Andrés Accorsi's Blog, page 208

November 18, 2012

18/ 11: NORTHLANDERS Vol.6

Otra serie de Vertigo a la que ya extraño, aunque todavía me falta leer el último tomo. Es muy grosso que se hayan publicado 50 episodios de algo así, de una serie con una consigna tan poco convencional. Y sin embargo, uno putea, porque quería más.
Este tomo incluye una saguita de tres episodios y dos unitarios. La saga está ambientada en el catastrófico sitio a París, una bravuconada de los nórdicos que les salió bastante mal, allá por el año 885 de nuestra era. Lo mejor que tiene la historieta es cómo Brian Wood se esfuerza para convertir este hecho histórico no en una epopeya, no en la lucha definitiva entre el Bien y el Mal, sino en un drama humano, en el que ves, palpás, sentís y hasta olés lo que les pasa a los pobres tipos que estaban ahí, comiéndose el garrón de sus vidas. Wood se apoya mucho en un personaje protagónico, Mads, al que trabaja en profundidad, como si en torno suyo fueran a girar no 60 páginas, sino los 50 episodios de Northlanders. Enseguida logra su cometido: que los lectores nos identifiquemos con Mads y suframos con él los sinsabores de una guerra tan repleta de crueldades como de frustraciones.
En el primero de los dos unitarios, Wood recupera una fórmula que ya le vimos en otros episodios: explicar, desarrollar, describir alguna de las costumbres de los vikingos mediante una historia en la que el conflicto no es lo más importante. Esta vez nos metemos a full con la cacería de ciervos durante el gélido invierno en las planicies de Suecia. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar este cazador (que representa a muchos otros) para matar a su presa y llevarle comida a su familia? La respuesta es angustiante, tensa, y Wood la corona con una pincelada de maligna ironía en la anteúltima página. Por ahí no hacían falta 20 páginas para contarnos esto, pero sin dudas funciona.
Y el unitario que cierra el tomo (y a la vez le da título: “Thor´s Daughter”) es decididamente menor. En vez de tomar un conflicto chiquito y estirarlo para que se banque 20 páginas, Wood plantea un conflicto ambicioso, que daba para una saga de cuatro o cinco episodios, lo esboza bien, y cuando la cosa agarra un cierto rumbo, se termina. No, no es el prólogo a una saga que arranca en el próximo tomo. Es eso solo, esas 20 paginitas. Y así es como la historia no cierra, a pesar de que la situación que la dispara y el personaje central resultaban –a priori- muy atractivos.
Al abocarnos a la faz gráfica del tomo, nos encontramos con el Simposio Anual de Dibujantes Desconocidos. Se ve que Wood se había gastado todos los cartuchos en el tomo de DMZ que vimos el otro día, porque acá no engancha a un dibujante grosso ni por equivocación. De atrás para adelante, la dibujante de “Thor´s Daughter es Marian Churchland, a quien habíamos visto en el tomo final de Madame Xanadu. Y de nuevo, llama la atención su apego al estilo de Charles Vess, aunque clava lejos de los standards de calidad del maestro. Acá le sientan muy, muy bien los colores de Dave McCaig, que entiende para dónde quiere ir Churchland. De todos modos, le falta bastante.
El unitario de la cacería del ciervo lo dibuja Matthew Woodson, un Juan Carlos Flicker del montón, que busca (y no encuentra demasiado) por el lado de Francesco Francavilla. Y el dibujante ignoto más interesante es Simon Gane, el que dibuja la saga más extensa. Sin ser excelente ni mucho menos, Gane despliega un estilo muy original, con cositas de Hermann, de Hugo Pratt y hasta de Philip Bond y Jamie Hewlett. Es una mezcla rarísima, por momentos bastante efectiva, apoyada en una narrativa muy sólida. Dudo que alguna vez Gane sea elevado al status de genio, pero sin dudas se agradece la voluntad de escaparle al “más de lo mismo”.
Desde un período histórico y una geografía que nos quedan demasiado lejos, Brian Wood sigue pelando historias fuertes, atractivas, creíbles, llenas de data que uno no maneja y que fluye sin aburrir por las páginas de una serie siempre cambiante, siempre sorprendente. Si sos lector de larga data de la historieta argentina, seguro consumiste mucha aventura de vikingos en Skorpio y en las revistas de Columba. Olvidate: al lado de Northlanders, todo eso es un chiste (malo) de Olaf el Vikingo.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 18, 2012 14:39

