Óscar Contardo's Blog, page 149
June 20, 2017
Proyecto aborto
EL PROYECTO de ley de aborto ha llegado a su etapa final. Es el momento de decidir si se quieren hacer bien las cosas. Se ha acentuado la idea de que se trata de un proyecto de “mera despenalización” del aborto, pero no se entiende que los parlamentarios lo crean de verdad. Lo que están haciendo es incorporar una “causa de justificación”: autorizar a eliminar directamente a un ser humano inocente. Los senadores han contado con las indicaciones alternativas presentadas por el senador Zaldívar en orden a racionalizar la herramienta penal, sin tener necesariamente que legalizar la producción de la muerte directa de un inocente. Las comisiones especializadas no solo no han acogido las soluciones alternativas, sino que además han manteniendo problemas de técnica legislativa. Entre otras:
1. Se ha utilizado el eufemismo “interrupción del embarazo” para reemplazar la denominación exacta (y jurídica), de aborto. La interrupción del embarazo era el concepto utilizado por la lex artis médica para describir actos médicos destinados a salvar ambas vidas, aun cuando muriera el hijo en este proceso. En este proyecto, no queda claro si el concepto mantiene su significado, o muta a la de matar al feto en el vientre. El efecto es que, si se mantiene, los médicos estarán obligados a proveer “cuidados paliativos” en aquellos bebés que se mantengan vivos, sin que haya existido hasta ahora la elaboración de protocolos consensuados sobre lo que ello significa. ¿Se los dejará morir en una gaveta del hospital? O, ¿habrá que protegerlos del frío?, ¿habrá que alimentarlos?
2. Al menos dos causales se basan en indicaciones médicas para la autorización legal. Pero el proyecto mantiene garantías de ciertas acciones en salud sin exigir que los diagnósticos provengan de especialistas capacitados en dichas competencias. Frente a la inexistencia de dichas exigencias y careciéndose del equipamiento necesario para la gravedad del diagnóstico, es evidente que las autoridades de salud tendrán que recurrir a gastos adicionales que han sido obviados en la discusión pública.
3. El proyecto, en la causal de inviabilidad, se basa en un error basal: los médicos, incluso especialistas, aseguran que no están en condiciones profesionales de realizar diagnósticos de inviabilidad (o letalidad), sino solo de diagnosticar patologías congénitas o genéticas. Los pronósticos de sobrevida no son certeros, por lo que la decisión de certificar la letalidad sobrepasaría las capacidades de la ciencia médica actual. La falta de exigencia de profesionales idóneos, así como este error basal, generan incertezas .
  4. Una discriminación social inaceptable es aquella que se produce al aceptar objeciones de conciencia solo a los médicos, pero negárselas al resto de los profesionales del equipo de salud. 
  
  
  Como se puede observar con estos ejemplos, independiente de la aceptación de fondo respecto a la necesidad de esta regulación, lo cierto es que este proyecto de ley mantiene incertidumbres inaceptables en un Estado de Derecho. Mi opinión sigue siendo negativa al mismo.
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La hora de los balances
LAS AUTORIDADES no han desaprovechado tribuna para dar cuenta de que en los últimos cuatro años nos habríamos transformado en un mejor país: bajo desempleo, caída en la pobreza y desigualdad, mayor acceso a la educación e importante inversión social, no obstante estar en un “contexto más restrictivo”. Lamentablemente, esta realidad está muy lejana a la que se vive en Chile.
Solo se han creado cerca de 99 mil puestos de trabajo al año, muy por debajo de los 255 mil del gobierno anterior. La administración pasada recibió el país con una tasa de desempleo cercana al 10%, terminando en marzo de 2014 con un nivel algo superior a 6%. Mantener el desempleo relativamente constante como lo ha hecho este gobierno (a costa principalmente de empleo por cuenta propia, mayormente sin acceso a seguridad social) no es comparable con esta rebaja de casi tres puntos.
