Andrés Accorsi's Blog, page 243

November 19, 2011

19/ 11: RELATOS INSOLITOS DE SAMURAIS


Viene rara la mano con Hiroshi Hirata. El primer libro que leí, Héroes Anónimos, me resultó aburrido. El segundo, Orgullo de Samurai, me resultó hipnótico y fascinante. Hoy arremetí con un tercero, y la mitad de las historias me encantaron y la otra mitad casi me duerme, como si en vez de un comic fuera un lexotanil o un disco de Entre Ríos. Este tomo no brinda información acerca de las fechas en las que el sensei Hirata creó estas historietas (cosa que sí constaba en los otros), así que es imposible trazar una evolución, o ubicar este material en el contexto de las obras ya leídas. No sabemos si es anterior, posterior, paralelo... Pero vamos a las historias en sí, a ver con qué nos encontramos.
La primera se titula Lucha Contra las Inundaciones en el Feudo de Oogaki y es más aburrida que un reality show de vegetales. Acá Hirata mete toneladas de texto para contarnos hechos reales en orden cronológico, como si fuera un tratado histórico ilustrado. El dibujo es espectacular, pero el conflicto, la trama queda sepultada bajo el desmesurado aluvión de datos históricos.
El Incidente de Sakai tiene 32 páginas y podría tener 8. Arranca bárbaro, con una extensa secuencia de brutal acción, casi sin textos, se precipita en el medio, entre infinitas escenas protocolares, repletas de diálogos innecesariamente extensos, y levanta muchísimo al final. Es increíble como el mismo tipo que te deja estupefacto con su destreza narrativa, desplegada en esas primeras 11 gloriosas páginas, después te manda a dormir con secuencias densas al pedo, mal armadas, con la información mal distribuída. Muy raro...
La tercera historieta, El Incidente de Kashima, es sin dudas la peor. El conflicto no está bien planteado, no es interesante, no se desarrolla de modo atractivo, nada. Lo único que hay (y mucho) son escenas de tremenda violencia, con unas decapitaciones virulentas, que te hielan la sangre, dibujadas como los dioses, pero en un contexto en el que perturban más de lo que impactan.
Pará... ¿dije que la tercera era la peor? No, la cuarta es peor. El Clan de los Kanamori tiene los mismos problemas a la hora de plantear el conflicto, pero además es más aburrida. Hablan, hablan, hablan... y al final nunca sabés si el tipo acusado de ser un ninja infiltrado entre los vasallos del daimio era o no un ninja.
Mohee el Sirviente arranca una levantada. Es la historia de ambientación más cercana (1882), y acá ya se empieza a hablar de política, de derechos humanos, de una sociedad moderna que le da la espalda a las estructuras feudales tan presentes en la obra de Hirata. Y por primera vez aparece un personaje femenino con peso, la compasiva y valiente señora Chie. Esta historia, además, tiene las tres últimas páginas más shockeantes y tremendas que leí en mucho tiempo, una secuencia muda escalofriante en la que un tipo decapita a otro... con sus propias manos.
La sexta historia, Goemon el Hatamoto, sin ser brillante, es redondita, dinámica, dura lo que tiene durar, es profunda, violenta, muy humana y muy real. Está tan buena que podría incluirse sin desentonar en Orgullo de Samurai.
Y cerramos con otra historia de orgullo y abnegación, la bravísima Orden de Acuñación de Moneda, en la que un ronin casi indigente se enfrenta nada menos que al poder del dinero. El final es impredecible y conmovedor, pero lo mejor es cómo Hirata retrata al poder del dinero, en esa escena rayana en el grotesco en la que las minas se meten unos lingotitos de oro en la argolla y se excitan como si estuvieran garchando. El propio Iemochi, el encargado de emitir la moneda, es el que más desprecia el culto al dinero, con lo cual Hirata relativiza su rol de villano en la trama que, sin duda, es la mejor resuelta del libro. Y el dibujo pega un salto cualitativo importante respecto de las otras historietas (que ya eran notables), así que esta última es una verdadera maravilla.
Sigo sin poder resolver el misterio de Hiroshi Hirata, pero pienso volver a intentarlo pronto.
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Published on November 19, 2011 14:33

