Andrés Accorsi's Blog, page 179
September 15, 2013
15/ 09: FURY MAX Vol.1

La idea de Ennis para estos 12 episodios (de los cuales el primer tomo recoopila seis) es contarnos varias guerras sucias, posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en las que mojó EEUU casi siempre con penosos resultados. El primer arco nos lleva a Indochina, en 1954, una época y un lugar donde también nos metimos a fondo en la reseña de By the Numbers, el comic que vimos el 7 de Mayo de este año. Y el segundo, a la invasión en Bahía de Cochinos, la que nos narrara hace poco Spain Rodriguez como parte de su biografía del Che Guevara. Es una idea bastante rara, porque uno ya sabe todo lo que va a pasar. Ennis respeta los resultados que se dieron en el mundo real, con lo cual uno ya sabe que Dien Bien Phu va a caer y que Fidel Castro no va a morir y sus revolucionarios le van a patear el culo a los yankis. No está el suspenso, la emoción de enterarse cómo le va a ir a Nick Fury en las misiones: sabemos de antemano que va a perder.
La gracia pasa por otros dos lados. Por un lado, siempre es un placer ver a Ennis bajar línea contra la CIA y contra las operaciones de EEUU en el Tercer Mundo, en general. En la saguita en Indochina también aprovecha para pegarle a los franceses y su tibio intento de preservar sus prerrogativas colonialistas, y a los nazis, porque en 1954 todavía quedaban sueltos un par de muchachos que masacraron a “las razas inferiores” en nombre del Tercer Reich. En la saga de Cuba se caga de risa de lo mal planificada y ejecutada que estuvo la invasión y cuestiona seriamente el rol que jugó John F. Kennedy, pero no se pone la camiseta de Fidel. La escena de torturas más aberrante del libro está protagonizada por un revolucionario cubano, que no tiene reparos en convertirse en verdugo de los invasores yankis, algo que –si le creemos a Spain Rodriguez- Fidel y el Che no habrían permitido nunca.
Por el otro lado, Ennis arma un muy lindo elenco para estas aventuras, obviamente con Nick Fury al frente. Amante de los cigarros, el whisky y las putas, mal hablado y cínico, Fury sigue por el camino trazado por Ennis hace más de 10 años, en su primera miniserie para el sello MAX. No sé si desde entonces ha habido un retrato más acertado de este viejo héroe de los comics bélicos de Marvel. Entre los secundarios se destacan George Hatherly (lo más parecido a un “bueno” que tiene la serie), el advenedizo diputado Pug McCuskey y la infartante Shirley DeFabio, un minón infernal que a la hora de las trompadas mete miedo y a la hora de las caricias, mucho más. Y como en todos los comics de guerra, aparecen más milicos que –tras amagar un par de páginas con convertirse en personajes relevantes- caerán en combate cuando la cosa se pase de castaño oscuro.
A cargo del dibujo tenemos al croata Goran Parlov, en un gran nivel. Parlov es una mezcla de Walt Simonson, el mejor Ron Garney, Oswal, el mejor Cliff Chiang, Giancarlo Alessandrini y algunas cositas de Jordi Bernet. Un dibujante completísimo, con un trazo muy versátil, al que claramente le gusta más laburar que chorear fotos. Para mi gusto, abusa un poco de la grilla widescreen (la “apilada” de viñetas horizontales), pero por suerte esto no resiente demasiado a la narrativa, que resulta sumamente fluída y entretenida, incluso cuando nos topamos con extensas secuencias de diálogos. Muy buen trabajo de este dibujante nunca valorado en toda su dimensión.
Me queda un segundo tomo de Fury MAX, seguramente para el año que viene, en el que el viejo Nick se enchastrará peleando para los yankis en otras guerras mugrientas, en otras misiones encubiertas que probablemente salgan mal. Si te gustan los diálogos groseros, directos y punzantes del mejor Garth Ennis, o si te divierte ver al irlandés en su género favorito (el bélico), o compartís su visión tremendamente crítica del rol de los EEUU durante la Guerra Fría, esto te va a encantar. Y si te bancás al Nick Fury menos heroico y más hijo de puta, no te quedes afuera de este festival de la runfla, las masacres, las torturas, las mutilaciones y los garches, escrito con muchas pilas y mucha mala leche por un guionista que –en obras como esta- justifica la desmesurada devoción que le profesan sus fans.
