Andrés Accorsi's Blog, page 227

April 26, 2012

26/ 04: CORAZONES ROLLIZOS Vol.1

Esto me lo compré por lo raro: un autor al que no conocía, alemán radicado en Francia, que arma una antología de relatos cortos (cinco en este tomo y cinco en el Vol.2) con onda de comedia urbana, actual, y protagonizados por chicas gordas. Sí, las rellenitas, las entradas en carnes, esas eternamente discriminadas por no parecerse a las chicas de los afiches publicitarios, esas que sufren en silencio por esos tipos que sólo les dan bola cuando todas las flacas los mandaron a cagar.
Jean-Paul Krassinsky se sumerge en el mundo de las chicas gordas, pero tranqui, sin ir al extremo. En ninguna de las historias aparecen esas gordas gigantescas, que ocupan casi dos asientos en el bondi. Las de Krassinsky son gorditas light (valga el oxímoron), pensadas para no desagradar. De hecho, son las heroínas de todas las historias. En todos los remates, las gordas quedan bien paradas y terminan por darle una lección a los varones que las seducen en plan “mesa de saldos” o a las flacas que las basurean. Con bastante ingenio y sin romper nunca el verosímil, Krassinsky le da a cada corazón rollizo un final bastante feliz.
La primera historia es la más cómica, donde menos importa explicar racionalmente lo que pasa. Gana el disparate y gana bien. La segunda es medio border, es casi una advertencia: acá la protagonista es bastante jodida. Tiene motivos, claro, pero igual es jodida. La tercera es la más dramática si se quiere, la menos festiva a pesar de que tiene secuencias muy graciosas, sobre todo las protagonizadas por Axelle, la amiga de la gordita protagónica, que tiene menos tacto que la Venus de Milo. La cuarta es flojita, predecible, sin ningún condimento que la destaque.
Y la quinta es la mejor escrita. “Sandy” parece seguir los lineamientos convencionales de “pibe ganador usa a la gordita copada de pañuelo para llorar y de yegua para galopar sólo cuando su novia titular –y flaca- le corta el rostro”, pero en las últimas viñetas pega un vuelco magnífico, rematado con fina ironía por Krassinsky. Sobre el final está, claramente, la historieta más atractiva (iba a decir “redondita”, pero sería una redundancia) del tomo.
Nada de esto es fundamental, aclaremos. No encontré en Krassinsky a un nuevo ídolo al que sumar al panteón (ya más superpoblado que Tokyo) de los Dioses del Noveno Arte. Sus historias tienen cosas lindas, la última me encantó, pero no me cambió la vida ni mucho menos. Lo que más me interesó fue, claramente, el enfoque, la consigna. Después, la ejecución... no está mal. Y por supuesto me parece chota la decisión de Glénat de respetar a rajatabla el formato francés y publicar estas 10 historietas en dos tomos y no en uno sólo, que sería mil veces más coherente.
A nivel dibujo, Krassinsky es correcto, aunque no se termina de decidir. Por momentos va hacia la línea clara, por momentos quiere ensuciar como Blain y Blutch, hay personajes más caricaturescos y otros más realistas... una mezcla que al principio suena medio rara y termina de cuajar más cerca del final del tomo. Como tienen bastante peso (cuac!) la temática romántica y las emociones, es imprescindible que los personajes se expresen con fuerza y con onda, sobre todo en los primeros planos. Eso a Krassinsky le sale bastante bien. En sus mejores viñetas, sus personajes tienen la expresividad de los de Gerard Lauzier o de Frederik Peeters. Como todo álbum pensado para el mercado francés, tenemos muchas viñetas por página y un festival de fondos recontra-laburados. Y una novedad, sumamente bienvenida: Krassinsky inventa una nueva forma de mostrarle al lector que un personaje está borracho. En la página 52 (dentro de la destacadísima “Sandy”) experimenta con un recurso visual que yo jamás había visto y que le sale perfecto.
“Lo importante es lo de adentro”, dijo Jack el Destripador, y Krassinsky baja línea en el mismo sentido. Su fin último, más que impactar con historietas devastadoras es –sospecho- que no vuelvas a ver con los mismos ojos a las chicas que ostentan unos kilos de más. En ese sentido, recontra-cumple.
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Published on April 26, 2012 19:09

