Andrés Accorsi's Blog, page 257

June 25, 2011

25/ 06: THE UNWRITTEN Vol.3


Después de casi dos meses aguantando, me entregué con mansedumbre bovina a la lectura del tercer tomo de esta serie fundamental de Mike Carey y Peter Gross, uno de los mejores títulos que tiene hoy la línea Vertigo y seguramente una de las mejores series que hoy se editan regularmente en EEUU. El tercer tomo fue record de ventas en el mes de su lanzamiento, lo cual constituye un irrefutable acto de justicia y una demostración del potencial impacto por afuera del ghetto que tienen las historietas para adultos bien pensadas y bien ejecutadas. No quiero explicar de nuevo de qué trata The Unwritten, así que –cualquier cosa- clickeás en la etiqueta y repasás los dos artículos anteriores.
Este recopilatorio tiene un único problema: resuelve demasiados misterios. De todas las preguntas que nos hicimos al final del primero, o al final del segundo, Carey no deja prácticamente ninguna sin responder. O sea que, de ahora en más, las tramas van a tener que ser verdaderos tanques a prueba de balas. Ya no está ese gancho de "quedate aunque no te cebe mucho, a ver si se resuelve alguno de los misterios pendientes". Por supuesto, el riesgo de que se bajen los lectores que acompañaron a Tom Taylor en estos 18 episodios es mínimo, simplemente por lo bien escrito que está el comic. Y además (y sobre todo) porque, a la hora de resolver todas esas incógnitas, Carey cumplió con creces con las expectativas que había generado en los tomos anteriores.
Ahora ya sabemos quién es Tom, quiénes son sus padres, cuál es su relación con Tommy Taylor, dónde estaba Wilson, qué planeaba, qué trataban de hacer los villanos, quiénes eran, de dónde salió Lizzie Hexam y hasta pudimos leer tramos no de uno sino de dos libros inéditos de las mágicas aventuras de Tommy Taylor. Todas las respuestas son sólidas y sorprendentes. Seguro, Carey recurre a elementos absolutamente fantásticos, cuando al principio el tono de la serie tiraba a realista. Pero primero, esto es Vertigo, y ese truco acá es más que válido; y segundo, el epílogo de este tomo no es otra cosa que eso: recordarnos que, si bien irrumpieron en la historia un montón de elementos mágicos o fantásticos, la base sigue siendo el realismo. Veremos cómo evoluciona ese item.
Y por supuesto, hay que dedicarle unas líneas al episodio más impactante del tomo, el que nos revela el origen de Lizzie a través de un mecanismo de Elige Tu Propia Aventura. Sí, en serio. Carey y Gross laburaron horas extras para convertir 32 páginas de historieta en un libro de 60 páginas al estilo Elige Tu Propia Aventura, que te lleva por distintas opciones para que vos mismo decidas qué explicación te gusta para uno de los personajes más importantes de la saga. Obviamente se han escrito ríos de tinta (o gigas enteros) acerca de este episodio y no hay mucho para agregar, excepto ovacionar a los autores por el inmenso laburo que requiere una movida así, y además porque primero se te tiene que ocurrir.
El dibujo de Peter Gross es bastante mezquino, se dedica casi todo el tiempo a cumplir con lo justo. Pero por lo menos dibuja los fondos y no mete fotos por todas partes como la mayoría de los dibujantes que hoy producen 20 o más páginas por mes. Cuando se tiene que esmerar, Gross se esmera: las escenas que acompañan los fragmentos de las novelas de Tommy están mucho mejor trabajadas, los flashbacks al pasado de Lizzie están realizados en otro estilo, más cercano al del grabado, con unos cross-hatchings demenciales tipo Joe Sacco, y por supuesto el número que nos propone jugar al Elige Tu Propia Aventura tiene tanto, pero tanto esfuerzo puesto, que se lo puede perdonar si verdulea un poco en el episodio anterior o posterior. Algún día, el comic yanki va a romper esa imposición pelotuda de que las series tengan periodicidad mensual y ese día estaría bueno darle estos mismos guiones a otro dibujante más virtuoso que Gross, a ver qué hace. Gross hace lo que puede para entregar todas esas páginas todos los meses y bueno, no es maravilloso pero tampoco es un atentado contra tus retinas.
De acá en más, sospecho que The Unwritten (incluso conservando a la gran mayoría del elenco inicial) va a tomar rumbos bastante distintos de lo visto hasta ahora. Pero le tengo muchísima fe y no me canso de recomendarlo a los fans de la lectura inteligente, ya sea que vengan del palo del comic o del de la literatura. Gracias por la magia!
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Published on June 25, 2011 17:14

