Andrés Accorsi's Blog, page 221

June 27, 2012

27/ 06: PHOENIX WITHOUT ASHES

Esto es tan raro que ni sé quiénes son los autores… A ver: dice Wikipedia que el maestro Harlan Ellison escribió la historia en 1973 como un piloto para una serie de televisión llamada Starlost, que pasó sin pena ni gloria y se canceló luego de 16 episodios. Como los productores metieron demasiada mano en ese piloto, Ellison se calentó y pidió que su nombre no figurara en los créditos. Dos años más tarde, aparece en escena Edward Bryant, quien adapta el guión de Ellison y lo convierte en una novela, llamada Phoenix Without Ashes. El libro se lanzó como el Volumen 1 de una serie, pero todo quedó en esa primera novela. Finalmente en 2011 salió el comic, editado por IDW. En la tapa y adentro del comic figura grandote el nombre de Harlan Ellison, pero en ningún momento nos aclaran quién adaptó al comic el guión del maestro, o en realidad, la novela de Bryant. Hay un dibujante, el chileno Alan Robinson, pero no sabemos quién le entregó el guión para dibujar esta historieta.
Lo cierto es que Phoenix Without Ashes existió primero como una miniserie de cuatro episodios y más tarde como una novela gráfica de 96 páginas. Como en la obra que vimos ayer (y como en tantas obras grossas de Harlan Ellison) la cosa va para el lado de la ciencia-ficción. Incluso, como en 2001 Nights, hay un montón de humanos viajando por el cosmos. Pero de todo eso te enterás en el segundo episodio. Al principio, la historia es una especie de Romeo y Julieta, una de amor entre un chico y una chica a los que su entorno familiar y social les impide estar juntos. Rápidamente el rol protagónico cae en manos de Devon (el joven dispuesto a todo con tal de quedarse con Rachel) y será él quien descubra las sutiles diferencias entre la verdad que predican sus Mayores y la verdad fáctica, la realidad en la que viven todos estos seres humanos.
La cagada es que, una vez que Devon descubre cómo viene la mano en realidad, vos ya sabés todo lo que va a pasar. Es obvio que va a volver a su aldea, va a gritar a los cuatro vientos la verdad que los líderes le ocultaron durante siglos a su gente, y que estos poderosos amigos del oscurantismo lo van a tratar de hacer callar por las malas. Eso es todo 100% predecible. Si queda alguna sorpresa para la segunda mitad de la obra, tendrá que ver con el destino del romance entre Devon y Rachel y el rol que puede llegar a jugar Garth, elegido por sus padres y Mayores como futuro marido de la joven, que es el personaje secundario mejor trabajado. El final… digamos que deja alguna punta colgada, para ser buenos, nomás.
Lo mejor que tiene Phoenix Without Ashes (por lo menos en su versión en historieta) es el equilibrio entre caracterización, acción y bajada de línea. También es muy entretenida la forma en la que se nos presenta el universo en el que transcurre la historia, un contexto que nada se parece al nuestro. Con todos estos hallazgos, queda bastante balanceada la falta de interés que despierta todo ese tramo de la novela en el que vos ya sabés de recontra-antemano todo lo que va a pasar.
El dibujo de Alan Robinson es correcto, sin pifias mayúsculas. Estamos hablando de un Gabriel Rodríguez del Nacional B, con un estilo parecido al del notable dibujante de Locke & Key, pero sin el virtuosismo. Robinson duda un poco a la hora de afianzar su identidad gráfica. A grandes rasgos se parece mucho a Rodríguez, pero en algunos momentos coquetea con Jim Lee (los primeros planos de Rachel, por ejemplo) y en otros se zarpa y dibuja la anatomía más exagerada, con pies y manos grandotes, como Humberto Ramos, o las historietas medio en joda de Roger Langridge. Por suerte no llega a verse feo ni grotesco, aunque tampoco es para aplaudirlo de pie. La narrativa está muy bien resuelta y el color es excelente, obra (como en CabraLesa) de Kote Carvajal, a quien de ahora en más llamaremos el Dave Stewart chileno.
No estamos ante un comic fundamental ni indispensable, pero para pasar un rato, se re-banca, porque ofrece buenos momentos (algunos tensos, otros hasta graciosos), un par de ideas muy originales y personajes muy bien desarrollados. Ah, y las portadas las ilustró un ídolo absoluto de este blog: el inmenso (y sub-valorado) John K. Snyder!
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 27, 2012 20:38

