Óscar Contardo's Blog, page 36

November 22, 2017

Rebobinando

El 19 de noviembre el país pudo verse de una forma muy distinta a como creíamos vernos. De pronto, aquello que sugerían las encuestas con mayor visibilidad, que proclamaban los columnistas más renombrados y lo que relevaban como consensos “transversales” los organismos empresariales y los centros de pensamiento de la centroderecha, colapsó abruptamente. La voz de las urnas dejó en evidencia que solo un 44% de la población repudiaba las reformas, que un 35% estaba en lo fundamental a favor y más de un 20% quería llevarlas adelante con más fuerza. La tesis del “diagnóstico equivocado” (el malestar de la sociedad chilena interpretada como rechazo al modelo) y el contraargumento de que la pasión por el consumo se había convertido en el norte único de los sectores medios emergentes que la izquierda ideologizada no terminaba de entender, han sido arrasadas por los resultados electorales. Un grupo de analistas se resiste a entender que en la izquierda no hay un rechazo genérico a la  “modernización capitalista”, sino a su modalidad nacional que al contrario de los países del norte de Europa no permite que la idea de los derechos sociales universales se constituya en la idea matriz de la salud, la educación y las pensiones. Ese capitalismo que, además, genera condiciones favorables a una economía dinámica, tiene más apoyo que el imaginado.


En la segunda vuelta presidencial Piñera no la tiene fácil. Muchos de los votantes de Kast están presos del antipiñerismo (muy extendido en el país) y tienen muchas y diversas razones para no votar por él. Pero incluso esos votos son insuficientes. Además, el ala más de derecha de la DC ya votó por Piñera en la primera vuelta. La mayoría de la DC, como muestra su resultado electoral parlamentario, tiene su corazón junto a la izquierda.


Sumar al 55% que votó por la centroizquierda tampoco es tarea fácil. Los votos que requiere Guillier no están en el centro político (en su gran mayoría ya han optado por la derecha o la izquierda); están entre los que votaron por Beatriz Sánchez en la primera vuelta. En tal sentido, es clave levantar un programa que busque acuerdos en torno al fin del rol central de las AFP en el sistema de pensiones; en torno a una educación de calidad y estructurada, como la salud, sobre la base de los derechos universales, que apueste por un Estado emprendedor, una economía basada en el conocimiento y en la articulación positiva con el medioambiente y la atención al cambio climático. Ello es, sin embargo, insuficiente. El Frente Amplio (FA) tiene razón de que la NM no ha involucrado a los actores sociales en la definición e impulso de las reformas en marcha; es una rectificación indispensable. El FA ha señalado con claridad que Piñera representa un retroceso. Esa es una base suficiente para  impulsar tres o cuatro reformas claves que un acuerdo parlamentario puede hacer aprobar.


El FA enfrenta el desafío de gestionar políticamente su fuerza parlamentaria. Sería un desperdicio que se ocupara solo para levantar las ideas de reforma y no para concretarlas. Guillier debe constituirse en el articulador de un complejo pacto político; primera prueba de su capacidad de impulsar reformas y asegurarle al país  la gobernabilidad democrática.


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Published on November 22, 2017 03:55

Un congreso nuevo y de geometría variable

Un nuevo esquema de gobernabilidad se deberá fraguar en Chile a la luz de los resultados de las recientes elecciones parlamentarias y presidenciales. La estructuración de dos grandes bloques políticos monolíticos y antagónicos es hoy parte del pasado. El nuevo mapa del poder legislativo debe trazarse siguiendo una geometría que es variable, con múltiples bifurcaciones y vectores programáticos difíciles de alinear bajo un mismo patrón de referencia. 


Por de pronto, el amplio arco de la izquierda parece desmembrado en a lo menos tres identidades. Una primera, frenteamplista, revisionista y crítica del modelo de transición política que está impregnado en las paredes, pasillos y la memoria del Congreso Nacional. A este hemiciclo, de la mano del envión electoral de Beatriz Sanchez y del peso específico de sus referentes como Vlado Mirosevic, Giorgio Jackson y Gabriel Boric, entrará una bancada parlamentaria de 20 diputados, a quienes se suma en el Senado Juan Ignacio Latorre como representante de la región de Valparaíso.


Pero el avance del Frente Amplio se produce a costa de la Nueva Mayoría, una identidad socialdemócrata corroída, no por nada, la coalición retrocede desde el control de un 56% de los escaños de la Cámara en 2013 a un 36% (agregando a Fuerza de la Mayoría y Convergencia Democrática). Frente a esto, la Nueva Mayoría sin duda que se verá condicionada a la inercia de tender puentes hacia su izquierda.


