Andrés Accorsi's Blog, page 237
January 13, 2012
13/ 01: DEVIL GOT MY WOMAN

A ver, de entrada uno se come el amague de que va a leer un thriller, una investigación por parte del periodista Henry Rowland que lo va a llevar a desentrañar (no sin antes asumir unos cuantos riesgos) el misterio detrás de la prolongada ausencia de Skip Johnson, el legendario músico de blues. Debe haber... 10 ó 12 álbumes franceses movidos por una trama similar.
Una vez transitadas las primeras 25 páginas, Connelly le empieza a poner fichas a los elementos sobrenaturales y la historia empieza a cobrar ese tinte davidlyncheano, esa cosa espesa y extraña que suelen tener las historias ambientadas en los pantanos de Louisiana, donde siempre pasan cosas jodidas que nunca se terminan de explicar, por lo menos en términos racionales. Primero te ponés nervioso, después decís "nah, tengo demasiado comic de Vertigo leído como para que me perturbe una secuencia onírica medio enroscada o una vieja que tira profecías". Y cuando estás ocupado buscando la forma de conectar al desaparecido Skip Johnson con estos elementos sobrenaturales, la historia pega otro giro y resulta que eso no era lo importante, sino que la verdadera tensión dramática, el plot que a Connelly más le interesaba explorar, era el del romance entre Rowland y Marion, la taciturna hija del intempestivo dueño del bar.
Sí, al final Devil Got My Woman era una historia de amor y el misterio era apenas un complemento. Si a Connelly se le ocurría otra excusa para que Rowland llegara al pueblito de Bentonia, por ahí ni hacía falta construir la leyenda del enigmático Skip Johnson. Lo importante era eso: que el tipo (periodista, oculista, verdulero, no importa) cayera a ese pueblito donde todos son negros menos él y pegara onda con esa mujer sombría, esquiva, ominosa. El resto era chamuyo, relleno, jueguito para la tribuna de un guionista al que le pareció divertido engañarnos con su buen manejo de los tópicos del thriller y del misterio sobrenatural. Y del erotismo, que también están muy bien logradas las escenas hot entre Henry y Marion. Y bueno, a mí, por lo menos, me hizo entrar. Me tuve que conformar con una revelación totalmente anticlimática acerca del paradero de Skip Johnson, pero claro, cuando Connelly blanquea qué fue de la vida del músico, ya estaba clarísimo que lo importante en la trama era lo otro, el romance fatídico del periodista y la camarera.
Al frente de la faz gráfica tenemos a Berliac, acostumbrado a dibujar sus propios guiones, pero muy compenetrado con lo que Connelly le propone contar. Berliac opta por una línea escueta, adusta, sin estridencias, cercana a lo que hacían los españoles de El Cubri en los ´70. Hay bastante referencia fotográfica, pero Berliac le mete tanta mano, agrega tanto y saca tanto, que termina por no sacrificar nada de su propia identidad gráfica. Lo único que no me cerró es que no dibujó zanjas entre las viñetas y cuando estas se apoyan unas contra las otras, a veces hacen tambalear la composición de la página o complican al pedo la lectura de las secuencias. Pero se trata de un muy buen trabajo de Berliac, firme en su estilo de meter pocos cuadros por página, de apostar fuerte a los climas densos, de lograr que blancos, negros y grises no repitan los pasitos ya gastados que nos sabemos de memoria, sino que bailen y se entreveren de modo novedoso, y hasta riesgoso.
Una vez que tirás a la basura esa sobrecubierta espantosa que lo envuelve, Devil Got My Woman es un libro más que interesante, que muestra cuotas muy satisfactorias de pasión y talento por parte de sus dos autores. Descubrilo.
Published on January 13, 2012 14:12
January 12, 2012
12/ 01: BROUGHT TO LIGHT

La historieta más larga se llama Flashpoint: La Penca Bombing y ahí Joyce Brabner (la viuda de Harvey Pekar) toma los testimonios de Martha Honey y Tony Avirgan para narrar detalladamente (con mucho texto, con millones de detalles) qué sucedió en La Penca, esa localidad de Nicaragua en la que un día –en plena guerra de guerrillas entre los sandinistas y distintas facciones de oposición, algunas bancadas por la CIA- explotó una cabaña en la que un montón de periodistas cubrían una conferencia de prensa. La pista conectaba a la CIA con los hechos y, por supuesto, pocos se pusieron las pilas para investigar y mucho menos para llevar a juicio a los responsables. La historieta se propone denunciar con datos puntuales toda la operación de "los contras" en Centroamérica, sin omitir nombres, apellidos y pruebas acerca de cómo se financiaban estas movidas, que el propio congreso de los EEUU trataba (con poco éxito) de controlar. El dibujo de Thomas Yeates se pasa un poquito de realista, nunca llega a ser el hilo conductor de la narración, y así, relegado a ilustrar la abundante prosa de Brabner, se las ingenia para hacer un papel decoroso. Guarda: son 32 páginas y requieren el tiempo que uno normalmente le dedica a 50 ó 60.
