Andrés Accorsi's Blog, page 121

May 12, 2015

12/ 05: LAS NUEVAS AVENTURAS DE CARLITOS Y SUS AMIGOS

Volvió Carlitos, el inusual héroe argentino creado por Sebastián Rizzo, en una antología de historias cortas, en las que protagoniza varios team-ups con distintos personajes de autores locales, todos fuera de continuidad, inspirados (según Rizzo) por la serie animada Batman: The Brave & the Bold.
Hay varias rarezas: la más obvia es que Carlitos comparte aventuras con personajes de corte más realista y tres páginas después con personajes netamente humorísticos. O sea que no hay un tono, ni una línea muy claros. Después, una sóla de las ocho historias está co-escrita por el propio Rizzo, con lo cual no hay ningún tipo de desarrollo para Carlitos. En realidad no hay ningún tipo de desarrollo para ningún personaje, porque las historietas tienen como máximo seis páginas, y ninguna llega a hilvanar una trama sustanciosa, con la complejidad suficiente como para que los personajes crezcan a lo largo de la misma. La excesiva brevedad de las historias es, sin dudas, el principal osbtáculo que me encontré para disfrutar de esta antología.
El primer team-up es con el Caballero Rojo, un personaje con cuyos inicios estuve muy vinculado y al que le perdí el rastro después de aquellos tres o cuatro números editados en 2001 por los propios autores. Nada, el guión de Toni Torres es apenas una anécdota muy menor y lo realmente notable es el dibujo de Mariano Navarro, perfectamente complementado con el color de Hernán Cabrera. Uno ve a esas dos bestias trabajar a ese nivel y quiere que la historia dure 160 páginas, no seis.
Ya en blanco y negro, tenemos una historia muy, muy floja que cruza a Carlitos con Anita, la Hija del Verdugo. Escribe el guionista de aquella mítica saga, Gabriel Bobillo, y dibuja Ignacio Segesso, sin grandes hallazgos ni pifias para destacar. Cuatro páginas que aportan poquísimo. En las siguientes cuatro páginas Carlitos se encuentra con Genia, un personaje humorístico al que no conocía, cuyo diseño es prácticamente un calco del del Bat-Mite de la serie animada de los ´60. Esto está escrito por Jorge Duchaussof y dibujado por Teresita De Angelis, con demasiadas viñetas por página y un guión lleno de chistes al filo de la tristeza. Lo más olvidable del libro, me parece.
El próximo turno es para Body Hunter, un personaje que vivía aventuras eróticas en el espacio exterior, publicadas en la revista Hombre. Posta, no te jodo: pasamos de un duendecito cute a un personaje de historietas eróticas que sólo habla de coger. La historia no es horrible, pero está groseramente compactada para que entre en seis páginas. Escribe David Rodríguez (creador de Body Hunter) y dibuja Juan Pablo Massa, que cumple con lo justo. Predeciblemente, la mejor historia del tomo es la que Carlitos comparte con Animal Urbano, simplemente porque está a cargo de la dupla que hizo grosso al mutante de la villa: Guillermo Grillo escribe un relato cortito y contundente y Edu Molina deja la vida en el dibujo y da cátedra con las tramas mecánicas.
El team-up con El Chispa es la única historia en la que Rizzo colabora en el guión, junto a Gustavo Secreti y Gustavo Lucero, creadores del joven justiciero de la Zona Oeste. El guión es una anécdota mínima y el dibujo de Lucero no está mal, pero no sintoniza la onda de Carlitos. Las siguientes seis páginas no las entendí. Me parece que son un team-up entre Carlitos y uno de los personajes de Chess Masters, una historia que apareció en Términus. El guión, tan obvio como confuso, es de Ariel Grichener y el dibujo es de Jorge Blanco, el creador de Camulus, pero en un estilo raro, irreconocible.
Y cierra una aventura 100% en joda, con Zoila Zombie como co-protagonista. Escribe, dibuja y colorea Lubrio (creador de la chica zombie de nuestras pampas) en un estilo cercano a los clásicos cartoons de Hanna-Barbera, con varios gags efectivos.
En fin, con tantas historias tan breves, es imposible que se luzcan ni Carlitos ni sus invitados. Con menos historias, cada una podría extenderse un poco más, ofrecer más desarrollo, y de paso el libro se vería menos desparejo, menos cambalache desde lo visual. Presentado así, son más las trabas que las facilidades para el disfrute y eso es una pena, sobre todo cuando hay buenos autores involucrados.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 12, 2015 18:36

