14/ 09: FUMETSU

Vamos con otro comic chileno, este editado hace muy poquito, en Abril de este año, para coincidir con el evento al que tuve la suerte de ser invitado. El guionista es Felipe Benavides (también conocido como Flint), uno de los coordinadores del regreso del Dr. Mortis que vimos hace justo dos semanas. Y el dibujante es Fernando Pinto, a quien no conocía. La portada, como no podía ser de otra manera, la coloreó Kóte Carvajal, el Dave Stewart chileno.
Lo más atractivo de Fumetsu es el planteo: en un futuro distópico en el que la civilización colapsó, la humanidad (desunida y sin tecnología) se convirtió en presa fácil para una raza alienígena que vino a quedarse con todo y ahora la última esperanza de nuestra raza es que despierte Fumetsu, un samurai noble, valiente y cuasi-inmortal, que pondrá su poderosa espada al servicio de la resistencia humana contra los Warui. La premisa garantiza acción, post-holocausto, artes marciales, chumbos y elementos sobrenaturales, como para que a la historia no le falten argumentos gancheros. Ah, también hay una nena de 12 años con un gigantesco perro-oso que parece salido de un film de Miyazaki, por si faltaba una cuota de ternura, o de humor más naïf.
A lo largo de estas 48 páginas, Benavides narra el equivalente a dos episodios de una típica serie mainstream yanki. De hecho, cuando van justo 24 páginas se produce la primera pausa marcada en el relato, que “señaliza” el fin del tramo inicial y el comienzo de otro que tomará otro rumbo y sumará a otros personajes al elenco. Como en las series actuales del mainstream yanki, en cada “bloque” de 24 páginas de Fumetsu pasa muy poco. Y no porque el guionista nos inflija infinitas escenas de cabecitas que hablan o se miran en silencio, sino porque el núcleo de cada uno de estos bloques es la machaca. En ese sentido, Fumetsu se acerca mucho más al manga, más precisamente al shonen: Benavides y Pinto nos bombardean con extensas peleas narradas sin textos, con una descomposición de la imagen que multiplica la cantidad de viñetas en cada página. Así, la machaca aparece graficada en detalle, acción a acción, golpe a golpe, con varias imágenes para mostrar un salto, una caída o una espada que se desenvaina.
El efecto de esto es que la historieta te ofrezca poca lectura y mucha “golosina visual”, algo que si te gusta leer es medio choto, porque vas a terminar el librito muy rápido y te va a quedar la sensación de haber leído algo muy breve, casi efímero. Lo cual además es una pena, porque el contexto en el que se desarrolla la historia tiene mucho potencial para emprender un relato más complejo, para indagar un poco más en el contexto en el que se desarrolla la trama y –sobre todo- en la psiquis de los personajes, que son atractivos pero poco profundos, como las modelos de las publicidades.
Lo que no se puede discutir es que Fumetsu es un comic muy entretenido, vertiginoso, casi sin pausas, en parte gracias al despliegue visual que propone Fernando Pinto, un dibujante que me hizo acordar muchísimo a lo que hacía Enric Rebollo en los ´90, en El Víbora y en la recordada colección Brut, de La Cúpula. Pinto no dibuja a los personajes gordos (un yeite típico de Rebollo), sino que busca una estilización más marcada, más cerca del dibujo que predomina en el mainstream yanki. Y le sale bastante bien. Sin ser un virtuoso, logra plasmar en la página todo lo que pide el guión y se luce con creces a la hora de narrar en imágenes esas extensas peleas de las que hablábamos antes. En la narrativa, en la elección de los ángulos y en la aplicación de los grises es donde mejor le va a este dibujante, que todavía tiene mucho margen para crecer, pero que hasta ahora viene bien encaminado.
Sospecho que con un trasfondo tan interesante y con tanto por explorar, Benavides y Pinto estarán esperando luz verde, o ya decididamente lanzados a producir nuevas historias de Fumetsu y sus aliados. Al villano más pulenta todavía ni lo vieron y la última página nos muestra que este ya tiene a nuevos y peligrosos súbditos dispuestos a complicarle la vida al imbatible samurai. Este primer tomito, zarpado de machaca y todo, me divirtió lo suficiente como para ir por un segundo.
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Published on September 14, 2013 16:23
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Andrés Accorsi
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