Jorge Zepeda Patterson's Blog, page 32

September 8, 2013

La marcha: no sólo el tamaño importa

Nunca te enamores de una maestra oaxaqueña; tarde o temprano se va a marchar, rezaba un tuit hace unos días. Y tenía razón. Los maestros de la CNTE predeciblemente marchan y los lopezobradoristas también. Y este domingo coinciden en la madre de todas las marchas: la convocada por Morena y Andrés Manuel López Obrador para protestar en contra de la reforma energética y “defender el nivel de vida de los mexicanos”.

Esta marcha es decisiva por varias razones. Primero, por el músculo que la protesta logre mostrar ante la opinión pública. Si sólo 50 mil acuden al llamado de AMLO, el gobierno podrá respirar tranquilo: encontrará obstáculos a su reforma aunque muy transitables considerando el peso de la maquinaria estatal. No obstante, tal escenario es poco probable. Hace apenas una semana Cuauhtémoc Cárdenas casi logró ese número en una marcha sin recursos y convocada con poca anticipación.


En el otro extremo, si la izquierda logra reunir cifras en torno a los 800 mil o un millón de manifestantes, como en los mejores tiempos del 2005 y 2006, el gobierno de Peña Nieto y la sociedad en su conjunto difícilmente podrán ignorar el riesgo que representa desoír una oposición de tal magnitud.


Por lo demás, no sólo importa el número; también la actitud. Ya vimos cómo 30 mil maestros decididos pusieron en jaque a la Ciudad de México durante los últimos días. Por lo mismo, como en tantas cosas en la vida, no sólo importa el tamaño. Al final del acto en el Zócalo, López Obrador dará a conocer el tono e intensidad de las acciones de resistencia que habrán de llevarse a cabo. En otras palabras, la marcha, siendo importante, es apenas el primer acto de un drama político que habrá de desarrollarse en los próximos meses. Aunque otra vez, comenzar con 50 mil o con 800 mil hace una enorme diferencia para sentar el tono y la intensidad de lo que habrá de venir.


Para López Obrador y para Enrique Peña Nieto será un momento político decisivo. Por un lado, Morena enfrenta serias dificultades en su cruzada para convertirse en partido político; la integración de firmas no ha caminado con la presteza deseada. La lucha en defensa del petróleo puede ser su tumba o su reivindicación, dependiendo del resultado. Para el mismo tabasqueño se trata de un tema de orgullo personal, de biografía, de convicción. Recordemos que él saltó a la palestra nacional cuando en 1996 encabezó bloqueos a instalaciones petroleras de Tabasco para exigir indemnizaciones a más de 40 mil campesinos y pescadores afectados por las actividades de Pemex. La foto de su cabeza descalabrada y ensangrentada fue portada de los diarios nacionales y lo convirtió en el candidato inevitable para la dirigencia del PRD meses más tarde.

Y para Peña Nieto una derrota en esta reforma sería desastrosa. No sólo se trata de la más importante en cuanto a la reactivación económica; es también aquella en la que el gobierno ha invertido más capital político, tanto en materia de negociaciones como de bombardeo mediático.


Más allá de lo que se estén jugando en esta coyuntura los actores políticos, un tema tan importante o más es el papel que debe desempeñar “la calle” en reformas decisivas para la sociedad mexicana.

Algunos consideran que no podemos ser rehenes de marchistas decididos a boicotear la vida del resto de los ciudadanos. Entiendo los motivos; pero de igual forma, yo insistiría que tampoco podemos ser rehenes de diputados y senadores que legislan el destino de los mexicanos bajo acuerdos cupulares. Creer que 500 diputados controlados por una docena de líderes representan los intereses de la sociedad es absurdo. Los intereses reales están en todo su derecho de expresarse por las vías que le sean posibles.


Así como Televisa interviene en la reforma de las telecomunicaciones a través de sus legisladores, el cabildeo y la presión mediática, los grupos afectados por otros proyectos de ley también pueden (y deben) expresar sus puntos de vista. No sostengo que las reformas deban ser dictadas por los grupos afectados; pero tampoco pueden ser definidas al margen de ellos.


