Andrés Accorsi's Blog, page 224
May 25, 2012
25/ 05: ¿QUE HACER CON LAS REVISTAS?

La lógica indica comprar en libros las novedades que van saliendo. ¿Y lo anterior? Se reedita en libro un comic grosso de hace 20-25 años que ya tenemos en revistitas. ¿Qué hacemos? ¿Compramos el libro? Ponele que sí. ¿Y las revistitas? ¿Dónde nos las metemos?
El comic argentino y europeo es por un lado más benévolo y por el otro más turro. Más benévolo, porque la publicación original (hoy llamada “pre-publicación”) es en revistas de antología, con ocho, diez, doce historietas distintas en cada número. Es muy, muy poco probable que las 10 ó 12 historietas se recopilen en libro, o que quieras tenerlas todas en ese formato. Entonces, lo lógico es comprarse los libros de las 6-7-8 (cuac) series que más te ceban (y que se reeditaron en libro, claro) y guardarte además las revistas, por las historietas (generalmente autoconclusivas) que nunca se recopilaron y que muchas veces estaban buenísimas, más algún artículo, portada, o algo raro que te haya cebado y que no se va a reeditar. Algún día habrá justicia en el mundo y todas las series grossas de Fierro, Skorpio, SuperHum® y Puertitas estarán recopiladas en hermosos libros. ¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a tirar las revistas a la mierda? Yo, ni drogado.
Por eso digo que esto es a la vez, más turro: porque te “fuerza” a ocupar mucho lugar, con material parcialmente repetido. Si yo le arrancara a mis Cairos, Cimocs y Víboras las páginas de las series que tengo en libro, me ocuparían muchísimo menos espacio. Pero pasarían de ser hermosas pilas de revistas a ser un cachivache impresentable de hojas arrancadas. Y no da. Lo más zarpado que hice fue una vez tirar a la mierda unos 100 números de la revista Hum®, no sin antes arrancar y guardar en folios las páginas de las historietas que me gustaban (de Trillo y Altuna, Rep, Tabaré, Nine, Sanyú, Grondona White, Fontanarrosa, etc.) y que eran minoritarias dentro de una revista repleta de artículos, entrevistas y giladas varias que nunca iba a releer. Pero una Cairo no te la mutilo ni mamado.
Con los comic-books yankis es todo más sencillo. El TPB generalmente coincide en un 100% con las revistitas que uno ya compró y a lo sumo te quedará repetido un episodio aparecido en un Secret Files & Origins, o alguna fumanchereada así. ¿Y qué hacés? ¿Se impone el cambiazo? Una vez más supongamos que sí. ¿Y ahora? Ahí sí que es medio demencial comprar los libros Y guardarse las revistitas. ¿Se pueden vender? Puede ser, pero a) no es tan fácil conseguir quien las quiera comprar, b) hay que venderlas barato porque en Argentina hay muy poco mercado de “back issues” y c) tienen que estar en buen estado, cosa que requiere haberlas preservado durante años tomando un montón de recaudos que uno generalmente no toma.
¿Qué otras opciones hay? Tirarlas a la basura es medio heavy, hay que tener un témpano en el pecho peor que el de Riquelme. A mí la que me pinta es, si las revistas no están en muy buen estado (o sea, si no me da la cara para ponerlas a la venta), regalárselas a algún amigo. Nunca falta el que no las tiene, o el que las tiene en castellano y ya estaba resignado a no leerlas nunca en el idioma en que fueron escritas las historietas. La mejor sería meterlas en una valija, viajar a EEUU y hacerlas guita allá, donde todavía hay muchos enfermitos que se apuñalan los unos a los otros por esos panfletitos llenos de avisos que a nosotros ya no nos ceban. Pero es mucho kilombo, mucha inversión y ahí sí, si la revista no está en un estado prístino, inmaculado, si no resplandece igual o más que la que salió esta semana, no te la agarran ni aunque pidas precios irrisorios. Llego a llevar mi colección de Sandman (mega-baqueteada después de décadas de leerla, releerla y prestarla) y se me mean de risa, me canjean los 75 números por uno de Spitfire and the Troubleshooters... en perfecto estado, eso sí.
No hay una solución fácil a este dilema, me parece, pero igual quería sopesar alternativas “en voz alta”. Los cambios de paradigma son así, complejos en los desafíos que proponen y estimulantes en las posibilidades que abren. Y el debate recién empieza...
Published on May 25, 2012 18:24
May 24, 2012
24/ 05: MY FAITH IN FRANKIE

La colección de TPBs para pobres de DC (en su vertiente vertiguesca) recopiló en formato comic-book y a color esta mini de 2004, que en su momento se había compilado en blanco y negro y formato chiquito, tipo manga. Aquel librito era difícil de conseguir, y este one-shot no, además de ser muy barato. Así que me tiré de cabeza.
