Óscar Contardo's Blog, page 136

July 8, 2017

Tirria burda

EL SENADOR Carlos Montes, refiriéndose a la próxima elección, afirma que Chile no es de derecha y que Piñera, la otra vez, fue una excepción. El argumento, además de simplista (Montes ni intentó fundamentarlo), suena deshonesto viniendo de quien lo esgrime.

Hagamos memoria. La Concertación, su conglomerado, operó durante veinte años con un diagnóstico opuesto. Y esto porque el plebiscito del 88 habría arrojado un empate entre la derecha y la centroizquierda. Es decir, los 16 años de dictadura habrían predispuesto al país a no querer volver a intentar un vuelco pendular; hartos de conflictos y esperanzados en que el crecimiento económico continuaría, los chilenos habrían querido reconciliarse.


Esto habría llevado a la Concertación a aceptar los términos y proyecciones de la dictadura sin angustia. O si no, cómo entender dos décadas de consensualismo y cogobierno con la derecha, ambas fuerzas a menudo indistinguibles, siendo Lagos (el candidato hasta no hace mucho de Montes) su más notorio ejemplo.


Ahora bien, es comprensible que personeros de centroizquierda, en un contexto de radicalización, les resulte incómodo la imagen que han estado proyectando: la de una coalición que aceptó atenerse al “rayado de la cancha” para llegar al poder, aun cuando en su fuero interno repudiaran su propio actuar “en la medida de lo posible”.


Tal las cosas, aparecen como una fuerza no de derecha, en un país no de derecha (concedémoselo), pero que llegados a La Moneda y al Congreso, gobiernan obligados según lo que la razón y el realismo prescriben, es decir, como si fuesen de derecha.


Es que, veamos, ganar elecciones y gobernar no es lo mismo, y para influir no es necesario ser gobierno. Lo primero lo saben la Concertación y la Nueva Mayoría. Lo segundo es el gran acierto de la derecha post 1988, aun cuando no le es nada nuevo, obedece a toda una historia previa. Recordemos que la derecha cooptó gobiernos radicales en los años 40 frenando sus inclinaciones izquierdistas; en los 50, propuso lógicas económicas que anticiparon el neoliberalismo; sobrevivió su casi extinción bajo Frei Montalva; y sirvió de contrapeso frente a la UP (cfr. Sofía Correa, Con las riendas del poder, 2004).


El que el país no sea de derecha, amén de criterio dudoso, ¿por qué habría de invalidar su opción? Más aún, si después del 2010, está visto que la derecha puede imponerse de producirse descalabros en la coalición gobernante, escenario que se ha estado dando bajo un nuevo gobierno de Bachelet. Por último, el senador no pareciera haber reparado que la abstención en alza (va en más de un 60%) desfonda su metafísica. De volver a repetirse, y no habiendo motivos para que se revierta, ningún grupo organizado podrá reclamar para sí un universo mayoritario, y menos total, de este país.


Decíamos al inicio que Carlos Montes pecaría de deshonesto. Niega lo que ha sido la evolución política de estas últimas casi tres décadas, ningunea a la derecha, y solo concibe como actor a una centroizquierda, sin embargo, hecha tiras.


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Published on July 08, 2017 00:00

July 7, 2017

La actitud de Chile

LA ACTITUD es todo, concluye el historiador español Víctor Küppers, cuyas charlas tienen revolucionadas las redes sociales. Su tesis se basa en que el valor de una persona se expresa en tres cosas: sus conocimientos, sus habilidades y su actitud. Pero de todas, la actitud es la clave. Al final, dice, nadie te quiere porque tienes un postgrado o hablas bien inglés. Te quieren por tu forma de ser. “Y todas las personas fantásticas, tienen una forma de ser fantástica; y todas las personas de mierda, tienen una forma de ser de mierda”.


Lo anterior no significa que los conocimientos o las habilidades no sean importantes. Nada peor que un ignorante motivado, advierte Küppers. Y vaya que tiene razón. Pero también es cierto que un sabelotodo amargado, es una pésima combinación.


Me acordé del tema durante la final de la Copa Confederaciones entre Chile y Alemania. Pese a que perdimos, quedé contento. ¿Por qué? Por la actitud de nuestra Selección. Porque verlos jugar sin achicarse, con ganas, con personalidad, es un placer. “Qué guapo es este equipo de Chile”, repetía el comentarista argentino con admiración, al ver que nunca se rindió, que siempre buscó y demostró que era un digno finalista.


Esto es nuevo. Es cierto que probablemente tengamos la mejor selección de la historia. Saben de fútbol y les sobra habilidad. Pero la clave, a mi juicio, es su actitud. No son el mejor equipo del mundo, pero juegan como si lo fueran. Y por eso les va bien. Y por eso, todos los quieren. No solo porque han ganado títulos, que es importante; también por su actitud.


