Andrés Accorsi's Blog, page 101
December 13, 2015
13/12: THE SANDMAN Vol.7

También en algún momento de Brief Lives se forma el sello Vertigo y Sandman (que estaba en un gran momento a nivel ventas, cerca de los 50.000 ejemplares por número, y se cansaba de ganar premios) no se hace cargo en lo más mínimo. La historia sigue como si nada, sin siquiera una recapitualción de lo sucedido hasta el momento, y el único cambio visible es el loguito de Vertigo en la portada.
Brief Lives es una historia 100% de los Endless. Es la exploración a fondo de uno de los grandes conflictos en la eterna historia de esta familia: la partida de Destruction, que un día (300 años antes de esta saga) se cansa del jueguito, se corta solo y deja que la destrucción siga su curso sin meter mano en los asuntos de los humanos ni en los de sus hermanos. Acá Neil Gaiman indaga en qué es ser un Endless, en su función en el universo, en los vínculos entre ellos, en las reglas (a veces implícitas) que delimitan los reinos de unos y otros. Y además de resolver (en cierto modo) aquel conficto con tres siglos de antigüedad, nos tira sutiles pistas acerca de otros, y nos ofrece un remate devastador: Lo que Dream no hizo inducido al engaño por Desire (matar a Rose Walker, nieta de un Endless) lo hará por voluntad propia, sin desconocer las consecuencias: a pedido de su hijo Orpheus, el Rey Sueño terminará con su desafortunada vida. Derramar sangre de Endless tiene un costo altísimo y Dream se resigna a pagarlo sólo para darle el gusto a Delirium de encontrar a Destruction. Está bueno como punto de quiebre para dar pie al final de la saga, pero pensado fríamente, es un Disparate. La explicación pasa porque Dream está horriblemente bajoneado por una relación sentimental que terminó muy mal, con el taciturno monarca abandonado por una chica que le destrozó el corazón, y que (por ahora) Gaiman no nos dice quién es.
Esta es una saga que avanza muy lento, a un ritmo exasperante (me acuerdo la tortura que era leer Brief Lives mes a mes en revistitas y me quiero clavar clavos abajo de las uñas, que debe doler menos) y que está brutalmente estirada. Son más de 215 páginas para contar algo que se podría haber liquidado sin ningún drama en 100. Pero claro, Gaiman te rellena con jerarquía, con excelentes diálogos, con mucho desarrollo para personajes menores (en este tomo empieza a cobrar chapa el gran Mervyn Pumpkinhead) y con un truco que refinaría años más tarde en la novela American Gods: fragmentos de la vida de dioses, ángeles y demás inmortales que eligen (o les toca) integrarse a la gente común y vivir vidas más o menos ordinarias. De punta a punta hay escenas mudas alucinantes, bloques de texto devastadores y –como siempre- una sobredosis de ideas y de “historias dentro de la historia” que aportan muchísimo a ese perfil de obra compleja, sofisticada y de fuerte impronta autoral.
El trabajo de Jill Thompson es realmente muy bueno, a pesar de que las tintas de Vince Locke tapan bastante algunos rasgos de su estilo. Pero claro, si Jill dibujaba Y entintaba todas estas páginas, Brief Lives todavía estaba saliendo. Lo más atractivo, entonces, resulta ser la narrativa, en la que Thompson muestra una solidez admirable. Acá ya estamos en 1993, cuando en EEUU (y tecnología mediante) ya se podía colorear comics sin estropearlos, así que no creo que este tomo haya requerido una “cirugía mayor sin anestesia” para que se viera lo bien que se ve en esta edición.
En síntesis (y a contramano de varios comentarios acá en el blog que señalaban a esta saga como una favorita), me parece que Brief Lives es más relevante que buena. Obviamente tiene muchísimos momentos estremecedores, cómicos, tiernos, shockeantes… pero tiene ese Pecado Original que es durar el doble de lo que (para mi gusto) tenía que durar. Tanta manija le dieron a Gaiman con esa “pátina literaria” que veían en Sandman, que para esta altura de la serie el guionista ya no escribía arcos argumentales: escribía novelas, de esas grandotas, que no tienen ningún apuro por llegar al final. Eso es lo que –repito, para mí- empaña un poco los muchos logros de Brief Lives.
Published on December 13, 2015 14:58
December 12, 2015
12/12: THE SANDMAN Vol.6

Arrancamos con la breve Fear of Falling, una aventura casi “de autoayuda”, pero con un desarrollo atractivo y excelentes diálogos. Los dibujos son del maestro Kent Williams, no en su estilo pictórico, sino en ese más gráfico en el que se basa (por ejemplo) Michael Gaydos.
