Andrés Accorsi's Blog, page 100

December 23, 2015

23/12: WONDER WOMAN Vol.4

Bueno, por fin se dio la lógica, que era reseñar más de un tomo por año de esta serie que me tiene cebadísimo. Este es el tomo ladri de la colección, porque incluye sólo cinco episodios de 20 páginas, y para arrimar a un libro de 144 páginas te meten carátulas, un guión tal como lo entregó Brian Azzarello y TODO el quinto episodio a lápiz sin entintar, tal como se lo entregó Cliff Chiang al letrista para que le pusiera los textos. Sí, maestro. Hay portadas repetidas (puede suceder) y VEINTE PAGINAS que están dos veces: una vez en la versión final y una en la que está sólo el dibujo a lápiz. Un disparate.
Pero vamos a la aventura propiamente dicha. Para esta altura del partido, Azzarello ya tenía acumulado un elenco importante, al que había presentado con categoría en los tomos anteriores. La trama (ver reseñas de los Vol.1-3, así no la explico de nuevo) estaba a punto caramelo y era un excelente momento para dedicarle una buena cantidad de páginas a la machaca. Mientras terminaban de cerrar su rosca el First Born (que apareció en el Vol.3 y rápidamente se posicionó como EL villano pulenta de la serie) y un par de dioses más, a Diana le toca pelear con Artemis, que no es la amazona que la reemplazó brevemente en los ´90, sino la diosa griega de la luna. Y después sí, veremos a Diana, Orion, War (que vendría a ser Ares) y varios aliados más darse como en bolsa con First Born, el primer y más peligroso vástago de Zeus.
El único tramo realmente tranqui del tomo llega cuando Azzarello nos lleva a conocer New Genesis… y la verdad es que a mí mucho no me escandalizó, pero si sos hardcore fan del Cuarto Mundo de Jack Kirby, quizás te rompa un poco las pelotas que la nueva versión se aparte tanto de la original. Y cuando se termina la machaca, tenemos la muy emotiva y poco esperada muerte de un personaje grosso, que sirve para ponerle fin a casi todo. De todo lo que abrió en estos cuatro tomos, lo único que Azzarello no cierra acá es el subplot de la profecía acerca del hijito de Zola, el último descendiente de Zeus. Todo lo demás llega a un desenlace fuerte, impactante y te deja dudando… ¿para dónde va a agarrar el guionista en el próximo tomo?
¿Tendremos revancha contra el First Born, se resolverá el tema de la profecía, habrá una intriga palaciega para destronar a Apolo, reaparecerá Zeus? Y ya puestos a frutear, ¿propondrá Azzarello alguna conexión entre los dioses griegos y los New Gods? La verdad es que esta serie mantiene muy arriba el interés, incluso cuando derrapa un poco (como esta vez) para el lado de los hiper-combates a todo o nada.
En materia de dibujo, tenemos una mejora grossa: el mediocrón Tony Akins, que era el suplente nato de Cliff Chiang, esta vez dibuja muy poquitas páginas. Casi todo lo que no dibuja Chiang va a parar a manos de Goran Sudzuka, que me gusta mucho más. La verdad que pasar de Akins a Sudzuka es como bajarse del 42 repleto y subirse a un BMW manejado por Marcela Kloosterboer en pelotas. Y bueno, los tres últimos capítulos están íntegramente dibujados por Chiang, que además se entinta a sí mismo. Ya hablé bastante del estilo de Chiang en las reseñas anteriores, así que no me quiero repetir. Pero sí subrayar que, con la posibilidad de leer un guión tal como lo entregó Azzarello, acá queda claro hasta dónde llega el aporte del dibujante. Prácticamente TODAS las decisiones en materia de narrativa, desde el armado de las secuencias hasta la composición de las viñetas, están libradas al criterio del dibujante, y acá Chiang no falla nunca. Por el contrario, ese texto que escribió Azzarello leído así, en crudo, no transmite ni un 10% del power que tienen las páginas una vez que Chiang hace su trabajo. Eso es un enorme acierto del dibujante y también del guionista, que sabe “correrse del medio” y dejar que el aspecto visual de la obra sea controlado lo más posible por el especialista en imágenes.
Tengo ya encanutados los dos tomos que faltan para completar esta fascinante etapa de Wonder Woman, a ver si banca hasta el final el rótulo de “la mejor serie de los New 52”.
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Published on December 23, 2015 18:30

