María López Villarquide's Blog, page 5

August 12, 2024

Foster

Foster. Claire Keegan. London: Faber and Faber, 2010

Reflected Memories

Asumir el punto de vista narrativo de un niño, copiar el modo en que un crío percibe el mundo y adaptar la expresión escrita a esa forma de pensar, sentir y entender la vida es tarea delicada. Podría parecer que cualquiera puede hacerlo pero el resultado de tan frágil ejercicio, si se hace mal, es impostado y desafina en el lector hasta echar a perder la que, en ocasiones, podría haber sido una buena historia.

Foster no es así.

Claire Keegan (Wicklow, 1968) con 30 años como profesora de escritura creativa a sus espaldas consigue que el esfuerzo por transformarse en esa niña que cuenta esa historia se convierta en la única forma posible de llegar a ella. En la forma perfecta.

He leído Foster dos veces seguidas. Está cuajada de expresiones irlandesas de la vida rural y de expresiones rurales de la vida de los niños irlandeses y me ha costado pero con la segunda vuelta he comprendido y, consecuentemente, he llorado porque es triste y bellísima hasta el agotamiento.

Ambientada en la década de 1980, Foster cuenta la historia de una niña durante el verano que sus padres la dejan al cuidado de un matrimonio, justo antes de que nazca el quinto de sus hermanos.

En una entrevista contaba Keegan que su historia se le ocurrió a partir de una imagen recurrente que, como les sucede a los replicantes en la película Blade Runner, no recordaba haber vivido nunca, como un sueño «implantado».

El falso recuerdo de Keegan inspiró su historia como si hubiera sido el propio relato el que hubiera estado allí, meciéndose en la superficie de un estanque antes que ella y él mismo hubiera buscado a una escritora para que le diera voz y no a la inversa.

Como el reflejo de un objeto sobre el agua estancada justo antes de borrarse con la vibración provocada por el viento.

Creo que leer Foster es aprender a recordar la infancia sin impostarla: una tarea delicada.

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Published on August 12, 2024 00:55

July 30, 2024

Footsteps

Footsteps. Adventures of a Romantic Biographer. Richard Holmes. London: Harper Collins, 2005

Je suis le Ténébreux

A voyage is a piece of autobiography at best

[Robert Louis Stevenson]

Me explicó con condescendencia que el movimiento Romántico siempre debía escribirse en letra mayúscula, a diferencia del adjetivo con el que se califica a aquellas personalidades que se dejan llevar por sentimentalismos y adolecen por cuitas de amor. Ella corrigió el error y se excusó diciendo «tranquila, que no tocaré nunca nada de estilo» y añadió «dejo a propósito los comentarios íntegros porque sé que pueden ayudar en el futuro y siempre se aprende» y remató con unas cuantas recomendaciones, como la de «por favor incluya una cita a las teorías de [FULANITO] que en España son esenciales para abordar un tema como aquel en el cual se centra su artículo» luego agradeció y se despidió.

Publicar artículos académicos es así y por eso, entre otros motivos, yo he publicado tan pocos.

No obstante ella, mi revisora, llevaba razón y sus comentarios me ayudaron en el futuro, me han ayudado hoy, cinco años después de aquel intercambio de e-mails nuestro, porque al leer estas «aventuras» de Richard Holmes» estoy convencida, más que nunca, de lo frágil y quebradiza que es la línea que divide a los románticos de los Románticos con letra mayúscula: los segundos no son nadie sin los primeros. Muchas veces son las mismas personas.

En Footsteps el autor escoge a cinco atormentados del sentimiento Romántico decimonónico, los ubica en parajes naturales donde cada uno fue a buscar el remanso de paz que tuvo a su disposición y se cuenta a sí mismo en el proceso de reconstruir parte de sus vidas: R. L. Stevenson, Mary Woolstonecraft, Wordsworth, P. B. Shelley y Gérard Nerval a merced de la escritura de un Richard Holmes joven en pleno mayo del 68 (y también un poco después).

Robert Louis refugiándose del mundo a lomos de una burra en las montañas de Cevenas, conversando con posaderos y monjes y prendiendo hogueras para alumbrarse, comer y escribir, evocar sus melancólicas relaciones con una mujer casada y esbozar obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Richard, detrás, cien años después.

William a lomos de la Revolución francesa ve morir a Luis XVI en la guillotina y alzarse al poder a Roberspierre para seguir el mismo curso a continuación mientras Mary asiste a los mismos sucesos y se despide del rey desde la ventana de su casa, como mujer con ideas demasiado avanzadas a ese período histórico (a cualquiera).

