Óscar Contardo's Blog, page 179

May 13, 2017

Discursos abstractos y crisis política

Distintas señales permiten advertir que nos encontramos pasando por una crisis política. De esta no saldremos rápidamente. En sus causas se parece a la del Centenario: de un lado, hay nuevos grupos emergentes -entonces el proletariado, hoy sectores medios- que no encuentran acogida pertinente en el contexto económico-social. El modelo productivo del país muestra, además, síntomas de agotamiento. Por el otro lado, nos hallamos, como en el Centenario, con élites políticas y económicas que acusan serios visos oligárquicos y lucen incapaces de darle cauce a los anhelos populares.


A todo esto, se agrega un problema de calado. El país se mueve, desde hace décadas, en lo que Mario Góngora llamó las “planificaciones globales”, o sea, discursos que se desentienden de las características concretas de la población. La izquierda enarboló un relato revolucionario que pretendía lograr un hombre nuevo. La derecha implementó, tras el golpe, otro modelo abstracto, el neoliberal. Opuso al abstracto hombre nuevo marxista un abstracto hombre nuevo consumista.

El país aumentó su riqueza. Y con la riqueza advino un descontento enconado.


¿Qué se plantea como camino de salida? Nuevamente: discursos abstractos. Desde la derecha, retomar el crecimiento, mejorar la administración. Volver a la idea abstracta del consumidor. ¿Y desde la izquierda? Otra vez abstracciones: el avance hacia la consecución de una sociedad con seres humanos incrementadamente generosos, por la vía del desplazamiento del mercado y la deliberación en asamblea.


Decía William Blake: “Generalizar es ser un idiota, particularizar es la distinción propia del mérito”. Del malestar no se sale con discursos abstractos, sino con comprensión concreta. “Descubrí un bello barrio en Santiago de Chile”. Así se inicia un poema donde Mauricio Redolés reivindica la pletórica densidad de carne y hueso de la vida cotidiana e histórica. El pueblo quiere un bello barrio. Que su existencia real resulte reconocida en las conformaciones sociales e institucionales a las que pueda pertenecer.


Lo concreto se deja advertir en el rostro de cada persona. El rostro revela una exterioridad que irrumpe ante nuestra mirada. Pero no es sólo exterioridad, sino unos ojos, que miran esa mirada nuestra y delatan una interioridad. De la cara hacia dentro, de la cara hacia fuera se desenvuelve nuestra vida.

se despliega en vínculos comunitarios, sociales, políticos, en espacios de participación y confianza. Aquí se alcanza una forma de plenitud y reconocimiento mutuo. El neoliberalismo tiende a desconocer este aspecto.


Hacia dentro, en las profundidades de su mente, el individuo tiene experiencias de sentido de las más intensas que puedan vivenciarse; allí imagina, contempla, trata consigo mismo. Pura publicidad deliberativa, solo asambleísmo, el hombre nuevo post-institucional, terminan deviniendo superficialidad. Es lo que olvida la izquierda.

Nación y república son los dos principios que se siguen del rostro concreto. Se hallan en tensión, la nación vela por la integración, la república por la libertad individual. Sin integración nacional, sin entramados comunitarios estables y densos, la existencia se empobrece, la confianza se debilita, el país no es capaz de superar crisis graves, no es esperable que se desaten olas de solidaridad. No hay bello barrio, sino esos horribles conventillos verticales. Es lo que tienden a soslayar los neoliberales.


Sin división del poder -entre el Estado y el mercado, al interior del Estado y al interior del mercado-, la libertad individual sucumbe. No hay bello barrio, con piezas burguesas nuestras y patios burgueses nuestros a los que podamos retirarnos a pensar y mirar callando el infinito del firmamento. Es lo que se inclinan a preterir los revolucionarios.


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Published on May 13, 2017 02:15

Fondo de infraestructura

Hace unos días nos enteramos por la prensa que el gobierno de Australia planea invertir US$ 55 mil millones en los próximos años en un plan de infraestructura pública, el que incluye carreteras, ferrocarriles y otras obras, con el fin de estimular la economía y el crecimiento de los salarios, así como mejorar productividad de cara a la competencia que representa China en toda la región de Asia y Oceanía.


En Chile no andamos tan lejos en cuanto a necesidades de inversión en infraestructura crítica para el desarrollo. Según cálculos de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), se requerirían US$ 58 mil millones en el período 2016-2015 en los mismos ítems contemplados en el plan australiano, y si sumamos aeropuertos, espacios públicos, hospitales y agua, la cifra se empina a casi US$ 78 mil millones. Es decir,  US$ 7.800 millones por año. La realidad dista mucho de lo que eventualmente se necesita. Entre el presupuesto del MOP y los desembolsos de concesiones, en los últimos años se ha invertido cerca de US$ 3.000 anuales,  menos de 40% de lo que se requeriría en forma crítica.