Después viene el unitario del emperador de los EEUU, una historia divertida, por momentos profunda, basada en hechos reales. Neil Gaiman aprovecha para mezclar esta trama con algo que ya es un clásico: la rivalidad entre Dream y Desire. Acá aparecen casi todos los Endless y el gran Shawn McManus nos regala a una Delirium magníficamente dibujada (por primera vez).
El siguiente unitario transcurre en Francia, en la época del Terror (como aquel álbum medio en joda que vimos el 20/04/15). La protagonista es Lady Johanna Constantine, la antecesora del querido John, cuya primera aparición fue (en un rol muy chiquito) en aquel unitario centrado en Hob Gadling que vimos en el Vol.2. Esta es la primera aventura solita de Johanna, quien llegará a protagonizar su propia miniserie (la vimos el 15/05/12). Y entre tantas cabezas separadas de sus cuerpos, se destacará una, la de Orpheus, en la que será la primera aparición del desafortunado hijo de Morpheus. Los dibujos son de un correcto Stan Woch, sin pifias ni aciertos destacables.
La siguiente historia es buenísima, pero tiene un problema fundamental: no tiene un choto que ver con la saga de Sandman, los Endless y todo lo que venía narrando Gaiman hasta acá. Aparecen un toque Lucien y el propio Dream, pero en una secuencia que tranquilamente se podría haber omitido sin alterar en lo más mínimo la trama. El dibujante es el cuasi-ignoto Duncan Eagleson, bastante interesante.
August, el unitario ambientado en el Imperio Romano y protagonizado por el emperador Augusto, tiene el mismo problema: Morpheus aparece poco, y casi al pedo. Pero la historia es GENIAL, los diálogos son impresionantes, hay escenas tremendas (es la primera vez que DC publica un comic donde dos hombres tienen sexo anal) y una labor brillante en la interpretación de una figura histórica. El dibujo es del glorioso Bryan Talbot, que dejó la vida en cada viñeta y nos obsequió uno de los mejores trabajos de su carrera.
Soft Places, la historia protagonizada por Marco Polo, es de lo más flojo del tomo. Aparece bastante Fiddler´s Green y un toque Morpheus, hay un mensaje lindo, poético, pero no mucho más. El dibujo de John Watkiss aporta poco, también.
El unitario más extenso es The Song of Orpheus, en el que Gaiman repasa los eventos más importantes en la trágica vida del hijo de Morpheus, por supuesto tomando como base la mitlogía griega. Acá reaparece Calliope y vemos la primera aparición de Destruction, el miembro de la familia Endless que todavía no había dado el presente en la serie. Esta vez Talbot sólo entrega lápices y de las tintas se encarga otro capo, Mark Buckingham. Sin embargo los estilos no terminan de cuajar y el resultado no arrima ni por puta al nivel devastador de August.
El siguiente unitario le da espacio a los personajes secundarios: Lyta y Daniel, Cain y Abel, Matthew, Eve… Gaiman refuerza un poquito el background de cada uno y sienta las bases de lo que más tarde será la serie regular de The Dreaming. Jill Thompson hace su debut como dibujante del “Sandmanverse” y ya en el arranque impacta fuerte con su versión infantil de los Endless, que derivará en uno de los tantos spin-offs de esta serie.
Y terminamos con la famosa Ramadan, la que fuera en su momento el n°50 de Sandman. Es una historia realmente hermosa, profunda, con diálogos alucinantes, un remate final terrible… pero está MUY estirada. Son 32 páginas y podrían haber sido 20. Lo bueno de que haya más páginas es que podemos disfrutar de más dibujos y más puestas imaginadas por un P. Craig Rusell inspiradísimo, también en un nivel cercano al de lo mejor de su carrera. A nivel visual esto es MAJESTUOSO.
Salvo contadas excepciones, estos unitarios nos muestran a Gaiman “haciendo tiempo” para aprovechar el éxito de la serie, o ampliando el universo de personajes y conceptos, para más adelante retomarlos y profundizar en algunos de ellos. Por supuesto, mi aplauso para cada historia es mayor cuanto más fuerte es su vínculo con la saga central.
Published on December 12, 2015 12:38
December 11, 2015
11/12: THE SANDMAN Vol.5

Acá ya no hay vínculos con el DCU. Aparecen Superman y Bizarro, pero son personajes de las historietas que lee una de las chicas, y se llaman Hyperman y Weirdzo. La historia transcurre en el plano real y en el plano de los sueños de Barbie, la verdadera protagonista de A Game of You, quien apareció en un rol muy chiquito en The Doll´s House. El resto del elenco del plano “real” está compuesto por mujeres: Wanda (es travesti y está a una operación de ser mujer), Thessaly (cuyo protagonismo crecerá más adelante y llegará a tener su propia miniserie, reseñada el 20/05/12) y la pareja integrada por Hazel y Foxglove, a quienes volveremos a ver en la segunda miniserie de Death (reseñada el 12/02/15).