November 17, 2012

17/ 11: EL PREVIEWS DE ENERO

Este es el Previews más mentiroso del universo. Mirás en Amazon las fechas posta en las que van a salir los libros y el 80% está programado para Febrero o Marzo. Pero bueno, es lo que hay. Aprovechemos estos últimos repasos por el Previews, que en 2013 no los vamos a tener más.
Marvel pica en punta con dos libros atractivos. Uno es el recopilatorio en un sólo tomo de todo Thor: The Mighty Avenger, la serie del genio neozelandés Roger Langridge y el cada vez más grosso Chris Samnee. Es un masacote de 216 páginas y me lo cobran u$ 24.99. No está mal.
El otro es un poquito más ladri: 160 páginas a u$ 19.99. Pero bueno, es la última saga de Deadpool MAX de los ídolos David Lapham y Kyle Baker, y a eso no se le puede decir que no.
Image recopila en un librazo de 288 páginas los dos últimos trabajos del fundamental Paul Pope, ambos serializados en la antología Dark Horse Comics Presents: One Trick Rip-Off y Deepcuts. Pero me las sacan en un hardcover de u$ 29.99 y yo lo quiero pagar más barato. Cuando salga el softco, me lo pido de una.
Dark Horse ofrece el primer TPB de The Massive, la nueva serie de Brian Wood y Kristian Donaldson, y yo entro como un caballo. Son 176 páginas y vale u$ 19.99.
BOOM! también tiene nuevo libro de Roger Langridge, el tercer tomo de Snarked. Todavía no leí el primero, pero igual pongo u$ 14.99 por otras 112 páginas de esta serie.
Fantagraphics edita en softcover un librazo: Messages in a Bottle, un recopilatorio de historietas del oscuro pero seminal Bernie Krigstein, uno de los autores clave de la década del ´50. El broli no es barato (u$ 35 de tapa, bastante menos en Amazon) y trae 272 páginas que necesito con urgencia. El problema es que lo edita Fantagraphics, a esta altura un egresado con excelentes notas de la Academia Deux de Incumplimiento de Fechas.
Y la Gran Fantagraphics este mes la hace NBM: salen con The Initiates, un gran trabajo de Etienne Davodeau (en España se publicó como “Los Ignorantes”), y por publicarlo en hardco me quieren cobrar u$ 29.99 por 272 páginas. No es un disparate, pero yo lo quiero más barato y en softcover.
Cierro con DC, que tiene un libro imprescindible, al que espero hace meses: el recopilatorio de la maxi-serie de The Shade a cargo de James Robinson y un montón de dibujantes grossos (Darwyn Cooke, Jill Thompson, Javier Pulido, Gene Ha y Frazer Irving, entre otros). Son 280 páginas por sólo u$ 19.99, así que ni se duda.
De Vertigo, mejor ni hablar. Es lastimoso lo que están haciendo con este sello. En el último Previews debe tener... cuatro revistas y dos libros.
En total quedó un pedido casi tranqui, que gracias a los generosos descuentos de Amazon, y al hecho de que los libros saldrán muy repartidos entre Enero, Febrero y Marzo, se podrá costear sin mayores sacrificios. Bien ahí.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 17, 2012 15:37

November 16, 2012

16/ 11: LA SAGA DE NUEVA YORK (parte 8)

Ante todo, debo decir que el departamento de Harlem era chico. Mis tres amigos uruguayos y yo entrábamos con lo justo, y cada día más con lo justo, porque entre las torres de TPBs que comprábamos Nacho y yo y el hardware que se compraban ellos tres, la cosa estaba casi al límite. Aún así, el mismo viernes me desayuno con la noticia de que, entre esa noche y la del domingo, íbamos a tener un nuevo inquilino.
-¿Dónde se va a meter? –Donde pueda.
Finalmente, cuando ya estábamos acostados (olvidate de salir de joda, estábamos muy cansados y en The Pyramid los viernes hay fiestas gays) llega el nuevo roommate. Se trataba de Gerónimo Oyenard, un muchacho uruguayo emigrado años atrás a EEUU, que vive en Virginia (creo) y toca el violín en una prestigiosa orquesta. Pero claro, también es comiquero, y no se quería perder la Convención. Bajo el nombre de Hank Scorpio, Gerónimo colabora también el blog Multiverseros, y así fue como Nacho Alcuri, la estrella de dicho blog, le dio nuestra dirección y le dijo “venite, que en algún lado te ubicamos”. Uruguayo, comiquero y violinista parece una paráfrasis de “uruguayo, verdulero y mentalista”, gran frase de un tema de Zambayonny. O un personaje de Gustavo Sala: “Una aventura de Gerónimo Oyenard, el violinista comiquero”. Lo cierto es que sin hacer kilombo, el quinto pasajero peló una bolsa de dormir, la ubicó cerquita de la heladera, dejó a un costadito los brolis y muñecos que se había comprado en la Convención (donde obviamente no lo habíamos visto) y se durmió. La bolsa de dormir era verde clarito, como las larvas de los insectos, así que rápidamente fue apodado “Caterpillar”. Su crónica de la NYCC puede leerse en este link: http://www.multiverseros.com/misc/:ny...
El sábado temprano, los cinco enfilamos rumbo al Javits Center, donde una vez más nos esperaban una multitud enardecida, los stands repletos de ofertas inverosímiles, los autores que dibujaban o boludeaban en el Artist Alley y una generosa programación de charlas. Ese día pasé a saludar por un panel de Marvel, estuve un rato en el panel de los 10 años de Fables (con el maestro Bill Willingham a la cabeza) y me quedé un rato largo en una charla de Garth Ennis. La cola para entrar a la charla de Stan Lee era más desalentadora que ser hincha de Unión y ver la tabla de los promedios. Y había mucho más, claro. Imposible ver todo.
Lo más notable del finde probablemente haya sido el alud de disfrazados. Uno, acostumbrado al cosplay berreta con personajes pedorros de animé y videojuegos que jamás consumí ni consumiré, se sorprendió gratamente al ver disfraces de excelente calidad y, sobre todo, muy variados: había zombies, jedis, trekkies, elfos, vampiros, personajes de manga y animé, mucho Dr. Who, mucho Adventure Time y –por supuesto—muchísimos superhéroes y supervillanos de toda índole. Nacho Alcuri armó una maravillosa galería de fotos que puede verse en http://www.multiverseros.com/misc/:ny...
La onda de los disfrazados era esa: invadir los pasillos, pasear y sacarse fotos con los fans que se copaban con sus disfraces. No iban a las charlas, no compraban una chota, no le pedían firmas a los autores. Ni siquiera sé si competían por algún premio. La hermosa Kitty Pryde que aparece en la foto conmigo (y Lockheed) se paseaba de la mano de un chongo disfrazado de Gambit, que con no muy buena cara aceptó la consigna de “correte, man, que la foto es con Kitty, no con vos”.
Y hablando de cosplay, un verdadero especialista en el tema, mi amigo Edu di Costa, estaba en la NYCC, sacando fotos y comprando boludeces. Como buen erudito en materia de Joda Nocturna, me habilitó la info de una fiesta comiquera que se hacía el sábado a la noche en un pub del centro. -¿Vamos? –Sí, pero bancame, que te lo cuento otro día.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 16, 2012 18:10

