Óscar Contardo's Blog, page 172
May 22, 2017
El erizo y la zorra
LA CARTA de la Comisión Patrimonio 2002-2011 del PS contribuyó a sacar a su partido, en apenas tres días, del vendaval de confusiones, sospechas, falsedades y respuestas no convincentes que lo asediaban interminablemente. Pero no podía dar respuesta ni impedir, el debate dentro y fuera del PS, sobre su deber ser; y sobre contradicciones inherentes a sus mayores virtudes.
No es extraño que el PS haya encarnado la renovación de la izquierda. Aspira como toda izquierda, a la coherencia ideológica, pero es el único donde prima lo popular sobre ella. Así, cuando anhelos populares discrepan de ideología, partidos como el PC optan por lo ideológico en la esperanza que las “desviaciones” populares se corregirán y el pueblo reconocerá quién mantuvo inmutable su pensamiento, mientras el PS opta por navegar con su pueblo, cambiando él y marchando con los tiempos.
Pero la aspiración ideológica lo complica. Fue protagonista clave en esos tiempos de Concertación indiscutiblemente exitosos para Chile y su pueblo, resolviendo una ecuación virtuosa de lucha contra la pobreza, economía de mercado, alianza con no socialistas para tener mayorías por los cambios y construir un país mejor para todos. Pero la virtud no le alcanzó para aceptarse a sí mismo. Tenía un desajuste entre las lógicas que proclamaba y practicaba. Relativizó su obra extraordinaria diciendo que no podía hacer más, por “los amarres” de la dictadura. Se hizo así más vulnerable a derecha y ortodoxia radical.
Hay en el PS algo de lo que ve Isaiah Berlin en Tolstoi, en “El erizo y la zorra”. Ningún otro partido de la izquierda chilena ha tenido su sensibilidad para captar y contener la diversidad mutante de la vida social, pero convive en él con la pasión contradictoria de anhelar un pensamiento único y atemporal que la interprete.
Hoy, aunque la tormenta sobre sus inversiones amaina, no podrá eludir por mucho tiempo el debate sobre la economía de mercado. Esa, que tiene muchas variantes, pero se impone en el mundo y es en la que viven las democracias. Unos querrán zanjarlo en el tribunal de disciplina y otros en el debate de ideas (ver por ejemplo “Carta al PS y sus votantes” de la periodista Lucía López (@lucialopezchile) preguntándose, a propósito de la polémica sobre el patrimonio socialista, si el PS de hoy puede ser igual al de los 70).
No es esta la mejor coyuntura para hacerlo. Esa vulnerabilidad socialista será explotada por el Frente Amplio que, con el caldo de ortodoxia “sigloveintera” y pragmatismo que lo caracteriza, ve a PS y PC como cantera electoral. Lo acusará de inconsecuente, de “lucrar”, etc. La derecha que, de perder su monopolio de la economía de mercado solo le quedaría Pinochet, también le dará lo suyo.
Pero, en fin, estas discusiones se dan cuando se dan. Brotan más fácil en tiempos de crisis y se hacen ineludibles en tiempos de derrota cuando, como dijeron Rosa Luxemburgo y la historia postgolpe del PS, se piensa más que en los de victoria. Ese aprendizaje es condición necesaria para que la historia de una nueva oportunidad. Como la tuvo el PS el 90.
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La hora de la infraestructura
PESE A las marcadas diferencias que se van revelando en el ámbito político y social entre las propuestas de los candidatos presidenciales, llama la atención el énfasis que todos dan a reimpulsar la inversión en infraestructura, sus aspectos institucionales, financiamiento, así como incluso recuperar la confianza en la colaboración público privada.
Si revisamos algunas de las propuestas, -de izquierda a derecha-, partiendo por Beatriz Sánchez, si bien ella es la que menos desarrolla el punto, al menos compromete una “renovada infraestructura pública en salud.” Su contrincante en el Frente Amplio, Alberto Mayol, va un poco más lejos, -tal vez demasiado lejos-, proponiendo transformar los fondos de pensiones en un “fondo de inversión social de US$200 mil millones” para financiar tranvías urbanos, un tren de alta velocidad Arica-Puerto Montt y uno convencional de Puerto Montt a la Patagonia.