Imagination had been one of the watchwords of the Paris students, conjuring up a whole new world […] It was of course taken from nineteenth-century Romantic vocabulary…

[Richard Holmes]

Del alzamiento popular y la política sanguinaria a la desgracia personal derivada del suicidio de una madre y de una de sus hijas; la hermana que sobrevive y se arrejunta con Percy Bysshe pasa las penas más gordas a su lado y al de su cuñada. Es el amor libre pero no el de los sesenta sino el del XIX y allí Richard lo documenta todo, lo escribe cien años después.

Cuando el libro alcanza a Gérard, alucinado poeta y crítico cultural que sufrió por amor durante el tiempo que estuvo entre los vivos, parece que la obsesión de Richard Holmes por vincularlo con una lógica esotérica desquiciante lo persiga y lo arrastre por los callejones de París. De Pigalle a Clichy y de la la place de Vosges a la Concorde, donde Mary se había resbalado con un charco de sangre durante la revolución.

Footsteps se cierra con su autor detenido ante las fuentes cerca del Palais Royal, allí donde Gérard Nerval, que se describía a sí mismo como le ténébreux, iba a pasear junto a su langosta y su amigo Théophile Gautier a diario, casi hasta el día de su suicidio.

Suicidio con minúscula.

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Published on July 30, 2024 11:56

July 17, 2024

Against Interpretation and Other Essays

Against Interpretation and Other Essays. Susan Sontag. London: Penguin Books 2009

La ausencias

Llegar al tercer capítulo de esta colección de ensayos de Susan Sontag (New York 1933-2004) sin lamentar, al menos al final de cada página, su ausencia de este mundo es perfectamente normal: el ensayo que da título a la colección y con el que arranca es, simplemente, la mejor forma de explicar en qué consiste (o debería consistir) el análisis textual, también en el cine… pero es que para cuando en el capítulo cuarto decide expresarse sobre las películas de Robert Bresson  entonces una quiere organizar una ouija para, directamente, traerla de vuelta.

Qué buena falta nos hace una Susan Sontag en un mundo como el de hoy: alguien con criterio y coherencia abrumadores, con opiniones que nacen, crecen y se reproducen sin llegar a morir nunca, con claridad, con buena letra, con elegancia.

Hoy más que nunca me doy cuenta de cuánto necesitaba que Susan Sontag me hablara de las películas de Robert Bresson, porque aunque para cuando ella publica su artículo dedicado al cineasta (1964) todavía no se ha estrenado la película que menos me gustó de las que vi de él (Le Diable, probablement, 1977) sus pensamientos, leídos a posteriori, me sirven y me colman de satisfacciones. Yo lamenté el tiempo perdido al ver esta película que, entonces, me pareció pretenciosa (porque para mí pretendía mucho más de lo que sin duda lograba) incongruente (porque en ella el director obliga a sus actores a «no actuar», a «estar» y a «declamar» como bellas marionetas o modelos parlantes sin expresión ¿con qué finalidad, Robert?) y ridícula hasta el sopor pero entonces leo a Susan y ella abre las puertas de mi entendimiento: para Bresson lo que prima es la forma y el cine consigue llamar la atención sobre sí mismo y sacar a la luz esa forma por medio de la narrativa del lenguaje cinematográfico. Sin artificio, sin ejercicio interpretativo.

Susan Sontag siempre a favor de la obra de arte como materia viva, como elemento per se autosuficiente y que no necesita intermediarios que aclaren, traduzcan o interpreten, por supuesto que no.

¿Conflictos con el cine de ciencia-ficción? Abran paso que aquí llega Susan:

«Science-fiction films are not about science. They are about disaster, which is one of the oldest subjects of art».

[P. 213]

¿O no? la hecatombe como obra de arte. Qué magnífica teoría que se suma a una idea del cine de ciencia-ficción como desapasionado, soso y ostensiblemente moralista. Toma ya.

Pero es que remata la faena con sus archiconocidas «Notas sobre lo Camp», donde llegan -entre otras- sus apreciaciones sobre el concepto de «sensibilidad moderna», tan claras y certeras que emocionan:

«The two pioneering forms of modern sensibility are Jewish moral seriousness and homosexual aestheticism and irony»

[P. 290]

Que Gaudí, con su rebuscada visión de la naturaleza plasmada en la arquitectura es camp, que el ballet El lago de los cisnes, de personajes planos y sin evolución es camp y que lo extravagante, lo naive pero indolentemente provocador o cualquier frase salida de la boca de Oscar Wilde también lo son. Todo eso es camp

Susan, vuelve: te necesitamos.

