Andrés Accorsi's Blog, page 106
October 23, 2015
23/10: HOSPITAL

Al abrir el libro, me encontré con que esta es la primera obra de Benoit y data de 1979, cuando el autor todavía no militaba en la línea clara. El dibujo es una mezcla entre Jacques Tardi, Moebius, Enki Billal y François Boucq, sin la genialidad de ninguno de los cuatro. Una cosa bien del montón, correcta pero sin sorpresas.
Y el guión… un caos enroscado más allá de la comprensión humana, con varias tramas paralelas, de las cuales la mitad son en serio y la mitad en joda, con lo cual no se termina de entender si es una sátira, un thriller o un comic de denuncia. Los personajes van y vienen, el que parece ser el protagonista por ahí está cuatro o cinco páginas sin aparecer, atrás de una escena claramente picaresca (con minas en bolas y tipos pelando la chota) viene una dramática… No se entiende muy bien qué quiso hacer Benoit con esta obra.
Y como yo no la entendí, tampoco la puedo analizar demasiado. Olvidémosla, mejor, y no se la recomendemos a los que disfrutan de ese otro Benoit, el más irónico, el que se esforzó (y mucho) por preservar la estética de Hergé sin aferrarse a la solemnidad ni a la pacatería que (leída a fines del Siglo XX) transmite la obra del mítico creador de Tintín.
Published on October 23, 2015 15:18
October 22, 2015
22/10: CAMINO A AUSCHWITZ

La primera historia (que da título al libro) tiene 32 páginas y se centra en los últimos días de Paie, la hermana gemela de la abuela de Julián. La historia de esta chica que muere en Auschwitz con sólo 21 años es apasionante, realmente fuerte y conmovedora. Lástima que esté tan estirada. Gorodischer le suma al relato toda otra faceta que es cómo se vincula el resto de la familia (que obviamente sobrevivió al holocausto) con la memoria de Paie. Esto hace que por momentos la historieta vire hacia un melodrama de entrecasa, predecible, aburrido y demasiado autorreferencial. De hecho hay tramos en los que el guionista-personaje le disputa el protagonismo a Paie y ahí uno tiene que elegir qué historia le interesa más. La verdad, entre una chica de 21 años torturada y asesinada en Auschwitz y un tipo de 40 al que le va mal en una cita a ciegas con un chongo, no hay mucha discusión.
La segunda historia tiene 29 páginas y está centrada en las memorias del anciano Berl, tío abuelo del guionista-personaje, que integró la resistencia a los nazis en el ghetto de Varsovia. Acá el equilibrio está más logrado y el protagonismo es claramente del tío Berl. El personaje de Gorodischer cumple un rol muy similar al de Spiegelman en Maus, que es contener e ir guiando por los senderos de la memoria al veterano que sobrevivió al horror. La de Berl es otra historia fuerte, de heroismo, de aguante, de aferrarse a la vida pase lo que pase, condimentada con tiros, bombas, torturas y un poco de amor entre varones.
La tercera historia es la que más me gustó, la que está menos estirada. De hecho, le hubiesen venido bien un par de páginas más. Esta vez la protagonista es una tía de la mamá del guionista-personaje que integró el comando judío que secuestró a Adolf Eichmann en 1960 (cuando vivía en nuestro país bajo una identidad falsa) y se lo llevó a Israel para que fuera sometido a juicio. Esta vez, el personaje de Gorodischer interpela a la anciana tía Luba (también sobreviviente de Auschwitz) para conocer los pormenores de esa operación. Los recuerdos de Luba se convierten en una historia intensa, brava, emocionalmente retorcida y con una viñeta final brillante.
El dibujo de Marcos Vergara es excelente, mejor aún que en sus trabajos anteriores, perfectamente complementado por el color que es clásico, sobrio, sin saltos al vacío. La escena onírica que Vergara dibuja casi sin color sobre el final de la primera historieta me pareció gloriosa y perturbadora a la vez. El uso de la referencia fotográfica es muy acertado y –como siempre- los personajes de Marcos transmiten una variedad enorme de emociones a través de expresiones faciales cada vez más logradas.
El libro (de impecable factura técnica) tiene una cantidad grotesca de páginas de relleno: carátulas, dibujitos sueltos, páginas en blanco… en total, de las 112 páginas por las que uno está pagando, sólo 89 son de historieta. Un disparate.
