María López Villarquide's Blog, page 8

August 12, 2023

La vida ante sí

La vida ante sí. Romain Gary, trad. Ana María de la Fuente. Barcelona: Penguin Random House, 2020

Los olvidados del distrito XX

«─Venid, voy a presentaros a nuestro amigo Mohammed ─dijo su madre.


No debió decir Mohammed, sino Momo. En Francia Mohammed suena a árabe de mierda, y cuando me llaman así me enfado. No es que me dé vergüenza ser árabe, todo lo contrario, pero en Francia Mohammed suena a barrendero o peón de albañil. No quiere decir lo mismo que argelino. Además, Mohammed suena a tonto. En Francia es como decir Jesucristo, todo el mundo se ríe».


Se abre el telón y a los pies de una escalera en un viejo edificio del barrio parisino de Belleville hay un chaval con rasgos árabes diciendo frases como la que acabo de citar, una detrás de otra. Mientras se dedica a subir y bajar esa escalera se cruza con personajes del vecindario, drogadictos, prostitutas, transexuales, proxenetas, ancianos mentalmente en las últimas y otros niños, como él o más jóvenes: entre todos conforman el espectro perfecto de individuos, razas y culturas castigadas en una sociedad que para 1975 (año en que se publica la novela) acaba de superar varias guerras.

Si algo puede definir al protagonista de esta historia, a Momo, es su búsqueda constante de sentido a la vida, esa que tiene por delante y a la que alude el título, esa que no deja de pasarle por encima y machacarlo.

La vida ante sí hace llorar, hace reír y especialmente arranca al lector una amarga reacción debido a las injusticias cotidianas que narra, las de entonces que son las mismas que las de ahora; sin embargo hay en ella dos almas condenadas a quererse que lo harán pese a las más hostiles circunstancias: una procedente de la cultura islámica y la otra de la judía, ambas apoyándose hasta el final de los finales. Increíble pero cierto.

Antes de que acabe la historia el niño dejará de ser niño y gracias a él, el lector va a conocer hasta qué punto esa perspectiva amoral de Momo, que no tiene nada, puede dar sentido a la vida, incluso cuando ésta es terrible y en su lugar hay quien sólo puede desear la muerte.

Y se cierra el telón.

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Published on August 12, 2023 01:24

July 27, 2023

Eileen

Eileen. Ottessa Moshfegh, London: Vintage, Penguin Random House UK, 2016

Slash-her

Como ámbito dentro del cual clasificar cierto tipo de cine de terror (una vez me dijeron que «género» no debía emplearse para referirse a un tipo de cine u otro, pero si así me expresara todos me entenderían, nada más cierto) el slasher se caracteriza por tener a un personaje cabreado, muy hartito de vivir (detalles sobre una existencia colmada de traumas y sufrimiento familiar que no siempre se hace explícita en el argumento) y que se cobra venganza con el primer grupo de adolescentes pijos que se cruza en su camino. Todos excepto el protagonista ⏤algo outsider pero con carisma⏤ mueren de forma brutal, sangrienta, chillona, empezando por la rubia guapa y acabando por el más imbécil de todos ellos. Suele cerrarse la película con una pista que tiende la mano a la siguiente entrega, por si la taquilla funciona como debiera.

Eileen toma este tipo de historias, se limpia los mocos con ellas y entrega al lector una lección de suspense, misterio y venganza magistralmente construida.

Alguien que ha sufrido lo suyo durante su infancia y parte de su vida adulta, quiere liberarse de esas injusticias y abusos que la han convertido en un bicho raro, quiere ser otra persona y empezar de cero, hacerlo bien en un segundo intento y, cuando las cosas se le ofrecen de manera propicia para alcanzar ese objetivo nada va a suceder como el lector se imagina.

Sin mirar a las otras obras de Ottessa Moshfegh (y parto de la base de que tiene un estilo que no se parece ni remotamente a nada) encuentro que ésta, su segunda novela, es sin duda la más perturbadora; conocer por fin el desenlace puede causar auténtica ansiedad en el lector, que no deja de preguntarse «¿cómo?» la narradora protagonista llega a donde desde la primera línea se nos revela que ha llegado dadas las circunstancias, que son extrañas, incómodas, opresivas y perversas.