April 25, 2012

25/ 04: HELLBLAZER: INDIA

Este es –hasta ahora- el mejor tomo de Hellblazer desde que llegó Peter Milligan. Al igual que el tomo anterior, arranca con un arco de cuatro episodios dibujado por el italiano Giuseppe Camuncoli y cierra con dos episodios a cargo de Simon “la Bestia” Bisley, que además ilustra todas las portadas.
La primera saga es redondísima: John quiere resucitar a... alguien que murió en una saga anterior (no se lo spoileemos a los que todavía no se engancharon con la serie) pero está muy manchado de atrocidades y necesita purificarse. Por eso viaja a la India, a la ciudad de Mumbai, un lugar extraño, en el que el plano espiritual anda medio revuelto y donde se va a encontrar con productores de Bollywood, gurúes truchos, sabios ancestrales y demonios de enorme poder.
Es una saga trepidante, repleta de momentos escabrosos, con los excelentes diálogos de siempre y con dos agregados muy notables: por un lado, el contrapunto entre la cultura occidental y la oriental. Constantine cree que los conjuros funcionan igual en todas partes, pero resulta que no, que en Oriente las cosas se hacen distinto, el viaje de las almas al Más Allá es distinto y de pronto nuestro hechicero de la B Metropolitana se da cuenta de que no la tiene tan clara como creía. Por el otro lado, Milligan no se olvida de lo otro que hace grossa a esta serie: la bajada de línea socio-política. Entonces vincula al villano con la época en la que India era una colonia del Imperio Británico y los milicos al servicio de Su Majestad hacían lo que se les cantaba las reales pelotas con los pobres hindúes.
Lo único medio inexplicable es cómo, de la nada, se aparece en Mumbai y se le prende de la... gabardina a nuestro ídolo Epiphany Greaves, la joven alquimista que hasta el tomo anterior era un personaje secundario y acá ya cobra un rol muchísimo más protagónico. Okey, la minita está caliente con el veterano, pero de ahí a irse a la India a buscarlo, es un poco demasiado. Por suerte se ve que Milligan tiene muy claro lo que quiere hacer con este personaje, o sea que suma mucho tenerla ahí, revoloteando alrededor de John, ya sea para darle una mano cuando la cosa se pone espesa, o para verduguearlo por su avanzada edad.
Y si a vos lo que te gusta es el aspecto socio-político de Hellblazer, la segunda saguita, con John de nuevo en Londres, te va a partir la cabeza. Acá, al maestro Milligan se le ocurre una nueva manera de contarnos lo intrínsecamente hijos de puta que son los conservadores ingleses y encuentra la forma de meter en el medio a Constantine, a Sid Vicious, a varias entidades místicas, a patotas skins y barrabravas y hasta un flashback a 1979, cuando John era joven y punk y se veía venir la oscura época de Margaret Thatcher como Primer Ministro del gobierno británico. Son 44 páginas brillantes, con violencia, drogas y recuerdos de otras épocas en las que los pibes escupían a los músicos a los que veneraban al ritmo de Anarky in the U.K.
Mínima mención al laburo de los dibujantes. Camuncoli, excelente como siempre. Una vez más, dibuja a Constantine demasiado joven, pero se luce al dibujar la India y sobre todo al demonio hindú, perfectamente coloreado (con colores planos y estridentes) por Patricia Mullvihill. Y lo de la Bestia ya está totalmente fuera de escala. Olvidate de Lobo, de Slaine, de Judge Dredd, de todo. Comparado con esto, todo lo que dibujó Bisley antes de Hellblazer es basura pochoclera con gusto a esteroides en mal estado. Acá aparece el Bisley definitivo, el más completo, el más maduro, el que mejor narra, el que mejor fluye. Okey, no entinta ni colorea. No hace falta, prefiero que lo coloree Brian Buccellato y que la Bestia se concentre en los lápices, porque nunca dibujó ni se vio mejor. Y además dibuja al ídolo como un cincuentón hecho crosta, como debe ser.
Si en algún momento dudaste de subirte al bondi de Hellblazer manejado por Milligan, no lo dudes más. Es un viaje de ida alucinante, jodido, hipnótico, doloroso, truculento y muy gracioso. Milligan ya está cerca de convertirse en el guionista que más números escribió de esta serie y donde te descuides, se puede llegar a convertir en el mejor. Te lo juro por Nergal.
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Published on April 25, 2012 14:18