Para avanzar en el cierre de esta brecha, el gobierno tramita actualmente en el Congreso la creación de un Fondo de Infraestructura (FI), bajo la figura de una sociedad anónima estatal.  A pesar de lo atractivo que aparece a primera vista el concepto, existen muchas interrogantes por enfrentar. La primera es por qué no se recurre a relanzar un plan de concesiones que eleve los actuales desembolsos de US$ 700 millones al año a un número más cercano a los US$ 1.500 millones habituales a comienzos de la década pasada, en obras que puedan financiar su operación con recursos levantados de los usuarios (e.g. peajes) o con subsidios que reemplacen los desembolsos de gastos que haría el Estado si operara directamente las obras construidas (e.g. hospitales). Este eventual relanzamiento está trabado hoy no por la falta de interés y recursos financieros de eventuales interesados, sino más bien por debilidades institucionales del MOP, incluyendo la falta de proyectos evaluados y priorizados, y por lo enrevesado que se ha puesto la tramitación de las etapas regulatorias medio ambientales y sus crecientes aristas judiciales. La resolución de estos problemas es una condición necesaria también para el éxito que pudiera tener un FI.


Es claro que el objetivo cuantitativo del FI es ambicioso. Contaría con un patrimonio entre US$ 3.000 y US$ 9.000 millones (el valor presente de los flujos de peajes de las obras que retornan al Fisco y de las que son construidas directamente por él), que se usaría para apalancar en el mercado de capitales una suma que podría llegar a 10 veces ese patrimonio. Pero la verdad es que esos recursos son una forma de deuda cuasi fiscal que, de llegar a su máximo, sería mayor que toda la deuda pública actual. Aunque no alcanzara esos extremos, de igual forma podría haber un impacto negativo en la clasificación de riesgo país, encareciendo eventualmente el costo de financiamiento de proyectos de inversión.  Esto no es baladí cuando la forma de gobierno corporativo que se ha propuesto para el FI no da plena garantía de una administración independiente del gobierno de turno, lo que es muy relevante considerando que los proyectos de infraestructura trascienden en su estudio y ejecución a un período presidencial.


En síntesis, es loable el interés por acrecentar la inversión en infraestructura de uso público que inspira al gobierno pero el proyecto de FI en trámite parlamentario conlleva una cantidad importante de riesgos económicos y políticos. Parece preferible remover previamente trabas burocráticas, regulatorias e institucionales que inhiben actualmente la construcción de esta infraestructura, sea en la forma de obras concesionadas o abordadas directamente por el Estado. Segundo, realizar algunas modificaciones legales facilitadoras de las concesiones (como aumentar el premio por iniciativas privadas). Y tercero, crear un fondo con los recursos que se vayan paulatinamente generando con las relicitaciones de obras que expiran contrato u otras que pasen de administración estatal a concesionada. Este fondo, más acotado que el propuesto por el gobierno, puede ser una empresa pública, pero configurada de un modo que la haga inmune a las presiones políticas oportunistas.


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Published on May 13, 2017 02:13

Un gay sumamente conservador

Marco Orezzoli, el protagonista y narrador de Desastres naturales, ha sufrido mucho, se diría que toda la vida, debido a su condición de homosexual. Proveniente de una clase media acomodada, aspiracional y católica, el hombre está tan centrado en sí mismo que al momento de componer un cuadro familiar desde la perspectiva que le otorgan los 50 años de edad, falla, puesto que el intento de reconstruir su juventud en el Chile precario y oscuro de los años 70 y 80, y posteriormente su madurez durante las décadas que siguieron, se ve siempre disminuido por cierto infantilismo sentimental tendiente a insistirle al lector en que no hay cosa más importante –ni peor maldición– que ser gay. Curiosamente, teniendo todo para revelarse en contra del entorno que lo asfixia (educación, dinero, amoríos), Marco Orezzoli termina por adoptar, tal vez sin darse cuenta, buena parte de las costumbres y ritos conservadores de esa tribu que tanto lo ha maltratado.


Desde que era un muchacho (“[…] me arrodillé ante la cama y le pedí a Dios que me quitara el deseo por los hombres”), hasta el presente de la novela (“Pudimos estar unos momentos a solas con él, mientras rezábamos el rosario”), Marco demuestra ser un sujeto piadoso, lo cual no representaría tropiezo argumental alguno si es que el narrador no atacase con frecuencia a ese mismo credo que lo oprime. En vez de otorgarle profundidad al personaje, las contradicciones que afectan a Marco Orezzoli –simples, demasiado simples– hacen de él un personaje prescindible. Y cuando surge la oportunidad de entrar en un tema que sí podría resultarle llamativo al lector (“A su lado se hallaba otro tipo que había conocido hacía diez años a través de la última polola que tuve”), el narrador opta por no profundizar en el asunto.