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Published on July 17, 2024 03:06

June 22, 2024

Cristina García Rodero. España oculta

Cristina García Rodero. España oculta. Círculo de Bellas Artes de Madrid, Sala Picasso 17/05/2024 – 18/08-2024

Campos de tierra

Morella, La Alberca, El Hito.

Cristina García Rodero recibe la beca de la Fundación Juan March en 1973 y se va con su cámara a fotografíar las profundidades de España. En los archivos de la Fundación hay un acceso (previa autorización) a la memoria de su proyecto para consulta exclusiva en sala. El resultado de ese trabajo también es esta exposición.

Almansa, Campillo de Arenas, La Valduerna, Mayorga de Campos.

En 1989, 1990 o incluso 1991 camino de la mano de mi madre junto a la cristalera de la sala de exposiciones del ayuntamiento de Logroño. En el cartel de la pared, una niña flota en la puerta de un cementerio:

-Mamá ¿has visto? ¿Está muerta? ¿Le han hecho una foto a un fantasma?

Mi madre me aprieta la mano.

-Venga, que se hace tarde.

Belinchón, Villasandino, Fuenlabrada de los Montes, As Pías.

Una mujer entra en la librería con prisa y me pregunta por el catálogo que está en el escaparate. Me levanto para cogerlo, porque yo no he seleccionado los libros que se exhiben y no sé a cuál se refiere y cuando le doy la vuelta veo a un hombre saltando sobre cinco bebés dispuestos en un colchón en el suelo, a su alrededor hay hombres y mujeres, hay niños y hay un cura muy serio. Todos observan con atención la proeza que sucede ante ellos. Alguien hace una foto.

Escober, Fuentelespino del Haro, Hontanar, Riofrío, Mondariz, El Escorial, Helechosa, Xende A Lama, Xodos, Llucena.

«El gracioso» sostiene una larguísimo palo combado con las dos manos y coloca entre las piernas. Todos ríen tras él, la aceptación se palpa en el ambiente de la imagen. La mujer con su cámara de fotos tiene menos de treinta años y no sabemos si está impresionada, pero toma una fotografía.

Villamanrique de la Condesa, Almonte, El Cerro de Andévalo.

Me detengo ante la foto porque la mujer va descalza: toma de la mano a su hija, que no está descalza y que viste como para recibir su primera Comunión. Sus pies están negros, igual que sus manos. Ambas miran a quien sostiene una cámara de fotos Asahi Pentax de 35 mm y está delante de ellas para tomar la fotografía.

Ronda, Mougás, Oía, A Valga.

La primera vez que veo a los «picaos» de San Vicente de la Sonsierra hace un frío que me cuartea los labios y un viento que me despeina la coleta. Son las vacaciones de Semana Santa y he venido con mis padres a verlos. Mi madre insiste en que este es el pueblo en donde nació Paco Clavel y nos parece un dato importante. Ellos se golpean las espaldas desnudas con hatillo relleno de cristales rotos, luego alguen vierte zumo de limón sobre las heridas, son penitentes.

Cristina García Rodero hizo una fotografía de «El Picao» en 1979, con la cara encapuchada y los pies descalzos sobre la tierra.

Parece un fantasma.

Podéis ver la exposición hasta el próximo 18 de agosto.

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Published on June 22, 2024 06:25

June 17, 2024

Un puñado de flechas

Un puñado de flechas. María Gainza. Barcelona: Anagrama, 2024.

Ocasiones

Aprovechar una oportunidad es un arte: se tiene o no se tiene la ocasión de subirse a una buena circunstancia y sacar el máximo partido de ella. Cuando esto sucede y algo se mueve dentro, algo también nos toca, encaja. Clic.

Un puñado de flechas es, otra vez, la irrupción de María Gainza en nuestras vidas con el bolso lleno de ocurrencias y símiles maravillosos: que si este cuadro, que si esta exposición, que si este artista… todo lo trae y lo dispone sobre la mesa para asignarle ejemplos prácticos, casos reales (los suyos) vivencias reconocibles (pueden ser las de cualquiera de nosotros).

Se aviva en mí el deseo latente de regresar a Buenos Aires, también para ver su Museo Nacional de Bellas Artes porque este libro trae a colación su contenido. Ya sucedió con El nervio óptico (2017) y vuelvo a caer con todo el equipo.

