27/ 06: PHOENIX WITHOUT ASHES

Lo cierto es que Phoenix Without Ashes existió primero como una miniserie de cuatro episodios y más tarde como una novela gráfica de 96 páginas. Como en la obra que vimos ayer (y como en tantas obras grossas de Harlan Ellison) la cosa va para el lado de la ciencia-ficción. Incluso, como en 2001 Nights, hay un montón de humanos viajando por el cosmos. Pero de todo eso te enterás en el segundo episodio. Al principio, la historia es una especie de Romeo y Julieta, una de amor entre un chico y una chica a los que su entorno familiar y social les impide estar juntos. Rápidamente el rol protagónico cae en manos de Devon (el joven dispuesto a todo con tal de quedarse con Rachel) y será él quien descubra las sutiles diferencias entre la verdad que predican sus Mayores y la verdad fáctica, la realidad en la que viven todos estos seres humanos.
La cagada es que, una vez que Devon descubre cómo viene la mano en realidad, vos ya sabés todo lo que va a pasar. Es obvio que va a volver a su aldea, va a gritar a los cuatro vientos la verdad que los líderes le ocultaron durante siglos a su gente, y que estos poderosos amigos del oscurantismo lo van a tratar de hacer callar por las malas. Eso es todo 100% predecible. Si queda alguna sorpresa para la segunda mitad de la obra, tendrá que ver con el destino del romance entre Devon y Rachel y el rol que puede llegar a jugar Garth, elegido por sus padres y Mayores como futuro marido de la joven, que es el personaje secundario mejor trabajado. El final… digamos que deja alguna punta colgada, para ser buenos, nomás.
Lo mejor que tiene Phoenix Without Ashes (por lo menos en su versión en historieta) es el equilibrio entre caracterización, acción y bajada de línea. También es muy entretenida la forma en la que se nos presenta el universo en el que transcurre la historia, un contexto que nada se parece al nuestro. Con todos estos hallazgos, queda bastante balanceada la falta de interés que despierta todo ese tramo de la novela en el que vos ya sabés de recontra-antemano todo lo que va a pasar.
El dibujo de Alan Robinson es correcto, sin pifias mayúsculas. Estamos hablando de un Gabriel Rodríguez del Nacional B, con un estilo parecido al del notable dibujante de Locke & Key, pero sin el virtuosismo. Robinson duda un poco a la hora de afianzar su identidad gráfica. A grandes rasgos se parece mucho a Rodríguez, pero en algunos momentos coquetea con Jim Lee (los primeros planos de Rachel, por ejemplo) y en otros se zarpa y dibuja la anatomía más exagerada, con pies y manos grandotes, como Humberto Ramos, o las historietas medio en joda de Roger Langridge. Por suerte no llega a verse feo ni grotesco, aunque tampoco es para aplaudirlo de pie. La narrativa está muy bien resuelta y el color es excelente, obra (como en CabraLesa) de Kote Carvajal, a quien de ahora en más llamaremos el Dave Stewart chileno.
No estamos ante un comic fundamental ni indispensable, pero para pasar un rato, se re-banca, porque ofrece buenos momentos (algunos tensos, otros hasta graciosos), un par de ideas muy originales y personajes muy bien desarrollados. Ah, y las portadas las ilustró un ídolo absoluto de este blog: el inmenso (y sub-valorado) John K. Snyder!
Published on June 27, 2012 20:38
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