Jorge Zepeda Patterson's Blog, page 12
January 26, 2016
Mesa de Noche/ Élmer Mendoza: Besar al detective y El misterio de la orquídea calavera
Dice un personaje de Élmer Mendoza que un honrado puede ser más peligroso que un corrupto, por lo menos en los grisáceos meandros de los círculos policíacos. Y tuve que coincidir con nuestro mejor escritor de novela negra luego de leer sus dos recientes libros la semana pasada.
En el primero, El misterio de la orquídea calavera, publicado a fines del 2014, Élmer nos presenta a un personaje nuevo, El Capi Garay, un joven culichi de 18 años obligado a negociar la liberación de su padre, quien ha sido secuestrado. El proceso lo obliga a desplazarse a Xilitla, en San Luis Potosí, en donde entra en contacto con el mundo surrealista del jardín arquitectónico Las Pozas, construido por el inglés Edward James. En ese punto el relato dejar de ser una novela policiaca y se transforma en un texto onírico, habitado por chamanes, espectros y fantasmas, boas que hablan y una trama deliberadamente inverosímil. La única constante a lo largo de este viaje a que a ratos hacer recordar a Comala de Rulfo o las digresiones oníricas de Murakami, es el empeño del joven Garay en conseguirse una novia o convertirse en adulto a los ojos de su familia.
En cierta forma, Élmer Mendoza está siendo víctima de su propio éxito. Hemos adquirido tal aprecio por sus excelentes y mal llamadas narco novelas (son mucho más que eso), centradas en su entrañable judicial, el Zurdo Mendieta, que nos cuesta acostumbrarnos a otros registros de parte de este extraordinario escritor sinaloense. Como a los cantantes famosos a quienes el público exige una y otra vez las canciones que los han hecho célebres y agradece muy poco los intentos creativos del artista.
Esta sensación se confirma con la publicación de su reciente novela, Besar al detective, esta sí, del Zurdo Mendieta, en la cual el lector se sentirá en terrenos tan familiares como apreciados. El secuestro del hijo de Mendieta obligará al policía a entrar en una escabrosa alianza con su antigua conocida Samantha Valdés, jefa del Cártel del Pacífico, y a corroborar, una vez más, las pantanosas y perversas lógicas de la DEA y el FBI. Una novela plagada de sicarios, ajustes de cuenta, balaceras trepidantes y un final inesperado. En suma, Élmer Mendoza en su mero mole, o mejor dicho, entre machaca y tortillas de harina.
Dos novelas contrastantes aun cuando ambas tengan el mismo apellido y posean la prosa fresca, impecable y coloquial que distingue a Mendoza. La primera es en más de un sentido un salto al vacío, una exploración que necesariamente paga un precio, pero que demuestra que el autor está decidido a crecer en otros registros. La segunda nos muestra que sigue siendo el maestro de la novela policiaca mexicana.
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January 24, 2016
La belleza de los otros
Malas noticias para los menonitas, las tribus del Amazonas o Donald Trump: las sociedades necesitan de los emigrados para no agotarse, para potenciar su crecimiento, para encontrar nuevas variantes de sí mismas. Estudios recientes muestran que una gran porción de los genios, los creadores e inventores, los que enrumban a la sociedad por nuevos caminos, son extranjeros. Einstein, Freud, Madame Curie, Víctor Hugo o Nabokov encabezan una lista inagotable de refugiados y exiliados que terminaron por influir de manera decisiva en la comunidad que los acogió. Para citar un caso: sólo el trece por ciento de la población actual de Estados Unidos nació en el extranjero, pero ese grupo es responsable de una tercera parte de las patentes y una cuarta parte de los premios Nobel acreditados a ese país.
Hasta ahora se consideraba que el extraordinario desempeño de los migrantes tenía que ver con las ganas de triunfar, la determinación, la inclinación a trabajar más duro para vencer los obstáculos y por los apoyos de redes sociales de otros inmigrados. Sin embargo, un artículo firmado por Eric Weiner en el Wall Street Journal cita nuevas investigaciones que dan cuenta de otra explicación. Una que no le va a gustar a Donald Trump, quien está decidido a demostrar que los inmigrados latinos son responsables de todos los males.
La tenacidad que caracteriza a los inmigrados explicaría su éxito en las áreas a las que tradicionalmente se orientan, pero no su creatividad excepcional, muestran las investigaciones citadas por este autor. Una cosa es el trabajo arduo y otra la capacidad inventiva. El talento para la innovación procede de otro lado. El inmigrado tiende a pensar “fuera de la caja”, pese a los esfuerzos que hace para identificarse con la comunidad que lo recibe. Esta “perspectiva oblicua” con la que mira las cosas genera una flexibilidad cognoscitiva mucha más amplia que la del “nativo” que sólo conoce su propio caldo de cultivo. O dicho de otro modo, mirar la fiesta desde una orilla permite entender cosas que no percibe el que está ocupado siendo el centro de la fiesta.