Y me gustó mucho. Es raro, no se parece a casi nada. A lo que menos se parece es a la siguiente obra del mismo equipo creativo, que en 2007 se reunió para la magnífica Re-Gifters (esa sí, pensada originalmente para un tomito tipo tankoubon, en blanco y negro). Me refiero al trío integrado por el guionista Mike Carey (el de The Unwritten), el gran dibujante Sonny Liew (que no sé dónde nació, pero vive en Singapur y trabaja mayormente para Disney) y el genial Marc Hempel, un monstruo sacrosanto que acá oficia de mero entintador (a fuckin´tracer) pero tiene talento de sobra para escribir o dibujar historietas de cualquier grupo o factor.
El dibujo es maravilloso y recontra-ganchero en sus dos vertientes: la que muestra la historia en sí y la que muestra a modo de comic strip cómo Kay dibuja lo que le pasa a ella y a sus amigos de la infancia. Un laburo hermoso y atípico, pensado para gustarle incluso a la gente que habitualmente no lee comics.
El guión cuenta –muy sintéticamente- la historia de Frankie, una chica que tiene un dios aparte. Un dios que la protege sólo a ella, y que además está perdidamente enamorado de ella. Frankie quiere debutar con un chico, pero su dios mucho no se copa con la idea de que se entregue a otro, y de ahí salen unas secuencias de comedia brillantes. Y después hay una aventura, con rasgos más tradicionales y más “épicos”, con demonios, luchas entre entidades místicas y esas cosas que le quedan bien a otros comics de Vertigo, pero a este no tanto. No está mal, no se desploma la historia ni mucho menos, pero comparándolo con el tramo más tirado a la comedia costumbrista, me quedo mil veces con este último.
My Faith in Frankie ofrece aventura y comedia, romance y religión, excelentes diálogos, gran desarrollo de los cuatro personajes centrales y un dibujo sencillamente perfecto. No tengo dudas de que Re-Gifters es mejor, pero esa era una obra que tenía 0,2 chances de captar la atención de los fans de Vertigo y esta tiene muchas más, así que si –como yo- tenés puesta esa camiseta, seguro te va a gustar.
Published on May 24, 2012 18:14
May 23, 2012
23/ 05: MORTADELO Y FILEMON: LOS QUE VOLVIERON DE “ALLA”

Los que Volvieron de “Allá” es una aventura de 1987, una de las (relativamente) pocas que realiza Ibáñez durante los ´80, cuando pierde el control sobre la serie que creara en 1958 y tiene que soportar que la editorial Bruguera le encargue historietas con sus personajes a otros autores (obviamente de menor calidad) sin poder controlarlas y sin ver un mango. Ibáñez luchará duramente durante toda la segunda mitad de los ´80 para recuperar el control sobre Mortadelo y Filemón, cosa que sucederá recién en 1990. Las historietas de los ´80 realizadas a espaldas de Ibáñez son consideradas por los especialistas como “apócrifas” y sí, este tomo gigante que me compré tiene por lo menos una de esas, así que la leeremos con atención a ver qué diferencias tiene con las que efectivamente escribió y dibujó el maestro Ibáñez.
El argumento de Los que Volvieron de “Allá” es delirante desde el primer cuadrito: un científico loco hace reaparecer en el presente a Drácula, Frankenstein, Mata Hari, Atila, Nerón, Borgia y Francis Drake, y los manda a robar objetos valiosos para él. Los ineptos agentes de la T.I.A. deberán detener a estos villanos rescatados del pasado por el Doctor Bacilez y reestablecer el orden. Sí, claro... esperá sentado. Con esta consigna, Ibáñez desata uno de sus clásicos maremagnums: cada secuencia enfrenta a Mortadelo y Filemón con uno de los villanos y en todas el caos y la destrucción se imponen por sobre el orden. Los buenos ganan, pero siempre con nefastas consecuencias para ellos mismos y para las locaciones que visitan. Por supuesto, todas estas peripecias están salpicadas de diálogos disparatados y sobre todo del slapstick, el humor físico violento en joda, que es el que mejor maneja Ibáñez. En ese sentido, no tiene nada que envidiarle a los cortos más salvajes de Tom y Jerry o los Looney Tunes.
Como las buenas series decididamente cómicas, Mortadelo y Filemón no sólo no se hace cargo de lo que sucedió en el tomo anterior... Ni siquiera se hace cargo de lo que sucedió en la viñeta anterior! Caso típico: Mortadelo hace detonar una caldera por accidente. Siguiente viñeta, Filemón está en llamas, o chamuscado. Siguiente viñeta, Filemón vendado, o enyesado, o algo así, persigue furioso a Mortadelo y trata de acribillarlo en venganza. Siguiente viñeta, los agentes están intactos y limpitos en el cuartel de la T.I.A., listos para recibir nuevas órdenes del Super. Como el Coyote, que en una secuencia se hacía mierda contra el precipicio, y en la siguiente recibía un nuevo producto marca ACME y ponía en marcha un nuevo plan. Así funciona esta seguidilla de gags frenéticos y extremos, sin consecuencias, sin la más mínima sutileza, pero con innegable comicidad.