También hay una historieta cómica muy graciosa y muy breve a cargo del gran Paul Mavrides (legendario colaborador de Gilbert Shelton en los Freak Brothers), pero lo que hizo mítico a este álbum son las 30 páginas de Shadowplay: The Secret Team, la colaboración entre Alan Moore y Bill Sienkiewicz, dos íconos de la segunda mitad de los ´80. Shadowplay nos presenta de modo grotesco (aunque no exento de cierto humor y hasta cierta poesía) todas las atrocidades cometidas por la CIA desde los ´50 hasta el escándalo de Irán, los contras y demás. La historia negra de los EEUU, hecha carne en un personaje (un águila maligna, repulsiva, en un punto patética) que representa a la CIA y nos narra, de cara a los lectores, una por una todas las trapisondas cometidas por esta agencia que un día dejó de ser "de espionaje" para pasar a controlar negocios multimillonarios, obviamente ilegales. El relato de Moore produce escozor no sólo por lo terrible de los crímenes que se enumeran, sino sobre todo por la impunidad con la que opera este "poder detrás del poder", que está incluso por encima de los presidentes de EEUU. Ojalá el Mago y Sienkiewicz olvidaran sus diferencias (las que frustraron esa gloria potencial llamada Big Numbers) y se juntaran para una segunda parte, que expusiera los crímenes de la CIA y los negociados que cuestan miles de vidas, pero de 1988 hasta hoy.
Del dibujo de Sienkiewicz ni tiene sentido hablar. No es dibujo, es energía cósmica, liberada en un orgasmo fruto de un garche entre el Caos, el Orden, la creación y la entropía. Contenido por una grilla de muchos cuadros por página, y por abundantes masas de texto, el grosso saca pecho y se luce como siempre, con imágenes (y secuencias) absolutamente devastadoras.
Esto es raro, es jodido de conseguir, pero su atractivo va mucho más allá de querer tener todas las historietas de Moore (o de Sienkiewicz). Acá hay material muy jugado y, sobre todo, muy sustancioso.
Published on January 12, 2012 16:55
January 11, 2012
11/ 01: FREAKS OF THE HEARTLAND

Así de sencillo es el argumento con el que Steve Niles nos va a mantener agarrados a la silla durante 138 páginas. Los hallazgos, que no son pocos, están casi todos en el guión, en la forma en que Niles elige contarnos esta historia. Lo primero que me cerró fue el clima: dark, ominoso, jodido, pero con resquicios para que se cuele también la ternura, sobre todo en la relación entre Trevor (el protagonista) y su hermano Will (el más destacado de los deformes, al que más bola le da Niles). Yo dije "mirá qué turro: quiere que el freak nos caiga bien y nos enternezca, para después matarlo de un modo horrible y que nos duela mal". No te puedo contar si acerté o no, porque te cago la resolución de la trama. Pero a lo largo del libro son muchas las veces en las que Niles se regodea mostrándonos el trato cruel e inhumano que reciben estos freaks, y lo hace sin miramientos, sin atenuantes, decidido a generar en el lector esa mezcla de dolor, impotencia y bronca, como si te enteraras de que tu vieja tiene cáncer, tu mujer se acostó con todo el barrio y a tu equipo lo va a dirigir J.J. López. En esa manipulación de los sentimientos del lector es donde más se nota la increíble habilidad del guionista.
También en la construcción de los personajes, sobre todo Trevor y su papá, Henry Owen, quien cumple –como los dioses- el rol de villano en la primera mitad de la obra. Lástima que el tono que eligió Niles es sumamente realista. Si no, en las últimas páginas tendría que aparecer Henry y hacer alguna maldad. Por supuesto, el principal villano no tiene nombre y apellido, sino que es la discriminación, el maltrato y la marginación del distinto. Se trata de un supra-villano, de una villanez colectiva, que se extiende a todo el pueblito salvo a Trevor y su amiga Maggie. Y al ser una sociedad villana, las motivaciones de su maldad tienen que ver con la cultura, con la educación (o la falta de ella), con el aislamiento, la endogamia, el atraso, ese saberse impresentable y por eso elegir el ostracismo. De ese caldo espeso y maloliente sale la crueldad inmisericorde con que este pueblito trata a sus freaks.