April 24, 2012

24/ 04: THE SHOW MUST GO ON

Esto es demasiado bueno para ser real. Más de 200 páginas de historietas de Roger Langridge (el genio neozelandés radicado hace muchos años en Londres) es más de lo que cualquiera puede soportar sin salir a afanar metales para hacerle un monumento en la plaza más cercana. Roger Langridge es el Dibujante Supremo, el historietista más completo que yo haya visto en muchos años. Leerlo es como leer la historia del comic. Es reencontrarse con George Herriman, E.C. Segar, Cliff Sterrett, Frank Willard, Billy DeBeck, Al Capp, Walt Kelly, Jack Davis, Bil Elder, Wally Wood, Jack Cole, Basil Wolverton, obviamente Robert Crumb... Langridge es una lámpara de Aladino con un montón de genios adentro, una bestia de la viñeta que sabe demasiado y a la que todo le sale demasiado bien. El expresionismo al palo, el control molecular sobre el grosor de la línea, los cross-hatching enfermizos, las tramas mecánicas, el claroscuro, los grises, el color directo, el timing para la comedia, las splash pages, las páginas con 16 viñetas... Todo lo que debe hacer bien un dibujante que aspira a ser considerado un virtuoso, Langridge lo hace perfecto. Hasta pareciera que le sobra, que lo hace de taquito.
Este libro reúne toda su obra dispersa, publicada en antologías o revistas semi-under, mayoritariamente a lo largo de los ´90. Es un compendio de todas las obsesiones, delirios y bizarreadas que Langridge hizo para hinchar las bolas, no para pagar las expensas, y se nota. Las historias irradian libertad, disparate, humor absurdo de gran nivel, homenajes a los maestros, parodias a los verduleros e incluso, en las aventuras de Mugwhump, asistimos al nacimiento de un género nuevo, el Género Langridge, que es el que le valió al neozelandés la posibilidad de ponerse al frente de los comics de los Muppets, a los que encaró como un comic 100% de autor. Hay mala leche, ironía fina y alguna grosería... pero también ternura freak, planteos existencialistas y dilemas éticos. Por supuesto que al lado de su talento como dibujante el Langridge guionista pasa un poquito desapercibido, pero sólo porque dibuja indescriptiblemente bien. Como guionista es realmente maravilloso.
En algunos de estos disparates forma equipo con Gordon Rennie, un guionista que lleva más de 15 años acumulando éxitos en el Reino Unido, pero que nunca se lanzó a la conquista de otros mercados. Del trabajo en conjunto entre Rennie y Langridge salen dos de las mejores historietas del tomo: la bizarrísima Kabuki Kid (con artes marciales, robots, masacres en pueblitos onda Far West y teoría marxista) y la fundamental Dr. Spin, una brillante y descarnada sátira los comics de superhéroes, sus kilombos de continuidad, su eterno reciclaje de plots y sus sagas gradilocuentes que amenazan todo el tiempo con re-escribir la historia “para siempre”. Repletas de chistes, pero también de ideas grossas, las 32 páginas de Dr. Spin (dibujadas por Langridge como la hiper-concha de Dios) valen lo que pagues por todo el libro.
Esto es un prodigio. Un libro para comprar, leer, atesorar por siempre y no prestar jamás a nadie. Un libro lleno de vitalidad, de personajes memorables, de aventuras limadas, de situaciones cómicas muy originales. Un libro pensado para rescatar material raro o disperso, que termina por funcionar como un totem sagrado, un testimonio del inmejorable nivel alcanzado por ese prócer del Noveno Arte, que aún hoy tiene muchos menos fans de los que merece (y eso que mojó en proyectos más populares, como los comics de los Muppets, lo nuevo de Popeye, una serie de Thor, casi todos los Big Books de Paradox Press, etc.). Roger Langridge, amigo viñetófilo. Un maestro de los maestros al que recomiendo seguir a muerte, a donde vaya. Si hay que nadar hasta Nueva Zelanda, todo bien.
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Published on April 24, 2012 16:56

April 23, 2012

23/ 04: AVENGERS, LA PELICULA

¿Te acordás qué hice yo el último lunes de Abril de 2011? Fui al pre-estreno de la peli de Thor. ¿Y hoy? Lo mismo, pero de los Avengers.
Como siempre, caí al cine sin tener demasiada idea de quiénes actuaban, quién dirgía, quién escribió el guión, sin ver los trailers... No hay forma de que estas películas me emocionen como para seguir la previa, el día a día, esa cuenta regresiva cuasi-eterna hacia el día del “sensacional estreno”. La experiencia dice que si llego con bajas expectativas me voy más contento del cine y esta vez se aplica la regla general.
Me reconfortó enterarme (no hoy, sino hace un mes, ponele) que el director era Joss Whedon. Nunca fui fan de Buffy, ni vi siquiera sus otras series, pero sé que los fans lo consideran un director muy afín al comic, y sus tomos de Astonishing X-Men me parecieron entre muy buenos y excelentes. Whedon metió muchísima mano en el guión (se nota todo el tiempo) y eso hace que los 142 minutos que hay que fumarse adentro del cine sean una inversión menos riesgosa que la de los productores que le metieron 220 palos verdes a este tanque. Experto en diálogos brillantes y momentos intimistas, Whedon se puso al frente de una película que redefine el concepto de “blockbuster”. Al lado de Avengers, cualquier otra peli de Hollywood supuestamente grandilocuente, repleta de machaca y efectos especiales, parece una de esas pelis argentinas de chicos que toman cerveza y hablan de minas sentados en el cordón de la vereda.
No quiero contar el argumento y no sé cómo hacerlo. Por ahí ya sabés que todo gira en torno a Loki, quien viene a Midgard a chorearse el cubo ese que tenía HYDRA en la peli del Capitán América. ¿Para qué lo quiere? Para abrir un portal interestelar y habilitarle una hermosa invasión a la Tierra a una raza de guerreros alienígenas (unos Predator del Nacional B) con cuyo líder Loki tiene una linda runfla. SHIELD (que hasta ahora viene usufructuando el cubo en su propio beneficio) lo quiere recuperar y con la excusa de que fue birlado por un tipo un toquecito poderoso, Nick Fury y los suyos se ponen las pilas para reunir a todos los muchachos pulentosos que aparecieron en las pelis anteriores. Por supuesto, al principio todos desconfían de todos, vuelan unas cuantas trompadas entre los buenos, y después se impone el concepto de equipo, que lleva a los Avengers a la victoria.
¿Qué no hay en la peli? Historia de amor, por suerte, ni media. Otros héroes, o pistas de que estén por aparecer otros héroes, tampoco. Son los del afiche: Iron Man, Thor, el Capi, Hulk, Black Widow, Hawkeye y Nick Fury (que casi no entra en combate). Sí tenemos una última secuencia en la que el líder de la invasión alienígena resulta ser un vasallo de un villano mucho más heavy, que –sospecho- hará de las suyas en una eventual secuela. No lo quiero nombrar: que alcance con decir que al lado de este pibe, Videla gana el Nobel de la Paz.
¿Y qué sobra? Primero, machaca. Nunca viste tanta acción en una peli de superhéroes. Ni tanta destrucción, tantas cosas que se rompen o explotan. Se podría haber contado lo mismo rompiendo menos cosas y revoleando menos trompadas (aunque algunas son memorables). Sobran los buenos diálogos (hay chistes para reirse a carcajadas). Y sobran los actores. Gwyneth Paltrow, exquisita los tres o cuatro minutos que aparece. Mark Ruffalo (a quien nunca había visto), me pareció un capo y su Bruce Banner me recontra-convenció. Tom Hiddleston (Loki) está mejor que en la peli de Thor. Samuel L. Jackson, glorioso. Y Robert Downey Jr. se sigue superando a sí mismo. El día que no quiera hacer más películas de Iron Man, hay que tirar la armadura a la basura, porque sin él abajo, se desploma.
Tarea pendiente para la secuela: que tenga un poquito más de peso Thor (el único que no protagoniza una secuencia definitiva, icónica, de esas que le dan infinita chapa a los personajes) y reforzar el plantel de héroes, porque van a luchar contra un hijo de puta que a Hawkeye y a la Widow se los morfa en 15 segundos, como si fueran bizcochitos Don Satur. Y asegurarse de que Whedon se quede. No lo suelten por nada del mundo. Este tipo entiende a los personajes, sabe adaptarlos a un universo más “real” y ya demostró que con tiempo y presupuesto puede detonar la pantalla grande en una hecatombe de acción, machaca y efectos que va a ser difícil de olvidar para los fans de los superhéroes.
Ah! Y nadie dice “Avengers Assemble!”.
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Published on April 23, 2012 15:16