November 15, 2012

15/ 11: NIJIGAHARA HOLOGRAPH

Me lo debía a mí mismo. Allá por los albores del blog me enteré de que esta obra de 2006 tenía edición en castellano y finalmente hace unos meses la encontré a un precio razonable y la capturé. Es muy loco, porque estoy leyendo a Inio Asano de atrás para adelante. En 2009 leí Solanin, en 2010 la obra inmediatamente anterior (What a Wonderful Life, comentada por acá) y ahora Nijigahara Holograph, que es de 2006. Pero bueno, es lo que hay. Cuando vea una obra posterior a Solanin, obviamente me tiro de cabeza.
Nijigahara Holograph es un manga terrible, pensado para desafiar permanentemente al lector. En principio, porque hay que prestarle mucha más atención que al manga promedio. La acción transcurre en dos tiempos, con secuencias entrelazadas de modo magistral: algunas nos muestran a los protagonistas cuando tienen 11 años, otras cuando tienen 21. O sea que sí, estamos otra vez frente a una incursión de Asano por el sub-género de “Jóvenes a la Deriva”, en el que tanta chapa cosechó. Los personajes cambian bastante de una época a otra, pero uno los identifica sin mayor dificultad, porque el tono del relato, si bien es complejo, no es críptico. Y además Asano siempre se las ingenia para que los personajes se vean bien distintos los unos de los otros.
La trama es una acumulación de situaciones tremendas, un viaje hacia atrás, una incursión por los espinosos campos de la memoria, signada por dolores, angustias, traiciones y transgresiones. Entre lo que los personajes realmente viven y lo que alucinan en sus mentes, tenemos asesinatos, mutilaciones, violaciones, incesto, suicidios, secretos mal guardados, oportunidades desaprovechadas, amores no correspondidos... Todo esto repartido entre presente y pasado, e hilvanado por un leiv motif, la invasión de mariposas, que contrasta con su vuelo poético a un clima que de tan sórdido se hace agobiante.
Asano prueba de todo y todo le sale bien. Sus bloques de texto contribuyen al clima extraño, crepuscular, al límite entre realidad y sueño (o alucinación o pura y simple mentira). Pero tal vez el recurso que mejor emplea es el corte de cada secuencia. Estas terminan siempre en el momento justo, cuando ya no hace falta decir ni mostrar nada más, o cuando –a los efectos dramáticos del guión- conviene que el lector no acopie más datos acerca de lo que está pasando entre los personajes. El resultado es una obra jodida, por momentos perturbadora, en la que el autor nos va llevando como a boludos, como a nenes con los ojos vendados, por un oscuro laberinto de pasiones, secretos, misterios y sueños hechos mierda contra el pavimento.
En la faz gráfica, Asano está inspiradísimo. Ya trabajaba muy bien las tramas mecánicas y las referencias fotográficas, ya sorprendía en la elección de los planos, ya coqueteaba con sus hoy características viñetas horizontales (widescreen) en las que las manos y los pies de los personajes suelen ser los protagonistas, ya humillaba a sus colegas de mucha más trayectoria con su talento para darle expresiones creíbles y emotivas a los rostros. Esto no parece para nada una obra de un borrego de veintipocos, y sin embargo, lo es.
Nijigahara Holograph es realmente increíble, en muchos aspectos. No es para cualquiera, hay que bancarse que el autor te sumerja en una onda tortuosa, en conflictos muy heavies, y que te tire un mensaje de desazón, en el que no rescatás ni cinco centavos de esperanza. Olvidate del Asano que bajaba línea a favor de los sueños, de la libertad, de los ideales. Acá nos encontramos con un Asano que dibuja igual de bien que en sus otras obras, pero que hace flamear las banderas del bajón, del desconsuelo, de las heridas que no cicatrizan jamás. En este manga descubrimos que de las podredumbres más abyectas de los pibes, los jóvenes y la sociedad en la que viven, Asano también obtiene materia prima para crear historias maravillosas. Y eso es parte de lo que lo hace tan genial.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 15, 2012 15:42