Cada personaje de esta historia parece estar colocado en un lugar equivocado de acuerdo con los clichés que todos conocemos y eso convierte a Eileen en el colmo de la buena narración de suspense. Una narradora con conductas enfermizas, psicológicamente en el chasis que, sin embargo, urde un plan perfecto y redondea los acontecimientos para salirse con la suya pese a que la vida parece que no tenga ya más limones que darle. En un segundo plano, diversas manifestaciones del mal, el asco y el cinismo: un reformatorio, un padre alcohólico y abusivo, fantasías sexuales imposibles y la presencia mágica, esperanzadora y fuera de contexto de la mujer perfecta que pondrá en marcha el motor de Eileen para acabar con todo de una vez.

Una cuchillada certera en el punto exacto que más duele a toda la sociedad aunque, puede que especialmente, a la femenina de un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra en 1964.

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Published on July 27, 2023 03:52

July 18, 2023

Historias reales

Historias reales. Helen Garner, trad. Cruz Rodríguez Juiz. Barcelona: Libros del Asteroide, 2018

La necesidad

Identifico publicadas en España sólo dos obras de Helen Garner (Geelong, Australia, 1942) además de Historias reales: una ficción titulada La habitación de invitados con traducción a cargo de Isabel Ferrer Marrades (Salamandra, 2010) y una crónica de tribunales traducida por Alba Ballesta como La casa de los lamentos e ilustrada por Victoria Chezner (Libros del K.O. , 2018). Un hormigueo de insatisfacción curiosa me trepa por las corvas y la imperiosa necesidad de leer ambas salta sobre mí sin que yo pueda hacer nada por quitármela de encima.

No puedo: después de Historias reales y, sobre todo, después de dos de esas historias, «Matar a Daniel» (1993) y «El destino de The First Stone» (1995) me es imposible. Trataré de explicarme sin caer en el entusiasmo de la lectora impresionable que a veces soy, sin dejarme llevar por la simple coincidencia de ideas, de creencias, de visiones del mundo que ahora sé que comparto con esta autora a raíz de estas lecturas.

Pasando por encima de cualquier texto de las magníficas Joan Didion, Annie Ernaux o Rachel Cusk llego por casualidad a Helen Garner, porque me topo con un ejemplar de sus «historias» en la biblioteca y porque, últimamente y por motivos personales, me interesan mucho las creaciones ficticias que repasan las vidas de los escritores sin caer en eso que llaman autoficción y permaneciendo al abrigo de la crónica periodística.

Me cae bien su estilo, al cual me acerco a mordisquitos justo antes de partir de vacaciones a la playa y abandonarlo en mi mesilla de noche hasta la vuelta, más tranquila, más morena y mejor alimentada.

Avanzo y me detengo, tomo notas, sonrío: me gustan, por ejemplo, las descripciones que hace del apestoso ambiente que se condensa en los festivales de literatura, me hace reír bastante y me relajo, bajo la guardia hasta que llego a la historia del asesinato del niño de dos años Daniel. Helen Garner me lleva del escarnio más perverso y lúcido al dolor por la existencia del mal y la crueldad en el mundo.

La curiosidad de la autora exprime hasta el último detalle de la capa más profunda de la información que llega objetivamente sobre los motivos de sus crónicas: no basta con pensar que un psicópata ha matado a un bebé a puñetazos, mirar el horror no es suficiente:


Lo que le pasó a Daniel Valero habla de todos nosotros, de nuestras naturalezas pública y privada. Agita miedos profundos sobre nosotros mismos y nos asusta y avergüenza. No veo cómo puede pensarse la historia de Daniel sin reconocer la existencia del mal o de algo que pervive en las personas a pesar de todo nuestro progreso e ingeniería social y nuestras redes de seguridad, algo que solo la filosofía, la religión o el arte pueden abordar: el gusano en el corazón de la rosa.

[pp. 250]

Me he abrochado el cinturón secándome las lágrimas y continúo para llegar al relato de la recepción de su libro sobre un caso de agresión sexual en uno de los colegios mayores de la universidad de Melbourne: esto, queridos lectores, reluce como el oro así que me detengo y observo, estudio, aprendo. La compleja red de pensamientos contradictorios que define a la amalgama del feminismo hoy en día, de pronto, se percibe en mi cabeza con claridad: las dudas se despejan y los problemas se resuelven. Estoy de acuerdo y me encanta que me lo cuenten de esta forma.

Seguiré leyendo.

Lo necesito.

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Published on July 18, 2023 06:29

June 29, 2023

Diario de la guerra del cerdo

Diario de la guerra del cerdo. Adolfo Bioy Casares. Barcelona: Penguin Random House, 2022.