Algo similar ocurre con las cifras de pobreza. Si bien ésta cayó entre 2013 y 2015, la lucha en su contra disminuyó en intensidad: mientras entre 2009 y 2013 nuestro país redujo la pobreza en 427.251 personas al año, en el período 2013-2015 la disminución anual cayó a 217.634 personas. Respecto a la caída en la desigualdad, el “logro” de reducción del Gini de 0,5 a 0,495 ocurrió gracias a una reducción de la velocidad de crecimiento de los ingresos, que afectó en mayor medida a los más ricos. Bajo este criterio Chile también estaría mejor si todos los ingresos cayeran, en especial el de los quintiles superiores, lo cual no parece ser el resultado de un país más próspero.
Tampoco parece del todo correcto justificarse en un “contexto más restrictivo”. La baja sostenida en nuestras tasas de crecimiento no se funda solo en un menor precio del cobre. Las políticas internas han generado incertidumbre y las malas perspectivas han deprimido la inversión. El bajo crecimiento y los compromisos adquiridos harán que el próximo gobierno, si quiere cumplir las metas de reducción de déficit, deberá recortar gastos por cerca de US$ 1.800 millones, lo que equivale a más del 80% del gasto anual en pensiones solidarias realizado por el Estado.
Es sabido que el beneficio de la gratuidad en educación superior solo es posible para quienes llegan a ella, oportunidad a la cual pocos estudiantes vulnerables logran acceder. Se optó por destinar millonarios recursos a este fin en vez de entregar herramientas durante la educación escolar para derribar las barreras que los grupos más necesitados tienen para alcanzar los niveles superiores.
La eliminación del copago reemplazó recursos privados por públicos, despreciándose la oportunidad de poder inyectar mayores recursos a la educación escolar. Además, con la exigencia a los sostenedores de ser dueños de los establecimientos, disminuirán aún más la disponibilidad de recursos que pueden dedicar a la educación de los niños.
Por último, políticas reconocidas transversalmente como valiosas -como la ampliación de beneficios del seguro de cesantía- son la materialización de reformas impulsadas por la anterior administración, las cuales no pueden ser atribuidas completamente a este gobierno. ¿Es Chile hoy un país más justo e inclusivo? Juzgue usted mismo.
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Padres ausentes: el talón de Aquiles chileno
El apego es un vínculo emocional que desarrolla el bebé con sus padres y que le brinda seguridad afectiva para su óptimo desarrollo. Esta seguridad emocional significa para el niño, ser aceptado y protegido incondicionalmente; para desarrollarse es fundamental la presencia y proximidad física de la madre, el padre u otro adulto significativo, de manera permanente.
Sin embargo, este vínculo está cada día más ausente en Chile. En algún momento, durante las últimas dos décadas, la clase media chilena entendió que ambos progenitores debían salir a trabajar al unísono, dejando a los hijos desde temprana edad solos, es decir al cuidado de “padres sustitutos”, ya sea en una guardería infantil, un kinder o simplemente con una nana. Pero esta suplencia nunca podrá reemplazar el apego hacia los padres, el cual necesitan los niños desde que nacen y durante toda su infancia. Lamentablemente para el país, la realidad es que los padres están cada día menos preocupados de sus hijos y más interesados en ganar dinero, en desarrollarse ellos como personas. Es este el individualismo que corroe actualmente a nuestra sociedad, y que conduce a un triste destino si las cosas no cambian radicalmente.
Se entiende entonces que se haya impuesto la consigna, el eslogan, que dice que “lo más importante es dar calidad antes que cantidad”, una burda manera de justificar la ausencia parental. Así, muchos padres han encontrado en dicha teoría la excusa para argumentar que en la crianza de los hijos es suficiente dedicar poco tiempo, siempre y cuando este reúna todo lo necesario. Sin embargo, existen proyectos que buscan darle más tiempo a los niños, en Colombia, Estados Unidos y muchas naciones europeas; en aquellos países ese argumento ya no parece convincente o aceptable, y los padres buscan ahora la forma de recortarle tiempo al trabajo para dedicárselo a los hijos.
