Andrés Accorsi's Blog, page 119

June 3, 2015

03/ 06: LUCIFER Vol.3

Tercer masacote de Lucifer, con 400 páginas y 16 episodios de la serie regular a cargo de Mike Carey, Peter Gross y amigos.
Repaso algunos conceptos vertidos en la reseña del Vol.1 (30/07/14) y me veo en la obligación de reiterar esta frase: “La sensación es que estos 16 episodios podrían haber sido ocho o nueve, aunque eso requeriría depurar a full el elenco y privarnos de muchas secuencias muy bien escritas, con una exploración minuciosa de las consecuencias de cada cosa que se hace o dice, con magníficos diálogos y bloques de texto”. Todo en esta serie está muy estirado, muy descomprimido y cosas que Carey cuenta en cinco episodios de 22 páginas se podrían contar tranquilamente en 50 ó 60 páginas. Ni siquiera está la excusa de “había una idea por TPB”, porque Lucifer combinaba arcos de cinco episodios, de cuatro, de tres, de dos y hasta muchos (y a veces muy buenos) episodios unitarios. Pero bueno, Carey estaba construyendo a largo plazo y así es como se sintió cómodo en este esquema de relato descomprimido, con margen para trabajar a fondo a un elenco numeroso, y con la decisión totalmente deliberada de “licuar” conflictos MUY pesados entre un montón de peripecias más light.
El mega-broli arranca con un arco de cuatro episodios, centrado en un duelo pendiente entre el ángel Amenadiel de los Tronos y Lucifer, cuyo poder está en un nivel bajísimo por culpa de una tramoya con los dioses japoneses que viene del tomo anterior. Finalmente, el otrora capo del Infierno va a hacer un pase de magia digno de John Constantine y va a dar vuelta la situación que claramente no lo favorecía. Después tenemos un unitario que, si no venías leyendo lo anterior o si no lo tenías muy fresco, no se entiende un choto. Lo cual no quita que esté muy bueno, pero es de esas historias en las que Lucifer no aparece ni una viñeta y que –me imagino- habrán exasperado a los que compraban esto una vez por mes en formato comic-book.
Después se viene una saga tan grossa, tan importante, que tiene dos episodios de prólogo y cinco de desarrollo propiamente dicho. Por supuesto todo podría comprimirse y durar mucho menos, pero acá Carey juega cartas fuertes. Un plot de inimaginables consecuencias en el que Lucifer es decisivo y uno importante, que viene de arrastre de los tomos anteriores, cuya resolución estará a cargo de los personajes secundarios, forzados a actuar más o menos en equipo. La trama donde el protagonista es Lucifer (junto a Michael y Jahweh) se resuelve sin acción, a puro chamuyo. Por eso es lógica la movida de mandar la otra trama en paralelo, porque en la epopeya de Mazikeen y los otros a bordo del Naglfar hay sobradas excusas para meter combates y machaca a todo o nada.
El siguiente unitaro también es un poco el epílogo a la extensa saga del Naglfar y después sí, es hora de explorar las consecuencias de lo que pasó con Samael, Michael y Jahweh en una trilogía que tiene todo: rosca política, chamuyo metafísico, psicopateadas entre hermanos, humanos envueltos en kilombos entre dioses, machaca en buenas dosis y lo único que le faltaba a Lucifer para ser un emblema de Vertigo: sexo entre mujeres. Y cerramos con un unitario MUY descolgado, que podría haber aparecido en cualquiera de los tres tomos, pero que tiene un guión BRILLANTE, redondísimo, zarpadísimo y muy, muy divertido, como para sacudir un poco esa solemnidad que tiene por momentos la serie.
En cuanto a los dibujantes, la dupla integrada por Peter Gross y Ryan Kelly sigue jugando de titular, a pesar de que a mí mucho no me convencen. Por suerte en la saga más larga se integra el gran Dean Ormston y se reparten las secuencias, aprovechando que Carey narra dos historias en paralelo. Ormston además dibuja él solito un unitario en el que pela magia, climas y todo el laburo en los fondos que (con motivos razonables) no le podrá a sus páginas de la saga del Naglfar. En el primer arco también hay un episodio en el que Gross sólo planta la puesta en página y aporta bocetos, que serán terminados por el siempre sofisticado Craig Hamilton. Más adelante hay un unitario dibujado de modo muy precario por el limitadísimo David Hahn y el episodio que cierra el tomo tiene (además de un guionazo) magníficos dibujos de Ted Naifeh, que en aquella época (2004) ya era bastante conocido por su serie Gloomcookie. Naifeh no tiene un estilo tan interesante como el de Ormston, pero se juega más en la puesta en página. Y al lado de Gross, tanto Naifeh como Ormston son Maradona y Francescoli.
Ya tengo el Vol.4 ahí en el aguante y el Vol.5 en camino, así que habrá más Lucifer en los próximos meses, acá en el blog.
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Published on June 03, 2015 11:33