Y no, si Camino a Auschwitz aspiraba a convertirse en “el Maus argentino” me parece que no le alcanzó. Pero si te interesa el tema de los nazis, los judíos, los campos de concentración y la huella que dejó el holocausto en los que sobrevieron, acá vas a encontrar historias muy interesantes, abordadas con mucho respeto y dibujadas como la hiper-concha de Dios (o de Jehová) por un Marcos Vergara en un nivel muy, muy zarpado.
Published on October 22, 2015 18:24
October 21, 2015
21/10: NEW YORK COMIC CON, 2015 (parte 4)

1) Con sus chotadas y todo, qué lejos que está la NYCC de otros eventos que se apoderaron del nombre “Comic Con”. En espacio, en repercusión en los medios, en la ambición de la propuesta, en la cantidad y variedad de invitados y de expositores… Yo creo que a los que organizan este tipo de convenciones 100% jugadas a la pata comercial y al entretenimiento (provisto en buena medida por los propios asistentes) habría que soltarlos un par de horas en el predio de la NYCC para que se depriman, para que se sinceren o –en el mejor de los casos- para que aprendan.
2) Eventos como este me hacen valorar cada vez más a aquellos que además de stands, cosplays y alguna que otra charla, ofrecen una verdadera propuesta cultural.
3) No soy el más indicado para señalar los aciertos de Comicópolis, pero también, la experiencia en la NYCC me hace aplaudir más fuerte la acertadísima decisión de tener un pabellón aparte para el cosplay, con música, baile, puestos de merchandising y todo lo que les interesa a los que no se interesan por la historieta.
4) Tuve la discutible suerte de no ver decaer a San Diego. Dejé de ir en 2000 por motivos puramente económicos y para cuando pude volver a viajar, el horror ya estaba consumado. Ni siquiera hizo falta asistir una vez más para constatarlo. En cambio a la NYCC la vi decaer de 2012 a hoy. No mucho, pero retrocedió. Y todo me hace suponer que, si este año me comí varios garrones, la próxima vez que asista me voy a comer varios más. Uno ya está grande para irse hasta la loma del orto a putear por la desorganización, o porque la sala de prensa en 2012 era un lujo y este año era de una precariedad digna de un evento de Muñones. Con lo cual es hora de explorar otras opciones.
5) De todos modos, la NYCC tiene un anzuelo irresistible que es la propia ciudad de Nueva York, a la que uno siempre quiere volver. Así que ni en pedo le bajo la persiana con un contundente “Nunca Más”. Me imagino yendo a Charlotte, North Carolina, a ver qué onda la muy recomendada Heroes Con y pienso… ¿qué carajo hacés en Charlotte, North Carolina los ratos en los que no estás en la convención? Ese problema en Nueva York no lo tenés nunca.

7) Algún día voy a entender cuál es la necesidad de que las convenciones de comics tengan como argumento para convocar al público la presencia de celebridades del cine y la tele. En la San Diego de 1991 no había actores ni actrices ni directores, pero estaba hasta la chota de gente y seguro los organizadores ganaron un buen billete. ¿No hay convenciones de cine y tele a las que traccionar al público con la presencia de esas “estrellas”? Hoy se impuso el concepto de que bajo el rótulo de “Comic Con” lo que hay es “una celebración de la cultura pop”. ¿Y no da para hacer dos eventos separados, uno de comic “a la vieja usanza” y uno de cultura pop?
Ya sé… son comentarios de viejo choto, nostálgico y sectario que quiere que la historieta se vuelva a encapsular en su ghetto minúsculo, inaccesible y endogámico. Pero a mí no me la contaron, yo lo vi. Y me acuerdo perfecto de esos eventos recontra-masivos a los que la gente no iba por el cosplay, los videojuegos y las celebridades de la tele y el cine, sino por las historietas y los historietistas. ¿Hago mal en querer más de esos y menos de estos que tenemos hoy?
Published on October 21, 2015 15:14
October 20, 2015
20/10: DAREDEVIL ULTIMATE COLLECTION Vol.1

Ah, pará. ¿Hay más de un tomo de esto? O mejor dicho: ¿sigue la serie de Daredevil después de esto? Los 12 episodios incluídos en este hiper-TPB no sólo son magníficos. Además podrían ser el final, el cierre definitivo de la historia de Matt Murdock, y nadie se quejaría de nada. Al contrario, diríamos “qué grosso Brubaker, cómo se las ingenió para sacar a Daredevil del laberinto jodido en el que lo había dejado la etapa de Bendis”. La mala noticia es que la serie no termina acá, en este cierre perfecto que ofrece Brubaker en el n°93. La buena es que hay muchos episodios más escritos por este crack del guión.