En Chile los padres tienen exceso de trabajo, llegan exhaustos a la casa, están preocupados por el dinero, la salud, la seguridad y el futuro de ellos, y también de la familia. El poco rato que dedican a sus hijos, a menudo demasiado escaso, se ve opacado por otras responsabilidades y aunque tanto la madre como el padre quizás expresen permanentemente cuánto los quieren, los niños sienten pocas veces su presencia activa. Existen innumerables estudios que avalan esta inquietante y penosa realidad.
No estar con los hijos en calidad y cantidad desde que nacen, es un camino seguro hacia una adolescencia conflictiva. No da lo mismo que los niños de nuestro país estén siendo criados por una parvularia, una nana o los abuelos. Los padres deben ser los primeros actores en este gran desafío que enfrenta Chile, el mayor dilema para nuestra sociedad actual y el verdadero drama de nuestra juventud. Este drama, esta crisis, se gatilla por el abandono de los padres, por el no cumplimiento con su mayor y más grande responsabilidad, como es el hecho de estar presentes para sus hijos e hijas, no por control remoto, sino que físicamente, creando lazos efectivos de apego.
Esta ausencia parental va generando graves problemas para los niños en áreas como la disciplina o los estudios, y enormes vacíos afectivos. No es de extrañar entonces que un 17% de los chilenos sufra depresión y otras enfermedades mentales, una de las tasas más altas del mundo según la Organización Mundial de la Salud. Pero lo más complejo es que los niños de nuestro país están expuestos a padecer serios trastornos psíquicos por los motivos antes señalados, siendo Chile una de las dos naciones, junto con Corea de Sur, donde la tasa de suicidio de niños y adolescentes aumenta año tras año, en vez de disminuir. Es hora de poner el freno de mano, analizar crudamente esta realidad y dedicarle más tiempo a nuestros hijos, por encima de cualquier otra consideración.
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Educación Financiera y Conciencia Previsional
Las cifras de empleo que entregó el INE del trimestre febrero-abril de 2017, muestran una tendencia preocupante. Si bien el desempleo (6,7%) se ha mantenido prácticamente estancado, hay una realidad que se esconde detrás de esa cifra y es el aumento de los independientes y trabajadores por “cuenta propia”.
Al analizar las cifras entregadas por el INE se desprende que tres de cada cuatro nuevos empleos generados los últimos 12 meses corresponden a ocupaciones por “cuenta propia”, es decir, personas que venden productos a través de las redes sociales, se instalan con un carro de comida, ofrecen servicio de almuerzos, hasta Uber.
Los economistas de CEP, Rodrigo Vergara y Francisco Szederkenyi, advirtieron que este no fenómeno no es nuevo, viene desde hace cuatro años, probablemente como consecuencia de la desaceleración económica. En su estudio plantean que la participación de trabajadores dependientes ha caído en 1,9 puntos desde 2013, mientras que la participación de los cuenta propia ha aumentado en 2,4 puntos.
El problema es que, en su mayoría, se trata de trabajos informales, con precarias condiciones, la mayoría de ellas en la calle. Así lo refleja la Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE, que establece que el promedio de ingresos de este grupo es de $280 mil promedio. Lo más preocupante, es que el Informe Laboral 2016 del economista de Clapes UC, Juan Bravo, el 83% no cotiza para salud ni previsión.
Dada la realidad del mercado laboral chileno, en que el mayor porcentaje de trabajadores cotiza por sueldos inferiores a los $500 mil pesos, para muchas familias resulta imposible ahorrar, ya que la prioridad es cubrir las necesidades más inmediatas.
La cruda realidad es que no solo serán futuros adultos mayores sin ahorros para pensión – lo que en un mediano plazo se convertirá en un problema para el Estado porque a diferencia de los independientes no estarán obligados a cotizar- sino que además están desprotegidos en caso de enfermedad o accidente laboral, no tienen derecho a una licencia médica y, en el caso de las mujeres, a pre y post natal. Además quedan al margen de otras garantías de la seguridad social, como el pago de asignación familiar y de los beneficios que ofrecen las Cajas de Compensación.