Sigue siendo un misterio en qué minuto nuestra selección se puso guapa, como dicen nuestros vecinos. Para mí, ese siempre fue un atributo de ellos, no nuestro. Como sea, hay que aprovecharlo y mantenerlo. Y, también, contagiarlo.


Curiosamente, nada de aquello ha sucedido. Porque mientras La Roja se pasea por el mundo derrochando actitud, el país hace justo lo contrario. Solo trasmitimos desesperanza y angustia. Esto es evidente en todo el mundo político, donde la izquierda habla con un discurso desesperanzador, de una sociedad injusta, desigual, poco inclusiva. Y desde la otra vereda, la derecha, con los argumentos contrarios, dice que estamos peor que nunca. En suma, un país destruido.


Víctor Küppers dice, respecto de las personas, que todos tenemos vidas difíciles, complejas, llenas de problemas. Esto tienda a agobiar y deprimir. Pero, incluso así, hay algunos que van contra la corriente, que dan la pelea con actitud y salen adelante. “Que saben que, al final, la vida es fantástica y hay que vivirla así”, dice. Bueno, lo mismo pasa con los países. Es cierto, no estamos en nuestro mejor momento, pero vivimos en un país fantástico. Eso lo saben todos. Y, por eso, el mensaje político no llega a la gente.


Y ojo, tampoco se trata caer en la “marea roja”, una patología que lleva a un entusiasmo desmedido y que hace perder el sentido de la realidad. Eso es tontera. De lo que se trata, simplemente, es de entender nuestras fortalezas y debilidades, y salir jugando con la actitud que merece Chile.


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Published on July 07, 2017 23:55

Falta la campaña

LOS BUENOS resultados en las primarias del 2 de julio de Chile Vamos en general y de Sebastián Piñera en particular son innegables. La derecha dio muestra de una capacidad de movilización y de una organización territorial de las que no disponía. Objetivamente, el expresidente ha consolidado su condición de gran favorito.


Pero, el mundo está lleno de favoritos que a la postre han terminado derrotados o conseguido muy exiguas victorias. Lo viví muy de cerca en las primarias de 1999. En mayo de ese año Lagos se impuso por 70% a 30 % a Andrés Zaldívar en una votación en la que participó un número semejante de votantes (1.2 millones) al de la primarias de Chile Vamos. En ese momento, nadie dudaba que con ese resultado Ricardo Lagos era ya el futuro Presidente de Chile. Joaquín Lavín, el retador, aparecía sin la más mínima chance. En pocos meses las curvas se invirtieron y finalmente terminamos ganando por muy poco.


Otro ejemplo interesante. La Primera Ministra de Inglaterra Theresa May convocó a elecciones anticipadas segura de poder traducir en votos y escaños los 20 puntos de diferencia que la separaban en las encuestas de Jeremy Corbyn, el histórico líder laborista. Los medios de comunicación consideraban a este último un líder retrógrado que conduciría al laborismo al precipicio. En tres semanas de campaña todo se dio vueltas. Los conservadores perdieron en las elecciones del 8 de junio la mayoría absoluta de la que gozaban y los laboristas alcanzaron su mejor resultado de los últimos 20 años.


Los resultados de las primarias y más aún de las encuestas se pueden desafiar y modificar. Para eso está la política y para eso justamente son las campañas.


Aquí radica el problema. La derecha lleva años en campaña desplegando una dura oposición. Pero, del lado de la centroizquierda no hay prácticamente nada. Es casi como un conjunto vacío. Guillier no está todavía inscrito como candidato y sus propuestas son difusas, Carolina Goic lucha desesperadamente para convencer que puede llegar a noviembre, MEO se mantiene invisibilizado. Lo más dinámico en este cuadro es el Frente Amplio que ha conseguido constituirse en un nuevo actor pero que objetivamente con su votación del domingo pasado está todavía lejos de representar una opción real.


Si esto sigue así, la derrota de la centroizquierda es inevitable y puede adquirir caracteres de catástrofe. Este es el peligro que nos amenaza. Cuatro meses son poco tiempo para grandes arreglos electorales pero suficientes para generar un debate que muestre que hay en juego en estas elecciones cuestiones muy relevantes para la vida de las personas. En el fondo se trata de dos proyectos de sociedad: uno fundamentado en los negocios y la mercantilización de todos los ámbitos de la vida social. Otro, basado en derechos sociales. La previsión, la salud (general y reproductiva) o la educación de las grandes mayorías serán sustancialmente distintas según se imponga uno u otro proyecto.


