Andrés Accorsi's Blog, page 111
August 27, 2015
27/ 08: MEZEK

Lo primero que me interesó es la ambientación: Israel, 1948. Un país nuevo, creado “por decreto” y atacado por casi todos sus vecinos, necesita armar una fuerza aérea pero no tiene pilotos ni aviones. Yann nos cuenta cómo los jóvenes pilotos israelíes se entrenan en Italia, mientras Israel contrata a aviadores mercenarios de otros países que sepan pilotear los poco aviones de guerra que logran conseguir. Checoslovaquia les vende de keruza unos cuantos Mezek (apodados “las mulas” o “ataúdes con alas” ) y un grupito de pilotos yankis y europeos se ofrecen a combatir a bordo de esos aviones bastante precarios contra los iracundos vecinos árabes que quieren terminar el trabajo sucio de Hitler y exterminar a los judíos antes de que logren asentarse del todo en su territorio. Primera vez que me encuentro con una ficción situada en ese contexto histórico, que obviamente ofrece muchísimo jugo.
La trama está muy bien, con secretos que se revelan en el momento justo, con el pasado del protagonista como fuente de misterios y suspicacias, y con unas cuantas (y muy logradas) escenas de acción. Quizás lo que hace un poco de ruido es que, a 16 páginas del final, Yann parece arrancar con una nueva historia, con una “aventura dentro de la aventura” que por su complejidad bien podría haber sido un álbum aparte de este, con 48 páginas dedicadas a explorar el conflicto y resolverlo. Finalmente, esa “segunda aventura” (cuyo principal atractivo es el dilema moral que le plantea a los protagonistas) se resuelve en muy pocas páginas, muy cargadas de texto, en las que los diálogos terminan por explicar buena parte de lo que sucede. Y el resto de las páginas se las lleva un epílogo muy emotivo, con un par de giros que jamás te ves venir.
No quiero contar mucho más, pero Mezek es un comic bélico atípico, con mucho desarrollo de personajes, tintes románticos, rosca política y misterios profundos. El guión está muy bien documentado, a tal punto que cualquier cosa que nos cuente Yann nos va a parecer verosímil. Y las sorpresas y los giros impredecibles no son puro impacto, sino que le suman coherencia y polenta a este notable desarrollo de personajes.
El dibujo de Juillard nunca baja de majestuoso, aunque claro, nunca renuncia a esa impronta fría y distante. Sus mejores momentos en esta obra tienen que ver con las escenas oníricas, lo cual es bastante paradójico si pensamos lo mucho que se esforzó Juillard para documentarse a full y reproducir a la perfección armas, uniformes y aviones de las milicias israelíes de aquella época.
En síntesis, estamos frente a un muy buen trabajo, muy beneficiado por el hecho de ser un tomo unitario, en el que Yann y Juillard rompen las reglas de la historieta bélica para plantearnos conflictos muy humanos, que nos hacen sentir muy cerca de los personajes aunque nunca hayamos tripulado un Mezek, un Messerschmitt o un Spitfire sobre los cielos de Medio Oriente.
Published on August 27, 2015 19:23
August 26, 2015
26/ 08: LA SUDESTADA

Paso a paso, con un ritmo cautivante, Sáenz Valiente urde una trama brillante, sostenida en el suspenso y en una construcción de personajes digna de los grandes guionistas de todos los tiempos. Creo que lo mejor que tiene La Sudestada es esa combinación entre el misterio elaborado, sofisticado, para nada predecible, con esas escenas más prosaicas, más cotidianas, más de camiseta y pantuflas. Y claro, lo más difícil es armar un personaje que se pueda mover con fluidez en esos dos ámbitos, algo que Juan logra a la perfección con la creación de Jorge Villafañez, un personaje complejo, fascinante, al que uno ama, odia, banca y hasta siente que lo conoce de toda la vida.