Dadas las características de las nuevas generaciones, que vienen con una fuerte formación en innovación y emprendimiento, es un hecho que el trabajo independiente o por cuenta propia llegó para quedarse. Por ello es importante incorporar desde temprana edad hábitos de ahorro y previsión, no solo para cumplir sus metas y proyectos, sino también para anticipar riesgos y prepararse para cuando no sea posible generar sus propios recursos en la vejez.
En términos generales, en nuestro país no hay una cultura de ahorro, en parte porque los ingresos de las familias son bajos, y también prevalecen los altos niveles de endeudamiento, especialmente en los segmentos adulto mayor jóvenes, que carecen de una cultura financiera. Así lo reflejó la Prueba PISA, según la cual el 38% de los estudiantes de 15 años son analfabetos financieramente, rasgo que difícilmente logra revertirse en su futuro.
Por ello es imprescindible que se incorpore la educación financiera desde temprana edad, tanto en la casa como en la educación formal, para que los niños y jóvenes se familiaricen con conceptos básicos como: inflación, rentabilidad, tasa de interés, comisiones, CAE o los efectos que tienen las multas por no pago de cuotas, con el fin de que tomen buenas decisiones respecto al manejo de su dinero y los productos financieros.
Con una buena base de educación financiera, las nuevas generaciones tendrán una mayor capacidad de ahorro, lo que les permitirá tomar conciencia sobre el impacto que tiene el ahorro inicial y la necesidad de involucrarse en la construcción de la que será su pensión.
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Desigualdad y gobernabilidad
El informe “Desigualdad. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile”, publicado recientemente por el PNUD muestra que, si bien la desigualdad económica ha disminuido levemente en los últimos años, históricamente el país ha mantenido índices altos de desigualdad. Algunos deducirán entonces que la sociedad chilena tiene una alta tolerancia a la desigualdad y, por tanto, podría pensarse que enfrentarla no es necesariamente una prioridad. Hay al menos dos razones para pensar que esto no es así y que más bien existen condiciones favorables para enfrentar este desafío.
En primer lugar, la desigualdad se politizó. Mientras por largo tiempo la discusión pública estuvo marcada por generar crecimiento económico y combatir la pobreza, desde hace un tiempo que la desigualdad se ha transformado en un tema central en el debate público. El informe “¿Cómo y cuándo se habló de desigualdad?”, también publicado por el PNUD, analiza los manifiestos políticos en el periodo de campaña y los discursos presidenciales del 21 de mayo. Uno de los resultados más interesantes del análisis es que la palabra desigualdad empieza a aumentar en su frecuencia entre las elecciones de 1999 y 2005, pero cobra mayor fuerza después del 2011. Como señala uno de los líderes estudiantiles de la época en un documental del Consejo Nacional de Televisión, “el avance [del Movimiento Estudiantil] tiene que ver con el discurso; […] con cómo concebíamos la desigualdad, cómo muchas desigualdades que antes eran tolerables antes y cómo, después del 2011, ya no lo son”. Por otra parte, el informe sobre desigualdad del PNUD muestra que los ciudadanos están cada vez más en desacuerdo con que los recursos económicos individuales definan el acceso a servicios sociales. Por ejemplo, entre los años 2000 y 2016, el porcentaje de chilenos y chilenas que afirma que no es justo que aquellos que pueden pagar más tengan acceso a una mejor educación aumentó de un 52% a un 64%, y en relación a la salud, de un 52% a un 68%.
En segundo lugar, las nuevas reglas de la política facilitan que se articule el descontento con la desigualdad en distintas alternativas programáticas. En los últimos años se han aprobado reformas sustantivas al financiamiento de la política y el funcionamiento de los partidos políticos. Estas reformas introducen un financiamiento público basal para los partidos políticos, condicionado a la reinscripción completa bajo la supervisión del Servicio Electoral, así como mayor transparencia en las donaciones que se realizan a los partidos políticos. Las nuevas reglas del juego también significan una democratización de los espacios públicos para hacer propaganda electoral: ya no ocupa más espacio el partido que tiene más recursos públicos y brigadistas. Por último, el fin del sistema binominal aumentará la competencia política y facilitará el reordenamiento de alianzas políticas en pos de una agenda definida contra la desigualdad.
