Andrés Accorsi's Blog, page 263

April 27, 2011

27/ 04: FANTASTIC FOUR Vol.1


Hace como 11 años, en una conversación con Mark Millar, me dijo (y yo tuve la precaución de grabarlo) "Pokémon no es ni la mitad de bueno que Fantastic Four, o que los X-Men, u otros personajes creados por Jack Kirby... y los pibes se apuñalan unos a otros por una figurita de Pokémon. ¿Por qué no se apuñalan por los Fantastic Four? Las compañías tienen que hacer algo al respecto. No puede ser que los grandes capos, los que mueven la plata grande, se crucen de brazos en sus hermosas oficinas de New York, mientras observan cómo desaparece el mercado y se les muere el negocio". Dos años después, la Marvel mágica de Bill Jemas y Joe Quesada iniciaba una de las tres o cuatro mejores etapas en la historia de los Fantastic Four, no precisamente con Millar al timón, sino con Mark Waid y Mike Wieringo. Y no sé si lograron que los chicos se apuñalaran los unos a los otros por los Fantastic Four, pero por lo menos demostraron que el concepto (en aquel entonces con 40 años a sus espaldas) todavía funcionaba tan bien como cuando lo "pensaron" Stan y Jack.
Waid se pone para esta serie desafíos jodidísimos: se niega a tocar puntos clave como los poderes, se niega a cambiar miembros, se niega a traer de vuelta a los villanos medio-pelo y –tal vez lo más importante- se niega a pensar a Reed y los suyos como un grupo de superhéroes. Para él, los Fantastic Four son exploradores, investigadores del más allá, son la vanguardia, los que hacen cosas y visitan lugares que ningún otro personaje de Marvel hizo ni vio jamás. Y además le da bola a un tema apenas insinuado en la etapa de Carlos Pacheco: atrás de los aventureros hay una familia, y atrás de la familia hay una empresa, que si no factura, se va a la B.
Con todos estos replanteos y con toques muy novedosos e interesantes en la dinámica entre los cuatro protagonistas (más los hijos de Reed y Sue), Waid llena SEIS episodios en los que la acción o bien es mínima o bien es intrascendente, porque el foco está puesto en otra cosa. Recién para el séptimo número vuelve el más grande, el Dr. Doom (también repensado a fondo por el creador de Impulse) y por fin, arranca una saga larga, donde el peligro se respira en cada puta viñeta. Tan grossa es la saga de Doom, que Waid se toma dos episodios enteros (!) en sopesar las consecuencias y en cerrar algunas de las heridas que quedan abiertas. De nuevo nos esperan cuarenta y pico de páginas casi sin machaca, repletas de excelentes diálogos y de escenas muy logradas, que avanzan y redefinen las relaciones entre los personajes.
La espectacular edición de estos 12 episodios en libro, incluye también la propuesta que presentó Waid cuando le ofrecieron hacerse cargo de la serie. Y es increíble ver cómo en las historietas aparecen uno por uno y sin una coma cambiada TODOS los elementos que Waid presenta en su "plataforma". Cada idea, cada toque, cada replanteo, se ve plasmado en alguna de las secuencias del comic. ¿Se puede decir que le dieron permiso para hacer comic de autor dentro del mainstream? Y, no sé… banquemos a leer un par de tomos más. Pero posta, sorprende la exactitud con la que el guionista mete en las historias TODO lo que se le ocurrió cuando redactaba la propuesta.
Parte de lo que lo alentó Waid a hacerse cargo de Fantastic Four fue la presencia de su amigo Mike Wieringo, aquel ídolo que se nos fuera en 2007, y que en 2002 estaba en un enorme momento creativo. Mark y Mike se entendían a la perfección y eso se nota mucho en las historietas de este tomo. Acá vemos a un Wieringo jugado, comprometido, dispuesto a dejar la vida en cada viñeta. Su New York es creíble, sus personajes "normales" son perfectos, su Thing y su Franklin son definitivos, su Sue y su Johnny se visten como gente real, acorde a su onda y a su edad, y además de cuidar tooodos esos detalles menores, nos regala unas secuencias redonditas, lindas, impactantes y muy, muy funcionales al relato. Sus escenas de machaca son trepidantes y sus expresiones faciales, variadas y atrapantes.
En los números en los que Wieringo descansa, tenemos primero a Mark Buckingham (muy bien, pero con una estética demasiado distinta a la del ídolo) y después a Casey Jones, mediocrón consumado que zafa con lo justo del papelón. Por suerte, casi todo el libro explota con la alquimia entre Waid y Wieringo, los tipos que volvieron a darle onda a los Fantastic Four en los albores del milenio y demostraron –una vez más- que no hay personajes chotos: sólo hay autores chotos, y si los reemplazás con autores buenos, ya está. Problema resuelto.
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Published on April 27, 2011 15:43

