Mikel López Iturriaga's Blog, page 27
May 4, 2014
El gastropolígrafo: Leonor Watling

Fresa salvaje en cuerpo de Leonor Watling. / FOX
Los más serios la conoceréis como actriz; los más espabilados, como cantante, y los más locatigüisquis, como una chica que salió una vez en Alaska y Mario. Ha protagonizado éxitos de Almodóvar, Alex de la Iglesia e Isabel Coixet y tiene cinco álbumes con Marlango, pero hoy está aquí por su último trabajo, Amor en su punto, en el que interpreta a una pobre chica española que tiene la mala suerte de liarse con un bloguero gastronómico. Aunque suene a tragedia, la peli es una comedia romántica de manual que aprovecha de refilón el boom de la cocina. Nosotros nos aprovechamos de ella para someter a Watling a un cuestionario sobre sus aficiones, virtudes y vicios relacionados con lo comestible.
¿Cuál es tu primer recuerdo asociado a la comida?
Las frambuesas con nata de un restaurante de Segovia. Me las intentaba robar todo el mundo, y me recuerdo defendiéndome.
¿Tardabas en comértelas para que te quedara un poco cuando todos los demás habían terminado y así poder dar envidia?
¡Sí! Me las comía despaciiito despaciiito.
Dinos algo que comas casi a escondidas y que esté gastronómicamente mal visto.
Hay dos cosas, y tampoco son muy sobresalientes. Una, el sandwich de queso con patatas fritas; otra, la tostada con mantequilla y colacao.
Tu cumbre personal en la cocina es...
Pollo asado con miel, con la receta de mi madre. Le meto toda la fruta que puedo dentro, pasas, orejones, manzana... Le pongo verduritas alrededor y lo hago despacio durante mucho tiempo. 20 minutos antes de acabar lo termino con una cantidad infame de miel por arriba para que se ponga crujiente. El horno lo pongo suave al principio, a unos 150 grados, y fuerte al final.
En la película intrepretas a una chica que se vuelve vegetariana radical...
Se hace vegetariana triste. Tengo amigos vegetarianos bastante alegres, que comen muy bien.
Es un poco lacia, sí, como de comer acelgas hervidas todo el rato. ¿Tú te verías a ti misma haciéndote vegana?
Ahora mismo no lo veo. Pero acabo de volver de Los Ángeles y allí hay restaurantes veganos que te vuelan la cabeza. Si te desacostumbras a comer carne, supongo que luego te cuesta. Pero a mí me encanta un chuletón de Ávila.
Dilema moral: una madre crudivegana decide alimentar a su hijo sólo con frutas y verduras crudas. Los médicos afirman que el niño sufre carencias alimentarias. ¿Debe intervenir el Estado?
Para criar a un niño hace falta un pueblo. Uno no está en posesión de la verdad, y menos en referencia a un crío. Lo único bueno que tiene el ser humano es lo que construimos juntos, y si gente que sabe de eso te dice que tu hijo no está bien alimentado...
¿Qué plato o ingrediente no soportas?
Con la casquería no puedo. Y por la textura, el caracol, que en la película aparece mucho. Soy incapaz.
¿Has ido a algún restaurante con tres estrellas Michelin?
Sí. He tenido mucha suerte. Cuando eres actor te pasan cosas como ser jurado del Festival de Cine de Donostia, y te llevan a comer a Mugaritz o a lo más granado de los restaurantes del País Vasco.
¿Fueron experiencias satisfactorias o prefieres comidas más sencillas?
Una mezcla: en el contraste está el placer. No comería todos los días en un restaurante de tres estrellas porque sería agotador. No me gusta dedicarle tanto tanto tiempo a la comida.
¿Puede llegar a ser insoportable vivir con un 'foodie' extremo como tu pareja en la película?
Sí. Debe de ser agotador, de decir “déjame en paz, quiero cenar unos cereales”.
¿Cuál es tu escena de película favorita relacionada con la comida?
La de Big cuando Tom Hanks está en el cóctel y come la mazorca de maíz pequeñita. Y en un registro más serio, El festín de Babette.
La Academia de Gastronomía te enseña unos manifiestos contra a) el abuso de la reducción de vinagre de Módena, b) la caramelización masiva de las torrijas, c) los malos coulants y tiramisús o d) los cupcakes con 10 kilos de mantequilla, azúcar y colorante. ¿Cuáles firmarías?
El de los cupcakes. Y ya pasó, pero la moda de los tomates secados al sol fue dura también.
¿Por qué te molestan los cupcakes?
Porque es muy difícil resistirse. Es una crueldad.
¿Qué es lo más extraño que has comido?
No he comido nada muy raro. En Japón comí cosas misteriosísimas, pero no sabría decirte lo que eran. Creo que en algún momento debieron de ser un pez, pero no te lo puedo confirmar.
¿Algún signo de mala educación en la mesa que gustaría poder hacer libremente?
Robar comida del otro. Y mojar el pan en las fuentes.
¿Colacao o Nesquik?
Colacao. Es menos dulce, y me gusta más la textura.
Una poetisa americana, Billi Gordon, tituló su primer y único libro de cocina 'You've Had Worse Things in Your Mouth'. En el hipotético caso de que decidiéras publicar tú uno, ¿cómo lo llamarías?
!Ese título es difícil de superar! Quizá Ponle queso. También me gustaría mucho Y dos huevos duros.
¿Cuál es tu comida viejuna favorita?
Los dátiles envueltos en bacon me encantan. Y reivindico mucho el limón helado.
Alguna circunstancia que te irrite profundamente cuando estás comiendo.
La gente que hace ruido al comer.
Entonces, ¿nada de chupar las cabezas de las gambas?
Sí, pero discretamente.
¿Qué bebes cuando te quieres dar a la bebida?
Cerveza. Mahou. A saco.
Comida favorita cuando tienes resaca.
Espaguetis boloñesa.
¿Cuál de estas tres canciones sobre comida mandarías al espacio por si la encuentran los extraterrestres: 'La barbacoa', de Georgie Dann; 'Mayonesa', de Chocolate, o 'Sopa de caracol', de Banda Blanca?
La barbacoa. Es un resumen perfecto de nuestra civilización.
April 29, 2014
Crema de habas con manzana y almejas

La crema-cañon. / EL COMIDISTA
La temporada de las habas frescas es corta, y a la que te despistas se te pasa sin poder disfrutar demasiado de estas maravillas. Además, como nos hemos vuelto un poco finolis, parece que ya no molan si son grandes, tienen hollejo y no se pueden comer confitadas o blanqueadas poco tiempo. Y las más pequeñas –conocidas como habas baby, casi como el cerdito valiente o la hermana mayor de Dirty Dancing– están a precio de blue meth.
