Óscar Contardo's Blog, page 140

July 3, 2017

Desafíos para el Frente Amplio

EL TÉRMINO de las primarias debiera dejar al Frente Amplio con un sentido de labor cumplida. En pocos meses de existencia logró inscribir la primaria, adquirir una expresión de carácter nacional, movilizar a cientos de miles y oxigenar el debate político con nuevas ideas. En síntesis, logró levantar una alternativa a la ciudadanía, apostando a la disputa electoral, social y política. Reconocer la necesidad de disputar el poder en las elecciones y a la vez defender la construcción de un proyecto de largo plazo, es un elemento central para la consolidación frenteamplista.


Al mismo tiempo en que tenemos diversos motivos para celebrar, los resultados de la primaria deben poner una primera gran alerta para nuestro proyecto. Todo el trabajo que realizamos en estos meses no fue suficiente. La derecha nos cuadriplicó en votos. En hora buena aún tenemos tiempo para revertir esta situación.


Si el Frente Amplio aspira a ser una alternativa real de representación popular debe ser capaz de multiplicar su mensaje para hacerlo llegar a todos los rincones de Chile. Debemos ser capaces de comprobar que somos la mejor expresión de las demandas sociales y también la mejor alternativa para ser gobierno.


Un imperativo para seguir avanzado en la consolidación del Frente Amplio será mantener y fortalecer la unidad -en la diversidad- de las distintas identidades que lo componen. En este esfuerzo será clave el liderazgo de la ganadora de nuestra primaria, Beatriz Sánchez, y de Alberto Mayol. Ambos lograron conducir el proceso de primarias manteniendo un clima de fraternidad propio de la cultura política que nuestro sector debe cuidar en todo momento, esto independiente de los roces propios de toda elección.


También será relevante otorgarle una centralidad especial al Frente Amplio y a sus candidatos y candidatas al Congreso dentro de la candidatura presidencial del bloque.


Uno de los grandes errores en la forma en que las coaliciones políticas tradicionales han conducido sus campañas ha sido la separación entre “el comando” y sus partidos. El Frente Amplio deberá encontrar un equilibrio virtuoso que le permita al comando presidencial mantener su eficiencia, y a la vez darle espacio y poder al Frente Amplio.


 La primaria ha dejado en evidencia el carácter del proyecto conservador de Chile Vamos y de Sebastián Piñera.


Los énfasis que puso el expresidente durante lo que va de campaña hablan de un proyecto que promete explícitamente retroceder en derechos sociales, dando rienda suelta al libre mercado como supuesto para alcanzar un mayor crecimiento.


El Frente Amplio tiene la responsabilidad de seguir creciendo y madurando, para construir una alternativa de gobierno que se anteponga al tipo de sociedad que Chile Vamos le ofrece al país.


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Published on July 03, 2017 05:05

Sólo un sorbo de vodka

Del comunismo sectario de la URSS vivido en esos años de la Guerra Fría, del politburó soviético con jerarcas veteranos y cara de poco buenos amigos, recuerdo un país triste.


A media mañana en sus grandes avenidas penaban las ánimas y el paso de uno que otro auto. No se asomaba la Perestroika (reestructuración) de Gorbachov ni la Glasnost (transparencia) del oso soviético. O eran ellos o el Tío Sam.


La ausencia de vida ciudadana se justificaba, todo el mundo trabajaba. A las 7 de la mañana la masa marchaba al trabajo, la fábrica, la industria. Buses y camiones antiguos y modernos transportaban la mano de obra.


El gélido otoño bajo cero, reclamaba ese calor ausente en nuestros anfitriones. El Hotel Ucrania, llamado ahora Radisson, se caracterizaba por lo sombrío. En cada piso sentíamos la mirada de una obesa funcionaria estatal, controlando salidas y llegadas a nuestra habitación. Todo era parte del sistema. Controlarlo todo.


Fuimos a meternos a las fauces del enemigo, rotas las relaciones diplomáticas con Chile, Perú era la contraparte de todo aquel chileno que quisiera regresar con destino inseguro. Éramos personas non gratas.


En Chile comenzaba un amanecer negro y prolongado. Comenzaban las razias ideológicas. Éramos los representantes de un país subyugado bajo una Junta Militar. Éramos futbolistas ensoñadores de usurparle al oso soviético un empate o una victoria. Un gol podía atenuar el sufrimiento al quebrantamiento de una república en llamas.


Ha pasado el tiempo. Hoy una nueva casta de futbolistas pisó tierra rusa. Hay algarabía en sus anchas avenidas. El capitalismo se hace sentir. Cafés, restaurants, calles atractivas con tiendas suntuosas y famosas y rusos ya no comunistas sino universales consumistas.


Los cracks de hoy pueden leer la historia. Ellos intentaron lograr ya no un épico empate como antaño, sino alzar la Copa y beber en ella un triunfal sorbo de vodka. A la distancia, con nostalgia, estuvimos brindando con ellos. Por más que al final no lo consiguieran.


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Published on July 03, 2017 05:00

July 1, 2017

¿Cuántos votarán?

Tenemos primarias en Chile Vamos y el Frente Amplio. Aunque ningún resultado está definido y cualquier cosa puede suceder hasta que no se escucha el pitazo final, la verdadera incógnita está en cuántos irán a votar, duda que es más acuciante en el conglomerado de centroderecha, que ya tiene un benchmark que impone la primaria presidencial anterior: cualquier cosa inferior a los 800.000 que concurrieron en esa oportunidad, será vista como un fracaso.


