Andrés Accorsi's Blog, page 181

August 23, 2013

23/ 08: ALICIA EN EL PAIS DE LOS MONOS

¿Kerías más Keramidas? Acá está. Y con una obra de 2012, fresquita, editada en España casi sin delay por los amigos de EDT. Alicia en el País de los Monos nos invita a descubrir a un Nicolás Keramidas mucho más original y zarpado que el que se consagró con Luuna. Así como en esa serie se le notaba al dibujante su pasado como animador en Disney y Luuna nos recordaba bastante a Pocahontas, acá Keramidas lima para el otro lado, para el del dibujo cercano a la animación, pero mucho más funny, más descontrolado, más expresivo... más Looney Tunes, si se quiere. En los fondos, se va al carajo como se iba Carlos Meglia en Cañarí, en las caras y los cuerpos por momentos parece Roger Langridge y en la narrativa, se da el lujo de romper varias veces la puesta en página tradicional, para llevarnos por verdaderos laberintos de viñetas, pero sin que nos perdamos nunca.
Porque ...el País de los Monos es, ante todo, una historieta para chicos. Pensada para que la disfrutemos también los grandes, claro, pero concebida básicamente como una aventura trepidante, delirante y apenitas zarpada, para chicos de 8 a 11 años, más o menos. Algo parecido a lo que sucedía con la otra creación del guionista Tebo que se publicó en castellano: la ácida y satírica Capitán Bíceps, con los gloriosos dibujos de Zep.
Está claro que a Tebo le gusta jugar en el límite entre la historieta para todo público y la historieta un poquito más jugada. Acá, sobre esa línea, hace magia, como hacía el Pájaro Caniggia sobre la línea de cal. Los personajes son impredecibles, carismáticos y –en algunos casos- bastante groseros. La epopeya avanza de modo lineal, con margen para colgarse a contemplar este mundo alucinante y hasta para que los personajes canten y bailen. Los diálogos están afiladísimos y en ellos reside buena parte del atractivo de los personajes, especialmente de Eddy, el mandril barriobajero que hace gala del siempre gracioso lunfardo español. Los traductores Pedro Riera y Aliénor Benoist hicieron lo que todo traductor debe hacer: respetar al autor y cagarse en el público minoritario. ¿Estamos traduciendo para España? Perfecto, tío: cambiamos todo el lunfardo francés que puso Tebo por lunfardo español y si no lo entienden en Latinoamérica, a tomar por culo, coño.
Lo mejor del libro (que está repleto de hallazgos por donde se lo mire) es sin dudas la conjunción entre guión y dibujo, la forma en que Tebo y Keramidas se apoyan uno en el otro para potenciarse mutuamente. Este guión, con un dibujante del montón, también habría levantado unas cuantas ovaciones. Keramidas, puesto a dibujar un guión con mucha menos onda, seguramente también la habría descosido. Ahora, lo que sale de la unión, de la fusión entre estas dos bestias es un comic brillante, cautivante de principio a fin, que no querés que se termine nunca.
Alicia en el País de los Monos te propone 50 páginas de diversión en estado puro, con humor, acción, delirio, riesgos muy bien asumidos en la narrativa, un colorista (Nob) que se complementa a la perfección con el dibujante y –lo más atractivo- un mundo nuevo para explorar, que se nutre en parte de la mitología de Tarzán y en parte de las aventuras de Alicia de Lewis Carroll, pero que rápidamente cobra su propia identidad y brilla (como suele decirse) con luz propia. Tebo y Keramidas dejaron el alma en cada viñeta de este álbum (que ojalá tenga infinitas secuelas) y eso se nota y se agradece. Ahora que está medio de moda la historieta para chicos, de acá se puede aprender un montón.
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Published on August 23, 2013 12:11