Hay muchísimos momentos geniales en La Sudestada, y me quedo con uno: cuando Elvira reacciona después del desmayo, queda cara a cara con Jorge, lo mira y le dice “¿quién es usted?”. Ahí Juan te clava dos viñetas mudas, para acentuar la pausa. Es un punto clave, decisivo, ese en el que si esto fuera un programa de TV, te mandarían el “inicio de espacio publicitario”. Y está puesto a proósito en una página impar, para prolongar el suspenso esos segundos que tardás en dar vuelta la página. Yo cerré el libro ahí, en la página 69. Fue todo tan grosso, me movilizó tanto, que tuve que parar y retomar en otro momento. Pero las escenas inolvidables del libro son muchas, de verdad.
El dibujo de Sáenz Valiente es una belleza. Tiene una forma muy personal de reflejar el mundo real, que parece apartarse del estilo académico y aún así transmitir mucha más sensación de realismo que los dibujantes que están más pendientes de la foto. Juan también mira fotos, pero las pasa por el cristal de su visión personal del mundo y le agrega sutileza, expresividad, cercanía y cierto tinte decadente. Esta vez, además de brillar en los paisajes urbanos (basados en una Buenos Aires perfectamente reconocible), Sáenz Valiente la rompe cuando dibuja las arboledas del Tigre, el río y las cabañas.
La narrativa es excelente y le permite a Juan brillar en todo su esplendor en unas cuantas escenas mudas que te ponen los pelos de punta. Cuando el autor planificó esta novela (pensando en un editor francés que finalmente se echó atrás), La Sudestada tenía color. Cuando decidió publicarla primero en Argentina, decidió que el color no lo conformaba y la reversionó para blanco, negro y grises. La verdad que se ve espectacular, pero Juan colorea tan bien, que no estaría mal publicar (más adelante, cuando se agote esta edición) la versión a todo color.
La Sudestada es una historieta FUNDAMENTAL. Si hasta ahora Sáenz Valiente había brillado grosso de la mano de Carlos Trillo, de Pablo De Santis y bastante menos en sus trabajos solistas, ahora se dio vuelta la tortilla. Esta es su obra definitiva, la más notable de su impactante carrera artística. Climas atrapantes, diálogos afiladísimos, silencios devastadores y situaciones de enorme originalidad adornan una trama redondísima, que se guarda sorpresas hasta la última página, y que encima está dibujada como la hiper-concha de Dios por un virtuoso, un monstruo, quizás el más sólido de los autores argentinos de menos de 35 años. Esto es papa increíblemente fina y –no te quepa duda- está destinada a levantar premios en carretilla. Ovación de pie para Juan Sáenz Valiente.
Published on August 26, 2015 19:55
August 25, 2015
25/ 08: FF Vol.2

Como en Fantastic Four, los últimos cuatro episodios componen una saga grossa. De hecho es LA MISMA saga grossa (con Dr. Doom, Annihilus y una especie de Kang), pero vista totalmente desde otra óptica. La diferencias es que los otros cuatro episodios no son exactamente historias cerraditas y casi autoconclusivas. La primera sí, parece estar pensada como un unitario, aunque le sirve a Fraction para retomar a un personaje que ya había aparecido en Fantastic Four y sumarlo al elenco de esta serie. Y el episodio en el mundo de Impossible Man también tiene cierta estructura de unitario, aunque después tendrá mucho más sentido leerlo como parte del build-up hacia la saga final. El resto del tomo es eso: build-up hacia el conflicto a todo o nada con el que va a terminar la serie.
Por momentos parece que todo está estirado medio al pedo, pero Fraction nos bombardea constantemente con ideas geniales, con toques interesantísimos en la caracterización y diálogos formidables. Cuando Fraction se empieza a despedir, se hace cargo del guión Lee Allred, el hermano de Mike Allred, que mantiene los diálogos en un gran nivel. Entre los dos, le pegan vueltas de tuerca magníficas a Ant-Man, al Dr. Doom, a Maximus, al Watcher, e incluso a un personaje siempre menor como era Ravenna, la “novia” de Kang, de la que nos tiran data sumamente inquietante. Se puede criticar que Medusa, She-Hulk y Darla están casi de decorado, porque ninguno de los conflictos importantes las afectan. Pero suman a la hora de los diálogos graciosos y además Ant-Man solo al frente de todos los chicos de la FF no resultaba creíble.