November 14, 2012

14/ 11: DMZ Vol.10

Ufff! 40 días sin leer comics de Vertigo! Poco menos que una condena!
Este tomo engancha con la saga de Nueva York. De hecho, ahora que estoy más canchero con la geografía de la islita, me animo a leer DMZ como un comic protagonizado no por el nabo de Matty Roth, sino por la propia Manhattan. Y de pronto, cosas que antes no cerraban empiezan a cerrar. Esta serie es un canto de amor de Brian Wood a su ciudad y su gente. La guerra, los horrores, el dolor, las roscas políticas, son el condimento, o el engaña-pichanga, si querés. La gracia, la verdadera motivación del autor, me parece que pasa por el lado de homenajear, de ensalzar a Manhattan.
Por supuesto, eso se puede hacer bien o mal, y el guionista lo hace MUY bien, porque ese entramado que gira en torno a la nueva Guerra Civil que enfrenta a los yankis entre sí, está brillantemente aprovechado. Digo, además de ser un concepto sumamente original. En este tomo, Wood nos ofrece cinco historias unitarias que transcurren en un mismo día, el día en que el gobierno de los EEUU decide ponerle fin a la guerra con un mega-bombardeo que acabe de una vez y para siempre con todas las céulas armadas que resisten en la islita. Y con la gente que ande por ahí, total, son “daño colateral”, perfectamente aceptable para los garcas que le dan cero valor a la vida humana.
El primer episodio tiene a Zee en un rol secundario pero importante. Es una historia dura, heavy, de difícil digestión. El dibujo de Andrea Mutti no me convenció para nada. Hubiese preferido a un dibujante más expresivo, que laburara mejor los rasgos faciales, que son cruciales en esta historia de resistencia, solidaridad y huevos.
La segunda historia es un exquisito final para un personaje increíble como es el Señor Wilson, el capo de Chinatown. Acá también hay aguante y huevos a granel, pero también runfla, especulación y cálculo finito. El dibujo de Nathan Fox es excelente, como siempre con guiños a Paul Pope y gran simbiosis con los colores de Jeromy Cox.
La tercera es una obra maestra. La podés sacar del contexto de DMZ y publicarla en cualquier lado. Seguro va a cosechar ovaciones, sea donde sea. La protagonista es Amina, un personaje que llevaba varios tomos desenganchado de las tramas centrales. El dibujo de Cliff Chiang sintoniza perfecto con el dramatismo de un guión electrizante.
Para la cuarta historia, Wood retoma a uno de los personajes secundarios más queridos por la hinchada, Decade Later, el genio del graffiti. La cantidad de cosas tremendas que le pasan al dibujante en estas 22 páginas te conmueven aunque tengas un témpano en el corazón. Los dibujos del ídolo croata Danijel Zezelj elevan esta maravilla al rango de joya absoluta.
Y para el final, entra en escena el único dibujante al que me imagino dibujando DMZ de manera regular, al que yo pondría de titular el día que se vaya Riccardo Burchielli (ausente en este tomo, pero inmortal en el corazón de su pueblo): el maestro David Lapham se brinda entero y jerarquiza con su pincel la única historia en la que aparece Matty Roth. No tiene el recontra-guión, pero bueno, funciona correctamente como epílogo a todo lo grosso que sucedió en los espisodios anteriores. Y además está bien mostrar algo tan trascendental como “el bombardeo definitivo a Manhattan” desde la óptica del personaje central de la serie.
Una vez más, un tomo de DMZ termina en tragedia, en una estocada letal al alma de los lectores. Y una vez más, el final marca un cambio de rumbo, pone en evidencia que sólo se puede seguir por un camino nuevo, inexplorado y –sobre todo- impredecible. ¿Qué le depara el futuro a los sufridos sobrevivientes? Habrá que leer los dos tomos que faltan para enterarse. Ya los tengo ahí, pidiendo pista. La otra intriga es cuánto aguantaré para entrarles...
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 14, 2012 15:39

November 13, 2012

13/ 11: LA SAGA DE NUEVA YORK (parte 7)