June 2, 2015

02/ 06: LOS AUTOMATAS DEL DESIERTO

Y ya me van quedando sin leer pocas historietas de autores argentinos editadas en 2014.
Esta novela gráfica de Diego Agrimbau y Fernando Baldó (la afianzadísima dupla de Los Canillitas) resultó ganadora de un concurso organizado por una institución española y se suponía que se iba a publicar primero allá. Pero a la editorial involucrada se la comió la crisis y la obra terminó por salir a la luz en Argentina, a fines del año pasado.
Los Autómatas del Desierto es bastante más extensa que las novelas a las que nos tiene habituados Agrimbau (La Burbuja de Bertold, El Gran Lienzo, Fergus, Edén Hotel, Cieloalto, etc.) pero conserva un rasgo identitario que engloba a varias de ellas: lo que más le interesa al guionista es la exploración del mundo, la explicación de cómo y por qué existe un elemento fantástico en un mundo que se parece mucho al nuestro. Esta vez es una ciudad mecánica, poblada por autómatas, que existe en el desierto del norte de Africa en plena Segunda Guerra Mundial. ¿Quién la creó? ¿Cómo se pobló? ¿Cómo se mueve, cómo se abastece, quién la gobierna, qué rol juega en el conflicto bélico? Las respuestas a esas (y otras preguntas) constituyen lo más interesante de la obra.
El conflicto, en cambio, es menor. Hay una tensión, hay una curva dramática, hay un problema a resolver, pero no es lo más relevante. Los personajes que supuestamente son los protagonistas están ahí básicamente para hacerse las preguntas que nos hacemos los lectores y poner cara de “wow, qué grosso“ cuando escuchan las respuestas. Hay también una leve historia de amor y un volantazo cerca del final que redefine a uno de los protagonistas, pero los roles que les reserva Agrimbau tanto a Onur como a Helmut pasan a un segundo plano comparados con las maravillas y los secretos que esconde la ciudad de Axedra.
El guión, si bien puede parecer una mezcla entre una aventura de tono bélico y una de ciencia-ficción, se anima a ir más allá. Acá hay historia, filosofía, metafísica, ciencia dura, política, religión... Toda la fascinación que podés llegar a sentir cuando descubrís una cultura nueva, condensada en 100 páginas de historieta. También en segundo plano, perceptible para el lector que se proponga hilar más fino, Agrimbau ensaya (no sé si a propósito) un catálogo de las obsesiones de Jorge Luis Borges: acá tienen su importancia los laberintos, los espejos, el tiempo, el ajedrez... todos elementos muy presentes en la obra del genio máximo de nuestra literatura fantástica. Incluso Agrimbau ensaya un recurso típico de Borges (y más tarde de Neil Gaiman): un tramo del relato consiste en una historia que un personaje le narra a otros, en este caso una ingeniosa reversión de la famosa anécdota del tipo que inventó el ajedrez y la recompensa que le pidió al emperador chino que lo “sponsoreaba“.
Fernando Baldó aprovecha a fondo una posibilidad mágica que le da este guión y que los dibujantes argentinos que no laburan para EEUU rara vez tienen: pocos cuadros por página. Una narrativa descomprimida, la posibilidad de armar splash pages, algunas incluso dobles, de pensar la puesta en página de un modo atípico, de jugar, de incluir esas guardas ornamentales que parecían propiedad privada de Quique Alcatena... Baldó se ve muy sólido en su estilo realista, se mata en los fondos y en las máquinas, se luce en las expresiones faciales, no falla en la documentación histórica y nos muestra a muchísimos personajes distintos, todos con rasgos propios que no se repiten. Lo que más me gustó de la faceta gráfica es cómo Baldó combina blancos, negros y varias tonalidades de grises, logradas con el Photoshop. Ese recurso, perfectamente manejado, le da al dibujo una sensación de profundidad y resulta fundamental tanto a la hora de separar bien los planos como cuando hay que pelar efectos de iluminación. Un gran laburo de Baldó, de punta a punta.
Y sí, a Los Autómatas del Desierto le falta un poco de emoción y de machaca para ser una “clásica aventura pasatista” y le sobra un poquito de pochoclo para pasar por historieta “artísticamente comprometida y profunda”. Está ahí, en esa zona gris. Pero lo importante es que está buena, es entretenida, tiene muy buenas ideas, muy buenos textos y muy buenos dibujos. Y a diferencia de otras obras de Agrimbau, tiene una portada muy linda y muy ganchera. Si sos fan de este notable e inagotable guionista, dale una posibilidad, que la vas a disfrutar.
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Published on June 02, 2015 19:02

June 1, 2015

01/ 06: LOS MAS VENDIDOS DE MAYO

Si bien Mayo fue un mes de buenas ventas, no llegó a las cifras de Abril, probablemente porque yo me dediqué bastante a otras cosas y no le di tanta bola a la Distri. Pero bueno, en Abril me tomé vacaciones y aún así se vendió bárbaro. Lo que realmente sucedió en Mayo (digo, con las planillas a la vista) es que tuvimos muy pocos pedidos de las comiquerías del Interior del país. Las de Capital y Gran Buenos Aires bancaron los trapos, y si ese volumen de ventas hubiese sido parejo en todo el país, estaríamos hablando de un mes record. Esta vez faltó esa pata, que ojalá se refuerce en Junio.
Estos fueron los títulos más vendidos en Mayo:
1) Bife Angosto Vol.4 (De la Flor)
2) Basura (Loco Rabia/ Belerofonte)
3) Semillas (De la Flor)
4) ¡Eso, Pescuezo! (De la Flor)
5) La Luna del Toro (Historieteca)
6) Colder (Llanto de Mudo)
7) Té de Nuez (Común)
8) QP: Éramos Nosotros (Común)
9) Ofelia Vol.3 (De la Flor)
10) Ordinario (Llanto de Mudo)