En el oficialismo, Carolina Goic ya anunció “un plan de infraestructura que, además de impulsar la inversión y mejorar la producción, se enfoque en elevar la calidad de vida.” Y el equipo de Alejandro Guiller adelantó “un Plan Nacional de Infraestructura y Logística, el cual contará con diálogo y aspira a iniciar una alianza público privada de largo plazo” junto con agilizar concesiones privilegiando proyectos que favorezcan la inversión, el empleo y también acelerar las decisiones ambientales en grandes proyectos.
En cuanto a la centroderecha, Felipe Kast avanza en modernizar la institucionalidad con un nuevo “Ministerio de Infraestructura y Conectividad” que uniría a Transportes, Bienes Nacionales y Obras Públicas, mientras hace suyas las propuestas del expresidente Lagos en temas de transporte urbano, puertos y otras obras. Sebastián Piñera, por su parte, avanza en un “plan de infraestructura pública y privada a ocho años plazo, denominada Plan Chile Invierte 2026,” que contempla una cartera de proyectos por más de US$ 20 mil millones. Manuel José Ossandón también busca impulsar la productividad con mejor educación y a través de inversión en infraestructura y obras públicas, donde las concesiones sean una opción. Finalmente, José Antonio Kast avizora la creación de tres nuevas zonas francas que junto a inversión en infraestructura potencien el desarrollo y empleo.
Tal consenso no es casual, y tiene que ver con un reconocimiento transversal del alto costo que tuvo haber dudado, reformulado, o incluso detenido planes y proyectos como las concesiones hospitalarias. Chile no cuenta con una Política Nacional de Infraestructura, razón por la cual cobra valor el trabajo que impulsan instancias como el Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), plataforma transversal que incorpora a los gremios, universidades y actores de la industria para proponer políticas de Estado, independientes del gobierno de turno. Estas ideas fueron presentadas la semana pasada a los candidatos en el documento: “Infraestructura para nuestro desarrollo: construyendo un Chile mejor” que detalla las áreas de inversiones y principales obras que se requieren en sectores como vialidad, transporte público, aeropuertos, ferrocarriles puertos y recursos hídricos e infraestructura digital, para el futuro de nuestro país. Si tenemos consenso en el plan, es de esperar que quien lidere el país hacia el segundo cuarto del siglo XXI no solo cuente con buenas ideas y proyectos, sino se atreva a implementarlos en forma decidida y efectiva.
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Felipe Kast y sus mediáticos agresores
Felipe Kast, el más ansioso de los candidatos en las primarias, organizó esta semana un acto donde pretendía sumarse a la larga lista de personas que quieren apropiarse del legado de Lagos. Su participación entró en los noticiarios, no por el documento donde se presentaba como el verdadero neolaguista, sino por las imágenes donde un grupo de personas corren por el parque Bustamante con intenciones claras de agredirlo. La violencia de las imágenes hizo temer lo peor y, por suerte, la integridad del diputado no sufrió daños.
El rechazo a tal acto de vandalismo fue transversal, incluyendo a la diputada Vallejo, quien en una misma frase donde muestra todo su desprecio por lo que representa el diputado por Santiago, condena con dureza la violencia de la que fue víctima.
Felipe Kast ha construido una campaña sobre la base de llamar la atención más que proponer ideas. Lo curioso de su estrategia, y que lo diferencia de un populista tradicional, es que alrededor suyo ha logrado constituir un partido con lo mejor de la intelectualidad de la derecha en Chile. Mientras Kast busca segundos en TV, sus asesores elaboran programas y buscan desatarse del viejo estigma del conservadurismo tradicional chileno, siempre ligado más a los poderes fácticos que a la defensa del mercado y de las personas. Mientras el think tank que lo apoya propone una sociedad donde prime la competencia, su candidato dedica su espacio a criticar a Manuel José Ossandón, quien ha sido el mayor impulsor de competir dentro de su sector político.
Paradojalmente, el más conservador de su grupo es el mismo Felipe Kast, que al mismo tiempo que se viste de mujer, defiende a ultranza la legislación más restrictiva del mundo en materia de derechos reproductivos. Sin temor alguno a la represión de la dictadura, marcha con decisión con las Damas de Blanco, grupo opositor cubano formado por familiares de presos políticos, pero nunca en su vida política ha ido a ver a las mujeres de la asociación de familiares de detenidos desaparecidos o ha alzado su voz para defender el museo de la Memoria, vilipendiado por su sector político.