¿De qué se trata la historia? De muchas cosas. De la búsqueda de la propia identidad, de lo que dejamos atrás cuando crecemos (los sueños, nada menos), de la solidaridad, del mundo femenino… Acá hay simbolismos, metáforas y paralelismos entre esa especie de “quest” en el mundo de los sueños y ciertas cosas que pasan en el mundo real. El rol de Morpheus es mínimo hasta casi el final de la saga, cuando toma cartas en el asunto y protagoniza una escena muy bien lograda.
Por enésima vez, lo vemos a Gaiman jugar con esa trinidad Bruja-Madre-Doncella, esas tres mujeres que no son siempre las mismas, pero que están presentes en los distintos tramos de Sandman, en roles que también van mutando. Y después de un arco repleto de dioses, ángeles y demonios, A Game of You vuelve a explorar las vidas de gente común, a contarnos la realidad tal como la veía Gaiman en 1992. Así es como se suma un elemento que hasta ahora prácticamente no había aparecido, que es la bajada de línea social. El inglés se da el lujo de opinar acerca de algunos aspectos urticantes de la sociedad yanki y la verdad que es una muy buena incorporación.
Otro hallazgo digno de ser subrayado: acá Gaiman y DC empiezan a darse cuenta de lo bien que funcionan los tomos recopilatorios de Sandman en las librerías y toman decisiones acertadas respecto de eso. Esta vez, los episodios unitarios que se publicaron entre Season of Mists y A Game of You se los guaradron para un tomo que sólo recopila historias cortas (lo veremos mañana) y el 100% de este TPB está compuesto por la saga principal.
Por el lado del dibujo también tenemos una grata novedad, que es el desembarco de Shawn McManus como dibujante titular de A Game of You. Esto nos permite hablar de un excelente diseño de personajes, de un trabajo impactante en los fondos, de una narrativa impecable, de una línea que va sin problemas de la comedia costumbrista a la fantasía épica, o de lo onírico a lo terrorífico. Excelente trabajo del siempre efectivo y versátil McManus, que reaparecerá en el Vol.6. El episodio que no dibuja el titular lo cubre Colleen Doran, mucho mejor que en la historia de Element Girl, más cerca del estilo con el que todos la identificamos y en el que tan bien se desempeña. Y después hay algunas secuencias en las que entra a apagar el incendio de las fechas de entrega el maestro británico Bryan Talbot, quien también dirá “presente” en el tomo que tengo para reseñar mañana.
Pensada en un nivel muy íntimo, desarrollada en su mayoría dentro de los sueños de un personaje a priori bastante menor, A Game of You tiene la suficiente cantidad de ideas, interacciones, diálogos e insinuaciones como para que quieras ser parte del juego y disfrutarlo a full. Me imagino que si sos mujer te debe emocionar mil veces más, pero incluso para los varones acá hay muchos momentos fuertes.
Published on December 11, 2015 15:50
December 10, 2015
10/12: THE SANDMAN Vol.4

Season of Mists es un pico altísimo, que llega a donde muy pocos comic books mensuales habían llegado en 1990-91. Acá hay literatura, mitología, poesía, comic de terror, de superhéroes, personajes y temas de la Biblia, romance, rosca política, drama familiar… Es increíble como con dos o tres movidas maestras Season of Mists te da vuelta el tablero. Leída con mala leche, en esta saga no suceden tantas cosas. Hechos realmente relevantes, habrá dos o tres. Sin embargo, con ese esqueleto, Gaiman se tira a una saga extensa a la que complementa de modo magnífico con diálogos, con desarrollo de personajes (especialmente del propio Morpheus), con la introducción de ideas y conceptos nuevos, y sobre todo con el sembradío de puntas argumentales.
Esto creo que es lo más notorio. Season of Mists se convirtió por mérito propio en un manantial inagotable de ideas y líneas argumentales en las que abrevarían durante muchísimos años no sólo el propio Gaiman, sino todos los autores que jugaron con el “Universo Sandman” en miniseries, especiales y series regulares como The Dreaming y Lucifer. Pocas veces se vio algo así, una “saga madre” tan generosa a la hora de gestar y alimentar secuelas.
Y fijate cómo me cuidé de no usar nunca la palabra “epopeya”. Neil Gaiman nos hace comer varias veces el amague de que “acá se pudre todo y estalla la hiper-machaca entre seres de poder infinito” y sin embargo la hiper-machaca no llega nunca. La acción es mínima y está desenfatizada. Acá están las pruebas que hacían falta para convencerse de que Sandman no era “ese tipo de comic” sino una cosa distinta, muy difícil de meter en la misma bolsa con las otras series que publicaba DC.