May 11, 2015

11/ 05: DEAD AIR

Unos añitos antes de romperla con Madman, el glorioso Mike Allred debutaba como historietista en la editorial Slave Labor, con una novela gráfica de 104 páginas en blanco y negro llamada Dead Air. Nada, pero absolutamente nada de lo que puede leerse en estas páginas, nos permite intuir hacia dónde giraría poco más tarde la carrera de este monstruo del papel y la tinta.
Dead Air es una historia imbuída de ese pesimismo típico de mediados de los ´80, cuando todos los días podía caer una lluvia de bombas atómicas y ser el último. No hay diálogos ingeniosos, no hay ironía, no hay bizarreadas graciosas, casi no hay acción. Lo único que mínimamente conecta con el resto de la obra de Allred es que acá el protagonista trabaja como conductor de un programa de radio, y eso le da al autor la oportunidad de deslizar menciones a muchas de sus bandas favoritas (R.E.M., Joy Division, Roxy Music, The Beatles, The Police, U2, The Who, Love & Rockets, etc.). El resto es todo muy marciano para los fans de Allred (que acá firma como “M. Dalton Allred”).
El tono es apagado, crepuscular, bajonero. La trama arranca cuando Eugene, un pueblo de Oregon, queda artificialmente aislado del resto del mundo. Calvin Lennox intenta comunicarse con el exterior, porque su esposa y sus hijos se fueron de viaje a una ciudad vecina. Imposible. Se decide a salir a buscarlos, pero no lo dejan. La aventura consiste en escapar, con la ayuda de sus amigos, de este pueblo para ver qué corno pasa en el exterior y tratar de llegar a donde está su familia. Pero el climax se resuelve antes de la página 40. Después, es todo cuesta abajo: Calvin recorre el mundo exterior, visita otras ciudades totalmente deshabitadas, se pierde, busca, descubre que está todo muy cambiado, todo muy raro. Al final, un elemento sobrenatural intentará explicar por qué el fin del mundo no llegó a Eugene, Oregon, y Calvin se reunirá con su esposa en un plano de realidad que no es el que veníamos recorriendo (perdón por no dar más detalles).
Lo único que no se le puede cuestionar a Dead Air es la originalidad. Realmente, nunca había leído una historia similar. Lo cual no significa que me haya convencido: me puso nervioso en varios momentos, pero porque el argumento daba vueltas en torno a lo mismo en vez de avanzar. Lo poco que se resuelve en las últimas 10 páginas se resuelve con un auténtico, legítimo e irrefutable deus ex machina, del cual no había ni la menor pista en las 95 páginas anteriores. Y el final nos deja a un protagonista que prácticamente no evolucionó a lo largo de la novela: lo único que hizo fue juntar huevos para salir a buscar a su familia cuando todos le decían “quedate en el molde”. Ojo, tampoco es una cagada. Es una obra rara, de un autor primerizo que por ahí se pasó un poco de experimental.
El dibujo deja entrever algo de lo que pelaría Allred más adelante, pero no mucho. Acá se juega muy bien al claroscuro, asume riesgos con la puesta en página y trabaja con una línea muy finita, muy elegante. Este primer Allred copia bastante de fotos (de revistas de modas, como el tomuer de Greg Land) y se esfuerza por pulir su dibujo, por lograr una estética casi “femenina”. Por momentos su trazo me recordó al de Eric Shanower, o al de Colleen Doran. Y en los mejores momentos, cuando se le escapa un poquito de su naturaleza más salvaje, pela cositas de Beto Hernández. La verdad que con tanta sofisticación, tanto manejo del claroscuro y tanto juego con el armado de la página, este Allred de 1989 parecía rumbear más para el lado de Guido Crépax que para lo que mostró después.
Por suerte el comic y la vida nos dan sorpresas y Allred no se convirtió en clon de nadie, sino que encontró y definió un estilo propio, hipnótico y alucinante como pocos. Si querés rastrear la leyenda del creador de Madman hasta sus orígenes, lanzate a buscar Dead Air. Si no, la verdad que no pasa nada.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 11, 2015 16:27