Peor aún: Marco a veces también se empeña en alardear que es un adelantado a su época, alguien mundano, incluso revolucionario, y ahí el fracaso de su testimonio es francamente vergonzoso: “José se acuerda hasta el día de hoy de que yo andaba de chaqueta de cuero, polera blanca y jeans rasgados en las rodillas, una tenida inusual para el Chile de esos tiempos”. El año de tal arrojo fue 1989. La superficialidad manifiesta y el exceso de clichés a la hora de tratar el gobierno de la Unidad Popular, el golpe militar y la dictadura se condice con la fijación del autor por recrear épocas y circunstancias a través del pobrísimo recurso, quizás un poco siútico, de mencionar a diestra y siniestra marcas de autos, de vinos y de prendas de vestir: “Había venido de sport, con un cortavientos rojo en el que flotaba un caballito verde, un binomio ecuestre, para ser preciso”. En su opinión, supone uno, basta con ello para establecer los principales atributos del personaje en cuestión o para delinear por completo una personalidad.


Otras taras típicas de la escritura de Pablo Simonetti que aquí abundan: falta de pericia en los diálogos, ya que en vez de aportar información útil o velocidad al relato, los parlamentos tienden a desmedrar el contexto, a entregar aclaraciones nimias, o a sobre explicar tal o cual hecho, ofendiendo así la sagacidad del lector; fascinación por el uso estratégico de ciertas frases que, bajo la percepción del autor, ayudan a consolidarlo como un escritor culto: “dedos coyunturosos” (tal adjetivo no existe en nuestra lengua), “luz glauca”, “la ubertosa dueña de casa” (otro adjetivo misterioso), “la hesitación ante las puertas”, “su acantilada vista sobre el lago” (homenaje a Lemebel) y, finalmente, una joya de un culteranismo grotesco considerando las características ya destacadas de esta novela: “Nosotros mismos habíamos acarreado un gran peso, como en La divina comedia deben hacerlo los soberbios del primer círculo”.


Desastres naturales es una obra desastrosa por otras razones de peso: el largo viaje al sur de Chile narrado al principio de la obra tiene el encanto y la profundidad de la guía Turistel; el tan anunciado recuerdo del padre queda opacado con la fascinación que al protagonista le provoca su propia persona y aquí llegamos, para ir poniéndole fin a todo esto, a un punto crucial: Marco Orezzoli estima que su vida es mucho más interesante de lo que el lector es capaz de percibir, y en ello, a través de esa convicción flagrante, el narrador deja ver una falta de inteligencia enervante.


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Published on May 13, 2017 02:08

Cuestión de tiempo

Artistas que han disfrutado la combinación éxito masivo + favoritismo de la crítica como Radiohead y Blur se desmarcaron de la urgencia en la adultez, así el núcleo duro de seguidores envejece con ellos. Ese proceso lo vive también Café Tacvba, una banda que en la esfera latina es parangón a esas instituciones inglesas. Jei


Beibi, el octavo álbum, desecha la efervescencia para recorrer sus caminos habituales con pausa y detalle.

Un acto de fe en tiempos de singles por goteo: el cuarteto mexicano aún confía en el formato disco, en el orden de las canciones y la configuración del relato. Incluso piensan, lo declaró en reciente entrevista el guitarrista Joselo Rangel, en esa vieja lógica del LP y el casete, de la cara A y B. La trama aquí adquiere un cariz zigzagueante entre cortes alusivos al brillo de antaño, otros taciturnos y reflexivos.


El elemento rítmico resulta crucial, una vez más cortesía de los excelentes arreglos en batería en un grupo que formalmente no alinea el instrumento, mientras la voz de Rubén Albarrán, que suele ser chillona y a veces algo irritante, se expande en texturas más graves.


Arranca 1-2-3, un corte de doble filo, efectiva pieza de synth pop cruzada por una guitarra funk y letra romántica con alcances a la desaparición de los 43 estudiantes en Ayotzinapa: “cómo te pido que no seas una más, de las historias que se cuentan a diario, no quiero que seas sólo un número más (…) 1-2-3 cuéntalos bien, y si sigues tal vez llegues a 43”. Matando pulsa un ritmo con sabor a folclor argentino -por cierto, produce una vez más Gustavo Santaolalla-, que crece como un torbellino irremediable.


Automático es lo más parecido en todo el álbum a los primeros años del conjunto con máquinas de ritmo, sintetizadores colorinches y mensaje directo: “de corbata y celular, solo me quieren explotar”.


Las fusiones en Enamorada implican un nivel de virtuosismo que no se relaciona con acrobacia sino el buen gusto para maridar, sostenida entre un tiempo acompasado, rasgueo en clave reggae, pinceladas de tango, y retoques de bolero en la interpretación. Resolana de luna eleva el espíritu con magnífica arquitectura de guitarra y batería. El mundo en que nací, canción de amor filial de carácter nocturno, tiene ecos de Revés/Yo soy (1999). Nuevamente percusión y guitarra protagonizan Disolviéndonos con aires progresivos -pasajes etéreos, cortes, métricas ajustadas-, camino que Café Tacvba explora desde Sino (2007). Jei Beibi, editado por lo demás de manera independiente, representa un triunfo como síntesis de géneros y ejemplo de maestría musical, sólo posible de alcanzar tras décadas de ejercicio e inquietud artística.


