Mikel López Iturriaga's Blog, page 35
December 23, 2013
Tres cócteles para soportar la Nochebuena
Cocteletes navideños/JON SABÍN
Jamón comprado. Pavo rellenado a la espera de horno. Tarta lista. Los 15 kilos de turrón de cada año en la despensa. Crees que no falta nada... ¿pero has pensado con qué te vas a toñar para soportar la cena? Sí, ya sé que está el vino, pero quizá los villancicos, los niños gritando y correteando por el salón, el marido de tu hermana soltando la chapa sobre sus negocios y la tía abuela medio gagá diciéndote cómo debes cocinar exijan algo más fuerte. El alcohol de quemar, el salfumán o la metanfetamina podrían funcionar, pero son demasiado dañinos para la salud. Así que te recomiendo tomar un buen cóctel que no sólo aligere tu espíritu, sino que también satisfaga a tu paladar.
Como somos más expertos en tomar bebidas que en inventárnoslas, hemos pedido ayuda a tres personas que saben algo del asunto. Uno es mixólogo profesional; otra, rastreadora de cócteles en series de televisión, y el tercero, dueño de un restaurante que destaca por la calidad de sus mezclas. Por ahora estamos muy agradecidos por su colaboración; ya veremos qué pasa mañana si es que la magia de sus combinados nos ha llevado por el mal camino.
'OLD FASHIONED' DE CHOCOLATE AHUMADO, DE HÉCTOR HENCHE
Héctor Henche ha pasado por las barras de unos cuantos templos del buen bebercio barcelonés (Dry Martini, el bar del Hotel Claris, el restaurante Arcano de Barcelona), y desde hace seis años dirige el cátering de coctelería FizzBartenders a la vez que colabora en el suplemento Gourmet´s de El Periódico. "Para este cóctel nos hemos basado en la remasterización de un clásico, el Old Fashioned, al que que hemos substituido el terrón impregnado en Angostura, por un terrón impregnado en Jerez Oloroso seco", cuenta Heche. "La elección de The Macallan es debido a que sus matices organolépticos, producidos por su maduración en barrica que ha albergado únicamente jerez oloroso y a su tiempo de maduración, nos aportan unas notas a naranja, dátiles y cacao que realzan ese toque a chocolate que pretendemos dar al cóctel".
Ingredientes
Para 1 persona
1 terrón azúcar
2 Cl. Soda Fever Tree
6 Cl. Whisky The Macallan Amber
Jerez Oloroso seco
Corteza de naranja
Corteza de limón
Preparación
1. En un vaso ancho, disponer el terrón de azúcar impregnado con Jerez oloroso seco. Con ayuda de la soda, machacar el terrón y asegurarse de que éste se disuelve bien y queda una mezcla homogénea.
2. Añadir las cortezas de los cítricos, el whisky y tres rocas de rocas de hielo macizo, preferentemente agua desmineralizada.
3. Una vez enfriado, tomarlo así o poner la copa en una campana para ahumarlo con serrín de unas duelas de barrica de roble español, maceradas previamente con oloroso. Para ello, ayudarse de una pipa para ahumar.
'RED APPLE', DE MARILÓ GARCÍA
Si tenemos que definir la carrera de Mariló García con una sola palabra, esta será sin duda "ecléctica". Si podemos añadir alguna más podríamos llamarle "culo de mal asiento": además de militar en diferentes filas del periodismo –desde moda y tendencias en la Revista 40 Principales hasta crítica cinematográfica en Cinemanía, donde trabaja en la actualidad–, se ha atrevido con el guión y la dirección de un cortometraje. Su relación con el mundo de los cócteles es tangencial pero intensa, ya que sin ellos muchas de las series que adora no tendrían tanta gracia. Fruto de estas dos pasiones nace Cócteles fuera de serie (Lunwerg, 2013), con una interesante serie de libaciones basadas en personajes, series y conceptos relacionados que te permitián ponerte como Las Grecas con la coartada sociocultural más inefable de todas: el concepto fan-fan. Este Red Apple está basado en la serie Once Upon a Time.
Ingredientes
Para una persona
3 cl de vodka o vodka de manzana
3 cl de zumo de manzana
1,5 cl de zumo de limón
3-4 chorritos de granadina
1 trozo de manzana
Preparación
1. Poner en un vaso mezclador con hielo todos los ingredientes excepto la manzana. Agitar.
2. Escurrir y servir en una copa fría. Decorar con la manzana.
PONCHE CALIENTE DE RON Y MANZANA, DE PICNIC RESTAURANT
Hace ya casi cuatro años que Jaime Riesco está, siempre sonriente, al frente de la cocina vista del Picnic Restaurant del Born barcelonés. Sus huevos Benedict, los tomates verdes fritos, el pulled pork sandwich, las tortitas de coco y en definitiva, todos los deliciosos platos del brunch que sirven el finde han hecho más por las resacas de los barceloneses –nativos, de visita o de adopción– que la Fórmula Uno y la invención del Ibuprofeno juntos. Pero además de quitarte un clavo, en Picnic también puedes conseguirte uno, si te aficionas a sus informales –muchos de ellos se sirven en tarros de conservas– y adictivísimos cócteles (el chipotle Blooy Mary y la michelada que sirven son auténtica felicidad líquida). En una de mis últimas visitas, la noche de Thanksgiving, en la que me puse gocho a delicias, tuve la suerte de probar este ponche. Su mayor virtud es también su mayor peligro: prácticamente no sabe a alcohol.
Ingredientes
Para 6 tazas
Un litro de zumo de manzana
Una manzana muy ácida sin corazón cortada en láminas finas
Una taza y media de ron blanco
Una cucharada de zumo de naranja natural
Dos clavos de olor
Dos palos de canela + uno por vaso para adornar
Cuatro vainas de anís estrellado
Preparación
1. Calentar el zumo de manzana junto con la canela, el clavo y el anís para que coja sabor. Dejar reposar 15 minutos.
2. Mezclar con el ron, la manzana y el zumo de naranja. Servir al momento, adornando cada vaso o taza con una rama de canela.
Documentación: Mònica Escudero.
December 22, 2013
Despensa viejuna: los productos zombis de Navidad
Perritos bomba de mazapán. / TURRÓN BILBAO
Existe un caso en nuestra gastronomía capaz de poner la piel de gallina al mismísimo Iker Jiménez. Este fenómeno, tan habitual como inquietante, se da una vez al año, concretamente los días 24 y 25 de diciembre. Y no nos referimos al dudosísimo hecho del alumbramiento de un niño por parte de una virgen –eso sería irrespetuoso, y ya sabéis que aquí somos de misa diaria, rosario y cilicio bien apretado–, sino a la comida zombi navideña.
Hablamos de esos ingredientes más viejos que Fraga, cuyas composiciones no han variado desde que Ramsés se pintaba el ojo y que durante el resto del año no existen en las estanterías de ningún supermercado. Pero que, misteriosamente, vuelven cada año a las mesas en cuanto madres, abuelas y demás familiares mayores de 60 años sacan "el mantel bueno", la cubertería de plata y esas velas, oropeles y múltiples decoraciones que nos dejan cegarrutos como un conejo al que un coche le ha dado las largas.
Para celebrar estos días de concordia de la vieja escuela, recordaremos la existencia de algunos de estos elementos. La comida zombi navideña sí se crea, pero no se destruye, y la puedes tener danzando por casa hasta febrero -o hasta la siguiente Navidad- sin que a nadie le apetezca tomarla. Por eso aportaremos también ideas para dar salida al alimento en cuestión. Si veis que faltan elementos básicos como las peladillas o la fruta escarchada, es porque ya se citaron aquí en su momento.
Figuritas de mazapán
Pocas cosas hay en el mundo más viejunas y menos apetitosas que el mazapán. Un mazacote dulce y pesado que puede servir más como arma arrojadiza que como comida. Hasta su nombre suena pesado y difícil de digerir: maaazaaaapaaaán. La sucia estrategia de teñirlos de colores y darles atractiva forma de frutas han provocado más desengaños y llanto en los pobres niños estafados que la muerte de la madre de Bambi. Del turrón de mazapán con fruta escarchada ya hablaremos otro día, porque sólo de pensarlo ya me da el inicio de telele. Posible reciclaje: Triturándolo con leche y canela se puede hacer una sopa parecida a ésta.
También hay bebés de mazapán. / KARAKEANDO
Sidra El Gaitero
¿Cómo transformar una bebida fresca, ácida, ligera y deliciosa como la sidra en un jarabe para aniquilar diabéticos, gaseado con unas burbujas más gordas que el globo de los Montgolfier? No me lo preguntéis a mí, sino a los creadores de sidra El Gaitero, famosa en el mundo entero. El éxito de esta sustancia como sustitutivo del champán se entiende en un contexto histórico de poshambruna como el vivido en la España franquista; la continuidad de su consumo en tiempos de bonanza sólo se explica si pensamos que hay gente que ve Qué tiempo tan feliz, participa en Entre todos o llama a Sandro Rey para que le lea el futuro. Pero bueno, algún mérito tendrá, porque el hecho es que El Gaitero ahí sigue, compitiendo peleón en las mesas navideñas contra vinos y cavas. Posible reciclaje: en la web de El Gaitero proponen cócteles con nombres como "Aquamarine", "Mimosa Asturiana", "España en Llamas" o "Sid Fizz" (que debe de ser lo que tomaba Sid Vicious cuando venía a Lloret de Mar).
Turrón de Alicante y guirlache
Señores fabricantes, asúmanlo: las únicas personas a las que les gustan este par de bombas calóricas ya no tienen dentadura para comérselas. Seguramente hace seis siglos, cuando los inventaron, era lo más de lo más en postres, pero desde entonces hemos cambiado varias veces de Papa, las mujeres van con pantalones y se han inventado los ordenadores y los móviles, así que dan ganas de decirle a la industria turronera y guirlachera "airea eso, que huele a cuco". Posible reciclaje: Si los trituras, se pueden usar como ingrediente para bizcochos. Al menos así no te saltarás las fundas dentales, que están carísimas y seguro que aún las estás pagando.
Sucedáneos de caviar
No se por qué a ningún brillante empresario se la ha ocurrido aún llamar a este peculiar producto fantasía de caviar, teniendo en cuenta que, por un lado, lo puedes encontrar en los colores más locos, y por otro, debes contar con una imaginación desbocada para encontrarles algún parecido con el original. Evidentemente el Sevruga no está al alcance de las posibilidades de cualquiera, pero ¿y si comemos algo que sí lo esté y sepa bien? Por ejemplo, los ahumados no son tan caros, también tienen espíritu festivo y, lo que es mejor, no saben a bacalao regurgitado. Si realmente tenéis la necesidad de poner huevos explosivos de bicho marino en la mesa, que sean de salmón, que son algo más dignos. Posible reciclaje: Meterlo en un cohete camino de la luna. Alimentar con él a las pirañas. Untárselo por la cara a los abuelos cuando se queden dormidos completamente tajas por el coñac de la sobremesa. Usarlo para hacer una guerra de bolitas con una pajita. Cualquier cosa menos comérselo, vamos.
También puedes pegártelo en las uñas. / BELLESALUD
Langostinos congelados
Hubo una generación que descubrió el congelado cuando ya era mayor y le vendieron la moto de que era la verdadera revolución. En ese momento para ellos el marisco fresco dejó de existir, porque había que ir a comprarlo al momento, porque era más caro y porque este anuncio y su hipnótica canción les hicieron un lavado de cerebro que ni en La Naranja Mecánica. Para convertirse en el epítome de lo viejuno, tienen que ir acompañados de una salsa rosa a base de mayonesa de bote, ketchup, zumo de naranja y algún alcoholazo de alta graduación "para que le de el toque". En ese momento es cuando el toque te lo quieres dar tú en la cabeza, y te llevas el resto de la botella para ver si eso alivia un poco la situación. Posible reciclaje: Explicar a los compradores compulsivos de marisco congelado que este viene de las Quimbambas o de criaderos que dejan mucho que desear, y que es mejor comer marisco de verdad una vez al año, que es Navidad, hombre/mujer de Dios. Y que la salsa rosa es la reencarnación de Judas. Cuando les tengamos convencidos, les enseñamos la receta de Quique Dacosta para cocinar las gambas rojas de Dénia (que, aunque no será lo mismo, también se puede aplicar al langostino): poner 16 gambas en agua de mar hirviendo (o con 20 gramos de sal por litro de agua dulce), apagar el fuego, dejarlas tres minutos y refrescarlas en agua con hielo para parar la cocción. Así, sí.