Felipe Kast es en sí un contrasentido, y por ello es un candidato interesante en esta campaña y un símbolo de la liquidez de esta. El diputado es un buen militante de la nueva política, donde las formas se convierten en la mayor fortaleza, y donde es más importante parecer liberal que serlo. Y al mismo tiempo que hace lo imposible por segundos en los noticiarios, promueve el más interesante proyecto de renovación en la derecha para el largo plazo.
Su propia campaña puede convertirse en un hecho político inédito. Si logra su objetivo y logra obtener una alta votación, podría hacer que Ossandón derrote a Piñera, pues su crecimiento en las encuestas es solo a costa del ex presidente.
Volviendo a la agresión de que fue víctima, y fiel a su estilo posmoderno, el diputado Kast comunicó por redes sociales que se ha negado a tener protección policial y hasta ahora no ha efectuado denuncia alguna. No ha tenido en cuenta que la violencia política es una enfermedad que puede extenderse, y solo prevenirla desde sus inicios evita la espiral en que han caído otros países, con el correspondiente desprestigio de la democracia. Muchas veces, detrás de los agresores hay intereses, como fue el caso de quien funó con publicidad al senador Girardi en un vuelo internacional. En contraste, para el diputado, su propio martirologio mediático es lo más importante.
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Gratuidad de mala calidad
En agosto de 2015 elaboramos un documento denominado “Acreditación y gratuidad: análisis del actual sistema de acreditación y sus posibles cambios” que, entre otras cosas, señalaba la necesidad de vincular la gratuidad con la acreditación de carreras. Dijimos en ese tiempo, hace ya casi dos años, que de no hacerse esta vinculación, a poco andar el país se vería sorprendido por un nuevo gran escándalo: miles de jóvenes estudiando gratis (con plata de todos los chilenos para ser más preciso), en carreras ¡NO ACREDITADAS!
Pues el tiempo nos dio la razón: hoy se sabe que más de 56.000 alumnos, esto es un 40% de los estudiantes beneficiados con la gratuidad, se matricularon el año 2016 en carreras no acreditadas. Llevado a pesos, estamos hablando de aproximadamente 158.000.000.000 de pesos (¿muchos ceros?, son 158 mil millones de pesos, o si lo prefiere, 240 millones de dólares) destinados a financiar estudios de dudosa calidad. Un despilfarro de miles de millones que simplemente podrían terminar en la basura.
Las autoridades no pueden desconocer esta situación. Lo advertimos a la Comisión Nacional de Acreditación y al Mineduc. Compartimos el análisis con rectores de universidades y ‘think tanks’. Incluso enviamos el estudio a diversos parlamentarios para su conocimiento.
¿Cómo es posible que esté ocurriendo esto hoy entonces? La respuesta es muy simple: al gobierno no le interesa la calidad. Si lo anterior no es prueba suficiente, acá otra: en el proyecto de ley de reforma de la educación superior, presentado recientemente por el Mineduc, desaparece la acreditación de carreras.
Resulta difícil saber con exactitud por qué el gobierno quiere eliminar la acreditación de carreras, en especial si se considera el errático camino de esta reforma. Fuimos testigos durante casi tres años de minutas que se sucedían una tras otra y que la mayoría de las veces eran contradictorias entre ellas. Sin ir más lejos, la última, de principios de este año, consideraba la acreditación de carreras, e incluso mantenía en las agencias especializadas (privadas) este proceso. Sin embargo, a los pocos días, se presentó un proyecto de ley muy distinto que elimina la acreditación de carreras y excluye a las agencias privadas del sistema de aseguramiento de la calidad. No existe una explicación oficial para esto, pero se sabe que algunos asesores del Mineduc, además de un grupo de parlamentarios oficialistas, estarían detrás de esta medida.
Desaparece entonces la única forma de saber, a ciencia cierta y con un grado razonable de objetividad, la calidad de la formación que se imparte en las carreras de pregrado chilenas.
De vuelta en el escándalo que nos convoca (esos 56.000 estudiantes que cursan carreras no acreditadas, financiados por todos nosotros a través de nuestros impuestos), lo más increíble de todo es que, conocida la noticia, no ha existido ninguna reacción del Gobierno: ni la presidenta, ni ninguno de sus ministros, ha dado una explicación de este despilfarro de recursos públicos. Ningún político se ha escandalizado. Peor aún, no he escuchado a ningún rector poner el grito en el cielo tampoco, ni siquiera de aquellos que semana tras semana vociferan a favor de la calidad (argumento utilizado como excusa para defender sus propios intereses corporativos).