April 26, 2011

26/ 04: DR. INUGAMI


Vuelvo a internarme en las profundidades de Suehiro Maruo, el genio maldito del manga. Esta vez, para descubrir una serie de siete episodios, que aparecieron de modo muy esporádico entre 1991 y 1994 en la revista Young Champion. ¿Qué hace Maruo en una revista de shonen, te preguntarás? Lo que puede.
Al igual que su otra serie para la Young Champion (Gichi Gichi Kid, de 1996), Dr. Inugami se centra en un personaje cuyo principal atractivo es su dominio de las artes místicas. Si Gichi Gichi Kid se podía definir como una versión del Dr. Strange, pero en sexto grado, el Dr. Inugami es un Dr. Strange más dark, más para el lado de John Constantine. El protagonista es el misterioso Inukai, una especie de brujo justiciero, capaz de invocar a un poderosísimo dios ceremonial, ya sea para revertir conjuros malignos o para combatir a malignos demonios que poseen a algún pobre pibe (o mina) que no se lo merece.
Entre criaturas místicas y ritos ancestrales, se acumulan historias densas, muy bien planteadas, en las que gradualmente crece el rol de Inukai, que al principio es casi un mecanismo. Con el correr de los episodios encontramos (por primera vez en la obra del ídolo) personajes secundarios recurrentes, a los que de a poco empieza a dotar de una complejidad mayor, para que dejen de ser "el bueno", "el malo", "la víctima", y así. Obviamente estaba todo dado para que Dr. Inugami se convirtiera en una serie extensa, pero andá a saber por qué corno sólo existen siete episodios.
Y lo más importante: ¿dónde están las atrocidades? Si quiero brujos con sobretodo, demonios y poseídos, me compro un TP de Hellblazer. Si compré un libro de Maruo es porque quiero desmembramientos, violaciones y todas las atrocidades a las que nos malacostumbró esta bestia. La verdad es que, sin ser Gichi Gichi Kid (que era apta para todo público), Dr. Inugami está entre las obras menos zarpadas de Maruo. Hay un par de garches (uno de ellos manchado de sangre), una orgía que dura varias páginas y sí, mucha gente destripada, decapitada, enterrada viva, crucificada o morfada por las ratas, bebés acuchillados y fetos ensangrentados. Los rituales satánicos le dan a Maruo la excusa perfecta para enchastrar todo de gore y sangre, pero el tipo se controla un poco más. Al no meter las atrocidades por mero capricho sino en función del guión, parecieran pegar menos. "La gracia" de la historieta no es que le cortan la cabeza a un tipo, o que a una mina le salen bichos de la argolla, sino que esas cosas suceden en virtud de un guión que –como ya dije- pasa por los combates entre seres sobrenaturales, los hechizos y los conjuros. Por ahí ver a la mina a la que le salen bichos de la argolla impacta más cuando la historieta se trata de eso.
Como los guiones están muy pensados y tienen mucho protagonismo, el ídolo también se controla un poquito en el dibujo, no dibuja TODO con los tapones de punta. Cuando Inukai hace aparecer al dios ceremonial, ahí sí, se va todo a la mierda. Pero en el resto de las escenas, Maruo baja un par de cambios y sin tirarse a chanta ni mucho menos, se cuida de que el dibujo no te abstraiga de lo que te está contando el guión. Incluso la narrativa es más explícita, menos arriesgada que en las obras más pesadillescas del autor. A veces se nota que le cuesta narrar "más claro" y se pega algunos palos, pero con el correr de los episodios, cuando el lector ya está más familiarizado con los personajes y la onda de la serie, tanto a nosotros como al propio Maruo nos resulta más fácil sintonizar esta otra onda, de relato más clásico, con menos saltos al vacío.
Dr. Inugami es lo más parecido a un comic de Vertigo que puede llegar a salir de la pluma de este genio maligno conocido como Suehiro Maruo. Sólo por eso, merecería ser comprado. Y encima tiene un montón de virtudes más.
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Published on April 26, 2011 17:54