August 22, 2013

22/ 08: DAYBREAK

Pará: ¿Yo no había reseñado ya Daybreak, de Brian Ralph? Sí, fue en un ya lejanísimo 27/05/10. Pero esa vez reseñé sólo el Vol.1, porque me compré aquel tomito sin darme cuenta de que era sólo el primer tercio de una historia. Nunca conseguí los Vol.2 y 3, no me compré el recopilatorio cuando salió en tapa dura y cuando salió en softcover sí, me tiré de cabeza y me deshice del Vol.1, que me quedó repetido. O sea que antes de seguir, recomiendo leer (o releer) aquella ancestral reseña del Vol.1 ¿Ya está? Bien.
¿Viste que yo especulaba con que, en una de esas, Ralph nos contaba un poco más sobre este mundo devastado en el que transcurre la historia? Bueno, un acto de ingenuidad de mi parte. Tal como sucedió en las primeras 50 páginas, las 100 restantes no nos revelan absolutamente nada del holocausto que llevó a estos personajes a vivir en este entorno hostil, más peligroso que Edgardo Alfano y Morales Solá. Brian Ralph sostiene hasta el final sus tres recursos más interesantes, a saber:
1.No mostrar demasiado a los zombies, no hacer tanto hincapié en la masacre, sino más bien en la amenaza que representan para los protagonistas.
2.Hacer que un personaje sea invisible y no hable. Es ese personaje al que los otros le hablan todo el tiempo en segunda persona, pero que jamás responde, y desde cuya óptica está mostrado todo lo que sucede en la novela. Ese vacío, sin duda, lo ocupa el lector, que rápidamente se siente incluído, involucrado en una historia fuerte y atrapante incluso para mí, que no me copo ni por casualidad con las historias de zombies.
3.Bancar a toda costa la grilla inamovible de seis cuadros, pase lo que pase. Eso que en El Caballero Negro resultaba extraño, ríspido, deficitario, en Daybreak es un hallazgo. Ralph emprende una cruzada dificilísima: contar una historia tremenda, a todo o nada, de altísimo impacto, pero sin enfantizar la machaca, sin entregarse nunca a la estridencia, sin pochoclear ni dos viñetas. Y para eso, la grilla inmutable de seis cuadros es una aliada de un valor incalculable. Para eso y para tener bien controlado el ritmo narrativo, plagado de silencios que generan una tensión increíble en el lector.
El final es excelente, pero no te lo voy a contar. Y del dibujo de Ralph ya hablé un montón en la reseña del Vol.1. Así que no me queda más que recomendar enfáticamente Daybreak a cualquiera que busque una historia de zombies 100% atípica, narrada como los dioses, con un guión minimalista y que a la vez funciona como un mecanismo de relojería, con excelentes diálogos, un personaje muy bien trabajado, muchas secuencias espectaculares y un dibujo muy original y muy hermoso. Por supuesto se lo recomiendo también a los que todavía no hayan descubierto a Brian Ralph, uno de los narradores más completos e interesantes que tiene hoy el comic yanki. En medio de una voraz zombiexploitation (perdón por el horrendo neologismo), tan hueca como insostenible, Daybreak se destaca como una papita finísima, un comic de zombies para paladares sofisticados, una islita de caviar en el océano de polenta. A comerla!
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Published on August 22, 2013 18:43

August 21, 2013

21/ 08: EL CABALLERO NEGRO

En realidad el libro debería llamarse “LA Caballero Negro”, porque está protagonizado por una brigada de tanques, no por un tipo. Recién sobre el final, alguien apoda a Ernst Von Bauer “Caballero Negro”. Mientras tanto, es simplemente el heroico líder de un equipo, en el que el protagonismo es más grupal que individual.
Lo que hace interesante a esta serie ochentosa de Motofumi Kobayashi es que es el Haunted Tank o el Sgt. Rock, al revés. Acá los buenos son los nazis! Kobayashi nunca los llama “nazis” y la única vez que viene un salame a hacerse el poronga en nombre de “el partido”, se come una ñapi. Para nosotros, los valientes muchachos de la Caballero Negro son patriotas que defienden no defienden a un imperio, ni a un genocida pasado de rosca, sino a la gloria de su Alemania querida frente a las huestes bárbaras de los soviéticos. Como cuando los yankis van a Vietnam a pelear por la democracia y la libertad, muerto más, bomba menos...
Las historias son MUY parecidas a las que creaba Robert Kanigher para los comics bélicos de DC: argumentos sencillos, cero indagación en la motivación de los soldados, poco desarrollo de personajes, un enemigo casi etéreo, que está, pero al que casi nunca le vemos la cara ni le escuchamos la voz (ni nos enteramos por qué carajo está ahí, peleando contra nuestros héroes), y por supuesto, una increíble cantidad de coincidencias que le permiten a “los buenos” salir ilesos de ordalías desmesuradas. La única vez que Kobayashi amaga con pegarle un volantazo a la serie, a las 10 páginas ya volvió al status quo inicial. Recién al final, se juega a terminarla allá arriba, con un último episodio muy grosso, muy emotivo, donde no le queda más remedio que hacerse cargo de que los alemanes terminan por perder la guerra.
¿Están buenas las historias? Más o menos. Muchas se parecen demasiado entre sí y pocas son trascendentales. ¿Los diálogos? Sí, de una. En ese rubro, Kobayashi le pasa el trapo a Kanigher, mal. ¿El dibujo? El dibujo es EXCELENTE. La pluma de Kobayashi estalla en un festival mágico de detallitos microscópicos, casi imposibles de lograr. Mete unas aguadas alucinantes, se rompe el culo con el realismo en los tanques, armas y uniformes de los distintos bandos, pela a full en las expresiones faciales, deja a vida en las escenas multitudinarias, en las que dibuja a miles de soldaditos diminutos, hasta el más mínimo detalle... la verdad que visualmente esto es impresionante, al nivel de las mejores historietas bélicas de Juan Giménez o Solano López.
Lo que es MUY raro es la narrativa. Kobayashi arma todas las páginas en cuatro o cinco tiras de viñetas muy finitas, alargadas y achatadas. Como ya dije, es asombrosa la cantidad de detalles que logra meter en cada una. El problema es que, al no modificar casi nunca esa grilla tan claustrofóbica, no tiene con qué acentuar los momentos más impactantes. O sea, el cuadrito en el que una manito abre la escotilla del tanque ocupa el mismo espacio que el cuadrito en el que vuela a la mierda el tanque más grosso de los rusos. No hay énfasis, no hay jerarquía. Es como leer un cuento sin signos de puntuación: si le prestás atención, lo vas a entender y quizás incluso lo disfrutes. Pero todo el tiempo se hace obvio que falta algo. Las pocas veces que Kobayashi se juega a meter viñetas más grandes, la rompe. Son imágenes zarpadas, que te detonan las retinas. La cagada es que son muy poquitas, hacían falta muchas más.
Si te copa la historieta bélica, ya sabés que Motofumi Kobayashi es un referente fundamental, que siempre se luce cuando hay armas, tanques y soldados de por medio, en la guerra que sea y sea cual sea el bando elegido para interpretar el rol de “los buenos”. En ese sentido, El Caballero Negro (Kurokishi Monogatari, en japonés) no defrauda ni a palos. Ahora si lo que buscás son historias más complejas, con personajes más elaborados y más giros argumentales sorprendentes, se me ocurren mil cosas para recomendarte que te van a cebar más que este manga. Yo, que estoy on fire con los dibujos del sensei, prometo volver a visitarlo antes de fin de año.
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Published on August 21, 2013 12:55