November 18, 2011

18/ 11: DC COMICS PRESENTS GOTHAM NOIR


Volvieron los superhéroes, o casi. Porque Gotham Noir no es un comic de superhéroes. Es un Elseworlds en el que Ed Brubaker y Sean Phillips recrean la mitología de Batman en clave de hard boiled. Los comics de Batman, a través de los años, siempre tuvieron alguna mínima conexión, algún guiño, alguna intertextualidad (diría un académico) con la novela policial americana de los años ´30. En Gotham Noir eso se hace carne, pasa a ser lo central, lo definitivo.
Brubaker mete a Batman como personaje secundario en una historia donde están el ex-policía convertido en detective privado (más cerca de la botella de whisky berreta que de su familia), las femme fatales, los aprietes mafiosos, la corrupción política y un asesinato que salpica a medio mundo y tiene bastante de crimen pasional, con un garche prohibido escondido entre los pliegues del misterio. El detective al que se le vendrá la noche (y pocas veces la noche de Gotham fue más dark que en esta obra) es el mismísimo James Gordon, encargado de narrar la historia a través de excelentes bloques de texto, fieles al estilo clásico de Raymond Chandler, Dashiell Hammett y demás (aunque no todos escribían igual, claro). También tenemos muy buenas versiones de Selina Kyle (gatienzo, mal), Harvey Dent, el Jefe Zucco y hasta un magnífico origen alternativo para el Joker. Los roles de Batman y Bruce Wayne son chiquitos, pero coherentes, no se los ve demasiado metidos a presión.
Como suele suceder cuando Brubaker y Phillips se meten en la temática hard boiled, la historia es brava, áspera, y el pobre Gordon (que ya viene medio chapita por haber peleado en la Segunda Guerra Mundial) va a cobrar de lo lindo y a quedar varias veces al límite de la muerte, de la locura y –el límite que a él más le dolería cruzar-de la ética. Pero con huevos infinitos, juntará coraje para llegar al fondo del entuerto y para ganarse a un aliado fundamental en su cruzada contra los corruptos, que obviamente es Batman, en un efecto de espejo que refleja lo sucedido en Year One, cuando era el bati-oreja el que necesitaba a un cana honesto de su lado.
El dibujo no está al nivel de los mejores trabajos de Sean Phillips, pero bueno, son 64 páginas con muuuchas viñetas por página (casi nunca menos de 7). Seguramente hoy, 11 años después, con la dupla con Brubaker más afianzada, Phillips haría un trabajo mucho mejor. Igual esto está muy bueno, en parte gracias a la magia cromática del maestro Dave Stewart.
Como complemento, tenemos un unitario del Batman posta, que es parte de la recordada etapa de Brubaker junto a Scott McDaniel, esa cuyo primer año repasamos durante 2011 en este blog, gracias a las reediciones en TPBs para pobres. Acá de nuevo hay un rol importante para Catwoman y de nuevo vemos a McDaniel poner garra, sorprender con planificaciones de alto impacto, salir bien parado de desafíos narrativos complicados, y a la vez pifiarle a la anatomía de modo casi sistemático. El guión es básico: el enésimo regreso de Batman al callejón donde fueron asesinados sus padres, el obvio replanteo de "quién soy, por qué, cuándo dejé de ser Bruce para ser Batman" y giladas varias, esta vez con la variante de que el mensaje final, el broche, no es dark ni ominoso, sino esperanzador. Pobre Brubaker, no sé si sabía que tres meses después lo iban a rajar para darle cabida a la aberrante Hush, saga que catapultaría a la serie mensual de Batman a las ciénagas de la más fétida inmundicia.
Si no te compraste Gotham Noir cuando salió en formato prestige en 2000, aprovechá esta edición que es buena y barata. Esa historieta realmente vale la pena, más allá de que el paso de Brubaker por la serie regular haya sido algo desparejo.
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Published on November 18, 2011 11:35

November 17, 2011

17/ 11: 24, 31, ETC...


