Óscar Contardo's Blog, page 169
May 26, 2017
Conjeturas en torno a un pene
Más que cómica, más que graciosa o “desternillante”, según reza el texto de contratapa, la novela El galán imperfecto, de Rafael Gumucio, plantea situaciones que suscitan reflexiones bastante serias, reflexiones que, en conjunto, dan cuerpo, alma y vuelo a Antonio, el obsesivo narrador y protagonista del libro. A través de diálogos extensos, bien resueltos, y de momentos de introspección provechosos, atrayentes para el lector –dos rasgos poco comunes en la narrativa chilena actual, tan plagada de personajes anodinos–, Antonio recrea un trecho muy significativo de su biografía: a los 33 años de edad, el hombre decidió someterse a una circuncisión que estimulará, entre otros pensamientos, su devoción por el simbolismo católico, sus recuerdos colegiales, sus dudas existenciales y la peculiar relación con su madre. Además, y en último término, el procedimiento definirá la relación que mantiene con Valentina, la novia que se ha embarcado en un largo viaje al sudeste de Asia, a quien, en un primer instante, se le oculta la cirugía, hecho que desencadenará el inesperado desenlace de la trama.
“Mi cuerpo rechaza a mi pene, mi cuerpo rechaza a mi pene o viceversa. Se desconocen, se desprecian, viven esperando cuál de los dos se cansa primero. Soy mi propio parásito”, declara Antonio al principio de la novela. Si bien en otros narradores la obsesión consigo mismo puede resultar agotadora, vergonzante o improductiva, en el caso de este galán imperfecto el recurso es enriquecedor. Ello se debe a que el tipo se ríe de sí con honestidad, soltura y cierta picardía sofisticada –las torturas escolares que debió soportar a raíz del “pantalón de pelo” que le creció en la pubertad son prueba tragicómica de esto (“Niño del ombligo para arriba, lobo de la cintura para abajo”–, a que se cuestiona todo o casi todo, a que reflexiona con profundidad, y a que suele abusar de la paradoja a través de sucesivos intentos por explicar lo inexplicable o, siguiendo su juego, desexplicar lo explicable. Aquello que en un principio podría parecer efecto de la tarabilla, se consolida al poco andar en una prosa convincente, airosa ante sus propias complejidades, certera ante las exigencias estructurales del relato.
La noción cabal de su estampa payasesca es otro de los atributos de Antonio: “No fue ni cobarde ni valiente, pienso, la vez que a los catorce años decidí tomar danza aeróbica en vez de vóleibol como el resto de los hombres del curso”. No obstante, tras la mofa de sí mismo, tras el ocasional y calculado autoescarnio, existe una realidad compleja y bastante majestuosa: el narrador logra que las mujeres más importantes de su vida (su madre, sus hermanas, su novia, una amiga íntima de la novia) giren en torno a su pene. Desde joven que Antonio manifestó tendencia a la estratagema frente a las mujeres: “(…) caminar con una y otra de las niñas hacia mi casa, que quedaba siempre camino a la suya, aunque a veces quedaba exactamente en la otra dirección”. Y en ocasiones, cómo no, el ardid consistió en inspirar lástima: “Pobre sexo mío, trompa sin paquidermo, verruga sola, cocodrilo ciego, dragón”. Tamara, la amiga íntima de Valentina y a la vez muy cercana a Antonio, explica el asunto con especial lucidez: “La Valentina, tu obsesión con ella, tu operación, te convertiste en eso que quieres ser, un caso. Soy doctora, como tú dices, no me puedo acostar con un caso clínico”.
La evolución del romance de Antonio con Valentina, siempre a la distancia, constituye un período de tensión efectiva que se extiende a lo largo de casi toda la novela. Pero nada es predecible en la vida de este protagonista entrañable que, entre delirio y delirio, casi siempre parece conseguir lo que anhela. No en vano su lema es “me importa ganar y sólo ganar”. A costa de lo que sea, claro está.
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¿Quiero ser tu ritmo?