En este momento la iniciativa privada está ejerciendo una enorme presión para disminuir el aumento al ISR que Peña Nieto quería anunciar la noche del domingo. Los empresarios piden atenuar ese impuesto y subir, a cambio, el IVA. Ellos no salen a la calle, pero utilizan presiones y chantajes tanto o más severos que el empleado por los maestros. El hecho de que no trasciendan al público no significa que no existan.

La marcha de hoy, en todo caso, me parece una expresión más honesta y transparente para cuestionar las intenciones de la autoridad, que la guerra tras bambalinas que llevan a cabo poderes factuales mucho más formidables. ¿Sí o no?


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Published on September 08, 2013 08:07

September 4, 2013

Peña ¿no quiere o no puede?

No, Peña no está en camino al despeñadero. Todavía. Ciertamente “el momento de México” se quedó en apenas “momento Kodak”, una imagen congelada que no ha podido transformarse en película. O quizá apenas en un par de imágenes afortunadas: al anunciar su Pacto por México al arranque de su gobierno y al meter en prisión a Elba Esther Gordillo. El resto fue en realidad un impresionante embate mediático capaz de crear altas expectativas entre muchos que ni siquiera habían votado por él: apenas 39 por ciento del electorado lo eligió como presidente, pero en la primavera ya alcanzaba 61 por ciento de aprobación.


Para desgracia de los priistas, la realidad ha tenido un desempeño muy por debajo de la narrativa. Hoy los circuitos financieros internacionales se preguntan si México

está en el umbral de una recesión. Peor aún, frente a los problemas de desgobierno que se nos acumulan comienza a surgir la duda de si en realidad el cacareado oficio de los priistas tenía algún fundamento. La inseguridad pública no ha cedido, el fenómeno de las guardias de auto defensa se hace endémico en algunas regiones, el Estado sigue cediendo territorios ante el crimen organizado, y las reformas económicas están paralizadas o están en camino de concretar en sucedáneos y versiones deslactosadas.


Habría que preguntarnos si todo ese optimismo de hace apenas cinco meses

estaba justificado y si el pesimismo de ahora es certero y realista. Tengo la

impresión de que ambos han estado inflados por esos esteroides de la opinión

pública que son los medios de comunicación.


El problema de este gobierno en realidad son dos (y no haré el chiste fácil afirmando que el problema es uno y se llama Peña Nieto). El primero es que quiere los cambios pero no sus resultados, o al menos no muchos de ellos. Como dice el dicho, cambiar para seguir igual. Peña Nieto carece de la voluntad auténtica para transformar a México porque ello implicaría desmontar las bases que hacen posible la existencia del PRI. Sanear a Pemex sin tocar al sindicato; introducir reformas económicas sin afectar los monopolios; fortalecer al ejecutivo sin castigar los excesos de los gobernadores; gobernar sin molestar a los intereses creados. El mandatario quisiera pasar a la historia como un presidente modernizador, pero él y los grupos que lo rodean están anclados en la premodernidad y en ella encuentran el sustento y las posibilidades de su reproducción.


El segundo problema es que, incluso si hubiera voluntad (asumiendo sin conceder), habría que preguntarnos si la institución presidencial posee

los márgenes de maniobra para llevar a cabo los cambios que se han presumido.


No pocos intelectuales han defendido la necesidad de un regreso a una modalidad benigna de presidencialismo como único antídoto frente a la proliferación de poderes y la rebatinga salvaje que se ha generado. Nuestras instituciones democráticas y jurídicas resultaron muy tiernas para acotar la enorme fuerza que acumularon los poderes reales en los doce años de gobierno panista: monopolios, cárteles de la droga, gobernadores, líderes sindicales, y similares, adquirieron con Fox y Calderón una dimensión que nunca llegaron a tener bajo la sombra de los mandatarios priistas. Para no ir más lejos: Elba Esther Gordillo con su propio partido político y su desafío al PRI logró un peso protagonismo y una autonomía que Fidel Velázquez nunca alcanzó, por ejemplo.


Para contrarrestar la parálisis panista, se argumenta que el país requiere un centro de mando capaz de meter en cintura a todos los poderes sueltos. Pero esto entraña una enorme dificultad. Los intentos de reforma y contrareforma que vemos estos días, sugieren que quizá esos poderes han adquirido tanta fuerza que ya están más allá del punto de no retorno. Es decir, son tan poderosos que pueden neutralizar los intentos para acotarlos o debilitarlos.


