Óscar Contardo's Blog, page 46
November 8, 2017
Un TLC 2.0 con China en la Cumbre de APEC
La XXV Cumbre de APEC tendrá lugar en Da Nang, Vietnam, el 10 y 11 de noviembre, con la participación de la Presidenta Michelle Bachelet. Será su octava vez en estos encuentros anuales, que reúnen a los principales líderes mundiales. APEC ha sido un foro clave para Chile, que nos ha permitido potenciar nuestra estrategia de acercamiento al Asia Pacífico.
Esta vez, la cita tendrá un significado especial. En ella se firmará la versión profundizada del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Chile y China, firmado originalmente en 2005, y que entrase en vigencia en 2006. Este TLC, el primero firmado por China con país individual alguno, fue visto originalmente con escepticismo por muchos en Chile, que pensaron que nos llenaríamos de productos chinos, sin acceso equivalente al mercado de la RPC. Un estudio proyectó que las importaciones chilenas desde China crecerían al 13 % anual, mientras que las exportaciones nuestras hacia el mercado chino lo harían solo al 3.7% al año.
Nada de eso ocurrió. Nuestras exportaciones a China se duplicaron en un solo un año, desde US$ 5.25 mil millones en 2006, a US$ 10.50 mil millones en 2007. Desde 2005, el comercio bilateral se ha cuadruplicado, de US$ 8 mil millones a US$ 31 mil millones en 2016. China es hoy nuestro socio comercial número uno y Chile es el tercer socio comercial de China en América Latina. En 2016, Chile fue el mayor exportador de fruta a China, y China pasó a ser el mayor mercado para nuestro vino.
El TLC ha sido un éxito. Sin embargo, doce años después, el mundo es otro. Si bien el texto de 2005 cubría el comercio de bienes, los servicios han adquirido cada vez mayor importancia (de hecho, en 2016, más de la mitad del PIB chino estuvo conformado por servicios). Durante la visita a Chile en mayo de 2015 del Primer Ministro Li Keqiang, se acordó avanzar hacia la profundización del TLC. Después de resolver algunas diferencias, en el curso de este año, en tres sesiones de negociación realizadas en Beijing en abril y en junio y en Santiago en agosto y otra dedicada a los aspectos técnico legales en Beijing en septiembre, se concordó un texto.
Varios grupos de trabajo manejaron los temas. En materia de bienes, los de Acceso a Mercado, Reglas de Origen y Procedimientos Aduaneros y Facilitación de Comercio. En servicios, los de Cooperación Técnica y Económica, Reglas Comerciales y Asuntos Legales. El de Reglas Comerciales, a su vez, incluyó subgrupos sobre Política de Competencia, Compras Públicas, Medio Ambiente y Comercio Electrónico.
China representa el 40% de las transacciones de comercio electrónico en el mundo, y su digitalización no se detiene, con 750 millones de internautas y 660 millones de usuarios de smartphones. De ahí la importancia de la conectividad digital trans-Pacífico, y de hacer llegar la Iniciativa de la Franja y la Ruta a Sudamérica por medio del propuesto cable submarino de fibra óptica de China a Chile.
Con la firma de este inédito TLC 2.0 con China, Chile sella otra etapa en su creciente inserción en el Asia-Pacífico.
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¿Un debate más?
¿Qué se puede decir de un debate en que participan ocho candidatos? Muy poco, si es que se esperaba una discusión entre ellos. Ciertamente un debate de ocho no es cosa fácil, particularmente si todos los candidatos quieren diferenciarse entre sí. De otro modo, se trataría de cualquier otra cosa menos debate ni elección presidencial.
Con todo, hubo interpelaciones que ciertamente lograron animar el intercambio de humores entre los candidatos.
Ahora bien, si algunos tenían expectativas de que este “debate” sería una oportunidad para que los candidatos expusieran su propuestas, lo concreto es que esto no ocurrió. Pero ¿acaso tenía que ocurrir? La verdad es que no. Entre otras razones porque el tiempo asignado no lo permitía, ni siquiera con las agotadoras tres horas asignadas hubiese sido posible. No obstante, en el caso particular de Guillier pareciera ser que sus expectativas sí estaban en esa línea, de hecho, en variadas oportunidades más que contestar las preguntas que se le hacían, realizaba un repaso de su programa y solo cuando se le insistía sobre la pregunta, terminaba abordándola. Claro está, que cuando las preguntas lo ponían en aprietos respetaba con rigor el tiempo asignado: “Se fue el tiempo”.
