Óscar Contardo's Blog, page 141
July 1, 2017
El último patroncito
El orden autárquico de la hacienda dominó Chile por 400 años, hasta que desapareció. La imagen del patrón vuelve hoy a nosotros satanizada por las teleseries. Y, sin embargo, no hay registro alguno de rebeliones campesinas. Y eso es porque la hacienda fue un lugar de encuentro, de dominación legítima, no de opresión arbitraria. El patrón ejercía el poder en el plano de la presencia cotidiana y la reciprocidad clientelar. La desigualdad de estatus entre él y el inquilino, eso sí, era total. El primero encarnaba, a vistas del segundo, todo lo bueno y lo honesto. Era el pulcro espejo en el cual se reflejaba la precariedad propia. Era el patroncito.
Cuando las familias patronales devinieron urbanas, ya nadie quizo capitanear los campos. Se dejaba al mando, muchas veces, al más bruto entre los hermanos.
Manuel José Ossandón Irarrázabal es el último de esos brutos. El que a pesar de haber pasado por el Tabancura, terminó estudiando, sin más opciones, un oficio para administrar los campos heredados. Toda su vida ha sido mantenido por la plata antigua de una poderosa tribu que fue dueña de Pirque y de casi todo Zapallar. Todo lo contrario al mérito. Pero logró convertir sus defectos en algo valioso: se puso la capa de vicuña de su bisabuelo y se convirtió en un gran alcalde de los antiguos predios familiares. En un patroncito atento, responsable y leal con los suyos, y ladino, pendenciero y macuco con los de afuera y con los que no le agachan el moño.
Algunos piensan que Ossandón representa una renovación política. Nada más ingenuo. Ossandón no tiene ideología ni doctrina. Desprecia las ideas, al igual que todo lo que no entiende. Ha quedado claro que jamás ha leído un libro, un proyecto de ley o su propio programa (que es bastante bueno). Lo suyo está en “la calle”, en ser el campeón de los que le entregan lealtad a cambio de protección. Es pura presencia y nada de reflexión. Y su enemigo son los nuevos ricos, los ricos de nuevo, los tiburones bursátiles, los recién llegados, los afeminados, los inmigrantes, los indios y los siúticos. Todo ese gran “afuera” al que, en última instancia, le correría bala.
Otros creen que Ossandón entiende los problemas de la gente, y podría solucionarlos como presidente. Nada más equivocado. Ossandón es un parlante por donde se cuela el murmullo y la queja desordenada de las ferias. Repite lo que escucha, pero no comprende lo que repite. Además, su lógica política, basada en la confianza personal, aunque funcione en una alcaldía, es incompatible con la democracia republicana y sus instituciones representativas. Mal podría el populismo salvarnos del populismo.
Ossandón debería ser entendido, al igual que Trump, como un síntoma y no como la enfermedad. Una inflamación antimoderna que no basta con sacar de la carrera presidencial, sino que debe ser analizada con atención. Y su mensaje, el de quienes legítimamente lo apoyan, debe ser comprendido y procesado. Si erramos en esto, la desesperada revancha de la lógica patronal -es decir, del populismo- en contra de nuestra modernidad llena de problemas, puede ser implacable. Y no será culpa del último patroncito.
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Arrepentimientos
CUESTA SOPESAR la reciente declaración de Bachelet, pidiendo perdón al pueblo mapuche por “errores y horrores” pasados, cometidos o tolerados por el Estado. La primera impresión que produce es que estaríamos ante un hecho capital; los actos de contrición suponen un dolor y temor profundos: angustia por haber pecado y miedo a condenarse para siempre de no reparar el daño causado. Podría creerse también, que con esto, por fin, la historia cambió, habiéndose hecho justicia, poniendo las cosas en su debido lugar, salvándonos.
Un mínimo de realismo hace aconsejable, sin embargo, aterrizar el asunto. Nada hace pensar que este gobierno, de repente, se ha vuelto piadoso. Las distintas partes en el conflicto no se van a contentar con que les ofrezcan conmiseración. Ninguna de las fuerzas en contienda ha alabado a nuestros gobiernos por su capacidad y voluntad para solucionar el problema en juego. Los dos de Bachelet, para nada una excepción, y menos este último en retirada, obsesionados en La Moneda con hacer aparecer a la Presidenta haciendo algo, cualquier cosa. Lo más probable, marcando la cancha futura en caso de quedar fuera, se les cobre cuentas, y tengan que inventarse alguna causa para seguir avivando el proceso de “reformas”, supuestamente su contribución histórica. Lo vimos el 2011 con la educación, también un nudo ciego, pero ¿a la escala inflada en que terminó?
