Mikel López Iturriaga's Blog, page 52
April 11, 2013
Aló, Comidista: "¿Se puede usar zumo de pera para cocer un arroz?"
El consultorio gastronómico-psiquiátrico Aló, Comidista se publica uno de cada dos viernes, salvo
festivos, puentes y bajas por enfermedad. Envía ya tus dudas, tus
problemas, tus complejos y tus paranoias a
elcomidista[arroba]gmail.com. No dejes escapar la oportunidad: te puede
cambiar la vida.
Anna: ¡Hola Mikel! Muchas veces he escuchado que la
coca-cola de algunos locales o eventos musicales estaba hecha "de
polvitos", mezclada con agua. Nunca llegué a averiguar si era cierto o
un bulo que me contaron cuando era una tierna adolescente. Pues bien,
los japoneses lo han llevado al siguiente nivel: hamburguesa con queso y
patatas....¡de polvitos!
Querida Anna, la coca-cola de la que hablas no está hecha "de polvitos". La empresa elabora un jarabe concentrado que vende a los embotelladores españoles, y éstos añaden el agua y el carbónico para fabricar la bebida. En el caso de los grifos, el jarabe es el mismo, solo que la mezcla se hace en directo en el local en vez de una planta de producción. En cuanto a la hamburguesa de sobre, es el ejemplo perfecto de comida sana, equilibrada y nutritiva. Además, la información del vídeo aclara que no contiene ni colorantes artificiales ni conservantes, así que es perfectamente natural.
Josu: Epaaa! Zorionak zure blogagatik, Mikel! Bejondeizula! Eguna alaitzen diozu edozeini! No sé si hablas euskera, pero si es que sí, no sabes el éxito que
tendrías con un blog o lo que fuese en esa lengua. ¡A ver si te animas!
Segunda cuestión: teniendo en cuenta el precio del pescado, en casa
tiramos bastante de trucha. Pero nos empieza a aburrir la receta de
relleno de jamón... ¿no tendrás alguna otra receta 'kuttuna' para variar? Eskerrik asko eta jarraitu orain arte bezala!
Querido Josu, gracias por las felicitaciones. Si fuera la delegada del Gobierno en Madrid, pensaría que esta pregunta es ETA, pero como no lo soy, te responderé encantado. Nada me gustaría más que saber euskera, pero después de años estudiándolo en el colegio, en la universidad y en un par de cursillos, tiré la toalla: creo que tengo la mollera demasiado dura para una lengua tan distinta a la mía materna, que es el castellano. Sí uso con frecuencia unas cuantas palabras a las que les tengo mucho cariño, como txoriburu (cabeza de chorlito), sinsorgo (insustancial), txoritoki (algo así como palomar, aplicado a cualquier lugar o estancia enanos) o saski-naski (revoltijo desastroso, muy aplicable a algunas de mis creaciones culinarias). En cuanto a la trucha, ¿has probado a marinarla? Es tirado de hacer: sólo tienes que desespinarla, enterrarla con una mezcla de sal y azúcar en la nevera un día entero, y después limpiarla bien, filetearla y aliñarla con lo que más te guste, como si fuera salmón: huevo cocido picado, alcaparras, cebollitas, pepinillos... También está buenísima cortándola cruda en plan sashimi, dejándola unos 20 minutos con salsa de soja, un chorrito de vinagre de arroz y un poquito de azúcar, y después tomarla acompañada de arroz blanco.
Aida: El buen
tiempo está a punto de llegar, y con él los festivales de música. Lo pasamos genial,
pero entre los inconvenientes de este tipo de eventos se encuentra la
comida, que suele consistir en pan de molde con algún fiambre o una
ensalada de pasta de 3 kg con latas de lo que sea. ¿Podrías proponernos
algún plato que aguante en una nevera de camping, que dé para muchos
comensales y no sea muy complicado?
Querida Aida, ¿por qué no practicas la dieta del festivalero, como todo bicho viviente? Sí, la que consiste en alimentarse de cerveza, alpiste y esa sal del Himalaya que se vende en bolsitas y se chupa con el dedo... Ah, ya entiendo: debes de ser la típica rarita que quiere destacar haciendo cosas extrañas como comer. En fin, para dar el golpe en el Guarricassim de turno, apuesta por el bulgur o el cuscús. Se hace en un pispás con agua caliente, y le puedes añadir todo tipo de verduras frescas picadas (tomate, pepino, calabacín, pimiento), frutos secos (almendras, pasas) garbanzos de bote, hierbas a cascoporro (perejil, menta, albahaca, cilantro), bonito o anchoas de lata, o incluso algún embutido o fiambre. Lo aliñas con aceite, zumo de limón, sal y pimienta, y a correr.
Víctor: Seguro que conoces este tipo de simuladores para cocinar, pero por si no...
Querido
Víctor, no los conocía, y sinceramente, me parece una de las cosas más
absurdas que he visto en el último milenio. ¿Qué ventaja educativa
presenta un trasto así frente a una cocina normal, salvo que se
entretengan creándolo unos cuantos programadores pajilleros en Japón?
¿Tan caras están las chuletas allá que necesitan un simulador para
evitar su uso? ¿Conocen estos señores una cosilla llamada OLFATO, que
suele venir bien cuando cocinas? ¿Por qué no dedican su inteligencia y
sus conocimientos tecnológicos a fabricar algo más útil?
Melani: Necesito muchas noticias de economía.
Querida Melani, lo primero, tranquilízate y deja ese cuchillo, te puedes hacer daño con él. Yo no puedo darte noticias de economía, lo siento. Éste es un blog sobre comida. Pero no te preocupes: si llamas a la enfermera y le dices que estás un poco nerviosa y que las necesitas, ella te las dará. ¡Hay muchas noticias de economía en el mundo y tendrás todas las que quieras, ya verás!
Julio: En S Moda dicen dicen que tu blog nació por el "furor 'hipster' por la gastronomía". ¿Estás de acuerdo?
Querido Julio, cuando empecé con el blog ni sabía lo que era un hipster, así que dudo mucho que su nacimiento se pueda atribuir a ningún furor gastronómico propio de esa clase de seres humanos. Imagino que lo que quieren decir en SModa es que El Comidista tiene cierto predicamento entre el hipsterismo, lo cual, siendo sincero, me resulta de lo más halagador. Si es verdad que conecto con un público unos 200 años más joven que yo, y que me leen personas barbudas con camisas de cuadros y jerseis rancios en vez de canis con chándal o pijos de pulserita de colorines y camisa de Ralph Lauren, ¿por qué me voy a quejar?

Antes de leer El Comidista.