Arranca el segundo día de la Con-
vención, el viernes 12 de Octubre, y después de habernos ido de juerga con Will Dennis, dormimos unas horas, nos levantamos, enfilamos para el centro y ¿a quién nos encontramos saliendo del mismo subte que nosotros? Al mismísimo Will Dennis! En una ciudad de millones de habitantes, justo nos cruzamos con quien el día anterior había sido nuestro anfitrión tanto en las oficinas de DC como en la joda nocturna. Increíble pero real.
Tras una escala en la que mis amigos uruguayos compraron más computadoras, cámaras fotográficas y demás tecno-chiches (ya tenían hardware como para equipar la Baticueva), nos mandamos al Javits Center, que nos recibió con una novedad respecto del jueves: la concurrencia de público se había multiplicado hasta el infinito y más allá. Olvidate de esos pabellones apenas poblados del día anterior. A partir del viernes y hasta el domingo inclusive, cada stand, cada pasillo, cada sala, cada espacio gastronómico y hasta los baños del centro de convenciones explotaban de gente. Todo era un gigantesco subte D a las seis de la tarde, pero con menos minitas, claro. Las colas para los autógrafos, para las charlas, para todo se hicieron infinitas cuando esta horda (integrada en buena medida por disfrazados) se apropió de la NYCC.
La programación mejoró ostensiblemente, así que estuvimos un rato en la charla de Grant Morrison (en una especie de mega-sala, llena hasta la chota) y casi sobre el cierre en la de Walt Simonson, que por suerte no estaba tan abarrotada. Pero hubo decenas de charlas por las que desfilaron muchísimos autores grossos.
La otra opción para estar un poquito menos apretujados fue el Artist Alley. Yo el jueves no lo encontré, pero el viernes (gracias a las instrucciones de mi amigos) logré llegar y descubrir un ámbito mucho más distendido, en el que los autores estaban más a gusto, más propensos a charlar un ratito. Ojo, también había colas importantes para acercarse a capos como Mike Mignola o George Pérez. Pero nada opacaba la grossitud de tener a tantos monstruos bajo un mismo techo. Ahí estaban (de a ratos) Simonson, Bill Sienkiewicz, José Luis García López, Chris Claremont, Mark Waid, Juanjo Guarnido, Dave Lloyd (inseparable de su botella de vino, tanto que su obra más famosa ahora es “V de Vinito”), Phil Jiménez, Ivan Reis, Rafael Albuquerque, Eddy Barrows, la tropa argenta integrada por Ariel Olivetti, Eduardo Risso, Leandro Fernández y Darío Brizuela, Ben Templesmith, David Mack, Joe Staton, Cliff Chiang, Coleen Doran, Erik Larsen, Giuseppe Camuncoli, Fiona Staples, Rick Remender, Steve McNiven, Riccardo Burchielli, Sean Murphy, Peter Kuper, alguien que reemplazaba a Tim Sale (que no pudo asistir), Amy Reeder Hadley, Mark Bagley, Olivier Coipel, Peter David y hasta la gloriosa viejita Ramona Fradon, con sus hermosos 86 años y el talento intacto.
Cada tanto bajaban a saludar a los amigos autores que no tenían mesa en el Alley, como Joe Kelly, Francis Manapul, Brian Wood, Teddy Kristiansen o Paul Levitz. O sea que ese espacio increíble (incluso por su horizontalidad, porque al lado de un dios como Sienkiewicz por ahí estaba sentado un verdulero irreivindicable) se convirtió en terreno fértil para el diálogo, los saludos y el “¿me hacés un dibujito?”. Ahí me enteré, por ejemplo, que Jonathan Hickman es hincha de River. O que el reverendo Dave Johnson se volvió de Rosario con unos 1000 dólares... en moneda argentina! Encima el salame no sabía que Risso iba a Nueva York y no pudo arreglar con él para que se los cambiara! En fin, si la Convención hubiese sido sólo el Artist Alley, también habría sido espectacular (aunque no me habría podido comprar los kilos y kilos de TPBs a u$ 5 que tan feliz me hicieron).
El viernes el Javits cerraba a las 7 de la tarde y esta vez sí, emprendimos el regreso a Harlem los cuatro juntos. En algún momento del viaje, uno de los uruguayos (creo que Nacho Alcuri) me dice “Che (o más probablemente, “bo”), te tenemos que decir algo importante”. -¿Qué pasó? –Nada, esta noche en el depto vamos a ser cinco... –Nah, me estás jodiendo... –No, en serio. Se sumó uno más hasta el domingo a la noche.
Imaginate mi cara y aguantame un par de días, que retomamos pronto.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 13, 2012 16:50

November 12, 2012

12/ 11: HELLBOY: THE STORM AND THE FURY

Hubo un leve cambio de planes: la mega-epopeya con la que Mike Mignola y Duncan Fegredo se propusieron revolucionara Hellboy allá por 2007, se pensó para cuatro tomos y finalmente fueron tres. Lo malo: menos páginas dibujadas por este Fegredo mignolizado e insuperable, que deja la vida en cada viñeta. Lo bueno: ya no hace falta seguir esperando para saber cómo termina esta saga absolutamente fundamental.
Los primeros tres episodios (de seis) se podrían haber contado tranquilamente en 30 páginas. Acá, Mignola aprovecha el espacio que le sobra para recapitular bastante de lo sucedido en los tomos anteriores, para avanzar lentamente algunos sub-plots, para desarrollar un poquito más a un personaje riquísimo (Alice) y –por supuesto- para meter a personajes y lectores en el clima que requiere esta saga. El clima es ese de “un mundo fascinante, de salvaje belleza e infinitas posibilidades, que está a punto de irse a la mierda, pero muy, muy mal”. Algo así como lo que sentís cuando estás en un boliche repleto de minas espectaculares y el DJ pone un tema de Ricky Martin o Chayanne. Efectivamente, se viene el apocalipsis.
Y la verdad es que desde que empezó Hellboy que las profecías del apocalipsis se vienen acumulando como las copas en las vitrinas del Barça. La diferencia es que, esta vez, es todo posta. La segunda mitad de The Storm and the Fury es el verdadero final, el combate definitivo contra… no te lo puedo decir, pero es muy grosso. El sitio elegido para la batalla final es Inglaterra, la machaca desafía todos los límites de la machaca y el resultado es… desolador. Si venís leyendo las noticias, o el Previews, sabés que la próxima saga de Hellboy es en el Infierno. Creeme, te va a gustar mucho saber cómo llega hasta ahí el querido Anung Un Rama. Vas a sufrir, no lo vas a poder creer, te vas a emocionar al ver cómo el bicho de la mano indestructible aguanta hasta el final, y el final, cruel y perverso como Rodríguez Larreta, te va a cerrar a full.
A esta altura, ya es bastante obvio que Mignola se convirtió en un excelente guionista: su plan a largo plazo, su desarrollo de los conflictos y los personajes, los diálogos, los bloques de texto y hasta las secuencias mudas nos hablan de un autor que aprendió a ponerle magia y poesía al festival de los monstruos que se cagan a trompadas. ¿Por qué no es más reconocido en este aspecto? Quizás porque eligió como compañeros de aventuras a unos dibujantes tan bestialmente grossos que logran eclipsarlo. Con Fegredo pasa eso. El dibujo es tan, pero tan bueno, que los bloques de texto parecen molestar, ocupar centímetros en los que uno quiere ver más dibujitos de Fegredo. Los logros del dibujante inglés son demasiados, aunque tal vez el más notable sea cómo logró ensamblar su estilo con el del creador de la serie. Incluso la puesta en página, los enfoques, la composición de las viñetas nos recuerda en el acto a las de Mignola. Y cuando ves las páginas de cerca, aparece Fegredo, con sus detallitos sutiles, con la expresividad de los rostros (sobre todo femeninos) que Mignola no podría lograr. El combo , ese estilo en el que se mezclan los dos maestros, y al que tan bien entiende, complementa y realza el glorioso Dave Stewart con su paleta, se termina al final de este libro pero se queda a vivir para siempre en mis retinas y -me parece- en el corazón de todos los que amamos a Hellboy.
Se termina una saga que amenazaba con cambiar a Hellboy para siempre y cumplió con creces. Ahora se vienen los festejos de los 20 años del personaje y una nueva dirección, bajo las manos de un Mignola que se reconcilió con el tablero de dibujo. Gloria eterna a esta serie, un ejemplo de coherencia, creatividad y huevos para bancar un proyecto personal que al principio podía parecer medio ladri y hoy es un emblema del comic norteamericano actual.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 12, 2012 07:39