Y en particular para Sebastián Piñera, no solo porque siguiendo su lógica de “hemos hecho más en 20 días que la Concertación en 20 años”, generó una innecesaria expectativa al pronosticar mas de un millón de votantes (subiendo luego la apuesta al exigir a su “comando” la meta de un millón de votos para él), sino porque se supone que es el ungido que tiene amplio apoyo. Este sobregiro ha empezado a crear preocupación en Chile Vamos y de antemano se comenzó a bajar la puntería. La explicación estaría en la final Chile-Alemania en Rusia, justa deportiva que disputará hoy el protagonismo a la justa electoral.


Pues bien, lo del partido tiene mucho de pretexto. Porque si se supera el número de votantes se proclamará un triunfo memorable, que se habrá logrado a pesar del partido. Entonces, sí sería posible, pero claro, para que suceda es menester que haya la motivación y mística suficiente, y es casi un dato que no la hay. ¿Por qué? Debido a que no se trata de una primaria competitiva. En 2013 había una competencia nítida y sana en democracia: iban los abanderados de ambos partidos, que dieron una pelea firme -pero sin perder los estribos- y el fallo final fue “fotográfico”. Entonces hubo incertidumbre y un razonable entusiasmo por participar, ya que el voto de cada cual valía y podía ser dirimente. Eso no existe ahora, cuando las mismas directivas que convocaron a la primaria proclamaron a Piñera y han reiterado que no tiene competidor real. Entonces, ¿para qué la convocaron? Mejor lo hubieron inscrito derechamente a primera vuelta.


Si Felipe Kast o Manuel José Ossandón no pesan nada, entonces qué sentido tenía que convocaran una primaria con resultado pre anunciado. Porque el objetivo de una primaria -como en los partidos de fútbol-, es que haya competencia y que “gane el más mejor”, precisamente para que el conglomerado lleve a la final al mejor candidato. Y el problema fue éste, ya que nunca se dejó espacio en los años previos para que se perfilaran variadas opciones y luego definir competitivamente un candidato capaz de pasar todos los obstáculos. Todo estuvo hecho para Piñera y solo perseveraron los que fueron porfiados, a pesar del ambiente de descalificación.


Y ahora nos dicen que si Piñera no logra movilizar a la gente a votar, la culpa la tiene la Selección Nacional. No, el problema es que no hay mucha mística y basta con que salga un partido de fútbol al camino para que la situación se complique. Sorprendente, cuando en décadas el futuro no se advierte tan ominoso ante un triunfo de la izquierda.


Si no se alcanzan los 800.000 votantes, algo que no se ve fácil, las directivas de los partidos de Chile Vamos nos deberán una explicación.


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Published on July 01, 2017 23:00

¡Que gane Chile!

Y llegó el día de las elecciones primarias. Después de varias semanas de campaña, franja electoral y debates -algunos francamente para el olvido-, hoy sabremos quién es el candidato único del Frente Amplio y Chile Vamos para los próximos comicios presidenciales. La verdad sea dicha, existen pocas dudas sobre el resultado que conoceremos por la tarde; y tanto Beatriz Sánchez como Sebastián Piñera deberían ser proclamados como los respectivos vencedores.


Sin embargo, y nunca debiendo descartar por completo la posibilidad de una sorpresa, lo que se juega hoy tiene menos que ver con el resultado y más con otra variable que puede impactar de manera muy significativa a quienes son protagonistas de este proceso, como también a los otros partidos que observan desde sus casas. Me refiero, obviamente, a la participación electoral.


Para el caso de Chile Vamos, teniendo como referencia las 800 mil personas que participaron la vez anterior, sería un revés el bajar de dicha cifra. De hecho, y salvo declaraciones de última hora -cuyo propósito es justamente contener las expectativas- fueron los propios dirigentes del piñerismo quienes se pusieron la meta de un millón de electores. Y la cifra no es casual. No solo es importante dotar de evidencia empírica al triunfalismo que rebalsa en dichas filas, sino también contrarrestar la incidencia de los bolsones electorales que se le presumen a Ossandón. Cualquiera sea el caso, las dudas que se han generado en las últimas semanas alentarán la conducta del “voto útil”, perjudicando de manera significativa la votación de Kast.


El Frente Amplio tiene un desafío similar, aunque con una diferencia importante. Salvo que tomemos como referencia esa votación “por internet”, cuya convocatoria y estética no superó el estándar escolar, se trata de una fuerza política sin historia en este tipo de procesos. A primera vista, podría pensarse entonces que cualquier cifra es aceptable. Sin embargo, una participación que no se acerque a la mitad de lo que convocarán sus contrincantes hoy, echa por tierra dos importantes supuestos de su relato. El primero, que se trata de una fuerza política con vocación de poder, que dejó la estrategia testimonial y que pretende presentarse como una alternativa viable a la Nueva Mayoría. Lo segundo, es que detrás de su discurso subyace la promesa de que es posible reencantar a un conjunto de ciudadanos, especialmente jóvenes, que hace muchos años se marginaron del proceso electoral.


De esa manera, el silencio de Goic y la comentada frase de Guillier no fueron casuales ni improvisadas. Una baja participación en las primarias podría atenuar el bochorno que para la Nueva Mayoría significó quedarse fuera de esta competencia, dando la sensación térmica -aunque solo sea eso, una sensación- de que todavía tiene algo que mostrar. Si por el contrario hoy asistimos a una votación que en total supere el millón y medio de personas, comienza a escribirse para el oficialismo la crónica de su muerte anunciada.