Hablando de DC, los vínculos con el DCU siguen ahí. No sé si el cambio de régimen en el Infierno (del Triunvirato al reinado “solista” de Lucifer) se desarrolló en otra serie, o si Gaiman le pegó un sacudón subrepticio al status quo para que este le resultara más funcional a su historia. Pero mientras te preguntás eso, el ídolo te tira referencias a la Justice Society y te hace aparecer a los Lords of Order y Chaos para el delirio de la hinchada.
En materia de dibujantes, Mike Dringenberg se despide de la serie con el prólogo y el epílogo de esta saga. Te diría que el prólogo fue su mejor trabajo en Sandman si no fuera porque la cara de Delirium está invariablemente mal dibujada en todas las viñetas en las que aparece. El resto, muy bien. Y en el epílogo tiene la mala suerte de que lo entinte George Pratt, que es un monstruo, pero que no era ni en pedo un entintador compatible con el estilo de Dringenberg. En el medio de la saga hay un unitario medio descolguetti, también lleno de ideas que se explorarán más adelante, dibujado por el glorioso Matt Wagner. Y todo el resto del tomo va a parar a las habilidosas manos de un Kelley Jones muy inspirado, que deja la vida en cada página. La combinación entre un guión pausado, protocolar, muy de obra de teatro, con un dibujo zarpado, potente, expresionista y siempre al filo del grotesco, funciona asombrosamente bien. Jones tampoco volverá a visitar los pagos del Rey Sueño, pero su paso por esta serie aún hoy está entre lo más destacado de su extensa carrera.
Como Néstor hace doce años y medio, Gaiman vino a proponernos un Sueño. Y en Season of Mists el sueño se hizo realidad: miles y miles de lectores (algunos con el gusto ya educado por Swamp Thing, Miracleman, o alguna otra gema ochentosa del Mago de Northampton) se volcaron con fervor a una serie única, irrepetible, cósmica en su alcance e íntima en su idiosincracia. Si Moore plantó las semillas de lo que más tarde sería Vertigo, acá es donde ese experimento empieza a florecer, a mostrar las verdaderas posibilidades de lo que en esa época se llamaba “dark fantasy” y de un comic de autor (más o menos) integrado al mainstream. Gloria eterna para Season of Mists.
Published on December 10, 2015 17:50
December 9, 2015
09/12: THE SANDMAN Vol.3

Es el guión del primer unitario del tomo, Calliope. Me animo a decir que Calliope es el punto más alto al que puede llegar un guionista cuando decide clavar un episodio autoconclusivo en medio de una serie regular. La trama es brillante, el conflicto está perfectamente planteado, el “villano” está tan bien delineado que hasta en un punto te cae bien, la conexión para que Morpheus tome cartas en el asunto es absolutamente coherente, e incluso le sirve a Gaiman para tirar pistas del pasado del taciturno protagonista. Y como si eso fuera poco, en esas viñetas en las que Richard Madoc pierde el control, el Gran Neil se da el lujo de tirar a la marchanta decenas de ideas, varias de las cuales podrían haber abastecido a una o dos series regulares durante años y años. Un lujazo.
El segundo unitario también es tremendo, punzante, conmovedor hasta lo más íntimo. Es el famoso “ponete en el lugar del otro” llevado a un extremo fantástico y cautivante.
El tercero es complejísimo. Acá el guionista indaga un poco más en el vínculo entre Morpheus y William Shakespeare, apenas insinuado en el unitario de Hob Gadling. La narrativa es arriesgada, con tres cosas que suceden al mismo tiempo, en dos planos de realidad distintos. Pero lo más importante será la entrada en escena de los personajes de Faerie, el reino de las hadas y los elfos, personajes que tienen bastante más protagonismo que el propio Sandman en esta historia y que seguirán presentes en esta saga incluso por afuera de esta serie. Si sos fan de Shakespeare con este unitario TE MORIS.
Y el último es el más flojo. Sirve para que Gaiman deje en claro algo de lo que después se va a arrepentir, que es que la saga de Sandman, por intrincada y sofisticada que sea, sigue anclada dentro del Universo DC. El planteo tiene fuerza, los diálogos entre Death y Element Girl son ingeniosos, pero la historia en sí es aburrida, no daba ni a palos para tantas páginas.
Vamos con los dibujantes y empiezo de atrás para adelante. En la historia de Element Girl tenemos a Coleen Doran, que altera bastante su estilo para esconder su impronta más limpita y más cute. Tiene como aliado a Malcolm Jones III, un entintador especialista en aportar una sana cuota de oscuridad y desprolijidad. El resultado es bastante convincente.