El dibujo de Ibáñez es delicioso y no envejeció ni un día, aunque esta historieta tenga ya 25 años. Ibáñez es el más “contaminado” de los grandes maestros de lo que se llamó la “Escuela Bruguera”. En su trazo conviven su mentores (principalmente Vázquez y Escobar) pero también se le nota el amor por los historietistas franceses y belgas, principalmente André Franquin y Albert Uderzo. Insuperable en el lenguaje corporal y las expresiones faciales, Ibáñez se ceba además metiendo detalles casi microscópicos en los fondos y hasta en los rincones de las viñetas, y eso que metía 14 ó 15 por página. El resultado es un dibujo muy expresivo, dinámico y de increíble plasticidad, siempre fácil de entender a pesar del kilombo que se arma en cada viñeta, donde siempre hay gente, animales y objetos que se mueven, corren o vuelan por el aire en un estallido de líneas cinéticas y onomatopeyas.
Me gustan más las historias en las que Mortadelo y Filemón deliran menos y bajan un poquito más de línea sobre algún tema más social, pero con esta también me reí bastante. Me quedan cuatro más, para saborear de a poco en las próximas semanas.
Published on May 23, 2012 19:10
May 22, 2012
22/ 05: IRISH COFFEE

El imponente libro editado a todo culo por Napoleones Sin Batallas ofrece dos etapas bien marcadas en la historia del personaje. Por un lado, los primeros 12 episodios, los que se vieron en Puertitas, que son los que inician la larga y fructífera colaboración entre Trillo y Meglia, allá por 1988. Y por el otro, un segundo arco inédito en castellano, de cuatro episodios realizados ya a mediados de los ´90, cuando los autores compartían ese multitudinario estudio en el que salían con fritas las páginas de Cybersix. Pero estamos hablando siempre del primer Irish Coffee, del clásico, no del que aparecería más tarde en las páginas de Clarín, metido en una saga ambientada en Argentina, con Menem como villano y demás bizarreadas.
Los primeros 12 episodios muestran a las claras cómo se va ensamblando la dupla. Entre el tercero y el cuarto (o sea, durante el arco contra Ron Collins), el dibujo de Meglia pega un salto cualitativo increíble y de ahí en más, no para nunca de mejorar. Para el final de la saga de Sandy, el dibujo es absolutamente perfecto, mejor incluso que en El Libro de Gabriel, que es justo posterior. Acá es cuando Meglia se enamora de la historieta. Estimulado como nunca antes por los guiones de Trillo, desarrolla ese estilo tan característico, con esos rasgos aniñados, esa dinámica zarpada, esa línea prolija y caótica a la vez y –lo más importante- ese sistema derivado de sus años en el campo de la animación para crear unos fondos devastadores, que se repiten una y mil veces mientras los personajes se desplazan sobre ellos, como en una película o una obra de teatro. El color –agregado para esta edición- es excelente y potencia muchísimo la magia visual que proponía Meglia en la versión original de estas historietas.
Trillo plantea a Irish Coffee como un detective con poderes paranormales, que resuelve casos que involucran a espíritus, fantasmas e incluso a productos de su propio subconsciente. Hay una especie de contradicción muy rica para la serie: por un lado, Irish es un auténtico Guacho Winner, se levanta a las mejores minas y es constantemente requerido por el Inspector Martini para resolver los casos más complejos. Por el otro, muchas de las amenazas que debe combatir... las genera él mismo! Sus recuerdos de la infancia, su torpeza a la hora de mentir, su miedos... todo se le vuelve en contra en algún momento de estos episodios. O sea que nunca lo vemos como al tipo recontra-canchero que se lleva al mundo por delante y soluciona todo de taquito, aunque tiene poderes y carisma como para hacerlo. Irish se comporta más bien como un tipo melancólico, taciturno, al que los poderes le pesan más de lo que lo reconfortan... excepto cuando le toca revolcarse con Sahara Lone en unas escenas de alto voltaje erótico, magníficamente dibujadas por Meglia.
El último arco, el de mediados de los ´90, está dibujado por una legión de asistentes y aún así se la re-banca. Los trucos para repetir los dibujos son medio alevosos, pero como estos siguen fielmente la línea de Meglia, siempre quedan bien. La resolución al misterio es impredecible y emotiva y –por si faltara algo- en estos episodios Trillo suma un nuevo personaje interesante (Mary Bloody) y sitúa la acción en la ciudad de Meridiana, como para abrir el camino hacia un team-up con Cybersix, que no sé si se llegó a concretar.