Ya no solo tiene que ver con la moda del featuring o de la alianza estratégica. Lo que se advierte hoy en la música latina es la derrota de su más rica tradición, la del lirismo romántico, los arreglos de escuela y las voces cuidadas.
Chayanne ha sido la última de las estrellas latinas en sumarse a la tendencia de “lo urbano” a partir de un dueto con el reggaetonero Wisin llamado Qué me has Hecho y recién estrenado esta semana. Lo hace en días en que Despacito, la respectiva sociedad entre Luis Fonsi y Daddy Yankee, prácticamente deja de ser un éxito musical y se transforma casi en una tendencia virtual. Pero lo realmente llamativo no es el crossover que, como decía su padre Julio, empezó con Enrique Iglesias y Wisin & Yandel en 2008 (Lloro por ti) y que han capitalizado otros como Shakira y Ricky Martin en distintas colaboraciones con gente como Maluma y Nicky Jam.
La moda de lo urbano, el reggaetón y las tendencias que apelan al baile han terminado opacando, al menos en lo que respecta a las ventas y a la presencia en radios, a géneros históricamente vinculados a esta parte del mundo como, por ejemplo, la balada.
La gran noticia al respecto confirma la tesis. Se supo esta semana que la mentada sociedad entre Fonsi y Yankee se ha convertido en la tercera canción en la historia interpretada -en este caso- parcialmente en español en llegar al primer lugar de las listas del Billboard. Pero del ranking general, no el de las listas segmentadas. Algo que antes sólo habían alcanzado La Bamba, de Los Lobos, en 1987 y Macarena, de Los del Río, en 1996. Pero basta con mirar a esos tres nombres -todos apoyados además por películas, baile y estrellas invitadas, respectivamente- para confirmar lo evidente: que al público gringo hace muchísimo tiempo que dejó de interesarle la música de raíz latina, como pudo haber pasado en la época dorada de las grandes orquestas de música tropical. Sino que lo que busca y “premia” es el cliché de lo latino. La fantasía del exotismo y la certeza de que en esta parte del mundo solo importa la cadera, el baile y la fiesta. Que no existe contenido ni tradición que valga la pena o la mínima mención.
Hay que decir en todo caso que muchos de las estrellas del pop latino han estado dispuestas a alimentar esa idea. Pero esta moda de lo urbano, de la canción desechable, de la alianza estratégica con fecha clara de vencimiento, de la melodía fácil y el coro tipo “despacito”, es aún más gráfica en los tiempos que corren respecto de cómo se manifiesta y “triunfa”, al menos para los rankings, la música latina.
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May 25, 2017
El vals de los novios
CHILE SE juega mucho en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. ¿Vamos a elegir un gobierno que devuelva a nuestro país a la senda de progreso que experimentó entre mediados de los años 80 y el 2013? ¿O vamos a elegir un gobierno que continúe y eventualmente profundice las reformas refundacionales de la Nueva Mayoría y nos mantenga en un camino de mediocridad y estancamiento? En otras palabras, ¿cuál es el paréntesis de la historia de Chile? , ¿los 30 años previos al actual gobierno o los cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet?
Los chilenos, a través de las encuestas de opinión parecen tener una clara preferencia, entre 70% y 80%, por retomar el camino de los 30 años previos a este gobierno. Sin embargo, la oferta de candidatos no conversa con dichas preferencias. Gran parte de los partidos de izquierda apoya a Alejandro Guiller, un candidato de continuidad de la Nueva Mayoría y el resto a los candidatos del Frente Amplio, que son como una retroexcavadora en esteroides. Esto solo hace aún más interesantes las próximas elecciones. ¿Veremos una manifestación clara de las preferencias de los chilenos? ¿O la fuerza de la tradición partidista y la pesada carga emocional de la historia familiar permitirán que los adherentes de retroexcavadora queden sobre representados en el Parlamento y en la votación presidencial?
