Andrés Accorsi's Blog, page 116

July 3, 2015

03/ 07: CRIMINAL Vol.6

Ah, bueno… Los que me decían que el Vol.6 era mejor que el 5, que era el mejor de la serie, y qué sé yo… no me exageraron un milímetro. Esto, muchachos, es Historieta Perfecta. Por todo. Por el guión, por el dibujo, por el recurso 100% comiquero de “impostar” el grafismo de Sean Phillips para que se parezca al de los comics de Archie (se termina por parecer mucho más a Jaime Hernández que a Stan Goldberg y Dan DeCarlo, pero bue…), por la sutil conexión con la saga de los Hyde y los Lawless, por el subtexto crítico que se anima a poner en crisis un montón de valores sacrosantos para el sector más tradicional de la sociedad yanki… La verdad que es una historia increíble, un hito en las carreras de Ed Brubaker y Sean Phillips y en la historieta policial, en general, a nivel mundial.
Realmente, ni tiene sentido escribir una reseña acerca de esto. Me quedo con la emoción, con el impacto, con todo lo que me hicieron sentir página a página y viñeta a viñeta estos dos GENIOS, porque ya no hay otra palabra para denominarlos. Se me ocurre que para el que nunca leyó comics de Archie esto quizás no sea tan perfecto ni tan sorprendente. Pero si conocés mínimamente la mitología de Riverdale, The Last of the Innocent te va a conmover profundamente, vas a decir “hijo de mil putas, ¿cómo a nadie se le había ocurrido antes hacer una cosa así?”.
De la mano de Brubaker y Phillips, la mala leche, la corrupción, la sordidez y la oscuridad llegan a donde uno nunca sospechó que podían llegar. Ya no queda nada por pervertir, nada por deconstruir. El último tomo de Criminal dejó a esta serie muy, muy arriba, con un tomo escrito y dibujado como nunca, pero sobre todo apoyado por un concepto que de tan brillante mete miedo. Ya está, ya fue. Cierren todo y vámonos.
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Published on July 03, 2015 14:48

July 2, 2015

02/ 07: HIJITOS DE PUTA

Este libro recopila las historietas que Gustavo Sala publica en Barcelona desde 2011 y que, ya desde el título, son una oda a la incorrección política. En Hijitos de Puta, Sala le canta quiero retruco a lo más jodido que se te ocurra. ¿South Park? ¿Daniel Tosh? Son todos Anteojito y Antifaz al lado de estas historietas.
Hijitos de Puta te ofrece casi 100 páginas repletas de chistes de pedofilia, zoofilia, necrofilia, coprofagia, antropofagia, incestos, violaciones y sodomía, chistes en los que aparecen travestis, sexópatas, fetos abortados, alienígenas, discapacitados, ancianos, linyeras, inmigrantes de países vecinos, demonios, lesbianas, negros, gremlins, famosos de la A (como Marcelo Tinelli, Paul McCartney o el Papa Francisco) y de la B (como Diego Parés o Daniel Melero) y hasta el propio Dios. Nadie se salva del humor desenfrenado de Sala, que acá va a fondo, a no dejar nada en pie. Lógicamente no hay chistes de judíos en campos de concentración, pero todo lo demás está, y está a un nivel de mala leche que me dejó atónito.
Ni hace falta aclarar que si no te gusta ese tipo de humor, ni te acerques a este libro. Si, como yo, te cebás mal con el “humor sin barreras”, acá vas a llorar de risa (de verdad, hubo un par que me hicieron llorar) con las tropelías de Justito, Cirilo y Tomás, y con planchas totalmente descolgadas en las que no aparecen ni los hijitos de puta ni Normita, la mamá. La de los cómicos de stand-up, la del flequillo de Carlotto Balá… son chistes que podrían haber aparecido en Bife Angosto, o en otra publicación, porque no tienen mucha relación con esta tira… excepto por la impronta transgresora, feroz, descarnada, zarpada al límite.
Con o sin los personajes protagónicos (a los que ni se calienta por desarrollar más allá de lo básico), Sala detona en estas páginas todo su arsenal de recursos humorísticos: la escatología, la guarangada sexual, las transformaciones bizarras (quizás el “salismo” que menos me divierte), las apariciones para nada predecibles de celebridades, la posibilidad de que cualquier animal, planta, objeto o cuerpo celeste de pronto pele genitales y se empome a otro, las estructuras de relato circular, el juego de una idea que empieza chiquitita y termina por cobrar dimensiones cósmicas, el remate después del remate, las enumeraciones que se van yendo al carajo, las elipsis… Entre una cosa y otra, el efecto acumulativo de leer una atrás de otra más de 80 historietas es sencillamente devastador.
El libro arranca con cuatro historias narradas por Sala en tres tiras, es decir, en 12 viñetas. En cada una pasan un montón de cosas y hay muchos, muchos chistes, no sólo el remate final. Después, a partir de la quinta entrega, Sala baja un cambio y plantea páginas resueltas en dos tiras, con una cantidad de cuadros que fluctúa entre los 6 y los 9. Ahí pasan menos cosas, las historias enfilan más rápido hacia el remate y el dibujo –lógicamente- se luce más.
En la faz gráfica se ve al Sala de siempre, a la bestia desbocada que parece sufrir de agorafobia y que prácticamente no deja espacios sin ocupar con elementos visuales. A veces hasta se le complica meter en cada viñeta a todos los personajes, fondos y diálogos que quiere meter y recurre a composiciones muy extrañas. Pero lo más extraño de Hijitos de Puta, y donde creo que el ídolo se pasó de vanguardista, es el diseño de los tres chicos protagónicos. Son personajes construídos en base a formas geométricas muy marcadas, los tres muy distintos entre sí, casi como si los dibujara un autor distinto. El resto del universo gráfico es el clásico, el que Sala utilizó toda la vida, y en ese contexto, los diseños de Justito, Cirilo y Tomás desentonan, llaman la atención por los motivos incorrectos.
Hojeo el libro para ver si no me estoy olvidando de nada y me vuelvo a reir como un subnormal. Posta, esto es demasiado. Gustavo Sala volvió a saltar en el trampolín al carajo y creo que todavía no tocó tierra. Ni olvido ni perdón para estos Hijitos de Puta que me hicieron despedazar a carcajadas con las atrocidades, las bizarreadas y las inmundicias más extremas que yo recuerde.
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Published on July 02, 2015 18:51

