Andrés Accorsi's Blog, page 104
November 12, 2015
12/11: EL CHISPA

En general es una buena historieta, con mucho ritmo, buenos diálogos (a esta altura, dos marcas de fábrica de Lucero) y excusas bastante razonables para que los conflictos se terminen resolviendo por la vía de la violencia. Lucero rodeó al protagonista de otros personajes definitivamente gancheros, los villanos tienen su encanto, y el hecho de que todo suceda en el conurbano bonaerense también le suma atractivo al combo. Veamos cuáles son los puntos débiles:
A nivel del guión, uno solo, pero importante: los personajes se presentan en las últimas dos páginas. Si nunca leiste un comic de El Chispa, arrancás a ciegas. Los personajes hacen constantes menciones a hechos que transcurrieron en historietas anteriores y el que no está muy empapado de la mitología del Chispa queda garpando, mal. Yo hubiese arrancado la novela con esas dos páginas finales en las que Lucero pasa en limpio quiénes son estos chicos y chicas y por qué hacen lo que hacen, así los recién llegados no la teníamos tan cuesta arriba.
Y después un detalle, que a veces complica un toque la lectura: los signos de puntuación que suelen desaparecer. No cuesta un carajo revisar los textos y corregir eso que parece una boludez, pero contribuye a que los diálogos se disfruten mucho más.
Por el lado del dibujo, esta vez me cerró menos que en Clan Felino el tema de usar fotos reventadas en el photoshop para los fondos. Esta pareciera ser una historieta más light, más “apta para todo público” y ese tratamiento de la imagen para los fondos añade mugre, contribuye a crear un clima más denso, más oscuro.
Obviamente me sigue haciendo ruido el tema de las chicas con cinturitas microscópicas y tetas gigantes, más cuando son adolescentes.
Y lo otro que no me termina de cerrar es que esto se publique en blanco y negro. ¿A quién está apuntada esta historieta? Yo diría que a adolescentes y a fans de los superhéroes. Los segundos están MUY acostumbrados a leer las aventuras de sus justicieros favoritos a todo color. De hecho, en la portada queda bastante claro que Lucero sabe manejar el color y MUY bien. Y los adolescentes, es cierto, hace años que consumen mucho manga y el dibujo de Lucero tiene algo de eso, en el uso de las líneas cinéticas, en la aplicación de los grises con tramas mecánicas y demás… O sea que quizás para ellos esto no pierda atractivo al publicarse en blanco y negro. Pero no tengo dudas de que esto, a color, sería un hitazo. No correría el tema de las fotos reventadas en vez de los fondos, se diferenciaría mejor y más fácil a los personajes, se abrirían un montón de posibilidades que –no tengo duda- levantarían mucho a una faz gráfica que así está muy bien (Lucero viene mejorando grosso sobre todo en el manejo de las masas negras) pero que a color se vería infinitamente más atractiva.
Con este libro queda muy claro que Lucero está armando un universo, que comparten todas las historietas en las que mete mano. No sólo me copa que alguien intente armar algo así, sino que me gusta además la forma en la que lo está llevando a cabo. Así que quiero más historietas del Luceroverse, en lo posible ajustando algunas de las boludeces que no me cerraron, y en lo posible en alguna editorial que se anime a publicarlo a color, así estas creaciones se acercan un poco más a su público potencial que –me da la sensación- es enorme.
Published on November 12, 2015 14:48
November 11, 2015
11/11: WHY DID PETE DUEL KILL HIMSELF?

El título es un engaña-pichanga totalmente vendehumo. Parece escrito por Durán Barba. Te comés el amague de que Kalesniko se propone investigar el aparente suicidio del actor fallecido en 1971, y la verdad es que nada que ver. Lo que sucede es que la muerte de Peter Duel lo agarra a “Kalienka” con 16 ó 17 años y ese hecho imprevisto y desafortunado lo lleva a pensar en todas las injusticias de las que fue víctima (y en algún caso, partícipe) durante su niñez y su pubertad.
A través de estas secuencias, Kalesniko desarrolla conflictos chiquititos, a muy pequeña escala, que ilustran lo mal que la pasó de chico en la escuela, lo mucho que le costó adaptarse a casi todo, lo poco que le interesaba todo lo que no fuera dibujar, leer comics o mirar televisión. Son escenas en las que suele haber niveles importantes de violencia física o psicológica (sobre todo si pensamos que hay niños involucrados), y que Kalesniko resuelve a veces con ternura, a veces con mala leche y a veces con el sabor agridulce de la resignación.