La reforma de las telecomunicaciones, que entre otras cosas busca disminuir el monopolio de Televisa y de Slim en sus respectivos territorios, es un buen ejemplo para ilustrar esas dificultades. Cada paso que se avanza en esa dirección es inmediatamente contrarrestado por cabildeos y presiones de estos grupos. La reforma educativa iría en el mismo camino. Televisa logró demorar la sustitución de televisión analógica en Tijuana y hace lo imposible por suavizarla. Todo ello gracias a la movilización de la opinión pública y las negociaciones tras bambalinas. De la misma manera en que la CNTE logró, mediante marchas y enfrentamientos, meterle parches a la ley relativa a la evaluación del magisterio.


Todavía no sabemos en que quedará la reforma energética. Falta la modificación constitucional y, sobre todo, las leyes secundarias. Pero ya está claro que el proyecto del ejecutivo deja intocado al poderoso sindicato petrolero, cuyas prebendas y corrupción forman parte esencial de los obstáculos que impiden la modernización y la eficiencia de Pemex.


El país necesita salir de su molicie y eso probablemente sólo lo logrará con reformas capaz de dinamizar y sanear la vida económica y política. Peña Nieto se ha vendido como el líder capaz de ofrecer tales reformas. Y sin duda que habrá reformas. El problema es que el presidente ni puede ni quiere trabajar por aquellas que el país realmente necesita. Siendo así, lo que tendremos será básicamente reformas vendidas a tamborazos, narrativas infladas, ruidos y muy pocas nueces.


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Published on September 04, 2013 08:11

September 2, 2013

Peña: el timo del golpe de timón

Desalojar a los maestros de la CNTE por la fuerza, imponer las reformas con los votos del PAN, olvidarse del Pacto por México y de la búsqueda del consenso. En esencia es la receta que muchos proponen al gobierno de Peña Nieto para salir del impasse en el que se encuentra la economía y la política en el país. El jueves pasado un artículo de Jorge Castañeda, intitulado “Golpe de Timón” lo decía sin tapujos: “Resignarse al fin del Pacto por México, que ya dio de sí y con creces. Al empecinarse el gobierno en rescatar a “los Chuchos”, rescatará sólo un membrete. Mientras que si opta por una alianza integral y de largo plazo con el PAN, puede lograr la aprobación de reformas que son anatemas para la izquierda: Pemex, IVA, educación a fondo, nuevo régimen político”.


Técnicamente es un camino factible . El apoyo panista otorga a Peña Nieto la fuerza que necesita para hacer la mayoría constitucional que requieren las reformas. O como diría la izquierda, el PRIAN se basta por sí mismo para gobernar: tiene la presidencia, dos tercios del poder legislativo y 27 de las 32 entidades federativas. El costo aparente sería mínimo: concesiones a la derecha en la reforma política (mayores controles para evitar abusos electorales, segunda vuelta en comicios presidenciales, entre otras exigencias panistas).


Pero el costo político y social es impredecible. El argumento de fondo de Castañeda es que de cualquier manera el gobierno de Peña Nieto asumirá este costo. Considera que diluir el contenido de las reformas o demorarlas en espera de un apoyo de parte del PRD no tiene sentido, porque “Los Chuchos” que dirigen a ese partido no evitarán el descontento de Morena, la CNTE, las Guardias auto armadas, el #YoSoy132 y un largo etcétera que se opondrá al contenido neoliberal de las reformas.


El error de esta interpretación es que confunde el mundo formal con el mundo real. Como si los partidos representaran a la sociedad mexicana, y los actores institucionales fueran lo mismo que la arena pública. Un error que Porfirio Díaz cometió en su momento y Mubarak de Egipto en el nuestro, por ejemplo.


Cerca de la mitad de la población económicamente activa labora en el sector informal, y ese no se expresa mediante cartas a sus legisladores; medio millón de personas está vinculada al crimen organizado y esos se expresan de peor manera; poco más del 50% de la población vive en la pobreza y 19% en la extrema pobreza, y por lo general no pueden expresarse pero cuando lo hacen generan movimientos telúricos de alcances insospechados.


Los legisladores pueden otorgarle a Peña Nieto los votos para que el IVA aumente a 19% y se aplique en alimentos y medicinas, si así lo desea. Después se irán a cenar para intercambiar opiniones sobre lo tormentoso que fueron las negociaciones y el debate final. Como si allí diera inicio y tuviera fin a una medida que afecta a todos los mexicanos.