Para darles una salida a unas habas grandes que encontramos en el mercado a 1,5 euros el kilo, pensamos en hacer una crema que eliminara su dureza pero respetara el sabor. Siguiendo unos consejos que le dió Mar Gavilán, de Gastronomía & Cía, a Mònica para un artículo que publicará en El País Semanal, decidimos usar manzana tanto dentro de la crema como encima, a modo de pequeña guarnición crujiente para ir disfrutando con cada cucharada. El resultado fue cañón a todos los niveles, con la fruta aligerando y refrescando la crema –algo que las legumbres suelen pedir a gritos– y las almejas dándole el golpe de gracia final.
Dificultad
Si no tienes una cabeza encima de los hombros, no la hagas.
Ingredientes
Para 6 personas
750 g de habas limpias
400 g de almejas (o berberechos)
2 manzanas rojas
1 manzana verde
1 puerro grande
1 cebolla
1 cebolleta
1 l de caldo de verdura o de pollo
1 limón
1 cucharada de perejil picado
Aceite de oliva
Sal
Pimienta
Zumaque (opcional)
Preparación
1. Picar la cebolla y el puerro y rehogarlos en una cazuela con un chorro de aceite a fuego suave unos 15 minutos.
2. Añadir las habas y el caldo y cocer una hora a fuego lento (o hasta que estén tiernas, depende un poco del tamaño). También se pueden hacer en 20 minutos en olla rápida.
3. Incorporar las manzanas rojas peladas y picadas, salpimentar y añadir una cucharadita de zumaque si se tiene. Triturar bien y pasar por un chino o colador fino para eliminar los trocitos de hollejo
4. Picar fino la cebolleta, mojarlas con el zumo de medio limón y dejar reposar unos 10 minutos para que pierda la fuerza. Pelar si se quiere la manzana, picarla y mojarla con el zumo del otro medio limón para que no se ponga marrón.
5. Abrir las almejas en una sartén y añadirles el perejil. Repartir en platos o boles la crema bien caliente, la manzana y la cebolleta por encima y las almejas y su jugo. Terminar con un toque de pimienta recién molida y servir inmediatamente.
Producción: Mònica Escudero.
April 28, 2014
El auténtico gastroporno
Advertencia: esta entrada incluye imágenes que pueden resultar ofensivas para algunas personas. Ninguna fruta o verdura ha sido maltratada en la elaboración del artículo. Puede contener gluten y pelillos de kiwi.
Cuando el pizzero llama a tu puerta. / THE BOLD ITALIC
#FoodPorn: etiqueta que, si perdéis tanto el tiempo en las redes sociales como yo, habréis visto cienes y cienes de veces pegada a fotos lujuriosas de comida, de esas que dan más hambre que un año sin croquetas. ¿Pero son realmente "porn" las imágenes de hamburguesas jugosas, ensaladas multicolores, salsas chorreantes y postres con el índice de nata y sirope en la estratosfera? Stricto sensu, yo diría que no.
El porno es algo bien distinto, mucho más crudo y menos apto para espíritus sensibles y rositas de pitiminí. Está lleno de penetraciones, eyaculaciones, masturbaciones, felaciones y cualquier cosa que se te ocurra acabada en -ciones, inexistentes en el mundo con filtro Valencia de Instagram o en el cuquiplaneta Pinterest. Por eso quizá deberíamos ser más cuidadosos al hablar de food porn o de lo que podría ser su traducción al castellano, gastroporno, y utilizar el término en los casos en que se exhiban de forma explícita auténticas relaciones sexuales entre alimentos. O cuando los astros del cine pornográfico se acerquen a la cocina. Aquí tenéis unos cuantos ejemplos de ambas situaciones, que llenarán vuestro cuerpo de lujuria y os empujarán a tirarle los tejos a la primera zanahoria que se os cruce por el camino.
Orgía vegana
Este vídeo de la revista online The Bold Italic representa uno de los tópicos más sobados de las pelis X de toda la vida: el del butanero/mensajero/pizzero que aparece en una casa en la que casualmente hay una señora –o varias– dispuestas a ofrecerle su cuerpo (y el de varias amigas, si se tercia). Sólo que esta vez la mujer es un pimiento, el pizzero un plátano y el resto de la orgía lo forman un montón de zanahorias, calabacines, patatas y calabazas del vecindario. Al final, como era previsible, la cosa termina en ensalada.
La autora del vídeo, Jessica Saia, explica así sus motivaciones: "Querida gente de Instagram: ¿habéis visto una porno alguna vez? Porque seguís etiquetando cosas como #foodporn, pero casi siempre son imágenes de una comida semi-atractiva, ahí tirada sobre un plato, no teniendo sexo con nada. Ocasionalmente, alguien cuelga una foto de una cereza mutante que parece un culo, algo que se le acerca, pero la mayoría de las veces me siento harta de que me mientan".
Manola bananera
Esto era un plátano –sí, otro, los vais a ver varias veces por aquí por pura cuestión morfológica– que dormía feliz con sus sábanas de estampado infantil y su toallita como almohada. Parecía un poco pocho y algo renegrido, pero eso no le impedía sentir la fuerza mañanera de la naturaleza y recordar su condición de único fruto del amor. Esta vez no os vamos a destripar el final, que además es de lo más sorprendente. El autor es el videoartista Ammo Eisu, que en su página web se autodefine como "educador, artista, diseñador, ingeniero e intérprete que ama construir monumentos que sirvan como espejos para reflejar realidades de racismo, avaricia, amor, lujuria y trauma infantil".
El porno de la abundancia
Pornucopia, un vídeo firmado por Big Top (sección adulta del proyecto estadounidense de animación TinyCircus), se puede leer como un canto a la diversidad sexual: vegetales, carnaza y alimentos procesados retozan alegremente sin problemas de género o número. Los plátanos se frotan con mazorcas de maíz, los palitos salados seducen a melocotones y las zanahorias se chuscan pasteles. Lo más perturbador es pensar qué clase de criaturas tróspidas podrían surgir de la cópula entre un dónut y una salchichorra de frankfurt (aunque otras como la frambucereza o el platanomelón no suenan mal). Por una vez, la cosa no termina con un yogurazo.
Todo es mentira
El auténtico gastroporno también se puede usar para transmitir información. A modo periodístico, vaya. La productora de vídeos online Kornhaberbrown lo demostró con Porn Sex vs. Real Sex, en el que se contaban las diferencias entre el sexo pornográfico y el sexo real con la ayuda de frutas, verduras, una tostadora, una tetera y hasta botellas de espumoso. Cualquier ayuda es buena para explicarle a la gente que lo que aparece en la pantalla no tiene demasiada relación con lo que te ofrece la vida real (por suerte). Aviso: es divertido, ligero y educativo, pero posiblemente no volváis a mirar la Nutella con los mismos ojos después de verlo.