En los últimos meses no pocos partidarios de la antigua Concertación se me han acercado para dejar claro que no están dispuestos a votar ni por Beatriz Sánchez ni por Alejandro Guiller. Pero a la hora de preguntarles si votarán por el candidato que resulte elegido en la primarias de Chile Vamos, la mayoría de ellos ha sufrido un repentino ataque de tos y un extraño síndrome de afonía aguda. Aparentemente para muchos chilenos más bien mayorcitos, digamos que de más de 55 años para que yo quede fuera de la muestra, les resulta muy difícil votar de acuerdo a sus convicciones y preferencias. El peso de la historia es una barrera muy difícil de cruzar. De manera que la esperanza de chile está en las jóvenes, que por su puesto se definen como todos aquellos menores que uno mismo, es decir los menores de 55 años.
Me ha llamado mucho la atención como de un tiempo a esta parte en los matrimonios, el vals de los novios ya no necesariamente es el Danubio Azul de Johann Strauss o La bella Durmientes de Tchaikovsky. Ahora podemos ver al orgulloso padre bailar con su hija al ritmo de Elvis Costello o John Denver. Y no es que los novios estén contra la música clásica, simplemente eligen libremente una canción que les guste y los inspire y no se quedan atrapados en la tradición porque es la tradición. Esa es la misma actitud que necesitamos de los votantes en Chile para las próximas elecciones.
Que voten por el proyecto de país que mas los represente y no por la tradición familiar o por el que dirán. Los jóvenes tienen una mochila política mucho mas liviana que los mayores. De ellos depende que en las próximas elecciones se manifiesten las verdaderas preferencias de los chilenos , y no nos quedemos pegados en los estereotipos del pasado.
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Modernidad
EL TRÁNSITO de un país desde la pobreza al pleno desarrollo se ha dado, en la mayoría de los casos hoy exitosos, por etapas. El camino parte desde un polo moderno y dinámico, acotado geográfi-camente, e inicialmente pequeño. El resto del país (el hinterland), en tanto, mantiene prácticas productivas atrasadas, ineficientes y sobrepobladas. La migración interna hacia el polo moderno da origen a la pobreza e informalidad urbana, que se suma a la rural. El segundo paso consiste en la absorción productiva del exceso de población y la irradiación de la modernidad hacia el conjun-to de la economía. Esta etapa culmina cuando (1) la productividad tiende a igualarse entre sectores productivos y entre regiones, (2) la pobreza previa da paso a una clase media mayoritaria, y (3) la sociedad evidencia una evolución vertiginosa hacia nuevos valores y formas de relacionarse. La simultaneidad de estos tres elementos no es casual.
Chile está culminando esta segunda etapa. La escasez de población ha llevado a un rápido aumento de la fuerza de trabajo de mujeres y a una inmigración creciente desde otros países.
Pero también la modernidad se ha irradiado desde el polo dinámico (Santiago) hacia regiones. El desarrollo vertiginoso de la vialidad interurbana, el aumento de pasajeros en viajes aéreos, la presencia de malls (centros comerciales con tiendas ancla) en todas las ciudades mayores (con la sola excepción de Coyhaique), las telecomunicaciones, etc. Son sólo algunos ejemplos obvios. Algunas cifras del Banco Mundial (WDI) para respaldar esta afirmación: En 1990 solo el 63% de la población rural tenía acceso a electricidad (el promedio OCDE en ese mismo año era 97%). La cantidad de tractores por hectárea arable de la OCDE era 3,5 veces la de Chile ese año. En 1995 el número de celulares per cápita de la OCDE era 5 veces el de Chile. Hoy, en todos esos indicadores estamos a la par o superamos a la OCDE. En otras variables donde registramos algún retraso nos estamos poniendo al día con rapidez: En 1995 el % de la población con acceso a internet de la OCDE era 10 veces el de Chile; hoy es 1,3 veces. La población rural con tratamiento de aguas servidas era de 53% en 1990; hoy es 91% (y 95% en la OCDE). La población rural con acceso a aguas tratadas era de 48% en 1990; hoy es 93% (y 98% en la OCDE). En2015 el número de pasajeros de avión/año de Chile fue 11 veces el de 1990; en la OCDE 2,4 veces. Y así podríamos seguir. La modernidad de las regiones es una realidad cada vez más evidente. También hay una dimensión social respecto del acceso a la modernidad de los quintiles inferiores de la distribución del ingreso. Quizás en otra columna.