April 25, 2011

25/ 04: THOR, LA PELICULA


Hoy fui al cine después de un año sin ir. De hecho, fui al mismo cine al que fui hace un año. Aquella vez la excusa fue un preestreno de Iron Man II y esta vez, lo mismo, pero de Thor. En parte culpa del laburo que implica bancar un blog diario, en parte culpa de que el cine cada día me interesa menos, lo cierto es que hacía un año que no iba, y hoy fui. La principal diferencia fue que al entrar me dieron unos anteojitos oscuros. Y sí, por primera vez en mi vida vi una peli entera en 3-D. Está bueno, tiene su encanto. No sé cuánta gente preferirá pagar entradas carísimas y bancarse colas larguísimas para ver las películas en el cine (en vez de comprar por chirolas los DVDs truchos, o bajarse las cintas de la web), pero como anzuelito para enganchar gilada, o para darle un "algo más" copado al que todavía milita con fervor en las filas de los pro-cine, está muy bien.
Pero vamos a la peli en sí. La verdad que me gustó. Fui esperando una bosta excecrable, obvio, y sin haber visto nada, ni un mísero teaser. Como para salir sorprendido favorablemente, si la peli tenía con qué. Y tenía con qué. Para empezar, claramente lo que más me cebó fue toda la parte visual, apuntalada por el truquito del 3-D, pero sobre todo por un diseño de producción muy, muy zarpado. Los trajes, el reino de Asgard, el Destroyer, los Gigantes de Hielo de Jotunheim, el puente Bifrost… todo está muy bien pensado y muy bien plasmado en la pantalla. Esto es una especie de "quiero retruco" a la saga de Lord of the Rings. Las locaciones de Asgard son más zarpadas que las de la Tierra Media, los bichos tratan de ser más horrendos (no llegan) y los combates entre asgardianos y gigantes del hielo más espectaculares y grandilocuentes. El director Kenneth Branagh apuesta fuerte a la epopeya extrema, a todo o nada, y acierta bastante.
El guión, como siempre, es lo que define. Y este está muy bien, lo cual era obvio desde el momento en que metió mucha mano J.M. Straczynski. La onda es presentar a un Thor creíble, menos bizarro que el de los comics de Stan Lee y Jack Kirby. Para eso, Straczynski mira bastante al Thor de The Ultimates y a su propia saga del regreso del Dios del Trueno, de hace unos años. La máxima boludez de Lee y Kirby (la de la doble identidad) prácticamente no entra en juego, y aún así se le saca un rico jugo a la telenovela con Jane Foster. Una Jane Foster que no tiene nada que ver con la de los comics de los ´60, para el bien del género femenino, porque esa pobre mina no podía ser más idiota.
El otro personaje que está muy cambiado respecto de su versión comiquera es Heimdall. Es que, claro, en la película tiene chapa! Y sentido! Y protagonismo! Hubo que esperar que apareciera Hollywood para enterarnos de que Heimdall era un personaje potencialmente rico y pulentoso. No termino de entender por qué lo interpreta un actor de raza negra, puesto que los dioses asgardianos son producto de la fe de los vikingos y demás razas nórdicas que no vieron a un negro en sus putas vidas. Pero bueno, por ahí era blanco y algún bizarro reflejo del puente arco iris lo bronceó más de la cuenta…
Con menos chistes que las pelis de Iron Man, buenas actuaciones (un hallazgo Chris Hemsworth en el rol protagónico) y una historia lineal pero no obvia, el largometraje sale más que airoso. Se banca tener muchos villanos (Loki, el Destroyer y los pecho frío de Jotunheim parece demasiado para una primera peli, pero vas a ver que garpan), se banca la bizarreada de (SPOILER ALERT) que Sif y los Warriors Three vengan a dar machaca a la Tierra, se banca que no aparezca Balder (alguno tenía que quedar en el banco de suplentes), se banca que la historia de amor le robe unos minutos a la repartija de martillazos, se banca que Thor no diga nunca "I say thee nay!", se banca el cambio radical de locación (cero New York, todo pasa en New Mexico), se banca hacerse cargo de elementos medio raros tanto del comic como de la mitología (el Odinsleep, por ejemplo), y encima siembra a futuro, obviamente con la proa puesta en la peli de los Avengers. Acá, el que aparece por primera vez a las órdenes de SHIELD es… nah, no te lo cuento.
Muy bueno lo de Kenneth Branagh. El tipo supo combinar drama humano, estridencia sobrenatural, una bajada a la realidad sensata y casi creíble, algo de humor, algo de romance, bastante pochoclo y una sensación de maravilla, de "wow, mirá, boludo, no se puede creeeerrrr"… No era algo fácil de hacer, me parece.
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Published on April 25, 2011 14:44

April 24, 2011

24/ 04: DOS NUEVAS PRESENTACIONES DEL LIBRO


Las dos en Capital Federal y con poquitas horas de diferencia.
Por un lado, tras el éxito del evento en Córdoba, Llanto de Mudo
dobla la apuesta y festeja el Día del Chancho en Buenos Aires. Esto va a ser el próximo viernes 29 de Abril, desde las 20 horas, con entrada libre y gratuita, en el Centro Cultural "El Colectivo", Iberá 4896, en el barrio porteño de Villa Urquiza.
Al igual que en Córdoba (donde alguien nos sacó la foto con la que acompaño este post), se presentarán los títulos recientemente editados por la imparable editorial cordobesa, con la presencia de sus autores: Gustavo Sala (Ordinario), Luciano Saracino (Corina y el Pistolero), Brian Jánchez (McKosher) y Fernando Biz (República Gada), más los responsables de la editorial (y también autores de primer nivel), Diego Cortés y Nicolás Sánchez Brondo. Como invitado especial, Ayar B. y los increíbles cortos de Chimiboga.
Por supuesto, yo voy a estar ahí, manijeando el libro del blog y firmando ejemplares para los amigos que se acerquen con el libro, o con los que lo adquieran ahí mismo.
Te acercan los colectivos: 41, 71, 93, 107, 110, 112, 140, 169, 175, 176. Y si te quedás hasta tarde, por ahí hasta morfás de arriba…
Apenas unas horas después, a las 19 del día domingo 1° de Mayo, se presenta 365 Comics por Año nada menos que en la 37° Feria Internacional del Libro, más precisamente en la sala Alfonsina Storni. Es una sala con capacidad para 80 personas, y yo tengo menos convocatoria que Arsenal jugando de visitante en Jujuy, o sea que te pido encarecidamente que vengas a hacerme el aguante. La entrada a la Feria vale $ 20, y además de la presentación del libro, vas a encontrar un montón de cosas más que seguramente te van a interesar.
Ahí no va a haber tiempo (creo) para firmar ejemplares, pero eso va a suceder el día lunes 9 de Mayo (último día de la Feria). Esa tarde vamos a estar firmando libros en el stand de Moebius Editora/ OVNI Press (#219, Pabellón Azul, que es elúnico stand de la Feria en el que se consigue el libro) junto a un All-Star Squadron integrado por Gustavo Sala, Quique Alcatena, Lucas Varela, Federico Reggiani y Juan Sáenz Valiente. O sea, nos sobran los motivos…
Una vez terminada la Feria, vamos a bajar un cambio con las presentaciones en Capital y concentrarnos en otras ciudades, como Montevideo y Rosario, donde ya hay fechas confirmadas, pero te las cuento cuando falte menos.
Y por supuesto, ya estamos trabajando en el Vol.2, que va a estar para fines de Agosto y va a tener –cómo no- su infinita gira promocional por un montón de ciudades de Latinoamérica. ¿Quién lo hubiera dicho, no?
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Published on April 24, 2011 12:39