Así las cosas, al parecer a nadie le importa que la gratuidad sea de mala calidad.
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Resurrección azul
Eso fue. Una verdadera vuelta a la vida. No sólo de un equipo de fútbol, sino de una institución que, en razón de su grandeza, no podía seguir arrastrando frustraciones por más tiempo. Dos años de buenas intenciones, pero muy malas ideas y peores ejecuciones.
Desde la salida de Martín Lasarte, con una Copa Chile en el adiós, pero un pobre rendimiento en el torneo nacional, los azules sólo sufrieron. La llegada de Becaccece, que para muchos era un gran acierto, significó el comienzo de una de las peores épocas de la concesionaria. La expectativa con la que llegó le permitió tomar control del club en varias esferas más allá de sus competencias. El resultado de tamaño error fue desastroso. La peor campaña de su historia y un daño patrimonial evidente a la institución. Sobre todo en sus productos más visibles, los jugadores.
Sacó y desvalorizó a seleccionados uruguayos, pidió lo mejor del medio y se lo dieron, pero ni aún así pudo tener rendimiento. De forma increíble continuó, ahondando las equivocaciones y sumando más venta de humo con la incorporación de Luis Bonini. El balance fue peor y la U tuvo que detener el daño sacando a los chantas e instalando a una dupla histórica conformada por Castañeda y Musrri, que tampoco funcionó.
En diciembre no había margen de error para Carlos Heller, un paso en falso más podría haber sido fatal. Sobre todo para un dirigente que más allá de las equivocaciones, a diferencia de otros directivos, sí ha invertido en refuerzos poniendo varios millones de dólares para conformar el mejor plantel del fútbol chileno. La decisión debía ser certera y lo fue.
No se eligieron grandilocuencias ni versos, tampoco identificación extrema. Se optó por la sabiduría expresada a través de la humildad y un conocimiento futbolístico probado. El comienzo fue difícil, pero poco a poco se avanzó. Las comparaciones ridículas y desproporcionadas de sus jugadores con grandes estrellas dieron resultado y la metodología del abrazo y el I love you baby fueron la solución. Tan sorpresiva como sanadora. Tan revolucionaria como exitosa.
El título que coronó esta metodología es legítimo y justo. La U terminó jugando el mejor fútbol del torneo y su estrella 18 viene en un momento trascendente y necesario. Para sanar heridas y volver a mirar el futuro como este club merece. Retomando el camino de un grande, como suelen hacerlo quienes ostentan esta condición. Desde la humildad y el trabajo. ¡Salud Campeón!
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Beausejour, la figura
Es difícil competir contra los goles, la esencia del fútbol. Menos cuando un tipo que parecía no tener muchas posibilidades se destapa y alcanza medias altísimas de rendimiento, como sucedió en el caso de Felipe Mora, quizás la figura más resonante del título de Universidad de Chile.
Sí, anotar en el arco contrario es fundamental en el fútbol, pero no es lo único.
La campaña de Jean Beausejour en este Clausura, como también la de Lorenzo Reyes, merecen estar a la misma altura y, quizás, hasta un poco más arriba que la del delantero a la hora de reseñar a las figuras de la corona azul.
El caso del seleccionado nacional de 33 años es especial. Los 2,5 millones de dólares que se pagaron a Colo Colo para contar con sus servicios lo convirtieron en la inversión más cara de la historia de la U y, hasta comenzado este torneo, el zurdo no había respondido acorde a ese desembolso y su cartel.
Este semestre comenzó a pagar la deuda. Desde el principio asumió su rol en el equipo, ése que le cabe a un tipo con experiencia internacional, con dos mundiales y titular en la Roja.
Ubicado como lateral izquierdo, convirtió esa zona en la preferida por Ángel Guillermo Hoyos para atacar y desarticular a las defensas rivales, lo que cobró aún más relevancia por las dificultades que hubo -por lesiones y rendimientos- para conseguir lo mismo por la derecha.
Además, mejoró sus dotes en la marca, aunque el desborde y la potencia que muestra de la mitad de la cancha hacia arriba siguieron como sus principales virtudes. Incluso, pudo inscribirse con su primer gol en el club.
La dupla que puede llegar a armar con el recuperado Jonathan Zacarías (si es que deciden ocuparlo en ese sector) puede rendirle altos réditos a los azules, sobre todo si el argentino mantiene o se acerca siquiera al nivel que mostró antes de su lesión.