A pesar de su nombre choto, 24, 31, etc... era –a priori- un libro irresistible, porque ofrece cuatro historietas completas de Joaquín Cuevas, uno de los dos o tres autores más importantes del fértil panorama de la historieta boliviana. Cuevas es un clásico de las antologías y tener un libro 100% suyo reviste un enorme atractivo, es casi una obligación moral. El problema es el material que se eligió y cómo está editado.
El libro arranca con una historieta de 24 páginas realizadas en 24 horas y sin guión. Imaginate lo que es eso: bizarreadas sin pies ni cabeza, dibujo sacado con fritas, poquísimos cuadros por página, interrupciones al relato para que el autor aparezca a contarnos lo mucho que le cuesta mantener el ritmo de una página por hora, etc. La idea de hacer un comic de 24 páginas es buenísima. Lo que no está tan bueno es publicar ese comic en un libro, porque es un trabajo que no representa a la obra de Cuevas, no tiene ni por casualidad la calidad de las otras obras del autor. Me acuerdo que hace varios años un grupito de autores yankis (entre los que estaban Scott McCloud y Erik Larsen, entre otros) hicieron el jueguito de las 24 páginas en 24 horas y de ahí salieron algunas cosas más que dignas. De este desafío que superó Cuevas salieron 24 páginas torpes, precarias, con buenos dibujos mal acabados y puestos al voleo, no en función de un relato interesante. Ahí se nos fueron la mitad de las páginas de este tomito...
Otro desafío que afrontó Cuevas fue el de realizar 31 páginas en 31 días, para un blog. Ahí le fue muchísimo mejor. Casi todas las planchas son autoconclusivas y el autor va variando los temas: hay autobiografía (obvio), pero también hay comedias, delirios y bajadas de línea. Gracias al gran aprovechamiento que hace Cuevas del soporte digital, abundan los buenos dibujos, en el estilo más conocido del autor. Acá el problema es la edición: son historietas claramente pensadas para ser publicadas a color y en el traspaso a blanco, negro y grises, pierden buena parte de su encanto. Igual se disfrutan los guiones, que son redonditos e ingeniosos, y los trucos narrativos a los que apela Cuevas para sacar todos los días una página con buen guión, gran dibujo y espectacular color.
Y si lo que más te gusta qe Cuevas son los trucos narrativos, lo que viene después te parte la cabeza: es una historieta realizada con la técnica de "lienzo infinito" (esa de la que tanto hablaba McCloud), en la que Joaquín encuentra su mejor forma, donde explotan con más fuerza su habilidad increíble como narrador y su manejo del lenguaje de la historieta. Por supuesto, se disfrutaría mucho más si fuera un desplegable, impreso de un sólo lado, pero bueno, publicada así (como historieta de 9 páginas) también es devastadora.
Esto es, en síntesis, un libro de rarezas, de sobras, de cosas extrañas, que a veces se parecen poco a lo que hace normalmente Joaquín. Y si bien estamos hablando de un referente ineludible de la historieta latinoamericana contemporánea, no me parece acertado que este sea el primer material de Cuevas que se recopila en libro. Me parece que daba para publicar estas cosas mucho más adelante, cuando ya estén editadas todas las obras importantes (y un par menos relevantes) de la carrera de Cuevas. Para empezar, yo hubiera ido a las historietas más conocidas (las de las antologías) y si la mayoría está pensada para color, hay que editarlas a color.
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Published on November 17, 2011 16:06

November 16, 2011

16/ 11: SWEET TOOTH Vol.3


Hora de reencontrarme con otra de esas series de Vertigo realmente tremendas, dolorososas, de difícil digestión. En estos tres tomos, Jeff Lemire ya se aseguró de que suframos más que un hincha de Gimnasia, duhaldista y con herpes en la poronga. No quiero contar de nuevo el planteo argumental de la serie, en todo caso clickeá en la etiqueta y repasá las reseñas de los tomos anteriores.
Lo importante es que en este tercer arco Lemire avanza muchísimo los plots pendientes. De a poco, habilita data sobre Gus y su familia, que escaseaba y mucho, y en cualquier momento vamos a saber cómo se relaciona esto con las causas de la pandemia que devastó al planeta. Toda esta investigación está llevada adelante por un personaje que cobra muchísimo protagonismo en este tomo: el científico hindú Singh, con rasgos parecidos a los de Anoop Singh, te acordás? Aquel hindú al que el FMI mandaba para asegurarse de que Argentina cumpliera con las medidas que nos llevaron a ser uno de los países con más pobreza y más desocupación del planeta. Ese deleznable sicario jugaba claramente para los malos. Este, no sabemos. Es un personaje que se mueve en un terreno de atractiva ambigüedad, al que seguramente Lemire le reserva un rol importante en la saga, y al que usa para bajarle data al lector, como en ese unitario que abre el tomo, un magistral (y atípico) homenaje a Marv Wolfman y George Pérez. También hay bastante desarrollo para Doug Abbot (hasta ahora, el más hijo de puta de los villanos) y su hermano Johnny, para el jodido Glebhelm y para algunos secundarios más. Pero el protagonismo sigue en manos de Gus, cada vez más maduro y decidido, y de Jepperd, al que Lemire termina de definir y –ya que está- le pega otro golpe de extrema crueldad.
Hay miles de ejemplos del talento y la solvencia de este joven autor canadiense, pero me quedo con uno: al final del quinto episodio de los seis que recopila este TPB, Doug Abbot le revela a Jepperd que su hijo, al que él creía muerto, está vivo. Es un híbrido y está en cautiverio. Ahí vos decís "llega a ser Gus y me corto la chota en fetas y le mando una por correo a Lemire". A Lemire le quedan 22 páginas para impedir que su buzón se llene de sobres con fetas de chota de los lectores y además le tiene que dar un cierre al arco más ambicioso desde que arrancó la serie. ¿Cómo lo resuelve? Posta, no te lo puedo contar, pero es malignamente genial e impredecible.
Así como el Vol.2 era más pachorro, porque Gus estaba inmovilizado por los villanos, este es el más dinámico, el más jugado a la acción, y por supuesto el más violento. Lemire no se olvida de los climas intimistas ni de las secuencias tranqui, que tanto le dieron de morfar en sus obras anteriores. Están y la rompen. De hecho, el primer episodio es eso, ni más ni menos. Pero después se viene la machaca y la verdad es que pocos autores del palo indie norteamericano se bancarían dibujar la cantidad de tiros, piñas y cuchillazos que dibuja Lemire en este tomo.
El dibujo está un poquito... no sé si descuidado, pero por momentos, muy acelerado. A Lemire le sale bien, su estilo da para sacar páginas con fritas, para entrarle duro y parejo con la tinta, sin calentarse mucho en bocetar toda la página a lápiz. De todos modos, pela planificaciones tan arriesgadas, tan milimétricas, que es obvio que –aunque no las bocete- tiene las páginas recontra-meloneadas. Y cualquier rasgo de excesiva sencillez o incluso de precariedad que pueda tener el dibujo, desaparece cuando entra en juego el color, obra del maestro José Villarrubia. El español radicado en EEUU es en gran medida responsable de que el trazo zarpado, el expresionismo al límite que pela Lemire se vista de gala, gane en texturas, en climas, en profundidad, en impacto y en belleza. Son tantos los coloristas de Vertigo que merecen ir en cana, que lo de Villarrubia es triplemente loable y destacable.
Una vez más, un tomo de Sweet Tooth me deja mal, alterado, dolido, juntando fuerzas para no entrar a la web y leer en scans los episodios posteriores. Es una lucha, pero contra comics de este nivel, la pierdo con gusto.
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Published on November 16, 2011 13:21