June 26, 2012

26/ 06: 2001 NIGHTS: CHILDREN OF EARTH

Sí, ya sé… Este es el tercer tomo de esta increíble serie de Yukinobu Hoshino. Pero como está compuesta de relatos autoconclusivos, no tuve mayor problema para disfrutarlo sin haber leído lo anterior. 2001 Nights es una serie creada por el maestro a mediados de los ´90, que se propone explorar los años finales de la Era Espacial, cuando la Humanidad, ya un poco cansada de recorrer, colonizar y descubrir planetas a lo largo y a lo ancho de la galaxia, empieza a volver (un poco con el caballo cansado) al viejo planeta donde empezó todo el tema de la conquista del espacio, allá por el Siglo XX.
Las historias de Hoshino no tienen personajes recurrentes, pero sí comparten un universo que las engloba a todas. Por un lado están los humanos del “presente” (para nosotros, de 400 años en el futuro), por otro los chicos nacidos en otros planetas a partir de embriones criogenados y transportados en las naves espaciales, y por otro los takionianos, humanos que –como los takiones- no pueden parar de viajar a la velocidad de la luz y, en vez de asentarse en alguno de los nuevos planetas, siguen recorriendo la galaxia a ver qué más pinta. Recién al final cobra importancia la interacción, las profundas diferencias, entre estas tres “generaciones” de humanos. En el resto de las historias, Hoshino le presta más atención a cómo les fue a los colonos terrestres en los distintos mundos que encontraron. En cuáles lograron asentarse mejor, en cuáles se encontraron con un ecosistema hostil, etc. Y lo más interesante, el autor combina esta parte más científica o más descriptiva con historias personales, fuertes, que viven los protagonistas de las distintas historias.
A veces hay peligro (el primer relato del libro encuentra a los humanos en un planeta a punto de ser consumido por un sol fuera de control), a veces hay romance y a veces se impone una bajada de línea ecologista, muy bien filtrada en un contexto de ciencia-ficción. La historia más flojita es la segunda (Colony) que –sin ser chota- se podría haber narrado en otro contexto y de hecho ya se hizo, muchas veces. La mejor es la anteúltima, la más extensa, Odyssey in Green, que nos muestra a un grupo de humanos recorriendo un planeta en busca de vida inteligente. Esta tiene de todo: personajes bien trabajados, emociones, peligros grossos, mensaje ecologista y complejas explicaciones científicas para todo lo que sucede.
Decía al principio que Hoshino ambienta estas historias sobre el final de la Era Espacial, y tal vez por eso estas están impregnadas de un clima crepuscular, melancólico, por momentos demasiado amargo. En general, uno no lee un comic de Hoshino para cagarse de risa, porque el autor arranca siempre para el lado dramático, pero acá la onda tan bajonera le juega un poquito en contra. De todos modos, podés no hacerte mucho cargo del clima (o por ahí es una sensación mía, no de la obra) y engancharte con las historias que –por supuesto- están un poquito estiradas, pero en su mayoría están muy, muy bien escritas.
Y del dibujo, ni hablar. Bah, ya hablé bastante la otra vez que reseñé un manga de este monstruo, allá por los albores del blog, en Febrero de 2010. Supuestamente y para la gilada, en los ´90 Hoshino era un autor anticuado, clavado en un estilo que por ahí funcionaba mejor en los ´70 u ´80, en la era pre-Akira, ponele. Bue, la pindonga. En 2001 Nights, Hoshino la rompe, mal. Siempre fue un as de las tramas mecánicas y ahora, gracias a la tecnología digital, incorpora también unas texturas alucinantes y un tratamiento gráfico para las referencias fotográficas que te deja sin aliento. Su trazo es ahora más sutil, más sofisticado, más finoli. Su puesta en página sigue tan espectacular y ajustada como siempre, sus rostros igual de expresivos, su atención por el detalle en trajes y maquinarias se extiende también a la fauna y la flora de los distintos planetas para crear imágenes repletas de belleza. Para ser un comic de aventuras en el espacio, a 2001 Nights le sobra poesía y eso es todo mérito de este inmenso dibujante al que el tiempo no hace más que mejorar.
Si no te interesa leer a un mangaka jugado a las historias de ciencia-ficción con personajes muy reales y con mucho vuelo lírico, esto lo podés buscar igual para gozar como una bestia con los dibujos de Yukinobu Hoshino, porque realmente la faz gráfica de este manga es apabullante. No te van a alcanzar los ojos para disfrutar de tanto virtuosismo, aunque –repito- no te interesen demasiado los argumentos. Y si sos fan de la ci-fi, ni hablar, esto te va a provocar una fisión cerebral definitiva. Habrá más Hoshino en la segunda mitad del año.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 26, 2012 19:02