Bolitas de coco y empanadillas de cabello de ángel
Llevas comiendo desde la una del mediodía y son las cinco de la tarde. Has sobrevivido al aperitivo, atacado el entrante ya sin hambre, te has embutido el pavo –con su correspondiente relleno– como has podido y pedido clemencia a tu abuela cuando te ha obligado a meterte un segundo plato poniendo ojos llorosos y diciendo "¿No quieres más? ¿Es que no te ha gustado? ¿Te hago un huevo frito?". Y entonces llegan los postres. Sueñas con algo fresco y ligero: una mousse de cítricos, una sopa de piña con menta, un sorbete de jengibre con un toque de tamarindo y espuma rococó de limones del Caribe... pero la realidad es una mala pécora y tiene otros planes para ti. Estos se manifiestan en forma de bolas de coco rallado que parecen perdigones y unas empanadillas de cabello de ángel. Bañadas en azúcar, claro. Entre sudores fríos, lágrimas y taquicardia, solamente aciertas a preguntar por la piña. Posible reciclaje: Con las bolitas de coco, mezclados con leche y alguna fruta, o un poco de helado, se pueden hacer unos batidos supersónicos. Con las empanadillas no se me ocurre nada más allá de llevártelas a Estrasburgo para denunciar a su inventor ante el Tribunal de Derechos Humanos.
Frutos secos con cáscara
El verdadero Misterio de la Navidad no es el que sucede dentro del portal, sino el hecho de que, mientras el resto del año consumimos felices nueces y avellanas peladas y almendras tostadas, ese día aparezca en la mesa un bol repleto de todos ellos con cáscara. ¿Por qué? Hace un año que ni Dios usa el cascanueces, y cuando no aparece, el tío Aurelio –que es más bruto que un arado y además va pedo–, dice que si eso ya lo hace él con el martillo. El final lo podéis escoger vosotros, pero seguramente pasa por urgencias... Posible reciclaje: descascarillarlos para usarlos en la cocina, o tratarlos como si fueran munición y emplearlos con un tiragomas para acabar con los miembros de la familia que menos te gusten.
Rondel Oro, Rondel Verde y otras 'champañas'
Hay que ser muy facha y estar un poco tarado para hacer boicot al cava por ser catalán. De hecho, hay motivos mucho más sólidos para aborrecer esta bebida: sus versiones más infames nos llevan emborrachando, causando acidez y posterior resaca espantosa a los españoles desde hace eones. De entre todas estas "champañas" -así se conocía a los cavas en tiempos viejunos- baratuzas, la que más cariño nos despierta es el Rondel, por su elegancia, por su glamour, por su precio de 200 pesetas y por ponernos siempre en el brete de elegir entre su versión Oro (más de noche) o su versión Verde (más de cocerte al mediodía en el cóctel de navidad de la empresa y querer morir por la tarde). Posible reciclaje: usarlo para hacer un pollo al cava, probarlo como desatascador de tuberías o analizarlo hasta descubrir su genoma y comprobar que es como tú.
Yemas
Los libros de historia registran unos cuantos desmanes cometidos por la Iglesia a lo largo de los siglos: quemas de herejes, castigos a científicos por decir verdades, apoyo a cruzadas fascistas... Sin embargo, en este capítulo siempre se ha pasado por alto la fabricación de yemas por parte de las monjitas. Estas bombas H de calorías llevan el suficiente azúcar como para conservar algo tan delicado como el huevo por los siglos de los siglos, sin que ninguna bacteria se le acerque por miedo a sufrir un coma hiperglucémico. Si existe una comida nutricionalmente inadecuada para finalizar un banquete en el que te has puesto como la Moñoño, son las yemas, pero aún así las personas con más de 150 años las siguen adorando e imponiéndoselas como dulce navideño a sus descendientes. Posible reciclaje: troceadas podrían servir como remate de algún postre con crema o yogur, siempre que estos apenas lleven azúcar.
El dulce que tu tatarabuela pedirá esta Navidad. / REGIÓN DE MURCIA
Bombones de licor
Ya, ya sé que no son estrictamente navideños. Pero como a) también aparecen por estas fechas tan señaladas como abominable signo de distinción y elegancia, y b) es uno de los productos que más odio sobre la faz de la tierra, no me he podido reprimir. Si algún día me preguntaran cuál es mi idea del infierno, respondería que un sitio en el que tienes mucha hambre todo el rato y sólo hay para comer bombones de licor. Y que encima sea un licor que no toñe, claro.
Documentación: Mònica Escudero.
December 19, 2013
Premios Comidista 2013 a los lectores
¡Enhorabuena a los premiados! / DANI JIMÉNEZ
El año se acaba, y llega la hora de las recapitulaciones y los premios. En vez de concedérselos a los de siempre, como se hace casi siempre en España, El Comidista inaugura este año unos galardones para sus mejores lectores. Es decir, los que con su creatividad, han hecho las aportaciones más brillantes, graciosas, bonitas, furiosas, malvadas, hirientes o perturbadas a través de los comentarios en el blog, la página de Facebook, Twitter o el mail. El objetivo es ofreceros la crème de la crème de la participación, esa cosa que para los que publicamos en internet muchas veces resulta útil; otras, divertida, y otras tan fastidiosa que te abrasa la sed de venganza, pero con la que debes convivir para bien o para mal. Sin más preámbulos, ladies and gentlemen, ¡comienza la gala de entrega de los Premios Comidista 2013!
Premio al ataque más conciso
El consultorio Aló Comidista siempre causa cierta confusión en los lectores no habituados a su tono digamos que... peculiar. De entre todos los indignados por mis borderías, la Academia del Comidismo ha seleccionado a Peñíscolo Dískolo por su gran poder de síntesis a la hora de arremeter contra mí: en el último Aló, en apenas tres líneas me llama garrulo, cejijunto, poco dotado y dado al postureo. Yo creo que me conoce en persona...
Peñískolo Dískolo: “¿Qué tal Mikel? Compruebo que a pesar de tu aparente apertura mental eres tan cerrado como tus cejas, negras y espesas. ¿Y sabes qué? Nunca la tendrás grande porque naciste shortdickman por muy guay que vayas”.
Un selfie que subí ayer a Instagram.
Premio 'I wanna be your perraka'
Los periodistas serios -e incluso los menos serios, como yo- intentamos pensar artículos interesantes, trabajárnoslos y escribirlos lo mejor posible. Sin embargo, la atención de los lectores se desvía a veces hacia lugares inesperados. Esto es lo que ocurrió en la entrada Catar insectos (y descubrir que están buenos), en la que la ex concursante de Masterchef Clara P. Villalón, el coautor del blog No Más - de Mamá Carlos Román, Mònica Escudero y yo probamos varios tipos de bichos en un restaurante mexicano de Barcelona.
Lolo: "Qué mono es Carlos Román, te pondrías perraka, Mikel, teniéndolo tan cerca...".
Premio Nobel de la Paz y Príncipe de Asturias de la Concordia Juntos
Todos sabemos que el anonimato convierte Internet en un lugar donde los exaltados campan a sus anchas. Cada vez que en este blog se tratan temas polémicos, sobre todo si aluden a un grupo social minoritario (veganos, celíacos, adictos a la musculación, etcétera), entre los comentarios aprobatorios o críticos más o menos razonables surgen siempre los fanáticos que exigen ver mi cabeza plantada en una pica a lo Ed Stark. De entre todos ellos, el Comité de Expertos en Integrismo de El Comidista ha elegido como premiada a Clara, una vegana muy moderada a la que el artículo sobre un niño holandés al que su madre alimentaba sólo con vegetales crudos llevó a pedir la Solución Final para los omnívoros.
Clara: “Todos los carnacas deberían ser exterminados físicamente del planeta. Así tal cual lo digo. VEGAN POWER! RAW FREEDOM!”.
Él también era vegano. / SILVIE+MARIL
Premio al email que da sentido a todo
Como todas las profesiones, la de periodista/bloguero tiene sus momentos altos, sus momentos bajos y sus momentos en los que te gustaría que te abdujeran los extraterrestres o te pasara una manada de bisontes por encima para acabar con todo. Milagrosamente, en estos últimos (casi) siempre aparece algún ángel que, con un pequeño mensaje de apoyo, logra levantar tu alicaído ánimo. El premio al mail llegado en el momento justo que te reconcilia con la humanidad es para Leticia. Gracias, de verdad.
Leticia: "Buenas noches, Mikel / Comidista: Aunque tengo mis dudas y mis consultas (no descarto enviártelas en un futuro), hoy sólo te escribo para expresarte lo mucho que me gusta tu trabajo. Soy consciente de lo ingrato que llega a ser, porque Internet es un espacio abierto donde muchas, demasiadas, personas sueltan sus problemas y odios sin tener en cuenta que tienen en frente a otra persona igual que ellos. Bueno, por resumir: que muchas gracias no sólo por tus recetas, sino por tu sentido del humor y tus estupendos posts sobre cachivaches, despensas básicas de comidas de otro continente, restaurantes y... Bueno, por tu trabajo. Un cordial saludo".
Premio Déficit Tarifario (patrocinado por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo)
El único galardón colectivo ex aequo de los Premios Comidista 2013 es para todos aquellos que, cada vez que una receta necesita horno, se mesan las barbas / tiran de los pelos por lo caros que están el gas y la luz. Primero: ya lo sabemos, y es una tomadura de pelo. Segundo: Los precios no los ponemos nosotros ni formamos parte del contubernio. Tercero: ¿Se habrán dado cuenta de que el horno tiene más de una bandeja? Pues bien, eso es porque se puede hacer más de una cosa a la vez. Si no juntas una torta de chorizo y cabrales y un delicado bizcocho a la mantequilla de violetas, todo irá bien.
Premio 'Lexatin' a la Comentarista Sensata pero Enfurecida
Hay gente que lleva bien esto de las críticas. Y hay quien lo lleva peor incluso que el criticado. Elena, una mujer que obviamente leyó demasiados comentarios a la entrada La paranoia antigluten, no pudo más, y arremetió contra las personas que vieron en el artículo un ataque hacia los celíacos que no estaba en el texto por ninguna parte. Por su mezcla de argumentos sensatos y furia exterminadora, merece este premio Lexatin.
Elena: "Cada día que leo los comentarios de este blog confirmo que la gente es TONTA. Este artículo no trivializa la enfermedad, está ironizando sobre los que trivializan la enfermedad. No se está riendo de los celíacos, está criticando a los que se creen que por no comer gluten estarán más sanos y como se aprovechan las grandes industrias para aumentar beneficios a costa de una moda, no por salud, ya que a muchos de estos productos les meten aditivos que son, para una persona no celíaca, mucho mas peligrosos. No sé para qué os metéis en un blog o periódico si no sabéis leer ni vuestro nombre".
Premio 'Hay Una Cosa Que Te Quiero Decir'
No tengo queja en cuanto a las muestras de cariño recibidas de mis lectores, que por lo general sois gente simpática y tratable. Claro que el cariño, a veces, puede ser un poco... excesivo. El Premio Hay Una Cosa Que Te Quiero Decir y No Me La Pienso Callar es para 23 Cm (En Reposo), un comentarista que se ha destacado por su fervor hacia mi figura durante todo el 2013. En la entrada Plan para el finde: We Pop dejó esta perla.