April 23, 2011

23/ 04: BATMAN: BLACK & WHITE Vol.3


A veces, una buena idea deja de serlo cuando deja de ser una novedad y pasa a ser parte de la rutina. Cuando en 1996 alguien de DC decidió invitar a los autores más grossos del mundo a aportar historias cortas de Batman en blanco y negro, fue un golazo alucinante. No quiero aburrir con la lista de los autores de aquella primera vez: era un All-Star Squadron que te quitaba el aliento, una bola de demolición. Digo, en los papeles. Después, no todas las historietas estaban igual de buenas (como en cualquier antología) y nos tragamos más de un sapo sólo por su firma ilustre.
Algunos años después, otro cráneo de la editorial decidió que Batman: Black & White era un concepto tan pulenta que había que hacerlo todos los meses, ocho paginitas con distintos autores en todos los números de la revista Gotham Knights. Y al principio anduvo bien, tal como atestigua el Vol.2 de esta colección de recopilatorios (el cual suelo manosear cuando lo veo en las bibliotecas de mis amigos, pero nunca conseguí). Estuvieron Breccia, Risso, Bernet, Fegredo, García López… ya ni me acuerdo la cantidad de bestias del Noveno Arte que colaboraron en los primeros números de Gotham Knights. Pero claro, el vértigo de la publicación mensual hizo que, con el correr de los números se fueran acabando los autores de primera línea y que las historias cayeran en manos de guionistas y dibujantes cada vez más chotos.
Ojo, no vayas a creer que este tomo raspa el fondo del tarro y no ofrece más que sobras. No es tan así. Hay un montón de verduleros impresentables, cuyos nombres y trabajos son una afrenta para un título bajo el cual publicaron genios como Muñoz, Otomo o Gaiman, es cierto, pero también hay autores dignos, que se esforzaron por estar a la altura, o por lo menos para sacar un empate. La cagada es que, de las casi 300 páginas que tiene este libro, la mitad no se puede leer. En total son 33 historietas y si hay 10 grossas, es mucho. A ver qué se puede rescatar…
La de Mark Schultz y Claudio Castellini tiene un muy buen planteo, y el italiano afana a cuatro manos, pero a dibujantes que me gustan mucho. La podemos poner entre las presentables.
Obviamente la de Paul Grist y Darwyn Cooke está, cómoda, entre las tres o cuatro mejores del libro y es de las pocas que no olería raro si por accidente se republicara en el Vol.1.
La de Mike W. Barr y Alan Davis tiene un guión digno, con buenos momentos, y unos dibujos de la hiper-concha de Dios. Hacía mucho que no veía a Davis dibujar tanto y tan bien. Realmente impactante.
La de Chris Bachalo y el ignoto guionista Cyrus Voris es apenas entretenida, pero la idea en sí es ingeniosa y el dibujo del canadiense es espectacular. Otro que se mató como pocas veces.
La de Scott Peterson y Danijel Zezelj es una de las más terribles y perturbadoras. Por supuesto, el arte sombrío del croata realza ese clima de sordidez y truculencia. Muy buena.
La que escribe Darwyn Cooke para que dibuje Bill Wray se pasa un poco de limada (era casi para el Bizarro Comics), pero bueno, un poco de grotesco tampoco viene mal.
La de Ann Nocenti y John Bolton también agarra para el lado de la joda, pero no te la ves venir, está todo contado con mucho artificio e ingenio para que sea una sorpresa.
Otra de las imprescindibles es la de Alex Garland (otro guionista ignoto) y un gran Sean Phillips, que da cátedra de climas y de uso de las tramas mecánicas.
La de John Ostrander y Phillip Bond es una historia sencillita, tranqui, sin grandes aspiraciones, pero que funciona bárbaro, al filo de la comedia y con muchas pilas en el dibujo.
Y la de Kimo Temperance (¿quién?!) y Nathan Fox fue la sorpresa, la revelación. Una historia atrapante, con mucha fuerza, casi sin diálogos y con un dibujo devastador.
Después, tenemos guionistas buenos con dibujantes malos (no te imaginás el fiambre que se fumó el pobre Geoff Johns), dibujantes buenos con guiones chotos (el que le tocó a Scott Morse, por ejemplo), autores que habitualmente la rompen (Brian Azzarello, Ed Brubaker, Mike Mignola…) y esta vez no, y otros que remaron, pero no llegaron a un resultado convincente (Joe Kelly, Mike Wieringo, Jill Thompson, Dean Motter, un montón). Y bueno, así, como pudo, medio a los tumbos pero con algunos lindos chispazos, se terminó el invento de Batman: Black & White, una gran idea para atraer a autores grossos a los pagos del murciélago, que obviamente dejó de ser sustentable cuando los autores "grossos" pasaron a ser Paul Kuppeberg, John Watkiss, Tommy Castillo o Whilce Portacio. Es una lucha…
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Published on April 23, 2011 15:44