June 25, 2012

25/ 06: THE COMPLETE ALAN MOORE FUTURE SHOCKS

Hora de retomar los posteos, con un libro gordito y poderoso, que siempre quise tener y que ahora tengo gracias a la gente de Rebellion. Este libro reúne todas las historias cortas que realizó Alan Moore para la 2000 A.D., por afuera de sus tres series (The Ballad of Halo Jones, D.R. & Quinch y Skizz), todo entre fines de los ´70 y principios de los ´80.
Básicamente, las historias cortas del Mago de Northampton para el popular semanario británico son la versión cool, ingeniosa y a veces zarpada de aquellas historias cortas de ciencia-ficción que publicaba DC allá por fines de los ´50 y principios de los ´60 en revistas como Mystery in Space y Strange Adventures. En poquitas páginas y sin personajes recurrentes, Moore planteaba un argumento, lo desarrollaba y lo resolvía, casi siempre partiendo de los tópicos más trillados del género. Con elementos ya familiares para el lector, Moore armaba pequeñas historias que rápidamente se descontrolaban y desembocaban en finales casi siempre sorpresivos, que te descolocan y que –sobre todo- demuestran que incluso los tópicos muy gastados de la ci-fi resisten una vuelta más de tuerca si el que se las da es un autor inteligente, afilado y sin miedo a innovar.
Las historias englobadas bajo el título Tharg´s Future Shocks generalmente se basan en el contacto entre los humanos y distintas razas alienígenas, o entre varias razas no humanas. En todas hay naves espaciales. Las que aparecen con el rótulo de Time Twisters son historietas en las que los viajes en el tiempo o las distorsiones en la corriente temporal cobran invariablemente el protagonismo. Después hay cuatro historias medio inclasificables (aunque dos de ellas tienen viajes en el tiempo y las otras dos están repletas de alienígenas) y finalmente, llega Abelard Snazz, el único personaje importante del libro, el único que reaparece en varias historias cortas, que por supuesto involucran contactos con razas extraterrestres y viajes temporales. Como en todo el resto del libro, lo importante son los argumentos, no los personajes, o sea que el Mago desarrolla a Abelard Snazz sólo lo indispensable. No esperes encontrar en él la profundidad de una Halo Jones o un Swamp Thing, porque no da ni ahí.
Entre tanta mezcolanza, hay algunas historietas bastante pavotas, guiones cuasi-en joda que terminan como chistes predecibles, apenitas graciosos, y algunas obritas maestras, de esas que ningún fan de Alan Moore puede dejar de leer. Las cinco paginitas de The Last Rumble of the Platinum Horde” son brillantes. Si te gustan las paradojas temporales, vas a flashear con The Disturbed Digestions of Doctor Dibworthy y sobre todo con su magnífica “secuela”, Doctor Dibworthy´s Dissapointing Day. Hay un gran tributo/ gaste al origen de Superman en Bad Timing, una brillante exploración de las realidades alternativas en The Startling Success of Sideways Scuttleton y entre las historias de Abelard Snazz, una menciona la palabra “RoboCop” años antes de la primera película y otra (The Double Decker Dome) se cae un toquecito al final, pero es demasiado graciosa y original para ser real.
¿Y los dibujantes? Hay un par gloriosos: bastante Dave Gibbons, y una o dos joyitas de Alan Davis. También hay próceres que acá recién empezaban y que llegarían a la cima años más tarde, como Brendan McCarthy, Steve Dillon o Bryan Talbot.; otros que acá pelan grossitudes que nunca los había visto pelar en otros comics, como John Higgins o el español Jesús Redondo; un par de mediocres que zafan con lo justo y dos o tres muertos de hambre, más ineficaces que la seguridad del Arkham Asylum. Y es medio injusto, porque algunos guiones realmente inspirados del Mago caen en manos de los más crotos, mientras que Brendan McCarthy, por ejemplo, se fuma una de las historias menos interesantes del tomo.
Lo cierto es que –pese a algunos altibajos- este es un libro interesantísimo, voluminoso, muy bien editado y con una portada de Henry Flint realmente majestuosa. Un merecido tributo a la época en la que Alan Moore era un obrero del guión, que se ganaba el morfi semana a semana con sus trabajos para un mercado británico que pronto le quedaría chico, pero en el que le daban bastante libertad para divertirse, explorar conceptos limados y afianzar su sociedad creativa con animalitos como Gibbons, Davis o Ian Gibson, con los que después (o al mismo tiempo) colaboraría en sus obras más importantes. Si te gusta el comic británico, si sos fan de la ciencia-ficción con un twist irónico y sarcástico, o si simplemente te cebaste tan mal con Moore que querés tener todo lo que escribió en su vida, con este libro la vas a pasar bárbaro.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 25, 2012 19:37

June 21, 2012

21/ 06: ARRANCA LIMA COMICS!

El año pasado estuvo buenísimo y este no veo por qué no puede estar mejor!
Lo cierto es que mañana arranca Lima Comics, el evento que motivó mi viaje a Perú, y la expectativa es enorme. La convención pasó de dos días a tres (22 al 24) y de hacerse en un centro muy cheto y bastante exclusivo, a un parque público, con entrada libre y gratuita! El escenario elegido es el Parque Cáceres, un lugar hermoso en el corazón de San Isidro, al que los organizadores le pusieron toldos, luz, sonido, seguridad y todo lo que hace falta para desarrollar un evento en serio.
En cuanto a los invitados, ya llegaron de Chile el maestro Alberto Montt y Nelson Daniel (autor de la portada del libro que comentamos ayer y del comic que escriben a cuatro manos Stephen King y su hijo, Joe Hill). De Argentina llegaron el escultor Martín Canale, el ídolo Ariel Olivetti y el cada día más grosso Ariel López V., que estuvo participando de un excelente festival de animación (también acá, en Lima) y se suma ahora al elenco del evento comiquero. Esta vez, una de las actividades más destacadas de Lima Comics va a ser el Jedi Fest, una especie de “convención dentro de la convención” dedicada a Star Wars. Por eso llegaron a Lima tres o cuatro coleccionistas de EEUU y Canadá, tipos MUY grossos especializados en merchandising de la saga, los que escriben libros sobre el tema, o tienen sitios web… los gurúes del cebamiento, bah.
Todos estos invitados van a dar charlas (yo también, el viernes a primera hora de la tarde) y además va a haber espacio en la programación para presentar bastantes lanzamientos de editoriales peruanas, desde la edición local de Hellboy o The Walking Dead hasta fanzines y proyectos más alternativos. Y por supuesto, un sector de stands, donde voy a trabajar yo los tres días. Si estás en Lima, no dejes de pasar a saludar, a putear, a comprar los libros del blog, o cualquiera de los otros libros que traje para vender. En paralelo, en otro barrio, y obviamente en un lugar idóneo, con paredes y techo como Dios manda, hay una muestra muy ambiciosa que se inaugura hoy, con esculturas de Martín Canale y páginas e ilustraciones de Ariel Olivetti. Eso pinta excesivamente grosso.
¿Cuál es el lado negativo de todo esto? Los horarios. El evento arranca tipo 9 AM y sigue hasta la noche. O sea que de acá al lunes, no voy a tener tiempo para leer comics y postear. Se impone, entonces, la primera pausa del año en el ritmo diario del blog y el lunes vuelvo con más reseñas. Durante el finde pienso seguir hablando de comics, pero en privado, con los amigos que vienen a participar del evento o con los fans y colegas peruanos que se acerquen al stand a boludear. Será hasta el lunes!
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 21, 2012 07:17