23 Cm (En Reposo): “Ay Mikel a ti sí que te comía yo... toda la colita, con salsa barbacoa. Y los huevitos a la rantxera, te chupaba hasta dejarte seco. Mariquita mía. Maleni de mis entretelas. Eres la maruja más tierna que ha parido madre. Maricón”.
Premio al mejor diálogo
Una de las cosas más divertidas de El Comidista (y de tantos otros blogs) es leer los diálogos que se establecen entre los comentaristas. En demasiadas ocasiones degeneran en bronca, pero en otras alcanzan cumbres de la comedia que ya quisieran muchos guionistas. Elegir uno entre los cientos que ha habido este año ha resultado difícil, pero por su depurado surrealismo debemos reconocer el que establecieron Saraba, una madre crudivegana, y AgnesF, una tía con muy mala leche, como uno de los mejores.
Saraba: “Somos muchas la personas que vivimos esta experiencia en "silencio" y vemos el desarrollo de nuestros hijos de una forma diferente. Uno de los detalles que siempre nos llamo la atención es que la niñ@ desde pequeñ@ no tenia hiperactividad ni ningún tipo de violencia hacia ell@s mism@s u otros niños, mas entendía claramente esta actitud y se retiraba a observar y esperar [...] Hoy nuestr@ hij@ tiene 13 años y tiene herramientas para enfrentarse a un mundo donde reina la confusión y el miedo, donde ya no se sabe que es lo correcto o no, donde te dicen que matar es necesario y todos a regañadientes lo aceptamos, esto es la deformación de nuestra humanidad [...]”.
Agnes: “Saraba, ¿no sabes si tienes una hija o un hijo? ¿Es hermafrodita? En realidad, parece que hablas de una almorrana”.
Premio “Tu Receta Bien Pero Yo La Cambiaría de Arriba Abajo”
Muchas personas te dicen, con todo el derecho del mundo, que tu receta no les gusta. Otros te sugieren cambios que, con bastante frecuencia, mejoran lo que tú has publicado. Y después están los que dicen que sí, que vale, y acto seguido empiezan con que quitarían primero esto, luego harían lo otro, y luego lo de más allá, hasta que tus bizcocho de yogur queda transformado en unas patatas con chorizo. Por su arte a la hora de sugerir mutaciones en unas hamburguesas vegetarianas, el premio en este apartado es para Still, El Hombre que Siente el Aceite en su Cuerpo.
Still: “Yo de la receta lo que sacaría sería el huevo y todo producto derivado de la leche de vaca. Recién me hice unas hamburguesas de lenteja con tomate, ajo, pimienta, orégano y cebolla y salieron bien. No usé aceite, lo hice a la plancha, no sé si le pasa a otros pero en mi caso, suelo sentir el aceite en mi cuerpo y no es buena la sensación, así que por más que me guste tengo que evadirlo”.
Premio Especial “Estoy Ciclándome y No Entiendo La Diferencia Entre Periodista y Entrevistado”
El déficit de comprensión lectora es uno de los grandes dramas de la educación en España, tal como dictó el último informe PISA. Por mucho que te esfuerces en ser claro, siempre habrá alguien que cogerá el rábano por las hojas y te atribuirá palabras o ideas que tú no has expresado. Mis favoritos en este apartado son los cortimers que no diferencian entre el periodista que escribe y las personas que hacen declaraciones en el texto. Lo normal es que pongan en mi boca palabras que yo he atribuido a otros, pero también hay casos muy locos en los que la confusión se produce en sentido contrario. Esto es lo que le pasó a David, comentarista de la entrada La loca dieta de los locos del gimnasio, en la que yo entrevistaba a Alfonso Rivera, director de un documental sobre el tema.
David: “Señor Alfonso Rivera, despues de leer este articulo solo puedo llamarle ignorante, manipulador y espero quesea sancionado por engañar a los lectores y usar terminos como "dieta nazi", para proximos artículos le recomiendo que se informe de lo que escribe y si se hace llamar periodista intente realizar un trabajo real de periodismo sabiendo por lo menos de que habla”.
¿Pero entonces lo escribió Alfonso o Rivera?
Premio Troll con Personalidad Múltiple
Es un honor conceder este importantísimo galardón a un comentarista permanentemente insatisfecho (aunque últimamente más conformista) llamado Pal. O Tallaets, ¡¡¡Aúpa!!! , Enserioenbroma, Sentido del humor, Guiri Salvaje, Don´t Feed the Trolls (1 y 2), Básico, Le Creuset, Pan y Tal, El tal., Cucurbis, Homopinión, Comida Políticamente Correcta, Histerias, tendencias sexuales-ideológicas de la morcilla, t, r, GregHouse y algunos otros nicks que provienen de la misma dirección IP.
Nuestro premiado ha afirmado varias veces, cuando le han acusado de ello, no tener ni idea de lo que significa “ser un troll” o “trolear”. Así, rapidito, trolear significa publicar repetidamente comentarios negativos contra los autores de un blog o las demás personas que comentan. Especialmente cuando se usan varios apodos diferentes en el mismo día dándose la razón (en su caso, hasta 12 comentarios diferentes en un día desde cuatro nicks), para avasallar a cualquiera que le llevara la contraria y provocar la sensación de que las masas le apoyan. Desde aquí agradecemos públicamente a esta persona con tanto tiempo libre el esfuerzo de animación, y le pedimos más, que si no nos aburrimos.
Enserioenbroma: "Han dicho por aquí que este es un blog de humor. Mentira. Solo hay que leer los comentarios del anterior post para entender la verdadera y arrogante mala leche que se tren el tal Mikel y la tal Mónica. Sus insultos contra sus lectores son reales. Lo que tienen son (1) seguidores masoquistas, a los que les excita el maltrato al que se someten, y (2) seguidores "voyeurs", a los que se les cae la baba el contemplar estas escenitas sado-maso".
Premio Poesía Eres Tú
El último premio del día es para esos mails que la gente te manda con todo su amor, pero que son, cómo decirlo sin herir sensibilidades... un poquito largos. El ganador es Santiago, un entusiasta del pan con mucha pluma que firmó este correo en el que cuenta de forma florida su receta para el pan. Si se os hace un poco pesado, os lo podéis saltar y llegar a los comentarios. ¡Que la carrera para los Premios Comidista del año que viene ha empezado ya!
Santiago: "Me tomo la libertad de compartir aquí contigo (porque sí), pidiéndote perdón de antemano puesto que no me lo has pedido, mi modus operandi para hacer pan en casa. A este protocolo le he dado el nombre de "Fahrenheit 451" y, la verdad, no hay que seguirlo al pie de la letra ("no hay que", en el sentido de que sería casi absurdo hacerlo):
Las ideas, para ser felices, te necesitan.
Requieren ser cuidadas y mimadas con paciente calor, con alma de panadero, día a día, como esa masa madre que renuevas todos los días, que habías creado divinamente, ser viviente generado a partir de lo casi inerte, mágica mezcla de cincuenta gramos de agua con dos cucharadas pequeñas de harina blanca de fuerza y otras dos cucharadas de harina de centeno, a los que habías agregado dos cucharaditas de pasas y dos cucharaditas de yogur natural, removiendo todo y cerrando bien el tarro de medio litro de capacidad, iniciando así el paciente proceso creativo.
Jugando con el tiempo.
Ese fue el puro inicio, sencillo como tu alma, natural como tu pálpito. Esperaste todo un día, y alimentaste ese germen con otros cincuenta gramos de agua, dos cucharaditas de harina blanca y dos más de harina de centeno. Aún más alimento el tercer día, ya que añadiste cien gramos de agua, cuatro cucharaditas de harina blanca y cuatro más de harina de centeno. El cuarto día desechaste casi toda la mezcla que, al abrir el tarro, comenzaba a dejar ir una nota de acidez, un sutil aroma de fermento, un hálito vital previamente inexistente. Una sospecha de vida generada, mientras al resto de la mezcla que no habías desechado agregaste otros cien gramos de agua y ciento veinticinco gramos de harina blanca de fuerza.
Removiste con decisión y tapaste bien el tarro hasta el siguiente día. Al abrirlo de nuevo, el fermento era ya evidente, tu corazón latía algo más rápido, tenías entre tus manos vida nueva, de la que eras el verdadero creador. Desechaste de nuevo tres cuartas partes del fermento y repetiste los pasos del día anterior. Tapaste finalmente el tarro, sabiendo que el día siguiente sería el gran primer día.
El alba aún no inicia su primer latido, y mientras el frescor de la noche que va perdiendo negrura todavía te envuelve protectora en sus plumas de quetzal sueñas, o quizás sueñas que sueñas, con tu masa madre. Sueñas que sueñas ajustarte tu delantal rojo, para que así destaque el blanco que, travieso, escapa de los quinientos gramos de harina de trigo, harina de fuerza, que pesas en tu indecisa balanza de cocina. Tomas doscientos gramos de masa madre, fermento lleno de vida y aromas de acidez lactobacílica y saccharomicética, los disuelves en trescientos gramos de agua, con mucho cuidado y completamente. Añades la harina y doce gramos de sal. Aquí sabes que ya no sueñas, reconoces que tus manos, que de sueños no entienden, toman la iniciativa, se untan y penetran con sus dedos en la masa, giran, voltean, palpan, una y otra vez, durante al menos cinco minutos. Cubres el cuenco con un paño húmedo.
En ese momento, el sol ya ha roto la noche, de tiernos sueños, y sus rayos empiezan a transmitir su calor vital a la sala, reptando poco a poco hasta la cocina. Momento para hacer que suene el Triple Concerto, mientras el café Lavazza chufchufea en la cafetera e inunda con su intenso aroma toda la casa. Quieres creer estar en Piazza Sant’Eustachio, tomando el delicioso café del homónimo romano Caffè. Pero eso sí que es un sueño imposible: La lista de la compra se va escribiendo ella sola sobre cualquier trozo de papel, preferiblemente el dorso de uno de los innumerables sobres del banco sin abrir que se amontonan junto al escritorio. Careces por completo del control de tu correspondencia, en particular la bancaria, o de tus obligaciones domésticas. Lo sabes y lo consientes. Es un verdadero milagro que, al final del día, la casa no parezca un establo.
Bonito del Norte, gambas de Palamós, carne gallega, cebolletas de Lérida, tomates del Ampurdán, naranjas de Valencia, alcachofas del Prat. Calabacín, puerros, lechuga “trocadero”, cerezas del Jerte. Queso Gorgonzola, burrata campana, ahumado de Mahón. Tomates secos bajo aceite, aceitunas griegas y manzanilla.
Han pasado cinco horas, minuto más, minuto menos. Cinco horas leudando, y, antes de alzar el paño húmedo, llenas una copa con tinto Abadía Retuerta, lo giras ampliamente para airearlo, introduces en la copa toda la longitud de tu nariz, aspiras el aroma, y sorbes el vino calmadamente, a sorbos pequeños, cerrando los labios como el cierre de una bolsa sobre el borde de la copa, chascando la lengua contra el paladar antes de pasar el preciado líquido por la garganta, mientras tu olfato se confunde con tu sentido del gusto, el tacto de la botella y la copa y la visión del intenso color cereza que había penetrado y condicionado previamente tu cerebro, en sinestésica experiencia.
La masa ha leudado hasta casi el triple de su volumen original, es casi un monstruo que gustosamente vas a domar. La levantas con ambas manos, y la extiendes sobre la superficie de mármol que previamente habías untado con aceite virgen. La amasas suavemente, casi sensualmente, tres, cinco, siete veces, sin presionar demasiado, para sólo expulsar el exceso de dióxido de carbono que tus gérmenes vivos han acumulado mientras crecían y mientras tú comprabas productos del huerto catalán. Deseas seguir amasando: el tacto y la textura se aproximan cada vez más a los de jóvenes senos de mujer. ¿Quieres pan? Afirmativo. Devuelves la masa al cuenco, cubriéndolo de nuevo con el paño nuevamente humedecido. Dos horas más leudando.