July 1, 2015

01/ 07: LOS MAS VENDIDOS DE JUNIO

Junio fue un mes rarísimo: la venta fue excelente (impulsada sobre todo por las comiquerías del Interior del país, que despertaron de su letargo) y la cantidad de lanzamientos por parte de las editoriales fue casi inexistente. Prácticamente no hubo novedades, y de hecho ninguno de los poquísimos títulos que salieron lograron entrar al ranking de los más vendidos, que quedó así:

1) Ofelia Vol.3 (De la Flor)
2) Basura (Loco Rabia/ Belerofonte)
3) Bife Angosto Vol.4 (De la Flor)
4) Acero Líquido (Loco Rabia/ Belerofonte)
5) Gatillo Fácil (Llanto de Mudo)
6) Malvinas (La Duendes)
7) ¡Eso, Pescuezo! (De la Flor)
8) Orgasmatron (Rabdomantes)
9) ¡Viva la Caca! (Subpoesía)
10) La Mano Izquierda (Llanto de Mudo)

Sí, todos títulos aparecidos en los meses anteriores. Uno bastante vintage que volvió milagrosamente (Malvinas), un long-seller eterno (Acero Líquido) y el resto, títulos aparecidos en Marzo, Abril y Mayo, que evidentemente no habían alcanzado su techo de ventas. Incluso títulos como Gatillo Fácil y Orgasmatrón que en el mes que salieron les tocó quedar relegados bajo un tsunami de novedades más hiteras y no pudieron ingresar al ranking, este mes vendieron mejor y treparon duro y parejo.
La pelea entre los tres que ocuparon el Top 3 fue tremenda, golpe a golpe, y hasta último momento cualquiera de los tres se podía quedar con el primer lugar. Lo cierto es que entre Ofelia, Basura y Bife Angosto concentraron muchísimas ventas y la diferencia de unidades vendidas entre esos tres títulos y los que ocuparon los puestos 8, 9 y 10 fue abismal.
Lo más raro es cómo cuatro de las novedades más fuertes de Mayo desaparecieron totalmente del ranking de Junio: Semillas, Té de Nuez, QP: Eramos Nosotros y –sobre todo- La Luna del Toro, lo último de Alcatena y Mazzitelli, que salió a fines de Mayo, vendió grosso y amenazaba con romper todo en Junio. Yo supongo que las comiquerías se lo deben haber comprado a otras distribuidoras... es la única explicación que se me ocurre para un freno tan abrupto en las ventas de un libro que prometía tanto.
Y hablando de promesas, Julio no pinta muy generoso en materia de lanzamientos, porque muchas editoriales se guardan la munición gruesa para detonarla en Crack Bang Boom y Comicópolis. Pero algo hay: lo nuevo de Julio Azamor, lo nuevo de Mariano Antonelli, el integral de Parque Chas que no salió el mes pasado, nuevas antologías y nuevos libros de El Chispa, Dante Elefante y el nunca bien ponderado Gaturro, que viene a pagarnos el aguinaldo a unos cuantos. Todavía no sé cuántos días de Julio voy a poder laburar, porque tengo pendiente ese paso por el quirófano que ya mencioné, así que en una de esas tengo vacaciones forzadas y termino ocupándome poco de la Distri. Ya veremos...
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Published on July 01, 2015 12:56