April 22, 2011

22/ 04: LA MARQUE DU PECHE Vol.2


Ay, qué mala leche! Justo se viene a fundir la editorial que publicaba esta saga cuando faltaba un tomo para el final. Carlos Trillo pensó La Marque du Peché como una serie de tres álbumes y sólo llegaron a publicarse dos. Lo cual es una triple cagada: primero y principal, porque la historia quedó trunca; segundo porque estábamos frente al mejor trabajo de la larga trayectoria de Horacio Domingues, el dibujante que acompañó a Trillo en esta epopeya; y tercero, porque el segundo tomo me gustó mucho más que el primero, lo cual me permite suponer que un tercero podría ser aún mejor.
Y dicho esto, vamos a relativizar uno de los tres puntos, el de "la historia quedó trunca". Sí, hay un tercer guión que quedará inédito. Pero el final del segundo tomo es eso: un final. Un final triste, desgarrador, sombrío. Pero un final al fin. No termina con la heroína colgada de un peñasco mientras de abajo la tirotean 50 monos, ni con un cartelito que dice "continuará". O sea que, si asumimos que los buenos también pierden, o que no todas las historias de amor terminan con el chico y la chica abrazados, La Marque du Peché se puede llegar a digerir como una serie de dos tomos en la que quedan un par de cabos sueltos. Por otro lado, el guión de este segundo tomo es tan intenso, que acá sucede lo que normalmente sucede en dos tomos de cualquier serie pensada para el mercado francés. No sé si Trillo lo pensó así de movida, o si originalmente eran cuatro tomos y le dijeron "acomodá todo en tres", pero lo cierto es que en estas 48 páginas pasan muchísimas cosas y todas las puntas esbozadas en la primera parte avanzan a full.
Como esto no terminó de editarse en Francia, las chances de que se edite en otro país (por ejemplo, este) son tan pequeñas como las de Lilita Carrió en las elecciones. Lo cual es decididamente choto, porque estamos ante una historieta que transcurre en Buenos Aires, en la época de Rosas. Este es el marco elegido por Trillo para la tormentosa historia de amor entre Angustias, la rica hacendada porteña, y Thomas, el dibujante y caricaturista francés, que llega al Río de la Plata huyendo de la intolerancia dictatorial de Luis Napoleón III y se encuentra con una intolerancia dictatorial un poquito menos civilizada que la de Francia. En el medio tenemos a los indios, a un relojero loco que fabrica réplicas mecánicas de los seres humanos y a un clásico de Trillo: el hermano de la heroína (en este caso Don Leandro Terrero) en el rol del villano más desalmado, lujurioso y perverso que te puedas imaginar.
De a poco, la corrupción, la violencia y la muerte van tiñendo a la historia de rojo sangre y el amor no se va al descenso, pero queda en zona de promoción. Probablemente en el tomo inédito se produjera el reencuentro entre Thomas y Angustias, pero en esta segunda parte, ganan por escándalo la tragedia, las humillaciones, las violaciones y los asesinatos, entre ellos el del villano más heavy. Las desgracias que se abaten sobre la pobre Angustias (y su amiga Ayelén) te parten el alma y en un punto querés que los indios se la morfen al spiedo, para que no sufra más.
Lo que sólo causa infinito placer es el dibujo de Horacio Domingues, que trabaja todo con unas texturas sutiles y de gran belleza. Todo el tiempo se ve el lápiz del maestro, sin entintar, realzado por un color impresionante y totalmente funcional a los climas que propone el guión. Domingues la rompe en las expresiones faciales y el lenguaje corporal de los personajes, sorprende en la recreación de la Buenos Aires de aquella época y le suma dramatismo y desesperación a la trama con esas tormentas que no dejan de azotar los cielos y que tienen casi tanto protagonismo como algunos personajes. Por suerte, acá tiene la posibilidad de dibujar menos cuadros por página que en Boggart (rara vez pasa de los 7) y Domingues aprovecha para lucirse, para que se vea y se disfrute a full esta evolución en su estilo, ya no tan cercano al de Carlos Meglia, con algunas cositas de Bobillo y de Mandrafina, pero con una gran impronta personal.
Autores argentinos, ambientación argentina, problemática argentina y una crisis europea que se encargó de que nunca podamos leer el final que Trillo y Domingues imaginaron para La Marque du Peché. Un bajón. Y más cuando los dos tomos que existen están buenísimos.
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Published on April 22, 2011 10:23

