Andrés Accorsi's Blog, page 186

July 1, 2013

01/ 07: LOS MAS VENDIDOS DE JUNIO

Junio fue un mes bastante flojo en materia de ventas. No un horror como Febrero y Marzo, pero a años luz de Mayo, que había sido el mes record. ¿La clave? No salieron novedades gancheras. De hecho, ni una sóla de las novedades de Junio entró a la lista de los títulos 10 más vendidos, que es esta:
1) Pipí Cucú (De la Flor)
2) Bife Angosto Vol.3 (De la Flor)
3) Gaturro Vol.21 (De la Flor)
4) Rompe, Paga (De la Flor)
5) Ofelia Vol.1 (De la Flor)
6) Merci (De la Flor)
7) Peter Kampf lo Sabía (Ojo de Pez)
8) Etchenike (Pictus)
9) Malvinas (La Duendes)
10) Mecachendié (De la Flor)

La hegemonía de Ediciones De la Flor se mantiene un mes más, y ya es grosera, con siete de los diez puestos, incluyendo los SEIS primeros. Esta vez la pole position fue para el nuevo libro de Decur, que galopa a lomos de excelentes críticas y una intensa agenda de presentaciones. Pipí Cucú arrastra, además, las ventas de Merci, que no vendió más porque se agotó la segunda edición. Ahora, a esperar la tercera.
El nuevo libro de Montt arrastró las ventas de los anteriores (ahí está Mecachendié en el décimo puesto) y Ofelia, que arrancó muy tranqui, hoy tiene ganado un lugar entre los hitazos.
De los tres puestos que no se comió De la Flor, uno fue para el insumergible Peter Kampf (que arrasa desde 2011) y los otros dos para otras dos novedades de Mayo.
En Julio seguro se va a vender grosso el Vol.3 de Términus (que salió justo a fin de Junio) y –si sale- el primer tomo de Perramus. Al resto de las novedades les pongo menos fichas, aunque tenemos trabajos de Brian Janchez, Jorge Quien, Fabio Zurita, J.J. Rovella y una nueva antología con laburos de muy buenos autores, que en una de esas da el batacazo. Veremos qué sucede.
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Published on July 01, 2013 15:40

01/ 06: LOS MAS VENDIDOS DE JUNIO

Junio fue un mes bastante flojo en materia de ventas. No un horror como Febrero y Marzo, pero a años luz de Mayo, que había sido el mes record. ¿La clave? No salieron novedades gancheras. De hecho, ni una sóla de las novedades de Junio entró a la lista de los títulos 10 más vendidos, que es esta:
1) Pipí Cucú (De la Flor)
2) Bife Angosto Vol.3 (De la Flor)
3) Gaturro Vol.21 (De la Flor)
4) Rompe, Paga (De la Flor)
5) Ofelia Vol.1 (De la Flor)
6) Merci (De la Flor)
7) Peter Kampf lo Sabía (Ojo de Pez)
8) Etchenike (Pictus)
9) Malvinas (La Duendes)
10) Mecachendié (De la Flor)

La hegemonía de Ediciones De la Flor se mantiene un mes más, y ya es grosera, con siete de los diez puestos, incluyendo los SEIS primeros. Esta vez la pole position fue para el nuevo libro de Decur, que galopa a lomos de excelentes críticas y una intensa agenda de presentaciones. Pipí Cucú arrastra, además, las ventas de Merci, que no vendió más porque se agotó la segunda edición. Ahora, a esperar la tercera.
El nuevo libro de Montt arrastró las ventas de los anteriores (ahí está Mecachendié en el décimo puesto) y Ofelia, que arrancó muy tranqui, hoy tiene ganado un lugar entre los hitazos.
De los tres puestos que no se comió De la Flor, uno fue para el insumergible Peter Kampf (que arrasa desde 2011) y los otros dos para otras dos novedades de Mayo.
En Julio seguro se va a vender grosso el Vol.3 de Términus (que salió justo a fin de Junio) y –si sale- el primer tomo de Perramus. Al resto de las novedades les pongo menos fichas, aunque tenemos trabajos de Brian Janchez, Jorge Quien, Fabio Zurita, J.J. Rovella y una nueva antología con laburos de muy buenos autores, que en una de esas da el batacazo. Veremos qué sucede.
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Published on July 01, 2013 15:40