Yo sostengo hace mucho mi posición en contra de que los historietistas malgasten su talento narrando anécdotas mayoritariamente inocuas de su infancia y adolescencia. Me parece que para que valga la pena contarle tu vida a alguien que no sea tu amigo (o tu terapeuta), como mínimo te tienen que haber violado cuatro chabones disfrazados de Tortugas Ninja, o tenés que haber sobrevivido a un accidente aéreo en el Triángulo de las Bermudas para caer en una jungla centroamericana infectada de guerrilleros y/o narcotraficantes. Todo lo demás es el “Efecto Panadería” del que hablábamos ayer.
Dicho todo esto, banco a Why Did Pete Duel Kill Himself?, porque está obscenamente bien dibujado y porque –una vez más- Mark Kalesniko demuestra que en materia de narrativa la tiene infinitamente clara. En todas esas secuencias mudas, el canadiense pela una cantidad de recursos apabullantes, por supuesto en algunos casos tributarios de los de su coterráneo Dave Sim. Ahí, en esa diversidad de recursos narrativos, y en la habilidad para manejarlos, reside la genialidad de esta obra. Que además, como lógica consecuencia de tener tantas secuencias mudas, se lee MUY rápido.
Si, como yo, sos fan a muerte de Mark Kalesniko, no dejes de buscar este libro, editado por Fantagraphics en 1997. Si no, hay obras de este autor más recomendables para internarse en su mundo.
Published on November 11, 2015 17:19
November 10, 2015
10/11: CRONICAS DEL INXILIO

La primera no tiene diálogos, es simplemente el texto de un poema utilizado para ilustrar de modo muy efectivo distintos momentos del golpe de Estado del 9 de Julio de 1973. La segunda (creo que es la más extensa) narra un viaje que emprende el joven Silvio junto a dos amigos, con poca plata y muchas ganas de pasarla bien. Es la historia que más daba para meter sexo, droga y rockanroll, pero no: hay sánguches, cigarrillos y murga.
La tercera recuerda la noche en que Sui Generis cruzó el charco para despedirse de sus fans uruguayos con dos conciertos, y acá Galizzi aprovecha para contraponer también cómo veían los jóvenes y cómo veían los viejos a la dictadura militar. Ah, y también hay un partido de futbol, que creo que deja a Uruguay afuera de una Copa América, y que no entendí bien cómo conecta con el resto de la historia. La cuarta es una breve anécdota del colegio secundario que incluye la primera visita del joven Silvio a una comisaría, también narrada con poco texto.
La quinta se centra en un acontecimiento histórico del Siglo XIX (el sitio de Paysandú) y al final parece conectar con el secuestro de un historietista. En la siguiente, Silvio y sus amigos terminan otra vez en una comisaría, donde se comen un garrón importante. La séptima repasa dos sucesos importantes de 1980: un plebiscito en el que pierde el gobierno militar y un campeonato de futbol (el Mundialito) que gana Uruguay de local. La historia más breve es la octava, apenas tres páginas en las que Galizzi recuerda cómo se decide a estudiar Derecho y cómo conoce a Cristina, quien fuera su mujer durante muchos años.
La novena historia, por el contrario, tiene 14 páginas y acá sí, la represión se pone heavy. Una manifestación de 1983 termina con Galizzi (y muchos uruguayos más) cagados a palos por la policía montada, detenidos y humillados por los militares. Y el epílogo, ambientado ya en democracia, tiene que ver con la impunidad, con el hecho de que la transición democrática uruguaya no incluyó juicios a los autores de crímenes de lesa humanidad, sino que siguieron circulando libremente por las calles.