¿Y los freaks, de dónde salen? No creas que Niles se calienta demasiado en explicarlo. Hay una explicación, pero es una onda muy light, un par de frases, no muy distinto a como explica Sergio Bizzio las anormalidades que aparecen en sus novelas. No es lo importante. Lo importante es que con la salida de Trevor y Will de la granja de los Owen se rompe el status quo y de pronto todo puede suceder.
A todo esto, la historia podría ser una pedorrada sin pies ni cabeza y aún así tendríamos que hablar maravillas de Freaks of the Heartland simplemente porque la dibuja (y colorea y rotula) un Greg Ruth inspiradísimo, mucho mejor que en la historieta que aportó al tomo de Creepy que vimos hace no mucho. Ruth mezcla con éxito dos tradiciones estéticas: la onda Sean Phillips-Michael Lark (ideal para un comic realista con ambientación retro) y la onda Kent Williams-George Pratt de la aproximación pictórica a la historieta. El resultado es realmente formidable: pasan las páginas y el nivel no sólo no baja, sino que sube. La narrativa es cristalina, los climas son asfixiantes, la violencia duele de verdad; caras, cuerpos y hasta cielos y paisajes expresan montones de sensaciones que casi dejan sin sustento a las palabras (igual ya sabemos que Niles escribe más bien poco, que no se zarpa a la hora de meter textos). A nivel visual, esto es una maravilla, una mezcla perfecta entre power y lirismo, pero además puesta 100% en función del relato.
Por ahí no llega a calificar como imprescindible, porque no es recontra-original. Aún así, Freaks of the Heartland no defrauda en lo más mínimo, no es predecible y tienen un arma de seducción irresistible, que es el magistral trabajo de Greg Ruth.
Published on January 11, 2012 11:41
January 10, 2012
10/ 01: LA VENGANZA BOLIVIANA

Arrancamos muy arriba, con el maestro Alvaro Ruilova, un virtuoso del dibujo que acá plantea una muy linda historia... pero no la termina! Esto es apenas el prólogo a algo que no sé dónde corno continúa. Después la rompe otro prócer, Joaquín Cuevas, con una historia chiquita y hermosa. Me salteo a un par de muertos impresentables para llegar rápido a Pollo Satánico, una excelente sátira de Marcelo Fabián, que -al mejor estilo Miguel Brieva- se apodera del lenguaje de la publicidad para desnudar la mierda que tantas veces nos tratan de vender.
La siguiente historieta notable es la de Alejandro Archondo, otro virtuoso del dibujo que acá pela un recurso muy ingenioso para darle "narratividad" a una exquisita no-historia. La de Gustavo Rivero y Carlos Ureña es muy interesante, pero le falta zarparse un poquito al dibujo. La historieta más extensa es Tras Lados, 12 páginas a color escritas por Jorge Siles y dibujadas por Leaño Martinet. El dibujo es alucinante, hermoso por donde se lo mire. Lástima la narrativa, que se pasa de críptica y el guión, que se pasa de ambicioso y termina por perder al lector en la sexta página.
Paso por alto también a los ilustradores (no me siento capacitado para criticar ilustraciones) y caigo en la otra historieta a color, la de Salvador Pomar. A esta le sobran viñetas (necesitaba una o dos páginas más) y hay que ajustarle un cachito el dibujo, pero es entrenida y le sobran las buenas intenciones. Vuelvo al blanco y negro, a alucinar con los dibujos de Román Nina, otra bestia del pincel cuyo guión no me enganchó en lo más mínimo. Urgente un guionista para este pibe, que va a llegar muy lejos.
Y llega lo mejor de la antología: Ocho páginas en las que el enorme Frank Arbelo adapta un cuento de Antonio Rodríguez y lo convierte en una historieta magistral. Hernando Rioja impacta con su estética under, filosa y visceral, aplicada a una narración que tenía todo para no funcionar, pero funciona. Me salteo otra historieta irredimible para centrarme en la de Tito´s que está muy bien, excepto por el dibujo, que se ve un poco chato y derivativo.
Y si hablamos de estilos viscerales, nada te prepara para lo que vas a ver en las 7 páginas de Oscar Zalles (también autor de la fastuosa portada). Este tipo tiene cero narrativa, le cuesta un huevo armar una página, pero lo que pela a la hora de dibujar, entintar y aplicar tramas mecánicas, te hiela la sangre, de verdad. Y termino con una pequeña gema, una deliciosa historia muy cortita (3 páginas) a cargo de Jorge Cuéllar, un autor al que no conocía pero que sospecho que viene del campo de la animación.