¿Qué falta? La tercera etapa. Es decir, convertirnos en un país desarrollado en lo social, institucional y económico. Una pena que eso no sea una prioridad de los programas presidenciales. Más bien se ve mucha retroexcavadora que, como decía Jorge Burgos, andan para atrás.
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Unidad en la diversidad
UNO DE los grandes descubrimientos y aprendizajes de los demócratas en la lucha contra la dictadura fue la sabiduría de la “Unidad en la diversidad”. Esto se ha convertido casi en un principio filosófico que orienta no solo a la política, la sociedad, sino que la vida misma. Comprender lo humano supone comprender su unidad en la diversidad y su diversidad en la unidad. Que la idea de la unidad no borre la diversidad y que la de su diversidad no borre la unidad.
En el origen de la Concertación por la Democracia lo más difícil fue construir la unidad, ya que las diferencias en el pensamiento y en lo que cada uno representaba eran inmensas. Después de 23 años gobernando juntos, la unidad era grande, pero cada vez más parecíamos lo mismo: unidad sin diversidad, cada vez más vacía, donde cada uno perdía identidad, significado y representación de algo distinto al otro. Así se inició hace unos años un proceso de diferenciación por uno y otro lado, donde la DC lo ha vivido más intensamente, pero luego también el PPD y hoy el PS. En eso estamos. Tiene riesgos, pero también puede ser muy potente. Ya que una nueva unidad de la centro izquierda podría representar algo verdaderamente diverso en su representación social y cultural, es decir, algo más vivo y dinámico.
Tendremos que acostumbrarnos, eso sí, a que las cosas sucedan de otra manera.
La unidad se producirá en la segunda vuelta presidencial, luego de una primera vuelta- primaria, y probablemente solo como un pacto de gobierno. Habrá que generar el máximo de puentes y con suficiente tiempo para que eso suceda realmente y no terminemos en rupturas irreparables.
Todo esto puede ser y estar incluso bien, mientras no perdamos de vista el horizonte fundamental: que esa unidad más frágil con una diversidad más densa es para construir y lograr una mayoría social y política por los cambios que permita seguir transformando Chile en un país más justo, más democrático, más sano y más bueno.
Ultima reflexión: normalmente los procesos de construcción de unidad en la diversidad se juegan en algún nudo difícil de desatar. Si miramos la experiencia reciente de la Nueva Mayoría parece ser que este será como combinar bien el crecimiento y las reformas sociales.
Porque, así como sin crecimiento todo es más difícil, también es cierto que no basta solo con crecer para resolver nuestros problemas. Así lo demuestra la exitosa experiencia chilena de los últimos 30 años. Necesitamos crecer más que los años recientes, pero también que ese crecimiento sea de mejor calidad, mejor distribuido y más sustentable.
La idea de poner el bienestar de todos por delante, donde lo fundamental sea cómo “convertir” ese crecimiento en bienestar, integrando crecimiento y más igualdad a ese fin, a través de reformas bien diseñadas y bien implementadas, puede ser el camino para resolver ese dilema. Donde el bienestar comande las estrategias de crecimiento, donde a diferencia del “crecimiento equitativo”, en que lo sustantivo era el crecimiento y lo adjetivo la equidad, aquí lo sustantivo sea el bienestar y lo adjetivo el crecimiento. Quizás así logremos interpretar bien a todos para esta nueva época.
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Violencia y redes sociales
Un día después que una banda de encapuchados atacara al precandidato presidencial Felipe Kast en el Parque Bustamante, un grupo de mapuches golpeó al fiscal Enrique Vásquez y causó destrozos en el tribunal de garantía de Collipulli. Tras el incidente, el fiscal regional Cristián Peredes lanzó una dura acusación contra Amnistía Internacional: “Cuando nos vemos enfrentados a una campaña en redes sociales donde se afirma con liviandad una serie de cosas que no son verdad, yo creo que todo eso contribuye para que se instale un clima enrarecido y de violencia que desemboca en los actos que estamos lamentando en estos momentos”.