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Published on May 13, 2017 01:06

Algo se mueve en Brasil

Es difícil, aturdidos como estamos todos por el culebrón de Lava Jato, perder de vista que empiezan a ocurrir en ese país otras cosas importantes. Importantes, quiero decir, para Brasil pero también para América Latina, donde pesa mucho y pesaría más si no hubiese estado tan mal gobernado.


El gobierno de Michel Temer cosecha ya algún éxito económico y, lo que es más pertinente, impulsa reformas que cualquiera que fuese Presidente de Brasil tendría que llevar a cabo si tuviera un mínimo de lucidez sobre las causas del fracaso del modelo imperante.


Temer llegó a Planalto tras la polémica destitución de Dilma Rousseff y bajo cuestionamientos éticos dirigidos tanto a su Partido del Movimiento Democrático Brasileño como a él. Por ahora lo único que se sabe a ciencia cierta es que Temer pidió y recibió donaciones de empresas que están en el ojo del huracán, pero no está claro que fuesen ilegales ni que él haya correspondido a esos donativos con tratos de favor. Esas investigaciones deben seguir su curso y tener el desenlace que corresponda, incluyendo, si fuera necesario, la destitución del Presidente. Pero mientras no esté claro que ha tenido responsabilidad o culpa en un acto delictivo, su Presidencia debe seguir hasta que las urnas decidan, el próximo año, quién lo sucederá en el cargo.


Temer está haciendo lo que dijo al asumir la Presidencia. ¿Qué dijo? Dos cosas que son una misma porque sin la primera la segunda sería inviable: primero, que no optará a la Presidencia en 2018, con lo cual su breve gestión se limitará a completar el mandato de Dilma; segundo, que en este “interinato” breve dedicará su energía a empezar unas reformas -en los campos fiscal y tributario, previsional, educativo y laboral- indispensables para liberar a Brasil de la tela de araña del modelo estatista/populista actual. Un modelo que ha provocado un desbarajuste monumental.


Gracias a una mayor disciplina monetaria y fiscal, la inflación ya ha caído a su nivel más bajo en 10 años e incluso se ha situado por debajo del 4,5% que el Banco Central tiene como referencia. Además, el Congreso ha aprobado un límite que impedirá que el presupuesto pueda seguir creciendo en el futuro; la Cámara de Diputados ha cambiado una legislación laboral de inspiración corporativista que data de 1943, reduciendo el poder monopólico de los sindicatos sobre la negociación colectiva y bajando los costos del empleo, y se espera que el Senado dé su aprobación en pocas semanas; la comisión clave de Diputados ya ha dado luz verde a la reforma de las pensiones, que devolverá algo de racionalidad a un sistema en el que la gente se jubilaba con 54 años en promedio y beneficios imposibles de financiar a mediano plazo, y que cuesta el equivalente al 10% del PIB (los compromisos totales ascienden a cuatro veces el tamaño de la economía); se anuncia, por último, la reforma educativa para desapolillar un sistema que ha dado pésimos resultados.


Esto sucede con un Temer impopular (su aprobación roza el 15%), con la sombra de Lava Jato planeando sobre la cabeza del gobierno y con los poderosos sindicatos y movimientos de protesta social, cercanos aliados del PT, convirtiendo las calles en una batalla campal. Si Temer sobrevive, lo que está por verse, su sucesor o sucesora se beneficiará de que él esté pagando el costo político de unas reformas (todavía tímidas) que alguien tenía que empezar.


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Published on May 13, 2017 00:48

May 11, 2017

Más allá de Francia y Europa

“Todos contra Le Pen” fue el lema de la reciente elección presidencial en Francia, y aparentemente rindió sus frutos. El candidato liberal y europeísta ganó con un 66% de los votos y ahora los partidos y movimientos que lo apoyaron se congratulan tanto por un triunfo vistoso, como por la derrota del Frente Nacional de Marine Le Pen. Indudablemente, si esta elección se mirara como un tema coyuntural, como un suceso de corto plazo, podría hablarse de una gran victoria. Sin embargo, por debajo de la marea de aquel éxito fluyen aguas muy turbias.


En efecto, el Frente Nacional obtuvo su mejor resultado histórico, con un tercio de las preferencias de los votantes. En lugares como Calais, Le Pen logró un apoyo mayoritario a sus planteamientos nacionalistas habida cuenta de las tensiones causadas en la población local por la inmigración ilegal y los refugiados. Pero esto es sólo el comienzo de un asunto mucho mayor, pues existen extensas corrientes planetarias que no se van a detener con una elección, ni con la buena voluntad de un joven presidente que abraza a las “elites” europeas mientras Francia es golpeada por la globalización, el desempleo y el terrorismo yihadista. Le Pen en Francia, May en Inglaterra, Trump en Estados Unidos, o el mismísimo Putin en Rusia, representan reacciones al avance de una globalización que aparenta no tener un “dueño” específico, que pisa fuerte y que va dejando demasiados heridos en el camino.


