Andrés Accorsi's Blog, page 122

May 3, 2015

03/ 05: HOY NO HAY NADA

Estoy enfrascado en la lectura de un libro bastante extenso, que merced a compro-
misos laborales y sociales, no pude terminar hoy. Mañana seguramente podré reseñarlo como corresponde.
Hace un par de semanas prometí un panorama comiquero de la Feria del Libro, pero la verdad es que todavía no pude ir. Me imagino por lo que postean mis amigos en Facebook que debe estar muy grossa, por lo menos en lo que respecta a la presencia de historietistas locales en los stands y las charlas. Ojalá pueda ir antes de que se termine. Vamos a ver si llego, porque son días de mucho laburo, entre otras cosas porque ya estamos a cuatro meses del inicio de Comicópolis y le estamos poniendo muchas pilas a ese tema.
Y la otra promesa a futuro que tengo para hacer (con muchas más chances de cumplirse que mi visita a la Feria) es para los amigos uruguayos, a los que les cuento que el 23 y 24 de este mes voy a estar una vez más (la tercera, si no me equivoco) en Montevideo Comics, junto a un montón de artistas grossos de Argentina, Europa y el resto de América. Creo que además de tener stand (con libros argentinos a muy buenos precios) voy a brindar una charla, así que los que quieran y puedan venir a hacerme el aguante, chequeen la programación del evento y acérquense al auditorio del Sodre, en la siempre copada capital del país hermano.
Seguramente el 23 y 24 no tendremos reseñas en el blog, y el 25 todavía no lo puedo confirmar.
Gracias por el aguante y será hasta mañana.
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Published on May 03, 2015 15:47

May 2, 2015

02/ 05: TERMINUS Vol.7

Nueva entrega de la antología gestada en Rosario y la verdad es que el contenido me convenció bastante menos que la maravillosa portada de Germán Peralta. Veamos…
Lo primero y principal que tengo para señalar es que en una publicación de 64 páginas, de las cuales sólo 51 son de historieta, no da para poner DOS historietas mudas y una que casi no tiene texto. ¿Por qué? Porque hace que la lectura dure muy poco. Si Términus saliera cada dos semanas, esto no sería un problema, pero sale cada tres meses o más. Entonces, si tengo que esperar tres meses para volver a leer Términus, lo menos que puedo pedir es que cada número me dure más de 15 minutos. Una historieta de cuatro páginas sin texto está muy bien, le da aire a la revista y tiene onda. Pero que sobre 51 páginas 18 sean mudas, es un poco mucho. Y ni siquiera son historietas que no tienen guionista, eh?
En cuanto al material que aparece en este número, abrimos con Sacrificio, una historieta que crea un clima muy interesante, que te mantiene expectante, a la espera de un remate potente e ingenioso… que nunca llega. Se queda en la idea (que es muy buena), en el clima, y si garpa es porque tiene unos dibujos realmente excelentes de Juan Manuel Frigeri, un pibe que ya está para jugar en Primera.
La siguiente, por el contrario, juega al remate y le va un poco mejor. Es una historia atrapante, con una buena idea, mucha mala leche y –algo muy raro- diálogos escritos en español de España, que se disfrutarían más en argentino. Esto no es un capricho delirante, sino que obedece a que el guionista (Xavier González) es español. El dibujante es Sergio Martínez, un correcto sucedáneo de Eduardo Risso, Steve Dillon y Darick Robertson.
Como ya es costumbre, tenemos una nueva aventura de Rip Van Hellsing a cargo de Barreiro y Ferrúa, con una intensa machaca contra el monstruo de turno (esta vez una gárgola) narrada casi sin palabras. Dibuja con enorme solvencia Enrique Santana, cada vez más dinámico y más expresivo. Esta es una muy linda serie, a la que le haría muy bien un poquito de introspección, de meterse en la cabeza del protagonista para contarnos por qué hace lo que hace.
Döppelganger es otra de las historietas sin texto, muy bien pensada y ejecutada por Iñaki Aragón y Patricio Delpeche. Son sólo cuatro páginas y esta dupla está siempre en Términus con historias mudas, así que todo bien.
La mejor historia de este Vol.7 toca el mismo tema que Döppelganger, pero abordado desde otra óptica. Gonzalo Duarte logra que su guión parezca un cuento de H.P. Lovecraft, de esos que te van metiendo en lo imposible, en la locura que se apodera cuadro a cuadro del protagonista, que narra su drama en primera persona. El dibujo de Damián Couceiro lo complementa muy bien, sin distraernos nunca de lo realmente importante, que son los bloques de texto.
La siguiente, a cargo de Gastón Flores y Sergio Tarquini, tiene buenas intenciones, pero por algún motivo no me terminó de cerrar. El Botín, de Francisco Zamora y Juan Pablo Vaccaro, tiene unos dibujos infernales, que te vuelan la cabeza. El guión es menor, shockeante al pedo, y la decisión de contarlo sin textos es acertada, si no fuera porque ya hay muchas páginas sin texto en esta misma antología.
Y cierra Bruno Chiroleu con el tercer episodio de su serie Blas, con buenas ideas, buenos dibujos, más páginas sin texto, y esta vez muy condicionado por la decisión de plantear y resolver un conflicto fuerte sin mostrar violencia. A veces un poquito de pochoclo no viene mal y quizás sea eso lo que le falta a Blas para ganar en impacto dramático.
Cada vez que termino de leer un número de Términus digo “lo que falta para que esto sea una antología de la San Puta es Tal Cosa”. Esta vez, creo que lo que falta es un director/coordinador/editor más ortiva, más frío, que filtre un poquito más. Me imagino que debe ser difícil rebortarle material a gente talentosa que aporta lo suyo de onda, pero a veces es sano. Por suerte el nivel de los dibujantes sigue altísimo y seguramente eso es lo que le garantiza a Términus el muy buen nivel de ventas que logra cada vez que sale. Le falta esa vueltita a los guiones, que cuando se da, explota.
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Published on May 02, 2015 16:05