Lo que come James Deen
James Deen es uno de los actores punteros del porno actual. Pareja de Stoya -otra actriz de referencia, que además es feminista, tiene una columna en Vice y hace virguerías en el trapecio– y tragaldabas de pro, decidió convertir su afición al ñampa-zampa en James Deen Loves Food, unos cutreprogramas rodados en la cocina de su casa en los que prepara recetas bastante gorrináceas. Como nosotros de porno no sabemos nada –aún no tenemos 18 años y no podemos mentirle al ordenador cuando nos pregunta la edad–, hemos preguntado a Erika Lust, directora y productora de cine adulto, su opinión sobre estos vídeos.
"No son grandes piezas desde un punto de vista audiovisual, eso está claro, pero él me cae simpático y eso las hace digeribles. Los platos que eligen son lo que te puedes esperar de los norteamericanos: burritos y demás". Respecto a su trabajo fuera de la cocina, Erika asegura que le encantaría rodar una película con Deen y Stoya, y que están negociando una futura colaboración. "Son quizas la pareja it del porno. Por primera vez hay una generacion de performers con cabeza que tienen algo que decir, y eso como productora y directora me gusta mucho". Desde luego las videorecetas de Deen poseen algo que no suele abundar en el mundo X: sentido del humor.
Lo que come Ron Jeremy
Ya sabíamos que al mítico Ron le tiraba el alpiste cuando supimos que le había puesto su nombre a un ídem, pero su afición por la comida solo se podía intuir por la curvita (ejem) de la felicidad que luce. Tras una investigación muy profunda en forma de búsqueda en Google, hemos descubierto que también ha hecho una incursión en el mundo gastronómico produciendo la película The Flying Pink Pig. En ella recrea su visión de la vida diaria trabajando en un camión-restaurante, que seguro que es igualita a la realidad: lo mismo te preparan un bocadillo de panceta que se arrancan con una doble penetración. El camión que utiliza en la película copia al detalle el food truck de comida asiáticomexicana Flying Pig de Los Ángeles, que posteriormente acusó a Jeremy de haber mentido respecto a la naturaleza de la película que se iba a rodar: la productora les había dicho que iba a ser "romántica". Suponemos que fue bien en ventas, porque tiene hasta una secuela.
Ron Jeremy, a punto de merendar. / THE LUNCH BELLE
¿Tú también quieres hacer 'food porn'?
Posiblemente el más inquietante de todos estos vídeos esta promoción del segundo concurso de food porn del show mañanero de Playboy TV, en el que piden a los espectadores que manden sus vídeos. No solo porque las combinaciones que proponen las playmates en su demostración sean vomitivas –¿qué le pasa en la piel a ese pollo?–, ni porque hagan eso tan natural de cocinar con el delantal y los tacones y nada más, sino porque la imaginación (enfermiza) de la gente no conoce límites. Vivíamos más felices antes de ver a dos muñequitos hechos con marshmallows zumbando o la eyaculación de una monodosis de crema de leche.
Documentación: Mònica Escudero.
April 27, 2014
Receta de fin de mes: espaguetis con mejillones y alcaparras
Que cada uno se quite las cáscaras. / EL COMIDISTA
Abril no pinta bien para las economías de resistencia (o sea, casi todas). Acabamos de pasar Semana Santa, nos gastamos algunos leros en el día del libro y a finales de semana asoma un puentaco como la copa de un pino. Por poco que hayamos invertido en cada una de estas tres variables, nos espera un fin de mes peor que una caída de espaldas, con rotura de cadera y fractura craneal incluidas.
Para aliviar aunque sea un miligramo este estado de cosas, nuestra medicina es una receta con moluscos, que son casi primos hermanos del marisco -de ilusión también se vive- y parece que ensalzan el espíritu festivo en días de bajona económica. No es sencillo encontrar lugar para los frutos del mar en las recetas de fin de mes, pero el mejillón, que está entrando de lleno en su mejor temporada precisamente ahora, nos ofrece la posibilidad de disfrutar de un sabor marino potentísimo a un precio muy razonable. Nosotros los pagamos a 2,75 el kilo.
La pasta satisface, el limón y el perejil aromatizan, la cebolla y el ajo sofritos –junto con el juguillo de los mejillones– forman una salsa ligera y sabrosa. Las alcaparras y el picante le dan vida al conjunto, y terminan de convertir la receta en una victoria incontestable. Si tenéis vegetarianos entre los comensales, separad la salsa antes de abrir los bichos y sustituid estos por un poco de queso rallado, y si tenéis un chorrito de vermut o vino blanco para añadir al sofrito de cebolla, nos os cortéis: los mejillones y el alcohol (evaporado, so borrachuzos) se llevan muy bien.
Dificultad
La Sirenita los podría hacer. Con la cola.
Ingredientes
Para 4 personas
360 g de espaguetis (en crudo)
500 g de mejillones
1 cebolla grande o dos medianas
2 dientes de ajo
Un limón
2 cucharadas de alcaparras
Chile, cayena o peperoncino al gusto (opcional, pero recomendable)
2 cucharadas de perejil picado
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Preparación
1. Limpiar los mejillones quitándoles las barbas y raspando un poco las conchas si están sucias.
2. Pelar y picar la cebolla. Rehogarla en una sartén a fuego medio con un chorro generoso de aceite unos 15 minutos. Cuando casi esté dorada, añadir el ajo picado fino y el picante (si se quiere) y rehogar cinco minutos más.
3. Mientras, poner el agua a hervir y empezar a cocer la pasta el tiempo que indique el fabricante.
4. En la sartén del sofrito, poner los mejillones hasta que se abran (sin pasarse para que no se sequen), añadir la pasta al dente escurrida y darle unas vueltas. Es importante hacer coincidir el momento en el que escurrimos los espaguetis con el de abrir los mejillones, para que éstos no queden recocidos o la pasta se pegue.
5. Emplatar y terminar con unas alcaparras, un poco de ralladura y zumo de limón y el perejil picado. Servir inmediatamente.
Producción: Mònica Escudero.
April 24, 2014
'Hit parade': 12 vinos fáciles para los que no tienen ni idea de vinos
El Comidista continúa su serie de entradas con listas gastronómicas al margen de lo convencional. Los 'hit parades' se publican un viernes de cada mes alternando con el consultorio 'Aló, Comidista' y los planes para el fin de semana.
Paradojas de nuestro querido país: España es uno de los países con mayor tradición vinícola del mundo, y donde se producen algunos de las mejores variedades de esta bebida. A la vez, el consumo está en mínimos históricos, tras haber descendido de los 45 litros por habitante al año que se tomaban en los ochenta a los menos de 20 actuales. ¿Qué está ocurriendo? No hay que ser un lince ni hacer grandes estadísticas para darse cuenta de que, entre otros factores, el público joven (y el no tan joven) cada vez pasa más del vino, en beneficio de otros alcoholes como la cerveza o los destilados mezclados con refrescos.