Como siempre digo, en la historieta latinoamericana ya se exploró hasta el hartazgo el tema de “los milicos malos nos cagaron la vida”, pero la mirada de Galizzi suele escaparle a la mera denuncia o al mero panfleto y ofrece un panorama mucho más abarcativo (y por ende más rico) de la vida y las costumbres de los jóvenes uruguayos durante los años oscuros. Ese es uno de los méritos más salientes de este libro. El segundo es el trabajo del enorme rosarino Esteban Tolj en el dibujo. Tanto en las secuencias mudas como en las de diálogos extensos, Tolj aporta el brillo, la magia de su trazo. La documentación de época es impecable, el equilibrio entre blancos, negros y grises es magistral, la narrativa está cuidadísima, y lo más notable: la capacidad de Tolj para ponerle carnadura a un estilo no muy realista, pero repleto de gestos, detalles y rasgos 100% reconocibles. Esto es muy difícil de lograr y me hizo acordar a dos grandes dibujantes que lo hacían parecer muy fácil: Alfredo Grondona White y Paul Coker, uno de los capos de la MAD de los ´70 y ´80, que es con quien más relaciono el grafismo de Tolj. Excelente trabajo de este monstruo consagrado en la animación y al que me encanta ver coquetear con la historieta.
Si sos uruguayo, no cabe lugar ni para cinco milímetros de duda: tenés que tener Crónicas del Inxilio. Si sos fan de Galizzi, ni hablar. Y si te gusta la historieta autobiográfica con un espesor dramático posta, que vaya más allá del “fui a la panadería a comprar churros y como no había compré medialunas”, estoy segurísimo de que lo vas a disfrutar.
Published on November 10, 2015 18:05
November 9, 2015
09/11: DEAR PATAGONIA

Jorge González, el argentino radicado en España, se propone recorrer muchas décadas de historia siempre tomando como centro, como referencia, un pueblito del sur de Chubut en el que los tehuelches convivieron pacíficamente con colonos alemanes, exploradores escoceses y mercaderes yankis. Con el correr de los primeros capítulos, la novela se enfocará en Karl y Alicia, los alemanes, que luego tendrán un hijo, Julián, a quien seguiremos hasta su vejez. A partir de la adolescencia de Julián y sus primeros choques con su padre es donde la trama se pone particularmente interesante. Al principio resulta muy fumado todo ese fragmento con el berlinés Roth y su filmadora, pero después, cuando González llega a mostrarnos a Julián ya octogenario, eso tendrá muchísimo sentido.
Sin dudas, Julián es el personaje mejor desarrollado, opacado muchas veces por un elemento preponderante en esta obra: el clima. González es un maestro de los climas y acá les dedica muchas páginas, secuencias enteras para “meternos” en esos parajes desolados de la Patagonia, para hacernos sentir el rigor del viento, la nieve, la neblina, el polvo de los caminos… en contrapunto con una Buenos Aires festiva, pujante, acelerada ya en los años ´30. Esta decisión narrativa de González ralentiza notablemente el devenir del relato, le inyecta a la obra páginas y páginas en las que la historia no avanza. Hay que tener paciencia y no dejar que los prodigios visuales del autor nos distraigan del hilo de la trama.
En la segunda mitad, entran varios guionistas a hacerse cargo de los capítulos finales. Uno de ellos, Hernán González, le dedica un montón de páginas a un personaje remotamente conectado con la trama central, que también está bien trabajado, pero no termina de ensamblarse con la historia de Julián. Y el tramo final mezcla dibujos muy esquemáticos, bocetos, cuadros y unas ilustraciones de la hiper-concha de Dios, mezclados con una charla entre Alejandro Aguado (ver reseña del 02/09/11) y un periodista, en la que el editor, escritor e historietista narra una investigación que llevó a cabo y que vincula a su familia con la de uno de los personajes secundarios de la primera mitad de Dear Patagonia. Es la ya gastada historia de “autor de comics le mete ficha a pariente anciano para que recuerde/ comparta detalles de su infancia/ juventud que capaz enganchan con algún evento histórico o aventurero”. Y está presentado de modo caótico, difícil de emparentar incluso desde el grafismo con lo que veníamos leyendo hasta ese punto.
Más allá de estas inconsistencias o saltos al vacío en el guión, lo que realmente banca los trapos de punta a punta de la novela es el dibujo (me da cosa decirle “dibujo”, suena a poco) de González. Su lápiz endemoniado y su técnica de color personalísima se entreveran en una danza zarpada y cautivante. La paleta de colores es intencionalmente apagada, limitada, y la decisión de no borrar jamás ni la línea de lápiz más chota, más tirada al voleo, también es parte constitutiva de la identidad gráfica de la obra. Los climas, como ya dijimos, tienen un peso enorme, al igual que las expresiones faciales. La verdad que es difícil de describir lo que propone González desde el dibujo, porque es mucho más que dibujo: es una atmósfera que te transporta (al pasado, a la loma del orto) y cuando quiere te asfixia.