Dado que la tolerancia de la ciudadanía frente a la desigualdad ha venido disminuyendo, quien sea electo Presidente o Presidenta en noviembre de este año, tendrá que seguir liderando la lucha contra la desigualdad en Chile. En ese trabajo se jugará gran parte de su gobernabilidad, ya que los chilenos y chilenas somos cada vez más conscientes y críticos a las distintas expresiones de la desigualdad en nuestro país.
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Devuélvanme mi chiquero
Supongo que hay un momento en que la historia se quiebra. Que algunos deciden ir para un lado y otros toman el camino contrario. El VAR, ya sabemos todos de qué se trata, significa el mayor quiebre en la historia del fútbol, acaso desde que el mismo fútbol se separó del rugby en 1823 porque unos querían seguir jugando con las manos, como en el medioevo, y otros usar sólo los pies.
El fútbol, pese a todo lo mercantilizado hasta sacarle agua a las piedras, manipulado por las mafias de las apuestas y utilizado para lavar fortunas de millonarios con los papeles quemados, tiene un aspecto que lo hace único. Y ese aspecto esencial, además, es un contransentido y de la misma manera, como una paradoja en el contransentido, no puede ser modificado: su imperfección.
El fútbol es popular porque se ha transformado en una metáfora de la vida. Y la vida está llena de errores, de miserias, de trampas, sufrimientos y mentiras. De la misma manera, está llena de actos grandiosos, jornadas inolvidables, momentos sublimes y alegrías infinitas. Y ambas cosas se equilibran, coexisten y permiten seguir adelante.
Necesitamos ser un poco sucios, pícaros y tramposos. También generosos, honrados y limpios. Nos gusta el balazo en el ángulo, la pared precisa, la mecanización perfecta, pero también apreciamos la provocación, el manotazo desesperado, la chuleta bien puesta.
En el fútbol hay héroes y villanos, habilidosos y troncos, débiles y violentos. Todo buen equipo necesita un burro, un vivo, un inteligente, un artista, un arrojado y un cobarde. No se puede jugar pensando que nadie va a errar, que nadie te va a robar el pan en la puerta del horno o te va sacar la billetera del abrigo. Parte de la gracia del fútbol está en esa posibilidad de que el absurdo y la injusticia se imponga.
Si le quitamos lo espontáneo, la falla, el guiño y lo sucio, sería como obligar a los artistas a pintar sólo cosas bellas y a los cantantes a ser siempre melódicos y afinados. La fealdad es parte de la vida, de la creación y no puede ser borrada por decreto. Lo imprevisto es parte del fútbol. La dinámica de lo impensado. Sin incertidumbre, sin margen de error, no hay posibilidad.
Qué es esto de tener que esperar 30 segundos para gritar el gol. Esperen, esperen… ya pueden celebrar. Es sacarle todo el sabor.
Señores de la FIFA: devuélvanme mi sabroso chiquero y no exterminen los árbitros siga, siga, por favor.
La cancha es una sola, el pabellón quirúrgico no sirve para esto. Supongo que el paso siguiente será el arbitraje con drones. Pero yo voy a estar felizmente muerto y, gracias a Dios, sin posibilidad de verlo.
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TTM transporte del tercer milenio
La propuesta del expresidente y actual candidato Sebastián Piñera para el nuevo sistema de transporte de Santiago propone la construcción de 4 nuevas líneas de metro, la extensión de las existentes, junto con teleféricos y tranvías, además de trenes de cercanía. Propone reemplazar el Transantiago por un nuevo proyecto, basado en el metro y los rieles. ¿Quién podría oponerse a la idea de ampliar las redes de metro en esta ciudad? Con estos proyectos cerca del 50% de los santiaguinos vivirán a menos de 5 cuadras de una estación de metro, esto sin duda es positivo para la calidad de vida en nuestra ciudad.