El unitario de A Midsummer Night´s Dream tiene como dibujante al maestro Charles Vess, como siempre muy cuidadoso en los detalles, en la reconstrucción histórica de trajes y carruajes. A mí Vess me resulta un poquito frío, excepto cuando dibuja muy libre, pensando en blanco y negro y con viñetas grandotas, en las que no tiene tanta presión para ceñirse a las indicaciones de un guionista. Pero este laburo es muy lindo, se nota que se cebó a full con el guión y entabló una gran relación con Gaiman, que continuará más adelante.
Y los dos unitarios restantes tienen (junto a esos guiones gloriosos) los excelentes dibujos de Kelley Jones, un sacado que a mí me gusta mucho por los climas que conjura y por lo que transmite desde el dibujo. Es obvio que Jones no puede dibujar los mismos rasgos faciales dos viñetas seguidas, por eso sus personajes cambian de cara todo el tiempo, como las actrices de Hollywood adictas a las cirugías. Pero me parece que Jones tiene la mezcla justa de realismo y bizarreada dark, al filo del espanto, que esta serie necesitaba.
Resumiendo: pocas páginas, pocas historietas, pero muchos logros de un Neil Gaiman que se daba cuenta del prestigio que estaba cosechando esta serie, de su status de “hitazo de culto”, y empezaba a suponer que DC la iba a bancar a largo plazo aunque (todavía) no vendiera fortunas.
Published on December 09, 2015 18:39
December 8, 2015
08/12: THE SANDMAN Vol.2

Primero, el unitario de Nada, narrado como un relato folklórico de una tribu africana, donde Gaiman nos cuenta básicamente que Morpheus es inflexible en materia de amores. Este autoconclusivo está dibujado por Mike Driggenberg, así que tiene un parentesco visual con el resto del tomo. Pero más adelante, disfrazado de “capítulo cuatro” de The Doll´s House, hay otro unitario, el de Hob Gadling, que ni siquiera lo dibuja Driggenberg (estaba a full preparando el número siguiente, que era doble) y que tampoco tiene el menor contacto a nivel argumental con el resto de la saga. Es un unitario repleto de ideas interesantísimas y diálogos gloriosos, pero ¿qué hace ahí?. Nunca lo entendí.
O sea que, dejando de lado a los infiltrados, The Doll´s House se compone de seis capítulos, uno de ellos doble. Y es una saga complejísima, que deja ver una elaboración muy cuidadosa por parte de Gaiman. A priori, pareciera que el foco de la historia es descubrir el paradero de cuatro habitantes importantes del Dreaming (Brute y Glob, el Corinthian y Fiddler´s Green), quienes durante la ausencia del Rey Sueño se fueron a la mierda. Morpheus va a dar con cada uno de ellos, pero finalmente eso no es lo más importante. The Doll´s House también retoma a Unity Kincaid, un personaje menor del arco anterior, y la explora a fondo. Los nietos de Unity se llevan buena parte del protagonismo, y casi seguro los veremos volver más adelante. Pero eso tampoco es lo más importante. Muy de keruza, sin hacerlo muy explícito y sin la menor estridencia, Gaiman plantea en The Doll´s House el conflicto central de la serie: todo lo que sucede resulta ser una maniobra encubierta de Desire, cuyo objetivo es que su hermano Dream derrame sangre de un familiar suyo, lo cual lo condenaría a ser boleta… forever. Esta vez no lo logra, pero lo va a volver a intentar.
En el medio tenemos cosas loquísimas y geniales como esa extensa secuencia en la Convención de Asesinos Seriales (podría haber sido una graphic novel aparte, ya que el vínculo con el resto de la saga no est TAN fuerte) y la reformulación de Hector y Lyta Hall, dos personajes a los que Gaiman rescata de la por entonces recién cancelada Infinity Inc.. Si bien en este tomo los lazos con el resto del DCU no son tan firmes como en el anterior, Gaiman no renuncia a jugar con esos chiches heredados de otros autores. Y otra cosa muy loca es la construcción de los personajes secundarios que rodean a Rose Walker (la nieta de Unity) durante su estadía en La Casa de Muñecas. Ahí hay ideas atractivas y desarrollo como para una segunda serie regular y sí, a algunos de esos personajes los volveremos a encontrar más adelante.
El dibujo de Mike Driggenberg sigue pendulando entre el preciocismo y la desprolijidad, entre el realismo fotográfico y el grotesco… y uno empieza a sospechar que parte del mérito y/o la culpa le corresponde al entintador, Malcolm Jones III. ¿Por qué? Porque en el otro episodio que no dibuja Driggenberg tenemos el debut de Chris Bachalo, y visualmente se parece más a Driggenberg que a lo que poquísimos meses más tarde le veríamos hacer en Shade the Changing Man. Obviamente el canadiense es mejor que Driggenberg, pero la mano del entintador hace que esto se note sólo en algunos pasajes del episodio. Finalmente el unitario “infiltrado” en el que Gaiman nos presenta al maestro Hob Gadling está dibujado por Michael Zulli, bien, tranqui, con un muy buen trabajo en los fondos y en la reconstrucción de los distintos períodos históricos por los que transita el guión.