November 15, 2011

15/ 11: BURMA CHRONICLES


Pobre pibe Guy Delisle... Compite con Joe Sacco a ver quién viaja a los lugares más chotos del planeta. Si no leiste la reseña de Pyongyang (página 51 del segundo libro del blog) te recomiendo leerla antes de seguir con esta...
¿Ya está? Bueno, Burma Chronicles cuenta las andanzas de Delisle en Birmania, el país al que la dictadura militar que lo gobierna desde fines de los ´80 decidió llamar Myanmar y al que en los países anglófonos se conoce como Burma. Como en Pyongyang, el autor combina las no-aventuras típicas del comic autobiográfico con un montón de información acerca de la vida en Birmania, su geografía, su cultura, su religión, su gastronomía y –sobre todo- los serios problemas de pobreza y desigualdad social, olímpicamente ignorados por un régimen totalitario que encarcela y tortura a quienes se le plantan en la vereda de enfrente.
La gran diferencia era que en Pyongyang (capital de Corea del Norte, si te llevaste Geografía a Octosto o Juliembre) el canadiense se encontraba con una población totalmente adoctrinada para apoyar de modo acrítico las excentricidades de la élite gobernante, mientras que en Birmania se encuentra con una población que está muy al tanto de las prevendas, los chanchuyos y las inequidades del régimen dictatorial, pero no tiene huevos para reaccionar. La gente agacha el lomo y sigue como siempre, clavada en el atraso y el oprobio, mientras la única líder opositora (galardonada con el Premio Nobel de la Paz) lleva décadas condenada a un arresto domiciliario que le impide aparecer en público y conducir al pueblo hacia la rebelión, o forzar una salida democrática.
En el medio, Delisle analiza (sin meterse demasiado a fondo) el rol de las Naciones Unidas, las potencias centrales, las multinacionales, los países vecinos y las organizaciones no gubernamentales que están presentes en Birmania, todas defendiendo sus propios intereses, excepto las ONGs, que gambetean como pueden las restricciones de la dictadura para ayudar a paliar las deficiencias sanitarias, educacionales y nutricionales de la gran masa del pueblo birmano, abandonado a su suerte por la cúpula militar.
Y aún así, Burma Chronicles no es un comic abiertamente socio-político. Lo Delisle es más abrir grandes los ojos y decir "boludo, no puedo creer que pase esto" que armar la barricada y erigirse en improbable oposición a la dictadura. ¿Por qué? Porque tiene otras cosas que hacer: viajar, conocer, acompañar a su esposa (que trabaja para Médicos Sin Fronteras), criar a su hijito Louis, dar clases de animación y –por supuesto- dibujar historietas, que de eso vive. Todas esas actividades de Delisle, su vida social, su ocio, etc., comparten protagonismo con la faceta "testimonial" de la obra y van casi siempre para el lado contrario, es decir, para el lado de la comedia costumbrista y de choque de culturas. Que además es el terreno donde el canadiense la tiene más clara. El equilibrio entre ambas cosas está tan bien logrado que probablemente sea lo más interesante de la obra. ¿Algo para criticar? Sí, es un poco larga. Son más de 260 páginas y te tiene que interesar demasiado el tema para fumártelas todas sin decir "uh, loco... ¿falta mucho para que vuelvan a Francia?".
El dibujo, una vez más, es excelente. Bajo la aparente sencillez del trazo de Delisle se ocultan un virtuoso del lápiz, un gran observador y un narrador nato. Esta vez se nota claramente que los grises están aplicados con técnica digital, sin ese truquito para que parecieran puestos a lápiz que vimos en Pyongyang. Y de nuevo suman muchísimo a las composiciones tanto de las viñetas como de las páginas. En general, toda la faz visual se ve mejor y más sólida que en las obras anteriores de Delisle, como si de pronto hubiese recibido una transfusión de sangre de Miguel Gallardo, además de la influencia más obvia, que es la de Lewis Trondheim.
Si te interesa conocer la remota, exótica y cuasi-aislada Birmania de la mano de uno de los grandes autores de la historieta francófona actual, Burma Chronicles es un trip del cual no te vas a querer bajar ni a palos. Mingalaba!
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Published on November 15, 2011 14:29