June 30, 2015

30/ 06: EL GRAN BURLON

Dino Battaglia es un autor italiano de la camada de Hugo Pratt, de los que arrancaron con fuerza a principios de los ´50 y la rompieron en los ´60 y ´70. De hecho Battaglia era parte del grupo de artistas venecianos que se vinieron a Argentina a fines de los ´40 y fue el único que decidió quedarse en Italia, porque justo se estaba por casar. Durante años, fue uno más de ese ejército de correctos dibujantes de aventura clásica, pero para fines de los ´60 empezó a encontrar una identidad gráfica más personal, más interesante. Este trabajo, de 1975, pertenece a la etapa de madurez de un Battaglia que murió muy joven, con sólo 60 años, en 1983.
El título es un invento de los españoles. En el resto del mundo, esta novela gráfica siempre se llamó Till Ulenspiegel, como su protagonista, un personaje tomado del folklore de Flandes, una región que hoy es parte de Bélgica y en el medioevo pasó por las manos de varios emperadores y reyes de los grossos. En el libro este dato no se incluye, pero los especialistas sospechan que es una de las tantas obras de Battaglia en las que su esposa, Laura De Vescovi, metió mano en el guión y en el coloreado.
A lo largo de estas 56 páginas, Battaglia reúne un montón de historias que la tradición oral y otras obras anteriores (de la literatura, la música y el teatro) le atribuyen a Till Ulenspiegel, este muchacho esmirriado, repleto de ingenio, gracia y picardía, que un día se convertirá en héroe de su país. La primera mitad nos presenta a Till como un bufón que se gana la vida haciendo payasadas y en los ratos libres se burla de los burgueses y demás nabos agrandados. Está muy bien, es divertida, impredecible y tira buena data acerca de la vida cotidiana en Flandes en el Siglo XVI, cuando la región estaba bajo el yugo de los Habsburgo, que tenían en España la sede de un imperio vasto y poderoso. Después, con el correr de las páginas, la historieta se mete cada vez más a fondo con la Historia y el foco se desplaza hacia un relato más bien bélico, con escaso margen para la comedia, en el que Till cumple misiones arriesgadas para la resistencia flamenca, organizada contra los monarcas españoles. Y ahí el interés (por lo menos el mío) decrece viñeta a viñeta, mientras el bufón convertido en héroe desenmascara a traidores y ayuda a derrotar a flotas y ejércitos enemigos.
Este Battaglia maduro es un narrador raro, especialista en des-enfatizar la acción, en imponerle a la página un tono de quietud, casi de parsimonia. Acá lo vemos cometer algunos errores en el armado de las secuencias, que nos llevan a leer las viñetas en el orden incorrecto, algo que sumado a la gran proliferación de texto en algunos pasajes, hace que haya que esforzarse bastante para llegar al final de la obra. A su favor hay que decir que arma las páginas con pocos cuadros (nunca más de siete) y eso deja margen para atraparnos con su mejor recurso, que es el dibujo.
Debajo de un color hermoso, repleto de sutilezas, basado en un manejo alucinante de las acuarelas y las tintas de colores, se ve un dibujo muy fino, muy elegante, con gran atención por los climas y los detalles. Los fondos están trabajadísimos (seguro hubo referencia fotográfica, muy bien integrada al grafismo del autor), la reconstrucción de época es notable y hay un tratamiento muy acertado de las texturas y los efectos de iluminación. Como el inolvidable Tano Pratt, Battaglia sabe narrar “de lejos”, como le gusta a los franceses, y “de cerca”, como nos gusta a los americanos. Así, en los primeros planos (que abundan bastante) también nos mima con hallazgos y efectos de gran vuelo plástico, por momentos cercanos a los que ya pelaba Alberto Breccia en sus obras de mediados de los ´60. ¿Qué le falta a la faz gráfica? Garra, pasión, énfasis. Pasan muchas cosas impactantes a lo largo de la historia, pero el dibujo en ese sentido es cómplice de la narrativa. Es parte de esa conspiración para que la emoción no se note, para que la grandilocuencia no estalle, para que todo parezca frío, burocrático, protocolar. Con Breccia y Pratt, nosotros nos acostumbramos a otra cosa.
No sé si habrá obras de Dino Battaglia más gancheras que esta, más accesibles para el lector que sólo espera que lo entretengan un rato. Supongo que sí. Con su versión de Till Ulenspiegel, el veneciano revalidó sus credenciales de autor raro, muy sofisticado para estas obras “aptas para todo público” y muy clásico para ese tsunami de historieta vanguardista y rupturista que arrasó en Europa durante los ´70.
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Published on June 30, 2015 19:26