August 20, 2013

20/ 08: SCALPED Vol.9

En el tomo anterior, Scalped estaba por explotar y en este explotó. La reseña podría limitarse a esa frase y estaría perfecto. Si leíste alguna vez Scalped, seguro sentiste esa sensación de “el día que esto explote vamos a presenciar una hecatombe como pocas veces se vio en una historieta”. Eso que vos presentiste, y sobre todo temiste, se desencadena acá, en un tomo que no da respiro.
Sobra el primer episodio en el que, para festejar los 50 números del comic-book, Jason Aaron cuenta una historia ambientada 135 años en el pasado y que casi no tiene relación con la saga central. Es una historia cortita, complementada con pin-ups de grandes dibujantes invitados (están Brendan McCarthy y Jordi Bernet, dos ídolos indiscutidos de este blog), en la que lo más lindo es el dibujo de R.M. Guéra, que además rotula él mismo los diálogos con una tipografía manual alucinante, muy parecida a la del maestro Jean Giraud.
Y después sí, arranca Knuckle Up, el arco que da título al libro, y se va todo a la mierda y más allá. No aparecen Hassel ni Carol, pero todos los demás personajes protagonizan las escenas más shockeantes que se te puedan ocurrir, en una guerra descontrolada, de todos contra todos, por supuesto enchastrada con las más abyectas traiciones. Ni siquiera ahora, que estamos a milímetros del final, Aaron se tira a simplificar la historia, a eliminar tramas y personajes secundarios para concentarse en los protagonistas, que vendrían a ser Dashiell Bad Horse y Lincoln Red Crow. Por el contrario, el sheriff Karnow, que debutó en el tomo anterior, tiene muchísimo peso en este. E incluso por primera vez Aaron le da bola y desarrollo a Rath, uno de los capos del narcotráfico entongados con Red Crow.
O sea que estamos ante unas 120 páginas de tremenda complejidad, absolutamente inaccesibles para el que no leyó todo lo anterior. Acá ya no se recapitula nada, no se menciona en los diálogos lo que pasó algunos episodios atrás, acá ya no hay “tu tía”. La sangre empieza a correr en la primera página y sigue corriendo en la última. Prairie Rose está envuelta en el bolonki más heavy de su historia y ya no hay códigos, no hay alianzas, no hay runflas, no hay nada que pueda asemejarse a algún tipo de lazo de solidaridad entre los personajes. Para varios de ellos, tampoco habrá Vol.10, porque no llegarán vivos.
Si algún día te preguntaste hasta dónde iba a llegar el grim´n gritty, cuál era el límite de la violencia, la depravación y la crueldad, Aaron y Guéra (que en este tomo se despacha con algunos de los mejores dibujos de la serie) te ofrecen la respuesta. Es una respuesta jodida, perturbadora, en un punto dañina. Y a la vez magistral, definitiva.
Por favor, entre tantos hijos de puta que se traicionan unos a otros, que el Vol.10 no traicione las altísimas expectativas que me generaron este tomo y el anterior. ¿Dije que terminaba Scalped antes de fin de mes? Con suerte aguanto hasta el lunes, y eso porque sábado y domingo no vamos a tener reseñas...
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Published on August 20, 2013 18:54