Werther’s Original

«…pues bien: hoy soy yo el abuelo y doy a mi nieto mis Werther’s Original, porque él también es alguien muy especial».


Anuncio de caramelos en 1998

Lo inquietante de aquel anuncio de 1998 no era que el abuelo le diera caramelos a su nieto, eso sucede en las mejores familias (en las otras no, y por cierto que son precisamente esas las familias sobre las que se escriben las novelas) lo raro de aquella estampa era ver la perfección del envoltorio, la pulcritud del anciano y lo repeinado de ese chaval que fruncía la nariz como un conejo cuando se metía en la boca un Werther’s Original.

El cinismo cruel y terrorífico que carga este texto de Bioy Casares de 1969 bien podría relacionarse con esa inquietud perversa que a mí me invadía el cuerpo cada vez que veía el anuncio por la tele. En Diario de la guerra del cerdo, de la noche a la mañana y sin explicación, los jóvenes se propondrán aniquilar a los viejos y se establecerá así una guerra apocalíptica en la que una generación va a acabar con la anterior, va a eliminar todo rastro de sí misma, renunciará con ello al terror de verse en el futuro como privada de facultades, de energía, de juventud.

Contada desde el punto de vista de un hombre que no es anciano pero que ya acusa los estragos de la edad madura (pierde los dientes en el primer capítulo y se lamenta, se duele ante su propia decadencia) Diario de la guerra del cerdo advierte la estructura más o menos cronológica de unas notas con saltos irregulares y elipsis puntuales. Isidoro Vidal asiste perplejo al despertar del odio contra los suyos, viejos inútiles asesinados a golpes, torturados como sabandijas en plena calle por los más jóvenes sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo.

Ellos se esconden, se apartan de lo visible, dejan de exponerse por miedo porque, por algún motivo, la sociedad ya no los acepta.

Una narración inexplicable que pone a la ciudad de Buenos Aires y al área de Palermo como escenario para el fin de todo, la renuncia al avance del tiempo y el auténtico exterminio.

Se han hecho muchas interpretaciones que relacionan esa guerra inventada del autor con la represión política que se vivía en Argentina durante la dictadura del año en que se publicó. Son todas muy interesantes y desde aquí las recomiendo para jóvenes, mayores y para ti, lector: porque tú también eres alguien muy especial.

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Published on June 29, 2023 01:07

June 26, 2023

Cazadores de langostas

Le dice a su amiga que allí donde vive encuentra poco tiempo para leer, que prefiere dedicarse a «otras cositas» como ir a pescar langostas o, «si se lo pide el cuerpo», tal vez hornear un pan de masa madre pero que leer, poco.

Le recomienda a una autora española que le encanta: ensalza su éxito internacional y los aplausos en un club de lectura organizado en el país de donde él viene. Deduzco, por el sombrero borsalino y la tez morena que trae, que el hombre no debe de pescar langostas en las aguas frías y profundas donde al parecer son abundantes, me cuesta imaginarlo luchando contra los elementos en una superficie rocosa cual tritón; lo veo más claramente en alguna zona costera y tranquila con temperaturas elevadas y sol todo el año, un lugar en donde en los clubs de lectura la costumbre sea aplaudir.

Me piden más novelas de la misma autora y les ofrezco todo lo que hay en la tienda, que es bastante. Ella me mira y me pide que le recomiende una.

 ─Es que la única que leí no me gustó, lo siento.

Él tose. Se retiran a deliberar y vuelven al cabo de unos cuantos chismorreos para completar su compra.

─¿Te puedo pagar en efectivo?

Por supuesto, hoy además estoy sobrada de monedas y tengo cambio como para ponerme en la puerta del Carrefour a ofrecer mi ayuda a la gente que no tiene un euro para la taquilla.

Extrae de su cartera un billete de cien euros grande y verde como una hoja de lechuga romana. Me paga con él un libro que cuesta menos de veinte y me deja pelada, claro.

 ─Chica es que tengo de estos en casa que me he olvidado de cambiar y voy por ahí…

Su amiga le mira sorprendida. Yo también.

 ─¿Tienes muchos de esos en casa?

 ─Creo que un cajón lleno.

Ambos se ríen.

Abandonan la librería comentando que el novio de alguien que ambos conocen es muy amigo de un crítico literario que prácticamente se crió con la autora y que es majísima.

Me parece oír el castañeo de pinzas de un grupo de crustáceos que se agitan molestos desde aguas lejanas, profundas, heladas de otro país y una oleada de solidaridad me envuelve de repente.