June 29, 2015

29/ 06: JONAH HEX: LEAD POISONING

Ahora sí, último tomito de los que recopilan la serie de Jonah Hex que arrancó en 2005 y que llegó milagrosamente hasta el reboot de 2011. Esta es la serie capaz de convertir en hardcore fans del personaje incluso a aquellos que nunca en su vida le hayan dado la más mínima bola. Jimmy Palmiotti y Justin Gray, respestuosos al mango de las bases del personaje sentadas en los ´70, encontraron la forma de reimaginar un Jonah Hex en perfecta sintonía con lo que uno espera de un antihéroe en el Siglo XXI.
Este tomo es de los más interesantes, de esos que ofrecen mucha variedad: cuatro unitarios y una historia narrada en dos episodios. Son historias que pueden ser leídas en cualquier orden, sin el lastre de la continuidad o de ese “efecto serial” que requiere de un montón de lecturas previas para entender o disfrutar cada relato. Vamos a repasarlas una por una.
La primera no es gran cosa. Parece un artificio creado por Gray y Palmiotti para presentarnos a tres chicas, tres artistas de circo a las que las circunstancias convierten en cazadoras de recompensas, que creo que nunca volvieron a aparecer. El rol de Hex es menor y lo que hace entretenido al episodio es el tono de comedia, presente en varias de las historias que dibuja (como los dioses) el maestro Jordi Bernet. No me voy a extender en esta reseña con loas para el prócer catalán, porque su trabajo acá no se diferencia para nada de otros trabajos ya reseñados acá en el blog. Dicho esto paso al segundo unitario, también dibujado por Bernet, que es sencillamente fastuoso. Tenso, enroscado, con sorpresas shockeantes, con un manejo de los flashbacks brillante y con un nivel de mala leche que te corroe el alma.
El siguiente episodio también es autoconclusivo y con dibujante español, en este caso el increíble Rafa Garrés. El guión está muy bueno; de hecho, los tres personajes con los que interactúa Hex en este unitario tienen pasta para convertirse en secundarios recurrentes si Hex se quedara muchos números en el pueblito de Blackburn… algo que en esta serie Gray y Palmiotti se cuidaron mucho de no hacer. Pero lo más asombroso es el dibujo de Garrés. Debajo de ese color rarísimo, con todas las páginas engamadas en tonos de marrones y ocres, aparece un dibujo alucinante, en el que parecen enfiestarse obscenamente todos los yeites clásicos del maestro Antonio Hernández Palacios (uno que de western la manyaba lunga) y todas las tropelías expresionistas de Richard Corben, esas deformidades setentosas, siempre al filo del terror y del grotesco. Son páginas visualmente hipnóticas, con tanto para disfrutar en el dibujo que hasta corrés el riesgo de desengancharte de la trama.
El cuarto y último unitario, también con Bernet al frente de la faz gráfica, parece un cover de un episodio de Torpedo 1936, de esos en los que Bernet y Sánchez Abulí nos tiraban flashbacks a la cruenta infancia de Luca Torelli. Con ese mismo recurso, Gray y Palmiott logran otra pequeña gema de la mala leche, con un agregado que las historias de Torpedo rara vez tenían: unas secuencias mudas poderosísimas.
Y cierro con la aventura en dos partes, Sawbones, que es más impactante que buena. El principal atractivo de esta historia es ver al villano cometer actos de increíble crueldad, una guachada aberrante atrás de otra, hasta dejarte al borde del vómito. El resto es muy obvio. Gracias a su aguante sobrehumano y alguna casualidad medio forzada, Hex va a sobrevivir a todo (como siempre) y no va a parar hasta tener la oportunidad de vengarse, con métodos tan despiadados como los del villano. Fin. Por suerte, para darle a algo tan básico una cierta pátina de sofisticación, están los dibujos de David Michael Beck. Beck (a quien ya vimos en otros unitarios de esta serie) es un dibujante de estilo muy clásico, con una técnica de coloreado casi pictórica y muchos recursos para que ese realismo tan acentuado no transmita la sensación fría y chota de estar mirando fotos apenas retocadas. Por ahí no es un experto a la hora de diseñar la puesta en página, ni llama mucho la atención con la composición de las viñetas, pero el dibujo, el color, los recursos que pela para resolver la iluminación de las escenas, están muy bien.
Bueno, listo. Ya leí completa esta gran serie. Me faltan un par de TPBs para llegar al final de All-Star Western, y después sólo quedará esperar que DC publique un par de Showcases más con viejas aventuras de Jonah Hex en blanco y negro. No estoy tan desesperado como para salir a comprar ese material en revistitas… pero no me tienten.
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Published on June 29, 2015 18:57