A diferencia de El Libro de Gabriel, Irish Coffee tuvo tiempo y espacio para evolucionar hasta convertirse en una muy buena serie. Y a diferencia de Cybersix, no se estiró hasta el infinito, sino que estos 16 episodios conforman cinco saguitas (más dos unitarios, los dos primeros) cerradas, sólidas, con espacio para la caracterización, los climas y las vueltas de tuerca poco predecibles al tema del investigador de casos paranormales, tan gastado de Dylan Dog para acá. De última, si los guiones no te hacen decir “Wow! No puedo creer tanta genialidad junta!”, hay varios episodios en los que te lo va a hacer decir el dibujo, sin dudas. Por culpa de Meglia (y del equipo que coloreó estas páginas) esto hay que leerlo con ropa interior de repuesto, de verdad. Mozo, un coffee!
Published on May 22, 2012 19:15
May 21, 2012
21/ 05: LA ORUGA

Con La Oruga, Maruo pareciera decir “bueno, ahora me toca a mí jugar de local”. No leí la novela de Edogawa, pero la adaptación al comic se lee como una novela gráfica original de Maruo. Acá sí, están todos los tópicos clásicos de los mangas del ídolo: mutilaciones escabrosas, escenas de sexo recontra-hardcore, sangre, caca, violencia, pesadillas pasadas de rosca y hectolitros de mala leche. Básicamente, la novela se mete en la relación entre Tokiko Sunaga y su marido, el Teniente Primero Sunaga, quien vuelve de la guerra sin sus brazos, sin sus piernas, sin nariz, sin orejas, sordo y mudo. El señor Sunaga queda reducido a una verdadera oruga humana, a la que sólo le quedan fuerzas para comer y para coger con su esposa, ya que el miembro viril le funciona a la perfección. Y ahí Maruo se tira de cabeza, y se regodea en la repulsiva imagen de Tokiko intercambiando placeres carnales con el tipo sin brazos, ni piernas, ni nariz, ni orejas, ni voz, una y otra vez a lo largo de las casi 140 páginas del tomo. Por supuesto, también hay una sutil bajada de línea anti-militar, pero lo que más le interesa a Maruo (no sé si a Edogawa) es la bizarra y perversa relación entre Tokiko y su marido, una relación tan jodida y enfermiza que sólo puede terminar en tragedia.
Pasaditas las 110 páginas, viene el volantazo definitivo, el que uno no espera en ningún momento y el que precipita la obra hacia el abismo de la depravación más absoluta. Recién ahí empieza a pesar un poquito más la acción, se empieza a crear una tensión más clásica, algo así como un suspenso, porque cambia el status quo y uno quiere saber cómo corno va a terminar esta historia tan retorcida y alucinante. Y el final es brillante, casi poético, realmente conmovedor. Ahí te das cuenta de que esto es una novela, no un comic 100% imaginado por Maruo, que seguramente hubiese puesto el punto final en el peor momento de la trama, cuando todo se precipitaba hacia el abismo.
El dibujo es, como siempre fastuoso. Las primeras cuatro páginas son ilustraciones a color, sin mayor intención narrativa, y ahí Maruo te dice “preparate, porque se pudre todo”. Lo único que no dibuja en La Oruga son sus clásicos insectos que salen de una vagina. Todo lo demás, toda su imaginería demencial, elegante y perturbadora al extremo, se despliega en estas páginas con la inmensa calidad de siempre. Hay un montón de secuencias mudas (no sólo los garches) resueltas de modo magistral, una reconstrucción histórica perfecta y ese clima pesadillesco que sólo Maruo puede convertir en un deleite visual incomparable.
Esto es para estómagos entrenados. Si nunca leíste otras obras de este autor, ni se te ocurra empezar por La Oruga. Empezá por La Isla Panorama, si querés. Pero esto es demasiado extremo, demasiado heavy, es la quintaescencia del ero-guro, que es el género en el que los japoneses enrolan a Maruo. Ero de erótico y Guro de grotesco, claro. Hay que estar muy curtido para bancarse La Oruga. Y muy loco para escribirla y muy hecho mierda para convertirla en una historieta. Ahora, si ya venís entregado, si contabas los días que faltaban para tener entre tus manos la última obra de Maruo editada hasta el momento en nuestro idioma, tirate de cabeza, que esto no defrauda en lo más mínimo. A lo sumo te termina de pudrir la mente, pero a quién le importa cuando te la pudren con algo tan maravillosamente corrupto como La Oruga.