April 21, 2011

21/ 04: KICKBACK


Y un día el maestro David Lloyd se largó a escribir sus propios guiones. El resultado es este policial intenso, bien pensado y muy bien resuelto.
Kickback es la clásica historia de guerra entre carteles de narcos, con una policía casi tan turbia como los delincuentes metida en el medio. ¿Qué hace que no sea apenas una versión en historieta de esas típicas películas yankis de crimen urbano con Ray Liotta o Tom Berenger, que jamás se estrenan en los cines? La verdad, no mucho. Lo más interesante, lo que más complejidad le aporta a una trama en principio medio obvia, es el mambo psicológico de Joe Canelli, el cana protagónico, que arrastra un tema traumático desde su niñez. Esos momentos heavies de su infancia lo perturban, lo atormentan en unos sueños que al principio parecen crípticos, pero a los que después el guión se encarga de darles sentido y hasta peso propio en la trama. Como todo macho recio, no es mucho más lo que muestra Canelli en materia de personalidad, pero lo bueno es que no se va de la última página como empezó en la primera. Los mejores diálogos no se los lleva Canelli, sino su abuelo, un viejito hecho mierda con muchísima onda, que se roba la historia cada vez que aparece.
No se puede contar mucho del guión sin hacer evidente lo que Lloyd quiere que descubramos a lo largo de la novela. No sé si eso habla bien o mal del guión, pero es así. Podemos decir, sí, que no está estirado, que tiene algunos jueguitos muy ingeniosos de interacción entre texto e imagen (esperables en un tipo que dibujó guiones de Alan Moore, por supuesto) y que, como todo buen dibujante, Lloyd sabe cuándo "callarse la boca" y dejar que el dibujo se haga cargo de llevar adelante la narración. O sea que, como obra de un tipo que no suele escribir sino sólo dibujar, está muy bien.
A nivel dibujo, Lloyd no se guarda absolutamente nada y demuestra, una vez más, ser el mejor alumno de Solano López. Acá, además de escribir él mismo, se colorea él mismo y pela –photoshop mediante- una amplísima gama de recursos que no le habíamos visto nunca. Texturas, engamados, líneas que de pronto desaparecen porque les pega una luz, algunas fotos, tipografías, efectos expresionistas en los fondos… todo esto se combina sorprendentemente bien con el trazo siempre clásico y sobrio del dibujante de V for Vendetta. No faltan, quedate tranquilo, esas caras llenas de expresividad, ni esos claroscuros densos, inquietantes, que vimos por en ejemplo en The Horrorist (donde el maestro también se coloreó a sí mismo). Y por supuesto, con un guión escrito a su medida, su habitual virtuosismo como narrador gráfico queda tan, pero tan en evidencia, que por momentos es lo que más llama la atención.
No mucho más, realmente. Si te gusta el policial urbano, violento, realista, y no pretendés ninguna genialidad que le pegue un giro de 180 grados al género, acá te está esperando Kickback, dispuesto a ofrecerte un soborno irresistible: 96 páginas dibujadas por este inglés incombustible que no se cansa nunca de romperla.
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Published on April 21, 2011 16:33

April 20, 2011

20/ 04: RAMBLA ARRIBA, RAMBLA ABAJO


Otro de los pecados imperdonables de este blog es estar muy cerca de los 500 días online sin haber dedicado nunca una reseña a Carlos Giménez, quien tal vez sea el mejor autor de la historia del comic español. Es casi imposible explicar desde cero la trascendencia de la obra de Giménez, su importancia, su amplitud, su evolución a través de las casi cinco décadas que abarca. En un mundo más justo, eso te lo enseñarían en la escuela primaria. En general, a Giménez se lo identifica mucho con sus historietas autobiográficas, pero estamos frente a un autor que descolló también en la ciencia-ficción, el western, el erotismo, el costumbrismo, el comic romántico y hasta en el comic político, con obras que pueden leerse como potentes manifiestos y crónicas punzantes de la transición democrática española.
A mitad de camino entre la veta política y la autobiografía se inscribe este trabajo de mediados de los ´80, una especie spin-off de Los Profesionales, que en vez de centrarse en la vida de Pablito (el alter ego de Giménez) en la agencia donde se gana la vida como dibujante de historietas, nos lleva a recorrer de su mano las alucinantes ramblas de Barcelona. Al igual que Los Profesionales, Rambla Arriba… está ambientada a principios de los ´60, con 25 años de dictadura de Francisco Franco ya sobre las espaldas de una España donde empezaban a surgir tímidamente algunos brotes de rebeldía.
Un poquito de eso, un poquito de slice of life de los dibujantes fuera del estudio y un intento de relato romántico que se va al carajo del modo más abrupto (y gracioso) que se te pueda ocurrir conforman algo así como la trama central de Rambla Arriba…. Que es central, pero no principal, porque Giménez, puesto a tratar de recrear el caos polifónico de las ramblas, se cuelga cada dos por tres en situaciones e historias periféricas, que a veces se resuelven en apenas una página. Ahí también reside buena parte del atractivo de esta novela sinuosa y extraña, que te deleita más cuanto más se va por las ramas. A veces entre una secuencia de Pablito y la siguiente pasan cinco o seis páginas en las que el dibujante desaparece y el protagonismo se reparte (o, fieles a la ideología de Giménez, se socializa) entre viejitos, putas, policías, borrachos, perros, nenes, parejitas de novios, políticos, puesteros clandestinos… Cualquiera que ande por las ramblas (y si estuviste en Barcelona, sabés que TODO pasa por ahí) tiene sus cinco o seis viñetas de fama en esta historieta. La mejor de estas secuencias es –lejos- la del viejito que junta fuerzas para, por primera vez en su larga vida, pedir limosna a los transeúntes.
Por supuesto, con tantas interrupciones, la historia de Pablito avanza lento, como esas telenovelas de los ´90 que iban al corte cada cuatro escenas. El desarrollo de Pablito como personaje es poco: Giménez lo usa más de testigo de la época y el entorno que de reflejo de su propia vida, a diferencia del Carlines de Barrio, otra de sus sagas autobiográficas. De Pablito, tanto acá como en Los Profesionales, sabemos poco. Pero no falta la mano maestra de Giménez para componer y darle chapa a otros personajes, principalmente Marilyn y en menor medida Luz.
El dibujo del genio acá es tan perfecto como en todos sus trabajos de madurez, con ese claroscuro fuerte, esa línea versátil, esos fondos impresionantes… Todo es totalmente creíble: los trajes, los edificios, las expresiones faciales (que están exageradas para acentuar los momentos dramáticos o cómicos), hasta la forma de moverse de los personajes. Pero lo más notable de Rambla Arriba… es que Giménez encuentra la forma de meterle a un comic autobiográfico-sociopolítico la pata que le faltaba a Barrio y a Paracuellos: la experimentación, el vuelo, el riesgo a la hora de planificar la página. Olvidate de las tiritas de cuadros casi idénticos de Paracuellos, por ejemplo. Acá la grilla cambia todo el tiempo, los marcos de las viñetas muchas veces desaparecen (como en las anti-epopeyas urbanas de Will Eisner, con el que tanto se ha comparado a Giménez), hay secuencias mudas, secuencias "a oscuras", secuencias con cámara fija, tipo obra de teatro, el jueguito de las palomas en las últimas páginas… un montón de ideas narrativas desplegadas con generosidad y solvencia por un autor especialmente dotado para contarnos la vida y la obra, no de los héroes, sino de la gente común, o más todavía, de los pueblos.
Tengo más libros de Carlos Giménez sin leer (se consiguen a muy buen precio en la comiquería de mi barrio), así que prometo volver pronto a visitarlo, en Barcelona, en Madrid, o donde él lo disponga.
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Published on April 20, 2011 14:59