Si algo hemos aprendido de esta última administración es que importa más quien maneja la agenda de discusión que quien gobierna. No existen los gobiernos cien por ciento políticamente correctos, a no ser dictaduras, algunas solapadas (e. g. Venezuela).
Sí existen, en cambio, fuerzas vivas políticamente correctas que dicen ser portavoces de hacia dónde va la historia, aunque en un mundo tan confundido y sin sentido, no atinen a otra cosa que a un cambio, cualquier cambio, en la línea ésa de “yo prefiero el caos a esta situación tan charcha” que le venimos escuchando a Mauricio Redolés desde hace 30 años. Por tanto, de no “posicionarse” según esta lógica algo desesperada, se queda fuera uno de toda pista política biempensante; el progresismo radicalizado de estos años lo confirma.
Por tanto, lo de Bachelet cabe tomarse en serio en un plano estrictamente contingente. No vaya a creerse que sentó cátedra histórica con sus dichos, tampoco es que haya sido especialmente valiente. Según el historiador John Lukacs, haber sostenido que un negro era igual a un blanco en un mitin del Ku Klux Klan en 1915 no es lo mismo que haberlo afirmado en marchas antirracistas de los años 1970. Por cierto, a la historia le importa la verdad, pero la sabe esquiva. La tentación de imponer una versión única de lo verdadero es más propia de afanes clericales o políticos que de la historia (Paul Ricoeur). Tratándose de una disciplina tentativa que trabaja con huellas y residuos (Marc Bloch y Georges Duby), aspiraría, a lo sumo, a poder comprender y explicar. Y, ¿a hacer justicia? En materias históricas nunca se cierra el debate.
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June 30, 2017
Planeta fútbol
CHILE VAMOS vs. Vamos Chile parece ser el verdadero partido de este domingo. En un país donde ya cuesta que la gente vote, el que la Selección juegue la final de la Copa Confederaciones el mismo domingo le agrega un problema adicional. Es cierto, teoría, una cosa no impide la otra. Uno perfectamente puede votar y ver el partido. Pero, en la práctica, sabemos que no pocos van a despertar ese día en “modo fútbol”, una patología que impide hacer dos cosas al mismo tiempo.
“Primero está Chile”, dijo alguien justificando su negativa a votar el domingo. Claro, la razón indica que lo que se juega en las primarias es mucho más importante para Chile que un partido de fútbol, por muy final que sea. Pero, la pasión indica otra cosa. Porque si fuera un partido político, la “marea roja” sería por lejos el más grande del país. Competir con ella es muy difícil.
Tampoco hay que ponerse grave. Éste no es un tema que solo afecte a Chile. Por algo no hay país en el planeta que se atreva a hacer competir una elección con una final de fútbol. Solo el azar provocó una situación que parece contradictoria en sí misma. Porque el partido no solo amenaza la convocatoria a las primarias. También al protagonismo. Los medios de comunicación, por ejemplo, tendrán que dividirse. En un día normal, las elecciones coparían la agenda noticiosa. Ahora tendrán dos frentes. Pero saben que el dueño del rating será el fútbol. Y si Chile gana, el titular principal ya sabemos cuál será. Y, de seguro, habrá más espacio dedicado a aquello que al resultado de las elecciones.
Tampoco ayuda en todo esto, frases célebres como la de Alejandro Guillier -algo que ya es tradicional de él-, cuando llamó a sus adherentes a que preparen bien el asado y después duerman siesta. Es cierto que su sector no participa de las primarias, pero es un comentario que no corresponde a un político. Primero, porque él era el principal defensor de las primarias y a él le hubiera encantado estar en la papeleta. Segundo, porque se espera de una persona que aspira a ser candidato presidencial una cierta visión país, que ya sabemos Guillier carece. En suma, si él va estar durmiendo siesta ese día, quiere decir que entiende poco o nada. Lo que suceda el domingo en las primarias es fundamental para sus aspiraciones. No hay que ser muy listo para entender aquello.
Bueno, pero si uno quiere ver el vaso medio lleno, el fútbol puede ayudar a las primarias de Chile Vamos y el Frente Amplio. Si vota poca gente, podrán tener como excusa el partido. Nunca sabremos si ello fue verdad, pero al menos servirá para protegerlos de una baja convocatoria. Pero si sucede lo contrario, es decir, la gente sale a votar igual en cantidades significativas, entonces será un doble triunfo. Podrán decir que su capacidad de convocatoria es tal, que incluso pudieron superar la adversidad de un partido de fútbol.