El primer arco abarca seis episodios y es brillante: Matt está en cana y Brubaker no escatima en detalles sórdidos acerca de la vida tras las rejas. Son páginas y páginas de oscuridad, violencia y corrupción como pocas veces se vieron en un comic “de superhéroes”. Con énfasis en las comillas, porque en esta saga (como en casi toda la etapa de Bendis) este NO ES un comic de superhéroes. La trama es compleja, está muy bien llevada (siempre con un valioso esfuerzo por no hacer añicos el verosímil) y por ahí le sobra Bullseye, que aporta más impacto que otra cosa. La resolución es excelente y hasta le otorga una chapa inmensa al Punisher, un personaje que cada vez que apareció en la revista del Cuernitos fue una especie de “ejemplo” para mostrar cómo NO se imparte justicia.
Resuelto este arco, tenemos un hermoso unitario protagonizado por Foggy (a quien Matt y los lectores creíamos muerto), y después un segundo arco argumental de cinco episodios, en el que Daredevil viaja a Europa, tras la pista del asesino de su amigo. Este segundo tramo está muy estirado. La misma historia se podría haber contado en dos episodios, o como mucho 50 páginas. El resto es relleno y se nota demasiado. Lo lindo es que parte de ese relleno consiste en llevar a Matt a deambular por las callecitas de Sintra, un pueblo de Portugal, cerca de Lisboa, que tuve la suerte de visitar allá por 2006. La verdad, ir a Sintra y ser ciego debe ser un bajón tremendo: conozco pocos lugares en los que hay tantas cosas hermosas para ver.
Estirada y todo, la saguita se resuelve en el cuarto episodio (de modo brillante, cabe acotar) y el quinto y último es un epílogo: 22 páginas en las que Brubaker restaura en buena medida el status quo de la serie tal como estaba antes de la llegada de Bendis. Pero nada sale gratis y Matt tiene que cruzar una línea incómoda como tampón de virulana: defender al Kingpin en una corte para sacarlo de la cárcel. Para que el Cuernitos logre arrimar al empate, su acérrimo enemigo abandona los EEUU ni bien pone un pie fuera del presidio y asegura que no volverá. Obviamente no le creo nada, pero bue…
El unitario centrado en Foggy lo dibuja David Ajá, en el que quizás sea su primer trabajo para EEUU. Lo cierto es que está bueno, pero no se parece nada a lo que veríamos más tarde en Iron Fist. Los 11 episodios restantes los dibuja Michael Lark, con infinitas pilas, aunque en un estilo más realista, menos expresivo que lo que había hecho en sus trabajos para Vertigo y DC. Acá vemos a Lark más preocupado por el realismo fotográfico, sin renunciar a su estilo ni convertirse en el enésimo Juan Carlos Flicker. Esta vertiente más realista le permite integrar más fácilmente las referencias fotográficas. Más que nunca, se nota que los fondos son SIEMPRE fotos retocadas: la cárcel, las oficinas, las ciudades de Europa, los vehículos, todo está tomado de la realidad y manoseado digitalmente para fusionarse con los personajes, que es donde se nota (bastante, por suerte) el sello propio de Lark y su entintador/ asistente Stefano Gaudiano.
No tengo los tomos que me faltan para completar Daredevil de Brubaker (ni los vi en Nueva York) pero voy a tratar de conseguirlos porque este me pareció excelente. Mañana, algo más acerca de la NYCC.
Published on October 20, 2015 18:37
October 19, 2015
19/10: NEW YORK COMIC CON, 2015 (parte 3)

Fuera de los comics, lo que más hay es muñecos. Y además los muñecos son el rubro en el que más varían los precios. El mismo coñemu puede estar a u$ 70 en un stand y a u$ 15 en el de al lado. Pero la gracia es recorrer, porque realmente se consigue de todo: figuras que en tu puta vida pensaste que podrías tener en la mano, están ahí, esperándote, ya sea en blister o sueltas. Cosas de los ´70, lanzamientos de esta semana, ediciones limitadas… lo que se te ocurra. Si entraste al vicio de los coñemus (yo, por suerte, lo miro de afuera) acá te volvés loco. Y el domingo, las bajadas de lienzos en materia de precios son importantes.