Dear Patagonia va lento y cada tanto se aleja demasiado del hilo que debería conducir a la narración. Pero tiene ideas muy atractivas, diálogos magníficos e imágenes de una belleza descomunal, de las que rara vez vemos puestas al servicio de un relato. No la pongo al nivel de Fueye (la novela de Jorge González que vimos el 06/07/12) pero no dudo estar frente a una obra de una calidad muy por encima de la media.
Published on November 09, 2015 15:32
November 8, 2015
08/11: MISTER X Vol.2

Y claro, al leer el segundo me doy cuenta de que muchísimo de lo que pasa acá deriva directamente de aquel primer arco del que (lógicamente) no me acordaba una chota. Tenía todavía frescas en las retinas las maravillosas imágenes de Jaime Hernandez (dibujante de los primeros episodios de la serie) y el resto lo fui recomponiendo a los ponchazos a medida que avanzaba en la lectura de este extenso Vol.2. Por eso si nunca leiste Mister X, no se te ocurra empezar por el Vol.2: sí o sí hay que arrancar por el Vol.1, que trae la saga dibujada por Jaime y co-escrita por Motter y los otros dos Bros. Hernandez, más dos unitarios en los que también pasan cosas importantes.
El argumento es realmente complejo. Hay una ciudad futurista que es producto de los sueños y pesadillas de un grupo de arquitectos, entre los que no sólo hubo feroces internas, sino incluso cambios de identidad. Con el correr de las páginas, Motter revela que de los… 25 personajes que aparecen o se mencionan en la serie, por lo menos 10 eran una misma persona, un hiper-impostor que asumió distintas identidades y fingió las muertes de aquellos personajes que ya no le servían más. A esto hay que sumarle drogas re-heavies que producen insomnio, o pesadillas tremendas, o que te permiten morir y resucitar tipo zombie, y otras que te ayudan a alterar tu apariencia para asumir más fácilmente identidades falsas. Entre flashbacks, secuencias oníricas y varios personajes que resultan ser uno sólo, no es difícil perderse en los laberintos del guión.
Por suerte está ese último episodio en el que Motter pasa en limpio algunos puntos oscuros de la serie. Y por suerte también a lo largo de todo el tomo hay buenos diálogos, personajes bien trabajados y un criterio excelente para dosificar la acción y la información. Incluso para decidir dónde termina cada escena, dónde clavar cliffhangers para acentuar el suspenso… También se nota que esto está pensado como serie regular que iba a durar años o décadas, por eso hay mucho subplot, mucha secuencia breve en la que cada 60 ó 70 páginas reaparecen personajes que no llegan a conectar nunca con la trama central, a los que Motter desarrollaba sin apuro, convencido de que ya tendrían su oportunidad de brillar.
El que no se pierde la oportunidad y brilla a full es Seth, por entonces un autor joven y promisorio, con la responsabilidad de reemplazar nada menos que a Jamie Hernandez. El dibujo de Seth se parece poco a lo que veríamos más tarde en sus obras más personales, pero igual es hermoso. En vez de mirar a Jaime, Seth mira a los autores de la línea clara posmoderna: Daniel Torres, Sento, Michael Cherkas, Serge Clerc, y sobre todo Rian Hughes, todos capos a la hora de imaginar el futuro en una clave estética aferrada a los años ´40 y ´50. Con el correr de las páginas Seth va soltando cada vez más el trazo, dejando que sea el pincel el que defina los contornos, y así gana en plasticidad. Por otro lado, la ambientación casi siempre nocturna en una ciudad repleta de edificios monumentales le permite a Seth jugar a pleno con las sombras, que tienen un peso gráfico enorme en la composición de las viñetas e incluso de las páginas, además de las inevitables reminiscencias al cine expresionista alemán. Y en el episodio final, Motter renuncia a su estilo para imitar el de Seth y lo simplifica mucho, pero –dentro de todo- le sale bastante bien.
En fin, cada tanto Dean Motter retoma a Mister X y las secuelas ya abarcan casi 30 años y unas cuantas editoriales. Sin dudas el concepto básico es tan bueno, que da para seguir explorándolo. Y si encima tenés dibujantes como Jaime Hernandez, Paul Rivoche o Seth, la intrincada saga retro-futurista se convierte en un tour-de-force.