El mismo arranque me fascina. El comienzo de esta «no novela» es una suerte de confesión ante el lector, una «batallita» honesta en la cual la narradora y protagonista, la propia María Gainza, nos cuenta que una vez Francis Ford Coppola le soltó una frase memorable capaz de inspirarla hasta el día de hoy, varias décadas después. Los detalles anecdóticos alegran el ritmo de esta breve historieta y una ya entra con ganas hasta el fondo del libro pero es ese punto de partida, ese comienzo, el que perdura. De hecho le da título e ilustra su cubierta.

A partir de ahí, cada «no-capítulo» plantea un recuerdo como excusa para una narración, un relato en que la autora vuelve la vista atrás a su época de crítica cultural y se lamenta por los sinsabores de ser una escritora «conocida» a quien piden recomendaciones, consejos, lecturas y prescripciones varias que pocas veces (o ninguna) está dispuesta a aceptar.

Pero ojo, lo que dijo Francis ahí está: el artista trae consigo un carcaj cargado de serie, las flechas se van a lanzar tarde o temprano, no podemos saber cuándo, bastante con saber que hay flechas. Bastante con reconocerse como artista.

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Published on June 17, 2024 03:59

June 2, 2024

Orquesta

Orquesta. Miqui Otero. Barcelona: Alfaguara, 2024

Recital de leyendas y xacarandaina

«De donde yo vengo el raro eres tú» decía una pintada en un mirador de Lisboa, hará unos veinte años. Le hice una foto con mi cámara digital y sigue guardada en el disco duro de mi ordenador, con pésimo enfoque y peor calidad pero inolvidable. A ella vuelvo cuando leo Orquesta porque desde la primera página me advierte que la voy a recordar siempre.

Si no sucede así, supongo que la rara seré yo.

Orquesta se cuenta por la música que suena en la fiesta de un pueblo gallego, una noche en la que se suceden acontecimientos cotidianos, terribles, ordinarios y humanos: el lector solo avanza en la trama si la música suena: entonces sabrá qué hacen los personajes, todos implicados en un mismo misterio. Durante los momentos de silencio, la acción se disolverá en las reflexiones de esa música narradora, una voz un poco pomposa que juzga aquello que sucede y a todos los que pasan por allí.

Como de donde yo vengo es también de donde viene esta historia, me gusta leerla: reconozco los detalles enxebres de los cuales el autor se ha embadurnado bien antes de (e imagino que también durante) su proceso de escritura. Aplaudo el recorrido: la Santa Compaña, as zocas, la cerámica de Sargadelos y los orígenes de un título nobiliario inexistente, el carácter de la verbena gallega de finales de verano plasmado exactamente como es y desde dentro, que siempre es desde donde mejor se cuentan las cosas.

Aunque pueden asomar ecos de A esmorga de Blanco Amor (crimen y parranda de la mano) o de Obra maestra de Juan Tallón, porque también reproduce los pensamientos de sus personajes con monólogos que se sueltan a borbotones Orquesta, sin embrago, es auténtica: cada uno cuenta su parte y se expresa como piensa, como el autor imagina que piensa un narrador como ese, como lo pensamos quienes lo leemos y reconocemos a esa persona de ese pueblo gallego en esa fiesta: tanto si venimos de allí como si no.

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Published on June 02, 2024 09:37

May 27, 2024

La trilogía de París

La trilogía de París. Colombe Schneck. Trad. Mercedes Corral. Barcelona: Lumen, 2024

Liberté, égalité et crawl

A nadie le sorprende ya que una autora exorcice sus demonios a través de la escritura. Con rabia y con frustración me reconozco entre las lectoras reacias a este tipo de textos, que voy a calificar como de «autoayuda» y no porque sean de ayuda para quien los lee, sino porque a mí más bien me parece que lo son para quien los escribe.

La trilogía de París es uno de ellos.

En el prólogo, la propia Colombe reconoce todo lo que le debe a Annie Ernaux de la escritura de esas tres novelas (porque son tres, Diecisiete años, Dos pequeñas burguesas y La ternura del crol) y el lector lo percibe, lo haría incluso sin haber leído la nota porque la autoficción está ahí, la intimidad desnuda, las confesiones, todo.

La trilogía de París, al igual que la República francesa, proclama libertad en la primera historia, igualdad en la segunda y mucho crol en la tercera (mucho amor más allá de una relación que no funciona, perdón, aceptación, tal vez fraternidad… tal vez).