Si bien, en esta oportunidad el “todos contra Piñera” tuvo baja intensidad, la verdad es que igualmente se expresó de formas directas e indirectas. Directamente, por ejemplo, con las interpelaciones de ME-O, pero en general las fórmulas fueron indirectas o con matices sarcásticos, que si bien suenan elegantes en algunos casos, en otros son ofensivos: “Robar un banco es un acto delictual pero fundar un banco es peor”.
Pero como en todos los debates las opiniones destempladas no dejan de aparecer. De hecho las expresiones de Artés no dejan de llamar la atención y dada su gravedad (rodear el parlamento para obligarlo a aprobar leyes “si fuera necesario…así de simple”) no puede si no ser tomadas con cierto humor, aunque con estas cosas no se juega, pero la verdad es que lo mejor es que juzgue la gente.
En general, algunos analistas han coincido en que Goic mostró ponderación y serenidad, sin lugar a dudas, pero hay que tener en mente que eventos como estos exigen fuerza y pasión, y no es lo que se observó.
Si bien, en el caso de Piñera el tema del dinero y política y el “pecado” de ser millonario nuevamente se expresó en el “debate”, tal vez su talón de Aquiles se apreció al momento de explicar los gastos que rebajaría en su gobierno, no obstante, difícilmente podía apuntar a alguno en particular, después de todo tácticamente no era conveniente, o simplemente porque el programa solo apunta a rebajas y ajustes.
En general, para muchos de los que vieron el “debate” ciertamente no les ayudó a definir su voto, sin embargo, les permitió confrontar y refrendar las opiniones que ya se tenían de los candidatos, con sus defectos, debilidades, fortalezas y virtudes.
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Chilenos en el exterior: a las urnas
El próximo 19 de noviembre será la primera oportunidad en toda nuestra historia que los chilenos en el exterior podrán votar por la futura Presidenta o el futuro Presidente de la República.La votación de los chilenos en el exterior constituye un evidente avance de nuestro sistema democrático e históricamente se une a pasos tan importantes, como la ampliación de la participación electoral con el fin del voto censitario, el derecho a voto de las mujeres, de los analfabetos, de los no videntes, el voto asistido, entre otras iniciativas.
Llegar a este momento no ha sido fácil y fue necesario derribar muchos muros de prejuicio. Recordemos que los críticos de esta iniciativa señalaban que los chilenos en el exterior no podían votar en el extranjero en las elecciones desarrolladas en Chile ya que no pagaban impuesto en nuestro país o que no tenían suficientes vínculos con él. Fui participante activa para lograrlo, primero como canciller y luego como senadora.Todo ello fue largamente desmentido por la larga lucha que nuestros compatriotas en el exterior dieron para que pudieran ejercer este esencial derecho cívico. Sabemos que ellos conservan y quieren conservar los lazos con su patria, no obstante su residencia en el extranjero. Así lo han demostrado al encabezar las múltiples campañas que han llevado a cabo para ayudar a nuestro país a enfrentar distintos desastres naturales, el apoyo que le dan a nuestros deportistas en el exterior y a distintas iniciativas que lleva a cabo nuestro país en el extranjero en los más diversos ámbitos.
Además en un mundo crecientemente globalizado de gran movilidad de personas con una comunicación instantánea resultaba inexplicable que los chilenos en el exterior no pudieran votar. Pensemos en la cantidad de chilenos que estudian en el extranjero, de deportistas, comunicadores, científicos, profesionales, técnicos y trabajadores, que desarrollan sus labores en el exterior y quieren seguir vinculados a Chile.
La mejor demostración del vínculo de los chilenos en el extranjero con su propia patria, por otra parte, lo constituye la decisión voluntaria de cada uno de ellos ha tomado para cambiar su domicilio electoral de Chile al exterior inscribiéndose en el respectivo consulado para participar en las elecciones presidenciales.
Para el próximas elecciones presidenciales se han registrado del orden de 40.000 chilenos que estarán habilitados para votar en el extranjero, conformando el padrón electoral de chilenos en el extranjero.