Evidentemente, el regreso de Ediciones De la Flor fue con los tapones de punta: cuatro de sus novedades lograron entrar a la lista de los best sellers, entre ellos los libros que ocuparon el primer, tercer y cuarto puesto. Las dos novedades de la editorial Común también arrancaron muy bien (veremos si aguantan un mes más), en el séptimo y octavo puesto. Muy meritorio ese séptimo lugar para Té de Nuez si pensamos que es un libro que por precio, calidad y formato parece estar apuntado al habitual consumidor de comic europeo, siempre minoritario en comparación con el típico seguidor de la historieta argentina.
El quinto puesto fue para el nuevo libro de Alcatena y Mazzitelli, que no estaba anunciado en el catálogo de Mayo, pero salió pasando la mitad del mes y vendió mucho en pocos días.
Por supuesto quedaron afuera del ranking varias novedades que salieron pero vendieron poco, y como ya es costumbre, se colaron algunos títulos que no son novedad: un clásico como Ordinario (supongo que fogoneado por los nuevos libros de Gustavo Sala), un hitazo de fines del año pasado (Colder) y Basura, que desde que salió en Marzo no paró un minuto de vender y esta vez se quedó nada menos que con el segundo puesto, en un mes en que las novedades salieron a arrasar con todo.
Para Junio hay nuevos libros de De la Flor, alguna cosita que debió haber salido el mes pasado y no salió, más cerca de fin de mes la reedición en un único tomo de Parque Chas... y no mucho más. Ojalá en Julio los editores nos sorprendan con unas cuantas novedades y ojalá en Junio esta esacez de lanzamientos no tiren muy abajo las ventas. Como siempre, veremos qué sucede...
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Published on June 01, 2015 16:33

May 31, 2015

31/ 05: HISTORIAS DE SOLDADOS Y JUGLARES

Allá por principios de los ´70, el maestro italiano Sergio Toppi se juntó con el guionista Mino Milani y de ahí salieron un montón de historias cortas ambientadas en distintas guerras, desde el medioevo hasta la (por entonces reciente) Segunda Guerra Mundial. Este libro reúne cinco de ellas, no en el orden en que las realizaron los autores italianos, sino en el orden cronológico real, empezando por la de ambientación más antigua y llegando hasta la de ambientación más reciente.
Cuando digo que son historias cortas, lo digo en serio: todas tienen ocho o nueve páginas. Y casi todas ostentan grandes ambiciones en cuanto a lo que se proponen contar. Así es como Toppi termina por llenar las páginas de cuadritos chiquitos, a su vez muy poblados de texto. A tal punto que en la primera historia, por ejemplo, tenemos viñetas que sólo muestran texto, como en El Eternauta y tantas otras historietas definitivamente antiguas. Por momentos el texto tiene tanto protagonismo y se hace tanto cargo de llevar adelante el relato, que los dibujos de Toppi se convierten en meros complementos, que ilustran pedacitos de lo que narra Milani con palabras.
La primera aventura, ambientada en Francia en 1040, no es gran cosa. Arranca lento, se apresura al final y obviamente necesitaba por lo menos cuatro páginas más para evitar que los masacotes de texto ahoguen por completo al dibujo, que a veces aparece apretujado en viñetas que parecen estampillas.
La segunda historia nos lleva a Suiza, en el año 1476. Esta vez hay un poco menos de texto, y un problema menor: hay una sóla escena contada a partir del dibujo… y es completamente innecesaria. Si leés sólo los bloques de texto, se entiende todo perfecto. Por suerte hay menos cuadros por página y el dibujo de Toppi se luce muchísimo más, pero me queda la sensación chota de que la historia en sí no era de las más idóneas para ser traspasadas al lenguaje de la historieta.
Para la tercera historia, la ambientación elegida es Italia en 1526. Esta debe ser la historia más floja: un conflicto poco atractivo, un personaje que no se hace querer en lo más mínimo, un final aticlimático, textos que dicen lo mismo que nos muestran los dibujos… Por suerte no es tan heavy el volumen de texto y nos podemos babear con los dibujazos de Toppi, aunque esta es la historieta en la que menos fondos dibuja.
La cuarta nos lleva al Sudán egipcio, en 1878. Es una anécdota menor pero bien narrada, con el dramatismo bien manejado y un lindo moñito en el final. Hay una sóla página de 9 cuadros y el resto está bien equilibrada entre texto e imagen.
Y la última historia, ambientada en la Primera Guerra Mundial, es lejos la mejor, la más original, la menos predecible, la que se apoya más en las relaciones entre personajes muy bien construídos. Por supuesto le vendrían bárbaro cuatro páginas más, para descomprimir un poco, para que no recibamos tanta información tan apretada, para no fumarnos páginas de 10 viñetas, para darle más aire al dibujo y que no sean los bloques de texto y los diálogos los que nos cuentan TODO lo que necesitamos saber… Pero sin dudas es la historia más linda, la más “moderna”, o por lo menos la que mejor se banca los 45 años transcurridos desde su publicación original.
El dibujo de Toppi es invariablemente potente, elegante. Incluso cuando no tiene espacio para lucirse, el maestro deja todo. A veces pierde la pulseada contra el afán de mostrar de un modo casi documental a personajes que existieron en la realidad, y le salen figuritas de la Billiken con mucha resemblanza pero poca onda. Cuando eso pasa a segundo plano, Toppi sorprende con la versatilidad de su línea (a veces bien finita, bien clara, a veces muy cargada), siempre en sintonía con los climas, con la iluminación y con lo más logrado que tienen estas páginas, que es el equilibrio entre espacios blancos y masas negras. En los trabajos en los que Toppi se calienta menos por mostrar su impronta autoral y en vez de hacerse el artista se pone el overol, la calidad no baja para nada. Ahí aparece un dibujante de estética realista sumamente correcto, con un trazo vigoroso, gran manejo de los fondos, de la documentación, de las expresiones faciales. Ese es el Toppi al que se puede imitar sin quedar como un “clon choto de…” y ahí aparecen cosas que veremos luego en Jorge Zaffino, Leopoldo Durañona o Luis García Durán, entre otros.
Repito: los guiones no son gran cosa salvo el último (El largo viaje del Zeppelin). Pero si comprás historietas por los dibujos y querés ver cómo se podía descollar en el género bélico o histórico sin chorear a Hugo Pratt, ni a los maestros norteamericanos que venían desde los años ´30, estos trabajos “menores” de Toppi te pueden enseñar unas cuantas cosas. Tengo por ahí otro librito de la misma colección, con más historias cortas de los mismos autores, así que pronto habrá secuela.
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Published on May 31, 2015 14:58

