María López Villarquide's Blog, page 6

April 4, 2024

Girl, Woman, Other

Girl, Woman, Other. Bernardine Evaristo. London: Penguin Books, 2019

Celebration

Bernardine

She starts speaking and then you become confused: why is she so smily? Isn’t her book about the fact of being angry? Maybe I just misunderstood and the story of Girl, Woman, Other is not the story of a group of furious women claiming for their rights, screaming about injustice. Maybe I’m wrong.

The interviewer smiles also. This is a mirroring effect: they’re happy to each other, happy to talk about black British women and their circumstances from the late nineteenth century until 2019.

So: Am I wrong?

No, I’m not: It’s just that I didn’t read it that way. This is a novel which probably was incredibly difficult to be written but which is incredibly easy to read. Surprisingly.

No, she doesn’t use full stops (almost none in more than 400 pages) but you don’t feel exhausted after reading some paragraphs: you know how to breathe in between lines, commas, blank spaces. She guides you through and you can go with the flow, with the character, feeling her, thinking like her.

Girl, Woman, Other is easy, is also comfortable although it touches our inner souls with pain and suffering. It doesn’t force you to «re-think» your beliefs (although it does) and it doesnt’t puts you out of your comfort zone (althoug yes, it also does!). I’ve been moved by those twelve characters equally important in the story. Their story.

How strange is to be moved by the simple fact of reading about people that struggles for being reunited with each other. This novel is a praise for the life itself and the pieces that fit within each other to make it possible.

«Not struggle but celebration» she said, and she was right.

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Published on April 04, 2024 02:08

March 10, 2024

Un lugar soleado para gente sombría

Un lugar soleado para gente sombría. Mariana Enriquez, Barcelona: Anagrama, 2024

Exilio en la calle principal

Ella sabe qué teclas debe tocar para pasar desde la intuición de lo incómodo, la que se huele y que asoma tímida, hasta el terror verdadero. Si ella se propone llevarnos hasta un espacio en donde la oscuridad es tan completa que no se diferencia del vacío y para hacerlo debe tirar de sutiles descripciones de enfermedades con efectos físicos espeluznantes, lo hará; si considera que debe agarrar los traumas de la historia de la dictadura argentina e incluirlos en el proceso o traernos de vuelta a la pandemia del coronavirus no lo duden, lo va a hacer.

Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) nos llevó de viaje desde Buenos Aires provincia hasta Misiones acompañados de un padre y un hijo mágicos e inexplicabes en una novela que se bañó en premios y se rebozó en críticas positivas; sus cuentos nos obligaron a encender las luces de casa, a asomarnos a la ventana y mirar al patio de la cocina con precaución, a no subestimar los berrinches del niño de la vecina (y menos a su gato).

Un lugar soleado para gente sombría se compone de doce relatos, de los cuales, yo salvo cinco y los llevo conmigo al estante en donde conservo como un tesoro todo lo que he leído de Mariana Enriquez. Los demás los dejo en donde están.

Y es que a veces hay que refugiarse en un sótano para componer «el mejor disco de una carrera», o atreverse a visitar una vivienda abandonada que, después de haberse utilizado, por ejemplo, como pabellón de torturas ahora es un solar abandonado: tocar esa oscuridad, entrar de lleno y volver para contarlo (lo de esta mujer y su fascinación por las visitas a las casas ruinosas es ya un género literario en sí mismo). Habrá ocasiones en que podrá ser útil para transformarse en un cuento de Mariana Enriquez el tontear con una manida creepypasta de hace unos años, tomarla como excusa y convertirla en otra cosa.

A veces funciona.

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Published on March 10, 2024 06:08

March 6, 2024

Once maneras de sentirse solo

Once maneras de sentirse solo. Richard Yates. Trad. Luis Murillo Fort. Barcelona: RBA, 2010.

Those Mad People

Durante el primer episodio de Mad Men (Matthew Weiner, 2007) su protagonista, el creativo publicitario Don Draper se desliza de una situación a otra a lo largo de una jornada laboral, siempre rodeado de colegas, amantes, desconocidos y familia, hasta que en los últimos minutos descubrimos que se encuentra profunda e irremediablemente solo y que necesitamos —como espectadores muy con la causa de su devenir— ver las nueve temporadas que componen la serie hasta el final.

Para entender a Don Draper hay que entender o, al menos, observar por la mirilla que nos ofrecen esos 92 episodios, lo que sucede en los Estados Unidos entre 1960 y 1970. Es muy probable que, aun así, al final de la serie continuemos sin entenderlo, pero nos habremos identificado con él en algún momento, seguro y eso es siempre de agradecer.