Después de leer El Comidista.
Alejandro: ¿Cómo
hacen los restaurantes para servirte un risotto en 5 minutos como si estuviera recién hecho? ¿Está precocido? ¿O pre-algo?
Lo
digo por si el secreto puede compartirse con aquellos mortales por
temas laborales no pueden extenderse cocinando lo que les gustaría.
Querido Alejandro, me gusta el concepto de "pre-algo", es muy específico. El truco de algunos restaurantes es cocer el arroz unos 8 o 10 minutos y enfriarlo lo más rápido posible para detener la cocción extendiéndolo en una bandeja. Cuando algún cliente lo pide, terminan de hacerlo con un poco más de caldo, la mantequilla y el parmesano. ¿Si queda igual? Pues sinceramente, no lo sé: mi instinto me dice que no, pero nunca he hecho la prueba.
Sara: He visto esto en Pinterest (no soy una cupcakelover, que conste) y he pensado: carne de El Comidista. No sé qué es y no se si quiero saberlo.
Querida Sara, muchas gracias por tu envío, me encanta. Algo me dice que esta chica era un poquito ligera de cascos, y que estaba más interesada en enseñar las mamellas a los hombres que en promocionar la gastronomía hispana cantando. A todo esto, ¿por qué se está bebiendo a cucharadas la salsa que ponen en los mexicanos para los tacos? ¡Que te va a sentar mal tanto picante, bruta!
Isabel: De entrada, muchas gracias por la
receta del risotto de calabaza y queso azul. La hice ayer y mis
compañeros franceses, que son muy exigentes, dijeron que estaba
"bastante" buena, a pesar de que el romero les parecía insuficiente (¡!)
y le hubieran echado pimienta blanca. Sin embargo, para hacer el
risotto compré un paquete de guindillas rojas al que no sé qué destino
dar. ¿Existe alguna receta vegetariana u otra forma de utilización para
que las pobres no acaben en la basura?
Querida Isabel, diles a tus amigos franceses que sí, que le hace falta más romero para que en vez de un risotto parezca que te estás comiendo un cacho de jabón. Las guindillas las puedes usar en cientos de platos orientales o latinoamericanos, desde unos fideos, un arroz o un wok hasta un cebiche. También molan para elaborar aceites picantes caseros: no tienes más que lavarlas, secarlas bien y sumergirlas en la grasa durante unos cuantos días, cuidando que siempre estén totalmente cubiertos. Estas recomendaciones vienen de Mònica Escudero, una persona con un problema de adicción a los chiles tan grave que cualquier día se los echa en el colacao, así que tómalas en serio.
Stefano: Mikel, ¿qué piensas de esto? ¿Cómo se te queda el cuerpo?
Querido Stefano, ¿pero qué invento es esto? ¿Un ritual satánico? ¿Las escenas nunca vistas de Alien? Ah no, que es un "pollo en arcilla". Bueno, no sé, no me parece tan mal. Si eres una jipitrusca y vives en un pueblo abandonado ordeñando cabras y haciendo cerámicas, ¿por qué no vas a envolver un bicho en barro para asarlo y que quede jugosito? Es más chulo y creativo que hacer cupcakes, las malenis deberían tomar nota.
Uambientologos: Llevaba mucho tiempo deseando
escribirte (y otras cosas...). Cuando estudiaba en la universidad,
siempre había dos fuertes disputas dentro de mi grupo de amigos, que aún
hoy en día siguen latentes. La culinaria: las personas a las que no les gusta
el yogur natural, sino que toman de esos con sabor a fresa, a
muesli, etcétera, ¿pueden afirmar que les gusta el yogur? La afectivo-sexual: supongo que habrás visto 'Mi vida
sin mí' (para quien no, no siga leyendo, aquí hay un spoiler), ¿qué
opinas sobre que Ann, la protagonista, se acueste con el tío de la
lavandería con la excusa del cáncer? Yo opino que está muy bien, pero
otros dicen que no.
Querido Uambientólogos, por tu apodo y por tus ganas de zumbar conmigo asumo que eres gaylor, y por tus preguntas deduzco que tú y tus amigos os tirásteis toda la universidad preguntándoos tonterías en vez de estudiar. Bien, respecto a tu primera pregunta, soy de los que piensan que de la misma forma que bailar de lejos no es bailar, el yogur de sabores no es yogur, sino más bien una mierda un alimento procesado pensado para seducir a niños maniáticos. No voy a negar que de pequeño me encantaban, pero si los tomas después de haber cumplido los 12 años, es que tienes un issue, como dicen los anglosajones. Respecto a la película, ¿qué clase de amigos tienes? ¿Por qué se creen con derecho a condenar a alguien que se está muriendo de cáncer por darse una alegría sexual? Si yo hubiera sido Ann, no sólo me habría tirado al de la lavandería, sino a todos los equipos de rugby del estado.
Gonzalo: Soy un chavalito de 25 años bisexual de Barcelona por el que
perderías la cabeza. Al lío: he llegado de fiesta hace un rato, y como
tenía más hambre que los perros de Julián he decidido hacerme un arroz.
He hecho un sofrito de verduras y pollo, y para cocer el arroz tenia muy
poco caldo de pollo y verduras, así que en vez de echarle agua me he
animado a echarle zumo de pera y un poco de curry y queso de cabra. Como
se me pegaba lo removia todo el rato y me ha quedado una textura muy
melosa. El caso es que este plato que he decidido llamar "arroz de
granja y huerta cocido en dos tiempos con salsa de pera y queso de
cabra" (cocido en dos tiempos porque el fuego se apagó entre medias) me
ha salido rico no, lo siguiente, ñam. ¿Esto de cocinar con zumos me lo
he inventado yo y lo puedo patentar o es un 'must' en la cocina?
Querido Gonzalo, cuando he leído "soy un chavalito bisexual de Barcelona por el que perderías la cabeza" he pensado por un momento que estaba en Gaydar y no en El Comidista. Supongo que cada vez me cuesta más distinguirlos. No sé si creerme mucho lo de tu edad, porque lo de "más hambre que los perros de Julián" me suena un poco a mi abuela. ¿Seguro que no eres una transexual de 60 años? Mira que luego vienen las decepciones... En fin, "al lío", como dices tú. Lo de echar zumo para cocer el arroz lo había visto en alguna receta india, pero con naranja y limón, nunca con pera. No me parece una mala idea, siempre que lo hagas con moderación -es decir, que el zumo sea una pequeña parte del líquido y el resto, agua o caldo- y que la presencia de la fruta tenga un sentido porque combine con el resto de ingredientes. Es decir, pera en un risotto con queso de cabra o parmesano, bien. Pera en una paella marinera, pues mal.

Gonzalo en Gaydar.

