Jorge Zepeda Patterson's Blog, page 11
February 20, 2016
Mesa de Noche: Muñoz Molina y Stephen King. En la mente del asesino
La ventaja de una novela que contiene tres obras metidas en una sola, es que hay muchas razones para leerla. Tal es el caso de Como la sombra que se va, la más reciente obra del autor español Antonio Muñoz Molina (Seix Barral). Por una parte, la narración trepidante de los meses en que James Earl Ray se mantuvo prófugo tras asesinar en un hotel de Memphis en 1968 a Marthin Luther King, líder de los derechos civiles afroamericanos. Aunque perfectamente apegado a la realidad gracias a los documentos recién abiertos de los archivos del FBI, Muñoz Molina logra un relato detectivesco tan fascinante como turbador. El periplo a salto de mata que Ray recorre a través de Canadá, Londres y Lisboa en su intento de llegar a Angola es digno de la mejor obra del género novela negra. Las rutinas para pasar inadvertido, los recursos a los que echó mano en su afán de cambiar su apariencia, las muchas ocasiones en las que estuvo a punto de ser aprendido, las mujeres que conoció en el camino.
El autor se detiene en particular en la estancia de Ray en Lisboa, y recorre palmo a palmo los lugares que el prófugo hizo suyos; un pretexto perfecto para contarnos otra historia que también transcurrió en la capital lusitana veinte años después: la escritura de su primera novela, El invierno en Lisboa. Si el lector tiene interés en escribir algún día una obra de ficción, no puede perderse estas páginas. Muñoz Molina relata de manera honesta e iluminadora la dura tarea de construir una trama, personajes plausibles, escenarios verosímiles. Pero sobre todo describe el proceso desgarrador que supone un acto de creación: las dudas, la impotencia, el horror del autor al explorar sus propios demonios. Tengo a Muñoz Molina como el escritor español más interesante en este momento. Vea por qué.
El “tercer” libro, entreverado en los otros dos, no es menos atractivo. Un viaje a la mente del asesino y de su víctima. Las razones de James E. Ray para cambiar su vida por Marthin Luther King, las razones de este para inmolarse. ¿Fue un complot? ¿Un asesino solitario? ¿El arrebato de un fanático o un acto estratégico para modificar el rumbo de las reivindicaciones de la población negra de Estado Unidos? Lo cual lleva a la pregunta de fondo: ¿hizo alguna diferencia? ¿qué habría cambiado si el líder no hubiese sido asesinado?
Justo esta pregunta me llevó a recordar un libro de Stephen King que leí hace tiempo (o quizá la coincidencia de apellidos entre el escritor y Don Marthin forzó el recuerdo). El extraño título lo dice todo: 11/22/63, es decir la fecha en que John F. Kennedy fue asesinado. Un profesor de escuela, Jake Epping, penetra inadvertidamente en un túnel del tiempo y queda atrapado en algún momento a fines de los años cincuenta. Cuando se convence que no tiene forma de regresar a su época, a la vida a la que pertenece, decide hacer algo útil con la extraña anomalía de la que ha sido víctima. Y concluye que a poco más de tres años del asesinato del presidente de Estados Unidos, está a en posibilidades de hacer una contribución a la historia: salvarlo. Kennedy habría evitado la intensificación de la guerra de VietNam, miles de vidas de muertes se habrían ahorrado, se dice a sí mismo el joven profesor. En el mundo en el que ahora vive, sólo él sabe la terrible tragedia que se avecina.
Epping asume que la única manera que está a su alcance para salvar a Kennedy es asesinando a Lee Harvey Oswald antes de que llegue a Dallas y su fatídica fecha. La conclusión es impecable, salvo por un hecho: ¿y si Oswald era un chivo expiatorio? Eso significaría no sólo que no evitaría el atentado sino que incluso correría el riesgo de ejecutar él mismo a un inocente. Para asegurarse de hacer lo correcto, Epping dedica los siguientes tres años a investigar a Lee Oswald, obviamente antes de que se haga famoso. Se convierte en su vecino, en confidente de Marina su esposa, sigue sus pasos, aborda a sus amigos. Cualquier cosa que le permita develar el verdadero papel de Oswald más allá de cualquier duda; después de todo, la conclusión a la que llegue entraña una sentencia de muerte.
Desde luego no diré el resultado. Baste dar cuenta de la fascinación que provoca la travesía por la mente de este presunto asesino. En honor a Stephen King hay que reconocer que su investigación es minuciosa e irreprochable. En cierta forma una meticulosa biografía novelada de Oswald. Salvo por el incidente que pone en movimiento esta historia, el fantasioso túnel del tiempo, el resto es absolutamente realista y verosímil. Por lo demás, siempre he considerado a King un autor infinitamente mejor de lo que se le atribuye; el típico caso del escritor menospreciado en razón de su extraordinario éxito comercial. Intente usted provocar escalofríos de pánico en un lector mediante la simple descripción de una atmósfera lúgubre, como él lo hace.
Y si las reflexiones que hace Muñoz Molina sobre el proceso de escribir son recomendables para todo interesado en la creación literaria, permítame declarar imprescindible el texto Mientras escribo (On Writing), del propio King. A mi juicio el mejor manual que existe sobre las herramientas del oficio de escritor.
Publicado en PuntosyComas de Sinembargo.mx
La entrada Mesa de Noche: Muñoz Molina y Stephen King. En la mente del asesino aparece primero en Jorge Zepeda.