May 1, 2015

01/ 05: SHOWCASE PRESENTS JONAH HEX Vol.2

Hay que ser muy fan de Jonah Hex para bajarse en dos o tres días un masacote de 540 páginas de historieta, pero bueno… la serie de Jimmy Palmiotti y Justin Gray logró eso: que uno banque a muerte al pistolero más jodido del Oeste y se fume incluso sus andanzas setentosas.
Debo decir que me acuerdo poco del primer Showcase (lo leí hace mil años, antes de empezar con el blog), y a la vez tengo la sensación de que este me gustó bastante más. Hay cuatro o cinco de estos 27 episodios que le hacen el aguante sin ningún inconveniente a los mejores momentos de Gray y Palmiotti. Con otros recursos y otras limitaciones, Michael Fleisher (principal guionista de esta etapa) logra perfeccionar una fórmula que da resultados muy satisfactorios, y a veces incluso excelentes. Para ser justos, digamos que al podio de las mejores historias de este Showcase se suma también una de las tres que escribe David Michelinie: The Railroad Blaster.
El recopilatorio arranca con los últimos números de Weird Western Tales protagonizados por Jonah Hex y enseguida pasa a la revista que lleva el nombre del temible cazador de recompensas. En el primer número de Jonah Hex, todo sigue exactamente igual que en WWT: escribe Fleisher, dibuja como los mega-dioses José Luis García López y todo cierra en la última página de cada episodio, todos 100% autoconclusivos. Pero para el n° 2, el guionista propone una innovación: se viene una larga seguidilla de episodios (incluso los escritos por Michelinie) en los que se resuelve una aventura, pero queda pendiente algo más, una trama principal que sobrevuela las tramas menores: Hex es acusado de un triple homicidio del que es inocente y se convierte en un prófugo de la Justicia. Finalmente logrará limpiar su nombre y recuperar el status quo habitual de las aventuras de WWT en el n°16, una historia extensa, de 25 páginas, en la que Fleisher cierra todo lo que quedaba pendiente desde el n°2.
Los dos números siguientes también tienen historias de 25 páginas y son bastante bizarros porque Hex termina… en la selva del Amazonas! Quizás para darle un respiro a tanto pistolero, caballo y saloon de mala muerte, Fleisher inventa un argumento medio traído de los pelos para desplazar al protagonista a la jungla brasilera, en un primer episodio muy logrado y un segundo bastante choto. Como tantos otros guionistas yankis, Fleisher confunde Brasil con Argentina y hace que los brazucas hablen castellano. ¿Cómo vuelve Hex al Oeste de los EEUU? Olvidate, nunca se explica. Lo cierto es que después de esta extraña aventura vienen más episodios autoconclusivos, en los que a veces reaparecen personajes a los que ya vimos: alguna minita que pegó onda con el caripela, el papá de Jonah, o alguno de los villanos recurrentes: el bandido mexicano El Papagayo y el corrupto potentado Quentin Turnbull.
Entre una cosa y otra (y siempre sacando tolerancia de donde no hay para no indignarse cuando Hex sobrevive a caídas tremendas, trampas mortales, tiros, cuchillazos, dardos envenenados o días enteros sin comer ni beber) las peripecias se hacen muy entretenidas y, como ya dije, entre las aventuras definivamente menores hay algunas gemas realmente memorables.
En cuanto a los dibujantes, en los primeros dos episodios de este tomo tenemos a nuestro compatriota Jorge Moliterni, con un dibujo bien mugriento, muy de la revista Frontera, muy pensado para blanco y negro. El siguiente dibujante regular es García López y es brillante. Rápidamente abandona las manchas y las texturas para volcarse hacia su línea más fina, más elegante, más cercana a lo que hacía en Roland el Corsario, aunque sin soslayar la sordidez de estas aventuras. Y antes de la mitad del tomo ya tenemos como titular a Vicente Alcázar, que se va a quedar hasta el final y a dibujar casi todos los números del 8 al 22 de la revista Jonah Hex. Alcázar nunca estuvo entre mis dibujantes filipinos favoritos, porque es muy desparejo. En algunos episodios se lo ve como un dibujante con ideas, con imaginación para los enfoques, correcto en la anatomía y las expresiones faciales, muy aplicado en los fondos, pero sin mucha personalidad ni mucho empeño, como si se quisiera sacar el laburo de encima rápido. Es decir, a años luz de virtuosos como Alfredo Alcalá, Néstor Redondo, Alex Niño o el mejor Tony De Zuñiga. Y después tenés trabajos como el del n° 20, en los que no podés creer que sea el mismo dibujante. Acá Alcázar pela composiciones alucinantes dignas de Sergio Toppi, suelta el pincel para conjurar detalles, tramas, sombreados, crosshatchings y texturas zarpadísimas para el comic yanki, como si su pincel estuviera poseído por Carlos Roume o Antonio Hernández Palacios. Parece imposible, pero es real: es siempre el mismo dibujante, y es a la hora del promedio donde pierde contra talentos más constantes como Moliterni o García López.
Pasaron mil años entre el primer Showcase de Jonah Hex y el segundo, pero si sale el tercero antes de que me muera, acá tienen un comprador.
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Published on May 01, 2015 16:22