Las voces de alerta surgen desde los más diversos lugares y estamentos: las iglesias cristianas de Europa, el islam, el budismo, los partidos nacionales europeos y americanos, las múltiples corrientes contrarias a la globalización, entre tantas otras. Son advertencias pasajeras, pues el liberalismo de mercado no puede detenerse por ahora y sigue su marcha hacia una meta que pretende ser homogénea en común, hacia un resultado que  identifique a sus partidarios con el éxito que se logra a través de la Unión de Voluntades, y que más parece una amalgama pegada con engrudo que otra cosa, habida cuenta de las disímiles condiciones vitales existentes entre los ganadores y los perdedores de este proceso globalizador, también conocido como mundialismo. No importan demasiado las víctimas; los beneficiados por el sistema siguen votando y escogiendo más de lo mismo, y luego regresan con toda placidez hacia sus hogares por la tarde, a gozar de una buena cena. No les interesa saber que más de la mitad de los habitantes del planeta no participan en elecciones democráticas – no son parte de la actual estructura -, y que más de 2.000 millones de personas se acuestan con hambre por la noche. El éxito produce ceguera, no permite ver que el mundo se encuentra inmerso en un proceso de transición inevitable, que aún tiene un largo camino por recorrer.


Entre las poblaciones pobres del planeta, esta compleja transición continuará generando muchas angustias, tensiones sociales y alteraciones; las guerras fratricidas, las migraciones forzadas y los actos terroristas son y serán cada vez más frecuentes. El cruel resultado de esta situación es que a pesar de todas las conferencias internacionales y buenas intenciones orientadas a terminar con la desigualdad, ésta aumentará su presencia a medida que el creciente desorden destruya a Estados débiles, en las  numerosas zonas conflictivas del mundo.


El explosivo crecimiento en Francia del Frente Nacional – o como quiera que se llame más adelante -, es una primera señal de que se comienza a transitar hacia el surgimiento de formas de gestión y de direccionamiento del poder totalmente distintas, que en su futura evolución tendrán pocos puntos de similitud con las estructuras que hemos instaurado en los últimos doscientos años para ejercer el poder político, donde se impuso la democracia como forma de gobierno dominante en Occidente. Sin embargo, la separación entre lo público y lo privado se irá haciendo cada vez más difusa. La totalidad de la vida política, económica y social de individuos e instituciones fluirá a través de una amplia red de distribución, intercambio e información, con sofisticados sistemas de fiscalización y control. En ese futuro aún distante, el orden público – el bien más preciado hoy y mañana -, quedará asegurado a través de mecanismos de regulación y coerción tremendamente eficientes, inevitables y rara vez apelables. Algo de esto ya está comenzando a imponerse de manera incipiente, en vastos sectores de Occidente y también de Oriente, habida cuenta de las recurrentes crisis económicas, políticas, sociales, humanitarias y de seguridad que asolan al planeta.

Las comunicaciones son globales e instantáneas; todo se sabe, se informa en tiempo real, para bien o para mal. En esa futura época visualizada –  a fines de este siglo, quizás más allá -, no existirán fronteras ni defensa ante poderes externos por cuanto habrá tan solo un poder, que será planetario, única forma de minimizar y acabar con el descontrol. Cada región, cada sector y cada proceso económico accederá, de acuerdo con la potestad relativa que ostente, a diversos cuerpos directivos e instancias de decisión que, en forma escalonada, administrarán la operación de una enorme tecnoestructura planetaria, muy distinta a la meramente empresarial descrita por John K. Galbraith medio siglo atrás en su obra “El Nuevo Estado Industrial”, pues a futuro ésta tendrá una clara orientación hacia el control político.


La actual experiencia al interior de la empresa demuestra que la administración eficiente de los negocios, debe realizarse con gran flexibilidad y a través de esquemas horizontales, lo que se ve posibilitado y facilitado por grandes adelantos tecnológicos. Sin embargo, la gestión y control político-mundial de todo el proceso financiero y macroeconómico, se realiza según esquemas crecientemente verticales y autocráticos. El poder real en el futuro gobierno lo detentará una compacta estructura para la cual lo importante será la eficiencia del sistema en todos los ámbitos bajo su  direccionamiento. Esa suerte de gobierno planetario se abocará también al mejoramiento de la calidad de vida de las grandes masas de pobres y a la justicia social, como método para evitar los conflictos, manteniendo así el orden y la paz. Este poder incorporará mecanismos de auto-regulación y corrección sustentados en la recepción y estudio de enormes cantidades de información, procesada e interpretada de manera permanente.