Esyoy segura de que están aplaudiendo.

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Published on June 26, 2023 11:20

June 24, 2023

Los astronautas

Los Astronautas. Laura Ferrero; Barcelona: Alfaguara, 2023

Galaxias lejanas

Ella y una pareja de amigos llevaban unos minutos parados en la puerta de la librería sin decidirse a entrar; se despedían con esa desgana característica que concede a cada frase de «bueno… hablamos» la excusa para enlazar una ocurrencia con otra y así hasta no despedirse nunca, o no al menos hasta mucho después de haberse pronunciado ese «bueno… hablamos» por primera vez en la conversación.

Hablaron de un libro que ella quería comprarse porque se lo estaba recomendando la otra. «Fue polémico, lo criticaron bastante por la ideología de la autora pero a mí me pareció muy bello… Una lectura audaz…».

Desde mi puesto escucho absolutamente todo lo que se dice en la entrada de la librería y aquella reseña gratuita que acababan de regalar a mi inminente clienta me dejó atrapada, maravillada. Me adelanté a teclear el título en la base de datos y, para cuando por fin se dieron dos besos, se marchó cada uno por su lado y ella entró y me lo pidió, yo ya tenía mi respuesta: «No lo tenemos».

Me había quedado sin stock de libros bellos que provocasen lecturas audaces y lo sentía mucho.

Me pidió recomendación así que yo le recomendé Los astronautas.

Es la primera novela que leo de Laura Ferrero (Barcelona, 1984) y si hay algo que me parece interesante destacar de ella es su gracia a la hora de jugar al despiste con el lector, un mareo de vaivenes ficticio-reales que a mí me recordó a una Delphine de Vigan borrosa pero con mucho gancho. Con cada capítulo el lector se lleva de regalo una anécdota curiosa sobre los grandes hitos de la carrera aeroespacial internacional, o sobre tal o cual escritor, cineasta… todos son interesantes. El hilo conductor, mientras tanto, es una historia de alguien que no la tiene, es la invención de un relato familiar que jamás se contó y que podría ser el de cualquiera que haya nacido en los ochenta, como la autora, como yo misma y adivino que también como mi clienta.

Los astronautas no sé si es audaz pero sí es amable y tampoco sé si es muy bello, pero sí que es correcto.

Más allá de eso, un puntito en el inmenso espacio que conforma el catálogo de novedades literarias de nuestro país donde es fácil entrar, perderse y no volver.

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Published on June 24, 2023 11:14

Velas de novia, bolsos de cometa

Desde hace unos días, el mostrador de la librería se adorna con una caja que contiene varios modelos de carteras, bolsas para la compra, neceseres y una suerte de monederos monísimos de colores flúor que no puedo dejar de mirar.

Con la excusa de ordenarla, cada vez que tengo un rato libre saco las carteras de la caja y las vuelvo meter dentro por el puro gusto de tocarlas, porque son suaves y se deslizan entre los dedos con la cadencia del «frufrú» de un miriñaque de 1866.

Y no exagero.

Los dichosos bolsitos están hechos con la tela reciclada de cometas de kitesurf, puro Ripstop, un tejido muy agradable, crujiente como una capa de pasta filo recién horneada que además resiste impactos y corrosiones al agua salada, es elástico, impermeable y con colores muy llamativos. Con base de nylon, ese mismo material se utilizó para fabricar paracaídas durante la Segunda Guerra Mundial y ya desde entonces, ese mismo tejido se reutilizó para fines más coquetos que saltar por el aire o mecerse al vaivén de las olas: con él se hicieron cientos de trajes de novia.

El nylon original con el que están tejidas estas bolsas se diseñó durante la Segunda Guerra Mundial para fabricar paracaídas y aquí, la historia: en 1943, una novia feliz y dichosa de saber que su prometido había salvado su vida saltando de una avioneta en pleno enfrentamiento provisto de su paracaídas, puso de moda la decisión de aprovechar la vaporosidad y fluidez característica de la tela redentora (que además, en su caso, era de color marfil o «blanco roto») y hacerse el vestido de novia con él:

05/08/1943, Wisconsin State Journal newspaper. Via/ Newspaper Archive

Sin ser yo experta en confecciones me atrevo a adivinar que, en cuestión de telas para un monedero, no debe de ser muy útil la facultad de proteger de los rayos UV o ser hidrófuga pero, nunca se sabe: monedas, maquillaje o lo que sea que introduzcas en estas carteras, todo estará a salvo contigo.