El final es excelente, intenso, emotivo, con peleas zarpadas, revelaciones impactantes, detalles ingeniosos (como la aparición de los HeroClix) y un esfuerzo muy loable para que si sólo leías FF pudieras entender todo, sin necesidad de comprarte los números de Fantastic Four que también son parte de esta saga. Incluso dos personajes que durante toda la era Fraction son parte de Fantastic Four (Franklin y Valeria) tienen sus mejores escenas acá, en el final de FF. El epílogo comparte algunas páginas con el que vimos en el Vol.3 de Fantastic Four y está compuesto básicamente de escenas emotivas y diálogos cómicos, casi al nivel de la Justice League de Giffen y DeMatteis. Así que estamos ante un TPB que uno no quiere que se termine nunca.
Por supuesto, uno de los principales animadores de esta fiesta es el dibujo. Joe Quiñones la rompe en su propio estilo en el primer unitario y se camufla bajo las tintas de Mike Allred en el epílogo. Y Allred brilla en todo el resto del tomo con la jerarquía a la que ya nos tiene acostumbrados. Allred despliega un hallazgo atrás de otro en materia de puesta en página y hasta se ajusta a grillas muy estrictas cuando el ritmo del relato así lo requiere. Deja la vida en los fondos, en las escenas en las que aparecen multitudes de personajes y en ese clima que él tan bien maneja, mitad extraño y retorcido, mitad jodón y distendido. Por supuesto, su esposa Laura lo colorea como los dioses.
Si no sos muy fan de Fantastic Four pero te copa Allred, entrale a FF casi como si fuera un comic de autor y dejate llevar por el groove gráfico del creador de Madman. Si sos fan del Matt Fraction más loco, más experimental (el de Casanova, digamos), esto te va a encantar. Y si te enganchaste con Scott Lang a raíz de la peli de Ant-Man, acá lo vas a ver en un rol interesantísimo, con mucha profundidad, mucho desarrollo y una chapa cuasi-infinita. Así como los Fantastic Four de Fraction me dejaron con cierto gusto a poco, sus FF me dejaron pipón-pipón, como si me hubiera clavado una suprema a la suiza y un flan con dulce en El Salteño. ´Nuff said!
Published on August 25, 2015 12:15
August 24, 2015
24/ 08: ADOLF Vol.2

Todo el resto del tomo se centra en el pobre Toge, que no la pasa mejor en Japón que en Berlín. De nuevo lo cagan a palos, lo torturan, confía en gente que lo delata, lo persiguen, lo marginan, lo vuelven loco, le hacen un Born Again mil veces peor que el que le hizo el Kingpin a Daredevil. ¿Todo para qué? Para que entregue los documentos que Toge no piensa entregar ni por todo el oro del mundo, porque cree que su hermano murió para protegerlos y se va a encargar de sacarlos a la luz. Si logra conservarlos.
Ese parece ser el conflicto central de este tramo de Adolf: las cosas que hace Toge para no perder los documentos. Cuando los pierde, recorre tierra, mar y hasta fuego para recuperarlos. Cuando se los tratan de comprar, no transa. Cuando se los roban, los recupera… y así. Decenas de páginas que giran en torno a lo mismo: peripecias extremas en las que Toge sufre como un condenado con tal de no separarse de ese sobre con papeles. Llega un punto en que todo es tan tremendo, tan al límite, que en vez de desesperarte te empieza a causar gracia. Porque ya es cualquiera. Toge sobrevive a torturas, golpizas, caídas, naufragios, incendios… le falta pagar la entrada para ir a un Animate de los que organizaba Muñones, nada más. Lo cierto es que sostener la tensión dramática casi exclusivamente en las desventuras de Toge es algo que resistía… 50 páginas, como mucho. No 200. Por eso está bueno el tramo en el que el protagonismo se desplaza un poco hacia Yukie, la mamá japonesa de Adolf Kaufmann. Pero dura poco: rápidamente volvemos a Toge y su cacería de los documentos, o a los villanos y su cacería de Toge.