A través de esta columna les hago un llamado a cada uno de ellos a participar en los destinos de nuestro querido país ejerciendo su derecho a voto en las próximas elecciones presidenciales. Y ojalá que su opción sea la senadora Carolina Goic, quien tiene sus propuestas en su página web y que invito a conocerlas.
Solo queda concluir con el siguiente llamado: ¡Chilenos en el exterior: a las urnas!
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La necesidad de pensar en grande
En los últimos años Chile ha desarrollado un fuerte ecosistema emprendedor, lo cual dista con la realidad que el país vivía hace dos décadas. Antes, difícilmente podíamos encontrar emprendedores jóvenes y nuevos, ya que emprender no había logrado instalarse como una opción de desarrollo profesional, y era postergada por la alternativa de pertenecer a una empresa y crecer dentro de ella.
Pero hoy el ambiente es diferente, la gente joven -por ejemplo- considera el emprendimiento como una opción de vida y tener una empresa propia es visto como algo interesante y atractivo. Además, ha cambiado la actitud hacia el riesgo, principalmente en quienes no vivieron la crisis de principios de los 80 y crecieron en un ambiente económicamente sano, mostrándose más dispuestos a tomar el riesgo de innovar. Las actuales redes de apoyo son también hoy un gran impulso a emprender.
Actualmente Chile está más abierto e internacionalmente conectado, y por medio de los tratados y múltiples acuerdos con otros países, ofrece la posibilidad de conocer gente de otras partes del mundo y nuevas ideas. A esto, se suma que dentro de la región nuestro país tiene una posición de liderazgo, dada por su estabilidad económica, bajos niveles de inflación, claridad de las reglas del juego, una democracia estable, y un robusto sector financiero, convirtiéndonos en uno de los mejores lugares para iniciar un negocio. La necesidad de agregarle valor a los productos, será también una oportunidad para los emprendedores.
Sin embargo, esto no debe cegarnos, ya que países como Brasil o Argentina cuentan con un alto nivel de emprendimiento. Por lo mismo, el desafío es seguir desarrollándonos como lo hemos hecho hasta ahora y formar un ecosistema aún más robusto y exitoso. Si queremos potenciar nuestro liderazgo es fundamental que los chilenos empecemos a pensar en grande, lo que significa hacerlo con una mirada global desde el primer día. El mercado nacional es pequeño, por lo que para generar impacto y aportar a la economía es necesario mirar más allá de las fronteras.
En segundo lugar, es clave fortalecer la cadena de financiamiento para nuevos negocios, para lo cual necesitamos más fondos destinados a etapas iniciales –particularmente aumentando el número de inversionistas Ángeles y los montos invertidos en Venture Capital-. Corfo ha hecho esfuerzos en esta línea, pero debemos seguir fortaleciendo su rol.
Los fondos desarrollados en Chile necesitan ser más grandes y tener la capacidad de invertir más allá de nuestro país, para diversificar el riesgo de mejor forma e incentivar a las empresas a convertirse en regionales o globales de manera más rápida. La participacion activa de los fondos de pensiones y compañías de seguros en el fianancimiento de emprendimiento local ha sido crucial en el mundo y deberia jugar un rol importante en Chile tambien.
El sector privado también debe dar más apoyo en estas etapas, particularmente abriendo sus redes de contactos y apoyando al emprendedor, sin transformar el financiamiento en un mecanismo de control para los inversionistas, excluyendo al emprendedor del negocio.
Por su parte, el Estado debe estimular la innovación a nivel universitario. Para esto, debe actuar como un actor constructivo en la promoción de alianzas conjuntas junto a casas de estudios y el sector privado, apoyando los inicios de la inversión a través de la promoción de fondos de mayor escala y con enfoque global. Además, las universidades deberían promover el trabajo en equipo y el pensamiento crítico y la adaptabilidad, tan necesaria para emprendimientos en un mundo cambiante.
Si realmente queremos más casos de éxito y un país con un alto nivel de emprendimiento, debemos atender y trabajar estos puntos. Para lograr ese éxito necesitamos más fracasos y volver a intentarlo una y otra vez, ya que así aprendemos y mejoramos. Necesitamos leyes que trabajen por y con los emprendedores, pues solo a medida que tengamos más emprendimientos -que triunfen o fallen-, vamos a llegar a lo grande que puede ser el emprendimiento en Chile.
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¿Y si Hillary Clinton hubiese ganado?