Ante este panorama, muchas bodegas están haciendo un esfuerzo por despojar a su producto de la imagen viejuna o elitista que tanto daño ha hecho a las cifras de venta. Para apoyar esta fantástica bebida y difundir la idea de no hay que ser un entendido para disfrutarla, hemos pedido a tres expertos que nos recomienden unos cuantos caldos fáciles y asequibles a la par que deliciosos para todos los públicos. Sin retrogustos, ni redondeces en boca, ni maridajes rebuscados: tómalos con lo que te salga de la uva.
Mesies Blanc
DO Terra Alta. 4,65 euros.
Yolanda Ortiz de Arri, columnista de vinos de El País Semanal, se descorcha con una primera aportación al alcance de cualquier bolsillo. "La Denominacion de Origen Terra Alta se encuentra en Tarragona, pero bien podría estar en Teruel porque mucha gente no sabe que existe ni donde está. Quizás es ese origen sencillo lo que hace del Mesies Blanc un vino con carácter y de trago largo que se viste con una etiqueta muy hipster. Su precio destierra el mito de que todo lo ecológico es caro".
D.O. Almansa. 5,45 euros.
"¿De Almansa? Sí, de Almansa, ¿qué pasa? En Almansa también se elabora vino". Pascual Drake, responsable de Comunicación y Contenidos de Todovino y Enolobox se lo guisa y se lo come recomendando este tinto de, adivínalo, Almansa. "Este, en particular, es estupendo por tres motivos: 1. Es la mejor oportunidad que vas a tener de probar garnacha tintorera en su máxima expresión. 2. Está realmente bueno. 3. Cuando plantes la botella en la mesa tus colegas dirán '¿Un vino de Almansa? ¿Dónde está Almansa? ¿En Albacete, dices? Bueno, si no hay otra cosa habrá que probarlo, pero es que yo soy de Ribera'. Y entonces se sorprenderán. Y entonces no se olvidarán de dónde está Almansa. Y entonces apuntarán lo de Laya en la libreta de notas del iPhone en la hoja de vinazos. Y entonces habrás triunfado". Más claro, agua.
DO Conca de Barberà. 9,25 euros.
Nuestro tercer asesor es Quim Vila, propietario de la tienda especializada Vila Viniteca, que comienza recomendando un blanco de uvas macabeo y chardonnay. "Procede de un paisaje abrupto, rodeado de altas cumbres, bosques de robles y encinas en el Parque Natural de las Montañas de Prades, y tiene aromas exóticos como la piña, maracuyá y notas minerales. Está espectacular con unos berberechos y todo tipo de pescadito".
Caraballas
DO Rueda. 11 euros.
He probado este vino, y doy fe de que es uno de los blancos más agradecidos que han caído en mi gaznate en los últimos tiempos. De esos que te trincas una botellita sin sentir y luego estás "piripi", como tu tía abuela cuando se toma una copita de cava en Navidad. "Es un vendaval de aire puro dentro de los Verdejos jóvenes del panorama actual, que parecen hechos con un programa de ordenador: hay demasiados que huelen y saben igual", aduce con más criterio que yo Yolanda Ortiz de Arri. "La botella de Caraballas ya indica que se trata de un vino diferente. Elaborado de forma ecológica, es un blanco fresco, elegante y sabroso; de esos que no cansan".
Sin D.O. 5,95 euros.
Pascual Drake quiere aclarar que sí, que es un pollo, que lo que hay pintado en la botella de este vino es un pollo. "Sabemos que hay un pollo. Y nos gusta. ¿El pollo? Sí, el pollo también, pero sobre todo lo que hay dentro. ¿Del pollo? No, de la botella. Se trata de una de las últimas aventuras del grupo de origen riojano Vintae (síganles, merecen la pena), y es uno de los componentes de una gama de vinos que han lanzado al mercado para beber/maridar con diferentes platos: pollo, cerdo, jamón, queso, vaca y pulpo. Es un vino estupendo para chatear y además tiene una gran relación calidad-precio".
DO Rueda. 8,75 euros
100% verdejo. ¿Y eso, qué significa?, diréis los que no tenéis ni pajolera idea de vino. Pues que es "fresco, vibrante y cristalino", según Quim Vila. "Ideal para disfrutar de una puesta de sol o acompañando una rica paella de marisco, e impresionante con sushi".
La Malkerida
DO Valencia. 6,75 euros.
¿Un vino para los okupas que quieren acabar con las ces y las qus? No exactamente. "Aunque se da mucho en Albacete", explica Ortiz de Arri, "Bobal no es una palabra chanante, sino la segunda variedad de uva tinta más plantada en España. Con ella se produce La Malkerida, cuyo nombre alude a la poca atención que se le ha prestado hasta ahora. Es un vino joven, suave, refinado y a un precio imbatible".
D.O. Toro. 5,95 euros.
Que si ásperos, que si duros, "que si ¡rasca mamá!", los vinos de Toro están lastrados por unos cuantos topicazos. "Basta de prejuicios. Toro cada vez es más transgresora, moderna, cool, indie, no sé, que cada uno lo llame como quiera, y Asterisco en uno de los vinos que están protagonizando ese giro. Un tinto con una imagen de rasgos pop, de edición limitada, que cuesta menos de seis euros, que nació hace apenas tres años y que por el momento completa la gama de vinos de la bodega Pago de Cubas. Es 'fruto de la voluntad de demostrar a los incrédulos las posibilidades de este proyecto', como les gusta decir a sus impulsores, que bautizaron Incrédulo a su primer vino".
Les Cousins L’Inconscient 2011
DOQ Priorat. 9,95 euros.
"Los primos Marc y Adrià, que han crecido en sus bodegas familiares, transmiten su visión personal de la vida a través de sus vinos", cuenta Quim Vila. "Un vino alegre y fresco elaborado con cariñena, garnacha, cabernet sauvignon, merlot y syrah de viñas de Porrera".
D.O. Rueda, 6,95 euros.
"Sí, sé que lo de verdejo suena a ese verdejito de Rueda que uno pide cuando suben las temperaturas en la barra del bar con la tapita de gambas", reconoce Pascual Drake. "Sí, es cierto, pero esto es otra película. Esto es otra Rueda. Es la Rueda de Menade. Y Menade es algo más que Rueda. Se trata de una joven bodega puesta en marcha por la última generación de una familia muy conocida en la zona (los Sanz de Palacio de Bornos, quizá a alguno le resulte familiar), que con el ímpetu de la juventud y las ganas de demostrar al mundo que en Rueda se pueden hacer grandes blancos respetando la agricultura ecológica. Éste es el estandarte de su filosofía y su vino principal".