Las reformas deben buscar consensos no por “Los Chuchos” ni para estampar una firma perredista en el documento; en realidad es lo menos importante. Lo deben hacer porque tienen que reflejar el campo de posibilidades de la sociedad en su conjunto, porque toda ella será impactada por esos cambios. Lo tiene que hacer porque las irrupciones sociales, las tomas violentas y las represiones sangrientas, no están en las negociaciones que se tejerán entre panistas y priistas.


Creer que estamos ante un escenario de todo o nada es una tesis que conduce a decisiones temerarias. El argumento de Castañeda así lo presupone: ceder ante la calle implicaría la parálisis y la ausencia absoluta de reformas; por consecuencia hay que olvidarse de la calle.


No es así. Es cierto que el consenso absoluto es imposible de lograr y no habrá manera de dejar satisfechos a todos. Pero en la búsqueda de los matices en cada reforma está la clave de lo que cada una de ellas puede desencadenar. Es distinta una protesta con 50 mil inconformes que una con 800 mil. Es diferente un desalojo negociado que una represión sangrienta.


El problema de fondo es la economía: necesitamos crecer y requerimos de empleos. Pero el medio es la política y está no se agota en San Lázaro. No se hacen las reformas que la economía necesita sino las que la política real posibilita. La sociedad es un tejido diverso y complejo de seres humanos, y no un conjunto de variables financieras que emanan de un Excel o de la sobremesa de un restaurante de Polanco.


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Published on September 02, 2013 10:53

August 28, 2013

Peña en apuros, o de cómo el momento México se hizo pesadilla

Que el primer informe de gobierno de Enrique Peña Nieto se tenga que celebrar en el campo Marte entre tribunas improvisadas y al abrigo del ejército es más que sintomático del desplome del “momentum Peña” que se vive.

El descontento que comienza a advertirse obedece a varios factores: los indicadores económicos a la baja que golpean a los de menos ingresos y desaniman a los inversionistas; la preeminencia de la inseguridad pública, la pérdida de territorios completos a manos del crimen organizado y las guardias autoarmadas; las reformas entrampadas por el apresuramiento del ejecutivo y la parálisis de los partidos en las cámaras.


Lo cierto es que la luna de miel del presidente con el pueblo mexicano duró menos que la de Angélica Rivera, “La Gaviota”. Y al igual que la de aquella fue más mediática que otra cosa. En realidad solo el 39% de los votantes sufragó en su favor; es decir 61% de los electores votaron “en contra” de Peña Nieto. Peor aún, si se considera los que se abstuvieron, veremos que apenas uno de cada cinco ciudadanos en edad de votar lo hizo por el actual presidente.


La supuesta euforia a favor de Peña Nieto fue en realidad una construcción mediática. Los índices de aprobación del mandatario han estado por debajo de los que obtuvieron Vicente Fox y Felipe Calderón a lo largo de su primer año de gobierno.

Lo que sucedió es que el regreso del PRI restableció la relación entre el poder y los dueños de los medios de comunicación, a tal grado que la burbuja mediática logró infundir la sensación de que el país tendría su época dorada con la llegada de los que “sí saben gobernar”. The New York Times y The Economist se hicieron eco de este entusiasmo y proclamaron el dichoso Mexico´s Moment, más por ganas de salir de la parálisis del gobierno calderonista que por una lectura real de las posibilidades de cambio que ofrecía la nueva administración


A diez meses de gobierno está claro que se sobreestimaron las posibilidades y las intenciones de cambio por parte del gobierno de Peña Nieto. Sus dos iniciativas más espectaculares, el Pacto por México apoyado por la oposición y el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo, se fueron desinflando y, en cierta forma, resultaron contraproducentes.


Lo de Elba Esther Gordillo fue presentado como un paso decisivo en el combate a la corrupción y generó una lectura positiva sobre las intenciones del nuevo presidente. Pero al pasar las semanas quedó claro que había sido una maniobra política para castigar la deslealtad de Gordillo y para regresar al SNTE al control del PRI. La impunidad ostensible de Carlos Romero Deschamps y otros de su calaña, retratados una y otra vez al lado del Presidente, hizo obvio que el PRI no combatirá la corrupción ni nada que se le parezca. Al final, la decepción fue más grande que el entusiasmo que pudo generar la caída de la Maestra.