La máxima figura mundial no se parecerá ni a un presidente, por cuanto ello traería recuerdos de ineficacia y debilidad, ni mucho menos a un “Chief Executive Officer” ya que esa figura es sólo válida para conducir los procesos administrativos horizontales en el ámbito de los negocios, pero en el mundo del futuro la economía planetaria habrá quedado subordinada al poder político y militar de la Autoridad Máxima, y sus delegados. Resulta muy decidor comprobar que a pesar de las constantes alabanzas a favor de la democracia – la alianza de facto contra Le Pen en Francia es un buen ejemplo de aquello -, se tolera, por otra parte, la existencia de regímenes autoritarios como China o crecientemente policiales como Estados Unidos, pues en ellos están la semilla y el modelo que servirán de conexión hacia las nuevas formas de gobernar un mundo cada vez más convulsionado y sobrepoblado.


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Published on May 11, 2017 05:52

Piñera, malos augurios

PIÑERA DIO a conocer sus primeros lineamientos programáticos. Aparecen propuestas  de interés: plan de infraestructura, similar al del excandidato Lagos; maximizar el uso de internet en el Estado; crear una Oficina de Presupuesto del Congreso; establecer autoridades metropolitanas, sin especificar si serán elegidas democráticamente.


Llaman la atención temas ausentes, que podrían revelar su falta de valoración, relativos a las Pymes, la colusión y el abuso empresarial y asociado con ello la escasa importancia asignada a la competencia, los desafíos medioambientales, la negociación colectiva, la ciencia y tecnología y una visión de la mujer como madre sin incorporar los desafíos que ellas enfrentan como trabajadoras, como profesionales y como personas integrales.


La visión global es preocupante. Parte de  un diagnóstico que atribuye los problemas de Chile a las reformas de Bachelet. Ignora tanto las contrapuestas visiones políticas respecto de temas cruciales como la Constitución y los sistemas de pensiones, salud y educación que dificultan la convivencia nacional, como los problemas estructurales que afectan la economía tales como el estancamiento de la productividad, alta dependencia de los recursos naturales y la bajísima inversión en ciencia y tecnología. Se centra en revertir las reformas, arriesgando con ello que, en caso de ganar, dilapide  su capital político en una contrarreforma que enfrentaría una fuerte oposición en la calle y en el Congreso, con efectos negativos sobre el llamado “ambiente de negocios” para, finalmente, en el mejor de los casos, retrotraer políticas al año 2013 sin haber abordado los problemas estructurales que nos afectan, evadiendo los nuevos desafíos.


La propuesta económica social reafirma y consolida la privatización del sector social, elimina la tributación de las empresas (cuyos pagos volverían a constituir un mero adelanto de la tributación de sus propietarios) y genera presiones sobre los equilibrios fiscales. En salud, reafirma la privatización, al optar por licitar la resolución de listas de espera al sector privado, en lugar de mejorar y acelerar la inversión en salud pública, lo que implica costos mayores que presionarán el déficit fiscal. En pensiones, reafirma el sistema de AFP, sin introducir siquiera reformas menores y propone reducir el aporte patronal propuesto por el actual gobierno en un punto, dejando que los problemas de la vejez sigan siendo un gran negocio para unas pocas empresas.


Al retrotraer la reforma laboral e impulsar la flexibilización del trabajo impulsa la precarización del trabajo, lo que unido a la falta de iniciativas para generar nuevos sectores productivos y empleos de alta productividad se traduce en exigencias adicionales para el Estado,  que deberá compensar la caída del nivel de salarios con recursos públicos. En este contexto se entiende el relanzamiento del llamado “ingreso ético familiar”.


Desde el punto de vista sistémico este conjunto de medidas, junto con la rebaja del impuesto a las empresas y el restablecimiento de un sistema integrado que abrirá amplios portones para la evasión y la elusión, hace prever un aumento del déficit fiscal.


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Published on May 11, 2017 05:25

Por qué seguimos necesitando el Simce

Desde hace ya varios años, cada vez que se publican los resultados nacionales de la prueba Simce, ciertos académicos y personas relacionadas a la educación acusan a este instrumento de ser, en resumen, el responsable de la baja calidad del sistema escolar chileno. Los argumentos planteados van desde aportes y perspectivas que enriquecen la mirada de la educación, a ciertas elucubraciones que asemejan teorías conspirativas propias de la ciencia ficción. Muchos han llamado a la eliminación total de este test. En este sentido, es de interés volver a recordar por qué necesitamos el Simce.


En primer lugar, debiéramos valorar el hecho de contar con una herramienta de buena calidad técnica que permite conocer los logros de aprendizaje del currículum de todos los establecimientos del país. No una muestra, sino todos. ¿Qué cosas nos han dicho estos datos? Que la Jornada Escolar Completa no estuvo ni cerca de tener el efecto esperado, que existe una brecha persistente en términos de logros de aprendizaje entre hombres y mujeres que se acrecienta a medida que avanzan en su formación, que existen escuelas que efectivamente “agregan valor”, mientras que otras no logran hacer una diferencia. El volumen y diversidad de investigación educativa que se ha generado en base a estos datos, así como los aportes para sustentar políticas públicas es innegable.