June 30, 2013

30/ 06: DAGO: SAQUEO DE ROMA Vol.3

Final para esta saga que tiene más de 10 años, pero que en Argentina nuca se había publicado completa. La verdad que me entretuvo bastante, pero me dejó con un gustito agridulce. Veamos:
En primer lugar, Dago pierde. Al principio, su objetivo es evitar el saqueo a Roma. Al final, ya se conforma con que las hordas imperiales no violen a huerfanitas de 12 años o no cocinen al Papa Clemente al spiedo. Es el precio a pagar por aprovechar un contexto histórico para nutrir tus historietas: no podés hacer que Dago cambie el curso de la Historia y evite que suceda lo que todos los libros de Historia dicen que sucedió. O si lo hacés, tenés que plantear la serie como una ucronía (tipo Rex Mundi) o encararla en son de joda (tipo Astérix). Robin Wood elige para Dago un rigor histórico prácticamente sin fisuras y para respetarlo, el héroe tiene que aspirar a un rol secundario, a veces de mero testigo.
Aún así, Dago realiza una hazaña o un acto de justicia cada 12 páginas, siempre, sin faltar nunca a la cita. Después del saqueo, no puede simplemente abandonar Roma en su caballo: se tiene que ir con unas minitas, y la difícil misión de llevarlas sanas y salvas a su aldea natal, lo que significa vencer a más ladrones y asesinos. Y en la aldea, no lo esperan con los brazos abiertos: hay una trama de muerte, lujuria y demencia que Dago debe desentrañar antes de entregar las minitas a su abuelo. Y al final, no puede simplemente despedirse de las minitas: tiene que enfrentar a un asesino serial que casi mata a una de ellas... y así. No para nunca, pobre pibe. En los viajes, en las misiones, en las horas de descanso, siempre tiene garantizado un peligro cada 12 páginas.
Y también porque los episodios duran 12 páginas, a veces se desaprovechan ideas de gran potencial. El villano del último episodio, por ejemplo. Andrea Cornelli, galán, poeta, ilusionista y asesino serial, tenía todo para ser un personajón, un excelente némesis para Dago. Sin embargo, como esto es una especie de epílogo del epílogo de la saga de Roma, Wood opta por desarrollarlo a lo largo de... nueve páginas. Cornelii aparece en la página 3, y en la 12 ya es boleta.
Lo mejor del tomo, a nivel guión, está al principio, cuando Dago salva a una dama de la nobleza veneciana y se entera de que no es otra que la esposa del Príncipe Bertini, uno de los integrantes de la conjura que masacró a su familia. Ahí, el guionista pone a prueba la integridad del héroe. ¿Qué onda? ¿Se cobra venganza de Bertini y liquida con total impunidad a su esposa y a su hija? ¿O va hasta las últimas consecuencias para salvar a las mujeres de una muerte segura y deja para más adelante la venganza contra el Príncipe? Ahí hay un dilema moral muy jugoso, apuntalado por excelentes diálogos y elocuentes silencios. Y se supone que el climax de la saga va a llegar cuando se enfrenten Dago y Enfeldt, el poderoso fanático luterano que arengó a la horda para ir contra la ciudad del Papa. Bien, la lucha final, a todo o nada, entre Dago y el monje dura... una página. Cinco viñetas. Si Dago se lo podía sacar de encima tan fácilmente, ¿no era más lógico pasarlo a valores al principio del Vol.1, y ahorrarnos tantas atrocidades? No, porque Wood está a atado por la Historia y sin Enfeldt no había saqueo. El rigor histórico le ganó a la lógica argumental de la saga.
El dibujo de Carlos Gómez es, de nuevo, formidable. El cordobés tomó la base académico-realista de Alberto Salinas y le agregó plasticidad, dinamismo, ritmo, onda. Y además, al trabajar con páginas de muchas menos viñetas y casi ningún bloque de texto, se puede jugar mucho más a modernizar la narrativa, a explorar nuevas variantes. Casi siempre le sale muy bien.
Excelente la iniciativa de Comic.ar de publicar este material en nuestro país. Dago te puede gustar más o menos, pero sin dudas la saga del saqueo de Roma es un punto altísimo en los más de 30 años de historia del personaje, y era una injusticia que los lectores hispanoparlantes no tuvieran acceso a ella. Veremos cuándo y con qué material sigue esta colección. Yo, mientras dibuje Gómez, compro sin preguntar si están buenos los guiones. Total, es Robin Wood, y eso te garantiza una calidad mínima más que consistente. Un Wood a media máquina con un Gómez al nivel que vimos en estos tres tomitos, me recontra-cierra.
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Published on June 30, 2013 12:28