DO Vinos de Madrid. 11,95 euros.
Podría ser el favorito de Tiny, Keyop, Jason y Mark, en el improbable caso de que estos galácticos personajes de dibujos animados hubieran bebido vino. Más que nada porque sus autores se pusieron el mismo nombre con el que se conoció a aquella serie en España: Comando G. "Son dos jóvenes enólogos empeñados en recuperar viejas garnachas de la Sierra de Gredos", explica Quim Vila. "Éste es un vino fresco, jugoso y amable".
Paco García Crianza
DOCa Rioja. 9,80 euros.
Yolanda concluye con una opción doble de la misma bodega, Paco García. "El crianza lleva en el mercado menos de tres años, pero la etiqueta con la huella de una mano está ya en muchos bares de España. Es un Tempranillo riojano que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos: agradable, fácil de beber y accesible al bolsillo. Su hermano pequeño, Paco García Seis 2011, es también una gran elección y su precio no llega a 7 euros".
Documentación: Mònica Escudero.
April 23, 2014
Atún con salsa putanesca
Más italiano, imposible. / EL COMIDISTA
Pocas salsas en el mundo contienen tantas cosas que me gustan como la putanesca (sí, ya sé que en italiano es puttanesca, pero aquí la hemos castellanizado). Una mezcla de tomate, alcaparras, aceitunas, anchoa, guindilla, ajo y perejil suena para mí a música celestial, y creo que nunca me hartaría de tomar pasta acompañada por ella. La amo tanto que incluso creo que está un poco desaprovechada, ya que además de a los espaguetis puede acompañar tranquilamente a otros alimentos como carnes o pescados.
Mi versión de la putanesca es bastante tradicional: me permito el lujo de utilizar unas aceitunas verde de tipo Gordal deshuesadas y un poco picantes en vez de las típicas negras, pero todo lo demás responde más o menos a lo que mandan los cánones. Para que el atún quede jugoso, es importante que la sartén esté muy muy caliente a la hora de dorarlo, para que no pase más de un minuto en ella y el interior quede crudo. Y al final, dejar que se termine de hacer -si es que no te gusta rojo por dentro- con el simple calor residual de la salsa.
Dificultad
Podrías ejercer la prostitución mientras la haces.
Ingredientes
800 g de atún en tajadas
4 filetes de anchoa
500 g de tomates en conserva pelados
75 g de aceitunas verdes deshuesadas
50 g de alcaparras
1 guindilla roja
1 diente de ajo
1/2 cucharadita de orégano
2 cucharadas de perejil picado
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta negra recién molida
Preparación
1. Picar la guindilla, las aceitunas y el tomate.
2. Poner una sartén a calentar a fuego vivo. Untar las tajadas de atún en aceite y, cuando la sartén esté muy caliente, pasarlas por ella lo justo para que se doren (unos 30 segundos por cada lado). Sacarlas, salpimentarlas ligeramente y reservar.
3. Bajar el fuego y añadir un chorro generoso de aceite. Picar el ajo y dorarlo en dicho aceite. Añadir las anchoas y disolverlas removiendo con una cuchara de madera.
4. Añadir el tomate, la guindilla, las alcaparras, las aceitunas y el orégano. Cocinar unos 15 minutos, o hasta que la salsa haya perdido la mayor parte de su líquido.
5. Retirar del fuego e incorporar el atún y el perejil a la sartén. Menear un poco para que se mezcle todo y tapar. Dejar reposar dos o tres minutos y servir de inmediato.
April 22, 2014
Los libros de cocina del año
Unos cuantos tochos. / EL COMIDISTA
No lo entiendo. ¿Cómo es posible que el día del libro sea YA? ¡Pero si hace unos días que fue el último! Al menos yo recuerdo como si fuera ayer las masas de intelectuales que se congregaron en Barcelona para que Jorge Javier Vázquez les firmara su gran obra o las colas de pensadores que lucharon para fotografiarse con Carmen Lomana. Debe de ser que me estoy haciendo viejuno y el tiempo corre cada vez más rápido para mí, pero el hecho es que la gran fiesta de la, ejem, literatura, ha vuelto mucho antes de lo esperado.
Esta festividad sirve para dejarse las perras en libros de cocina, una buena inversión siempre que se elijan los títulos con cuidado. Recuerda que hay mucho recetario chungo en el mercado, y que por mucho que salga una cara famosa en la portada a veces el contenido está hecho con las posaderas, por no decir con el culo. Aquí tienes unas recomendaciones de obras que han salido este año con las que no fallarás.
Si algo parece caracterizar a los Roca es su sentido común. En vez de hacer un libro a medio camino entre la alta cocina y la doméstica que al final no convenciera a nadie, el año pasado sacaron un libraco de casi 500 páginas sobre la historia del Celler para los que les interesa la primera, y ahora Joan publica otro claramente enfocado a la segunda. Me gusta porque no sólo contiene recetas, sino muchas explicaciones sobre técnica que muestran la cara más pedagógica del cocinero y también profesor de la Escuela de Hostelería de Girona. Precio: 24,95 euros.
'A comer y a beber. Con las manos en la masa', de Guillaume Long
El dibujante de Le Monde ya vio traducida al castellano su primera obra (A comer y a beber) hace unos años, y no le ha debido de ir tan mal en España porque ahora sale la segunda. Por suerte, parece igual de inspirado: sus historietas siguen resultando divertidas; sus recetas, tan fáciles como apetecibles, y su falta de pretensiones culinarias, muy necesaria entre tanta cocina rococó que se ve por ahí. Precio: 24 euros.
Karin Leiz es una habitual de mis listas de libros recomendados: Las verduras de muchas maneras me encantó; Cocinar con hierbas de muchas maneras me ha dado un buen puñado de ideas fantásticas, y ahora Salsas se ha convertido indispensable cuando necesito inspiración en este terreno. Quizá la edición del libro no tenga el encanto de las anteriores, pero la abundancia y calidad de las recetas (más de 300) suple con creces cualquier nostalgia. Precio: 19,95 euros.
Pica pica me gusta por varios motivos. Primero, está lleno de buenas ideas para hacer menús de picoteo para fiestas, picnics o simplemente para ver cualquier cosa delante de la tele. Segundo, desafía ese concepto tan extendido -no sé por qué- de que las fotos cenitales -desde arriba- de comida son feas y aburridas. Tercero, y llamadme fetichista, me encanta el papel sin nada de brillo en el que está impreso. Un libro que se sale para bien de lo convencional (salvo en las introducciones de los capítulos, que son un pelín cursis), y que reivindica el placer inigualable de comer con los dedos. Precio: 20,90 euros.