Y todo esto habla de una sola cosa: en cualquier escenario, el gran perdedor del domingo sigue siendo la Nueva Mayoría, que se farreó las primarias. Ello son los únicos que, como Guillier, parecen estar en una siesta sin fin.
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Paraísos inexistentes
CON OCASIÓN de un discurso pronunciado por el director del diario El País, Antonio Caño, en la inauguración de los cursos de verano de la universidad del país vasco, citaba al historiador norteamericano Timothy Snyder: “Abandonar los hechos es renunciar a la libertad. La posverdad es el prefascismo”. Caño agregaba:“Estamos probablemente ante la mayor amenaza que existe contra las democracias en estos momentos. Porque la negación de los hechos o la creación de relatos que satisfacen los prejuicios y el sectarismo, tiene un propósito que siempre está ligado con el control del poder”.
Hay que hacer reales esfuerzos para evitar que tal peligroso fenómeno se instale en nuestra sociedad, evitar que la oferta de paraísos inexistentes, como una fórmula para nada inocente, de acceso al poder, termine constituyendo un camino, más bien en atajo, aceptable para una mayoría relativa aunque transitoria. Ese entusiasmo peligroso puede surgir entre otros factores de un “relato al gusto del consumidor”.
Es por lo anterior que resulta imprescindible salir al paso y denunciar a aquellos que en la búsqueda de las preferencias para noviembre próximo se empeñan en un relato catastrofista, como base esencial de justificación del paraíso inexistente que ofrecen.
Digámoslo, hoy en Chile la economía está funcionando si se atiende a la coyuntura regional y mundial, hay turbulencias qué duda cabe, pero no indicadores característicos de una crisis económica, inflación desatada, crisis cambiaria, desabastecimiento, recesión. Es cierto que se requieren mayores certezas y esfuerzos para retomar un ritmo de crecimiento inclusivo, perdido en el último tiempo, pero ese momento virtuoso jamás surgirá de propuestas populistas o poco rigurosas, como por ejemplo aquella que propone suprimir el Tribunal Constitucional o en una versión menos tajante, sustituirlo por una Corte vagamente definida.
A propósito de ofertas populistas, eso es la causa de lo que sucede hoy en Venezuela. En nuestra sociedad las instituciones funcionan, los fiscales cumplen su papel, también lo hace el poder judicial, la Contraloría, las FF.AA., las policías, el Banco Central, la prensa, etc. El debate existente no ha salido fuera de las instituciones, no ha tomado un carácter violento. Es cierto que a veces aparece marcado por ese tono de crispación o exageración, pero no llega a ser destructor del tejido social.
No hay justificación real, ni datos serios para intentar comenzar a fojas cero, ni mucho menos para programas o propuestas destinadas a destruir lo mucho avanzado. Sin ir más lejos, la semana pasada la prensa informaba – destacaba sería mucho decir-, que Chile seguía liderando el Índice de Progreso Social (IPS) en América Latina, varios puestos más abajo era posible encontrar al país que lo sigue, Uruguay.
Qué duda cabe que tenemos problemas y algunos gruesos, podremos destinar otras columnas a conversar sobre ellos; crisis de confianza en los políticos, empresarios, desigualdades persistentes. Sin embargo, creemos que nada justifica, que sería una muy mala noticia, triunfara la tesis que nada bueno ha pasado en Chile en las últimos tres décadas, los datos objetivos no dicen eso, por más empeño que pongan los vendedores de ilusiones, de paraísos inexistentes, aquello no es que suela terminar mal, siempre termina mal.
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Rol del Servel en la inscripción de partidos
LAS NUEVAS leyes reglas sobre probidad y transparencia para los partidos políticos, implicaron una limpieza de sus registros de afiliados por la vía de la reinscripción de los partidos antiguos o el incremento del número de afiliados y regiones para los más nuevos.
Ellas fueron aplicadas por el Servicio Electoral (Servel) bajo un criterio de uniformidad y consistencia para todos los partidos por igual. La gran mayoría cumplió dentro de los plazos con los requisitos y formalidades, que eran diferentes según se tratara de la reinscripción o la extensión de los partidos a nuevas regiones.
El reciente fallo del Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) hace una nueva interpretación jurídica sobre la revisión que el Servicio Electoral debe hacer al cumplimiento de requisitos legales en las inscripciones de nuevos partidos o de su extensión a nuevas regiones.
Ella modifica los criterios que el Servel ha venido aplicando por cerca de 30 años, desde la dictación de la ley de partidos políticos.