June 29, 2013

29/ 06: THE HIVE

Llegó, nomás, la secuela de la maravillosa X´Ed Out, que comentáramos allá por el 09/01/11. Recomiendo enfáticamente releer esa reseña, porque esta va a ser cortita, para no repetir los conceptos de aquella.
No pienso hablar del dibujo de Charles Burns, por ejemplo. Simplemente quiero señalar que, así como en el tomo anterior metía muchísimas referencias y homenajes a las historietas de Tintín, acá se ceba a full con brillantes recreaciones de los comics románticos de los ´60, los que vimos cuando me tocó reseñar aquel Showcase de Young Love. Es alucinante ver a Burns reversionar hoy la estética de los maestros de hace 50 años, esa línea anodina y pulcra que desplegaban en las historietas románticas tipos como John Romita, Win Mortimer o Mike Sekowsky. También hay muchos guiños a Hergé, y muchísimo del imaginario propio de Burns, de esas cosas que sólo a este genio se le ocurre dibujar y que, metidas en un comic de cualquier otro autor, suenan a burdo choreo a Burns. Acá, el prócer nos obsequia algunas de sus imágenes más bizarras y perturbadoras (especialmente en la inolvidable página 24), todo tan groseramente bien dibujado y tan bien complementado con el color, que The Hive merecería ganar todos los premios aunque no tuviera guión.
Por suerte tiene guión, y está muy bueno. Esta vez Burns no va para adelante, para atrás y para los costados. Va sólo para adelante y para los costados. Y está muy bien, porque además de internarnos en secuencias totalmente adictivas, completa (no necesariamente explica) mucho de lo que ya vimos en el tomo anterior. El foco sigue puesto en Doug, pero esta vez Suzy, su novia, recibe mucha atención por parte del autor, que parece decidido a darle chapa de gran personaje. Los misterios siguen siendo muchos y muy gancheros, lo cual no hace más que sumarle expectativa a la próxima novela gráfica, la que cerrará la trilogía, cuya aparición espero para... dentro de media hora, en lo posible.
Con diálogos perfectos, con perversos jueguitos entre distintos niveles de realidad, con personajes muy creíbles y situaciones cada vez más retorcidas, Charles Burns demuestra una vez más estar en la cumbre de su oficio. Amor y horror, asco y virtuosismo, delirio y misterio. Es muy difícil describir lo que se siente al leer esta historieta. Creeme que es muy rara, muy hermosa y te deja muy, muy cebado, aunque no sepas cómo (ni cuándo) puede llegar a terminar. Papa finísima.
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Published on June 29, 2013 14:45

June 28, 2013

28/ 06: BLACK WIDOW

A fines de 1999, cuando todavía no había empezado el reinado mágico de Joe Quesada y Bill Jemas y cuando faltaban años para que el personaje cobrara chapa de la mano de Scarlett Johansson y las pelis masivas, alguien en Marvel decidió darle la oportunidad de brillar a Black Widow, la eterna segundona.
A la hora de buscar guionista, fueron a la opción más obvia: Devin Grayson, que por aquel entonces escribía Catwoman en DC. En sólo tres episodios, Grayson tenía que pilotear un desafío bravo: reconciliar a Natasha con su pasado como espía y presentarnos a una nueva Black Widow, una chica joven, inexperta, hambrienta de gloria y absolutamente leal a Rusia (en contrapunto con Natasha, que en los ´60 traicionó y se pasó al bando de los yankis). Todo esto, atravesado por una aventura, claro, porque para que este tipo de comics funcionen, los personajes tienen que vivir situaciones límite cada 22 páginas. En una demostración de vanguardismo, Grayson elige como villanos a los fundamentalistas islámicos, dos años antes de los antentados en las Torres Gemelas y el Pentágono. Diez años después, Pierre Christin elegiría a los mismos villanos para la historieta que vimos ayer, aunque obviamente con más huevos, porque te dice claramente que son de Georgia (no de “Rhapastan”) y por lo que veíamos ayer del cuidado meticuloso por conservar el verosímil. Lo de Grayson es mil veces más pochoclero, repleto de escenas de alto impacto, pero claro, el verosímil queda más roto que cuando Prat Gay y Lilita Carrió se definen como “de centroizquierda”.
Y en el dibujo hubo un poquito más de riesgo: el elegido fue J.G. Jones, que en ese momento no era un artista cotizado, ni mucho menos. De hecho, este fue su primer trabajo para una de las “big two”. Pero qué trabajo, maestro! No sé cuánto tardó Jones para dibujar esas 66 páginas, ni cuántos asistentes metieron mano. Lo cierto es que es un trabajo absolutamente consagratorio al que no sé si logró superar en los 14 años transcurridos desde entonces. Esto es dibujo académico-realista de gran nivel, con la referencia fotográfica muy bien integrada, una gran simbiosis con los coloristas, miles de truquitos para darle ritmo a la narrativa y un preciocismo muy fino, como para dotar al pochoclo de una cierta pátina de sofisticación. Gran labor, en serio.
A todo esto, el TPB ofrece una segunda miniserie de tres episodios, y de nuevo hacen la obvia: a Grayson se suma Greg Rucka, que la acababa de romper con el debut de Queen & Country, otra serie de espionaje con protagonista mujer. Esta vez la aventura ocupa un rol casi secundario. A Grayson y Rucka les interesa más bucear en la mente de Yelena Belova (la nueva Black Widow) para definir mejor quién es, cómo se va a relacionar con Natasha y desde dónde va a encarar su laburo como agente del recontra-espionaje. Para eso arman una trama muy psicológica, con psicopateadas al límite, bastante ganchera aunque aún menos verosímil que la anterior. La acción transcurre en New York (en el barrio donde paré yo en Octubre) y eso permite que venga a jugar con las viudas el querido Daredevil, un personaje que garpa incluso cuando lo ponen de suplente, a jugar los últimos 10 minutos del partido. Nick Fury también aparece, pero aporta poquito.
El dibujo está a cargo del glorioso Scott Hampton, un dibujante de la línea pictórica, a quien uno relaciona mucho más con historias de castillos, hadas, duendes y criaturas fantásticas que con una de machaca urbana en el Upper West Side. El maestro igual se la banca: dibuja lindas peleas, hermosos primeros planos y cuando no puede zafar de dibujar los fondos, retrata las locaciones de New York con magia, sutileza e inobjetable criterio estético.
Ninguna de las dos saguitas son joyas y a la vez ninguna de las dos falla en sus propósitos. O sea que si sos fan de Black Widow, o de alguno de los cuatro autores mencionados, o te parece interesante el rol de los espías y agentes onda James Bond o Golgo 13 en un mundo en el que existen los superhéroes, en este libro vas a encontrar buenas dosis de machaca, buenos diálogos, muchas situaciones fuertes y –como bonus track- la presentación de una nueva Viuda. No sé si Yelena Belova hoy sigue activa, pero acá muestra condiciones para meterse en el grupito de los personajes atractivos a los que estaría bueno verlos desarrollarse más. Hay por lo menos un TPB más de Black Widow que no tengo y me interesa leer, así que voy por él.
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Published on June 28, 2013 13:21