La idea es interesante y permite aquilatar la importancia del aporte de la otredad, de lo distinto, para el desarrollo de una sociedad. Recuerdo a un profesor de la London School of Economics que se quejaba del bajo nivel académico de los becarios africanos y latinoamericanos, comparados con los europeos. Y, no obstante, decía que resultaban imprescindibles para el desarrollo de la institución: las tesis más innovadoras, los puntos de vista revolucionarios y la posibilidad de que la LSE se mantuviera a la vanguardia residía en gran medida en el aporte que hacían estos estudiantes.
En toda esta explicación yo añadiría un factor adicional. Desde el principio de los tiempos siempre hay personas que deciden quedarse en su terruño y otras que deciden partir. De entrada eso constituye un filtro natural: los que arriban a un país distinto son justamente los que decidieron irse.
Hace algunos años conocí de cerca a algunos fundadores de Cancún, ciudad que, como sabemos fue creada de la nada a fines de los sesentas. Hasta hace poco los protagonistas de la política, la cultura o la economía de este puerto eran, necesariamente, originarios de otras tierras: “nadie” había nacido allí. Era una élite totalmente distinta a la que había conocido en cualquier otra ciudad mexicana. Aventureros, desarraigados por las buenas y malas razones, gente en el proceso de reinventarse. Muchos venían huyendo de su pasado, otros simplemente habían decidido probar nuevos derroteros; unos eran fascinantes, otros constituían aves de cuidado, pero todos tenían algo en común: formaban parte de la especie que decide partir. Todos tenían hermanos y amigos que se habían quedado allá, en Celaya o Xalapa, en Sonora o en Hidalgo.
Inconformistas en su mayoría y ex fracasados algunos de ellos, pero todos formaban parte de aquellos dispuestos a intentar algo nuevo, a concebir la posibilidad de otro horizonte, en suma a pensar “fuera de la caja” de la comunidad en donde nacieron y crecieron.
Cuando escucho la argumentación estridente de Donald Trump en contra de la emigración y el uso chapucero que hace de ella para explotar la ignorancia y el miedo del electorado de Estados Unidos, asumo que al tipo le tienen sin cuidado el resultado de las investigaciones citadas en el Wall Street Journal. En el fondo, su diatriba no es en contra de la inmigración (él mismo es descendiente de alemanes) sino de los latinos. Se trata, simplemente, de racismo puro y llano disfrazado de políticas públicas.
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@jorgezepedap
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January 21, 2016
Kate y Moreira: la justicia bipolar
Parece una broma inocente, pero en realidad el remate del tuit enviado por las autoridades españolas resultó devastador: “Detenido en Barajas Humberto Moreira por Orden Fiscalía Anticorrupción. Esta tarde pasa a disposición de Audiencia Nacional. #misión cumplida”. Se trata de un parafraseo del tuit con el que el presidente Enrique Peña Nieto anunció al mundo unos días antes la aprehensión de El Chapo: “Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”.
Al aludir al tuit presidencial, la fiscalía española profundizaba, quizá sin saberlo, la polémica que el hashtag “misión cumplida” generó en México, por la molesta auto congratulación por una misión que nunca habría existido si no se hubiera permitido la fuga del delincuente.
Pero el fraseo de la fiscalía resultó devastador por una segunda razón. Moreira, el ex gobernador de Coahuila detenido en el aeropuerto acusado de lavado de dinero, es amigo personal y aliado político de Enrique Peña Nieto. Apelar a la expresión “misión cumplida”, constituye a la vez un recordatorio, una mofa y un jalón de orejas sobre la verdadera misión que tendrían las autoridades mexicanas: revertir la impunidad entre sus allegados.
Humberto Moreira fue una de las cabezas del club de gobernadores que llevó a Peña Nieto a la presidencia. Se convirtió en líder del PRI durante la campaña y se daba por descontado que sería miembro del nuevo gabinete. Para su desgracia documentos revelados por la prensa mostraron que la tesorería de Coahuila se había endeudado por encima de sus posibilidades gracias a la falsificación de documentos presentados a la Secretaría de Hacienda. La deuda pública de la entidad, cuya población no llega a tres millones, pasó de 15 millones de dólares a 2,700 millones en el período de este político. Parte del dinero acabó en cuentas personales del tesorero y del secretario particular de Moreira, según tribunales de Estados Unidos. Nunca se ha podido comprobar si algunos de estos fondos fueron utilizados en la campaña presidencial, entre otras cosas porque nunca fueron investigados. Los últimos dos años el ex gobernador residió en Barcelona, con el pretexto de cursar un posgrado.
El caso de Moreira muestra una vez más la indolencia del gobierno mexicano con respecto a la corrupción. No existe ninguna estrategia para combatirla, sólo esfuerzos puntuales para acotar el daño de imagen que ocasiona al gobierno cada uno de estos desfiguros. Hace unos días alguien filtró a la prensa conversaciones sostenidas hace meses por la actriz Kate del Castillo y el Chapo y su abogado, seguramente grabadas clandestinamente por las autoridades. Lo cual lleva a suponer que existiría el registro de otras conversaciones entre el entorno del capo y diversas autoridades que les otorgan protección.