El comic boliviano sigue lejos de desarrollar algo así como una industria y eso tal vez sea un bajón y tal vez no. Lo importante es que la cantidad y la calidad de lo que se produce no para de crecer, año tras año. Este libro de 2011 da testimonio de un momento muy interesante, con varias tuercas para ajustar (sobre todo en lo que respecta a la comercialización), pero con un panorama sumamente promisorio, en el que ya se ve mucho talento y pronto se va a ver mucho más. No me quedó muy claro de quién se querían vengar, pero les salió muy bien.
Published on January 10, 2012 09:33
January 9, 2012
09/ 01: WILSON

Sintéticamente, quiero dejar sentado que Wilson es una historieta realmente excelente. Y que Daniel Clowes me hizo caer en todas las trampas que tiende con esta obra. Al hojearlo, enseguida pensé "ah, se fue a la mierda. Me la venden como "la primera novela gráfica original de Daniel Clowes", pero son páginas autoconclusivas rejuntadas, y encima dibujadas en distintos estilos!". Tranqui, es todo un plan maligno de Clowes. Una vez que la empezás a leer, te das cuenta de que Wilson ES una novela gráfica, disfrazada de otra cosa.
Las primeras... 18 páginas me pusieron nervioso. Hasta ahí, Wilson no era una novela gráfica, sino una extraña sucesión de páginas con historias apenas elaboradas, chistes largos, muchos de ellos con remates muy graciosos, pero sin una estructura dramática fuerte ni ganchera como para bancarse 77 de esas. Pero después aparece un hilo argumental, que avanza y se resuelve. Y después otro, y al final un tercero. En total, hay como tres "sagas", tres historias en las que vemos a Wilson evolucionar como personaje, mostrar complejidad, involucrarse afectivamente en varias situaciones que lo redefinen por completo.
En un punto, lo que empezó como una serie cómica, de brocha gruesa, con mucho énfasis en el patetismo, la mala leche y las neurosis cotidianas, parece tomar la ruta del bajón, del drama testimonial, algo bastante poco frecuente en la obra de Clowes. La forma (las planchas tipo historieta humorística que van hacia un remate) hacen que esto no sea tan obvio, que el bajón no termine de quedarse con el control sobre el tono de la obra.
¿Clowes poniendo la forma por sobre el contenido? Eso era más esperable de Chris Ware, no? Pero sí, Clowes entra en la chriswareada de innovar con cómo te cuenta la historia, por suerte sin descuidar demasiado cuál es la historia que quiere contar. Y bueno, la vanguardia es así. Las obras de Clowes se parecen poco entre sí y esta no es la excepción. La vuelta esta vez es muy, muy impredecible (no me lo imaginaba al autor de Ghost World pelando algo así, ni mamado), y lo mejor es que funciona.
Además del juego formal (muy difícil, y a la vez muy logrado) de armar una novela con 77 planchas autoconclusivas, está el de cambiar de estilo en todas las páginas. Arranca en un estilo parecido al "de siempre", pero más limpito, más pensado para el color. De ahí se va un estilo tipo cartoon, con el personaje más cabezón y con rasgos exagerados. Después pela un estilo similar al de los dibujantes del New Yorker de los ´50 y ´60, con una única tonalidad de color y muchos espacios en blanco. Después, un estilo tipo cartoon, pero alternativo, más tipo Bob Fingerman. Otro estilo también virado hacia el humor lo acerca a la onda casi minimalista de Charles Schulz. Otro, un poco más salvaje, se parece más al de Peter Bagge. Bastante más adelante aparece otro estilo, realista, con líneas muy finitas y sin masas negras. En todos está la marca de Clowes, en todos se nota su fuerte identidad gráfica, y en todos sorprende, porque ya sabés que dibuja bárbaro, pero no te lo imaginabas dibujando tan bien en tantos estilos distintos.
Esto hay que verlo para creerlo. Es raro, incluso para los fans de Clowes que estamos acostumbrados a bizarreadas y excentricidades medio pasadas de rosca. Y además es brillante.
Published on January 09, 2012 17:13
January 8, 2012
08/ 01: TRANSMETROPOLITAN Vol.7

Este tomo se ajusta a la fórmula que veníamos viendo en los TPBs anteriores: una saguita de tres episodios en los que avanza la trama central de la serie y tres historias autoconclusivas, no muy conectadas con los conflictos principales. Una fórmula que Warren Ellis buscó, definió y refinó hasta que –para esta altura de su magnum opus- la hizo funcionar como un relojito.