El Pacto por México ha seguido similar trayectoria. Firmado inicialmente por todas las fuerzas políticas parecía que por fin se habían construido los consensos para poner en marcha las reformas y sacar a México de su parálisis. Pero terminó siendo un beso envenenado para los dos partidos de oposición; hoy enfrentan una verdadera guerra civil por parte de los cuadros y las bases sociales, molestos por su complicidad con el gobierno. Las dirigencias del PAN y del PRD están más debilitadas que nunca y carecen de la capacidad de operar los acuerdos tomados con el Presidente. Menos foto y más trabajo en la letra chica de las reformas y en las leyes secundarias, habría sido más provechoso para el país y menos lesivo para los partidos de oposición.


Por otro lado, senadores y diputados, incluso del PRI, están en abierta confrontación contra el Pacto por México, al considerar que esos acuerdos de cúpula intentan sustituir la tarea del Legislativo.


La búsqueda de golpes mediáticos llevó a Peña Nieto a presentar iniciativas de reforma apresuradas que han generado expectativas no cumplidas. Todas ellas se han atorado en la discusión de los pormenores y están lejos de comenzar a operar.

Finalmente, el tema de la inseguridad los ha alcanzado. Los primeros seis meses generaron la expectativa de un cambio en la estrategia contra el crimen organizado lo cual permitiría su acotamiento. Por el simple expediente de no hablar de la guerra contra el narco y con la complicidad de los medios de comunicación, se generó la sensación de que el fenómeno estaba disminuyendo. Hoy sabemos que las estadísticas de la nota roja son iguales y en algunas regiones peores que antes. Con el ingrediente añadido de una proliferación de guardias auto armadas generadas por la exasperación que deriva de la ausencia de Estado en varias entidades.


Peña Nieto presenta su primer informe de gobierno contra la pared. Tendría que entender que el tiempo de las burbujas mediáticas ya ha pasado, y que ese recurso se ha agotado. Ha querido gobernar a partir de una narrativa de éxito construida con el apoyo de los medios de comunicación, pero la realidad ha comenzado a colarse por todas las grietas de su escenografía de cartón.


Frente a la inconformidad creciente de los grupos más angustiados, Peña Nieto necesitará un cambio de narrativa de manera urgente. Sólo espero que ese cambio no tenga la represión como salida.



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Published on August 28, 2013 09:28

August 25, 2013

CNTE, ¿hora de reprimir?

La tentación es enorme. Portadas de los diarios y noticieros de televisión muestran a los maestros de la CNTE flagelar las calles de la capital, agraviar a sus habitantes y desafiar abiertamente a las autoridades. Cientos de personas que perdieron su avión ofrecen testimonios desgarradores: el joven que desperdició sus ahorros y la oportunidad de vida al llegar tarde al vuelo a Tijuana y al empleo que le esperaba en California; la mujer que acudía a una terapia desesperada; el empresario que no llegó a cerrar un negocio en Chiapas; la chica que perdió sus vacaciones.


Los desplazamientos de millones de capitalinos han resultado afectados a lo largo de la última semana. Los comentaristas de radio, prensa y televisión claman contra el hecho de que un grupo político sea capaz de boicotear al poder legislativo; un atentado inadmisible a la democracia, dicen. Otros aseguran que este será el “Atenco” de Peña Nieto, similar al caso de los macheteros que impidieron a Fox construir su aeropuerto para la capital. Otros acusan a Miguel Ángel Mancera, el jefe de gobierno de la capital, de ser un blandengue, incluso cómplice involuntario, por su incapacidad o negativa a reprimir a los protestantes y dar garantías a los poderes federales para actuar con independencia de la presión de provocadores.


Y sin embargo, mal harían autoridades locales y nacionales si intentan resolver el problema a palos. Por razones éticas, desde luego, pero también por razones de cálculo político.

Por razones éticas: Un movimiento social no puede ser sofocado con la represión indiscriminada (y sin duda, pese a la caricaturización, lo del CNTE es un movimiento social y no sólo por los 10 mil que lograron traer a la capital). Atacar a la multitud es generar víctimas aleatorias, algunas de las cuales podrían pagar con su vida el crimen de defender lo que creían era su derecho.