April 30, 2015

30/ 04: LOS MAS VENDIDOS DE ABRIL

Como era de esperarse, Abril fue un mes de muy buenas ventas para la Distri, el mejor en lo que va de 2015. Esta vez no fue tan fácil entrar al Top 10: hubo que vender muchos ejemplares para lograrlo y varias de las novedades quedaron afuera. Estos fueron los diez títulos más vendidos en comiquerías, sin contar lo que vendimos en eventos:

1) Basura (Loco Rabia/ Belerofonte)
2) ¡Viva la Caca! (Subpoesía)
3) La Sudestada (Hotel de las Ideas)
4) Términus Vol.8 (Términus)
5) Hijitos de Puta (Llanto de Mudo)
6) Colder (Llanto de Mudo)
7) Aventuras De Pi-Pio Vol.1 (Común)
8) Acero Líquido (Loco Rabia/ Belerofonte)
9) En el Bosque (Común)
10) Los Autómatas del Desierto (Historieteca)

Al igual que en Marzo, el libro más vendido fue Basura, el clásico ochentoso de Carlos Trillo y Juan Giménez. Y de los lanzamientos de Abril, lograron colarse en el Top Ten nada menos que tres: la edición ampliada de ¡Viva la Caca! (y parece que se viene otro tanque con la firma de Gustavo Sala), La Sudestada (lo nuevo de Juan Sáenz Valiente) y En el Bosque, la antología de cuentos para chicos adaptados por Liniers, Decur, Fede Pazos y otros, que –como todos los títulos de la editorial Común- corre con la desventaja de un precio de tapa muy por encima de la media del resto de los libros de historieta que se editan en el país.
Además de Basura, otros lanzamientos de Marzo que lograron quedarse una vez más entre los 10 primeros fueron la nueva Términus y el primer tomo de Pi-Pío y en ambos casos la cantidad de ejemplares vendidos este mes SUPERÓ a la del mes pasado. Completan el ranking tres títulos que ya están impuestos y que ninguna comiquería puede no tener en sus bateas (Hijitos de Puta, Colder y Acero Líquido), más uno que arrancó bien allá por Diciembre y que todavía está lejos de su techo de ventas, como es Los Autómatas del Desierto.
La expectativa para Mayo es altísima, porque tenemos nuevo tomo de Bife Angosto (justo en el momento más hot de Gustavo Sala) y nuevos libros de Alberto Montt, Decur, Lucas Nine, Julio Azamor, Powerpaola, Sergio Ibáñez, nuevas antologías temáticas de Loco Rabia y La Duendes, y los nuevos títulos de Comiks Debris (uno de Fernando Calvi y otro de J.J. Rovella) que estaban anunciados para Abril pero se retrasaron para Mayo. Como siempre, veremos qué sucede.
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Published on April 30, 2015 12:23

