Mikel López Iturriaga's Blog, page 31

February 27, 2014

Plan para el finde: ponerse las botas en Carnaval

El Comidista prosigue su serie de entradas breves en forma de autoentrevista sobre restaurantes, bares y actividades gastronómicas diversas para disfrutar el fin de semana. Se publican los viernes, alternando con el consultorio Aló, Comidista y las listas 'hit parade'.


Carnal


Don Carnal petándolo y doña Cuaresma cortando el rollo.

 


Ah, que es Carnaval. Recomendarás algo de Barcelona o Madrid, como siempre. Una vez más, te equivocas. Todas las actividades de hoy son fuera de estas dos grandes ciudades. Qué milagro. ¿Por dónde empiezas? Por Asturias, donde los llamados menús de Antroxu son ya un clásico. En restaurantes de Oviedo, Gijón o Avilés te puedes poner gocho a platos típicos de estos días, algunos tan ligeritos como el pote de carnaval con berza y embutidos o los frisuelos. Vaya bomba. Es lo que toca en estas fechas. Si buscas una opción más ligera, puedes ir a por las mil raciones de sopa de ajo que se servirán en Burgos. Aunque a mí, como concepto, me llama más el Chorimorci Solidario: pincho de chorizo o de morcilla más bebida a un euro cuyos beneficios irán a parar a una asociación humanitaria. Es que estoy a plan. Entonces lo único que se me ocurre es una laconada en Galicia, pero tampoco es que te vaya a adelgazar. O la Feira do Grelo en As Pontes (A Coruña), apartando el chorizo y las patatas.


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Los torreznos sorianos se disfrazan de plátano.

 


¿Y si me apetece algo de pescado? En el carnaval de Málaga, el sábado hay una boqueroná popular, en la que el boquerón en vinagre, las murgas y las comparsas comparten protagonismo: de las segundas no sabemos cuántas habrá, pero de boquerones se suelen calzar unos 700 kilos anuales. Si preferimos al bacalao, el mismo día en Estepona habrá una degustación gratuita de las tortillas típicas de la época, y en Sitges tendrán lugar un par de xatonadas populares. Y si llegas tarde a todo esto, la semana que viene en Cádiz tienen montadas una serie de degustaciones populares de migas, corrusquillos y panizas –entre otras delicias locales– que irán la mar de bien para superar la resaca festiva. Creo que justo hoy me voy a hacer vegetariano. ¿Dónde voy? Entiendo que tirarte al río para dejar de dar la caca no es una opción, así que te recomiendo la Feria del Queso en Azúa.


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Ahora que lo pienso, quiero dulce. Pues estás de suerte, porque en diferentes localidades como Aretxabaleta, Valladolid o San Cristóbal de La Laguna tendrán lugar concursos de torrijas (y en muchos otros lugares las servirán como postre o merienda tradicional de esta temporada). En Fuentes de Andalucía (Sevilla), reinarán los entornaos. En Galicia, arrasarán las filloas, en dura competencia con las orejas. Y en casi todos los lugares donde se celebre el carnaval habrá en un momento u otro una chocolatada y churros o melindros a patadas, así que estate atento porque eso no falla. ¿Y si me he ido de España a practicar la movilidad exterior y no puedo ir a nada porque me pilla muy lejos? Incluso para esto tenemos solución: , vivas donde vivas, puedes preparar torrijas en casa, o un arroz de carnaval, típico de algunas zonas de Extremadura, o reciclar los mantecados o polvorones de Navidad con la maravillosa cuajada de Carnaval granadina.


Documentación: Mònica Escudero.


 

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Published on February 27, 2014 22:00

February 26, 2014

Cuando comer es una enfermedad

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Aimar sufre de intolerancia alimentaria total. / FACEBOOK/GARMINTXA

 


Personas cuyo cuerpo convierte los hidratos de carbono en alcohol, que huelen mal por lo que comen, que no pueden consumir proteínas o que tienen intolerancia alimentaria total: todos sufren enfermedades raras, categoría en que entran los males que afectan a menos de 5 de cada 10.000 personas. Mañana se celebra -es un decir- su día, que sirve para concienciar de la nada fácil situación de esta gente: por su propia condición de infrecuentes, se invierte mucho menos presupuesto y esfuerzo en buscar posibles curas o paliativos para estas enfermedades.



Algunas de ellas están relacionadas directamente con la alimentación, ya sea en forma de intolerancia o de síndrome cuyos síntomas se potencian al ingerir tal o cual comida. De ahí surgió la idea de escribir esta entrada, que intenta dar visibilidad a algunas de estas enfermedades extrañas y desconocidas para la gran mayoría de los humanos que no las sufren o las tienen cerca. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen cerca de 7.000 enfermedades raras que afectan aproximadamente al 7% de la población mundial, y se estima que cerca de 3 millones de personas en España las padecen en alguna etapa de su vida.

Borrachos sin beber: el síndrome de autodestilación


Esta enfermedad está causada por un exceso de levadura en el intestino, que convierte en alcohol puro (etanol) el azúcar o los hidratos de carbono ingeridos. El proceso sucede con todas sus variantes, pero siempre es peor cuanto más refinados estén. Si te suena a buen plan para colocarte gratis, deberías recordar que después de la borrachera viene el resacón. Hace poco la revista Vice publicó un artículo sobre Matthew Hogg, que lleva 20 años padeciendo este mal. De niño le diagnosticaron desde síndrome de colon irritable hasta síntomas como “fatiga crónica, dolores musculares, dolor de cabeza crónico, deterioro mental y alteración del estado anímico”. Matthew define sus resacas adolescentes –causadas por cenas con gran cantidad de hidratos de carbono, como un inocente plato de pasta– como “martilleantes jaquecas con unas náuseas terribles". "En ocasiones vomitaba y sufría deshidratación, sequedad en la boca, sudores fríos y temblor en las manos", asegura. "Era como si la noche anterior hubiera salido y dejado seco el bar, pero sin haber consumido nada de alcohol”.