“Hillary Clinton se convierte en la primera presidenta de Estados Unidos”. Este podría haber sido uno de los muchos titulares de la prensa mundial del 9 de noviembre de 2016, si no hubiese sido porque el ganador de la elección finalmente resultó ser Donald Trump.
¿Cómo podría haber sido un Estados Unidos encabezado por Hillary Clinton? ¿De qué manera habría cambiado la política exterior de EE.UU. en estos meses? ¿Y el destino de Donald Trump? Bueno, todas estas son preguntas que solo tendrían respuesta a través de un ejercicio de política ficción como el siguiente:
Doce meses han transcurrido desde que Hillary Clinton obtuviera el triunfo en la elección del 8 de noviembre pasado, transformándose así en la primera mujer en llegar a la Presidencia de Estados Unidos. Una victoria electoral que garantizó un tercer periodo consecutivo para el Partido Demócrata, al tiempo que acabó de sumir a un dividido Partido Republicano en una profunda crisis interna.
Y aunque aún controlan ambas cámaras del Congreso, las renuncias y recriminaciones por el manejo de la campaña han impedido que los republicanos hayan podido articularse como una oposición efectiva, permitiéndole a Hillary gobernar estos meses con relativa tranquilidad.
No se puede decir lo mismo del ex candidato Donald Trump, quien hasta ahora se niega a reconocer su derrota y no ha escatimado recursos para cuestionar —desde su torre en Nueva York— la legitimidad de la actual mandataria. Basta recordar que tras conocerse los resultados del Colegio Electoral, el empresario aseguró tener pruebas de que inmigrantes indocumentados —en su mayoría mexicanos— habían votado por Clinton, lo que explicaba su triunfo.
Después de ello, Trump insistió en revivir el “fantasma de Bengasi”, el ataque perpetrado por un grupo de Al Qaeda en Libia, el 11 de septiembre de 2012, en el que resultaron muertos cuatro estadounidenses, entre ellos el embajador Christopher Stevens. Y por el cual Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado, fue ampliamente cuestionada.
Sin embargo, Trump también ha debido enfrentar la incómoda investigación del FBI ordenada por su propio director, James Comey —el mismo que estuvo tras los correos electrónicos del servidor privado de Hillary—, quien busca establecer a la brevedad los reales vínculos entre el equipo de campaña de Trump y el gobierno de Vladimir Putin. Sobre todo, luego que el ex presidente Barack Obama le entregara a su sucesora el informe elaborado por las principales agencias de inteligencia estadounidenses y que aseguran que Rusia efectivamente “intervino en las elecciones para promover la victoria de Donald Trump”.
En lo económico, Hillary ha continuado por el camino de su predecesor, en tanto siguen aumentando los empleos, aunque muchos critican que se trata de puestos de trabajo con sueldos inferiores. Asimismo, se ha mantenido por encima del 14 por ciento la tasa de desempleo en el segmento de 16 a 19 años. Y los republicanos no han perdido oportunidad de señalar el aumento en los niveles de déficit fiscal (en gran medida, producto del rescate de la economía del país en 2009).
En el ámbito de política exterior, Hillary ha sacado provecho de su experiencia como ex secretaria de Estado, lo que a veces incluso ha llegado a opacar al actual responsable de esa cartera, ex el vicepresidente Joe Biden.
Al margen de eso, lo cierto es que Hillary —desde que se instaló en la Casa Blanca— se ha dedicado a reforzar los vínculos con sus aliados y también a buscar nuevos apoyos, como una forma de recuperar el protagonismo de EE.UU. en el sistema político internacional.
Producto de la investigación de la llamada “trama rusa”, las relaciones entre Washington y Moscú atraviesan por su punto más bajo, lo que se ha evidenciado en declaraciones públicas de ambos mandatarios, pero también en la expulsión mutua de funcionarios diplomáticos. A lo que se suman las nuevas sanciones impulsadas por el departamento de Estado y del Tesoro que afectan a figuras cercanas a Putin, producto de su apoyo a los separatistas del este de Ucrania.
Paralelamente, el trabajo de Biden ha dado sus primeros frutos con la creación de un acuerdo general en Medio Oriente para terminar con la guerra civil en Siria, en el cual Arabia Saudita e Irán —gobiernos política y religiosamente irreconciliables— aceptaron contribuir a la reconstrucción de este país. De hecho, ya se habla que Teherán está dispuesto a recibir a Bashar al Assad y al resto de su familia, así como a las principales figuras del régimen.