Leyendo a Leonardo Sciascia, leyendo “Gli Zii di Sicilia”, desempolvando tu destartalado italiano, rememorando la Historia, sintiendo Sicilia, sintiendo tu propio pasado. La Guerra Mundial, la postguerra italiana, la mafia inexistente que todo lo permea, lo extraordinario narrado como ordinario. El crimen de Estado explicado en su dimensión más rural y casi doméstica.
La sensual masa ha crecido de nuevo al doble de su volumen, la vuelves a sacar de su nicho y la amasas de nuevo sobre el mármol untado de aceite, sí, virgen, o más bien simplemente la doblas, dándola forma de “bâtard”, y la colocas en un canastillo de forma oblonga protegida con un paño espolvoreado con harina. Sabes que sólo estará allí una hora más. Sabes que seguirás leyendo a Sciascia. Sabes que todos los grandes escritores que has amado y que has leído han ido muriendo. Sabes que sólo te queda leer el pasado. Sabes que ese pasado se convierte en tuyo tras esa lectura de conceptos ideas emociones hechos hechas palabra por ellos, para ti. Sabes que media hora después de haber dado forma de “bâtard” debes de colocar una taza de agua en la bandeja superior del horno, y encenderlo.
Y ajustas la temperatura del horno a 232.7 grados Celsius. O, dicho de otro modo, 451 grados Fahrenheit.
Y media hora después volteas la masa en “bâtard” sobre papel cocina que has colocado sobre la bandeja del horno, que introduces en el horno caliente. Que dejas hornear durante treinta y cinco minutos.
A 451 Fahrenheit. O quizás a 450. Grado más, grado menos, es lo menos importante de todo este proceso vital.
Cuando leas la narrativa de Sciascia, o la poesía de Cernuda, o la Historia del Pensamiento de Mosterín, cuando pienses en todo lo que te rodea con intensidad, con emoción, con honestidad. Cuando, levantando la vista de tu libro, veas la puesta de sol y corras a fotografiarla para no dejar escapar ese momento, cuando hayas hecho cientos, miles de fotografías únicas desde ese mismo lugar, desde esa misma ventana, esa misma puesta de sol. Cuando tu anhelo esté al otro lado del mundo, en otro tiempo, en otra dimensión. Cuando sientas llegado ese momento, toma tu pan, corta con cuidado una rebanada, úntala con aceite de oliva, sí, virgen, y cómela, saboreándola poco a poco, como quien come un pedazo de alma".
Documentación: Mònica Escudero.
December 18, 2013
Paté de campaña con manzana
No hace falta comerse todas las piparras del bote. / EL COMIDISTA
Hace tiempo que tenía ganas de hacer un paté de campaña casero, concretamente desde que probé el de uno de mis restaurantes favoritos de Barcelona, La Pubilla. Pringarme las manos con hígado de ternera triturado no estaba entre mis planes vitales hasta ahora, pero nadie dijo que el proceso fuera a ser un camino de rosas. Aparte de esta experiencia, un tanto asquerosita, hacer este paté es tremendamente sencillo, aunque un poco laborioso porque hay que picar la carne a cuchillo.
No es un paté fino tipo mousse para untar, es más bien lo que en Cataluña se conoce como pà de fetge (pan de hígado), una mezcla un poco tosca muy poco procesada. La receta sale un poco de aquí y de allí, he cambiado el hígado de cerdo por uno de ternera y añadido unos orejones de manzana porque, si como dice Jamie Oliver, el cerdo es gran amigo de la manzana, la papada del mismo debe de ser su amante. Si no tenéis orejones a mano, podéis deshidratar dicha fruta en el horno a baja temperatura, o cambiarla por orejones de albaricoque.
Otras opciones que se me ocurren para tunearlo: mezcla de cinco especias chinas y ralladura de naranja o naranja confitada picada muy fina, pasas y piñones, o granos de pimienta verde enteros. Está buenísimo con un buen pan de hogaza y con encurtidos, y aunque es complicado hacer menos cantidad de la que proponemos, congela estupendamente, así que vale la pena amortizar el rato de horno.
Dificultad
Preescolar de patés.
Ingredientes
750 g de carne magra de cerdo (hemos usado cabeza de lomo)
500 g de hígado de ternera
250 g de papada de cerdo
100 g de orejones de manzana
1 cebolla grande (o dos pequeñas)
2 cucharadas de perejil fresco picado
1 cucharadita de hojas de tomillo
1 cucharadita de hojas de romero picado
1 diente de ajo
1 cucharadita de sal
1/2 cucharadita de pimienta recién molida
60 ml de vino dulce
Manteca de cerdo para el molde (mantequilla en su defecto)
Aceite de oliva
Preparación
1. Picar la cebolla y dorarla con un poco de aceite de oliva en la sartén. Reservar.
Tiempo aproximado: 15 minutos.
2. Picar a cuchillo la papada, el magro de cerdo y los orejones. Triturar el hígado de ternera y mezclar con las especias, las hierbas, la cebolla, los orejones, la sal, el vino, la papada y el magro.
3. Engrasar un molde tipo plum cake con grasa de cerdo o mantequilla y verter la mezcla (en los de tamaño estándar cabe justo). Tapar bien con papel de plata y cocinar en el horno a 180 grados, al baño María (con una bandeja con un poco de agua debajo). Está listo cuando al pinchar con un palillo sale limpio.
Tiempo aproximado: 2 horas.
4. Dejar enfriar, desmoldar y servir con pan y encurtidos.
December 17, 2013
¿Ha superado 'Top chef' a 'Masterchef'?

Chicote y los tres finalistas: Miguel, Begoña y Antonio. / ANTENA 3
Dice el tópico que las comparaciones son odiosas. Pero a todos nos gusta hacerlas y, además, en ciertos casos son casi inevitables. Masterchef y Top Chef, dos concursos culinarios con una mecánica muy similar, se suceden uno después del otro en dos cadenas diferentes, TVE y Antena 3. ¿Quién se puede resistir a evaluarlos conjuntamente? Yo, desde luego, no.
Los dos han contado con el favor del público, registrando buenos índices de audiencia. Los dos han arrasado en las redes sociales. ¿Pero cuál ha estado mejor? La respuesta no parece tan sencilla, porque cada uno ha tenido sus puntos fuertes y sus debilidades. Analicemos paso por paso.
Cocina
Como era de esperar, ya que en Top chef los concursantes son profesionales y en Masterchef, aficionados, la cocina ha tenido más nivel en el primero... casi siempre. Una de las grandes sopresas del programa de Alberto Chicote han sido las notables cagadas de los cocineros, sólo justificables por la tensión, el despiste o -pura especulación- el esnifado de pegamento y fumado de hilos de plátano en los descansos de la grabación. Un ejemplo: su paso por el mítico restaurante madrileño Lhardy, donde tenían que elaborar un menú clásico. No se les ocurrió nada mejor que servir una churrigueresca ensalada de bogavante y espárragos "para pitufos" (como bien la definió Chicote), una suprema de pollo DE PRIMERO y un steak tartare bicolor con mezcla de carne roja y parduzca por la oxidación, en una ristra de fallos incomprensibles en señores que mandan en cocinas de establecimientos de cierto nivel.
En cuanto a la visibilidad del proceso culinario -Dios mío, parezco Ferran Adrià-, digamos que ha sido parecida a la que tuvo en Masterchef. Es decir, baja. En el mundillo gastronómico, ésta es una crítica recurrente cuando se habla de esta clase de programas, pero yo no le veo demasiado fundamento: aunque puedan tener retazos educativos, no dejan de ser concursos cuyo objetivo principal no es otro que el entretenimiento. Y para entretener a las once de la noche debes mantener una tensión que, por mucho que nos mole la cocina, el rehogado de una cebolla o el asado de un cordero no tienen. Dejemos de lloriquear, que para aprender ya están Arguiñano y los documentales de La 2, y valoremos momentos que al menos transmiten amor por la buena comida, como el que protagonizó Jesús Almagro con sus pochas el día de su expulsión. Programa ganador: empate.
Concursantes
Al principio, todo parecía perdido para Top Chef: no veíamos por ninguna parte supervillanos como José David, vividores como Cerezo, maripuris entrañables como Maribel o maravillosas amas de casa con pinta de psychokillers como Santiaga, que tanto nos hicieron disfrutar en Masterchef. Sin embargo, poco a poco han ido surgiendo tipos humanos interesantes, entre los que, sin ningún género de dudas, ha reinado Bárbara Amorós.
Charlatana, metete, pesada, culinariamente caótica, emocionalmente inestable, capaz de mandar a la López Ibor a cualquier ser que pase más de 20 minutos con ella, es el ejemplo viviente de cómo un buen personaje pasivo-agresivo puede levantar un programa. Y digo lo de pasivo-agresivo porque, bajo su apariencia cándida y risueña, no perdía ocasión de soltar zascas como elefantes: sirva como ejemplo su frase "estoy feliz porque esto está muy flojo" refiriéndose a un plato del equipo contrario.
Bárbara no sólo se comportó como una gran cocinera que en más de una ocasión dio sopas con honda a sus compañeros, sino que creó el conflicto necesario para que Top chef levantara pasiones. Fue sometida a mobbing de la manera más desvergonzada por parte de sus enemigos (escena cumbre del puteo: cuando Begoña Rodrigo le quitó el aceite de oliva para que no pudiera cocinar con él un besugo), y consiguió por ello levantar oleadas de simpatía a pesar de tener un carácter insoportable. Si hay una heroína en Top chef, es ella.
El trío calavera formado por Begoña, con su perfil de mujer con un par de ovarios bien puestos; Miguel, representante de la generación pos-nini pos-after, y Antonio Arrabal, la genuina bruja mala y resentida de Top chef, también dio juego. Sin embargo, como en una suerte de Operación Triunfo 2, 3, o 17, nunca lograron generar la misma empatía que sus colegas amateurs de TVE. Ganador: Masterchef.
Factura
Masterchef era un programa hecho con muchos medios, que sin embargo adoleció de serios problemas de agilidad especialmente en su primera fase. Nunca destacó por su brillantez visual ni por su ejecución técnica. Top chef, por el contrario, ha funcionado como un reloj desde el minuto uno, apareciendo como un producto más moderno y mejor acabado. Los guiones no han caído demasiado en el lugar común, algunas de las pruebas han sorprendido por inesperadas, el ritmo ha sido el adecuado para cada situación, y las cámaras nos han enseñado lo que necesitábamos ver. Ganador: Top Chef.
Jurado
Si en el jurado de Masterchef dos miembros tenían química (Pepe Rodríguez y Jordi Cruz) y otro pasaba por allí (Samantha Vallejo-Nájera), en el de Top chef Ángel León y Susi Díaz se han visto eclipsados por la expansiva personalidad de Chicote. León ha resultado simpático, y Díaz, no antipática, pero la omnipresencia del señor Pesadilla ha marcado cada minuto del show. Nada extraño teniendo en cuenta que no sólo era jurado, sino también conductor.
Chicote nos ha regalado los momentos cáusticos que todos esperábamos de él. Sin embargo, quizá el programa ha subrayado en exceso su perfil más malencarado y gruñón. Mientras en Pesadilla su personaje se beneficiaba de la dualidad crítico cañero / consejero comprensivo, aquí costaba verle un gesto afectuoso o una sonrisa, y tuvo que llegar su madre a uno de los programas para que mostrara ese lado humano equilibrador. De cualquier forma, su ménage à trois con León y Díaz, más dulces pero también capaces de destruir a los concursantes cuando facturaban algún truño, ha funcionado. Ganador: Top chef.