En segundo lugar, y aunque suene obvio, es importante recordar que las escuelas subvencionadas se financian con recursos públicos, y que por lo tanto es relevante que los contribuyentes (es decir, todos quienes paguen al menos el IVA) estén el tanto de qué resultados tiene una inversión significativa del presupuesto nacional. Por cierto, no es una medida absoluta ni definitiva, llega a ser cansador tener que repetir que el Simce no es igual a calidad. Sin embargo, es a todas luces la forma más confiable y válida de estimar si en cada establecimiento se están logrando, al menos, los aprendizajes mínimos del currículum. Ésta es una información que todo ciudadano tiene derecho a tener a la vista, de la manera más clara, transparente y explícita posible, porque cada peso que se gasta en educación, se deja de gastar en necesidades igualmente urgentes como salud, infraestructura, transporte, etc. Por un criterio de responsabilidad fiscal, es clave saber cómo se están gastando nuestros recursos, y tomar decisiones al respecto.


Finalmente, constituye una herramienta inigualable para los padres a la hora de elegir un establecimiento educacional para sus hijos, así como para monitorear los resultados del que ya eligieron. Hoy, el sitio web de resultados Simce de la Agencia de Calidad de la Educación presenta una considerable cantidad de información sobre cada establecimiento, incluyendo su trayectoria en el tiempo en los distintos niveles e indicadores de desarrollo personal y social, además de orientar a los padres para no hacer comparaciones injustas o incorrectas. Debemos evitar que el sistema escolar se cierre sobre sí mismo y se vuelva opaco para la opinión pública.


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Published on May 11, 2017 05:02

El árbol del Imacec

Cuando estudiaba economía en Venezuela a principios de los 90, el país estaba creciendo rápidamente. Las reformas pro-mercado del gobierno de Carlos Andrés Pérez estaban dando frutos, y a pesar de la convulsión social que comenzaba a arreciar, había mucho optimismo en el aire.


En ese entonces, un prestigioso economista de Harvard vino a darnos una charla y echó agua fría sobre nuestras expectativas. “La economía venezolana -nos dijo- sufre un problema de productividad severo, que va a minar sus posibilidades de desarrollo. Ustedes van camino directo al desastre.”


El problema, nos dijo, iba mucho más allá de la apertura comercial, de la política monetaria o de las cuentas fiscales. La productividad venezolana había crecido en los años 50 y 60 gracias a la inversión en la industria petrolera, una industria que en los 90 estaba enfrentándose a rendimientos marginales cada vez menores. “No se dejen engañar por el árbol de las buenas noticias puntuales. Recuerden que están en un bosque lleno de problemas estructurales.”


No pude dejar de recordar a ese profesor en estos días, cuando las calles venezolanas arden como consecuencia, en parte, de esos problemas estructurales que no pudimos atacar.


Como bien sabemos, el Banco Central de Chile anunció en días recientes que el IMACEC de marzo aumentó un 0,2% con respecto al año anterior, lo cual superó las expectativas de los mercados. El ministro de Hacienda, ávido por ponerle un “spin” positivo a la cifra, anunció que era una “buena noticia” y que dejábamos atrás “un trimestre difícil.”


Sin embargo, el ministro sabe, que si bien superar las expectativas de los mercados sirve para respirar un poquito más aliviados, el IMACEC de marzo no sugiere que los problemas que tiene la economía chilena a mediano y largo plazo se hayan solucionado.


Hace unos meses, la Comisión Nacional de Productividad publicó un informe lapidario acerca de la naturaleza de esos problemas. En él se especifica que el crecimiento de la productividad de la economía chilena ha caído dramáticamente en los últimos quince años. Esta caída no es atribuible sólo a la caída en la productividad minera, sino que se extiende a la no minera.


¿Qué hacer entonces? ¿Cómo enfocarnos en los problemas del bosque y no tanto en las noticias puntuales que, positivas o negativas, no debieran ocultar la verdadera naturaleza del problema?


Si bien hay muchas visiones, todos los sectores coinciden en que Chile necesita diversificar su economía. Las tasas de retorno en los sectores ya maduros de la economía – minería, agricultura, pesca, etc. – son cada vez menores. Chile necesita redescubrirse, necesita explorar nuevas industrias, exportar cosas diferentes, innovar. El debate es cómo logramos eso.


Hay una visión que dice que lo que Chile necesita es reforzar los mecanismos de mercado. Si se liberan las regulaciones, se disminuyen los impuestos y se invierte en educación, pues… voilá, la confianza aumentará, las inversiones llegarán y la economía comenzará a crecer de nuevo.