June 27, 2013

27/ 06: LENA Y LAS TRES MUJERES

Hace ya varios años, cuando terminé de leer El Largo Viaje de Lena, de los maestros Pierre Christin y André Juillard, no me imaginé ni por puta que acababa de terminar el primer tomo de una serie. Era una historia redondísima, bella y cautivante por donde se la mirase, con muchos de los elementos que Christin ya había empleado en Las Falanges del Orden Negro y Partida de Caza, dos de sus grandes álbumes autoconclusivos junto al inmenso Enki Bilal. Imaginate mi sorpresa cuando encuentro en la comiquería de mi barrio un segundo tomo de Lena, firmado por los grossos en 2009. Adentro, de una. Y a ver qué pasa cuando un excelente tomo unitario pega el salto y se convierte en serie.
Lo que más me llamó la atención es cómo se esfuerza Christin por sostener el verosímil. El primer tomo terminó con un final muy feliz para Lena y de pronto necesitamos que se vuelva a sumergir en la fosa séptica del espionaje internacional, para infiltrarse en una peligrosa célula islámica. ¿Cómo la convencemos? En un comic yanki, aparecería un personaje hiper-carismático experto en psicopateadas, tipo Amanda Waller, Nick Fury o Paul Crocker y con un par de one-liners la tiene envuelta para regalo preguntando qué modelo de coche-bomba tiene que manejar. Acá la cosa es más realista y así es como la historia tarda 10 largas páginas en encauzarse hacia una nueva aventura al límite de esta super-agente que comparte sólo la profesión con la Black Widow de Marvel (a la que casualmente vamos a visitar mañana). A Lena no le causa mucha gracia andar calzada, no le gusta correr ni revolear patadas, ni mucho menos usar ropa ajustada que resalte sus atributos físicos. Porque, claro, es un personaje de comic francés.
Quizás porque trabaja con un dibujante decidamente frío como Juillard, Christin hace esfuerzos extremos por desenfatizar la tensión que crea con su propio guión. Desde que Lena llega a París, el clima de la obra se hace cada vez más denso, más exasperante, al punto que sentís el tic-tac de una bomba que está por explotar. Y sin embargo, guión y dibujo se confabulan para disimular esa urgencia, para que la historia conserve ese ritmo parsimonioso, como si no se estuviera por ir todo a la mierda. Los autores no apelan a ninguno de los típicos recursos para crear tensión: no hay dibujos repetidos, no hay acercamientos de cámara, no aparecen de golpe las grillas de 700.000 cuadritos para comprimir el tempo narrativo, ni la ametralladora de frases cortitas en los bloques de texto... El argumento, el propio devenir de los acontecimientos, es el único que se hace cargo de que estamos sobre una cornisa muy, muy finita.
Por supuesto, cuando llega la acción, es casi imperceptible. A Juillard ni se le ocurre plantear una página con poquitos cuadros para darle más envergadura a la única escena realmente impactante del libro y el final definitivo de “los malos” llega en un flashback de una sóla viñeta, en la última página. ¿Se dieron cuenta tarde de que la historia se terminaba en la página 54, o es todo un ejercicio de estilo, para diferenciarse aún más de las típicas historietas de espías? No me juego por ninguna de las dos respuestas.
Sí voy al frente como un tailibán duro de merca para afirmar con toda la contundencia que haga falta que el guión es MUY bueno, MUY atrapante, con un nivel de investigación y de observación por parte de Christin realmente impresionante y con un subtexto que trasciende ampliamente a los cheap thrills del género y que tiene que ver con el choque de culturas entre Europa y Medio Oriente. El creador de Valérian exprime a full ese contrapunto, con maravillosos resultados. Y el dibujo de Juillard... bueno, si no te molesta el virtuosismo pecho frío, hay que sacarse el sombrero. En las expresiones faciales, Juillard es limitado: sólo maneja las más leves, las más sutiles, un repertorio de mohínes casi imperceptibles, más allá de la gravedad de la situación. En todo lo demás, es devastador: paisajes, decorados, vehículos, armas, vestimenta, lenguaje corporal... todo es demasiado perfecto para ser real, y por si faltara algo, el propio Juillard lo realza con un color hermoso, tan propio del maestro como su grafismo. El dibujante de Pluma al Viento se mata como nadie en cada viñeta, y encima pocas páginas bajan de las 7 u 8 viñetas. Es frío, es distante, casi no usa primeros planos, no le gusta dibujar acción, pero es un monstruo, no hay con qué darle...
Si nunca leíste El Largo Viaje de Lena, te lo recontra-recomiendo, porque es una maravilla. Y una vez que leas eso, va a ser casi imposible que te resistas a esta secuela, porque seguro te vas a hacer fan de esta atípica y logradísima creación de Christin y Juillard, dos nombres a esta altura fundamentales en la historia del comic francés. Cuando salga el tercer tomo, cuentan conmigo.
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Published on June 27, 2013 18:31