Comicidad
Poco sorprendentemente, la lengua de Chicote ha protagonizado los minutos más cómicos de Top chef. Dos momentos cumbre: 1) Antonio Arrabal monta una pieza de sushi del tamaño de un bocata y él, mientras lo prueba, le pregunta "por qué no le ha puesto dentro un polvorón"; y 2) Bárbara presenta al jurado un mole mexicano con forma de excremento y él le suelta: "Eso me lo encuentro yo en mitad del campo y no lo piso". Sólo Begoña ha sido capaz de competir con él en frases históricas, con mención especial a "mira mi boca, a mí me cabe todo".
Pero así como Masterchef era pródigo en situaciones hilarantes, en Top chef no ha habido demasiado hueco para la risión. Una de las cosas más atractivas de su antecesor eran los desastres culinarios de los pobres concursantes; aunque aquí no han faltado las pifias, su dimensión ha sido mucho más limitada ya que eran cocineros pro. Sin tartas con pinta de vómito, ni pollos necesitados de reanimación, ni croquembouches en ruinas, ni esferificaciones con productos químicos suficientes para envenenar a un cachalote, todo ha sido menos divertido. Ganador: Masterchef.
Factores irritantes
El concurso de TVE blandió poderosas armas de irritación masiva: los guiones declamados de la presentadora, Eva González; sus ridículos esfuerzos por ocultar su acento andaluz, los publirreportajes encubiertos de instituciones tan adorables como el Ejército o los bochornosos cruces promocionales con series de la casa como Isabel. Top chef no me ha dado tantas ganas de sacar el bazooka del armario y volar el televisor, aunque creo que con tres o cuatro programas más de "un poquito de cebollita", "un pimientito", "un tomatito para un arrocito" y "un pollito con setitas", mi día de furia habría llegado por fin. Desde aquí pido al Gobierno que la Ley de Seguridad Ciudadana incluya la prohibición expresa de utilizar diminutivos para referirse a alimentos en concursos culinarios de televisión, por el bien de la salud mental de todos los españoles. Ganador: Masterchef.
Audiencia
Masterchef empezó flojo, con porcentajes del 10 y el 11%, pero fue subiendo hasta arrollar en la final con un 33% de share y cinco millones y medio de espectadores. Top Chef arrancó mejor -cerca de 18 y 16% en los dos primeros programas-, bajó algo en su etapa intermedia y ha crecido hasta el 22% en la semifinal (Masterchef hizo lo mismo en dicha entrega, pero con medio millón más de espectadores). Ganador: lo sabremos mañana cuando se publiquen las audiencias de la final.
December 16, 2013
Trío de croquetas: de cabrales, 'pilota' y tigres tailandeses
Fritos jugando al Twister. / EL COMIDISTA
Mi consigna para esta Navidad es, como casi todos los años, ahorrar el máximo tiempo y trabajo posible en la cocina sin dejar de servir comida buena y original. Uno de los trucos para lograrlo consiste en optimizar esfuerzos preparando platos sencillos en los que, con una única base, puedas hacer tres preparaciones diferentes. En este caso se trata de las sencillas croquetas, que a pesar de ser un aperitivo humilde, por el tiempo que lleva prepararlas en casa (y por lo que gustan a todo el mundo) han acabado convirtiéndose en un clásico festivo.
Partiendo de una simple bechamel espesa podemos conseguir con muy poco esfuerzo unas croquetas de pilota (una especie de albóndiga deliciosa que da sentido a la existencia de la escudella catalana); otras, de cabrales y orejones de manzana, y unos exóticos tigres a la tailandesa. Estas últimas pueden preparararse con una bechamel hecha con leche de coco, con lo que subirían puntos en tailandesidad (o tailandesismo) pero lo bajarían en practicidad al tener que hacer dos bases diferentes. Si lo hacéis así, podéis acompañarlas de un pebre chileno o un pico de gallo que aporten frescura y un crujiente carnoso.
Con estas cantidades salen, dependiendo del tamaño que os guste, entre 10 y 15 croquetas de cada clase. A mí no me gusta hacerlas muy pequeñas porque me da la sensación de que quedan menos cremosas, y tampoco pasa nada por comérselas de dos bocados en lugar de uno. Y si os parece que no os las vais a comer de una vez, congelad la mitad, que después cuando recordéis su existencia un día de resaca os van a dar la vida.
Ingredientes
Para la base
1,25 l de leche entera
125 g de mantequilla
125 g de harina
1 cebolla grande
Sal
Pimienta
Para los tigres tailandeses
20 mejillones cocidos
Chile verde fresco al gusto
Chile rojo fresco al gusto
Media cucharadita de curry en pasta o en polvo
1/4 de cucharadita de cinco especias chinas
El tallo de una cebolleta
Ralladura de piel de lima
1 cucharada de cilantro picado
Huevo batido
Panko (a la venta en tiendas de alimentación asiática)
Para las bolitas de cabrales y manzana
50 g de queso cabrales
75 g de orejones de manzana deshidratada
40 g de almendras tostadas saladas
Huevo batido
Pan rallado
Para las croquetas de pilota
75 g de carne de cerdo
75 g de carne de ternera
1 diente de ajo
2 cucharadas de piñones
1 cucharada de perejil fresco picado
Huevo batido
Pan rallado
Preparación
1. Calentar la leche y reservarla en caliente. Pelar y picar la cebolla, ponerla con parte de la mantequilla en una olla y cocinar a fuego suave hasta que esté transparente.
2. Poner el resto de la mantequilla, dejar que se funda y añadir la harina tamizada. Cocinar a fuego suave durante unos minutos, hasta que esté dorada pero sin subir el fuego ni dejar de remover para que no se pegue.
3. Añadir la leche caliente, sal y pimienta, y con una varillas –y paciencia– cocinar a fuego suave, sin dejar de remover, hasta que adquiera consistencia. Sacar del fuego y dividir la masa en tres partes más o menos iguales.
4. Mezclar una de las tres partes con el cabrales desmigado, los orejones de manzana picados y las almendras picadas en grueso (se tienen que notar para aportar textura). Dejar reposar en la nevera, idealmente de un día para otro.
5. Mezclar otra de las tres partes con el curry y las cinco especias y mezclar hasta que se integren totalmente. Añadir los mejillones cocidos picados, el chile y la cebolleta picados muy finos y el cilantro. Dejar reposar en la nevera, idealmente de un día para otro. Importante: reservar las conchas de los mejillones que estén en buen estado para rellenarlas.
6. Cocinar la carne de ternera y cerdo a fuego bajito (buscamos una textura casi de hervido) con el diente de ajo picado y mezclar con el último tercio de masa, los piñones y el perejil. Dejar reposar en la nevera, idealmente de un día para otro.
7. Dar forma a las bolitas y a las croquetas y rellenar las conchas de los mejillones. Rebozar las dos primeras con huevo y pan rallado y las últimas con huevo y panko. Freír en aceite de girasol bien caliente, en tandas pequeñas y filtrando el aceite si es necesario.
8. Escurrirlas en papel de cocina manipulándolas con cuidado y servir calientes, rallando un poco de piel de lima encima de los tigres.
Producción: Mònica Escudero.
December 15, 2013
Navidad de bajo coste: cómo triunfar en la mesa con poco dinero
Ahorrando que es gerundio. / DANI JIMÉNEZ
Llevamos ya un par de semanas en las que –si no lees las noticias– parece que ya no estamos en crisis. Las tiendas están llenas otra vez; se habla de foie, de jamón, de langostas, de vinos y licores caros, y el ¡Hola! vuelve a sacar sus reportajes de lo que comerán los famosos en Navidad. Todos estamos dispuestos a aparentar que, como decía el señor del bigote, al menos por unos días España va bien. Pero como la realidad es otra y la cosa está bastante chunga para casi todos (y muy chunga para muchos, por desgracia), este mes hemos decidido cambiar la ya habitual receta de fin de mes por un "plan de supervivencia navideña en un fin de mes muy fin de mes".
Recordemos que la Navidad es estar con la gente a la que quieres (aunque a veces los asesinarías), reírse, toñarse y darle de beber a la abuela hasta que diga que nosotros no sabemos lo que es pasar hambre, cuente chistes verdes y se duerma en la mesa. Si hay que empeñarle el reloj para acompañar esos momentos con langosta, casi mejor se hace con un pollo con uvas, que tambien está muy bueno y en la Biblia no pone nada de que el niño tuviera especial gusto por el marisco caro. Aquí van algunos consejos para minimizar los gastos sin que el paladar se resienta.
Haz tus propios entrantes (y córtate un pelín)
Una parte importante del presupuesto navideño suele irse en los entrantes. Que, irónicamente, después son los culpables de que no nos entre lo que las madres llaman 'la comida de verdad'. Limitarlos un poco y prepararlos en casa ayudará a controlar el gasto. Los quesos de untar tuneados con aceitunas y especias, con setas, ajo y perejil o con un poco de trucha ahumada, mostaza y eneldo, acompañados de tostadas y unos bastoncitos de verduras, son baratos y muy resultones. Las aceitunas aliñadas, los flanes salados y las mantequillas tuneadas (y otras recetas que publicaremos en los próximos días) son otras opciones para convertir un aperitivo low cost en una fiesta del sabor y la variedad.
Pásate (por un día) a la cocina molecular
No se trata de lanzarse a comprar nitrógeno líquido y congelarlo todo, no os asustéis. Solo es una idea sencilla para darle un punto de sabor y una presentación diferente a algunos platos: hacer perlas de zumos, licores o salsas solo con un poco de agar agar (un alga de alto poder gelificante) y aceite de girasol frío. El proceso (podéis verlo aquí) es tan sencillo como parece, y se puede usar en muchísimas bebidas y preparaciones dulces y saladas.
Recupera los guisos
La gallina o el pollo en pepitoria, el cordero al chilindrón, el pollo con setas y vino dulce o la merluza en salsa verde –alegrada con algunas almejas, si se quiere– son perfectamente recuperables en estas fechas. Saben a tradición y a amor de madre, son reconfortantes cuando hace frío y, en un momento en el que la vida es una carrera de ratas el 90% del tiempo, es un bonito acto de amor cocinar a fuego muy, muy lento durante tres horas algo para los tuyos, ¿no?
Sigue la tradición italiana: cena lentejas en fin de año
La tradición italiana dice que quien come lentejas la noche de fin de año tendrá buena suerte con el dinero al año siguiente. Además están buenísimas, son baratas y a esas alturas de las fiestas ya estás hasta el toto de comer y lo que quieres es pasar el trance y ponerte toña rapidito. Incluso lo agradecerás al día siguiente, porque su aporte proteico si las combinas con hidratos "hará colchón" (y la grasa de los sacramentos que las acompañan, también) y el alcohol habrá hecho menos estragos en tu cuerpo. Un negocio redondo, vamos.
Practica el omnivorismo consciente
Una vez más, ahí va la típica pelmada de "no hace falta ponerse ciego a animales muertos para comer bien, la abundancia no es eso". Pero es que es así, también en Navidad. Menos carne pero de mejor calidad, acompañada de unas buenas verduras bien sazonadas y preparadas, nos ofrece un plato de mayor calidad y una digestión más fácil. Las verduras que prepara Jamie Oliver en este vídeo son un festival del sabor, para hacerles tres mortales al estilo Nadia Comaneci: una amiga mía las preparó para su novio vegetariano en unas navidades y tuvieron más éxito entre todos los comensales que el corderazo al que acompañaban.
¿Quieres carne? Pasa del solomillo
Ya sabemos que, por alguna extraña mutación genética propia de los homo sapiens acomodados, llevamos en el ADN la absurda información "fiesta = necesidad de comer cortes magros de carne como el solomillo". Haz oídos sordos a su llamada, y apuesta por piezas mucho más baratas que pueden resultar igual de sabrosas (o más) si les aplicamos las cocciones lentas y largas apropiadas. Hablo de carrilleras, pancetas y demás parientes. Aplica el mismo criterio al pescado: ¿qué tal si pasamos del consabido rape o de la abominable lubina de piscifactoria y nos tiramos a unos salmonetes rellenos de hierbas o con torronada y encurtidos?
Si de verdad NECESITAS comer marisco...