Pero la experiencia nos dice que eso no basta. En ninguna de las grandes historias de diversificación y desarrollo de los últimos años en la historia mundial –China, India, Corea del Sur, Singapur, Irlanda, Finlandia– hemos visto que el mercado por sí solo haya sido el responsable de los cambios en la tendencia. En cada uno de esos ejemplos, el Estado ha sido proactivo en solucionar problemas específicos de industrias clave, ha fomentado la innovación en cierto tipo de actividades, y ha priorizado infraestructura orientada hacia la solución de cuellos de botella relacionados con industrias en particular.


En otras palabras, si el bosque tiene problemas, hay que plantar los árboles adecuados. No hay que buscar que se instale cualquier árbol. No se deben bajar los impuestos a destajo para que se beneficien las mismas industrias que ya existen, sino que debe haber un poco más de planificación que especifique ciertas industrias clave para desarrollar.


El reto que tiene Chile por delante es enorme. Si no logra diversificar su economía en los próximos años, no podrá retomar un sendero de crecimiento que lo leve al desarrollo. El país corre el riesgo de que la decepción se apodere de la opinión pública y se busquen soluciones heterodoxas.


Y de decepciones y soluciones heterodoxas está pavimentado el camino a Caracas.


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Published on May 11, 2017 05:00

Piñera y el Transantiago

Ante la propuesta del “Fin al Transantiago” planteada por el candidato a la presidencia, cabe hacerse algunas preguntas. ¿Cuánto demorara ese fin, y por qué sistema será reemplazado? Se propone al metro como el eje del transporte público de la ciudad de Santiago. Pero luego de inaugurar las líneas 3 y 6 el 2018,  además de construir y poner en funcionamiento las líneas 7 y 8 en unos 6 años más, aun será necesaria una cantidad muy importante de buses. Y no solo como alimentadores de las redes de metro, sino también como troncales en áreas de la ciudad en donde la distancia al metro lo hará necesario. Así, este mensaje de campaña de terminar con el Transantiago, puede generar la percepción de un cambio radical a corto plazo, cosa que difícilmente ocurrirá. Como consecuencia se producirá frustración en los usuarios del sistema al ver que las expectativas no se cumplen, y un potencial efecto de esto es que la elevada evasión actual, podría verse incrementada aún más producto de un mensaje de este tipo. Es importante entender que el sistema seguirá siendo un sistema mixto, de una red de metro y buses de superficie en forma integrada, y que no solo se debe invertir en el crecimiento de las redes de tren subterráneo, sino que también hay deudas pendientes desde ya hace mucho tiempo en la infraestructura de vías exclusivas y zonas pagas de la ciudad.


La segunda pregunta es el financiamiento de estas nuevas redes de metro. Según se ha informado, el valor aproximado será de U$ 10.000 millones de dólares. Esta inversión se contrasta con los anuncios recientes de falta de presupuesto para esto, por parte de la presidenta. Se argumentan una seria de condiciones futuras para lograr conseguir estos fondos, desde un aumento en el crecimiento del país, la reestructuración de los subsidios, hasta la posibilidad de concesiones. Es este último punto el que plantea las mayores interrogantes. ¿Es que se propone un mecanismo para licitar las nuevas líneas de metro ? La operación en manos de privados hace que un sistema critico de la ciudad, dependa de un contrato de licitación, en que la reacción a una mala calidad de servicio se ve postergada por los plazos del contrato. Junto a esto, el monto de una inversión de este tipo hace necesarios plazos de licitación extremadamente largos, de 20 o 25 años (Transantiago busca reducir los contratos de 10 a 8 años). Es importante decir que en el mundo no existe ningún sistema de metro privado, y es probable que esto se deba a la importancia estrategia de estos sistemas de transporte público y la dependencia que la calidad de vida de una ciudad tiene de ellos.


Una alternativa a explorar es la captura de plusvalía. Es decir, que al construir una infraestructura como metro, el aumento en el valor de suelo que se produce, no se traspase gratuitamente a la especulación inmobiliaria, sino que se permita recuperar parte de este aumento de valor para reinvertir en el financiamiento de las nuevas líneas de metro. El valor de la construcción del tren subterráneo en Chile es de aproximadamente U$75 millones de dólares por kilometro, y por otro lado numerosos estudios recientes han identificado un aumento de hasta un 88% en el valor UF por metro cuadrado en los sectores en que se instalaran las líneas 3 y 6. Este aumento de valor se puede capturar mediante diversos mecanismos, como por ejemplo un impuesto a la gestión inmobiliaria en las proximidades de la infraestructura construida con el dinero de todos los chilenos. Pero además es posible considerar mecanismos de gestión inmobiliaria por parte del estado, el cual podría generar una densificación en terrenos estratégicos de la ciudad. Esto requiere modificaciones a las leyes que actualmente rigen la acción de las instituciones estatales, pero si se quiere renovar el estado y superar los vicios del pasado, se deben considerar cambios que reflejen estrategias mas contemporáneas de gestión de la ciudad.


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Published on May 11, 2017 05:00

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Óscar Contardo
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