April 29, 2015

29/ 04: TETE DE NEGRE

Allá por el 2002, el historietista Jürg adaptó al comic Tête de Negre, una novela del escritor Daniel Picouly. Y se dio el milagro de que a Picouly le gustó tanto esta versión que decidió escribir dos secuelas para su novela, que sólo existen como historietas. O sea que, gracias a la adaptación de Jürg, pasó de ser una obra literaria a ser una trilogía de tres novelas gráficas, una de las cuales existe también como novela en prosa.
Este primer tomo es el que adapta la novela original y por eso es perfectamente autoconclusivo. La historia nos lleva a París, en el año 1792, cuando estaba de moda la guillotina y todos los días decapitaban a algún garca de los que todavía defendían los privilegios con los que intentó acabar la revolución de 1789. Los protagonistas son dos ex-soldados negros, a los que su antiguo jefe de batallón, un potentado marqués, les encarga recuperar la cabeza de su hijo Germain. La idea es darle un funeral como la gente al decapitado muchacho y para eso hay que localizar el pedazo de cadáver que falta. Y hay un detalle interesante, que es que Germain era mestizo: el marqués lo tuvo con una mujer negra, y el muchacho era negro con ojos azules. No hay muchas cabezas así circulando por París, así que vale la pena intentar encontrarla.
En general, la aventura histórica francesa se asa de rosca en su intento por respetar con rigor más prusiano que francés el tema del contexto real que existió en cada época en la que se sitúan las historias. Acá, por suerte, esto no corre. Tête de Negre nos cuenta que hay un sector casi en las márgenes de París llamado Haarlem (como una ciudad holandesa) en la que por determinadas circunstancias se aglomeró una gran población de raza negra. Y lo más atractivo: en una jugada al mejor estilo Astérix, Picouly se anima a meter anacronismos, obviamente en son de joda. Así, en este Haarlem del Siglo XVIII tenemos chicos negros que juegan a una especie de basket, rastafaris que fuman faso, una especie de cadena de comidas rápidas muy parecida a McDonald´s y hasta una especie de Ku Klux Klan.
De todos estos elementos salen chistes muy zarpados, muy efectivos, que uno –acostumbrado al tono circunspecto de la mayoría de las aventuras históricas- no se ve venir. Eso es, sin dudas, lo mejor que tiene Tête de Negre: la forma en que el humor negro, la sátira jodida, con mala leche, los gags macabros y truculentos, tiñen de a poco a una aventura que amenazaba con ser atildada, protocolar y careta. El nivel de violencia va in crescendo hasta hacerse desopilante, los diálogos van de la ironía más fina a la guarangada más explícita, pero todo el tiempo se conserva intacto el equilibrio entre la comedia y la aventura.
La otra pista de que esto se podía desvirtuar hacia el lado de la sátira y la comedia negra estaba en el dibujo de Jürg, que no se parece en nada al de los típicos dibujantes de aventura histórica francesa. Jürg se guarda el realismo para los fondos, pero a la hora de dibujar a los personajes, va por un trazo más caricaturesco, más expresivo, incluso más grotesco. Que, por otra parte, es lo que menos me cerró de este libro. Al dibujo de Jürg, lamentablemente, le faltan cinco pa´l peso. Es dinámico, maneja bien los climas, no falla en la narrativa, pero el trazo en sí es por momentos medio precario, o medio granguiñolesco. Para un comic más under, para una historia de drogones, pandilleros y putas de El Víbora, está perfecto. Para este proyecto específico, por ahí convenía más otro estilo, un poquito menos feísta, o por lo menos un feísmo un poco más afianzado, con menos dudas. Una pena, porque en todo lo demás la adaptación funciona perfecto.
Como rareza, esto está muy bien, te entretiene un buen rato y casi sin querer, aprendés boludeces acerca de la vida cotidiana en los tiempos de la Revolución Francesa. Pero si no lo leés, no pasa nada. Liberté, egalité y menage a trois.

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Published on April 29, 2015 15:39

April 28, 2015

28/ 04: UNA ULTIMA CARTA

En esta breve novela gráfica, Damián Connelly (uno de los guionistas favoritos de los trolls que solían pulular por este blog) se reencuentra con el noir puro y duro, en una historia ambientada en lo profundo del hampa a la que el prólogo de Leonardo Oyola emparenta muy acertadamente con The Road to Perdition.
El protagonista es Callaghan, un descendiente de irlandeses (como Connelly) cuyo trabajo consiste en matar gente a pedido de un capo de la mafia que controla un montón de negocios sucios en una ciudad yanki de la década del… ´40, diría yo. Pero los ciclos inevitablemente se cumplen y Callaghan decide colgar los guantes, retirarse del negocio, no sin antes realizar un último trabajo… que obviamente se va a complicar. Alrededor de esa consigna ya empleada por muchas otras obras de este género, Connelly teje una atractiva red de relaciones humanas, con romances, traiciones, convicciones, replanteos, sueños, misterio y un par de garches bastante subidos de tono. El tono es trágico, el jazz se hace presente como banda de sonido (y aporta unas resonancias a las mejores obras de Carlos Sampayo), y hay una especie de contrapunto entre un típico clima de violencia y sordidez y ciertos elementos más personales, más ambiguos, menos brutales, que le dan a Una Ultima Carta una lograda pátina de sofisticación. Por supuesto, esa impronta trágica va a ser la que se imponga al final, que es potente, impredecible y sumamente emotivo.
A lo largo de las 60 páginas de la novela, Connelly se esfuerza por prescindir lo más posible de los diálogos, por narrar lo más posible con la imagen. Y cuando no queda más remedio que escuchar hablar a los personajes, queda al descubierto el único punto flojo de Una Ultima Carta. Quizás para ceñirse más firmemente a las convenciones del género, Connelly recurre al castellano neutro para los diálogos, y eso significa que muchas veces los personajes hablen como en una película yanki mal traducida, con frases que suenan raras (o torpes) para el oído argento.
Hablaba recién de ese “algo más”, de esos rasgos más personales, más finolis que diferencian a esta obra de tantas otras del mismo género, y buena parte de ese mérito le corresponde al dibujo de Lauri Fernández. Acá vemos a la mendocina dar cátedra en materia de enfoques, de documentación histórica y sobre todo de equilibrio entre blancos, negros y grises. La puesta en página arriesga mucho y casi siempre acierta (hay un par de pequeñas pifias, pero a nivel de la composición, sin afectar nunca el flujo narrativo), con lo cual tenemos algunas secuencias e incluso algunas splash pages realmente logradísimas. El dibujo de Lauri parte de una base muy realista, que me hizo acordar mucho a Solano López, y a la vez incorpora (en los rasgos faciales y en la forma de manchar con el pincel) rasgos más expresionistas, más para el lado de Igort, o de José Muñoz. Y cuando opta por una línea más clara, especialmente para tomas vistas desde lejos, o para diferenciar a los fondos de los planos principales, pela cositas que me hicieron acordar a Ben Katchor. De hecho, en la página 53 hay un personaje menor, casi idéntico a Julius Knipl. Este es un muy buen trabajo de Lauri Fernández, en el que una vez más demuestra su gran versatilidad tanto técnica como temática.
No te digo que Una Ultima Carta está al nivel de las grandes historias urbanas, jodidas y profundamente reflexivas de Carlos Sampayo (con quien casualmente laburaron tres de los cuatro dibujantes a los que mencioné cuando hablaba de la faz gráfica), pero claramente va para ese lado. Es una muy buena historia, muy bien dibujada, y retoma de alguna manera esa línea que emprendió Connelly en sus obras junto a Berliac (Cien Volando, DGMW), aunque con menos saltos al vacío, cero elementos fantásticos y un vuelo poético más acotado, o en realidad más supeditado a las convenciones de este género en el que tan cómodo se lo ve al guionista. Tengo otro librito de Connelly para leer y reseñar muy pronto, acá en el blog.
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Published on April 28, 2015 18:57