A pesar de todo lo antes mencionado, la carne es débil, el ser humano es voluble y blablabla. Y tú necesitas imperiosamente comer marisco el 24. No te lo podemos asegurar al 100%, pero es probable que en tu pescadería más cercana no hayan terminado con sus existencias de marisco fresco pocas horas antes de Nochebuena. Este no va a resistir hasta fin de año, y hay que darle salida, así que los precios se ajustan un poco más cada hora que pasa antes del momento del cierre. Repetimos: esta estrategia no es 100% segura –así que aseguraros de tener un plan B–, pero muchas veces sí funciona. Risky business, como los de Tom Cruise.
Recicla como si no hubiera un mañana
No estamos descubriendo nada que nuestros antepasados no supieran: los cocidos son la mejor idea en Navidad. Podrás dar de comer opíparamente a toda la familia los días de festejos, alimentarte con las sobras del caldo, legumbres, patatas y carne durante el resto de la semana y, cuando te parezca más atractivo un tiro en la rodilla que una gota más de caldo, con lo que sobre hacer canelones o croquetas para comer en el momento o congelar. Los asados también tienen un reciclado sencillo, por ejemplo en ensaladas: la de lomo frío con pimientos y aceitunas o la de pollo con col, manzana y gorgonzola pueden funcionar perfectamente como entrantes o aperitivos para el 25 o el 1. Con los postres, ídem de lienzo: este pastel de panettone te servirá para darle salida cuando se te quede securrio.
Practica el postre ligero
El turrón no se lo come nadie, asumámoslo. El mazapán y demás viejuneces, aún menos. Así que mejor prepara una refrescante mousse de limón, compra un sorbete de mandarina o de algún otro cítrico (y, si quieres, mézclalo con vodka o cava), algo de fruta fresca presentada de una manera diferente y, si es estrictamente necesario, recurre a esos socorridos surtidos de turrones que te evitarán tener que comprar una barra de cada.
Bebe rico y barato
Hazte amigo del dueño de la bodega o tienda de vinos más cercana (suelen ser muy majos, así que no será difícil). Busca vinos y espumosos de tu zona, descubre pequeñas cooperativas, ponte un presupuesto y ajústate a él. Te sorprenderá lo factible que es descubrir buenas propuestas a precios razonables, como las de Casa Mariol, Fulanito y Menganito o las de el libro Los 100 mejores vinos por menos de 10 euros.
No a la histeria compradora
Grábatelo en la cabeza: Navidad no es la 3ª Guerra Mundial. Las tiendas sólo cierran el 25 y el 1 (y el 26 en Cataluña), por lo que no hace falta aprovisionarse como si llegara el holocausto nuclear o el apocalipsis zombi. Gran parte del derroche de estas fechas viene causado por la paranoia del "no tendremos suficiente", totalmente injustificado porque en Navidad SIEMPRE sobra comida. Compra lo justo, ten en cuenta que el resto de la familia traerá cosas, y relájate: nadie se quedará con hambre.
Cuida la presentación
No hacen falta copas talladas a mano, porcelana fina ni cubertería de plata. Solamente poner la mesa y servir los platos como te gustaría verlos a ti: puedes usar frutas (manzanas, peras o granadas) frutos secos y velas para hacer centros de mesa, tarros de conserva como soporte para velas o alguna de las ideas fáciles y casi gratis que abundan en Pinterest y otras webs (algunas horrorosas, pero otras bastante chulas y simples).
Documentación: Mònica Escudero.
Más ideas para platos y menús en el Especial Navidad de El Comidista.
December 12, 2013
Aló, Comidista: "¿Las ollas a presión son ETA?"
Aló, Comidista ya está aquí otra vez. En este consultorio vale todo: dudas culinarias, enigmas gastronómicos, cuestiones personales o problemas psicológicos y metafísicos. Sólo tenéis que enviarme un mail a elcomidista[arroba]gmail.com. Responderé a vuestras cuitas el primer viernes de cada mes, salvo festivos, puentes o enfermedad grave.
Jota Guss: Te envío una forma de preparar los macarrones con muy pocos ingredientes y que nunca la he visto por estos lares. Soy de Murcia y desde luego no es tradicional de aquí. La trajo del sur de Francia en sus años mozos mi santa madre, la presidenta de Electroperra Party Murcia. La forma de prepararlos es la siguiente: se hierven con agua y un poco de sal y se retiran del agua. Previamente (y para una cantidad de 500 g de pasta) batimos seis huevos, le añadimos 3/4 de litro de leche y bastante queso rallado, del tipo que más nos guste. A este mejunje le añadimos los macarrones, lo mezclamos todo bien antes de meterlo en el horno y espolvorearlos con más queso para que gratinen 45 minutos a 180 grados. Si los hacemos en una vasija de cristal transparente previamente enmantequillada podemos observar que al rato empiezan a tostarse, entonces gratinamos dos minutos. Sacamos y los dejamos para tomar templados y poderlos servir como un trozo de pastel más que como unos macarrones desbarajustados. Si me avisais con un poco de antelación os los preparo en casa a un grupo de 5 personas máximo. Luego jugamos a las cartas y tomamos Anís del Mono.
Querido Jota Guss, ¿a las comidas éstas que montas en casa va también tu madre? Porque ella me parece lo más interesante de todo lo que me cuentas. Me encantaría preguntarle por su peripecia vital, por cómo es eso de nacer en Murcia, pasar por Francia y acabar de presidenta del Electroperra Party, una fiesta que por lo que veo en su página web es 100% heterosexual y nada petarda. No será ella la persona real en la que se inspiró Almodóvar para crear a la mítica Luci de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, ¿verdad? ¿Te has fijado si a tu madre le gusta que le pinchen o que se le desorinen encima? En cuanto al pastelazo este que me mandas, me recuerda un poco a uno de los platos que más aborrezco en este mundo, el pastitsio, crimen contra la pasta perpetrado por los griegos sólo comparable al de nuestros macarrones blandurrios con salsa de tomate.
La más obscena de Murcia. / YOUTUBE
Lorea: Desde que me he independizado, hace ya cinco años, no consigo hacer un cocido decente, debido principalmente a que la carne de ternera que le echo se queda tan tiesa que podría enviarla a Barcelona para que acabasen la Sagrada Familia con los ladrillos que salen de mi olla. Juro que sigo las indicaciones de mi madre paso a paso, pero no hay manera. Como datos adicionales te diré que cocino con olla a presión y en vitrocerámica.
Querida Lorea, hay dos posibilidades. O bien que no uses las piezas adecuadas de la vaca en cuestión, o bien que te quedes corta con la cocción. Si utilizas costilla, falda o morcillo, y los dejas el tiempo necesario (en olla normal, a fuego suave, entre hora y hora y media; en la rápida, depende del modelo, pero yo diría que con media hora es suficiente).
Victor: Soy un estudiante que reside en Barcelona y querría respuesta a las preguntas que a continuación le voy a formular. Hay un hongo llamado comúnmente "melena de león" aunque su nombre científico es hericium erinacius que dicen que va muy bien para temas relacionados con la cabeza por ejemplo, a la hora de estudiar. Mi pregunta es si sabe donde venden en Barcelona o alrededores y si conoce alguna receta culinaria. Otra cuestión, es que tengo un familiar con unos dolores (por temporadas) crónicos muy agudos de próstata y me gustaría saber que alimentos le pueden ir bien para prevenir y paliar estos dolores.
Querido Víctor, te informo de que soy Mikel López Iturriaga, no Txumari Alfaro, y por lo tanto, mis conocimientos de brujería relacionada con los alimentos son bastante reducidos. Los únicos hongos buenos para la cabeza que conozco son los bonguis y los que venden en las tiendas de Amsterdam, aunque no sé si recomendártelos porque veo que ya estás un poco pa'llá y no sé si necesitas más psicoactividad.

¡Flipa cómo crecen tronco!
San Dogbert: Si un (pongamos) 10 de diciembre me como un yogur (por poner un ejemplo de algo que se fabrica y se sella en una atmósfera aséptica, y que he conservado adecuadamente) cuya fecha de caducidad marca 9 de diciembre, algún ser omnímodo me fulminará al instante? Obviemos en la respuesta, por favor, matices fácilmente dirimibles mediante la aplicación de un poco de sentido común tales como, por ejemplo, no meterse en la boca una rebanada de pan de molde florida de azul, untar pan con mayonesa sintiente o hacer carpaccio con unos filetes que te gritan "no me comas". A guiarse únicamente por lo que marca la fecha de marras para decidir si te comes algo o no lo haces me limito.
Querido San Dogbert, si te comes un yogur conservado correctamente un día después de su fecha de caducidad, lo más probable es que no te pase nada. En mi modesta opinión -y en la del Ministerio de Alimentación-, dichas fechas se calculan con mucha precaución para minimizar el riesgo de intoxicaciones, y muchas veces resultan un tanto exageradas. Yo no aconsejo a nadie tomar alimentos caducados, pero reconozco que lo hago de vez en cuando porque prefiero correr un mínimo riesgo a derrochar comida absurdamente. En este apartado, lógicamente, no entran las mayonesas sintientes (gran concepto), ni los lácteos malolientes, ni las latas de la década pasada ni los botes de tomate con colonias alienígenas en su superficie.
Ronny: Como supero el llamado efecto rebote cuando se comienza hacer dieta y dejas de comer poco y llevas un mes y estás viendo resultados pero llega un punto de equilibrio donde comienzas a subir y recuperas y hasta aumentas tu peso nuevamente.
Querido Ronny, ¿ignoras la existencia de un signo ortográfico llamado "coma"? ¿O acaso estás tomando cocaína para adelgazar y por eso superas y dejas y llevas y ves subes y recuperas y escribes con tanta ansiedad? El efecto rebote, al que a mí me gusta llamar "efecto yo-yó" porque es más gráfico, se supera dejándote de dietas absurdas y llevando una alimentación razonable. Deja de apiporrarte a marranadas, controla si puedes tu abuso del alcohol, reserva los dulces, las fritangas y las carnes con grasaza para las ocasiones y haz cinco comidas al día como Dior manda en las que haya de todo: verduras, fruta, legumbres, cereales, lácteos y proteínas animales. Verás como no tienes ni rebotes ni gaitas gallegas.
Lucila: Estoy muy preocupada porque aunque nunca he sido una gran cocinera, siempre me he defendido y la repostería era mi fuerte; pero desde que he sido madre mis dotes culinarias han caído en picado: mi marido dice que me limite a hacer filetes con patatas y en el último cumpleaños de mi hija NINGÚN niño se comió la tarta de galletas de toda la vida... ¿Qué me está pasando?
Querida Lucila, lo único que te pasa es que has cometido el error de ser madre, lo que conlleva estar todo el día trajinando con el churumbel, cambiar millones de pañales, aguantar los lloros, no pegar ojo, estar zumbi y, en definitiva, cocinar como el culo. Ahora bien, lo que me llama la atención es lo del caradura de tu marido, que encima te reprocha que no le lleves manjares a la mesa. ¿Por qué no le dices que las tres o cuatro horas que duermes las pasarás a partir de ahora currando en la cocina sólo para complacerle? Que la sumisión se lleva mucho.
Juan: Hay quien dice que la olla a presión es ETA y que hace unas cosas horribles a las propiedades de los alimentos. Puestos a no callar, y puesto que soy un gran defensor del artilugio, yo sostengo lo contrario: a menor tiempo de cocción, menos maltrecho sale el producto. Total, que te escribo para que me saques de dudas: ¿la cocción en olla a presión es mejor que la cocción tradicional, es peor o no es ni mejor ni peor?
Querido Juan, las ollas a presión no son ETA, ni siquiera Bildu. Creo que no hay gente más pelmaza que los anti-olla a presión, si exceptuamos los anti-thermomix, los anti-mantequilla y los pro-masa madre. Yo los veo un poco como los antiabortistas de la comida: no dejan que el prójimo actúe según su conciencia y están todo el rato dando la tabarra con sus monsergas. Pasa de ellos: la olla a presión puede no darte los mismos resultados que una cocción lenta, sobre todo en cuestión de texturas, pero ahorra tiempo y energía y preserva mejor las propiedades nutricionales de algunos alimentos.