Sin embargo es importante considerar que un anuncio de este tipo tiene un gran componente electoral. Si bien todo candidato tiene el pleno derecho de hacer propuestas (incluso utópicas), el uso de la evaluación negativa del Transantiago para anunciar su reemplazo, es de alta rentabilidad electoral. Pero en realidad el sistema de transporte de Santiago siempre será un sistema integrado, donde los buses actuaran de alimentadores en algunos casos, y de troncales en otros, especialmente en áreas en donde la alta inversión de una red de de metro no sea, ni social, ni económicamente rentable.
Los plazos propuestos corresponden a dos y medio periodos de gobierno, por lo tanto es importante que estemos conscientes que el efecto de este anuncio no podrá ser percibido por los usuarios del Transantiago dentro de un plazo próximo, y probablemente seguirán usando los mismos buses por un par de años más. Y en este aspecto, hay aún un déficit en la inversión estatal para lograr un correcto funcionamiento de los buses de superficie, que debieron hacerse desde un inicio para asegurar que el sistema funcionara bien: vías exclusivas, de las que hasta ahora hay unos 80 km y deberían haber 300; Y sistemas de gestión de flota eficientes y orientados a mejorar la gestión de la movilidad de los usuarios y no solo la fiscalización de buses.
Sin embargo, uno de los puntos más importantes de considerar en la propuesta de Piñera, es el financiamiento de estos proyectos. Cuando se quiere construir una importante obra de infraestructura rápidamente, surge la idea de la concesión. Ésta es probablemente el mayor riesgo, ya que la concesión de una red de metro implica entregar en manos de privados un servicio crítico para la ciudad. Tener entre el estado y los ciudadanos, un contrato de concesión, puede ser muy complejo si las bases de esta concesión no se definen con claridad y sobre todo si los periodos de esta concesión son muy largos y se debe esperar muchos años para revisar los contratos.
Una opción para evitar esto es la “captura de plusvalía” por parte del estado para financiar estos proyectos. La inversión en infraestructura de Metro, genera automáticamente una valorización en del sector de la ciudad en que se instala. Así, el valor UF/m2 de una propiedad, se incrementa automáticamente por estar en la proximidad de una futura línea de metro. Este aumento de valor es capturado por la especulación inmobiliaria, que compra barato antes de que se hagan públicos los anuncios, y luego construye y vende a valores mucha más altos. De esta forma la inversión realizada con el dinero estatal de todos los chilenos, es traspasado al mercado inmobiliario, para ser pagado nuevamente por los habitantes de esta ciudad. Se deben discutir y generar mecanismos para que el estado pueda capturar esta valorización del suelo que el mismo genera, y permitir la reinversión en los proyectos de infraestructura que nos sirven a todos.
Los solos anuncios de estos grandes proyectos ya han detonado la especulación inmobiliaria en las comunas involucradas. Ante las propuestas del “Transporte del Tercer Milenio”, sería deseable discutir el financiamiento de forma que se ponga primero el interés publico y así poder efectivamente financiar estos ambiciosos proyectos sin amarrar un servicio urbano esencial a un contrato de concesión privado.
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June 19, 2017
¿Eliminar el TC?
EL SENADOR Guillier ha propuesto en su programa eliminar el Tribunal Constitucional (TC); un “enclave antidemocrático” lo llamó. Esto no es nuevo en él. Antes, el 2009 en ADN lo motejó como el “gran censor de los cambios en Chile” y el 2015 en el Senado afirmó que era una “casamata” y una “institucionalidad nefasta” aprobada en dictadura. ¿Es sensato proponer ahora su eliminación? Claro que no; de hecho creo que con su propuesta Guillier se equivoca en perspectiva histórica, jurídica y política.
El primer error de Guillier es suponer que el Tribunal Constitucional es una herencia de Pinochet. Olvida el senador que el TC chileno nace con la reforma constitucional de Frei Montalva en 1970. Ese año la DC y la centroderecha aprobaron su creación. Se opusieron entonces lo partidos de la Unidad Popular pues, al decir del senador Teitelboim (PC), debía rechazarse “la fabricación de un organismo represivo que será una verdadera tumba para los derechos del pueblo, como es el TC”. Pero luego, con la llegada de Allende, la institución se validó pues los que antes la criticaron, una vez en el gobierno, acudieron a ella en reiteradas ocasiones para impedir que vieran la luz cambios aprobados en el Congreso. Tal vez por eso la Constitución de 1980 no le introdujo cambios profundos.