Una joven que puede permitirse abortar en una sociedad permisiva, acomodada y libre. El retrato de una generación que, en su juventud, disfruta de privilegios adquiridos y en la edad adulta  busca su lugar entre el resto de la sociedad, con trabajos, parejas, familias que, si no son las esperadas, las convierten en rebeldes.

Una historia (o tres) que se intuye escrita con mucha rabia porque regresa a episodios traumáticos de la vida de la autora pero que, con el hecho de soltarla al fin, parece haberse quedado muy a gusto.

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Published on May 27, 2024 06:35

May 11, 2024

Susan Sontag

Susan Sontag. Varnavoglou, Melina Alexia. Barcelona: Filosofía&Co, 2024

Las periferias

Hay gente que nada más poner un pie en la librería lo primero que le dice a su acompañante es «¡no puedo entrar aquí!» o «no me dejes… ¡vayámonos!», que podría parecer una exageración por su parte, pero que yo creo que plasma la realidad más auténtica: porque deseamos lo que sabemos que no podemos tener y, además, nos recreamos en anunciarlo con orgullo, en lamentarnos para perpetrar un bucle infinito de deseo no satisfecho.

Desde hace meses dedico mi tiempo a tareas que me impiden leer y me quedo en la periferia, me fijo más en detalles como esos, los que definen a los lectores; además picoteo párrafos entre las novedades y descubro escrituras ante las que nunca me habría detenido de haber tenido más tiempo, porque entonces cruzaría el borde e iría a tiro hecho a lo que quiero, al centro de la cuestión.

Este mínimo pero sustancioso librito, por ejemplo, aborda los análisis de Susan Sontag (Nueva York, 1933-2004). Editado por Filosofia&Co, una gente que desde hace ya ocho números, saca la revista trimestral del mismo nombre. Me parece fascinante que un repaso del trabajo de la inconformista y ávida lectora Susan, filósofa, ensayista literaria, musical, crítica de cine, crítica de la interpretación misma de las cosas y con tantas otras facetas me guste así, de un vistazo. Magnífica ella.

Le sucede a la autora de este libro, Melina Alexia Varnavoglou, que reconoce su frustración ante una figura como la de Susan Sontag, y lo hace desde el recuerdo de su propia adolescencia, cuando en un diálogo ficticio con la otra se dejaba notas a sí misma en los libros «Ah ¿es que de toooodo ibas a escribir?» se decía, le decía y sí: yo también lo pienso y lo digo y me lo repito mentalmente «¿Es que de toooodo váis a saber los que sabéis tanto?» y me refiero por supuesto a aquellos que están informados de verdad y no a los que han sido bendecidos con el don del «saber antes que nadie de todo y porque sí». Hablo de los que leen, los que acuden a bibliotecas, aprovechan la abundancia de las estanterías o mesillas de noche de sus casas, hablo de personas que, cuando entran en una librería, compran libros.

Se menciona en este librín una entrevista (disponible en youtube) en la que Jack Kroll habla con Susan Sontag y con Agnès Varda, cuando ambas presentaban sus películas Duet for Cannibals y Lion, Love (…and Lies) respectivamente, en 1969, durante el Festival de Cine de Nueva York. Del trato grotesco del presentador al valorar la película de Varda (Viva, su protagonista, es la madre de y ya sólo por eso merece verse y disfrutarse) se pasa al concepto de lo camp, sobre el que más adelante Sontag se explayaría a gusto en un ensayo (editado en España por La micro Ediciones, en 2023).

Pienso en lo camp y mi cabeza viaja inevitablemente al mamarrachismo de la Met Gala, lo siento (¿no hubo un año en que ese fue precisamente el dress code? tal vez me lo invente, confunda alfombras, si es así les ruego me disculpen). De acuerdo con Molière, aclara el texto, se camper es «presentarse de manera exagerada, posar». No he visto la de Susan Sontag pero desde luego que no creo que haya camp en la película de Agnès Varda, que es magnífica y auténtica, como su cine lo es.

Y ahora regreso a mis tareas, que ya leeré a Susan Sontag cuando disponga del tiempo necesario: no me dejen entrar aquí.

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Published on May 11, 2024 14:54

April 15, 2024

Algo del otro mundo

Algo del otro mundo. Iris Murdoch. Traducción y prefacio de Pilar Adón. Madrid: Impedimenta, 2024.