August 19, 2013

19/ 08: SÚPER PUTA

Manel Fontdevila (no me canso de repetirlo) es uno de los mejores autores que dio la historieta española, en toda su historia y en todos los estilos. Habitualmente asociado al humor costumbrista o la sátira de géneros con tintes bizarros, a mediados de la década pasada Fontdevila invirtió todos los ratos libres de casi dos años de su vida para trabajar en una historieta extraña, absolutamente experimental, cuya gracia se limita al título. Súper Puta (2007) no se parece en nada a lo que te imaginás. No es la versión española de The Pro (aquella joyita de Garth Ennis y Amanda Conner), ni nada por el estilo. Se llama así porque el autor quería un nombre potente, directo, que fuera al choque. Pero podría llamarse tranquilamente “Pantera”, “El Hada Amarilla” o “Sombreros Mexicanos”.
Súper Puta tampoco se parece en nada a los otros comics del inmenso Manel. Aquí el autor suelta el lápiz y la rotring y se lanza a dibujar más de 100 páginas directo con pincel, sin boceto previo y además... sin guión! Fontdevila adopta el estilo de los surrealistas, la escritura automática (o psicografía) que utilizaba André Breton, y se lanza a contar una historia extensa y compleja... sin tener la menor idea de qué iba a suceder en la página siguiente. Cada vez que se le ocurría una idea de cómo continuar la historia, la anotaba... para NO usarla! Por supuesto hubo un filtro, y terminó por rehacer o tirar a la mierda entre 20 y 30 páginas que no lo conformaban. Pero la historia se armó a base de improvisar todo, de dejar fluir dibujos y textos hacia donde soplara el viento del subconciente del autor.
Como te imaginarás, el resultado se pasa de críptico. Algunas escenas se extienden demasiado, otras directamente no se entienden y hay puntos importantes de la trama que casi no tienen explicación. Aún así, y aunque parezca mentira, la historia llega a una especie de desenlace bastante coherente y los personajes son consistentes con sus roles, no hacen una cosa y después todo lo contrario. De todos modos, Súper Puta entra en la categoría de “delirios de un autor al que le chupa un huevo laburar de espaldas al público” y sólo por eso, no se lo puede recomendar a los que no somos fans a muerte de Fontdevila.
Lo más raro que tiene esta novela es la forma en la que están integrados el dibujo y los textos. Estos últimos aparecen manuscritos por Fontdevila y además ocupan un porcentaje muy alto del espacio en la página. Hay poquísimas viñetas sin texto y muchísimas que sólo tienen texto. O sea, hay muchísimo para leer. Buena parte de lo que escribe Manel no va a ningún lado, son juegos retorcidos con el idioma, que le sirven a su vez para jugar con las tipografías que –repito- crea él mismo con su puño y letra. Dentro de ese caos, hay textos de gran nivel literario, profundos, elevados, muy interesantes, más allá de su ínfimo aporte a la trama.
Y el dibujo es -como siempre- sublime. Incluso sin boceto, incluso resistiendo en las márgenes de páginas invadidas por ingentes cantidades de texto, el dibujo de Fontdevila es excelente, de punta a punta. Cerca del final hay una secuencia (rarísima) en la que abandona su estética habitual, limpita, ideal para la comedia, y pela unas imágenes oscuras, ominosas, en las que reverberan Igort y José Muñoz. Es uno de los momentos visualmente más logrados dentro de esta extraña exploración por la mente del maestro catalán.
Con Súper Puta, Manel Fontdevila se dio el gusto de escribir y dibujar una historieta no pensada para agradar a las masas que lo siguen semana a semana en El Jueves, sino creada para joder, para probar cosas nuevas y muy limadas. El gesto es, sin dudas, loable. El comic en sí, sin ser un desastre, necesitaba un andamiaje más sólido a nivel guión para sostenerse todas esas páginas. Como esperé a verlo en oferta para comprarlo, no me quejo ni ahí. Sólo con los alucinantes dibujos de Fontdevila, se recontra-justificó la guita que gasté.
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Published on August 19, 2013 16:15