December 22, 2015

22/12: ASTRO, VALIENTE EXPLORADOR

Otro caso de brutal desproporción entre la historieta en sí y sus accesorios. Este álbum de 48 páginas tiene 14 –sí, CATORCE- páginas que no son de historieta. Por lo menos no son carátulas ni páginas en blanco: hay una muy buena entrevista al autor realizada por el gran Santiago García y varios pin-ups muy grossos, entre ellos uno de David Rubín que me hizo correr a cambiarme la ropa interior. Y después bocetos, el proceso de realización de las páginas, fichas de personajes y cositas así, que aportan algo más a las aventuras de Astro.
Estas 34 páginas de historieta escritas, dibujadas y coloreadas con la computadora por el glorioso Javier Olivares están apuntadas básicamente al público infantil. Le encontré unas cuantas similitudes con Kaput & Zösky (ver reseña del 29/09/12), que también abordan desde el humor la temática de los viajes por el espacio, la exploración de planetas extraños, etc.. La gran diferencia está en el protagonista: Astro Boreal quiere ser un héroe del cosmos, el más grande explorador de la galaxia… pero es un pusilánime que vive con la mamá y que acumula muchos más papelones que éxitos. Y además, mientras Kaput & Zösky eran dos soretes amorales, Astro es bueno. Tan bueno que parece una parodia a Flash Gordon, Adam Strange y demás paladines planetarios “de los de antes”.
Las historias tienen poquitas páginas (no más de cuatro), finales cómicos, enredos varios, la acertada decisión de sumar gradualmente nuevos personajes para hacerle la vida imposible a Astro, y hasta un sub-plot que –dice Olivares en la entrevista- va a dar origen a una aventura larga: el misterio del padre de Astro, también explorador del espacio, largamente desaparecido. Hay historias donde la mayoría de la gracia está en los textos, a veces las historias son mudas y la gracia está en las imágenes y a veces el efecto humorístico se logra en el contrapunto entre textos e imágenes. Así que, en poquitas páginas, hay recursos variados para enriquecer las tramas y para que los chistes no sean obvios.
El dibujo de Olivares está increíble. Me pasa lo mismo que ayer cuando comentaba lo que hace Pedro Mancini en Alien Triste: el madrileño habitualmente tiene un despliegue gráfico de la mega-San Puta, unas composiciones zarpadísimas en las que las masas negras tienen muchísimo protagonismo y los fondos te vuelven loco por el detalle y por la originalidad con la que están plantados. Acá, como sabe que está trabajando para chicos, Olivares juega a simplificar todo lo más posible. Las masas negras tienen menos presencia, los fondos son minimalistas (la ambientación espacial le facilita ese yeite), y el dibujo se hace más simple, más sintético, como si Olivares toda la vida hubiese hecho tiras cómicas despojadas, al estilo de Charles Schulz.
No hay mucho más para contar, porque son sólo 34 páginas de historieta. Este es un muy lindo punto de entrada a la narrativa secuencial para chicos de 7, 8, quizás 9 años. Seguramente no pescarán ese nivel paródico que tiene Astro, pero no tengo dudas de que se van a reir y se van a cebar con las disparatadas andanzas espaciales del personaje, sus monstruos, sus robots y sus planetas limados. Además el dibujo está tan bueno que si lo hojea un grande, no sé si se lo habilita a los pibes…
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Published on December 22, 2015 18:16

December 21, 2015

21/12: ALIEN TRISTE

Este tomo recopila más de 180 tiras realizadas por Pedro Mancini, originalmente presentadas en la web y ahora disponibles en libro.
El protagonista es una especie de alter ego del autor, que en vez de Pedro se llama Luis. A través de este personaje (cuya cabeza es una especie de tentáculo gelatinoso), Mancini expone todas sus miserias, sus inseguridades y sobre todo una visión de sí mismo en la que nunca termina de estar a gusto en ninguna interacción con nada ni con nadie. Por eso –digo yo- elige ser un alien, porque el alien es “lo otro”, lo externo, lo que no es de acá y no encaja nunca con el ámbito en el que le toca moverse.
El principal recurso humorístico de Mancini es mostrarse a sí mismo como un ser patético, digno de lástima. De MUCHA lástima. Las tiras ambientadas en su infancia son particularmente tragicómicas y lo muestran como un chico que sufrió todo tipo de privaciones y carencias afectivas. En las tiras del presente, en cambio, pareciera que muchos de sus problemas se los genera él mismo, convertido en una máquina de auto-sabotear su carrera como dibujante y sus relaciones con las chicas que le gustan. El personaje evoluciona bastante (al ritmo de la vida real de Pedro a lo largo de los años que duró la tira) y para el final ya lo vemos más afianzado en su profesión y en un noviazgo que parece ir para largo. Por supuesto siempre hay motivos para seguir mostrando el patetismo y la mediocridad en su vida, aunque en algunos items le esté yendo mucho mejor.
Los recuerdos de la infancia y las fantasías del autor nutren a la tira de situaciones variadas, como para que no nos aburramos de ver cómo Luis fracasa en casi todo. Su faceta de dibujante está particularmente bien aprovechada, porque le permite meter chistes bien intra-ghetto en los que se nombra a Moebius, a Alcatena, a Diego Parés, a Maitena e incluso a este blog. Cuando la tira se convierte en el backstage de la vida de un dibujante y nos muestra sesiones de firmas en la Feria del Libro, o en el Espacio Moebius, o en un stand en un evento masivo, se pone muy interesante porque Pedro logra dejar de mirarse el ombligo y mostrar una problemática que no lo afecta sólo a él sino a muchos de los autores incipientes, sin tantos años de trayectoria en nuestro mercado.
Entre los chistes nerds (de Batman, Snoopy y los muñecos de He-Man) y los chistes más salvajes de borracheras y drogas, Mancini termina de armar un repertorio bastante amplio, que mantiene hasta el final la capacidad de sorprender al lector. Incluso con ese tono taciturno, a veces muy duro, logró arrancarme varias risas.
A la hora de dibujar las tiras, Pedro opta por una estética minimalista, en la que prescinde lo más que puede de los fondos. Lo bueno es que conserva la cuota justa de su estilo habitual (superpoblado de tramitas, puntitos y texturas que complementan a la perfección su particular “línea clara”) como para que Alien Triste conserve una “identidad Mancini”. Siempre es interesante ver a un virtuoso del dibujo obligarse a sí mismo a ocultar ese virtuosismo, a simplificar el dibujo y las composiciones para quedarse con lo esencial, con lo absolutamente indispensable para contar estas pequeñas historias. Eso en Alien Triste funciona muy bien y ayuda a que esta obra sea accesible a la gente que por ahí no conecta con las obras más raras, más experimentales de Mancini, en las que detona ese impresionante arsenal de recursos gráficos al que (para su enojo) muchos reducen a la frase “ah, dibujás re-Moebius”.
De aquellos relatos fantásticos, oscuros, medio crípticos y desbordantes de imaginación que vimos el 13/04/13 a estas breves historias (muchas de una sóla viñeta), los cambios son muchísimos y muy notorios. Lo que se mantiene constante es la rareza, la condición alienígena de este autor cada día más difícil de encasillar, que compensa ampliamente su patetismo con un talento gráfico y narrativo muy notable. Acá Mancini salió a tribunear, a buscar fans apelando al bajísimo recurso de exponer las berretadas de su vida cotidiana. Y le salió muy bien, porque Alien Triste -además de gracia- tiene honestidad, reflexiones filosas, recursos novedosos y un dibujo fascinante.