Published on September 15, 2013 18:47
September 14, 2013
14/ 09: FUMETSU

Lo más atractivo de Fumetsu es el planteo: en un futuro distópico en el que la civilización colapsó, la humanidad (desunida y sin tecnología) se convirtió en presa fácil para una raza alienígena que vino a quedarse con todo y ahora la última esperanza de nuestra raza es que despierte Fumetsu, un samurai noble, valiente y cuasi-inmortal, que pondrá su poderosa espada al servicio de la resistencia humana contra los Warui. La premisa garantiza acción, post-holocausto, artes marciales, chumbos y elementos sobrenaturales, como para que a la historia no le falten argumentos gancheros. Ah, también hay una nena de 12 años con un gigantesco perro-oso que parece salido de un film de Miyazaki, por si faltaba una cuota de ternura, o de humor más naïf.
A lo largo de estas 48 páginas, Benavides narra el equivalente a dos episodios de una típica serie mainstream yanki. De hecho, cuando van justo 24 páginas se produce la primera pausa marcada en el relato, que “señaliza” el fin del tramo inicial y el comienzo de otro que tomará otro rumbo y sumará a otros personajes al elenco. Como en las series actuales del mainstream yanki, en cada “bloque” de 24 páginas de Fumetsu pasa muy poco. Y no porque el guionista nos inflija infinitas escenas de cabecitas que hablan o se miran en silencio, sino porque el núcleo de cada uno de estos bloques es la machaca. En ese sentido, Fumetsu se acerca mucho más al manga, más precisamente al shonen: Benavides y Pinto nos bombardean con extensas peleas narradas sin textos, con una descomposición de la imagen que multiplica la cantidad de viñetas en cada página. Así, la machaca aparece graficada en detalle, acción a acción, golpe a golpe, con varias imágenes para mostrar un salto, una caída o una espada que se desenvaina.
El efecto de esto es que la historieta te ofrezca poca lectura y mucha “golosina visual”, algo que si te gusta leer es medio choto, porque vas a terminar el librito muy rápido y te va a quedar la sensación de haber leído algo muy breve, casi efímero. Lo cual además es una pena, porque el contexto en el que se desarrolla la historia tiene mucho potencial para emprender un relato más complejo, para indagar un poco más en el contexto en el que se desarrolla la trama y –sobre todo- en la psiquis de los personajes, que son atractivos pero poco profundos, como las modelos de las publicidades.
Lo que no se puede discutir es que Fumetsu es un comic muy entretenido, vertiginoso, casi sin pausas, en parte gracias al despliegue visual que propone Fernando Pinto, un dibujante que me hizo acordar muchísimo a lo que hacía Enric Rebollo en los ´90, en El Víbora y en la recordada colección Brut, de La Cúpula. Pinto no dibuja a los personajes gordos (un yeite típico de Rebollo), sino que busca una estilización más marcada, más cerca del dibujo que predomina en el mainstream yanki. Y le sale bastante bien. Sin ser un virtuoso, logra plasmar en la página todo lo que pide el guión y se luce con creces a la hora de narrar en imágenes esas extensas peleas de las que hablábamos antes. En la narrativa, en la elección de los ángulos y en la aplicación de los grises es donde mejor le va a este dibujante, que todavía tiene mucho margen para crecer, pero que hasta ahora viene bien encaminado.
Sospecho que con un trasfondo tan interesante y con tanto por explorar, Benavides y Pinto estarán esperando luz verde, o ya decididamente lanzados a producir nuevas historias de Fumetsu y sus aliados. Al villano más pulenta todavía ni lo vieron y la última página nos muestra que este ya tiene a nuevos y peligrosos súbditos dispuestos a complicarle la vida al imbatible samurai. Este primer tomito, zarpado de machaca y todo, me divirtió lo suficiente como para ir por un segundo.
Published on September 14, 2013 16:23
September 13, 2013
13/ 09: CRONICAS DEL HOMBRE FRIO

Digo “trata de unificar” porque no lo logra del todo. Se ven las costuras y se ven a ocho cuadras. En ningún momento te terminás de creer que el protagonista es siempre el mismo tipo, no sólo porque los dibujantes lo dibujan distinto, sino porque no está escrito como un personaje consistente, no está del todo definido. La historia en la que mejor lo define Barbieri es el epílogo, en el que necesariamente se juega el todo por el todo para tratar de que la amalgama de historias cuaje, gane una cierta unicidad. Y lo logra, pero a medias.
Más allá del trabajo del guionista por definir (y a la vez mantener en una zona de ambigüedad) a Frank Frío, a mí me pintó leer este libro como una antología de historias cortas, inconexas entre sí. Desde esa óptica, me encontré con dos guiones que me llamaron la atención por su buen nivel: La Sonrisa de Velázquez y la mejor de todas, Un Regalo de Navidad. El resto no alcanzó a sorprenderme, o al revés: cuando me empezaba a enganchar con la trama, esta llegaba a su fin. Varias de estas historias funcionarían mejor con más páginas, principalmente porque Barbieri tiene buenas ideas visuales y siempre es más copado verlas desarrollarse desde el dibujo que desde los textos. Y para eso hace falta un despliegue de viñetas que en historias tan cortas el guionista no se puede permitir.