La presión no es el mal. / MODERNIST CUISINE
Luísa: Espero que consiga entender esta minha mensagem pois, não sei espanhol e vai em português. Tenho duas perguntas para lhe fazer. 1) Já editou algum dos seus livros em português? 2) Neste último "Aló, Comidista", é feita referência ao "jámon ibérico" que em português deverá querer dizer: presunto ibérico. Esta designação - jámon ibérico - existe? E o que quer dizer, exactamente? Faço esta pergunta, porque, ibérico diz-se "do que é referente ou pertencente à Península Ibérica, que compreende Portugal e Espanha" e, em Portugal não conheço esta designação .
Querida Luísa, esto sí que es una novedad, preguntas en otros idiomas. Ojalá los lectores chinos, esquimales y maoríes empiecen a enviarme cuestiones en sus respectivas lenguas, a ver si me chiflo del todo, ingreso en la López Ibor y me dejáis en paz de una santa vez. A ver, alma do cântaro, mis libros por desgracia no están disponibles en portugués. Ya, ya sé que cuesta entender que estas obras maestras de la literatura universal no se hayan traducido aún a todos los idiomas del planeta, pero así es el ser humano de ignorante y cruel. En cuanto al ibérico, tal denominación se refiere a la raza de los cerdos, que es común a España y Portugal. Si no le llamáis así es que aún no os habéis enterado de que la palabra sirve para clavarte 10 euros por cuatro lonchas de cualquier jamón reseco.
Teresa: No sé si a ti te pasa también, pero últimamente me parece que se nos está yendo un poco la olla con el número de ingredientes necesarios para preparar un plato en condiciones. Si tomamos como ejemplo a Jamie Oliver, creo que necesitaría tres días de búsqueda frenética para poder reunir los ingredientes necesarios para una cena rápida. Eso por no hablar del desperdicio, el tipo a veces abre una lata de anchoas para usar sólo un filete. Me gustaría saber qué opinas sobre esto y si tienes algún truco para interpretar recetas reduciendo el número de ingredientes.
Querida Teresa: claro que hay trucos. Sólo tienes que convertir un solomillo a la salsa Café de París con patata morada, tres tipos de setas y cebollitas caramelizadas en unos huevos con patatas fritas, que sólo necesitan cuatro ingredientes. Otra opción más sensata es no interpretar las recetas como si fueran fórmulas químicas, sino como lo que son: simples guías para cocinar algo. ¿Que te aparece un ingrediente raruno e inaccesible? Pues lo sustituyes por otro parecido que tengas a tu alcance o, si no es fundamental para el plato, directamente te lo cargas. Por lo que no paso es por lo que dices del desperdicio: si una fórmula requiere una anchoa, abres la lata para ella y después te haces un bocata o unos espaguetis con el resto.
Iker: Estoy leyendo la última entrada del consultorio, y flipo con la curiosidad que despierta tu vida sexual y personal. Lo gracioso de todo esto es lo fácil que resulta averiguar la verdad. En cierta ocasión, se me ocurrió pinchar en un enlace a la página profesional (como fotógrafa) de Facebook de la chica que te hace las fotos de los platos, Ainhoa Gomà. Entre maravillosas fotos de temáticas variadas, se puede encontrar una bastante reveladora, en la que salís ella y tú con un niño en brazos. La descripción dice: "Con Diego en plan happy family". Podría ser que fuérais amigos y el niño fuese de uno de los dos y os hubiérais sacado la foto por vuestra relación laboral, vinculada a El Comidista. Pero entre lo de la «happy family» y la familiaridad que desprende alguno de los comentarios, con Ainhoa hablando de ambos y la cocina, parece bastante evidente que Ainhoa es tu chica y el niño es hijo de ambos. Dicho esto, tranquilo. Te lo cuento como pura curiosidad, pero no tengo mayor interés en saber si estoy o no en lo cierto. Ni en realidad me importa lo que seáis o dejéis de ser, ni te voy a hacer ninguna pregunta chismosa y de mal gusto, ni me voy a poner en evidencia contando nada de esto en el consultorio ni en ningún otro sitio. Respeto mucho mi propia intimidad y tengo una vida lo suficientemente interesante como para ir por ahí violentando la de los demás.
Querido Iker, para ser una persona "que respeta la intimidad" y "a la que no le importa lo que sea o deje de ser" veo que me has facebookeado de arriba abajo. ¿Seguro que no eres gaylor y fantaseas conmigo, ladrón? Que no pasa nada por decirlo, que ser un homosexual lascivo que pasa horas y horas en internet buscando información y fotos de sus objetos de deseo para luego masturbarse es una opción tan legítima como cualquier otra. Bien, como ya he explicado en otras ocasiones, la relación que nos une a Ainhoa Gomà y a mí es un tanto especial. Yo diría que se parece a las de otras grandes parejas de la historia de la humanidad como Paul y Jane Bowles, Alaska y Mario, Raphael y Natalia Figueroa o Parada y Chelo García Cortés, pero siendo Ainhoa más guapa que todas. En cuanto a Dieguito, es un niño que nos han prestado mientras esperamos a que nos den hora para la fecundación in vitro en la Seguridad Social, y que devolveremos al orfanato en cuanto tengamos el nuestro.

La familia López-Gomà, en su residencia de verano.
Patricia: tengo una duda que llevo dándole vueltas un montón de tiempo. A ver si me sacas de dudas. Es acerca de la pronunciación del steak tartare. Me gustaría saber como lo pronuncian cocineros internacionales como Jamie Oliver o Jose Andrés. Se algo de inglés, y "stik", como lo pronuncian en España, significa "palo". Pronunciado "steik" significa "filete", que tiene más sentido.
Querida Patricia, está claro que este Aló está dominado por pirados que preguntan cosas locas. El plato es de origen francés, pero la palabra steak proviene del inglés, así que la pronunciación correcta vendría a ser "steik", no "stik". Claro que en España, donde somos muy garrulos, si dices "steik" todo el mundo te mirará raro y te considerará un pedante, como cuando "Nike" lo pronuncias "naiki" en vez de "naik", o "YouTube ", "yutiub" en vez de "yutuf".
Antonio: Aunque mis amigos gays dicen que estoy más bueno que el pan, tengo el colesterol por las nubes. Por eso intento reducir las grasas saturadas en algunas recetas. El problema se me plantea en elaboraciones calientes con la leche o quesos desnatados: cómo habría que utilizarlos, si es que se puede, para que no se corten salsas, cremas, etcétera, tanto dulces como saladas, incluso con frutas?
Querido Antonio, tus amigos gays seguro que son unas perras y luego se ríen de tus lorzas y de los puntos negros de tu nariz a tus espaldas, así que no te lo creas tanto. Para elaboraciones calientes, yo tiraría de quesos frescos tipo quark desnatados (el de la marca Pastoret, por ejemplo, es excelente) o de leche concentrada tipo Ideal, que contiene menos grasa que la nata. El yogur también puede funcionar, sólo que no admite el hervor a no ser que lo estabilices con Maizena o similares. Aunque lo mejor, si tienes el colesterol muy alto, es que consumas menos lácteos y más frutas, verduras, legumbres y pescados azules.
Tony más Toni: Somos dos vigorosos hercúleos y divertidos maromos. Tenemos una duda sobre los huevos: ¿siempre hay que conservarlos en el frigo? Porque en la tienda nunca están refrigerados. Como despedida, somos fans de Miguel de 'Top Chef', ¡es el mejor!
Queridos Tony más Toni, veo que a pesar de vuestra intensa actividad en el gimnasio, la sauna, la discoteca y el cuarto oscuro aún tenéis tiempo para seguir dando la caca en este consultorio. Los huevos no se refrigeran en los supermercados porque los cambios de temperatura de frío a templado que se pueden producir cuando los compras no les sientan muy bien: el vapor se condensaría en su superficie, y como la cáscara es porosa, el riesgo de contaminación del interior aumentaría. En casa, la opinión más extendida es que conviene guardarlos en la nevera porque así alargas su vida útil. Ah, y no me extraña nada que os ponga palotes Miguel Cobo de Top chef, al que en mi círculo más cercano conocemos como El Empotrador. Aunque debo daros una mala noticia: que se sepa, sólo empotra a chicas.
Tony más Toni os desean feliz Navidad.
Susana: Mi chico y yo creemos que hay una relación directamente proporcional entre la cantidad de faltas ortográficas de un menú y lo bueno que está lo que te sacan, así cuanto mayor sea la patada al diccionario, mejor es la comida. Comprenderás que seamos fans de las 'almondigas' y el 'rebuelto'. Espero que tu sabiduría avale o tire por el suelo nuestra teoría.
Querida Susana, vuestra teoría es controvertida, porque supone que el mejor cocinero es el más iletrado. Pero chica, que quieres que te diga, con tanto chef convertido en filósofo y tanta bobada pretenciosa alrededor de la gastronomía, casi que os voy a dar la razón.
Paco: Hola, el otro dia nombraste a Tina Fey en el blog y me acordé de dos guarrerías que comia su personaje Liz Lemon en la serie 30 ROCK. ¿Crees que pronto podriamos tener Cheesy Blaster y Sabor de Soledad en nuestro supermercado?
Querido Paco, estas dos marranadas deberían estar en el mercado ya. Creo que un perrito caliente envuelto en queso y envuelto otra vez en masa de pizza sería un éxito, y no te digo unos cheetos que se llamaran Sabor de Soledad (¿el mejor nombre de snack de todos los tiempos?).
Luisa: Me gustaría saber cuál es, en tu opinión, el mejor aceite para freír, en el sentido de que respete el sabor natural de los alimentos y que sea saludable. Gracias!
Querida Luisa, una pregunta más sobre aceites y frituras y estallaré como un churro lleno de burbujas de grasa hirviendo. Se acabó el Aló Comidista, se acabó El Comidista y se acabó escribir ni una línea en ningún medio sobre comida. Estáis avisados. Los mejores aceites para freír, según mi experiencia, son el de oliva y el de girasol. El primero funciona mejor en general, pero yo utilizo el segundo cuando me interesa un sabor más neutro (con dulces como las rosquillas o con la mayonesa, por ejemplo) o cuando estoy haciendo un tipo de comida en la que el sabor a aceituna no pegue ni con cola (véase la asiática).
Jota Eme Efe: En breve una amiga se va a experimentar eso de la movilidad exterior que nos recomienda el Gobierno. Vamos, se va de au-pair a Irlanda. Hemos pensado hacerle una fiesta de despedida sorpresa, con temática de ese país: tréboles, cerveza y whisky. Como de la comida de allí va a probar poco hemos pensado en prepararle cosas típicas que sean comibles. ¿Puedes recomendarme alguna receta o página de comida irlandesa?
Querid@ Jota Eme Efe, no conozco ninguna web de comida irlandesa, pero sí te puedo recomendar dos recetas que yo he probado y que me encantan: el estofado irlandés y el pastel de chocolate y cerveza negra. Hace tiempo publiqué una receta inspirada en éste ultimo en mi anterior blog, Ondakín, que creo que está entre lo mejor que he logrado hacer en repostería en toda mi vida.