Y en la ONU, la nueva embajadora Huma Abedin —quien fuera asistente personal de Clinton—, logró que China apoyase los recientes paquetes de sanciones en contra del gobierno de Kim Jong-un, destinados a detener su escalada de pruebas con misiles balísticos y ensayos nucleares. Una iniciativa que Japón y Corea del Sur respaldaron al aceptar un aumento de equipo militar y las tropas estadounidenses desplegados en sus respectivos países.
Próxima a iniciar una nueva gira a Europa, está previsto que Hillary mantenga encuentros con Angela Merkel, Emmanuel Macron, Mariano Rajoy (con quien abordará el tema de Cataluña) y Theresa May (a quien intentaría convencer de echar pie atrás con el Brexit). Y que además aproveche su paso por el cuartel general de la OTAN, en Bruselas, para proponer una modernización de la alianza atlántica.
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L6 de Metro y el Himno Nacional
El día jueves 2 de noviembre, en la tarde, se abrieron las puertas de las estaciones de la nueva Línea 6 de Metro, después de casi siete años de construcción, y otros tantos de estudios preliminares.
Podría dedicarle esta columna al enorme impacto que este proyecto tendrá en la calidad de vida de cientos de miles de personas, que podrán reducir a más de la mitad sus tiempos diarios de traslado a sus trabajos o lugares de estudio, ahorrándose hasta 25 días de trabajo durante el año.
O también al excepcional aporte urbano y recuperación de espacios públicos que permite este tipo de proyectos de transporte, generando equidad social y aumentando las oportunidades de acceder a servicios, puestos laborales, colegios, nuevos equipamientos, salud, etc.
Sin embargo, en esta oportunidad prefiero reflexionar sobre un hecho que marcó profundamente la inauguración de este ansiado proyecto, y que fueron los rostros y expresiones de alegría de las miles de personas que se acercaron a las estaciones para utilizar por primera vez este servicio. Lágrimas de felicidad corrían por sus rostros. La esperanza de poder satisfacer sus diarias necesidades de desplazamiento no solo de manera rápida, cómoda y confiable, sino que de manera digna. Personas que se sintieron en su piel, como pocas veces, parte del desarrollo, parte del progreso. Tanta fue la emoción que, de manera absolutamente espontánea, cientos de ellos empezaron a cantar el himno nacional mientras bajaban las escaleras camino al andén para subirse a los nuevos trenes de Metro.
Fue una verdadera catarsis ciudadana. No recuerdo otro proyecto de transporte que haya causado tal nivel de éxtasis social. Quizás la extensión de la Línea 5 de Metro a Maipú a inicios del 2011 puede compararse a lo vivido el pasado 2 de noviembre, aunque me parece un desenlace más comparable con el orgullo que nos han dado como país los triunfos de nuestra selección.
Mientras tanto, en otros sectores, no solo de la ciudad de Santiago sino que de todo nuestro país, se siguen postergando necesarias nuevas líneas o extensiones de Metro, o tecnologías comparables como trenes de cercanía, tranvías o teleféricos. En contraste, se construyen corredores segregados de buses que destruyen su entorno, atentan contra el comercio local establecido, dificultan la circulación de peatones, etc. Para estos sectores se mantiene la desesperanza, se siguen sintiendo postergados por no poder acceder a bienes del primer mundo, por no tener acceso a un aspecto esencial de la dignidad de las personas.
Afortunadamente, los conflictos de inequidad e injusticia social que genera la segregación urbana y la falta de adecuados servicios de transporte público de calidad, pareciera haber permeado en los programas presidenciales de varios de los candidatos. Hay varias propuestas al respecto.
Confío en que, durante los próximos años, se logren iniciar grandes obras para satisfacer las impostergables necesidades de movilidad de millones de Chilenos en todo el país. Que las personas urbanamente más postergadas perciban, en el día a día, cómo el progreso y desarrollo que escuchan con frecuencia, sean sinónimo de calidad de vida y de dignidad. Confío en que se vuelva escuchar el himno nacional en todas las regiones de Chile.
