María López Villarquide's Blog, page 2
August 13, 2025
La cresta de Ilión
La cresta de Ilión. Cristina Rivera Garza. Madrid, Tránsito: 2020
VerwandlungNo siempre es buena idea dejar que los comentarios de los otros influyan en nuestra toma de decisiones, pero es cierto que algunas son menos importantes que otras. La elección de las lecturas pertenece al primer grupo: no es relevante si nos equivocamos. Claramente es lo que me ha sucedido a mí con este libro.
Se trata de una narración extraña: no tan compleja por la forma en que está escrita sino por el sentido de aquello que quiere contar. Difícil es explicarla e igual de ambicioso es adentrarse en su lectura sin guía. En mi caso no la he tenido y la he echado de menos.
Quizás se trata de una historia de denuncia que se expone por medio de un cuento de terror y que transforma (igual que a Gregor Samsa en cucaracha, de manera irreversible) a los sujetos y sus acciones, a los lugares y también a los recuerdos que todos tienen de lo que ha sucedido en el pasado. Algo como la vida misma, en el fondo, pero con una pátina surrealista.
Un hombre recibe a dos mujeres, aunque sólo espera a una de ellas. Entre ambas se inicia una suerte de conspiración en contra de aquél, lo ningunean, se inventan un idioma propio y persiguen un relato, un manuscrito perdido de una de ellas, que es la autora Amparo Dávila .
El viaje desde ese punto de partida dominado por la mirada masculina hasta la incertidumbre y la pérdida como resultado de la toma de conciencia ante las múltiples amenazas que se ciernen sobre las mujeres (especialmente en el violento contexto mexicano desde donde se narra) lo transforma todo, lo convierte en otra cosa y hace que los géneros se diluyan y que las diferencias dejen de ser determinantes de nada.
La lectura es confusa. Las imágenes son una acumulación de sueños imposibles, muy expresivos todos ellos, capaces de despistar al lector de manera constante.
En el desenlace de esta historia sin argumento claro (o con demasiados argumentos anudados entre sí) una metáfora clara y limpia que se agradece y que remite al título mismo, de enorme belleza, por cierto.
No es para mí.
August 8, 2025
El testamento de María
El testamento de María. Colm Tóibín. Trad. Enrique Juncosa. Barcelona: Lumen, 2014
Yo que nunca supe de ese hombreUna desconcertante conexión se establece entre el relato de ciencia-ficción de Jacqueline Harpman y esta ficción histórica de Colm Tóibín. En ambas una mujer narra acontecimientos que no comprende, en los que se ha visto obligada a participar o de los cuales ha sido testigo, pero, a diferencia de lo que sucede en Yo que nunca supe de los hombres, aquí el lector sí es capaz de comprender más que la narradora, sí podría ayudarla y calmar sus preocupaciones.
Si pudiera.
El testamento de María propone una perspectiva original sobre el cristianismo: la madre de Jesús, que no entiende por qué su hijo se ha ido de casa y es admirado por un grupo de inadaptados que lo siguen a todas partes, cuenta lo que vivió en el momento en que lo asesinan y también en días previos durante los cuales, supuestamente, éste llevó a cabo alguna que otra proeza como resucitar a una amigo de la infancia o convertir en vino varios litros de agua contenidos en tinajas, durante la celebración de una boda.
Pero aunque algo más que ella sí que sabemos, la incomprensión de María y su impotencia ante la tortura a la que someten a su hijo Jesús, se nos contagia. Nada tiene sentido para ella, que ni siquiera es capaz de reconocer en ese hombre con voz potente y gestos seguros al que fue su dulce niño en un pasado que añora ante la certeza de saberse desaparecido para siempre. María acompaña su síndrome del nido vacío a la perplejidad ante una suerte de conspiración política y su hijo, no le cabe duda, es la víctima principal.
Leer El testamento de María es desviar unos centímetros el centro de la historia del cristianismo, unos metros solo, hasta llegar a ese lado del protagonista en donde se encuentra la figura de una mujer que siempre está con él y que sufre.
August 5, 2025
Biografía de X
Biografía de X. Catherine Lacey. Trad. Núria Molines Galarza. Barcelona: Alfaguara, 2024
El gran teatro del mundo«We’re all born naked and the rest is drag»
[Oprah’s Super Soul Conversations with RuPaul. Enero, 2018]
Podría medirse el descaro de una escritora a través del número de citas que se le atribuyen en cada una de sus entrevistas promocionales: Esas frases entrecomilladas con la fuente más grande que el cuerpo del texto y en negrita, esas que sintetizan los momentos clave de la supuesta conversación con el entrevistador. Cuantas más haya el descaro aumenta, estoy convencida.