La saguita más extensa se titula Back to the Basics y define cuál va a ser el rumbo de la serie de acá hasta el final: se viene la guerra declarada y sin cuartel entre Spider Jerusalem y Gary Callahan, el Sonrisas, el presidente de los Estados Unidos. Spider encuentra un nuevo medio a través del cual publicar sus columnas y de a poquito, vemos cómo se deteriora su salud. Y no mucho más. ¿Por qué pasa tan poco en 66 páginas? Porque como siempre, Ellis nos distrae de la trama para 1) desarrollar cada vez más a los personajes (Spider, sus sucias asistentes, su viejo jefe Mitchell Royce, sus nuevos editores, el villano, etc.). 2) mostrar pequeñas postales de la vida en esta mega-urbe futurista-decadente. 3) bajar línea acerca de esa obscena orgía entre los medios y el poder que casi siempre termina con la verdad sodomizada, enchastrada y descartada. Por supuesto, estas tres cosas le salen tan bien, que poco importa la lentitud con la que avanzan los conflictos centrales.
Y claro, después vienen tres episodios en los que la trama grossa no avanza prácticamente nada. De atrás para adelante, el tercero habla acerca de la constante renovación del paisaje urbano, de cómo nadie tiene reparos en cagarse en la historia para demoler edificios viejos y construir nuevos, algo que si vivís en Buenos Aires seguro te va a pegar fuerte. El episodio termina con un mini-prólogo muy ganchero a lo que va a pasar en el próximo tomo, que no tengo idea de qué es.
El del medio se mete con los locos. ¿Qué hacemos con los locos? Mantenerlos internados y bajo supervisión sale muy caro. Mejor soltarlos y que –los que pueden- consuman. ¿Y los que no? Mala leche. Spider se toma el trabajo de escuchar a los locos, de bancarlos mientras estos elucubran bizarras teorías conspirativas acerca de... cualquier cosa. Pero nuestro héroe no es ningún boludo: con paciencia y saliva, encuentra entre estas teorías del disparate datos que le pueden servir en su cruzada contra el Sonrisas.
Y dejé para el final al primero, Business, que se mete con un tema jodido como enema de chimichurri: la prostitución infantil. Pocas veces leí una historieta tan sórdida, tan cruda, tan devastadora y a la vez tan conmovedora como esta. Ellis se sumerge a fondo en un tema desgarrador, complejo, incómodo, y –a través del personaje de Bill Rose- baja una línea tan coherente como desesperanzada. Esas 22 páginas valen lo que te pidan por todo el tomo.
Como siempre, Darick Robertson acompaña con un dibujo correctísimo, sin fisuras y con un par de hallazgos. Uno de los más notables es su repertorio virtualmente infinito de caras para tooodos esos cientos de habitantes de la hiper-metrópolis a los que Spider se cruza, entrevista, investiga, o caga a trompadas. Muy notable lo de este muchacho, que llegó como tercerón y con Transmetropolitan logró un merecido status de estrella.
Estamos ahí, a apenas 18 episodios del final. Por fin, 15 años después de comprarme aquel primer número, me voy a enterar cómo carajo termina este maravilloso canto a la transgresión, a la lucha por las convicciones, a los valores que el poder y la prosperidad no pueden comprar. Aguante Spider!
Published on January 08, 2012 10:23
January 7, 2012
07/ 01: EL OTRO MUNDO Vol.1

Esta fastuosa edición de Random House/ Mondadori arranca con Muvirecor, una serie de tiras realizadas por Brieva para la revista Cinemanía. Son apenas 20 tiras protagonizadas por Mario, un pibe cinéfilo que empieza atrás del mostrador de un videoclub y termina envuelto en un bizarro proyecto para filmar un cortometraje clase Z en el que participan su novia, un robot y el fantasma de Stanley Kubrick. Esto es MUY gracioso (sobre todo la primera parte, en la que Brieva dirige sus dardos a la producción cinematográfica) pero casi pueril en comparación con lo que viene después.
La gran masa del libro está compuesta por El Otro Mundo, nombre que engloba los trabajos de Brieva para el mítico semanario El Jueves. Y ahí es donde la cosa se pone heavy. Sí, más heavy que en Dinero, si es que eso era posible. Acá se desata una tempestad del humor más cáustico y corrosivo al que te podés llegar a exponer. Dentro de la Fórmula Brieva, uno de los elementos centrales es la bajada de línea, en su vertiente más tremenda. Y ahí va, a satirizar con el cuchillo entre los dientes los más variados aspectos del capitalismo salvaje, el consumismo pelotudo, las falsas creencias y los engaña-pichanga que sostienen a instituciones tan afianzadas como la familia, la religión o la democracia.