Una campaña consiste justamente en explicar las cuestiones centrales que se juegan. Existen diferencias importantes al interior de la centroizquierda pero es posible explicitar un consenso fundamental: los ciudadanos somos titulares de derechos y no simples oportunidades de negocio. En esto debieran estar de acuerdo: Sánchez, Goic, Guillier y MEO. Con un conjunto de ideas claras es posible todavía ganar y por último, en la eventualidad de que toque perder, evitar que la derrota electoral se transforme en bancarrota político cultural.


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Published on July 07, 2017 23:50

Patrimonio y modernidad

LA RECIENTE declaratoria del denominado “Lote 18-A1” de la Villa San Luis en Las Condes como Monumento Nacional por parte del Consejo de Monumentos Nacionales, ratificada el pasado miércoles por la ministra de Educación, Adriana Delpiano, pone en evidencia la precariedad de nuestra institucionalidad urbana así como la urgencia de contar con políticas y programas de conservación del patrimonio arquitectónico acordes con el valor tangible e intangible de las obras.


En el caso específico de los terrenos de Villa San Luis, la declaratoria abre un flanco grave de incerteza jurídica, debido a la premura y urgencia con que se tramitó y a los gravámenes que impondría respecto a derechos legítimamente adquiridos por sus actuales propietarios.


Estos últimos, siguiendo la legislación vigente, presentaron un anteproyecto de edificación que fue aprobado por el municipio al cumplir todas las normativas y condiciones urbanas exigidas, e incluso ya había obtenido permiso de demolición. Lo incomprensible de esta situación es que el Estado, que por décadas fue propietario del conjunto y nunca mostró interés en conservarlo como patrimonio, vende el terreno a una inmobiliaria que paga su valor comercial, para que años más tarde el mismo Estado bloquee su desarrollo por presiones políticas.


Nadie duda del valor histórico del proyecto original desarrollado en los años sesenta por el arquitecto de la Coorporación del Mejoramiento Urbano (CORMU)Miguel Eyquem y construido durante la Unidad Popular bajo la dirección de Miguel Lawner como un modelo de integración social basado en los preceptos del urbanismo moderno.


Sin embargo, a casi medio siglo de su construcción, y atendiendo a las dinámicas propias del desarrollo de la ciudad, las dos estructuras que precariamente siguen en pie en el mencionado lote no representan un valor urbano o arquitectónico que amerite su conservación.


Lo que es urgente y necesario, ante la inminente demolición, es poner en valor el patrimonio intangible que representa la historia material de la Villa San Luis y sus pobladores.


En este sentido, si la acción del gobierno y el Consejo de Monumentos Nacionales busca reivindicar la lucha social de los antiguos vecinos, o reconocer el daño producido por los militares al erradicarlos y tomar control del conjunto durante la dictadura, esta reparación es responsabilidad del Estado y no de los inmobiliarios, que compraron de buena fe el predio y no tienen por qué pagar ahora el costo de reparar dichas deudas históricas.


Más que conservar ruinas de bloques irrelevantes, sería más constructivo trabajar junto a los antiguos y actuales propietarios del terreno para incorporar en el nuevo proyecto una sala y muestra que cuente la historia, proceso y contexto en el cual se desarrolló la Villa San Luis.


Si realmente queremos comunicar a las futuras generaciones el valor histórico del conjunto, mejor sería una exposición permanente o memorial similar al galardonado pabellón de Chile en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2014, que gracias a la curatoría de Pedro Alonso y Hugo Palmarola logró rescatar y poner en relevancia la historia del sistema constructivo KPD, también desarrollado durante la Unidad Popular.


De esta manera preservaremos no solo el valor histórico, sino también la certeza jurídica de un nuevo proyecto que ha cumplido con todas las normativas y que sin duda será también un gran aporte al que hoy es uno de los principales barrios de comercio y servicios de la capital.


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Published on July 07, 2017 23:40

Memoria y mercado

ANTE EL debate que se ha producido por la declaración de Monumento Nacional de la Villa San Luis, surge la pregunta: ¿Qué podemos hacer como sociedad para avanzar desde un modelo de desarrollo económico neoliberal a otro más humano, sustentado en la naturaleza y en el reconocimiento del patrimonio histórico?

La llamada Villa San Luis es un lote de 15.142 m2 ubicado frente a la Av. Presidente Riesco, de Las Condes, está compuesto de dos sitios; el 18 A1 de 5.473 m2 con 2 bloques de edificios de 5 pisos, hoy abandonados y semi demolidos; y el segundo el 18 A2 de 9.669 m2 con dos bloques que corren paralelos a los límites de los Pasajes O’Connell y Urano.