El gustito que da tocarlas durará para siempre.

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Published on June 24, 2023 08:08

June 18, 2023

Virginia y los libreros

Soy librera y supongo que eso me convierte inmediatamente en una persona que «recomienda libros».

En realidad no soy buena recomendando libros pero creo que sí lo soy detectando necesidades lectoras, me explico: tú llegas a la librería y me pides consejo y yo te colmo de preguntas sobre las últimas películas o series que has visto y que te han gustado y el tiempo que tienes para dedicarte a leer, si es porque te vas de vacaciones, si es porque llevas una temporada larga leyendo sobre un tema y te apetece cambiar, si no hay nada que «te enganche» y buscas precisamente eso… hay mil posibilidades y, como librera, yo quiero conocerlas.

He visto a libreros que se lanzan a prescribir ciertas lecturas a clientes que, en mi opinión, está claro que jamás van a disfrutarlas, lecturas que podrán llegar a frustrarles y hacerles odiar ese y otros libros del mismo autor y también a «reseñistas de las redes» (o como se prefiera llamar a esas personas con miles de seguidores que suben fotos de manos que sostienen libros, o de libros ubicados en bodegones temáticos) que piden opinión sobre autores clásicos como, por ejemplo: Virginia Woolf.

«¿Lo habéis leído? ¿Os gusta?»

Hombre pues sí, pero depende…

Creo, por ejemplo, que Una habitación propia se le puede hacer bola e incluso atragantar a un cliente despistado que busque una lectura feminista con la que descubrir algo o comprender algo y por eso, si esa persona entrase en la librería y me preguntase al respecto, no iba a ser yo quien le ofreciera ese texto.

Todavía recuerdo un examen en la Facultad muy ilustrativo a la sazón porque Virginia Woolf no es fácil, ni es recomendable siempre.

Transcurría mi primer curso de Filología Inglesa y nos pidieron el análisis de un fragmento de Mrs. Dalloway; al cabo de casi una hora, el profesor nos advirtió que había dos páginas cambiadas de orden, que se había equivocado al hacer las fotocopias. Yo ya llevaba más de la mitad del texto comentado y ni me había dado cuenta. El stream of consiciousness tiene su complejidad y aquel profesor, mucha mala leche.

Por eso, a ese lector con inquietudes que quiera profundizar en el papel de la mujer dentro y fuera de la literatura no le daría Una habitación propia, le daría algo de ficción contemporánea, algo de ficción contemporánea de espíritu feminista, algo de ficción contemporánea de espíritu feminista y trama con tintes dramáticos, si puede ser, basada en traumas personales de la autora. Creo que acertaría (y el abanico de opciones, además, iba a ser amplio).

Si diera en el clavo iba a ser probable que días después esa misma persona regresara y me pidiera una edición de bolsillo de Una habitación propia o cualquier otra obra de la señora Woolf.

Me sentiría definitivamente realizada en mi profesión si, además, regresase en una tercera ocasión y me pidiera el mismo título, esta vez envuelto para regalo. Entonces sí creería que he sabido recomendar un libro.

Hasta que llegue ese momento epifánico, me temo que seguiré con mis preguntas.

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Published on June 18, 2023 07:05

June 8, 2023

La paz de las colmenas

La paz de las colmenas, Alice Rivaz, trad. Regina López Muñoz. Madrid: Errata Naturae, 2023

Confederación femenina

En Suiza, hasta el 31 de octubre de 1971 la mujer no tuvo acceso al voto en unas elecciones federales.

El otro día me senté a ver la película Merci pour le chocolat (Claude Chabrol, 2000) y en cuanto identifiqué en ella localizaciones de la ciudad de Lausanne no pudeevitar mirar a Fran y decirle «mira, qué casas, qué lago, qué gente…» porque reconocía mucho de lo que recuerdo en ese entorno. Luego irrumpió en escena Isabelle Huppert y ninguno de los dos tardamos en adivinar las consecuencias inevitables del mal que su personaje iba a ejercer de forma inminente sobre ese mismo, idílico, entorno.

La autora de La paz de las colmenas, Alice Rivaz, nació en 1901 en una pequeña ciudad del cantón de Vaud, el mismo al que pertenece Lausanne y pasó en Ginebra el resto de su vida, desde que se mudó allí a los veinticinco años. Hoy día hay un tren que lleva su nombre.

Yo acabo de descubrirla gracias a la traducción que ha publicado Errata Naturae, con prólogo de la periodista feminista Mona Chollet (nacida en Ginebra en 1973, dos años después de que el voto femenino se hiciera oficial allí).