Establecido el personaje de Morpheus y recuperado el control de su reino, sus “aventuras” empiezan realmente acá, en The Doll´s House, un arco en el que Gaiman cosecha mucho de lo sembrado en los primeros números y además abre puertas a futuro con la jerarquía de un auténtico grande del guión. Quizás un poquito enroscada, con muchas páginas que no se relacionan con la trama central sino con historias paralelas, The Doll´s House sigue siendo una saga realmente hipnótica, llena de sorpresas, conceptos alucinantes y escenas memorables.
Published on December 08, 2015 10:09
December 7, 2015
07/12: THE SANDMAN Vol.1

Empezamos (como no podía ser de otra manera) por Preludes y Nocturnes, que es el principio, la primera saga, esa que al propio Gaiman no le termina de cerrar aún hoy. Yo, sinceramente, no le veo grandes problemas. Quizás ese número con Mister Miracle y J´onn J´onzz quedó medio descolgado. Había que conectar a Morpheus con el rubí del Dr. Destiny de alguna manera y –a la luz de la resolución de esa punta argumental- quizás mezclar a Sandman con la Justice League (encima en la época en que era en joda) no fue la decisión más afortunada. El resto funciona muy bien, sobre todo si pensamos que era la primera vez que este muchacho inglés escribía una serie regular para una editorial de EEUU.
El primer episodio se hace un poco largo, pero la verdad es que siembra no sólo para la saga que vemos en este TPB, sino incluso para sagas posteriores, así que hay que bancarlo. Después vienen esos episodios de exploración, en los que Morpheus va a tratar de recuperar primero sus poderes, después sus objetos y en el medio, a tratar de darse cuenta de cómo viene la mano, de cómo le conviene reinsertarse en un universo que cambió bastante durante su ausencia.
¿Los picos más altos? Obviamente el duelo con el demonio Choronzon y, ya más cerca del final, la extensa secuencia del Dr. Destiny y los parroquianos de aquel bar a los que le va a hacer vivir horas inolvidables. El combate (por así decirlo) entre Dream y el villano no es particularmente emocionante y sienta un precedente importante: acá la cosa no pasa por la machaca. De hecho, esta será la última vez que Sandman se enfrente a un supervillano en el sentido tradicional del término. El plan de Gaiman para esta serie era claramente otro.
Al término de este primer arco argumental tenemos un unitario, el n°8, al que ya nos encontramos en otro libro, reseñado el 12/02/15. No me quiero repetir, así que recomiendo releer ese parrafito en la citada reseña.
El dibujo arranca raro, de la mano de un Sam Kieth que tampoco había dibujado nunca una ongoing para una editorial grande, y que se luce sobre todo en los efectos de iluminación y en los riesgos que asume en la puesta en página. El propio Kieth narró que los guiones de Gaiman le resultaban complejísimos y pesadillescos, y tras entregar el n°3, pidió el cambio. Finalmente dibujó hasta el n°5 y entró en su reemplazo un dibujante todavía menos conocido, Mike Driggenberg. Sin esa impronta medio cartoony de Kieth, Driggenberg también era un dibujante raro, que oscilaba entre un estilo más visceral, más grotesco, más salvaje y uno más careta, más pendiente del realismo fotográfico. Y además se tiraba MUY para atrás a la hora de dibujar fondos. Pero entre tantos saltos al vacío, dudas y desprolijidades, hay algo maravilloso que es menester rescatar: esta colección de TPBs ofrece todo el material recoloreado. Olvidate de ese color de los ´80 que te lesionaba las retinas, que se te tiraba a las canillas como Orión (el de Boca, no el de New Genesis) saliendo de abajo del arco. Ahora este comic, otrora hundido en el fango por culpa de un colorista de lesa humanidad, se ve infinitamente mejor.
Y así arrancaba Sandman, con la humilde pretensión de hacerse un lugarcito en el sector dark-místico-tétrico del Universo DC, a fuerza sobre todo de ideas innovadoras que exceden ampliamente el género del terror fantástico. Ya desde este primer arco, lo que mejor le sale a Gaiman es combinar seres poderosos envueltos en trasfondos mitológicos y ancestrales, con gente común, enroscada en la miseria, en la berretada y en la intrascendencia de todos los días. De acá en más, esa impronta se va a potenciar hasta elevar a Sandman a ese status de clásico del que goza aún hoy.