A simple vista, la acusación de Paredes parece desproporcionada, injusta y muy difícil de demostrar: ¿cómo se puede probar que los mapuches se pusieron violentos por los posteos y tweets de Amnistía Internacional?
Así como antes se culpaba al cine, la radio y la televisión por la violencia que podían incubar en los jóvenes, hoy se culpa a los videojuegos, las redes sociales y los teléfonos móviles por el mismo motivo. Pero como las personas somos complejas e impredecibles, siempre ha resultado muy difícil de medir la supuesta relación causa-efecto que existiría entre el consumo de determinados medios de comunicación y lo que uno termina haciendo después con su propia vida.
Si voto por un candidato de derecha, por ejemplo, ¿lo hago porque leo un diario conservador, por los comentarios de mis amigos en Facebook o porque me convenció mi padre en un asado familiar? ¿Qué influye más en mi decisión electoral: mi situación económica o la simpatía del candidato?
Las personas no somos tan racionales como creemos ni tomamos decisiones realizando cálculos matemáticos o inferencias estadísticas: votamos y compramos lo que nos tinca o seduce, y la elección de nuestros productos o servicios puede ser bastante más emocional de lo que nos gustaría reconocer. Si a alguien le gustan las películas violentas, no por eso va a salir pegando tiros del cine, y si una secta de asesinos entra a una casa de ricachones escuchando “Helter Skelter” y mata a Sharon Tate, el problema está en la cabeza de Charles Manson y sus secuaces, no en la canción de Los Beatles.
¿Eso quiere decir que hay que permitir todo tipo de contenidos, aunque inciten derechamente al odio y la violencia? En absoluto. En los países desarrollados, la incitación a la violencia, es perseguida y sancionada penalmente, y se considera como una de las pocas limitaciones legítimas que tiene el sagrado derecho de la información.
En España, por ejemplo, el Código Penal, que fue recientemente reformado para incluir la incitación al odio a través de internet, castiga con penas de presidio que van de 1 a 4 años a quienes fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente el odio, la hostilidad, la discriminación o la violencia contra las personas. Y en Alemania, aunque la Ley Fundamental de la República protege expresamente la libertad de expresión, el Código Penal establece fuertes limitaciones al discurso del odio (Volksverhetzung). Esta disposición fue pensada originalmente para combatir la negación del Holocausto, pero también se puede invocar para castigar a quienes incitan al odio y la violencia contra sectores o personas específicas de la población, contra quienes convocan acciones violentas o arbitrarias, o contra quienes injurian a otros rebajando su dignidad.
En Chile, el Gobierno se querelló contra un funcionario municipal que uso Twitter para lanzar una “tormenta de fuego… contra todos los invasores del Wallmapu”, pero no son tantos los casos donde se puede ver una incitación a la violencia tan burda y descarada. Más fácil sería perseguir a quienes, a vista y paciencia de todos y a cara descubierta, están atacando en la calle a políticos, funcionarios y personalidades como Luksic, que recibió un peñascazo. Solo una persona quedó detenida tras la destrucción del tribunal de Collipulli y nadie pasó por comisaría después de la cobarde agresión a Felipe Kast. Eso sí que pone en peligro al Estado de Derecho en nuestro país.
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La cohesión y redundancia de las primarias del Frente Amplio
Beatriz Sánchez y Alberto Mayol son los dos candidatos más similares de una misma coalición en disputar una primaria desde el retorno de la democracia. Hubo claras diferencias entre Eduardo Frei y Ricardo Lagos en 1993, entre Lagos y Andrés Zaldívar en 1999, entre Soledad Alvear y Michelle Bachelet en 2005 (aunque finalmente se suspendió), entre Frei y José Antonio Gómez en 2009, y naturalmente entre Bachelet, Andrés Velasco, Claudio Orrego, y Gómez en 2013.
Esto lo sostengo basado en el delicado trato que tuvieron entre sí Sánchez y Mayol en el primer debate. Desde el comienzo, los dos candidatos mostraron un alineamiento extraordinario. Estuvieron de acuerdo en absolutamente todo. En pasajes, el debate pareció un sparring coordinado y diseñado para prevenir cualquier daño. Si hubo algún desacuerdo fue solo de matices y prioridades, pocas diferencias de forma y por cierto que ninguna de fondo.