En materia de dibujantes, creo que la historieta mejor dibujada es la de Edu Molina, un capo argento que hace muchos años vive en México. Lindo pero demasiado breve lo de Juan Sáenz Valiente, muy correcto lo de Daniel Mendoza... y después me quedan para destacar a varios dibujantes que no conocía. Vamos por orden de aparición: Ríos Blanco, muy interesante, con un muy buen manejo de grises y un estilo atractivo, personal. Carina Altonaga, en un estilo más clásico, más académico, también me convenció bastante. Quiero ver más trabajos suyos. De Diego Rondón Almuelle (invitado peruano) creo haber visto otro trabajo que no me pareció gran cosa. Lo que hace acá está bárbaro, con un claroscuro extremo, muy expresivo, y una excelente integración de la referencia fotográfica. Henry Díaz (invitado colombiano) fue otra grata sorpresa, otro dibujante personal, con un estilo fuerte y un muy buen manejo de las tramas mecánicas. NRG es un dibujante virtuoso, de indudable talento, al que le falta ajustar un poco la narrativa. Y otra revelación MUY grossa es la de Nahuel Poggi, muy canchero con las tramas mecánicas y los grises, con las angulaciones de las viñetas y con un trazo vigoroso, bien dark, cercano al mejor Dante Ginevra. Y también hay varios dibujantes que no pueden publicar ni en el fanzine más croto del universo. Realmente, no se me ocurre qué filtros pueden haber pasado para estar ahí, con qué criterio se lo eligió para integrarlos a la faz gráfica de este libro
A este libro lo pongo en el pilón de la Términus, es decir, en el de los autores nuevos que buscan reflotar la historieta de género, sin clonar a los maestros clásicos, pero sin zarparse con experimentaciones limadas y con la mira puesta en una narrativa más tradicional, más accesible. Si te parece que ese rumbo es el correcto, Pablo Barbieri te va a guiar por una colección de historias de calidad bastante despareja, en la que -por lo menos yo- encontré un par de perlitas más que dignas, como para anotarme seguro la próxima vez que el autor lance una antología, o el día que suba la apuesta y se mande una novela gráfica.
Published on September 13, 2013 17:44
September 12, 2013
12/ 09: ARE YOU MY MOTHER?

Are You My Mother? es la nada misma, el vacío, la negación. En vez de desarrollar una novela gráfica, Bechdel arma un mezcladito de escenas cuasi-inconexas, que nunca cuajan para lograr un relato homogéneo, coherente, consistente. Supuestamente, el eje conductor es la relación entre la autora y su madre, lo cual –a la luz de lo que vive Helen Fontana de Bechdel en Fun Home- tendría su atractivo. Olvidate. La autora problematiza (con perdón de la palabra) la relación con su madre a través de largas charlas con distintas psicólogas, en las que les relata breves anécdotas de su infancia y de su pasado reciente. Algunas tienen que ver con su vida en el seno de esta extraña familia, otras con su relación con sus distintas novias, otras con cartas y fotos vinculadas a los años mozos de Helen, otras a llamadas por teléfono entre madre e hija (que viven en distintas ciudades) y muchas otras funcionan como una especie de backstage de Fun Home, se relacionan todo el tiempo con la obra anterior, durante cuya realización Bechdel empezó a pensar y analizar su vínculo con su mamá.
Por si faltara algo para que esto fuera un embole atroz, una nube de humo absolutamente inasible e insostenible, Bechdel se hace hardcore fan del psicoanálisis y empieza a mechar entre estas secuencias ya mencionadas cachos de textos de Freud, de Jung y de Donald Winnicott, un psicólogo con el que se fascina tanto, que llega a contar práticamente toda su vida en forma de historieta, no de modo lineal, si no intercalando estas secuencias con las otras. Además, Bechdel se cuelga con las obras de teatro en las que actúa su madre, con una ilustración del Dr. Seuss, con Virginia Woolf, con la poetisa y escritora feminista Adrienne Rich... con cualquier cosa que le sirva para rememorar momentos de su pasado y para tratar de enteder cómo funciona su vínculo con Helen. Por supuesto, nada de lo que Bechdel pone sobre la mesa sirve para hacer avanzar la trama, porque NO hay trama. Es todo sanata, todo paja, toda una cátedra de cómo mirarse el ombligo durante una eternidad, y que te paguen por eso.