April 27, 2015

27/ 04: SHE-HULK Vol.4

Hace mucho, mucho tiempo, un lejanísimo 24/08/10, me tocó leer el tomo anterior de esta serie, el tercero escrito por el entonces no tan encumbrado Dan Slott. Y me faltaba el final de su etapa al frente de She-Hulk, que finalmente conseguí –no sin esfuerzo- recién el año pasado. Estos son comics de 2006 y 2007, muy impregnados de la onda Civil War, en los que Slott asume el desafío de meterle comedia y disparate a un momento muy heavy en la historia de los héroes y heroínas de Marvel. Y una vez más, sale bien parado de una ordalía a priori bastante complicada.
Los dos primeros episodios tienen un planteo tremendo: Starfox, héroe de Titan, hermano de Thanos y miembro de los Avengers, es acusado de haberse empomado a una mujer terrestre contra su voluntad. She-Hulk acepta defenderlo, pero a medida que pasan las páginas Slott nos va revelando detalles acerca del funcionamiento de los poderes de Starfox que parecen condenar al paladín más fiestero de la galaxia. El dilema moral se hace espeso y se hace personal, porque la propia protagonista alguna vez tuvo un tiroteo con Starfox… y no sabe si eso que la llevó a tirarle los galgos lo generó ella, o los poderes de él.
En el medio del courtroom drama, la investigación y los flashbacks a la época en la que She-Hulk y Starfox eran compañeros de equipo, Slott avanza a paso firme con varios subplots que involucran a todos los personajes secundarios de la serie, básicamente los otros empleados del estudio de abogados donde trabaja Jennifer Walters, y su novio, John Jameson, el hijo de J. Jonah. El guionista mantiene alto el nivel de los chistes y las bizarreadas, y reserva sorpresas grossas para todos, muy bien dosificadas a lo largo de todo el tomo.
Después tenemos los dos episodios que más enganchan con Civil War: el primero centrado sobre todo en las funestas consecuencias que sufren los miembros de los New Warriors que sobrevivieron al desastre de Stamford, y el segundo en la decisión de She-Hulk de no volver a transformarse en Jennifer mientras dure el bolonki. Ah, y en el casamiento entre la protagonista y John Jameson!
Ya en la recta final, Slott hace que Jen descubra lo que los lectores ya sabíamos: John Jameson es Man-Wolf, un licántropo con enormes poderes. Son dos capítulos donde todavía pesan los conflictos de Civil War y donde vemos un gran equilibrio entre machaca y desarrollo de personajes. Y para el postre, dos episodios centrados en el juicio a Starfox, que se lleva a cabo en Titan, con Mentor, Thanos, Pip the Troll, Moondragon, una Captain Marvel a la que yo nunca había visto y un montón de sorpresas más. Obviamente la presencia de Thanos le va a complicar las cosas a los buenos, pero la valentía de She-Hulk va a inclinar la balanza a favor de la Justicia. La sorpresa grossa del final tiene que ver con Starfox, el personaje al que más hace crecer Slott en este tomo, y cuando llega la hora de resolver el tema de la relación entre Jen y John… se acabó el espacio y queda sin resolver.
Pero claro, este NO es el final. Como en su momento salieron sólo cuatro TPBs, yo pensé que todo terminaba acá. Y sin embargo hay ocho episodios más de Slott, que sólo se reeditaron en un mega-broli de casi 400 páginas (aparecido el año pasado) que trae, además, los ocho episodios que yo acabo de leer. Así que me tendría que deshacer de este TPB e ir por el libro pulentoso, que sí llega hasta el final de la Era Slott.
En cuanto a los dibujantes, acá Juan Bobillo no pasa ni a saludar. Tenemos dos numeritos del brazuca Will Conrad (bastante chato, poco original, lejos de su nivel actual), dos numeritos del maestro Paul Smith (elegante y plástico como siempre) y el resto a cargo del siempre efectivo Rick Burchett, un dibujante mucho más asociado con DC que con Marvel, que por ahí no descolla, pero tampoco defrauda. Y además entiende perfectamente el timing de comedia que propone Slott en varios pasajes de la serie.
Sigo sin saber cómo carajo termina la etapa de Dan Slott al frente de She-Hulk, pero también sigo sumando motivos para recomendarla, no sólo a los fans del personaje o del guionista, por la cantidad de sorpresas zarpadas, por el ritmo, por los temas en los que se mete, por el humor, por la erudición marvelita, por el gran manejo de los subplots y porque con personajes de la B y la C (Man-Wolf, Starfox, Two-Gun Kid, el androide del Mad Thinker, etc.) armó un elenco alucinante al que le pega un montón de giros muy interesantes. Voy por más Slott, aunque eso signifique postergar un toque más la lectura de la etapa de Charles Soule y Javier Pulido, que también pinta grossa.
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Published on April 27, 2015 19:06