June 20, 2012

20/ 06: CABRALESA

Esta es mi tercera vez en Lima y la primera vez que, en vez de hospedarme en un hotel, estoy en la casa de un miembro (en realidad, un sacerdote) de la religión de las viñetas. O sea que, además de disfrutar de las merecidas vacaciones, tengo acceso a una impactante colección de comics, con mucho material que nunca había visto y que de acá a fin de mes voy a aprovechar para leer. De los libros que traje yo me queda sin leer uno solo y mientras tanto, encuentro otras cosas que me llaman la atención.
Con Cabralesa, lamentablemente, me ensarté. La portada de Nelson Daniel (a quien voy a conocer personalmente este finde) es excelente. El resto, más o menos. Se trata de una historieta creada para la web por la guionista Daniela González y el dibujante Diego Zúñiga, ambos chilenos, que alcanzó una notable repercusión a medida que fue serializada, como para luego convertirse en un libro my bien editado.
La serie consiste en planchas autoconclusivas. Cada página narra una breve historia protagonizada por una o varias de las cuatro “heroínas” de Cabralesa: Fran, la diseñadora gráfica con problemas para conseguir trabajo y un novio medio ganso, un eterno adolescente más conectado a la Playstation que a su novia; Noelia, sobre-exigida en un trabajo donde la explotan y enroscada mal con un pibe que sólo la tiene en cuenta para echarse un polvito de vez en cuando; Berni, la única que tiene un trabajo importante y bien pago, y que acaba de blanquear su condición homosexual; y finalmente Bárbara, la hermana menor de Noelia, todavía en edad de cursar la secundaria, pero ahora dedicada 100% a trabajar para alimentar a su bebito, fruto de una relación ocasional con un chabón que no se hace cargo de nada.
Daniela González ambienta estas historias en Santiago de Chile, en el presente, o sea que los diálogos están repletos del slang de los jóvenes chilenos, ese que tan feo suena fuera de su país de origen. Hay que fumarse esa forma espantosa de hablar, y tratar de –aún así- disfrutar de estas secuencias, que van armando las vidas de estas cuatro chicas. Lo más interesante es el desarrollo de las cuatro protagonistas, que interactúan bastante poco entre sí. La autora prefieres seguirlas por separado y focalizarse no tanto en la relación entre ellas, sino en las relaciones que cada una entabla con sus respectivos personajes secundarios. Las historias suenan auténticas y felizmente no se quedan en trivialidades, sino que se animan a meterse con temas un poco más jugados como el embarazo no deseado, la homosexualidad, las precarias condiciones laborales a las que se somete a los jóvenes en mercados como el chileno, donde el capitalismo salvaje reina incuestionado desde hace décadas.
González afronta estos desafíos con altura, sin predicar, aunque resuelve las tramas de modos generalmente predecibles. Obviamente, la carta del triunfo de la guionista es la identificación entre las Cabralesas y los lectores (o lectoras), que se ven reflejados en los problemas, las frustraciones, las alegrías y los sueños de estas cuatro chicas de papel y tinta (o ceros y unos, si la consumieron en digital). Si falla la identificación, o si el lector no se encariña con ninguna de estas cuatro minitas, la historieta se cae a pedazos. Y fijate que dije “se encariña” y no “se calienta”: González no postula a sus chicas como sex symbols, no está enfatizada la sensualidad, aunque –claramente- las cuatro están de buenas para arriba. Hay escenitas de cama, pero muy, muy light, sin la más mínima intención de parar pijas ni humedecer conchas.
El principal bajón de la serie (además de que está escrita en chileno) es el dibujante. Comparado con la portada de Nelson Daniel, el dibujo del interior, de Diego Zúñiga, da vergüenza ajena. Los personajes se ven estáticos, crudos, el estilo quiere parecerse al mainstream yanki y no lo logra… la verdad, es muy limitado. Lo que mejor hace Zúñiga es, cada tanto, deformar las facciones de las chicas al estilo de los mangas shojo y convertirlas en pura emoción, casi en íconos de sus estados de ánimo. No lo ayuda la cantidad de viñetas que tiene que meter en cada página, pero sí lo ayudan (y mucho) los colores de Kóte Carvajal, capaces de agregarle muchísima onda a un dibujo en el que la onda escasea como la esperanza entre los hinchas de San Lorenzo. El letrista es Alfredo Rodríguez, el lector de este blog que me convenció para leer Locke & Key (infinitamente agradecido, maestro), y cuyo libro, Siento y Miento, reseñamos por acá el año pasado.
Si sos mujer y compartís alguno de los problemas o las personalidades de alguna de la Cabras, mi conejo es que leas esta historieta online. Para comprarse el libro hay que estar muuuy fanatizado con la serie y además bancarse los dibujos de un pibe que, en sus mejores viñetas, cumple con lo justo.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 20, 2012 09:05