¿Gonzalo en la realidad?
Miguel Ángel: He visto una foto que has colgado de un pinchaco de tortilla de un bar de Bilbao y me has dado mucha envidia (sana). Llevo tres años viviendo en el país donde peor se come del mundo, Bélgica, y cada vez que vuelvo a España mi objetivo número 1 no es visitar a mi familia sino calmar este dolor de papilas gustativas que tengo. En un mes voy a estar tres días en Bilbao por trabajo. No te pido una guía gastronómica que se que eres un tipo ocupado; pero, ¿podrías recomendarme un par de sitios para comer?
Querido Miguel Ángel, si quieres darte un homenaje, pero a lo grande, tienes dos opciones: el Mina y el Nerua. Ambos son un festival de vanguardia, técnica e imaginación aplicada a la cocina vasca. Eso sí, baratos no son. En plan más intermedio, tienes el Bascook. Y muy asequible, el Hatari. De pintxos, a mí me gustan el Sotera por las anchoas albardadas, el Alameda por las filipadas, el Ramona, y el Ízaro por la tortilla. En el Casco Viejo, tienes muchos para elegir en la calle Santa María y en la Plaza Nueva. Ah, y los bocadillitos de bonito con pimiento del Maracay.
Teresa: Mis amigos y yo estamos divididos en cuanto a los ingredientes de la sopa castellana. Para unos, la base fundamental es cebolla, pan y huevo. Y para otros ajo, pan y pimentón. Todas las variedades están buenísimas, pero por lo que dice internet la sopa de cebolla es más francesa. ¿Hay alguna receta de sopa castellana "ortodoxa"?
Querida Teresa, qué pregunta tan primaveral... Es justo lo que apetece ahora que empieza el calorcito, una sopa castellana. Hasta donde yo sé, este plato lleva pan, ajo y productos cerdunos varios. Claro que Castilla es muy grande y quizá en algunos sitios se haga con cebolla, no lo sé. En mis libros viejunos de cocina no aparece la sopa castellana por ninguna parte, así que me da que la denominación es relativamente reciente. Imagino que se crearía para no decir "sopa de ajo con tocino" que suena muy gañán. A mí la receta de sopa castellana que más me gusta es la que me pasaron Especialistas Secundarios para mi último libro. Sobre todo su recomendación final: "Si no tuvieras alguno de los ingredientes de la receta, improvisa y sustitúyelo por otro. Así, si no tienes caldo de carne utiliza tónica, si también te falta el pimentón reemplázalo por ginebra, y el pan lo puedes sustituir por hielo, el huevo por una rodaja de limón y el ajo por una de pepino. Esta mezcla mejor la sirves en vaso de tubo o copa balón si eres moderno. Eso sí, sigue llamándolo sopa castellana. ¡Buen provecho!".
Felipe: ¿Exactamente por qué eres tan borde y maleducado? La gente que te pregunta cómo cocinar un alimento o cómo preparar un determinado plato no lo hace porque no sepa utilizar Google, Yahoo o Bing. Lo hacen solamente porque no saben cual de los 357.000 resultados que aparecen va a resultar exitoso. Tal y como has dicho en tu artículo sobre el gluten, a la gente le gusta hacer seguidismo de las cosas que dicen y hacen los famosetes como tú. Deberías disculparte.
Querido Felipe, antes de responderte, una pregunta: ¿todavía hay personas que utilizan Yahoo para buscar? Pensaba que era una raza extinguida en 2005... ¿Y qué es Bing? Ah, sí, el buscador de Microsoft, vaaaaale. A ver, soy borde y maleducado porque el mundo me ha hecho así. La culpa no es mía, es de la sociedad. Aunque siendo del todo sincero, mi carácter destemplado está bastante relacionado con mis frustraciones sexuales: soy el clásico amargado que no chusca lo suficiente. Y encima el problema se agrava en épocas como la primavera, en las que, como dice mi amigo Jordi Luque, uno se pone "folloso". Vosotros, los lectores, pagáis el pato, pero reconoce que yo también doy mucho a cambio: por ejemplo, todas las neuronas que pierdo respondiendo este consultorio y que jamás volverán. Espero que lo entendáis y que perdonéis mi insolencia.
Bea: Cuando llega la temporada de invierno algo sucede en los
bares de Bilbao, dónde resido. Llega el maravilloso momento del arte
abstracto vía Word y Paint alertando del famoso "Hay caldo". La cuestión
es que una ha querido hacerse experta desde hace unos años en la
degustación de este maravilloso manjar caliente, pero llega un punto en
el que entro a un bar y si veo un cartel lo tengo que sacar una foto, y
hasta tal punto ha llegado la obsesión que tengo a media pandilla y
oficina de corresponsales como puedes ver aquí. Y ya, hasta entiendo y sé diferenciar entre guarradas de extarlux
y caldos caseros auténticos. Pero es que además, si "hay caldo" es que
me da vergüenza, pero paso de tomar cañas o vinos. ¿Qué me está pasando?
¿Por qué en verano no encuentro un sustituto veraniego vasco que
también pueda encontrar en los bares vascos como se lleva la sangría en
otros lados? ¿Se te ocurre algo que calme mi sed de
producto casero?
Querida Bea,
te felicito: sólo a una persona muy transtornada se le ocurriría la
genialidad de montar un tumblr de carteles de "hay caldo". Soy fans
tuyo desde ya. Las preguntas locas que haces, escribir "extarlux" y
repetir "vasco", "vasco" y "vasco" todo el rato tampoco apuntan a una
gran estabilidad mental, así que veo claro tu futuro en el psiquiátrico
de Zamudio, que la López-Ibor te queda un poco lejos. Hasta que tu
familia o los servicios sociales tomen cartas en el asunto y vengan a
buscarte con la camisa de fuerza que estás pidiendo a gritos, te
recomendaría que tomaras gazpacho. Ya sé que no es muy vasco, pero
no se me ocurre ninguna sopa fría típica de Más Allá del Muro.

Arte popular.
Lady Croqueta: El otro día nos dio por hacer croquetas en casa y después de dejar enfriar la bechamel descubrimos que, ¡oh, no!, estaba demasiado líquida. Leímos algunas sugerencias en Google: una decía que añadiésemos copos de puré de patata. Como no teníamos de eso, decidimos cocer las cuatro patatas que teníamos entre todos, machacarlas y añadírselas a la bechamel. Resultaron ser pocas patatas. Leímos otro remedio, esta vez que echásemos harina sin más. Creímos que el sabor a harina cruda no nos gustaba y le agregamos pan rallado hasta que vimos que eso se podía moldear. Probamos y el sabor seguía bien, pero al ir a pasarlas por huevo se deshacían, así que las rebozamos en más pan rallado solo y las freímos. Y salieron aceptables. Pero, ¿qué recomiendas hacer tú cuando la mezcla salga demasiado líquida?
Querida Lady Croqueta, patatas cocidas, pan
rallado, más pan rallado... ¿no teníais un poco de cemento por casa para
echárselo a la masa? Porque fue lo único que os faltó. Antes de añadirle la primera marranada que te recomienden por internet, te sugiero que utilices el sentido común. ¿Cómo se puede espesar algo? Pues o reduciendo la cantidad de agua que lleve, o añadiendo más contenido del espesante en cuestión. Para lo primero, puedes recocer la bechamel, teniendo en cuenta que deberás moverla constantemente para que no hierva y sólo humee. Para lo segundo, como bien dices la harina no se puede echar cruda, así que deberás cocerla antes con la misma cantidad de mantequilla a fuego suave unos 10 minutos. Luego vas incorporando poco a poco la bechamel líquida y mezclando sin parar. De todas formas, ten en cuenta que la masa de las croquetas no debe de ser un mazacote, y debe costar un poco trabajarla con las manos. ¡Así se fundirá en la boca una vez frita!
Luisa: Mi madre es de las de usar aceite, sobre todo de oliva, a cascoporro. Ella dice que las croquetas hay que freírlas en litros y litros de aceite, que si no "no se hacen por dentro". Yo las frío en muy poco aceite en una sartén y quedan la mar de bien, y creo que sí que absorben más aceite si les pones más. Sácanos de nuestras dudas, por favor.
Querida Luisa, qué pesaditas estáis hoy con las croquetas. A ver, los ortodoxos de la fritura le darán la razón a tu madre. Y desde luego no es cierto que porque pongas más aceite vayan a quedar grasientas: eso depende de que la temperatura sea la correcta, no de la cantidad de materia grasa. Sin embargo, a mí me gustan las croquetas fritas en sartén. No racaneando el aceite como tú, pero sí de tal forma que haya que darles la vuelta. Como el calor de la sartén les llega muy directamente, casi como si estuvieran en la plancha, quedan muy crujientes. Lo de que se hagan por dentro es una tontería: la masa de las croquetas debe estar bien cocinada antes de la fritura, y con que se caliente sin más, es suficiente.
Xan & la Nuri: Somos una pareja que vive en los USA. Que sepas que nos alegras los viernes quincenales, porque nos hemos convertido en unos foodies (sin pijería). Para muestra una ensalada. En Estados Unidos todos los productos tienen que ser pasteurizados, con lo cual los sabores de jamón, quesos, embutidos varios, se deterioran bastante. Además de la típica tortilla de patatas ¿se te ocurre alguna tapa 'typical spanish' original para impresionar a colegas de diferentes culturas? Gracias por tu respuesta, y por favor no hagas el blog mensual, los vaciles son buenísimos, ya sabes que nos gusta la carnaza también.
Queridos Xan & la Nuri, no sé de dónde os habéis sacado lo de que voy a "hacer el blog mensual", pero la idea me resulta muy atractiva. O ya puestos, trimestral: una entrada para cada estación, y a correr. Se lo propondré a los responsables de EL PAÍS, a ver qué opinan. Muchas gracias por la foto, es un floripondio precioso. Y qué buena idea la de ponerle cebolla pochada a una ensalada... sólo le faltan unos mejillones para ser alta cocina. Para impresionar a los gringos yo apostaría por unas aceitunas aliñadas, unos croquetones ibéricos, unas sardinas en aceite caseras, unas alcachofas confitadas con huevo y anchoa o unas papas con pimiento verde. Todo muy tapero y muy de aquí.
Juan: Me siento un poco monguer preguntándote esto vía 'Aló comidista' en vez de abusar de nuestra amistad y hacerlo directamente por telegrama, pero no consigo encontrar una definición de monguer que no deje resquicios a las dudas. Me sería muy útil si tú, que usas el término con una frecuencia que denota mucho conocimiento, me lo pudieras explicar de manera sencilla, sobre todo para contestar a la mucha gente que me lo llama a mí.
Querido Juan, como nos conocemos desde el Triásico y hay confianza, no me voy a tomar el trabajo de contestarte, sino que voy a aprovechar un mail que me mandó hace poco una lectora llamada Sara Descalzo hablándome sobre el término en cuestión. "El otro día leyendo un artículo en inglés leí la palabra hatemongers, y pensé en ti y en tus comentaristas. Así que fui a mirar de donde venía y no tiene nada que ver con gente ni de Mongolia, ni con ninguna enfermedad, sino que un monger es 'a promoter of something unpleasant'. De ahí se ha derivado el uso para esa gente que en las redes sociales se queja de todo (problemas de conexión, olvido de contraseña, etcétera) y así hasta caracterizar a cualquier persona que haga algo desagradable. Hala, ya me he quedado más tranquila". Añado que yo no uso monguer en este sentido, sino en el que sugiere su sonido en castellano: estúpido, corto, con pocas luces. En resumen: si la gente te llama así, es que eres o un llorica o un imbécil.
'Masterchef': Tan alegre como la mili
En formación. ¡Fiiiiiiirmes! / MASTERCHEF
Lo esperábamos. Algunos incluso lo ansiábamos. Por fin, un concurso de cocina en España a lo grande. Con medios y en una cadena pública, presunta garantía para evitarnos el bochorno de anteriores experimentos en alguna televisión privada. Pegados al televisor a las 22.30 de la noche, enchufados a La 1, asistimos ayer al estreno de Masterchef, un formato que ha arrasado en otros países y que muchos queríamos que repitiera éxito aquí. ¿Pero respondió el programa a nuestras expectativas? Siento decirlo, pero al menos a las mías, no.
Nos habían prometido un trepidante programa lleno de acción, tensión y buena cocina, y a lo que asistimos fue a la enésima versión de Operación Triunfo vs. Tú sí que vales, pero con gente preparando platos churriguerescos en vez de hacer gorgoritos delante de un micrófono. No faltó ni un sólo cliché de los talent shows: los nervios, las lágrimas, la ilusión desbordada, los abrazos con familia y amigos, el jurado haciendo pausitas cabronas para que el concursante crea que le han eliminado pero luego resulta que no, el discurso de "aquí somos muy exigentes y sólo queremos la excelencia"... Todo lo habíamos visto ya antes en unos 20 programas.
Si la copia hubiera sido acertada, no habría sido nada grave: exigir originalidades en prime-time en este país es cosa de idealistas chalados. Tampoco es que creyera que Masterchef iba a ser un programa de gastronomía de verdad: no soy tan iluso. El problema es que, desde los primeros minutos, resultó más envarado que una estaca clavada en mitad del campo. Salvo las breves intervenciones de los concursantes, todo olía a guión, a cosa escrita. Hubo momentos en los que la presentadora y el jurado parecían estar declamando en un teatro del siglo XIX, de lo forzados y huecos que sonaban. Ni un mínimo chispazo de espontaneidad en cerca de dos horas: todo un récord.