El fallo no se pronuncia si la revisión hecha por el Servel en el caso del Partido Ciudadanos fue incorrecta, simplemente niega que dicha revisión proceda jurídicamente, a pesar de que se trata de requisitos legales que el Servicio Electoral puede comprobar con los datos de los registros que custodia.
El fallo establece que los requisitos de no estar afiliado a otro partido y el de estar habilitado para votar en la región donde se está inscribiendo el partido, no deben ser revisados por el Servel en cuanto a su cumplimiento, aceptando simplemente como válidas las declaraciones juradas de los electores, a pesar de que al Servicio Electoral le conste, según los datos de sus registros, que ellas son invalidas, incorrectas y tienen una falsedad ideológica ya sea por error involuntario del elector o por una actitud dolosa.
  Las consecuencias de lo anterior son graves. El Tricel permite que un afiliado ya inscrito en un partido pueda concurrir a la formación de otro, sin renuncia escrita al primero y a pesar de que la ley declare nula la nueva afiliación. 
  
  
  Se impide al Servicio Electoral revisar y rechazar un acto evidentemente nulo, permitiendo la doble militancia, algo que la ley también prohíbe.
El fallo también impide al Servel poder revisar si el nuevo afiliado está realmente habilitado para votar en la región donde el partido está inscribiéndose. Permitiendo que los partidos se puedan inscribir en nuevas regiones con electores que no votan en ellas.
Se le impide al Servicio Electoral rechazar estas inscripciones incorrectas.
El fallo no se condice con el espíritu de probidad y transparencia que la nueva legislación pretendió establecer, constituyendo nuevos registros de partidos políticos que fueran veraces y correctos y con afiliados reales. Se posibilita la inscripción de nuevos partidos con declaraciones juradas viciadas, incorrectas, inválidas o falsas, que el Servicio Electoral no podrá revisar y que sabiendo de su incorrección tampoco podrá rechazar en el futuro, permitiendo que ellos puedan acceder a recursos fiscales para financiar su operación.
El mismo vicio podría ocurrir respecto de los patrocinios para inscribir candidaturas independientes.
  La interpretación del Tribunal Calificador de Elecciones debiera ser corregida mediante una modificación legal, que le devuelva al Servicio Electoral la facultad de revisar el cumplimiento de los requisitos legales para afiliarse a un partido y poder rechazar aquellas que no los cumplan. 
  
  
  Solo así podremos tener en el futuro registros de partidos políticos con afiliados reales y correctos. 
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¿Qué pasa con el Servicio Electoral?
EL FALLO del Tricel que revierte de manera unánime lo resuelto por el Consejo del Servicio Electoral (Servel) respecto del partido Ciudadanos, viene a ratificar que la actual institucionalidad del Servel no está dando el ancho ante las reformas que han buscado perfeccionar nuestra democracia. El triste episodio de los 500 mil domicilios electorales cambiados, el errático comportamiento frente a las primarias municipales y la cantidad de errores frente a los nuevos partidos y el refichaje ratifican el punto (las cifras sobre Ciudadanos cambiaron cuatro veces en tres semanas). ¿Qué pasa con el Servel?
Las causas parecen ser varias. Primero, el tamaño de la institución, su presupuesto y capacidades técnicas no son acordes a la tareas de la ley 18556: 1)Administrar, supervigilar y fiscalizar la inscripción electoral, los padrones electorales y el acto electoral; 2)Supervigilar y fiscalizar el cumplimiento de las normas sobre campañas electorales y su financiamiento; 3) Supervigilar y fiscalizar el cumplimiento de las normas de los partidos políticos.
Segundo, la oportunidad que significaba la existencia de un órgano directivo superior colegiado, terminó capturada otra vez en la peor de las prácticas de los partidos políticos: un Consejo cuoteado y administrado en la lógica binominal, con pocos juristas especializados, que ha llevado al absurdo que algunos de ellos -sociólogos o los ingenieros – “cuestionen” estos días el fallo de los Tribunales de Justicia en sus argumentos jurídicos. El excelente desempeño de Patricio Santamaría o de algunos de sus miembros, solo son excepciones que confirman la regla: muchos de ellos están sentados ahí por orden y gracia de los partidos tradicionales.
Tercero, sus criterios de interpretación siempre han ido de frente a la naturaleza de nuestro orden constitucional: han sido restrictivos a la participación electoral y cercenadores de la libertad de asociación.