Published on May 21, 2012 09:44
May 20, 2012
20/ 5: SANDMAN PRESENTS: THESSALY, WITCH FOR HIRE

A diferencia de la otra saga corta que reseñamos la vez pasada (la de Lady Constantine) a esta mini de Thessaly le sobran algunas páginas. Son 88 y podrían ser 64, ponele, como para meterla en un one-shot, o en un anual. No es tanta la estirada y además se banca porque Willingham rellena con algo poco visto en las historietas vinculadas a Sandman: la comedia. La sorpresa más grata de esta obra es cómo el guionista toma a un personaje dramático, bajonero, circunspecto y lo mete en una comedia de enredos, con algo de romance y bastante de machaca. Nada que ver con lo que haría Gaiman si algún día decidiera retomar a Thessaly, pero bueno, a Willingham esto le sale bien, como ya había demostrado en aquel especial de Mervyn Pumpkinhead. El responsable de enroscar a la bruja más linda y más amarga de Vertigo en esta amena comedia es Fetch, un fantasma, o en realidad una entidad post-viva compuesta de las memorias de toda la gente a la que Thessaly mató en los milenios que lleva viva. Fetch está perdidamente enamorado de la bruja que, por supuesto, no le da cabida (si no entregó con Morpheus... seguí participando, flaco), y engañado por unos viejos oligarcas, le encaja a Thessaly la maldición de tener que recorrer el mundo para eliminar a una infinidad de criaturas horrendas, casi siempre de origen místico. Una especie de Anita, la Hija del Verdugo, aunque con mucho menos énfasis en los combates, porque Thessaly es una hechicera tan power que soluciona todo bastante de taquito.
¿Todo? No. Hay una amenaza demasiado heavy hasta para ella y la segunda mitad de la saga se trata justamente de eso: de cómo parar a Tharmic Null, una entidad con el poder para borrar de la existencia a dimensiones enteras. Willingham se las ingenia para convencernos de la inmensa grossitud de esta amenaza sin renunciar al clima cuasi-festivo de la primera mitad del libro, y ese es otro hallazgo. El final era un desafío jodido, porque hay que encontrar una forma más o menos creíble de que Thessaly acabe con semejante criatura, y de nuevo, el creador de Fables sale bien parado. No quiero contar mucho más del argumento para no spoilear, pero está muy bien. Ah, y en una secuencia (sumamente prescindible, pero bienvenida por todo fan de Sandman) aparecer Mervyn, Lucien, y la biblioteca del Dreaming.
Shawn McManus hace un muy buen trabajo al frente de lápices y tintas, en un estilo más sintético, con menos rayitas y más masas negras que el que tenía en los ´80 y principios de los ´90. Esto se ajusta mucho mejor al tono de comedia y le permite ponerle más cara de boludo a Fetch, un aspecto más grotesco a los monstruos, demonios y cadáveres varios y hasta hacer más sexy a Thessaly, quien -aclaremos- jamás se ve como una bomba atómica calienta-pijas, sino más bien como una minita normal, tranqui, tirando a nerd. McManus es un profesional sumamente solvente, que no te va a pifiar en las expresiones faciales, ni en la anatomía (ni siquiera cuando pela angulaciones complicadas) ni en la narrativa. Y ni siquiera te va a mezquinar los fondos. O sea que esto se ve muy bien y se lee con muchísima fluidez, a pesar de que en algunos pasajes Willingham se zarpa un poco con la cantidad de texto que mete en cada viñeta.
No estamos ante una joya insuperable, ni ante una obra fundamental para todo fan de Vertigo, pero si te llama la atención un spin-off de Sandman que agarre para el lado de la joda y la diversión sin descuidar la caracterización ni la machaca mística, esto te va a satisfacer plenamente. Y si por culpa de Fables te hiciste fan a muerte de Bill Willingham, acá lo vas a encontrar en un muy buen nivel, bancándose con decoro unos cuantos desafíos que no son para cualquier guionista.
Published on May 20, 2012 17:06
May 19, 2012
19/ 05: PACTANDO CON EL DIABLO

Casualmente en el Buquebús que me trajo hasta acá, me tocó leer la obra que resultó premiada en la edición 2011 de este evento. Hubo un concurso, se presentaron varios trabajos y un jurado eligió ganadora a Pactando con el Diablo, una historieta de 38 páginas escrita y dibujada por Rolando Salvatore, quien -me entero leyendo este libro- no es un principiante, sino un tipo con muchos años de profesión a sus espaldas. Bueno, no se nota... Ya desde el prólogo de mi amigo Silvio Galizzi está la velada recomendación de ir abriendo el paraguas, porque lo que vamos a leer es medio frutihortícola. Y cuando lo terminás de leer, te queda rebotando una pregunta tan turra como inevitable: Si este era el mejor trabajo del concurso, ¿cómo serían los peores?
Para ser justos, digamos que hasta la página 16 el guión es muy digno. Sin mayores innovaciones, sin descollar, pero por lo menos hay un conflicto bien establecido, personajes con motivaciones más o menos lógicas y todo se presenta con una cierta prolijidad. Hay un trasfondo de denuncia social, un procedimiento policial creíble... No está mal. Ahora, desde el momento en que Claudia se convence de que garchándose a Vittorio Lanzani va a conseguir los datos que necesita para acorralar al supuesto villano, la historia se precipita en un abismo del que no va a resurgir.