November 11, 2012

11/ 11: ELMER

Hoy nos vamos a Filipinas, un país donde, desde hace más de 40 años “la fácil” para los autores resulta ser insertarse en el mercado de EEUU a dibujar o a entintar, y resignarse a no crear ideas ni conceptos propios. De hecho, el autor de esta novela gráfica, Gerardo “Gerry” Alanguilan, ya era bastante famoso por sus trabajos como entintador en infinitos comics (casi todos bastante chotos) de Top Cow, Marvel y DC. Pero cada tanto, a Alanguilan le picaba el bichito de la dignidad, de la creatividad, de querer generar, además de un billete, algo así como una obra propia. El entintador convertido en autor batalló contra viento y marea y finalmente vio la luz este proyecto, que no tiene nada que ver con nada.
En un punto, Elmer se parece a Maus: el hijo de un tipo que las pasó muy heavies por culpa de la discriminación y la intolerancia revive la vida de su padre y la convierte en una exitosa obra de ficción. Y no es “un tipo”, es un animal con raciocinio. La diferencia grossa está en que en Maus los ratones ocupan el rol de los judíos víctimas del nazismo, mientras que en Elmer los gallos y gallinas se imponen como una nueva especie con conciencia y facultades mentales que –a partir de bizarros acontecimientos- compartirán el mundo con los humanos. La consigna –no hay que ser un genio para darse cuenta- va muy para el lado de la joda. Imaginate un what if… en el que un día se descubre que los pollos piensan y sienten como los humanos, tienen las mismas capacidades de aprendizaje y demás, y se los termina por incluir como una raza más de la especie humana. No más parripollos, no más riñas de gallos, no más chistes de gallinas (le estamos buscando nuevo apodo a River). Pero Alanguilan se propone convertir esta premisa en el sustento de una novela gráfica que, por su extensión y su ambición, necesita sí o sí tomarse en serio este cambio brutal del status quo.
Así, lo que a priori parecía un chiste, cobra la forma de una trama espesa, muy brava, con momentos de gran dramatismo y gran tensión, escenas tremendamente bajoneras y desoladoras y algunas de esas que permiten que –de a ratitos- renazca la esperanza. Alanguilan logra esa proeza ciclópea a fuerza de dos elementos fundamentales: por un lado, el realismo, el análisis a fondo y sin concesiones de las lógicas consecuencias del suceso que detona la trama. Y por el otro lado, la excelente construcción de los personajes, principalmente Jake y su padre Elmer. No quiero contar mucho de la trama para no spoilear, pero la posta es esta: si lográs ver más allá del detalle pintoresco de que la nueva raza son pollos, acá hay un mensaje muy potente, muy contundente, acerca de la tolerancia, de la reacción al cambio, de la capacidad del ser humano de aceptar al diferente. No es un mensaje idílico ni muy alentador, porque Alanguilan no edulcora para nada la mierda que aflora en la sociedad cuando se enfrenta con lo distinto, con lo imprevisto, y de ahí se nutre para hacer sufrir tanto a sus personajes como al lector. Pero gana el talento del filipino por meternos en la historia, hacernos sentir que es posible y dejarnos pensando en estos temas tan delicados.
En materia de dibujo, Alanguilan derrapa un poquito a la hora de dibujar los primeros planos de los personajes humanos. En todo lo demás, es una gratísima sorpresa. Sus plumíferos son sumamente realistas, están llenos de detalles y además de expresividad. Los fondos están laburadísimos, los crosshatchings y las texturas te hielan la sangre, la narrativa está impecable y todo funciona para que la historia llegue a buen puerto. De la nada, un entintador de esos que llenan las viñetas de rayitas innecesarias, emerge con un artista interesantísimo, generoso a la hora de contar con su dibujo una historia de enorme impacto emocional. Y eso sin dudas está buenísimo.
Elmer es una historieta con mucha alma, mucho huevo (aunque nunca sabremos si vino antes que la gallina) y la sana intención de contar algo distinto. Ojalá más autores filipinos se animen a emprender el camino que acá marca Gerry Alanguilan.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 11, 2012 08:16