Published on November 08, 2015 15:20
November 7, 2015
07/11: HOY TAMPOCO HAY NADA

Para el finde que viene tenemos la San Luis Comic Con, obviamente en San Luis, en el fastuoso complejo Arenas de la Punta. Ahí estaremos pasándola bomba el sábado y el domingo con ídolos como Eduardo Mazzitelli, Horacio Lalia, Luciano Saracino, Jok, Nicolás Brondo, Chanti y Burda, entre otros. O sea que el 14 y el 15 no habrá reseñas en el blog.
Gracias por el aguante, en esta recta final hacia el 31 de Diciembre.
Published on November 07, 2015 16:16
November 6, 2015
06/11: BAKUMAN Vol.10

Si hasta ahora no nos había quedado muy claro en qué medida las decisiones, los caprichos y las especulaciones de los editores pueden cambiar el rumbo de la carrera de un magaka, acá Tsugumi Ohba y Takeshi Obata nos lo terminan de explicar. En este tomo, los Muto Ashirogi (el guionista Takagi y el dibujante Mashiro) no son los protagonistas, son más bien dos hojitas a las que sacude el viento. Primero para acá, después para allá, nuestros jóvenes mangakas rara vez motorizan la historia, sino que dedican todas sus energías a complacer a los editores, a hacer lo que ellos les dicen que hagan. Mangas en joda, mangas oscuros, mangas “de humor serio”… para publicar en la Shonen Jump hay que saber hacer de todo. Y ni siquiera te juzgan por si sos bueno o malo, te juzgan por si le podés ganar en popularidad a los mangas que más entusiasmo generan dentro de la misma antología.
Claro, los editores son los que saben y los que pueden participar de las reuniones en las que se decide quién publica y quién no, por eso a los chicos no les queda más remedio que escucharlos y cumplir con sus exigencias. Pero guarda, que además son seres humanos. Este tomo se toma su espacio para mostrarnos cómo los editores se emocionan, se equivocan, rosquean, discuten, se buchonean entre ellos y hasta tienen problemas sentimentales con las mangakas cuya labor supervisan. Con todo esto, es lógico que el protagonsimo se desplace, al menos por un rato, hacia Hattori y Miura, los dos editores más vinculados al trabajo de los Muto Ashirogi. Como consecuencia, esta vez tenemos poquísimas escenas centradas en los otros jóvenes mangakas y –como ya es costumbre- escasa participación para la esposa de Takagi y la novia de Mashiro.
Ohba le pone mucho énfasis a las estrategias que los editores discuten con los Muto Ashirogi, las teorías que unos y otros exponen acerca de qué rumbo deben darle los chicos a su carrera, y eso hace que este tomo sea particularmente denso en cuanto a la cantidad de diálogo. Hay páginas y páginas de puro diálogo, a veces con globos inmensos, que ocupan la viñeta entera o dejan lugar para que Obata dibuje apenas un ojo. Y no son un embole, lo cual habla bien del espesor dramático que Ohba logra darle a estas secuencias y por supuesto de la labor de la traductora, Nathalia Ferreyra, para la que pedimos aumento de sueldo, urgente.
Acerca del dibujo de Obata no puedo más que reiterar los elogios que ya le prodigué en reseñas anteriores. Lo más grosso de este tomo son esas mutaciones estilísticas a las que recurre cuando nos tiene que mostrar páginas dibujadas por otros mangakas. Esto le sale tan bien, que uno realmente sospecha que el tipo invita a otros mangakas amigos suyos (o quizás a sus asistentes) a dibujar esas páginas para que el lector realmente se convenza de que nos están mostrando trabajos de varios dibujantes distintos. Cada vez es más increíble que todas esas imágenes hayan salido de la misma pluma. Incluso muy condicionado por la brutal cantidad de texto que mete Ohba, Obata logra hacernos vibrar con su estilo fresco, potente, repleto de detalles alucinantes y –cuando el guión lo requiere- desbordante de expresividad. Un monstruo.
Se terminó la primera mitad de Bakuman y hasta ahora todo es espectacular. Veremos qué le deparan los próximos tomos a Takagi y Mashiro… y cuánto tarda Ivrea en publicar el Vol.11.