Biografía de X es como un enorme entrecomillado. Catherine Lacey le da un par de vueltas en el aire a su mantón de Manila y con la chulería de Masiel y la acidez de medio limón se marca una falsa biografía que recorre la falsa historia reciente de los Estados Unidos, que resulta mucho más creíble que el telediario a día de hoy. Si acaso es mejor lo imposible verosímil que lo posible increíble, en este caso todo está bien (yo no había visto un retrato tan certero del mundillo del arte contemporáneo desde la Obra maestra de Juan Tallón).
La autora comentaba en una entrevista (sin citas esta vez, en un video disponible en Instagram) que hubiera preferido no aparecer como autora en la edición y esconderse en el pseudónimo de la narradora de su ficción, una periodista que persigue los orígenes de su mujer, la artista multidisciplinar conocida como X, fallecida años atrás. Los editores no se lo permitieron (aún habrá quién se pregunte por qué no…). Hubiera sido perfecto pero no hubiera vendido lo mismo, ni la mitad, porque el nombre SÍ importa.
Biografía de X esconde, aunque con poco disimulo, toda la rabia que provocan las desigualdades sociales y la dominación patriarcal establecidas a lo largo de la Historia (de los Estados Unidos, pero extensible ya sabemos que a la humanidad completita). Plantea un mundo en el cual una mujer artista no tiene que justificarse como mujer y como artista constantemente, explicando sus creaciones y dando identidad a su trabajo y lo hace con un personaje central que se pasa por el forro todo y a todos, que inventa una personalidad nueva en la que esconderse cada cierto tiempo y que hace y deshace a su antojo. Narcisista, irresponsable, egoísta y abusiva, X es retratada por su viuda y es, precisamente, la vida de esta mujer y no la otra, aquella que acaba fascinando al lector.
¿Cómo es posible aguantar el maltrato psicológico? Con una inseguridad que ya se apunta en las primeras frases «quién soy yo para…» o «nunca he sido una persona que…». Sutil pero muy clara, Lacey compone un interesante juego de espejos narrativo en donde nadie conoce a nadie.
Lo mejor, este párrafo:
«Chicos que hubieran hecho carrera como pintores y escultores, si las cosas hubieran sido de otro modo, se vieron empujados hacia la parte administrativa del arte y, si aun así querían trabajar con las manos, se entendía que la opción más lógica era que fuesen ayudantes de mujeres artistas. La convicción de que la perspectiva femenina era la única necesaria se estaba convirtiendo en un lugar común en la época; los artistas hacían carrera con el lastre de tener que explicar o relatar la historia global de la violencia y la destrucción masculina; es decir, los hombres solo podían hacer arte sobre ser hombres…»
Y la ironía, la combinación de realidad e invención, la aparición de Susan Sontag, David Bowie, Richard Serra, Sophie Calle y una larga lista de iconos culturales que se relacionan con X en algún momento clave de su vida y la «explicación» de BASEL /ART como «Asociación de Personas Americanas Negras por la Igualdad y la Liberación del Sur a través del Arte, la Resistencia y el Terror» por sus siglas en inglés.
Ja, ja, ja.
Bravo, Catherine.
July 28, 2025
Jugadores de billar
Jugadores de billar. José Avello. Madrid: Alianza, 2024
Tiza de agarreAgosto de 1991: huele a bocadillo de lomo con queso y a crema Nivea. En el exterior se está levantando la suave brisa típica de los veranos del norte, sobre todo a última hora de la tarde, cuando la piscina comienza a vaciarse, los turistas y familias regresan a sus casas y se abre el «Don Diego de noche». Dentro de la cafetería hace calor y muchos fuman. Estoy sentada en una silla de plástico que está rota, por lo que la superficie «me muerde» con cada movimiento y me deja marcas en el culo.
Mi hermano echa una partida de billar con mi abuelo y yo juego con el cubo de tiza, que está desgastado y se adapta con una hendidura a la punta del extremo del taco, como los escalones de mármol en la catedral de Santiago, o eso creo.
No sé jugar y, a día de hoy, tampoco, pero he visto cómo lo hacían ellos y la atmósfera que se desprende entre golpe y golpe de las tres bolas, el sonido al rodar de un extremo a otro de la mesa, el susto cuando saltan al chocar con ímpetu. Carambola. Cambio de jugador. Apunta. Pifia. Anota. Casi.