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Published on December 21, 2015 11:03

December 20, 2015

20/12: STARLORD MEGAZINE

Starlord es un personaje que me resulta interesante, pero del que nunca había leído nada. Por eso, cuando vi este one-shot decidí darle una oportunidad. Este “Megazine” es una publicación rara, una especie de bola de nieve. Termina con siete páginas de prólogo a una miniserie que salió en 1996, el mismo año que se editó el one-shot. Todo el resto del material es una reedición del Starlord Special Edition de 1982. A su vez, este Special Edition le agregaba color y seis páginas dibujadas (como la San Puta) por Michael Golden a una publicación de 1977, el n° 11 de Marvel Preview. O sea que, con pequeños aditamentos, este Megazine es una especie de tercera edición de aquel Marvel Preview de 1977 en el que brillaban dos pibes que todavía no estaban consagrados, pero que la venían rompiendo: Chris Claremont y John Byrne.
La aventura en sí está muy en sintonía con lo que sucedía en aquel 1977: el estallido de Star Wars. La saga de Starlord también tiene imperios galácticos, razas alienígenas, armas alucinantes, naves zarpadas, príncipes, monstruos, aventureros y una historia de amor. Para mi gusto, Peter Quill resuelve todo muy fácil. Nunca un enemigo lo pone en verdaderos aprietos, nunca tiene que enfrentarse a un dilema moral complejo. Va, confronta y gana. Y se ocupa de que a sus jóvenes aliados no les pase nada demasiado grave. El sacudón más lindo llega al final: Claremont acierta al guardarse para las últimas páginas el origen del personaje, que es –lejos- lo más interesante de esta historia.
Como siempre que redescubrimos material de los ´70, sorprende la gran cantidad de texto que tenían en esa época los comics de Marvel. Hoy sería totalmente descabellado plantear un comic que narre en menos de 60 páginas lo que narra Claremont en esta historia, principalmente porque el desarrollo se piensa de modo mucho más visual, con mucha más exposición por parte del dibujo y mucha menos por parte de los textos. De hecho eso queda en recontra-evidencia en las páginas del final, las que pertenecen (a modo de preview) a la miniserie de 1996. Pero bueno, uno creció leyendo los choclazos de texto de Claremont y ya está acostumbrado a la calidad de su prosa y al grado de introspección al que se anima a través de los diálogos y los globos de pensamiento, otro recurso que ya casi no se usa en el comic yanki más o menos realista.
El dibujo de John Byrne es espectacular. Todavía no está tan definido su estilo como en sus últimos números de Uncanny X-Men, o su etapa en Fantastic Four. Pero ya se ve la fuerza, el talento, el riesgo para plantear puestas en página novedosas, y ese laburo obsesivo en los fondos. Esta historieta se publicó originalmente en blanco y negro, por eso Byrne dejó la vida en la iluminación, con efectos, tramas mecánicas y texturas alucinantes. Una pena que en 1982 esto haya sido coloreado por Glynis Oliver, enemiga declarada de mis retinas, a la que vi estropear decenas de comics buenísimos. Esta no es la excepción, para nada. Si el dibujo de Byrne no se luce todavía más es porque lo opaca mucho ese color tosco, chato, por momentos digno de una revista de Columba. Sospecho que Michael Golden dibujó sus páginas sabiendo que se iban a colorear, por eso se ve una armonía mayor entre la línea del ídolo y los colores de esta asesina serial de viñetas.
Resumiendo, por ahí le faltó un poquito de espesor a los conflictos para que la saga de Starlord tuviera menos gusto a pochoclo, y no terminé de comprar a Sandy y Kip, los personajes secundarios más destacados. De todos modos, me encontré con un relato sólido, con mucho ritmo y con unas cuantas ideas muy atractivas. Más allá del placer que da reencontrarse con Chris Claremont y John Byrne, una de las duplas definitivas de la historia del comic-book. Me imagino que tras el éxito de la peli de Guardians of the Galaxy este material se debe haber vuelto a publicar, y espero que haya sido en blanco y negro.
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Published on December 20, 2015 18:31