Mientras tanto, la identidad socialcristiana se encuentra en agonía, retrocediendo desde 21 a 14 diputados. Con esto, a la DC sólo le queda un pulso político vital de subsistencia,que le permite, pese a su precariedad, desempeñar algún papel, nunca trascendental, pero quizás coyuntural en alguna transacción de legislativa


Por la vereda contraria, el resultado es cuantitativamente muy superior para Chile Vamos respecto de 2013, pasando desde el 41% de los escaños a un 47%, misma tónica en el Senado, donde la centro derecha eleva su representación desde un 34% a un 44%. 


Sin embargo, los números pueden distorsionar la realidad, configurando un escenario legislativo que en la práctica puede ser no tan alentador para la centro derecha en la eventualidad de ser gobierno en 2018. La razón es simple. Mientras la correlación de fuerzas parlamentaria apunta a un peso relativo mayor de la centro derecha, su capacidad de incidencia y eficacia legislativa podría inhibirse frente a la presencia de una oposición cuyo centro gravitacional estará hoy mucho más a la izquierda.


Frente a estas circunstancias la máxima de que un buen gobierno también requiere de una buena oposición será, sin duda, un anhelo que demandará mucha capacidad de diálogo, negociación y entendimiento, el nuevo Ministro de la Secretaría General de la Presidencia en cualquiera de los casos, resultando electo Piñera o Guillier, deberá aplicar sofisticada ingeniería legislativa, a fin de lograrcuadrar el círculo de la tan anhelada eficacia gubernamental.


Finalmente, la sabia ciudadanía ha estimado que frente asignos de fatiga de material de confianza de nuestro Poder Legislativo, ya era tiempo de mediante su voto, diseñar un trazo que permitiera renovar sus cimientos. En efecto, dela nueva legislatura, 92 serán diputados nuevos.


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Published on November 22, 2017 03:03

Argentina: una reforma tributaria pro crecimiento

En marzo de 2016 el presidente de Argentina, Mauricio Macri, se comprometía a publicar todos los datos sobre el estado de la Administración Pública Nacional a diciembre de 2015. Así revelaría la herencia recibida por el gobierno anterior. Razones para hacerlo no faltaban: Macri era el tercer presidente no peronista desde el retorno a la democracia en 1983. Los dos anteriores tuvieron algo en común: abandonar su cargo de manera anticipada en medio de un caos social y económico.


En 1989, Raúl Alfonsín llamó a elecciones de manera anticipada luego de un estallido hiperinflacionario, y en 2001, Fernando de la Rúa renunció luego de un colapso del sistema cambiario que tuvo severas consecuencias financieras y económicas. Hoy Argentina está lejos de esas situaciones, pero el escenario actual no es fácil. Para que retome una senda de crecimiento sostenido necesita de importantes reformas que solo son posibles con un fuerte apoyo político y del electorado, como el que recibió el último 22 de octubre. Gracias a eso, el gobierno nacional anunció un paquete de reformas que incluye entre sus pilares más importantes la responsabilidad fiscal.  


Lograr la disciplina fiscal es sin duda una de las necesidades más urgentes, ya que financiar el elevado gasto público ha resultado en altos niveles de inflación y presión tributaria. Hacia el 2015 los ingresos tributarios del gobierno general alcanzaron un 32% del PIB, un porcentaje muy superior al promedio de los países latinoamericanos (23%) y cercano al nivel de presión tributaria de los países de la OCDE (34%). Asimismo, el Banco Central debió asistir al tesoro para financiar el gasto vía emisión monetaria e inflación, que en 2015 se aproximó al 30%, una de las más altas del mundo. De acuerdo a los últimos reportes del Foro Económico Mundial, la inflación y las tasas de impuestos son el factor más problemático para hacer negocios en Argentina. Por lo que, si la reforma está apuntada a estimular la inversión y el crecimiento, esta debe lograr una rebaja considerable de la presión impositiva y la inflación. Sin embargo, para lograr esto último, el recorte en el gasto público también debe ser importante. De lo contrario, una baja de impuestos sin una baja del gasto conduciría inevitablemente al endeudamiento del estado y una eventual crisis de deuda en el largo plazo.


La reducción de la tasa corporativa contemplada en el plan de reformas es uno de los aciertos más importantes, pues sería un incentivo a la inversión, ya que disminuiría el costo de uso del capital. Aunque la rebaja se implementará de manera gradual, de 35% a 25% en un plazo de 4 años, es un avance en materia tributaria. Esto porque la actual alícuota de 35% que Argentina mantiene desde hace dos décadas es una de las tasas corporativas más altas del mundo. Así, el país se incorporaría a una tendencia mundial que se observa hace décadas: la pérdida de fuerza de la tasa corporativa debido a la creciente movilidad de capitales. Durante el 2017, siete economías OCDE bajaron su tasa en promedio 2,7%, siendo Hungría e Italia los casos más relevantes al pasar del 19% al 9% y del 31,4% al 24%, respectivamente. Más importante aún es el cambio que pretende hacer Estados Unidos: ir del 35%, la más alta entre los países OCDE, al 20%.