May 10, 2015

10/ 05: TIGRES DE BENGALA

Y acá tenemos un ejemplo 100% opuesto al que vimos el otro día. Dos meses antes de aquel álbum de Fernando Fernández, en Septiembre de 1979, la colección Un Uomo un'Avventura presentó este álbum escrito por Gino D´Antonio y dibujado por el maestro Guido Buzzelli, donde todo funciona como tiene que funcionar.
El texto introductorio de D´Antonio nos explica cómo se vivía en la India a principios del Siglo XIX, de qué jugaba la secta de los thugs y qué hacían los ingleses en el populoso país asiático. Es un texto completo, detallado, repleto de información que por suerte NO se va a repetir durante la historieta. Una vez que esta arranca, se terminan las explicaciones y los contextos históricos, religiosos y socio-políticos pasan a ser apenas un marco para contener lo realmente importante, que es la aventura. Esa es la apuesta fuerte de D´Antonio y Buzzelli, que felizmente garpa muchísimo, porque logran una trama muy ganchera, con una intensidad poco frecuente para este tipo de relatos.
Lo mejor que tiene Tigres de Bengala es que no hay buenos. El protagonista es Raven, un atildado funcionario británico que un día se deja seducir por la codicia y se convierte en un corrupto inescrupuloso, capaz de matar para silenciar sus tramoyas financieras. Y cuando ya no le queda otra que pasar a la clandestinidad, se deja cegar también por la lujuria y se juega la vida para apoderarse de una mina que lo enloquece, una virgen hindú con una extraña conexión con la diosa Kali. Por esta chica, que casi no le dirige la palabra, Raven será capaz de cualquier cosa, hasta de parar colectivos con la chota. Asumirá riesgos, se meterá en peligros, perderá, resurgirá, estará a milímetros de llevarse el premio mayor y al final tanta vorágine se convertirá en tragedia, de esas en las que nadie logra ni siquiera una mísera redención.
Lo único mínimamente criticable es que la aventura agarra ese ritmo frenético cuando ya van 15 páginas. Todo el primer tramo consiste básicamente en contarte que Raven es un hijo de puta, chorro, asesino, avechucho, que desprecia a los hindúes, a sus tradiciones, su cultura y su país todo. Está todo muy bien narrado, pero por ahí hace un poquito de ruido cuando el guión mete el cambio y empieza a avanzar a otra velocidad, con un vértigo muy atractivo, que en las primeras páginas uno no sospechaba ni ahí. Y quizás lo mejor del guión sea la introducción de los elementos religiosos, que aportan esa arista sobrenatural, fundamental para que el desenlace sea completamente impredecible.
El dibujo de Buzzelli adolesce de lo mismo que habíamos visto en el trabajo de Fernando Fernández: esa técnica de color (con tintas o acuarelas, supongo yo) que no es ni color directo posta, ni color aplicado. Es un híbrido muy tibio, muy pecho frío, que hace que todo el tiempo uno esté deseando ver a través del color, para disfrutar de la línea en estado puro, en un blanco y negro que sospecho que debe haber sido majestuoso. Ojo, hay algunas viñetas (muy pocas) en las que Buzzelli baja un cambio, o muestra un poquito de apuro para liquidar la cuestión. No es todo maravilloso. Pero la gran mayoría de estas páginas nos muestran a un dibujante de desbordante virtuosismo, con un gran manejo de la estética realista, excelente en las expresiones faciales, cuidadoso en todos los detalles, impactante a la hora de dibujar animales, paisajes y rostros femeninos, potente a la hora de graficar la acción. El Buzzelli de esta época (el Buzzelli maduro, porque moriría en 1992 con 65 años) era una especie de Antonio Hernández Palacios más dinámico, menos estático. Y de nuevo, me imagino lo que debe ser esta historieta en blanco y negro y me vuelvo loco, me quiero morfar el álbum con unas rayaduras de chocolate o un poquito de azúcar impalpable.
Tigres de Bengala, con sus 36 años a cuestas, me enganchó con una historia fuerte, que aprovecha al máximo la ambientación histórica sin caer en el enciclopedismo, con un protagonista muy bien trabajado, mucha acción, mucho ritmo, mucha mala leche y un dibujo mayoritariamente brillante. Un clásico en serio, no como el River-Racing de hace un rato, que fue un suplicio…
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 10, 2015 17:13

May 9, 2015

09/ 05: CLITORIS: SEX(T)UALIDADES EN VIÑETAS

Después de una experiencia en formato revista que duró cuatro memorables números, Mariela Acevedo llevó a Clítoris al siguiente nivel: de la mano del Hotel de las Ideas convirtió su proyecto en una antología en formato libro, que retiene la esencia de la anterior encarnación y a la vez resulta un poco más atractiva para otro tipo de público.
Lo único que no me cierra de este Clítoris es que las ocho historietas tienen ocho páginas. ¿Por qué la restricción, o la estandarización? Por ahí algunas de estas historias funcionaban mejor en más páginas, o en menos. Esto de que todas las historietas tengan la misma extensión es algo que ya vimos en otras antologías del Hotel de las Ideas y habitualmente resta más de lo que suma. Paso por alto los artículos (descarto que deben ser interesantes para la discusión de temas vinculados al género, la sexualidad, el feminismo y demás “banderas históricas” de Clítoris) para repasar una por una las ocho historietas.
La primera es un fuerte alegato en favor del derecho al aborto, escrita por Carina Maguregui, con muy buenos dibujos (y una puesta en página arriesgada, inquietante) de Muriel Frega. Le falta una vueltita al final, para trascender el testimonio, la bajada de línea. Pero no está mal. La de Gato Fernández (también vinculada al tema del aborto) está muy bien dibujada, muy bien narrada y la bajada de línea -si bien es obvia, notoria, por momentos estridente- está muy bien integrada a la trama, que te mantiene intrigado hasta el final. Gran trabajo de esta joven autora.
Eleonora Kortsarz se mete con el tema de la transexualidad, en una historia que arranca desde los lugares comunes y se va enrareciendo hasta llegar a una séptima página casi desopilante. Lamentablemente en la última, el remate también viene por el lado de lo obvio y lo trillado. El dibujo, correcto, con una narrativa clásica y una tipografía que ya se usó demasiado. Martín Rodríguez Redondo plantea un experimento narrativo muy inteligente, muy jugado, perfectamente ejecutado con la complicidad de Daniel Perrotta (un abonado a las antologías del Hotel), que pela los mejores dibujos de su carrera. Tiene dos páginas MUY cargadas de texto, pero cierra por todos lados.
La mejor historia del tomo es la que escribe Javi Hildebrandt y dibuja Erica Villar, otros dos pilares del Hotel. “Noche de Stand-Up” es graciosa, zarpada, honesta, muy realista, con muchas instancias de identificación entre el personaje y el lector, y además no falla (ni nos subestima) a la hora de transmitir un mensaje potente que tiene que ver con la percepción socialmente aceptada de la belleza femenina. Si te digo que la siguiente historia se llama “La Balada del Mar Salado Beta” y que tiene unos dibujos de Fernando Calvi para caerse de orto, capaz que salís corriendo a comprar este libro. Pero bancá, porque más allá del título y los dibujazos, la idea que propone Calvi no llega a ponerse interesante en las exiguas ocho páginas de la historieta. Una pena.
Emiliano Maitía y Esteban Cánepa abordan el tema de la prostitución en ocho páginas que podrían ser el inicio de una buena novela gráfica. Pero en el apuro por llegar a un final en la octava página, apretan mucha información, el dibujo (técnicamente logradísimo) se desluce un poco por la gran cantidad de viñetas, y los personajes no tienen espacio para desarrollarse más allá de lo mínimo. Para el final, otro clásico del Hotel, Santiago Sánchez Kutika, escribe una linda historia a la que también le falta una vueltita más en el final, para que no sea tan abrupto. El dibujo de Lucía Borjas es más raro que bueno, pero dentro de todo zafa.
Ya desde la magnífica portada de Alejandra Lunik, Clítoris se propone como una antología distinta, y la verdad es que ofrece temas que no vas a ver en otras historietas. Por suerte ese “riesgo” en la temática está bastante respaldado por unos cuantos hallazgos en las propias historietas, en las que el nivel de los dibujos alcanza un muy buen promedio y el de los guiones… un poco menos. Como siempre, tratá de encontrar el Clítoris, que garpa.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 09, 2015 17:46