June 26, 2013

26/ 06: METROPOL

Hoy tengo poquito tiempo, y justo me leí un broli superpower, con milones de páginas. Trataré de ser sintético.
Metropol es una obra del genial Ted McKeever, serializada entre 1991 y 1992 en el sello Epic. Desde entonces, se reeditó dos veces, primero en cinco libros (excelente edición del sello canadiense Sorhenn) y más tarde en uno sólo (en Image, como parte de la colección de la cual ya vimos los dos tomos anteriores). La historia es básica: se viene el juicio final, el apocalipsis definitivo, en una extraña ciudad amurallada, sin contacto con el resto del mundo. Pronto las calles se infectan de monstruos y demonios, se extienden todo tipo de epidemias y muere gente por decenas de miles. Es hora de que entren en acción los ángeles, a tratar de parar la embestida del Infierno. Claro que los ángeles no son lindos, buenos y asexuados, sino gente normal, bastante baqueteada por la vida, que muere y renace con los poderes –y el designio- divinos.
McKeever nos mostrará la enésima batalla entre el Cielo y el Infierno librada en la Tierra, y será una batlla cruenta, truculenta, con un grado de violencia escalofriante. También (como suele suceder en estos casos) utilizará la situación límite para reflexionar sobre la alienación en las grandes urbes, lo fácil que juzgamos al de al lado, lo rápido que los mediocres y los resentidos abrazan la causa del Mal, lo difícil que es lograr que la solidaridad le gane al “sálvese quien pueda”. Todo esto en el marco de una aventura lineal, atrapante, de gran escala, que no cae en la grandilocuencia barata.
De todos modos, siempre se nota un piolín de la marioneta: de principio a fin, te queda claro que el guión de Metropol es este y no otro, porque así McKeever tiene excusas para dibujar lo que tenía ganas de dibujar. Y claro, no le podés decir ni mu, porque el dibujo del ídolo está a ese nivel superlativo, tremendo, de sus mejores trabajos. Con un claroscuro visceral y recontra-expresivo, McKeever deforma todo, rediseña todo, le imprime a todo su identidad gráfica, que corroe y carcome como un virus fuera de control a toda la imaginería de Cielo, Infierno y gran ciudad.
Pasada la mitad de la obra, el autor pega un volantazo muy fumado: en medio de una historia seria, jodida, densa... resucita Eddy Current (ver reseña del 08/12/10) para aportarle humor y delirio a un guión que no sé si lo necesitaba. El pase de magia es brillante: uno de los ángeles, Sarakiel, en realidad es la Monja, la amiga de Eddy. Y bueno, re-cierra. Pero después hace una demás: muy sobre el final, nos revela que otro de los ángeles, Jasper Notochord, muerto y resucitado como Enoch, en realidad es Spud, uno de los protagonistas de Transit (ver reseña del 01/06/10)... y eso cierra bastante menos. La idea es piola: Metropol vendría a ser el broche de oro de una especie de “trilogía urbana” de McKeever y está bueno que todos los personajes tengan su rol en la saga. Pero si tenés sólo seis “buenos”, que tres sean personajes de las obras anteriores, es un poco mucho, demasiada coincidencia.
Más allá de eso, Metropol te lleva puesto como una aplanadora. Es una saga muy jugada, muy a todo o nada, que no da respiro, llena de momentos alucinantes. Y dibujada por un genio pasado de rosca al que hay que comprarle todo lo que dibuja, siempre, hasta que llegue el verdadero Juicio Final o funcionen las escaleras mecánicas de la estación Juramento (a esta altura, las dos cosas son igual de improbables). Aguante McKeever.
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Published on June 26, 2013 17:38