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El Cruch, Universidad Autónoma y la gratuidad
Recientemente el Ministerio de Educación publicó los montos de las transferencias realizadas a las universidades correspondientes a la glosa de gratuidad. Aunque es información interesante, la verdad es que es bastante predecible: el monto depende del número de beneficiados y los aranceles regulados, todos datos públicamente disponibles hace algún tiempo. Por cierto, los rectores de las casas de estudio adscritas debieran haber estado en conocimiento de estos valores. Llama la atención, entonces, que varios rectores del Cruch hayan criticado públicamente el hecho que una universidad que no pertenece a su grupo haya matriculado al mayor número de beneficiados y por lo tanto haya recibido la transferencia más alta.
¿Por qué este dato molesta a los rectores del Cruch? Algunos de ellos argumentaron desde la política: sería inconcebible que una entidad privada reciba más recursos que una estatal aunque tenga más beneficiarios o mayor calidad. Lo extraño es que ese rector parece olvidar que 9 instituciones del Cruch son también privadas, sin adjetivos. Otros argumentaron desde un criterio de justicia: como – supuestamente – las privadas pueden aumentar su matrícula más que las estatales, las primeras logran matricular más beneficiados. La verdad es que la limitación del 2,7% que establece la Ley de Presupuestos es igual para todas, por lo que la crítica no tiene asidero. Notablemente, otro rector argumentó que el hecho que una privada recibiera más que las estatales es “regresivo” y “penoso”, pues las privadas tienen menos controles administrativos.
Es bueno que se reconozca que la gratuidad es una política regresiva, pero la verdad es que las palabras del rector denotan cierta confusión: la Universidad Autónoma tiene 2,6 veces más alumnos vulnerables que la institución que él dirige, que lamentablemente no está acreditada en investigación.
Da la impresión, sin embargo, que estas explicaciones no son suficientes. Una tesis posible es que lo que irrite a los rectores no sea que la Universidad Autónoma sea privada o esté menos regulada, sino que los datos de la gratuidad muestren que, teniendo un nivel de calidad comparable y a veces superior, es más inclusiva y más preferida por los estudiantes que varias del Cruch. El Ministerio de Educación, en esto, está en la misma vereda que el Consejo de Rectores: no sólo afirmó que la Universidad Autónoma se había “colado” en la gratuidad, sino que quedó claro, tras el fallo del Tribunal Constitucional en 2015, que la intención del gobierno era excluir deliberadamente a instituciones privadas e inclusivas creadas después de 1981. Esto, porque sabía con certeza que estas instituciones, acostumbradas al rigor de la competencia y orientadas a las necesidades de los estudiantes, desplazarían a ciertas instituciones estatales que hace mucho viven con respiración artificial.
No se debe olvidar que estos datos reflejan las preferencias de los estudiantes, y esto debe resguardarse y promoverse frente a cualquier política que crea saber mejor que ellos lo que les conviene.
El hecho que se haya evitado, mediante el Tribunal Constitucional, que esta discriminación arbitraria ocurriera, permitió que varias decenas de miles de estudiantes vulnerables eligieran libremente y accedieran a un beneficio que de otro modo se les habría negado por razones políticas o para proteger privilegios. Si bien la gratuidad no es la política más conveniente para el sistema de educación superior, se debe valorar que, al menos, que el trabajo legislativo haya hecho que sea menos discriminatoria que lo que el gobierno y algunos rectores del Cruch quisieran.
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November 7, 2017
Saltando la última valla
El debate presidencial de Anatel es la última valla antes de la elección, y marca también la última oportunidad para las sorpresas o cambios en la recta final de la campaña. La forma y estrategia que cada candidato elige para saltar esta valla, refleja bien cuál es su verdadera posición en la competencia y quienes son también sus rivales directos.
Sebastián Piñera, si bien fue interpelado por los otros candidatos, estuvo lejos de ser el blanco principal de los ataques, que esta vez recayeron en el senador Guillier. Frente a esto el candidato de ChileVamos se vio aliviado y se concentró en mantener su tono presidencial, evitando el contacto con los otros candidatos.
En su primera intervención Marco Enríquez Ominami, descolocó al candidato oficialista con una acusación directa de que un miembro de su comando, el diputado Meza había amenazado al vida del candidato del PRO. Luego explico que esto había ocurrido en un chat de whatsapp y en tono de una alegoría que de peligro real no tenía nada, salvo el mal gusto. Guillier demostró, una vez más, que cuando lo sacan de libreto se inmoviliza, demora mucho sus decisiones, no sabe cómo reaccionar y siempre elige seguir de largo. Se le veía incomodo con las preguntas y su discurso de unidad no fue correspondido por ningún de los otros candidatos, que en turnos siempre dirigieron sus críticas hacia él.