August 18, 2013

18/ 08: NEW TEEN TITANS: GAMES

Del backstage de esta historieta se escribió más que de la historieta misma: los cambios que le hicieron al argumento esbozado en 1988, la magia que hubo que hacer para no desaprovechar las sesenta y pico de páginas dibujadas en aquel primer arranque, ese semáforo esquizofrénico que funcionó todos esos años en DC, que un día frenaba, otro día re-evaluaba y otro día exigía para ayer la finalización de la novela... En fin, avatares del mundo editorial yanki, del que no zafaron ni siquiera dos de los exponentes más incuestionables del comic superheroico “moderno”. Si te comprás (o bajás) la novela gráfica, vas a encontrar muchas páginas en las que los maestros Marv Wolfman y George Pérez cuentan este larguísimo proceso, comparan el plan original con el resultado final, etc. Pero sobre todo te vas a encontrar con 120 páginas de historieta, y en una de esas querés saber si vale la pena leerlas.
La verdad que es una historia divertida, con lindas vueltas de tuerca. Lo dice alguien que no siente nostalgia por los Titans de Wolfman y Pérez, que se cebó mal con ellos a los 16-17 años y cinco años después ya no tenía ni compraba las revistas que en algún momento atesoró. Creo que no leía un comic de los Titans desde... no me acuerdo... De Zero Hour para acá, si leí los Secret Files & Origins, es mucho. O sea que mi vínculo afectivo con los personajes es tenue, no altera para nada mi visión de esta obra.
Me parece que si no comprás el humo de “la hiper-epopeya que tardó casi 25 años en concretarse y que representa la despedida definitiva de la mejor dupla que metió mano en la serie”, se disfruta bastante. Hay una intriga grossa, muchas escenas de alto impacto, mucha acción, muy buenos diálogos (Wolfman dialogó TODA la novela en 2011) y se respira esa sensación icónica de “ESTOS son los Titans y ESTA es su aventura definitiva en las que los vas a ver desplegar TODO su potencial”. Por ahí al estar desligada de la continuidad de una serie mensual, la novela gráfica gana en libertad, y a la vez pierde un poquito de impacto: acá hay cambios grossos en el status quo de los Titans, que al que leía la revista en 1988 le hubiesen roto la cabeza y a los que leemos hoy la novela gráfica nos parecen bastante menos relevantes.
Creo que si tengo que rescatar algo por encima del resto es el amor por los personajes. Se nota a ocho cuadras que Wolfman y Pérez, además de conocerse de memoria entre ellos, conocen A FULL a los Titans. Para ellos no son dibujitos, son pibes y minas de verdad, a los que les deben respeto, lealtad y cariño, como a cualquier amigo de hace mil años. Esto se nota en todos los miembros del grupo, pero especialmente en Nightwing, que es el que tiene más apariciones no escritas por Wolfman. No hay vuelta que darle: pasan las décadas y NADIE entiende a Dick Grayson mejor que Wolfman.
El dibujo de George Pérez está a un nivel muy alto. No es el Pérez Perfecto, pero se le acerca mucho. Seguramente se luciría más si él mismo hubiese entintado todas las páginas, lo cual es –sin dudas- mucho pedir. El maestro la rompe (como siempre) en el armado de la página y la secuencia, algo que se disfruta enormemente en una publicación bastante más grande que el típico comic-book. Las páginas de Games están llenas de viñetas, grandes, chiquitas, horizontales, verticales, divididas por zanjas, sin zanjas, con todo tipo de transiciones y sobre todo con un gran dinamismo. Las páginas nunca transmiten la sensación de “acá no pasa nada”, ni siquiera cuando los héroes paran para hablar entre ellos o tratar de deducir las retorcidas movidas de sus adversarios. Hay una muy buena simbiosis con los coloristas, excelentes fondos (que escasean poco, en pocas viñetas) y unos recursos estilísticos alucinantes cada vez que Pérez muestra a Raven en la dimensión espiritual de Azarath.
Games encaja perfecto justo después de A Lonely Place of Dying. Y se lee como un final, como la despedida de “los Titans de Wolfman y Pérez”. Como si te dijeran “olvidémonos de todo lo que viene después de esto y salimos ganando todos”. Y está bien, es un pacto al que suscribo. Principalmente porque si la etapa de la dupla se terminara en ese n°61 de la segunda serie y de ahí pasáramos a Games, nos ahorraríamos muchas horas de lecturas sosas y decepcionantes, que hicieron que más de uno (me incluyo) pasara de hadcore fan a ex-fan de los Titans: páginas y páginas de un Marv Wolfman poco inspirado, tratando de remar en el océano de polenta junto a dibujantes que no le llegan ni a la suela del zapato a George Pérez. Tarde pero seguro, los maestros se reconciliaron con todos los (ya viejos) fans que vibramos con los Titans en los ´80. Bien por ellos!
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Published on August 18, 2013 16:34