June 24, 2011

24/ 06: FATS WALLER


La verdad es que 1937 debe haber sido un momento muy interesante para estar vivo. De un lado, unos EEUU rescatados de las garras de la depresión por el New Deal de Roosevelt. Por el otro, una Europa que coleccionaba gobiernos fachos y dictadores totalitarios como mi sobrino colecciona figuritas de la Liga de la Justicia: Franco en España, Mussolini en Italia, Stalin en la URSS y el Maradona de los genocidas, Hitler en Alemania. Parecía un momento fuerte, crucial, como para tomar partido, pero los yankis estaban muy ocupados bailando.
Contra ese contexto histórico recorta Carlos Sampayo la figura de Thomas "Fats" Waller, el prolífico y exitoso músico newyorkino que muriera en la cima de su popularidad, con apenas 39 años. A Sampayo lo obsesiona la música: ya nos contó la vida de Billie Holiday, la de Carlos Gardel y la violenta saga de Fly Blues, donde todo pasa por la magia musical de Kenny Meadows, su homenaje a Kenny Dorham. Esta vez, todo su saber melómano está puesto al servicio de la historia, pero sin duda el clima político termina por imponerse, por marcar su propio ritmo y convertirse en el motor de la novela. Con (no tan) sorprendente maestría, Sampayo entrelaza la historia del famoso Fats con la de distintos personajes europeos, metidos cada vez más en esa olla a presión que desembocará en la Segunda Guerra Mundial. La música del ídolo será el hilo conductor, la excusa para que la historia cambie de continente en casi todas las páginas y nos muestre –además de la vida de Waller- otras vidas salpicadas de sacrificios, traiciones y pólvora, a años luz de la atmósfera fiestera y despreocupada de los music halls de Broadway.
De alguna manera, la mezcla funciona. Al principio te desorienta un poco, pero ya en el segundo tramo de la obra (el Lado B), seguro le agarraste la mano al juego que propone el co-creador de Alack Sinner y querés que ese vaivén entre EEUU y Europa no se termine nunca. Por supuesto, al final queda un cierto sabor amargo, no sólo porque uno sabe qué va a pasar en 1938, 39, 40 y demás. También por la forma estúpida, casi irónica en la que muere Fats, a quien nunca vemos del todo feliz, porque Sampayo siempre hace hincapié en las deudas que lo acosan y el amor que le es esquivo. Pero está la magia. Tanto Sampayo como el dibujante (ya vamos con él, bancá un toque) logran plasmar en el papel la onda, el talento, la capacidad extraordinaria de Fats Waller para crear melodías y canciones que, además de darle unos mangos, conquistaran a sus congéneres. Esa alegría que Fats propaga desde su piano (y que a él mismo lo roza muy de vez en cuando y cobrándole muy caro) de alguna manera la siente también el lector. Si nunca escuchaste un tema de Fats, lo más probable es que cuando termines de leer el libro quieras escuchar los 360 que grabó.
Por supuesto, buena parte del inmenso atractivo de esta obra reside en su dibujante, el magistral italiano Igort (Igor Tuveri, en el DNI), esta bestia que estalló en el under a principos de los ´80 y llegó al Siglo XXI convertido en uno de los historietistas más completos de Europa. Fan de José Muñoz, de Lorenzo Mattotti, pero también de Chester Gould, de Yoshihiro Tatsumi y de los dibujantes publicitarios de los años ´30 y ´40, Igort tiene un registro gráfico y narrativo amplísimo, que le permite encarar todo tipo de historietas y salir siempre bien parado. Acá, salvo por uno o dos momentos de riesgo, Igort se ajusta a una narrativa bien clásica, a planificaciones de página bien tradicionales de las que le gustan a Muñoz. Pero la composición de las viñetas no se parece en nada a la del genio argentino. Y la técnica de color que elige Igort lo termina de despegar del monstruo del claroscuro. La paleta de Igort no pretende ser realista, sino potenciar desde esos colores casi siempre apagados los climas de la historia, que van del costumbrismo a la epopeya. El resultado combina sutileza y belleza con un power expresivo que realmente te sacude. La secuencia del laberinto de Lord Snow (el inglés entongado con los nazis) directamente te quita el aliento.
En 2004 se juntaron dos grande del comic de autor y el resultado fue esta obra que te enseña un montón sobre la vida de Fats Waller y sobre la época en que le tocó vivir, pero que además está atravesada por un montón de historias menores con las que Sampayo arma su clásica cacofonía, y que llegan todas a finales bastante trágicos, producto de un momento de la historia donde la mano se estaba poniendo muy, muy heavy. Sumale a esto un dibujo perfecto y te queda una gloria del Noveno Arte, de lectura recontra-indispensable para los que buscan comics por afuera del "más de lo mismo".
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Published on June 24, 2011 19:48