June 28, 2015

28/ 06: TODO ES HISTORIETA

Ahora que se me terminaron las historietas argentinas editadas en 2014, hago una pausa y clavo un clásico, un libro muy raro, publicado en 1991 por Página/12 en co-producción con la Universidad de Málaga y una empresa (creo) llamada Puente Díaz Vélez. La idea del libro era reunir trabajos de 28 historietistas incipientes, chicos y chicas que en 1991 estaban empezando a insertarse en aquel mercado en el que todavía tenían peso las revistas como Fierro, Skorpio y demás. Algunos ya llevaban años publicando profesionalmente y otros venían de aquella primera primavera del under, la de 1986-89, y para 1991 todavía batallaban en la arena de los fanzines, si tenían la suerte de que la hiperinflación no hubiese acabado con sus proyectos autogestivos. Me acuerdo que en aquel entonces la elección de quién formaba parte de esta antología y quién no causó bastante revuelo en el mundillo, pero realmente no me acuerdo qué ausencias fueron señaladas como las más injustas. Tras repasar el tomo, me queda claro qué PRESENCIAS dan motivo para la discusión y la polémica…
Algunos nombres que habían sonado con alguna fuerza en aquellos años de furor fanzinero, en este libro mostraron que realmente no tenían pasta para jugar en Primera, con historias indescifrables (o muy pavotas), con dibujos descuidados, rotulados desprolijos o puestas en página catastróficas. O todo eso junto. A esa categoría pertenecen Namger Zepol (que cuando quería dibujaba MUY bien, pero se ve que quería poco), Fabio Botte, ZAC y Gabriel Mancuso. También me encuentro con nombres que en aquel momento, siendo pibes jóvenes, calificaban para promesa, pero después se quedaron ahí, no supieron o no qusieron evolucionar hacia otra cosa, como Elías Abdul, Fabián García, Panda Legal o Javier Blanco Belvisi. Siempre quedará el “what if…?” alguno de estos muchachos se hubiesen propuesto con firmeza estudiar, mejorar, romperse el orto para llegar a un nivel más profesional…
Una realidad de aquel entonces era que todos se mataban por llegar a publicar en las revistas profesionales, pero la verdad que el espacio que les daban no era mucho y la paga era bastante escasa. Eso desanimó a muchos buenos artistas, que se terminaron por alejar de la historieta para subsistir en ámbitos más prósperos como la ilustración publicitaria, los storyboards, la ilustración infantil o la venta de choripanes en la cancha de El Porvenir. Así es como, pocos años después de la aparición de este libro, le perdimos completamente el rastro a historietistas muy interesantes, muy personales, que en 1991 eran mucho más que jóvenes promesas y hoy son prácticamente desaparecidos. Este libro me sirvió para recordar a algunos muy grossos, como Ralveroni, Agustín Comotto, el santafecino Rubén Giorgis, Luis Roca, Mariano D´Angelo, Silvia Maldini, Miguel Angel Scenna (que acá dibuja dos guiones patéticos del infaltable Pablo “Muñones”), o bestias sagradas como Cuk (Roberto Cubillas) y Pez (Alberto Quiroga). Muchos de ellos pusieron en este libro lo mejor que tenían y lo jerarquizaron con trabajos de un nivel muy, muy notable.
Y después me queda el pelotón de los muchachos que desde 1991 no pararon de trabajar en este medio, con mayor o menor exposición, con o sin la posibilidad de “escalar” hacia medios más masivos o a grandes editoriales del exterior. Son los nombres que uno reconoce al toque, porque siguen vigentes aún hoy. Son los que sobrevieron al wasteland de 1995-2005, Mad Maxes y Highlanders que recién ahora están arrimando a los 50 años y ya tienen una experiencia formidable, compuesta de buenas y malas. En esa bolsa meto a Esteban Podetti, Leo Manco, Pablo Fayó, el Niño Rodríguez (me volví a reir con sus historietas como el primer día), Jorge Lucas y Claudio Ramírez, Emiliano Migliardo… y bueno, un genio cuya carrera se terminó abruptamente en 2008, cuando decidió hacerse inmortal: me refiero al inolvidable Dani the O.
Seguro que en aquel entonces había más nombres de chicos y chicas que sonaban fuerte, que integraban aquella escena bastante más íntima, más secreta que la de ahora, por el hecho de que la interacción con los lectores era mínima. Pero bueno, este libro decidió rescatar del olvido a estos, y yo decidí rescatar del olvido a este libro, que en su momento tuve, presté, jamás volvió y hace unos meses volví a conseguir, después de décadas de considerarlo más extinto que los tricetatops y los votantes de la UCR.
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Published on June 28, 2015 15:29