La víctima favorita de Brieva es, sin dudas, la publicidad. De hecho, parte de su fórmula consiste en presentar sus chistes (a veces mini-historietas) en forma de publicidades apócrifas, en las que exagera apenas un toque el tono de las que hoy nos bombardean sin piedad (y sin más intención que la de hacernos comprar porquerías que no necesitamos). Y como la publicidad recurre casi siempre a gente que se muestra feliz (por consumir, por poseer), el contraste con la crueldad y el patetismo que "vende" Brieva en sus avisos es absolutamente devastador.
Cuando no trabaja sobre el modelo de la publicidad, Brieva mira con su lente maligno a los documentales, los programas de concursos, los noticieros... Su "otro mundo" es, inequívocamente, el que inventa la tele para tener a la gilada controlada, estupidizada, atemorizada o ansiosa de gastar guita en boludeces, según los horarios en los que la enciendas.
Por encima de su asco hacia los políticos, los publicistas, la manipulación mediática y la payasada retrógrada de curas y milicos, Brieva tiene su verdadero ancho de espadas, que es la pasmosa calidad de su dibujo. Si el capitalismo salvaje ya te ganó la pulseada y te convirtió en un subnormal que sólo piensa en comprarse la nueva consola, el nuevo celular, o lo que mierda sea que está de moda esta semana, igual te van a quedar los ojos. Y si tenés ojos, por imbécil que seas, te vas a conmover con el dibujo de este genio del pincel nacido en Sevilla. Ese es otro elemento en su fórmula: la estética retro corrompida por sutiles toques de los dibujantes de MAD, de Robert Crumb, en alguna medida Charles Burns o Daniel Clowes... toda gente de mierda que nos mostró lo mal que huele el Sueño Americano cuando se lo deja tres días fuera de la heladera. Y el talento con el que banca esa elección estética, claro.
El Otro Mundo es un viaje de ida, mal. Te vas a reir en voz alta, te vas a sentir compelido a pensar y de pronto te vas a replantear miles de cosas en las que no habías reparado, con una mezcla de carcajada y dolor, porque el humor de Brieva duele. Entre todas las contradicciones que desnuda El Otro Mundo, me quedó picando una grossa: Qué loco que un autor tan comprometido con la militancia anti-capitalismo salvaje publique en Random House/ Mondadori, un hiper-conglomerado multinacional controlado por un puñado de garcas inescrupulosos e insaciables como esos a los que Brieva masacra en casi todos sus chistes...
Published on January 07, 2012 15:42
January 6, 2012
06/ 01: DC COMICS PRESENTS METAL MEN

Volvieron las historietas! Hace unos meses, DC nos ofreció a los que seguimos su línea de TPBs para pobres (que en los últimos meses viene medio desactivada) 100 páginas con una consigna más que atractiva: los Metal Men de Kevin Maguire.
Las primeras 22 páginas las dibujó el ídolo allá por 2000, cuando DC armó el evento de quinta semana conocido como Silver Age. Uno de los one-shots fue The Brave & the Bold y contó con un guión del veterano Bob Haney, el tipo que creaba esas historias bizarras e inexplicables en los ´60 y ´70, ¿te acordás? Si no, buscá la etiqueta de Haney, o la reseña en la página 88 del primer libro del blog. Acá el team-up es entre los Metal Men y Batman, pero Batman en realidad es el Penguin, que está usurpando el cuerpo del héroe. Engañados por el villano, los Metal Men harán lo imposible por detener a Catwoman y Felix Faust, cuyos cuerpos están habitados por las mentes de Green Arrow y Black Canary. Por suerte, Haney aprovecha esta atípica situación para jugar a la comedia de enredos y todo el tiempo queda claro que es todo bastante en joda. Fiel a su costumbre, no se calienta demasiado por ahondar en las personalidades de los robots del Doctor Magnus, que están apenas definidos, con brocha gruesa, palo y a la bolsa. De todos modos, la historia se hace bastante más entretenida que la The Brave & the Bold promedio de la etapa en que Haney la escribía todos los meses.
Y después viene la pulenta. Todo el resto del TPBs para pobres está compuesto por los back-ups de Metal Men que salieron en la revista Doom Patrol entre 2009 y 2010. Y acá se va todo a la mierda, porque el maestro Maguire forma equipo con... Keith Giffen y J.M. DeMatteis! Sí, el Trío Terrible está de vuelta, y en historietitas de 8 ó 10 páginas y con personajes de la B Metropolitana, también dan cátedra de comedia superheroica, como en los tiempos de la JLI. Acá las aventuras son chiquitas, redonditas y varias veces terminan en estrepitosos fracasos para los héroes. Pero claro, a nadie le importa, porque la gracia está en los diálogos, repletos de chistes brillantes, y en la interacción entre los personajes, a los que –ahora sí- les sobra onda y personalidad. Gold se pasa de canchero, Iron se hace especialista en cultura pop, Tina está re-alzada con el Doc Magnus, Copper –la nueva chica del grupo- se esfuerza por lucirse y cumplir todas las órdenes mientras el resto la ningunea... y así. Hay villanos más cómicos y villanos más serios, pero la comedia no descansa un segundo.