June 23, 2011

23/ 06: DEMO Vol.2


La verdad que no hacía falta un segundo tomo de esta maravillosa serie de Brian Wood y Becky Cloonan, pero las nuevas historias están tan buenas que no da para quejarse ni un poquito. No era fácil estar a la altura de aquellos 12 clásicos del anti-pochoclo en los que Wood logró fusionar el slice of life con los super-poderes. Pero los grossos son así y Wood lo hizo de nuevo. De hecho, al ser menos historias (sólo seis) el nivel es más parejo que en el primer tomo, no hay una que se quede muy atrás ni una que descolle muy por sobre el resto. Creo que la que menos me cerró fue la sexta, y aún así está buenísima.
La propuesta es la misma del primer tomo (lo reseñamos en el blog el 14 de Noviembre pasado): historias intimistas, con mucho énfasis en los climas, con mucho laburo en la psiquis de los personajes y con un enfoque innovador, filoso, perturbador, del viejo tema de las habilidades paranormales, que a veces son las que definen las tramas y otras veces son apenas un elemento más en estos dramas costumbristas, que respiran realidad y honestidad por todos los poros. Poca acción, historias enteras en las que no vuela ni un sopapo, y mucha introspección.
Y además, cero interrelación entre los personajes de las distintas historias. Todos son jóvenes que habitan los EEUU del presente, todos tienen algún poder raro, o algún trastorno psicológico rayano en lo sobrenatural, pero cada uno sufre, crece, aprende o muere en la suya. Nunca se cruzan, nadie prende la tele y ve en el noticiero lo que hacen los otros y nunca viene un pelado en silla de ruedas a reclutarlos para que asistan a su escuela. Todos son conflictos individuales, chiquitos, de baja intensidad, por afuera de la cobertura de los medios. Con ese registro tranqui, a veces incluso pachorro, Wood también logra conmoverte, impactarte y a veces hasta entristecerte.
Es cierto, esto es una secuela y parte de la sorpresa se perdió. Pero las seis historias nuevas superan a las originales en un punto clave: los finales. Muchas de las 12 primeras tenían esos finales a la Adrian Tomine, o sea, historias que (como las de la vida real) terminaban en cualquier lado, mucho antes o mucho después de que se plantearan o resolvieran los conflictos. Las historias nuevas muestran un esfuerzo mayor por parte de Wood para que el final caiga en el momento justo, nunca cuando la historia está a medio esbozarse, ni cuando todo se resolvió 10 páginas atrás. La Gran Tomine garpa, está buena. Pero también está bueno que se puedan contar historias de Demo con la estructura más tradicional, en la que el final coincide con la resolución de las tramas y los conflictos.
El otro rubro en el que estas historias superan a las primeras es en el dibujo de Becky Cloonan, que acá está realmente mucho mejor, más sólido, más asentado en un estilo personal. Por supuesto se sigue notando la influencia fuerte de Paul Pope y alguna cosita de Bryan Lee O´Malley que Cloonan aprendió demasiado bien y ya no se puede sacar de encima. Pero hay una onda mucho más propia y un dibujo mucho mejor trabajado en todos los aspectos. Por momentos, Cloonan parece una especie de Paul Chadwick más moderno, con más onda, un toquecito más osado a la hora de plantar las viñetas. Y para parecerse a Paul Chadwick hay que saber mucho. Cuando trata de sintetizar, o cuando caza el pincel y tira trazos más gruesos, Cloonan va un poquito para el lado de los franceses y suizos, tipo Dupuy, Berberian, Peeters o Wazem. Y le queda bárbaro. Y cuando se juega a climas más oscuros (como en la escalofriante Pangs, o en los momentos más heavies de Sad and Beautiful World), pela un entintado que me recuerda un poco al de Phil Hester. Lo cierto es que esta recontra-promisoria joven italiana sigue su aprendizaje y cada día dibuja mejor.
Bueno, si te cebaste mal con Demo y querías nuevas historias, acá hay seis más y están todas buenas, como las minas después de las cinco de la mañana. Brian Wood y Becky Cloonan volvieron a redefinir el gastado tópico de los jóvenes con superpoderes y otra vez dieron en el blanco. Y si nunca leíste Demo, no lo dudes más: esto es comic de autor de gran calidad, originalidad, sensibilidad, inteligencia y power. Una joya, con todas las letras.
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Published on June 23, 2011 11:57

June 22, 2011

22/ 06: EL CAPITAN ALATRISTE


El español Arturo Pérez-Reverte es uno de los mejores escritores que existen hoy en el planeta Tierra. Después de muchos años como periodista (llegó incluso a ser cronista en varias guerras muy jodidas), Pérez-Reverte colgó el micrófono a mediados de los ´90 y se dedicó a escribir, en dos vertientes paralelas. Una es la de sus polémicas columnas de opinión semanales, en las que hace gala de una lucidez, una agudeza y una mala leche dignas de Spider Jerusalem. La otra es la de sus cuentos y novelas, y ahí es donde sobresale su obra literaria más exitosa y reconocida: El Capitán Alatriste, que ya lleva protagonizadas varias novelas, tuvo una peli made in Hollywood (a la que los fans de Pérez-Reverte putearon bastante) y a principios de 2005 se convirtió en un comic, que adapta con muchísimo respeto la primera novela de este fascinante personaje que goza en España de un status icónico comparable al de Harry Potter.
Ambientadas en la primera mitad del Siglo XVII, las aventuras de Don Diego Alatriste y Tenorio combinan el rigor histórico, las peripecias de los clásicos mosqueteros de Alejandro Dumas, y un elemento moderno: el héroe es héroe, pero hasta por ahí nomás. Alatriste tiene mucho más en común con los ambiguos detectives del hard boiled yanki que con los gallardos héroes del folletín decimonónico. De hecho, buena parte de la novela podría leerse como un hard boiled fuera de época, si no fuera porque es un chico de 13 años (y no el curtido protagonista) el encargado de narrar la historia.
Cuando la ves plasmada gráficamente, o sea, en la transposición al lenguaje del comic, se nota algo que en la novela casi no se percibe, y es que no suceden tantas cosas, la acción no tiene ni en pedo la preponderancia que uno espera de una novela supuestamente "de aventuras". Lo cual no significa que la trama no sea atrapante, o que le falte ritmo o intensidad. Incluso con poca acción, incluso con personajes que hablan como en el Siglo XVII, incluso con el incesante desfile de funcionarios, obispos, nobles, altezas y majestades (uno más careta que el otro), El Capitán Alatriste es una lectura muy, muy entretenida, que además de cebarte con los avatares de este ex-soldado devenido mercenario, te baja muchísima data acerca de la vida cotidiana en la Madrid del 1600 y pico.
Para adaptar la novela al comic, se convocó nada menos que a Carlos Giménez, el más grosso autor que hay dado la península en las últimas décadas. Giménez logró preservar el clima, la atmósfera, los diálogos y buena parte de los textos de Pérez-Reverte sin abusar, sin infligirnos masacotes de letras de difícil digestión, y por ende sin entorpecer el relato gráfico. No sé si hacía falta que metiera mano semejante genio para lograr una buena adaptación, porque la verdad es que cuando leés a Pérez-Reverte cuesta poco imaginarte esa historia contada en imágenes. Pero bueno, Giménez es garantía de calidad y seguro trajo hinchada propia, que se compró el libro para hacerle el aguante.
A cargo del dibujo está Joan Mundet, un tipo con muchos años de trayectoria pero ningún éxito relevante. Hasta esta obra, claro. Gracias a este trabajo, Robin Wood y los italianos de la Aurea lo convocaron para suceder a Carlos Gómez como dibujante principal de Dago, el super-hit de la otra península. Acá Mundet se deja poseer por todos los duendes y hados del plumín: Berni Wrightson, Quique Alcatena, Moebius, Alberto Salinas, incluso Gary Gianni, que a mí no me gusta. El trabajo de Mundet es asombroso, en la recreación de la época, en la construcción de los climas, en el cuidado en la iluminación, en los detalles, e incluso en la acción, que no suele ser el fuerte de este tipo de dibujantes. Para los flashbacks, pela un recurso más: las tramas mecánicas, que también maneja con criterio y efectividad. Hay viñetas un poco estáticas, generalmente primeros planos en los que se nota demasiado la intención de que los personajes tengan los rasgos de las personas reales en las que se basan y terminan por parecer figuritas de la Billiken con diálogos. Pero en el global, el resultado es sumamente convincente y atractivo.
El Capitán Alatriste es y va a ser siempre un título fundamental de la literatura. Pero en su paso por la historieta cosechó nuevos fans y satisfizo las expectativas tanto de los viñetófilos como de los fieles seguidores de Arturo Pérez-Reverte, barra nutrida y kilombera a la que espero que –si te gusta la literatura- te sumes cuanto antes.
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Published on June 22, 2011 17:04