November 10, 2012

10/ 11: LA SAGA DE NUEVA YORK (parte 6)

Seguimos en aquel jueves 11 de Octubre que se niega a terminar. Son las diez de la noche, Nico Peruzzo y Nacho Alcuri están volviendo desde el Bronx hacia Manhattan, mientras Matías Bergara y yo pasamos por nuestro depto a dejar el material que nos compramos en la Convención y a cambiarnos la ropa, porque ahora la cita es en el pub Fat Buddha, donde los amigos de Vertigo festejan la aparición del último número de Scalped con una fiesta en la que paga todo DC.
Nacho y Nico llegaron sin problemas (Nacho todavía cargando los pilones de TPBs capturados en la Con) y Matías y yo llegamos bastante tarde, porque nos equivocamos y agarramos el subte para el lado contrario. A nuestro favor, debo decir que teníamos mal anotada la dirección del pub. Una vez ahí, nos encontramos con un Fat Buddha repleto (como en esta foto que encontré en la web), comida ya muy escasa y una torta con el logo de Scalped, cuyas últimas porciones sobrevivían con lo justo. Entre una multitud de gente que escabiaba como cosacos al ritmo de un DJ que pasaba un hip-hop poco atractivo, nos encontramos con Will Dennis (coordinador de Scalped y quien nos invitara a la fiesta), rodeado de su esposa y un par de sus asistentes, y por supuesto los agasajados, Jason Aaron y R.M. Guéra, autores de la magnífica serie. También estaban los maestros argentinos Eduardo Risso y Leandro Fernández y una horda de guionistas vertiguescos, entre ellos Brian Azzarello, Scott Snyder, Andy Diggle y Garth Ennis. Como el lugar estaba MUY lleno de gente (y después de un día de laburo en la Con mucha olía bastante mal), la onda era copar la vereda, donde los fumadores podían fumar y donde no se oía el cada vez peor hip-hop del DJ, lo cual facilitaba mucho el diálogo distendido con los grossos invitados. Seguro había más autores a los que no conocía y nadie me presentó, pero bueno, así pasaron un par de horas de jolgorio y canilla libre pagada por la editorial de Batman y Superman.
Hasta que en un momento, pasadita la una de la matina, Will Dennis dice “Bueno, vamos a bailar. Acá cerca hay un boliche copado que pasa música de los ´80. ¿Quién se prende?”. No había terminado de decir la palabra “eighties” y yo ya estaba en la puerta, viendo para dónde arrancar. Por supuesto se sumaron la esposa de Will y mis amigos uruguayos y rápidamente enfilamos hacia la disco. Cuando Dennis notó que los guionistas no lo seguían, mandó a uno de sus asistentes a decirles sutilmente que se pusieran las pilas. Minutos más tarde y a paso cansino, los autores arrancaron también hacia The Pyramid, el boliche elegido por el coordinador.
Imaginate mi sorpresa cuando entramos: The Pyramid era el perfecto antro darkie-ochentoso, con dos pistas, una barra y cuadros de Depeche Mode, New Order y demás bandas clásicas de los ´80. La pista del subsuelo era gótico-industrial, con una onda muy de reviente, poblada por flacos producidos onda Marilyn Manson y minas con más drogas que vestimenta, en un clima entre sórdido y estridente. Arriba, en cambio, el clima era el de los mejores viernes de Requiem, aunque con poca gente, porque era jueves. El DJ era un grosso, que elegía bien los temas y los bancaba hasta el final. Dennis lideró el baile y estalló cada vez que en los parlantes sonaba New Order, su banda favorita, de la que –igual que yo- se sabía todas las canciones. Su esposa y sus esbirros trataban de seguirle el ritmo, mientras los guionistas, amargos como la hinchada de Independiente, se pedían tragos en la barra y charlaban entre ellos sin siquiera mirar a una mina semi en bolas que bailaba por ahí. De mis amigos uruguayos, el único vencido por el cansancio era Nacho Alcuri, que además llegó a The Pyramid con las bolsas que explotaban de TPBs y que lo acompañaban desde que salió de la Convención, algo que ya percibíamos como si hubiera sucedido un par de días atrás.
Cuando Will Dennis se fue a dormir (con una sonrisa que no le entraba en su tintinesco rostro), sus asistentes aguantaron… tres minutos más y al toque se dieron a la fuga. Mis amigos y yo bancamos 15 ó 20 minutos más y pensando que al día siguiente nos teníamos que levantar temprano (y en todo lo que habíamos hecho ese día) también emprendimos la retirada. De ahí también me fui cantando “volveremos, volveremos…”. Muy resignados a tomarnos un taxi (que del East Village a Harlem capaz que salía un huevo), descubrimos con alegría que el subte de New York pasa las 24 horas. Ídolo absoluto. Hubo que esperarlo un ratito, pero antes de las cuatro de la matina estábamos de vuelta en el depto, con los pies devastados de caminar y bailar durante las 20 horas previas y con la sensación de haber vivido una semana, no un día. Al día siguiente nos esperaba otra jornada en la Comic Con y, por supuesto, más sorpresas. Retomamos pronto!
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 10, 2012 09:10