Otros rubros en los que se consigue mucha merca son remeras (con personajes de comics y dibujos animados) y juegos de mesa o de Playstation. Pero también te encontrás stands que venden vasos, platos, toallas, camperas, tiradores, calzoncillos, juegos de ajedrez, gorras y pelotas de béisbol… cualquier cosa a la que se le pueda meter una imagen de Batman o Spider-Man seguro existe y ahí te la venden. Y no me puse a revisarlos uno por uno, pero me animo a afirmar que TODOS estos productos tienen licencias oficiales (como en la Argentina Comic Con, no? ;). La flexibilidad en materia de precios varía mucho de stand a stand. Los que tienen los puestos de remeras más grandes, por ejemplo, no te bajan un centavo ni aunque compres remeras para vos y todos tus contactos de Facebook.
Volviendo a los comics, ayer contaba que en los stands de las editoriales no suele haber descuentos atractivos. ¿Cuál es el gancho, entonces? La presencia de los autores. Image te cobra el TPB de Lazarus a cara de perro, pero te lo llevás firmado por Greg Rucka y lo mismo se aplica a las otras editoriales, salvo Marvel, DC y Viz, que no venden nada al público. En todos los stands de las editoriales tenés a un montón de autores firmando y eso también, a veces genera colas muy zarpadas que te parten al medio el predio y complican la circulación. Este año, las firmas de Stan Lee (que estuvo sólo el jueves) y de Robert Kirkman tuvieron ese efecto.

Me quedan algunas cosas en el tintero (frase anacrónica si las hay), más a modo de reflexión que de crónica, así que me guardo esa cuarta y última parte para el miércoles o jueves. Hoy me leí un libro que me dejó cebadísimo y mañana quiero publicar esa reseña, sí o sí.
Published on October 19, 2015 18:52
October 18, 2015
18/10: NEW YORK COMIC CON, 2015 (parte 2)

Así como me quejaba de la desorganización y el caos que produce la proliferación de cosplayers (que no van a las charlas, no compran en los stands de las editoriales y los dealers y no acechan a los autores para pedirles firmas ni dibujos), hay que destacar la increíble calidad de los disfraces. Acá se ven producciones sumamente impactantes, al punto que por momentos uno cree estar realmente rodeado de superhéroes y villanos. Dentro de ese rubro, los personajes más elegidos por los cosplayers fueron Harley Quinn, Poison Ivy, el Joker, Captain America y Deadpool. También había muchos Green Arrow y Black Canary, supongo que por efecto de la serie de TV, porque eran muchísimos más que los Aquaman o los Green Lantern, que eran muy pocos. Por suerte los muchachos aflojaron un poco con Bane, y también con Star Trek y Adventure Time, que en 2012 eran multitud. Y siguen a full con Star Wars y Dr. Who. Esta vez también vi mucho Tortugas Ninja y mucho Saga, muchos pibes y minas caracterizados como Marko y Alana. Lo más asombroso, sin embargo, es el tema de las edades: en Sudamérica estamos acostumbrados a que el cosplay sea un juego para el público infanto-juvenil, digamos hasta los 25 años máximo. En EEUU, en cambio, hay un porcentaje muy importante de cosplayers mayores de 30 y hasta unos cuantos veteranos que ya pasaron los 40, luciendo disfraces que van de lo glorioso a lo impresentable. Pero reitero: en general, el nivel es altísimo.
Ahora supongamos que en vez de la gente disfrazada de personajes de comics, te interesan los comics. ¿Qué te podía ofrecer la NYCC en ese sentido? Creo que para nosotros, los argentinos, que hace años padecemos la tremenda escacez de comic en inglés en las comiquerías, lo más power es recorrer los stands de los dealers y las editoriales. Ahí se podían encontrar cientos, miles, capaz que millones, de revistas, TPBs y hardcovers, algunos a precios realmente irrisorios. Una vez más, faltaban las editoriales del palo alternativo (lo más parecido eran First Second y el cachito dedicado a Top Shelf en el stand de IDW) y encima los dealers tenían poco material de Fantagraphics, Drawn & Quarterly y demás. O sea que la hegemonía de los superhéroes, zombies y jedis se hacía sentir mucho.