'Cien cocinas', de Luis Palacio
Los que hayáis viajado como sardinas en lata en algún avión de Vueling seguramente conoceréis las recetas ilustradas que Luis Palacio y el estudio Temabcn publican en su revista, Ling. Ésta es una recopilación de toda esa cocina viajera y mediterránea que va de la ensalada mechuia tunecina al fenek maltés, pasando por el ajoblanco malagueño o las dolmas turcas. Lo más distintivo es que la preparación de los platos se explica con imágenes, no con palabras. Precio: 18 euros.
Si buscas apartarte de las recetas y hacerte con un libro que explique los fundamentos de la cocina y que reivindique la misma como un acto revolucionario, seguramente no exista mejor opción que lo último de Michael Pollan. Según el ensayista estadounidense, guisar en casa significa, hoy por hoy, plantar cara al sistema, que nos empuja a dejar nuestra alimentación en manos de otros y a comer cada vez más productos procesados industriales. Puede que a veces Pollan peque de tecnofobia, pero su estilo ameno, su maestría a la hora de entrelazar teoría con historias personales y su amor sincero por la cocina hace que leerle resulte tan entretenido como estimulante. Precio: 22,90 euros.
'Cerveza', de Luis G. Balcells
La cerveza es el nuevo pan, el nuevo gin tonic, o el nuevo lo que sea que de repente se haya puesto de moda sin que nadie se explique muy bien por qué. Es decir, que si no sabes la diferencia entre una ale y una lager y tomas Mahou porque no sabes que existe la Brew Dog estás socialmente muerto en los círculos borrachigourmetillos. Un libro como éste te puede ayudar a aprender cuatro cosas con las que mantener el tipo, además de descubrir el apasionante mundo de las cervezas artesanas o las posibilidades culinarias de esta bebida sin la que muchos no podríamos vivir. Precio: 17,90 euros.
'La cocina fácil', de Lorraine Pascale
Lorraine Pascal es una ex modelo británica de origen caribeño, cuya profesión no le impidió aprender a comer algo más que lechuga y papel higiénico. Tras arrancar un negocio de repostería en Londres, se convirtió en una de las caras más identificables de la programación culinaria de la BBC, y sus libros se han vendido como muffins en el Reino Unido. El que ahora se publica en España es el primero, e incluye su orgiástico trifle especial (un pastelazo de bizcocho, galletas, nata y fresas), sus muy necesarios huevos a la escocesa y su discutible paella con chorizo y guisantes. Precio: 19,90 euros.
'No lo tires', de Alexandre Fernandes
Quiche de cáscaras de calabaza, mondas de maracuyá rellenas, filetes de peladuras de plátano y patés de tallos de verduras son algunos de los platos que propone este nutricionista portugués volcado en el aprovechamiento máximo de frutas y verduras. Suena un poco loco, pero en tiempos de crisis económica por un lado y derroche estúpido de comida por el otro, quizá te sirva para descubrir platos diferentes, ahorrarte un dinerito y sentirse bien con tu planeta. Precio: 16 euros.
April 15, 2014
Mona de Pascua (casi) tradicional
Los conejitos que hicieron la receta. / EL COMIDISTA
Una de las tradiciones locales que más me impactó cuando me vine a vivir a Barcelona fueron las monas que los padrinos les regalan a sus ahijados el lunes de Pascua. Cuando vi que, acercándose la Semana Santa, las pastelerías se llenaban de figuras de chocolate a cual más recargada y mastodóntica, mi mente parafraseó la mítica frase de Obélix y me dijo "están locos estos catalanes". Al acercarme un poco más y comprobar lo que costaban esas reproducciones a escala 10/1 de la Sagrada Familia o esos Messis a tamaño real, comprobé que lo de locos se quedaba corto. Claro que yo tampoco puedo criticar mucho viniendo de un lugar donde se hacen concursos de levantamiento de piedras: el pueblo/región/comunidad/nación que no tenga alguna costumbre un poco perturbada, que tire la primera piedra.
Hay que aclarar, eso sí, que esos ejemplos de horror vacui chocolateado no están exactamente anclados en un hábito centenario. Son más bien una derivación un tanto ricachona de la mona clásica, que algunas panaderías intentan reivindicar y que por lo general horroriza a los niños. Consiste en un pan ligeramente abriochado parecido al pà cremat, al pan de muerto y a muchísimos otros tipos de pan pelín dulce de otras zonas, pero que aquí -y en buena parte de la mitad oriental de España- se remata con huevo cocido con su cáscara. De este huevo se pasó al huevo de chocolate... y del huevo de chocolate a las recreaciones de castillos, hello kitties o copas ganadas por el Barça.
La mona es sencilla de hacer, aunque si no tienes un robot de cocina que trabaje por ti puede ser un pelín pringosa. Decimos lo de siempre: si unos monguers de las masas como nosotros lo hemos conseguido, cualquiera puede hacerlo. También como siempre, avisamos de que nos hemos pasado la tradición por el forro del abrigo en algunos detalles: la idea de comernos unos huevos que, después de hervidos, han pasado 20 minutos en el horno –adquiriendo ese tono verdoso tan poco apetecible de huevo recocido– no nos seducía, así que hemos marcado la forma y los hemos puesto a posteriori. Y también hemos sucumbido al huevo de chocolate, porque los niños caprichosos que llevamos dentro nos estaban pateando las espinillas.
Dificultad
Para Humpty Dumptys.
Ingredientes
Para dos monas medianas o una grande
Masa
500 g de harina de fuerza
25 g de levadura fresca
250 ml de leche
100 g de mantequilla
120 g de azúcar
1 huevo
1 cucharadita de anís o agua de azahar o la ralladura de una naranja (opcional)
Sal
Para pintar la masa
1 yema de huevo
1 cucharada de leche
Azúcar
Para decorar
Huevos cocidos
Huevos de chocolate
Preparación
1. Disolver la levadura en un chorrito de leche tibia. Mezclar la harina con el azúcar, añadir la leche templada con levadura y el resto (también tibia), la mantequilla derretida y al final una pizca de sal y el anís o azahar si se quiere. Trabajar con las manos o con una amasadora hasta conseguir una masa elástica y que haga bola.
2. Poner la masa en un bol enharinado cubierta con un paño, en un sitio cálido y protegido, hasta que más o menos doble su tamaño (dependiendo de la temperatura, unos 45 minutos o una hora).
3. Sacar la masa con cuidado, partirla en dos (o no) y darle la forma deseada: de rosco, redonda o rosca trenzada. Dejar reposar hasta que doble el volumen de nuevo (más o menos a la mitad de este segundo levado marcar los huecos donde irán los huevos).
4. Precalentar el horno a 200 grados.
5. Pintar las monas con la mezcla de yema y leche y espolvorear con azúcar. Bajar el horno a 180 grados y hornear las monas durante unos 20-25 minutos, hasta que se vean doradas y apetitosas.
