumen, además de tener algunas gallinas y patos que
les proporcionan huevos, que no carne ya que son vegetarianos–. Pero
ella asegura que un 90% de lo que propone en el libro se puede llevar a
cabo sin problemas en un piso con terraza. Y si lo que te preocupa es la
falta de tiempo, tampoco es excusa: con una inversión de unas tres
horas semanales se pueden cubrir parte de las necesidades humanas
mediante autoabastecimiento.
La organización es básica para vivir la
vida de bajo coste y
no morir en el intento: hacer la leche de soja, el arroz o el pan una vez a la semana y congelarlos
(el pan casero aguanta mucho mejor ese proceso que las baguettes
precocinadas del súper) es uno de sus trucos. ¿Y para las cosas que no se pueden fabricar, como
el material escolar o la ropa? Pues hasta eso tiene una solución en la
que el dinero no participa: un sistema milenario llamado trueque, a
través del cual Stefani cambia los bolis y carpetas que usa su prole por
la bisutería de ganchillo que ella misma teje.
Y
para que empecéis a autoabasteceros los desayunos y las meriendas, ahí
va una receta de galletas sencillas y con muy buena pinta sacada del
blog de Stefania, cuyo coste total debe rondar los dos euros (ella pone
1,5 pero no lo tengo yo muy claro...).
Ingredientes
350 gramos de mantequilla
420 gramos de harina
160 gramos de azúcar moreno
Una pizca de sal
Dos puñados de virutas de chocolate, que se consiguen rallando unas 4 pastillas del mismo
Un chorrito de leche (si es necesario)
Preparación
1.
Combinar todos los ingredientes, mezclarlos bien con las manos o una
amasadora. Si queda demasiado difícil de manejar, añadir un chorrito de
leche, muy poco a poco.
2.
Esto no lo dice en el blog, pero si queréis darles formas es mejor
reposar la masa en la nevera durante una hora. Si no, hacer bolitas, aplastarlas con las manos y saltarse el punto 4.
3. Precalentar el horno a 180º.
4.
Extender la masa sobre una superficie enharinada y cortar con los
cortapastas. Disponer sobre una bandeja de horno y hornear unos 15
minutos, dependiendo del horno.
February 11, 2013
Croquetones ibéricos
Bares, qué lugares. Hay muchos por todas partes (en España, uno por cada 167
habitantes, ahí es nada), pero sitios donde se coma bien, te traten aún
mejor y encima no tengan reparos en contarte los secretos de sus
fogones no son sencillos de encontrar. Uno de ellos es La Pepita,
un local situado donde el barrio de Gràcia de Barcelona pierde su nombre y regentado
por Sergio (a las sartenes) y Sofía (en la sala).
Todas sus tapas (la
ensaladilla rusa, los mejillones en escabeche con boniato, las
verduritas con romesco) y las pepitas, esa versión sofisticada del
clásico pepito de ternera que se acompaña de foie, calçots, berenjena y
otras delicias de temporada, están hechas con cariño, y eso se nota.
Pero sus croquetas... En un momento en el que cualquier masa
pétrea y con sabor a harina cruda, a polvos o comprada en los congelados
de la esquina a granel es llamada croqueta sin que se le caiga la cara
de vergüenza al camarero de turno, encontrarse una con la textura y el
sabor correctos da ganas de hacer la ola. Y si encima la croqueta es un
croquetón y va cubierta de jamón ibérico, como su Very Important
Croquette, ya es para ponerse de rodillas.
Esta receta es un homenaje a
esa croqueta (podéis llamarla LA croqueta), con truquito revelado por
Sofía a mi amiga Mònica Escudero, que me inició en el culto a este producto: infusionar la leche con unos huesos de jamón. Yo no tuve
que añadir sal a la bechamel (el jamón y los huesos ya le dieron
bastante vidilla a la bechamel), pero la pongo como ingrediente por si
alguien tiene que rectificarla.
Dificultad
Necesita tiempo y algo de mimo, fácil-fácil no es.
Ingredientes
100 gramos de harina
100 gramos de mantequilla
1 litro de leche entera
1 cebolla
2 huesos de jamón ibérico
200 gramos de jamón ibérico picado
Nuez moscada
Huevo
Pan rallado
Lascas de jamón ibérico para cubrir la croqueta (opcional)
Aceite de oliva suave para freír
Sal y pimienta negra en grano
Preparación
1.
Poner en el fuego a potencia media la leche con los huesos de jamón y
la pimienta. Cuando esté caliente bajar al mínimo e infusionar durante
media hora o 40 minutos, dependiendo de la cantidad de grasa y carne que
tengan los huesos. Colar la leche, aromatizar con nuez moscada y
reservar en caliente.
2.
En una olla, calentar la mantequilla a fuego suave y añadir la cebolla
picada fina. Cuando esté transparente, añadir el jamón y saltear unos
segundos. Acto seguido, añadir la harina y cocerla unos minutos.
Es importante que la harina se tueste bien, pero que no se queme, así
que hay que hacerlo con el fuego bajo y revolviendo constantemente.
3.
Sin subir el fuego, añadir la leche caliente y revolver con unas varillas para
que no queden grumos hasta que la bechamel espese. Volcar en
una fuente y dejar enfriar (cuanto más fría esté la masa mejor, de un
día para otro está perfecta).
4.
Hacer porciones con la masa (el tamaño depende de cuándo y cómo se
quieran comer, si son para aperitivo las pequeñitas irán mejor, si se
quieren recubrir con jamón es mejor hacer un “croquetón”), rebozarlas en
huevo y pan rallado y freírlas en aceite de oliva bien caliente en tandas pequeñas.
Escurrir sobre papel de cocina y servir calientes, cubiertas si se
quiere con unas lascas de jamón ibérico.
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