Es decir, entendiendo que su rol no es interpretar armónicamente el orden democrático, sino encontrar el obstáculo regulador. Y cuarto, parece irracional que un servicio acumule funciones de tan diversa naturaleza. No tiene lógica que el órgano encargado de supervigilar el padrón electoral, sea el mismo que regula el funcionamiento de los partidos políticos y fiscaliza el gasto electoral. Digamos que todo esto no es exclusiva responsabilidad del Servel: la obsesión de los partidos tradicionales por tener una ley que cuidara sus privilegios concluyó en una norma extraña y que requiere exégetas para interpretar reglas tan absurdas como la existencia de militantes “suspendidos” por no reficharse. Casi delirante. ¿Cómo avanzar? lo primero parece idílico: pedirle a los partidos tradicionales que no degraden su funcionamiento a través del cuoteo de sus nombramientos y convencer al Servel que entienda que su rol debe ser fomentar la ciudadanía -facilitar el derecho a elegir y ser elegido- no limitarlo. Segundo, hacer cambios institucionales profundos. El gobierno y el Congreso deben hacer reformas a la brevedad. Estos cambios deben avanzar en pasar de la autonomía constitucional del Servel a la creación de dos órganos constitucionales: el primero una Superintendecnia de Partidos Políticos, encargada de la regulación, fiscalización y funcionamiento de los mismos, y del control del gasto electoral y financiamiento de los partidos políticos. Y un segundo órgano encargado del Padrón Electoral y la supervigilancia de los procesos electorales. Ambos con directivos superiores independientes, nombrados con la participación de los tres poderes del Estado y con un perfil profesional adecuado al cargo.
El Servel no le es indiferente a nadie. Básicamente porque del sistema electoral y de la forma en que se organizan los partidos políticos, depende el Estado Democrático de Derecho. Y no podemos darnos el gusto de seguir fallando.
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¿Por qué sigue ganando Trump?
A primera vista, es extraño que los republicanos, con un Donald Trump que bate récords de impopularidad, hayan ganado la cuarta elección parcial en lo que va de su mandato. Las elecciones parciales -que se dan cuando queda vacante un escaño en el Congreso- eran vistas por los demócratas como la oportunidad de poner en marcha ese movimiento, a un tiempo político y psicológico, que se suele dar cuando un presidente es ampliamente desaprobado por los electores y provoca que la oposición capture la Cámara de Representantes o el Senado.
En circunstancias normales, los republicanos debían ganar las cuatro elecciones. Pero como Trump tiene números tan bajos, todo indicaba que las elecciones parciales darían un anticipo de la muy vaticinada “debacle” republicana en las elecciones legislativas de 2018, cuando el Partido Demócrata intentará arrebatarle el Congreso al partido oficialista. La confianza de los demócratas en la posibilidad de que el candidato Jon Ossof derrotara a la republicana Karen Handel en Georgia hace pocos días era tal, que la maquinaria nacional lo ayudó a recaudar casi 25 millones de dólares, sin contar el dinero empleado por la propia organización y los grupos de presión. Sin embargo, allí donde Trump había ganado por un margen de apenas 1, 5 por ciento las presidenciales, la republicana se llevó la victoria con casi cuatro puntos de diferencia.
El Partido Demócrata ha creído desde el comienzo que el eclipse del primer mandatario implicaría, automáticamente, la resurrección del adversario. Pero la marca demócrata está tan desprestigiada que ni siquiera alguien tan controvertido como Trump la puede ayudar a renacer.
Por otro lado, hay una distancia evidente entre la aprobación que suscita Trump y su capacidad para retener electores. Un estudio del Wall Street Journal revela que hace un par de décadas los republicanos estaban unos 30 puntos por detrás de sus rivales en cuanto a la sintonía con la clase media, hoy están a unos 10 puntos y, lo que es más significativo, ya se sitúan por delante en las zonas clave del Medio Oeste. En este vuelco ha jugado su papel la percepción de que líderes como los Clinton y el propio Obama estaban muy vinculados al mundo liberal (en el sentido estadounidense) y pudiente de las costas. Pero también está siendo decisivo el estilo y el discurso (si no, todavía, las políticas concretas) de Trump.
Se hace, pues, mucho menos sencillo de lo que creía la oposición arrebatar a los republicanos la Cámara de Representantes en 2018, pues necesitaría obtener 24 escaños netos. Estas realidades electorales son las que dan cierta racionalidad a muchas de lo que hace y dice Trump. Su lucha a brazo partido con la gran prensa, con Hollywood y con ciertos personajes tradicionales del Partido Demócrata, sus rifirrafes internacionales con países que sacan “ventajas” comerciales, su lenguaje corporal de jefe de pelotón y otros aspectos de su conducta están dirigidos hacia esos votantes que le dieron el triunfo donde importa.