En fin… un pasaje sumamente prescindible de la saga de Adolf. Que obviamente zafa del bochorno porque el dibujo está buenísimo. Ah, no mencioné que tanto el guión como el dibujo son obra de Osamu Tezuka, el Dios del Manga. No, la portada no. La portada es un aborto talidómico que pergeñaron los amigos de Viz Graphics. Posta, para alquilar balcones… y llenarlos de francotiradores.
Habrá más Adolf en el blog, y ojalá levante. Yo me acuerdo que me había gustado muchísimo. No quiero ponerme en dogmático y afirmar que el romance de Tezuka con el gekiga se terminó junto con la década del ´70. Veremos qué pasa más adelante…
Published on August 24, 2015 19:41
August 23, 2015
23/ 08: BOSQUENEGRO Vol.3

El argumento es simple: una extraña criatura alienígena cae en Bosquenegro y sus habitantes no saben bien cómo reaccionar. Hasta que la criatura comienza a comer vorazmente y el miedo invade a los gnomos, hadas, bichos y brujas de Bosquenegro. Ahí está el tema de esta obra: el miedo a lo distinto, a lo que no conocemos. Calvi logra sacar de ese tema el espesor dramático justo como para que la aventura tenga un conflicto grosso, sin shockear ni perturbar a los chicos que seguramente se acercarán a esta historieta. Y por supuesto, la línea que baja respecto de este tema es la correcta.
Lo mejor que tiene esta historia es que encaja perfecto en el espacio con el que cuenta Calvi para desarrollarla. En ningún momento parece estirada y a medida que se acerca el final, no vemos al autor pisando el acelerador como si estuviera jugando al GTA para llegar a cerrar la trama en la página 44. El ritmo fluye de un modo muy armónico, con espacio para la aventura y para la dosis de humor que requiere una historieta como esta. A la hora de la resolución, el humor va a jugar un rol fundamental: el final feliz feliz llega cuando la criatura alienígena logra echarse un garco de proporciones colosales. Pero hete aquí que los personajes mencionan la “montaña de caca” y el autor no la muestra nunca. El hecho (importantísimo para la trama) de que el alienígena recupera su tamaño normal y su buena onda luego de generar un auténtico holocausto fecal está totalmente desenfatizado. Calvi opta por sugerirlo, no graficarlo, como si fuera algo tremendo, atroz. Calculo que, aún así, los chicos entienden lo que pasa y les causa gracia. Y calculo también que mostrar explícitamente el mega-sorete saliendo del culo del alien podría hacer que los padres, que supervisan el contenido de los libros que le dan a sus hijos, descarten a Bosquenegro por considerarlo escatológico.
De todos modos, el dibujo de Calvi es tan lindo, tan elegante, que aunque dibujara 44 páginas de culos y soretes el libro se vería muy bien. Difícilmente los chicos que lean Bosquenegro logren valorar los riesgos que Calvi asume a la hora de dibujar estas páginas. La plasticidad de los personajes, la complejidad de las composiciones, esa línea temblorosa, esas decisiones impredecibles a la hora de armar la paleta de colores, esas ganas de jugar con el diseño de absolutamente todo lo que vemos en cada viñeta… son cosas que vemos los grandes, y que hacen que a veces nos colguemos en la observación de esos prodigios gráficos, aún a riesgo de desengancharnos un toque de la historia. Pero bueno, es algo que puede pasar cuando un autor opta por una identidad visual tan marcada, tan fuerte, tan distinta de todo lo demás.
Este librito de Bosquenegro se lee rápido y se lee muy bien. Es una historia que a los chicos le va a encantar y a los grandes les va a hacer pasar un buen momento. Si estás con ganas de introducir a algún borreguito o borreguita de 6-7-8 años en la lectura de historietas, Bosquenegro es una magnífica puerta de entrada.