December 19, 2015

19/12: CUADERNOS RUSOS

Volvió la historieta documental, de denuncia, pensada no para entretenernos, sino para concientizarnos acerca de cosas muy jodidas que pasan en el mundo pero a las que les prestamos poca atención porque estamos muy pendientes del partido de River en Japón o de la final de Fede Bal vs. Aylén Bechara en el Bailando. Esta vez, el encargado de sacarnos la venda de los ojos es el genio italiano Igor Taveri, más conocido como Igort, quien se pasó tres años (2008-2011) investigando la guerra sucia de Chechenia, a raíz del asesinato de Anna Politkóvskaya, una periodista que habitualmente reportaba las atrocidades perpetradas por las fuerzas armadas rusas en esa región de los Cáucasos.
El libro tiene un problema serio, que es la enorme cantidad de páginas en blanco. Igort divide la obra en fragmentos (algunos muy breves) y para marcar esta división, se acumulan carátulas y páginas en blanco que conspiran contra el ritmo de lectura, y obviamente contra tu bolsillo, porque a pesar de que su contenido sea nulo, también suman al costo del libro, que obviamente lo pagamos nosotros. Así es como un libro grandote, de muchas páginas, que pesa toneladas y vale fortunas, se lee en poquísimo tiempo y deja gusto a “me metieron la mano en el bolsillo”. Yo entiendo la moda de la novela gráfica, y que pareciera deseable que las obras “importantes” no bajen de las 160 páginas, pero acá también hay que hacer un sinceramiento y dejarse de chorear con las páginas en blanco.
Por lo demás, Cuadernos Rusos es un excelente trabajo, muy en la línea de las obras de Jesús Cossio centradas en la violencia política que azotó a Perú en los ´80. Igort nos desgarra el alma con crónicas desoladoras de secuestros, torturas, violaciones, cadáveres en fosas comunes y demás crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno de Vladimir Putin y notablemente silenciados por la mayoría de los medios de comunicación. Además está muy bien explicado el origen del conflicto y el rol de Anna Politkóvskaya en el mismo.
El mejor tramo son esas 24 páginas bajo el subtítulo “Mi vida heroica”, narradas en primera persona por un joven soldado ruso. Ahí el autor saca un poco el foco de la documentación y deja que un protagonista (o casi) narre los sucesos desde su óptica personal. Es el segmento más conmovedor, donde más se aprecia la dimensión humana por detrás (o por adentro) del conflicto bélico y además donde Igort más se concentra en la narrativa y en los diálogos. Digo esto para contraponerlo a otros pasajes del libro en los que el italiano simplemente dibuja una o dos imágenes por página y las complementa con bloques de texto a cargo de un narrador omnisciente. Es un buen recurso para transmitir información, pero ni a palos te mete tanto en la historia como el relato en primera persona de este pobre pibe.
Por supuesto, lo que hace imprescindible a este libro es el dibujo de Igort. Acá el italiano te devasta con sus dibujos a lápiz, esos con tinta y trazo muy finito que no sé si es plumín o birome negra, con sus acuarelas, con su pincel seco (técnica que domina como si fuera fácil, o como si fuera José Muñoz) y con el típico dibujo a tinta, perfectamente complementado por un color muy agradable, muy sutil, incorporado en forma digital. Esa elegancia expresionista de Igort y ese talento para innovar desde la composición y los detalles gráficos le dan a este libro una pátina de sofisticación que lo hace brillar por encima de ese sabor amargo -a tragedia e injusticia- que tiene la historia.
Cuadernos Rusos te caga a patadas en el alma por la crudeza con la que te muestra hechos de la vida real que no sólo son aberrantes, sino que además son impunes. Anna Politkóvskaya luchó para sacarlos a la luz, pero terminó muy mal. A los fans de Igort nos fue un poco mejor: lo vimos involucrarse en una temática que nunca había explorado antes y salir airoso, con otro gran título para su impresionante bibliografía.
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Published on December 19, 2015 15:19