El aura de ganador contra todo y contra todos -ahora fortalecido por la victoria parcial del veto migratorio contra seis países musulmanes en la Corte Suprema- “conecta” al Presidente con esa clase media venida a menos que ha puesto la puntería en las élites políticas.
Todo ello mientras sigue sin aparecer algún líder que le pueda hacer frente. Las apariciones esporádicas de los Clinton o el propio Obama alimentan la sensación de orfandad de los demócratas. Lo cual explica que hayan surgido recriminaciones entre sus congresistas y expresiones de impaciencia ante la perspectiva de que 2018 sea menos feliz del que creían.
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La cuarta edición de la Conferencia de Estambul sobre Mediación
Aumento de la diplomacia, Acción en la Mediación
La cuarta edición de la Conferencia de Estambul sobre Mediación se inició el 30 de junio de 2017 bajo el tema de “Aumento de la diplomacia, Acción en la Mediación”. Expertos, diplomáticos, profesionales y académicos de todo el mundo estudiarán las formas y los medios para promover la mediación como un importante método de prevención y resolución de conflictos.
El perfil de la mediación ha aumentado a nivel mundial desde que Turquía y Finlandia lideraron el camino en las Naciones Unidas a través de la iniciativa de “Mediación para la Paz”. La iniciativa culminó con la creación del Grupo de Amigos de la Mediación. El Grupo cuenta ahora con 53 miembros, entre ellos 48 Estados y 5 organizaciones internacionales. También se ha registrado una mejora sustancial de la capacidad internacional para la diplomacia preventiva y la mediación en las Naciones Unidas, las organizaciones regionales y subregionales y la sociedad civil. El Grupo se ha convertido en la plataforma líder en la ONU para promover la mediación. Ha iniciado la adopción de cuatro Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que sientan las bases para el desarrollo del marco normativo y conceptual de la mediación. El Grupo ha contribuido también a la edición 2012 del ” Guía de las Naciones Unidas para la Mediación Efectiva”, un documento fundamental para aquellos que practican y estudian la mediación en el mundo entero.
El Secretario General de las Naciones Unidos , Antonio Guterres, ha expresado su voluntad de seguir desarrollando la capacidad de apoyo a la mediación de la ONU. Sus esfuerzos son sumamente encomiables. Hacemos un llamado a todos los Estados miembros de las Naciones Unidas para que apoyen la visión amplia del Secretario General de la ONU Guterres y sus esfuerzos para prevenir y resolver los conflictos actuales. Turquía ha estado haciendo lo que le corresponde . Turquía está ubicada al lado de una amplia región donde persisten conflictos activos agudos y congelados. La prevención y resolución pacífica de los conflictos es una característica central de la política exterior emprendedora y humanitaria de Turquía. Turquía emprende diversos esfuerzos en una amplia geografía desde África hasta el Medio Oriente, los Balcanes y el Cáucaso. Consideramos el establecimiento de la paz en un nexo de desarrollo humanitario. Este año, Turquía ha sido un vez más la nación más generosa del mundo en términos de asistencia humanitaria per cápita.
Turquía ha sido la sede de las Conferencias de Estambul sobre Mediación desde el año 2012. Estas conferencias históricas están diseñadas para reunir a numerosos profesionales y académicos en el campo de la prevención de conflictos y de las actividades de mediación. El objetivo de estas conferencias es de promover sinergias entre la teoría y la práctica y de contribuir al aumento del alcance, ámbito y eficacia de los esfuerzos de mediación de la comunidad internacional. Quisiera rendir homenaje a los esfuerzos de los mediadores que participan diariamente en los conflictos a nivel mundial.
Este año la Conferencia explorará cómo la metodología y la práctica de la mediación pueden tener mejor en cuenta las necesidades de hoy en día. A este respecto, se examinarán dos temas en particular. La primera es el potencial de la mediación en todas las etapas de un continuo de conflictos, o sea desde la prevención hasta la resolución y hasta la implementación de un acuerdo de paz. La segunda pregunta clave será sobre los modelos para un mayor empleo de la mediación como herramienta preventiva en contextos donde los prejuicios políticos, étnicos y religiosos ocasionan un ambiente de hostilidad.