May 8, 2015

08/ 05: CATWOMAN Vol.4

Después de la epopeya devenida en tragedia del tomo anterior, era lógico que Ed Brubaker quisiera pegarle un volantazo grosso a la serie, y eligió uno muy inteligente: sacar a Selina de Gotham, a ver qué pasa. El libro arranca con una historia cortita de Slam Bradley, rescatada de aquel generoso Secret Files & Origins, que no suma gran cosa pero está muy bien dibujada y narrada con bloques de texto muy bien escritos.
Y después sí, arranca el road trip de Selina y Holly, cuya primera parada será en una granja. Allí vive Ted Grant (cuando no está en misiones junto a la JSA), quien accederá a entrenar a Holly, como lo hizo hace tantos años con su felina amiga. Como están cerca de Nueva York, ambos enmascarados gatunos se darán una vuelta por los tejados de la Gran Manzana y se machacarán con unos extraños adversarios, pero lo realmente interesante es la interacción entre ellos, los diálogos filosos, los pases de facturas viejas, los flirteos. Después, el guionista se las ingeniará para que esa pelea no haya sido meramente decorativa, pero en el contexto de esta historia básicamente autoconclusiva, daba esa sensación.
La siguiente etapa del viaje lleva a Catwoman a Keystone City, donde vivirá una trepidante aventura junto a Captain Cold, básicamente un choreo audaz y peligrosísimo, del que Selina saldrá bien parada y Lenny Snart… no tanto. Le sigue el mejor episodio del tomo, una verdadera gema: Selina y Holly, solas en un comedero típico de las rutas de EEUU, contra tres malvivientes armados. Es una historia chiquita, intensa, con un dilema moral muy bien pensado, que Brubaker resuelve con jerarquía (y violencia) en apenas 10 páginas. El resto del episodio lo rellena con una secuencia en Gotham, en la que Batman lo aprieta a Slam para saber dónde está Catwoman, y lo que debería haber sido una charla apacible entre caballeros se pone espesa y termina con un festival de piñas un poco excesivo. Hay muy buenos diálogos, buenos bloques de texto narrados por el veterano detective y la acción está bien llevada. Lo que no sé es si hacía falta tanta machaca.
Nueva parada de Selina y Holly, esta vez en Opal City, y ahora sí, más allá de los guiños a los lectores de Starman, lo que le interesa a Brubaker es empezar a encauzar la historia en torno a los extraños cultistas de vestimenta arábiga con los que se cruzaron Catwoman y Wildcat en New York. El subplot principal (la búsqueda de alguien que no sabemos quién es) también empieza a ganar peso en la trama, aunque falta para que se resuelva.
Y para el final, la visita a St. Roch, donde reaparecerá Wildcat, también jugando de visitante en la ciudad de Hawkman y Hawkgirl. El erudito en culturas antiguas Carter Hall será de gran ayuda para deducir de qué juegan los zarpaditos del turbante, pero no llegarán a machacarse: el combate contra este culto quedará para más adelante, para cuando Selina regrese a Gotham. El plot que sí se cierra en St.Roch es el de la búsqueda de ese muchacho perdido, que resulta ser… nah, mejor no te lo cuento.
Los dos episodios y el breve unitario que dibuja íntegramente Cameron Stewart son una belleza. La evolución gráfica del británico desde el tomo anterior a este es espectacular. Sin embargo, en los tres episodios restantes, pareciera que Cameron sólo entinta, o le da el toque final, a páginas que dibujan otros artistas: Nick Derrington (al que vimos suplir a Mike Allred en algún tomo de X-Force) y el maestro Guy Davis. Ninguno de los dos logra reproducir la magia de Stewart y la historieta se resiente un poco, sobre todo en las expresiones faciales, que es donde más se nota la incompatibilidad gráfica entre Stewart y sus colaboradores. No tengo dudas de que si lo dejaban a Davis dibujar y entintar todo en su estilo, tendríamos un mejor resutado, y a la vez entiendo que se haya decidido priorizar una cierta coherencia estética, disimulando de algún modo los cambios de estilo con un entintado que los trata de uniformar. La jugada no salió diez puntos, pero tampoco es una abominación.
Y bueno, no me quedan más TPBs de Catwoman. Me falta ese mega-broli de 312 páginas donde se recopilan todos los episodios que me faltan para tener completa la inolvidable etapa de Ed Brubaker al frente de esta serie en la que, incluso cuando jugó a integrarla a full al Universo DC, dio cátedra de “comic de autor adentro del mainstream”.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 08, 2015 11:48