Published on December 07, 2015 16:09
December 6, 2015
06/12: ¿QUE CLASE DE CASA ES ESTA?

Depetris es una bestia, un dibujante de un talento desmesurado, fuera de control, a años luz de lo que se suele ver en historietas firmadas por autores primerizos. Con influencias que provienen básicamente de las artes plásticas (con Carlos Alonso y Vincent Van Gogh como referentes más visibles), Depetris hace gala de un estilo único, 100% personal, y de una claridad respecto de lo que se puede hacer con papel y tinta que realmente te pone los pelos de punta.
Y así llegamos al momento de la polémica: ¿Está bueno narrar sensaciones y emociones en vez de historias? Si tomamos ese laburo bien de climas que propone –por ejemplo- Jorge González en Dear Patagonia, y lo llevamos al extremo de que ya ni siquiera haya secuencias, ¿sigue siendo una historieta? En ese sentido, el trabajo de Depetris es rarísimo. La forma de armar la página, dónde coloca los textos, la decisión de cuántas páginas tiene que durar cada historia… todo parece estar en función de un criterio indescifrable para aquellos que estamos demasiado acostumbrados a la historieta tradicional, esa en la que los autores renuncian a cierto virtuosismo gráfico en virtud de que la narrativa resulte un poco más fácil de decodificar.
Este libro plantea un juego casi morboso: resulta placentero, casi gracioso, ver a Manuel Depetris luchando contra la narrativa clásica de la historieta. No sé si el autor la desconoce, o si la conoce y se propone transgredir todas sus reglas, pero lo cierto es que página a página lo ves chocar de frente contra todas las convenciones y estructuras del clásico relato gráfico secuencial al que llamamos “historieta”.
De hecho, hay una historia (la cuarta y última) que no la entendí. Si me preguntás de qué se trata, te tengo que responder “ni idea”. Y la que más me gustó, la que menos me costó decodificar, fue la segunda, “Nunca tuvimos nombre alguno”, 25 páginas también muy raras, pero en las que por lo menos Depetris me enganchó con el tema y con el ritmo, además de conmoverme con los climas y deslumbrarme con el prodigio hipnótico de su técnica.
No sé si decir que Depetris es un autor experimental, porque me queda claro que no está experimentando, no va “probando qué onda”. Se nota que la tiene clara, que lo que vemos en la página es exactamente lo que este muchacho imaginó en su cabeza. El tema es que no se parece casi nada a las hsitorietas que estamos acostumbrados a leer y eso, inevitablemente, lo convierte en un autor “para pocos”, confinado al nicho de los que no buscan tanto entretenimiento ni buenas historias, sino libertad expresiva y sofisticación. Eso, a este libro le sobra. Falta lo otro: la idea de pelar un poco menos de virtuosismo gráfico y narrar un poco más.
Published on December 06, 2015 16:30
December 5, 2015
05/12: MARTE IDA Y VUELTA

El primer tramo de la historia se centra en un historietista bastante parecido a Wazem, cuarentón, con hijas chiquitas, que vive un constante cortocircuito con su esposa y encima está creativamente trabado, con poco laburo, más deudas que ingresos y poquísima idea de qué hacer con su vida y su profesión. Y sí, claro, esto ya lo leímos mil veces. Ya dejó de ser un argumento para ser un lugar común, un refugio donde los autores se acovachan cuando las ideas no llegan. Iban 50 páginas de esto y cuando ya estaba por denunciarlo en el juzgado más cercano por defraudaciones y estafas, Wazem pega el volantazo y le inyecta un elemento fantástico a una trama cuya mediocridad cotidiana me estaba empezando a agobiar, incluso a pesar del excelente nivel de los diálogos.
De pronto, una de las obsesiones de la infancia de Pierre, el planeta Marte, gana protagonismo en la historia y abre una puerta alucinante hacia otro plano de realidad en el que pueden pasar un montón de otras cosas. No quiero explicar la trama, porque la gracia es que todo esto sea sorpresa. Pero a través del recurso del viaje a Marte, Wazem logra darle fuerza, intriga y emoción a un redescubrimiento de sí mismo, a un diálogo a fondo con su padre, con los colegas con los que entabló amistad e incluso con una versión de sí mismo de 9 ó 10 años. Así, un álbum que arrancó muy de atrás, te pasa por encima en el final, con 35 páginas gloriosas en las que la introspección sigue muy presente, pero se mezcla con habilidad maradoniana con una atmósfera más loca, más impredecible. Este último tramo tiene que ver con la exploración de las relaciones humanas, del talento artístico y de cómo algo que para nosotros es placer puro (leer historietas), para quien las hace puede ser un laburo muy arduo e incluso un inagotable manantial de sufrimiento. Y también lo contrario, la alegría y el entusiasmo que produce en un autor saber que le encontró la vuelta a una historia y sólo le falta dibujarla.