December 18, 2015

18/12: WONDERLAND

Si te hiciste fan incondicional de Agustín Graham Nakamura a partir de Zero Point (reseñado el 28/02/15) tengo la obligación de contarte que Wonderland no está a la altura de aquel clásico instantáneo.
Para empezar, este es un libro finito: apenas 80 páginas, de las cuales (y empiezo a engranar) sólo 62 son de historieta. Más del 20% del libro se va en prólogo, epílogo, agradecimientos, carátulas y páginas en blanco. Encima la mayoría de las historietas tiene seis páginas, con lo cual UNA historieta más nos sacaba de este problema y nos daba 68 páginas de historieta contra 12 de relleno, que es una proporción mucho más coherente. No hubo forma.
Wonderland es una antología de historias cortas, realizadas por Agustín a lo largo de muchos años, de 1998 a 2015. Por supuesto que, en un período tan largo, el estilo y la calidad del artista varían bastante, pero este animalito arrancó tan arriba que realmente vale la pena desempolvar sus trabajos más antiguos.
Arrancamos con Daydream, la historieta que le habíamos publicado en la revista Komikku allá por 2010. Son seis páginas mudas, en las que lo más notable es cómo Agustín logra conjurar climas muy distintos, cómo nos hace pasar de la paz y la tranquilidad al misterio, la tensión, la oscuridad y una confusión sumamente perturbadora. La segunda historia, Miedo, va para el lado contrario: empieza tremenda, asfixiante, oscura y violenta, y termina más tranqui, como cuando te despertás y te das cuenta de que todo era una pesadilla.
La tercera, Déja Vu, es la que menos me atrapó con el argumento y la que menos me convenció con el dibujo. La cuarta, Versus, es la que tiene menos pretensiones a la hora de hilvanar un argumento. Son 12 páginas de machaca frente-march, a todo o nada, sin vueltas y sin tregua. Obviamente lo que más impacta es la puesta en página y los recursos gráficos que pela Agustín para que una historia sin diálogos y casi sin argumento nos involucre tanto.
La historieta más larga (16 páginas) es la que da título al libro. Acá el autor cambia de técnica (son lápices realzados con aguadas) y hay un argumento un poco más elaborado, obviamente con guiños a Alice in Wonderland, de Lewis Carroll. La machaca está presente, pero quizás no tenga tanto protagonismo como esos momentos medio freak, medio inquietantes que tiene la trama. Y queda una sóla, Interview, que es la única en la que Agustín se propone seriamente trabajar en los diálogos (que están bien) y en presentar personajes con un cierto espesor, que funcionen por sí solos, más allá de a dónde los lleva la trama. Además tiene guiños muy graciosos para los que disfrutamos del backstage de la industria del comic. Visualmente, sin embargo, es la historia menos potente, algo que se podría haber resuelto extendiéndola un par de páginas más y metiendo menos cuadros por página.
Si te gustan Katsuhiro Otomo, Satoshi Kon, Masamune Shirow y Yukito Kishiro, con esto te vas a morir de emoción. Hay muchos pasajes de este libro dibujados a un nivel altísimo, sin nada que envidiarle al de esos próceres del manga. En todo caso, la limitación está en los guiones: historias muy cortas, en su mayoría mudas, personajes que no se desarrollan, tramas pensadas para propiciar el impacto visual, pero que (por su impronta onírica o surreal) se desactivan de una viñeta a otra sin consecuencias… Las ideas están y son interesantes (si las agarra un psicólogo se hace un festín), el tema es para dónde van y qué te dejan cuando Agustín las termina de desarrollar.
Wonderland, entonces, tiene como principal atractivo el inmenso talento gráfico y la increíble forma de narrar que tiene (desde muy pibe) Agustín Graham Nakamura. Las historias en sí tienen esa fascinación y esa honestidad del laburo amateur, de ese universo contenido adentro de un borrego que quería dibujar historietas y un día se animó y explotó. Claramente no son el elemento más destacado de esta antología, lo cual no significa que sean chotas. Ojalá tengamos pronto una nueva novela gráfica de este interesantísimo autor argentino, hoy radicado en Brasil.


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Published on December 18, 2015 18:40

December 17, 2015

17/12: SIGUE LA SANDMANIA

Se me terminaron los 10 tomos del mega-clásico de Neil Gaiman y –lógicamente- me quedaron algunas cositas en el tintero.
1. Qué bestia Dave McKean. Esas portadas son gloriosas y el trabajo, la dedicación y el talento que le puso al diseño de cada uno de los libros es apabullante. Hay un broli que trae todas las portadas, llamado Dust Covers, en el que McKean dibuja una historia breve, llamada The Last Sandman Story. No está buena, no corresponde putear porque no la incluyeron en estos 10 TPBs (aunque sí en los Omnibus). Una pena, porque durante años soñamos con una historieta de Sandman dibujada por McKean.
2. Genio de la vida Todd Klein. Cuando empezó Sandman, Klein ya estaba consagrado como letrista y hasta tenía una chapita “de culto” como guionista. Pero cuando empieza a trabajar en esta serie, pega un salto cualitativo brutal y la rompe como nadie lo había hecho antes en eso de darles tipografías distintas a los diálogos de los distintos personajes y a laburar en serio el diseño de los globos y los bloques de texto. Klein se cansó de ganar premios gracias a su labor en Sandman, y los tiene más que merecidos.
3. Parte del atractivo de Sandman pasa por algo que mencioné poco en las reseñas, que es su inagotable universo de referencias literarias. Gaiman leyó mucha más literatura que el guionista de comics promedio y eso se nota en cosas muy evidentes (el rol de William Shakespeare, la estructura de Worlds´End, clonada de los Canterbury Tales, etc.) y en otras más sutiles. Si tenés amigos fans de la literatura y reacios a leer comics, este es un gran ariete para derribar prejuicios.
4. Matthew el cuervo y Barnabas el perro. Los amo, quiero que les den su propia serie regular. Me pareció fascinante lo que hizo Gaiman con estos dos personajes. Uno más terrenal, más cabeza, el otro más sofisticado, más sarcástico. Pero entre los dos se afanan cada vez que aparecen los mejores diálogos de la serie.
5. Me pareció rarísimo lo que hace Gaiman con Destruction. Es un tipo (ponele) que toma las decisiones contrarias a las de cualquier otro personaje copado de los comics: se caga en la responsabilidad para tener más libertad, y renuncia a un sitial de inmenso poder para sumergirse en el anonimato y que no le rompan las pelotas. Lo más loco es que Gaiman no sólo no lo juzga, sino que parece bancar estas decisiones.
6. Fuera de los tres Endless varones (para mí Desire es mujer), qué mal la pasan en esta serie los varones. Hector Hall termina casi ridiculizado, Hal (el ex de Barbie) resulta ser un pelotudo, Roderick Burgess, Dr. Destiny, Richard Madoc y George (de A Game of You) son villanos irredimibles, Alex Burgess es patético, Cluracan es un hedonista rosquero, Shakespeare sufre mucho más de lo que goza, Orpheus (pobrecito) no pega una… El único que zafa y que por momentos la pasa bien es Hob Gadling.
7. Una de las cosas más lindas que tiene Sandman es que (a diferencia de Watchmen, por ejemplo) abre universo para todos lados. Se te acaban los diez tomos y tenés un montón de opciones más para seguir leyendo historias en la misma línea, con el propio Morpheus, con los otros Endless, con un montón de los personajes secundarios… No todo lo escribe Neil Gaiman y no todo es glorioso, obviamente. Pero de esta saga de 10 tomos salieron por lo menos otras 10 obras MUY interesantes.
8. Imposible mensurar lo que hizo Sandman a los efectos de imponer el concepto de “historieta de autor adentro del mainstream”. Y cuando debilitó (porque “rompió” sería exagerado) sus vínculos con el mainstream, se convirtió en la piedra fundacional nada menos que de Vertigo, el sello que más hizo por inocularle el virus de la historieta de autor a los miles y miles de lectores que hasta ese momento sólo consumían comic-books clásicos de DC o Marvel.
9. En esa época, en los hiper-verduleros ´90s, Sandman fue una trinchera en la que se resistió grosso contra el comic obvio, adocenado y descerebrado. Y sucedió un milagro: de la trinchera (que suele ser un pozo inmundo en el medio de la mugre en el que la gente sangra, vomita, se mea, se caga y una vez muerta se empieza a pudrir) empezaron a brotar flores. La poesía le ganó a la vulgaridad y se impuso como un referente que trascendió a su época, a los géneros en los que incursionó, al formato en el que se publicó e incluso a sus autores, porque seamos sinceros: ¿quién carajo se acuerda hoy de Mike Dringenberg?
10. Gracias a todos por haber puesto a esta saga de posts entre los más leídos de la (ya muy larga) historia del blog. Estos últimos días hemos tenido record de visitas y si bien a mí me chupa un huevo cuánta gente entra a leer el blog, cabe agradecer cuando son tantos. Mañana vuelven las reseñas, ya en el último tramo de la recta final.