Estos edificios y su terreno, hoy evaluado en 100 millones de dólares, son los últimos vestigios de lo que fuera la Villa Ministro Carlos Cortés, uno de los proyectos más emblemáticos de solución habitacional e integración social del gobierno de Salvador Allende, el que consideraba 24 bloques de edificios de 5 pisos con una arquitectura moderna que albergaba a 1.038 familias. Fue construido el año 1972 y en el proyecto trabajaron destacados arquitectos chilenos como Miguel Lawner, Miguel Eyquem y Cristián Fernández Cox, este último Premio Nacional de Arquitectura 1997.


Con la llegada de la dictadura las familias fueron desalojadas, pasando los terrenos como usufructo y propiedad al Ejército de Chile, que en 1996 los vendió a la Inmobiliaria Parque San Luis S.A. quien desarrolla el Proyecto Nueva Las Condes, un “Central Business” compuesto de 12 modernas torres de última generación, “full design”, que alberga los edificios corporativos de las empresas que son propiedad de los grupos económicos más importantes del país. Y para completar este Proyecto falta la construcción de 6 torres de 20 pisos- las que cuentan con anteproyecto aprobado- en los dos lotes que quedan de lo que fuera la Villa Cortés.


Un grupo de antiguos habitantes de la Villa y vecinos se han movilizado en la defensa de los vestigios de la Villa Cortés para honrar su memoria, solicitando al Consejo de Monumentos Nacionales que ellos sean declarados Monumento Nacional. Por decisión del Consejo se declara como MN al sitio A1, lo que es ratificado por la ministra de Educación y recomienda ampliar la protección a los dos lotes. Esta declaratoria me parece adecuada, por la importancia que tiene el resguardo del patrimonio y la memoria.


El problema es que días antes de la declaratoria, sin contar con permiso municipal de demolición, les “tiraron la bola” a los dos bloques del sitio A1, dejándolos convertidos en una ruinas inutilizables, perdiéndose la posibilidad de que éstos y el sitio se reconvirtieran de manera contemporánea en un parque cultural verde que homenajeara esa memoria.


Por otro lado la Cámara Chilena de la Construcción ha puesto el grito en el cielo porque considera extemporánea e ilegal la declaratoria, y los inversionistas detrás del proyecto van a judicializar el caso, para revertir la situación. ¿Qué hacemos como sociedad en este caso?, donde una vez más se enfrentan el mercado feroz que promueve la segregación y una modernidad “high tech”, con la necesidad de desarrollar un modelo de sociedad más humano que reconoce su historia, la que incluye el violento tránsito de un gobierno popular a un gobierno militar, que es a mí parecer el dedo puesto en la llaga.


El desafío consiste en salir con altura de miras y como sociedad de este problema. Desde la provincia, pienso que un posible camino sería la constitución de una mesa de trabajo en la que participen el municipio, la inmobiliaria, el Consejo de Monumentos Nacionales, el Colegio de Arquitectos, y los vecinos, así como todos quienes sean pertinentes y necesarios, para buscar en conjunto la solución más apropiada.


Una de ellas podría ser la de convocar a un concurso de arquitectura e ideas, para de la mejor manera, conciliar y equilibrar social y espacialmente nuestro patrimonio con un desarrollo sostenible y con identidad.


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Published on July 07, 2017 23:38

G20: el camino hacia Argentina

El grupo de países industrializados y los llamados emergentes (G20) reviven en Hamburgo su encuentro anual, pero esta vez con una variante no menor: por Estados Unidos se ha sentado a la mesa Donald Trump.


Su voz es distinta a la de sus predecesores, instalada en la trinchera del proteccionismo y en dura confrontación con el orden multilateral que ha simbolizado el G20. Llega diciendo, entre otras cosas, que ahora Estados Unidos rechaza las decisiones de la Organización Mundial de Comercio y amenaza con ignorar sus fallos. México hace poco logró que la OMC lo autorizara a imponer sanciones a Estados Unidos por discriminar al atún mexicano. Pero, de un informe conocido recientemente se desprende que Trump pretende ignorar los fallos de la OMC que él considere una afrenta a la soberanía de Estados Unidos.


Por eso habrá tensiones y la tarea no será fácil para la canciller Angela Merkel como anfitriona. El G20 nació tras irrumpir la crisis económica de 2008 y fue el propio George W. Bush que, dejando de lado sus convicciones, asumió que el G7 de los países industrializados no tenía capacidad suficiente para encontrar salidas ante la catástrofe.


Había que sumar a otros como China, India, Corea del Sur, Sudáfrica y las tres economías latinoamericanas más grandes: Argentina, Brasil y México. La idea era tener un foro de cooperación y consulta para llevar adelante políticas en favor del crecimiento y de los mercados abiertos, teniendo en cuenta los alcances sociales y políticos de tales medidas. No es que se hayan dado consensos fáciles, pero nunca se ha pensado impulsar el proteccionismo como fórmula de reordenamiento económico mundial. Es lo que no entiende Trump y allí está el origen de las tensiones.