May 7, 2015

07/ 05: CUBA, 1898

Este álbum de 1979 se publicó originalmente en Italia dentro de la colección Un Uomo un'Avventura, la misma en la que apareció El Aventurero del Caribe, aquel trabajo de Hugo Pratt que vimos el 13/05/13. La consigna de la colección era narrar una historia autonclusiva, con un protagonista masculino al frente de una aventura en algún lugar exótico, en lo posible en alguna época interesante a nivel histórico. El maestro Fernando Fernández (uno de los dos artistas españoles convocados para el proyecto), entendió todo para el orto: Cuba, 1898 es un libro de historia disfrazado mínimamente de historieta, en el que el hombre y la aventura casi no tienen ningún protagonismo.
Fernández arranca con un interesantísimo texto que narra todo el proceso de las luchas por la independencia en Cuba, los intentos fallidos por romper las cadenas con el ya baqueteado imperio español. El relato llega hasta 1898, con lo cual el autor daba por entendido todo el contexto de lo que iba a suceder en las 48 páginas de historieta. Y sin embargo, de punta a punta de esas 48 páginas, Fernández se dedica a contarnos la historia de aquella última lucha, la que enfrentó a los rebeldes cubanos con las fuerzas españolas, esta vez con los yankis metidos en el medio. El tono es didáctico, detallado, lleno de fechas y datos. Claramente, Fernández quiere que aprendamos la lección. Y de hecho lo logra, porque la data –además de ser abundante- está bien presentada. Pero, ¿y el hombre? ¿y la aventura?
Como el encargo le llegó de una editorial italiana, Fernández decidió que el protagonista sea Sergio Masetti, un médico italiano ya cuarentón o cincuentón, que está en Cuba por motivos totalmente frutihortícolas. El rol de Masetti en la trama es básicamente el de un testigo: cura heridos de los tres bandos, se solidariza más con los cubanos, pero su accionar jamás define nada y son pocos los momentos en los que percibimos que su vida puede correr peligro. En las extensas secuencias que Fernández dedica a narrar desembarcos, avances de tropas, discursos de militares y políticos y demás, Masetti no aparece ni de adorno.
Lo más interesante que le sucede al protagonista es enamorarse perdidamente de una chica cubana mucho más joven que él. No hace ni cuatro horas que Sergio y María se conocen y ya se están declarando amor eterno, con frases trilladas y melosas, que felizmente desembocan en un garche light, pero garche al fin. Este artificio, totalmente forzado, le servirá a Fernández para darle a Sergio una especie de meta: volver a reunirse con María en una ciudad que se encuentra sitiada por las distintas fuerzas que forman parte de la contienda. Entonces, se podría argumentar que Sergio no está al pedo durante casi toda la historieta, sino que está esperando el momento propicio para volver en busca de María. En fin… como argumento, se cae a pedazos. Y el desarrollo del personaje –fuera del romance express- es ínfimo a lo largo de las 48 páginas de la novela.
La faz gráfica tiene un gran problema, que es el color. El virtuosismo de Fernández se luce cuando lo dejan trabajar a color directo, o en blanco y negro. Y esto no es ni una cosa ni la otra: está todo coloreado con colores planos, básicos, casi sin matices, sin caer en las atrocidades de Columba, pero a milenios luz de lo que haría Fernández poco después en Drácula o Zora y los Hibernautas. El dibujo en sí tampoco está tan perfecto como en las obras que consagrarían a Fernández, si bien tiene muchos hallazgos, especialmente en la planificación de las páginas, en la recreación histórica y en la forma en que Fernández dibuja las selvas, las mujeres y los caballos. La iluminación también está muy bien y la narrativa se resiente un poco por las brutales cantidades de texto que aparecen en las páginas que el autor le dedica a la data histórica, a los discursos de militares y políticos y a los diálogos en general. Las escenas con menos texto son –sin duda- las que mejor funcionan.
En fin, un álbum al que se le nota muchísimo el paso del tiempo. Lo rescato porque me encanta Fernández y porque baja la línea correcta: No se copa ni con los españoles que se aferran a las ancestrales prácticas imperiales, ni con los yankis que mandan tropas a cualquier lado con la excusa de defender la libertad y la democracia cuando en realidad vienen a defender y a expandir sus negocios. Mozo, un Cuba Libre!
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 07, 2015 10:39