November 14, 2011

14/ 11: NORTHLANDERS Vol.3


Cuando reseñé el Vol.4 de Northlanders comenté que nunca había visto el Vol.3 y ni sabía qué traía. Bueno, ya me enteré, y la verdad es que el Vol.3 es un librazo de la San Puta. A diferencia de los otros tomos que había leído, no trae una saga extensa dibujada por un sólo artista, sino que reúne varias historias cortas (de uno o dos episodios), todas escritas por Brian Wood y con distintos dibujantes. Veamos.
Arrancamos con una historia de dos capítulos, maravillosamente dibujados por Dean Ormston, un británico al que los fans de Vertigo tenemos muy junado y con el que siempre es un placer reencontrarnos. Acá el personal trazo del británico (por momentos, una bizarra cruza entre Frank Quitely y Jeff Lemire) se ve realzado a niveles gloriosos por el color... que es obra del propio Ormston. Un hallazgo, sin duda, haberle permitido colorearse a sí mismo. El guión de Wood es áspero, incómodo, terrible y muy jugado al contrapunto entre los normandos y los sajones, con énfasis en las diferencias entre las religiones que ambos pueblos profesaban. No faltan las ingentes dosis de violencia, pero acá hay bastante sustancia, bastante elementos muy ricos para el análisis.
Le sigue un unitario, dibujado por el griego Vasilis Lolos, a quien había oído nombrar pero no había leído nunca. Acá me encontré con un verdadero salvaje de la pluma y el pincel, un tipo con un trazo fuerte, expresivo, al límite de perder el control, pero con una muy buena narrativa. A Lolos (y a los próximos dos dibujantes) los colorea Dave McCaig, con gran cuidado y gran énfasis en los climas. El argumento es sencillito: apenas un duelo entre dos campeones que luchan en defensa de sendos señores feudales. Pero Wood aprovecha para meter información sobre las costumbres vikingas, las técnicas de combate, las armas y demás datos que se ve que investigó a full y se le complicaba meter en las historias más ambiciosas.
La tercera historia también tiene dos episodios y es la mejor del tomo, no sólo porque presenta y desarrolla a tres personajes increíbles (Lif, Thyra y Grettr, tres normandas de una aldea en la que los hombres murieron combatiendo a los sajones), sino porque además la dibuja con mega-pilas el genio croata Danijel Zezelj, del que no me canso de hablar maravillas. Por suerte, el colorista McCaig entiende el claroscuro extremo del croata y lo complementa a la perfección: le suma vuelo, profundidad y belleza a un trabajo impresionante. El guión es complejo, intenso, repleto de momentos heavies, con un gran balance entre la machaca sanguinolienta y el desarrollo de personajes mediante notables bloques de texto y excelentes escenas intimistas. Es el tramo del libro con más texto, pero también hay varias secuencias mudas, donde Zezelj se carga al hombro la responsabilidad de llevar adelante el relato, con resultados tan impactantes como hermosos.
Y cerramos con otro unitario que en realidad es una especie de epílogo a la primera saga de Northlanders, la de Sven, y como aquella, está magníficamente dibujado por el italiano Davide Gianfelice. De los cuatro dibujantes, Gianfelice es el más fácil de colorear y McCaig aprovecha para lucirse, a full. El argumento –de nuevo- es muy chiquito, pero desde el guión, Wood despliega su categoría, su habitual crueldad y unos bloques de texto absolutamente brillantes. Espectacular broche de oro para la saga de Sven y para un recopilatorio de Northlanders que entra con holgura a la lista de los imprescindibles.
Qué increíble lo emocionante y alucinante que resulta el mundo de los vikingos visto por un yanki, un inglés, un griego, un croata y un tano...
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Published on November 14, 2011 16:57