Ya en la reunión de las organizaciones financieras internacionales y los ministros de Finanzas del G20, en marzo se notó el cambio en la Casa Blanca. En esencia allí se negó el concepto de comunidad global. Para el gobernante norteamericano y sus colaboradores directos, el mundo es un campo de batalla, una arena internacional, donde los intereses políticos, económicos, sociales, culturales, morales y religiosos se enfrentan unos a otros.

¿Con estas dos visiones, tan distintas de las relaciones internacionales, cómo avanzar hacia una comunidad global, aquella que busca compartir valores fundamentales para el ser humano y construir mejores condiciones de vida para todos?


El anuncio del retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre Cambio Climático es sólo un botón de muestra, pero es allí donde está el meollo de la cuestión. En Hamburgo, con la dureza que se presume, tendremos una discusión preliminar de muchas tensiones a registrarse en 2017 y el 2018, para dar forma a una estrategia de avance desde la cual dar gobernabilidad a la comunidad global.


Todo esto cabe mirarlo con el máximo interés desde la América Latina, ya que la próxima Cumbre del G20 tendrá lugar en Argentina. Y por eso fue tan significativa la reciente visita de la canciller alemana por este país y México. Es cierto que en 2012 el encuentro tuvo lugar en el país azteca, pero este salto al sur y ahora con una confrontación tan evidente entre la primera potencia mundial y los demás países del escenario económico global, hacen que la presidencia de Argentina del G20 ocurra en un momento particularmente crítico en el orden internacional.


Por una parte, será importante como Argentina, en tanto país anfitrión, más México y Brasil, generan una reflexión conjunta con otras economías de la región para avanzar en una cierta mirada común del orden mundial que queremos. Se trata de buscar lo mejor para nuestros propios intereses. Pero también es el momento de acercarse más a otros socios.


¿Qué piensan los líderes africanos que están en el G20? ¿Cuál es la posición de los países asiáticos, cada vez más integrados en ASEAN? ¿Cómo debería evolucionar nuestra relación, especialmente la del Mercosur con la Unión Europea, para una mayor integración económica con valores compartidos? ¿Es posible explorar también una mayor convergencia con China, cada vez más convocada a llenar el vacío que deja Estados Unidos, si sigue con la política Trump?


Para los países de economías emergentes es esencial defender el sistema acordado con la OMC: tener donde llevar las quejas, presentar pruebas y lograr arbitrajes cuyos fallos sean obligatorios. Trump amenaza con salirse de la OMC, no cumplir los fallos y aplicar aranceles cuando le parezca. Argentina, como conductora del G20 a partir de ahora, tendrá que fortalecer la vigencia del sistema OMC con mucha energía.


En este marco, es importante asumir una secuencia de foros que, de una u otra forma, traen a esta región del mundo el debate y la búsqueda de un ordenamiento global serio, participativo y con visión común ante los grandes cambios del siglo XXI.


En enero de 2018 se reunirán en Chile los Cancilleres del Foro CELAC-China; en julio de 2018 G20 en Argentina; en noviembre de 2019 Cumbre de APEC en Chile. Y todo ello cruzado por nuestras propias definiciones políticas presidenciales. Vienen tiempos de grandes desafíos donde lo local y lo global estarán inter-relacionados como nunca antes.


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Published on July 07, 2017 23:35

La nueva “guerra” del Golfo

 Sigue viento en popa el enfrentamiento entre Arabia Saudita y Qatar en el Golfo Pérsico. Una disputa feroz entre dos potencias aliadas de Estados Unidos que ponen a Trump en un disparadero. Es el acontecimiento más importante desde la “Primavera Árabe” en aquella zona del mundo.


En teoría, Arabia Saudita, secundada por sus cercanos aliados árabes –Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Yemen, Libia y las Maldivas—, ha emprendido un boicot comercial y diplomático contra Qatar, el país con las mayores reservas de gas del mundo, por apoyar el terrorismo islamista, tener estrechas relaciones con Irán y desestabilizar a sus vecinos a través de la cadena de televisión Al Jazeera. En realidad hay una lucha de poder entre Arabia Saudita, la potencia aplastante en el Golfo Pérsico y líder del mundo árabe contra Irán, y Qatar, un minúsculo país que ha irrumpido con fuerza en el vecindario gracias a su riqueza natural tiene ínfulas de competir en influencia con Riad.


Se creyó, inicialmente, que Washington apoyaba a Arabia Saudita, pues el anuncio del boicot ocurrió poco después de la visita del Presidente norteamericano, que produjo una venta de armas de Estados Unidos a su aliado por 110 mil millones de dólares. Pero Washington tiene en Qatar la mayor base militar de la zona (alberga a once mil norteamericanos) y una cercana relación con Doha (la capital) que, entre otras cosas, pasa por la libertad con que Al Jazeera opera hoy en Estados Unidos, sede sus transmisiones en inglés.