May 30, 2015

30/ 05: FERIA DEL LIBRO EN LA PLATA

Hoy me tocó viajar a la ciudad de La Plata a conducir el homenaje que se le hizo al maestro Horacio Lalia, que en estos meses cumple 50 años de labor profesional. Esto fue en un hermoso auditorio del Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, que además es sede (hasta el 7 de Junio) de la Feria del Libro que suele hacerse en la ciudad de las diagonales.
El lugar está muy bueno y hay una amplia programación cultural, con artistas importantes de varias disciplinas. Por supuesto las charlas en las que participan historietistas están detalladas en la Agenda Argenta de la Comiqueando Online.
Pero lo más interesante es que había muchos stands que vendían historietas: OVNI (con material propio, de ECC y de la editorial Común, entre otras), Colihue (con su clásica colección naranja), Historietas Argentinas (con muchos superhéroes y bastante material de autores argentinos), Nueva Historieta Argentina (el team-up que agrupa a varias editoriales básicamente abocadas al material de autores argentinos actuales), Crumb (la tienda de comics grossa de La Plata, donde hay un poco de todo), y otros stands llenos de ofertas, saldos y afines donde vi, por ejemplo, los libritos de la colección Aventuras Dibujadas que editaba Domus allá por 2007-2009 y hoy están descatalogadísimos. En un momento también lo vi pasar a Gustavo Lucero, del sello Conejo Blanco, pero no logré deducir si estaba presente con sus publicaciones en algún stand.
El homenaje a Lalia arrancó con una entrevista mano a mano entre él y yo, por supuesto con algunas preguntas propuestas por el público, y más tarde hubo una segunda parte en la que se sumaron al panel varios amigos del maestro que se acercaron a homenajearlo: el platense Wally Gómez, los rosarinos Germán Peralta y Carlos Barocelli, Rodolfo Migliari (que se vino desde Santa Teresita) y desde Buenos Aires, Max Fiumara y Mariano Epelbaum (diseñador de personajes de Metegol). Todos aportaron anécdotas desopilantes y revelaron pormenores de su relación (de admiración, pero sobre todo de afecto) con el homenajeado. Lalia hizo gala de su gran humor, de su excelente onda con fans y colegas y respondió un montón de preguntas con notable precisión, siempre generoso en las respuestas y en los consejos a los más jóvenes que sienten la pasión por la historieta y se interesan por el camino que el maestro recorre hace 50 años.
A todo esto, salimos del Microcentro a las 12:30, con lo cual casi no dormí. Por eso hoy no hay reseña. Tengo un librito leído, que lo voy a reseñar mañana, así me guardo para el lunes el ranking de las publicaciones más vendidas durante Mayo, que mañana me voy a enterar cuáles fueron.
Si vivís en La Plata o sus aledaños, date una vuelta por la Feria, que está muy bien. Si no, volvé mañana a leer otra reseña.
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Published on May 30, 2015 18:45