April 26, 2015

26/ 04: BANG!

Después de lo mucho que me gustó Johnny Jungle, era obvio que iba a tratar de conseguir otras obras de su guionista, Jean-Christophe Deveney. La primera que encontré fue esta, Bang!, con dibujos de Loic Godart, a la que me apresuro a definir como un festival de la sangre, la muerte, los diálogos irónicos, repletos de chistes y guarangadas, y la violencia extrema, en la que reinan los tiros, los cuchillazos, las explosiones y la gente atropellada por autos y camiones.
En el típico Super Clásico entre el argumento y el guión, acá gana claramente el segundo. El argumento no llega a ser pobre, pero se zarpa de básico: un coronel de la ex-Unión Soviética muere y su última orden es que los hombres y mujeres que integraban su brigada de elite se maten entre ellos, hasta que no quede ninguno. Claro, pasaron 25 años de la última vez que estos tipos y minas pelearon codo a codo y ya están retirados, viejos, gordos, corrompidos, vendidos a la CIA o simplemente cansados de esa vida. Sin embargo, todos acatan la orden final del Coronel Ivanov y se buscan por distintos lugares del mundo para eliminarse unos a otros en duelos truculentos, sin piedad.
Por suerte, a la hora de escribir los diálogos y desarrollar este argumento secuencia a secuencia, Deveney encuentra un elemento del que aferrarse para que esto sea algo más que una excusa para salpicar sangre: los vínculos. Entre estos muchachos ya baqueteados hay historia. Hay camaradería, rivalidades, rencores, secretos, romances… y eso aparece a la hora del guión, para darle un poco más de profundidad a los personajes (especialmente a Katrinka, Varfolomei y Yepreskaya) y para subrayar la dudosa honorabilidad que está en juego en este fatídico “concurso” orquestado desde el más allá por el Coronel.
El resto va por los carriles obvios: cinismo, mala leche, violencia extrema y alguna ironía un poquito más fina acerca de cómo estos soldados al servicio de la URSS se reinsertaron en un mundo en el que “el bloque comunista” se fue al descenso. Se podría haber enfatizado eso por encima de los corchazos y las explosiones, pero no fue así.
Prefiero concentrarme en el dibujo de Loic Godart, que me pareció fabuloso. Me hizo acordar a esos dibujantes que saben imprimirle un sello muy propio al dibujo realista, que lo saben deformar para hacerl más expresivo, más potente. Me vinieron a la mente trabajos de Pietro, de Nicolás Brondo, incluso cositas de Christophe Chabouté, de Marc-Antoine Mathieu, de Tomaz Lavric… Me encontré con un excelente dibujante, de gran plasticidad, hábil para las escenas de acción, para las escenas de cabecitas que hablan, para integrar la referencia fotográfica a su grafismo, con una puesta en página clásica y efectiva y –lo más impactante- con un manejo originalísimo del color. Godart no sólo colaboró con Deveney en el guión: también se hizo cargo de colorear él mismo sus dibujos, algo que no es muy frecuente en el mercado francés. Para esto, imaginó una paleta de colores opacos, apagados, sin la menor estridencia, sin colores primarios, sino más bien todo virado a los verdes militares y los ocres. Y la verdad es que funciona perfecto, le sirve muchísimo a Godart para remarcar esa sensación de aventura crepuscular que tiene el guión. Visualmente, todo en este libro me pareció brillante.
Tengo entendido que hay un segundo tomo de esta serie, una secuela en la que los autores retoman a un personaje cuya muerte no se muestra con total claridad y que –con mínimo chamuyo- se puede explicar que en realidad no murió un carajo. No es de los personajes que mejor me cayó, así que dudo que alguna vez me lo compre. Entré a Bang! cebado porque era un guión de J.C. Deveney y me voy recontra-cebado por los dibujos de Loic Godart, de quien quiero conseguir YA todas sus obras. ¿Qué le va´cer? Es dura la vida del cebado…
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Published on April 26, 2015 16:18