Por una parte, la similitud entre los candidatos habla de la cohesión que existe en la coalición (lo que irónicamente contrasta con su carácter de “Amplio”), pues muestra que las ideas de fondo no varían a pesar del nombre del candidato. Algunos podrán interpretar esto como algo positivo, dado que aísla al Frente Amplio, y lo eleva por sobre el agresivo contexto político por el cual atraviesan todos los otros sectores políticos, sobre todo los tradicionales.
Por otra parte, la similitud ente los candidatos confirma la estrategia política y electoral del Frente Amplio. El carácter tenue del debate sugiere que los candidatos no están en las primarias para debatir, al menos no en el sentido tradicional, si no que están ahí para presentar las ideas del conglomerado. Más específicamente, no están en las primarias para elegir al mejor de los dos candidatos, están en las primarias para darse a conocer.
En principio no tengo ningún problema con esta estrategia, pues es una impecable táctica electoral. El desafió del Frente Amplio es precisamente darse a conocer, y qué mejor oportunidad para hacerlo que participando en primarias, donde además pueden generar un contraste crucial con su rival directo: los partidos de la Nueva Mayoría y sus candidatos presidenciales. A simple viste parece una decisión sencilla, que solo promete réditos.
Pero si lo anterior es correcto, que la participación del Frente Amplio en las primarias no es genuina, implica que están utilizando las primarias para un propósito para el cual no fueron diseñadas. Por definición las primarias son para elegir entre candidatos que representan distintas ideas de un mismo sector, y no para avanzar agendas políticas particulares. En esencia, el problema es que caen en la misma práctica que critican de los demás.
Lo anterior es una sutil diferencia y por ende mucha gente no verá el problema contingente en el trasfondo de las primarias del Frente Amplio. De hecho, esa sutileza es un engranaje central para que la estrategia funcione: que la gente no note la intencionalidad. Mi intuición es que los líderes de la coalición no dimensionaron la similitud entre los dos candidatos. Si lo habrían hecho, probablemente hubiesen optado por otra ruta.
La estrategia de las primarias solo funciona si es que hay al menos una apariencia de competencia entre los candidatos, aunque esta no exista en el fondo. Por eso era crucial que en el primer debate los candidatos rivalizaran entre ellos. Era esencial que Sánchez y Mayol confrontarán ideas y contrastaran programas para que mostrarán que la decisión de ir a primarias era genuina y no estratégica. Lamentablemente no fue así.
Si el debate hubiese sido más directo, confrontacional, y un candidato hubiese destacado más que el otro, hubiese sido una victoria rotunda. Pero el debate fue tenue, probablemente debido a la cohesión natural de la coalición. Pero eso es lo que transforma las primarias en redundantes. ¿Qué utilidad tiene ver a dos candidatos que repiten lo mismo todo el rato? ¿Cuál es la diferencia del primer debate con una presentación de un programa? La respuesta a estas dos preguntas es: ninguna.
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Terror en Manchester
Vidas inocentes, niños y jóvenes, han sido víctimas del odio irracional, otra vez. Un fanático decidió que debía suicidarse por su creencia desquiciada, pero matando la mayor cantidad posible de esos “infieles” que no merecen vivir, según su visión demencial. Una corriente islámica que nada tiene que ver con la religión musulmana normal. Está representada por el Estado Islámico, que rápidamente se atribuyó el hecho, y sus amenazas prosiguen. Un concierto de música moderna de una cantante norteamericana, en un estadio lleno de muchachos y muchachas, juntos, que corean y bailan, ligeros de ropa, es un espectáculo intolerable, y que no debe ser permitido para las mentes llenas de odio de los yihadistas; que prohíben toda música, todo canto y cualquier participación de las mujeres, las mismas que no tienen derecho ni siquiera a saber leer ni mostrar su cara, bajo pena de azotes y sanciones. Esa es la realidad de las ciudades y territorios controlados por el ISIS, aunque actualmente sean pocas, pues se van recuperando poco a poco, derrotados por variados países, tanto en Irak como en Siria. Precisamente, porque en el terreno ya no tienen la fuerza de hace un tiempo, es que individuos, como el asesino del Manchester Arena, actúan, instruidos por sus superiores o por propia iniciativa. Y los casos se multiplican en las ciudades de Europa, o en cualquier otro lugar.