Alejandro Guillier no buscó tomar protagonismo en el debate, pensando quizás en la segunda vuelta, donde tendrá que incorporar no solo a los otros candidatos sino también a sus programas en un esfuerzo por generar un ambiente más competitivo. Pero esa misma decisión lo trasforma en víctima de quienes solo piensan en la primera vuelta que presiona a los candidatos a marcar con fuerza sus diferencias. Carolina Goic no perdió oportunidad de hacerlo, tomando distancia tanto de las posturas del senador como incluso de las del actual gobierno de la Nueva Mayoría. Frases como “la gente no quiere más de lo mismo”, o que “el exceso de ideologismo había impedido la construcción de hospitales” deben haber causado un daño importante sin duda en la relación del Gobierno y la Democracia Cristiana.
José Antonio Kast fiel a su estilo, uso y abuso de la provocación y la frontalidad, haciendo de lo políticamente incorrecto su sello. Dice lo que piensa sin filtro, y eso en una política como la nuestra llena de eufemismos se ha trasformado en virtud. Sus nichos electorales los conoce bien, y maneja la confrontación con la izquierda como un elemento clave de su posicionamiento, estimulando siempre la intensidad de quienes lo prefieren.
Marco Enríquez Ominami marcó los ritmos del debate, sus interpelaciones e intervenciones nunca dejan indiferente, siempre hacen daño. Se nota su oficio y experiencia además una capacidad comunicacional que le permite conectar directamente con sus electores. Todo en Marco es estudiado y estratégico, su único objetivo posicionarse como la alternativa real de la izquierda a Sebastián Piñera en esta elección, y proyectarse como líder de la oposición en una eventual rearticulación de la centroizquierda.
Beatriz Sanchez, se ve sola. Ya no está rodeada por los líderes del Frente Amplio, ni Boric ni Jackson siguen invirtiendo tiempo en su campaña y eso se nota. No ha logrado recuperarse del balde de agua fría que le significó la encuesta CEP. Haber quedado fuera de competencia por pasar a la segunda vuelta, perder la mitad de sus preferencias en 3 meses y el regreso de Marco Enríquez Ominami, le han imbuido en un círculo vicioso que a dos semanas de la elección se vuelve muy peligroso para su desempeño electoral.
El debate de Anatel, luego de dos horas y media, cambia poco la dinámica de elección. La forma en que cada uno de los candidatos enfrento el debate hizo más fácil que el impacto real en las preferencias fuera más bien marginal. La primera vuelta aparece como una realidad consolidada.
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El mantra de la transformación productiva
La idea de que Chile necesita cambiar su matriz productiva para retomar el ritmo de crecimiento económico perdido, muchos la repiten como un mantra. Nadie podría poner en duda hoy día que la nueva revolución industrial y tecnológica en curso está cambiando los paradigmas productivos del siglo pasado, y que por tanto los países que logren insertarse exitosamente en esta nueva era -basada fundamentalmente en el conocimiento- van a experimentar una transformación en su matriz productiva.
Donde no hay que confundirse es en si esto a fin de cuentas debe ser la consecuencia natural de un proceso liderado por las fuerzas del mercado, enfrentando incentivos adecuados para orientar sus decisiones de inversión, o si esto hay que buscarlo a partir de un enfoque constructivista digitado desde el Estado, a través de políticas que privilegien el desarrollo de sectores específicos previamente seleccionados.
El mundo ha conocido experiencias de ambos tipos, con resultados dispares. Normalmente se señala el caso de los países asiáticos como ejemplo de los buenos resultados que se puede obtener a partir de un modelo más intervencionista, pero se omite que al interior de este grupo ha habido modalidades bien diferentes, que van desde las selectivas políticas industriales de Corea a comienzos de los 70 -posteriormente abandonadas- hasta las variantes de libre mercado como Hong Kong. Lo interesante de resaltar es que en todos estos casos el punto de partida tuvo un denominador común: una población con buen nivel de educación y una fuerza de trabajo con flexibilidad para adaptarse a las nuevas condiciones.