Lo único medio lamentable es que en estas historietas cortitas tanto los plots como los diálogos están muy pasados de rosca. Entonces, Maguire se ve obligado a dibujar páginas con muchísimas viñetas (hay hasta 16 en una sóla página) y –lógicamente- eso le resta lucimiento a sus maravillosos dibujos, que además él mismo entinta. El resultado son largas suceciones de viñetas microscópicas, repletas de personajes (porque además tenemos ocho protagonistas), en las que la magia de Maguire se ve y se disfruta, pero también se nota que está muy contenida. Por suerte es un tipo acostumbrado a dibujar en espacios chicos y además, cuando el guión viene de Giffen y DeMatteis, sabés que el recurso de los miles de cuadritos minúsculos va a ser usado en función del timing de comedia que estos tres turros manejan de taquito.
Si te gustan los Metal Men, seguro ya te lo compraste. Si te gusta el Trío Terrible, no te lo pierdas ni drogado. Y si te gusta cómo dibuja Maguire acá vas a ver clarito cómo cambió su estilo (creo que para mejor) de 2000 a 2010 y cómo se adapta perfectamente a guiones de pocos cuadros por página o de miles de cuadros por página sin bajar nunca su increíble nivel. Power metal!
Published on January 06, 2012 09:14
January 5, 2012
05/ 01: LAS AVENTURAS DE TINTIN

Sé que por ahí hay mucha gente (incluso autores grossos) abocados a sepultar esta película bajo toneladas de lava radioactiva mezclada con ácido sulfúrico y diarrea de Galactus. Todo bien, respeto las opiniones de todos. Pero yo reivindico A FULL esta producción de Steven Spielberg y Peter Jackson.
Lo que por ahí menos me cierra es la técnica, ese mestizaje bizarro entre animación y live action. Yo por ahí la habría hecho toda en animación 3-D, tipo The Incredibles, con un laburo devastador en los fondos que –fieles a la tradición de Hergé- tenían que ser sí o sí hiper-realistas. Acá es TODO demasiado realista (el aspecto visual, digo), excepto las caras de los personajes, que tienen los ojos más chiquitos, no parpadeany se permiten ostentar esas narices zarpadas tan típicas del comic franco-belga. El resultado es un toque raro, porque si bien los personajes pelan expresiones 100% comiqueras, dependen mucho de la performance de los actores. Que están muy bien, sobre todo si pensamos que los actores son gente bastante vanidosa y acá nadie les ve las caras. A Daniel Craig (que interpreta al principal villano) lo toquetearon tanto que parece Daniel Fanego, por ejemplo.
Y lo otro medio raro es cómo los yankis convirtieron a los franco-belgas en británicos. El Capitán Haddock siempre tuvo onda británica, pero Tintín y los policías gemelos no, y acá son todos re-british. La ciudad donde viven tiene mucha onda franco-belga, la música es la música con la que los yankis identifican a Francia, pero la gente habla y se mueve como si fuera galesa o inglesa.
Pero vamos a los hallazgos, que son muchos y empiezan temprano. Después de la mejor secuencia de títulos que vi en mi vida (sí, mejor que la de The Incredibles), arranca una primera escena brillante, con un homenaje a Hergé sencillamente delicioso. Y a partir de ahí, te esperan casi 110 minutos al recontra-palo, en una aventura trepidante, repleta de acción y de gags muy efectivos, todo basado en –casualmente- los dos álbumes más vendidos de la hiper-taquillera serie de Tintín: El Secreto del Unicornio y El Tesoro de Rackham el Rojo, dos sagas originalmente realizadas por Hergé entre 1943 y 1944, tiempos de la ocupación nazi en Bélgica y Francia. Por supuesto, hay muchos elementos cambiados, omitidos y agregados, pero básicamente el argumento está construído en función de esas dos historietas.
Como en las pelis de Indiana Jones, acá Spielberg se va a la mierda con la acción. Hay largas secuencias impresionantes, de increíble intensidad, sólo opacadas por el hecho de que pasa de todo, se cagan a tiros, se caen de lugares imposibles, se morfan varios días en el desierto sin comer ni beber, saltan de cualquier lado, esquivan, se dan como en bolsa y nadie se lastima. Pero bueno, en las historietas de Hergé pasaban cosas tan o más inverosímiles. La más fumada es cuando logran hacer funcionar un avión con la baranda a whisky del aliento de Haddock. Ahí ya decís "naaahh, esto es cualquiera".