Published on August 23, 2015 16:56
August 22, 2015
22/ 08: FANTASTIC FOUR Vol.3

El tomo arranca bárbaro, con dos unitarios muy ingeniosos. En uno, Fraction nos propone revisitar el origen del Dr.Doom y arma una aventura muy loca en torno a eso, a presencias que de alguna manera “supervisan” la transformación de Victor Von Doom en el villano más temible del Universo Marvel. En el otro, los skrulls toman partido en la independencia de los EEUU y los Fantastic Four viajan a 1776 a evitar que la historia cambie para siempre. Son dos típicas historias de viajes en el tiempo, con ideas muy atractivas y conceptos locos de ciencia-ficción al estilo de lo que Fraction nos suele mostrar en Casanova.
Después viene un arquito de dos episodios en el que las ideas se empiezan a desdibujar. Fraction insiste con los conceptos de ci-fi, las paradojas, los seres pensados para desplazarse por el tiempo… pero falta un conflicto más sólido y sobra la machaca, que no aporta absolutamente nada. Y para el cierre, para los cuatro episodios finales, Fraction recluta como co-guionista a Karl Kesel, un verdadero especialista en Fantastic Four, para tratar de cerrar coherentemente las puntas que le quedaban abiertas. Bueno, no pudo ser. El tramo final se puebla de villanos grossos (¡Doom, Annihilus y Kang!), de héroes de realidades y tiempos alternativos y de batallas a todo o nada.
Más allá de la espectacularidad, la saga final no me convenció demasiado, sobre todo por la forma en que resuelve la mejor idea de las que Fraction arrastraba de los tomos anteriores: la enfermedad degenerativa que afectaba a los FF, que los atacaba y deterioraba a nivel celular. Por suerte hay otras ideas interesantes y muchos diálogos brillantes, muchas escenas grossas en lo que respecta al desarrollo y la definición de los personajes. Pero falta un poco más de fuerza, de prolijidad a la hora de contar, de esfuerzo para que todo se amalgame mejor y el final sea más orgánico, más satisfactorio.
Tampoco ayuda el hecho de que, tres capítulos antes del final, se vaya el dibujante titular y entre un suplente bastante menos idóneo, el italiano Raffaele Ienco. Que no es horrible, pobre flaco. Es una especie de Gene Ha sin pulir, al que si lo dejan puede llegar a convertirse en un excelente seguidor de la línea del ídolo. Por ahora, le falta un poco. Y el titular al que reemplaza es Mark Bagley, que viene de una vertiente gráfica totalmente distinta, mucho más cercana a la línea clásica, redondita y cuasi-amistosa de Alan Davis. De hecho, cuando trabaja con el mismo entintador que entintó los mejores trabajos de Davis (Mark Farmer), Bagley se aproxima mucho a la calidad del maestro británico. Cuando lo entinta Joe Rubinstein, en cambio, el dibujo de Bagley se luce mucho menos, muestra más sus limitaciones. De todos modos estamos hablando de un dibujante de mainstream superheroico siempre correcto, que maneja bien la narrativa, que entiende la espectacularidad que tiene que tener esta clase de relatos y al que, si no le pedís originalidad ni genialidades, no te va a defraudar.
Las 10 páginas finales son un epílogo que conecta con el final de FF (la otra serie que escribía Fraction), que voy a leer esta semana. Están dibujadas por el gran Joe Quiñones, que imita perfecto el estilo de Mike Allred, entintadas por el ídolo y coloreadas por su esposa. Es puro diálogo y ahí Fraction ya ni figura, pero lo que escribe Kesel me dejó cebadísimo para entrarle a ese último TPB con el que completo esta breve etapa de Fantastic Four. Después viene otra etapa breve (la de James Robinson, que no me llamó la atención como para comprarla) y después… no hay más. Un disparate.