En materia de corrupción la información de los fiscales mexicanos con frecuencia no está destinada a procesar a miembros de la élite sino a desacreditar a personajes incómodos al poder. Por las reacciones del gobierno ante el anuncio de la fiscalía española, resulta evidente que el gobierno mexicano no ofrecerá información que ayude a documentar los delitos de Moreira. En el caso que nos ocupa la misión parecería consistir en hundir a Kate del Castillo y, por otro lado, exonerar al ex gobernador.
La administración de Humberto Moreira procesó ingentes cantidades de dinero de manera cuestionable, por no decir criminal. La justicia mexicana no objetó el tráfico de cientos de millones de dólares; la justicia española lo detuvo por el origen cuestionable de 200 mil euros. La misión cumplida por unos es reflejo de la misión incumplida por otros.
Lo dicho: corrupción existe en todos lados, el tema de fondo es el tratamiento que merece en un país u otro. En suma, el tema es la impunidad. Mientras que en España son capaces de llevar a juicio a la hermana y al cuñado del Rey, a la poderosa familia Pujol, a Messi o a Neymar, en México los amigos del soberano se saben intocables. A los amigos, impunidad; a los enemigos justicia arbitraria.
@jorgezepedap
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January 17, 2016
Exportaciones mexicanas: Moreira y El Chapo
Apellido es destino, por lo visto. La palabra moral en la política remite a un árbol que da moras; el otro significado, no lo conocen. Moreira es, justamente, una derivación gallega del apellido Mora. La corrupción del gobierno Humberto Moreira deja en claro que en su caso el nombre lleva a pensar en la fruta no en la ética. Fruta prohibida por lo demás.
No sólo se trata de que el ex gobernador dejó endeudados a sus paisanos por varias generaciones cuando incrementó la deuda pública de Coahuila de 196 millones a 34 mil millones de pesos (casi 3 mil millones de dólares de los de trece pesos). Después de todo, gobernadores manirrotos abundan en nuestra atribulada geografía. El problema es cuando la convicción sobre la propia impunidad es tal que lleva a una entidad a engañar a la secretaría de Hacienda con documentación falsa para seguirse endeudando, como fue el caso de la tesorería de Coahuila. Como se recordará, su administración falsificó papeles del congreso estatal para obtener de manera chapucera la autorización de varios empréstitos prohibitivos.
Humberto Moreira cometió un exceso que en otras circunstancias debió haber sido imperdonable, incluso dentro de las laxas reglas no escritas de la política mexicana. Pero también fue el gobernador, junto con Miguel Ángel Osorio Chong de Hidalgo, que encabezó al club de mandatarios estatales que se impuso a la cúpula del PRI para llevar a la presidencia a un colega, Enrique Peña Nieto del Edomex, en contra de las aspiraciones de Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes. Posteriormente Moreira fue designado presidente del PRI durante la campaña presidencial, y se daba por descontado que asumiría el ministerio de Educación, gracias a sus orígenes magisteriales y a sus buenas relaciones con Elba Esther Gordillo, la entonces líder del sindicato.
El escándalo por la falsificación de documentos arruinó su carrera política, pero sus buenas relaciones personales alcanzaron para protegerlo de cualquier acción de la justicia mexicana. El ex gobernador se fue a Barcelona a hacer una maestría becado por el SNTE, aunque a juzgar por el abdomen de lavadero que presumió en las redes sociales se entiende que pasaba más tiempo en el gimnasio que en las aulas. Por lo demás, la lujosa vida que se daba en Cataluña no era precisamente la de un becario: las crónicas periodísticas describieron una mansión con alberca y seis recámaras, autos caros y viajes de placer.
El asunto nunca habría pasado de constituir una infamia más del museo del horror de nuestra historia política, si no hubiese sido por los tribunales extranjeros. Durante los últimos dos años fiscales de Estados Unidos fincaron diversos delitos por lavado de dinero a tres funcionarios cercanos a Moreira (entre ellos su secretario particular y su tesorero, este último aun prófugo). Se afirma que hay una investigación en curso en su contra en Texas, pero aún no se le había hecho una acusación formal. Hasta ahora.
Su detención en España este fin de semana y los delitos que le imputan por lavado de dinero y asociación criminal podrían acarrearle hasta seis años en prisión. El anuncio de su aprehensión es un ramalazo en contra del gobierno mexicano. Y no sólo por la imagen que asocia a nuestro país con la corrupción, sino con la impunidad del propio gobierno priista. Corrupción hay en todos lados, y para no ir más lejos, en España están corriendo los juicios en que resultan imputados la hermana del rey, Cristina Borbón y su marido, o en contra de la familia de Jordi Pujol, hombre fuerte de la política catalana durante décadas. Justamente esa sería la diferencia: en España pueden procesar a un miembro clave de la clase política o a un pariente de la familia real, pero en México el amigo del presidente resulta intocable.