"Ser más falso que la sonrisa de Eva González", frase recién acuñada.
La presentadora, Eva González, no contribuyó a relajar el ambiente: forzando la vocalización a la manera de una autómata, daba la sensación de que se había visto todos los vídeos de programas de Raquel Sánchez Silva y se había propuesto superarla en marcialidad. Como si se hubiera caído de Supervivientes a Masterchef en la parrilla televisiva, su empatía con la cocina era más o menos la que puede tener una top model con una fabada asturiana. En cuanto al jurado... ¡pobre jurado! ¿Por qué sufren todos sus miembros de ristitis aguda? ¿Seguro que es conveniente que los tres estén en la misma clave de exigencia desabrida y malencarada? ¿Alguien comparó el porcentaje de caretos serios y miradas duras con el de sonrisas y gestos agradables? Me apuesto algo a que fue del 90/10.
Águila Roja, El Padrino y Catelyn Stark, según Twitter.
Jordi Cruz luchó por mostrar un lado simpático acorde con su cara angelical, pero un montón de frases preparadas sacadas del discurso de algún general no le dejaron. Samantha Vallejo-Nágera parecía una mezcla de María Dolores de Cospedal, Catelyn Stark y la señorita Rotenmeyer: para próximos capítulos, sugiero una escena de cuero y látigo dominando a algún concursante que se porte mal. El único que transmitió algo fue Pepe Rodríguez: me encantó su papel de matón mafioso un poco chiflado, aplicando tácticas de tortura psicológica a los participantes. Es muy inquietante y da miedito, algo que se agradece porque al menos te saca de la modorra.

Gordon Ramsay lleva el pelo texturizado. Jordi Cruz también. ¿Coincidencia? No creo.
Todos parecían empeñados en demostrarnos que Masterchef es un concurso muy serio, que son exigentes de verdad, que allí no se va a hacer el tonto. Pero se les fue la mano, y la falta de tacto, de simpatía, de compasión por esa pobre gente que lo está pasando fatal intentando lidiar por primera vez en su vida con un rodaballo entero, convirtió lo que debería haber sido un espectáculo emotivo en la retransmisión de unas maniobras culinario-militares. En este sentido, la inclusión de un horroroso y larguísimo publirreportaje de las Fuerzas Armadas, con los contendientes preparando comida para un batallón, no podía haber sido más metafórica.

"Espero que las chips sean como las de mamá", piensa el soldado de la mano Playmobil.
Pero seamos optimistas. Es un primer programa, y ya sabemos que las presentaciones en este tipo de concursos con tanta gente son difíciles. Personalmente, tengo puestas todas mis esperanzas en algunos concursantes que pueden dar bastante juego en los próximos capítulos. Fabián, el niño maleni -tal como le apodó ayer Biscayenne en Twitter-, promete. También Nati, capaz de cagarla dos veces en un mismo programa sin que la expulsen: tener el morro de llamar "sorpresa de arroz y mar" a una plastorra alquitranada merece un aplauso.
Jose, uno de los pocos miembros del elenco con cierta sensibilidad culinaria, es para mí es el gran favorito. Jose Antonio, rápidamente apodado Masterpuré, tuvo un momento glorioso cuando dijo que él no lo había hecho mal, "que era el fuego". Sin embargo, es posible que los mejores minutos nos los depare Maribel, una señora muy total de Castellón. En la prueba colectiva, ella estaba al mando de uno de los dos equipos, y tuvo la genial idea de mandarles preparar un risotto con chips de calabaza, el típico plato sencillo para cuando tienes que cocinar para más de 100 personas. Salió lo que tenía que salir: una masa de vómito pastoso guarnecido con unas lonchas grasientas de calabaza que los soldados se tragaron con castrense resignación.

El niño maleni que lo aprendió todo en internet.

Maribel, la señora que usa las alcachofas de maracas.