Published on November 06, 2015 14:42
November 5, 2015
05/11: HEATLANDS

Este libro tiene dos problemas fundamentales. En primer lugar, la desproporción entre páginas de historieta y páginas de relleno. Son 72 páginas, de las cuales sólo 40 son de historieta. También hay algunas ocupadas con textos acerca del mundo en el que transcurre la historia (que están muy bien) y después, innecesarios pin-ups, innecesarias carátulas para cada uno de los cinco episodios de ocho páginas y las infaltables e irritantes páginas en blanco. Con 40 páginas de historieta, muchachos, no se puede hacer un libro que tenga más de 48 páginas en total. Fin.
El otro problema es un poco más grave y tiene que ver con el dibujo, que es muy precario. Ziul Mitomante se la banca muy dignamente en la planificación de las páginas, pero en todo lo demás lo veo muy flojo. La anatomía, la perspectiva, el equilibrio entre blancos, negros y grises, el manejo de las tramas mecánicas, la elección de los ángulos… Todo se podría haber cuidado más para que se vea bien y sin embargo se ve tan mal, que por momentos estuve a punto de no seguir adelante con la lectura.
Seguí leyendo porque me gustó bastante el planteo argumental de El Negro Viglietti. Sobre todo el mundo que nos presenta, no tanto los guiones en sí, porque no me engancharon algunos personajes (hay poco espacio para desarrollarlos) y porque algunos conflictos no me parecieron bien resueltos. Pero me gustaron las ideas y algunos diálogos, me dejaron con ganas de saber más. Ojalá haya un Vol.2 mejor dibujado.
Como consejo desinteresado de un boludo que leyó muchas historietas, les digo: entendamos cuanto antes la diferencia entre un fanzine y un libro, muchachos. En un fanzine se puede experimentar, se pueden mostrar limitaciones propias de los autores que recién empiezan… pero en un libro no. Nadie los apura. Publiquen en libros cuando estén realmente capacitados. Así, crudos, prendidos con alfileres, no es negocio ni para el lector (que no tiene por qué pagar para leer algo feo, torpe y descuidado) ni para el autor, que se quema para siempre.
Published on November 05, 2015 16:39
November 4, 2015
04/11: LUCIFER Vol.4

Al igual que los tomos anteriores, este nos presenta 16 episodios de Lucifer, en los que Carey ofrece un relato muy complejo, con conceptos muy jugados y crossovers permanentes con el Antiguo Testamento de la Biblia. Todo esto desarrollado a un ritmo muy lento, que le permite a Carey trabajar muchísimo a los personajes secundarios y prepararlos para cargarse al hombro la serie en los tramos en los que Lucifer no aparece en el centro de la escena, que en este tomo son muchos. Posta, esto es poco frecuente en el mainstream yanki: el protagonista, que debería estar siempre ahí, generando movidas o corriendo peligros que hagan que los lectores quieran volver mes a mes, en esta serie se repliega a las márgenes de la acción durante muchos episodios. Lo bueno es que, incluso cuando Lucifer renuncia al protagonismo y pasa a ser algo así como un hilo conductor entre unitarios y arcos argumentales más extensos, el interés no decae.
Este tomo arranca con una saga de cuatro episodios en los que Elaine y Mazikeen tienen la misión de expulsar a los inmortales que todavía habitan la creación de Samael (o Lucifer Morningstar). Acá Carey nos presenta a personajes conmovedores, interesantísimos, a los que sospecho que más adelante volveremos a ver. El n°50 es un número extra-large que revela toda la historia de Lilith, madre de Mazikeen y de todos los Lilim, y su relación con los ángeles. Esto en un punto parece relleno, pero Lilith será un personaje importantísimo en la segunda mitad de este tomo.
Después arranca la tetralogía contra Fenris, el lobo de la mitología nórdica, que terminará con la muerte de un personaje central en esta serie. Es una saga estiradísima, pero cuyo final garpa a pleno. Un nuevo unitario nos trae de vuelta a Christopher Rudd, Lady Lys, Duma y Remiel para una excelente historia que sacude el status quo del Infierno que alguna vez gobernó Lucifer. Le siguen dos episodios en los que el protagonismo recae en Lilith, en los que la historia casi no avanza, pero Carey sigue sumando personajes interesantes. Y ya sobre el tramo final, un unitario en el que Elaine juega a ser Dios, en el que vemos los pro y los contras de crear mundos; y un último arco argumental de tres partes con dos historias en paralelo: en una, Lilith vuelve a ponerse al frente de los Lilim para iniciar su ataque a la ciudad de los ángeles (no de Los Angeles), y en la otra reaparece Jill Presto para terminar de resolver un viejo problema, deerivado de una saga que vimos hace ya varios tomos. El plot de Jill es el menos interesante de estos 16 episodios, al que menos chances le veo de integrarse a la trama central.