April 25, 2015

25/ 04: CONTROL DE PLAGAS

Hoy volvemos a visitar un conurbano bonaerense post-apocalíptico, pero acá no hubo una plaga de zombies tristes, sino que nuestra realidad fue invadida a través de un vórtice interdimensional por toda clase de vampiros, fantasmas, licántropos, monstruos y –por supuesto- zombies. Con reglas parecidas, la sociedad siguió funcionando, aunque siempre al borde del colapso. En ese contexto sobreviven (y facturan bastante bien) Wang y el Chino, dos duros exterminadores de monstruos y criaturas sobrenaturales que combaten a esta epidemia con huevos, ingenio y fuerza bruta, según sea el caso a resolver.
Sobre esta base, Max Aguirre y Jok crearon una serie de aventuras que combinan con mucho equilibrio la comedia, la acción y el terror. Como los guiones los escribe Aguirre (que hace años se gana la vida con el humor gráfico) los chistes muchas veces ganan la pulseada, y está bien que así sea. Me he reído muchísimo con algunos diálogos de este libro, en los que Aguirre saca a relucir su chapa de graduado summa cum laude de la Universidad de la Calle. Esa sabiduría suburbial, atorranta, le permite al guionista mirar al género del terror y sus convenciones desde una óptica muy fresca, muy impredecible y muy aguda. Y por supuesto, usa al humor para cortar climas muy espesos que se generan cuando los personajes están envueltos en kilombos mayúsculos que involucran a amenazas sobrenaturales realmente peligrosas. De hecho, a medida que pasan los episodios, Aguirre hace cada vez más hincapié en los compañeros del Chino y Wang que ya no están, que no vivieron para contarla.
O sea que, con chistes y bizarreadas, esta es una historia fuerte, con un contenido dramático insoslayable. Y con un elemento 100% cautivante como es el contrapunto entre las personalidades de Wang y el Chino, que no pueden ser más opuestas y que Aguirre explora a fondo como fuente de nuevos chistes pero también para aumentar la tensión en cada una de las misiones.
El dibujo de Jok está muy, muy bueno, totalmente jugado al claroscuro. Acá sólo hay línea, mancha y espacio. Blanco puro o negro pleno, nada más. Y con eso, Jok logra lo indecible. El único problema que le veo es que es un estilo un toquecito difícil de digerir para el que no tiene una cultura gráfica vinculada al dibujo. Se lo das a un pibe que sólo mira dibujos animados y me parece que no le va a gustar, o que le va a costar entenderlo, porque la estética de Jok requiere una cierta decodificación. Obviamente que si leíste a los maestros del claroscuro (Breccia, Muñoz, Pratt, Risso, el Miller de Sin City, el Mignola más extremo) esto te va a resultar tan familiar como atrapante, porque además Jok te engancha con la puesta en página, con la composición de la viñeta, con los detalles que mete… hasta la colocación de los globos de diálogo es impecable. No sé cómo le puede pegar esto a un neófito, pero si ya sos fan de este discípulo aventajado de Oswal, lo vas a disfrutar a pleno.
Además de las aventuras del Chino y Wang, el libro incluye 64 páginas de una especie de enciclopedia de criaturas y monstruos. Son 32 textos acerca de sendos bichos, cada uno con una ilustración de un dibujante distinto. En este segmento participan varios guionistas invitados (Rodolfo Santullo, Luciano Saracino, Federico Reggiani, Diego Cortés, Roy, Alejandro Farías, y hasta referentes del periodismo como Martín Pérez o Andrés Valenzuela, o de la literatura, como Leonardo Oyola) y 32 dibujantes, entre los que se destacan Tute, Quique Alcatena, Nicolás Brondo, Alejandra Lunik, Lauri Fernández, Carlos Aón y Horacio Lalia. Una muy linda idea para “inflar” la cantidad de páginas del libro y a la vez abrirle el juego a un montón de otros autores con algo que va mucho más allá de la remanida galería de pin-ups. Y también hay un par de pin-ups, cómo no, todos dibujados por el propio Max Aguirre, como para contraponer su visión de Wang y el Chino con la de Jok.
Control de Plagas no marca un antes y un después de nada, ni tampoco pretende hacerlo. Es un entretenimiento de muy buena calidad, pensado para hacerte pasar un buen rato, de la mano de unos guiones divertidísimos y un dibujo de notable solidez. Sin dudas vale la pena.
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Published on April 25, 2015 15:24