Lo positivo de la reforma tributaria es que actúa de forma directa sobre las principales causas que han detenido el crecimiento y la prosperidad en Argentina. Sin embargo, el éxito de la misma dependerá de que el recorte del gasto público permita eliminar impuestos y no sustituirlos por otros nuevos ni por más endeudamiento. Otro punto de cuidado es el gradualismo con que se implemente la reforma. Si bien es un aliado para mantener la calma respecto de los eventuales costos sociales, la demora en implementar las reformas puede acrecentar la desconfianza sobre su factibilidad y por ende no tener los efectos positivos esperados sobre la economía.


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Published on November 22, 2017 03:01

November 21, 2017

Los dilemas de la mayoría

La derecha obtuvo un 44,5% en la elección presidencial, lo que reitera su condición de minoría en la sociedad y también en la esfera electoral y en el parlamento, aunque haya aumentado levemente en la elección del 19 de noviembre su representación. Esto, dicho sea de paso, revela que sus temores poco democráticos de avanzar hacia un sistema proporcional eran infundados, como lo son sus temores con una asamblea constituyente de la que emane una nueva constitución. La tríada de posturas que la caracteriza -con variantes mayores o menores- de autoritarismo como modo de resolver los conflictos, de libremercadismo que lleva a la concentración del poder económico y de conservadurismo cultural que lleva a la intolerancia, no tiene el apoyo mayoritario de la sociedad.


No es una opción de mayoría en Chile, por ejemplo, querer resolver la violencia rural en los territorios mapuches llevando tanques ni, en los diversos planos en los que la sociedad enfrenta conflictos, reemplazar la lógica del diálogo por la de la imposición, ni actuar con firmeza contra la delincuencia sin intervenir sustancialmente en paralelo sobre sus causas, incluyendo una de las desigualdades más amplias del mundo.


No es mayoría reducir al Estado en la regulación económica a un rol todavía menor que el actual. Al revés, que el Estado cumpla un rol estratégico en una economía mixta, en particular aumentando la inversión pública en los territorios y en su tejido productivo para que se acelere el crecimiento y que este sea sostenible con una más rápida transición a las energías limpias que el país posee en abundancia, le parece a la mayoría un mejor modelo económico que el libremercadismo. Esto no es, por lo demás, en absoluto contradictorio con un marco de responsabilidad fiscal. Y no es tampoco mayoritario en la sociedad pensar que la manera de crear más empleos decentes y de mejorar los salarios para que todas las familias sigan avanzando sea, como plantea la derecha y el gran empresariado, disminuir los derechos de los trabajadores y los de los usuarios y consumidores. Al contrario, en muchas partes del mundo se ha demostrado que son compatibles y que, con buenas políticas, terminan alimentándose mutuamente.


No es mayoría en la sociedad mantener una salud dual, sino más bien apoyar una mayor protección de la salud de las familias con una integración de las cotizaciones para un acceso universal a las emergencias y a la salud primaria, primero, con más centros de salud, más especialistas y equipamiento para terminar con las listas de espera, y más adelante con un sistema de protección integral que cubra también la atención hospitalaria, expandiendo el sistema GES-AUGE. El país necesita una salud pública y privada que estimule a las familias a mantener conductas saludables y fortalezca la prevención. Y que también atienda a los ciudadanos de manera oportuna impidiendo que la cobertura de los seguros privados de salud siga basada en la letra chica y las exclusiones y protegiendo suficientemente a todas las familias ante las enfermedades, haciendo complementarios y no obligatorios los aportes a las Isapres.


No es mayoría en la sociedad mantener un sistema previsional que no asegura pensiones dignas y no agradece el esfuerzo de las generaciones que han contribuido a Chile con su trabajo. Si es mayoritario apoyar un mayor esfuerzo tributario y presupuestario para subir la pensión básica solidaria y extenderla a más familias, y a partir de ese piso complementarlo con un sistema que financie con las cotizaciones obligatorias sobre los salarios las pensiones futuras según los ingresos ganados y los años y meses cotizados, con aportes solidarios a las lagunas de empleo y a las mujeres. La cotización a las AFP debe dejar de ser obligatoria y ser solo voluntaria y complementaria. Las AFP deben salir del ilegítimo lugar que ocupan en la seguridad social.