June 25, 2013

25/ 06: CITY OF TOMORROW

Howard Chaykin lo hizo de nuevo. Acá está todo lo mejor del maestro, todos los rasgos típicos de su estilo, condensados en menos de 150 páginas. Acá están la ciencia-ficción distópica, la comedia, la corrupción, la lujuria, la acción, la violencia, los chistes subidos de tono, las ideas zarpadas, la bajada de línea socio-política... todo lo que Chaykin mejor hizo en su carrera, en una sóla obra, que por cierto pasó bastante desapercibida cuando la editó WildStorm allá por 2005.
Habitualmente, en los ´80 y ´90, el maestro planteaba este tipo de historias en 88-96 páginas, y terminaba por resolver todo sobre la hora; miles de incógnitas se despejaban, una atrás de otra, en el último tramo de las obras. Esta vez la planteó para seis entregas de 22 páginas, lo cual le permite, por un lado, resolver todo con más aire, con más naturalidad; y por el otro, meter mucha splash-page y no pocas páginas de tres viñetas. Obviamente esto repercute en un notable lucimiento del dibujo, que lo deja a Chaykin muy bien parado. Es bastante evidente que acá metieron mano varios asistentes y también queda clarísimo la importancia de la labor de la colorista Michelle Madsen (que entiende a la perfección al Chaykin del Tercer Milenio) y de los letristas de ComiCraft, que detonan un asombroso arsenal de tipografías en diálogos, carteles, pantallas y onomatopeyas. Por supuesto, no faltan los clásicos truquitos del maestro a la hora de resolver la puesta en página, esas típicas viñetas con primeros planos o planos detalle, con marquitos bien finitos y metidas adentro de viñetas más grandes. De esas hay muchas, todas muy bien dibujadas y puestas donde tienen que ir.
Lo bueno es que la mayor decompresión del relato no le da pie a Chaykin para despilfarrar páginas en secuencias intrascendentes. El guión de City of Tomorrow tiene la complejidad suficiente para que cada página tenga su escena importante, su pieza fundamental para armar este rompecabezas. La complejidad a la que hacía mención está garantizada, por un lado, por el elenco: tenemos a un protagonista excluyente, Tucker Foyle, a otros cuatro personajes muy importantes, con casi tanto peso como él, a los que Chaykin desarrolla muchísimo (el padre de Tucker, Ash, Fabian y Adam), tres o cuatro personajes secundarios que hacen su aporte, más un par que aparecen, intentan cobrar protagonismo, pero terminan por durar muy poco. Tucker es un personaje 100% Chaykin: soberbio, pendenciero, ganador, decidido a hacer justicia aunque nadie se lo pida. Y los otros personajes importantes son todos cajas de sorpresas, siempre listos para habilitarle al guión nuevos giros impredecibles.
Lo otro que garantiza la complejidad de la trama es el mundo: Chaykin crea una sociedad que no existe, Columbia, la idílica isla del mañana donde los androides le brindan a los humanos toda clase de servicios. Sin aburrir con el background y las explicaciones, el autor le saca un jugo enorme al contrapunto entre los personajes de carne y hueso y los generados de modo artificial. Por supuesto, donde hay humanos hay corrupción y pronto el tecno-paraíso de Eli Foyle se convertirá en un nido de gangsters, prostitutas, narcos y garcas varios, una runfla espesa y violenta, bien condimentada con traiciones y cuernos, que le resulta atractiva a la propia presidenta de los EEUU para sus propios intereses, que tampoco son demasiado transparentes.
Con todo eso, Chaykin arma un thriller vibrante, en el que abundan la machaca (incluso sobra un poquito), los peligros y los diálogos ingeniosos, en esos incesantes duelos de esgrima verbal entre cínicos, nihilistas y meros hijos de puta. Ah, y entre toda la mala leche y la podredumbre moral, crece una historia de amor, bizarra e impredecible, pero con todo el romanticismo que puede caber en una saga de este tipo. “Después de todo, todo esto es por amor”, dice Chaykin en un bloque de texto que revela los pensamientos de Tucker cerca del final. Y no es así, es un jueguito que hace el maestro para la tribuna. Pero así como no escasea el sexo (picantito, casi al límite), el amor también tiene su quintita en este atractivo tapiz.
City of Tomorrow no aspira al rótulo de “historieta perfecta”, pero es un trabajo de enorme solidez, dinámico, entretenido, con puntas para pensar, nacido de la pluma de uno de los íconos, de los referentes que dio el comic yanki en los últimos 40 años. Un creador siempre vigente, siempre dispuesto a timbear por lo nuevo, acostumbrado a imponer su sello personal en todos los proyectos que encara. Cada nuevo trabajo de Howard Chaykin promete más que todos los candidatos de todos los partidos políticos. City of Tomorrow, además, cumple.
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Published on June 25, 2013 18:19

June 24, 2013

24/ 06: IS THAT ALL THERE IS?