Los Tolucos
¿Cómo se llamaría la obra consistente en estos dos actos? Primer acto: Óscar Fernández Luque, ex dirigente del PRI y ex funcionario del Estado de México, ahora prófugo, gestionó un préstamo fraudulento de 91 millones de dólares de parte de Banobras cuando su ex jefe, Alfredo del Mazo fungía como director de la institución bancaria. ¿Cuál fue el criterio para otorgar un crédito de esta magnitud (en ese momento equivalía a 1,208 millones de pesos)? Uno pensaría que la empresa del solicitante es sólida, con activos cuantiosos y larga trayectoria, ¿cierto?. Eso será en otro país. Acá se trataba de una empresa poco menos que patito, que presentó como garantía dos contratos de obra obtenidos de parte de Pemex en condiciones cuestionables. La estratagema es impecable y no requiere más que humo, labia e influencias. Ganar un contrato de una empresa pública y utilizarlo como garantía para hacerse de más de mil millones de pesos. Pero resultó que Fernández Luque había engañado a Pemex con documentación alterada y ni siquiera estaba en condiciones de cumplir los trabajos contractados. Usted pensará que entonces Banobras se habrá lanzado con desesperación a recuperar los cuantiosos recursos públicos desviados a un sinvergüenza. No, no en México. Según la nota (publicada en el diario Reforma el sábado 20 de febrero), la institución financiera postergó hasta donde pudo la denuncia y demoró la presentación de las pruebas.
Segundo acto: Arne Aus den Ruthen, el City Manager de la delegación Miguel Hidalgo, fue subido a un auto y golpeado por guaruras del empresario Raúl Libién, propietario del grupo de comunicación Miled, del estado de México. El funcionario de la delegación había intentado desplazar vehículos estacionados en zona prohibida sobre el Paseo de la Reforma. Gracias al valor de den Ruthen y la determinación de la delegada Xochitl Gálvez, quien tuiteó “Unos escoltas que traen el vehículo placas 601ZEB golpearon a @arnemx y se robaron su celular pido su apoyo para localizarlos”, fue detenido uno de los agresores. Cualquiera pensará que el jefe de todos ellos, Raúl Libién, trataría de hacerse ojo de hormiga y pasar inadvertido, ¿cierto? Eso también será en otro país. En este, el aludido presentó su argumentación con el decoro y caballerosidad que caracteriza a nuestras respetuosas élites: “me la pelan”, dijo en su twitter @ilibien.
¿Qué tienen en común los dos actos y cómo se llamó la obra? Los dos personajes, Fernández Luque y Raúl Libién, son miembros del poderoso grupo político fincado en el estado de México. El primero formó parte de los equipos de trabajo de Alfredo del Mazo Maza, primo del presidente Peña Nieto y ex precandidato al gobierno al Estado de México. El segundo, Libién, es hijo de un hombre cercano a la familia del presidente y su empresa de medios ha adquirido estaciones de radio y fundado revista y periódicos en Toluca a partir del ascenso del antes gobernador y ahora mandatario. Sobra decir que la política editorial de este grupo de comunicación es ferozmente oficialista.
¿Y cómo se llamaría la obra?: en aras de la economía de palabras yo le pondría “Los Tolucos”, porque el término se ha convertido en sinónimo de la crema de la crema entre la clase política. Aquellos que están en otra liga, bajo otras reglas o en ausencia de todas ellas. Aquellos que pueden decir desafiantes y con rencor “me la pelan” a toda la opinión pública e incluso pueden castigar a la autoridad que intenta aplicar la ley. Pero la obra bien podría recibir otros nombres: “La infamia”, “Los canallas”, o “Aquí nos tocó vivir”.
Me gustaría que el Presidente sintiera por una vez que estamos en otro país; uno en el que nadie puede comprometer el nombre del jefe de Estado o empañar la imagen del grupo político al que pertenece, así sea un amigo personal o un familiar. En tal país se investigaría al titular de una institución bancaria, Banobras, que permitió un crédito tan absurdo y leonino a favor de su ex subordinado; o se revisaría con cualquier pretexto las concesiones de radio que se la han otorgado a un grupo que utiliza sus medios para legitimar abusos y canonjías.
Publicado en Sinembargo y otros quince diarios
La entrada Los Tolucos aparece primero en Jorge Zepeda.
February 18, 2016
La resignación como mala palabra
Jorge Bergoglio es más hábil de lo que parece y su visita a México lo demuestra. No sucedió lo que muchos habríamos deseado; no hizo de su gira una cruzada incendiaria en contra de los poderosos, ni buscó poner fin a los vicios enquistados de la Iglesia en nuestro país. No se reunió con víctimas de curas pederastas ni denunció a sus victimarios; tampoco accedió a verse con los padres de los 43 estudiantes desaparecidos.
Quiero pensar que el Pontífice sabe que para dejar huella su papado debe ser longevo; algo que no sucederá si se pone a sacudir el árbol del alto clero para tumbar a las manzanas podridas. El último que intentó sacar a los fariseos y a los falsos sacerdotes del templo fue crucificado aún joven, como bien se sabe.
No, el Papa cumplió con los requisitos diplomáticos que se esperaban del Jefe del Vaticano y cabeza de esa institución llamada Iglesia Católica. Se tomó la foto con el presidente Peña Nieto y su esposa, se reunió con cardenales y obispos, departió con jesuitas y monjas, mostró su devoción por la virgen de Guadalupe.