El Masterpuré depilándose la nariz a soplete.
Hay que decir que los concursantes no tienen la culpa de los desastres: les ponen a
preparar cosas que no están a su nivel, nadie les aconseja ni les enseña a hacer nada, y el único papel del jurado mientras cocinan es el de ponerles de los nervios. No son profesionales, pero deben comportarse como tales desde el primer momento. Además, los mensajes que reciben son de lo más confusos. Samantha les dice que están ahí no para hacer platos tradicionales sino alta cocina (al parecer, la única digna para un cocinero de verdad; déjate de cosas ricas y NORMALES que eso es para palurdos). Y después les mandan a guisar el rancho para un montón de militares. Viendo el programa, yo me imaginaba como concursante sufriendo un ataque de esquizofrenia.
La misma confusión se apoderó del montaje de las situaciones en las que la troupe cocinaba. No se entendían los procesos que llevaban a cabo, y dudo de que ningún espectador haya aprendido absolutamente nada de cocina tras ver este primer episodio. De hecho, me da que el efecto habrá sido justo el contrario: como ha dicho esta mañana en Hoy por hoy el gran Roberto Enríquez, viendo Masterchef te dan ganas de no arrimarte a un fogón en tu vida, y una buena teoría conspiratoria apuntaría a que todo es un montaje de los chefs para quitarse de encima posibles competidores profesionales.
Resumiendo, Masterchef adolece para mí dos grandes carencias. Primero, se toma a sí mismo demasiado en serio. Salvo en momentos cómicos no intencionados, como el de los concursantes flipándolo al ver, ¡uau!, un supermercado lleno de productos a su disposición, el sentido del humor brilla por su ausencia. Como el cariño o la comprensión, sentimientos imprescindibles para que el espectador no se acabe aburriendo de tanta dureza y tanto rigor. Su segundo fallo es no entender que la comida y la cocina son, antes que nada, un placer. La profesión de cocinero es dura, sí, pero si este espectáculo no te transmite la pasión por guisar algo bueno, el disfrute de oler una cazuela o la emoción de degustar un plato sabroso, es difícil que te atrape. ¿Vimos a alguien gozando ayer en Masterchef? Yo no. Lo que vi fue unos ejercicios tan alegres como la mili, dirigidos por tres sargentos con malas pulgas en las cocinas de un cuartel televisivo.
April 9, 2013
Pastel sin horno de queso, fresas y plátano

Esto es porno. / AINHOA GOMÀ
Los pasteles sin horno son el sueño de los que practican los dos pecadillos capitales más perdonables: la pereza y la gula. No tienes que matarte con ellos porque se hacen en dos patadas, y a la vez satisfacen tus más bajos instintos cerdunos y vacaburrescos.
Además de su frescura y su sencillez, tienen como ventaja que se pueden adaptar a las frutas que estén en temporada, personalizar con frutos secos, trocitos de chocolate o galleta, aromatizar con canela o vainilla y mil cosas más. Para cuajarlos se pueden utilizar diferentes métodos, desde gelatinas de origen animal (como la cola de pescado) o vegetal (como el agar-agar). Pero después de múltiples pruebas, creemos que lo que respeta más la cremosidad del queso fresco es la cuajada en polvo, que para este tipo pasteles funciona muy bien.
Las dos frutas que lo acompañan en esta ocasión –la fresa y el plátano– se complementan perfectamente tanto por sabor como por textura, y el toque de chocolate blanco potencia un poco el sabor sin empalagar. El resultado me recuerda mucho a los postres de la infancia o a esas papillas que siempre luché por robar a mis sobrinos. Es decir, una absoluta delicia.
Dificultad
Para cerebros de mosquito.
Ingredientes
Para 4 personas
1 tarrina (200 gramos) de queso en crema tipo Philadelphia
50 ml de nata líquida para montar
1 taza y media de leche entera fría
40 gramos (media tableta, aproximadamente) de chocolate blanco
5 cucharadas de azúcar
300 gramos de fresas
2 plátanos
2 sobres de cuajada en polvo
10 g de mantequilla
Preparación
1. Lavar las fresas, quitarles los pedúnculos, secarlas bien y cortar en daditos pequeños. Reservar la mitad. Pelar los plátanos y cortarlos en dados también. En una sartén, con el fuego bien fuerte, fundir la mantequilla y saltear el plátano y la mitad de las fresas durante dos minutos. Añadir una cucharada de azúcar, saltear un minuto más y reservar.
2. Hacer un almíbar ligero con dos cucharadas de azúcar y dos de agua, volcar sobre las fresas troceadas que hemos reservado y dejar enfriar.
3. Disolver los sobres de cuajada en la mitad de la leche fría. Calentar a fuego muy suave el resto de la leche con el queso cremoso, la nata líquida, el chocolate blanco picado y dos cucharadas de azúcar, trabajándolo con una varilla para que se integre. Cuando hierva, retirar del fuego, añadir la leche con la cuajada en polvo y devolver al fuego hasta que vuelva a hervir. En ese momento, añadir las frutas previamente salteadas, mezclar y volcar en los moldes (puede hacerse en flaneras individuales, en una flanera grande, en un molde de plumcake o hasta en un tupper). Dejar enfriar totalmente y después pasar a la nevera un par de horas.
4. Servir desmoldado y con la mezcla de fresas y almíbar por encima. Se puede acompañar con un poco de sorbete de frambuesa o limón.
Producción: Mònica Escudero.
April 8, 2013
La invasión del té con bolitas
Manos de dos bubbleteteros. / EL COMIDISTA
2010 fue el año de los cupcakes. 2012, el del yogur helado. ¿Qué moda de capricho dulce/ callejero arraigará y explotará en 2013, para cansarnos posiblemente en 2015? Mi apuesta personal es el bubble tea, un invento taiwanés que ha empezado a asomar la cabeza en nuestras grandes ciudades, y que si nuestra galopada hacia el Tercer Mundo no lo impide, se extenderá pronto por todo el país.
Contra lo que su nombre parece anunciar, el bubble tea no contiene burbujas. Se trata de un batido de té con leche o frutas al que se le añaden unas bolitas de tapioca, un almidón extraído de la yuca. Se suele servir en vasos grandes de plástico o cristal, y se toma con unas pajas gruesas de calibre 38 que permiten aspirar las perlas junto al líquido. A partir del modelo original, elaborado con té negro, leche condensada y sirope, han surgido infinitas variantes frías y calientes, con helado, miel, chocolate o bolas de gelatinas de diferentes sabores.
¿Una guarrerida? Como en cualquier alimento, depende. En el mundo del boba (también se conoce por ese nombre) hay de todo, desde cuidadas versiones artesanales elaboradas con tés de calidad, fruta fresca y tapiocas ecológicas, hasta hiperglucémicos bebedizos de colorines sólo aptos para adolescentes que toleren bien el contacto con la radioactividad. Pero en su forma más noble, no sólo está bastante bueno, sino que puede constituir una merienda razonablemente sana y completa.
El té de bolitas nació en los últimos ochenta en Taiwán, isla en la que diferentes negocios reclaman su paternidad. Lo inventara quien lo inventara, fue un exitazo entre los jóvenes, posiblemente atraídos por su estética pop y las múltiples opciones en sabores que ofrecía. El consumo se extendió con rapidez por otros países de Asia y por Norteamérica en los noventa, pero en Europa no se empezó a difundir hasta finales de la década pasada, cuando cadenas taiwanesas como Possmei y Bobo’q abrieron en Berlín.
"Hay artículos que hablan de que sólo en esa ciudad se abría una tienda por
semana durante año y medio", cuenta Toni Romero, de la ¿tetería? Bubbolitas de Barcelona. "La moda pasó de allí a Alemania, y de
Alemania, al resto de Europa. Pero antes, buscar bubble tea en Europa era sinónimo de perderse en los barrios chinos de las capitales europeas sabiendo que era tarea casi imposible encontrarlo, y mucho más improbable aún encontrarlo bien preparado".