April 22, 2012

22/ 04: SKY DOLL: SPACESHIP COLLECTION

En este hermoso TPB, los grossos de Marvel recopilaron los dos tomos de historias cortas de Sky Doll que salieron en Francia después de los tres tomos oficiales de la saga. Para ser una antología, esta no ofrece tanta diversidad, primero porque todas las historias están ambientadas en un universo cerrado, cuyas reglas básicas el lector ya conoce. De hecho, muchas de las historias intersectan en algún momento de la saga principal. Y segundo porque todos los guiones están escritos por Bárbara Cánepa, por Alessandro Barbucci, o por los dos juntos. O sea que los padres de la criatura abrieron el juego, pero sin resignar en lo más mínimo el control sobre un universo del que –evidentemente- sabían mucho más de lo que nos contaron en la trilogía original. Veamos cómo les fue.
La primera es una linda, inteligente, sutil historia protagonizada por Noa y dibujada por el italiano Matteo De Longis, cuya estética está bastante pegada a la de Barbucci. La segunda es casi un chiste largo, con un argumentito que no daba ni a palos para ocho páginas. El dibujante es otro italiano, Claudio Acciari, que directamente es un Barbucci de la B Metropolitana, un clon desmejorado del creador de la serie, que abusa de los efectos del color aplicados con la computadora.
Vamos para Francia, que hay papa fina. La tercera historia tiene un argumento también chiquito, al que –para que se aguante ocho páginas- Barbucci y Cánepa complementan con un muy buen desarrollo de personajes. El dibujo es de un francés, Pierre-Mony Chan, muy bueno y no tan tributario del estilo de Barbucci, sino más cerca de una estética de comic-book yanki. Lady Club Driver es otra historia co-escrita por Barbucci y Cánepa, que al revés de las anteriores tiene demasiado plot para ocho páginas. La aventura está buenísima, pero habría quedado mejor si se hubiese desarrollado a lo largo de cinco o seis páginas más. Para dibujarla convocaron a un francés, Riff Reb´s, con un estilo radicalmente distinto al de la mayoría, más para el lado de André Franquin. Un capo del cual quiero conseguir más trabajos hoy mismo.
Para cerrar el primer tramo, otro francés, el bastante aburrido Bengal, dibuja una historia chata, apenas inquietante. Y cierra el propio Barbucci, que dibuja con muchas pilas (y muchas ganas de experimentar y probar técnicas y enfoques limados) un guión de Cánepa bastante menor.
El segundo tramo, centrado en la Papisa Ludovica y su hermana Agape, también abre con una colaboración entre Bárbara y Alessandro, muy rara, muy experimental, con unos dibujos totalmente pasados de rosca y una narrativa que por momentos parece la de Katsuhiro Otomo. MUY intenso. Después viene una aventura menor pero muy linda protagonizada por Roy, dibujada como los dioses por Mikael Bourgoin, otro francés. Y enseguida otra historia rara, muy dialogada y con un final muy impactante, dibujada por el chino Benjamin, con su habitual virtuosismo, pero sin basarse en fotos.
Le sigue una historia flojita, dibujada por el serbio Gradimir Smudja, un autor bien tercerón, que lo poco que dibuja bien se lo afana alevosamente a Juan Bobillo. Y la más chota del tomo, Blood Red Shoes, dibujada por otro francés, Afif Khaled, con menos destreza que un pingüino empetrolado. Para cerrar, una joyita desbordante de lirismo, onda, gracia y crueldad, mucha crueldad. Escribe Cánepa y dibuja un genio total: el español Enrique Fernández.
Si sos fan de Sky Doll, no lo dudes un segundo. Si querés descubrir a cuatro o cinco dibujantes grossos, tampoco. Y si querés comprobar con tus propios ojos cómo Marvel se animó a publicar comics en los que se ven claramente pijas, conchas y sexo sadomasoquista con látigos, dildos y chiches varios, tampoco.
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Published on April 22, 2012 12:09