Síndrome del olor a pescado: la trimetilaminuria


También relacionado con la alimentación, afecta a una persona de cada 200.000, y puede complicar mucho la vida del que la sufre y los que le rodean. Su nombre médico es trimetilaminuria, y se debe a un error metabólico congénito que permite que la trimetilamina –una enzima con un olor muy fuerte y desagradable– no se destruya en el hígado, sino que pase a la sangre, el sudor, la orina o el aliento. Si se consumen alimentos ricos en colina (huevos, legumbres, ciertos pescados y carnes), los síntomas se agravan, mientras que limitándolos y consumiendo yogures y zumos el mal olor se puede tener bajo control.


 


El niño que sólo puede comer caramelos: la colitis eosinofílica


Finley Ranson es un niño británico de tres años cuyo caso apareció este mismo mes en unos cuantos periódicos de su país. La única comida que parece admitir son unos caramelos de menta disueltos en agua. Todo lo demás le produce reacciones alérgicas extremas, por lo que debe ser alimentado con suero a través de una sonda gástrica. Los médicos aseguran que padece un caso extremo de colitis eosinofílica, una enfermedad rara por la que el aparato digestivo se inflama ante la presencia de ciertas comidas, parásitos o fármacos. El rosario de síntomas es bastante espeluznante: dolor, erupciones cutáneas, náuseas y vómitos, entre otros.


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Finley y su dieta dulce por obligación / MIRROR

La imposibilidad de comer: intolerancia alimentaria total


La enfermedad de niños como Mikel (8 años), Aimar (4) y Garikoitz (9) suena tremendamente dura desde el momento en el que oyes su nombre: intolerancia alimentaria total. Una dolencia que entra en el grupo de las alergias alimentarias no mediadas por Ige (anticuerpo de inmoglubina E) y que hace que cualquier tipo de alimento que consuman les provoque inflamación de la piel, llagas, sarpullidos e irritaciones imposibles de controlar, tanto en la piel como en el aparato digestivo. Solo pueden vivir a base de un preparado alimentario que, mezclado con agua, les aporta los nutrientes necesarios.


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El pequeño Mikel. / FACEBOOK/GARMITXA

 


"Tampoco son capaces de digerir toda la cantidad que necesitan, así que a veces hay que sondarles. Tanto por la noche, con una bomba de alimentación, como –en las épocas más difíciles– durante el día. Recientemente hemos conseguido unas mochilas que funcionan como sondas portátiles, para que sea más cómodo puedan seguir haciendo una vida lo más normal posible", contaba la madre de Garikoitz en unas declaraciones al programa Espejo Público de Antena3. Como las ayudas y la investigación públicas no llegan, las madres han montado la Asociación Garmitxa para conseguir fondos mediante la recogida de tapones de plástico y otros medios.

No a las proteínas: la fenilcetonuria


Este mal hereditario hace que los niños carezcan de la enzima que descompone la feninalanina, sustancia presente en los alimentos con proteínas. Cuando el nivel de la misma en la sangre sube, puede causar daños en el cerebro y el sistema nervioso. Se detecta porque los críos que la sufren suelen tener la piel, los ojos y el pelo más claro que sus hermanos, y por el mal olor del aliento, el sudor y la orina, entre otros síntomas. ¿Tratamiento? Una dieta estricta hasta la madurez en la que no caben ni los huevos, ni la leche, ni las carnes, ni el pan, ni las legumbres, ni el aspartamo. 


Sin reservas: transtorno en el metabolismo de los ácidos grasos


Aunque hay diferentes tipos, los pacientes que lo sufren generalmente no pueden tirar de las grasas acumuladas cuando el cuerpo necesita energía. Cuando se agotan sus reservas por llevar algunas horas en ayuno –o cuando se acelera el metabolismo a causa de la fiebre– sufren un shock hipoglucémico que, si no se controla, puede llevar a la muerte. Los que sufren esta enfermedad suelen ser internados en hospitales por un simple resfriado, no pueden dormir más de un número determinado de horas o, en el caso de los niños, deben ser controlados por sus padres o responsables todo el tiempo, lo que impide o dificulta en extremo su escolarización o vida social.


Sólo lo mejor de lo mejor: síndrome de Gourmand


Seguramente es la enfermedad menos grave de todas, pero produce ansiedad y problemas sociales (además de ser bastante chunga para la economía). La causan ciertas lesiones en el hemisferio derecho del cerebro y sus síntomas son muy peculiares: quienes la sufren solamente quieren manipular, cocinar y comer alimentos muy caros –como trufa, angulas o jamón ibérico– y a la vez sienten el irrefrenable impulso de hablar, leer y escribir sobre comida, además de estar constantemente preocupados por todo lo que rodea al acto de comer. No se le puso nombre hasta 1997, cuando la describieron unos neurocientíficos suizos, y se han dado algunos casos curiosos de personas que la han padecido después de pasar por circunstancias extremas: un profesional del snowboard, Kevin Pearce, empezó a tener antojos monumentales de pesto tras sufrir un accidente que le produjo daños en el cerebro, y un columnista político suizo se hizo periodista gastronómico después de un ataque al corazón. Así que quizá debería empezar a mirarme lo mío...


Documentación: Mònica Escudero

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Published on February 26, 2014 22:00

February 25, 2014

Sopa de pescado de roca

Sopa pescado roca


Lo bueno es simple. / AINHOA GOMÀ

 


Podría parecer que los platos baratos de pescado fresco pertenecen a la misma categoría que la carne de unicornio, las galletas de los elfos o la cerveza romulana. Sin embargo, existen fórmulas fuera de la ficción que permiten comer habitantes del mar sin tener que ejercer la prostitución en tu tiempo de ocio. Una consiste en tirar de pececillos pequeños y asequibles, como el boquerón o la caballa; otra, en aprovechar los pescados de roca que se suelen vender para hacer sopa a precios más que razonables.


Las virtudes de los caldos que se obtienen con estos seres son de sobra conocidas: sus pequeñas cabecitas  están muy dispuestas a entregar su sabor a mar a todo líquido caliente que las envuelva. A mí me gusta aprovechar también su carne: no negaré que quitarle las espinas es un trabajito -por eso mucha gente pasa y los tira-, pero una vez llevado a cabo, compensa porque el plato queda más sustancioso.


La sopa de hoy no puede ser más humilde, pero la combinación del pan con ajo, el perejil y los pescaditos la eleva a la dimensión de las delicias. Lo de siempre: las cosas más sencillas, frescas y pobretonas son para mí mucho más satisfactorias que todos esos platos emperifollados y sobreproducidos que para algunos son cocina "de nivel". ¿Que si le puedes poner marisco? Sí, pero entonces te sabrá a marisco y, en mi humilde opinión, perderá sutileza.