Pero también es cierto que hizo lo que ningún pontífice en las seis visitas anteriores. Reconvino a los políticos y a los pudientes por su corrupción, pidió perdón a los indios por la exclusión, la miseria y la explotación; hizo un homenaje a Samuel Ruiz, el obispo de los pobres quien en vida fue marginado por sus superiores; exigió a los curas a no resignarse ante el crimen y la violencia; cuestionó el feminicidio tan ignorado por el clero. En suma, si bien no rehuyó la alfombra roja con que lo recibieron las autoridades políticas y eclesiásticas; acudió a las zonas candentes de la geografía para poner el dedo en las llagas purulentas de los grandes males nacionales.
Un vaso medio vacío o medio lleno, según se le mire. Pero no está mal para una primera visita. Quizá no sea un comportamiento transgresor, propio de un líder revolucionario; es más bien el de un estratega cauto que desea poner en movimientos procesos transformadores de largo aliento. Cuestionó a los gerentes a cargo del “changarro”, pero no los puso contra la pared. Es consciente de que tras su partida son ellos, los obispos y cardenales mexicanos, quienes seguirán en control del catolicismo local. Intentó, más bien, amonestarlos con cuidado para hacerles ver lo que será la iglesia de los próximos años: una institución más comprometida con los agudos problemas sociales de su feligresía.
Fue clara su intención de agitar el activismo de las bases del clero, para que sean ellas las que pongan en movimiento nuevas cruzadas. Es significativo el espaldarazo a Samuel Ruiz en Chiapas, o su apasionado exhorto a los curas de Michoacán para no quedarse cruzados de brazos ante la violencia salvaje que sacude a sus parroquias. Con estas estrategias legitima los cambios que puedan surgir desde el bajo clero y las parroquias.
Francisco sabe que para provocar cambios de fondo en la Iglesia mexicana requiere más de una visita y, sobre todo, un liderazgo más personal y carismático con el pueblo. Juan Pablo II visitó al país en cinco ocasiones, y como resultado terminó generando un verdadero idilio con los creyentes. Eso se tradujo en una gran influencia personal sobre el clero mexicano, incluyendo a sus obispos.
Bergoglio aún está lejos de despertar una devoción de esa naturaleza. Pero conseguirá hacerlo si persiste en el camino iniciado. Por lo pronto, ha dejado en claro las directrices de lo que espera de la Iglesia en México, sin violentar a los afectados. Difícilmente podía hacer algo más en su primer visita.
Por lo demás, su exhorto a no resignarse ante las infamias es, de por sí, un extraordinario mensaje para la sociedad mexicana en su conjunto y una apuesta revolucionaria para una Iglesia que ha predicado la resignación entre los pobres. Bien mirada, la no resignación es el siguiente paso de la indignación. Bien por Don Jorge.
Publicado en El País
La entrada La resignación como mala palabra aparece primero en Jorge Zepeda.
February 14, 2016
Un texto que no habla del Papa
Esta columna no abordará la visita del Papa a México. Y la verdad no por falta de ganas, sino porque la escribo cuando el Pontífice lleva apenas unas pocas horas en el país. Demasiado pronto para saber el saldo de la visita de Francisco: ¿ganarán el alto clero, el gobierno mexicano y las televisoras y como fue el caso en las otras seis ocasiones en que nos visitó un Papa,? ¿Convertirán a las masas convocadas en símbolo de unidad y expresión de la humilde nobleza del pueblo mexicano? O por el contrario, ¿la visita de este pontífice será diferente? ¿Denunciará los vicios y excesos de los fariseos del templo? ¿Mencionará los muchos casos de pederastia de sacerdotes mexicanos? ¿Cuestionará la corrupción y la violencia en México y la complicidad e ineptitud de las autoridades?. Lo sabremos la próxima semana.
En todo caso, las noticias referentes a la visita papal ya ofrecieron un breve distractor a dos tragedias. El ascenso imparable en la cotización del dólar y la matanza en el penal de Topo Chico, Nuevo León, a mediados de semana. Y ni siquiera estaba seguro de citar esta segunda, el motín sangriento en el reclusorio. En cualquier otro país el asesinato de medio centenar de presidiarios habría sido un tsunami mediático con profundos efectos en las instituciones y en la opinión pública; en México duró poco más de 24 horas entre los titulares de diarios y noticieros.
En estos meses he estado escribiendo mi tercera novela, un thriller político, para lo cual tuve que imaginar una tragedia enorme y brutal, capaz de sacudir las entrañas mismas de la sociedad mexicana. No saben el trabajo que costó pensar algo que resultara verosímil (inténtelo, si no les importa arruinarse el domingo). Después de la desaparición de 43 estudiantes de manera absurda, doce o quince mil muertos al año o el hallazgo de fosas clandestinas cada tres días, no resulta fácil imaginarse una tragedia capaz de conmocionar a la anestesiada opinión pública del país (espero sorprenderlos, pero eso será en la novela).
Lo cierto es que la matanza del penal de Nuevo León, llegó y se fue rápido y expedito, como si fuese un incidente más y no una de las peores carnicerías carcelarias en la historia mundial reciente. Este fin de semana las notas sobre el Papa terminaron por enviarla a la hemeroteca.