May 29, 2015

29/ 05: STAR TREK: DEBT OF HONOR

Nunca fui fan de Star Trek y nunca lo seré. La única serie que me enganchó bastante fue ST: Deep Space 9, que a) no la vi completa y b) me cerraba porque era la que más rompía con el molde de la Star Trek clásica, la de los ´60, que siempre me pareció una garcha insoportable. Casualmente esta graphic novel de 1992 tiene como protagonistas a James T. Kirk y sus adláteres, la tripulación clásica del Enterprise con la que jamás me copé ni un poquito. ¿Cómo caí en esta historieta? Y, por los autores… Guión de Chris Claremont y 92 páginas dibujadas a todo culo por Adam Hughes. ¿Daba para ponerse en estrecha frente a esos nombres? La verdad que no.
La historia que propone Claremont incluye 30 páginas en las que pasa algo que todo fan de Star Trek alguna vez quiso leer o ver: la Federación, los klingons y los romulanos obligados a unirse para derrotar a una amenaza en común. Tres tripulaciones, un sólo obbjetivo, una alianza inevitable entre eternos rivales. Y ya está. Ahí se terminaron los méritos de esta novela a nivel guión. El enemigo a vencer es tristísimo, carente de onda y de imaginación. La lucha en sí es aburrida, anticlimática, y la interacción entre los personajes de los tres bandos tiene algunos detalles copados… perdidos entre toneladas de diálogos tan extensos como intrascendentes.
Y si durante esas 30 páginas el guión choto empantana a un argumento atractivo, imaginate lo que será el resto de la novela, en la que NO HAY un argumento atractivo. Son 62 páginas muy arduas, muy difíciles de sobrellevar. Debt of Honor arranca como un epílogo de una película, Star Trek IV: The Voyage Home, que jamás vi. Así que desde el vamos me la pasé gambeteando referencias a cosas que desconocía. Después, hasta llegar a la parte interesante, hay dos flashbacks bastante largos al pasado del Capitán Kirk, que sirven para establecer su vínculo con T´cel, un personaje bastante interesante, creado por Claremont para esta novela. De cada encuentro entre Kirk y esta enigmática mujer quedan facturas pendientes, cosas que no se dicen, sentimientos que no se blanquean. Uno supone que el encuentro final entre ellos los va a encontrar a punto caramelo, en la cumbre de un in crescendo dramático inolvidable. Pero no: es una escena más, tan olvidable como tantas otras.
Lo peor que tiene este guión (además de la sobreabundancia de referencias a películas y episodios de la serie que nunca vi o no recuerdo) es la grotesca cantidad de texto. Y los bloques de texto son pocos, así que un porcentaje abrumador de esta animalada verbal está puesta en los diálogos, que son miles y larguísimos. Los personajes no paran de hablar un minuto, se retrucan, cada tanto meten chistes, se acuerdan de cosas que pasaron hace décadas, se presentan con los personajes nuevos que no los conocen, nunca dejan de nombrarse con nombre, apellido o rango para que vos sepas quiénes son y qué carajo hacen en el Enterprise… Me imagino que para los hardcore fans de la ST clásica esto habrá sido un nerdgasmo. Para mí fue un suplicio.
Entre todos esos millones de globos infladísimos, se ven los fastuosos dibujos de Adam Hughes, como para aliviar mis pesares. Hughes tiene un sólo problema: es tan bueno, tan superior a la media, y tiene una línea tan única, tan identificable, que se nota demasiado cuando aparecen personajes que no dibuja él, sino que se los “pasa” a sus asistentes, que eran sus compañeros del estudio Gaijin (Jason Pearson, Joe Phillips, Cully Hamner, Brian Stelfreeze…). Los trazos de estos ilustres suplentes, si bien son correctísimos, desentonan demasiado con la elegancia de Hughes, a pesar de los esfuerzos del entintador Karl Story por “homogeneizarlos” de alguna manera. Obviamente lo que mejor dibuja Hughes son las mujeres y las expresiones faciales. Y en este último rubro sus méritos son doblemente valiosos, porque las caras, además de ser creíbles, se tienen que parecer a las de los actores a los que la hinchada identifica con Kirk, Spock, Sulu, etc.. Eso está tan bien logrado que hace ruido, porque cuando comparten viñeta los personajes/actores con los personajes creados ad hoc para la historieta se ven claramente dos niveles distintos de realismo. De todos modos son detalles mínimos, irrelevantes. Tener en la mano 92 páginas de Adam Hughes es algo tan power y tan infrecuente que todas esas minucias se desploman en segundos. Obvio que con menos texto los dibujos se lucirían más, pero así igual brillan con la legítima jerarquía de un clásico contemporáneo como es Hughes.
Ni hace falta que te diga que si sos fan del dibujante, o de la Star Trek clásica, tenés que ir “a donde ningún hombre ha ido antes” a tratar de conseguir esta novela. Y si no, escapale en warp-9, porque te vas a pegar un embole sideral.
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Published on May 29, 2015 19:33

May 28, 2015

28/ 05: TURBO COMIC BOOM Vol.1

Entrada número 1900 del blog, algo impensado cuando arrancamos allá por Enero de 2010… Y ya vamos rumbo al post 2000, que estará disponible la segunda quincena de Septiembre, no sé si antes o después del receso de Comicópolis.
Hoy tengo para leer una nueva antología con autores incipientes, esta vez más enfocada en series, o por lo menos en personajes. Son todas historietas en las que lo más importante son los personajes y el universo que habitan, por encima incluso de las tramas. Veamos con qué me encontré.
Las primeras 16 páginas están a cargo de Gustavo Lucero, también coordinador de la antología. Es una historia muy interesante, con un dibujo potente, mejor que en su trabajo anterior (Clan Felino, reseñado el 11/01/15), pero que tiene dos problemas notables: el primero es que no termina, es simplemente una presentación de personajes y situaciones que están buenas, pero cuyo desarrollo acá no se ve. Y el segundo es el mismo que ya vimos en Clan Felino: Lucero no te crea un personaje, te crea un universo entero. Decenas de personajes que, obviamente, requieren mucho más espacio que el que tiene el autor en estas 16 páginas.
Con muchas menos ambiciones, las 10 páginas de Kokín Kokambar funcionan muy bien. Su Capitán Supositorio es una acertada parodia al género de los superhéroes y la aventura en cuestión es amena y original. El dibujo no despliega virtuosismo, pero cumple decorosamente, apoyado en un muy buen equilibrio entre blancos, negros y grises.
Después viene una historieta muy rara: El Motociclista. El guión de Ernesto Parrilla está muy jugado al impacto del final, que le quedó un poquito críptico, faltó explicitar el giro un poco más. Y el dibujo de Daniel Omar Pérez… no es dibujo! Son todas fotos retocadas. El protagonista tiene la cara de Colin Farrell y el otro personaje, el que se parece al Pelado Cordera, tiene siempre la misma cara, porque parece que Pérez encontró pocas fotos suyas… Un bochorno.
Otro habitué de estas antologías, Segundo Moyano, dispara un montón de buenas ideas en las 12 páginas de Villanos del Sur. El dibujo tiene mucha fuerza y mucha personalidad, y sí, es un primer capítulo en el que Moyano por suerte logra hacer algo más que presentarnos a los personajes y el universo… pero olvidate de que se resuelva algo. Los diálogos son especialmente atractivos y serían el punto más alto de la historia si no fuera porque faltan un montón de signos de puntuación y hay unos cuantos mal puestos. Urgente, un ajuste en ese detalle.
Finalmente, Carlos Scherpa y Gustavo Moriena nos ofrecen cuatro historias cortas (de entre cuatro y seis páginas) del Profesor S., que pareciera ser un investigador de misterios sobrenaturales. Digo “pareciera” porque creo que no entendí bien los relatos, se me hicieron confusos, rebuscados. Y el dibujo de Moriena no ayudó para nada, me pareció lo más flojo de la antología. Los lobos y la grilla de algunas páginas están milimétricamente calcados de otros trabajos de Mike Mignola, algunos efectos de iluminación está copiados de Sin City y la verdad es que lo que no se ve derivativo (o directamente afanado) se ve muy endeble, con fallas importantes en la anatomía, las expresiones faciales, la perspectiva y la composición de las viñetas.
Esta es una publicación de Diciembre de 2014 (ya me falta poquito para terminar de leer todo el material de autores argentinos que conseguí el año pasado) y hasta ahora no se anunció un segundo tomo. Ojalá eso suceda pronto, así vemos cómo siguen las historias que están buenas, cómo mejoran los autores que tienen margen para mejorar y con qué reemplazan a los que claramente no tienen nivel para publicar en una linda edición como esta, por más que colaboren de onda.