June 21, 2011

21/ 06: BATMAN & ROBIN Vol.1


Bueno, bueno, bueno… a ver si bajamos un cambio. Esto está bueno, pero no es ni por casualidad la Octava Maravilla del Mundo. No le llega ni a los talones a All-Star Superman, por ejemplo.
La propuesta de Grant Morrison para esta serie es clara: se terminó el bajón y el drama al límite de la locura que significó Batman RIP, ahora viene otra cosa. Viene la estridencia, la machaca, la neo-psicodelia pop, incluso con algún coqueteo con la serie de Adam West de los ´60. Pero con mucha sangre y todo el gore que se puede permitir un comic mainstream de DC. Y le va bien, pero tampoco para dar la vuelta olímpica.
La nueva dinámica entre el nuevo Dúo Dinámico incluye nuevos trajes, nuevos bati-chiches, un nuevo batimóvil y villanos no exactamente nuevos (porque habían aparecido brevemente en un número anterior de Batman), pero inexplorados. Con todo eso, Morrison trata de crear la sensación de un relanzamieto, de una modernización general del concepto de Batman y Robin, similar a lo que hiciera cuando se hizo cargo de los X-Men y los convirtió en los New X-Men.
El primer arco, el del Professor Pyg arranca con un primer número excelente, pero aburre rápido. Todas las fichas están puestas a las escenas en las que Morrison hace interactuar a Dick Grayson con los personajes secundarios habitualmente asociados a Bruce Wayne: Alfred, Gordon y Lucius Fox. De ese contrapunto sale lo más interesante de esa saguita. Y por supuesto, de la relación entre el tranqui, centrado y paciente Dick con el inescrupuloso, altivo y violento Damian, que quiere terminar con los villanos de un modo mucho más radical y definitivo del que permiten la ley de Gotham y la profesión de superhéroe. Al lado de Damian, que está perfectamente construído, Dick parece un cero a la izquierda, un Juan Carlos Nadie con mínimos rasgos de personalidad. Se ve que Morrison leyó poco a Marv Wolfman, que fue el guionista que mejor entendió de qué juega Dick Grayson.
El segundo arco de tres episodios se las da menos de vanguardista y funciona mejor. Morrison se anima a meterse con un tercer ex-compañerito de Bruce, el sublevado Jason Todd, que en un mundo más justo seguiría en la tumba de donde nunca debió haber salido. Y acá tiene más peso el dilema ético, los límites que unos cruzan y otros no. Morrison complementa un comic de machaca sanguinolienta e incesante con una de las preguntas fundamentales del género, que es ¿Who watches the watchmen?. Y lo hace con mucha altura y mientras avanzan en paralelo dos subtramas interesantes, que te dan ganas de comprar el próximo tomo.
El primer arco, el del guión menos potente, levanta muchísimo gracias a los dibujos de Frank Quitely, a quien conocimos hace poquito en Rosario. Quitely dibuja pocas páginas por año, pero les pone todo. Muy zarpado. Las peleas, las expresiones faciales, los fondos, los villanos, cada uno con su propia forma de moverse en combate… todo está pensado y ejecutado con maestría por este simpático escocés de trazo finito y creatividad desbordante. Y el segundo arco, cuando el guión se pone realmente atractivo, está dibujado para el orto por el impresentable Philip Tan. ¿Qué hace ese verdulero dibujando un título de primera línea como era este? Lo de Tan es realmente horrendo, un clon choto de dibujantes chotos tipo Whilce Portacio, una inmundicia con las peores reminiscencias noventeras, con errores de anatomía, narrativa confusa, manchas innecesarias (tal vez agregadas por el entintador Jonathan Glapion), una cosa agresiva, fea, con cero sutileza, más asqueroso que comerse un feto abortado. Sorprende el nivel de violencia, sorprende la cantidad de sangre, pero más sorprende lo mal dibujado que está todo. Por suerte son esos tres números, nomás. Para el próximo TPB, Tan será apenas un triste recuerdo.
Y sí, un tomito más me compro seguro, a ver cómo sigue esto. A ver qué otras puntas de Batman RIP se retoman, a ver si Dick se enfrenta a los enemigos de Bruce, a ver cómo se relaciona con la madre de Damian y su entorno… Hay mucho para contar y Morrison ya demostró que sabe lo que quiere hacer con los personajes. Falta la conjunción de buen guión con buen dibujante y ya está. Además, cualquier comic de Batman sin el insufrible y agotadísimo Bruce Wayne de por medio se merece mi billete…
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Published on June 21, 2011 16:30