El holandés Joost Swarte es, desde hace 40 años, el pionero de la línea clara posmoderna, el primero en estudiar a fondo y renovar (sobre todo desde lo temático) el estilo que identificara durante décadas al maestro Hergé. De hecho, el primero en acuñar el término “línea clara” fue el propio Swarte. ¿Por qué, áun hoy, Swarte es un autor de culto, sólo venerado por un puñado de autores y especialistas? Porque tiene muy poquita producción. El maestro se dedicó también al diseño gráfico y a la arquitectura, y en ambas disciplinas le fue muy bien y ganó mucha guita. Por eso tiene muy pocas historietas en su haber. De hecho, fuera de las 135 páginas que ofrece este recopilatorio, yo sólo conozco las 42 de Un Journal Phénoménal, una obra de 1977 apuntada al público infantil. Todo lo demás, lo que en su momento apareció en las grandes antologías ochentosas (Cairo, El Víbora, Raw, Metal Hurlant, etc.) está acá, en este tomo coherentemente titulado ¿Esto es todo lo que hay?
En la recopilación predominan las historias cortas (las dos más largas tienen 16 páginas), y dentro de estas, predominan los chistes largos, las historias de corte claramente humorístico, que no siempre avanzan hacia un remate cómico, pero se desenvuelven en ese registro, al que Swarte maneja con muchísima soltura, con una gran variedad de recursos a su disposición para lograr la sonrisa del lector. También hay breves aventuras, interesantes no tanto por los argumentos (que suelen seguir una lógica esquiva, medio caprichosa, como la de los sueños) sino por los diálogos (brillantes en esta traducción de Kim Thompson, a quien aprovecho para homenajear a poquitos días de su lamentable deceso) y por un elemento alucinante, que se convertirá en la base de la línea clara posmoderna (o Estilo Atómico): el quiebre entre la estética visual y la temática de las historias.
Swarte dibuja casi como si fuera Hergé: prolijito, elegante, sin sombras, con objetos y fondos mucho más realistas que los personajes... hasta dibuja a los negros con esos rasgos que hoy resultan racistas y en los años ´30 no. El dibujo es impecable, la narrativa es cristalina, la tipografía es tan perfecta que asusta, todo transmite un clima de sofisticada armonía. Y sin embargo, en las historias que cuenta Swarte no sólo hay lugar para patéticos y fracasados como Jopo de Pojo y Anton Makassar. También afloran por todas partes la corrupción, la violencia, la mala leche, la lujuria, los criminales, los estafadores, los pordioseros, los fanáticos religiosos, los traidores... De a poquito y sin romper nunca los códigos del humor, Swarte nos va llevando por la senda de la miseria, de la depravación, de las muertes escabrosas, de la atrocidad por la atrocidad misma, sin mensajes moralistas y muchas veces sin siquiera una esperanza. Este contraste entre el dibujo amistoso y pulcro y las historias sórdidas y cínicas resultará crucial para la renovación de la línea clara de la segunda mitad de los ´70 y toda la década del ´80.
De particular interés es una historieta muy cortita, apenas 7 viñetas, realizada por Swarte en 1978, para protestar contra la participación de Holanda en el Mundial que se jugó en nuestro país. En clave de humorada, el autor muestra a los milicos argentinos utilizando al Mundial para torturar de maneras novedosas a los presos políticos. Pero hay muchas muy graciosas. Y algunas de corte más informativo, como la que explica (de modo ingenioso y ameno) cómo trabajan las imprentas que imprimen en cuatricromía (el famoso CMYK), interesantísima para los que no saben cómo se coloreaban las historietas antes de que se desarrollaran el photoshop y demás software de color digital.
Si te gusta la línea clara y seguís a alguno de los autores que descollaron en este estilo de... 1975 para acá, te tengo que contar que son TODOS hijos de Swarte. Salvo algún nostálgico que no se quiso mover nunca de la sombra de Hergé, todos los demás encontraron en el maestro holandés una nueva forma de transitar por un viejo camino. Si no te gusta la línea clara... no sé si recomendarte este libro; lo más probable es que no, porque la impronta visual es tan fuerte que –si no te copa- cuesta dejarla de lado para meterte en las historias. De todos modos, siempre está bueno descubrir a Joost Swarte, porque es un innovador, un tipo que partió aguas, que descubrió cosas que nadie creía que se podían hacer en la historieta franco-belga, un vanguardista del cual –estoy casi seguro- vas a oir hablar bastante en los próximos meses. ¿Esto es todo lo que hay? Sí, pero mañana hay otra reseña.
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Published on June 24, 2013 18:38