Dificultad


Se necesita cierta paciencia.


Ingredientes


Para 4 personas



1 kg de pescado de roca limpio de tripas
1 zanahoria
1 puerro
1 cebolla
1 pimiento choricero o ñora
3 dientes de ajo
250 g aproximadamente de pan de verdad en rebanadas
100 ml de brandy de Jerez
2 cucharadas de perejil picado
Aceite de oliva virgen extra
Sal

Preparación


1. Picar en grueso la zanahoria, la cebolla, el puerro y un diente de ajo. Dorarlos en una cazuela grande a fuego medio con un chorro de aceite de oliva.


Tiempo aproximado: 10 minutos.


2. Incorporar el pimiento choricero y el brandy. Salar, remover y esperar a que el alcohol evapore.


Tiempo aproximado: 2 minutos.


3. Añadir los pescados y mojar con unos dos litros de agua. Salar ligeramente y tapar. Cuando empiece a hervir, destapar y desespumar. Bajar el fuego y cocer suave.


Tiempo aproximado: 20 minutos.


4. Sacar los pescados, dejar que se templen y limpiarlos con las manos de piel, cabeza y espinas.


5. Colar el caldo y desechar las verduras. Juntar el caldo con la carne limpia del pescado en la cazuela.


6. El pan se puede preparar de dos formas. La más ligera: tostar el pan y frotarlo con los ajos cortados por la mitad. La más sabrosa (y para mí, la mejor), dorar los ajos picados en aceite de oliva abundante, sacarlos y freír el pan en ese aceite. Dejar escurrir en un plato cubierto con papel de cocina.


7. Echar el perejil en la sopa muy caliente y dejar que repose un par de minutos. Repartir el pan en platos hondos y mojar con la sopa. Servir de inmediato.

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Published on February 25, 2014 22:00

February 24, 2014

Crema de zanahoria, calabaza y aguacate

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La crema galáctica. / VICENS GIMÉNEZ

 


El pasado domingo, la gran Mònica Escudero publicó en El País Semanal un artículo en el que daba las claves para hacer una buena crema o puré de verduras. Para ilustrarlo se elaboró una receta que no se incluyó en el mismo y que, en un ejercicio de tangencialidad editorial sin precedentes, os desvelamos hoy. ¿Por qué? Pues porque estaba buenísima, y también porque en las cocinas de El Comidista se aprovecha todo.



La idea era crear una crema base que se pudiera tunear a gusto del comensal. Para convertirla en un plato más contundente, basta con añadir un huevo mollet o unos dados de pan tostado. Con algo más de caldo, se transformará en un primero ligero o en una sopa fría para el verano. Además de ser sencilla, baja en calorías y apta para intolerantes a la lactosa –el aguacate le da una cremosidad que no tienen nada que envidiar a la de los lácteos–, aprovecha un ingrediente muy bonito de esta temporada, la naranja sanguina. Si no la encuentras, tira de naranja normal y santas pascuas.


Dificultad


Cocer y triturar: superdifícil.


Ingredientes


Para 4 personas



4 zanahorias
1 nabo de buen tamaño
1 cebolla
1 puerro
300 g de calabaza
1 litro de caldo de verduras
1 aguacate
1 naranja sanguina
Jengibre fresco (opcional)
Chips de boniato, remolacha, etc
Aceite de oliva
Sal
Pimienta

Preparación


1. Pelar y cortar la cebolla y el puerro. Dorar en una cazuela con un chorrito de aceite a fuego medio unos 5 minutos.


2. Pelar y cortar en grueso las zanahorias, la calabaza y el nabo. Sumarlos y dorar durante 5 minutos más.


3. Añadir el caldo de verduras y dejar hervir a fuego medio unos 12 minutos.


4. Incorporar el aguacate pelado y deshuesado y, si se quiere, un poco de jengibre recién rallado (con moderación). Triturar y rectificar de sal y pimienta.


5. Servir caliente o fría, con un chorrito de zumo de naranja y unas chips de verduras para decorar.

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Published on February 24, 2014 22:00

Crema de zanahoria y calabaza con chips de verduras

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La crema galáctica / VICENS GIMÉNEZ

El domingo pasado se publicó en El País Semanal un artículo en el que se daban las claves para hacer una buena crema o puré de verduras. Para ilustrarlo se elaboró una receta que no fue referenciada en el mismo, y que –en un ejercicio de tangencialidad editorial sin precedentes– os desvelamos hoy. La idea era crear una crema base que se pudiera tunear a gusto del comensal, añadiendo un huevo mollet o unos dados de pan tostado para convertirla en un plato más contundente o algo más de caldo de verduras si se quiere convertir en un primero ligero o tomar fría en verano. Además de ser sencilla, baja en calorías y apta para intolerantes a la lactosa –el aguacate le da una cremosidad que no tienen nada que envidiar a la de los lácteos–, aprovecha un ingrediente muy bonito de esta temporada, la naranja sanguina.


Ingredientes
Para 4 personas



4 zanahorias
1 nabo de buen tamaño
1 cebolla
1 puerro
300 gramos de calabaza
1 litro de caldo de verduras
1 aguacate
1 naranja sanguina
Jengibre fresco (opcional)
Chips de boniato, remolacha, etc
Aceite de oliva
Sal
Pimienta

Preparación


1. Pelar y cortar la cebolla y el puerro. Saltear en una olla con aceite hasta que estén dorados. Añadir las zanahorias, la calabaza y el nabo –también pelados y cortados– y saltear durante cinco minutos más.


2. Añadir el caldo de verduras y dejar hervir a fuego medio unos 12 minutos. Triturar con batidora o vaso mezclador, añadiendo el aguacate y un poco de jengibre recién rallado –con moderación, o sabrá a jabón– en este momento, y rectificar de sal y pimienta.