Jugadores de billar, novela excepcional en todos los sentidos (publicada originalmente en 2001 y desconocida para demasiados) no sólo recoge la energía de las partidas de billar «francés» o billar a secas, como se adelanta en aclarar el narrador al comienzo de la historia, sino que agranda con elegancia la metáfora propuesta con una trama compleja y un despliegue de personajes para estudiarlos a todos:
«…porque en los bares de moda se juega sobre todo al pool o al snooker, sobre mesas con agujeros, y eso es otra cosa…».
Ambientada en los años 80 y 90 en Oviedo, Jugadores de billar va y viene hacia la guerra civil, la posguerra y la transición, abraza tramas que son consecuencia de la violencia de esas etapas de la Historia de España y las deja ir para centrarse en la psicología de Álvaro Atienza, Rodrigo de Almar, Floro Santerbás y Manolo Arbeyo, cada uno con su propia novela a hombros, rodando por el tapete y golpeándose.
Viendo las partidas cuando era niña me admiraba ante la capacidad de concentración y la actitud de los jugadores al agarrar el taco y adoptar la postura perfecta sin entender nada. Yo dirigía mis atenciones a la tiza, a veces azul y a veces marrón, la encargada de evitar que la bola resbalase con el golpe y se desviase de las intenciones del jugador. No era muy apasionante, la verdad, pero así eran mis veranos, sin embargo, leyendo este monumento de setecientas y pico páginas vuelvo a maravillarme por algo similar: el narrador, oculto hasta casi el desenlace de la historia, maneja el relato del drama, de la comedia y de la tragedia terrorífica, no se inmuta a la hora de reflexionar sobre las mezquindades del ser humano y las bondades del enamoramiento para el alma, casi en la misma frase. Encaja el golpe perfecto.
Supongo que para aprender a escribir novelas hay que reparar en los detalles y observarlo todo, como si todo fuera importante. Para no perderme en el argumento de Jugadores de billar yo me he hecho esquemas, sobre todo de los personajes. Al principio me avergonzaba por tener que hacerlo pero concluyo, acabada la lectura, que no había nada de malo en ello, porque aunque no sepa escribir sí me interesa aprender y es bueno ayudarse, buscar un apoyo, evitar que las cosas se olviden o se nos resbalen de la memoria.
Va a resultar que final, la tiza era mucho más interesante de lo que parecía.
July 16, 2025
Montesinos
Existen dos tipos de tiendas vintage en Nueva York: las que venden ropa usada y las que la coleccionan.
Si en París tuve una sensación semejante a la que contaba Javier Marías sobre las librerías «de viejo», esas en donde el librero parece negarse a que el cliente adquiera absolutamente nada de lo que tiene en su tienda, pero con vestidos y chaquetas, en Nueva York me he topado con lugares donde estoy casi segura que, si hubiera insistido, esas prendas me las hubieran regalado.
Miles y clasificadas por colores. Ni por sexo ni por temporada, no: escala cromática.
Es bueno recomendar (para quien quiera tomar mi consejo) que a estos sitios hay que ir con tiempo porque en ellos éste se diluye y desaparece. Una entra en esa cueva de Ali Babá por la mañana y puede que se haya hecho de noche cuando sale. Allí no hace frío ni calor, no se siente el hambre, tampoco el sueño: en las tiendas de ropa usada de Nueva York no hay conciencia ni consciencia.
Don Quijote lo flipaba en la cueva de Montesinos y aseguraba que allí dentro el transcurso de las horas era otro; pues bien, yo aseguro que Beacon’s Closet es la nueva Montesinos (y en Nueva York hay cuatro).
La otra opción a tener en cuenta son las tiendas de puro coleccionismo. En éstas, lo importante no es el precio de los artículos (casi siempre negociable) sino la calidad, exclusividad y antigüedad de los mismos. Cure Thrift, por ejemplo, exhibe artículos de decoración y ropa casi como pudiera hacerlo un museo. Si una tiene suerte puede encontrar una sección del local con todo al 50% (sí, fue mi caso) pero no es lo habitual. Muchas de las prendas no se pueden tocar y mezcladas con ellas hay objetos de baratillo, chismes encontrados en cualquier flea market callejero y el precio es alto, quedan advertidos.
Pero no voy a quedarme en las tiendas de ropa: el maleficio de Montesinos también ha caído sobre las librerías de segunda mano de Nueva York. Uno de los aspectos que nos ayudó a sobrellevar la lluvia persistente durante nuestros diez días allí fue la abundancia de este tipo de librerías, repartidas por toda la ciudad; en ellas te resguardas cuando comienza a tronar y al salir, ya han crecido champiñones en la acera.