August 17, 2013

17/ 08: TERMINUS Vol.2

Segunda entrega de esta antología, repleta de autores jóvenes y de historietas de géneros clásicos, esos bastante olvidados por las revistas más conocidas.
Arrancamos con La Puertas Abiertas, un relato inquietante, todo lo complejo que puede ser un comic de 5 páginas, y además con excelentes dibujos, obra de Sebastián Cabrol. Atenti a este autor, que es de lo más promisorio que vi en este último tiempo.
El Vástago, de Luciana Maruca y Germán Curti, propone una historia tensa, que te pone nervioso y te intriga, pero se cae un toque al final, cuando Maruca trata de explicar de modo lógico lo que hasta ese momento parecía sobrenatural. Igual tiene lindas secuencias, bellamente dibujadas por Curti, que demuestra un manejo muy notable de las técnicas para darle onda a un comic en blanco y negro.
Monólogo, de Bruno Chiroleu, también sorprende por la altísima calidad de los dibujos. La historia es menor, casi una anécdota, pero lo interesante es cómo está contada. Hay un muy buen intento por plantear el guión de un modo atípico y le da un resultado atractivo al autor de estas ocho páginas.
La Traducción, de Gastón Flores y Juan Pablo Vaccaro, ofrece una historia violenta, intensa, pero muy obvia. El dibujo está muy bien, pela expresionismo en los momentos justos para no quedar como un “virtuoso/ pecho frío”. La de Martín Almeida es graciosa, pero es un clon demasiado evidente de 4 Segundos. La onda, el dibujo, la narrativa... todo huele a refrito del clásico de Alejo y Feliciano.
Manchada desde el vamos por el pecado de terminar con “continuará”, la segunda entrega de Chess Masters retoma esta historia de violencia y grim ´n gritty, bien dibujada, pero con poca sustancia, demasiado pegada a una fórmula que ya nos sabemos muy de memoria. La otra historia con “continuará” (también escrita por Ariel Grichener) está un poco mejor, o por lo menos promete más, aún sin ser super-original. Veremos si cumple. El dibujo sigue bastante la estética de Eduardo Risso, complementada con un laburo de grises que, en los mejores momentos, recuerda a los laburos de Salvador Sanz.
Y cerramos con la historia más larga, las 13 páginas de Maximiliano Bartomucci, también apoyadas en una premisa bastante trillada, aunque con buenos textos, que generan clima y tensión. Si leíste... cuatro cuentos de H.P. Lovecraft, nada de lo que pasa acá te puede sorprender, lo cual no la hace una mala historieta, claro. Al dibujo le falta un poco en materia de anatomía y expresiones faciales, mientras que se lo ve sólido en el manejo de los grises y las tramas.
¿Qué le falta a Términus, con dos tomos ya leídos? Mejores guiones y personajes más atractivos. Es obvio que en historietas de 6 u 8 páginas es muy difícil plantear conflictos, resolverlos y además desarrollar personajes copados. Pero se puede. Yo apuntaría los cañones para ese lado: tener tres o cuatro personajes recurrentes, que en cada número protagonicen una historia autoconclusiva cada uno, y que vayan mostrando de a poco rasgos de personalidad más fuertes, más interesantes, que permitan alguna instancia de identificación con el lector. Me imagino un Torpedo, un Alvar Mayor, un Nekrodamus... un Martin Hel, aunque más no sea. Algún personaje femenino, también, por qué no, que resuelva misterios o cumpla misiones en historias de 8 páginas... Los personajes recurrentes no sólo le pueden subir la temperatura a una publicación que hoy transmite una sensación un poquito fría, sino que además pueden –más tarde- generar recopilaciones que nucleen todas sus aventuras cortas y que harían que boludos como yo nos compráramos dos veces las mismas historietas.
Por ahora, a Términus le queda bastante crédito, principalmente por la calidad de los dibujantes y en menor medida por los hallazgos que –cada tanto- aparecen en algunos guiones. El techo todavía está muy lejos, por suerte. Acá hay talento para aspirar a mucho más.
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Published on August 17, 2013 19:42