La aparición del encapuchado enrarece totalmente la trama: olvidate del thriller, de la investigación policial, de la participación del periodista que quiere saber más sobre la historia de Claudia y su venganza. Ahí la historia pega un volantazo y pasa a ser una de justiciero urbano enmascarado que boletea gente sin ton ni son. Y cuando Salvatore revela la identidad del misterioso vengador, decís “Nah, te fuiste a la mierda”. No podés basar páginas y páginas de un guión en el misterio acerca de la identidad de un encapuchado y, cuando finalmente revelás quién era, sea un personaje que nunca antes habíamos visto. Incluso volví para atrás, a ver si aparecía en un rol chiquito en las primeras páginas. No. Ese tipo que está debajo de la capucha aparece de la nada, nunca se explica por qué hace lo que hace y es uno de los deus ex machina más grotescos que recuerdo. Si hasta ahí la historia venía derrapando, en las dos páginas finales se hace crosta contra un poste.
El dibujo es muy raro. Por momentos busca parecerse a Eduardo Risso, por momentos a Carlos Meglia y por momentos se termina por parecer a Néstor Olivera, el que dibujaba a Piturro... Los mejores cuadros son esos en los que Salvatore parece más caricaturista que historietista: primeros planos de algunos personajes que parecen ser caricaturas de gente real, un truco llevado a niveles insuperables por el maestro Osvaldo Pérez D´Elias allá por los ´70. Pero hay muuuchas viñetas impresentables, con errores de anatomía, autos mal dibujados, fondos que deberían estar y no están, personajes demasiado estáticos... un catálogo de falencias poco frecuente en los dibujantes con 30 años de trayectoria. Aún así, no llega a ser chocante, ni desagradable, porque la narrativa funciona y las tramas mecánicas ayudan a remarla bastante. De hecho, alguien que no sabe de historieta, que no está muy metido en el palo del dibujo, puede hasta percibir que Pactando con el Diablo es un comic correctamente dibujado.
Y bueno, no hay mucho más para contar sin explicar puntillosamente la trama. Así que lo dejamos ahí y espero tener mejor suerte mañana... O dentro de unos meses, cuando me toque leer la historieta ganadora de la edición 2012 de Montevideo Comics.
Published on May 19, 2012 18:41
May 18, 2012
18/ 05: EL PREVIEWS DE JULIO

Marvel pega fuerte con dos títulos fundamentales. Por un lado, Avaritia, el tercer arco de la fundamental Casanova, escrita por Matt Fraction y dibujada por Gabriel Bá. Son 152 páginas por u$ 15, y no me resisto ni un segundo.
También sale el TPB con los primeros seis números de Mark Waid en Daredevil, dibujados por Paolo Rivera y Marcos Martín. Esta vez hay que poner u$ 16 por 152 páginas, pero igual me tiro de cabeza, porque las críticas fueron impresionantes.
Y me están tentando para volver a comprar Captain America... Por un lado sale un TPB con los numeritos de Ed Brubaker y Steve McNiven, y por el otro el arco junto a Bucky, co-escrito por Brubaker y Marc Andreyko, y dibujado por el gran Chris Samnee. En una de esas, a último momento me decido por alguno de los dos. Por ahora me hago la estrecha, porque no están baratos.
La otra novedad de Marvel que me ceba como para pensarlo (pero no como para comprarlo) es el TPB con los primeros números de Punisher escritos por Greg Rucka. Los dibujantes son muy buenos (Marco Cechetto y el capo argento Max Fiumara), pero el personaje me la baja un poco. Puedo vivir sin leer esto, creo.
Por el lado de DC, hay un sólo libro fundamental: el primer TPB de Swamp Thing de Scott Snyder y Yanick Paquette. 168 páginas a u$ 15, ni se duda. Adentro.
Casi me tientan con el TPB de OMAC, la malograda serie de Dan DiDio y Keith Giffen, porque el guión del primer número me pareció entretenido y el dibujo, una gloria. Pero ya se corrió la bola de que quedaban plots sin resolver, que DiDio va a cerrar en un anual de la Justice League International, así que ni en pedo.
Y también miré con cariño el Showcase de Tales of the Unexpected, 512 páginas de breves historietas de terror setentoso, pero prefiero encanutar esos u$ 20 para otra cosa. Si llega a pintar más barato, le puedo llegar a dar una oportunidad (no aprendo más).
Image me edita un libro irresistible: el primer arco de Mudman, lo nuevo del gran Paul Grist, en un libro de 144 páginas a sólo u$ 10. No me lo puedo perder.
¿Judge Dredd de Grant Morrison y Mark Millar, estará bueno? El dibujante me copa hasta ahí nomás (es Carlos Ezquerra) y el personaje me gusta, pero no sé si para bancarlo en una saga de 144 páginas... Me parece que encanuto otros u$ 20. Esto lo edita Rebellion y se llama Judge Dredd: Inferno.