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Published on July 01, 2017 22:45

El futuro del pasado

El futuro es intrínsecamente impredecible en el largo plazo porque el ver futuros posibles por sí mismo afecta el presente. Es decir, aunque parezca una paradoja, que lo es, el presente afecta al futuro de la misma manera que el futuro afecta al presente. La economía moderna ha avanzado mucho en este terreno y habla de las expectativas racionales (vs. adaptativas). En este gobierno no entienden mucho de estas teorías y por eso no logran comprender cómo han deteriorado todo. Cuando Guillier declara ser el continuador de este gobierno, si sube su probabilidad de gobernar, la economía se deteriora de inmediato, para qué hablar de otras posiciones más extremas.


Entonces, en los hechos, hay un futuro del pasado cuando solo proyectamos historia o cuando queremos volver atrás, un futuro del presente en que nos creemos dioses capaces de construir el futuro que nos plazca, y un futuro del futuro que emerge de lo que aun ni siquiera conocemos. Del conflicto e interacción de estos tres futuros emerge el que finalmente lo será.


Pues bien, la política chilena, con honrosas excepciones, parece solo conocer el futuro del pasado. Sorprendentemente, los jóvenes talentosos del Frente Amplio, que para mí debieran representar el futuro de futuro, apenas repiten añejas ideas de sus abuelos. Peor aún, lo hacen como si se hubieran iluminado. “Hay que terminar el modelo extractivista y generar más valor agregado” es la revelación creativa que proclaman. Una idea más vieja que el hilo negro; de hecho, partió en los años 40 del siglo pasado. Hasta los radicales la sabían e impulsaron la Corfo y la industrialización vía el Estado. Pero no era fácil. El proteccionismo que requería no permitía que fueran competitivas. Hasta autos se trataron de fabricar en Chile en el intento de tener más valor agregado.


Por otro lado, el actual gobierno solo cree en el futuro del presente mirando por el retrovisor. Dicen que por las reformas hay que pagar un costo, que los beneficios son a largo plazo. Lo cierto es que da lo mismo el “costo” de las reformas estructurales y si dejan al país más atrás que donde partió que es lo que ocurre en Chile. Creen que están avanzando y creando historia. La cosa de fondo para ellos es el poder, y hay que mantenerlo a como dé lugar, el síndrome de los Castro. Es que ellos se sienten moralmente superiores y por ello “deben” gobernar.


La derecha no lo hace mucho mejor. También es ejemplo del futuro del pasado. La derecha no se caracteriza por ser ni muy creativa, ni de aportar nuevas ideas para el desarrollo nacional. Tiende a ser conservadora y una buena parte de ésta sigue anclada a religiones en que el futuro deseado está en el “otro mundo”. La derecha cree en la libertad, y postula que es el ejercicio de ésta la que genera el mejor futuro.


Todas las vertientes del populismo, que hoy brotan a raudales en nuestro país, son expresiones del futuro del presente. Pan para hoy, hambre para mañana. Jamás el populismo ha logrado el desarrollo cuando se ha intentado.


Necesitamos a los millennials más involucrados en lo colectivo. Las viejas ideologías ya no responden a los problemas de la actualidad, menos las del futuro. La democracia no se ha modernizado en siglos y ya no es capaz de resolver las dinámicas sociales de la actualidad. En la era del conocimiento no hay espacio para políticos ignorantes pero populares. En la era de internet y de la inteligencia artificial no hay espacio para asambleas y cabildos. La pobreza y segregación del futuro viene de la brecha digital, no del ingreso.


Todo lo anterior descansa en la calidad de la educación, no de la gratuidad para un sistema del pasado. También de la modernización (calidad) del Estado, no de su creciente obesidad (tamaño). El mejor futuro posible resulta de la colaboración, no de la eliminación del adversario, menos de las retroexcavadoras.


Como vemos, Chile es un país que mira hacia atrás más que adelante y, de seguir así, el futuro será repetir una y otra vez los mismos errores.


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Published on July 01, 2017 22:40

El barro

Manuel José Ossandón logró hacer del debate para las primarias de Chile Vamos un verdadero tributo al deterioro que hoy recorre la política nacional; una mixtura entre odiosidad, descalificaciones personales, carencia de propuestas y demagogia estéril. Se dio incluso el lujo de lucir con orgullo su ignorancia respecto a los costos de su propio programa, atributo del que ya había hecho gala cuando afirmó desconocer el Acuerdo de París sobre cambio climático, un instrumento internacional que él mismo había ratificado con su voto en el Senado.


El debate de la centroderecha quedó al final como testimonio de un papelón vergonzoso, una puesta en escena degradada por una forma de entender la actividad política que ya no se limita solo al escarnio, sino que se extiende también a la ausencia de un mínimo sentido de responsabilidad pública. En los hechos, hoy no es infrecuente escuchar a dirigentes políticos que reconocen no haber leído los programas de gobierno que apoyaron o los proyectos de ley que votan, como tampoco es extraño que parlamentarios presenten y apoyen mociones sabiendo de antemano que son abiertamente inconstitucionales.


El deterioro de la política se ha vuelto un fenómeno baladí, y “el barro” al cual consiguen arrastrarla ciertas lógicas de campaña es solo uno de sus síntomas. En efecto, tanto o más delicado que el discurso tóxico es el impacto que este deterioro genera en la calidad de las políticas públicas, un activo por el cual Chile tuvo durante muchos años un valioso reconocimiento pero que, en el último tiempo, se ha convertido en un bien cada vez más escaso. En la actualidad no es raro encontrar proyectos de gobierno diseñados en función de caricaturas ideológicas, con escasa densidad técnica y sin ninguna base para construir acuerdos amplios que aseguren su estabilidad en el tiempo.