6. Sacar del horno, enfriar en una rejilla, decorar y servir sola, o con mantequilla y mermelada para mojar en café con leche o chocolate.
Producción: Mònica Escudero.
April 14, 2014
Diez planes gastronómicos para Semana Santa sin salir de casa
¿Deprimido porque no te vas a Nueva York, a París o a Cayo Coco esta Semana Santa? ¿Horrorizado ante la perspectiva de quedarte en tu barrio todas las vacaciones porque no tienes ni medio lero? Tranquilo, El Comidista está aquí para recordarte que todas esas personas que alardean de sus viajes acabarán hacinados en alguna trampa para turistas, y también para proponerte algunos planes filogastronómicos mucho más divertidos. Todos los podrás hacer sin moverte de casa, y ninguno exige grandes dispendios.
Maratón de películas
En el caso de que no seas de meterte Ben-Hur, Quo Vadis, el ángelus en loop o el megachute de programación cristiano-familiar que imagino emitirá 13tv estos días, puedes aprovecharlos para ver o volver a ver de un tirón unas cuantas pelis que giren alrededor de la comida. Para mí un maratón ideal se compondría de, por ejemplo, la inolvidable Big night, el clásico de Ang Lee Comer, beber, amar y mi película gastronómica favorita de todos los tiempos, Ratatouille. Pero hay cientos de opciones en el menú, como los ramen de Tampopo, los vinos de Entre copas, el pollo de El guateque o los dulces de Charlie y la fábrica de chocolate.
"Está tan bueno que debería matarte". / YOUTUBE
Practicar el panarrismo
Frases como "a mí me encantaría hacer pan/ensaimadas/hojaldre/brioche en casa, pero es que voy fataaaal de tiempo" o "uy, hacer pan relaja muchísimo, pero lo dejo para cuando me jubile" están a la orden del día, tanto en mi entorno como entre los comentaristas de este blog. Pues bien, ahora tenéis por delante días suficientes como para curraros un pan con 12 levados y 300 fermentaciones, así que se acabaron las excusas. Si queréis iniciaros de una manera más discreta aquí podéis encontrar una receta sencillísima del gurú panarra Ibán Yarza, que te introduce de manera sencilla conceptos como el estirado y plegado o el prefermento, y que se puede tunear con semillas, especias, frutos secos o tomate deshidratado si queréis ponerle fantasía. Aquí podréis encontrar todo tipo de recetas más o menos complicadas, que harán que después de las vacaciones estéis enganchados a ser vuestros propios panaderos y que, con toda la paradoja que conlleva, descubráis que el pan es algo que puede hacerse a diario.
Una receta un pelín más complicada con masa madre. / YOUTUBE
Montar un huerto de plantas aromáticas
Os lo hemos dicho ya por activa y por pasiva: plantar aromáticas en casa es bueno para vuestros platos (porque ganarán en sabor al tener maravillosas hierbas frescas al alcance de la mano) y para vuestra economía, porque no tendréis que pagar por un puñado de menta o cilantro cada vez que queráis hacer un ceviche o un tabulé, del que seguramente no vais a usar ni una cuarta parte. Y no hace falta tener un huerto urbano ni una gran terraza para ponerse en faena, con unas simples jardineras en la ventana podéis tener las 6 u 8 plantas a las que deis más uso. Además, abril es un mes ideal para plantar aromáticas, así que aprovechad para darles un uso a esas macetas que todos los pisos tienen muertas de risa en el balcón, comprad bolas de arcilla, un buen sustrato y semillas o plantas pequeñas y dedicad una tarde a la jardinería. Aunque eso va a gustos, las plantas que yo tendría en mi propio huerto –ahora mismo en proceso– serían romero, tomillo, menta, albahaca de hoja pequeña y grande, tomillo limón, cilantro, perejil y un par de chiles. Una tomatera y una planta de fresas tampoco están de más, y no necesitan mucha superfície para dar frutos.

Un buen sistema para aprovechar el espacio. / HOGAR ÚTIL
Preparar un picnic
Lo más parecido a irse vacaciones es pasar el día fuera, retozando en el campo, un bosque o un parque. El caso es no quedarse en casa lamentándose por las vacaciones perdidas. Para terminar de gozarlo -y, de paso, no morirse de hambre-, lo suyo es preparar un picnic en condiciones. Ideas: una focaccia para picar (todavía quedan calçots para hacer ésta, que los acompaña con tomate confitado), hummus y babaganoush o estas tiras de pollo empanado con especias que le dan una vuelta al pollo rebozado de toda la vida. La tarta de manzana, bacon e Idiazábal que publiqué allá por el paleolítico es un éxito seguro, igual que este bizcocho de queso azul, nueces y pera, que sigue una fórmula muy parecida pero en versión vegetariana. Las ensaladas de legumbres, como la de tomate garbanzos y anchoas, la de garbanzos con bacalao y pimiento rojo o una de judías con bonito también funcionan muy bien en formato picnic. No os olvideis de llevar bebida, fruta fresca y una manta para poner debajo del pompis, y de no poner la música a toda castaña en el móvil, que está feo y molesta a las personas normales que quieren hacer la siesta.

Aquí estoy dentro, pero los findes a veces salgo a pasear. / EL COMIDISTA
Torrijear, buñuelear y pestiñear
Todos sabemos que vas a pasar las vacaciones yendo al gimnasio, corriendo 20 kilómetros o subiendo al trote las montañas que queden más cerca de tu ciudad. Por eso tu cuerpo necesitará los 40 millones de calorías que contienen los dulces típicos de Semana Santa. Lo más divertido de los mismos es prepararlos en casa, actividad que recomiendo comenzar con la reina de estas fechas: la torrija. ¿Una receta clásica? La de mi madre. ¿Algo más lanzado y revolucionario, para que vean que eres la más moderna de la escalera? Éstas con pan de naranja y pepitas de chocolate. ¿Una bomba cañón? Las de ministro de Robin Food. Si la torrija no es lo tuyo, prueba a iniciarte en los ritos del buñuelo, el pestiño o la leche frita, que también estilizarán mucho tu silueta.
La torrija alternativa. / VICENS GIMÉNEZ
Embotar conservas
Entramos en la época del año en la que hay más variedad de frutas y verduras, así que no hay mejor momento para elaborar conservas con algunos de ellas para poder disfrutarlas también el resto del año. Aunque es un trabajo un poco laborioso, también es muy satisfactorio, además –como ya os hemos contado unas 346613646473 veces– una conserva o un encurtido caseros en un tarro bonito pueden funcionar perfectamente como regalo de muy bajo presupuesto y gran efecto. Ahora es el momento de preparar mermeladas caseras de albaricoque, cereza o fresas (o, en versión baja en calorías pero igual de deliciosa, compotas para comer con yogur o con platos salados), fastuosos chutneys de mango o ciruela y cebolla roja o salsas con algunos de los tomates más dulces del año. Los que no sientan la llamada del dulce pueden hacer lo propio con una giardiniera italiana de verduras en vinagre, unos pepinillos o unos ajos confitados, que se pueden aromatizar con hierbas y aceite de oliva. Para que las conservas duren mucho tiempo en buenas condiciones, es importante esterilizar primero los botes y hacerles después el vacío, aquí podéis ver un par de sistemas sencillos para hacerlo rápido y fácil. Y nos os olvidéis de poner la fecha, de consumirlas durante el año siguiente y de guardarlas en un lugar fresco, seco y oscuro, como si fueran un gremlin.