Y para cerrar, entro como un caballo a la edición yanki (a cargo de Vertical) de Sakuran, el gran manga de Moyoco Anno (la esposa de Hideaki Anno, el de Evangelion), cuyo único tomo de 308 páginas me ofrecen por muy razonables u$ 16.95. Sexo y sofisticación, denuncia social y telenovela, todo en un solo manga que –creo- nunca se publicó en castellano.
Bue, podría haber sido peor. Milagrosamente se logró un equilibrio bastante digno entre calenturas satisfechas y ganas que quedan pendientes para cuando el presupuesto sea ilimitado (situación que no llegará nunca, pero como soñar es gratis...).
Cuando me lleguen estas papongas, las leo y las reseño.
Published on May 18, 2012 06:27
May 17, 2012
17/ 05: DEATH NOTE Vol.12

Por supuesto no terminó como yo esperaba. El más grosso, el pulenta, el personaje que tomo a tomo se subió al podio de los mejores de la historia del manga, el que puso huevo los 90 minutos, el tiempo suplementario y hasta en los penales, el que fue héroe y villano, presa y cazador, perdió sobre la hora contra un pendejito yanki medio freak. Donde fracasaron L y Mello, Near levantó la copa. Gracias a él, no existe más Kira, el genocida justiciero. La forma en que Near derrota a Light es tan rebuscada, tan retorcida, que parece de un guión de Gardner Fox de la Silver Age de DC. Pero no es una movida trucha, ni inválida, ni imposible de justificar por parte del guionista Tsugumi Ohba. Simplemente no es ni por casualidad el final que uno esperaba (en realidad, anhelaba) leer.
De Ohba no se puede decir ni mu. El tipo es tan capo que en este último tomo se hizo cargo y corrigió las dos falencias más evidentes que tenía la serie, sobre todo en este segundo tramo. Por un lado, le dio un rol importante a Ryuk, el shinigami, que venía de muuuchos tomos comiendo banco de suplentes. Parecía el pibe Sergio Araujo, el delanterito de Boca que va a criar nietos desde el banco, pobrecito. Ryuk pela chapa cuando ya faltan menos de 40 páginas para el final, pero –por fin- su accionar es decisivo. Y completamente impredecible.
Por el otro lado, y también con el correr de los tomos, Ohba había convertido todo esto en un duelo personal: Light contra L, Mello contra Light, Light contra Near y todos contra Kira. Y al hacerlo tan personal, se desdibujó lo más interesante, que era el dilema moral. En el último tomo, el guionista vuelve a dedicarle unas cuantas páginas al debate crucial, al que hace que todas las acciones de todos los personajes tengan sentido o sean un capricho de nenes pelotudos. A lo largo de los años que abarca la serie, Kira ejecutó sin misericordia a miles y miles de criminales. ¿Es un adalid de la justicia, o un genocida hijo de mil putas? Light, Near y los adláteres de ambos entrecruzan opiniones al respecto pasadita la mitad del tomo y ahí aparecen los diálogos más interesantes que escribió Ohba en mucho tiempo. Sobre el final, y para dejar en claro que lo suyo no es el resultadismo, Ohba pela una escena impactante y conmovedora que nos muestra cómo una inmensa masa de hombres y mujeres mantiene vivo el culto a Kira. Sin ejecuciones, sin cuadernos, sin shinigamis, sin el cerebro mágico de Light, la noción de que un dios llegó al planeta y lo cambió para mejor, sigue viva. ¿Quién tiene razón? O como decía Matías Martin (que ahora se hace el neutral), “Chabón! ¿De qué lado estás?”.
Este tomo tiene como 12 páginas de acción, lo cual es casi un record. Y como siempre, Takeshi Obata las dibujó maravillosamente. Monumento urgente para este capo absoluto.
Sí, ya sé. Hablar en Argentina de lo que venden los mangas en Japón es casi obsceno, como mostrarle a un hincha de Racing los títulos que ganó el Barcelona. Uno mira esas cifras y tiene dos opciones: a) pegarse un corchazo y b) decir “estos tipos son de otro planeta, juegan con otras reglas”. En el caso del manga, está claro que la opción correcta es la b. En Japón, la producción y la comercialización del manga tienen otras reglas, otra lógica. Aún así, lo de Death Note es extrañísimo: más de 26 millones de lectores se compraron los recopilatorios de una serie que tenía todo para ser oscura, para quedar relegada a las márgenes, o directamente para fracasar, simplemente porque iba en contra de todo lo que el fan clásico del shonen busca en un manga. Acá, felizmente, se impuso otra lógica y una obra lenta, muy hablada, sin machaca, sin colegialas que muestran la bombacha, casi sin elementos fantásticos, encontró un público masivo. Un público al que Ohba y Obata invitaron a reflexionar, a debatir, a deducir las jugadas más retorcidas de los personajes, a analizar el poder de las palabras, de los silencios, de los razonamientos. Una obra pensada para hacer pensar. Un delirio, un oasis, una genialidad.