stream, las mesas de los dealers te ofrecían TONELADAS de merca de Marvel, DC, Vertigo, Dark Horse, Valiant, bastante Image e IDW y algo de BOOM!, Oni y otras editoriales más chicas. Desde interminables bateas de back issues (desde 75 centavos) hasta Omnibus de esos que parecen muebles y hay que ser fisiculturista para levantarlos. Ojo, no todos se bajaban los lienzos. Image, IDW, Dark Horse y First Second te cobraban todo a precio de tapa, sin la menor chance de rosquear un descuento. Otros se mostraban más flexibles, sobre todo el domingo, cuando los atormentaba el fantasma de “tengo que garpar un flete carísimo para llevarme todo esto de vuelta a mi ciudad”. Y en los puestos de los dealers, las ofertas zarpadas empezaron temprano y ya para el domingo había comics (y muñecos, pero de merchandising vamos a hablar en otro post) a precios muy accesibles, que siempre se podían redondear para abajo haciendo compras importantes.
Cierro con una idea más, y prometo retomar mañana: Para los que hace años militamos a favor de comprar todo en libro, es increíble (por no decir frustrante) ver cómo un enorme porcentaje del público yanki le sigue fiel a las revistitas. Compran lo nuevo, lo viejo (incluso cuando se sobre-cotiza y pasa a valer fortunas) y hasta entran en esa trampa mortal de las variant covers, por las que se paga bastante más que por una revistita normal. Felizmente las mujeres, que en los últimos años se incorporaron con bastante fuerza al consumo de nuestra droga favorita, no cayeron en esa variante: siempre que tuve que combatir por un TPB contra alguien que me lo quiso primerear, fue contra chicas. La verdad que, después de tantos años de asociar a estos eventos con el olor a huevo, da gusto decirle a una mina “Todo bien, llevate vos el TPB de Iron Fist que me falta, ya lo conseguiré en otro lado”…
Mañana hay más NYCC.
Published on October 18, 2015 16:06
October 17, 2015
17/10: NEW YORK COMIC CON, 2015 (parte 1)

La primera diferencia está en la cantidad de gente. En 2012, el jueves era el día tranqui, en el que se podía recorrer el predio sin mayores apretujes, avechuchear en los stands, pasear de modo distendido, y evitar los auditorios donde se hacían las charlas, simplemente porque la programación era poco atractiva. Este año, el evento explotó desde el jueves. Para las dos de la tarde de ese primer día, la horda de asistentes había hecho intransitable buena parte del predio, y el Artists´s Alley era casi el único resquicio donde podías colgarte a charlar con alguien sin que te llevara la marea humana.
El viernes, ni eso. Pasé por el Artists´s Alley a saludar amigos y para volver al pabellón de los stands, me encontré atrapado en un embotellamiento humano, una masa de gente trabada en un pasillo, que no era chico, pero estaba totalmente desbordado. Los pibes de la organización y gente de seguridad terminó “dirigiendo el tránsito”, pidiéndole a los que iban para un lado que se tiraran a su derecha, y lo mismo a los que iban para el otro lado, de modo de formar dos “carriles” por los que se pudiera avanzar. Imaginate el kilombo, hasta que esto se pudo organizar. Y no te imagines las agresiones táctiles y olfativas que sufrí en ese amontonamiento de gente, que durante muchos minutos era una cosa compacta, que casi no se movía.
Buena parte del kilombo lo genera el tema de los cosplayers. Había tantos, y algunos eran tan grossos, que la gente paraba a sacarles fotos en cualquier lado. Si la foto era en medio de un pasillo, mala leche: se cortaba la circulación de cientos de personas que trataban de avanzar, para que el pibe o mina le pudiera sacar la foto a su cosplayer favorito. Y eso que en el hall central había espacios especialmente preparados para sacarle fotos a los cosplayers… El tema es que, como ya dije, había demasiada gente y dentro de esa gente, muchísimos disfrazados. Cualquier espacio previsto para casi cualquier cosa se vio desbordado por la brutal cantidad de gente que copó las instalaciones del Javits Center.