May 6, 2015

06/ 05: BONE MACHINE Vol.1

Hacía mucho que no leía nada nuevo de la dupla integrada por Diego Cortés y Nicolás Brondo que tan buenos resultados dio en obras como Séptimo Círculo. Bone Machine es una serie, pensada en entregas de 22 páginas (como los comic-books americanos), de la cual este libro recopila un primer arco argumental de cuatro episodios. ¿Hay otros? La verdad que nunca pregunté. ¿Da para que haya otros? Seguro. Por lo que se puede leer en estas páginas, es obvio que esto recién empieza y que los conflictos, el desarrollo de los personajes y la exploración de este mundo post-apocalíptico todavía están muy lejos de alcanzar su máximo potencial.
La consigna de Bone Machine no puede ser más ganchera. Un mundo en el que –por algún motivo- desapareció la civilización tal como la conocíamos, ahora es un interminable desierto de ruinas y muerte. Todo escasea para los pobres, no así para los ricos y poderosos, atrincherados en suntuosos palacios, donde lo único que los acecha es el aburrimiento. Y como no hay electricidad, la mejor diversión es leer libros. El protagonista recorre los despojos de la civilización en busca de libros para venderle al Gusano Blanco, uno de estos opulentos señores. Pero el Gusano se da cuenta de que los libros son finitos y en algún momento se van a terminar. Es más estimulante capturar a un escritor y tenerlo ahí, siempre a mano, para que invente nuevas historias cada vez que el Gusano tenga ganas de escuchar alguna. Bone Machine sale, entonces, a cazar a un escritor, a un tipo que se gana la vida (y la birra) contando historias que pergeña en sus viajes por el desierto hostil.
El conflicto se produce porque una secta de críticos literarios, que se propusieron la misión -o en realidad la cruzada- de rescatar sólo lo más selecto de la literatura, considera que este escritor es un mediocre y decide matarlo. Bone Machine tendrá que salvarle el pellejo para poder vendérselo al Gusano y con eso se justifica la abundante acción que estalla entre la parte final del tercer episodio y el inicio del cuarto. Pero, ¿se justifica? Más o menos. Con menos páginas de machaca, con menos violencia estridente y menos gore, quizás esto me impactaba menos y me gustaba más. Es lo único que tengo para criticarle a esta historieta: la pelea es larga, la truculencia es innecesaria y las habilidades extraordinarias que pela Bone Machine a la hora del combate no están bien explicadas.
El resto es original, es atrapante, es adictivo. ¡Y el final! El final me hizo acordar a Carlos Trillo, me dejó ese sabor agridulce que me dejaban los finales de Trillo. Es el mejor momento del libro, donde la sofisticación literaria rompe el capullo, despliega las alas y levanta vuelo en forma de poesía. Después el epílogo vuelve a la cosa prosaica, con un garche muy hot y muy perturbador. Pero el final es realmente conmovedor y le da un cierre glorioso a este primer arco argumental.
El dibujo de Brondo es increíble de punta a punta. Cuando quiere, coquetea con el expresionismo y hasta se pasa de feísta. Cuando quiere, se vuelve realista y te impacta con su preciocismo académico. A veces hay rayones y texturas en vez de fondos, como en los comics de Ben Templesmith, y a veces hay unos fondos recontra-laburados, casi con excesivos detalles. El color (una novedad en la obra del cordobés) es original, arriesgado, a tono con la intensidad del relato. La narrativa es impecable, con muchos y muy variados recursos. Y lo mejor de todo: son páginas repletas de pasión, de amor por el dibujo y la historieta. Se nota, se siente, se ve a un dibujante comprometido, cebado, dispuesto a dejar hasta la última gota de transpiración en el trabajo que está encarando. Y supongo yo que esto tiene que ver (además de con la amistad que une a Brondo y Cortés) con la libertad que transmite todo el tiempo Bone Machine, con las infinitas posibilidades expresivas que tiene el dibujante, al que –me parece- nunca nadie le dijo “esto hacelo así”, o “acá tratá de que se parezca a tal cosa de tal autor”. Esto es Brondo Unchained, y se disfruta muchísimo.
Reitero: no sé si hay más Bone Machine. Pero yo quiero más, quiero ver más de este mundo y de estos personajes. Y de esta dupla autoral que, una vez más, me deja sumamente satisfecho con su trabajo, vibrante, cautivante, rarísimo en el contexto de la historieta argentina actual.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 06, 2015 19:39