June 20, 2011

20/ 06: THE LONG TOMORROW & OTHER SCI-FI STORIES


Hoy no llegaba a tiempo de leer nada nuevo y me propuse repetir un truco que improvisé el mes pasado y garpó: releer un compilado de historias cortas de Moebius, de esas que leí por primera vez en la adolescencia y ya me sé casi de memoria. Por suerte tengo a mano las excelentes ediciones de Marvel/ Epic, en las que el ídolo complementa las historias con textos en los que cuenta anécdotas, revela influencias, contextos, detalles… casi es más interesante leer los textos de Moebius que las historietas.
El libro abre con un clásico de los ´70 sin el cual no se entiende casi nada de lo que viene después, no sólo en el comic, sino también en el cine: The Long Tomorrow, realizado por Moebius junto al estadounidense Dan O´Bannon es el puntapié inicial de la fértil cruza entre la ciencia-ficción y el hard boiled, que el propio O´Bannon pondría de moda unos años más tarde cuando se encargue del guión cinematográfico de Blade Runner. Además es una historia redonda, original, de alto impacto, dibujada por Moebius con las recontra-pilas. Si el tomo trajera sólo esas 16 páginas, habría que comprarlo igual.
Y cierra con otro clasíco delicioso, dibujado por el genio francés en un estilo totalmente distinto, mucho más libre, más distendido, sin esa sobredosis de rayitas que vemos (y disfrutamos, claro) en las demás historietas. El título original era "Il Homme… Est-il Bon?" y muchas veces se lo tradujo como "El Hombre, ¿Es Bueno?", cuando en realidad lo que quiere decir es "El Hombre, ¿Está Rico?". Parece mentira que nadie se haya avivado de esto, porque está clarísimo que el capo de los aliens, dispuesto a morfarse al tipo, le muerde la oreja, la prueba y la escupe. O sea, no se lo deglute al tipo porque no le parece rico, no porque no sea bueno. Lo cierto es que es una pantomima muy divertida, con un gran ritmo y una narrativa excelente.
En el medio entre estas dos maravillas, hay otras ocho historietas, de las cuales una sóla aspira a ese nivel de grossitud. A las otras siete les falta cinco pa´l peso. It´s a Small Universe es graciosa, impredecible y está muy bien dibujada, pero aún así es menor. Arranca para un lado, termina para el otro y deja gusto a poco. There is a Prince Charming on Phenixon es un chiste largo, con buenos diálogos y mejores dibujos, pero no pasa de ahí, del chiste.
Approaching Centauri es un juego: es Moebius tratando de dibujar como su amigo Philippe Druillet, que es el autor del guión. Y por momentos el ídolo lo logra. Los problemas son 1) que se nota mucho que es una impostura, que es Moebius fingiendo ser Druillet, y 2) que el guión es la nada misma, una fumariola sin ton ni son. Blackbeard and the Pirate Brain es otro juego, pero de excesos, al estilo La Deviation: muchísimo texto (a propósito, claro) y un despliegue enfermizo de detalles en casi todas las viñetas, una sobrecarga de líneas y puntitos que pega fuerte, pero te distrae de la trama.
Christmas in Lipponia se queda en el dibujo prodigioso y cuenta poco (tampoco se podía pedir un milagro en tres páginas). The Artifact es otro chiste largo, bien ejecutado, dibujado como los dioses, pero sin más ambición que la de sorprender al lector y arrancarle una carcajada en la última viñeta. Finalmente, Split the Little Space Pioneer también está pensado como chiste y funciona bien, pero porque aspira a muy poco.
El único hito entre las historias "del medio" es Variation N° 4070 on "the" Theme, cuatro páginas casi sin texto, con una fuerza desgarradora, un dibujo increíble y un mensaje que te caga a trompadas. Es una de las historietas que no había que colorear nunca jamás, por nada del mundo, y bueno, los yankis la colorearon y quedó medio chota. Pero si nos olvidamos de eso, estamos ante un clásico con todas las letras, otra maravilla de este maestro de maestros.
Por suerte nunca es tarde para descubrir o redescubrir a Moebius. Hay algo mágico en su dibujo que hace que nunca se vea anticuado, que no envejezca, que sus trabajos de hace 35 años sigan siendo vanguardia. No es fácil de explicar lo que me pasa con Moebius, pero bueno, tampoco hace falta.
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Published on June 20, 2011 19:03