Me da fiaca ponerme a escribir sobre el dibujo. Esta muy bueno, pero se parece poco a aquel estilo con el que Wazem me había conquistado en Como un Río (ver reseña del 07/08/10). Acá hay virtuosismo, hay cositas de Dupuy y Berberian y hay una narrativa perfectamente pensada. Y además hay color, que en Como un Río no había. Visualmente, el libro funciona muy bien en todos los aspectos.
Nada más, por hoy. Sigo bancando a Pierre Wazem y espero ansioso su próximo trabajo. Y no pongo la etiqueta de “autobiografía” porque la forma que elige el suizo para mostrarnos y narrarnos cosas de su vida real es demasiado original y hasta experimental como para meterlo categóricamente en esa bolsa.
Published on December 05, 2015 15:11
December 4, 2015
04/12: FIREBIRDS

Rebecca tiene alrededor de 35 años. Es madre soltera. Tuvo a su hija Emily hace casi 16 años. Sin embargo, ni bien pudo, la mandó a un colegio pupilo en vez de criarla ella misma. ¿Por qué? Porque Rebecca es superheroína, y tiene miedo de que alguno de sus enemigos averigüe su identidad secreta y busque ponerla en jaque a través de amenazas a su hija. Pero tras un feroz combate con el mailgno Zero, Firebird (que es el nombre con el que la gente conoce a Rebecca) queda malherida y está hospitalizada, tras perder mucha sangre. Necesita una transfusión y la sangre tiene que ser de Emily, no sólo porque es su hija, sino porque (aunque la joven no lo sepa) tiene los mismos poderes que su mamá. El papá de Rebecca va entonces a buscar a su nieta al colegio pupilo y tiene la dura tarea de contarle a Emily lo que su mamá le ocultó todos estos años. Ahora, con todo esto blanqueado, Emily tiene que aprender a ser superheroína, y Rebecca tiene que aprender a ser mamá.
Parece mentira que en tantas décadas de “legacy heroes” a nadie se le haya ocurrido esta consigna para una serie. Y el problema que tiene Firebirds es que no es una serie, es un one-shot. Con eso en mente, Faerber se guarda las últimas 18 ó 20 páginas para una machaca innecesaria de Firebird y su hija contra Zero, en las que el ritmo cambia brutalmente respecto de las primeras 28 ó 30 páginas en las que se desarrolla la idea que expliqué en el párrafo anterior. Casi si entrenamiento, con pocas secuencias dedicadas a explorar la nueva relación entre madre e hija, la acción lleva a Emily a ponerse un traje de superheroína y salir a pelear contra el zarpado que casi mata a su mamá justo antes de que arrancara la historia. Lógicamente, el tramo final, esa acelerada medio bestia de Faerber, no contribuye a bancar el alto nivel de las primeras páginas.
De todos modos, cuando Firebirds derrapa hacia el típico comic de peleas entre tipos y minas disfrazados, ya tenemos a tres personajes (Rebecca, su papá y su hija) perfectamente delineados, con la dinámica entre ellos muy bien pensada y muy bien establecida. Faerber elige no indagar en la personalidad ni en las motivaciones del villano (es malo y punto) y no es una decisión reprochable, si pensamos que sólo tiene 48 páginas para contarnos toda la historia.
Al frente de la faz gráfica está el argentino Andrés Ponce (el que trabajaba con Darío Brizuela en la Billiken), secundado por otro argentino, el colorista Néstor “Nano” Pereyra. El trabajo de Nano es parejo a lo largo de todo el tomito y está muy bien. Ponce, en cambio, te muestra en la portada un nivel de dibujo que después no se vuelve a ver en las páginas interiores. Las fallas no son demasiadas y están concentradas casi todas en los rostros de los personajes, algo que Ponce mejoró en trabajos posteriores (esto es de 2004). Los problemas en la anatomía son mínimos y la dedicación puesta en los fondos va fluctuando: por momentos Ponce deja la vida en cada fondo, y por momentos se los saca de encima con lo mínimo indispensable. En general es un trabajo aceptable, ni brillante ni catastrófico, uno más en el maremagnum del comic sin demasiada identidad gráfica con el que habitualmente se asocia al género de los superhéroes.
Firebirds, sin personajes conocidos, sin un universo heroico atrás y sin autores rutilantes, tiene algo que pocos comics de superhéroes tienen: una idea fuerte, novedosa y muy fértil, aunque no se haya desarrollado más allá de estas 48 páginas.
Published on December 04, 2015 15:18
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