June 27, 2015

27/ 06: PROFANADORES DE TUMBAS

Esta historieta se dio a conocer en Italia en 1977 con el título L'uomo delle Piramidi y sí, sospechás bien: es parte de la collección Un Uomo un'Avventura creada en su momento por Sergio Bonelli y a la que le vengo entrando duro y parejo (aunque con casi 40 años de delay). El atractivo principal de este tomo residía –a priori- en que se trataba de una obra escrita y dibujada por el español Enric Sió (1942-1998), uno de los autores que desde fines de los ´60 encararon la renovación de la historieta de la Madre Patria. En los ´70, Sió estaba impuesto como un historietista raro, transgresor, un virtuoso pasado de rosca que coqueteaba con el diseño, la ilustración publicitaria, la fotografía, las artes plásticas… una especie de proto-Dave McKean al que la historieta (incluso en su vertiente adulta) parecía quedarle chica.
¿Cómo podría adaptarse un autor de esas características a esta colección, claramente alineada con una concepción bastante tradicional de la aventura? Esa es la incógnita que despeja Profanadores de Tumbas a lo largo de sus 48 páginas. Y la respuesta me sorprendió. Acá vemos a un Sió gráficamente bastante medido, que hace locuras, pero no tantas ni tan extremas. La técnica de color (con esas manchas enfermizas) es rarísima y anticipa cosas que muchos hicieron más tarde con los filtros del photoshop. Como en todos sus trabajos, el dibujo parte de una base académico-realista muy sólida, y de ahí se empieza a ir al carajo. Acá se descontrola hasta por ahí nomás, cuando Sió se florea con esa técnica de entintado basada en pinceladas muy sueltas, logradas con un pincel muy fino. Lo más loco es lo que hace Sió con la puesta en página: resuelve prácticamente todo el álbum con planificaciones de tres o cuatro viñetas MUY grandes, en las que se luce muchísimo el dibujo. Hay páginas de seis cuadros, también… y páginas de dos. Me imagino la cara del editor italiano cuando Sió llevó esas páginas y me meo de la risa.
Esto tiene un efecto muy evidente: el comic se lee muy rápido, tiene un ritmo increíble, y uno siente que el guión que leyó en esas 48 páginas se podría haber contado en 25 ó 28, sin compactarlo demasiado. Por supuesto está bueno que haya espacio para que el dibujo impacte más, y tampoco me jode demasiado que los globos de diálogo (pocos, comparados con otros títulos de esta colección) sean enormes, con un rotulado que permite leer todo sin problemas a cuatro metros de distancia. Simplemente me parece loco que los editores no le hayan dicho a Sió “maestro, este guión es muy sencillito para 48 páginas”.
Ojo, es un buen guión. No me cierra ideológicamente, porque el protagonista es un inglés que va a explorar las tumbas de los faraones egipcios, a ver qué se puede llevar. Y sí, se enfrenta a garcas peores que él (yankis, obviamente), pero sigue sin ganarse mi apoyo. El resto está muy bien, es un thriller muy sólido, impredecible, donde Sió no pierde tiempo en boludeces ni aburre aportando data que no va a ser relevante para la resolución de la trama. Todo lo que ves, todo lo que los personajes hacen o dicen, tiene importancia en algún momento de la historia y ese es uno de los motivos por los cuales el guión me pareció muy logrado.
Profanadores de Tumbas es aventura en estado puro, con acción, peleas, persecuciones, garches, runflas, traiciones… una clásica historia de ambición al límite, narrada en forma muy accesible por un autor catalogado como “excéntrico”. Si no te fumás sus obras más pretenciosas pero te interesa saber por qué en los ´70 Enric Sió era considerado un nombre fundamental del comic europeo apuntado al público adulto, este álbum te puede venir muy bien. Capaz que hace falta una expedición arqueológica al antiguo Egipto para encontrarlo, porque en castellano se editó una sola vez, en 1980. Pero bueno, si te lo encontrás en alguna tumba comiquera, no dejes de capturarlo.
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Published on June 27, 2015 12:34