3. Servir caliente o fría, con un chorrito de zumo de naranja y unas chips de verduras para decorar.

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Published on February 24, 2014 22:00

February 23, 2014

El mejor negocio de las girl scouts: galletas para los fumadores de maría

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Galletitas y marihuana medicinal, el negocio. / FIRSTTOKNOW

 


Puede que muchos adolescentes del mundo estén empanados y no les dé la cabeza para mucho más que la siguiente pantalla del videoujego de turno, pero desde luego el tópico no se cumple con Danielle Lei. A sus trece años, esta joven girl scout de San Francisco ha demostrado que para montar un negocio floreciente no hace falta ni ser adulto, ni disponer de grandes medios: simplemente hay que contar con el suficiente ingenio como para vender el producto justo al cliente adecuado.


El bisnes de Lei no puede ser más sencillo: montó un puesto de galletas justo delante de un dispensario médico de marihuana de su ciudad. Como todos los que hayan fumado alguna vez saben, el consumo de esta planta genera unas ganas irrefrenables de comer dulce conocidas como munchies, fenómeno que esta adorable joven californiana supo aprovechar en beneficio de su organización. En sólo dos horas, vendió 117 cajas de cookies a los monstruos fumadores de las galletas que salían del local, un 45% más de las que había facturado en el mismo tiempo delante de unos grandes almacenes al día siguiente, según ha contado su madre, Carol, a Mashable.


La práctica de vender galletas es un método tradicional de recaudación de fondos para las Girl Scout, sólo que nunca se había llevado a cabo de una manera tan heterodoxa. O al menos nunca había tenido tanta repercusión: el presidente del dispensario, Kevin Reed, cuenta que Lei ya lo había hecho en anteriores ocasiones, sólo que no había salido en los medios. Para horror de los miembros más conservadores de las Girl Scout, el ejemplo comienza a cundir. Otra girl scout de 8 años, Lexi Menees, se puso a vender sus galletitas en la puerta de un dispensario de Phoenix (Arizona) este viernes, con un éxito similar: 50 cajas, "más de lo que habría vendido delante de una frutería", ha declarado su padre a Associated Press.


La reacción de las organizaciones de Girl Scouts ha ido desde el rechazo más o menos frontal de la de Colorado -"no permitimos a nuestras chicas vender galletas frente a tiendas de alcohol o de marihuana", han dicho en un tuit- a la aceptación más liberal de las californianas. "Dejamos a los padres y a los voluntarios que tomen las decisiones más prudentes al respecto", asegura una declaración oficial de las Girl Scout de California del Norte.


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Danielle Lei, haciendo el agosto para las girl scouts. / FACEBOOK

 


El caso plantea más de una cuestión interesante. La primera, económica: ¿se convertirán los dispensarios y clubes de cannabis en los nuevos colegios, alrededor de los cuales surgirán como champiñones las tiendas de dulces? La segunda, algo más profunda: ¿es conveniente o ético que unas menores realicen actividades comerciales a la puerta de un lugar donde se vende marihuana?


Los detractores dirán que trivializar el consumo de una droga ayuda a la propagación de su uso entre los menores, y que la simple cercanía ya podría llevar a esas crías a interesarse por el fumeteo. Los defensores responderán que sólo los mayores de edad pueden entrar en los dispensarios, que la presencia de unos personajes tan inocentes -en principio- como las Girl Scouts puede ayudar a normalizar la existencia de lugares donde se proporciona marihuana a las personas que la usan por motivos médicos.


Mi postura está más cerca de estos últimos: considerar el cannabis como un peligro público que hay que perseguir y mantener en las catacumbas me parece cosa de otros tiempos, como demuestra la tendencia despenalizadora en países como EEUU, Uruguay o México. No sé si el argumento de la madre de Lei, Heidi Carney, es demasiado sólido: "Para mí, no tiene nada de polémico. Es medicación. No es distinto de estar en frente una farmacia", ha defendido. Pero si la venta de maría en ese lugar es legal, veo difícil justificar la prohibición de poner puestos en frente. Y menos si estos sirven para recaudar fondos para causas humanitarias: la mitad de lo ganado por Danielle irá a parar a organizaciones de lucha contra el alzheimer, según afirman los dueños de The Green Cross.


En cualquier caso, la noticia ha sido acogida con júbilo -y risas- por los fumadores de Estados Unidos, e incluso han surgido los inevitables memes. Los dispensarios, por su parte, han visto también una pequeña oportunidad de hacer márketing con el asunto. En Phoenix, ofrecen una caja de galletas gratis del puesto de Lexi Menees a los que compren al menos media onza (unos 14 gramos) de cannabis. Y en San Francisco, el centro donde Danielle Lei pone su tenderete ya vende una variedad-homenaje de maría llamada Girl Scout Cookie.

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Published on February 23, 2014 22:00

February 20, 2014

'Hit parade': los 20 mejores disfraces de comida

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El Comidista continúa su serie de entradas con listas gastronómicas al margen de lo convencional. Los 'hit parades' se publicaran un viernes de cada mes alternando con el consultorio 'Aló, Comidista' y los planes para el fin de semana.


Qué puede llevar a una persona a disfrazarse de trozo de pizza, de caja de leche o de nacho gigante es un asunto que está por estudiar. Pero nos guste o no, es un hecho relativamente habitual en toda festividad que implique salir hecho unos zarrios a la calle. Una de ellas, el carnaval, está a la vuelta de la esquina, y como siempre El Comidista está dispuesto a echar una mano a quien quiera divertirse perdiendo la dignidad.



Ésta es una selección de propuestas centradas en el mundo de la alimentación, que siempre da mucho juego a la hora de hacer unas risas (o el ridículo, dependiendo de cómo se mire). Van de lo erotizante a lo estomagante pasando por lo delirante, pero la gracia es que son relativamente fáciles de llevar a la práctica con un poco de maña. Además, hay para toda la familia: padres, hijos, bebés, perros, tortugas...


20. Niño langosta

Hay tres cosas que cambian para siempre la percepción que una persona tiene de las langostas. La primera, leer el ensayo de David Foster Wallace Hablemos de langostas; la segunda, ver el episodio de Tenacitas de Los Simpsons y la tercera ver a un bebé disfrazado como una de ellas. Con esos ojitos (los cuatro), ¿quién piensa en meterle en una caldereta? Ideal para: bebés. En adultos queda un poco raro.


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19. Perro sushi con dueño soja


El arte de integrar a tu mascota en un disfraz conjunto alcanza el culmen en esta escena de restaurante japonés. Eso sí, necesitas un chucho tranquilo y resignado ante cualquier clase de humillación. Si no tienes mascota, también lo puedes hacer con tu hijo. Ideal para: encantadores de perros.