June 19, 2012

19/ 06: MAKOKI: FUGA EN LA MODELO

Alguna vez, la historieta fue realmente contracultural y revolucionaria. Incluso en Europa, donde siempre se priorizó una onda más tranqui, más doméstica, más presentable. A fines de los ´70, y en paralelo a la transición democrática, explotó en España el underground más sacado, más extremo del que se tenga memoria. Con la revista El Víbora como nave insignia y la línea chunga como propuesta estética, un grupo de creadores pasados de rosca, talentosos e iconoclastas pusieron de moda un comic en el que gobernaba el descontrol. Historietas violentas, sórdidas, en las que los héroes (así, sin comillas) mentían, robaban y mataban para conseguir guita que gastaban en alcohol y drogas duras, para luego darse a la fuga en lisérgicas peripecias, con la pasma siempre pisándoles los talones. Entre esta fauna de gatillo fácil, estirpe barriobajera y venas picoteadas por la heroína se destacó claramente Makoki, un personaje que en su primera aparición se escapaba de un neuropsiquiátrico.
Fuga en la Modelo incluye, en realidad, dos sagas. En la primera, a Makoki ni se lo nombra. Los protagonistas son el Tío Emo, Cuco y el Niñato, más conocidos como “la Basca” (la barra de amigos). A lo largo de estas 44 páginas, el trío funcionará como una versión aún más lumpen de los Freak Brothers de Gilbert Shelton y se verán envueltos en mil y un sucesos violentos (aunque narrados en clave humorística) hasta llegar a Madrid con varios kilos de hachís comprados a dos mangos en un pueblito cerca de Melilla, en la región controlada por “los moros”. La gracia de esta trepidante aventura está en los diálogos, en la construcción de los personajes y sobre todo en el desarrollo, en la acumulación de peripecias una más zarpada que la otra, hasta llegar a un desenlace totalmente abrupto, escrito a lo bestia y sin final feliz para casi ninguno de los involucrados.
En la segunda aventura del tomo, Fuga en la Modelo, el protagonista es el Tío Emo, que arma un plan para escaparse (junto a otros presos) de la cárcel de Barcelona donde lo tienen encerrado. Makoki y su amigo Morgan reaparecen (en su primera aparición en El Víbora) para ayudar a los presos en su fuga, pero también lo hacen los “villanos” de las primeras aventuras de Makoki: el delirante Doctor Otto y el Robesto, el violento gigante porteño (amante de los tangos), ahora transformado en una especie de cyborg de enorme poder destructivo. La crueldad de Emo (lejos, el más jodido y peligroso miembro de la Basca) está exacerbada en estas 17 páginas y por suerte contrasta un poquito con la “cartoon violence” de las secuencias protagonizadas por Makoki y Morgan. De todos modos, de este cóctel explosivo sólo puede salir un final truculento, con muchísima muerte y destrucción, y –de nuevo- es un final apresurado, abrupto, que resuelve casi todo en poquísimas viñetas.
Leídas hoy, estas historietas exhiben claramente las torpezas y las limitaciones de la dupla autoral. Pero puestas en el contexto de 1980-81, uno entiende perfectamente por qué Miguel Gallardo y Juan Mediavilla se convirtieron en dos de los autores emblemáticos de El Víbora y por qué Makoki y la Basca se ganaron un lugar de privilegio en la cultura popular española. Gallardo y Mediavilla trabajaban juntos el guión, el lápiz y la tinta. Por lo menos en esta primera etapa, cuesta bastante discernir cuándo dibuja uno y cuándo el otro. Yo sospecho que en la aventura de la Basca, hay muchísimo dibujo de Mediavilla (el más salvaje de la dupla, luego adicto a la heroína, como el Niñato), que era el que dibujaba más rápido y se cebaba más metiendo tramitas y cross-hatchings enfermizos. La segunda historia parece tener más dibujos de Gallardo, el que se sentía más cómodo en las páginas con muchas viñetas y manejaba una línea más cercana a la de Elzie Segar. Pero también hay muchísimo cross-hatching, probablemente agregado por Mediavilla. El conjunto de ambos autores es esta mezcla adictiva entre Segar, Benito Jaccovitti y –obviamente- Shelton y Robert Crumb. La acción está caricaturizada, los fondos oscilan entre el laburo minucioso y demencial y la desaparición absoluta, y el rotulado de los –muchísimos- globos y bloques de texto resalta la sensación de cosa extraña, visceral, muchas veces improvisada. Con estas historietas (y algunas anteriores), Gallardo y Mediavilla sentaron las bases de lo que se conoció como “línea chunga”, una estética marginal, sucia, desprolija, pensada mucho más para impactar que para agradar al lector, con un pulso a veces tembloroso (efecto de las drogas) que revelaba la improbable utilización de bocetos o incluso la realización de buena parte de la historieta directamente en tinta, sin dibujarla primero a lápiz. O sea, la antítesis perfecta de la línea clara, que justo en esos años vivía su asombrosa renovación.
Todo era posible en el extraño mundo de Makoki y la Basca y si bien la distancia temporal nos permite ver un montón de cosas que están hechas así nomás, sin pensarlas o laburarlas lo suficiente, estas historietas conservan intactas su pasta de clásicos, siguen transmitiendo esa señal que te dice “Atenti, flaco, que acá está pasando algo nuevo, algo que no pasó nunca y que andá a saber si alguna vez vuelve a pasar”. Si decodificás el slang español de los ´80, esto además de ser estéticamente adictivo, te va a hacer reir mucho. Pero claro, hay que abstraerse del pequeño detalle de que nos estamos riendo de historias en las que “los buenos” son malvivientes, drogadictos y asesinos, y en las que muere bocha de gente. Hoy, no sé si alguien se animaría a publicar historietas así.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 19, 2012 18:41