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Published on December 17, 2015 18:28

December 16, 2015

16/12: THE SANDMAN Vol.10

Ultimo tomo de Sandman y la verdad que arrancó muy mal, logró ponerme muy nervioso: 14 páginas de prólogos, carátulas y boludeces hasta llegar al momento en que arranca la historieta. Gimme a fuckin´break.
Los tres episodios centrales de The Wake son un experimento muy raro de Neil Gaiman: una historia sin conflicto. No pasa nada y la trama ni se calienta en crearnos la ilusión de que va a pasar algo. Lo más parecido a una “tensión” es la expectativa del nuevo Dream por conocer a sus hermanos. El resto es un largo adios al protagonista de los nueve TPBs anteriores, donde aparecen (poquísimas escenas cada uno) varios personajes secundarios de los que conocimos a lo largo de la saga. Incluso, antes de apagar la luz e irse a la mierda, Gaiman se acuerda de que Sandman era parte del Universo DC y mete cameos de Superman, Batman, Martian Manhunter y Darkseid. Y de otros personajes místicos de DC más cercanos a Vertigo, claro.
Hay muchas secuencias maravillosas en estos tres episodios sin conflictos, pero yo me quedo con dos: el discurso de Thessaly en el funeral (donde levanta toneladas de chapa) y esa escena en la que Lyta Hall se reencuentra con Daniel, que tiene una fuerza y una emotividad que me sacudieron todo por dentro. Y hablando de chapa, ya venía muy arriba en los tomos anteriores, pero lo que pela en The Wake el querido cuervo Matthew no tiene nombre. Parece un disparate, pero al final es el personaje con el que más identificado me sentí.
Hay algo más bizarro que agregar tres episodios de The Wake a modo de epílogo de lo que sucedió en The Kindly Ones, y es que la propia The Wake tenga su epílogo. En realidad es chamuyo, es una historia post-funeral de Morpheus, en la que el protagonista es otro personaje al que aprendí a amar: Hob Gadling. Acá sí hay un conflicto, chiquito pero conflicto. Y un tono muy distendido, cero solemne, con espacio para chistes finos y guarangos, de enorme efectividad. Por supuesto no hacían falta 22 páginas para desarrollar lo que Gaiman desarrolla en este unitario, pero lo disfruté mucho.
Vamos con un unitario más, el del sabio japonés. La idea está buena, los textos tienen un vuelo poético muy notable, hay pequeñas cositas que hacen impredecible a la trama y el final es fuerte, tiene esa definición muy concreta de por qué pasó lo que pasó: “Everything changes, but nothing is truly lost”. Si durara ocho páginas menos, estaríamos hablando de un punto altísimo en la saga de Sandman.
Y nos queda el último episodio, The Tempest, centrado en la última obra de teatro que escribe William Shakespeare a instancias de Morpheus. La verdad es que, hasta el punto en que ambos se encuentran cara a cara, la historia me interesó poco. Después empieza a levantar y termina muy arriba, con grandes reflexiones acerca de los sueños, las historias, la forma en que el artista trasciende a su época y otros temas que, por su propia profundidad, muy rara vez son tocados en un comic. Son 38 páginas, una bestialidad. Esto mismo en 24, era majestuoso.
The Tempest nos trae de vuelta al virtuoso Charles Vess, que esta vess se colorea a sí mismo, con hermosos resultados. El dibujo se ve muy fluido, muy puesto al servicio del relato, y esos homenajes a Bone me emocionaron y me arrancaron sonrisas. El unitario del sabio japonés está ilustrado por el gran Jon J Muth, en un estilo raro, experimental, trabajando con recursos gráficos que no tienen que ver con su inmenso talento como artista plástico. Y los cuatro episodios de The Wake marcan el regreso de otro que alguna vez jugó de suplente: Michael Zulli. Este es prácticamente otro Zulli. La tecnología le permite entregar los dibujos sin entintar, con un acabado muy firme y a la vez muy generoso en detalles y texturas. Ahí salteamos el paso de los entintadores, que muchas veces tropiezan cuando el dibujante pone tanta línea en cada dibujo. Y la responsabilidad del colorista es enorme, pero me saco el sombrero ante Daniel Vozzo, que evidentemente entendió al toque lo que quería hacer Zulli y lo complementó con sutileza y jerarquía. Me animaría a decir que nunca volvimos a ver a Michael Zulli en este nivel… pero creo que en Seekers into the Mystery volvió a cosechar otra parva de laureles.
Y se acabó la Sandmarathon. Diez días, diez tomos, miles de páginas. Mañana, un epiloguito. Si Gaiman te metió un tomo entero de epílogo, yo también tengo derecho. Felices sueños.
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Published on December 16, 2015 18:34