Los once relatos que componen Once maneras de sentirse solo se escribieron entre 1960 y 1961 y se publicaron al año siguiente de la primera novela del autor, Revolutionary Road. En principio, todos ellos plantean las experiencias de hombres, mujeres y niños a quienes algo los aísla de la sociedad neoyorkina que los rodea pero, por supuesto que hay mucho más en cada uno y cada lector lo interpretará a su manera.

Supongo que para poder comprenderlos también hay que ponerse en el ambiente de esa sociedad que se describe en Mad Men.

Uno de los aspectos más originales es la forma de titular cada relato: «¿Dolor? Ninguno» por ejemplo, entra en las reflexiones de una mujer con un marido enfermo y unos amigos un poco entrometidos; «Divertirse con un desconocido» asume el punto de vista de unos niños cuya profesora es un tanto rancia y trata de inculcarles principios poco habituales pero yo aplaudo con emoción «Construcción», el último de todos, no sólo porque plantea una magnífica metáfora sobre el trabajo del escritor a la hora de disponer los cimientos y levantar su texto «ladrillo a ladrillo» hasta poder añadirle ventanas, sino porque nos introduce en la vida de uno a quien, un buen día, un taxista ofrece dinero por ser su ghost writer algo delirante y posible a la vez.

Algo comprensible.

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Published on March 06, 2024 07:46

February 25, 2024

«Lucerna» y «Albert»

«Lucerna» y «Albert». Lev Tolstói. Trad. Selma Ancira. Barcelona: Acantilado, 2024

Contrastes

Lucerna es como un aplique de escayola en la cornisa del interior de un palacio renacentista: es ordenada, es tranquila, tiene armonía con el río que la surca y el paseo de madera con jardineras a ambos lados, no le faltan comercios pequeños en donde venden relojes, hoteles grandes, ni limpieza, ni tampoco silencio aunque en el cuento de Tolstói, precisamente, Lucerna tiene música.

A Mark Twain le parecía que el león esculpido en piedra que hay en Lucerna era algo así como «lo más conmovedor» que había visto nunca; ese león homenajea a los miembros de la Guardia Suiza que murieron en el asalto a las Tullerías de París, durante la Revolución francesa, pero Tolstói no lo menciona en su cuento porque prefiere centrarse en la diferencia de clases, en la soberbia y el cinismo de los ricos y en el talento de algunas personas, sean aristócratas o mendigos.

El hotel Schweizerhof en donde arranca el cuento de Tolstói existe todavía, cualquiera puede pasar por delante durante una visita a la ciudad, comprarse un reloj y conmoverse como Twain al observar el famoso león de piedra.

O puede no hacerlo.

Después de leer «Lucerna» a nadie sorprende la visión que su autor da de los turistas y de algunos suizos, de la maldad humana y del egoísmo, porque él mismo vivió obsesionado con la diferencia de clases, mortificado por sus orígenes pudientes y privado de todo hasta el día de su muerte sin embargo, lo más llamativo de este relato es tal vez la sensibilidad a la hora de plasmar, sencillamente, la belleza.

«Albert», por su parte, conduce al lector hasta el momento crítico en que un músico loco es juzgado por los demás y salta de un punto de vista a otro con la maestría de los grandes narradores. De nuevo el arte, la música que interpreta el andrajoso violinista Albert conmueve a su audiencia y alguien se apiada de él, pero el tormento mental, el peso del recuerdo y también (por qué no: estamos en el invierno de San Petesburgo) las inclemencias meteorológicas interfieren en el buen discurso de los acontecimientos y todo se tuerce.

Dos relatos musicales que ensalzan el poder del arte y de los artistas para mejorar (en la medida de lo humanamente posible) las injusticias de una sociedad condenable.

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Published on February 25, 2024 02:09

February 23, 2024

Cuentos completos

Cuentos completos. Truman Capote. Trad. J.M. Álvarez Flórez, Paula Brines, Benito Gómez Ibáñez, Enrique Murillo, Ángela Pérez, Juan Villoro, Jaime Zulaika. Barcelona: Anagrama, 2004

Puntadas (con hilo)

A la hora de enfrentarse a un bordado, además de proteger el dedo de apoyo con un dedal que no oprima la yema pero que se ajuste al tamaño y condiciones de nuestra anatomía hay que tener en cuenta el comienzo, el final y, muy especialmente: la intrínseca relación entre ambos.