June 19, 2011

19/ 06: SHOWCASE PRESENTS THE WITCHING HOUR Vol.1

Ya hablamos alguna vez de lo difícil que es crear historias de terror sin vampiros, ni muertos vivos, ni licántropos, ni demonios, ni sangre, ni gore, ni nada remotamente zarpado. Y sin embargo, hace ya muchos años, DC publicaba regularmente cuatro o cinco antologías que traían en cada número varias historias "de misterio", ya que ni siquiera las podían llamar "de terror". Las dos antologías más conocidas eran The House of Secrets y The House of Mystery, pero yo me acordaba de por lo menos tres más, y una era The Witching Hour, lanzada en 1969. Esta tenía varias caracterísiticas propias: en vez del mítico Joe Orlando, la coordinaba el no menos mítico Dick Giordano. Al principio, después lo sucedería Murray Boltinoff y –lógicamente- esto traería aparejado un descenso en la calidad de los contenidos. También en los inicios de la serie, las historietas eran más cortas que en las otras antologías. Había más historietas de 3 ó 4 páginas que de 8 ó 9. O sea, mucho más complicado establecer un conflicto, desarrollarlo y rematarlo coherentemente en las últimas viñetas. Después, la cosa se irá relajando, y aparecerán historias un poquito más extensas, aunque nunca más allá de las 9 ó 10 páginas. Y el rasgo más conspicuo de esta antología eran sus anfitrionas. Como House of Secrets y House of Mystery, The Witching Hour tenía personajes encargados de presentar los relatos (y protagonizar, en los primeros números, divertidos interludios): eran las tres brujas, Mildred, Mordred y Cynthia quienes, como Cain y Abel, tenían personalidades muy fuertes y marcadas que luego serían reinterpretadas por Neil Gaiman, para sumarlas (en otro rol, bastante más jodido) a la inolvidable Sandman. De los diálogos en joda entre las tres brujas salen varios de los mejores momentos de este tomo.Pero lo mejor es que en los primeros 12 números, está casi siempre Alex Toth. A veces dibuja sólo la presentación y los interludios protagonizados por las tres brujas y otras veces se juega en historietas más largas y más complejas. Y este Showcase reedita ese material en blanco y negro. Vos sabés que Alex Toth + blanco y negro = orgía para los ojos, así que cualquier cosa que agregue de acá en más, importa poco. Pero hay más: Neal Adams! Berni Wrightson! Jeffrey Jones! Epa! No te lo esperabas, no? Pero pará, que hay más todavía: Wally Wood! Gil Kane! Nick Cardy! Aguantá, no te vayas a la página de tu dealer de comics favorito. Hay más. Gray Morrow, ¿lo ubicás? Generalmente era un dibujante tirando a aburrido, que se veía anticuado, sin onda. Acá tiene dos historietas claramente experimentales, donde pela unas técnicas alucinantes y un manejo del blanco y negro tan genial que no me imagino cómo se verían esas páginas coloreadas. Y a José Delbó, ¿lo tenés? Un argentino que vive hace mil años en EEUU, y que tiene un montón de historietas horribles, entre ellas varias de Thundercats y de Transformers en Marvel… Bueno, acá hay un par de historietas en las que Delbó dibuja como los fuckin´dioses! De verdad! Por supuesto también hay varios dibujantes impresentables y otros bien del montonardo (tipo George Tuska o Pat Boyette), pero por momentos la calidad de los dibujos es realmente impactante. Sobre todo cuando aparece Alex Toth.¿Y los guiones? Bue, se hace lo que se puede… No esperes un festival de joyas memorables, pero más de una vez te vas a encontrar con historias raras, originales, que logran ponerte nervioso porque no te imaginás ni en pedo cómo pueden llegar a terminar. Hay muchas chotas y predecibles, pero se puede rescatar un puñado más que digno. De los pocos guionistas que están en casi todos los números, el que mejor promedio saca es Steve Skeates, pero también hay colaboraciones interesantes de Len Wein, Gerry Conway y Marv Wolfman, entre otros, y guiones que –producto de una época en la que los autores eran meros engranajes de una maquinaria- no se sabe quién carajo los escribió.The Witching Hour es una rareza, un vestigio de una época en la que DC se bancaba publicar cinco títulos casi idénticos entre sí y –aunque sea con periodicidad bimestral- los hacía durar bocha de números. De hecho, esta serie llega hasta entrados los años ´80. Sin continuará, sin sagas, sin personajes recurrentes (excepto por las presentadoras), sin autores fijos, a veces incluso sin autores como la gente, este misterioso género del "terror light" tenía su aguante y le daba de morfar a DC y a un montón de tipos que no querían o no podían hacer comics de superhéroes. Hoy para eso está Vertigo, donde las historias son 25.000 veces más interesantes que estas, pero sin estas antologías de misterio, Vertigo no existiría. O sea que, aunque sea como arqueología bizarra, vale la pena sumergirse cada tanto en estos recopilatorios en los que conviven pelotudeces sin piez ni cabeza con verdaderas gemas ocultas del Noveno Arte.
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Published on June 19, 2011 18:00