La debacle del peso, en cambio, llegó para quedarse, aunque pontífice mediante, olvidaremos el tema por unos días. No muchos, porque aun cuando Andrea Legarreta de Televisa lo minimice, un dólar caro nos pega en más formas de las que desearíamos. Basta asomarse a un supermercado y observar los anaqueles repletos de mercancías que no se fabrican en México o que son producidos por empresas cuyos estados contables y créditos se establecen en dólares. ¿Cuánto tiempo tomarán antes de que hagan los inevitables ajustes?¿Ya intentó comprar una computadora o un celular recientemente? Y si usted reside en la frontera o el algún sitio turístico, no hace falta explicar las infinitas y cotidianas modalidades que asume el sometimiento al imperio del omnipresente dólar.
La devaluación del peso, por desgracia, es un mal que llegó para quedarse. Por más que la secretaría de Hacienda señale que se trata sólo de un fenómeno especulativo y que nuestra moneda podría regresar a una cotización de 16 por dólar, nadie se lo cree. Ya hemos estado aquí antes. Peor aún, seguiremos estándolo. Incluso luego de la partida del Papa. Por lo pronto, los incidentes de la visita del Pontífice dominarán la conversación pública y privada los próximos días. Esperemos que Jorge Mario Bergoglio provoque más que la acostumbrada narrativa cursi y embelesada de los conductores de televisión, la sonrisa de satisfacción de los políticos o el momentáneo respiro de las malas noticias en nuestras cotidianas tragedias. Veremos.
Publicado en Sinembargo.mx y otros quince diarios.
La entrada Un texto que no habla del Papa aparece primero en Jorge Zepeda.
February 13, 2016
Martin Amis Y Sarid: La vida de los malos
Pensé que tras leer El Niño con el pijama de rayas, de John Boyne, difícilmente encontraría una nueva mirada sobre los campos de exterminio nazis. Luego de tantas películas y novelas sobre esta abominable tragedia me parecían agotadas las posibilidades de ser abordada sin repetirse. No obstante, Martin Amis lo consigue con Zona de Interés (Anagrama), una novela sobre la vida cotidiana de los directivos alemanes a cargo de Auschwitz, la ominosa tumba de millones de judíos y polacos. El título, Zona de Interés, remite a la plataforma a la que llegaban los trenes con su macabro cargamento, el lugar en el cual los oficiales elegían a aquellos prisioneros que les interesaban para los trabajos del campamento; el resto era destinado a los crematorios.
El ingenio de Amis consiste en presentarnos la tragedia como un telón de fondo, y así, sin abordarla como tal, como si no fuese importante, la hace más terrible. Justamente es lo que hacen los personajes. El director del campo, el inseguro pero megalómano Paul Doll; su bella esposa, quien arrastra una pasión inconfesada; el apuesto Thompsen, a cargo de una de las fábricas y quien se enamora de la esposa del jefe; los dilemas de algunos de los oficiales adictos al sexo fácil pero peligrosamente punible por las autoridades de Berlín.
El lector poco a poco entra en sus pequeñas historias de celos y afanes, de competencia burocrática entre unos y otros, de sus empeños por mejorar “la eficiencia” del lugar. Algunos de estos oficiales encuentran excesivo, e incluso repugnante, el exterminio de los prisioneros y sus condiciones de vida; pero lo expresan con un encogimiento de hombros, como un mero inconveniente del trabajo. Como un obrero que se queja de la mala ventilación de su taller o de las decisiones absurdas de sus jefes. Sus conciencias están a salvo gracias a que no hacen sino cumplir órdenes y ser leales a la idea de una gran Alemania.
Mediante este abordaje, Amis nos muestra in situ la banalidad del mal. Y quizá eso es lo más lamentable del exterminio. No requiere de operadores psicópatas o torturadores particularmente crueles (aunque los hay). Se trata, después de todo de crímenes legalizados por el Estado en un contexto en que la guerra deshumaniza a grados execrables. “¿Por qué si estamos haciendo el bien, huele tan mal?”, reflexiona Doll, quejándose del olor de los cuerpos incinerados.
La lista de Schindler ciertamente pudo conmover a las audiencias con su retrato de los oficiales nazis como engendros de la naturaleza. Pero en cierta forma esta novela es aun más impactante, porque no es otra cosa que un retrato de personas comunes y corrientes, o casi. Una crónica del proceso tan bien descrito por Auden, el poeta, en dos líneas:
Decir ay
cada vez por menos cosas
Desde otra perspectiva, una sensación similar deja la novela El poeta de Gaza, de Yishai Sarid (Literatura Mondadori), escritor israelí. Un thriller apasionado y contemporáneo. Un agente de los servicios de inteligencia del estado de Israel trabaja contra reloj para detener el ataque suicida de un palestino dispuesto a inmolarse en algún sitio público de Tel Aviv. Para evitarlo deberá infiltrarse en ambientes progresistas israelíes de escritores, donde conocerá a un viejo poeta palestino digno y sabio. Familiarizarse con “los enemigos del estado” fuera de una celda de interrogación desencadenará en el agente sentimientos encontrados que pondrán en tela de juicio sus convicciones. En cierta forma el detective llegará a conclusiones similares a las que deja la novela de Amis; el lector también, y de paso recorrerá una historia trepidante de principio a fin.
Publicado en PuntosyComas de Sinembargo.mx
La entrada Martin Amis Y Sarid: La vida de los malos aparece primero en Jorge Zepeda.