June 18, 2012

18/ 06: JEREMY BROOD

“Es sólo un momento” dice el tema de Vicentico. Y esa frase resume mi crítica sobre Jeremy Brood, una historieta realizada por Jan Strnad (el de Sword of the Atom, ¿te acordás?) y el maestro Richard Corben para la revista Epic, allá por 1982-83.
La historia aporta poco, casi nada, pero tiene un momento magistral, una secuencia de esas que se te graban para siempre en la mente y en la que volvés a pensar cada vez que armás tu antología personal de momentos alucinantes del Noveno Arte. Me refiero a la secuencia de cuatro páginas en las que Brood observa cómo los seguidores de Holobar están a punto de sacrificar a Brynne en un altar. Ahí está todo: el clima, la tensión, el montaje, la puesta en escena, el erotismo, la bizarreada. No sé si Strnad le entregó a Corben un guión detallado, con indicaciones minuciosas para cada viñeta o si el gigante de Kansas trabajó simplemente sobre un plot. Lo cierto es que en esas cuatro páginas los autores conjugan sus respectivos talentos y crean una escena impecable, a prueba de balas, majestuosa aún hoy, 30 años después.
El resto es más de lo mismo. El héroe taciturno que cae a un planeta oscurantista y atrasado a salvar a los pobres nativos. Jeremy Brood es el clásico milico yanki, recio, recto y altruista. Lo vemos mostrar algo de humanidad sólo en la primera secuencia, cuando los nervios le juegan una mala pasada y se retira de un entrevero sexual con su co-piloto/ amante (que está buenísima) sin haber logrado la tan ansiada erección (sí, este es un futuro alternativo en el que no existe el viagra). Durante el resto de la novela, Brood asume el rol del líder, del mesías, del Guacho Pistola como si toda su vida se hubiese preparado para eso. No la va a tener excesivamente fácil, ni le va a salir todo gratis, pero su actitud es la del tipo que sabe que la tiene clara. Sobre el final, Strnad pega un volantazo para bajar a Brood del pedestal y está bueno, pero llega un toquecito tarde: cinco viñetas antes del final del libro.
El truco de Jeremy Brood es que arranca como una historia de ciencia-ficción y rápidamente decanta hacia una historia de fantasía épica, no tan distinta de Den (aunque acá el protagonista no muestra la chota). ¿A qué se debe la panquequeada? Yo sospecho que fue Corben el que lo convenció a Strnad de amagar con una cosa y después hacer otra, simplemente porque en 1982 Corben era Gardel en Europa y en Europa no había revistas de fanatsía épica y sí de ciencia-ficción. Arrancar la serie con dos cosmonautas en una nave era un magnífico engaña-pichanga para conseguir editor en el Viejo Continente. Por otro lado, el truco del tipo de otra cultura que cae entre “los primitivos”, los salva de un peligro grosso y decide quedarse y formar pareja con una minita local, Strnad lo acababa de hacer en Sword of the Atom, así que seguramente le re-cerró lo de trasladar la saga a un contexto que ya se sabía muy de memoria.
Lo cierto es que leída hoy, Jeremy Brood se salva sólo por la secuencia del altar de sacrificios y por el dibujo de Corben, que está espectacular. Una vez que superás el bajón de esas tipografías amargas y uniformes (presentes en todas las obras de Corben editadas por él mismo en el sello Fantagor), te esperan 64 páginas con un despliegue visual alucinante. La doble página del combate contra los bichos voladores, la escena en la que Brood encuentra al cadáver de su amiga, lo que le pasa al personaje por la mente cuando se tiene que empomar a la virgen para evitar que la maten… todo está obscenamente bien dibujado por este genio de la anatomía, el color y la iluminación. Como siempre, hay momentos en los que Corben camina por la angosta cornisa que da al grotesco, con caras o cuerpos muy exagerados. Eso explica (en parte) su preferencia por los relatos fantásticos, llenos de criaturas extrañas que no tienen por qué verse ni moverse como las que vemos normalmente en el mundo real. Ahí se puede ir al carajo sin que nadie le pase factura, porque son razas que sólo existen en su (infinita) imaginación.
Me imagino que debe ser jodido conseguir hoy en día esta novela gráfica (yo la encontré de pedo en una comiquería acá, en Lima) pero la historia salió serializada en las revistas Epic y 1984. Y seguro hay un recopilatorio español de los ´80. El tema es si vale la pena o no rastrearla, y la respuesta es “según qué tan fanático de Corben seas”. Si no estás totalmente adicto a los dibujos del ídolo, seguí de largo y concentrá tus esfuerzos en conseguir material con guiones más interesantes. El de Jeremy Brood no es exactamente una abominación, pero no alcanza ni a palos para poner a esta historieta entre las obras más importantes de Corben, o del comic para adultos de principios de los ´80, o de la revista Epic. Si querés un comic de Strnad y Corben que te devaste el bocho aún hoy, no te puedo recomendar uno, sino dos: Mutant World y New Tales of the Arabian Nights. Al lado de esas dos, Jeremy Brood pasa muy desapercibida.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 18, 2012 21:44