May 5, 2015

05/ 05: BROTHER LONO

Lo dije cada vez que me tocó reseñar un tomo de 100 Bullets y lo repito: odio a Lono, me parece el peor personaje de la inolvidable saga de Brian Azzarello y Eduardo Risso, el que más ruido hace, el que menos encaja, el que rompe con el verosímil… No se lo puede tildar de unidimensional, porque Azzarello se rompió el culo para darle algunos matices, pero no fueron tantos y llegaron cuando uno ya aborrecía al personaje. Y de todo el vasto elenco de 100 Bullets, ¿a quién eligieron Azzarello y Risso para esta secuela de 2013? Sí, a Lono, la reputa madre que lo parió.
Con esa buena onda, con ese optimismo a prueba de (100) balas, encaré la lectura de este libro. Y sin embargo me conquistó. La ambientación está buenísima, la trama es atrapante y Lono no sólo está muy cambiado, sino que Azzarello lo rodea de un elenco donde sobran los personajes interesantes, creíbles, complejos. Recién en las últimas 15 páginas, Lono hace lo que uno temía verlo hacer, lo que uno está harto de verlo hacer, lo que uno sabe que ningún ser humano puede hacer. Y el libro tiene 160 páginas de historieta, o sea que Azzarello realmente bancó los trapos hasta que no le quedó más remedio que volver al Lono de 100 Bullets, a esa insostenible cruza entre Lobo y Hulk.
Para ese entonces, el guionista acumuló tantos méritos que uno se encariñó hasta con los villanos más hijos de puta. Y ya se sorprendió con unas cuantas revelaciones impactantes, de las cuales una jamás me vi venir y la otra era bastante evidente. Y sí, al igual que 100 Bullets, esta saga está estirada. No hacían falta 160 páginas para contar esta historia. ¿Con qué rellena Azzarello todas esas páginas que podrían tranquilamente no estar? Esta vez no recurre tanto al diálogo (si bien en este rubro siempre se luce), sino que opta por escenas mudas en las que los bloques de texto nos ilustran (a veces de modo muy sutil) lo que pasa en el fuero íntimo de los personajes. Sobran muchos de estos bloques de texto, pero no da para quejarse, porque están muy bien escritos. Y el otro recurso es la crueldad: escena a escena, el guionista hace mucho, muchísimo hincapié en lo jodidos que son los malos, en su total falta de reparos a la hora de golpear, violar, torturar o matar a quien se les ponga adelante. En ese clima macabro, todo el tiempo al límite, ni siquiera hace falta que prolifere la violencia física (que está, y muy bien dosificada), porque todo el tiempo se ejerce una violencia emocional, verbal y hasta social, de estremecedora crudeza.
Como verás, no quiero contar nada del argumento para que te sorprenda como me sorprendió a mí. Que alcance con decir que el status quo cambió muchísimo desde aquel episodio final de 100 Bullets en el que Lono zafaba, una vez más, de una muerte que hubiese sido absolutamente justa. Y también aclarar que todo lo que pasa en estas 160 páginas lo afecta sólo a Lono, no guarda ninguna relación con la trama de 100 Bullets. O sea que es mucho más spin-off que secuela y si tu rechazo hacia Lono es incluso mayor que el mío, podés no acercarte a esta obra en lo más mínimo sin perderte ningún desarrollo importante para ninguno de los otros elementos que hicieron inolvidable a 100 Bullets.
Obviamente entre esos elementos está el dibujo de Eduardo Risso, que acá vuelve a brillar de la mano de los colores de Patricia Mulvihill. Creo que lo único que me animo a criticar es que hay muchas, realmente muchas, páginas sin un puto fondo. Por supuesto, también hay un montón de páginas con unos fondos laburadísimos, con los que me caí de culo. Pero se nota mucho cuando estos deberían estar y no están. El resto, todo maravilloso, sobre todo las sutilezas a las que apela Risso para escaparle al gore y a la estridencia. Eso no suaviza las escenas de sangre, muerte y mutilación, pero las hace menos repulsivas. Y después, el cuidado en los detalles, en los objetos, la ropa, las expresiones faciales, el manejo del claroscuro, los recursos narrativos para las secuencias oníricas… pequeñas y grandes cosas que lo reafirman a Risso como uno de los dibujantes más completos, más afianzados que tiene hoy la historieta realista a nivel global.
Incluso odiando al protagonista, Brother Lono me gustó muchísimo. Si sos fan del personaje, obviamente vas a amar incondicionalmente este libro. Y si venís siguiendo las violentas tropelías de Risso y Azzarello por los pagos de Vertigo, también lo vas a disfrutar enormemente. Me queda para más adelante Spaceman, la otra obra de la dupla para mi sello favorito del comic americano.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 05, 2015 18:38