February 6, 2016
Mesa de Noche: Los usos de Alá: Pamuk y Houellebecq
Si usted no leyó Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis no se preocupe, ahora podrá resarcirse, y con creces, sumergiéndose en la nueva novela de Orhan Pamuk, Una sensación extraña (Random House). El Premio Nobel de literatura 2006 ofrece en su más reciente obra la deliciosa historia de Mevlut Karatas, un humilde aldeano cuya familia emigra a la gran Estambul para mal vivir en asentamientos irregulares y padecer los abusos de los falsos gestores políticos y especuladores inmobiliarios. En ese sentido la novela es un crudo y fiel relato de los inframundos de la ciudad y su capacidad para triturar las esperanzas ingenuas de campesinos desprovistos de defensa ante el peor rostro de la metrópoli. Aparentemente.
Y digo aparentemente porque a medida en que penetramos en la vida de este vendedor ambulante de yogur y boza (una bebida tradicional fermentada a base de trigo, algo como nuestro tejuino de maíz) y descubrimos con sus ojos la libertad de su mundo interior, comenzamos a preguntarnos quiénes son en realidad las víctimas.
Desde luego, Mevlut no lo es. A pesar de que sus sueños y fantasías terminan malogradas una y otra vez, y que todos los que le rodean prosperan a fuerza de adaptarse a la selva urbana y a sus crueles reglas, el vendedor de boza se solaza en la fascinación que siente por las calles de la ciudad, la observación de los otros, el goce de su libertad y el profundo amor por su mujer. Sobre todo esto último, su amor por su esposa, lo cual no deja de ser paradójico porque se casó con la mujer equivocada: el día que se la robó se llevó a otra en su lugar.
Pamuk relata casi cincuenta años de la vida de Mevlut sin aspavientos ni excesos líricos, nos muestra que no hay heroicidad en la miseria, por el contrario el texto deja en claro que la ignorancia y el fanatismo religioso y político suelen hacer pedazos la vida de los más humildes. Pero también nos muestra la dignidad de un hombre capaz de conservar el gozo frente a un atardecer luminoso, la exaltación por una caricia cómplice de su esposa o el orgullo por el gesto satisfecho de un cliente al beber su boza.
Pamuk logra instalarnos en esa mirada de niño que mantiene Mevlut a lo largo de medio siglo incluso cuando el personaje deja atrás al joven para convertirse en padre y abuelo. Al terminar de leer Una sensación extraña, tuve justamente la misma sensación que experimenté con El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy o con Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie: libros mágicos, universos paralelos a los nuestros, aparentemente tan lejanos como ajenos pero que terminan por hacernos ver la propia realidad con otros ojos.
Unos días antes había terminado la lectura de Sumisión (Anagrama), de Michel Houellebecq y no pude dejar de pensar en los distintos usos de Alá en ambos textos. En el de Pamuk el Islam es simplemente una manera de llamar al destino, una serie de rituales y costumbres que otorgan certidumbre y sosiego ante los miedos y lo desconocido, una argamasa en la construcción de identidades y pertenencias al interior de una comunidad. En la del autor francés, en cambio, el Islam es la fuente del miedo, la religión convertida en política de Estado capaz de poner de rodillas a una sociedad moderna europea.
Sumisión describe el escenario hipotético de un triunfo político de los musulmanes en Francia en el año 2022. El personaje central, un profesor de la universidad, constatará la forma en que, con la llegada de un presidente de origen islámico al poder, las políticas públicas comienzan a transformarse para favorecer a los conversos, a las prácticas religiosas o al regreso de la mujer al ámbito de su casa. Por oportunismo o temor él profesor y sus colegas, la sociedad civil en su conjunto, terminan sometiéndose a esta conquista desde adentro. A ratos una crónica satírica (la poligamia no está nada mal, se consuela el profesor) y a ratos un relato deprimente sobre la claudicación y el conformismo, la novela termina siendo una provocación, por donde se le mire.
Llegó a librería el mismo día que el ataque a la revista Charlie Hebdo por extremistas islámicos y se agotó en noviembre pasado con las terribles ejecuciones de civiles en las calles de París. Sin decirlo, Houellebecq nos muestra que el fanatismo religioso será el motor de las guerras del siglo XXI, y sustituirá al fanatismo nacionalista, impulsor de las guerras del siglo XX. Sumisión revela que ese futuro regresivo y milenarista ya ha comenzado.
Publicado en PuntosyComas de Sinembargo.mx
La entrada Mesa de Noche: Los usos de Alá: Pamuk y Houellebecq aparece primero en Jorge Zepeda.
February 3, 2016
¿El Papa de los pobres o de Spotlight?
A una semana del arribo del Papa Francisco hay nerviosismo en México. En las seis visitas papales anteriores, el saldo fue muy favorable a la jerarquía católica del país. También las autoridades políticas consiguieron convertir estas visitas en un espaldarazo al país y aprovechar la movilización masiva y el sentimiento de orgullo y unificación como una forma de reivindicación de los valores patrios y, por ende, de las instituciones que los representan, es decir, los gobernantes. Por su parte, la televisión comercial, además de transformarlas en un festín económico gracias a la parafernalia mercadológica religiosa, aprovecha las visitas para darse un baño de pueblo y para entronizar los lugares comunes sobre los valores tradicionales del noble pueblo mexicano: el fervor, la devoción, la humildad. Ciertamente, en un país en el que 84 % de la población se dice católico, la visita del Santo Padre termina convirtiéndose en un acontecimiento de masas, pero también en un fenómeno político y económico.
Pero muchos se preguntan si esta visita será como las anteriores. Para sorpresa de muchos, Jorge Mario Bergoglio ha sacudido algunos intereses creados dentro del clero y sus reformas cuestionan normas anquilosadas de la Iglesia. Sus pronunciamientos han generado resistencias dentro de la propia jerarquía del Vaticano y nerviosismo, por decir lo menos, en la jerarquía conservadora latinoamericana que ve con preocupación sus opiniones.