April 21, 2012

21/ 04: STARGAZING DOG

Takashi Murakami (Tokio, 1 de febrero de 1963) es un artista plástico contemporáneo de origen japonés. Licenciado en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, desde 1993 comienza entonces a ser reconocido dentro y fuera de Japón gracias a su alter ego Mr. DOB, y sobre todo por su particular síntesis entre el arte tradicional y contemporáneo japonés y el arte pop norteamericano. Hoy en día es considerado el Andy Warhol nipón y sus trabajos pueden verse tanto en los más prestigiosos museos, como en carteles de publicidad de cualquier porquería.
Pero hay otro Takashi Murakami, otro japonés con el mismo nombre pero distinta profesión, que es quien, en 2009, firmó el manga que hoy nos ocupa. Stargazing Dog, con sus escuetas 125 páginas, fue un manga de culto, muy exitoso dentro del nicho del gekiga, una atractiva mezcla entre el género del slice of life y la road movie, y luego convertido en un largometraje con actores. El Takashi Murakami que hoy nos interesa se propone narrarnos la historia de un perro, Happie, y su relación con un hombre al que sólo conocemos como ”Daddy” (Papi). De un planteo tan sencillo como este, Murakami saca una genuina maravilla, una pequeña y conmovedora obra maestra.
A primera vista, el tema de la obra es la lealtad incondicional de este perro (copado, pero con menos luces que la lancha del contrabandista) y este padre de familia cuarentón y medio gruñón. Eso está y está magníficamente plasmado. Pero hay más: cuando se da vuelta la tortilla y Papi se queda sin nada, sin laburo, sin familia, con un serio problema cardíaco y cero centavos en el bolsillo, Murakami nos invita a reflexionar acerca de la sociedad en que vivimos: en cómo todos somos –en un punto- engranajes reemplazables, a los que el sistema descarta sin ningún reparo a la primera de cambio. Nadie se solidariza con Papi, nadie le hace el aguante, nadie frena su descenso hacia la tragedia. Sólo un perrito lo acompaña hasta el final, firme como rulo de estatua, testigo privilegiado (aunque desorientado) de la transformación de un hombre de familia respetable en un croto misérrimo al que nadie quiere cerca.
Cuando el final de Papi y Happie ya está escrito, Murakami dedica las últimas 44 páginas a meterse en la psiquis de Kyosuke Okutsu, el asistente social que investiga el caso de Papi y su perro. Okutsu, huérfano desde chico y criado por su abuelo en una casa de campo, también tuvo un perro muchos años, pero su relación fue muy distinta a la de Papi y Happie. Tarde pero seguro, Okutsu se replantea un montón de cosas, mientras Murakami revela qué fue de la vida de los otros personajes que se cruzaron con Papi y Happie a lo largo de la novela.
El dibujo de Stargazing Dog –digámoslo de una vez- no es un prodigio ni mucho menos. No estamos ante un virtuoso del dibujo, ni por casualidad. Nuestro Takashi Murakami es un dibujante original, que no intenta clonar ni a los referentes del shonen ni a los autores fundamentales del gekiga, y al que se le notan a primera vista algunas limitaciones. No en la narrativa, que es excelente, muy occidente-friendly, sino en el dibujo en sí, que no está pensado para agradar a la vista del lector, sino para ponerse al servicio de una historia muy real y por momentos muy dolorosa. Pero no creas que es un dibujo choto, o que produce rechazo. Simplemente cuesta un toquecito entrarle porque no es ni demasiado bonito ni demasiado elegante. Tampoco importa demasiado cuando –como decía- Murakami pone el dibujo al servicio de un guión tan, pero tan bueno.
En definitiva, Stargazing Dog es una excelente novela gráfica, pensada para emocionarnos, y sobre todo para invitarnos a la reflexión. Un triunfo categórico del manga anti-pochoclo, a años luz de lo que se suele ver en los grandes semanarios japoneses, pero infinitamente recomendable.
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Published on April 21, 2012 19:33