Si algo no conviene, además, a Estados Unidos es echar a Qatar en brazos de Irán y Turquía, dos países con los que Doha tiene relaciones básicamente porque le sirven para protegerse del hegemonismo saudita pero no porque lo una a ellos una alianza estratégica antiestadounidense.


Es un enfrentamiento donde no hay “buenos”. Ambas partes son dictaduras. La diferencia es política. Arabia Saudita lidera a las monarquías fundamentalistas a las que los grupos yihadistas, igualmente fanáticos, quieren tumbar para establecer su califato; Qatar apoya a los Hermanos Musulmanes, también fundamentalistas pero ferozmente antimonárquicos. Es una lucha de poder por el liderazgo del mundo sunita, por oposición al shiíta, que encabeza Irán. Dentro de esa dinámica cabe todo, incluso esporádicos y tácticos acercamientos de Qatar a Irán.


La acusación principal de Arabia Saudita contra Qatar –que apoya el terrorismo de Al Qaeda y otros grupos— es hipócrita, pues Riad ha sido durante décadas una fábrica de islamistas fanatizados en mezquitas financiadas por ese Reino. La segunda acusación importante –que pretende desestabilizar el mundo árabe— es interesada. Qatar financia Al Jazeera, que dio amplia cobertura a la “Primavera Árabe” en 2011. Hoy esa ilusión se ha desvanecido, en parte porque Arabia Saudita financió y promovió las contrarrevoluciones que han devuelto a Egipto, Libia y Yemen a la “estabilidad” de dictaduras férreas, y provocó una división violenta en la oposición a Assad en Siria que ha dificultado mucho la tarea de acabar con ese dictador.


Dicho esto, a quienes Qatar apoya contra Arabia Saudita o Egipto no es a las minorías liberales que trataron infructuosamente (salvo en Túnez) de que la “Primavera Árabe” democratizara parcialmente a esos países. Lo que apoya son organizaciones opositoras que de llegar al poder se convertirían a su vez en dictaduras fundamentalistas. De allí que no haya “buenos” en este enfrentamiento entre aliados de Washington.


Hace bien Estados Unidos en no tomar partido abiertamente. Acabar con Qatar puede provocar enfrentamientos con Irán y Turquía, temerosos de que Riad aumente su poder de forma desequilibrante. El statu quo es malo pero la alternativa puede ser peor.


 


 


 


 


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Published on July 07, 2017 23:32

Las primarias y la voz de la clase media

Muchas interpretaciones pueden realizarse respecto de los resultados que arrojaron las elecciones primarias llevadas a cabo el pasado domingo. Sin embargo, hay un resultado que no resiste discusión, y es que en estas elecciones se manifestó con claridad y contundencia la preferencia de un número importante de chilenos que hoy día se inclinan por una opción de sociedad libre, con énfasis en el sector privado, por sobre una opción de sociedad estatista con énfasis en el Estado como proveedor de bienes sociales.


En efecto, los resultados fueron categóricos. Más del 80% de los casi dos millones de chilenos que fueron a votar prefirieron la opción del conglomerado de derecha por sobre la del de izquierda. Más aún, la derecha aumentó su poder de convocatoria con más de un millón cuatrocientas mil personas que la fueron a votar, comparado con las ochocientas mil personas que la votaron en 2013, es decir, un 75% más de personas se movilizaron y adhirieron a sus propuestas, quedando de manifiesto que la invitación de Chile Vamos a retomar la senda del crecimiento económico, el esfuerzo personal, y el rol subsidiario del Estado, venció a la invitación del Frente Amplio a estatizar una parte importante del aparato productivo nacional, nacionalizando el sistema de pensiones, el sistema de salud y la educación.


Las explicaciones para estos resultados son múltiples.


Una primera interpretación es que la clase media, que ha crecido en forma importante durante los últimos años, pasando de un 47% del total de los chilenos, en el año 2009, a un 60% en el año 2015, entendió que el crecimiento económico la afecta de manera directa, y por tanto decidió premiar a aquella opción que más se lo garantizaba. Esto resulta especialmente cierto si se considera la exitosa historia de crecimiento que había experimentado nuestro país durante los últimos 20 años, con una tasa de crecimiento promedio anual de 4,8% (1994 – 2013), la que contrasta con el 1,8% anual (2014 – 2016) alcanzado durante el actual gobierno con su incansable espíritu refundacional.