Rivaz, como es natural, se queja y se lamenta, pone nombre a las frustraciones cotidianas que viven las mujeres de su edad en el ambiente doméstico y familiar que les ha tocado en suerte y lo hace con una frialdad afilada como el cuchillo de un carnicero, con una maldad similar a aquella con que podría hacerlo su personaje si, en una película, fuera interpretado por Huppert. Muchas de sus reflexiones brotan del machismo imperante en su sociedad, la de 1947 pero también, en cierta medida, la de 2012, año en que yo me fui a vivir allí y me explicaron, por ejemplo, que para aprender bien el idioma lo mejor es «ver la tele mientras planchas» o que era conveniente que estructurase mi jornada para que me diera tiempo a todo antes y después de las doce, que «es cuando debes estar en casa para prepararle la comida a tu esposo».

La paz de las colmenas no tiene casi argumento; la narradora adopta las formas de un diario personal para volcar sus ideas más intimas al margen de su marido (que en esos momentos se encuentra de viaje por motivos laborales) un hombre a quien asegura haber dejado de amar en la primera página. Rivaz se apoya en sus amigas y sus compañeras de trabajo, se recrea en la imaginación de un mundo utópico, una confederación gobernada en sororidad, al estilo de las abejas en las colmenas, por mujeres que quizás podrían encarar los problemas de un modo diferente a como lo hacen los hombres.

La narradora siente curiosidad por otras posibilidades sociales, religiosas… es infiel a su pareja y se preocupa por las guerras que estallan más allá de las fronteras neutrales suizas, critica el «bovarismo» de sus contemporáneas, la resignación, la confusión… mientras espera a su marido, sopesando la toma de una decisión respecto a su vida juntos.

Es muy interesante y lleva escrito desde 1947, veinticuatro años antes de que a las mujeres les fuera reconocido el derecho al voto en Suiza.

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Published on June 08, 2023 06:03

June 5, 2023

Lágrimas en H Mart

Lágrimas en H Mart. Michelle Zauner, trad. Ainhoa Segura Alcalde. Madrid: Neo Person, 2023

El sabor sin los demás

En el edificio de enfrente de mi casa hay un perro que me recuerda a los gallos portugueses, aquellos que cambiaban de color en función del tiempo que fuera a darse en las horas siguientes. Esos días en que el ambiente se siente caluroso pero el cielo se vuelve del color de un trapo sucio, cuando se respira polvillo seco y se presiente el estallido de la tormenta, esos días este perro comienza a ladrar.

Él ladra y yo lo escucho desde el sofá, desde la cocina, desde el cuarto de baño cuando cierro el grifo y vuelvo a tener referencias de lo que sucede afuera. El perro de enfrente ladra y no para hasta que comienza a llover.

Mientras leía estas memorias de Michelle Zauner (Seúl, Corea del Sur, 1989) he oído mucho a ese perro pero en pocas ocasiones he continuado con ellas mientras el agua golpeaba las ventanas y contraventanas de mi casa: las abandonaba, dejaba de adentrarme en su historia. Desde niña las tormentas me provocan cierta angustia y confusión y no soy capaz de concentrarme en nada mientras truena y relampaguea así que, cada vez que yo estaba abstraída en Lágrimas en H Mart y comenzaba a llover lo cerraba, lo dejaba sobre la mesa y caminaba hacia el cristal para echar un vistazo y comprobar que mi vecino el perrete, satisfecho por habernos advertido a todos correctamente, ya se había callado.

Lágrimas en H Mart duele demasiado para leerse durante un chaparrón, en él la narradora (cantante y guitarra del grupo Japanese Breakfast) moja empanadillas en salsa kimchi y describe su viaje doloroso desde que le diagnostican cáncer a su madre, hasta que la pierde. Michelle Zauner combina los sabores de la cocina coreana con el desasosiego por la muerte de un ser querido y mezcla la rabia y la frustración ante la enfermedad con el aprendizaje de las mismas recetas que su madre le cocinaba cuando era niña.

Un libro extraño y desasosegante, duro y cómico y supongo que, aunque suene a tópico, inevitablemente «agridulce».

Mi vecino el perrete no ha vuelto a ladrar desde que lo terminé así que una de dos: o es que el tiempo va a mejorar o tal vez sólo me advertía de que no siguiera leyéndolo y lo de la tormenta lo he entendido mal.

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Published on June 05, 2023 00:27