November 13, 2011

13/ 11: LOST IN TRANSLATION


Además de los informalismos y localismos, lo más difícil de traducir de un idioma a otro deben ser los chistes. En el chiste escrito, cada palabra es tan, tan importante, que cambiar una sóla ya es jodido: imaginate cambiar todas y encima pasarlas de un idioma a otro. En el humor las palabras son graciosas por cómo suenan, por cómo se las ubica en la frase, por cómo se enfantiza a unas por sobre otras, y muchas veces la gracia pasa por cómo se deforman las palabras para convertirse en otras, que adquieren otro significado, otro sonido, otra onda. O sea que ponerse a traducir humor escrito es un sacerdocio, una ordalía para la cual la mayoría de los traductores no están capacitados. Y encima se nota, mucho. El humor verbal traducido por tipos sin gracia no funciona, colapsa por su propio peso. Los mecanismos del humor son sutiles y complejos, al igual que los de la traducción (más o menos respetuosa) de cualquier texto. Si sumamos sutilezas y complejidades y las ponemos en manos de cualquiera, seguramente llegaremos a resultados más catastróficos que los del gobierno de De la Rúa. Me acuerdo hace no muchos años cuando La Nación publicaba Calvin & Hobbes. Los chistes eran... otros! No decían lo mismo que los originales. A veces la idea era parecida, pero el texto no. Y casi nunca me causaban la menor gracia, a diferencia de los de Bill Watterson, que son joyas. En general, si en una traducción encontrás un chiste o un juego de palabras ingenioso o que te hace reir, estás ante un traductor muy, muy bueno.
Otra complicación para el traductor son las referencias culturales. A veces los personajes mencionan a celebridades (de la música, la tele, el cine, el deporte o la política) que son célebres sólo en su país. Y el traductor está en el horno, porque o no los conoce, o los conoce, pero se le complica explicarle a sus lectores de quién carajo están hablando los personajes. Hoy que existe el Google, es más fácil: googleás cualquier cosa que suene a referencia cultural y enseguida sabés de qué se trata. Hace 20 años era bastante más complicado. Yo tuve culo: la primera vez que viajé a la Convención de San Diego, ya estaba trabajando para Perfil y, si bien no sabía cuándo se iban a publicar, ya sabía qué series de DC tendrían edición nacional. En esa convención conocí personalmente a no menos de 50 artistas, algunos de ellos ídolos de toda la vida (Jack Kirby, Moebius, Berni Wrightson, Joe Kubert... infinitos), pero a uno sólo me lo chamuyé para que me diera su teléfono: Era J.M. DeMatteis, el responsable de los magníficos diálogos de la Justice League. Yo leía la Liga mes a mes en inglés y sabía dónde me estaba metiendo. Por eso lo encaré, le hice una breve entrevista (fantochada pura, nunca se me ocurrió publicarla) y al final le dije "Maestro, tengo que traducir tus comics de la Liga, que están llenos de referencias a gente, películas y discos que no conozco". El tipo, con la mejor onda, me dio su teléfono y me dijo "Cuando estés trabado y no sepas qué mierda poner, llamame". Y así fue. Yo tenía pocas horas para dedicarle a cada traducción y unas tres o cuatro veces por año, cada vez que me topaba con referencias inexpugnables a boludeces que sólo los yankis conocen, en vez de devanarme los sesos lo llamaba a DeMatteis y el tipo, con paciencia y voluntad, me explicaba de qué carajo estaban hablando los héroes o los villanos.
Después era mi responsabilidad explicarle eso al lector argento, y ahí había dos caminos: la llamadita (un numerito adentro del globo de diálogo con la aclaración escrita por afuera de las viñetas) o la analogía. La analogía es más jodida, porque no es verosímil: O sea, yo sé (porque me lo explicó DeMatteis) que Hollywood Squares era un programa de entretenimientos que acá se conoció como Ta-Te-Show. Y podría hacer que Mister Miracle dijera ser fan de Ta-Te-Show sin traicionar lo que quiso decir DeMatteis. Pero, ¿es creíble que un superhéroe yanki conozca un programa de Telefé conducido por Leonardo Simmons? No, porque si bien uno acepta la convención de que en la edición argentina los newyorkinos hablan en porteño, eso no los hace partícipes de la cultura porteña, ni argentina, ni hispanoparlante. Si la aventura transcurre en EEUU, los personajes NO PUEDEN conocer los programas de Telefé. Como diría Miguel Angel Russo, "son decisiones"...
Más sobre este tema en un próximo post.
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Published on November 13, 2011 09:54