Yo entiendo que con Fun Home la autora haya vendido fortunas y ganado muchos premios. Pero esta “secuela” era totalmente innecesaria. No necesitábamos ser testigos de horas y horas de sesiones de psicoanálisis, ni de charlas telefónicas tan extensas como intrascendentes, y si querés mostrar que sabés mucho de psicoanálisis o de literatura, escribí ensayos científicos sobre esos temas, no historietas. Ojo, yo no digo que la única historieta que sirve es la que te transporta a mundos fantásticos a vivir aventuras imposibles de vértigo, acción y machaca. Sin salir del mundo real se pueden hacer grandes historietas. Incluso sin salir del género autobiográfico, tan querido por los historietistas a los que les encanta hablar de sí mismos. Pero en general, para que la historieta funcione, tiene que estar la intención de contar algo, de hilar un relato, de que al cerrar el libro al lector le quede algo más que sueño.
Por suerte, Are You My Mother? está magníficamente dibujada, en un hermoso blanco y negro, complementado con grises y con distintas tonalidades de rosas y sepias. Si te agarrás de eso, por ahí encontrás esa cuota de placer que te ayude a pilotear el bajón. Si no te gusta cómo dibuja Bechdel, cagaste, porque no tenés con qué combatir esos masacotes interminables de texto. Y sobre todo esa sensación de estar escuchando conversaciones ajenas, trivialidades, boludeces que no nos interesan, o soliloquios pretenciosos acerca de teoría psicoanalítica, complejas (e incomprobables) elucubraciones acerca de qué te pasa en el bocho si un día cuando tenés 10 años, tu mamá no te da el beso de las buenas noches. ¿Sabés qué te pasa? Me importa un carajo lo que te pasa. Alison Bechdel tuvo la mala idea de mandarse todo un libro para meditar acerca de eso y yo, que perdí horas de mi vida leyéndolo, me quiero cortar la verga en fetas y mandarle una por correo.
Published on September 12, 2013 18:53
September 11, 2013
11/ 09: CABRALESA Vol.2

Y no, no es mejor que el Vol.1. En aquellas primeras historias, Daniela González mechaba las tramas románticas con otras cosas referidas a la vida de estas chicas chilenas del Siglo XXI. Nos mostraba un poco sus problemas laborales, las dificultades para vivir con poca guita... Era un poco menos ficción y un poquito más crónica de lo que es la vida de hoy en Santiago de Chile si sos mujer y tenés entre 20 y 35 años. Para este tramo final, todos los conflictos tienen que ver con el amor, o por lo menos con las relaciones de pareja. Rápidamente, Daniela plantea cuatro tramas sentimentales: Bárbara + Julio, Bernardita + Emiily, Francisca + Claudio y Noelia + Pedro, y sobre esas relaciones se van a apoyar prácticamente todas las situaciones de este segundo libro. El problema es que de estas cuatro tramas... tres son MUY predecibles, siempre sabés cómo van a terminar.
Aún con poco margen para la sorpresa, hay momentos divertidos, tiernos, ingeniosos, o simplemente situaciones de corte bien dramático, resueltas de modo creíble sin estirarlas al pedo y sin saltar al vacío. Probablemente ahí resida la principal virtud de las historietas de Daniela González: en su honestidad. La mina no te quiere vender lo que no te va a dar. ¿Querés personajes bien trabajados, con onda y profundidad, capaces de lograr al toque la identificación de las lectoras? Eso hay. ¿Querés ver a las chicas interactuar con un elenco atractivo de personajes secundarios en situaciones realistas, que duran lo que tienen que durar? Eso también hay. ¿Diálogos creíbles? Supongo que sí, aunque como siempre digo, la jerga coloquial de los jóvenes chilenos me suena espantosa al oído. Y es eso. Tranqui, humilde, sin pretensiones, sin venta de humo. Sin genialidades y sin esos momentos en los que decís “Nah, flaca, te fuiste a la mierda...”.
El dibujo de Diego Zúñiga sigue ahí, en la parte de abajo del montón. No falla en la narrativa, pero le faltan toneladas de onda, de rasgos de identidad, de riesgos. Cuando la emboca en una expresión facial, pifia en las manos, cuando cuida las manos descuida los fondos... siempre le faltan cinco p´al peso. Por suerte el dibujo tiene encima a los colores de Kóte Carvajal (el Dave Stewart chileno, y a la sazón marido de Daniela González), que le hacen una transfusión de onda a los dibujos para que se vean un poco mejor. En las ocho páginas del epílogo es donde más se luce la paleta digital de Kóte, pero durante todo el tomo está ahí como un socorrista de alta montaña, listo para salvar las papas cuando el dibujo se desbarranca.