Published on May 17, 2012 18:57
May 16, 2012
16/ 05: LAS AVENTURAS DE HERGE

Esta novela gráfica es absolutamente indispensable. No sólo para los fans de Hergé (1907-1983), o de la línea clara franco-belga. Cualquiera al que le interese mínimamente la historia del comic europeo tiene que tenerlo, o por lo menos leerlo un par de veces. Los guionistas José Luis Bocquet y Jean-Luc Fromental hicieron los deberes. En menos de 70 páginas, nos cuentan con lujo de detalles toda la vida del célebre Georges Rémi, infinitamente más conocido como Hergé, sin esquivar ninguna de las preguntas que cualquier lector se puede hacer sobre su vida y su obra. ¿De dónde viene su espíritu aventurero? ¿De dónde salieron el pibe con jopito, los hermanos gemelos y el irascible compañero siempre al borde de estallar en una catarata de improperios? ¿Cuál era su verdadera relación con su esposa Germaine, con la que nunca tuvo hijos? ¿Cuánto hay de cierto en los relatos que lo pintan como un jefe despótico, que terminó para el orto con casi todos sus asistentes? ¿Qué tan real es el mito que lo pinta como un chupacirios, amigo de los nazis y ferviente anti-comunista?
De humilde hijo de un empleado textil a celebridad mundial, globalmente famoso por sus historietas, la novela nos invita a redescubrir al Hergé público (se murió hace casi 30 años, con lo cual muchos de sus lectores no compartieron planeta con él) y a descubrir al Hergé privado, al que puertas adentro, con éxitos y desgracias, se forjó una carrera como historietista con la que, desde entonces, soñaron muchos. La verdad es que el guión es muy ecuánime: ni derrapa hacia la hagiografía ni se regodea en el escrache. Hergé sale parado como un tipo ni bueno ni malo, al que le sobraron huevos para un montón de cosas y le faltaron huevos para otras tantas. Ni es el empresario garca que se llenó de plata a costillas del trabajo de otros, ni el artista hippie que mantuvo intactos los ideales de sus inicios aunque se cagara de hambre. Igual se nota que los autores tienen claro que a Hergé lo sigue a full un público bastante conservador, que no quiere descubrir que su ídolo era un zarpado. Todo su affaire con la colorista Fanny Vlamynck está contado del modo más sutil posible y la escena en la que descubre la marihuana en un viaje a los EEUU dura una sóla viñeta.
La vida de Hergé es tan rica, que hasta tiene lugar para una trama de intriga internacional, que es la que gira en torno a Chang Chong-Jen, a quien el dibujante conoce en 1932 y logra sacar de China casi 50 años después. La relación fraterna entre Hergé y Chang es uno de los puntos más altos del libro, y además algo que yo desconocía absolutamente.
El dibujo, a cargo de Stanislas, obviamente se inscribe dentro de la línea clara, pero con la astucia necesaria como para que esto no parezca en ningún momento una historieta dibujada por Hergé. Stanislas es –no puede evitarlo- mucho más moderno, porque es evidente que leyó a Ever Meulen, Daniel Torres y Joost Swarte, entre otros renovadores de la estética creada por Hergé. Para que lo ubiques más fácil, Stanislas dibuja igual a Pablo Zweig. No al Zweig historietista, sino al Zweig ilustrador. Pero igual, eh? Si viene Pablo y te dice “Mirá mi nuevo libro”, le creés y lo felicitás. La narrativa es muy clásica y la puesta en página se diferencia de la de Hergé porque cada tanto Stanislas mete viñetas más chiquitas, ya sea cuadros partidos en dos, o cuadros horizontales (widescreen) muy finitos. El color es re-Hergé excepto por las manchas rojizas en los cachetes de los personajes (otro detalle típico de Zweig) y la tipografía no se parece a la de Tintín, pero se le acerca bastante.
Ahora que la peli de Spielberg y Jackson reavivó el interés por la obra de Hergé, es un gran momento para conocer su vida. Y la verdad es que Bocquet, Fromental y Stanislas nos la presentan como una sucesión de eventos muy, muy interesantes, que además vienen bárbaro para recorrer más de 75 años del Siglo XX en los que pasó absolutamente de todo, no sólo en la historia de Hergé, ni en la de la historieta, sino en la del mundo en general. Seas fan o detractor del creador de Tintín, esta obra te va a pegar fuerte y te va a cambiar la forma de leer las aventuras del chico del jopito.
Published on May 16, 2012 18:58
Andrés Accorsi's Blog
- Andrés Accorsi's profile
- 12 followers
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author
(yet),
but they
do have a blog,
so here are some recent posts imported from
their feed.