Una segunda explicación, en tanto, es que el actual gobierno, con su marcado énfasis en el agradamiento del sector público, no estaría entregando los resultados esperados. Basta con recordar que una de las primeras medidas de este gobierno fue echar pie atrás en la concesión de hospitales, determinando que fuese el Estado quien construyera dichos establecimientos, y comprometiendo la construcción de veinte hospitales de los cuales a la fecha sólo se han levantado cinco. Lo más dramático, no obstante, es que la inversión pública en infraestructura y concesiones ha caído durante este mandato en promedio en un 6%, pasando ésta de 3.100 millones de dólares anuales, entre los años 2010 y 2013, a 2.900 millones de dólares anuales entre los años 2014 y 2016.


Sea cual sea la explicación, las cifras de estas elecciones parecen haber sido elocuentes en indicar que mientras las elites intelectuales y el Congreso siguen consagrando demasiado esfuerzo y dedicación a debatir sobre Asamblea Constituyente, matrimonio igualitario, aborto, y tantos otros temas de interés social, la ciudadanía decidió premiar a aquellos que se abocaron a encontrar propuestas de soluciones creíbles a sus problemas más cotidianos.


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Published on July 07, 2017 23:30

The best of Harris

Tras leer En el mismo río, surge un anhelo, una ilusión, una esperanza, en fin, dejémoslo tal vez sólo en una idea: todos los poetas, digo todos los poetas talentosos con décadas de oficio, podrían darse el tiempo de articular una antología personal, es decir, elegir con ojo agudo el material que estimen trascendente, algo así como lo mejor de sí mismos. Eso precisamente hizo Thomas Harris, dueño de una obra maciza y potente, compuesta de 15 poemarios publicados entre los años 1985 y 2015. El resultado es un libro insoslayable, cautivante de principio a fin, ello debido a que, entre otras gracias, la lectura invita a apreciar la evolución y los sucesivos quebrantos de una voz segura, a reparar en algunas ideas fijas del autor, a trasladarse con velocidad inaudita por distintas épocas, y sí, a sentarse, aunque sea por un instante, en lugares bastante siniestrones.


La banda de amigotes y viejos conocidos que acompaña a Harris En el mismo río resulta ser heterogénea, seductora y cuantiosa: Barquero, Genet, Duchamp, Orompello, Bataille, Wenders, Pasolini, The Doors, Valéry, Rimbaud, Conrad, Horacio, Brecht, Paul Newman, Kafka, Vallejo, Cioran, el Aduanero Rousseau, Benjamin, Omar Cáceres, Goya, Blake, Magris, Lowry, Chejov, Poe y el mismísimo Diablo. Cada vez que figuran en un poema, cada vez que en buenas cuentas son invocados, los personajes recién mencionados cobran vida, sea a través de las triangulaciones ingeniosas que propone Harris, sea a través del poder evocador de su palabra.


Durante los años 80, el hablante de los libros que corresponden a esa época se pasea mayoritariamente por Concepción: “(…) yo soy una mendiga, una puta / sin más perlas que mis dientes, / mis dientes, hermanos, que atesoro a lo Divine de Genet / en la bolsita de raso / del humo de muerte / de los 80”. Al que escribe le obsesionan los cuerpos, muchos cuerpos, los muros, los neones y un erotismo entre salvaje y desconcertante. En aquel entonces, sugiere alguien, “Sólo el arte que conmueve nos era permitido”.


Entre las obras que Harris publicó en la década de los 90, específicamente en Los 7 náufragos (1995), figura una especie de declaración de escritura en “Asidos a un madero en forma de cruz”: “(…) por eso narramos / por el gusano en el madero / por el viento en el madero / por el semen en el madero / por el polvo en el madero / por la corrupción en el madero / por la sangre en el madero / sólo por eso / vamos a narrar”. En ese mismo poemario está “Elevación y caída del Mercado Municipal”, un poema que revela el uso grandioso de la imaginación sarcástica.


Otras virtudes estilísticas de Harris: la disposición frecuente de imágenes fuertes y distinguibles, la ostentación de la palabra exacta, un dramatismo sangriento y al mismo tiempo comedido, el control que el autor ejerce sobre la musicalidad y los ritmos de sus escritos. Todo esto se deja ver en “Violación y parto enamorados” (Tridente, 2005), un poema notable que el hablante dedica a su madre. El humor, dicho sea de paso, no está ausente de las composiciones de Harris. En “Renuncias” (Lobo, 2007), un cura catete increpa a un integrante del “Rat Pack del demonio”: “¿Renuncias al coito per angosta viam?”. “Seguir poblando el Mundo es el único pecado”, responde el interrogado. En La Batalla del Ebr(i)o (2014), el lector aficionado al humor negro encontrará una buena cantidad de material de regocijo.