Es mayoría en la sociedad mantener el esfuerzo solidario de aumento del acceso a la educación y no volver atrás en los avances en la gratuidad de la escuela y de la educación superior técnica y universitaria. La derecha postula, en efecto, volver a un esquema de endeudamiento de las familias y de los futuros profesionales, en vez de avanzar a un sistema de financiamiento sustentado en tributos progresivos, en el que los que más tienen contribuyen a la educación de los que menos tienen, pues bien sabemos que la educación tiene un costo importante si queremos que sea de calidad. Y es mayoritario ampliar las oportunidades educacionales de las nuevas generaciones y afianzar una educación pública en la que no se ejerzan discriminaciones en la enseñanza y la investigación por creencias particulares.


Es mayoritario, además, avanzar al matrimonio igualitario y fortalecer los derechos de la diversidad sexual, en vez de la búsqueda de imponer a la sociedad posturas conservadoras por encima de la voluntad colectiva de reconocer y respetar los derechos individuales en materia de opciones de vida.


Y también es mayoritaria en la sociedad la idea que Chile necesita nuevas instituciones que emanen del pronunciamiento ciudadano para que el país avance en temas como el reconocimiento de derechos sociales al margen del mercado, en las libertades y la separación de los poderes, en un gobierno semipresidencial que asegure coaliciones mayoritarias y estables de gobierno, en la descentralización, en la consagración de una función pública profesional y austera que sustente con eficiencia los servicios públicos y termine con el clientelismo. Esto solo lo podrá lograr una nueva Constitución, en acuerdo con el nuevo parlamento y con representantes directos de los ciudadanos para este efecto, para que esté representada la voz de los ciudadanos y ciudadanas de todos los rincones de Chile en las nuevas reglas del juego del siglo XXI.


Estas ideas son mayoritarias en Chile. Nos lo demostró la elección del 19 de noviembre. Es ahora deber de las representaciones políticas que se identifican con ellas tomar nota del veredicto de las urnas y aunar esfuerzos para evitar que la derecha, más cohesionada y consciente de sus intereses, vuelva al poder por una división que lleve a la desmovilización y la derrota de una mayoría social que no comparte ni sus ideas ni sus intereses. Estas representaciones están hoy divididas por la historia reciente, por intereses de grupo y de capilla. En especial se ha producido un quiebre que adopta equivocadamente ribetes generacionales por las prácticas políticas condenables que se instalaron en décadas de ejercicio del poder por los partidos democráticos, algunos de cuyos miembros se subordinaron al poder del dinero en una transición que terminó por alejarlos de la sociedad y de los intereses mayoritarios. No es aceptable que persista, en particular, una seguridad social, una salud y una educación privatizadas como en ninguna parte del mundo, con excepción de Estados Unidos en materia de salud.  El compromiso con la erradicación de la corrupción y el clientelismo debe ser el primer principio de un nuevo pacto de gobernabilidad progresista que recupere la confianza ciudadana. Y también de un pacto de gobierno entre los que estén dispuestos a enfrentar la siempre difícil pero ineludible tarea de encabezar las instituciones públicas para transformar a Chile, salvo que se prefiera la siempre más cómoda posición de la vereda de enfrente sin asumir compromisos distintos que la sola queja, por justificada que sea, sobre lo existente, o situarse en la inconducente lógica del todo o nada. Concordar tareas comunes para los próximos cuatro años, desde el gobierno y/o el parlamento, entre la Fuerza de Mayoría, el Frente Amplio, la DC y otras expresiones no derechistas es un deber para con la mayoría social que sigue aspirando a una sociedad más libre y más justa.


 


 


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Published on November 21, 2017 05:00

Cuenta sin fondos

Durante muchos años, la obsesión de Sebastián Piñera ha sido cautivar a los votantes democrata cristianos nostálgicos de Patricio Aylwin y de la vieja Concertación. Por eso, el candidato dice que quiere encabezar una segunda transición, y no tiene escrúpulo alguno en utilizar una estética noventera: allí habría estado el paraíso perdido de la política chilena y, sobre todo, los votos para ganar la elección. Sin embargo, a la luz de los resultados del domingo, lo menos que puede decirse es que ese centro simplemente no existe o, en el mejor de los casos, está reducido a su mínima expresión. La conclusión es que Sebastián Piñera lleva mucho tiempo hablándole a un país ausente.