Así, no resulta extraño que el país exhiba hoy una legislación tributaria que nadie entiende, que debió ser corregida antes de entrar en vigencia y que, tarde o temprano, tendrá que serlo de nuevo. Tampoco es sorpresivo que la nueva estructura impositiva ya esté golpeando el ahorro y desincentivando la inversión, para generar finalmente niveles de recaudación menores a los proyectados. O que la legislación laboral recientemente aprobada ya empiece a afectar la contratación, a aumentar el trabajo informal y el riesgo de judicialización de los conflictos.


Ahora el país espera resignado que por primera vez en la historia nuestra clasificación de riesgo crediticio sea rebajada, mientras la deuda pública se encamina ya al 25% del producto interno. En paralelo, el gobierno renunció a cumplir el compromiso de converger al equilibrio fiscal durante este período, un objetivo que también estaba escrito en el sacralizado y “no leído” programa. En rigor, todo parece indicar que a futuro el país dispondrá de recursos cada vez menores en términos relativos, teniendo la necesidad de financiar programas sociales y políticas públicas cada día más ambiciosas.


En síntesis, lo observado esta semana en el debate presidencial de la centroderecha no puede entenderse al margen del contexto general que lo hace posible. Al final del día, es precisamente este contexto el que está ayudando a políticos como Manuel José Ossandón a imponer sus términos, a batir el barro en el que finalmente consiguen que se revuelquen todos los demás.


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Published on July 01, 2017 22:35

Políticos descolocados

Con todos los cambios que ha experimentado la sociedad chilena en el último tiempo, sería injusto no reconocer las adversidades que están enfrentando los políticos. Se dirá que antes el gremio las tenía demasiado fáciles y eso seguramente es cierto. Pero el tablero cambió, entre otras cosas porque no se ha vuelto un incordio tratar de leer al país en su voluntad y aspiraciones más profundas. Lo más probable a estas alturas, incluso, es que ya no haya nada parecido a eso. Hay aspiraciones, claro, de distintos sectores y grupos. Pero son múltiples, son diversas, muchas veces se contradicen y a menudo se tornan del todo excluyentes. Así las cosas, en la planilla de cálculo donde antes entraban tres o cuatro variables, hoy día hay que meter 20 o 100.


Los datos de tendencias, de identidades y climas anímicos, que en otra época parecían ser parte del paisaje, en corto tiempo parecieron licuarse o gasificarse. Después de que los jóvenes en los años 90 se marginaran por distintas razones del sistema político y luego de que el Congreso estableciera el voto voluntario, por ejemplo, cada elección se ha vuelto un poco un salto al vacío. Es verdad que actualmente hay encuestas para todo. Pero, como entre otras cosas no hay series largas, los sondeos con frecuencia entregan más dudas que certezas. Lo que ocurre es que no está fácil interpretar de buenas a primeras al país de hoy y a lo mejor eso podría explicar, al menos en parte, la brecha que existiría entre las conversaciones y los discursos políticos que se escuchan por aquí y por allá y las demandas mayoritarias o emociones predominantes del país real, del país de todos los días, del país que -en la imagen prototípica, consabida y por supuesto falsa- sale por la mañana a trabajar y vuelve a casa por la noche a comer y a dormir.


No hay duda de que las sensaciones de desconcierto, de descolocación, provienen del proceso transformador en que está la sociedad chilena y cuyo desenlace no solo es difícil de anticipar, sino además inútil, puesto que se trata de una dinámica que no se detendrá. Obviamente, no todo es nuevo. El país de hoy es una mezcla rara e inestable de pulsiones arcaicas que se combinan con tendencias, costumbres y aspiraciones muy recientes. Ninguna muy barata, hay que decirlo. Era cosa de verlo esta semana en las imágenes que entregó la televisión de “la marea roja” que acompañó a la Selección a Rusia. Todo un fenómeno. En todo caso, el ascenso de los nuevos sectores medios definitivamente cambió el mapa y reconocerlo, dimensionarlo, procesarlo e internalizarlo son cuestiones que, por cierto, toman tiempo.


Así como a la derecha, en un abrir y cerrar de ojos, prácticamente se le desapareció el Chile fáctico que a través de redes visibles e invisibles de influencia le permitían reclutar a la elite, controlar el poder y gobernar la opinión, a la izquierda se le esfumó el proletariado urbano, que había sido su gran fragua y hábitat natural, y luego la caída del muro la enfrentó a un dilema perentorio de renovación. La secularización del nuevo Chile, a su turno, junto con quitarles piso a los sectores más conservadores, cerró muchos de los ductos a través de los cuales la DC, el partido que durante décadas copó el centro político, había mantenido un grado de interlocución razonable con la clase media más tradicional.


Quizás ninguno de los sectores políticos se ha repuesto enteramente de lo que significaron estos golpes. Pero han tenido que asimilarlos, así sea parcialmente. Quizás los dirigentes de partidos no se dan cuenta, pero es impresionante, por ejemplo, el sesgo individualista que adoptó la política chilena. Esto ya no se discute. Lo que fue siempre el registro de la derecha, ahora también lo es el de la izquierda. Por eso, este sector desmanteló su discurso de las colectivizaciones y abrazó el de los derechos sociales, un tanto más congruente con lo que el Estado pueda acarrear en términos de beneficios al metro cuadrado en que se mueve de cada cual.