Se clava la aguja y el cabo sobrante se deja por el revés de la tela para prender con cada nueva puntada, oculto y sin llamar la atención. Hay quien ata un nudo y luego deja un pedazo de hilo colgando lánguido y molesto lo cual constituye un error de primer calibre: nunca, jamás se anudará el revés de un bordado que en cualquier caso deberá ser lo más parecido posible a la superficie vista, aunque se trate de una pieza compuesta por multitud de hilos: el revés nunca tendrá «pelotillas» ni «bigotes» y el esfuerzo por evitarlo marcará la calidad del resultado final.

El conjunto de la pieza estará condicionado por ese final, porque al rematar la última puntada el hilo sobrante regresa al revés y, de nuevo, se esconde sin llamar la atención y, por supuesto: sin adoptar la molesta forma de un nudo.

Truman Capote escribía sus cuentos con un cuidado semejante: sus comienzos son discretos y sus finales enlazan correctamente a ellos, sin torpes nudos, sin añadidos falsos, postizos o innecesarios. La trama alcanza su final y regresa a su comienzo para cerrarse y desaparecer.

El lector de los cuentos de Truman Capote saborea la emoción que le provocan unos detalles narrados con aparente sencillez: no es sólo un hombre que recuerda una anécdota durante la navidad en su infancia o una mujer que conjetura posibles motivos para reunirse con una amiga del pasado, tampoco son los personajes que coinciden durante un viaje en tren simples ejemplos de vidas, sin más, ni la conversación entre un viudo una una dama muy directa en mitad de un cementerio aquello que parece. Al llegar al final la historia se termina y regresa también a la primera puntada, algo devuelve al lector a aquel inicio discreto y todo se remata perfecto.

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Published on February 23, 2024 03:01

February 3, 2024

«Circuito habitual»

Lo sentimos, lo sentimos muchísimo pero no podemos atender a su petición a través del formulario de nuestra web: el libro que nos solicita no está disponible en nuestro stock y, al no encontrarse en el circuito habitual de distribución de librerías, tampoco se lo podemos conseguir.

Tal vez la página web de una empresa de venta online haya acaparado los pocos ejemplares que quedaban y no se ha reeditado, si es así solo ellos se lo pueden vender. Pregúnteles, es la jungla, la selva, el amazónico sistema que nos invade.

Puede que se trate de un título que no tiene distribuidor: un libro escrito, mil veces corregido, maquetado y editado por la misma persona, o editado por una empresa que le ha pedido a esa persona más dinero del que esa persona puede permitirse para llevarlo a imprenta y enviarle a casa unos cuantos ejemplares que ella misma tendrá que distribuir. Quizás sea un autoeditado.

De verdad que lo sentimos, no sabe usted cuánto; sentimos en el alma que quepa siquiera la posibilidad de que el título que nos pide sea un libro que se anuncia en redes sociales, que su autor o autora promociona con montajes audiovisuales cargados de fantasía e ilusión pero que, lamentablemente, no existe en librerías como la nuestra porque es digital y nosotros, es una pena, se lo digo de verdad, pero no vendemos libros digitales, e-libros de esos, no.

Agradecemos, no obstante, su confianza en nuestro servicio: que se haya tomado la molestia de teclear el nombre de nuestra librería en su teléfono móvil u ordenador portátil, que se haya peleado con la primitiva interfaz y haya encontrado el apartado de consultas, que haya escrito una, que tienda con ella un lazo de comunicación con nosotros, conmigo que soy quien va a leerle, a pensar en la mejor respuesta que darle. Gracias, en serio: no sé qué sería de mi sin mensajes como el suyo porque le dan sentido a mi trabajo, a mi vida.

Cuando llegan a mi bandeja de correo palabras como las suyas, que formulan preguntas y esperan mi respuesta es emoción lo que siento: sé que estoy en el lugar adecuado para ayudar a alguien. Rellenando el formulario de contacto debe usted saber que me concede un poder que no sé si merezco pero que, en cualquier caso, disfruto.

Usted me saca del circuito de siempre, el habitual.

Muchas gracias.

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Published on February 03, 2024 08:58

January 22, 2024

Sobre los huesos de los muertos

Sobre los huesos de los muertos. Olga Tokarczuk, trad. Abel Murcia. Madrid: Siruela, 2019

Las estrellas

Empiezo a encontrar una satisfacción extraña en los narradores cínicos. La crítica mordaz se ha convertido, desde hace varias lecturas, en un ingrediente interesante para que una servidora disfrute de cualquier libro. Todo empezó con Ottessa Moshfegh y aquí sigo: ávida de mala leche, sedienta de misantropía.