Si sos mujer, joven y vivís en una gran ciudad chilena, por ahí esto te parece la gloria. Decís “mirá, boluda, parece que estuvieran hablando de nosotras!”, o el equivalente de esa frase en el slang trasandino. A mí no me pareció infumable, porque rescaté una forma inteligente de construir a los personajes y plantear los conflictos, pero tampoco me volvió loco. Me gustaría leer otras historietas de Daniela González, a ver cómo se desenvuelve en otro registro, en lo posible junto a un dibujante más solvente.
Published on September 11, 2013 19:25
September 10, 2013
10/ 09: EL ESCORPION Vol.9

Y sí, son muchos personajes y algunos aparecen muy poco, apenas un par de escenas. Incluso algunos muy bien armados, con mucho potencial para protagonizar secuencias memorables, como Nelio, Marie-Ange o la propia Mejaï, que en algún momento amagó con eclipsar el propio personaje principal. De alguna manera, Desberg se las ingenia para que todos entren y salgan armoniosamente de la trama y que cada uno haga su aporte. En este tomo en particular hay personajes desaprovechados, como los asesinos a sueldo que contrata el Papa para eliminar a... alguien, pero en general, si bien se zarpa con la cantidad de personajes, el guionista sabe sacar lo mejor de cada uno.
Quizás el mayor mérito de El Escorpión es cómo barre, como destruye nuestro descreimiento. No lo suspendemos (como pedía Borges), nos olvidamos de que alguna vez lo tuvimos. Desberg le dispara con el Ultimate Nullifier que alguna vez usara Reed Richards contra Galactus y logra lo imposible: que le compremos TODO. Peripecias zarpadas, coincidencias cuasi-imposibles, rescates al filo de la realidad, gente que se hace pasar por otra sin que nadie se dé cuenta, gente que finge estar muerta sin que nadie se avive de que está viva... De pronto, todo es creíble, porque todo, hasta lo más limado, impulsa a esta locomotora descontrolada de aventura y diversión, condimentada con intriga palaciega, corrupción a altos niveles del poder y toquecitos de comedia y de erotismo.
Buena parte del mérito en esto de que al Escorpión le creemos todo recae en el dibujo de Enrico Marini, que le pone mucho huevo a la ambientación histórica cada vez que tiene que dibujar edificios, carruajes y uniformes. Por supuesto su fuerte no es ese, sino el gran dinamismo de sus figuras, a años luz de los típicos dibujantes francófonos de aventura histórica, que al lado de Marini son momias disecadas. El suizo hijo de tanos se da muchos lujos infrecuentes en este tipo de álbumes europeos: mete pocas viñetas por página (casi nunca llega a ocho), bastantes primeros planos (y todos MUY expresivos), muchas escenas de acción... Yo creo que si lo dejaran, pelaría una narrativa cuasi-japonesa, con ocho viñetas para mostrarnos sólo un choque de espadas. Muy notable lo de Marini, un gran dibujante capaz de combinar efectismo y sofisticación.
Si nunca leiste El Escorpión, ni se te ocurra empezar por este tomo, porque realmente no vas a entender una chota. Los amigos de Norma ponen un mini-resumen antes de la primera página, pero me cagué de risa porque te cuenta tan poco, que bien podría no estar. Y si ya te picó el escorpión, si ya tenés inoculado el veneno de esta aventura trepidante y adictiva, seguro que ya te compraste este tomo (probablemente en tapa dura) y le estás prendiendo velas a todos los santos para que salga pronto el próximo. En España digo, porque en Francia salió el año pasado...
Published on September 10, 2013 19:38
September 9, 2013
09/ 09: SAUCER COUNTRY Vol.1

Una pena, realmente, que Saucer Country no haya pegado, porque la verdad es que en este tomo hay muchas ideas copadas, muy bien desarrolladas por Paul Cornell. Por ahí se puede llegar a criticar que va un poquito lento, pero hasta ahí. No es que estás páginas y páginas embolándote mientras no pasa nada. Y además, desde la consigna de la serie era obvio que iba a haber un margen... chiquito para la acción y la aventura. Cornell nos sumerge al mismo tiempo en dos mundos complejos, rodeados de sombras, de misterios, de cosas turbias difíciles de dilucidar para la mayoría de los mortales: por un lado, el tema de los OVNIs, su presencia en la Tierra, sus contactos esporádicos con los humanos, con abducciones y sondas anales incluídas. Por el otro lado, otros que suelen actuar como si vivieran en otro planeta y hacernos sentir como si nos metieran cosas (no sé si sondas) en el orto: los políticos. Son dos temas muy, muy atractivos, con mucho para explorar, capaces de dar pie a un montón de conflictos grossos, atrapantes, y no tan trillados en la historieta.