Por razones de cálculo político: Generar mártires es un pésimo negocio político; produce un efecto bumerang y con frecuencia hace las veces de gasolina sobre el fuego que intenta apagarse. Mubarak lo descubrió muy tarde, luego de echar al ejército a la plaza Tahrir, en el Cairo.


Lo que hasta ahora es un conflicto unilateral y puntual, podría convertirse en una efervescencia multilateral por obra y magia de la represión indiscriminada. Las exigencias de los maestros fácilmente podrían contaminar otras reivindicaciones que están en plataforma de salida. El 8 de septiembre Andrés Manuel López Obrador intentará una marcha multitudinaria para protestar por la apertura de Pemex a la iniciativa privada. Los grupos de autodefensa han proliferado justamente en zonas donde la CNTE es poderosa (Oaxaca ,Guerrero y colindancias con Michoacán); ya están armadas y predispuestas contra los cuerpos de seguridad. Y, finalmente, la economía en retroceso es una pésima noticia para las cuentas nacionales, pero una tragedia para la microeconomía de los mexicanos de a pie. Eso y la disminución de remesas procedentes de Estados Unidos, empeorarán las condiciones de los que menos tienen. En suma, un caldo de cultivo para una escalada social de alcances insospechados.


Que la represión sea desaconsejable no significa que los poderes y la ciudad deban ser rehén de todo grupo que opte por la violencia para conseguir sus fines (y sí, admitámoslo, pretender colapsar el aeropuerto es un acto de violencia indiscriminado en contra del resto de la comunidad). Pero sí significa que el Estado deba operar con todos los recursos políticos y económicos antes de acudir a la “violencia legitima”, como dicen los clásicos.


Ricardo Raphael, especialista en temas de educación, señaló que la Ley del Servicio Profesional Docente, mal llamada de “Evaluación”, origen del conflicto, es una iniciativa apresurada, llena de parches y mal comunicada por el gobierno (ver http://bit.ly/1f6g7Rb). El proyecto de ley tendría que ser reformado para incorporar un verdadero servicio profesional de carrera, de tal forma que constituya un aliciente para los profesores y no sólo un aparente castigo para el sindicato.


Por otro lado, el Estado requiere de un trabajo de inteligencia entre los cuadros del CNTE. Como en toda organización existen matices de concepción y radicalidad. Si en algún momento va a aplicarse la ley para castigar a los más violentos, las autoridades necesitarán operar con una gran mano izquierda para negociar con las porciones moderadas. Una batalla frontal con la toda la organización como tal es absurda.


Finalmente, no podemos dejar de lado que la CNTE surge en una región históricamente abandonada por el crecimiento; la más atrasada del país. Hoy buena parte de ese territorio escapa al control del Estado por la proliferación de poderes ilegales. Ninguna negociación será de largo plazo si no se atenúan las duras condiciones que viven los habitantes de estas zonas y no se detiene la acumulación de agravios económicos, políticos y sociales que experimentan.


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Published on August 25, 2013 02:13

August 21, 2013

Pemex, el futbol y la tricolor

Si Pemex fuera la selección mexicana de futbol, la solución de Peña Nieto para mejorarla equivale a algo así como a nacionalizar una decena de jugadores extranjeros de golpe y porrazo y ponerles la camiseta tricolor. No se apuesta por el futbol mexicano, por así decirlo, sino por los resultados inmediatos en los torneos que han de venir.


En otras palabras, la reforma del gobierno no está tratando de sanear a Pemex, infestada de corrupción e ineficiencia, sino de hacerla a un lado. La mejor muestra es que los “contratos de utilidad compartida”, como se ha llamado a la figura jurídica para incorporar a la iniciativa privada, no serán firmados por la paraestatal, sino por la Secretaría de Energía.


En la estrategia seguida por Peña Nieto hay dos implicaciones. Primero, se renuncia realmente a la posibilidad de fincar el desarrollo de la industria petrolera a partir del propio Estado por vía de Pemex. Como un entrenador que observa su plantilla de jugadores, se da la media vuelta y se va a buscar a otros. Asume que no vale la pena intentar entrenarlos, mejorarlos, hacerlos competitivos.