dores deberían tomar conciencia de que, con esa cantidad de gente, es casi imposible disfrutar de la convención. O venden menos entradas, o venden menos stands y habilitan esos metros cuadrados para zonas de descanso, como para evitar la triste imagen, típica de las dos últimas horas, en las que los pibes se sentaban a descansar en el piso (en cualquier parte, junto a las columnas, en las escaleras, en el medio de los pasillos) y complicaban aún más la circulación del público por el predio. O habilitan más zonas donde los cosplayers se saquen fotos con la gente que viene sin d¡sfraz, para evitar que esto congestione el tránsito por los pasillos.
Lamentablemente, me parece que acá el negocio es tan grande, la cantidad de guita que se mueve entre stands y entradas es tan brutal, que va a tener que suceder una tragedia de proporciones cromañónicas para que alguien ponga freno a esta tendencia de meter cada vez más cosas y más gente en el espacio que ofrece el predio. Me acuerdo que la última vez que hablé (por chat, no personalmente) con Mike Mignola, yo ya sabía que este año iba a ir a la NYCC y le pregunté si él iba a estar, ya que en 2012 nos habíamos encontrado allá. Me respondió algo así como “No, ni en pedo. No voy más a Nueva York. Se fueron al carajo con la cantidad de gente que meten, es un evento totalmente colapsado, en el que no hay lugar ni para respirar”. Yo me imaginé que el prócer estaba exagerando un toque, pero hoy le doy la razón. Así no se puede.
Y no quiero que todo quede en la crítica y el comentario bajón, así que prometo para mañana un repaso por las cosas copadas que me dejó la NYCC 2015, la décima convención yanki a la que tuve el privilegio de asistir.
Published on October 17, 2015 18:47
October 16, 2015
16/10: LAS AGUILAS DE ROMA Vol.2

Estamos ante un tomo raro. Hasta la página 43, la trama es muy clásica: Marco Valerio Falco está comprometido con una mina a la que no quiere, en un matrimonio por conveniencia, y lo mismo le pasa a la joven y hermosa Priscilla, con la diferencia de que su prometido es un poderoso político en la antigua Roma. Marco va con todo a tirarle los galgos a Priscilla y rápidamente surgen los obstáculos en la relación, desde la novia despechada de Marco hasta muchachones que responden al novio de Priscilla y lo quieren cagar a palos al lanzado legionario. Para terminar de complicar las cosas, mete la cola Morfea, la meretriz más famosa de Roma, que además es… bueno, no se puede contar sin spoilear un giro argumental realmente impactante.
La acción es más carnal que bélica, pero también hay unas cuantas peleas, como para matizar. Marini es un gran dibujante de escenas de sexo, y acá nos ofrece muy lindos garches y hasta una orgía memorable. El personaje de Marco es, lejos, el más trabajado, el que más protagonismo tiene y el que más consigue la identificación del lector. El otro personaje central de la saga, el rústico (y también muy ganador) Ermanamer queda bastante relegado a un segundo plano y tiene muchas menos escenas importantes que Priscilla. Ojo, no me animo a sacarlo de la discusión. Es muy probable que Ermanamer recupere protagonismo en los tomos posteriores, pero esta vez es claramente un personaje secundario.
Las Aguilas de Roma se reconcilia con su género, el peplum, en apenas tres páginas (44 a 46), donde Marini pela unas escenas de batalla impresionantes. Y de la 47 a la 56, el autor dedica el último tramo del álbum, ambientado cinco años después de la frustrada historia de amor, a sembrar el argumento para el tercer tomo. Se trata de largas escenas de diálogo, signadas por la rosca política y la intriga palaciega, que van tirando al fuego (para que se cocine despacito) una nueva trama de perfil mucho más bélico. Por supuesto, hay un artilugio del guión para que en el próximo tomo, entre combate y combate, Marco se pueda reencontrar con Priscilla, y obviamente con Ermanamer.
Al poder decidir cuántas viñetas van en cada página, Marini opta por cuadros más grandes y se da a sí mismo la comodidad que no tiene en El Escorpión. También ayuda el hecho de tener 56 páginas en vez de 44 ó 46. Lo cierto es que Marini trabaja con páginas que –en general- no tienen más de siete cuadros, con más secuencias mudas, con más espacio para desarrollar la acción y también algunas páginas muy sobrecargadas de texto, sobre todo cuando la machaca y los garches le dejan su espacio a la intriga política.