Tés, frutas, bolitas y tapioca del Bubbolitas. / EL COMIDISTA

Entrada del Bobibar, en Barcelona. / EL COMIDISTA
Bubbolitas abrió en París en agosto de 2009, y tres años y medio después ha aterrizado en España casi a la vez que otros negocios como Bobibar o Yumcha en Barcelona, OQ o Crazy Tea en Madrid e InfraganTea en Valencia (sí, los nombres chuscos parecen otra seña de identidad de este fenómeno). Su propuesta quiere distinguirse por un acercamiento artesanal a los tés de bolitas, que al menos por el aspecto de los que he visto, tienden por lo general al mundo quimicefa.
"Éste será sin duda
el año del bubble tea: sólo en Barcelona ya está confirmada la apertura de tres tiendas más", explica Romero. "Pero seguramente la calidad del
producto será dudosa. Somos pocos
los que basamos nuestro proyecto en la calidad de la bebida y no en un
bussiness plan de expansión por el territorio a base de marketing y
comunicación, olvidando lo más importante. Como no es lo mismo una hamburguesa de
McDonald’s que una buena hamburguesa, no puede ser lo mismo un bubble tea hecho con té en polvo, leche en polvo y popping boba (bolitas artificiales que explotan) que un rico
batido de té negro, leche fresca y fruta".
¿Triunfará esta bebida en España, sea en su versión natural o en la industrial? Por ahora, las tiendas de Barcelona parecen más pobladas por jovencitos orientales y guiris europeos que por nativos. Imagino que nos costará empezar a pisarlas, porque no somos un país ni masivamente aficionado al té ni demasiado acostumbrado a la tapioca, un producto que en casa de mis padres se asociaba a la posguerra. Pero la llegada del calor, la aparición de nuevas bubbleteterías y el atractivo visual del producto pueden cambiar rápido las cosas, y el día menos pensado quizá nos veamos con tubo en la boca y masticando bolitas.
April 7, 2013
Pechugas con jamón, ajos tiernos y Pedro Ximénez

La rúcula es optativa. / EL COMIDISTA
Después de las reducciones de vinagre de Módena, creo que no ha habido plaga más irritante en la restauración que las reducciones de Pedro Ximénez. Hablo de los churretones pegajosos y dulzones que durante una época decoraron como "toque de distinción" miles de platos en España, y que por fortuna parecen estar pasando de moda: ya sólo te los ponen en sitios chonis con pretensiones.
El pobre vino en cuestión no tenía ninguna culpa, claro. Y tanto abuso no debería desterrarlo de la cocina, porque usado con moderación en determinadas recetas funciona estupendamente. Su color, riqueza e intensidad puede subir el nivel de muchas salsas, sobre todo las que acompañen aves y cerdo.
En el sencillísimo plato de hoy, he juntado el PX con tres buenos amigos: el pollo, el jamón serrano y los ajos tiernos. El fiambre va dentro de las pechugas, pero pienso que una buena variante podría consistir en envolverlas con otra capa del mismo en el último momento, si se quiere dar más presencia al jamón.
Dificultad
Debes tener un cuchillo en casa.
Ingredientes
Para 4 personas
1 kg de pechugas de pollo
4 lonchas de jamón serrano
8 ajos tiernos
1 cucharadita rasa de tomillo fresco (en su defecto, media de seco)
100 ml de Pedro Ximénez
50 ml de caldo de pollo
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta negra
Preparación
1. Precalentar el horno a 180º. Desechar las hojas exteriores de los ajos y cortarlos en trozos de medio centímetro aproximadamente
2. Hacer un corte horizontal a las pechugas sin llegar hasta el final, abrirlas, salpimentarlas y sazonarlas con el tomillo. Rellenarlas con el jamón y cerrarlas.
3. En una sartén a fuego fuerte, dorar bien las pechugas previamente untadas en aceite un par de minutos aproximadamente por cada lado. Meterlas al horno unos 10 minutos para que se acaben de hacer. Sacar, tapar con papel de aluminio y dejar que reposen 3 o 4 minutos.
4. Mientras las pechugas se hacen en el horno, y en la misma sartén en la que las hemos dorado, rehogar los ajos a fuego suave con un poquito más de aceite si es necesario 3 minutos. Incorporar el vino y subir el fuego a alto. Cuando ya no huela a alcohol (unos 2 minutos), incorporar el caldo y esperar a que reduzca y se forme una salsa con cuerpo. Corregir de sal y pimienta.
5. Servir las pechugas envueltas en más jamón si se quiere, cortadas en rodajas con la salsa por encima.
April 4, 2013
Plan para el finde: 'La cocinera del presidente'

Cocinera en un mundo de hombres. / GOLEM
¿Qué es 'La cocinera del presidente'? Una película basada en la historia de Danièle Mazet-Delpeuch, una mujer que daba cursos de cocina en la región de Périgord y que un buen día se convirtió en la cocinera personal del presidente francés François Miterrand. ¿Cómo llegó a ocupar ese puesto? Según se cuenta en la película, la recomendaron chefs como Joel Robuchon. Miterrand quería alguien que hiciera comida simple y casera, una cocinera que le trajera "lo mejor de Francia", y ella era una crack manejando productos como la trufa, el foie o las setas. ¿Y cómo acabó la historia? Ella, que era una mujer con bastante carácter, lo dejó porque acabó hasta el Saint Honoré de las restricciones dietéticas y económicas que le imponían, y también de la lucha que mantenía con la muy machista cocina central del Elíseo. Así que se largó a la Antártida a trabajar como cocinera en una misión científica francesa. Muy bien, gracias por contar el final. La película empieza allí, así que lo que he dicho no es un spoiler.
Mitterrand era más trufero que los gorrinos pachones, según la película. / GOLEM
El repollo relleno de salmón que me ha puesto afrancesado.

Mal rollito con el equipo de cocina oficial del Elíseo.

La cocinera de verdad. / L´EXPRESS.
Bueno, ¿vale la pena verla? No es el peliculón que vaya a cambiar tu vida, peca de un exceso de amabilidad y tiene algún momentito un poco moña. Pero pasas un rato agradable viéndola, y más si eres un amante de la buena comida. ¿Sólo eso? También adquieres un poco de culturilla sobre la gastronomía de Francia -el país que inventó la cocina refinada, no lo olvidemos- que nunca viene mal. Incluso puedes inspirarte para hacer algún plato en casa: a mí me han entrado bastantes ganas de probar unas coles rellenas de salmón y una especie de pastel de foie, que te hacen odiar a Miterrand por haberlos disfrutado él y no tú. Sí, pero seguro que nadie comió nada durante el rodaje porque la comida era toda de mentirijillas, como en los anuncios. Pues no. El equipo cocinillas del rodaje estaba compuesto por Gérard Besson y Guy Leguay –dos chef con estrellas Michelin– y Elisabeth Scotto, una estilista gastronómica que suele trabajar en la la revista Elle. Las premisas eran sencillas: tenían que crear crear comida tradicional, bonita y que se pudiera comer de verdad. ¿Desvelan cotilleos de la vida de Mitterrand? No gran cosa, pero sale una historia que –si es verdad– es graciosa: de pequeño le gustaba leer libros de cocina y se aprendía recetas de memoria. ¿Alguna cosa más? Dos. José Carlos Capel publicó en su blog una interesante entrevista con la cocinera real. Y no vayas a ver esta película con hambre, porque la comida que sale es pura lujuria.
'La cocinera del presidente' se puede ver en cines de toda España.
April 3, 2013
Aceitunas aliñadas de cuatro formas