La 18ª estrella de la U no tiene un gestor único, queda claro; es la suma de muchos rendimientos parejos. Beausejour resalta entre ellos porque su recuperación fue demasiado notoria y, con ella, el equipo contó con un líder y un elemento capaz de guiar al resto en los momentos complicados de un partido.
Que la enorme campaña de Felipe Mora no opaque lo de Bose, un crack en cuerpo y alma.
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Ciudad está en crisis
La crisis institucional de nuestras ciudades no da para más. Ejemplos que vemos en la hiperdensidad de los llamados “guetos verticales”, el deterioro del transporte público y el incremento del transporte privado, los proyectos de infraestructura postergados o en conflicto, la inaceptable segregación social de miles de familias o la persistente contaminación ambiental, son solo los síntomas de la enfermedad política de nuestras ciudades.
Durante años, la urgencia de dar respuestas a estos síntomas nos llevó usar las herramientas públicas que disponíamos. Pero por más creativos que fueran los planes, normas, programas o proyectos sectoriales, los problemas no se han reducido. Por el contrario, en muchos casos nuestras políticas habitacionales, de transporte o infraestructura tuvieron efectos secundarios tan graves como la propia enfermedad.
A pesar de los notables avances sociales y económicos del país, nuestras ciudades están enfermas debido a nuestra miopía para comprender la íntima relación entre las principales demandas sociales de los ciudadanos y el desarrollo de sus ciudades. Por eso, no sería extraño, que para variar estas nuevas demandas por calidad de vida urbana queden reducidas a un par de párrafos, o peor aún, a medidas coyunturales, en los programas de los candidatos presidenciales.
Con esta preocupación, el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, entidad asesora presidencial público-privada, ha impulsado consensos político y técnicos de largo plazo, para implementar cambios de fondo al gobierno, planificación y gestión de las ciudades chilenas, que redunden en mejoras tangibles y sostenibles en calidad de vida.
Estos consensos valoran los notables avances de nuestras ciudades en las últimas décadas, pero reconocen que la forma de gobernar y planificar nuestras ciudades se basa en un marco institucional y sectorial de más 50 años que se encuentra completamente obsoleto. Por eso las medidas coyunturales ya no dan resultado y requerimos de voluntad política y un acuerdo nacional para impulsar las dos grandes reformas urbanas postergadas: Gobiernos Metropolitanos y Planificación Urbana Integrada.
En primer lugar, priorizar y perfeccionar las reformas institucionales para la creación de Gobiernos Metropolitanos, otorgándoles todas las competencias para guiar en forma participativa el desarrollo de sus territorios. Dos de cada tres chilenos viven dependen del desarrollo de nuestras diez áreas metropolitanas. Estas ciudades están expuestas a una alta fragmentación municipal, dispersión de políticas sectoriales y las mayores desigualdades en calidad de vida. En segundo lugar, urgen dictar en una nueva Ley General de Planificación Urbana, que termine la dispersión de potestades legales, y nos dote de modernos instrumentos integrados para gestionar y planificar nuestras ciudades, que supere los obsoletos planes reguladores, amplié los mecanismos de financiamiento urbano, regule los mercados de suelo y terminen con la descoordinación entre proyectos de infraestructura, transporte o vivienda.
Tenemos la esperanza que nuestras propuestas puedan transformarse en la hoja de ruta del Estado chileno más allá del Gobierno de turno, ya que éstas son producto de un consenso político para impulsar reformas urbanas que se traduzcan en mejorar en forma equitativa la calidad de vida de todos los que habitamos las ciudades, pues la ciudad es de todos.
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Las grandes ausencias del Ministerio de Ciencia y Tecnología
Científicos, empresarios, autoridades de gobierno, emprendedores, miembros de las Fuerzas Armadas, académicos y otros líderes carecen hoy de un espacio y de una institucionalidad para acoger y promover un diálogo colaborativo, que permita no sólo crear una verdadera cultura del conocimiento, sino que también hacer de Chile un mejor país.
Tras una larga espera, finalmente se abre una ventana para la colaboración y el debate, ahora que la Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación del Senado aprobó en forma unánime la idea de legislar sobre el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Se trata de una instancia oportuna para una conversación abierta, de cara a la ciudadanía, en la que también podamos enriquecer este proyecto que crea una nueva institucionalidad.