Published on August 22, 2015 18:44
August 21, 2015
21/ 08: LOS AÑOS DE ALLENDE

A lo largo de más de 120 páginas, Reyes recapitula todos los eventos importantes sucedidos a partir de 1970, cuando se acercan las elecciones que ganará (contra muchos pronósticos) la Unidad Popular de Salvador Allende, una fuerza política que propone algo nunca antes intentado en el mundo: transformar a un país capitalista en uno comunista sin una revolución, sin tiros ni violencia, sino por la vía institucional, a través del voto y el ejercicio de la democracia. ¿Genialidad, utopía o disparate? Lo cierto es que ese experimento se llevó a cabo en Chile durante tres años y esta novela gráfica se centra en cada medida del gobierno, la resistencia que encontró, el apoyo que logró, los intereses que afectó y la cintura que le faltó para gambetear la inevitable conspiración que terminaría por voltearlo.
Como en todo comic documental, el verdadero desafío es tirarle al lector una masa de datos sin aburrirlo. Yo creo que a esta historieta le sobra el… 20% de los datos que tira Reyes, datos que yo por supuesto desconocía y que –desde el desconocimiento- no me parecen imprescindibles para entender las distintas coyunturas por las que nos lleva el guión. Un guión que sin dudas cumple el objetivo de informar sin aburrir, y que justifica ampliamente el esfuerzo que hace para no tomar partido abiertamente por el gobierno de la UP. La historia está contada por un personaje ficticio, un periodista estadounidense que está en Chile como corresponsal y al que todo lo que sucede lo sorprende tanto como al lector que agarra este comic sin tener la más puta idea de quién es Allende, dónde queda Chile y cuál es la diferencia entre capitalismo y comunismo.
La verdad que, para haberse tomado el laburo de crear a John Nitsch, Reyes lo usa bastante poco. Son tantas las cosas que tiene para contarnos el guión, que quien debería ser el personaje central tiene un rol chiquito, casi marginal. John Nitsch logra asomar la cabeza en momentos muy puntuales, en los que Reyes logra parar el carro de la información, cuando la historia del país da ese pequeño respiro como para que aparezcan las historias de la gente. La gracia es que, al mantenerse siempre estupefacto por las realidades de las que le toca ser testigo, Nitsch no logra amasar certezas para juzgar a los actores que impulsan la trama. Eso puede ir contra el espesor dramático de la obra, pero le da una coherencia, una especie de “asepsia ideológica” que sin dudas le juega a favor.
En el apartado gráfico tenemos a Rodrigo Elgueta, a quien ya vimos colaborar con Reyes en alguno de los tomos de Mortis. Elgueta sabe que este no es un trabajo para lucirse. Acá la estrella es la historia real, lo que realmente sucedió. Su misión es retratar esa época, esas personas y esos sucesos de modo fidedigno y sin llamar demasiado la atención desde la técnica, porque se suponía (con razón) que buena parte de los lectores de Los Años de Allende provendrían de las amplias mayorías que se acercaban por primera vez a la novela gráfica. Elgueta sortea muy bien los desafíos, ofrece una amplia variedad de soluciones con el blanco, el negro y los grises (que no parecen aplicados digitalmente, sino con aguadas logradas con pincel) y se fuma con aplomo páginas con muchas viñetas, a veces muy cargadas de texto. Cerca del final (no casualmente cuando se lanza el embate militar que terminará con la muerte de Allende) cambia la técnica, elimina la tinta negra y durante siete dramáticas páginas sólo vemos lápices. Y están muy bien, muy sólidos, por momentos me remitieron a los lápices de Solano López en su famoso comic documental basado en Operación Masacre, de Rodolfo Walsh.
Los Años de Allende es un testimonio valiosísimo si te gusta la historia latinoamericana reciente, o si creés que la historieta se puede usar para contar otro tipo de epopeyas, que no incluyen superpoderes ni planetas remotos. En un país como Chile que jamás revisó las atrocidades que aún lo manchan, el trabajo de Reyes y Elgueta trae un bienvenido soplo de verdad, memoria y justicia. Por eso es fundamental.