Es difícil explicar de otro modo la profunda frustración que vivió la derecha el domingo. El primer lugar y la distancia con Guillier no significan mucho al lado del triunfalismo que había inundado al piñerismo. En el fondo, la derecha se aprestaba a celebrar una victoria cultural y electoral de proporciones, que dejaría de manifiesto los profundos errores de la Nueva Mayoría. Pero la realidad fue un poco distinta: la izquierda se fragmentó, pero no se debilitó estructuralmente. La derecha está exactamente en el mismo lugar que el 2009, a pesar de las enormes dificultades que ha enfrentado este gobierno; y sabiendo que el discurso de Beatriz Sánchez es mucho menos transversal que el de ME-O en su primer intento. Así las cosas, lo que viene se vuelve cuesta arriba para un candidato que anunciaba un evangelio de optimismo bobo carente de especificación. “Arriba los corazones, vienen tiempos mejores” puede ser una buena consigna para ganar un concurso escolar, pero es ligeramente insuficiente para hacer política en el Chile del 2017 (y nadie parece haberse dado cuenta de aquello). Es más, si la derecha gana y sigue repitiendo ese tipo de discursos, le abrirá una Alameda al Frente Amplio en la próxima presidencial.


Aunque es muy pronto para elaborar un diagnóstico fino de lo ocurrido el domingo, todo indica que si la derecha quiere tener una oportunidad en cuatro semanas más, está obligada a recurrir a herramientas intelectuales un poco más sofisticadas que las utilizadas hasta ahora. Hay que abandonar las técnicas del retail, la técnica y la numerología, y reemplazarlas por un discurso político digno de ese nombre, capaz de convocar a ciudadanos que no responden a las viejas categorías. Piñera lleva meses apostando a no cometer errores (incluso se bajó de entrevistas días antes de la elección), pero su principal error fue precisamente no querer decir nada relevante respecto de casi nada. El desafío ahora pasa por saber leer un país nuevo, que no es tan individualista como pretenden los más liberales, ni tan colectivista como cree la izquierda. También resulta indispensable abrir la puerta para que entren caras nuevas, y darles espacio efectivo para jugar. En definitiva, hay que seguir el viejo consejo de Maquiavelo y adaptarse a los Fortuna. Piñera lleva décadas girando a cuenta de la transición, pero alguien debería avisarle que esa cuenta hace mucho tiempo dejó de tener fondos. Aunque fuera por caridad.


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Published on November 21, 2017 05:00

La nueva izquierda

Probablemente el hecho político de mayor importancia en estas últimas elecciones generales, es la conformación de un nuevo polo en la izquierda, muy distinto a lo que habíamos conocido en la transición. El Frente Amplio eligió 20 parlamentarios. A ellos hay que sumarle, al menos, otra veintena, entre comunistas y sectores de la Nueva Mayoría más cercanos a la izquierda. En total, llegarían a acercarse al tercio de la Cámara de Diputados. Así de fuerte es hoy ese sector, al que no sólo las encuestas, sino el hecho de ir dividido, impedía estimar adecuadamente.


Esa nueva izquierda encarna, como en el primer día, en gran medida un discurso distante o condenatorio del mercado, partidario de derechos sociales universales y de la deliberación en asamblea. La socialdemocracia parece estar, entonces, siendo desplazada por una izquierda de talante revolucionario: más cercana a la preocupación igualitarista y emancipatoria que al cuidado por las formas y los equilibrios republicanos. El tiempo permitirá apreciar si la formalización de la participación política decanta allí en una mayor sensibilidad republicana. Si la utopía asambleística se deja ver alcanzable por las vías institucionales.


Al frente, lo que uno podría calificar como una centroderecha más política que económica, ha logrado avanzar posiciones. Renovación Nacional se convierte en el partido más grande en la Cámara. A lo anterior se unen los triunfos de candidaturas más moderadas en la propia UDI, lo mismo que la aparición de un incipiente grupo parlamentario en Evopoli. Todo eso permite avizorar la consolidación de una bancada de centroderecha con miembros nuevos, dotados, en no pocos casos, de mayores capacidades retóricas y políticas que las que a veces se han exhibido en ese sector.


Este relativo éxito parlamentario de la centroderecha, que se sostuvo incluso ante la irrupción del FA, el cual no hizo, en último término, más que nutrirse a costa de la Nueva Mayoría, podría servir de guía a la candidatura presidencial de Sebastián Piñera.


Lo que parecen evidenciar las parlamentarias de ese sector, con el desplazamiento hacia el centro, es que el discurso más ortodoxo (puesto en palabras de Jovino Novoa: “Chicago-gremialista”), estaría alcanzando ya sus límites. No es con un economicismo del crecimiento salpicado de alusiones morales o a la solidaridad, que se logra convencer a grandes grupos humanos que buscan mayores niveles de integración y mejor calidad de vida urbana y comunitaria.


Un discurso político responsable, apto para construir una mayoría decisiva, debiese, a esta altura, primero, invertir los términos: no poner la política bajo ideas económicas, sino la economía al servicio de la política.


Segundo, es menester perfilar con nitidez una visión nacional, en la cual se logre discernir con claridad el modo de nuestra convivencia futura, de nuestro destino común (las condiciones bajo las cuales nuestro destino podrá ser llamado “común” y “nuestra” la convivencia futura).