Tuneado aceitunero. / EL COMIDISTA
Personalizar las aceitunas en casa es un placer al alcance de todos. Si en alguna ocasión te ha parecido que las olivas que compras están bien pero les falta un punto ácido, afrutado, especiado o picante, llegar al paroxismo aceitunístico no tiene más complicación que meter las susodichas en un bote con los sabores con los que las queremos emparentar, algún líquido (aceite, la mayoría de las veces) que funcione como conductor y tener un poco de paciencia mientras la mezcla reposa.
El plan B para los que lleven prisa es preparar aliños que se adhieran mejor al fruto y que no requieran de largos marinados, o incluso plantearse rellenos caseros para aceitunas gigantes, como las gordal. Ambas vías, la lenta y la rápida, son igual de eficaces a la hora de salirse de la rutina o de sorprender a las visitas con algo un pelín más elaborado que unas olivas directamente salidas del bote.
Como vienen días de glorioso terraceo y cañas y vinitos a tutiplén, y pocas cosas acompañan mejor estas bebidas que una buena tapa de aceituna, hemos preparado cuatro combinaciones pensadas para realzar las virtudes, aromas y matices de sus cuatros versiones más populares: manzanilla, negra de tipo Aragón, manzanilla rellena de anchoa y gordal. Lo suyo es hacerse con las versiones más neutras sin aliñar de todas ellas, que la fantasía ya la ponemos nosotros. Ah, y recordad que una vez terminadas las aceitunas, los aliños se pueden reutilizar en cualquier ensalada.
ACEITUNAS MANZANILLA CON NARANJA, JENGIBRE Y CILANTRO
Un punto picante, un punto dulce, un punto especiado y un ligero aroma cítrico para este aliño un pelín moruno.
Ingredientes
250 gramos de aceituna tipo manzanilla en salmuera
1/2 naranja
1/2 guindilla roja fresca (o una entera, según lo que pique y la tolerancia de los comensales)
Una rama de cilantro
5 semillas de cilantro
Jengibre
50 ml de aceite de oliva virgen extra
Preparación
1. Rallar la piel de la naranja, con cuidado de no llevarse la parte
blanca. Exprimirla hasta conseguir 2 cucharadas soperas de zumo.
2. Tostar ligeramente las semillas de cilantro y machacarlas en el mortero.
3. Rallar el jengibre pelado hasta conseguir una cucharadita.
4. Cortar el chile en rodajas. Si se dejan las semillas, picará más.
5.
Mezclar todos los ingredientes con las aceitunas en un bote, remover
para que se mezclen bien y dejar reposar en la nevera 3 o 4 días. En el
momento de servir, añadir un poco de cilantro fresco picado.
Combina bien con: un fino o un vino de Jerez.
ACEITUNAS NEGRAS CON LIMÓN, HINOJO Y AJO
Ajo y aceituna son el matrimonio ideal, pero si además se le añade el frescor del limón y el hinojo, el resultado es un verdadero festival de sabores.
Ingredientes
250 gramos de aceitunas negras de Aragón
1/2 limón
2 dientes de ajo
Hojas y ramas de hinojo
Orégano seco
75 ml de aceite de oliva virgen extra
Preparación
1. Limpiar bien el limón y cortarlo en cortarlo en trozos pequeños sin pelarlo.
2. Pelar y partir los dientes de ajo por la mitad, en vertical. Cortar las ramas de hinojo en rodajas finas, y picar las hojas.
3. Mezclar con las aceitunas en un bote grande, agitar durante medio minuto para aplastar ligeramente los trozos de limón. Añadir el aceite y agitar de nuevo.
4. Dejar reposar unos 3 o 4 días en la nevera.
Combina bien con: Una cerveza potente, de trigo normal o tostado.
ACEITUNAS RELLENAS DE ANCHOA CON ROMESCO Y ALMENDRAS
Un aliño rápido y muy mediterráneo manda unas simples aceitunas rellenas de anchoa a la octava dimensión. Las hormiguitas más pacientes pueden elaborar una versión ultracasera rellenando ellas mismas las olivas y trabajándose el romesco en vez de comprarlo de bote.
Ingredientes
250 g de aceitunas rellenas de anchoa
4 cucharadas de salsa romesco
3 cucharadas de almendras
1 tomate
1 cucharada de vinagre de manzana
Preparación
1. Picar las almendras en grueso con un cuchillo.
2. Mezclar el romesco con el vinagre, las almendras y las aceitunas.
3. Pelar el tomate y picarlo en trocitos pequeños. Añadirlo a las aceitunas y servir.
Combina bien con: un cava.
ACEITUNAS GORDAL RELLENAS DE QUESO CON TOMATE
O cuando la procesión va por dentro, es decir, en el relleno. Las gordal sin hueso tienen el suficiente hueco como para acoger una cantidad importante de cualquier preparado espeso, como esta especie de almogrote canario en versión exprés. Necesitaremos, eso sí, un biberón de cocina o una manga pastelera.
Ingredientes
250 g de aceitunas gordal sin hueso
50 g de queso lo más duro posible
1 tomate mediano
2 cucharadas de tomate frito
2 cucharadas de perejil picado
Pimentón dulce
Pimienta cayena
2 cucharadas de vino dulce
50 ml de aceite de oliva virgen extra
Preparación
1. Partir el queso en trozos y triturarlo con el tomate fresco y el frito. Si queda muy espeso, añadir un poco más de tomate; si está líquido, más queso (ha de quedar una crema densa). Sazonar con pimentón dulce y cayena al gusto.
2. Con un biberón o una manga pastelera, rellenar las aceitunas con la pasta de queso y tomate.
3. Justo antes de comer las aceitunas, poner el aceite, el vino y el perejil en un tarro de cristal. Taparlo, agitar un rato hasta que emulsione, verterlos sobre las aceitunas y servir.
Combina bien con: un vino dulce o un blanco afrutado.
Ayuda en la producción: Mònica Escudero
April 2, 2013
Revuelto de trastos: el infusionador de alcoholes, la taza customizable y el collar de salchichas
Ya es primavera en el revuelto de trastos. Los pajaritos cantan, las nubes se levantan y los caprichos de cocina vuelven a El Comidista para crear en tu interior falsas necesidades consumistas. Aunque quién sabe: quizá alguno de estos artilugios te cambia la vida, o al menos la hace un poco más alegre.
Bloc de notas en forma de salami
Empezamos con un complemento de papelería imprescindible: el blog de notas con forma de salami. Resulta especialmente indicado para dejar notas del tipo "compra embutido", "me he ido a la matanza". Apto para veganos. Cuesta 9,95 euros en Doiy.
Las botellas protegidas con un trenzado de plástico de colores se pusieron de moda en los sesenta, pero animaron nuestras comidas campestres o piscineras durante un par de décadas más. Ahora vuelven por un motivo muy simple: son chulísimas. Ésta cuesta 26 euros en Alquián.
Cacharro para hacer polos de huevo
Nacido en la catacumba donde un grupo de científicos locos diseñan todos los trastos de la teletienda, el Rollie Eggmaster sirve para fabricar una especie de tortillas rarísimas con forma de polo. Tiene muchas ventajas: no manchas sartenes, no manchas sartenes y no manchas sartenes. Cuesta unos 24 euros en la página oficial del producto.
Siempre preocupado por promover una nutrición equilibrada, hoy os traigo un instrumento que hará que vuestros comas etílicos sean mucho más saludables: el Vodkazinger. Esta máquina de los dioses permite infusionar no sólo vodka, sino cualquier tipo de alcoholazo, con las frutas y verduras que más te apetezcan. Todo natural y sin aditivos. Aunque parezca lo contrario, lo que se ve en la foto dentro del utensilio no es un dedo que se ha dejado ahí un coctelero borracho, sino un trozo de mandarina. Cuesta unos 20 euros en Zing Anything.
Camisetas de comida de McSweeney's
McSweeney's es una de las editoriales más exquisitas y respetadas de Estados Unidos. Además de publicar una fantástica revista sobre comida llamada Lucky Peach, también venden algunas camisetas con mensajes relacionados con el tema. La que lleva el lema "A los dos nos encanta la sopa" cuesta unos 9 dólares en su página oficial.
Atención, geeks: la mítica marca de construcciones Lego vende una taza a la que le puedes añadir las piezas que quieras. Sí, es incómoda. Y sí, qué mal rollo beber de un cacharro de plástico si tienes más de 12 años. Pero la de tiempo que puedes pasar jugando con ella, ¿qué? Cuesta unos 20 euros en Amazon.com.