Hace una semana argumenté en este espacio que extraditar a El Chapo a Estados Unidos sería una confesión de impotencia de la justicia mexicana para someter a un criminal. Equivalía a una suerte de abdicación del Estado mexicano a favor de otro Estado, como si los crímenes de El Chapo en contra de norteamericanos fueran de un orden superior a los perpetrados en contra de mexicanos. Por desgracia lo de Moreira confirma ese temor: resulta que sí, que al ex gobernador no se le castigaría por robar a los mexicanos sino por depositar el fruto de ese robo en bancos extranjeros de manera irregular. Frente al desinterés de nuestras autoridades para dejar pasar el desfalco de dineros que pertenecen a los ciudadanos sólo nos queda esperar que estos corruptos cometan en otro país alguna violación con el botín que nos birlaron. Terrible consuelo.
¿Cuándo entenderá la presidencia que no hay posibilidad de vender una imagen de modernización y profesionalismo, no importa cuántas reformas se presuman, mientras se consientan estos flagrantes casos de impunidad y protección criminal?
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January 14, 2016
¿Y ahora qué hacemos con El Chapo?
Las autoridades resolvieron correctamente el primer dilema que les presentaba el operativo en contra de Joaquín El Chapo Guzmán: ¿capturarlo vivo o ejecutarlo durante la aprehensión, como han hecho en el caso de otros capos? (Nacho Calderón, El Lazca o Arturo Beltrán Leyva, por ejemplo). Con su ejecución se habrían evitado el catastrófico riesgo de una tercera fuga y habrían asegurado que el narcotraficante se llevara a la tumba los muchos secretos que guarda sobre la corrupción de las autoridades. Sin embargo, optaron por hacer cumplir la ley y detenerlo vivo para someterlo a los tribunales.
La pregunta es ¿qué tribunales? ¿los de México o los de Estados Unidos? Y este segundo dilema cruza hoy a la opinión pública y a la propia clase política. El asunto no es menor, porque pone sobre la mesa de discusión el traído y llevado tema de la solidez del Estado mexicano y el riesgo de convertirse en un Estado fallido por el poder irrefrenable de los narcos. ¿Puede el gobierno hacerse cargo de su enemigo público número uno o tendrá que entregarlo a otra nación por su evidente incapacidad para retenerlo? ¿Constituye eso un reconocimiento de su propia impotencia para evitar la corrupción de las autoridades penitenciarias?
Razones jurídicas para extraditarlo existen, desde luego. El cártel de Sinaloa ha cometido cualquier cantidad de violaciones a las leyes estadounidenses. Como es sabido, tribunales de seis estados de la Unión Americana han iniciado el proceso legal para someterlo a juicio. No obstante, todo ciudadano mexicano tendría derecho a preguntar por qué razón El Chapo habría de responder con mayor prioridad por los crímenes cometidos en contra de las leyes de Illinois o de Nueva York que por los delitos infringidos en agravio de los mexicanos. Y no nos engañemos, el caudal de muertos y vejaciones que ha provocado el capo de este lado de la frontera supera en miles a las infracciones perpetradas en territorio estadounidense. Una aritmética que nos lleva a recordar, de la peor manera, la ecuación colonialista de que un blanco equivale a mil indios o negros.
Del otro lado, las razones de orden práctico para extraditar de cabecillas del crimen organizado pueden ser atendibles. Lejos de su entorno, es más fácil impedir que capos como Osiel Cárdenas, los Arellano Félix, Vicente Zambada o Edgar La Barbie Valdez dirijan sus imperios desde la prisión. En la práctica una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos ha sido la única manera de mantener fuera de circulación a hombres de poder con ingentes recursos para corromper. Y desde luego, nadie tiene recursos tantos como Guzmán Loera.
Sin embargo, me parece que el caso de El Chapo es distinto. El sinaloense se ha convertido en un símbolo. El propio Sean Penn inicia su reportaje en la revista Rolling Stone diciendo que hay dos presidentes en México: el otro es Enrique Peña Nieto. Una exageración, evidentemente, pero que atiende a una percepción real; el narco se ha convertido en un Estado paralelo y disputa al gobierno mexicano el control de amplios territorios. El “presidente” de ese Estado narco es, simbólicamente, el Chapo.
Justo por ese motivo es que las autoridades tendrían que decidir en términos políticos no jurídicos. Quiero pensar que si en verdad se lo propone, el poder del Estado aún alcanza para retener y aislar de manera efectiva a un individuo, a condición de convertir esta tarea en una prioridad. El poder del Estado se construye a partir de símbolos y hoy estamos frente a uno. Ceder a Estados Unidos a un criminal de alta peligrosidad puede ser lo más práctico. No en el caso de El Chapo porque supone asumir que una tercera fuga sería inevitable a pesar de que podamos organizar Mundiales o alcanzar el PIB de España. En suma constituye una abdicación ante el narco, ante a la comunidad internacional.
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January 10, 2016
¿Por qué no lo mataron?