Dos son los aspectos axiales que debiesen componer esa visión. Por un lado, un énfasis cuidadoso en el principio republicano, que repara en la división del poder social y político, en la importancia de contar, a la vez, con un Estado fuerte (reformado, regional) y una sociedad civil apoyada en una economía privada dinámica y poderosa. Por otro lado, una atención preferente por la integración: la integración del pueblo consigo mismo, en una nación abarcante, inclusiva, que viva bajo condiciones de existencia compartidas; y la integración del pueblo con su territorio y su, muchas veces trágicamente, abandonado paisaje.


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Published on November 21, 2017 04:50

Viudos del binominal

A algunos ha llamado la atención que no haya resultado electo un candidato que fue primera mayoría individual  y que varios otros, siendo segundos en votación personal, fueron desplazados por alguien que sacó menos votos. Hay que advertir que todos estos casos ocurrieron en circunscripciones que siguieron siendo binominales (eligen dos parlamentarios). Si hubiéramos logrado que en todos los distritos se eligiera un mínimo de 3 o 4 escaños, como se intentó, no tendríamos que lamentar la derrota de candidatos con un 25% o 30% (aritmética de quinto básico). Otros critican que en algunos distritos haya sido elegido un candidato que obtuvo un 3% en circunstancias que se perdía alguien que sacó el 7%.


Un buen sistema electoral trata de proyectar la preferencia electoral por  las personas y también las preferencias políticas de las personas. Me explico. Imagínese una futura votación, por ejemplo, en el distrito 11, que elige seis diputados, y donde Chile Vamos saca cerca del 70% de los votos, y ocurriera que dentro de la lista de derecha hubiera una candidata tan popular que sacara ella misma, para sí, el 60% de los votos y sus demás compañeros, menos populares,  obtuvieran, a título personal, el  2,5%, el 2%, el  1,5%%, el 1%. Y que al frente, en las listas de izquierda el candidato más votado lograra el 8% de los votos  y lo siguieran de cerca “compañeros” suyos con el 6,5%, el 5,5%, el 5% y el 4%. Si la regla fuera que se eligen automáticamente las personas con más votos individuales, en este ejemplo, el barrio alto debiera quedar representado por un diputado de derecha y cinco diputados de izquierda. ¿Le parece justo que una minoría del 30% tenga en la Cámara cinco  veces más peso que la mayoría  del 70%? Para evitar esa situación usamos el método D´Hont. La idea es que si, por ejemplo, Felipe Kast saca una votación personal que supera con mucho la cifra repartidora (con la cual matemáticamente se elige parlamentario), ese resto o sobrante no se pierda para “sus ideas” y aproveche, y “arrastre”,  al candidato más cercano a Kast. Y no a sus adversarios.


Lo más positivo del cambio, en todo caso, es que las directivas de los partidos dejaron de detentar el poder casi absoluto que tenían, bajo el binominal, a los efectos de repartir cupos casi seguros para los peces gordos de cada colectividad. Si el domingo por ejemplo, los votantes pro UDI pudieron dejar fuera al secretario general  y escoger, en vez, al también UDI Guillermo Ramírez, es porque el sistema induce a que se lleve no un “designado” sino que tres candidatos competitivos. Lo mismo vale para quienes votaban en los distritos en que postularon el presidente del PPD (perdió), el secretario general del PS (perdió), la presidenta  y el secretario general del PRI (perdieron). Si perdieron fue, en buena medida, porque el nuevo sistema ofrece a los electores un menú más amplio que la dieta del binonimal. Por supuesto, siempre será posible que uno de los dirigentes partidarios gane, como ocurrió con el presidente del PS o el secretario general de RN. El punto es que ellos se ganaron su sillón parlamentario compitiendo y no negociando. El nuevo sistema está lejos de ser perfecto. Pero el finado binominal era malo con mayúscula.


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Published on November 21, 2017 04:31

El nuevo Congreso

La nueva composición del Congreso, que según veremos se carga a la izquierda más por intensidad que por número de parlamentarios, es un argumento adicional para sostener que la elección presidencial la debe ganar Sebastián Piñera. Y es que la izquierda que reniega de la socialdemocracia, esa que se lamenta cuando hay que llegar a acuerdos o que frunce el ceño cuando se oye hablar de Aylwin y la transición, obtuvo un resultado lo suficientemente fuerte para absorber, por su ímpetu, a la izquierda moderada.