Mariola: ESTUBO USTED REALIZANDO LA MILI EN LAS PAMAS DE GRAN CANARIA , CON UNOS COMPAÑEROS DE LA MILI QUE UNO DE ELLOS LE GUSTABA LAS MOTOS,SI ES ASÍ USTED FUE CON ELLOS A PATINAR EN HIELO , CONOCIÓ A UNA DE LAS PATINADORAS DE HIELO TOMO AMISTAD. SI NO ME EQUIVOCO ME PARECE QUE FUE LA MISMA PERSONA SOBRE EL AÑO 1977 APROXIMADAMENTE, SI ES ASÍ ME GUSTARÍA QUE ME LO CONFIRMARSE. GRACIAS
Querida Mariola, algo me dice que querías escribir a Hay una cosa que te quiero decir y por error has caído en El Comidista, cosa que tampoco me extraña porque cada vez se parecen más. Te confundes de persona, cariño. Yo no he hecho la mili ni en Gran Canaria ni en ningún sitio: por suerte me libré de perder un año haciendo el idiota en un cuartel y de sufrir las múltiples humillaciones a las que sometía a todos los varones nuestro glorioso Ejército nacional. Pero tu historia de la patinadora sobre hielo que "toma amistad" (¿chusca?) con un soldado y le escribe 35 años después a su blog me conmueve. Espero que tengas suerte y que lo encuentres.
Mariola nunca olvidó aquel día de patinaje.
December 11, 2013
Trío de flanes salados
Las tres gracias. / EL COMIDISTA
Hay que ver lo bien que van los tríos en estas fechas tan señaladas. Y no me refiero a acostarte con dos maromos/dos titis/uno de cada para rebajar la tensión provocada por tanto evento familiar (que seguramente también van bien, no se me arremolinen los fans del trío) sino a utilizar una base para hacer con ella tres preparaciones diferentes, optimizando al máximo esfuerzo, dinero y tiempo. En esta ocasión preparamos tres flanes salados de lo más pintones, perfectos para servir con tostadas y pan de todo tipo y ponerse ciego a picotear como si no hubiera un mañana. Que lo habrá, y te habrás puesto como una nutria, pero qué más dá. ¡Es Navidad! ¡Untemos la panceta en mantequilla!
Cada uno de estos flanes está pensado para satisfacer las necesidades de un tipo de comensal: el de setas para los vegetarianos, el de lacón para aquellos que creen que si no hay carne no es comida y el de bacalao para los convencidos de que los eventos fisnos no lo son si no se come pescado. Con las cantidades de la receta salen bastantes flanes, suponiendo que en Navidad suele haber mucha gente reunida, pero si sobra no os preocupéis porque al día siguiente para desayunar van a estar buenísimos. Si os da palo encender el horno, se pueden hacer en el microondas, pero hay que ir con mucho cuidado para que el huevo no coagule demasiado y el flan quede duro.
Ingredientes
Para la base (salen unos 9 flanes individuales)
5 huevos
400 ml de nata líquida de cocina
200 g de queso cremoso (tipo Philadelphia)
Pimienta molida
Para el flan de lacón
75 g de lacón cortado a dados
100 g de queso raclette
2 cucharadas de cebolla frita
1 cucharadita de mostaza de Dijon
Sal
Para el flan de setas
200 g de setas variadas (se pueden aprovechar las que venden a trozos)
Un diente de ajo
10 g de mantequilla
Tomillo
Romero
Perejil
Sal
Para el flan de bacalao
100 g de bacalao desalado
2 cucharadas de pasas
1 cucharada de piñones
2 cucharadas de cebolla caramelizada o mermelada de cebolla
Pimentón (dulce o picante, al gusto)
Preparación
1. Calentar un poco la nata líquida y mezclar con el queso cremoso. Con la mezcla templada, añadir los huevos batidos y mezclar.
2. Disolver la mostaza en una cucharada de leche caliente, y esta en un tercio de la mezcla de nata, queso y huevo. Cortar el queso a dados, mezclar con la cebolla y el lacón e integrar en la mezcla anterior.
3. Saltear las setas troceadas con la mantequilla, tomillo, ajo y romero picado muy finito y sal. Casi al final, añadir el perejil picado. Dejar templar y mezclar con una tercera parte de la mezcla de nata, queso y huevo.
4. Tostar los piñones en la sartén. Desmigar el bacalao, mezclar con las pasas, los piñones, la cebolla caramelizada y un tercio de la mezcla de nata, queso y huevo.
5. Poner al baño María en el horno precalentado a 170 grados durante unos 45 minutos (o hacerlos en el microondas a 600W dos minutos). Desmoldar y servir tibio, acompañado de pan, tostadas o –en el caso del flan de setas– una ensalada de hojas verdes.
Producción: Mònica Escudero.
December 10, 2013
Once libros de cocina que yo regalaría esta Navidad
Libros en posición imposible. / EL COMIDISTA
Quizá no os hayáis topado nunca con ninguna, pero existen personas en este mundo que consideran "aburrido" regalar libros. Cada vez que me cruzo con una tengo que reprimir mis impulsos de darle en la cabeza con el primer tomo de enciclopedia que pille, para después explicarle que un libro bien elegido es uno de los mejores presentes que existen. Al menos para las personas que disfrutamos con ellos, que creo somos unas cuantas.
Los libros de cocina no sólo son bonitos y lucidos como regalo, sino que hacen tu vida más fácil en múltiples ocasiones. El problema es que en el género no faltan las estafas: por cada obra escrita con cariño y criterio, hay una edición chapucera, una traducción lamentable o una recopilación de recetas no probadas sacadas de vete tú a saber dónde. Para no pifiarla esta Navidad, aquí van 10 libros de eficacia probada, como el Cucal de Cruz Verde.
'El arte de la cocina francesa', de Julia Child, Simone Beck y Louisette Bertholle
Julia Child era una mujer con una insólita capacidad para transmitir pasión por la cocina, lo que la convirtió en la primera gran chef televisiva de la historia en EEUU. Sus enciclopédicos conocimientos sobre gastronomía francesa, junto a los de sus compañeras de escuela de cocina Simone Beck y Louisette Bertholle, se acaban de traducir por primera vez al castellano, en una edición tan pulcra y exquisita como los propios platos de la autora. No tiene fotos, pero sí 524 recetacas. Yo ya lo tengo en el altar de mis 10 libros de cocina favoritos de todos los tiempos. Precio: 36,90 euros.
'Hamburguesas gourmet', de Blend
"Einsten es a la ciencia lo que nosotros a la hamburguesidad", dicen los modestos creadores de la hamburguesería parisina Blend. El libro que acaban de publicar en España invita a creerlos, porque te mantendrías en una dieta estricta del susodicho plato probando sus recetas una detrás de otra. Las hay para todos los gustos: "puras" (100% carne o pescado), con mezclas de carnes y especias, vegetarianas y "del chef" (¿alguien se lanza a la de vieira con cacao?). Precio: 17,95 euros.
'Las recetas de la felicidad', de Sandra Mangas
¿Se puede hacer un libro de recetas bonito, cálido, pinteresco, niño-friendly y con muchas recetas de postres monos sin caer en la cursilería maleni? Difícil, pero no imposible, tal como demuestra el estreno editorial de Sandra Mangas. La autora del blog La Receta de la Felicidad posee el buen gusto y el sentido del humor necesarios para no resultar ñoña ni empalagosa. Sus recetas, además, son tan apetitosas como creativas, lo que convierte este libro en el regalo perfecto para padres con críos pequeños que quieran divertirse en la cocina. Precio: 16,90 euros.
'Recetas y viñetas', de Juan Pozuelo y Alya Markova
Habría sido difícil que la alianza entre un cocinero experimentado y la autora del mejor blog español de recetas ilustradas generara un libro aburrido. Y desde luego, Recetas y viñetas no lo es. Juan Pozuelo, habitual de programas culinarios televisivos, y Alya Markova, responsable de Cartoon Cooking, han creado un especimen raro entre los recetarios españoles, en el que la preparación de los platos se explica tanto en texto como en dibujos. Prologado por Juan Echanove, el libro gustará tanto a los megatorpes de la cocina como a los gourmets del dibujo. Precio: 24 euros.
'No más platos de mamá', de Carlos Román, Adrià Pifarré y Marc Castellví
Si No Más - De Mamá es uno de los blogs más chulos de la red hispana, parecía previsible que su primer libro mantuviera ese nivel. Lo que sorprende es que lo haya superado. No sólo las recetas generan oleadas de hambre y los textos rehúyen los convencionalismos de la literatura culinaria, sino que su espectacular diseño está al nivel de las mejores publicaciones europeas. Si quieres que alguien joven (y con cerebro) se interese por la cocina o mejore sus artes en ella, no busques más. Precio: 19, 90 euros.
'Las recetas de mi casa', de Andoni Luis Aduriz
"En casa de mis padres, gente sencilla y humilde, comer fue siempre una fiesta", dice Andoni Aduriz en el prólogo del libro. "Eso es lo que pretendo reflejar en este trabajo". La fiesta en casa de uno de los mejores cocineros del mundo se monta alrededor de platos sanos, ultraapetitosos, relativamente rápidos y más clásicos que complicados. Incluye un código para acceder a una aplicación para iPad, pero no recetas de postres: en el hogar de Aduriz siempre toman fruta de temporada. Precio: 24, 95.
Bread, de Jeffrey Hamelman, es uno de los grandes libros de culto del mundo panarra, pero nunca había sido publicado en España. La joven editorial Libros con Miga ha llenado este agujero encargándole el trabajo de traducción a otro sabio del pan, Ibán Yarza, quien ha reflejado con pulcritud la sabiduría y la amenidad del original. El libro es útil para panaderos aficionados, para profesionales y para cualquier persona con la sensibilidad suficiente como para apreciar citas de Homero entre cantidades de harina y agua. Otros libros recomendables de pan son el del propio Yarza o el de Webos Fritos. Precio: 35 euros.
Este libro me gusta porque por un lado, es respetuoso con la tradición (sólo llama "paella" a la valenciana; el resto son "arroces en paella"), y por otro, imaginativo y nada ortodoxo (incluye un arroz con chopitos e hinojo, otros sin sofrito -blancos-, o uno dulce con té verde y judías rojas). "Los entendidos en cocina están demasiado apegados a la idea de la 'receta auténtica'", escribe el cocinero conquense afincado en París. "¡Pero si antes no había recetas! Se transmitían oralmente, y las preparaciones evolucionaban con el tiempo". Sabias palabras en una obra impecablemente editada, muy recomendable para todo el que ame el arroz más que a sí mismo. Precio: 30 euros.
'Zer0gluten', de María Luisa Barreiro
Es el primer libro de recetas sin gluten de una bloguera española que llega a mis manos, y ha supuesto una alegría: prólogo del gran El Pingue, buen diseño, buenas fotos y recetas tan atractivas para los celíacos como para los que no lo somos. Aunque viendo el blog de Barreiro, cuyo hijo sufre de intolerancia a la proteína del trigo, tampoco es tanta novedad: Zer0gluten lleva tiempo destacándose como uno de los más cuidados de su género. Precio: 19,90 euros.
'Tapas, La cocina del Tickets', de Albert Adrià
El hombre que es cada vez menos "el hermano de Ferran" y más él mismo por derecho propio ha dicho que quería hacer un libro apto "para el profesional y para la gente de a pie". No sé si lo habrá conseguido, porque "la gente de a pie" que cocine sus recetas deberá tener cierto nivel culinario o apechugar con los posibles fracasos. De lo que sí estoy seguro es que este impecable libro pone al alcance de todo el mundo el goce de entender cómo se elaboran las maravillosas tapas del Tickets, y eso es más que suficiente. Precio: 35 euros.
Éste no llegó a tiempo a la sesión de fotos. / RBA
'Cocina conmigo', de Gordon Ramsay
Podrás quererle como yo, podrás odiarle como muchos otros, pero difícilmente podrás negar al chef Ramsay la solvencia de sus libros. La última entrega del cocinero más vocinglero -o de su equipo, porque este hombre está metido en tantos ajos que no sé yo si le dará para la literatura- es una suerte de curso de cocina con diferentes apartados como "clásicos con un twist", "comer bien por poco dinero", "cocinar de antemano", "cocinar para uno o dos" o "cocinar para muchos". Las recetas me gustan por dos motivos: son relativamente originales y no suponen enterrarte durante horas en la cocina. Precio: 29,90.
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