December 15, 2015

15/12: THE SANDMAN Vol.9

Ah, The Kindly Ones… qué cosa más linda. Anoche un amigo me decía “The Kindly Ones es el Tetris, donde empiezan a caer todas las fichas y se termina de armar una cosa bien maciza, que cierra por todos lados”. Tengo algo para criticarle a Neil Gaiman (como siempre) y es el ritmo tremendamente lento al que avanza la saga. De hecho, en los primeros ocho episodios pasan poquísimas cosas: la inmensa mayoría es… contemplación, charlas, escenas tranqui, desarrollo de personajes secundarios… Era obvio que acá no había ningún apuro, por eso The Kindly Ones dura 13 capítulos, que encima se publicaron en el momento en que DC (o Vertigo) ya había blanqueado que era imposible que Sandman mantuviera la periodicidad mensual. O sea que los que la leímos originalmente en revistitas tardamos cerca de dos años en enterarnos cómo catzo terminaba este ambicioso arco argumental. Un suplicio.
Lo que más me gustó de la saga es una de las sub-tramas: la de Rose Walker en la mansión donde estuvo cautivo Dream, donde Gaiman retoma puntas argumentales de la primera saga (con el regreso de Alex Burguess y su “amigo” Paul) y de The Doll´s House. Lo que menos me gustó es que buena parte del bolonki se arma porque Lyta Hall cree que Morpheus le robó a su hijo, pero en realidad se lo robaron dos villanos (no los voy a nombrar) que dicen trabajar para alguien más. Y nunca nos enteramos para quién. Y después hay cosas que están medio al pedo. Todas esas escenas de Delirium y Destiny, las escenas de Lucifer… están muy bien escritas, los diálogos son formidables, pero no suman casi nada.
La resolución también me gustó mucho. Es triste, es anticlimática, tiene un giro totalmente inesperado (lo que pasa con Daniel) y está todo el tiempo impregnado de ese fatalismo, de esa cosa trágica y a la vez inevitable. Además hay por lo menos una secuencia en la que Morpheus, príncipe de los pechos fríos, demuestra tener algo de sangre en las venas y protagoniza un par de momentos tensos, vibrantes, donde (por primera vez desde aquel combate con el Dr. Destiny) sentís que se puede llegar a desencadenar la hiper-machaca. Por supuesto la machaca no llegará nunca. Pero sí la sangre, las muertes y el fin.
Esta saga se trata (me parece) de aceptar que los cambios son inevitables. Que uno, aunque sea a nivel inconsciente, siempre hace cosas para que el status quo tiemble. Y que cuando te mandás el moco, no tiene sentido tratar de escaparle al castigo. Cuando Dream se decide a pelear, ya sabe que no tiene chances. Lo hace “pour la gallerie”, con el resultado adverso ya clavado, ya inamovible. Por momentos pensé que iba a hinchar incondicionalmente por él y después me sorprendí disfrutando con un cierto morbo de su estrepitosa derrota de local. No tengo muy claro por qué. Ah, y acá nos enteramos también quién era la minita por la que Morpheus sufría como una quinceañera enamorada al principio de Brief Lives. Gran pase de magia de Gaiman, certero e impredecible.
A lo largo de casi todas sus páginas, The Kindly Ones se engalana con los maravillosos dibujos del maestro Marc Hempel. Muy a gusto en las grillas de 6 y 9 cuadros por página, Hempel tiene un control molecular de la narrativa. Pero además maneja el claroscuro de taquito y te sorprende con un montón de recursos gráficos que le permiten lograr mucho con la línea, la mancha y poco más. Conozco gente a la que no le cierra Hempel (por lo menos en un título serio, al borde de lo solemne, como era Sandman) porque les parece que su estilo es muy caricaturesco, casi humorístico. Yo lo re-banco, en esta y en todas. Acá Hempel coquetea con el grotesco, con lo caricaturesco, pero también mete épica, mete poesía, retrata con precisión las escenas de la vida cotidiana, acierta siempre con el lenguaje corporal de los personajes y sabe darle plasticidad y frescura a las extensas secuencias en las que sólo vemos gente que habla. Un laburazo de esta bestia, hoy bastante alejada del medio.
Los episodios que no llega a dibujar Hempel los cubren Glyn Dillon (muy correcto), Dean Ormston (siempre muy arriba) y el glorioso Teddy Kristiansen, que deja la vida . También hay algunas paginitas de Charles Vess (demasiado virtuosismo para mi gusto) y el tomo abre con un breve unitario pensado para presentarte a Dream y sus personajes secundarios, dibujado como la hiper-concha de Dios por un inspiradísimo Kevin Nowlan. No tengo dudas de que este es el TPB de Sandman mejor dibujado de los 10, por lo menos para mi gusto.
Y se acaba. Después de este mega-masacote de 320 páginas queda un sólo tomo más, un epílogo a lo que vimos hasta ahora, y será el punto final para este clásico de Neil Gaiman que se la re-banca leído 20 ó 25 años después. Mañana, la última parada en este viaje por The Dreaming.
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Published on December 15, 2015 15:59