April 20, 2012

20/ 04: LA FERIA DEL LIBRO SE LARGO-YA

Ayer inauguró la ya clásica Feria Inter
nacional del Libro (una vez más, en el predio que la Sociedad Rural tiene en Palermo) y no está mal repasar un poquito con qué te podés llegar a encontrar si vas a buscar historietas.
Este año no está el stand de Francia, donde yo suelo comprar historietas en francés (mi tarjeta de crédito, agradecida). Y de los que tradicionalmente estaban siempre, el otro stand que no vas a encontrar es el de Ivrea, que este año no fue.
La mayoría de los stands donde hay historietas están agrupados en el Pabellón Azul. Por afuera de ese sector, vas a encontrar a Ediciones de la Flor (con un montón de novedades, entre ellas la novela gráfica que ganó el Premio Ñ de Historieta), Colihue (con la desactivada pero clásica colección Enedé), Granica (con los libros que Barcelona les dedicó a Diego Parés, Sergio Langer y Puto!) y V&R, la editorial que edita las Tragedias del Rock, colección a la que se sumó la biografía de Bob Marley de Diego Agrimbau y Dante Ginevra.
Pero vamos al Azul. Ahí está Pictus con tres lanzamientos grossos: un nuevo tomo de Jim, Jam y el Otro (de Max Aguirre), un nuevo tomo de Alina y Aroldo (también de Max) y el primero de Escuela de Monstruos, la serie de El Bruno que es hitazo en la Billiken. También vas a encontrar a Continente (la empresa que trae de España los álbumes de Tintín) y a LARP, que promete muchos mangas nuevos y acaba de lanzar YMIR, una antología de 180 páginas en las que publican a los ganadores de un concurso de historietas, su primera edición de material argentino.
También están la distribuidora Plan-T (la que importa el material español de DC), La Revistería (con un stand un 50% más chico que en años anteriores y con mucha presencia del material de Ivrea), la comiquería Génesis (de San Isidro), la editorial Deux, que comparte stand con Nueva Idea (para los que todavía creían que Muñones no tiene nada que ver con ECC Sudamérica), Historietas Argentinas (con toda la línea de Doedytores y mucho material más, básicamente clásicos e importados) y un stand muy grande y bien diseñado casi todo ocupado por OVNI Press (también con muchos lanzamientos grossos para aprovechar la peli de los Avengers) pero incluye también al Espacio Moebius, que participa con sus propias publicaciones (de Lucas Varela, Gustavo Sala, Carlos Nine, etc.) y con material de otras editoriales como Común, Loco Rabia y Universo Retro, entre otras.
En muchos de estos stands arrancó la maratón de artistas grossos que van a firmar sus libros. Hoy estuvo Liniers en el stand de OVNI/ Moebius y mañana sábado, estará El Bruno en el de Pictus. Imposible nombrar a todos los que están anunciados. Lo que sí se puede enumerar (así cada uno agenda las que le interesa) son las charlas y presentaciones de libros. A ver:
Este domingo (22 de Abril) a las 17 hs, en la sala Victoria Ocampo, hay entrevista abierta al maestro Horacio Altuna, que será conducida nada menos que por Juan Sasturain. Golazo.
El sábado 28 se presenta el libro ganador del Premio Ñ de Historieta junto al jurado del premio (Altuna, Fernando Calvi, Juan Carlos Kreimer y Daniel Divinsky) y los autores galardonados. Esto es a las 16:30 en la sala Victoria Ocampo.
El domingo 29 a las 20:30 se presenta Mecachendié, el nuevo libro del genio chileno Alberto Montt, con la presencia del mismísimo y la participación especial de Malena Pichot (la loca de mierda). Esa me toca conducirla a mí, en la sala María Esther de Miguel.
Y la otra que voy a estar presentando es la de Decur, que viene con el exitazo de Merci bajo el brazo y tendrá como invitados a Gustavo Sala y a la escritora y periodista Raquel Garzón. Esto es el domingo 6 de Mayo a las 16:30 en la sala Jorge Luis Borges.
Nos vemos por ahí.
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Published on April 20, 2012 18:06