Published on August 21, 2015 19:03
August 20, 2015
20/ 08: FRAGMENTOS

Hoy quiero aprovechar para invitarlos a todos a la primera de las muchísimas actividades que este año forman parte del Esperando a Comicópolis, en el inicio de una larga previa rumbo al festival internacional de historieta que explota del 17 al 20 de Septiembre en Tecnópolis. Como siempre, las propuestas de Esperando a Comicópolis tienen lugar en espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires y este año todo empieza temprano y con un estruendo, como el Big-Bang.
Este martes 25 a las 19 hs. inauguramos la muestra Fragmentos, la mega-retrospectiva del maestro José Muñoz (argentino radicado hace décadas en Europa) que recorre más de 40 años de la trayectoria del genio del claroscuro. Dibujos, historietas, ilustraciones, material audiovisual y mucho más en una muestra que ofrecerá más de 200 originales de Muñoz, algo nunca visto en nuestro país. De las primeras aventuras de Alack Sinner hasta sus trabajos más recientes, Muñoz viene a mostrarnos absolutamente todo, incluso muchas obras que nunca se publicaron en nuestro idioma y que muchos de sus fans ni siquiera imaginan que existen.
Todo esto podrá disfrutarse a partir del 25 de Agosto y hasta el 20 de Septiembre en el Palais de Glace, Av. Libertador 1248 o Posadas 1725, ciudad de Buenos Aires, por supuesto con entrada libre y gratuita. El maestro Muñoz (quien se ocupó de curar personalmente la muestra) estará presente el martes en la inauguración y –como no podía ser de otra manera- es una de las inmensas figuras que integran la lista de invitados de Comicópolis 2015.
Así que si te gusta la buena historieta, el martes tenemos una cita impostergable con uno de sus exponentes más brillantes, nada menos que el único argentino que fue elegido para presidir el Festival de Angouleme, el evento comiquero más prestigioso de Europa.
Más adelante vamos a compartir otros puntos destacados de la ambiciosa programación de Esperando a Comicópolis, como así también la lista completa de los artistas que van a participar este año del festival, pensada para provocarle a los fans unos cuantos cambios de ropa interior.
Por ahora, eso. El genio, el monstruo, José Muñoz (MunDios, para los más devotos) en vivo, en el majestuoso Palais de Glace, rodeado de lo más selecto de su obra en una superproducción con la que Comicópolis 2015 empieza a hacer historia. Nos vemos allá el martes.
Y mañana una nueva reseña, mientras nos seguimos acercando peligrosamente al post número 2000 del blog.
Published on August 20, 2015 18:14
August 19, 2015
19/ 08: JUDIOS

El libro está dividido en varios sectores y en casi todos conviven los chistes de un sólo cuadro, las tiras y las historietas. Algunos incluyen también ilustraciones y otros tienen sólo ilustraciones, sin textos, o con una frase, sin diálogos ni narrativa. Langer deja la vida en cada ilustración y hay muchísimas que son realmente brillantes, con un trabajo increíble en la composición, las texturas y el color. Pero claro, son un mimo a los ojos. Y el fan de Langer busca otra cosa, busca ese dibujo mugriento, agresivo, nervioso, puesto en función de relatos (y mini-relatos) jodidos, cargados de mala leche e incorrección política. Por suerte, de eso también hay muchísimo. El libro tiene mucha narrativa, a veces a modo de historias o chistes mudos, pero siempre con el talento de Langer para contar historias en imágenes.
Y además mucha variedad: hay chistes de campos de concentración, de Moisés y los mandamientos, de golems, de actitudes cotidianas con las que se discrimina a los judíos, de la AMIA, de rabinos, de nazis y neonazis, de las festividades judías, de idishe mames… A mí el segmento que más me gustó, con el que más me reí a carcajadas, fue el de Mamá Pierri, en el que Langer recopila varias páginas de la vieja facha que aparece en la revista Barcelona (y a la que le dedicó un libro entero, reseñado el 29/09/11). Ese es el Langer más salvaje, más descarnado, más al límite, el que hace ver a South Park como una remake chota de Los Ositos Cariñosos.