Complementos de comida de mentirijillas
La empresa japonesa Fake Food Hatanaka fabrica alucinantes piezas de comida falsa para restaurantes, ahora convertidos en bisutería. Su fake food se ha convertido en uno de los regalos más buscados entre los turistas, y te la puedes poner de diadema, de pendientes o de estola. Se venden en la web de la empresa por distintos precios.
Trolley para transportar botellas
Con el Winecruzer puedes transportar vinos preciados sin temor a que un tantarantán en el coche o el avión se cargue las botellas. Desde luego no es el artefacto más necesario del mundo, pero si eres un freak del vino y te da por viajar, quizá te resulte útil. Se vende a través de La Vinoteca de Laguardia.
Alegre, triste, burlón... Los boles de Fiftyeight Products son como emoticonos, pero en vajilla con aspecto de haber salido de una peli de dibujos animados. Los hay blancos, en colores y con borde dorado, y cuestan desde 14,90 euros en Tassen.
De todos los deshidratadores de uso doméstico que he visto por internet, este de Bielmeier parece el más completo, porque tiene regulador de temperatura y temporizador. Perfecto para recogedores de setas, cocinillas o cualquier que tenga un árbol frutal en casa que suela generar excedentes. Y también para cambiarles a los niños las gominolas por frutas deshidratadas hechas en casa. Eso sí, no es barato: 54 euros en Amazon.
April 1, 2013
Sopa carbonada

No se ve nada pero juro que en el fondo está todo. / AINHOA GOMÀ
A no ser que el cambio climático o algún cataclismo meteorológico lo impida, esta será la última sopa de la temporada. La saco a todo correr porque creo que aún queda algo de frío por venir, y porque es uno de los platos que conocí en Chile que merece la pena compartir. Se trata de un sopicaldo humilde, popular y sin ninguna pretensión, pero quizá por eso mismo resulta más reconfortante que muchos preparados con ínfulas.
La carbonada no sólo se toma en Chile, sino también en Bolivia o Argentina. Al parecer debe su nombre al largo tiempo de cocción que requería: en el pasado se cocinaba hasta que la leña del fogón quedaba carbonizada del todo. Mi versión, inspirada en la del chef chileno Tomás Olivera Silva, es bastante más rápida, no por falta de tiempo, sino por tratar de ajustar los puntos de las verduras y que no se queden reducidas a puré. Además de su fantástico sabor, lo mejor de la carbonada es que es muy completa en términos de nutrición, y por incluir cereales, verduras y carne puede servir como plato único. La receta original lleva maíz, pero yo no se lo he puesto porque me parece que el que venden por aquí no está a la altura del suramericano.
Dificultad
Una sopa, ¡lo más difícil del mundo!
Ingredientes
Para 4 personas
300 g de carne de ternera para guisar
100 g de calabaza
1 patata pequeña
50 g de judías verdes
1 zanahoria grande
1 cebolla pequeña
50 g de arroz
1,5 litros de caldo de carne
1 cucharadita de pasta de ají (opcional y sustituible por carne de pimiento choricero con guindilla picada)
1/2 cucharadita de comino
1 cucharadita de orégano
1 cucharada de perejil picado
Aceite de oliva
Sal y pimienta negra
Preparación
1. Picar la carne, la cebolla, la zanahoria, la calabaza y las judías en trocitos pequeños.
2. Rehogar la cebolla y la zanahoria con una pizca de sal y pimienta en una cazuela grande con un chorro de aceite de oliva hasta que se ablanden un poco (unos 10-15 minutos).
3. Añadir la carne con el orégano y el comino y rehogarla hasta que pierda el color de carne cruda, unos cinco minutos. Sumar el ají (si se quiere un punto picante) y las patatas, y rehogar un par de minutos más.
4. Mojar con el caldo, subir el fuego y llevar a hervor. Incorporar la calabaza y el arroz, y cocer suave unos 10 minutos a partir de que vuelva a hervir.
5. Añadir por último las judías verdes y dejar que se hagan unos siete minutos. Corregir de sal, añadir el perejil y tapar. Dejar que repose unos 10 minutos y servir.
March 26, 2013
Torrijas alternativas

Torrija nocturna. / VICENS GIMÉNEZ
Ya está aquí, ya llegó, la temporada de torrijas. Esa deliciosa bomba de huevo, pan y lácteos, convenientemente frita y rebozada en azúcar, no sea que nos evitemos alguna caloría libre de pecado católico y vayamos de cabeza al infierno. Quien prescinda de las torrijas de Carnaval a Semana Santa quizá no gane peso, pero se perderá ese pequeño momento de conexión con Dios que se produce cuando comes una y notas cómo se va deshaciendo la deliciosa crema de pan en la boca.
Como ya he publicado en otra Cuaresma una receta tradicional de torrija (o tostada, como se llaman por el norte), hoy traigo una variante que descubrí por pura casualidad hace un par de años. No tenía más que un pan de naranja y pepitas de chocolate de la panadería Turris en casa, y decidí prepararlas con él a ver qué pasaba. El resultado me encantó: no se cargaba la esencia de la torrija, pero sí le añadía nuevos y deliciosos matices.
Para saber si no estábamos cometiendo sacrilegio, hablamos con el dueño del susodicho establecimiento, Xavier Barriga. Para las torrijas en general, nos recomendó "un pan de corteza fina pero con miga densa, sedosa y suave, con forma de barra sin greña para que, una vez cortado a rebanadas, éstas sean regulares y del tamaño apropiado para que una persona las consuma en tres bocados". Para salirse de lo tradicional, y sin haberle contado mi experiencia, nos propuso su pan de naranja y chocolate, "por que estos dos elementos combinan bien con el dulzor de la torrija y el exquisito aroma de la canela". Bingo.
Para terminar de transformar el plato en un postre de dieta, le hemos añadido un poco de plátano: ya sabéis que cuando algo lleva fruta se convierte inmediatamente en sano y ligero. El pan con pepitas de chocolate y naranja se encuentra en bastantes panaderías, pero si no lo encontráis, probad con el que más os guste. Eso sí, si dicho pan no es dulce, es aconsejable añadir un par de cucharadas más de azúcar a la leche.
Ingredientes
Para 4 personas
8 rebanadas de 1 cm. de grosor de pan de naranja y chocolate
1 litro de leche entera, a poder ser fresca (pasteurizada)
1 huevo
2 plátanos maduros
1/2 rama de canela
Canela en polvo
Azúcar
Aceite de girasol o de oliva suave
Preparación
1. Cocer la leche con tres cucharadas de azúcar y la rama de canela durante 10 minutos a fuego suave, con cuidado de que no suba. Dejar templar.
2. Desechar la canela y empapar las rebanadas de pan, previamente dispuestas en una fuente.
3. Batir el huevo en un plato hondo, y preparar otros dos: uno con papel de cocina y el otro con azúcar mezclado con canela al gusto.
4. Poner los plátanos en un bol y chafar con un tenedor hasta que quede una pastuflis, pero sin hacerlos puré.
5. Calentar aceite abundante en una sartén, escurrir las rebanadas de pan con cuidado (no tienen que gotear pero tampoco quedarse securrias) y juntarlas de dos en dos, usando el plátano como relleno. Pasar esta especie de bocadillitos por huevo, con la ayuda de una espátula, y freír en tandas pequeñas en aceite muy caliente. Escurrir bien en papel de cocina.
6. Rebozar en el azúcar mezclado con canela y pasar a la fuente de servir. Se pueden comer calientes o a temperatura ambiente.
Ayuda humanitaria en la producción: Mònica Escudero
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