Muchos creían que el Chapo nunca volvería a fugarse, entre otras razones porque se asumía que en cuanto lo localizaran sería ejecutado. Y ciertamente durante el operativo de este fin de semana en Los Mochis sobraron posibilidades de pretextar un enfrentamiento a balazos y un desenlace mortal. De hecho, en la persecución previa uno de los elementos de la Marina resultó herido en la refriega en la que murieron cinco guardaespaldas del Chapo. Una balacera más en la que hubiera caído Joaquín Guzmán habría sido perfectamente “justificable”. Algo como lo que sucedió con Nacho Coronel en Guadalajara o Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca; en ambos casos los capos fueron acribillados.
Si el Chapo hubiera muerto durante el operativo el gobierno se habría evitado el riesgo de una tercera fuga y algo casi tan importante: sepultar los secretos que sólo él conoce luego de más de veinte años al frente del cartel que ha gozado, se afirma, de la protección de las más altas autoridades.
Paréntesis: Las estadísticas inducen a dar por buena la versión de que en algunos pasajes de la guerra en contra del narco, las autoridades optaron por concentrar la atención y el fuego en contra del cártel “malo”, los zetas, y hacer la vista gorda ante cartel “bueno”, el de Sinaloa. Bajo la tesis de que la violencia en una región resulta de la disputa entre bandas rivales, se habría llegado a la conclusión de que la única manera de “pacificar” una plaza era entregándola al control de un solo cártel, preferiblemente el del Chapo, menos proclive a las extorsiones y secuestros. De ser cierta esta versión, Joaquín Guzmán tendría información de negociaciones al más alto nivel con los gobiernos estatales y federal.
Capturarlo vivo es un primer acierto. Ningún cadáver se parecería tanto a el Chapo como la imagen de ese hombre en estado de trance, con camiseta de tirantes enlodada y bigotito a la Pedro Infante que las autoridades divulgaron horas después de la aprehensión. Junto con el de Peña Nieto y el del Chicharito Hernández, debe ser el rostro más fácil de identificar por todos los mexicanos. La presentación de un cadáver, en cambio, por más fotos y estudios de ADN con los que viniera acompañado, simplemente habría creado el rumor de un arreglo para dejar escapar vivo al personaje y permitirle desaparecer en el anonimato. Joaquín Guzmán habría engrosado la lista de las leyendas como Elvis o el propio Heriberto Lazcano, el Lazca.
En el dilema de entregarlo vivo o entregarlo muerto, las autoridades resolvieron correctamente. Pero ahora se les viene encima una polémica aún más compleja: extraditarlo o no extraditarlo. El gobierno estadounidense presentó con anticipación los recursos legales para solicitar el traslado del sinaloense y la Secretaría de Relaciones Exteriores examina la pertinencia y la validez de estas solicitudes. Pero no nos engañemos, la decisión de fondo no será jurídica sino política.
Los argumentos políticos en uno y otro sentido (extraditarlo o no) son igualmente válidos. La mera posibilidad de que el Chapo vuelva a fugarse es tan catastrófica para la imagen del gobierno mexicano, que muchos consideran preferible entregarlo ahora mismo y olvidarse del asunto. Por lo demás, así se conjugaría el otro gran riesgo que en que incurren las prisiones en nuestro país; permitir que los capos sigan operando desde sus celdas.
Del otro lado, es evidente que entregarlo a los tribunales y a las leyes de Estados Unidos es una señal de impotencia de la justicia mexicana para sancionar a su enemigo público número uno. El Estado mexicano abdica a favor de otro Estado en señal de reconocimiento de su propia debilidad. El grueso de los crímenes del Chapo fueron en agravio de mexicanos, pero pagaría por los que habría cometido en contra de estadounidenses. En suma, el gobierno de Peña Nieto se encuentra en una encrucijada, y hasta el momento de cerrar esta columna aún no resolvía como afrontarla.
Addendum. El viernes pasado Miguel Ángel Osorio Chong era el hombre más feliz del reino, o por lo menos del gabinete. Durante estos meses se había dicho que el secretario de Gobernación difícilmente podía ser considerado un aspirante a la presidencia en 2018 debido a que políticamente cargaba con la responsabilidad de la fuga de el Chapo, el peor revés del sexenio. La recaptura del capo no esfuma el pecado original, pero ciertamente lo atenúa sensiblemente. Y si consideramos que su principal rival, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, se las está viendo negras con las perspectivas económicas, el optimismo de Osorio no es del todo infundado. No al menos en las redes sociales en los que ya se hace una comparación involuntaria: “detengan al dólar, no al Chapo”.
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January 7, 2016
¿Liados o aliados?
El dominio tiene que ver menos con la magnitud de tu propia fuerza que con la debilidad de tus enemigos. Algo que conoce muy bien el PRI o el emperador de la zaga de Star Wars. La votación unida del PRD y del PAN vencerían al partido en el poder en la mayor parte de los comicios, y sin embargo el PRI gobierna en 20 de las 32 entidades federativas.