Básicamente, la historia gira en torno a Arcadia Alvarado, separada, latina, gobernadora de New Mexico y candidata a presidente de los EEUU. Arcadia tiene un secreto: fue abducida por alienígenas, los ve como una amenaza global y quiere llegar a ese puesto de enorme poder a nivel mundial para poder proteger a la Humanidad de estos bichos zarpados que la secuestraron y la sometieron a misteriosos experimentos. En este primer tramo, la vemos rodearse por un lado de especialistas en campañas políticas y por el otro, de un profesor de Harvard caído en desgracia por hacer público que cree en los extraterrestres. Pero claro, ¿cómo no va a creer en los extraterrestres, si estos se le aparecen y le hablan? ¿O estará chapita? Por ahora, no sabemos. Y para redondear un elenco muy interesante (al que Cornell enroscará en complejas tramas de conspiraciones, secretos y mentiras) nos queda Michael, el ex-marido de Arcadia, tipo propenso a meterse en kilombos, al que el escabio y la joda siempre le interesaron más que la carrera política de su esposa.
Cornell dedica prácticamente todo el primer tomo a presentar a estos personajes y a posicionarlos respecto de la “mitología” de los OVNIs. Quiénes creen, quiénes no creen y por qué. Y el último episodio cambia el foco de la narración, deja un toque de lado la campaña electoral de Arcadia y nos sumerge a fondo en distintas teorías acerca de los contactos entre humanos y alienígenas, presentadas como un documental, con ese ritmo tan típico de los Big Books. De hecho, lo que cuenta Cornell en esas páginas coincide bastante con cosas que contara Doug Moench en el capítulo que le dedica a los OVNIs en el fundamental Big Book of Conspiracies.
Este episodio final está dibujado por el ignoto Jimmy Broxton, un dibujante bastante versátil, que en sus mejores momentos me recordó a Sean Phillips. También hay una secuencia muy cortita (que ya veremos cómo engancha con el tronco de la serie) dibujada por el maestro Goran Sudzuka. Pero la gran mayoría de las páginas de este tomo están a cargo de Ryan Kelly, con quien ya nos cruzamos varias veces. Kelly no es horripilante ni mucho menos, pero tampoco es bueno. Es un dibujante... casi aceptable, que no aspira a mucho más que a acompañar al guión, en un rol siempre subordinado a este último. En las portadas, Kelly se rompe bastante el culo para lograr imágenes impactantes. En las páginas interiores, no llega a ser chato ni a generar rechazo; simplemente deja gusto a poco, sobre todo si pensamos que le dieron guiones realmente buenos. Lo mejor que tiene Kelly es que no chorea fotos. Su dibujo, en un estilo mezcla de Tom Grummett con Paul Pope, se apoya exclusivamente en su grafismo, no en truquitos del photoshop para mechar edificios y objetos “levantados” de Flickr.
Así que, por ahora, recomiendo Saucer Country. Ojalá no me defraude el segundo tomo, y ojalá Paul Cornell no ceje en su búsqueda de historias distintas, arriesgadas, bastante más intrincadas que las habituales. Con esta no la pegó, pero con la próxima, en una de esas sí.
Published on September 09, 2013 18:06
September 8, 2013
08/ 09: LA BANALIDAD DEL MALL

En la línea de Ríos conviven los renovadores de los ´70 (Kalondi, Fontanarrosa, Crist), Robert Crumb, Gary Larson, Manel Fontdevilla, el Gordo Cognini, Alfonso López, Claire Brétecher, Ralph Steadman... y cuando mete aguadas le sale todo tan lindo, tan sofisticado, que parece uno de esos clásicos humoristas gráficos yankis de los años ´50. Los chistes que recopila este libro presentan una variedad estilística tan rica como impactante y te deja con la sensación de que no hay un sólo registro gráfico que este monstruo no domine de taquito.
En realidad, la primera sensación que me dejó el libro fue “¿A quién hay que torturar para que este pibe haga una historieta?”. Acá hay potencial de sobra para que Ríos abandone los chistes de una sóla viñeta y se tire de cabeza a la narrativa, en la que seguro la va a romper, simplemente por la cantidad de recursos que maneja. Me repito, pero estoy convencido de esto: estamos ante un dibujante PERFECTO.
Las ideas de los chistes están bien, son las clásicas, las que vimos 80.000 veces en el humor gráfico argentino de los ´90, cuando hasta el último pelandrún se daba el lujo de correr por izquierda a un gobierno que rifaba el país. Ríos se planta ahí, bastante a la izquierda de Sebastián Piñera y demás neoliberales pinochetistas y pega sin piedad, como la policía chilena (los carabineros), que son el blanco favorito del autor. También se mete sin reparos en temas que tienen que ver con la religión y el sexo, y por supuesto muchos chistes están anclados a coyunturas que si no sos chileno no conocés y si sos chileno quizás ni recuerdes porque pasaron por los diarios hace tres o cuatro años.