Janina Diszejko, la protagonista de Sobre los huesos de los muertos, lee las estrellas. Janina sólo acepta una interpretación posible de la existencia y es aquella que marcan los astros. En su vecindario, una pradera polaca habitada por unos pocos cazadores devotos de San Huberto, comienza a morir gente en circunstancias extrañas: los cuerpos sin vida se encuentran alejados de todo contacto con otro ser humano e inmersos en la salvaje naturaleza. Janina lo aclarará todo con ayuda de la carta astral de cada una de las víctimas, con mucho té negro y sin ninguna subvención de la Unión Europea.

Sobre los huesos de los muertos, con la excusa de un personaje principal dedicado a traducir la obra de William Blake, intercala citas del autor (los títulos de cada capítulo y el del propio libro lo son) y confiere al conjunto de la historia una atmósfera enigmática, como de adoración pagana y oscura que es de lo más sugerente.

Janina invita al lector a acompañarla en sus reflexiones y nadie se salva de las consecuencias:

…¿Acaso un cardo no tiene derecho a la vida, o un ratón que se come el grano de los almacenes, o las abejas y los zánganos, las malas hierbas y las rosas? ¿Quién tuvo el descaro de juzgar quién es mejor? Un gran árbol, a pesar de estar retorcido y agujereado, puede durar siglos y nadie lo tala porque resulta imposible fabricar nada con él. Ese ejemplo debería levantarnos el ánimo. Todos conocen los beneficios de lo útil, pero nadie reconoce el provecho de lo inútil…».

Una novela de venganzas, de amor a la naturaleza y de desprecio por la alimentación carnívora, donde todo está escrito y todo es susceptible de cálculo y anticipación.

Una novela cínica, muy cínica, como a mí me gusta.

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Published on January 22, 2024 06:05

January 14, 2024

Pequeñas desgracias sin importancia

Pequeñas desgracias sin importancia. Míriam Toews. Trad. Julia Osuna Aguilar. Madrid: Sexto Piso, 2022

La insoportable levedad del ser

Se ponga como se ponga Yolandi, la narradora de esta novela, lo que cuenta no es divertido y el modo que tiene de hacerlo no logra restarle gravedad: que su hermana Elfrieda desea morir porque la vida se le hace insoportable y le pide ayuda a ella para acabar con todo.

Terrible y doloroso: un sentimiento inimaginable de tristeza, de frustración que aumenta a medida que avanza el relato y estalla en la cara del lector cuando éste se lo espera, hacia el final, claro.

Pequeñas desgracias sin importancia es un libro que atraviesa la incomprensión y la impotencia de una familia y que araña la intimidad de dos hermanas cuando una de ellas, depresiva crónica y talentosa concertista de piano, se quiere suicidar.

Para contarlo se hacen chistes, se acude al humor autocrítico, se describe una infancia (la de la narradora y la de esa hermana suya) en una familia menonita de un pueblo de Canadá donde el fervor religioso hace más daño que el bullying en la escuela.

Una novela con ingredientes atractivos, con madres modernas e hijas rebeldes, con una bailarina adolescente que adopta posturas imposibles sosteniéndose sobre una de sus piernas mientras le preguntan algo y con una escritora que habla sin pelos en la lengua del oficio de escribir «por dinero» que, sin embargo, a mí no me ha gustado: la he leído con angustia y con esfuerzo, con la sensación de que la voz encargada de contármela se dejaba la piel sin éxito por arrancarme una sonrisa.

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Published on January 14, 2024 06:17

January 5, 2024

Mothers and Sons

Mothers and Sons. Colm Tóibín. London: Picador, 2006

El hilo invisible

Hace unos días vinieron a recoger un encargo que me costó encontrar: se trataba de veinte cuentos infantiles alojados en una caja ubicada en lo alto de la más alta estantería de nuestro caótico almacén, detrás de un contenedor tapado con una tela negra que funcionaba como el cofre de un mago, uno de esos que, en cuanto alguien entra se crea la falsa ilusión de que desaparece, aunque en realidad se esconda tras un panel del doble fondo. El caso es que estoy segura de que esos paneles los fabrican con telas como la que cubría el encargo que tardé en localizar veinte minutos (y una incómoda conversación de whatsapp con mi jefe).

La caja me cayó encima.

Los libros fueron directos al suelo. Ninguno se estampó en mi frente pero uno de ellos quedó destrozado por una esquina. Entre la espera y las malas condiciones en que le entregué su pedido la clienta (amiga de mis jefes) se fue de la librería echando pestes.

A los pocos días otro cuento nuevo e intacto llegó, la clienta regresó para llevárselo y el viejo lo enviamos de vuelta al distribuidor. Cosas que pasan.