En teoría el PAN de derecha y el PRD de izquierda serían agua y aceite en términos ideológicos, pero eso no les ha impedido hermanarse ocasionalmente con el propósito de vencer al poderoso partido del centro, el PRI. Gracias a ese maridaje en los últimos años lograron vencer a la aplanadora tricolor en Oaxaca y Puebla. El balance de esas experiencias arroja luz al encendido debate que tiene lugar al interior de estos dos partidos de oposición de cara a los comicios de 2016.
En el caso de Oaxaca y Puebla el saldo es un indiscutido gana-gana para ambos partidos. Como sabemos no se trató de una alianza de compromisos ideológicos en torno a un candidato, sino de un reparto de territorios: Puebla para el PAN y Oaxaca para el PRD aún cuando en la boleta y en la campaña fueron juntos en contra del PRI. En términos prácticos el acuerdo es funcionalmente impecable. El gobernador que toma posesión no tiene que hacer una administración de parches con funcionarios impuestos por otro partido, ni hacer suyas propuestas ideológicas en las que no cree. Más allá de sus aciertos y sus errores (y eso es harina de otro costal), Gabino Cué gobernó con su agenda perredista en Oaxaca, y Rafael Moreno Valle con la panista en Puebla.
En términos éticos e ideológicos el saldo es menos categórico. Un militante de izquierda bien podría pensar que habría preferido un gobernador priista (en teoría de centro) en Puebla en lugar de la administración conservadora y de mano dura que caracterizó al panista Moreno Valle, aún cuando el precio hubiese sido no contar con un gobernador perredista en Oaxaca. Y supongo que, llegado el caso, un votante de derechas preferiría que en su estado siguiera gobernando el PRI, y no el PAN, si con eso logra eso impedir que un personaje del tipo López Obrador gobierne en el estado vecino. Un poco como lo haría un aficionado del Real Madrid, dispuesto a ver perder a su equipo frente al Atlético en el último partido de la jornada, si con eso evita que el Barcelona sea campeón.
Para las dirigencias partidistas, en cambio, el tema no ofrece ninguna duda. Tanto para el PAN como para el PRD el arreglo constituyó “un juego de seis puntos”. Consiguieron cada cual un gobierno estatal y lograron que al menos otro no cayera en manos del PRI. Este partido gobierna en nueve de las doce entidades que cambiarán de gobernador este año (en cinco de ellas nunca ha habido alternancia); para los partidos de oposición no sólo se trata de conquistar algunas de ellas sino de evitar que el PRI lo siga haciendo.
Siendo así PAN y PRD tendrían todos los incentivos para ir en alianza mediante el reparto de las entidades en disputa. Y sin embargo encuentran enormes dificultades para llegar a los acuerdos indispensables. ¿Purismo ideológico? Ojalá esa fuera la causa. Los frenos obedecen a la mezquindad entre las fracciones al interior de cada partido ninguna de las cuales quiere conceder a otra un territorio o una candidatura. Muchos políticos siguen pesando que el verdadero enemigo se encuentra en sus propias filas.
Lo dicho, la fuerza del PRI reside en la capacidad de su dirigencia para imponerse a sus fracciones, mientras los partidos de oposición sucumben a ellas.
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January 3, 2016
¿Qué nos traerá de bueno el 2016?
Antes de que el año que recién arranca nos demuestre lo contrario, quisiera compartir algunos optimismos sobre lo que podríamos esperar en los próximos doce meses. Conviene hacerlo antes de que la realidad regrese de vacaciones y nos desgracie la esperanza. Ya sabemos que en cuanto los servidores públicos advierten la cuesta de enero y los políticos se empeñan en recuperar el tiempo perdido, las infamias públicas empiezan a poner su huella en el calendario.
Fincar algún tipo de optimismo en la cosa pública requiere alguna dosis de ingenuidad y auto negación, pero aquí van algunas previsiones halagüeñas: la economía crecerá alrededor del 3%. Se me dirá que eso es muy poco, pero habría que decir que la buena noticia es que no decreceremos, considerando que habrá un entorno internacional negativo y se mantendrá desplome del precio del petróleo. En todo caso el crecimiento del PIB será superior al promedio europeo y latinoamericano.
Un dólar tan caro es una pésima noticia para muchos, en particular para los exportadores, pero una bendición para los habitantes de las zonas marginales de Oaxaca, Michoacán o Zacatecas que sobreviven gracias a las remesas de los paisanos. En 2015 los envíos desde Estados Unidos ascenderán a cerca de 24 mil millones de dólares y superan ya a los ingresos procedentes del petróleo o del turismo. Todo indica que ese ritmo se sostendrá durante el próximo año.
La derrama que eso representa podemos dimensionarlo mejor si consideramos que en 2016 la Sedesol ejercerá un presupuesto apenas superior a 6 mil millones de dólares, es decir, la cuarta parte de lo que los mexicanos en el exterior envían a sus familiares. Las remesas se han convertido en el principal soporte en contra de la pobreza extrema.