Sobre el final, el combo de casi 100 chistes en esta línea te deja un sabor amargo y menos esperanzas que las de Racing en este torneo. Ríos te hace sentir que Chile no tiene remedio, que va a seguir forever en manos de una elite facha y corrupta que jamás va a perder sus obscenos privilegios, mientras la mayoría asume el rol del salame engañado, explotado y encima resignado. La risa que te causa algún chiste te la caga a tiros el mensaje profundamente desesperanzado del autor, felizmente deslizado con mucho ingenio y a veces hasta con un cierto lirismo, bastante retorcido, pero lirismo al fin.
¿Estamos realmente frente una causa perdida? No sé, ojalá que no. Por suerte aparecen voces como la de Ríos para pinchar donde duele, a ver si alguien se espabila. Y más allá del debate ideológico (porque también habrá gente que comulga con el capitalismo salvaje y los sistemas pseudo-democráticos de exclusión de las mayorías) está el inmenso placer de disfrutar de un dibujante de inmenso talento, con méritos más que suficientes para triunfar a nivel mundial. Quiero más libros de Leo Ríos, y si creyera en algún dios, ya estaría rezando para encontrar historietas suyas.
Published on September 08, 2013 10:58
September 7, 2013
07/ 09: EMERALD (AND OTHER STORIES)

Con sus 64 páginas, Emerald es la historia más larga del tomo y probablemente también la mejor. Ambientada en el far west, logra escaparle a todos los clichés del western y sorprendernos con el planteo argumental, la resolución, la construcción de los personajes y hasta con la forma en la que están mechados los flashbacks. Un trabajo realmente sobresaliente, vibrante e impredecible de principio a fin.
The Kusein´s Family Grandest Show es una historia de intrigas y perversiones en el seno de una familia. No es genial, pero logró ponerme muy nervioso. Lo mejor que tiene (además de la forma en que se relacionan los personajes) es cómo Samura no enfatiza las escenas más shockeantes y más perturbadoras. El tipo toma distancia y las narra con clase, con una cierta distancia, sin darles más protagonsimo que el que en realidad merecen.
Brigitte´s Dinner tiene apenas 32 páginas, y en el epílogo el autor aclara que fue pensada como una obra mucho más extensa, que después tuvo que ser condensada. Un poco se nota, principalmente por lo complejo de la trama, por lo sustancioso de la historia. Ahí había material para un largometraje, tranquilamente. Por un momento, el argumento parece convertirse en una especie de remake de Los Carruajes de Bradherley, pero por suerte agarra para otro lado, también heavy y perturbador, aunque no clonado de aquella gloriosa novela gráfica de Samura.
Le sigue la extraña Shizuru Cinema, una historieta narrada en dos niveles de realidad, a la que hay que prestarle demasiada atención para no marearse. Hasta los diálogos son complicados, y me parece que al pedo, porque lo que en el fondo quiere narrar Samura es bastante limitado.
Después hay una historieta muy cortita, una anécdota en la que el autor recuerda una partida de mahjong en la que le salió una jugada muy improbable y muy grossa. Si no entendés cómo corno se juega al mahjong, salteala porque no vas a entender absolutamente nada.
Youth Chang-Chaka-Chang es otro experimento muy breve, seis paginitas, planteadas en tono de romance estudiantil y realizadas para una publicación medio under que le pidió a Samura “una con música y erotismo”. La música está muy presente, pero el erotismo no, por eso aparece esa última página re-descolgada, en la que se ven un par de tetas.
Y mechados entre las historias hay ocho episodios de The Uniforms Stay On, breves comedias de cuatro páginas protagonizadas por chicas de colegio secundario, medio boludas y bastante delirantes (las chicas, no las comedias). Acá Samura no se propone narrar nada, simplemente dejar que las chicas hablen de lo que pinte: música, comida, literatura, moda, chongos... A veces se zarpa y tiene que apretar diálogos muy extensos en páginas repletas de viñetas microscópicas, pero en general se disfrutan mucho, porque están hechas con mucha onda y mucho humor.
Por supuesto, el atractivo principal del libro no son las historias, ni siquiera en aquellos casos en los que nos encontramos con halazgos notables en los argumentos o los guiones. Lo grosso es SIEMPRE el dibujo de Samura, que a esta altura ya no tiene parangón. En todos los géneros, en todos los registros, cuando le sobran páginas, cuando le faltan, cuando labura solo, cuando pone un asistente a hacerle los fondos, SIEMPRE el dibujo de Samura cobra vida, se despega de la página, te hipnotiza, te vuelve loco, te maravilla, te hace decir “hijo de puta, no puede ser que hagas TODO tan bien!”. Posta, acá hay cátedras. De ambientación, de climas, de planteo de escenas de acción, de detalles en primeros planos, fondos, vestimenta y peinados, de uso de texturas (digitales y manuales), líneas cinéticas y tramas mecánicas... No hay un cuadrito donde no se lo vea a Samura dejar la vida.