Desayunar de lujo
Otra de las cosas para las que nunca hay tiempo: pegarse un desayunaco glorioso de una hora, con todo lo que nos apetece: zumo natural, pan o bollería (si has practicado el punto dos y son caseros, ya es la bomba), queso o embutido, huevos, yogur, muesli, infusiones, café y una variedad infinita de maravillas comestibles. Suponemos que no necesitáis que os digamos cuál es vuestro desayuno favorito, pero por si andáis escasos de ideas, aquí encontraréis unos bocadillos que ideó Mònica Escudero para El País Semanal (muchos de ellos pueden funcionar como desayuno-comida tardío, ese formato tan vago, gustoso y vacacional) y aquí unos desayunos pensados tanto para combatir la resaca como para una agradable sesión de autoindulgencia. Más cosas: unas cuantas tartas de las que invitan al vacaburrismo, más un agua de piña y menta y una de mango, melón y lima para bajarlas. Solo queda escoger bien la lectura para que el desayuno no haga bola, recordad que al fin y al cabo estáis de vacaciones y no vale la pena castigarse castiguéis con la sección de los periódicos que nos amarga la existencia a diario.

Briochito con frutas, razón aquí / AINHOA GOMÀ
Si no quieres ser como ellos, leer
Las vacaciones son el mejor momento para subir un poco el nivel de tus lecturas. Es decir, para pasar del Cuore, el Diez Minutos o El Comidista a textos con un poco más de fuste. La gastronomía no se acaba en los recetarios, sino que también se puede descubrir en un montón de libros que no te enseñan a cocinar pero sí a saber de la comida y lo que la rodea. Mis recomendaciones: el divertidísimo En crudo, de Anthony Bourdain; el intenso Calor, de Bill Buford; El perfeccionista en la cocina, del gran Martin Amis Julian Barnes, y El libro de cocina de Alice B. Toklas, que más que un recetario son las memorias de la inteligente pareja de Gertrude Stein. Y en cómic, la recién publicada segunda parte de A comer y a beber, del viñetista de Le Monde Guillaume Long.
Un libro que yo no me perdería. / EL COMIDISTA
Revisión en televisión
Te perdiste un montón de programas interesantes porque no tenías tiempo o por que los pusieron a las tantas de la noche y haces esa cosa tan rara de trabajar al día siguiente. Ahora tienes la posibilidad de recuperarlos y de no sentirte un apestado social cada vez que salgan en la conversación. ¿Imprescindibles? La nueva temporada de Masterchef, claro. Los recientes hitazos de Pesadilla en la cocina: la locatis del Rocío, o Persépolis en Rivas-Vaciamadrid o los hermanos italianos en bronca permanente del Picasso. O los alucinantes reportajes de Food Factory.
Un funerario y una vegana. ¿Qué más quieres? / RTVE.ES
Resucita tu pongo
Un pongo es una cosa de esas que te regalan que no sabes qué hacer con ella. El pongo culinario suele materializarse en artefactos de utilidad tan, tan, tan específica que siempre los olvidas en el fondo de un armario hasta que te cambias de casa y decides dárselos a alguien. Antes de que eso ocurra, utiliza estos días de asueto para darles una oportunidad. Por si necesitas ideas, aquí tienes unas cuantas recetas pintonas para iniciar una relación amorosa con trastos como la licuadora, la yogurtera, la máquina de pasta, el cortafiambres y la envasadora al vacío.
Reconócelo: no la usabas. / SANTI SALLÉS
Documentación: Mònica Escudero.
April 13, 2014
Mejillones rápidos al curry rojo

Mejillones tropicales / EL COMIDISTA
Me pone un poco de los nervios que mucha gente identifique "comida rápida" con "comida chunga". Es decir, con yatecomos, pizzas congeladas o patatas fritas de Burger King como las que le traen los extraterrestres a Mario Vaquerizo (dicho sea de paso, las probé el otro día, y doy fe de que no son comida humana). Hay un montón de platos sencillos que se preparan en menos de media hora y que son deliciosos, reconfortantes y, sobre todo, sanos. Y que hasta el cocinero más megatorpe podría preparar sin problemas.
Moluscos como los mejillones o los berberechos son, en este sentido, especialmente agradecidos. Su tiempo de cocción es mínimo -es más, si los sobrecueces comerás chicle-, y basta con hacerles cualquier aliño resultón para que produzcan oleadas de placer. Si el género es de primera, incluso solos están buenos, o a lo sumo con un chorrito de vino blanco o de un buen aceite de oliva. Basta con echarlos a la cazuela o a la sartén calientes, tapar, esperar dos o tres minutos, y listo.
Los mejillones se llevan muy bien con productos asiáticos como el curry, la leche de coco, el cilantro o la lima. Para el plato de hoy, los combinamos con dos de ellos y añadimos el fastuoso sabor a frutos secos de la mantequilla tostada, en una receta que no puede ser más para monguers. Hay dos claves, eso sí, para que salga bien: que la mantequilla no se te queme (¡fuego mínimo!), y que los moluscos en cuestión sean de roca, pequeños y lo más frescos posible.
Dificultad
Un mejillón grande podría prepararla, si tuviera manos y fuera caníbal.
Ingredientes
Para 4 personas, como aperitivo
600 g de mejillones pequeños de roca
1 lima
1 cucharadita de curry rojo en polvo (en su defecto, usar el normal)
1 cucharada de mantequilla
Preparación
1. Poner la mantequilla en un cazo pequeño a fuego mínimo durante unos 15 minutos, hasta que empiece a coger un color tostado. Añadir media cucharadita de curry, tapar y reservar.
2. Limpiar bien los mejillones quitándoles las barbas y eliminando la posible suciedad de las conchas.
3. Poner una sartén al fuego, y cuando esté caliente, echar los mejillones y tapar. Dejar que se abran con su propio vapor (unos 2-3 minutos aproximadamente).
4. Pasarlos a un bol con el líquido que hayan soltado. Rociar con la mantequilla y un chorro de zumo de lima y remover bien. Terminar espolvoreando por encima la otra media cucharadita de curry rojo y servir de inmediato.
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