November 12, 2011

12/ 11: EL PREVIEWS DE ENERO


Hora de repasar lo que las editoriales yankis ofrecen para principios del año que viene, como para ir eligiendo y armando el canuto de dólares.
Marvel tiene tres libros interesantes: por un lado, el primer ULTIMATE COLLECTION del Daredevil de Ed Brubaker y Michael Lark, un power-broli con 12 episodios, 304 páginas y un precio que me asusta un poquito: u$ 29.99. Veremos si pinta más barato por algún otro lado.
También se anuncia el primer TPB de THE TWELVE, la saga por ahora inconclusa de J. Michael Stracyzynski y Chris Weston. No es caro, son 144 páginas por u$ 16.99, pero prefiero esperar a que haya terminado de publicarse toda la serie, no sea cosa que quede trunca y me clave.
Y por último, se anuncia el recopilatorio de SUPERIOR, lo nuevo de Mark Millar y Leinil Francis Yu, que me ceba, pero no como para pagar u$ 25 el hardcover. Espero el softco.
Dark Horse reedita en un sólo tomo todo TERMINAL CITY, otra joya de Michael Lark, pero escrita por Dean Motter. Son 368 páginas por muy garpables u$ 24.99. Lástima que tengo las miniseries de Vertigo completas y pocas chances de venderlas a u$ 25. Si no, me tiro de cabeza.
Y también sale AFRIKA, hermosa novela gráfica del maestro belga Hermann, que en castellano se consigue, pero carísima. En EEUU también será una obra cara: por sacarla en tapa dura, costará u$ 16, que para un libro de 64 páginas es mucho. Me sigo aguantando las ganas.
DC me sedujo con el primer Showcase de YOUNG LOVE, que reedita las historietas que leían mis compañeras de la primaria en la revista Susy, pero en blanco y negro y sin esas nefastas traducciones mexicanas. Dibujan entre otros John Romita, Mike Sekowsky y Gene Colan, así que entre cebamiento y curiosidad arqueológica se pueden pagar los u$ 19.99 que valen estas 544 páginas.
Vertigo me surte nuevos tomos de HELLBLAZER y de iZOMBIE, dos series a las que no me puedo resistir. Van u$ 14.95 para cada una.
IDW saca un libro muy interesante, WOMANTHOLOGY: HEROIC, que como su nombre lo indica es una antología a cargo de autoras mujeres, entre las que están Ann Nocenti, Gail Simone, Colleen Doran, Fiona Staples y alguna otra. Pero lo sacan en formato grandote y tapa dura y sale u$ 50. A comerla, espero la edición popular.
Image edita finalmente en softcover FRACTURED FABLES, otra antología, pero con trabajos de Mike Allred, Jill Thompson, Terry Moore, Shannon Wheeler, Whilce Portacio, Peter David, Ben Templesmith, Nick Spencer y otros. Son 160 páginas a u$ 19.99 y esta vez sí, compro.
La ignota Amulet Books edita la nueva antología dirigida por Kazu Kibuishi, el creador de Flight. Se titula EXPLORER: THE MYSTERY BOXES y ofrece 128 páginas por u$ 10.95. Negoción.
Dynamite empieza a reeditar el mítico DREADSTAR de Jim Starlin en formato omnibus, con 12 episodios en un mega-broli de 376 páginas. Pinta muy tentador, pero sale u$ 29.99 y es material que tengo completo en revistas. No le puedo dar prioridad, pero no descarto buscarlo a ver si aparece más barato por otro lado.
Y lo de Fantagraphics ya es maligno: reedita en un sólo tomo todas las historias cortas y raras del genial Joost Swarte (tal vez el mejor historietista holandés de la historia). IS THAT ALL THERE IS? es absolutamente fundamental, pero por editarlo a todo culo, me quieren cobrar u$ 35 por un libro de 144 páginas, y no: uno es cebado pero no suicida, ni millonario. Si más adelante se reedita en edición para pobres, cuenten conmigo.
Y no hay más. Se viene un mes casi tranquilo, sin mayores sobresaltos para el bolsillo, aunque me quedo con la vena hinchada por las papongas que –culpa de los formatos lujosos- no me puedo pedir...
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Published on November 12, 2011 15:45