En el corazón del nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología deben estar las condiciones para potenciar el diálogo entre todos aquellos que realizan investigación en Chile. Es por esto que el proyecto de ley debe ser el punto de partida para una real vinculación entre Estado, universidades, científicos, empresas y sociedad civil.
Como planteó la presidenta Bachelet al recibir el informe de la Comisión Presidencial Ciencia para el Desarrollo de Chile, “para que el Ministerio pueda ser útil, tiene que operar en un entorno de redes coordinadas y cooperativas entre todos los actores del sector”. Una nueva cartera servirá de poco si no se propicia algo fundamental para la investigación y la innovación: la colaboración, la confianza y el compartir conocimientos entre científicos, desarrolladores tecnológicos, innovadores, entre otros.
Lamentablemente, por razones que desconocemos, las Universidades están fuera de este proyecto de ley, a pesar de que las instituciones de Educación Superior congregan al 80% del recurso humano dedicado a Investigación y Desarrollo (I+D), según la 4ta Encuesta Nacional Sobre Gasto y Personal en I+D (2013). Llegó la hora de definir si las universidades serán consideradas solo para la docencia, dependiendo únicamente del Ministerio de Educación, o si también serán contempladas como instituciones de carácter complejo, cuya razón de ser ha sido históricamente la investigación. Sencillamente, sin investigación no hay universidad.
La ciencia es para todos y con todos. El proyecto que se tramita debe consensuar una propuesta país, definir una estrategia a largo plazo conforme para todos los sectores. Necesitamos crear una cultura de la valoración de la ciencia.
El proyecto debiera entregar definiciones, considerar la experiencia y el activo científico actual, e incluir a la comunidad en las decisiones del área. Estamos frente a una oportunidad única para pensar el futuro de Chile y nuestra sociedad de manera sustentable, donde los ciudadanos puedan acceder a una ejor calidad de vida y mejores oportunidades.
Para nosotros, como académicos de una universidad compleja como la Universidad de Santiago, resulta alentador que el mundo político esté debatiendo y escuchando sobre ciencia y la necesaria institucionalidad para promoverla en bien de Chile. Aun cuando estamos conscientes de que existen ciertos estereotipos que buscan limitar nuestro ámbito de acción al laboratorio y a las bibliotecas, tenemos la responsabilidad de realizar un aporte a la discusión pública del proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
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La mano de Hoyos
No es la U de los gloriosos años del Ballet Azul, tampoco la de finales de los 90 ni la que creció y lució bajo la égida de Sampaoli. La U de Ángel Guillermo Hoyos no está a la altura de esos referentes históricos, pero cumplió con ser el mejor equipo del Clausura y ganar el torneo peleándolo desde abajo, cuando todos ya la habían dado por muerta. No es el único mérito de esta Universidad de Chile, porque después de un año negro, en el que vivieron más cerca del escarnio que del aplauso, Hoyos realizó un verdadero exorcismo en el plantel, consiguiendo algo que es muy difícil dentro de un grupo de jugadores como el que recibió al técnico cordobés: volver a encantarse con ellos mismos.
No sabemos, a ciencia cierta, en qué consistió diariamente ese trabajo. Apenas vimos la punta del iceberg en un par de alusiones públicas que se prestaron más para la burla que para el reconocimiento. Porque prácticamente todos esbozamos una sonrisa irónica cuando Hoyos, ante los periodistas, puso a Gonzalo Jara al nivel de Gerard Piqué, el mítico zaguero del Barcelona y de la selección española. ¿No será mucho?, ¿lo habrá dicho en serio?
Y cuando días después, repitiendo el ejercicio, comparó a Felipe Mora con el Guaje Villa -en circunstancias que el delantero azul aún no se destapaba del todo-, las sonrisitas irónicas volvieron a aparecer y no fueron pocos los que creyeron que el clima de Santiago había provocado en Hoyos un síndrome cognitivo o, en el mejor de los casos, había perdido el sentido de las proporciones.
Pero cuando uno hace el balance de lo que fue la campaña de la U en este torneo, Felipe Mora y Gonzalo Jara asoman como dos puntales claves en la consecución de esta décimo octava estrella. Hay que ver cuánto crecieron ambos después de aquellas declaraciones y cómo respondieron en partidos decisivos de la conquista del título.