Me dolió todo pero, muy especialmente, el título del cuento: El hilo invisible, una narración un poco moñas que podría enseñar a los críos de entre tres y seis años a comprender los afectos que nos unen (o no) a las personas de nuestro entorno, todas conectadas (o desconectadas) de nosotros a través de un hilo imaginario que sale del ombligo, se siente, se tensa y se afloja según nos trate la vida, pero que en realidad se limita a subrayar las bondades de un vínculo sano entre familiares, porque es un cuento infantil y porque para los adultos existen cuentos como los que escribe Colm Tóibín en Mothers and Sons.

Encuentro que la belleza de este compendio está en el momento de epifanía que se describe en cada una de sus nueve historias: el momento exacto y preciso en que una madre y un hijo comprenden, descubren, tensan, o directamente rompen ese hilo invisible para siempre.

Todos los cuentos tratan, de forma diversa, la relación entre una madre y un hijo, un niño o un hombre vinculado a su madre y una mujer, joven o anciana que reflexiona acerca de eso que ha condicionado o condiciona tanto su existencia: su hijo.

No hay en ninguna de las historias reflexión sobre la maternidad y se agradece; no hay fundamentalismos ni idealizaciones o rituales paganos en torno al hecho de traer criaturas al mundo porque lo que revuelve al lector en cada cuento de Mothers and Sons es la toma de conciencia de la existencia de ese vínculo, la revelación inesperada y el dolor que a veces trae consigo.

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Published on January 05, 2024 07:53

December 25, 2023

McGlue

McGluee. Ottessa Moshfegh, London: Penguin Random House, Vintage 2014.

…the rest is a mystery

Mientras le realizaba una entrevista para el New Yorker, la periodista Ariel Levy se fijó en que una nota colgaba de la estantería de Ottessa Moshfegh: «Work hard the rest is a mystery». Lo que podría parecer una típica frase motivacional, en el contexto de la inclasificable, genuina, excéntrica y apabullantemente inteligente Ottessa se convierte en jeroglífico. Yo imagino esa piedra Rosetta de la Moshfegh pegada a su escritorio como el eco de una reflexión en torno a su primera novela, sobre todo ahora que acabo de terminarla.

McGlue, ganadora del Fenze Modern Prize in Prose es breve, no alcanza las ciento veinte páginas en su edición de bolsillo pero he trabajado muy duro para llegar hasta el final y, sin lugar a dudas, me parece un misterio.

De nuevo un narrador que se repudia a sí mismo, se machaca y se castiga por ser quién es en el ambiente opresivo de una sociedad que lo limita: si en Eileen la protagonista convive con un padre castrador y con una sexualidad de la cual escapa, si en My Year of Rest and Relaxation la voz huérfana que cuenta la historia sólo aspira a dormirse y desaparecer de un mundo que desprecia, en McGlue es un marinero alcohólico quien se encarga de relatar misteriosos acontecimientos que, por supuesto, no recuerda.

La primera (y única hasta la fecha) incursión de Ottessa Moshfegh en la novela histórica nació por casualidad, desde una noticia de un periódico de 1851: «un hombre ha sido asesinado en alta mar, en Zanzíbar, a manos de un compañero que no recuerda nada y que meses antes se había abierto la cabeza al caer del vagón de un tren». Durante la escritura del libro, la autora aseguraba que se sentía culpable, deudora de un relato del cual se estaba apropiando y que su protagonista, desde ultratumba, le estaba prohibiendo terminar.

Me la puedo imaginar: la superdotada Ottessa se entrega a la redacción de una historia que desentrañe los enigmas de esa noticia, levanta un argumento que se sostiene con el monólogo de un hombre amnésico, alcohólico, que intenta trepanarse el cráneo a sí mismo con el cristal de una botella para sacarse al Demonio de dentro, y que no puede evitar regresar al recuerdo del regazo de su madre cada vez que lo obligan a hacer memoria respecto a la muerte de su compañero. Ella, que insiste en incomodar a sus lectores con argumentos como:


«Because if you care you’re not cool, and if you’re not cool you’re shit.»


New Yorker, 2018

Ella, hija de músicos (iraní y croata) emigrados a los Estados Unidos, que fue profesora de inglés en Wuhan y asistente de la editora de The Paris Review, Jane Stein: Ottessa, de espalda serpenteante pese a los tres años de su adolescencia enfundados en un corsé en combate contra sus escoliosis; la Moshfegh insiste en dar voz a parias excluidos de una sociedad a la que ellos mismos se resisten a pertenecer:


«My writing lets people scrape up against their own depravity, but at the same time it’s very refined… it’s like seeing Kate Moss take a shit.»


New Yorker, 2018

Ella, hacedora de imágenes. Un misterio muy trabajado.

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Published on December 25, 2023 05:27