El próximo año el tema de los candidatos independientes seguirá siendo una punzada para los que ejercen el monopolio del poder político. No es una panacea, pero lo cierto es que ante el temor a la aparición de otros “Broncos” en las elecciones de gobernador, los partidos están modificando la manera en que auscultan a sus candidatos. Ninguno puede darse el lujo de que un personaje agraviado y con arrastre popular les arrebate por la libre una elección. Y en 2016 habrá doce gubernaturas en disputa.
No sé cuánto durará el efecto demostrativo de la cancelación del proyecto del corredor de Avenida Chapultepec, pero sin duda es un machucón de dedos en contra de iniciativas montadas a favor de contratistas y concesionarios, disfrazas de obra pública al servicio de la comunidad. Quiero pensar que el siguiente proyecto de relumbrón tendrá que asegurarse de transparentar los beneficios a favor de los usuarios y no sólo de los protagonistas.
Supongo que en 2016 veremos menos las fiestas, recepciones y viajes de parte de la familia presidencial. Todo indica que en Los Pinos ya advirtieron que la exhibición de lo bien que se lo están pasando, los vestidos y joyas que portan o los miembros del jet set internacional a los que tienen acceso, constituye una fuente de irritación para la mayoría de los mexicanos y material inflamable en las redes sociales. El vínculo casi idílico entre el presidente del país y la actriz afamada hace rato que dejó de ser rentable y comenzó a pasar factura.
Y a propósito de redes sociales, 2016 seguramente será otro año memorable. La proliferación del celular y la banda ancha hacen de todo mexicano un visor en potencia, lo cual garantiza una buena cosecha de Ladys y Mirreyes captados infraganti. Es tan pobre la actuación de tribunales y fiscales para investigar y castigar los excesos de los poderosos, que al menos podemos disfrutar de este pequeño pero efectivo desquite que nos ofrecen los memes y sus creadores.
Como pueden observar, mis previsiones optimistas son bastante discretas. Eso es mejor que afrontar los desengaños por abrigar expectativas demasiado ambiciosas. Hace un par de años consideré la emergencia de los grupos de autodefensa como un rasgo positivo y ya ven en lo que acabó. Así que de cara a los buenos momentos que anticipo en 2016 tengo más confianza en Netflix, en mi librero y en el Barsa, que en la cosa pública. Pero eso lo sabremos el próximo diciembre.
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December 27, 2015
El único insomnio justificable
Aproveche esta semana en que las librerías se quedarán vacías y hágase de material para reponer los libros que tiene a un lado de la cama. Aproveche también para “echar del empleo” a los títulos que luego de varios intentos nunca terminó de leer y simplemente han acumulado polvo en los últimos meses: tampoco es manda torturarse con el volumen que por tercera vez ha tomado y dejado sin pasar de la página treinta.
Con el ánimo de que la siguiente tanda tenga más éxito, le sugiero incluir en sus compras algunas de estas propuestas; una mezcla de novelas que le atraparán sin demeritar en calidad.
Comencemos con los libros de vacaciones o playeros. Esos cuyo ritmo captura y obliga a quedarse un rato más con la luz encendida. Tal es el caso de Mercado de invierno (RBA), de Philip Kerr, un thriller de suspenso sobre el fútbol: el entrenador de un equipo londinense odiado por todos y de origen portugués (no es José Mourinho, pero casi) aparece asesinado en circunstancias misteriosas y corresponde a su sucesor encontrar al culpable. Una trama deliciosa y bien documentada que devela muchos misterios de la vida interior de un club de la Premier. Philip Kerr se ha convertido en el autor inglés de moda de novelas policiacas y con todos los méritos. Me encuentro a medias de los diez títulos protagonizados por su detective Bernie Gunther, pero de eso les platicaré el próximo año.
Otra autora inglesa (originaria de Zimbabwe) es responsable del best seller del año en materia de novela negra con La chica del tren (Planeta). Y más importante aún, ha puesto de moda el llamado domestic noir; tramas en las que detectives y policías están ausentes y los misterios deben ser resueltos por un vecino común y corriente. En este caso Rachel, una joven que viaja todos los días en el tren suburbano de Londres y en las paradas rutinarias por congestión y reparaciones comienza a reconocer en los balcones y ventanas a los inquilinos habituales, a quienes incluso les asigna nombres y les inventa historias. Un día cae en cuenta de que una hermosa mujer a quien ha bautizado Jess, ha desaparecido y que el comportamiento de su esposo es sospechoso. Rachel se dará a la tarea de investigar la desaparición de Jess pero el lector descubrirá que la mitad de la historia no está en el vecindario sino dentro del tren en el que viaja Rachel.
Si quiere sufrir un poco menos y reírse un poco más, le sugiero que vaya corriendo por La vida sexual de las gemelas siamesas (Anagrama), la última novela de Irvine Welsh (sí, el de Trainspotting). Un fresco ácido y satírico sobre la vida del fitness en Miami encarada a partir de los enredos de una entrenadora de gimnasio, bisexual y obsesionada con el culto al cuerpo, suyo y ajeno. La historia subyuga desde el inicio hasta el final, pero incluso si no fuese así, son tantas las frases y escenas afortunadas que el lector pronto se descubrirá a la caza de estas perlas sin desperdicio.