Lo mencionado en último es especialmente pertinente, ya que hemos llegado a presenciar tristemente tendencias extremas en diversas formas de animosidades políticas, sociales y religiosas. El aumento de los atentados en Europa contra los musulmanes y los migrantes es un buen ejemplo de ello. La prevención es fundamental. Sin embargo, la prevención sólo sería posible cuando las sociedades reconocieran y aprendieran a respetar las diferencias y a entablar un diálogo e interacción genuinos. Creo que los mediadores que están bien equipados con los códigos de conducta culturales en cualquier situación de conflicto pueden alcanzar un éxito notable. Por ello, necesitamos capacitar a más mediadores, incluyendo a jóvenes, al mismo tiempo que alentamos a más mujeres mediadoras y les proporcionamos las herramientas adecuadas.
Tenemos retos inmensos para hacer de la paz la abrumadora realidad a nivel global. Sin embargo, debemos ser capaces de enfocar en las oportunidades dentro de estos desafíos. La disposición y la voluntad de la comunidad internacional para crear capacidad en la resolución pacífica de conflictos, incluida la mediación, deben ser una prioridad. Mientras nos preparamos para dar la bienvenida a los participantes de la Cuarta Conferencia de Estambul sobre Mediación, llamo a la comunidad internacional a actuar en la mediación.
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El programa económico de Felipe Kast
En la víspera de las elecciones primarias de Chile Vamos, me parece interesante revisar algunos aspectos del programa de gobierno presentado por el candidato presidencial de Evópoli en materia económica. Antes, eso sí, advierto al lector que yo milito en este partido por lo que mi evaluación puede tener un sesgo natural.
Además, solo presentaré ideas que me parecen llamativas de cara a lo que se ha escuchado en otras candidaturas, quedando pendiente un análisis más exhaustivo.
El programa de Kast destaca en un primerísimo lugar el rol fundamental del crecimiento de la economía en la construcción de una sociedad más libre e inclusiva. Resiente que la tasa de crecimiento observada durante el gobierno vigente (1,9% anual promedio) ha significado a la fecha que los hogares chilenos cuenten con 10% menos de ingresos (1,3 sueldos mensuales perdidos en un año) que los que habrían tenido si la economía hubiese crecido al 4,4% materializado entre 2003 y 2013. Y la brecha podría alcanzar a 20% en 2021 si seguimos al ritmo actual. En este contexto, los dispendiosos proyectos de la NM han llevado el déficit fiscal sobre 3% del PIB, lo que hace complejo cerrar el déficit estructural hasta bien entrada la próxima década. Esto obliga, según el programa de Kast, a plantear de entrada un recorte de 1% del gasto anual (ahorro de US$ 600 millones), doloroso pero imprescindible.
Se postula reformar la enrevesada estructura tributaria que heredaremos del gobierno de Bachelet, que no sólo ha incumplido sus objetivos de recaudación, sino que también ha desmotivado la inversión privada y dejado a los contribuyentes casi cautivos del arbitrio del SII. Ante eso, el programa propone volver a integrar el impuesto a la renta en 100% -equidad horizontal- e igualar la tasa corporativa con la tasa máxima de las personas en 27%. Con ello, se pretende eliminar los incentivos a que las personas eludan impuestos creando sociedades ficticias u otros vericuetos. Para fomentar la reinversión de utilidades, se plantea un mecanismo de depreciación instantánea y permanente de los activos fijos y créditos tributarios a la inversión en capital humano. Asimismo, se postula la consideración del costo de oportunidad del capital propio como gasto, para equiparar su trato con el del financiamiento de la inversión vía endeudamiento. Otro aspecto novedoso es la creación de un “administrador tributario único” que reúna las funciones del SII, Tesorería y Aduanas, autónomo, y cuya máxima autoridad sea seleccionada con base en sus méritos, ratificada por una mayoría calificada del Senado, y por un período similar al del Contralor.
En materia regulatoria, el programa hace suyo el planteamiento de la comisión de productividad en orden a instaurar una agencia que esté permanentemente revisando la frondosa regulación existente con el objeto de ajustar las normas para facilitar, en lugar de impedir, la desintermediación en áreas como los sistemas de pagos, servicios profesionales, hotelería, entre otros. Se propone introducir más competencia en servicios clave, como telefonía móvil y planes digitales, AFP, seguros de salud y los ya mencionados sistemas de pago. En tanto, en lo institucional se propone extender el período del fiscal nacional económico a seis años, para desfasarlo del ciclo político, y un esquema de asesoría especializada a los ministros de la Corte Suprema que deben fallar casos de libre competencia. El programa también plantea un ambicioso plan de concesiones de US$ 37.000 millones al año 2025, la mitad de ellos adjudicados al 2020. Se perfeccionarían los procedimientos en el sistema de concesiones, de manera de ganar más transparencia y al mismo tiempo agilizar su trámite. Por falta de espacio, no es posible abordar otros aspectos también destacables del programa. Pero no puedo terminar sin llamar la atención sobre el énfasis puesto en ciencia, tecnología y emprendimiento. En esto último, se propone, entre muchas otras cosas, crear una red de escuelas de emprendimiento a nivel municipal y una red escolar de mentores para el emprendimiento, con la idea de meter a los jóvenes el virtuoso “bichito” emprendedor.