April 19, 2012

19/ 04: AMERICAN VAMPIRE Vol.1

Por fin me siento a leer esta serie iniciada en 2010, de la que tanto había oído hablar. Si alguna vez te preguntaste de dónde sacó chapa Scott Snyder para escribir Swamp Thing o Batman, acá están todas las respuestas.
El vampiro americano es un nuevo tipo de vampiro, nacido en nuestro continente y con nuevas reglas. El sol, en vez de dañarlo, le da poder. No lo afectan las cruces, ni los ajos, sino el oro. Su momento de mayor vulnerabilidad es en las noches sin luna. Y además pela deformaciones muy extremas en las manos (hiper-garras) y la boca (hiper-colmillos).
El primero de los dos arcos reunidos en este TPB (escrito por el célebre Stephen King, sobre conceptos creados por Snyder) narra el origen del primer vampiro americano. Ambientado entre 1880 y 1912, acá vemos como Sweet Skinner pasa de ser un ladrón inescrupuloso a un asesino insaciable e imparable, gracias a la sangre de un vampiro británico que lo altera por completo. El héroe es Jim Books, un abnegado sheriff que dedicará su vida a intentar -sin éxito- ponerle fin a las tropelías de Skinner. Es una saga muy bien escrita, que le escapa a la tentación fácil de repetir cinco o seis clichés típicos del western, pero con vampiros de por medio. Lo más importante es, por un lado el clima ominoso, de incertidumbre y terror (con muertes y resurrecciones escabrosas), y por otro lado la procesión interna de Books, que quiere ser verdugo, pero termina por ser víctima de la voracidad de Skinner.
El segundo arco (ya escrito por Snyder) nos lleva a la Los Angeles de 1925, para conocer a Pearl Jones, una chica que trabaja duro para forjarse una carrera como actriz de cine (mudo) en el incipiente Hollywood, pero va a terminar vampirizada por una camarilla de chupasangres europeos muy sádicos y depravados. Convertida en vampiro americano, Pearl no va a parar hasta vengarse de estos hijos de puta y en el medio va a correr muchísima sangre. Sweet Skinner reaparece, ahora en un rol secundario, como un tipo ni bueno ni malo, que le tira data a Pearl acerca de las habilidades y limitaciones de la criatura en la que se convirtió. Acá hay menos dilema ético y más machaca: Pearl era más buena que Lassie y ahora le dieron motivos para estar muy, muy cabrera. Fin, nada más que explicar. Snyder adorna esta trama con muy buen desarrollo de personajes, pero esencialmente es una trama sencilla, lineal y hasta un punto predecible.
Tanto Snyder como Stephen King le sacan un jugo maravilloso a los períodos históricos que les toca visitar en sus historias. Como su nombre lo indica, American Vampire reparte el protagonismo entre los vampiros y America, que es como los yankis le dicen a EEUU. La historia del país está perfectamente ensamblada con la de los chupasangres y ese debe ser el principal hallazgo de la serie.
Aunque no el principal atractivo, claro, porque la gran masa del pueblo se la habrá comprado para ver a King escribir –por primera vez en su colosal carrera- un guión de historieta, y yo me la compré para gozar a lo guanaco con los dibujos (¿Qué digo dibujos? Recontra-dibujazos!) de Rafael Albuquerque, el magistral brazuca que cada día dibuja mejor. En las secuencias de Hollywood, Albuquerque trabaja en su estilo clásico: claroscuro bien definido y narrativa a la Howard Chaykin. Pero en las del Lejano Oeste va más allá: entrega un lápiz más sucio, con un entintado menos protagónico y a eso le aplica aguadas. La narrativa no se parece tanto a la de Chaykin, porque hay muchas escenas en las que Albuquerque decide ir más lento, dedicarle más viñetas al desarrollo de cada acción. En ambos casos, los resultados son estremecedores, en parte gracias al espectacular trabajo del colorista Dave McCaig. Realmente una gratísima sorpresa, porque no me lo imaginaba a Rafael tan dotado para una historieta tan macabra, tan tétrica, tan violenta y tan shockeante. Ya está, ya me quedó claro que el talento de esta bestia no conoce límites.
Si leíste muuucha historieta de terror, no creo que American Vampire te cambie la vida. Pero está muy bien escrita, se mete muy bien con la historia yanki y tiene unos dibujos demasiado buenos para un comic que se edita una vez por mes. Hincale el colmillo, nomás, que recontra-garpa.
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Published on April 19, 2012 19:03

April 18, 2012

18/ 04: PAOLO PINOCCHIO

Este hermoso tomo editado en España reúne todo el material de Paolo Pinocchio realizado por Lucas Varela: lo que salió en Estupefacto, lo que salió en Matabicho, cositas que acá sólo se vieron en Fierro y alguna boludez extra, creada especialmente para esta edición (que por cierto pronto va a salir también en Francia).
Como sucede cada tanto, las historias podrían ser giladas sin ton ni son, meras pseudo-excusas para que Varela haga gala de su pasmoso virtuosismo a la hora de dibujar. Pero no. Acá hay mucho más que un dibujante genial pasado de rosca. Hay un tipo que se copa contando historias y que con el correr de las mismas logra estructurar un universo 100% original (con guiños a cosas que todos conocemos, como los cuentos de hadas, el Inferno de Dante Alighieri o las epopeyas clásicas de la fantasía medieval), que funciona con sus propias reglas, con su propia e intransferible lógica interna.
Varela maneja todo el tiempo un tono paródico, en el que cada tanto (en los momentos justos) deja ver que en realidad se está cagando de risa de los relatos cuyas estructuras toma prestadas. Por supuesto, las situaciones que atraviesa Paolo son tan bizarras que resulta imposible creerle a Varela cuando imposta esos diálogos intencionalmente anticuados, excesivamente floridos y pomposos. Ahí uno ve al autor guiñándonos un ojo, una especie de “bancá, que ya viene el remate gracioso, o la guarangada, o la bizarreada”. Lo cierto es que la aventura no le da respiro al muñeco miserable, advenedizo y mitómano que protagoniza el libro y son aventuras muy bien llevadas.
Qué loco que un tipo que demostró desde tan joven poder escribir con absoluta solvencia sus propios guiones, desarrollar historias, personajes y hasta un universo, haya apostado tanto y tan fuerte por el trabajo con guionistas. Okey, uno supone que dibujar guiones de Trillo, Agrimbau, Alejo Valdearena, Marcelo Birmajer o Gustavo Sala debe ser un privilegio y un placer y un honor y una chapa extra a la hora de colocar el material en medios importantes de acá o de afuera. Pero Lucas demostró sobradamente que no depende de ninguno de estos grossos para generar buenas historias. El tipo es un prodigio como dibujante (y como artista plástico y como diseñador gráfico) y además se la re-banca como guionista, porque tiene cosas para contar y sabe cómo hacerlo. Lo mejor es que aún así deja todo en cada página cuando le toca dibujar guiones ajenos. Impresionante.
En Paolo Pinocchio se ven claramente todas las genialidades gráficas de Varela: su línea que mezcla prolijidad con putrefacción, su manejo del color y de las texturas, su planificación casi cristalina de cada página, su imaginación desbordante a la hora de crear bichos, monstruos y paisajes limados y hasta su dominio de las tipografías y los globos y bloques de texto.
Ojalá algún día se edite también acá un libro que reúna todo el material de Paolo y ojalá Lucas retome pronto a este, su personaje más querido por los fans. ¿Por qué ama la hinchada a un personaje tan excecrable como Paolo? Eso no lo sabe ni Varela. Yo sospecho que por la alucinante calidad de estas historietas.
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Published on April 18, 2012 16:53