Lo bueno, si breve

La gente de Impedimenta se saca de la manga un cuento de Iris Murdoch (el único publicado de la autora) con un posfacio de la traductora, Pilar Adón, que funciona como unas instrucciones para entenderlo un pelín más allá de lo que se entiende si se lee sin más y una no puede evitar caer en él.

Something Special (1957) apareció por primera vez en una antología que incluía textos de autores como Doris Lessing o William Samson, cuando Iris Murdoch tenía treinta y ocho años y era una autora más que consagrada en lengua inglesa con tres novelas a sus espaldas (la primera, incluida en 1998 dentro de la prestigiosa lista Modern Library’s 100 Best Novels de Random House). La señora Murdoch publicó este cuento, como salido de la nada, distinto a sus novelas, que son todas diferentes pero enredadas en los mismos ambientes intelectuales, alocados, desenfrenados y un poco pijos de la Inglaterra de los años sesenta y le sale una historia genial, claro.

Se trata de un cuento exquisito: por cómo está construido, con sus referencias sutiles y citas escondidas como «huevos de Pascua» entre sus diálogos y por la belleza y la tristeza de aquello que provoca. La fuerza de su clímax logra afectar a partes iguales al lector y a los personajes en la historia, algo similar a como ocurre con Bliss, de Katherine Mansfield, también con una imagen escogida entre al naturaleza. Es un golpe de efecto y es perfecto.

Una joven respondona que recibe un bofetón de realidad cuando sus expectativas se cumplen de la forma en que ella menos se lo espera, que son, paradójicamente, lo esperado.

Para todo lo demás, el análisis de Pilar Adón completa la edición perfectamente.

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Published on April 15, 2024 11:24

April 14, 2024

My Fantoms

My Fantoms. Théophile Gautier. Selected, translated and with an introduction by Richard Holmes. New York: New York Review of Books, 2008.

Acknowledgements

Alguna vez he escuchado comentarios tales como «si Helene Hanff hubiera conocido internet en la época en que escribió 84, Charing Cross Road el libro no existiría» o «Internet se ha cargado el romanticismo de la comunicación por carta» y la verdad es que no puedo estar más en desacuerdo con ellos.

Mi amiga Eva estuvo de visita en Madrid la semana pasada. Tiene 81 años y nuestra amistad abarca más de diez. Nos conocimos en Suiza, donde yo le daba clases de español y cuando me volví a España continuamos en contacto por correo electrónico: nos contamos qué leemos, dónde comemos, cuántos viajes planeamos a lo largo del año y si llueve o no en el momento en que estamos sentadas ante la pantalla dándole a la tecla. Doy fe de que internet no sólo no impide que la correspondencia se mantenga a través del tiempo sino que, probablemente, la alarga y la mejora.

Cuando a finales de 2021 contraje el temido Coronavirus y me vi confinada en casa de mis padres durante las vacaciones de Navidad decidí leer My Fantoms. Los siete cuentos que lo componen son una selección de las euforias y romanticismos de su autor; Théophile Gautier escoge en ellos temas fantásticos y mortuorios para contextualizar sus fantasías sexuales y evocar a varias de sus amantes a lo largo de los años. De todos ellos sólo conocía La muerta enamorada y aunque me gustó saber un poquito más del autor a través de las seis ficciones restantes, sin duda lo que más disfruté del libro fueron los textos adicionales de su traductor.

Richard Holmes via The Paris Review

Mr. Richard Holmes (Londres, 1945) vivió en París entre 1974 y 1976, trabajando como periodista freelance para The Times en Londres. Al hilo de su prólogo para esta edición da cuenta de una infinidad de detalles acerca de la vida y las circunstancias, no sólo de Théophile Gautier sino también de su familia y sus amigos en el París del siglo XIX.

Cuando unos días más tarde supe que me habían concedido una ayuda para instalarme en París dos meses y documentar mi novela decidí escribirle. No fue fácil, pero encontré la forma de hacerme con su dirección de correo electrónico y sí, me contestó.

Han pasado casi tres años y seguimos intercambiando mensajes de vez en cuando, por eso, cuando leo que Miriam Towes cita a Mr Holmes en el comienzo de uno de los capítulos de su libro Pequeñas desgracias sin importancia yo me ilusiono como si estuviera hablando de un amigo mío. Los amigos se ayudan entre ellos y Mr. Holmes tendió una cuerda para que yo me agarrara cuando me ahogaba ante la perspectiva de visitar París y no aprovechar bien el tiempo así que lo aprecio y se lo agradezco, como lo haría con un amigo.

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Published on April 14, 2024 23:28