May 4, 2015

04/ 05: SNOWPIERCER Vol.1

El año pasado se estrenó una película basada en este comic francés de los ´80, y eso hizo que se reeditara en varios países, entre ellos el Reino Unido, donde Titan lanzó este hermoso álbum con casi 110 páginas de historieta.
Originalmente, esto se llamó Transperceneige y se publicó en Francia entre 1982 y 1983, en las páginas de la revista A Suivre. Para ese entonces, el guionista Jacques Lob ya era un señor cincuentón, con una extensa trayectoria a sus espaldas. Mucho más tarde, en 1999 y 2000, con Lob ya fallecido, se publicaron dos secuelas con otros personajes, escritas por Benjamin Legrand (que en una de esas es nieto, bisnieto o chozno de Mirtha). El dibujante es Jean-Marc Rochette, a quien yo recordaba por El Cerdo Edmundo, una historieta alucinante que salía en El Víbora.
Transperceneige me hizo acordar mucho a la segunda parte de Tristeza, porque se trata básicamente de lo mismo: los sobrevivientes a una catástrofe global intentan reconstruir la civilización, pero la sostienen en las mismas boludeces que hacían insostenible a la civilización anterior: en este caso el autoritarismo, puesto al servicio de la exclusión de las mayorías para el beneficio (y la “seguridad jurídica”) de una elite dominante que no está dispuesta a hacer el más mínimo sacrificio ni renunciar a ninguno de sus privilegios. Pero hasta ahí llegan las coincidencias con la obra de Reggiani y Mosquito. Después, tanto el argumento como el clima de Transperceneige van para otro lado.
La obra de Lob es un thriller mucho más orientado a la acción. Cada tanto, baja un par de cambios para explicar qué fue lo que sucedió, cómo fue que unos cuantos miles de hombres y mujeres sobrevivieron al colapso y terminaron embarcados en este tren de 1001 vagones que no para jamás de avanzar por este mundo devastado por el frío y la nieve. Pero todo esto nos lo cuenta a través de diálogos, no hay una “historia oficial” contada por un narrador omnisciente, externo a la trama. Las revelaciones se producen sobre la marcha, a veces en el medio de las peleas a puño, patada y chumbo. Estamos frente a una historieta cruda, visceral, en la que la violencia y la crueldad son tan protagonistas como Proloff, un personaje del que sabemos muy poco.
Felizmente, entre tanta machaca y puñalada trapera, hay bastante lugar para que Lob baje la línea que le interesa bajar, que tiene que ver con la falta de solidaridad de una clase dominante a la que lo único que le interesa es salvarse ella, caiga quien caiga, y que los costos los paguen los pobres. De todos modos, no creas que la esperanza y la salvación van a llegar por el lado de la política. El alzamiento de los descastados va a morir antes de nacer y el mensaje del final va a ser el clásico “no future”, con aquel pesimismo tan típico de la ciencia-ficción post-holocausto de los ´80. No es un final maravilloso, de esos que hacen que te golpees la mandíbula contra el piso, pero está bien. Es coherente con el desarrollo de la trama y con los enigmas que teje Lob en torno a Proloff.
En cuanto al dibujo… tiene poco que ver con el Rochette que yo recordaba de las páginas de El Víbora. Acá me encontré con un dibujante de estilo clásico, correcto pero adusto, desangelado, sin argumentos para brillar. Donde realmente se destaca es en el equilibrio entre blancos, negros y grises. El resto, parece un dibujante del montón, que leyó a Jean-Claude Forest, a Bilal, a Jean Giraud, a Chantal Montellier, a Jacques Tardi, pero no tiene la magia ni la personalidad de ninguno de ellos. Me imagino esto dibujado por un autor más zarpado (no hace falta que sea Bilal, me conformo con un Alfonso Font, ponele) y me vuelvo loco. Por lo menos Rochette banca con decoro el desafío a nivel narrativo que significa tener un 99% de las secuencias ambientadas adentro de un tren, donde casi no se ve el mundo exterior y donde de a poco, tanto el guión como el dibujo te empiezan a asfixiar con un clima claustrofóbico, tremendamente opresivo, que está muy bien logrado.
Si viste la peli y querías averiguar qué onda la historieta, o si te gusta el comic post-apocalíptico europeo de los ´80, subite tranquilo al Transperceneige, que vas a vivir un aventura intensa, jodida, con un planteo muy atractivo y una mirada social aguda y urticante. Igual, si lo veo venir para la estación Belgrano R, salgo rajando…
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 04, 2015 16:12

May 3, 2015

03/ 05: HOY NO HAY NADA

Estoy enfrascado en la lectura de un libro bastante extenso, que merced a compro-
misos laborales y sociales, no pude terminar hoy. Mañana seguramente podré reseñarlo como corresponde.
Hace un par de semanas prometí un panorama comiquero de la Feria del Libro, pero la verdad es que todavía no pude ir. Me imagino por lo que postean mis amigos en Facebook que debe estar muy grossa, por lo menos en lo que respecta a la presencia de historietistas locales en los stands y las charlas. Ojalá pueda ir antes de que se termine. Vamos a ver si llego, porque son días de mucho laburo, entre otras cosas porque ya estamos a cuatro meses del inicio de Comicópolis y le estamos poniendo muchas pilas a ese tema.
Y la otra promesa a futuro que tengo para hacer (con muchas más chances de cumplirse que mi visita a la Feria) es para los amigos uruguayos, a los que les cuento que el 23 y 24 de este mes voy a estar una vez más (la tercera, si no me equivoco) en Montevideo Comics, junto a un montón de artistas grossos de Argentina, Europa y el resto de América. Creo que además de tener stand (con libros argentinos a muy buenos precios) voy a brindar una charla, así que los que quieran y puedan venir a hacerme el aguante, chequeen la programación del evento y acérquense al auditorio del Sodre, en la siempre copada capital del país hermano.
Seguramente el 23 y 24 no tendremos reseñas en el blog, y el 25 todavía no lo puedo confirmar.
Gracias por el aguante y será hasta mañana.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 03, 2015 15:47

Andrés Accorsi's Blog

Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Andrés Accorsi's blog with rss.