Hoy, la política chilena no pasa por grandes colectivos. Pasa por individuos muy autónomos: trabajadores, vecinos, profesionales, vendedores, transportistas, comerciantes, jefas de hogar. En Chile cae el empleo formal y se dispara el empleo por cuenta propia. La gente no se queda esperando que el Estado la salve. Sale adelante por sí misma, a enormes costos muchas veces. Pero ahí está, poco expresiva y con el ojo puesto en las oportunidades del día a día. Muy orgullosa de sí misma y de lo que consigue, por lo visto. Nunca tan contenta, a lo mejor, como muestran los spots publicitarios de los supermercados, las gaseosas o el retail, pero quizás nunca tan indignada y sufriente, tampoco, como vienen suponiendo desde hace años los profetas del Chile resentido y lloroso.


Las próximas elecciones no resolverán los problemas del país, pero al menos permitirán dimensionar cuánto pesa uno y otro.


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Published on July 01, 2017 22:30

Respetable público

De los mismos autores de la inscripción automática y el voto voluntario: ley de primarias y pertenencia a los partidos.


Por senderos misteriosos y métodos silenciosos, cargando sacos de buenas intenciones, un conjunto de instituciones con variado pelaje y prestigio ha venido convirtiendo en un pequeño infierno el solemne pero sencillo acto de elegir a las autoridades del país. Esta no es una afirmación baladí: que votar sea sencillo es la condición esencial para que sea democrático, dadas las asimetrías de información que existen en toda sociedad, especialmente de información política.


Pero he aquí que entidades como el Ministerio Secretaría General de la Presidencia -donde se originan las leyes-, el Congreso, los partidos políticos, el Registro Civil, el Servel, el Tricel, en conjunto con los ingenieros de la participación y la transparencia, parecen haber concordado en convertir el admirado sistema electoral chileno en un parque de juegos con montañas rusas, palacios de la risa, casas del terror y carpas de magia.


Mucho de esto parte de la inscripción automática y el voto voluntario, que además de quitar todos los incentivos -sí, incluyendo los punitivos- para participar votando, mantuvo las obligaciones más discutibles, como la de ser vocal de mesa. Este absurdo llega al paroxismo en elecciones como las primarias de hoy, que por definición están libremente reservadas a los que tienen interés o adhesión en las agrupaciones que las organizan.


No es necesario dar explicaciones por no votar por Chile Vamos ni por el Frente Amplio, pero hay que ofrecer especiosas y fundadas justificaciones por no concurrir a ayudar a esas organizaciones a ordenar y contar sus votos, y aun así se puede ser penalizado. Para qué decir en las elecciones generales: la voluntad de abstenerse -que antes se expresaba en un claro voto blanco o nulo- opera ahora por simple omisión…, excepto que esté uno obligado nuevamente a facilitar el servicio personal de ocho horas en eso mismo que no le interesa.


Una vez que se han superado estos escollos, las malas noticias continúan: tampoco se puede salir a comprar, porque los centros comerciales están obligados a cerrar. Queda la alternativa de salir a almorzar, pero ha de ser sin la más ligera bebida espirituosa, porque ese día hay ley seca hasta dos horas después del cierre de las mesas de votación. La decrépita ley deja una excepción: los hoteles, aunque hay que haber pernoctado en ellos.


Y todo esto, si es que no ha tenido el infortunio de requerir nuevo carné o pasaporte después del 2014, porque en este caso puede tener esta obligación en un lugar del territorio completamente inimaginado. Ah, y siempre que no esté muerto, porque también en este caso puede figurar en el padrón. Regalos del Registro Civil, para servirlo.


Luego están las primarias mismas, lo que ya no tiene que ver con las normas de votación, sino con su obligatoriedad. Hay buenas razones para pensar que después de las recientes experiencias de Chile Vamos y el Frente Amplio -con sus franjas televisivas y sus debates para el olvido-, los conglomerados del futuro querrán más bien evitar estos procesos penosos, donde se hacen tan estridentes los recursos al insulto (no sólo contra el adversario, sino sobre todo contra la inteligencia del público). Quizás se trate sólo de un fenómeno propio de las elecciones de este año, las peores desde 1989, y se necesite un poco más de paciencia. El caso es que hasta aquí, las únicas primarias exitosas como ejercicios cívicos han sido las de la Concertación en 1999 y el 2013. Una sin ley, la otra con los 44 artículos ingeniados en el gobierno de Piñera.


Primarias que, a todo esto, no podrían haber hecho Ciudadanos y Amplitud, porque el Servel mantuvo a los militantes de Ciudadanos en el limbo de la inexistencia durante dos meses, hasta que esta semana el Tricel decidió que una declaración jurada es algo en lo que se debe confiar, con lo que convirtió a Ciudadanos en un nuevo partido. Sólo que el Servel le hizo perder dos meses en un año electoral que dura menos que 12.


La decisión del Tricel suena muy bien, si no fuera porque, en paralelo, hay casi 500 mil ciudadanos que no son ni militantes ni independientes, sino unos nonatos resultantes del proceso de refichaje -otro bulo en el saco de las buenas intenciones-, porque para renunciar a un partido hay que seguir un procedimiento peor que el de inscribirse, y además debe pasar un tiempo antes de que uno pase a ser independiente. ¿Quién estableció esto? Bingo: el Tricel. El mismo tribunal que les ha devuelto la necesaria fe pública a las declaraciones juradas en el caso de Ciudadanos.


Por otro lado, los partidos políticos parecen haber hecho un charquicán de su militancia. Los mayores recordarán las carpas naranjas del Partido Humanista, con Florcita Motuda invitando a inscribirse contra la dictadura en las postrimerías de los años 80. Los más de 100 mil militantes surgidos de eso eran una pura evanescencia, pero muchos de ellos siguen apareciendo en unos registros que parecen tallados en piedra.