Sí en cambio lo hizo la reforma del 2005 cuando, con el voto y el entusiasmo de todos (PR, PS y PPD incluidos) el TC asumió nuevas atribuciones. Pero hoy el candidato de la izquierda vuelve a la posición que tuvo ésta a fines de los sesenta: oponerse a la existencia del TC. Si eso no es retroceso y un error histórico, ¿cuál lo sería?
La propuesta del senador también falla si se mira el asunto desde la perspectiva del derecho. Suponer que el TC es un “enclave antidemocrático” es un profundo error. La historia del siglo XX muestra justamente lo contrario, esto es, que la existencia de estas instituciones fortalece la democracia y protege los derechos. No por nada 90 constituciones del mundo consagran cortes constitucionales. Y es que la democracia no es simplemente el gobierno de la mayoría. Dado que la sociedad moderna considera que hay reglas y derechos que ni siquiera las mayorías pueden alterar es que se ha extendido el control judicial sobre las decisiones de los congresos. Y este control recae regularmente en tribunales que toman la forma de cortes constitucionales (como en Alemania, España y Chile).
Pero el senador también se equivoca en lo político. Y no solamente porque el programa proponga “eliminar” de plano el TC y páginas después el mismo programa se contradiga al plantear que hay que revisar sus funciones para eventualmente sustituirlo. Más trascendente que ese nuevo error “colado” es preguntarse por qué suscribir una propuesta tan extrema. Ni siquiera el programa de Bachelet el 2014 -que no era precisamente socialdemócrata- planteaba aquello. Y la respuesta es política: ganarse el esquivo afecto de un sector que sueña con deshacer lo andado. Pero ello, junto con sacrificar el TC, también sacrifica cualquier posibilidad de diálogo para perfeccionarlo pues termina atrincherando las posiciones. Y eso en política es siempre lamentable.
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Pasión y mesura
LOS DEVOTOS de la encuestología amenazan con secuestrar nuestro proceso político. Para esa extraña religión, que no tiene nada que ver con la idea democrática de que son las mayorías las que deben gobernar, las minorías son, por definición, puros y simples fracasos. Tendrían que renunciar o bajarse. Al tiro.
Jacques Maritain hablaba de “minorías proféticas de choque”. Con ese concepto, el maestro socialcristiano quería referirse a la disposición de ánimo con que un grupo más o menos pequeño de humanistas y cristianos se propone interpelar al resto de la comunidad. Las minorías a que se refiere Maritain en la “Carta Democrática” no se sienten poseedoras de alguna verdad absoluta ni aspiran a imponer a rajatabla su ideario. No son mesiánicas ni totalitarias. Lo importante, sin embargo, es que esas minorías proféticas de choque no confunden el hecho de ser demócrata, que significa aceptar la voluntad de la mayoría, con el plegarse a toda y cualquier idea, liderazgo o programa que, en un momento determinado, concite aplauso general. En términos actuales, diríamos que Maritain pediría una acción que se explique más por un proyecto y menos por la última Cadem.
Maritain no estaba haciendo un elogio masoquista al minoritarismo.
Toda acción política democrática encierra el propósito de captar, ojalá más temprano que tarde, el apoyo de las mayorías. Nadie que esté en política puede sentirse victorioso con el 1%. La acción política no es pura profecía. Ella supone una cierta vocación de poder y la disposición a asumir responsabilidades de gobierno. La cuestión crucial, en todo caso, es que la política de la que habla Maritain, la política del humanismo integral, no hace del éxito rápido o inmediato la única medida de valor. En términos que cualquier viejo falangista entenderá, la política de la que habla Maritain sabe que el camino a un triunfo en 1964 tuvo mucho que ver con lo que se sembró en lo que los inmediatistas consideran la derrota de 1958.
Vivimos tiempos rápidos. Pareciera que muchos de nuestros políticos, y la gran mayoría de los comentaristas, ya no están dispuestos a esperar cinco años para ver los frutos de un proyecto o la implantación de un liderazgo nuevo. Para esa óptica, todo lo que no se consigue en un mes, no existe. Es la encuestitis aguditis, una de las más serias enfermedades de nuestras democracias.