Son enormes y están muy desordenadas, contienen cientos de libros amontonados entre sí y aunque algunos pueden estar demasiado deteriorados, merece la pena revolver. Cuidado los alérgicos al polvo porque puede ser una experiencia letal.
Para todos los demás, otro consejillo: preguntar al librero suele ser inútil (y el «encargado» de the Strand no aparece casi nunca por allí):
July 15, 2025
Make up (your mind)
El año pasado, durante esas jornadas internacionales del consumismo conocidas como «black Friday», me compré un estuche de maquillaje. Influida inevitablemente por Jeanne Damas, me dejé embelesar por la línea de productos de su marca Rouje y pagué (demasiado) por una preciosa cajita dorada con cuatro tonos diferentes de rojo de labios y un tinte color «nude». De regalo, un neceser con estampado de flores vintage-retro-viejuno-abuelístico. Perfecto.
Lamentablemente, el pedido no debió de procesarse bien en origen y jamás llegó a destino. Reclamé, el importe fue abonado de vuelta, las disculpas recibidas y mi conciencia de nuevo en paz porque no necesitaba ese producto y tal y como iba a descubrir después, tampoco lo quería.
Unos meses más tarde, caminando por el SoHo busqué y encontré la boutique que la señora Damas ha abierto en Nueva York. Quise probar sus vestidos y pringarme con las texturas de sus productos de maquillaje, pero sentí una enorme decepción al conseguirlo.
Desde aquí, Jeanne, cariño: pide que le den un repaso al display de tu tienda porque menuda cerdada de muestrario. Ni tocarlo. El miedo a contraer alguna enfermedad impregnaba cada superficie de esas cajitas doradas: pelo, polvo y roña, dedazos emborronando la mesa, espejos grasientos y un cesto repleto de pañuelos de papel, una auténtica basket of kisses que ni Peggy Olson ni nadie quiere ser jamás.
Mientras ella disfruta de su verano repantingada a la sombra en un palacio de algún lugar escondido de la Toscana y sube contenido a Instagram para contarlo (pies con pedicura impoluta, hijos que se intuyen guapísimos pero siempre de espaldas para ocultar sus rostros, marido sin camiseta atareado con lecturas o faenas cotidianas, albaricoques mordidos, manteles arrugados…) yo no me quito de la cabeza ese muestrario de producto tan asqueroso y agradezco su torpeza al servicio de mensajería francés, porque con su mal hacer me ha ayudado a tomar mi decisión de no volver a comprar nada en Rouje.
July 13, 2025
Corned beef
Sólo dos consejos respecto a la comida cuando se visita Nueva York: no hacer planes y probarlo todo porque aquí se encuentra lo mejor de cada rinconcito del mundo.
Los horarios son extraños cuando se viaja. En el caso de NY las seis horas de diferencia con España nos pone entusiasmados al principio para devolvernos, pasados un par de días, al desbarajuste biorrítmico característico del jet lag: Desvelos de madrugada, amaneceres demasiado tempraneros o agotamiento súbito a las cinco de la tarde.
El otro problemilla es que Nueva York huele a comida cuando no huele a marihuana, no hay más opciones, lo cual dificulta seguir un horario más o menos estable de alimentación. Si ves algo que te apetece, sencillamente: cómpralo y cómetelo.
Si tienes un presupuesto ajustado, además, lleva tu propia botella de agua porque la bebida, especialmente si contiene alcohol, puede duplicar el valor de la comida, pero eso es otro tema.
Nosotros habíamos disfrutado de un nutricionalmente más que equilibrado desayuno en casa aquel día, pero al pasar por delante de los «corned beef baguels» a media mañana no nos resistimos y decidimos adelantar la hora de la comida. Las 11:30 ese día marcó el comienzo de la tarde para nosotros.
Hasta hoy, porque lo he consultado con Google, estaba convencida de que esa carne recibía su nombre del tipo de alimentación de las vacas de donde se obtiene, pero no: la «corned beef» es lo más parecido al lomo de orza típico de Castilla la Mancha y se llama así por el proceso al que se somete cuando se mantiene en salmuera durante unas horas antes de hervirse en vinagre. Es deliciosa.