Entre los trasladados por el Registro Civil, los suspendidos por el Servel, los refichados y los militantes nuevos se ha constituido una tal melaza, que por primera vez desde la restauración democrática resulta indispensable cerciorarse de la situación personal antes de aventurarse a votar.


En el Chile de la ingeniería electoral está resultando más difícil ser independiente y más fácil abstenerse, dos cosas clamorosamente contradictorias, y es un milagro que en todo esto no se divise la huella de una manipulación parcializada del padrón electoral -a la mexicana- o de las instituciones que lo resguardan -a la venezolana-, aunque sí se han creado todos los incentivos para el regreso triunfal del cohecho. Lo que se ve es una maraña de huellas que, siguiendo el empedrado de las buenas intenciones, han convertido al acto de votar en un verdadero desvarío.


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Published on July 01, 2017 22:25

Dudas, certezas, creencias

Óscar Guillermo Garretón anhela certezas pero no las encuentra o no al menos en “su” sector, si acaso aun es el suyo. Incluso es probable que su única certeza sea que no va a encontrarlas allí, pero quizás por cortesía a sus viejos camaradas prefirió recientemente expresar su escepticismo de un modo indirecto, de sesgo, como si sus dificultades consistieran no en su falta de fe en el credo sino en su carencia de confianza en el predicador de turno, el actual paladín de la épica proletaria. Y para eso había necesidad de expresarse en tono distinto al del renegado Kautzky y más bien similar al del ilustre Hamlet. Es lo que hizo el domingo pasado en entrevista a este medio, donde confesó sus muchas dificultades anímicas para alinearse con la NM. “Uno no vota por dudas sino por certezas”, dijo, refiriéndose a la sinuosa candidatura de Alejandro Guillier. Manifestó que podría preferir a Carolina Goic, todavía en carrera en esa fecha.


Y quién sabe si dicha preferencia por una dama con elegante perfume a progresismo moderado, “comme il faut”, es solo un saludo nostálgico a su antigua vida, a su vieja militancia, a sus ideas e ilusiones de otrora, en breve, no una decisión racional sino un conmovedor gesto de despedida a las sonrosadas mejillas de su pubertad política. Esa época suya revolucionaria de puño en alto, ojos en blanco y la escopeta de corcho al alcance de la mano -“Voto + Fusil” predicaban y proclamaban con no poca presunción, arrogancia y vanidad los ultras de la época- tal vez es hoy, para Garretón, viñeta de un remoto pasado que recuerda con cierto asombro ante tanta necedad y equívocos tomados como verdades reveladas; por eso no sería tan extraordinario que en realidad esté decidiendo darle su voto a Piñera. Mal que mal Garretón es de los pocos que auténticamente sacó lección de lo que significaba no solo el “socialismo con vino tinto y empanadas” sino el socialismo como tal, “sans phrase”, desnudo de adorno marquetero. O su actual y bastarda versión, el populismo. Pero estas enormidades no se dicen. Sería de mal gusto. Una cosa es ser apóstata y otra escupírselos en la cara a los beatos.


Dudas existenciales

Pero aunque haya muchos que como Garretón centran sus dudas en los dichos y hechos de tal o cual personaje, desde los de la Presidenta a los de los actuales candidatos de la izquierda o “progresismo”, no por eso el número le da peso a lo que es un pecado de ingenuidad; los vacilantes dan muestras menos de aguda observación que de tardía prevalencia de reliquias de optimismo y voluntarismo adheridas a sus espíritus desde sus años mozos. En efecto, las incoherencias del programa de Guillier, los párrafos que aparecen o desaparecen según si se “colaron” o no, las frases de hoy que se desmienten mañana, etcétera, todo eso solo marginalmente tiene que ver con desórdenes derivados de la desprolijidad, con ignorancia y/o con el oportunismo y demagogia estándar que los políticos de todos los tiempos se permiten cuando se está en campaña y la tarea no es gobernar sino embaucar. Ese factor está presente, sin duda; de hecho es el que se manifiesta como fenómeno perceptible y llena las portadas de la prensa.


Es real, pero de una realidad derivada de un fondo al que la inmensa mayoría de los personeros del sector, tanto viejos como nuevos, se niegan a mirar, aunque luego, contra su voluntad, la expresan en lo que dicen y aun más en lo que NO dicen. Ese fondo es la completa, total e históricamente probada hasta la saciedad falencia teórica e inoperancia práctica del socialismo en cualquiera de sus sabores o encarnaciones, ya fuese a la soviética, a la RDA que paladeó Bachelet, a la yugoslava de Tito, a la bolivariana de Chávez y Maduro, a lo progresismo sin pronunciar la palabra socialismo, a la “socialdemocracia” que tan bien suena y tan poco significa, a la “normalidad” predicada por Mayol con expropiaciones en cómodas cuotas, a la nórdica que nunca ha existido, a la griega en quiebra o a la española con un Podemos que ni siquiera puede constituir gobierno. La vacilación, los zigzagueos del sector, los cantinfleos descarados, la confusión, contradicciones e idiotismos surtidos no son simplemente efecto de la corta inteligencia y larga sinvergüenzura de algunos de los hechores, sino de la inexistencia de un fondo sólido y coherente que los apoye, de un basamento para sus ideas, aun de las malas, de una “infra” capaz de sostenerlos aunque sea solo con un catálogo de frases hechas. Sin dicho fondo esas frases hechas se deshacen y se vienen al suelo como volantines cortados.