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Published on May 28, 2015 19:29

May 27, 2015

27/ 05: COMIX INTERNACIONAL/ ZONA 84: ESPECIAL CONCURSO

Otra vez me toca discutir con un jurado que distinguió a algunos trabajos entre muchos otros, con la diferencia de que esta vez es un jurado español, que deliberó y premió allá por 1986. Muy bizarro, pero bue…
En la sección de Comix Internacional, le dieron el primer premio a una historieta de José Girbent llamada El Empresario. Lo mejor que tiene es el mensaje, la bajada de línea. El dibujo es totalmente irregular, no se decide entre un estilo caricaturesco y uno de extremo realismo, si bien la técnica es buena en ambos casos. La narrativa es inexpugnable, con páginas atiborradas de decenas de viñetas microscópicas y el rotulado es un horror, que te saca las ganas de leer los textos.
El segundo puesto fue para una historia urbana de Gonzalo Goytisolo, con un guión un poquito predecible pero efectivo. Este chico manejaba muy bien varias técnicas, generaba muy buenos climas y fallaba apenas en la anatomía, un poco tosca. El rotulado, hiper-profesional, parece hecho por los típicos letristas de las revistas de Toutain.
Y después hay cinco menciones. Tres de las cinco historietas mencionadas son completamente olvidables. No se podrían haber publicado ni en la época más crota del Óxido de Fierro. Hay una que se llama Dies Irae, con un argumento y un dibujo exquisitos, obra de Santiago Ibáñez Lluch. ¿Por qué no mereció mejor suerte? Porque el autor se tiró a contar en cuatro páginas una historia que ameritaba por lo menos 45, y le quedó un adefesio repleto de bloques de texto. La otra historia es una comedia costumbrista burda, obvia, chabacana, dibujada de un modo sumamente precario por un chico que sabía hacer bien dos cosas: meter tramas mecánicas para agregar los grises y copiar las caras de los varones de las de Juan Giménez. Ese chico se llamaba Salvador Larroca y este fue su primer trabajo publicado.
Del lado de Zona 84, el ganador fue Enrique Jiménez Corominas, hoy consagrado en Francia y conocido simplemente como “Corominas”. Su guión es bastante ingenioso, su narrativa funciona muy bien y su técnica (tributaria de la de Bernie Wrightson y Andreas) está logradísima. Una historieta con nivel realmente profesional.
La que salió segunda, escrita y dibujada por Rafael Cordero, es un bodrio indescifrable, también con una técnica muy cuidada, pero con fallas groseras en la narrativa y un guión aburrido, denso al pedo. Las historietas que obtuvieron menciones son ocho, de las cuales cuatro no valen un mango: son clones flojos de Moebius o Richard Corben, tratando de imitar los rasgos superficiales de los maestros, pero sin captar la esencia de lo que hizo gigantes a esos capos. En las otras cuatro hay cosas para rescatar:
Cuentos de OVNIs, de Javier Erviti, está planteada en tono de joda y el dibujo funciona muy bien. Es una linda bizarreada. Chatarras, de Juan Antonio Balasch, es una historieta bien guarra, bien cutre, con un dibujo eficaz, un trazo original y un guión apenas jugado. Es un autor al que le podría haber ido bien en El Víbora. Otra historieta que sorprende por la técnica de dibujo es La Reliquia, de Néstor Rufino Sánchez, toda narrada sin palabras y con un raro pero efectivo enlace con el Guernica de Pablo Picasso. Y si no fuera por el rotulado tosco y precario, te diría que de las que no ganaron, la que más me gustó fue Soledad. Se trata de un guión redondito, fuerte, con un buen equilibrio entre machaca e introspección, muy bien dibujado… por Juanjo Guarnido. Sí, acá está el primer trabajo que le publicaron al hoy mega-consagrado dibujante de Blacksad.
Hay varias cosas muy locas para subrayar. Primero: sobre 17 artistas que daban sus primeros pasos en 1986, sólo tres son profesionales reconocidos 29 años después. Y se supone que estos eran los mejores, los que fueron seleccionados entre muchos más. Segundo: para 1986 ya era bastante obvio que el “boom del comic para adultos” que hacía posible que en España existieran revistas como Zona 84 y Comix Internacional, estaba llegando a su fin. Entonces, ¿para qué carajo organizar concursos de nuevos autores? En una industria que ya casi no podía sostener a los autores que se habían incorporado en los últimos 6-7-8 años… ¿servía para algo promocionar nuevos talentos a los que el mercado no iba a poder absorber?
En fin, este librito funciona como item arqueológico, para decir “tengo los primeros trabajos de Guarnido, Larroca y Corominas, de cuando eran re-amateurs y no los conocía ni su vieja”. Para leer buenas historietas, se me ocurren muchísimas opciones mejores.
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Published on May 27, 2015 19:50