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18. Bebé-pavo asado


La maravillosa idea de disfrazar a su hijo de pavo asado sólo se le pudo ocurrir a la gran Tori Spelling, a la que recordaréis por su belleza y por su gran talento de actriz en Beverly Hills, 90210. ¿A que está para comérselo? Ideal para: padres que no deberían haber sido autorizados a tener descendencia.


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17. Perrito caliente

Los perros vestidos de persona dan una mezcla de cosica y pena, pero cuando se les disfraza de otra cosa –por ejemplo, de bocadillo de salchicha– la cosa se pone mucho más divertida. Este modelo es recomendable para canes tipo teckel: si lo haces con un bulldog es posible que parezca más bien un bocadillo de albóndigas. Ideal para: perros. En personas queda un poco raro.


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16. Los Hermanos Bacon


¿Hay algo más bonito que disfrazar de lo mismo a tres hermanitos? Eso suponiendo que esto sea un disfraz, y no un traje para una boda... Ideal para: niños veganos.


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15. Bol de ramen con pezoneras de surimi

Vale, no es un disfraz real, pero no dejemos que los árboles no nos dejen ver el bosque. Esos fideos a modo de pelucha espeluchada, el narutomaki de pezonera, los palillos que parecen la pinza que apreta el cordón umbilical de un bebé… Lo tiene todo para enamorarnos. Ideal para: darle salida a un barreño viejuno con el que no sabes qué hacer (a modo de bol).


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14. Pollo asado


Tu tortuga también tiene derecho a disfrazarse para carnaval. ¿No ves que si no se sentirá desplazada y sufrirá una depresión que le quitará el apetito por la lechuga? Así que hala, ya estás cogiendo las agujas y la lana y empezando a tejerle un trajecito de pollo asado. Ideal para: personas que no tengan cerca a miembros de protectoras de animales.


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13. Puticomidas


¿Se puede convertir una lata de Coca Cola o un cupcake en algo sexy? ¿Putificar un paquete de M&M´s? ¿Convertir el ketchup Heinz en una gogó poligonera? La respuesta es sí, y en este catálogo online podéis encontrar una buena (y muy sonrojante) muestra de ello. Ideal para: cualquier mujer –y también algunos hombres– que haya pensado en presentarse a Jersey, Geordie o Gandía Shore (estos últimos lo tienen chungo desde que han cambiado MTV España por un canal de Teletienda).


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12. Vaina de vainilla / tordo


Ejemplo perfecto de disfraz que quiere ser una cosa y acaba siendo otra mucho más divertida. Querer convertirte en vaina de vainilla ya es algo de por sí bastante raro, pero si todo el mundo piensa que eres un platano renegrido, cuando no un excremento gigante, no parece tan mala idea. Ideal para: coprófilos.


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11. Bote de Sriracha

Si te va lo picante, este disfraz de bote de sriracha –que puedes hacerte en casa con unos trozos de fieltro y un poco de pintura blanca– te irá que ni pintado. Si además de gustarte el picante te gusta ser una chica picante, aquí tienes (era de esperar) la versión pilingui. Ideal para: ir a cenar a un restaurante asiático, ponerte toña y acabar bailando Gagnam Style encima de la mesa (que no tiene nada que ver con la sriracha, pero siempre hace gracia).


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10. Chihuahua taco

Chihuahua-taco, taco-chihuahua: todo encaja. Para acabar de completar la escena chistosocostumbrista, se agradece que el perrete vaya acompañado de una pareja vestida de salsas Tapatío y Cholula. Ideal para: que la gente se ría de tu chihuahua. Ah, calla, que eso pasa todo el rato...


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9. Bol de espaguetis


Lana, pompones, una vieja pantalla de lámpara y una sonrisa es todo lo que hace falta para hacerse con uno de esos disfraces con los que da igual que te pongas como las Grecas, Courtney Love y los Guns´n´Roses juntos: cuando vuelvas de fiesta tendrás exactamente el mismo aspecto que cuando saliste. Como mucho habrás perdido alguna albondiguilla por el camino. Ideal para: gente sin prejuicios y con predisposición a la toña.


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8. Mamarracha fashion


No son exactamente disfraces, pero nadie se los pondría salvo que fuera participante en el Carnaval, bloguera de moda o paciente de la López Ibor. Se trata de los trapos de la colección Food Fight, de una de las diseñadoras más mamarrachísticas de todos los tiempos, Jeremy Scott. Ideal para: personas que llevan un Pelayo Díaz dentro pero no se atreven a liberarlo.


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7. Familia 'fast food'

La familia colesterol y grasas saturadas os saluda: el padre disfrazado de Burguer King tróspido, la madre como una versión de Ronald McDonald más terrorífica que el payaso de It, los niños en el papel del Coronel Sanders, el logo de Wendy´s y un bebé convertido en un envase de Taco Bell. Si les ve Jamie Oliver, les quita la custodia. Ideal para: ortoréxicos, crudívoros y coulrofóbicos.


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6. Plátano salido


Toda persona que se viste de plátano suele esconder una necesidad de pene, tal como dijo Freud en su obra Psicología de los atuendos del Carnaval de Tenerife. Hay disfraces que no la esconden, como éste de banana rijosa. Ideal para: sátiros.


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5. Embarazada en horno

Es difícil decidir si lo más fascinante de este disfraz es el bracito de T-Rex que le asoma a la madre por los lados del horno o el aspecto de col lombarda de los supuestos panecillos que lleva la futura madre pegados al bombo. Cualquier chiste fácil del estilo “le metieron un bollo en el horno”, “eso sí que es una masa madre” o “este niño vendrá con un pan debajo del brazo” será bienvenido. Ideal para: ¿embarazadas?


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4. Máquina de chicles


Nuestro premio a la creatividad va para esta réplica de las maquinitas de bola. No se sabe si la niña de la foto murió por falta de oxígeno, pero como idea, mola. Ideal para: lunáticos.


Maquina chicles


 


3. Galleta maría


O algo así, porque el concepto de este disfraz no se entiende muy bien. Seguramente ha sido diseñado por algún fumador que, confundido por los efectos del THC, no supo muy bien por dónde tirar. Ideal para: ir a pillar retirar a tu club de cannabis con la esperanza de que te regalen algo por graciosillo.