June 17, 2012

17/ 06: SASHA DESPIERTA

Desde que Sasha Despierta empezó a salir en la Fierro, muchísimas veces me preguntaron “¿Está buena?” y yo siempre respondí “ni idea”. Desde el primer momento en que Carlos Trillo y Lucas Varela me contaron de qué iba la historia, me quedó clarísimo que era una historieta imposible de leer “en fetas”. Y en Fierro –caprichosa e inexplicablemente- se publicó en fetas, con lo cual no la leí. Me sentía un traidor inmundo por hacerle zapping a las páginas de Carlos y Lucas, pero me mantuve en mi postura de no leerla hasta que no estuviera completa. Para cuando terminó de salir en Fierro (muy poquito antes de la muerte de Trillo), ya estaba confirmado que Doedytores la iba a recopilar en libro, con lo cual opté por seguir esperando y leerla recién cuando saliera el tomito. Ahora sí, salió el tomito, la edición me gustó mucho y finalmente pude leer Sasha Despierta como corresponde. Me quedó una deuda, la de comentar la historia con Trillo, discutirle un par de cosas (más que nada para hinchar las bolas) en nuestras eternas reuniones de alfajores y Coca Zero, y bueno… hoy lo puedo discutir, a lo sumo, con Varela. Y por escrito, porque está viviendo en Francia.
Lo que menos me cerró es el recurso de que el villano sea el hermano de la protagonista. Un hijo de puta vinculado al poder, sádico y lujurioso al punto del incesto. No tiene nada de malo, excepto porque Trillo ya nos mostró eso mismo en otras dos historietas casi contemporáneas: Sick Bird y Angustias. En las dos el malo es el hermano de la protagonista y ambos villanos funcionan de un modo muy parecido al que exhibe acá Marcelo Vidal.
El resto está todo muy, muy bueno. Es cierto: casi no hay acción y la escena más tensa, más peligrosa, la que más daba para el dramatismo, la violencia y el estallido (en las páginas 72 y 73 de la novela) está resuelta de un modo atípico, anticlimático, como si Trillo y Varela se esforzaran por des-enfatizar el power de lo que está sucediendo. Esa escena requería –me parece- un tratamiento menos sofisticado y más pochoclero. El verdadero vértigo, la verdadera emoción, las sensaciones más intensas que propone la saga se dan en la mente de la protagonista, Miranda Vidal, cuando esta descubre que tiene una segunda personalidad, que aflora cuando Miranda cree estar dormida. El núcleo más fuerte de la trama es ese: Miranda, que intenta averiguar quién carajo es Sasha, por qué surgió dentro suyo esa segunda identidad y por qué Sasha hace lo que hace (y Miranda no hace lo que no hace). Es todo un periplo hacia atrás, un back-track en busca del quiebre mental de Miranda que provocó la aparición de Sasha. Y después viene la venganza contra el responsable (que resulta ser, además, artífice de unas cuantas crueldades más) y el reestablecmiento del status quo.
Investigar en la psiquis de un personaje es algo normal, pero pocas veces esto fue llevado tan a fondo como en Sasha Despierta. Trillo dedica largas secuencias a diálogos muy profundos de Miranda con su psiquiatra y con la gente que conoce a Sasha, principalmente el chino Rodríguez. Por medio de cartas, Sasha y Miranda dialogan entre sí, en intercambios memorables. O sea que se habla, se habla y se sigue hablando mucho más que en otros comics de Trillo. Hay que escribir muy bien estas secuencias para no abusar de la paciencia del lector y el ídolo sale bien parado del duro desafío, porque conoce a fondo a Miranda y le sobran los trucos para mostrarla como un personaje real, creíble, capaz de lograr rápidamente la empatía del lector. Sasha, en cambio, difícilmente logre la identificación del lector, pero su rol es más activo, más decisivo que el de su alter ego. Al lado de Sasha, Miranda es cagona, pecho frio, resignada… casi como el Señor López antes de abrir las puertitas. El contrapunto entre ambas es complejo, por momentos áspero y siempre delicioso y está perfectamente complementado con un muy buen elenco de personajes secundarios.
Por el lado del dibujo, Lucas Varela está prendido fuego. De las chetas calles de Belgrano a la Villa 31, dibuja una Buenos Aires tan real como la de Solano López. Sus personajes, mucho más sobrios y realistas que en El Síndrome Guastavino, se deforman sólo cuando las emociones los superan y ahí cobran rasgos mucho más expresionistas. Los enfoques son variadísimos, a tal punto que las largas secuencias de diálogos nunca se hacen densas ni aburridas. Hay unas texturas magníficas y todo está perfectamente engamado en una paleta que va de naranjas tenues a sepias intensos con muchísima sobriedad. El hecho de que Miranda sea dibujante le permite a Varela experimentar con otros estilos, cuando nos muestra lo que dibuja la chica de la doble personalidad. Si creías que en Guastavino habíamos visto los climas más sórdidos y perversos de la carrera de Varela, acá te vas a sorprender. Esto es más heavy, más oscuro y –lo más tremendo- se ve y se siente mucho más real.
La obra final de esta dupla perfecta no es para cualquiera. Hay que tener estómago para bancarse imágenes y situaciones muy escabrosas y hay que tener ganas de meterse muy, muy adentro de la mente de una minita hecha muy, muy mierda. Si te la bancás, te espera un thriller psicológico de gran calidad y gran intensidad, una historieta adulta en el sentido más amplio de la palabra, que no se queda en el sexo-droga-y-rockanrol sino que se juega a fondo con unos temas realmente urticantes a los que más de un autor les haría asco. Trillo y Varela, amigo viñetófilo. Vos sabés que no se puede pedir mucho más.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 17, 2012 21:14

June 16, 2012

16/ 06: TRANSMETROPOLITAN Vol.8

El octavo TPB de Transmetropolitan no se diferencia en nada de sus antecesores. Darick Robertson dibuja en un muy buen nivel, siempre al filo del grotesco, con gran despliegue y lucimiento en algunos episodios y con trucos bastante ingeniosos para dibujar menos en otros episodios. Warren Ellis, por su parte, despliega primero una saguita en tres partes bastante impactante, en la que pasa algo bastante jodido, y después dedica tres episodios a contar –con un ritmo más pausado que el de costumbre- las consecuencias de eso grosso que pasó en la trilogía que abre el tomo.
Acá finalmente se empieza a resolver el subplot de la enfermedad de Spider Jerusalem, mientras que el otro subplot, el de la guerra sin cuartel entre el periodista kamikaze y el Presidente de los EEUU, avanza bastante poco. No quiero explicar de qué va la historia de tres episodios, porque la idea de Ellis es sorprendernos. De hecho, no había ni el más mínimo indicio en los tomos anteriores de que podía pasar algo así en el mundo en el que está ambientada esta historia. Pero mirá qué turro lo que nos cuenta Ellis en los tres episodios que funcionan como epílogos:
En el primero, Spider se entera (junto con los lectores) cuál es su enfermedad y qué posibilidades tiene de curarse. En el segundo, Spider y sus sucias asistentes consiguen un nuevo bunker y el ídolo vuelve a confrontar con el Presidente Callahan, en una conferencia de prensa. En el tercero, nos enteramos de más consecuencias jodidas de lo que pasó al principio del tomo, mientras Spider y el Presidente empiezan a orquestar sus próximas movidas. Fin. 66 páginas para eso. Y algunos chistes, y varios diálogos ingeniosos. ¿No será poco?
Nos acercamos al final, y en vez de acelerar, Ellis ralentiza el relato. ¿Qué onda? ¿Querrá sorprendernos con un abrupto cambio de ritmo? ¿O estará estirando asquerosamente un puñado muy acotado de ideas? Porque esta vez no hay radiografía social, no hay runfla política, no hay nada, eh? Solo eso que te conté recién y un subtexto (particularmente atractivo si vivís en Argentina) acerca de la guerra entre el gobierno y los medios de comunicación y cómo unos y otros tratan de comprarse, co-optarse o en última instancia, eliminarse el uno al otro. ¿Quién la tiene más larga? ¿El periodista talibán de la verdad, o un hijo de puta al que votó mucha gente pero no tiene reparos en cagarse en nadie? ¿Y cuánto está dispuesto a enchastrarse el supuesto héroe para desenmascarar al villano? Ya nos enteraremos en los dos tomos que faltan. Por ahora, no tengo mucho más para decir sobre este tomo en particular. Ah, sí. No más Vertigo hasta Julio, a ver si diversificamos un poquito.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 16, 2012 21:12