Desazón

Y sin embargo los feligreses de dicho culto deben perseverar. ¿Qué hace, qué puede hacer un creyente si un día descubre que el Dios en que creía no existe? Se cuenta que Luis XVI negó su apoyo a la candidatura papal de un cardenal de Francia porque, dijo, “ni siquiera cree en Dios”. Nada de raro: el creyente de la calle puede aunque con dificultades confesarse a sí mismo su descreimiento y optar por otra fe o por ninguna, pero no un cardenal. Un cardenal -y su equivalente en política- es menos un devoto que un hombre comprometido con una carrera. La carrera eclesiástica no lo es menos que la carrera funcionaria en la Contraloría General de la República. Cuando se lleva toda una vida sumido en ella, cuando se ha invertido un gran capital en años, un volumen de esperanzas, de ambiciones y posición social no es cosa de echar todo eso por la borda por el simple detalle de no creer en Dios o no creer en el contralor. ¿Va Teillier a despojarse de su dieta, su posición y su cómoda vida como corredor de propiedades si acaso se dio cuenta hace ya mucho tiempo que el “comunismo, etapa superior del socialismo”, es un cuento de hadas?


Tampoco, por lo demás, es preciso mirar cara a cara la verdad. No es necesario ser totalmente honesto consigo mismo y decir “ya no creo”. No se requiere reconocer abiertamente que la evidencia fáctica y el raciocinio nos han apartado de la creencia. Basta un grado intermedio, módico, barato de honestidad para lo cual basta decir “tengo dudas”; es la actitud que prevalece en muchos socialistas. Mejor aun, más fácil todavía es no mirar ese abismo; es la postura que prevalece en los comunistas. Puede uno toda la vida seguir siendo cardenal sin hacerse preguntas sino haciendo prosternaciones.


De tal palo…

De tal palo tal astilla. O de tal credo tal hipocresía y fingimiento. No importa cuánto colabore uno mismo con la ambigüedad, el silencio acomodaticio y el uso hasta el hartazgo de las prosternaciones, la verdad, la cual en su raíz equivale a la realidad, tarde o temprano se manifiesta aunque sea torcidamente tal como una represión inconsciente nos lleva, según Freud, a alguna conducta sintomática extraña, absurda e incomprensible. En este caso el colapso del devocionario de izquierda, el derrumbe de su ideología y sus referentes, el desplome del llamado socialismo real al que hoy se suma el fracaso de los “populismos reales” o de las “democracias ciudadanas” a cargo de expresar la voluntad de energúmenos a sueldo del régimen, como en Venezuela, es la fuente emponzoñada de la cual brota la confusión al borde de la farsa de los múltiples discursos que vienen desde el polifacético sector autoproclamado como progresista; de ahí surgen las cantinfladas de la NM, las del Frente Amplio, las de la decé y hasta de los resucitados radicales. No habiendo doctrina sólida y creíble, no hay referentes; no habiendo referentes, todo queda al arbitrio de los golpes de efecto, las “coladas”, los “ya vuelvo”.


No es entonces, el de Garretón y tantos otros sumidos en la duda, un problema originado por un Guillier vacilante o cambiante. No es cuestión de personas, sino el efecto de invocar porfiadamente el espectro de una fallecida visión del mundo y con ese desvaído e impotente fantasma insistir década tras década en el combate contra el modelo capitalista, el cual, al menos, cumple con el requisito básico de todo orden social exitoso: sobrevivir, crecer y recrearse una y otra vez.


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Published on July 01, 2017 22:20

Codelco en perspectiva

Una gestión deficiente de los ingresos provenientes de los recursos naturales y la corrupción pueden dilapidar lo que muchas veces constituye la principal fuente de riqueza para un país; administrar estos recursos en beneficio de todos los ciudadanos probablemente sea uno de los desafíos más formidables para el desarrollo.


Por eso es tan importante la publicación, esta semana, del Indice de Gobernanza de los Recursos Naturales (IGRN), índice que mide la calidad de las instituciones, las reglas y las prácticas que determinan cómo los ejecutivos y los funcionarios gubernamentales del sector toman decisiones que afectan a los ciudadanos, las comunidades y el medioambiente. El índice evalúa 81 países que, en su conjunto, producen alrededor del 80% del petróleo, gas y cobre del mundo, y se construye a partir de las respuestas de 150 investigadores a 149 preguntas, respuestas que se sustentan en casi 10.000 documentos de apoyo.


¿Qué lugar ocupa Chile entre los 81 países considerados por el IGRN? Tómese su tiempo, aunque su respuesta no sea más que una adivinanza, juéguese por un número entre 1 y 81.


La respuesta correcta es el segundo lugar. El primer lugar lo ocupa Noruega; el tercero, el Reino Unido, y el cuarto, los Estados Unidos. Sorprendente, ¿verdad? En una muestra de colegas y amigos, las adivinanzas anduvieron entre los lugares 10 y 40.


Sigamos con las adivinanzas. La publicación del IGRN también incluye un ranking de las 74 empresas estatales de recursos naturales más importantes del mundo. Adivine ahora qué tal lo hace Codelco en el concierto mundial. Esta vez elija un número entre 1 y 74. Vamos, atrévase, solo usted sabrá cuán cerca (o lejos) anduvo. La respuesta correcta es que Codelco ocupa el primer lugar.


Algo no calza, ¿verdad? El contralor ha hecho una serie de acusaciones graves contra la empresa estatal por falta de transparencia y deficiente gobierno corporativo. Entre ellas, el pago de indemnizaciones millonarias a ex ejecutivos y la existencia de contratos cuantiosos con empresas donde trabajan parientes de funcionarios de la estatal. Varios parlamentarios y más de un líder de opinión se han hecho eco de las acusaciones del contralor, ¿qué está pasando?