Galletita maría


 


2. Pollo huésped


Dentro del apartado "disfraces que rozan el maltrato infantil", destacamos éste de pollito en cuyo vientre anida una cría de alien. Una idea brillante fácil de recrear en casa, con la que dejarás traumatizado a tu bebé por el resto de sus días. Ideal para: amantes de la ciencia-ficción con tendencias psicópatas.


Pollito alien


 


1. Helado choni


No se parece en nada a lo que pretende imitar -un cono de helado coronado por una cereza-, pero por el esfuerzo de imaginación y la elegancia que destila es nuestro número uno. Ideal para: las jinchas del barrio.


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Published on February 20, 2014 22:00

February 19, 2014

Objetivo: salvar la paella

Logo wikipaella


El logo de Wikipaella. / WIKIPAELLA

 


¿Puedo echarle chorizo al gazpacho andaluz? ¿Coliflor al pulpo a la gallega? ¿Piña a la merluza a la vasca? La respuesta a todas estas preguntas es sí. Claro que puedes: cada uno hace lo que le da la gana en la cocina de su casa, siempre que no envenene a su familia o a sus invitados. Ahora bien, planteemos la cuestión de otra manera. ¿Estamos siendo respetuosos con las virtudes del plato? ¿Podemos usar esas denominaciones cuando lo que hacemos desvirtúa la tradición y el equilibrio del mismo? ¿Tienen sentido esas mezclurrias en términos gustativos? Quizá entonces tengamos que cambiar la contestación y optar por un gigantesco NO.



El debate sobre la autenticidad de los clásicos culinarios es tan viejo como Marujita Díaz y, no lo vamos a negar, a veces mas aburrido que ella. Pero si en algún caso tiene sentido es en el del plato típico español más castigado por la degradación y la trapacería: la paella valenciana. Tras ver y probar algunas de las aberraciones que se perpetran en su nombre tanto en su lugar de origen, la Comunidad Valenciana, como en el resto de España -de lo que pasa en el extranjero no nos vamos a quejar, que aquí le ponemos nata a los carbonara-, uno podría pensar que no hay futuro para ella. Sin embargo, hay iniciativas que pelean por su salvación y nos llevan a ser un poquito más optimistas, como Wikipaella.


Esta web colaborativa, cuya versión definitiva se presenta hoy en Valencia, aspira a ser un instrumento online no sólo para saber dónde encontrar una buena paella o cómo hacerla, sino para difundir la cultura alrededor de la misma. Incluye un mapa en el que localizar restaurantes con su distintivo, "un sello que acredita que lo que te vas a encontrar allí es una paella tradicional y no una infamia arrocera", según sus autores. En ese mismo mapa también aparecen recetas e ingredientes con sus estadísticas de uso.


Un blog dentro de la web explicará los elementos del ritual de "hacerse una paella", contará peculiaridades de los alimentos que la forman y desmontará mitos alrededor del plato. Pero seguramente el elemento crucial de Wikipaella serán las aportaciones de los propios usuarios: podrán subir recetas, mandar preguntas y respuestas en una sección ad hoc y proponer restaurantes para valorar. Los más activos ganarán el privilegio de ser miembros de la Comunidad de la Paella -¿algo así como los editores de Wikipedia?- y podrán hacer catas y cribar restaurantes para ser distinguidos con el sello Wikipaella.


Toda esta cruzada está dirigida por tres valencianos por el mundo: Guillermo Navarro, emprendedor que ha vivido en Nueva York y en Madrid; José Maza, publicitario y habitante también de Madrid, y Paco Alonso, periodista y residente en Valencia. "Cuando vives fuera de España echas más de menos tu comida o tus tradiciones", explica Navarro.  "De la misma forma que los japoneses se idenfican con el sushi o los italianos con la pasta, la gente de la Comunidad Valenciana nos identificamos con la paella. Para nosotros trasciende una mera receta de arroz para convertirse en un pilar fundamental de nuestra identidad cultural. Nuestros mayores nos marcaron a fuego un mantra: 'la paella hay que comerla en casa o en el restaurante de cabecera'. Pero cuando pasas más tiempo de lo normal fuera de la terreta, la añoranza nos empuja a probar paellas, y entonces nos damos de bruces con una suerte de #paellafails, arroces tres delicias decorados con horror vacui y otros formatos imposibles".


"Esto", continúa Navarro, "no sería más que otra anécdota que contar en tu siguiente visita a casa si no fuera porque además son presentados con calificativos tan sugerentes como "authentic spanish paella" "paella tradicional valenciana". Normalmente cobran por esa infamia un precio desorbitado de 22 a 30 euros la ración. Ahí la sonrisa se torna en la mueca "are you kidding me?" [¿me estás tomando el pelo?]. Fue viviendo estas situaciones cuando pensamos que había que hacer algo".


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#Paellafail de sobras visto en un Carrefour. / TWITTER

 


Wikipaella pretende poner en guardia al público frente a las estafas paelleras, siempre desde un punto de vista sanamente autocrítico. "Creemos que los primeros culpables de todo esto hemos sido nosotros, los valencianos. Hemos estado demasiado centrados en generar debates estériles entre recetas de poblaciones que no distan más de 150 km entre ellas, o buscando al padre y a la madre de esta receta popular... más que preocuparnos de ponernos de acuerdo para hacer entendible y disfrutable todo su universo ya sea a 300, 9.000 o 16.000 km. Tiene mucho del carácter valenciano estar más pendiente de pequeñas batallas internas lanzándonos paellas, lenguas, fallas, hogueras y demás que analizar la mejor forma de presentar nuestra marca más poderosa a nivel internacional".

Está claro que la paella valenciana tiene sus normas: ingredientes locales y nada de mezclas de pescado o marisco y carne (la llamada "paella mixta" es un engendro de la época franquista, según explica en este artículo Paco Alonso). ¿Pero por qué no podemos llamar paella a secas, sin el adjetivo "valenciana", a cualquier arroz hecho en dicho recipiente? "Paella es un concepto que evoca en nosotros un montón de cosas: origen, tradición, ritual, cariño por la elaboración, olores, sabores muy determinados... casi algo atávico. No estamos de acuerdo con que a cualquier "arroz con cosas" se le pueda entregar tan fácilmente el regalo de llamarlo paella. Es comprensible que este tema cueste entender porque está muy ligado a los sentimientos culturales de un pueblo. Pero es algo que disfrutamos tanto, y nos parece tan fabuloso y rico que queremos trasladarlo tal cual a la mayor cantidad de gente".