April 17, 2012

17/ 04: FANTASTIC FOUR Vol.2

Ah, bueno... El primer tomo de Fantastic Four por Mark Waid estaba buenísimo, pero este está mucho mejor. Pero MUCHO mejor! De hecho, la saga de seis episodios Authoritative Action ya está en mi Top Five de las mejores historias de los FF de todos los tiempos, así, de una.
El tomo arranca con ese arco, con Reed y sus compañeros en Latveria, decididos a hacerse cargo del país del Dr. Doom ahora que este se hundió en las fosas del Averno. ¿Superhéroes al frente del gobierno de un país? Ya lo vimos otras veces, no? Pero esto es distinto. Esto es casi perfecto, al nivel (o un toque por encima) de la época de Warren Ellis en The Authority. “Siempre hacemos la mitad del trabajo –dice Reed- Le ganamos a Victor, pero no reparamos sus daños. Va a volver, ¿para qué fingir que no? Y cuando vuelva, va a venir a recuperar su tecnología, su fortuna, su soberanía y su inmunidad diplomática para volver a lastimarnos. La idea es que esta vez, cuando vuelva, se encuentre con que no le dejamos nada”.
Con esa idea, Reed toma las riendas de una nación, la da vuelta en pocos días y, claro, las fuerzas de las Naciones Unidas, que jamás se indignaron cuando Latveria era gobernada por un genocida hijo de mil putas, se escandalizan porque un ciudadano de los EEUU tomó el poder y vienen con todo a apurar a los FF para que se retiren. La consigna promete machaca, pero poquita. Y si hay una falencia es esa, las excusas que inventa Waid para que vuele alguna trompada en cada episodio. Por supuesto son mil veces más ricas las escenas en las que los héroes evalúan el dilema moral en el que están metidos por tratar de neutralizar el “canuto de poder” que mantiene siempre peligroso a Doom.
El final, en el que uno de los cuatro cae muerto, no se lo cree nadie. Sabés que muy pronto va a volver. Y de eso se trata el arco siguiente, los tres episodios de Hereafter, la saguita en la que los FF van al Cielo a negociar con Dios para que resucite a... quien cayera muerto en Latveria. Esto está un toquecito estirado, pero viene bien, porque Waid dedica bastante espacio a reflexionar acerca de las consecuencias de lo que hizo Reed en el arco anterior. Y al final pasa lo que todos queríamos que pasara, aunque nunca te imaginás cómo.
Para el final, dos episodios claramente en joda, co-protagonizados por Johnny y Spider-Man, como para descomprimir un poco. Acá tenemos una excelente dosis de chistes de esos que Waid siempre supo meter en sus comics y si bien no pasa nada relevante, la lectira se hace sumamente llevadera.
De los 11 episodios que ofrece el libro, Mike Wieringo está a cargo de cinco, los tres de Hereafter y los dos con Spidey. Y realmente, lo que pela acá no tiene límites. La expresividad de las caras, el lenguaje corporal, las escenas de acción, la atención a los detalles, los climas... Wieringo se envuelve con la bandera de “la imaginación al cuadrado” y en cada cuadrito pone todo y mucho más, como hizo casi siempre en los pocos años que duró su ejemplar carrera como historietista.
Pero la saga más grossa, Authoritative Action, viene con una sorpresa interesante. Por primera vez desde que tengo memoria, veo dibujos de Howard Porter que no me desagradan. No está al nivel de lo de Wieringo, obviamente. Pero al lado de lo que hacía en la JLA o Underworld Unleashed (por citar otros proyectos que le tocó compartir con Waid), esto está muy, muy bien. No le pidas que arme buenos climas, porque no tiene idea, pero por lo menos no hay casi errores en la narrativa, no escasean los fondos, no hay tropiezos graves en la anatomía y las caras más o menos zafan, a pesar de que las entinta el (a mi juicio muy precario) Norm Rapmund. O sea que, de alguna manera, esta serie logró que un verdulero irredento como siempre fue Porter, buscara la redención. No sé si en su trabajo inmediatamente posterior, que fue Flash, junto a Geoff Johns, se la bancó o reincidió en sus habituales crímenes de lesa historietidad. Pero esto en Fantastic Four cumplió muy dignamente.
Faltan un par de tomos para terminar la recorrida por todo lo que hicieron Waid y Wieringo en esta serie. Dudo que me vaya a encontrar con una saga tan bien escrita como Authoritative Action o con una tan emotiva como Hereafter. Pero vamos a intentarlo. De eso se trata FF hace más de 50 años: de aventurarse hacia lo desconocido en busca de cosas nuevas y alucinantes. ´Nuff said!
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Published on April 17, 2012 19:23

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Andrés Accorsi
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