Harris explica en el prólogo el sentido de este libro que compila 30 años de oficio: su obra es parte de un río, “siempre el mismo, del cual ofrezco fragmentos y trizaduras, ventanas y pórticos, absolutamente subjetivos, de lo que se me dio por, ya sea por destino o voluntad, escribir. Un río a veces torrentoso, otras, calmo, pero que sé que va a dar a la mar que es el morir”. En el mismo río no sólo es una excelente antología, algo que por lo demás ya está dicho; es también una manera muy distinguida de entrar a la colección canónica de la poesía chilena.


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Published on July 07, 2017 23:25

Oídos Sordos, por favor

Ya de vuelta en Santiago habrá que partir diciendo otra vez, pero más convencidos que nunca tras lo vivido recientemente en Rusia, que no existe razón alguna -racional, emotiva o futbolística- para enredarse de nuevo con la tonterita del “recambio”. No era tema antes ni es tema ahora pese al alarmismo histérico en el que han vuelto a caer algunos brutos.


No es necesario. Punto. Desde luego no se necesita, de modo alguno, para las clasificatorias… que vuelven en menos de dos meses. Y si tenemos éxito en ese empeño, probablemente tampoco sea una urgencia real para el Mundial del próximo año. La actual selección chilena de fútbol, ese exitoso equipo admirado y valorado en todo el mundo, no está para hacer experimentos ni para moverse por intuiciones o “potenciales mejorías” que asoman, por lo demás, dudosas e infundadas.


¿A alguien le parece, de verdad, que hoy Chile juega mal, que tiene graves defectos, que la elección de los protagonistas está mal hecha, que hay gente en las fronteras nacionales igual o mejor que Bravo, que Isla, que Medel, que Jara, que Beausejour, que Aránguiz, que Díaz, que Vidal, que Sánchez, o incluso que Vargas, Hernández, Silva, Gutiérrez o Puch, quienes hoy están un escalón más abajo?


¿Piensan de verdad que hay que estar preocupados, que hay que cambiar con urgencia, que hay que renovar la piel y los nombres cuanto antes? ¿En serio? Pues intérnense luego. Por favor. O que alguien les quite de una vez el teclado y el micrófono. Digo: así como se hizo evidente que la petición de recambio tras la partida de Sampaoli era absurda, así como resultó un fiasco la sola petición de apostar por los jóvenes en la Copa Centenario o en la pasada Confederaciones, que haya gente que aún hoy insista en la burrada feroz de dinamitar todo resulta abismante, intolerable. ¿Recambio?


¿Para qué? ¿Por qué? ¿Por quién?


Desde luego no existe hoy en el medio chileno jugador alguno que esté a la altura de los que todavía son titulares. No necesitamos, ni de casualidad, sacar a ninguno de los once (o quince) que siguen siendo número puesto en la Roja. Primero porque el equipo actual sigue rindiendo a gran nivel ante los mejores del mundo, al punto de ser aplaudida y valorizada aun perdiendo (ejemplos claros son las derrotas ante Argentina en Buenos Aires y Alemania en San Petersburgo). Pero, aparte, porque recambio ya hubo. Salieron del equipo varios que iniciaron la carrera en los años de Bielsa y la extendieron incluso hasta Sampaoli y Pizzi: Waldo Ponce, Contreras, Carmona, Estrada, Suazo, Droguett, Junior Fernández, Angelo Enríquez, Mark González, Albornoz, Valdivia, Paredes, Matías Fernández, Pinilla y Orellana dejaron poco a poco, en diversas etapas y por distintas razones, el grupo de los elegidos. Aunque, si me apura, un puñado de ellos podría reintegrarse al club mucho antes de que cualquier “promesa” del torneo nacional aparezca por Pinto Durán.


¿Se necesita más gol? Es obvio. Pero eso no significa necesariamente un nueve de área. Puede ser Castillo. Tal vez Mora. Pero no pasa de un quizás. Prestar oídos a quienes repitieron y repiten aún hoy tonteras como que es imperioso tener centrales más “altos” (en vez de mejores), o que Medel pase al mediocampo (¿se acuerda cómo se insistió con esa sandez por años?) es perder el tiempo. Son improvisaciones que, por suerte, nadie tomó nunca en cuenta desde adentro.


Hay tanta cosa mala en el fútbol chileno que apostar a cambiar casi lo único que hoy resulta bien, sería absurdo. Dejen tranquilita a esta selección, que harto orgullo y triunfos le ha traído al fútbol chileno los últimos años pese a los “sabios consejos” en pro de la renovación. Hasta que alguien no resalte con fiereza -primero en los entrenamientos y luego en los partidos amistosos- hasta que no aparezca alguno con el mismo talento y personalidad de los que hoy llevan el buque, seguir esperando es la mejor receta. Más que un problema, de hecho, es una bendición.


La entrada Oídos Sordos, por favor aparece primero en La Tercera.

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Published on July 07, 2017 23:18

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Óscar Contardo
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