Los impulsores de Wikipaella admiten que hay muchas variedades de la paella dependiendo de la zona, pero también defienden estrictos límites geográficos a la misma. "Si la paella nació en la Comunidad Valenciana, las recetas de auténtica paella serán las de aquí y no las de otro sitio", sentencia Navarro. "Si cogiéramos la escudella, le incorporáramos naranja y nos refiriéramos a la escudella valenciana como una receta auténtica, a alguien en Cataluña le costaría entenderlo. Y con razón".


Llegamos así a un tema espinoso: ¿qué pasa con los arroces de Murcia, Cataluña o Baleares? ¿No merecen llamarse paellas? "El arroz es uno de los pilares de la dieta mediterránea y está muy ligado a otras zonas como Murcia, donde se hacen platos espectaculares con él que respetamos. ¿Paellas catalanas o baleares? Los lazos históricos y familiares que tenemos con mallorquines y catalanes son tan estrechos que sería lógico poner nuestro centro de operaciones en un barco un poquito más allá de las Columbretes, y escuchar paella catalana o balear es tan divertido como las tradicionales espinacas a la valenciana, l'autèntic frit valencià o las históricas recetas de bacalao a la cacereña o gazpacho canario".

El manifiesto de Wikipaella defiende que la mejor versión de este plato se hace con leña -"se puede hacer una paella de 10 con gas o electricidad, pero con leña te queda de 12", asegura Navarro-, y su cerrada defensa de la tradición puede sonar a conservadurismo. La cocina evoluciona a lo largo de la historia, pocas son las cosas que comemos como hace 100 o 200 años, y muchas preparaciones que se consideraron "transgresiones" en el pasado, hoy se aceptan como normales. Sin embargo, Navarro niega que rechacen la innovación. "En la edición del año pasado del Concurso Internacional de Paellas de Sueca hubo una sección de Paella 2.0 en la que se innovaba con los ingredientes, y eso es fantástico. La vanguardia con la que disfrutamos, normalmente (si es profesional) conoce, respeta y valora la tradición. El problema aparece cuando alguien innova despreciando lo tradicional. Quien maltrata la esencia no merece nuestro respeto".

Seguramente les llamarán integristas. Talibanes. Pesados que no dejan que cada cual haga la paella como quiera. Pero no por ello cejarán en su empeño. "Si ahora mismo hay alguien en Japón llamando integrista del sushi a alguien que dice que el california roll no tiene nada que ver con la gastronomía tradicional nipona, entonces sí, somos integristas".

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Published on February 19, 2014 22:00

February 18, 2014

Receta de fin de mes: tajín de verduras con garbanzos

Tajin de verduras


Tajín y salsa picante mortal (pero opcional) al fondo. / EL COMIDISTA

El tajín es como la paella. No me refiero a que su base sea el arroz o a que los marroquíes se peleen entre ellos por lo que lleva o deja de llevar, sino a que es un plato cuyo nombre viene dado por el recipiente en el que se prepara. Técnicamente, el tajín es esa especie de cazuela baja de barro o cerámica con una tapa del mismo material de forma cónica, que hace que el calor y el vapor circulen de tal manera que la comida queda tan tierna como jugosa. Pero por extensión se llaman tajines a los guisotes de carne, verduras y legumbres que cobran vida dentro de él.



Esto no significa que para hacer un tajín sea absolutamente necesario disponer de uno de estos artefactos: basta con seguir la técnica y tirar de los ingredientes habituales de los mismos para obtener algo bastante similar. Es decir, mantener fuegos bajos y cazuela siempre tapada, y aromatizar el guiso con jengibre, comino, canela, miel y otros elementos característicos de la cocina marroquí.


Los tajines suelen llevar pollo o cordero, pero hoy opto por una versión 100% vegetariana, más económica y no por ello menos sabrosa. Hay quien le pone pasas, ciruelas secas, orejones o dátiles, pero para mí estas frutas secas encajan mejor con los guisos carnacas, y aquí no los echo de menos. Lo que sí recomiendo con fervor es ponerle un golpecito de harisa al servirlo: esta pasta picante de guindillas y especias, que se puede encontrar en cualquier tienda de comida oriental o prepararla en casa, logra que el tajín suba varios puntos.


Dificultad


Personas que no han hecho cocina marroquí en su vida.


Ingredientes



1 calabacín
250 g de boniato (se puede sustituir por calabaza)
400 g de garbanzos cocidos
250 g de tomate enlatado
2 zanahorias
1 rama de apio sin las hojas
1 cebolla grande
2 dientes de ajo sin pelar
50 g de almendras saladas
1 limón
500 ml de caldo de verduras
1 cucharada de miel
1 rama de canela
1 cucharadita rasa de comino
1 cucharada de jengibre fresco rallado
Cilantro
Harisa (opcional)
Aceite de oliva
Sal y pimienta negra recién molida

Preparación


1. Cortar la cebolla en juliana gruesa. Picar la rama de apio. Rehogarlas con un chorro de aceite de oliva a fuego suave en el tajín, cazuela de barro o metálica de fondo grueso.


Tiempo aproximado: 10 minutos.


2. Aplastar ligeramente el ajo con el lado de un cuchillo y añadirlo a la cazuela junto con el jengibre, la canela y el comino. Salpimentar y rehogar.


Tiempo aproximado: 1 minuto.


3. Picar el tomate en grueso y sumarlo junto al zumo del limón. Rehogar.


Tiempo aproximado: 5 minutos.


4. Pelar el boniato y las zanahorias. Cortar el calabacín y el boniato en trozos grandes. Incorporar el caldo y las tres hortalizas a la cazuela -si los garbanzos son de bote, lavarlos y añadirlos también en este momento-, remover y tapar. Cocer a fuego suave hasta que estén tiernas.


Tiempo aproximado: 30 minutos.


5. Añadir la miel. Si los garbanzos son caseros o comprados a granel (estarán más blandos), añadirlos ahora y cocinar unos 5 minutos más.