La agenda anunciada para esta visita alimenta de sobra tal nerviosismo. Contra el deseo de los organizadores mexicanos, el Papa no acudirá a los tópicos románticos tradicionales a escuchar mariachis y coros de niños indígenas, o no exclusivamente. El líder de la Iglesia se empecinó en visitar las zonas más calientes de la geografía, aquellos sitios que los publirrelacionistas del gobierno preferirían mantener bajo la alfombra, lejanos a la vista. El Papa irá a Ciudad Juárez, capital mundial de los feminicidios; a Ecatepec, una de las llagas urbanas de la metrópoli encajada en el Estado de México; a San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, la tierra de los indígenas olvidados por más que intentan hacerse recordar, levantamiento zapatista y Subcomandante Marcos incluidos; a Michoacán, le territorio perdido a manos del narcotráfico.
La jerarquía católica mexicana tiene razones para estar preocupada. Los vínculos del alto clero con los gobiernos priistas les dejó algo más que un mutuo y provechoso maridaje con el poder; también un estilo demagógico y populista para sostenerse en la cumbre. Para efectos prácticos han sido una de las jerarquías más conservadoras de América Latina y más cercanas a los sectores pudientes, aunque siempre bajo un velo equívoco, gracias a esas formas priistas. Lo cierto es que durante años han lograron mantener a raya a la llamada Iglesia de los pobres que surgiera en los años sesenta y setenta vinculada a diversos movimientos sociales. Los obispos identificados con la causas populares y críticos de la injusticia y la miseria han sido mantenidos en la periferia. La iglesia mexicana tiene un largo historial de tolerancia y protección a curas pederastas, empezando por la enorme influencia que llegó a tener el padre Maciel y su poderosa institución, Los Legionarios de Cristo. Motivos para estar nerviosos, pues, hay de sobra.
Preocupados por la visita, los cardenales y obispos mexicanos intentan hacer suya a contra reloj la narrativa del Papa, aunque al mismo tiempo buscan retrasar o minimizar la proyección de la aclamada película Spotlight, sobre los curas pederastas. Dan micrófono a sus voceros más progresistas y exteriorizan su preocupación por los desamparados. Persiguen, como otras veces, que la visita papal consolide sus posiciones de poder dentro de la sociedad mexicana. La pregunta es si eso las alcanzará para sobrevivir en el caso de que el Papa ponga en evidencia a los falsos sacerdotes del templo. Lo sabremos pronto.
Publicado en El País
La entrada ¿El Papa de los pobres o de Spotlight? aparece primero en Jorge Zepeda.
January 31, 2016
Lo mejor y lo peor. Ferriz, Margarita o el Bronco
¿Pedro Ferriz, Margarita Zavala, El Bronco, Manuel Clouthier? Las elecciones presidenciales en México nunca volverán a ser lo mismo, luego de que Jaime Rodríguez, El Bronco, conquistara Nuevo León sin el respaldo de los partidos políticos. Sabemos que la nueva variable de los candidatos independientes podría ser decisiva en 2018, pero salvo eso, nos encontramos frente a un terreno inédito del que podría surgir cualquier sorpresa.
Para empezar, el tema modificará la manera misma en que los partidos seleccionen a sus propios candidatos. Es el caso del PAN, por ejemplo. Margarita Zavala produce urticaria en la actual cúpula del blanquiazul: les costó un enorme esfuerzo deshacerse de la hegemonía de Calderón como para que ahora quieran entregarle a ese grupo la estafeta de la candidatura presidencial. Pero tampoco pueden permitirse que la ex primera dama se sienta excluida y se lance por la libre porque el resultado podría provocar un desplome histórico para Acción Nacional. Si el voto conservador se divide entre Zavala y el candidato oficial del PAN, el partido quedaría desdibujado en el Congreso de la Unión y resultarían comprometidas sus prerrogativas económica para los próximos años.
Muy probablemente el PAN se encontrará en la misma tesitura que el partido Republicano hace algunos meses: a los jerarcas les hacía muy poca gracia la candidatura de Donald Trump, pero tampoco podían desairarlo ya que el empresario había dejado en claro que se presentaría a las elecciones con o sin partido. Hoy, como todos sabemos, está a punto de quedarse con la designación, pese a todo. Algo similar podría suceder con Margarita Zavala si emula a Vicente Fox en el 2000, cuando el guanajuatense conquistó desde afuera a la candidatura del PAN contra la voluntad del partido.
Por otro lado, dependiendo del perfil de los candidatos independientes algunas opciones tradicionales podrían resultar beneficiadas o, por el contrario, muy perjudicadas. Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo. En los últimos dos comicios presidenciales ha obtenido millones de votos gracias a ser el único en la boleta electoral que se presentaba como el candidato contra el sistema. Pero eso podría cambiar en el 2018. La candidatura de El Bronco, o incluso de Emilio Álvarez Icaza, un personaje mucho menos conocido en la calle pero popular entres los círculos progresistas, necesariamente restaría votos al candidato de Morena (eso sin considerar la casi segura división de la izquierda que representa la escisión del PRD).
Algo parecido podría suceder en el caso del PAN, incluso si Margarita Zavala se hace de la candidatura oficial. El lanzamiento de Pedro Ferriz, quien ya ha externado su deseo de competir, o de Manuel Clouthier, con fuerte ascendencia en el panismo norteño, fragmentarían el sufragio a favor de los candidatos conservadores.