Por muchas razones 2015 fue el año del libro Sumisión (Anagrama) de Michel Houellebecq. Si bien está ambientada en Francia del 2022 su tema no podría ser más actual: el ascenso al poder de un presidente musulmán y la polémica imposición de prácticas islámicas en la vida cotidiana francesa. Sumisión llegó a las librerías el 7 de enero, día del ataque a la revista Charlie Hebdo y si no es que ya lo era, se convirtió en lectura obligada once meses después con los atentados en París. Ya verá usted por qué.
Para el amante de los relatos cortos, tengo dos opciones infalibles. El asesinato de Margaret Thatcher (Destino), de la afamada Hilary Mantel, una de las mejores plumas en lengua inglesa. La escritura de Mantel suele dejarme la misma sensación que un poema: sabes que algo se te escapa pero tienes la certeza de que lo que has leído dice mucho más de lo que entiendes; lo lees con los ojos de la intuición.
Algo no muy distinto de lo que sucede con Haruki Murakami. Para los que creen que sus novelas cortas son mejores que sus tabiques de ochocientas páginas, su libro de cuentos Hombres sin mujeres (Tusquets), constituye un argumento a su favor. Siete relatos de hombres solos en los que Murakami nos mostrará que en realidad son las mujeres las verdaderas protagonistas de estas historias.
En suma, seis novelas que, espero, provoquen en usted algún insomnio, eso sí, por los mejores motivos.
Publicado en Sinembargo.mx y otros quince diarios
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December 24, 2015
¿Cómo sobrevivir a la democracia?
La democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las otras, habría dicho Winston Churchill palabras más, palabras menos. Y ahora vemos por qué. España se debate en una crisis política por la fragmentación del voto. Toda vez que no hay segunda vuelta y un congreso formado por minorías debe elegir al jefe de gobierno, existe el riesgo de que la próxima administración termine siendo una versión de las efímeras, débiles y confusas presidencias italianas de los últimos años.
En Estados Unidos los republicanos siguen secuestrados por un candidato bocazas, Donald Trump, incapaz de ganar la presidencia pero con la suficiente habilidad para modificar la agenda de campaña a punta de improperios.
En México los procesos electorales son rehenes de un partido, el Verde, diseñado para institucionalizar la corrupción política, al estar blindado contra la penalización de sus reiteradas violaciones y la imposibilidad de impedir el esquema de prebendas del que este partido se beneficia.
Al igual que en España, la fragmentación del voto amenaza con convertir al próximo presidente mexicano, cualquiera que este sea, en un representante de minorías. Con la división de la izquierda en Morena y PRD, y la probable presencia de candidatos independientes, el ganador podría llevarse la contienda con poco más del 25% de los votos. Y si a esto añadimos que el abstencionismo ronda un 40% del padrón electoral, el próximo presidente podría asumir al poder gracias al sufragio de apenas uno de cada siete mexicanos: los seis restantes no habrían votado por él (o ella).
Ciertamente la democracia electoral apesta. Y eso por mencionar sólo los entrampamientos institucionales. Mucho más grave es la perversión de la noción original de un gobierno de ciudadanos. En las sociedades occidentales la contienda electoral comienza a parecerse demasiado a una batalla de recaudación de fondos de campaña. Las agendas de los candidatos cada vez dependen más de las exigencias dictadas por el cabildeo de las grandes corporaciones, verdaderas patrocinadoras de los aspirantes al poder.
Y por otra parte, la clase política se ha convertido en un gremio mucho más interesado en protegerse a sí mismo que en canalizar los intereses de sus representados. Obstaculizan la rendición de cuentas, abogan por la opacidad, se reparten en cuotas partidistas las posiciones destinadas a la sociedad civil, se protegen entre ellos. En suma, salvo por la jornada electoral, la vida pública tiene muy poco de democrática en la gran mayoría de las sociedades occidentales, particularmente allá donde el tejido institucional no ha madurado lo suficiente como para contrarrestar la autonomía de la clase política.
Y sin embargo, es lo que hay. Los excesos de la dictadura, de la monarquía, de los estados religiosos o comunistas convierten en pecados veniales las fallas de los sistemas democráticos. Tiene algo mágico y fascinante el hecho de que una fracción del la élite abandone el poder porque los ciudadanos así lo determinan, como acaba de suceder en Argentina o pasó en México en el 2000 y en el 2012. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad fue un tema que solía resolverse con grandes dosis de sangre y fuego.
Y desde luego no es lo mismo el entrampamiento que padece España, justamente por una fragmentación del voto de los ciudadanos, que los fraudes electorales que no hemos podido desterrar en México, o el daño por el cabildeo millonario que ha prostituido las campañas en Estados Unidos.
Publicado en El País
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