June 26, 2015

26/ 06: INDESTRUCTIBLE HULK Vol.1

La rosca es así: Hulk no es más una bomba, ahora es un cañón. Cuando Bruce Banner se descontrola, en vez de dejar que rompa cosas al azar en algún desierto de mierda, SHIELD lo “apunta” contra algún criminal, o algún sospechoso, como si fuera un arma de destrucción masiva. Hulk machaca villanos, les rompe las armas y las bases secretas y todos felices. A cambio, SHIELD le da a Banner laboratorios, presupuesto y asistentes para que el científico se concentre en desarrollar inventos tecnológicos que puedan ayudar a la Humanidad. No sé para cuántos episodios da este planteo, pero me queda claro que sirve para lograr dos equilibrios importantes: uno, entre Hulk y Banner, para que los dos tengan mucho peso en las historias; y el otro entre las escenas de pelea y destrucción y las escenas más tranquilas, más introspectivas. Todo esto apoyado en el enorme oficio del maestro Mark Waid, un especialista en esto de imaginar historias en las que se aprecia ese sutil balance entre la epopeya y las situaciones que se resuelven hablando, siempre con diálogos de una precisión y un ingenio asombrosos.
Como suele suceder, los primeros dos o tres episodios, en los que el guionista se dedica a explicar y explorar el nuevo status quo, son esos en los que uno siente que la machaca está al pedo, que no aporta nada. Uno quiere ver más de lo otro: la negociación de Banner con Maria Hill, la presentación de los personajes que lo van a secundar, etc. El segundo episodio, por ejemplo, tiene como gancho central un interesantísimo contrapunto entre Banner y Tony Stark… interrumpido por la infaltable (e intrascedente) pelea entre Hulk y Iron Man. Realmente, no hacía falta.
Lo más interesante llega en los dos últimos episodios, paradójicamente cuando Waid se juega a romper el equilibrio: Banner y su equipo científico aparecen en las ocho primeras páginas y después se viene una verdadera guerra a todo o nada contra Attuma, con poco margen para la sutileza. Ojo, Banner se luce en muchas de estas secuencias subacuáticas, pero la trama agarra para otro lado, se desmarca un poco de las misiones encomendadas por SHIELD en los primeros números. El plan de Attuma es tremendamente maligno, a tal punto que quizás daba para dejarlo avanzar un poco más y generar una crisis a escala global, que se pudiera explorar en varios títulos de Marvel. Igual banco la decisión de no dejarse llevar por la grandilocuencia y resolverlo en dos numeritos de esta serie. Acá hay machaca electrizante, personajes secundarios muy atractivos y la posibilidad de ver al Hulk cabeza frente a frente con amenazas realmente cercanas a su nivel de poder.
El dibujo está a cargo de Leinil Francis Yu, complementado con las tintas de Gerry Alanguilan y los colores de Sunny Gho. Me gustó mucho. Al igual que Waid, el filipino logra equilibrar muy bien las escenas tranqui con los estallidos de piñas, tiros y kilombo. Se luce indistintamente en los dos tipos de escenas, escatima pocos fondos, le pone mucha fuerza (y cierta sofisticación europea) a las expresiones faciales, deja la vida cuando tiene que dibujar androides, armaduras, naves y esas cosas llenas de detallecitos tecnológicos… quizás lo que menos me cierra es que dibuja a todas las minas MUY tetonas. El resto está muy bien, a veces un poco sobrecargado de información, pero no tanto como para entorpecer el fluir del relato. Obviamente estos cinco episodios son todos los que dibujó Yu en esta colección, y si me compro el Vol.2 no lo voy a ver ni en figuritas. Pero bueno, así funciona este vicio de relanzar permanentemente las series cada vez que se juntan (aunque sea 20 minutos) dos artistas taquilleros.
Ah, otro tema polémico: a este TPB el precio se lo puso el enemigo. 20 dólares por cinco episodios es un delirio. Y si me decís que trae 30 páginas de extras (básicamente variant covers y bocetos de Yu) te digo “metételas en el orto, yo quiero leer historietas”. Editen sólo las 100 páginas de historieta y cóbrenme el TPB –mínimo- cinco dólares menos. El Vol.2 trae los episodios con Thor que dibuja Walt Simonson y los que son team-up con Daredevil (dibujados por Mateo Scalera), así que ni bien lo vea a un precio razonable se viene para acá. Lo posterior me huele medio a verdura en mal estado, infectada de tie-ins con sagas chotas…

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Published on June 26, 2015 15:57

June 25, 2015

25/ 06: ESCUELA DE MONSTRUOS Vol.5

Hoy, una reseña cortita, porque ya hablé cuatro veces de esta serie acá en el blog y no es tanto lo que cambia de un tomo a otro.
El principal hallazgo de El Bruno en esta quinta entrega pasa por sacar a los chicos de la escuela y no desplazarlos a otro lugar (como ya hizo otras veces) sino a otra época. Recordemos que esta es una historieta apuntada principalmente al público infantil, recordemos lo que sentimos la primera vez que leímos una historieta en la que los protagonistas viajaban en el tiempo, y ahí tendremos verdadera dimensión de lo flashero que puede ser Escuela de Monstruos para los pibes de 6-7-8 años que la siguen semana a semana en Billiken.
La otra novedad es que en esta aventura, Tomás y sus amigos se enfrentan al villano más jodido desde que empezó la serie. Como siempre, El Bruno se las ingenia para que los malos no lleguen a ser 100% irredimibles, como para no generar miedo o rechazo en los más chicos. Aún así, la revelación acerca de la verdadera identidad del Juez es shockeante y lo que hace después va todavía más allá. Me parece bárbaro. De a poco, se puede llevar esta serie a un terreno más peligroso, donde la aventura no sea un mero pasatiempo, sino donde haya que ganarle a amenazas más serias, con consecuencias más “reales”, siempre dentro del contexto de joda y disparate que sostiene a una idea como esta, no?.
El dibujo está excelente como siempre, el color se ajusta muy bien a los cambios en las locaciones espaciales y temporales (buena la decisión del autor de no iluminar con efectos de velas, antorchas y candelabros las secuencias que transcurren en el Siglo XIX), la narrativa es impecable y cada vez está más logrado el equilibrio entre texto e imagen.
Por supuesto recomiendo muchísimo esta nueva entrega de Escuela de Monstruos a lectores de todas las edades y espero que se anuncie cuanto antes la salida del Vol.6. Ah, otro motivo de festejo: este era el último libro que me quedaba sin leer de los que se editaron en Argentina en 2014. Así que muy pronto vamos a tener acá en el blog reseñas de libros editados este año, entre ellos paponga que huele muy, muy fina.
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Published on June 25, 2015 13:00