En cierta forma el PRI es el partido mejor protegido frente la erosión que provocarán los candidatos independientes, a condición, claro, de no perder la elección completa, como sucedió en Nuevo León. La propia falta de definición ideológica del PRI y el hecho de constituir el partido en el poder, hacen que cualquier candidato carismático termine compitiendo con los partidos de oposición, aquellos que deben presentarse como una alternativa al grupo gobernante.
Ya se ha comentado que el PRI sería el más favorecido por una excesiva fragmentación del voto, toda vez que es el partido que posee el mayor núcleo duro de simpatizantes, gracias a su estructura corporativa y sindical, y a su extensa base territorial (a diferencia del PAN, débil en el sur y del PRD, ausente en el norte). Hasta ahora los presidentes habían ganado la elección a partir de 35%de los votos sufragados. En 2018 podría descender a una proporción tan baja como 25%.
¿Cuál de todos estos escenarios es el más factible? A más de dos años muchas cosas podrían suceder, pero me parece que dos factores pesarán decisivamente. Uno, la estrategia que vaya a seguir el PRI, sea para inhibir o, por el contrario, para propiciar la emergencia de candidatos independientes que fragmenten a los partidos rivales. Y dos, la inteligencia (y casi diría la inteligencia emocional) que tengan los personajes carismáticos para tomar decisiones responsables. Si el asunto se convierte en una batalla de egos, la atomización favorecerá al partido en el poder. Por el contrario, si son capaces de construir alianzas, frentes estratégicos y sacrificarse en beneficio de la mejor opción, podrían dar un campanazo histórico en la vida política del país.
En suma, los candidatos independientes pueden ser la mejor noticia para una competencia electoral abierta y plural en el 2018. Pero también podrían ser la vía que favorezca a los manipuladores de siempre. Todo está por verse, pero habrá que saber verlo.
Publicado en Sinembargo.mx y otros quince diarios.
La entrada Lo mejor y lo peor. Ferriz, Margarita o el Bronco aparece primero en Jorge Zepeda.
January 30, 2016
MESA DE NOCHE. Soler y Dueñas
Si usted es de los que está convencido de que su vida ya dio lo que tenía que dar y que el futuro no será otra cosa que una variante desgastada de su pasado, dese una vuelta por estos dos novelas. Las dos son una gozosa exaltación de la capacidad que un individuo tiene para reinventarse contra todo pronóstico. Este príncipe que fui, de Jordi Soler (Alfaguara 231 páginas) y la Templanza, de María Dueñas (Planeta), dan cuenta de la mudanza interior y exterior que llevan a cabo dos personajes entrañables que, buscando conservar la fortuna y la vida que hasta entonces habían llevado, terminan por encontrarse un destino diferente al otro lado del océano.
Pero eso es lo único que tienen en común estas dos novelas. En todo lo demás no podían ser más distintas. La de Soler es una divertida sátira que desnuda infamias y villanías a ambos lados del Atlántico, la de Dueñas una historia de aventuras y pasiones con la intensidad propia de una novela decimonónica.
Ese príncipe que fui, es la historia de Federico de Grau, un aristócrata catalán que tras dilapidar su fortuna y en medio de su desespero descubre que es descendiente del último emperador azteca y decide convertirse en legítimo heredero de su imperio. Resulta que una hija de Moctezuma fue dada en matrimonio al barón de Toloriú, un poblado de Cataluña, lugar al que la mujer, acompañada de un numeroso séquito, llegó a residir, parir y enloquecer.
Quinientos años más tarde, Federico de Grau en plena bancarrota decide hacer de su ascendencia prehispánica su nuevo modo de existencia. Encuentra algunos descendientes del séquito original de la princesa, a los que convierte en súbditos, se hace diseñar atavíos imperiales coronados por un llamativo penacho, se manda hacer un escudo de armas y, lo más importante, comienza a repartir títulos nobiliarios entre la élite española a precios razonables, aunque ascendentes. La sociedad franquista termina por acoger en brazos al pintoresco personaje, a pesar de que hasta unos meses antes no era más que un aristócrata barcelonés venido a menos, conocido por todos ellos.
Pronto los títulos de los Caballeros de la Orden de la Corona Azteca comenzaron a engalanar las pecheras de los nuevos ricos españoles y dotaron a Federico de una envidiable fortuna. El conde de Zacatenco y el marqués de Tláhuac podían ser encontrados paseando por las ramblas, intercambiando frases mexicanas puestas en boga por el propio Grau Moctezuma. Aunque su Alteza nunca había puesto un pie en América, logró dominar el habla mexicano, o al menos el de Pedro Infante, gracias al aprendizaje de los diálogos de la película Pepe el Toro.
La empresa fructificó hasta el momento en que don Átomo del Prado-Rey convertido en duque de Atlazolpa, decidió cruzar el charco y reclamar los dominios de su ducado. El lector podría imaginarse el desenlace. Poco después, sintiéndose incomprendido, su Alteza tomó la determinación de mudarse a México, donde asumió que sería mejor recibido por los antiguos súbditos del emperador Moctezuma.
La historia no tiene desperdicio y tampoco la tiene la prosa aguda y sabrosa de Jordi Soler, él mismo un autor a medio camino, por sangre y geografía, entre Veracruz y Barcelona.