Los personajes están bien explicados, bien desarrollados, muy respetados, el ritmo no decae, la historia cierra (y abre) perfectamente, los chistes son buenos (y no le roban el protagonismo a la aventura), pero lo mejor de todo es lo que Jackson y Spielberg NO hacen. Por suerte, se aguantaron las ganas de meterle a Tintín las dos cosas que TODA versión hollywoodesca de cualquier cosa mete, aunque sea a presión: los personajes secundarios de las minorías raciales (negritos, chinitos, latinitos...) y la historia de amor. Aunque no lo creas, acá hay 109 minutos de cine yanki SIN historia de amor, sin un sólo beso, sin nadie que le tire onda a nadie. Tintín es tan asexuado (o tan gay reprimido) como en las historietas de Hergé y toda su líbido está puesta en la aventura (o en Milú, que después de las cinco de la matina y con varias birras encima, no está nada mal).
No sé muy bien cuáles son las críticas puntuales que le hacen los puristas, pero tampoco me interesa demasiado. Las Aventuras de Tintín está pensada para que los borregos alucinen (y quieran más Tintín) y para que los fans de las historietas aplaudamos el cariño, el cuidado, el respeto con el que un yanki y un neozelandés se pusieron al hombro a las maravillosas creaciones de un belga que ideológicamente era nefasto (filo-nazi, chupacirios, fanático anti-comunista) pero como autor de historietas fue (y es) un referente absolutamente fundamental.
Published on January 05, 2012 07:33
January 4, 2012
04/ 01: EL PREVIEWS DE MARZO

Marvel junta en un sólo TPB dos novelas gráficas y un prestige de los ´80 y ´90, todas con Wolverine y Nick Fury enfrentados a Scorpio. No es todo parejo: hay mucho Howard Chaykin pero también hay Tom DeFalco. Sin embargo (y si no tenés los dos comics en los que mete mano Chaykin), esas 184 páginas a u$ 20 arman un paquete más que garpable.
Yo siempre me pregunté por qué carajo no salían en libro los números de Hulk que van de Dogs of War (la primera y mejor saga escrita por Paul Jenkins) a cuando llega Bruce Jones. Bueno, ahora sale toda esa merca (Incredible Hulk n°s 21-33 y el Annual 2001) en un sólo mega-broli de 368 páginas. Buena idea, pero el resultado es un libro que vale u$ 40 y escapa a mi presupuesto.
Dark Horse traduce al inglés los dos primeros tomos de Dog Mendonça and Pizzaboy, alucinante creación de los portugueses Filipe Melo y Juan Cavia, que no está editada en castellano. Son 112 páginas, vale u$ 13 y acá tiene un comprador seguro.
También en la editorial del caballito sale una reedición en blanco y negro de Channel Zero, uno de los primeros trabajos de Brian Wood, incluyendo la novela gráfica que hizo después con Becky Cloonan y un montón de frutas surtidas. Entro como un caballo (negro) y dejo u$ 20 por estas 296 promisorias páginas.
Por el lado de DC, otros dos fetiches de este blog, Greg Rucka y Ed Brubaker, reaparecen con el cuarto y último recopilatorio de Gotham Central, que se pide de una, sin mirar cuánto cuesta (sale u$ 20). Ya no dibuja Michael Lark, pero igual es un sentimiento.
Mis anteúltimos u$ 20 del mes también se los lleva DC, que ofrece el primer Showcase de All-Star Squadron, la mítica serie ochentosa de Roy Thomas, que alguna vez completé en comic-books y después hice guita para comprarme otras cosas. Ahora los primeros 18 números volverán a mí en maravilloso blanco y negro, para disfrutar a pleno los dibujazos de Jerry Ordway.
El resto de las editoriales no me mueve un pelo con nada de lo que ofrecen, excepto Drawn & Quarterly, que anuncia un libro de Yoshihiro Tatsumi que no sé si no salió hace ya unos meses, pero que no tengo y me re-ceba: Fallen Words, una antología de ocho historias cortas. Son 264 páginas y, como tienen la bondad de editarlas en tapa blanda, se los agradezco garpando los u$ 20 que cuesta el tomo.
Y ya fue. No me gasté una fortuna incalculable ni me quedé con demasiadas leches. Eso habitualmente significa que el próximo Previews seguramente va a ser devastador. Veremos qué onda...
Published on January 04, 2012 12:26
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