Es bueno conocer cuáles son los estados de ánimo de nuestra opinión pública. Siempre habrá algo que aprender de la forma en que, en un momento dado, la ciudadanía responde a distintas disyuntivas o problemas. Lo que resulta empobrecedor es que la política renuncie a su dimensión de liderazgo y educación y se resigne a ser un simple repetir pasivamente los ecos que recogen los estudios de mercadotecnia.
Pocas personas han entendido el corazón de la actividad política tan bien como Weber. Cuando, hace casi cien años, quiso explicar su naturaleza a los jóvenes alemanes les dijo: “La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez”. Así es. Pasión y mesura. Para volver a ser mayoría.
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Anhelos insatisfechos
EN LA política chilena hay un importante sector de la población no representada actualmente. Falta un movimiento que enarbole y defienda sólidamente un puñado de principios fundamentales, tales como: la vida en toda sus manifestaciones; la familia nuclear conformada a partir del matrimonio entre un hombre y una mujer; la amistad cívica; la existencia de justicia efectiva; la primacía de la iniciativa personal, el esfuerzo, el trabajo y el mérito por sobre el privilegio inequitativo; el equilibrio entre los legítimos derechos y los insoslayables deberes; la preeminencia del orden social ante la violencia delictiva o terrorista; una educación de calidad al alcance de todos; etc.
Sin embargo, las “agendas ideológicas” impulsadas por determinadas élites copan el espacio de la comunicación pública, al tiempo que la mayoría de los políticos las siguen sin gran discernimiento, las más de las veces buscando con ello alcanzar éxito electoral. Contrariamente, el sentido común, confirmado habitualmente en el trato con personas provenientes de diversos orígenes sociales y de distintas edades, muestra que los anhelos reales de los chilenos están muy lejanos de las discusiones de género, del “matrimonio gay”, del aborto indiscriminado, de los reclamos por derechos individuales desbordados, y otras cuestiones de similar laya. Tampoco se hallan cercanos a una visión economicista de la vida que pone todo su acento en la tasa de crecimiento del PIB, en mediciones de eficiencia y en la competitividad exacerbada. No comulgan, puesto en el lenguaje al uso, ni con “progresistas”, ni con “individualistas liberales”. Y no pueden hacerlo, precisamente porque son personas que, consciente o inconscientemente, se niegan a ser deshumanizadas.
Ellas quieren contar con la posibilidad de formar una familia, poder darles a sus hijos una educación que los prepare medianamente para la vida y los desafíos laborales, aquilatan disponer de viviendas más confortables y espacios urbanos que hagan la vida más amable, desean tener a su alcance servicios de salud donde sean acogidas dignamente y tratadas oportunamente, sueñan con barrios tranquilos y una comunidad solidaria, donde no campee por sus fueros la inseguridad, la droga y el crimen. Y, en su mayoría, buscan obtener todo esto como fruto de su trabajo honrado. Por lo mismo, aprecian tener acceso a un empleo estable y justamente retribuido. Son hombres y mujeres de familia, comunidad, orden y trabajo. Por lo mismo, las diatribas ideológicas no los movilizan. No lo hace tampoco el culto al resultado, aunque aspiren a un bienestar material más alto y consideren relevante la correcta conducción macroeconómica. Parecen, además cansados de tanta división -muchas veces ficticia- con que alimenta su propia supervivencia más de algún personero público. La unidad nacional, en cambio, es para ellos un bien altamente preciado.
Parece, entonces, existir un amplio espacio político descubierto e insatisfecho, esperando a ser llenado por dirigentes y agrupaciones que hagan suyos los valores patrios y cristianos que han dado forma a la nación y pueden proyectarla a un futuro mejor. Líderes y movimientos que defiendan este ideario podrían cambiar decisivamente el escenario político chileno presente, incluso de cara a las próximas elecciones presidenciales que hay quienes aventuradamente ya dan por decididas.
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