Veamos primero los números en un Congreso que tiene más parlamentarios. En la Cámara de Diputados serán 155 diputados. Chile Vamos (ChV) obtiene una buena cifra, 73 diputados, siendo RN el partido que más crece (36) y consolidando la posición de Evópoli (6). En la otra vereda, lo que hoy es la Nueva Mayoría (NM) llega a 43 siendo el PS el partido más fuerte de la coalición (19) y luego el PC (que va en constante alza). Si a eso sumamos la DC (13) quedan en 56. El Frente Amplio (FA) sumó la inesperada cifra de 20 diputados. Los restantes son de las más variadas procedencias.  


En el Senado habrá 43 senadores. Las cifras son menos favorables para ChV: en total suman 19 senadores. La NM quedará con 21, de los cuales seis son DC. Los otros tres se ubican más a la izquierda (Navarro y Latorre) o se alinean con ella (Bianchi).


¿Qué significa esto en términos legislativos? Que ninguna coalición alcanza por sí sola la mayoría. A ChV, para la mayoría absoluta, le faltan seis en la Cámara y tres en el Senado. La NM, por su parte, requiere unir a casi todas las demás fuerzas para obtener la mayoría en la Cámara. Y respecto a los otros quórums la distancia es mucho mayor.


Los números muestran entonces que cualquier reforma que intente llevar adelante un futuro gobierno del expresidente Piñera requerirá sumar apoyos de otras coaliciones. Eso asegura, al menos, contrapesos y negociación.


El problema se presenta si, aunque menos probable, es Guillier quien llega al gobierno. Él también tendría que negociar para conseguir mayorías; pero es poco probable que lo haga con ChV y regularmente preferirá hacerlo con su izquierda, el Frente Amplio. Éste, como sabemos, es más duro y purista. Entonces, ¿quién será el contrapeso? ¿Quién moderará los sueños sesenteros que predica el FA? La DC ya no jugará ese rol al perder a figuras históricas que encarnaron en estos años la moderación. ¿Y el PS? Es probable que el PS, al romper la alianza con la DC, abandone lentamente la socialdemocracia para retomar posiciones neomarxistas que encarna hoy el PC. Resucita así una alianza histórica que solo la transición había dejado atrás. Y a todo ello se suma la presión del nuevo FA que, con esa autodeclarada superioridad moral, tironeará insistentemente a la centroizquierda hacia posiciones más extremas. Así las cosas, es difícil ver espacios de moderación en una alianza como ésa.


Por eso es que, si se buscan gobiernos moderados y cambios paulatinos, a mi juicio es Piñera quien debe gobernar.


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Published on November 21, 2017 04:29

Escuchar y liderar con convicción

 


Tras un año marcado por la carrera presidencial, la primera vuelta ya es historia. Sera el domingo 17 de diciembre cuando Sebastián Piñera y Alejandro Guillier se midan en la segunda vuelta y Chile decida quien será su próximo presidente. Todo augura que se acercan semanas intensas: ambos candidatos se volcaran en ampliar su base electoral pues su votación en primera vuelta fue insuficiente para ganar. La pregunta ahora será si esta conquista se basara en encantar a los electores o si lo hará en base a descalificaciones. Espero por el bien de Chile que ambos candidatos elijan la primera opción, basados en un diagnostico certero de cuales son las preocupaciones y anhelos de los chilenos y chilenas.  


De cara al siglo 21, resulta políticamente trascendente para el futuro de nuestro país entender el profundo cambio cultural que están viviendo hoy los trabajadores en Chile. Una encuesta nacional realizada por la Corporación Empresa y Sociedad durante de octubre 2017 nos ilumina al respecto: un 87% de los trabajadores se manifiesta a favor de una mayor adaptabilidad laboral, porcentaje que sube a 92% entre los jóvenes de 18 a 24 años y se distribuye homogéneamente entre hombres y mujeres. Adicionalmente, durante noviembre Adimark publico un estudio que concluye que dos de cada tres chilenos (67%) cree que es necesario sacrificar la vida familia para tener una buena trayectoria laboral, realidad que se percibe mas fuertemente en aquellos que trabajan (74%). En resumidas cuentas, hoy los trabajadores chilenos están clamando en silencio la necesidad de lograr que sus condiciones laborales se adapten a sus realidades familiares.


Ahora bien, revisando los programas de los candidatos presidenciales de primera vuelta, llama la atención que entendieron esta realidad. Resulta sorprendente que tanto Piñera, Guiller y Goic – de sectores políticos diversos – convergen en resaltar en sus respectivos programas la importancia de impulsar una mayor adaptabilidad laboral, aun cuando fue una invitada silenciosa . Para llevarlo a términos electorales, cuatro millones trecientos mil de chilenos (66%) votaron por la adaptabilidad laboral, lo que refleja una sociedad diversa, moderna y que mira al futuro.