Una realidad que ha sobrepasado a los servicios de inteligencia y seguridad de los países más capacitados. En gran medida se debe a que toda acción preventiva resulta ineficiente frente a lo que una persona planifica hacer, ofreciendo su vida y buscando la manera de eliminar el mayor número de sus enemigos. Ningún método logra entrar en esas mentes, prevenir o contrarrestar sus actos. Los elevados niveles de seguridad vigentes en diferentes países europeos, posiblemente han tenido logros, pero es imposible evitarlos todos. Lo grave es que ha sido a costa de alterar el modo de vida normal de los ciudadanos, restringiendo sus libertades de acción y movimiento, revisando sus desplazamientos, y observando como sospechosos a una inmensa mayoría que no lo es, y que debe aceptar, por su seguridad, todo tipo de restricciones.
Tal vez sea el momento de analizar otras estrategias adicionales y rediseñar nuevas metodologías. Ir a los orígenes de esta corriente radical, a quienes la incitan o difunden en búsqueda de adeptos. Contrarrestar posibles seguidores, desde sus lugares de culto hasta su entorno, si existiere un sospechoso potencial, que puede ser un connacional, un británico como en Manchester. Facilitar el papel activo y vigilante de la población, siempre lista para observar y comunicarse mediante las actuales redes sociales, que todo lo cuentan y que todo lo filman y difunden. Ha llegado la hora en que nosotros, las posibles víctimas, también asumamos nuestra propia cuota de colaboración. No podemos aceptar que el terror se imponga y trastoque nuestras vidas, aceptándolo como una normalidad. Los terroristas son los sinrazón, no nosotros.
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Legados y políticas en educación
Sylvia Eyzaguirre y Gonzalo Muñoz han sostenido un intercambio en este medio respecto de cuáles serían las características de las próximas políticas que requiere el sistema escolar. Ambos parecen haber convenido, al menos, en que la agenda del próximo gobierno no debiera ser desarticular las políticas vigentes o en implementación. Lo que llama la atención es que en esta discusión se haga una evaluación incompleta de las políticas de calidad puestas en marcha desde el 2009, por lo que conviene tener a la vista más antecedentes.
Las políticas de calidad de la educación del gobierno anterior no han sido totalmente implementadas, en efecto, el gobierno actual hizo un trabajo preciso y silencioso para desarticularlas. Algunos ejemplos: se retrasó por decreto la puesta en marcha del Sistema de Aseguramiento de la Calidad; se limitó fuertemente, vía Ley de Presupuestos, la entrega de información sobre los logros de aprendizaje de los estudiantes a los padres y comunidades educativas a nivel de escuela; se redujo la información disponible sobre el sistema al disminuir el número y frecuencia de pruebas Simce, lo que afecta la calidad y confiabilidad de la clasificación que permite identificar a los establecimientos que más ayuda necesitan. La Agencia de Calidad de la Educación ha perdido su foco y se encuentra dedicada programas de radio y a elucubrar en base a corazonadas e infografías el efecto de la tecnología sobre la lectura. No se ha hecho público ningún informe de orientación de las escuelas, a pesar de haberse invertido más de 6.000 millones de pesos en 2016 en esta tarea. El proyecto de ley de desmunicipalización trae una sorpresa adicional en esta misma línea: si se aprueba esta norma, las consecuencias de la aplicación del sistema de aseguramiento de la calidad se postergará en al menos 8 años para los establecimientos públicos que se transfieran a los servicios locales. Se reestableció, contra el espíritu de la ley, la función de supervisión de los establecimientos por parte del Ministerio de Educación, aumentando aún más la presión y carga administrativa sobre las escuelas y confundiendo los equilibrios institucionales.