Es evidente que Pemex como empresa carecía de la calidad para competir en esas ligas mayores que son la exploración y la perforación en aguas profundas. Pero no porque el mexicano sea congénitamente incapaz, ni porque la décimo primera economía del mundo carezca de los recursos para sustentar su desarrollo petrolero.


Pemex es incapaz porque ha sido ordeñada masivamente en lo financiero y tampoco ha podido tener una estructura sana y productiva por la corrupción política de un sindicato que opera bajo criterios de lealtad mafiosa y no de eficiencia. Como a un equipo de futbol al que cada año le quitasen la mitad de sus jugadores, los mejores, y los restantes jugasen amañados por masajistas e instructores.


La segunda implicación es que Peña Nieto está desestimando el peso que tendría la izquierda radical y el nacionalismo popular para oponerse a su proyecto. No en el Congreso, porque ese ya lo tiene ganado, sino en la calle. Ciertamente que en la narrativa utilizada para presentar su proyecto se hicieron hartas caravanas dirigidas a esa tribuna: que el petróleo seguiría siendo de los mexicanos, docenas de menciones a Lázaro Cárdenas, la adopción de esa figura etérea de “utilidad compartida” para no mencionar concesiones, etcétera.


Está claro que todos esos guiños estaban dirigidos a atenuar el embate de López Obrador. O, mejor dicho, a quitarle argumentos al tabasqueño con los cuales pudiera incendiar la pradera. Pero yo no tengo duda de que el gobierno decidió ir a fondo en materia de apertura, a pesar de lenguaje conciliador y prudente. Su anteproyecto es deliberadamente superficial, blando y ambiguo, pero deja todo el terreno preparado para diseñar reglamentos de aplicación más ambiciosos y radicales una vez que sea modificada la constitución; una vez que el tema salga de los escenarios expuestos e iluminados que representa el cambio constitucional.


¿Se equivoca el gobierno en sus dos premisas? (incorporar a la IP como solución a la crisis energética y desestimar el efecto desestabilizador de la oposición?). Yo no tengo nada en contra de nacionalizar a un jugador extranjero y que este participe en el equipo nacional. Pero hacerlo como estrategia fundamental para convertirnos en equipo ganador me parece que terminaría por empobrecer las posibilidades de crecimiento del jugador nacional. Me habría gustado más una estrategia que invirtiera los términos. Un proyecto radical para sanear a Pemex: dejar de sangrarlo para permitir la reinversión, erradicar la corrupción, introducir criterios de eficiencia y organización. En fin, hacerlo competitivo, en lugar de renunciar a él, como en el fondo se está haciendo. Y entonces y sólo entonces, recurrir a los contratos complementarios con la IP para apuntalar los huecos. De la misma manera en que alguna vez se recurrió a Sinha, el brasileño mexicano del Toluca para subsanar una carencia en el medio campo del tricolor. ¿Que es difícil sanear a Pemex? Sin duda. Pero el sentido común indica que si lo que está mal es Pemex, por allí tendríamos que comenzar, ¿o no?


Por otro lado, imposible saber en este momento si el gobierno desestimó el potencial de protestas de parte de MORENA. Sin duda ha hecho todo lo posible para dejarlo sin combustible. Ha cortejado a Miguel Ángel Mancera para evitar que las estructuras formales del gobierno de la Ciudad apoyen a la movilización del 8 de septiembre de López Obrador; ha negociado con el PRD hasta lograr que el proyecto de Cuauhtémoc Cárdenas acepte a la IP a cambio de no modificar la constitución. Ha lanzado una campaña mediática impresionante para convencer a la opinión pública de que Pemex seguirá siendo de los mexicanos (el petróleo, quien sabe). La propia división de la izquierda ofrece una coyuntura favorable al gobierno. Tomará algunas semanas saber si el gobierno ganará o no esta partida sin mayores contratiempos. 30 mil personas en la marcha del 8 de septiembre constituirán un triunfo contundente para Peña Nieto; 300 mil podría ser el inicio de una pesadilla. Lo sabremos pronto.


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Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/21-0.... Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX



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Published on August 21, 2013 12:17

August 19, 2013

Pemex, la biblia y los aztecas

Las cifras sobre Pemex son como los versículos bíblicos o los refranes, sirven lo mismo para un barrido que para un regado. Hay para todos los gustos. ¿Prefiere usted la apertura de Pemex? Sobran razones vestidas de números. ¿Le preocupa la intervención de las trasnacionales en nuestro petróleo? Allí están los datos para corroborar sus peores inquietudes.