El dibujo es exquisito y nos invita a disfrutar de un Marini muy afianzado en su estilo, con algunas cositas de Chris Sprouse, de Carlos Pacheco y hasta efectos en el color muy típicos de Milo Manara. A diferencia de aquellos primeros trabajos de los ´90, el Marini de este siglo tiene un repertorio gráfico muy propio, y en Las Aguilas de Roma tanto el tratamiento del color como el manejo de la referencia y la documentación no hacen más que realzar la calidad e incluso la identidad del dibujo del autor.
Con este tomo, tan centrado en la historia de amor y tan alejado de la consigna del Vol.1, Enrico Marini nos está diciendo que en esta serie puede pasar casi cualquier cosa, obviamente dentro de los confines de la historieta realista con ambientación histórica. Esto puede causar que alguno se vaya a las puteadas, sintiéndose estafado porque casi no hay combates, y que otros nos quedemos muy cebados por la destreza con la que el autor abrió el espectro y se animó a sumar romance, runflas y perversiones sexuales a una saga que venía para el lado de la machaca y algún toque de comedia muy sutil. Vamos por el Vol.3, ni bien lo vea a un precio razonable.
Published on October 16, 2015 18:09
October 15, 2015
15/10: ULTRAMAR Vol.1

La portada de Diego Ridao (capitán del proyecto) es excelente. Ridao también tiene a su cargo guión y dibujo de una historieta de 12 páginas con un misterio bien llevado, personajes fuertes, un giro final un poquito predecible, una narrativa muy cuidada y un dibujo al que le falta ajustar un poquito (no mucho) la anatomía.
Después, nos esperan muchos nombres conocidos por el lector de historieta argentina. Emilio Balcarce y Gonzalo Ruggieri nos ofrecen seis páginas muy atractivas, desarrolladas a partir de una muy buena idea de ciencia-ficción. Ricardo Ferrari y Diego Aballay llevan a 12 páginas una idea que hubiese impactado más en 8. El giro de que los humanos son las armas más letales de la historia no es en absoluto novedosa y la vi venir mucho antes de que la dupla la graficara. Por suerte el dibujo está bueno y la machaca te mantiene entretenido.
Julio Falkenhagen tiene apenas cuatro páginas para desarrollar un misterio policial con tintes lovecraftianos… y no le alcanza, termina por contar de modo muy apretado una historia que casi seguro daba para más. Las ilustraciones a todo color de Burda son impactantes, no tengo dudas, pero no es lo que uno viene a buscar cuando se compra una antología de historietas. Lo mismo se aplica a los breves cuentos del maestro Jorge Morhain. Son cosas que en otro contexto están bárbaras y acá parecen páginas de relleno.
Bosalvia, de Hiorsh, me pareció la historia más floja del tomo. El dibujo (rarísimo, con serios problemas para ponerse al servicio de la historia) logró que me dejara de interesar la trama en la tercera o cuarta página y son 12. Hay algunas imágenes lindas, pero parecen metidas medio a presión en un relato poco claro, poco fluído, muy marcado por el capricho. Emilio Balcarce aporta una segunda historia, seis páginas muy bien dibujadas por Silvio Kiko. Lamentablemente, no entendí qué quiso contar, parecía una de guerra, pero el giro del final fue para otro lado y quedé pagando como un salame.
El genial Enrique Breccia, hoy radicado en Italia pero con fuertes lazos con nuestra costa atlántica, quiso estar presente en Ultramar, y mandó… el primer episodio de la segunda saga de El Sueñero, esa que se empezó a publicar en la Fierro en Noviembre de 2006 y rápidamente fue abandonada, sin ninguna explicación ni del autor ni de la editorial. Son seis páginas muy raras, en las que Breccia conecta un artificio narrativo con otro con tal de no mostrarnos nunca la cara del Ñato, el protagonista de la historia. Y dejo para el final la historia que más me gustó, la más redondita, las 12 páginas de Peor que la Muerte, escritas por Roberto Barreiro y dibujadas por Edu Molina, dos nombres importantes de la movida under o alternativa de los ´90. Poniéndose en ortivas, lo mismo se podría haber contado en dos o tres páginas menos, pero en 12 se logra un equilibrio muy atractivo entre caracterización, clima, machaca y giro sorpresa para el final.