June 23, 2013

23/ 06: Y: THE LAST MAN (DELUXE EDITION) Vol.4

Uh, me fui a la mierda. Hacía más de dos años que no leía Y: The Last Man! El blog no me deja mentir: la tanda anterior de 12 episodios la terminé el 16/02/11. ¿Cómo aguanté tanto tiempo sin tirarme encima de este libro, que me compré en Octubre de 2012? Ni idea. Lo que sé es que me falta sólo el último tomo, estoy a 12 míseros episodios del final y ya no tengo chances de leerlos antes de fin de año. Es una deuda conmigo mismo que prometo saldar en 2014.
En general, este tomo se parece bastante al anterior. Acá se nota un poquito más que a Brian Vaughan ya no se le ocurren tantas cosas para que le pasen a Yorick, con lo cual acentúa más la tendencia de abrirle el juego a los personajes secundarios. Así es como tenemos muchas, muchísimas secuencias (tanto flashbacks como del presente) centradas en la Dra. Alison Mann, en la agente 355, en la hermana de Yorick, en su mamá, en Alter Tse´elon y hasta en Ampersand, el monito, el otro macho que quedó vivo después del genericidio, que tal vez sea la clave para resolver este gigantesco misterio. Yorick no está exactamente de adorno: sigue siendo el único hombre vivo en el planeta y su cotización sigue en alza. Así es como nunca faltan las peripecias jodidas, las persecuciones, amenazas y capturas por parte de minas inescrupulosas que se quieren quedar con el último macho del mundo a como dé lugar.
Vaughan se mete él solito en un lindo brete: por un lado, se supone que las lectoras mujeres van a interesarse por esta serie, por el hecho de que –salvo el pibe del título- tiene un elenco íntegramente compuesto por mujeres. El guionista se hace cargo de eso, y labura mucho para darle a cada una de estas chicas de papel y tinta una verdadera carnadura humana, una verdadera tridimensionalidad. Las minas de Y: The Last Man son creíbles, complejas, de vez en cuando hasta entrañables. Pero claro, esta es una serie de aventuras, y para que haya aventuras tiene que haber villanos que hagan de las suyas. Y acá hay villanas. Capítulo tras capítulo, Vaughan nos estremece al mostrarnos las crueldades, las maldades, las aberraciones que son capaces de hacer estas minas, tan jodidas, ambiciosas, retorcidas y perversas como los villanos más turros que dio el género masculino. Con el agravante de que es más heavy, más shockeante, ver a una mina comportarse de modos tan bajos y miserables. O sea que el truquito del elenco 99% femenino se convierte en un arma de doble filo, que puede cautivar a las lectoras mujeres tanto como repelerlas u ofenderlas.
A mí la saga me tiene muy enganchado, aunque me queda claro que Vaughan está estirando, que a sólo 12 episodios del final, no transmite con demasiada claridad la sensación de que esto se está por resolver. Por supuesto, estira con secuencias muy gancheras y con diálogos brillantes, ingeniosos, repletos de onda... que no lo van a salvar de mis puteadas si esto desemboca en un final apresurado o anticlimático.
El ritmo descomprimido que Vaughan le imprime al relato hace real el sueño de todos los dibujantes: casi no hay páginas de más de cinco viñetas. Con esta tranquilidad, se reparten la faz gráfica el siempre excelente croata Goran Sudzuka y la canadiense Pia Guerra. Acá noto una mejora: no sólo hay más páginas de Sudzuka que en el tomo anterior, sino que además Guerra levantó su nivel y ahora hay menos diferencia entre el lujoso suplente y la otrora precaria titular. Por supuesto que los dibujos del croata se ven más sueltos, más expresivos, con chicas más lindas y fondos más elaborados. Pero por lo menos lo de Guerra ya no es un bajón profundo como el de los primeros tomos, en los que el dibujo tenía menos onda que el batero de U2.
Incluso con la gran cantidad de flashbacks que la interrumpen, la epopeya de Yorick Brown para descubrir por qué es el único macho vivo en la Tierra se apoya en consignas tan gancheras, que no hay más remedio que seguir preso de este relato hasta el final. Por si faltara algo, Brian Vaughan te tira, uno atrás del otro, momentos de gran tensión, nuevos y atractivos personajes, giros argumentales zarpados y pequeños datos que le dan grosor y sabor al misterio. No se puede pedir mucho más. Bueno, sí... más páginas dibujadas por Sudzuka.
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Published on June 23, 2013 14:36

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Andrés Accorsi
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