No le sorprenderá a nadie, entonces, que los efectos de las políticas del gobierno anterior sean difíciles de observar, cuando se han hecho todos los esfuerzos por postergar o evitar su aplicación. Despreciarlas, por lo tanto, es un acto de simplificación que refleja una reflexión incompleta.
¿Qué ocurre con las políticas de este gobierno? No sabemos la tendencia política de la próxima administración, pero en algún momento será necesario transparentar si acaso existe alguna evidencia que muestre que las actuales reformas (1) aumentan la matrícula estatal sin restringir alternativas (2) mejoran los logros de aprendizaje de los estudiantes de la educación pública, (3) disminuyen la segregación, (4) permiten la diversidad de proyectos educativos, entre muchas otras promesas, que hagan valer el enorme costo fiscal y administrativo que la Ley de Inclusión ha implicado. En otras palabras, todavía queda para ver si “quitar patines” y “comprar fierros” ha valido la pena. Además, lo más probable es que, tal como ocurrió con la Jornada Escolar Completa, la inmensa inversión pública en educación no se refleje en logros de aprendizaje. Es de esperar que quienes defienden las actuales reformas estén dispuestos a asumir su fracaso, si aquello ocurre, usando las mismas varas con las que miden reformas anteriores.
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El tiempo no se detiene
Cada vez son más los chilenos que alcanzan la llamada tercera edad, tendencia que se irá acentuando con los años, pues la proyección es que nuestra sociedad será una cada vez más longeva. Por esto la vejez, que ya de por sí plantea múltiples desafíos a nivel de políticas públicas, se transformará en un tema prioritario para nuestro país, cuestión que dada su proyección e importancia, también debiese ser prioritaria en esta elección presidencial. Sin ir más lejos, debe ser especialmente sensible en áreas como pensiones y salud (que están fuertemente cuestionadas hoy en día).
Las razones para entender que la vejez es un problema social y por tanto prioritario, son múltiples. En primer lugar dice relación en la forma en que tratamos a quienes son más vulnerables, pues en situaciones como éstas se hacen presente la solidaridad y la justicia intergeneracional, principios que nos interpelan precisamente a que no podemos excluir a algunos de participar de los bienes de la vida en sociedad y nos mueve al cuidado de unas generaciones con otras. Por otro lado, es un problema que afecta directamente a las familias y al entorno en que vive el adulto mayor, tanto en cuestiones económicas como sociales, especialmente para aquellos que asumen su cuidado, pues limita sus posibilidades de trabajo. Además, pone en tensión nuestras políticas públicas a la hora de enfrentar el desafío -especialmente el gasto fiscal-, pues el envejecimiento poblacional significa que la brecha entre la población activa y la pasiva será cada vez menor, sumado al hecho de que las familias son cada vez más chicas, por lo que las personas mayores contarán con menos redes de apoyo.
Este es un problema que debe ser tomado con seriedad y que no es posible seguir evitando, pues ya hoy los adultos mayores representan casi un 15% de nuestra población… y el tiempo no se detiene. Algunos candidatos, como era de esperar, sí le han tomado la importancia del asunto. Tanto Carolina Goic, como Sebastián Piñera y Manuel José Ossandón se hacen cargo de esta realidad, a través de propuestas que se enfocan en un envejecimiento activo, apuntando al grupo mayoritario de adultos mayores que hoy quieren seguir participando de la sociedad. Esperamos también que otros candidatos, como Felipe Kast o Beatriz Sánchez, incluyan este tipo de proyectos a sus programas durante su campaña.
Y aunque aplaudimos las iniciativas de los candidatos, es necesario velar para que éstas no sean palabras de campaña ni se queden sólo en buenas intenciones, pues tal como dice la última propuesta social de IdeaPaís, “Política integral para la vejez”, es urgente avanzar en medidas que fortalezcan el Senama -cuestión que se echa de menos en los programas- para entregar mayores facultades de fiscalización que terminen de una vez por todas el maltrato que sufre 1 de cada 5 adultos mayores y velar por el resguardo de sus derechos en nuestro país.
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