April 24, 2015

24/ 04: CATWOMAN Vol.3

Sigo adelante con mi tardío descubrimiento de esta serie que es –ya no tengo ninguna duda- lo mejor que le pasó a Catwoman en sus más de 70 años de historia. Como dije hace casi un año, cuando me tocó reseñar el Vol.2, “esto está muy por encima de lo que hizo Ed Brubaker en Batman y casi al nivel de lo mejor de Gotham Central”. Incluso me parece que este tercer tomo es bastante mejor que los dos anteriores.
El arco argumental más extenso lleva a Selina al conflicto directo con Black Mask, principal perjudicado por la magnífica manganeta que armaron la gata y Slam Bradley en el tomo anterior. El villano le va a cobrar carísimo su trapisonda a la protagonista y todos los personajes que componen el elenco de la serie la van a psara muy mal. A la hora de matar a alguno, Brubaker se va un poquito al mazo y liquida a un personaje que aparece por primera vez en este arco, y con el que los lectores ni nos habíamos empezado a encariñar. Así, esa muerte escabrosa sirve simplemente para mostrar lo tremendamente hijo de puta que es Black Mask, pero no impacta emocionalmente por lo menos de este lado de la página. Finalmente, contra viento y marea, gastando hasta su último centavo de aguante, ingenio y culo para zafar de los balazos, puñaladas y explosiones, Catwoman va a derrotar al villano y a su impensada secuaz, por supuesto a un costo altísimo.
Lo que pasa en estos episodios es tan heavy que Brubaker dedica los tres siguientes a pasarlo un poco en limpio, a mostrarnos cómo los protagonistas tratan de asimilar los golpes, de cicatrizar algunas heridas. Y felizmente para este extenso epílogo Brubaker vuelve a darle buena parte del protagonismo a Slam Bradley y a retomar la senda del hard boiled, por ahí con menos acción, con conflictos menos físicos, pero con unos textos espectaculares narrados en primera persona por el veterano detective. Como hay menos piñas y menos persecuciones, hay más espacio para indagar en las relaciones entre los personajes e incluso en sus sueños, a los que el guionista les saca un jugo alucinante. Y así, entre confesiones, arrepentimientos, abandonos, idas, vueltas, cuestionamientos y garches, salen más de 60 páginas tan ricas, tan intensas, y con un giro tan brillante en el final, que podría haber sido un cierre perfecto para la serie.
Pero la serie siguió, y Brubaker se quedó varios números más (hasta el 37, si no me equivoco). De hecho tengo ahí esperándome el Vol.4 (que voy a leer a más tardar el mes que viene, porque ni en pedo banco casi un año más para entrarle) en el que no creo que tengamos un cierre definitivo, precisamente porque el guionista sigue adelante. Recién este mes salió en EEUU un TPB que reedita el último año de Brubaker al frente de esta serie, y por supuesto me propongo capturarlo, a ver cómo termina este vailosísimo ejemplo de comic de autor dentro del mainstream.
En materia de dibujantes, en el arco más extenso lo tenemos al maestro británico Cameron Stewart, que se ajusta muy bien a esa onda “catoon noir” que se había impuesto desde que Darwyn Cooke tocara a esta serie con la varita mágica. Acá hay escenas muy truculentas, muy oscuras, y el dibujo de Stewart no las ablanda ni las suaviza para nada. Lo más notable son los recursos narrativos del británico, que se manda páginas de 14, 15 y hasta 16 cuadros (obviamente muy chiquitos), que le permiten plasmar la acción de un modo muy compacto, muy controlado, como un mecanismo de relojería, aceitado e infalible. Un gran trabajo de Stewart, a quien complementan Mike Manley en algunas tintas y el gran Matt Hollingsworth en el color.
Para el arco más breve, en cambio, tenemos al español Javier Pulido, en un estilo muy distinto al que le vimos (por ejemplo) en Human Target. Esta vez, Pulido apuesta por el minimalismo, por un trazo limpísimo, casi sin mancha negra, una línea despojada, lograda con un pincel muy libre, muy suelto, que se parece más a las historietas de la revista Cairo que a los comics de DC. Hay cosas de Dupuy y Berberian, de Montesol y hasta de Bartolomé Seguí. Me imagino que los lectores yankis deben haber dicho “¿qué carajo es esto?!?” y el coordinador habrá dicho “Muy lindo, pero no lo hagas más”. De hecho, en el tercer y último episodio, que es cuando el guión se pone más sombrío y más noir, Pulido mantiene la línea clara en algunas escenas y en otras se tira con todo al claroscuro, con la misma soltura en el pincel, pero bien cargado de tinta, sin mezquinar manchas negras. El resultado es raro para un comic “de superhéroes”, pero visualmente exquisito.
Vamos pronto con el Vol.4, y a buscar el tercer tomo de la nueva edición, la que llega hasta el final de la inolvidable Era Brubaker.
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Published on April 24, 2015 18:06

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Andrés Accorsi
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