Y lo que más me impactó, lo que además de hacerme reir me dejó pensando es el segmento dedicado a la guerra en Medio Oriente. Langer le saca un jugo glorioso al conflicto entre israelíes y palestinos y logra chistes e historietas realmente geniales basadas en una decisión arriesgada: repartir duro y parejo para los dos lados. Ahí no importa que Langer sea judío: no hace la boludez de ponerse la camiseta y defener cualquier cosa que haga Israel en su eterna lucha contra los musulmanes que rodean su territorio. Los garrotazos para nada sutiles del autor vuelan para un lado y para el otro. Los chistes revelan con certera precisión cómo de los dos lados hay irracionalidad, venalidad, mala leche, doble discurso y muchas más ganas de exterminar al adversario que de convivir en paz. Ni siquiera cuando le toca abordar la masacre perpetrada por un comando islámico en la revista Charlie Hebdo aparece en Langer la tentación de condenar ciegamente a estos fundamentalistas de la violencia. Langer sabe que detrás de cada acto supuestamente irracional hay intereses, avechuchos que se benefician, y nos transmite esa certeza con ingenio, humor y una claridad poco frecuente en los medios de comunicación más masivos.
En fin… otra obra monumental de uno de mis humoristas gráficos favoritos de todos los tiempos. Me cuesta ser objetivo con Langer porque hace muchos años que lo considero un genio y además nos une el afecto a nivel personal. Me encanta que exista este libro, por lo que tiene adentro y como testimonio de muchos años de laburo de esta bestia del dibujo, de este salvaje de huevos inmensos que todos los días se levanta con ganas de correr un cachito más para el lado del carajo las fronteras del humor.
Published on August 19, 2015 19:36
August 18, 2015
18/ 08: THE UNWRITTEN Vol.8

Bueno, este tomo no tiene nada que ver con la graphic novel. Es la continuación directa del Vol.7 y va para donde aquel tomo proponía ir. La acción centrada en Australia, Danny Armitage y la oficial de policía Didge Patterson en roles muy destacados, historias protagonizadas por Richie Savoy que transcurren al margen, en paralelo a la saga principal, y ahora sí, mucho desarrollo para Tom Taylor, porque se empieza a avizorar el final y hay muchísimas cosas para explicar. Madame Rausch vuelve al banco de suplentes y Lizzie Hexam tiene un papel tirando a chiquito. Mike Carey necesita empezar a cerrar puntas de las que vienen colgadas desde los primeros tomos de la serie y eso requiere espacio. Imposible repartir el que hay entre más de cinco o seis personajes.
Acá nos enteramos finalmente dónde estaba Wilson Taylor, el papá de Tom (y Tommy), y se termina de explicar y de cerrar el longevo subplot de Pauly Bruckner, a quien Carey le da un enorme protagonismo en estas páginas. Si hasta ahora Pauly era un personaje interesante, acá se hace tan grosso que querés que le den su propia serie mensual. También tenemos la muerte de un personaje que venía ganando impulso, y el regreso (muy cambiado) de uno de los que ya dábamos por muerto y re-muerto.
No quiero extenderme en el chamuyo porque no tengo tiempo. Esto está buenísimo. Carey encontró la forma de que, ya con muchos episodios encima, la serie sea difícil de predecir y esté siempre en un status quo inquietante, raro, donde los volantazos más bizarros (como el del final de este tomo) parezcan totalmente coherentes.
Y el dibujo… bueno, el dibujo sigue lejos de la genialidad. Peter Gross pone huevo, se esfuerza, pero sigue mostrando claramente sus limitaciones, que no son pocas. Por suerte, en el arquito argumental protagonizado por Savoy, llega un viejo conocido de Carey y Gross, el gran Dean Ormston y –como en tantos unitarios de Lucifer- caza los bocetos de Gross y los eleva a un nivel de oscuridad, de expresionismo y de belleza que lo ponen muy por encima de la media de lo que se ve normalmente en los comics de Vertigo.
Todavía no tengo comprado el Vol.9, así que no sé cuando retomo The Unwritten. Pero seguro banco hasta el infinito y más allá este viaje hipnótico hacia el interior del relato.
Published on August 18, 2015 16:18
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