Hoyos, de acuerdo a los informes de prensa, es un hombre que sabe trabajar muy bien en el plano motivacional. Sin ir más lejos, en la previa del partido contra San Luis de Quillota, mandó a empapelar el camarín azul con leyendas en las que se podía leer: “Hoy puede ser un buen día para tener un gran día”; “No te digo que será fácil, solo te digo que valdrá la pena”; “El éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día tras días” o “Las oportunidades no pasan, las creas”.
No se trata de un discurso de camarín. En el día a día, Hoyos se ha revelado como un hombre profundamente espiritual y, no sólo eso, también muy religioso. De hecho, es un hombre de rezo diario y devoto de la figura de la virgen. Pero ni con el rosario en la mano ni con cien padrenuestros se ganan títulos. Y uno a veces se olvida de esto por quedarse en lo anecdótico. Porque, como reconocieron sus propios jugadores, Hoyos no sólo les devolvió la fe en sí mismos sino que también les dio un estilo de juego, les sacó el mejor rendimiento y trabajó el equipo desde las individualidades, corrigiendo una y otra vez aquello que veía que no funcionaba.
Creo que Hoyos llegó en el momento justo. Si la U hubiera optado por otro entrenador, probablemente el plantel hubiera seguido a la deriva. Para él todos los honores de un título que se adjudicó una U que está a distancia de los planteles que hicieron historia, pero que de seguir Hoyos en la banca tiene la puerta abierta para entrar de cabeza en los anales del club.
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May 21, 2017
Pronóstico electoral
SI SE repasa el panorama político nacional, no es el viejo orden lo que se está desmoronando, sino que únicamente su hemisferio izquierdo, hoy representado por la Nueva Mayoría. No solo tienen dos candidatos presidenciales -Goic y Guillier-, sino que hay una fuga significativa hacia la izquierda dura, representada por el Frente Amplio -y su candidata-, que dista de ser hoy una minoría extra sistema.
Dentro de lo que queda de la NM, se prende la luz y son sorprendidos los socialistas y comunistas con manejos patrimoniales cuantiosos y poco claros, que se podrán justificar con variados argumentos, pero que son impresentables tratándose de aquellos que hicieron de su impronta señalar con el dedo a los demás y sobre todo en los asuntos de plata.
La centroderecha, por su parte, sigue ahí y quizás con mejores perspectivas que nunca. Porque las tensiones en las negociaciones de cupos y otras escaramuzas menores, en rigor no son más que hechos normales para tiempos electorales. La Democracia Cristiana busca su propio camino y de ello puede salir algo bueno; a lo que se agrega que hasta ahora no les afecta ningún escándalo.
Pero hay otro factor que amenaza con acelerar el proceso de desmoronamiento de la Nueva Mayoría (que ya excluye a la DC): su candidato, Alejandro Guillier, no lo hace mejor. No solo se desinfla de a poco en las encuestas, sino que cada día su potencialidad se ve menos nítida. Y los mismos partidos que lo han proclamado, reflejan su preocupación -abierta o soterradamente- pidiéndole que les dé entrada, que se ordene y les permita ayudar en ciertas áreas que son propias de su competencia: la dimensión “territorial” y los contenidos. Pero nada, porque él sigue anclado en su teoría del candidato ciudadano, una tesis desgastada y que ya fracasó con “Bachelet 1”, con la que arribó al gobierno y el cual terminó intervenido por los partidos; y el en segundo round le ha ido peor, ya que ni siquiera se lo pudieron intervenir.
Como Guillier se considera candidato ciudadano, proclamó que no iría por ningún partido, sino que recolectaría las 33.500 firmas. Ahora se está enterando que no es tan simple llevar a los ciudadanos a la notaría y menguan las rúbricas, lo que cualquier experto en la “cosa territorial” se lo podría haber anticipado. No tiene comando ni jefe de campaña; más bien hace una anti campaña. Como si se pudiera hacer política y gobernar sin partidos políticos. Entonces, de qué se extraña que los partidos no le hagan caso, como cuando pide sanciones a los socialistas por asunto de la inversión de las platas o que aprueben la ley que permite que haya intendentes electos. Asunto éste en que actúan a lo “Maduro”: como nos pudiera ir mal en la votación, impedimos que haya elección.
Este es mi pronóstico: los partidos de la NM podrían terminar bajando a Guillier. Ocurrirá si en los próximos meses se convencen que con él no llegan a puerto; no primarán los principios, porque hay muchas pegas en juego. Y entonces solo habrá una alternativa: Carolina Goic. En política las paradojas se dan y no será ella la que se baje, como muchos auguran.
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