En fin, un programa coherente, responsable y novedoso que vale la pena considerar seriamente.
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Otra damisela inolvidable
Según venga el juego, el título de la fenomenal novela de Joan Didion, alude a una expresión de tahúres: la protagonista -“Me llamo Maria Wyeth. Se pronuncia mar-ay-a, que quede claro desde el principio”- nació en Reno, Nevada, y allá permaneció hasta los nueve años, cuando su padre, un jugador empedernido, perdió la casa en una partida privada “y de causalidad se acordó de que era propietario de un pueblo, Silver Wells”. El pueblo es la nada misma, razón más que suficiente para que Maria emigrase cuanto antes del lugar: arribó a Nueva York siendo bella y joven, trabajó como modelo y luego se mudó a Hollywood, en donde se casó con un director, dio a luz a una hija enferma y alcanzó a filmar dos películas. Toda esta información es preliminar, puesto que la narración en sí comienza al momento en que los hechos ya están establecidos y Maria, que acaba de practicarse un aborto ilegal a consecuencia de un adulterio, avanza rumbo a la autodestrucción, se diría que muy concienzudamente.
Publicada en 1970, Según venga el juego es una novela perfecta. Ello se debe en gran medida al virtuosismo literario con que Maria, una mujer de 31 años, documenta su paulatino avance hacia el desmoronamiento emocional: los quiebres temporales en el relato, las situaciones no del todo explicadas (acicates permanentes a la sagacidad del lector), la más absoluta falta de autocompasión, la inexistencia de prejuicios, cierto nihilismo asumido, esa aparente ligereza en el narrar que tras de sí esconde diversos estados de brutalidad y miseria, todo conduce a que su voz enternezca, inquiete, intrigue al que lee. Maria, por lo demás, no cree en las recompensas, “sólo en los castigos, repentinos y personales”. De ese modo, en sus divagaciones, “un matrimonio sin amor terminaba en cáncer de cuello de útero y un adulterio equívoco en accidentes infantiles mortales”.
Fiel a las costumbres de su época y de su entorno, Maria fuma marihuana ocasionalmente, ingiere barbitúricos, no se espanta con el hecho de que los hombres golpeen a sus mujeres, bebe más de la cuenta, desayuna por lo general una Coca-Cola y practica el hedonismo propio de su círculo social íntimo, gente de situación acomodada. No obstante, Maria tiene claras las cosas que jamás haría, tanto así que confeccionó una breve lista al respecto: “Nunca: ‘deambularía sola por el Sands o el Caesar’s pasada la medianoche’. Nunca: ‘follaría en una fiesta, practicaría sadomaso a menos que me apeteciera, pediría las pieles prestadas a Abey Lipsey, traficaría’. Nunca: ‘pasearía un yorkshire por Beverly Hills’”.
Nacida en 1934, Joan Didion es una de las autoras más importantes de nuestros tiempos. Todo lo suyo refleja el tinte ilustre de la genialidad. Su obra evoca una incansable peregrinación tras la excelencia y permite apreciar, desde cerca, el cruce osado de fronteras. Maria Wyeth, por su parte, revela ser una de aquellas damas en aprietos insoslayables dentro de la gran tradición literaria estadounidense del siglo XX: junto a personajes de Dorothy Parker, Truman Capote, Carson McCullers o Lucia Berlin, Maria forma parte del distinguidísimo grupo de mujeres que luchan contra la vida y se entregan a ella con igual determinación.
La enfermedad de su hija, el nulo placer que obtiene del desenfreno, los fantasmas que provienen del aborto, la mirada retrospectiva hacia el vacío, en fin, la insipidez y crueldad de la vida misma, acabarán quebrando el temple de Maria Wyeth. O eso, al menos, es lo que sostienen su ex marido y Helene, la supuesta mejor amiga. Sin embargo, hacia el término de la novela, surge un personaje afín en la figura de BZ, el marido de Helene, un tipo despreciable hasta ese momento. Junto a él, Maria protagonizará uno de los desenlaces más conmovedores de la literatura contemporánea.
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