December 14, 2015

14/12: THE SANDMAN Vol.8

Me acuerdo lo que puteamos a Worlds´ End mientras salía. Más que a Cavallo, creo que la puteamos. Esta era la traición, la puñalada trapera de un Neil Gaiman que nos tenía agarrados de la… garganta con los sucesos del final de Brief Lives y que, en vez de ponerse a explorar las consecuencias de esos sucesos, pateaba la pelota a la tribuna y “hacía tiempo” con otra seguidilla de unitarios prácticamente sin conexión con la saga central. Leídos todos de un saque en un libro (y con la tranquilidad de que en un rato arranco a leer The Kindly Ones) odié un poco menos a estas historias, pero no lo suficiente como para olvidar aquellos meses y meses de putearlas. Repasemos…
La consigna de Worlds´ End es que en cada episodio un personaje distinto cuenta una historia. Antes y después, los parroquianos de la posada charlan entre ellos, escabian y meten comentarios diversos. El primer episodio narra la llegada a Worlds´ End de Brant Tucker, un tipo común que vendría a ser algo así como el protagonista del arco argumental. La historia que narra Mister Gaheris es la más breve, y está dibujada por Alec Stevens, un autor muy raro que por momentos pela técnicas de las que usaba el Viejo Breccia en su etapa más experimental. La historia es atractiva, bastante borgeana, pero es muy difícil de seguir porque Stevens se hace el vanguardista con la narrativa y la puesta en página y entorpece totalmente la lectura.
La segunda historia está narrada por Cluracan, a quien ya conocíamos de Season of Mists. Es una aventura menor, con un rol bastante copado para Morpheus, y por momentos muy atiborrada de viñetas y de texto para que entre todo en 22 páginas. El dibujo de John Watkiss, bastante del montón.
La tercera es la única historia en la que no aparece ninguno de los Endless. El co-protagonista es el glorioso Hob Gadling y la historia gira en torno a la enésima chica que se hace pasar por varón para poder trabajar de grumete en un barco. Es algo que ya leímos 1000 veces, pero muy bien contado, con hermosos diálogos y buenos dibujos de Michael Zulli.
La cuarta es una genialidad. Morpheus aparece poco y al pedo, pero lo que hace Gaiman con Prez, aquel oscuro personaje creado por Joe Simon en los ´70, es una maravilla. Política y sueños, la esencia del American Dream, mezclados en una aventura perfectamente ambientada en los ´70 y ´80 y con unos dibujos alucinantes de Mike Allred, que recién empezaba pero ya era grossísimo.
La quinta presenta a Petrefax, un personaje que llegará a tener su propia miniserie, y que nunca me interesó en lo más mínimo. La historia adolesce de un marcado exceso de texto, y el dibujo de Shea Anton Pensa no está demasiado inspirado. La aparición de Destruction la levanta un poco sobre el final, pero no es gran cosa.
Y el último episodio indaga un poco más en cómo funciona la posada, cómo llegaron hasta ahí Brant Tucker y Charlene Mooney, cómo y por qué se narran las historias que se narran… hasta que en un momento aparece en el cielo una especie de cortejo fúnebre de Dream, narrado de modo muy ambiguo, como para dejarte manija para el siguiente arco argumental.
Casi todo el sexto episodio, y las secuencias de apertura y cierre de los primeros cinco, están dibujadas por Bryan Talbot, al que de nuevo se le nota bastante el cortocircuito con las tintas de Mark Buckingham. No es un mal trabajo y si te ponés a buscar detenidamente los personajes que aparecen en los fondos, te cagás de risa. Pero me queda claro que tanto Talbot como Buckingham pueden dar más.
En fin, a pesar de algunos logros e incluso algunas glorias, no puedo dejar de pensar en Worlds´ End como un arco argumental de relleno. Si no querés o no podés comprarte los 10 libros de Sandman, este es el que podés dejar afuera tranquilamente sin perderte nada importante.
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Published on December 14, 2015 11:06

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Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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