En fin, hay cosas para ajustar y para mejorar, pero como primera entrega me pareció muy interesante, por la magnitud de los nombres convocados y por la calidad de las historietas, que en general es satisfactoria. ¿Da para pagar $ 150 por esto? Lo dejo a tu criterio…
Published on October 15, 2015 14:40
October 14, 2015
14/10: MUTTS Vol.10

Una vez más, me encontré con 120 páginas de una tira maravillosa, que enseguida te mete en su mundo y te hace sentir parte de él. McDonnell maneja a la perfección varios registros distintos para su humor: hay slapstick, hay juegos de palabras, hay chistes basados en los silencios, hay ternura, hay delirio, está el clásico juego de opuestos entre las mascotas y sus dueños, y además hay chistes que toman como disparador situaciones más bien trágicas: el maltrato animal, la extinción de algunas especies, la vida triste de las mascotas abandonadas, que terminan en refugios espantosos a la espera de que alguien los adopte... Sin llegar nunca a la mala leche de Pearls Before Swine, Mutts pela cada tanto chistes filosos, jodidos, ya sea porque te dejan pensando o porque directamente impactan desde el dolor o la incomodidad.
Este libro corresponde al décimo año de la tira, con lo cual McDonnell ya amplió bastante el elenco respecto de los iniciales Mooch y Earl. Los nuevos personajes traen nuevas temáticas, nuevas situaciones para explorar y nuevas variantes para los chistes. Algunos se quedan apenas un puñado de tiras y otros se integran definitivamente al elenco de la tira, aunque sea para aparecer de vez en cuando, como el cangrejo, las nenas o los pajaritos. El libro incluye varias "sagas", varias seguidillas de chistes con la misma temática, de las cuales la que más me gustó fue la parodia a American Idol. Tan bien pensada está la sátira que resiste incluso el recurso de que el remate de los chistes sea básicamente siempre el mismo.
No quiero ahondar mucho en los chistes, porque -como siempre digo- tiene mucha más gracia leer eso que una reseña. Me voy para el lado del dibujo, donde McDonnell nos regala un estilo gráficamente perfecto. El autor busca el minimalismo, elimina los fondos cada vez que no son estrictamente necesarios. Y cuando los pone, se luce con una calidad de fondos que sólo los grandes dibujantes pueden intentar. El trazo de McDonnell es muy suelto, parece hecho a los santos pedos, sin ningún tipo de boceto previo. Pero se nota que debajo de esa aparente simplicidad hay mucha planificación y sobre todo, mucha sabiduría. Este tipo no tira trazos a la marchanta. Con poquísimas líneas, logra que los personajes (humanos y animales) transmitan todo tipo de expresiones, en los movimientos, en los rostros o simplemente estando ahí, inmóviles dentro de una viñeta.
Es obvio que a McDonnell le encantan las tiras clásicas. Cuando dibuja seres humanos, mete infinitas referencias a Bringing Up Father, The Gumps, Polly & Her Pals, Barney Google... y toda esa magia vintage aparece increíblemente aggiornada, integrada sin fisuras a una tira bastante atemporal, pero definitivamente moderna. Las referencias visuales de McDonnell no se terminan ahí. Cada plancha dominical (acá reproducida en blancon, negro y grises) abre con una ilustración en la que el dibujante reinterpreta cuadros clásicos (de pintores de todas las épocas, tanto occidentales como orientales), afiches de películas, avisos publicitarios famosos y portadas de sus comic-books favoritos. La tapa de este recopilatorio, por ejemplo, es un guiño al primer número de Flash Comics, de la Golden Age. Así es como, además de deleitarnos con su propio estilo, McDonnell muta una vez por semana su grafismo (y hasta el logo de la tira) para disfrazarse de alguna otra cosa y sorprender al lector. Un lujo más de una tira que ya de por sí es un lujo.
Obviamente amo a Mutts, la recomiendo a full y espero que no se termine nunca. No es Calvin & Hobbes, claro, pero tampoco se plantea serlo. Mutts es una tira mucho más distendida, con un ritmo más suburbano, más pachorro, donde la inacción y el silencio tienen tanto peso como los diálogos y las tropelías de Mooch y Earl. Si todavía no la descubriste, nunca es tarde para hacerlo, y para enamorarse de los carismáticos cuadrúpedos creados por el inmenso Patrick McDonnell.
Como habrás visto, hoy volvieron las imágenes (el viejo truco de garronear computadoras en las bibliotecas públicas), y mañana vuelven las reseñas desde mi Buenos Aires querido. La seguimos allá.
Published on October 14, 2015 10:46
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