Adicionalmente, los cinco candidatos con mayor rendimiento electoral– con la excepción de Kast – plantean en sus respectivos programas la necesidad urgente de modificar el articulo 203 del código del trabajo sobre sala cuna y proponen la necesidad de avanzar hacia sala cuna universal para padres y madres. De nuevo, en términos electorales esta propuesta tiene cinco millones y medio de votos, obteniendo el 84% de las preferencias.


Finalmente, todos los programas presidenciales de los candidatos más votados (de nuevo, salvo Kast)  proponen impulsar una mayor corresponsabilidad parental – algunos con mas entusiasmo que otros, siendo Beatriz Sánchez la mas motivada al proponer tanto postnatal como fuero laboral equitativo para padres y madres, seguida por Carolina Goic  – condición fundamental para otorgar mayores oportunidades a hombres y mujeres, madres y padres. Las nuevas generaciones buscan condiciones laborales equitativas y justas por lo que ya no están dispuestas a elegir entre trabajo y familia


Es evidente que los presidenciables no pueden pretender ganar en segunda vuelta haciendo lo mismo que en la primera vuelta, necesitan reinventarse. Sin embargo, este cambio no necesariamente consiste en buscar nuevos mensajes, quizás sea mas rentable defender con mayor fuerza propuestas abrazadas transversalmente por la ciudadanía, impulsadas por las nuevas generaciones (¿huérfanos de Sánchez?) y de cara al Chile de futuro. Para ganar en segunda vuelta es necesario escuchar el mensaje de los electores de otras candidaturas (hoy inexistentes) para en conjunto construir el proyecto país que pretenden liderar. Un proyecto ganador incorpora mujeres y hombres; padres y madres; jóvenes y adultos sin primar su origen o color político. Será – creo yo – la convicción, la claridad, la mesura y la tolerancia con que las transmitan el efecto que produzca en los electores.


El sentido común pronostica – pues las encuestas deben reivindicarse – que ganara el que lo haga mejor.


 


 


 


 


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Published on November 21, 2017 03:12

November 20, 2017

Nuestros enemigos

Hay muchos elementos interesantes para analizar de la elección de ayer. La inesperadamente alta votación de José Antonio Kast y Beatriz Sánchez, la conformación de una bancada parlamentaria del Frente Amplio, el crecimiento de Evópoli, los malos resultados de la DC. Pero yo me quiero quedar con uno en particular que me llamó mucho la atención. Mientras en los discursos post elección de Sebastián Piñera y José Antonio Kast se enfatizó la necesidad de derrotar la pobreza, crear más y mejores empleos, generar un país inclusivo con oportunidades para todos y mejorar las condiciones de vida de  los chilenos, los discursos de Beatriz Sánchez, ME-O y Alejandro Guillier, enfatizaron su conflicto con “los poderosos de siempre”, “los encuestadores”, la derecha y por supuesto Sebastián Piñera.


Esto refleja una visión diametralmente distinta para el futuro de Chile. Mientras los candidatos de centroderecha creen que sus enemigos son los problemas que enfrentan los chilenos; como seguridad, educación, salud, los candidatos de izquierda, que tienen el apoyo de aproximadamente el 50% de los chilenos, creen que sus principales rivales y enemigos son el otro 50% de los chilenos.


Mi preferencia personal a favor de que Sebastián Piñera se convierta en el próximo Presidente de Chile, tiene mucho que ver con esta radicalmente distinta visión de ver los desafíos de Chile. Nuestro país no va a retomar una senda de progreso en base a fomentar conflictos artificiales entre los chilenos. Nuestros enemigos no son los chilenos que piensan distinto a nosotros, son las carencias que todavía tienen millones de compatriotas.


Nuestros rivales no están dentro de Chile, sino fuera de Chile. Tenemos que ser capaces de competir por atraer talento, capital, negocios y turistas a nuestro país. Para ello competimos con decenas de otros países que están intentando hacer lo mismo. Las multinacionales de la tecnología le ofrecen trabajo a nuestros ingenieros, Estados Unidos baja sus impuestos para atraer capital a su territorio, Argentina quiere convertirse en potencia minera y Machu Pichu recibe muchos más visitantes que las Torres del Paine.


En cuatro semanas más los chilenos tendrán que elegir al Presidente de Chile por los próximos cuatro años entre dos opciones claramente diferentes. Mientras Guillier, cual Quijote, dedicará sus fuerzas a pelear contra enemigos ficticios, Sebastián Piñera le plantea al país luchar con todas sus fuerzas contra las carencias, los miedos y las frustraciones de los chilenos. Mientras Guillier plantea continuar con la idea de la retroexcavadora y  las políticas que le quitan los patines a los niños chilenos, Sebastián Piñera plantea un Chile donde caben todos y donde se gobierna buscando grandes consensos para cambiar lo que está mal y mantener lo que está bien.


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Published on November 20, 2017 04:17

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Óscar Contardo
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