May 26, 2015

26/ 05: HAWKMAN Vol.2

Segundo tomo de la serie de Hawkman que escribía Geoff Johns con la colaboración de James Robinson, artífices ambos de la mejor etapa de toda la historia de la Justice Society of America. El Vol.1 tuvo su reseña el 17/09/14 y no está mal repasarla, porque me parece que algunos lineamientos se mantienen tal cual lo expresé aquella vez.
El principal problema de esta serie sigue siendo el mismo: por qué y contra quién luchan Hawkman y Hawkgirl. Y por suerte es el único problema, porque todo lo demás está muy bien. El atractivo grosso no son las peleas, sino la interacción entre los personajes, el desarrollo en la caracterización de estos héroes a simple vista medio chatos, medio tábula rasa. El primer episodio ilustra perfecto lo que quiero decir: a Johns le interesa mostrarnos una extensa charla entre Carter Hall y Ray Palmer (Atom, para los amigos) durante una cena en un restaurante. Como es un comic de superhéroes, tiene que haber algo de acción, y así es como Hawkgirl y los canas de St. Roch se machacan durante escasas seis páginas contra un villano de la B Metropolitana, sin la menor trascendencia. Lo interesante, claramente, es lo otro.
En el segundo episodio todo es aún más brutal: el núcleo de la historia es una charla entre Carter y Hector Hall (por entonces Dr.Fate) y las poquísimas escenas de acción que vemos… son flashbacks! Recién a partir del tercer capítulo tenemos una saguita de tres episodios más centrada en la machaca contra un villano como la gente, y con alguna consecuencia relevante. Y lo mejor: la resolución del conflicto heavy llega 12 páginas antes del final, con lo cual a Johns le quedan 10 páginas para… desarrollo de personajes, diálogos a fondo, escenas intimistas que giran en torno a los vínculos entre Carter y Kendra, que sirven para mantener arriba la chapa del villano presentado en el Vol.1 y hasta para darle onda a Speed Saunders, un héroe sumamente menor, cuya mayor gloria es la de haber aparecido en el n°1 de Action Comics, en 1938.
Después tenemos un unitario a priori totalmente desenganchado, ambientado en el Far West y protagonizado por Nighthawk y Cinnamon (también reencarnaciones de Khufu y Chay-Ara), muy entretenido y con una linda vueltita al final que lo hace relevante para lo que sucede con Carter y Kendra en el presente. Y terminamos con un arquito de dos partes, donde finalmente se resuelve el plot del asesino de los padres de Kendra y del confuso episodio que traumó a Hawkgirl cuando tenía apenas 13 años. Es una historia intensa, heavy, dramática, donde mi clon se esfuerza por darle un rol destacado a Gentleman Ghost (clásico villano del Hawkman de la Silver Age) pero donde mete más miedo el villano más normal, humano y sin poderes que resulta ser… un personaje secundario que Johns venía construyendo desde el tomo anterior. Esta última aventura es la que nos muestra la mejor pelea, la que tiene más sentido, la que no está puesta ahí para rellenar páginas y que el comic tenga algo de acción.
Vamos con los dibujantes. Casi todo el tomo está a cargo del siempre sólido Rags Morales, un tipo que plantea bien las secuencias, elige bien los ángulos, se rompe el culo en los fondos… A veces tantos entintadores que le meten mano lo deforman un poco, pero se nota una muy buena formación académica, combinada con un gran dinamismo a la hora de planificar y mostrar la acción. Y hablando de entintadores, para el capítulo que transcurre en la época de los cowboys a Morales lo entinta nada menos que Tim Truman, que le suma esa impronta roñosa, oscura, menos elegante y más rústica. Una muy buena combinación. Para los dos últimos episodios tenemos en uno a Ethan Van Sciver (que sobredibuja mucho, llena todo de rayitas innecesarias y no tiene un manejo de los planos tan ingenioso como el de Morales) y en el otro al muerto de Don Kramer, flojísimo en todos los rubros, principalmente en las expresiones faciales, justo en una historia donde estas tienen muchísimo peso.
Me queda por leer (para la segunda mitad del año) el tercer y último tomo del Hawkman de Geoff Johns, una serie con más altas que bajas. Aún sin jugar al “comic de autor adentro del mainstream”, esta serie de Hawkman se las ingenió para tener un tono propio atractivo, y bancar los trapos que vale la pena bancar, que son los que tienen que ver con darle profundidad, complejidad y onda a estos íconos (de segunda línea pero íconos al fin) que venían desde los años ´40, más manoseados que Vicky Xipolitakis en un vagón del Subte B a las seis de la tarde…
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Published on May 26, 2015 16:08