April 19, 2011

19/ 04: CAPTAIN AMERICA: WAR & REMEMBRANCE


Ahora que me bajé del tren de la serie actual, me dediqué a indagar en la larga historia del Capi América en busca de alguna etapa o saga grossa, que valiera la pena leer. Encontré dos: por un lado estos nueve números de 1979-80 y por el otro, la etapa de J.M. DeMatteis, que abarca (con varias interrupciones) los números 261 al 300 y que injustamente no está reeditada en libro.
Pero vamos a lo de Roger Stern y John Byrne, que es lo que se puede conseguir casi sin dificultad. Estos numeritos del Capi (247 al 255) no son exactamente majestuosos. Son buenos comics de superhéroes de hace 30 años. Tienen una chapa descomunal simplemente porque entre que Steve Englehart deja al Capi (allá por 1975) y que Stern y Byrne llegan al rescate, la serie es un bofe sin pies ni cabeza, como tantas otras series de la Verdul Age que no se entendía por qué se publicaban ni mucho menos por qué se vendían. Y sí, me juego: la etapa de Jack Kirby forma parte del bofe sin pies ni cabeza. Listo, lo dije.
Stern y Byrne apagan el incendio con solvencia, con clase, como cuando Caruso Lombardi vino a Racing a salvarnos del descenso y nos dejó quintos en la tabla. Los tres primeros números, además de dos villanos obvios tienen un villano encubierto que manipula toda la situación, y un par de pinceladas muy interesantes que definen la relación del Capi con Nick Fury en particular y con SHIELD en general. También desde el arranque está la sana intención de darle bola a Steve Rogers por afuera de su identidad heroica y de rodearlo de un elenco de secundarios atractivo. En tres números, vimos mucho más de lo que habían hecho todos los guionistas post-Englehart.
Después hay que destacar dos saguitas de dos episodios: la de Mr. Hyde y Batroc, repleta de machaca, sirve para entender que una cosa es ser villano y otra ser un genocida hijo de puta. Y la del Baron Blood en Inglaterra logra, por un lado, recrear la mística de los Invaders y, por el otro, mostrarnos algo que en 1980 no era frecuente: el Capitán América, héroe de héroes y símbolo patrio inmaculado, a veces también mata. Okey, mata a un vampiro totalmente sacado, más maligno que Rodríguez Larreta. Pero lo mata de verdad, como unos años después Superman mataría a los genocidas de la Zona Fantasma en esa saga que forzaría la partida de Byrne de la serie.
Pero por ahí lo más celebrado de esta etapa sean los unitarios. El que cierra el libro es un festejo de los 40 años del personaje y los autores lo aprovechan para pasar el limpio el origen del Capi, desarrollar algunos puntos y barrer bajo la alfombra otros que tienen que ver con la niñez, la juventud y el experimento que le cambió la vida a Rogers. Esta es, en una palabra, la primera aparición del origen moderno del Capi. Y además, como a Byrne lo dejan entintar sus propios lápices, es -lejos- el episodio de mayor atractivo visual. El otro unitario se hizo para celebrar los 250 números de la serie (que arrancó como Tales of Suspense) y tiene la consigna más ganchera de la historia: el Capi se postula para presidente de los EEUU. Obviamente sabés desde el primer momento que no, que se va a bajar de la candidatura (como tantos otros menos patriotas que él), pero lo grosso es eso, es esperar el momento y ver cómo, con qué discurso, bajando qué línea, el símbolo patrio le explica a las masas que lo suyo no es gobernar sino cagarse a trompadas con los villanos. Imaginate si se postulaba… Nos salvábamos de Reagan! Ah, no… cierto que esto es Marvel, no la realidad.. Perdón…
Me toca hablar del dibujo, pero creo que ni hace falta. Estamos hablando de comics de superhéroes dibujados por John Byrne en los ´80, o sea, está todo recontra-bien. Ni siquiera jode que lo entinte Joe Rubinstein, cuyo trazo tiene poco que ver con el del ídolo. El Byrne de esta época era un tsunami que se llevaba todo puesto, una máquina de laburar que generaba bocha de páginas por mes, con una calidad muy superior a la de la media de sus colegas. Byrne acá colaboraba con Stern en los guiones, o sea que es también responsable de que esta etapa –sin ser una gloria irrepetible- funcione como un relojito a la hora de combinar acción, emociones, desarrollo de personajes, revelaciones asombrosas y un ritmo atrapante, con espacio incluso para tirar temas importantes y dejarte pensando. Un clásico con aguante, de una época en la que leer mainstream era más riesgoso que engancharse hoy con un manga de Ivrea.
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Published on April 19, 2011 16:45