June 18, 2011

18/ 06: LAS COMIQUERIAS, Parte 1


En las últimas semanas, aparecieron en Argentina dos nuevas comiquerías, las dos a cargo de amigos míos, muy cercanos. Y también triplicó su local otra comiquería muy conocida, que está a cuatro cuadras de mi casa. Lógicamente, hablamos bastante de ese tema, con esos amigos y con otros, e inevitablemente surgieron algunas ideas y sobre todo algunas preguntas. La más obvia es: ¿cómo puede ser que en Argentina se amplíen o se abran nuevas comiquerías mientras que en el resto del mundo se van al descenso?
Lo de EEUU ya es muy alarmante. Eso que en 1980 parecía el salvavidas que iba a rescatar del naufragio a una industria que se hundía, hoy es una cuesta abajo que parece casi imposible de remontar. La última cifra es escalofriante: en Mayo, las ventas de las comiquerías yankis bajaron más de un 11% respecto del mismo mes del año pasado! Yo estoy dispuesto a afirmar que es un negocio en extinción, que –por lo menos en su planteo original- no va más. A ver qué te parece…
Imaginate que tenés un negocio. ¿Qué preferís? ¿300 clientes que te gastan $ 10 cada uno, o 30 clientes que te gastan $ 100 cada uno? Con 30 clientes laburás menos, es más fácil saber qué quiere cada uno y tenerlos a todos contentos, pero ¿qué pasa si uno de esos no te compra más? Te hace un agujero en tu economía mucho más heavy que si te deja de comprar uno de los 300 que gastan $ 10... O sea, es más lógico y menos riesgoso (aunque demanda más esfuerzo) laburar para muchos clientes a los que le sacás poca guita, que laburar para un pequeño grupúsculo que te deja un fangote per cápita.
Bueno, la comiquería se basa en el razonamiento exactamente opuesto. De las miles de millones de personas que podrían comprar comics (si fuesen atractivos, estuvieran bien promocionados, bien distribuídos y a precios competitivos), eligen quedarse sólo con el puñado de consumidores a los que les chupa un huevo si los comics son atractivos, si están bien promocionados, si están bien distribuídos y si los precios son competitivos. Hay un público cautivo, los adictos. Y hay infinitos trucos para que el adicto que hoy gasta en el vicio $ 10, mañana gaste $ 50 y pasado $ 100.
El adicto es predecible: es capaz de viajar de una punta a la otra de la ciudad para comprar la droga, se banca que sea cara, que las historias no terminen, que los buenos dibujantes –hartos de la esclavitud de las 22 páginas por mes- terminen reemplazados por verduleros impresentables, pero NO se banca el cambio. Si el n°1 de Fantastic Four de Lee y Kirby de 1961 tenía 32 páginas y ganchitos, quiere que durante TODA LA VIDA le des Fantastic Four de a 32 páginas con ganchitos. Los adictos de los '60 ocupaban cargos de decisión en las editoriales grossas de los '70, o sea que la radiografía fue instantánea e infalible. Los adictos se conocían entre sí. No era muy difícil para un adicto diseñar un sistema que nucleara y exprimiera a todos los demás.
Y funcionó. De los infinitos trucos posibles para que el adicto pasara a gastar $ 100 por mes, TODOS la pegaron y entre 1980 y 1992, las editoriales no sólo gambetearon el apocalipsis que opacaba el horizonte en 1978, sino que una vez más, levantaron la guita en pala. Pero, ¿qué pasa cuando la adicción demanda $ 100 por mes? Sólo quedan los 30 más adictos, ¿te acordás? El negocio factura $ 100 per cápita cuando tiene 30 clientes, no cuando tiene 300.
Y ahí es donde falla la ecuación. De esos 30, en el '92 se fueron tres, en el '93 se fueron cuatro y en el '94 se fueron cinco. Y no entró ninguno nuevo! En tres años, el negocio tenía 12 clientes menos! ¿Cuánto hay que sacarle a los 18 que quedan para que no baje la facturación? ¿Más de $ 166 per cápita? Olvidate. Son adictos, no multimillonarios.
De pronto, en 1996 la industria yanki tenía muchos menos comercios que en los '80, una única distribuidora monopólica, comics más chotos y mucho más caros, infinitas editoriales con tiradas tan bajas como sus standards de calidad, autores que cobraban fortunas para aprovechar la feroz competencia entre los editores, y como si esto fuera poco, CERO llegada al público que nunca había penetrado en la secta secreta del circuito de comiquerías. La fiesta había terminado y –como la de la convertibilidad- había salido carísima.
¿Cómo subsistió el mercado de comiquerías en EEUU desde 1995-96 hasta hoy? Prometo ahondar en eso en un próximo post.
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Published on June 18, 2011 16:27

June 17, 2011

17/ 06: DEATH NOTE Vol.8


Una vez más, yo tardo menos en leer el tomito nuevo de Death Note de lo que LARP, o la gente que les distribuye los mangas, tarda en subir la portada a la web. Por eso hoy tenemos la tapa de la versión mexicana ocupando el espacio de la ilustración acá en el blog.
Pero vamos a lo que importa: Ahora que no está L, Light es L. O sea, es Kira y L a la vez! Esto es simplemente brillante. Si tenías miedo de que sin L se perdiera la emoción de ese vibrante Boca-River entre L y Kira, olvidate. Ahora la tensión es mucho mayor y mucho más emotiva, porque Light cumple los dos roles! En este tramo en particular, el "villano" es Mello, uno de los chicos entrenados para suceder a L, que está un poquito pasado de rosca. Un hallazgo absoluto, un personaje al que, con pocas escenas, los autores nos describen con toda precisión y lo plantan firme y coherentemente en el rol que le asignaron en la trama. También le dan bastante bola al otro sucesor de L, Near (o N, a secas), pero es un personaje bastante menos interesante que Mello, por lo menos hasta ahora. El papá de Light recupera bastante protagonismo, y Misa, que hasta ahora era fundamental en los planes de Light, pasa a un triste tercer plano, que consiste en busconear al protagonista mientras este la ningunea o la basurea. Veremos hasta dónde aguanta Misa este trato por parte de Light. Yo ya lo hubiera mandado bien a la shinigami de su madre.
Y tenemos a otro personaje nuevo: Shidoh, el tercer shinigami en entrar en escena, propietario de ese cuaderno que cambió de manos más veces que las zorras que bailan en los parlantes de Cocodrilo. Este es un bicho bastante más horrendo que Ryuk, y además bastante más idiota. Sin embargo, pavote y recién llegado, se morfa la única escena de acción que tiene este tomo. Que encima dura… tres páginas. Todo el resto es chamuyo: investigación, intimidación, diálogos, deducción, conjeturas, espionaje, laburo de escritorio. Es increíble cómo pasan los tomos y el guionista Tsugumi Ohba se mantiene firme en su postura inicial, sin permitir jamás que Death Note derrape hacia un comic de acción, o de machaca. Hay policías, militares, grupos comando de todo tipo y hasta seres sobrenaturales de inconmensurable poder, y sin embargo la resolución de los conflictos no va nunca por el lado de las armas y la violencia. Muere gente a lo bestia, claro, pero todos a causa de los poderes del Death Note.
Los combates son más mentales que físicos y lo más grosso es que muchos tienen lugar en la mente de un mismo personaje, que es Light. Light quiere un mundo mejor, sabe que para lograrlo tiene que actuar como un villano, y a la vez actúa en el rol del héroe que trata de frustrar el plan del villano, o sea, el suyo propio. Y todo esto, bajo la presión de agencias policiales y servicios secretos de varios países, donde hay mucha gente pesada y a la que no se engaña así nomás, como si fueran votantes del PRO. Light debate permanentemente consigo mismo cómo llegar a buen puerto en estas aguas turbulentas, donde él es capitán, grumete, tormenta, barco pirata y hasta los tiburones que se lo van a morfar si se cae al agua. Eso hace que Death Note sea un manga complejo, rico, repleto de matices, de sustancia. Yo también creía que buscar algo así en un shonen era un disparate, como ir a buscar discos de chamamé a las disquerías de Seattle, pero Tsugumi Ohba demostró con creces lo contrario.
Y fuerte el aplauso también para Takeshi Obata, que acá además de Japón y el mundo de los muertos, dibuja también mucho EEUU. Se nota a ocho cuadras que trabaja con fotos, pero lo hace realmente muy bien. También la rompe cuando dibuja a Near en un estilo más sintético, menos cargado que el resto de los personajes. Bah, en realidad la rompe siempre, no hay UNA viñeta floja y estamos hablando de un guión dificilísimo de dibujar.
Death Note, hasta ahora, es una obra maestra, una adicción, un placer, un lujo. Esperemos que no afloje en el último tramo y –como siempre- que no nos tengamos que fumar otros cuatro o cinco meses para leer la continuación de esta historia que –entre millones de méritos- se atrevió a enseñarnos a pensar.
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Published on June 17, 2011 15:58