November 11, 2011

11/ 11: MANO A MANO


Este es un libro raro, de fines de los ´70. En sus páginas se mezclan un montón de historietas cortas, algunas de Carlos Giménez y otras de Alfonso Font. A fines de los ´70, Giménez ya era un número uno en España, pero a Font no lo conocía casi nadie, porque publicaba básicamente en el exterior. Recién en los ´80, con el boom de las revistas de historietas para adultos, este grosso se ganaría un lugarcito en el olimpo del comic español.
Los trabajos de ambos autores (muy amigos entre sí) no se parecen en lo más mínimo. Cada vez que aparece una historieta de Font, es una breve pieza de cuatro páginas, con viñetas grandes, un dibujo muy emparentado con el de los maestros franceses (con Jijé a la cabeza) y argumentos desbordantes de ironía y mala leche. Una especie de anticipo de lo que serán sus Historias Negras, aunque con un dibujo todavía no tan sólido como el que desplegará más adelante, sobre todo en las páginas de Cimoc. Sobre el final hay cuatro planchas de corte más humorístico, realizadas antes que las otras (en 1975), sin textos y con un dibujo un poquito más precario. Eso es olvidable. Las otras cinco historietas de cuatro páginas (todas de 1977) son fundamentales, especialmente Los Protectores y Deficiencia Ficción.
Por el lado de Carlos Giménez tenemos varias cosas distintas: primero, varias historietas de dos páginas, con muchas viñetas por página, y enroladas en temáticas costumbristas, historias ni dramáticas ni cómicas (o las dos cosas a la vez), de ambientación urbana, con un estilo de dibujo muy similar al que Giménez depuraría unos años después en Los Profesionales. Son historietas realizadas en plena transición, pero que no hablan de la represión, ni tocan ningún tema político. Se basan más bien en anécdotas, en personajes pintorescos de la ciudad, a los que seguramente Giménez conoció personalmente. La mejor dibujada es, lejos, Los Demonios Danzan en la Playa.
Y además de eso, hay ocho planchas de una serie llamada La Saga de los Menéndez. Esto está planteado claramente en joda, con un dibujo mucho más exagerado, mucho más próximo al de André Franquin. Cada página es una historia autoconclusiva (un chiste largo) protagonizado por la familia Menéndez, que se parece bastante a la familia de aquel entonces de Giménez. O sea que, una vez más, pero en una tónica totalmente distinta a la de Paracuellos, Barrio, o Los Profesionales, se vuelve a colar la autobiografía en la obra del genio madrileño. Y acá sí, Giménez baja un poquito de línea, sobre temas como el sistema de salud pública o la hipocresía reinante en la sociedad y cómo se traduce en la educación de los chicos. Pero todo eso empalidece bastante frente al dibujo del ídolo, acá totalmente endemoniado, jugado a claroscuros de alto impacto (la octava página parece una de las Ideas Negras de Franquin) y explosivo en la caricatura y el grotesco.
En apenas 48 páginas, Mano a Mano te lleva a pasear por los universos de dos autores, te bombardea con un montón de historias cortas, pasa por varios géneros y te gratifica con algunas historietas de inmejorables dibujos y otras de magníficos guiones. Una rareza, pero de las muy buenas.
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Published on November 11, 2011 17:02

November 10, 2011

10/ 11: SCALPED Vol.6


Ah, bueno... La vez pasada, cuando comenté el Vol.5 dije que hasta el momento era el mejor tomo de la serie... Pindonga: este es mil veces mejor! Y no sólo porque dibuja todo R.M. Guéra. Acá, Jason Aaron pega giros zarpadísimos en la historia. Cada episodio, cada página, cada viñetas, además de ser excelente en sí misma, cobra infinita chapa por cómo resignifica todo lo que leímos antes. Aaron le saca al formato serial un jugo increíble, inverosímil. El tipo la tiene excesivamente clara y armó un verdadero mecanismo de relojería, un engranaje que funciona cada vez mejor, aceitado, sin fisuras, de esos que te obligan a releer cada tanto todo lo anterior para ver si el guionista nos está chamuyando, o sacando ases de la manga, o si realmente todas estas maravillas fueron sembradas en los episodios previos. Y sí, Aaron sembró todo lo que cosecha en este tomo.
Acá hace mierrrda, de modo tremendo, a uno de los protagonistas de la serie. Chau, siamo fuori. También se carga a no menos de dos secundarios muy importantes, en el tomo más heavy, más salvaje, más extremo de la serie que redefinió el grim ´n gritty. En este tomo recupera el protagonismo el cada vez más jodido Jefe Red Crow, hay muchísimo desarrollo para Dash Bad Horse y además secuencias en las que se lucen TODOS los otros protagonistas de la saga. Hasta Gina, la mamá de Dash, que murió en el primer libro. Esto es a todo o nada, y Aaron no se guarda nada. Lo único que escasea un cachito en este tomo es el sexo, porque los personajes hacen tantas cosas, la trama avanza tanto y tan de golpe, que ni tienen tiempo para echarse un polvo. Pero igual, aunque sea de fondo, siempre hay alguna puta semi-desnuda tomando merca, como para que no te olvides de que Scalped es el comic más sórdido del mercado.
Tengo muy poquito tiempo para escribir, así que no lo quiero malgastar en una catarata de infinitos elogios, que además son los mismos de siempre. No me puedo ir sin hablar bien de R.M. Guéra, maestro de la mala leche, amo y señor de un trazo crudísimo, muy realista pero con cada vez más espacio para exagerar y potenciar las expresiones faciales. Esa mezcla entre Leopoldo Durañona y Jean Giraud le funciona a las mil maravillas, potenciada por una narrativa infalible, muy parecida a la que usaba Eduardo Risso en 100 Bullets. Como siempre, falta un colorista que ponga un poco más de huevo. Lo de Giulia Brusco no es impresentable, pero el día que esto se reedite en blanco y negro, le prendo fuego a los TPBs a color, sin dudarlo ni 15 segundos.
En fin, en estos seis primeros tomos de Scalped pasó de todo y todo está demasiado bueno para ser real. Si te copa la historieta para adultos fuerte, de alto impacto, con tramas bien enchastradas de corrupción, miseria, violencia y runflas espúreas, este es el Evangelio, la Biblia, el comic que acaba con todos los otros comics. Si te copa todo eso, "aguante Scalped!" es el grito sagrado.
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Published on November 10, 2011 12:32

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Andrés Accorsi
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