April 18, 2011

18/ 04: TEKKON KINKREET


¿Será Taiyo o Taiyou? ¿Se escribirá todo junto (Tekkonkinkreet) o separado, como lo escribí yo en el título? No es lo importante, no? Lo importante es que, a principios de los ´90, el sensei Matsumoto nos regaló uno de los mejores mangas de todos los tiempos, más allá de los géneros (se supone que es un seinen), de las décadas y de los países.
Tekkon Kinkreet (a veces publicada también como Black & White) quiere ser un canto a la vida, pero con un cantante tan horrendamente desafinado que lo echarían hasta de las bandas punk más extremas. Es una ficción, está clarísimo, pero también quiere hablar de la realidad. Es un drama –eso tampoco lo vamos a discutir- pero tiene momentos muy, muy cómicos. Y para ser una novela gráfica que habla básicamente de sentimientos, tiene unos niveles de violencia y una cantidad de escenas de machaca absolutamente estremecedores.
Pero es todo raro. El barrio de Takara-Cho es muy raro, los chicos protagonistas también, los villanos ni hablar. Hasta el freak de Go-Go Monster (por ahí no te acordás, pero la reseñamos el año pasado) era más normal que los personajes de Tekkon Kinkreet. Un elenco tan extraño, que no tiene una sóla mujer. Pero ni una, eh? Ni siquiera en un rol secundario. Está la esposa de uno de los yakuza, pero casi ni habla y su peso en la trama es ínfimo. No llega a ser un personaje, es una cosa que está ahí. Y entre los varones, hay para todos los gustos y Matsumoto se calienta por darle personalidades atractivas y por hacer crecer con el correr de las (infinitas) páginas a no menos de seis o siete personajes muy distintos.
Todos hermanados por una vida de mierda, claro, porque Tekkon Kinkreet es un comic de marginados, de policías, mafiosos y chicos de la calle enredados en una trama sórdida, violenta, totalmente por afuera de los roles que normalmente juegan estos actores en la sociedad. Es loquísimo ver a un pibe de 10 años matando gente a fierrazos en la nuca, pero ¿cuánto más cuerdo es ver a los canas secuestrar a un chico que agoniza en un hospital y retenerlo en una especie de falso jardín de infantes donde los propios canas son los maestros? A Matsumoto le divierte subvertir un poco todo. Hay algunos tramos en los que trata de ajustarse a las convenciones del típico manga de yakuzas: los tipos se hacen los duros, fuman habanos, hablan de copar territorios de los clanes rivales, desconfían de un probable buchón infiltrado, la cana fisgonea, hay pactos de honor por los cuales no se cagan a tiros de una… pero ni bien puede, estalla el descontrol: aparecen matones con superpoderes, o directamente aparecen los niños protagonistas, Shiro y Kuro, y los hacen crosta a patadas, botellazos y fierrazos.
Todo esto, magistralmente dibujado por un Matsumoto impresionante, lejos de los mangakas más revisitados, y cerca de autores como Moebius, José Muñoz, Didier Comés y Chabouté. Sus perspectivas urbanas medio chingadas, repletas de carteles luminosos y con esa línea casi esponjosa, recuerdan además a los comics sesentosos de Guy Peellaert influenciados por la psicodelia pop (Jodelle, Pravda la Survireuse) y en las escenas de acción se ve también el gusto de Matsumoto por el comic americano. La narrativa es trepidante, con páginas en las que saltamos entre cuatro o cinco escenas paralelas, y los dibujos que abren los distintos episodios son tan grossos que se te acalambran las retinas de tanto mirarlos.
Tekkon Kinkreet es un relato intenso, urgente, tremendo, de enorme profundidad, riquísimo para el análisis por su gran complejidad, un verdadero desafío para el lector en muchísimos aspectos. Está un toquecito estirado, un par de episodios podrían no estar y la obra se leería exactamente igual. Pero todo suma y contribuye a crear un manga definitivo, donde la pasión de un autor prendido fuego se nota en cada una de las viñetas. En gran medida gracias a la muy galardonada versión animada, hoy Shiro y Kuro son personajes muy conocidos entre los cultores del buen manga. Y a Matsumoto todavía no se lo venera demasiado, pero porque el tipo se esfuerza por crear obras cada vez más extremas, más crípticas y menos comerciales. Todo bien, mientras tengan el nivel de esta, o de Go-Go Monster.
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Published on April 18, 2011 18:29

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Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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