November 9, 2012

09/ 11: LA OREJA ROTA

La última vez que me quise hacer el ecléctico entrándole a un comic anterior a 1960 me fue bastante mal: fue con el Tarzan de Hogarth, que recién ahora, cuando me llevo fumados como ocho tomos, me empieza a resultar tolerable. Esta vez repetí el experimento con un álbum de Tintín originalmente escrito y dibujado por Hergé en 1937. La verdad, no me fue mucho mejor.
La Oreja Rota es el sexto álbum de las aventuras del joven Tintín. No está el Capitán Haddock, no está el Profesor Tornasol y apenas hay una brevísima secuencia con Hernández y Fernández. El resto gira todo en torno al aventurero del jopito, personaje de escasa onda si los hay. No sé si eso es lo peor que tiene este álbum, porque hay varias cosas imperdonables. La primera (la segunda, en realidad) es que Hergé pone en marcha una trama, la desarrolla con bastante buen ritmo a lo largo de 16 páginas y la desactiva casi por completo entre las páginas 17 y 48. Todo lo importante, lo que resuelve el núcleo argumental con el que arranca La Oreja Rota, sucede cuando el belga se digna a retomar la trama desactivada, en las páginas 48 a 62. Eso me permite inferir, entre otras cosas, que el argumento de “alguien se afanó un antiguo fetiche de la tribu de los Arumbaya y urge recuperarlo” no se bancaba 62 páginas de desarrollo. El propio Hergé lo demuestra al resolverlo en 32.
¿Y en las 30 páginas restantes, qué carajo pasa? Tintín viaja a un país de Sudamérica en busca del fetiche robado y se encuentra con una caricatura bastante grosera de la típica republiqueta: hombres vagos y desaliñados que escabian a toda hora, milicos corruptos que se derrocan los unos a los otros en una incansable sucesión de tiranos y un clima de inestabilidad política que hace que Tintín, un pendejo que no tiene idea de nada, ni siquiera tiene 18 años y –aún más heavy- ni siquiera tiene apellido, llegue a ocupar el cargo de Coronel y mano derecha de uno de los milicos que se alza con el gobierno de San Teodoro. Hergé claramente se pasa de listo en su caricatura y se nota todo el tiempo que las atrocidades que narra le causan más gracia que escozor. Dentro de ese clima mucho más festivo que trágico, tira una grossa: se viene una guerra entre San Teodoro y el país vecino, instigada por los yankis, que se quieren quedar con el petróleo de ambas naciones. Impresionante. Uno juraría que Hergé leía los diarios del 2012, pero no, leía los de 1937. Ahí ya estaba presente el negocio de agitar a los milicos para que declararan guerras absurdas y gastaran fortunas en armas, para después rosquear con la multinacional de turno que se quedaba –por chaucha y palito- con los recursos naturales del sufrido país tercermundista. Había que saber verlo, nomás, y Hergé lo vio con toda claridad.
En todo el álbum, pero en especial en estas 30 páginas en las que Tintín queda varado en San Teodoro, Hergé mecha una buena cantidad de gags bastante graciosos, que son los que lo salvan del embole definitivo. La aventura en sí no está para nada bien llevada, porque se basa en una acumulación ridícula de casualidades. Tintín zafa tantas veces de tantos peligros tan extremos, y encima con excusas tan chotas, que el verosímil se erosiona hasta desaparecer. Si te hace un poquito de ruido ver a un adolescente portar armas de fuego, manejar autos y disponer de la guita que hace falta para viajar de un continente a otro, el ruido que te hacen las peripecias de Tintín en San Teodoro es atronador. Es casi una carcajada burlona que se te ríe en la cara por haber perdido tu tiempo leyendo semejante sarta de pelotudeces. Tal vez eso sea lo peor de La Oreja Rota.
El dibujo es de 1937, o sea, todavía falta para que Hergé entregue sus mejores páginas. Acá el estilo del maestro todavía está un poquito crudo, aunque ya se le nota su principal virtud: resolver todo con un trazo simplísimo. Sin sombras, reservando el realismo sólo para fondos y vehículos, Hergé se las ingeniaba para plasmar en sus páginas absolutamente todo lo que hacía falta para narrar estas aventuras con toques de comedia de un modo sólido y eficaz. No sé si la grilla de cuatro tiras por página (algunas de las tiras llegan a incluir cinco viñetitas) lo ayuda o le juega en contra. Me cuesta imaginarme las aventuras de Tintín con una puesta en página distinta, más moderna, menos tributaria de las tiras de prensa clásicas. Así, en ese mosaico de cuadritos mínimos, formas muy definidas y colores planos, la historia parece funcionar. Con todas las limitaciones propias de guiones escritos para chicos hace 75 años, obviamente; pero en ese aspecto, el de la narrativa, me parece que es donde Hergé menos atrasa.
Tengo más álbumes de Tintín sin leer, así que volveremos a visitarlo a la brevedad.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 09, 2012 10:39

Andrés Accorsi's Blog

Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Andrés Accorsi's blog with rss.