June 16, 2011

16/ 06: PROTECTOR


Qué lindo! Sigo encontrando obras de Víctor Santos que no sabía que existían. Qué bueno que un tipo que hace gala de esta calidad autoral, sea además tan prolífico.
Ayer señalábamos que Gotham Central había aprendido buenas lecciones de Powers, la gran obra de Brian Michael Bendis y Michael Avon Oeming. Bueno, en ese curso Protector era el abanderado. Esto es –ni más ni menos- que una excelente saga de Powers creada en España por un autor español. Una ciudad dominada por las runflas entre mafiosos, un cana medio margineta, siempre propenso a cortarse solo y a investigar por afuera de la fuerza, y un crimen que involucra a una superheroína que pela los poderes una sóla vez, cuando faltan ocho páginas para el final. Como los superhéroes de Powers, Fire Girl no es ni la buena ni la mala, es un personaje secundario que durante buena parte de la trama cumple el rol de "damisela en peligro". O sea que los superpoderes de esta chica son un ingrediente menor en la historia que, como ya dejé entrever, gira en torno a una conspiración mafiosa, más precisamente en el seno de la familia Cagliostro, la más poderosa e impune de Hellion City. Esa es la boca del lobo en la que se va a tener que meter Nicholas Ash, el héroe cínico y pessutti que Santos pergeñó para protagonizar esta obra.
Y ojalá lo tenga en cuenta para protagonizar varias más, porque la verdad es que Ash, con su impronta de veterano curtido y recio y sus one-liners que parecen prestados por los detectives de Raymond Chandler, es un personajón de esos que cautivan de inmediato al lector y lo hacen fan de por vida. La trama está buena, es cierto, pero en las secuencias de desarrollo de personajes, cuando se gesta y cuaja la química entre Ash y las dos minitas con las que interactúa (Ruth y Ariadna), es donde realmente la historieta cobra vuelo, onda y personalidad.
Hay un héroe, hay un misterio, hay algo así como un final feliz, hay muy buenos chistes, pero no creas que estamos frente a una obra light, o inofensiva. Los villanos de Protector le aportan a la obra un filo jodido y perturbador. Acá tenemos malos de verdad, que matan, violan y torturan sin el menor resquemor. Y un traidor, de quien no sospechás ni una milésima de segundo. Como en todo hard boiled, hay bastantes tiros y trompadas, pero muy bien distribuídas a lo largo de la obra y siempre balanceadas por esas deliciosas secuencias de construcción de los personajes.
Esta historieta data de 2004, antes de que Santos descubriera a Darwyn Cooke. Acá sus influencias más fuertes son Bruce Timm y Paul Grist, por lo menos en la superficie del dibujo. El clima tiene más que ver con Powers o Sin City y donde realmente vemos una mezcla más jugada es en la narrativa, que es el rubro en el que este salvaje prueba absolutamente todo lo que le convidan, como la típica borracha de discoteca que vuelca a las 5 AM en las inmediaciones del baño de mujeres. Hay cositas de Miller y de Grist, pero también secuencias qe podría haber creado David Mazzucchelli en Batman: Year One, momentos re-Matt Wagner y armados de página que reproducen con éxito esos maravillosos experimentos ochentosos de Dave Sim. El tríptico en el que Don Cagliostro supervisa la sesión de torturas que lleva adelante Sariel es sutil en los detalles y devastador en su eficacia. Santos despliega un festival de blancos, negros y tramas mecánicas absolutamente hipnótico, con un equilibrio y una fuerza expresiva de maestro con 30 años de laburo en la profesión. Impactante y elegante, sensual y violento, con toquecitos cute y atmósfera sórdida, con un expresionismo marcado, pero que jamás resta claridad ni fuerza al relato gráfico, el dibujo del creador de Los Reyes Elfos es casi demasiado bueno para ser real.
Y cierro con una frase que alguien escribió en la contratapa del libro, y que me shockeó por lo taxativa: "uno de los mejores autores jóvenes de este país, sin necesidad de contemplarse el ombligo, ni escudarse en teorías esotéricas que sólo intentan esconder una flagrante carencia de recursos artísticos y temáticos bajo la burda coartada de la experimentación". Epa! ¿No será mucho?
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Published on June 16, 2011 18:43

Andrés Accorsi's Blog

Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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