Codelco tiene una historia de más de 40 años, donde efectivamente hubo episodios poco transparentes, reñidos con la ley y las buenas prácticas corporativas. Pero el año 2009, con la promulgación de la Ley de Gobierno Corporativo (LGC), la cuprera inició un camino hacia el buen gobierno corporativo, con una batería impresionante de reformas, que la ha llevado este año al sitial de la empresa pública del sector de recursos naturales mejor evaluada del mundo. El 2013, con un índice menos sofisticado que el actual, ocupaba el décimo lugar.


A partir de la LGC, Codelco se parece mucho más a una sociedad anónima que a una repartición pública. Ese era, precisamente, el objetivo de esta ley y esa es la vara con que debe evaluarse. La Superintendencia de Valores y Seguros supervisa a Codelco al igual que a una sociedad anónima, los directores de Codelco responden con su patrimonio al igual que los directores de sociedades anónimas, de hecho, en temas penales sus responsabilidades son aun mayores que aquellas de sus contrapartes en sociedades anónimas.


Partiendo el 2009, Codelco ha puesto en marcha una serie de reformas que han llevado a mejoras importantes en su gestión y su gobierno corporativo. Se estableció una línea de denuncias anónimas que procesa alrededor de 300 denuncias anuales; se creó un sistema de fiscalización de empresas contratistas; se reguló la asignación y uso de recursos destinados al funcionamiento del directorio; se transparentaron y regularon las solicitudes de trabajo; se implementó una política que limita a un mínimo compatible con consideraciones de eficiencia las asignaciones directas y licitaciones privadas, y se definieron normas estrictas para restringir y transparentar el lobby sobre la empresa.


Mención especial merecen las regulaciones que exigen que la contratación de toda persona políticamente expuesta, lo cual incluye parientes de parlamentarios y dirigentes políticos, sea aprobada expresamente por el directorio, al igual que las contrataciones con ex funcionarios de la empresa. La presión de parlamentarios para que Codelco contrate a sus operadores y familiares ha sido un riesgo histórico de la corporación que requería de regulaciones estrictas y controles severos como los que ahora existen.


Volvamos a las objeciones del contralor. Las transacciones con personas relacionadas que presentó como un hallazgo ante el Parlamento, en realidad eran información pública que la propia Contraloría había aceptado en el pasado reciente sujeto a las obligaciones de las sociedades anónimas y que, por lo mismo, se encontraban disponible en las memorias anuales de la empresa. De hecho, la política de prevención de Codelco en esta materia es tanto o más exigente que aquella de mineras privadas de tamaño similar y ese es el patrón relevante.


Respecto de los planes de retiro que Codelco ha ofrecido a grupos de funcionarios, lo que hacen las empresas privadas y lo que uno quisiera que haga Codelco al ofrecer estos planes es sopesar costos y beneficios. ¿Cuál es el beneficio de que se retiren anticipadamente grupos de trabajadores cuyos servicios se han vuelto poco atractivos para la empresa? ¿Cómo se compara este beneficio con el costo de un paquete de retiro atractivo para los trabajadores en cuestión? Es evidente que responder las preguntas anteriores es particularmente difícil, también que la Contraloría no tiene los elementos para hacer esta evaluación. Es Codelco, con un gobierno corporativo como el que la rige desde 2009 y que se debe seguir perfeccionando, quien mejor puede tomar decisiones en esta materia.


Las reparticiones públicas que fiscaliza la Contraloría no operan con gobiernos corporativos cercanos a las sociedades anónimas como Codelco. Por eso, en ellas se justifica el control de legalidad que realiza la Contraloría, aun cuando aquel debe ejercerse siempre manteniendo un oportuno y delicado equilibrio que no dificulte la toma de decisiones, ni rigidice los procesos más de lo necesario. Pero el caso de Codelco es distinto al de un servicio público común. Codelco puede generar recursos cuantiosos para todos los chilenos, participando en mercados sofisticados y competitivos, donde se deben tomar decisiones complejas propias de sociedades anónimas de nivel mundial, que la Contraloría no puede evaluar correctamente, porque no cuenta con la capacidad técnica para hacerlo.


Existe mucho que se puede hacer para seguir mejorando la gobernanza de Codelco, complementando nuevas reformas que lidere la estatal con iniciativas que no dependan exclusivamente de ella. Una alternativa interesante entre estas últimas es que Chile suscriba la Iniciativa de Transparencia en Industrias Extractivas, conocida como EITI por su sigla en inglés, que ya ha sido suscrita por más de 50 países, entre ellos Noruega, Reino Unido, Estados Unidos y Alemania. Al suscribir esta iniciativa, Chile podría hacer valer su liderazgo mundial en la materia y seguir fortaleciendo la gobernanza del sector de recursos naturales. Concretamente, la suscripción del EITI obliga a que representantes del gobierno, las empresas privadas y la sociedad civil definan una agenda de trabajo, la cual debiera incluir medidas para seguir fortaleciendo la gobernanza de la minería, no sólo las grandes empresas como Codelco y las privadas agrupadas en el Consejo Minero, sino también las medianas y pequeñas, además de promover relaciones más transparentes y constructivas entre empresas y comunidades. Toda iniciativa que contribuya a que Codelco genere mayor valor para todos los chilenos es bienvenida, el tipo de control que quiere ejercer Contraloría no parece ser una de ellas.


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Published on July 01, 2017 22:15

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Óscar Contardo
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