May 25, 2015

25/ 05: ANTOLOGIA DE HEROES ARGENTINOS Vol.5

Después de una primera entrega que mucho no me convenció, me bajé de esta serie y le perdí un poco el rastro… hasta que un amigo me regaló este quinto tomo y dije “nah, me estás jodiendo. ¡Esto lo tengo que leer!”.
Esta vez el nombre del libro contradice a su contenido: no se trata de un compilado de historias cortas sino de una única aventura de 50 páginas, a cargo (casi) de un único guionista. Es, prácticamente, una novela gráfica, en la que seis héroes deben enfrentar una crisis a gran escala, algo con lo que Toni Torres (el guionista a cargo este “crossover final”) soñó desde hace muchos, muchos años. Finalmente lo pudo llevar a cabo en este libro de impecable factura técnica, con un papel y una impresión realmente lujosos, de notable calidad.
Los protagonistas de la aventura son Carlitos (el crédito local de Universo Retro), Camulus, Animal Urbano (que venían apareciendo en casi todos los tomos de la AHA), Shamana (personaje que quizás no te suene: fue creada en 1991 por Sanyú y Jorge Lucas y sólo había aparecido en tres ocasiones), y dos personajes a los que vi nacer en las páginas de Comiqueando: Bruno Helmet y el Caballero Rojo. Además aparecen muy brevemente, en cameos mínimos, otros 30 ó 40 personajes, algunos muy oscuros, entre los que me sorprendió ver, por ejemplo, a King Cop. Le pregunté qué onda a su creador, Luciano Saracino, y me confirmó lo que yo sospechaba: ni las aventuras de King Cop transcurren en Argentina, ni nadie vinculado a este proyecto le consultó si podían utilizar a este personaje.
Lo más acertado que tiene el guión es ese momento cerca del final en el que Torres explica por qué son esos seis personajes y no otros los elegidos para vencer a la amenaza final. Lo más flojo es cuando intenta justificar por qué es Argentina el lugar elegido por la Muerte para manifestarse. Dice Shamana: “La corrupción, la desconfianza, la falta de fe y esperanza, los robos, los asesinatos. Nuestro país está hundido, ha perdido sus valores. Nunca hubo un momento de tan poca fe. Nadie cree en nada ni en nadie. Todos tienen miedo, todos odian al otro”. En fin… detrás de eso se ve con toda claridad una posición política que obviamente no comparto. No te digo “poné la tele y mirá lo que está pasando en este momento en Plaza de Mayo”. Te digo simplemente “salí a la calle, recorré un poquito el país, hablá con la gente”… A menos que te cruces con zombies que sólo miran TN, te va caer la ficha de que Argentina es otra cosa, que los valores están, que la fe está, que mucha gente cree más que nunca en el futuro, en algunos líderes, en algunos proyectos… Pero bueno, este espacio no existe para discutir de política con los guionistas de los comics que leo.
Al tratarse de una amenaza sobrenatural, es casi lógico que la forma de vencerla sea demasiado fácil, más vinculada a un pase de magia que a la lucha de los personajes. No se puede criticar demasiado esa movida. Y los diálogos entre los seis protagonistas están bien: Si fueran más a fondo, las 50 páginas quedarían demasiado sobrecargadas de texto.
En cuanto a los dibujantes, las secuencias protagonizadas por varios héroes se las reparten entre Mariano Navarro (como siempre afiladísimo en las expresiones faciales, con cuerpos de gran dinamismo y narrativa impecable) y los Silva Brothers, correctos, pero más fríos, menos expresivos. En el concurso de “a ver quién dibuja menos fondos” ganan los Silva, pero por muy poco. Juan Pablo Massa completa con algunas páginas de varios héroes juntos, con fondos más laburados y personajes más duros, menos plásticos. Después hay una secuencia de Camulus y Carlitos dibujada por Jorge Blanco (creador de Camulus) en un estilo rústico, muy sobrecargado, donde también se ven personajes de poca ductilidad, casi tallados en madera. Edu Molina, en cambio, la rompe en esas cinco páginas donde sólo aparecen Animal Urbano y Carlitos; y Fernando Calvi dibuja Y ESCRIBE cuatro páginas “solistas” de Bruno Helmet, en su estilo más actual, más personal, de un modo tan idiosincrático y tan ingenioso que logra que esas páginas se puedan leer como una aventura autoconclusiva en sí misma, que podría haber aparecido en cualquier otro tomo de la AHA, en la Fierro, en la Comiqueando o donde se le cante al autor. Gracias a esa secuencia planteada por Calvi, Bruno Helmet termina por ser el único de los seis protagonistas que llega a plantearse por qué carajo hace lo que hace y crece en esas cuatro páginas más que los otros cinco héroes en las 46 restantes.
Sospecho que hace 15 años, cuando muchos vibrábamos con las aventuras de Caballero Rojo, Animal Urbano, Bruno Helmet y demás, esto hubiese sido no sé si un furor, pero seguro mucho más de lo que es hoy. Hoy la historieta argentina (para bien o para mal) agarró para otro lado y una aventura como esta (casi obsesiva en su afán de parecerse a las típicas crisis que tanto abundan en los comics de superhéroes) pasa a ser una bizarreada medio marginal, una curiosidad medio freak en la que los lugares comunes le ganan la pulseada al talento artístico, que por suerte también está. Porque tampoco estamos hablando de un bofe infumable, ni mucho menos…
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Published on May 25, 2015 19:40

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Andrés Accorsi
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