En materia de dibujo, tenemos como siempre a Peter Gross, a quien ayudan bastante las tintas de Ryan Kelly. Como siempre digo, Gross no es malo pero uno no puede evitar imaginarse estas mismas historias dibujadas por alguien mejor y decir “puta, ¿qué necesidad de darle estos guiones a un tipo que zafaba con lo justo?”. Pero bueno, con el correr de las sagas uno se acostumbra. Y también como siempre, en los episodios unitarios Gross descansaba y la serie se engalanaba con invitados ilustres. El n°50 lo dibuja con muchísimas pilas el siempre elegante P. Craig Russell, el unitario de Elaine sirve para ver qué onda un desconocido Ronald Wimberly (que es bastante bueno, con cositas de Dean Ormston, Vince Locke y Jill Thompson) y dejo para el final la gema insuperable: el unitario del Infierno con Christopher Rudd está dibujado por un Marc Hempel inspiradísimo, que se caga en el realismo para dejar jugar a la imaginación y sobre todo a la emoción, a darle expresiones extremas a estos personajes y romper desde lo visual con el clima a veces frío, casi siempre solemne que tiene esta serie. Glorioso lo de Hempel, a quien el mainstream yanki extraña horrores.
Me falta un sólo tomo para terminar con Lucifer y ya está ahí en el aguante. Veremos con qué me sorprende Carey en el final.
Published on November 04, 2015 14:58
November 3, 2015
03/11: MR.BULB

Los dibujos de Mr. Bulb ocupan una o dos páginas, casi no tienen texto, y son como pedacitos de historias, o remates de chistes, aunque no son necesariamente humorísticos. No hay secuencias, no hay globos de diálogo, no hay una continuidad entre un dibujo y otro. Pero de a poco, Ferry construye un universo para este y otros personajes que lo van a acompañar (los monstruos, los seres de ectoplasma, Mr. Egg, etc.). Lo más interesante que tienen estas imágenes es que se prestan a múltiples interpretaciones. Vos creés que Ferry está tratando de tirarte un mensaje X, pero capaz yo creo que lo que está diciendo es Y. La relación entre las imágenes y los textos abre el juego a una ambigüedad muy interesante, donde Ferry juega muy finito en el límite entre la moraleja y la ironía, entre la melancolía y el desenfreno.
A nivel visual, Ferry se va al carajo y más allá. Esto no se parece ni a lo que hacía para las revistas españolas cuando era autor integral, ni a lo que hizo después para los muchos comics de Marvel y DC en los que le tocó meter mano en calidad de dibujante. Esto es Ferry desencadenado, pasado de rosca. El arte de este libro es maravilla pura, con un trazo libre, suelto y a la vez muy preciso, potenciado por un sinfín de efectos digitales logrados con la computadora. Hay dibujos más simples, otros más elaborados, otros directamente demenciales. Todos desbordan de imaginación y talento y algunos directamente te dejan babeando como un idiota. Algunos narran casi sin querer, porque Ferry es un narrador y no lo puede evitar. Y otros no tienen pies ni cabeza, son delirios gráficos del autor, que por ahí le sirven para practicar con alguna técnica de coloreado digital o con alguna textura o efecto que le interesa probar. La verdad es que acá hay tantas genialidades, que si Ferry llega a dibujar una historieta extensa en este estilo, pone en juego la contextura de la realidad misma.
Extraña mezcla entre disparate, reflexión, exorcismo y auto-conocimiento, a Mr. Bulb le sobran méritos para compensar el hecho de que acá, en vez de contarnos una historia, Pasqual Ferry se lanza a explorar un mundo nuevo. Si sos fan de este monstruo oriundo de Barcelona, internate en su obra más personal y vibrá al ritmo de un festival de climas, ideas y técnicas gráficas absolutamente inolvidable.
Published on November 03, 2015 12:01
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