June 24, 2015

24/ 06: EL CAPITAN TRUENO: LA REINA BRUJA DE ANUBIS

Poco conocido por estas latitudes, en España el Capitán Trueno es un ícono comiquero de primera línea, como para nosotros podría ser El Eternauta. Cuando debutó, allá por 1956, se convirtió de inmediato en el personaje de aventuras más popular y su revista llegó a vender 350.000 ejemplares por semana, una animalada importante. Aún hoy, con la historieta española enfocada claramente hacia otro lado, aquellas clásicas aventuras escritas por Víctor Mora y dibujadas por Ambrós se siguen reeditando y cada tanto salen nuevos episodios, directamente en formato álbum, a color, etc.
La Reina Bruja de Anubis es uno de esos episodios “modernos”, realizados en formato álbum, en este caso en 1991. Primero se serializó en dos diarios y una revista y después se editó como libro en tapa dura, en varios países. La apuesta de esta historieta iba más allá de la nostalgia: por un lado, estaba Víctor Mora, el guionista original de la serie, el creador de los personajes. Y al frente de la faz gráfica, un gancho irresisitible, nada menos que el británico John M. Burns, un consumado dibujante de aventuras que en los ´80 había incursionado con bastante éxito en el campo de una historieta más adulta, más arriesgada. Por lo menos en España, a este álbum le fue muy bien y dio origen a un segundo, a cargo de la misma dupla autoral.
Pero, ¿está bueno? A grandes rasgos, sí. Tiene un problema fundamental, que es el propio Capitán Trueno. En estas 44 páginas, el héroe no hace NADA. Hay un breve tramo en el que no está prisionero de ninguno de los villanos, que es la batalla a bordo del barco, quizás el momento más intenso del álbum. Pero en el resto de la aventura, Trueno es un tipo que va donde lo llevan. Noble, compasivo, valiente, racional, contenido a la hora de ceder a las pasiones más bajas… y muy aburrido, pobre flaco. Menos mal que están los villanos, porque si no, nos comíamos un embole monumental.
Y el otro problema, bastante menor, es uno que se suele dar cuando la amenaza más grossa va para el lado del misticismo. Empiezan a pasar cosas heavies, más cosas heavies, más cosas heavies… y en un punto la amenaza se desactiva y todo vuelve a la normalidad en un toque, como por arte de magia, sin mayores consecuencias para nadie. Eso es un bajón, no sólo en esta historia, sino en miles. Esta, además, no podría aunque quisiera explorar las consecuencias de lo que pasa al final, porque este es bastante abrupto y llega apenas seis viñetas antes del último cuadrito del álbum, cuando no queda espacio para casi nada.
Por suerte la trama avanza a buen ritmo, los tejes y manejes de los malos están buenos, hay bastante desarrollo para Turján Pachá, para Krogg, para Nefer, los personajes secundarios (especialmente Sigrid) no están al pedo… las peleas están buenas, las locaciones exóticas ayudan bastante… Y sobre todo no es una aventura livianita, pueril o simplista. Tiene su complejidad, sus grises, sus dilemas morales. Leída hoy, la cantidad de texto es un poco zarpada. A veces, Mora tiene que meter en los bloques de texto información que sería mucho más atractiva si se presentara de forma visual, desde el dibujo. Pero bueno, pasaron casi 25 años y no me olvido que para 1991 los hardcore fans del Capitán Trueno ya eran viejos y por ende, apegados a la fórmula tradicional, en la que el texto se hacía demasiado cargo del relato.
Lo que más me gustó, por afano, fue el dibujo de Burns. Afiladísimo en la anatomía, certero en las expresiones faciales, conservador en la puesta en página y zarpado en el uso del color directo, el maestro británico desafía a los masacotes de texto de Mora con unas imágenes muy potentes, de alto vuelo. Sin ser un Fernando Fernández, el Sr. Burns sabe muy bien cómo combinar un dibujo académico correctísimo con técnicas de coloreado más atrevidas, más jugadas a los climas y a las sensaciones que a la representación exacta de cuerpos, objetos y paisajes. El resultado es muy, muy atractivo.
En fin, me imagino que si eras fan del Capitán Trueno en 1991, esto te debe haber parecido revolucionario y vanguardista. Leído hoy por alguien que nunca fue fan del personaje (y que no te lee una historia de Trueno de los ´50 ni con un chumbo en la cabeza), al guión le quedan varias cuentas pendientes y el que salva las papas, cumple y dignifica es el dibujo de John M. Burns, que se la hiper-banca ayer, hoy y siempre.
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Published on June 24, 2015 18:52

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Andrés Accorsi
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