August 16, 2013

16/ 08: SCALPED Vol.8

Desde Mayo del año pasado que no leía Scalped, ¿me podés creer? Yo, la verdad que no. Menos mal que está el blog, que no me deja mentir. Y bueno, acá estoy listo para el tramo final de esto que –hasta ahora- es una obra maestra.
Este octavo tomo, como tantos otros, arranca con un unitario perfecto. Junto a Jason Latour (invitado que hace su debut en estas páginas), Jason Aaron narra la historia de un corrupto, un farsante, un garca, que de pronto tiene una última chance de recuperar algo de la integridad perdida. En 22 páginas, Aaron saca de la galera a un personaje nuevo y, de la nada, lo convierte en un personajón, quizás pensado para tener un rol destacado en el desenlace de la saga.
Le sigue otro unitario magnífico, este mucho más integrado al tronco, a la historia central de Scalped. Esta vez el que trata de salir de la zona de descenso es el Agente Nitz, el enviado del FBI que hace tiempo trata de desmantelar las operaciones de dudosa profilaxis que lleva adelante el jefe Lincoln Red Crow. Es una historia enchastrada de sangre, mala leche, humillaciones y humor negro. Una joyita muy bien dibujada por Davide Furnó, el habitual suplente que tiene esta serie.
Y después arranca el arco llamado You Gotta Saved to Get Saved, que es el que le da título al tomo, todo dibujado por el maestro R.M. Guéra. Pero acá hay trampa, porque el tercer episodio también es un unitario cerradito, redondísimo, protagonizado por dos de los personajes secundarios a los que más bola le da Aaron (Dino Poor Bear y Carol Red Crow) y con un nivel de crueldad absolutamente genial. Tenés que ser MUY mala persona para que se te ocurra hacer lo que hace Aaron en estas 20 inolvidables páginas.
Los episodios restantes de este arco van para adelante como una locomotora: Falls Down paga caro haber descubierto al asesino de Gina, Dashiell tiene la oportunidad única de boletearlo y vengar a su madre, y por otro lado tiene servida en bandeja la posibilidad de –finalmente- acabar con el imperio criminal de Red Crow y entregarlo a la justicia. Mientras tanto, nuestro cacique-capo mafia favorito (lejos, el personaje más rico, más complejo, mejor trabajado de la serie) debe ingeniárselas para neutralizar nada menos que a su maestro, al hombre que lo crió de potrillo, un venerable anciano que, harto de la corrupción y la mugre de Red Crow, lo confronta abiertamente por el liderazgo de la reservación. Y la ¿estrategia? de Red Crow es totalmente impredecible y sencillamente genial. Veremos en el próximo tomo cuánto de lo que sucede acá es una farsa perversamente orquestada y cuánto es un verdadero golpe de timón en este desgarrador drama en el que no existen “los buenos”.
El dibujo de Guéra sigue a un nivel altísimo, con momentos en los que pareciera querer despegarse de la omnipresente referencia fotográfica, esa que con tanta categoría logra integrar a su grafismo, tributario de Jean Giraud y Leopoldo Durañona. El tomo está lleno de escenas gloriosas, de enorme impacto, y Guéra no deja pasar una sola chance de pelar, de lucirse como un verdadero maestro de los climas sórdidos y opresivos, que a esta altura son su especialidad.
Scalped, la serie que redefinió el concepto de “grim´n gritty”, la que convirtió a los episodios más jodidos de Sin City en una remake blandita de los Ositos Cariñosos, está en un punto crucial, definitivo, en el que todo está a punto de irse a la mierda, en el mejor sentido en el que algo se puede llegar a ir a la mierda. Prometo liquidar los dos tomos que me falta leer antes de fin de mes. Y me queda una pregunta: ¿qué carajo hace Jason Aaron escribiendo todos los meses dos series de los X-Men y una de Thor? ¿Cómo se desaprovecha así un grosso de esta magnitud? Menos mal que está por lanzar una serie nueva con onda más adulta en Image. Si no, la verdad que es para pegarse un corchazo...
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Published on August 16, 2013 18:52

August 15, 2013

15/ 08: ESCUELA DE MONSTRUOS Vol.2

Me encanta que haya salido el Vol.2 de esta serie, y a la vez es medio choto, porque todo lo que tenía para decir de la misma lo dije en la reseña del Vol.1, publicada el 18/09/12.
De las dos aventuras que propone El Bruno en este tomo, me pareció brillante la segunda, la de la plaga zombie en la escuela, y no tan inspirada la primera, la del campamento de la muerte. Por supuesto en las dos hay muchas escenas cómicas y un ritmo hipnótico, que para los chiquitos que leen esto en Billiken debe ser flashero, a full. Dentro de ese contexto, la segunda aventura aporta, además, una trama lineal pero sumamente atrapante, con giros impredecibles y explicaciones (casi) coherentes para todo lo que sucede. Lo mejor de las dos historias es que el protagonismo no recae para nada en Tomás, sino que está muy bien repartido entre muchos (innumerables) personajes a los que El Bruno trabaja con onda, cariño y talento.
Como en el tomo anterior, el principal atractivo, lo que hace irresistible a Escuela de Monstruos, es el dibujo de El Bruno, que se mata en cada viñeta, en cada fondo, en cada expresión de los personajes. Hay páginas con muchos cuadros y en todos, por chiquitos que sean, se lucen el espectacular diseño de personajes, la composición perfecta y el notable manejo del color que convirtieron a El Bruno en un dibujante fundamental para entender la historieta infantil argentina, no de hoy, sino de todos los tiempos.
Repito la crítica de la vez pasada: le falta una vueltita más a los diálogos. No pido diálogos crípticos ni rebuscados, porque está clarísimo que esto lo leen chicos chiquitos, que recién conectan con la historieta. Pero estaría bueno que los diálogos fueran menos obvios, que explicaran menos lo que sucede y redundaran menos en lo que el dibujo nos muestra con total claridad.
El resto, realmente impecable. Si tenés hijos, sobrinos, ahijados o mascotas bípedas menores de 10 años con las que quieras tener un gesto copado, no lo dudes. Regalales Escuela de Monstruos y te van a amar para siempre. De paso subís enormemente las chances de que los chicos se ceben con la lectura de comics y se pasen al lado oscuro de la pasión viñeteril. Y si además si te sobran 20 minutitos, lo leés vos también y te divertís un buen rato.
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Published on August 15, 2013 17:57