July 11, 2025
Vessel
Thomas Heatherwick debió de cubrirse de gloria bendita cuando nada menos que cuatro personas (incluyendo un chaval de 14 años que iba con sus padres) se suicidaron saltando desde lo alto de su estructura de los Hudson Yards. The Vessel, también conocida por los neoyorkinos como el «doner kebab gigante», se cerró al público durante tres años para someterse a unos cuantos retoques que suavizaran su peligrosidad y hoy es una de las escaleras de metacrilato más feas que puede contemplarse en todo el mundo.
Sin aparentemente más utilidad que la de cobrar $10 por acceso, The Vessel (inaugurada en 2019) se levanta sobre los transeúntes como una enorme escalinata equivalente a dieciséis pisos (unos 50 m.) trenzada en espiral, como un panal, una turbina o un cuadro de Escher. Desde dentro se sube y se sube dando rodeos y cuando una llega arriba, si no se ha desmayado del vértigo por el camino, contempla la ciudad a sus pies (el objetivo de casi todas las atracciones de Nueva York, por cierto: sentirse demiurgo por un ratito).
Las medidas de seguridad añadidas tras la obra (fundamentalmente redes enganchadas a las valiosas vigas de acero italiano original) han conseguido frenar la ola de suicidios, algo que está muy bien, pero lo que pocos tienen en cuenta es que la gente que quiere saltar y acabar con todo sigue intentándolo desde ahí, lo que sucede ahora es que no mueren sino que se desgracian con roturas por todo el cuerpo.
Memorable.
Excuse me…
La primera vez te sorprende y la segunda ya comienzas a plantearte si es la forma de vestir lo que los puede haber confundido. Durante nuestros diez días en Nueva York hubo dos momentos en que vinieron grupos de dos o tres personas a preguntarnos si éramos judíos y, si no es por la experta aclaración de J. todavía habría estado dándole vueltas al asunto.
Por lo visto es una práctica muy común por parte de la comunidad ultraortodoxa. Nosotros estábamos alojados en un apartamento de la zona y aunque lo razonable hubiera sido que nos abordaran por el barrio, en realidad, una de las veces fue en Roosvelt Island a punto de subir al ferry y la otra no recuerdo.
El procedimiento es sencillo: tú estás haciendo tu vida y de pronto aparecen dos o tres individuos con el inconfundible atuendo jasídico (blanco y negro, tirabuzones, etc) y te preguntan:
—Excuse me: Are you Jewish?
Sin tener muy claro el aspecto que puede diferenciar a una persona que sí lo es de otra que no, inevitablemente te observas en cuanto alguien te aborda con la cuestión, justo antes de responder:
—No…Sorry!
Y luego te preguntas dos cosas «¿Por qué les he pedido perdón?» y también, sencillamente «¿Por qué?».
De acuerdo con la siempre enriquecedora información vertida en Google, esta práctica no tiene intenciones proselitistas o adoctrinantes sino que aspira a ayudar a «reconectar» con la tradición y herencia de su religión de origen.
En cualquier caso, seguimos sin saber qué es lo que sucede si respondes que sí, si se abre una trampilla en el suelo y caes a un foso, si comienza a sonar una música y cae confeti dorado y todos bailan alrededor como en una flash mob… Nos quedaremos con la duda.
July 10, 2025
Lost
La cuestión es: ¿En qué momento mezclaste tu calzado con tu ropa? O tal vez ¿Por qué mezclaste un par de zapatos de Manolo Blahnik con ningún otro objeto que guardases en tu casa? Demasiadas cuestiones aquí…
Las grandes ciudades están llenas de mensajes y Nueva York además, cuenta una historia en cada uno de ellos.
La persona que escribió ese mensaje no sólo pretende que alguien que se haya topado con una bolsa llena de ropa en la calle y haya decidido quedársela identifique el valor económico de ese par de tacones, sino que además encuentre también esa plegaria impresa, se apiade y los devuelva.
Ja.
Tus manolos. Los manolos con los que te casaste y en los que invertiste por lo menos, $1.000; no quiero imaginar el vestido ¿acaso iría también en la bolsa? Tal vez el vestido cuelgue todavía de una percha en su ropero de 20 metros cuadrados, rodeado de una bonita colección de bolsos de Lanvin y Gucci.
Se me ocurre que quien escribió el mensaje es, en realidad, la persona que encontró la bolsa y que descartó el par porque le parecieron horrorosos. Luego descubrió horrorizada lo que había hecho y se echó a las calles a empapelar semáforos con su petición desesperada y arrepentida de ayuda.
En el país de las oportunidades no se desaprovecha ninguna.