June 15, 2012

15/ 06: LA NOCHE DEL MOCAMBO

Ah, Serge Clerc! Que bruta bestia! Hoy muy poco recordado, Clerc fue uno de los dibujantes emblemáticos de la gloriosa Métal Hurlant y uno de los abanderados de la línea clara post-moderna, también conocida como “estilo atómico”. Pero claro, en 1987, cuando se fue al descenso la revista en la que publicaba desde los 18 años, Clerc prácticamente abandonó la historieta, para dedicarse a sus otras pasiones: la ilustración y el rock. Después, eventualmente, volvió a dibujar historietas, pero nunca volvió a ocupar ese rol protagónico que tuvo en la era de oro de los Humanoides Asociados. A esa era de oro pertenece La Noche del Mocambo, que no es sino un recopilatorio de historias cortas protagonizadas por Phil Perfect y su amigo Sam Bronx. Son historias publicadas originalmente en Métal Hurlant, aunque a Sam Bronx lo creó para un álbum de la editorial Magic Strip y la primera aparici[on de Phil Perfect fue en una historia corta para la revista Rock & Folk.
Hilvanadas por una secuencia creada para esta edición en la que Sam Bronx habla sobre su amigo mientras escabia en una barra, las aventuras de Phil Perfect son apenas un poco más que un ejercicio formal. A Clerc no le interesan demasiado las historias que cuenta. Las encara con displiscencia, como quien sabe narrar de taquito y ya lo hace como para zafar, por costumbre, como una rutina más. Lo que le interesa más al autor –sospecho yo- son los climas, la atmósfera que elige plasmar en sus historias. Hay una sola (probablemente la mejor) en la que Clerc deconstruye el género de las novelas de espías. Se mete a fondo en sus convenciones y las trastoca al poner como protagonista a Perfect, que la va de Guacho Misterio, pero es un pobre borrachín con menos luces que la lancha del contrabandista. Ese contraste garpa muchísimo y hace de Nido de Espías en Alpha-Plage una verdadera joya de apenas 13 páginas.
Perdón… retiro el “apenas”. Nido de Espías… es la historieta más larga del tomo. ¿Qué hace Clerc en las restantes? Se divierte. La consigna es ver cómo Phil y Sam se ponen en pedo, se convencen de que van a romper la noche o ganarse a las minitas que les gustan y terminan siempre envueltos en alguna peripecia menor, cuando no en un bochorno lamentable. La idea del Guacho Winner rebajado a loser patético por los excesos de alcohol y canchereadas (Clerc no te lo muestra, pero es bastante obvio que Sam y Phil de dan duro a la merca) parece ser lo que al autor más le divierte explorar. Por ende, el escaso espesor de las tras está ampliamente compensado con un excelente trabajo de construcción de personajes, y diálogos rimbombantes y delirantes que explotan cuando Phil y Sam están ya bastante ebrios, o cuando se topan con algún personaje aún más estrambótico que ellos.
Y si no te alcanza con una afilada y acertada comedia costumbrista de pseudo-piratas pasados de rosca , Clerc te juega la carta del triunfo, te tira la fatality devastadora, que es –huelga decirlo- su dibujo. A mitad de camino entre Yves Chaland y Daniel Torres, con la expresividad zarpada del primero y la elegancia inmaculada del segundo, Clerc dibuja un mundo en el que cualquiera querría vivir. Como todos los cultores del Estilo Atómico, se juega por una estética cincuentosa en la ropa, los autos, los edificios y la decoración de los departamentos y dibuja todo demasiado bien. En su forma de narrar hay menos acción y violencia que en Chaland, pero mucha más que en Ted Benoit, por ejemplo. Y sólo en los enfoques (no en la narrativa ni en el dibujo en sí) se le nota el gusto por Jacques Loustal. Recién en las últimas dos historietas, Clerc acata el reglamento de la línea clara que exige el imperio de los colores planos, sin brillos ni volúmenes. En las primeras historias mete (como metía Chaland) hermosos y sutiles brillos en cachetes, gafas y cabellos engominados.
Si querés descubrir a un autor injustamente olvidado, que supo hacer felices a los adolescentes ochentosos con sus historias sofisticadas e irónicas de perdedores con ínfulas de grossos, La Noche del Mocambo te va a hacer muy feliz. Y si simplemente te cebás con los dibujantes finos, audaces, provocativos y zarpados que supieron revolucionar la línea clara y sacudirle la herrumbre a los viejos clones de Hergé, seguramente ya tenés a serge Clerc en tu altar de los ídolos máximos, de los difíciles de igualar. Es más, ni siquiera necesitás que te nombre a todos los dibujantes que vinieron después de Clerc y lo afanaron a mano armada. A seguir buscando sus libros, que no son fáciles de conseguir pero tampoco fáciles de olvidar.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on June 15, 2012 17:59

Andrés Accorsi's Blog

Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Andrés Accorsi's blog with rss.