August 14, 2013

14/ 08: NEMESIS

No confundamos bueno con impactante. Muchas, pero muchas escenas de Nemesis me impactaron, me shockearon, me hicieron decir “nah, no podés!”, o simplemente me hicieron soltar una carcajada. No puedo decir que no me llegó, o que me dejó frío, porque me recontra-llegó y me sentí muy metido en la trama, muy compenetrado con lo que Mark Millar y Steve McNiven me estaban contando.
La premisa no puede ser más ganchera: en un mundo en el que no existen los superhéroes, un tipo que tiene los recursos y el entrenamiento como para ser Batman, decide ser el más hijo de puta de los villanos y se pone máscara y capucha para cometer las más tremendas atrocidades jamás vistas. Al no haber superhéroes, Nemesis se enfrenta a los mejores policías de los países a los que va a sembrar el caos y esto habilita un sinfín de escenas de altísimo voltaje en materia de acción, persecuciones, explosiones, tiros y golpes de todo tipo. La violencia está plasmada (como en Kick Ass) de un modo muy realista, con toda la intención de causar escozor en el lector, que por momentos aleja el libro por miedo a que salpique sangre.
La impunidad con la que opera Nemesis, la crueldad con la que trata a enemigos y adláteres, las maldades que le hace al pobre jefe de la policía de Washington D.C., son tan zarpadas que logra por un lado que hinchemos por el malo, y por el otro que cosas que deberían causarnos repudio, de tan pasadas de rosca nos causen gracia. De hecho, muchos de los diálogos más filosos e ingeniosos están ahí con ese mismo objetivo, el de arrancarnos una sonrisa cómplice.
Enumerados todos estos elementos de innegable atractivo, llega la pregunta del millón: ¿Es una buena historia? Y, más o menos. No es muy original, tiene tantos giros impredecibles que algunos necesariamente no cierran, hay algunos baches en la lógica, algunas cositas que rompen el supuesto verosímil... y en general se nota demasiado la intención de sacudir al lector con escenas truculentas cada una x cantidad de páginas. No es un desastre, podría ser mil veces peor (esperá a que hagan la película y seguramente VA A SER mil veces peor), pero Millar ya demostró en Wanted que sabe meterse a deconstruir el mundo de los supervillanos con una solidez que acá se ve bastante menos.
Steve McNiven... pobrecito. Me lo acordaba mejor... En Civil War era bueno, no? O zafaba dignamente, por lo menos. Acá se luce con las líneas cinéticas, dignas de los mejores mangakas, y al resto le falta mucho. Quiere resolver TODA la narrativa con las viñetas alargaditas tipo widescreen y no le sale; trata de reproducir la técnica de Tony Harris en Ex Machina, la de sacarle fotos a modelos, retocarlas e integrarlas armónicamente a la página, y no le sale; se le nota mucho cuando mezquina los fondos, y encima el colorista (Dave McCaig) no lo ayuda demasiado. El resultado es una cosa apenas correcta, no floja, sino más bien anodina, con escasa onda, sin hallazgos notables, pero porque tampoco hay desafíos de esos que sacan lo mejor de los dibujantes. Creo que esto habría quedado mejor dibujado por esos dibujantes zarpados de Avatar, esos que llenan todo de rayitas y se van al carajo cada vez que pinta el gore.
Con su sobredosis brutal de machaca y atrocidades, Nemesis seguro te hace pasar un rato entretenido. Mientras dura la historieta, te enganchás, la pasás bien, gozás con cada humillación y cada ultraje al que el protagonista somete a Blake Morrow, su familia y el presidente de los EEUU. Y después, cuando la cerrás y pensás un poquito en lo que leiste, queda ese gustito a pochoclo, a estridencia con poco contenido, o poco sustento. Al típico blockbuster hollywoodesco de este siglo, bah... Lo cual es bastante lógico, porque está claro que Mark Millar escribió Nemesis pensando en los billetes que se va a llevar cuando la conviertan en blockbuster. Es medio frustrante ver a un buen escritor de comics laburando de prostituta para Hollywood, pero bueno... ¿quién soy yo para decirle a un guionista de probada grossitud que no se puede comprar el Rolls Royce y el palacio en Montecarlo?
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Published on August 14, 2013 15:35

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Andrés Accorsi
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