La discusión de este tema en Chile debe realizarse colocando en el centro del debate el problema de fondo que condiciona todo lo anterior, como lo son las debilidades en materia de productividad. Para avanzar en esta línea, logrando una diversificación productiva que sea sostenible en el tiempo -y obviamente agregando mayor valor a partir de las ventajas comparativas evidentes que hay en el país-, mucho más importante que cualquier programa público específico orientado a apoyar alguna actividad en particular, lo serán los esfuerzos por mejorar efectivamente la calidad de la educación que reciben nuestros jóvenes; por una mejor capacitación de nuestros trabajadores y empresas de menor tamaño; por contar con una legislación laboral moderna que posibilite a los emprendedores insertarse en esta nueva era productiva; y creando condiciones que faciliten la reasignación de recursos desde sectores menos productivos hacia aquellos con mayor potencial -en lo que Schumpeter bautizó como “destrucción creativa”-, como lo es la facilidad para hacer y deshacer negocios, y la disminución de barreras a la entrada para introducir mayor competencia y facilitar la participación de emprendedores con modelos de negocio más innovadores.
En esta tarea todos los actores tienen un rol que desempeñar, y lo que se debe buscar son instancias de coordinación eficaces y flexibles, ancladas en esta meta común.
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Debate apenas
Era la última oportunidad para un debate que nunca se dio a plenitud, donde los espectadores se encontraron más bien con ocho entrevistas en paralelo, y donde el intercambio de opiniones serio, respetuoso y con altura de miras, brillo por su ausencia. En términos generales, no se escucharon anoche ideas muy novedosas y originales, salvo quizás la libreta de ahorro previsional para los niños planteada por Carolina Goic; pero en la medida en que los candidatos no estuvieron dispuestos a correr grandes riesgos, no hubo tampoco grandes sorpresas.
Sebastián Piñera, el candidato que ostenta los mayores apoyos en las encuestas y, por tanto, quien tenía más que perder, mostró un desempeño correcto, sin errores visibles, y logró esquivar los cuestionamientos de sus contrincantes. En rigor, sorteó esta última valla sin grandes costos y dejó una imagen de solidez que de algún modo viene a consolidar la posición que hasta ahora mantiene en los estudios de opinión.
Su principal contrincante -Alejandro Guillier- fue sin duda quien más sufrió con las preguntas de los entrevistadores y, sobre todo, con la dura arremetida en su contra de Marco Enríquez, circunstancia que terminó siendo el momento más memorable de la contienda. En síntesis, el candidato del PRO reiteró que, a su juicio, el abanderado oficialista está inhabilitado para ser candidato, debido a los presuntos vínculos de su proceso de recolección de firmas con el narcotráfico. Pero la nota alta de la noche fue la denuncia sobre una presunta amenaza de muerte en su contra, que habría sido efectuada por el diputado radical Fernando Meza, quien está vinculado a la campaña del candidato oficialista. Dicha denuncia sirvió al final para reforzar los cuestionamientos a la integridad de Alejandro Guillier, a quien Marco Enríquez le dio a través de este expediente el golpe más duro del evento.
En lo que respecta a los demás, el curso del debate fue dejándolos en una inevitable trastienda, sumidos en la bruma de cierta irrelevancia, condicionada por el hecho de que la disputa real y determinante corre por el carril fraguado por los candidatos que tienen más opciones de pasar a segunda vuelta. En efecto, la evaluación de los candidatos no puede hacerse al margen de la posición y el nivel de respaldo que exhiben en la ciudadanía. Por tanto, es inevitable también que la participación de cada uno de los candidatos se haga en función de los efectos sustantivos que sus expresiones tienen y tendrán en el proceso electoral y político.
En definitiva, el debate de Anatel realizado anoche concluyó con Sebastián Piñera saliendo sin daño de su última gran prueba pública. En contraste, Alejandro Guillier quedó marcado por la brutal descalificación realizada por Marco Enríquez, circunstancia que refuerza las dudas respecto a la viabilidad de un acuerdo o, al menos, un acercamiento para el balotaje. En lo que respecta a los demás, con evaluaciones seguramente disímiles respecto a sus desempeños generales, lo que queda como corolario es que no hubo anoche nada lo suficientemente relevante como para modificar el escenario cristalizado hasta antes de esta última contienda.
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