Si te gusta el dibujo, corré a comprar Emerald, o cualquier otro manga de Hiroaki Samura. Y si lo tuyo son las buenas historias, entrale con confianza, que acá hay varias. Algunas son raras, o retorcidas, pero garpan sobre todo porque les sobra originalidad.
Published on September 07, 2013 17:41
September 6, 2013
06/ 09: SHOWCASE PRESENTS AMETHYST

Lo cierto es que este mega-libro trae mucho Amethyst: el prólogo a la serie, la maxiserie de 12 capítulos, un numerito de team-up con Superman, un especial y los primeros 11 episodios de la serie regular, que es la que palmó en el n°16 (en realidad hay un Special que trae lo que debió haber aparecido como n°17, más algunos extras).
Esta es una serie rara, creada para captar lectoras jóvenes, chicas de 12 a 16 años, más o menos. La consigna con la que arrancan Dan Mishkin y Gary Cohn (creadores también de Blue Devil) es la misma de Den (de Richard Corben): una adolescente común y corriente, de apenas 13 añitos, pasa a un mundo paralelo, una dimensión de epopeyas y misticismo en la que tiene el cuerpo de una mina grande y los re-poderes, que obviamente usará para enfrentar a malignas amenazas. Lo más interesante es cómo los autores se esfuerzan por hacer la Gran Thor, es decir, darle mucha bola a lo que pasa en el maravilloso Gemworld, sin descuidar el hecho de que Amethyst también es Amy Winston, una chica normal de una ciudad yanki como cualquier otra. Las aventuras están orquestadas de tal modo que sea lógico y natural pasar en casi todos los episodios de un mundo al otro y sacarle el jugo a dos elencos distintos de personajes secundarios.
Por supuesto, por más que Mishkin y Cohn se esforzaran por darle onda a los problemas que Amy debía enfrentar en su casa o en la escuela, lo más atractivo de la serie terminó por ser el Gemworld, porque capítulo a capítulo los lectores nos fuimos encontrando con un mundo complejo, muy bien pensado, con misterios, intrigas palaciegas, amores prohibidos, príncipes y reyes corrompidos por el poder, infinitas variantes para generar situaciones límite, de riesgo palpable para los héroes, y sobre el final del tomo, las vueltas limadas al origen del Gemworld, que abren un montón de nuevas posibilidades. A pesar de estar apuntado a las chicas de 13 años, la serie tiene mucho ritmo, no subestima nunca al lector, no se cuelga a explicar 15 veces lo mismo. Y pasan cosas heavies, a años luz del cuento de hadas edulcorado y naif que se les suele ofrecer a las chicas. Por eso Amethyst se deja leer aún hoy y se hace bastante llevadero. Ojo, no trates de clavarte las 650 páginas en un finde, porque te va a dar un ACV. Pero entrale con confianza, que la trama te va a enganchar, sobre todo si te copa la fantasía épica.
Toda la primera parte está dibujada por Ernie Colón, un titán del claroscuro, que al principio miraba demasiado la anatomía y los enfoques de Gil Kane, para después agregar su propio estilo, con ese pincel desbocado, casi endemoniado, con un grosor de línea que no para de variar para lograr efectos y detalles muy copados. Sin ser un mega-virtuoso, el estilo de Colón es ganchero y está respaldado por una excelente planificación de las secuencias, llenas de truquitos narrativos, de los clásicos y de los que inventaba el propio Colón. Cuando termina la maxiserie original, Colón se baja y llega Ric Estrada, un dibujante anticuado, sin onda ni imaginación, a quien ya padecimos en el Showcase de All-Star Comics. Ahí nos esperan muchas páginas visualmente muy chatas y sobre el final, regresa Ernie Colón, mucho más zarpado que en su primera etapa. El Colón de las últimas.. 70-75 páginas sube la apuesta al claroscuro y empieza a acercarse a los experimentos gráficos de un Alex Niño o un Carlos Meglia, apoyado por las magníficas tintas de Karl Kesel y sin descuidar nunca la narrativa. Un hallazgo.
Hace poco, DC trató de reflotar a Amethyst pero le fue muy mal, duró sólo ocho episodios. Por suerte, esa movida frustrada sirvió para que se reeditara todo este material, un clásico ochentoso marginal, de culto, como Psychedelic Furs o Lloyd Cole & the Commotions. Ojalá consiga los numeritos posteriores al 11, así la completo.
Published on September 06, 2013 14:09
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