Una cifra mata a la otra y viceversa, aunque las dos sean parcialmente ciertas. Igual que los refranes: “Al que madruga Dios le ayuda” y “No por madrugar amanece más temprano”. Dos dichos sabios, mutuamente excluyentes.

El problema reside en citar cifras o dichos fuera de contexto. Y ciertamente en el debate actual sobre la reforma energética los polemistas han recurrido a los números menos con el afán de informarse y más con el de apertrecharse para la pelea. Se esgrimen escenarios con la contundencia absoluta del que ya viajó al futuro y vivió en carne propia lo que nos espera. Unos para hacernos saber el edén de prosperidad que descenderá sobre nosotros si Exxon y Shell siembran sus fracking instalaciones por todo el Golfo (no es adjetivo, sino el nombre de la nueva técnica de perforación profunda); otros, para comunicarnos el valle de miseria y despojo que sobrevendrá si dejamos entrar a estos jinetes del apocalipsis.


Los argumentos se han ido deslavando para terminar convertidos en actos de fe. “Mi Dios es más bueno, generoso y justo, y lo demostraré aunque para hacerlo tenga que matarte”. La izquierda se envuelve en la bandera del nacionalismo aun cuando su negativa a toda reforma en Pemex condene a la paraestatal a mantenerse como lo que ha sido: el gran bastión del PRI y el sindicalismo corrupto.


La apertura de Pemex a otras tecnologías y la exclusión de trabajadores sindicalizados en los pozos por abrirse, podrían ser el principio del fin de ese corporativismo. La comparación entre las formas de organización y producción de un empleado de una trasnacional y uno de Pemex son contundentes: tres a uno, medido en ventas por cada trabajador (también acabé citando cifras). Si Romero Deschamps actuara conforme a lo que su corazoncito le dice seguramente estaría en la marcha convocada por Andrés Manuel López Obrador el 8 de septiembre para rechazar los cambios en Pemex.


Por su parte, Enrique Peña Nieto ha vendido la apertura energética como la panacea inminente, el cuerno de la abundancia, la llave que nos permitirá crecer a ritmo de 6 por ciento anual. No dice el cómo ni los por qué. Tuvo su epifanía y trata de llevarnos a la tierra prometida con un planteamiento vago y ambiguo, que no es mucho mejor que un simple “por allá” . Incluso los aztecas tenían algo más concreto en su manual de viaje, encontrar un águila devorando a la serpiente, que ese proyecto que dice todo y nada: no a la concesión ni a la producción compartida con la iniciativa privada, sí a celebrar contratos de utilidad compartida. A saber. Gracias a eso, informó Peña Nieto, pasaremos de una producción de 2.5 millones de barriles diarios hoy, a 3.0 millones en 2018. O sea, 20 por ciento de incremento en cinco años. ¿Esa es la panacea?


Que a Pemex le falta modernizarse y requiere cuantiosas sumas de inversión en tecnología es un hecho. El gobierno insiste en que eso sólo será posible con la intervención de la empresa privada. Pero también es cierto que nunca le han permitido una reinversión de sus recursos por la enorme ordeña que padece por parte del fisco y tampoco ha podido tener una estructura sana y productiva por la corrupción política de un sindicato que opera bajo criterios de lealtad y no de eficiencia. Peña Nieto prometió transparencia y reforma fiscal para Pemex, pero da la sensación de que se trata de argumentos de venta para lograr su objetivo central que es abrirla al capital privado.


Yo no he visitado el futuro ni sé con certeza lo que nos depara. Pero sí puedo ver que los actores se han atrincherado demasiado pronto en escenarios más cercanos al dogma que a la búsqueda de soluciones de fondo. La apertura podría ser complementaria, no habría que satanizarla per se. Pero complementaria de un Pemex sano y eficiente; ninguna solución es válida si no pasa primero por una verdadera refundación de la paraestatal. Ni los refranes, ni la biblia, ni las cifras aisladas nos van a sacar del atolladero. Sí, Pemex está mal. ¿Por qué no comenzamos por allí?


Publicado en El Universal y otra docena de diarios

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Published on August 19, 2013 11:53

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Jorge Zepeda Patterson
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