6. Si el caldo ha quedado muy líquido, sacar las verduras y los garbanzos y reducirlo un poco al fuego. Debe quedar como una salsa de tomate muy ligera. Corregir de sal y pimienta.


7. Servir acompañado de cuscús o arroz, con cilantro picado y almendras por encima. Acompañar de una cucharada de harisa si se quiere que pique.

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Published on February 18, 2014 22:00

February 17, 2014

Cuatro pestos que no se parecen al pesto

Pestos


Pestos megamonos en vasitos supercuquis. / EL COMIDISTA

 


El pesto es el mejor amigo de los vagos, los torpes y los cagaprisas de la cocina. Preparar este invento italiano es tan sencillo como triturar unos cuantos elementos y dejarlos durmiendo un rato ellos solitos. Después, basta con abrir el bote donde lo hayamos puesto y añadirle un par de cucharadas a una humilde pasta cocida para obtener un plato digno de un emperador, un duce o un papa.


El pesto más famoso del mundo, procedente de Génova, lleva albahaca, piñones, parmesano  y ajo. Sin embargo, la fórmula hierba + fruto seco + queso + aceite de oliva puede ser replicada con toda clase de ingredientes a gusto del que se lo va a comer. Los ortodoxos te dirán que el pesto hay que hacerlo en mortero, machacando primero el ajo y los frutos secos, después las hierbas y finalmente el queso y el aceite. Seguramente tendrán razón, pero si no te da la vida para tanta artesanía, puedes echar las cortinas, cerrar la puerta de la cocina, cerciorarte de que nadie te está oyendo y usar una batidora o un robot de cocina. Y luego decir que lo has hecho a mano, por supuesto. Eso sí, nunca, nunca, nunca te pases con el triturado: el pesto no es una papilla, sino una salsa espesa en la que se deben notar los trocitos.


Como pasta sabrosa y con una textura casi de untable muy fácil de explotar, no es difícil encontrarle mil aplicaciones que vayan más allá de servir de acompañamiento para múltiples pastas -por cierto, las que le van mejor por su forma son las alargadas: tallarines, espaguetis y cintas en todas sus versiones. Puede darle otra dimensión a un bocadillo de verduras asadas, alegrar un pedazo de carne a la plancha o al horno –las grasas procedentes de los frutos secos y el aceite de oliva en crudo son más sanas, así que siempre será mejor que una salsorra cocinada–, servirse con unas sardinas asadas, tunear un puré de patata o rellenar el corazón de unas alcachofas al horno o hervidas. Un poco aligeradas con más aceite y zumo de limón o vinagre pueden servir como vinagreta para ensaladas de vegetales, pasta o arroz. 


Si te da miedo ponerte a innovar, un par de consejos. Primero, prepara un pesto base que ya sepas que te gusta o tengas por la mano (o cualquiera de los cuatro que te proponemos aquí). Después, separa una pequeña parte y ve jugando a añadir sabores en pequeña cantidad –rallados o picados muy pequeños– para ver si funcionan o no. Te puedes llevar sorpresas muy gratas: experimentando con el pesto de tomate y albahaca, le añadimos un poco de sobrasada, previamente pasada por la sartén para quitarle parte de la grasa, y el resultado fue atómico. 


PESTO DE ACEITUNAS, ANCHOAS Y PEREJIL


El único de estos cuatro pestos que no lleva queso. Además de para pasta, se puede usar para canapés de pan tostado o bruschettas


Ingredientes



50 g de piñones
150 g de aceitunas
2 anchoas
25 g de perejil
50 g de aceite de oliva virgen extra

1. Triturar los piñones, las anchoas y las aceitunas.


2. Añadir el perejil y el aceite. Poner en un bote, cubrirlo de una capa fina de aceite y conservarlo en la nevera.


 


PESTO DE REMOLACHA Y PISTACHO


Este es posiblemente el pesto más raruno de los cuatro, pero no por ello el menos suculento. El dulzor de la remolacha, contrastado con el queso y el limón, lo convierte en un acompañamiento perfecto para pastas. La receta está adaptada del blog Eat, Live, Run


Ingredientes



200 g de remolacha cocida
40 g de pistachos pelados
50 g de queso Idiazábal curado rallado
1/2 limón
1/2 diente de ajo
50 g de aceite de oliva virgen extra
Sal

1. Triturar la remolacha con los pistachos, el ajo, el zumo de limón y sal.


2. Incorporar poco a poco el aceite de oliva y terminar con el queso. Aromatizar con ralladura del limón si se quiere.


 


PESTO DE TOMATE SECO Y AVELLANAS


Una versión sui generis del pesto rojo que, aligerada con un poco más de aceite –o incluso con un chorrito de limón– puede funcionar como aliño para ensaladas de hojas verdes, tomate o legumbres. Este pesto tiene más gracia si se distingue bien la textura del queso y la de las avellanas, por eso lo hacemos en la picadora y no rallamos el queso aparte. 


Ingredientes



100 gramos de tomate seco en aceite
25 gramos de hojas de albahaca
75 gramos de avellanas tostadas
100 gramos de queso de Mahón seco
50 gr. de aceite de oliva virgen extra

1. Quitar el hollejo de las avellanas, introducir todos los ingredientes en la picadora y procesar hasta que estén molidos.


2. Conservar en la nevera, en un tarro con un poco de aceite por encima. 


 


PESTO DE AJÍ Y PARMESANO


Seguramente este es el más irreverente y menos italiano de los pestos que proponemos aquí, pero gracias al punto picante del rocoto y el frescor del cilantro y la ralladura de piel de limón este pesto de aires peruanos sirve tanto para tomar con pasta como para condimentar un pescado a la parrilla o unos mejillones al vapor. 


Ingredientes



100 gramos de parmesano finamente rallado
70 gramos de anacardos
15 gramos de hojas de cilantro
Ají amarillo (rocoto) al gusto
60 gr. de aceite de oliva
1/2 cucharadita de ralladura de piel de limón

Preparación


1. Triturar los anacardos, el rocoto y el cilantro.


2. Añadir la ralladura de limón, el parmesano y el aceite. Poner en un bote, cubrirlo de una capa fina de aceite y conservarlo en la nevera.


Producción: Mònica Escudero.

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Published on February 17, 2014 22:00

Mikel López Iturriaga's Blog

Mikel López Iturriaga
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