María Dueñas, en cambio, no tiene nada de mexicana pero eso no le impidió sustentar de manera impecable la historia de Mauro Larrea, un minero de origen español enriquecido en México en los azarosos tiempos de Benito Juárez. Justamente el azar le hace perder su fortuna y la obligación de restablecerla, para evitar la desgracia familiar, lo llevará primero a la Habana y luego al sur de España. La desesperación de Larrea por encontrar un golpe de suerte, un negocio fulminante que le permita enfrentar sus deudas antes de una fecha fatídica, le conduce a explorar el comercio de contrabando cubano, los amoríos con una mujer enriquecida y los misterios del jerez en Andalucía. Un periplo que agradecerá el lector porque cada una de estas empresas estará plagada de trampas, peligros y acertijos.
La autora de El tiempo entre costuras, ofrece en La templanza una novela histórica de amores y aventuras que no defraudará a sus muchos seguidores. El coraje frontal y primitivo de Larrea, su particular manera de entender el honor y su pasión por Soledad, la esquiva y misteriosa española que conocerá en Jerez, hacen de las 540 páginas de esta novela una ágil y disfrutable travesía.
Dos novelas, las de Soler y Dueñas, que le mostrarán que reinventarse siempre es posible aunque sea por la vía vicaria de Federico y Mauro.
Publicada en PuntosyComas de Sinembargo.mx
La entrada MESA DE NOCHE. Soler y Dueñas aparece primero en Jorge Zepeda.
January 28, 2016
Trump: La banalidad del mal
“Dicen que tengo a la gente más leal, ¿han visto? Podría pararme en medio de la Quinta Avenida y disparar a alguien, y no perdería ningún votante. Es increíble”, dijo hace unos días Donald Trump durante un acto de campaña en Iowa, mientras apuntaba con la mano como si fuera una pistola. Su intervención fue recibida con risas y aplausos.
Más allá del ego desmesurado del candidato, la elección de sus palabras revela algo más preocupante: la ausencia de alguna noción moral. Su argumento no solo entraña un “me quieren por encima de cualquier canallada”, supone también una creencia en su propia excepcionalidad; la certeza de encontrarse por encima de las normas que operan para el resto de los mortales.
La “excepcionalidad” de Donald Trump es menos extraordinaria de lo que parece. Narcisos desaforados y millonarios excéntricos, por decir lo menos, existen en cualquier región del mundo. El misterio no es él, sino el hecho de que millones estén dispuestos a votar por él para presidente. El apoyo que recibe entre los republicanos (36 a 41% según la encuesta de que se trate) dobla a la de su más cercano perseguidor (Ted Cruz). Toda proporción guardada, para los historiadores el reto no es entender a Hitler, en última instancia un fanático desequilibrado, sino el hecho de que un país desarrollado y comparativamente culto haya abrazado en masa tesis extremas, absurdas algunas; o que decenas de miles hayan participado en el exterminio masivo de vecinos y coterráneos, mujeres y niños incluidos.
El apoyo sostenido que ha recibido Donald Trump a lo largo de estos meses comienza a poner inquietos a muchos. Su encumbramiento mediático fue explicado como una especie de exabrupto pasajero. El morbo que generaban sus declaraciones y la capacidad de poner en palabras los sentimientos inconfesables de muchos norteamericanos resentidos justificó su popularidad inicial; pero se entendía que una vez que la campaña se centrara en la agenda de propuestas y soluciones a los problemas del país, las ocurrencias simplistas, ignorantes y estrafalarias de Trump pasarían a un segundo plano. No ha sido así, por el contrario, los adversarios de corte “profesional” como Jeff Bush se han eclipsado lastimosamente.
¿Qué está pensando esa enorme base republicana que apoya a Trump? ¿De veras creen que puede ser presidente? Es comprensible que el electorado conservador disfrute de frases que suenan bien a sus oídos: la promesa de borrar al Estado Islámico a punta de bombardeos, prohibir el ingreso de musulmanes a Estados Unidos, o hacer inexpugnable la frontera con México con recursos pagados por los propios latinos. Pero la mayoría de los adultos están en condiciones de reconocer la diferencia entre la realidad y los deseos. O no. No fue así en la Alemania de los años treinta, después de todo.
Tratando de entender lo inexplicable, Hannah Arendt acuñó la frase “banalidad del mal” para describir la manera en que miles de personas se desasociaron de sus códigos morales para entregarse a los designios de sus líderes. En los ejecutores materiales del genocidio, dice Arendt, no existía un pozo de maldad abismal ni tenían una particular inclinación por la crueldad. Eran, más bien, individuos capaces de operar sin reflexionar en las consecuencias de sus actos por la sencilla razón de estar cumpliendo órdenes y actuar según se esperaba de ellos. La filósofa argumentó lo anterior no para disculparlos, por el contrario, para dar cuenta de la complejidad humana y estar alerta ante la banalidad del mal y evitar que eso ocurra.
Pues algo está ocurriendo con el apoyo a Trump de parte de tantos estadounidenses, muchos de ellos seguramente ciudadanos decentes. Como si de alguna forma se desasociaran de las consecuencias morales de sus propuestas. Quiero pensar que ese apoyo no alcanzará para instalarlo en la Casa Blanca, pero ciertamente algo preocupante está sucediendo ante nuestros ojos.
Publicado en El País
La entrada Trump: La banalidad del mal aparece primero en Jorge Zepeda.
Jorge Zepeda Patterson's Blog
- Jorge Zepeda Patterson's profile
- 142 followers
