Jorge Zepeda Patterson's Blog, page 27

April 23, 2014

¿Cómo creerles?

No es que uno sea insidioso ni mala persona, pero es que no hay manera de agarrarles cariño. Y es que nunca falla; cada vez que uno quiere concederles el beneficio de la duda –corazón de pollo que somos los mexicanos- los priistas encuentran el modo de reiterar que siguen siendo la misma runfla de ventajosos.


Allí tienen la reforma de las telecomunicaciones. Dizque ahora sí, una ley contra los monopolios que por fin metería en cintura a Telmex y a Televisa. Muchos se fueron con la finta. ¿Un decreto del IFETEL establece la condición monopólica en la que operan Slim y Azcárraga?¿Medidas para limitar la “preponderancia” de estos amos de México? Parecía una cosa nunca antes vista. ¿El PRI contra los poderes fácticos?


Ajá. Pero más tardó el aplauso que festejaba las medidas dictadas por los políticos para “democratizar” el espectro de las telecomunicaciones, que estos en mostrar el cobre. Como suele suceder con los contratos de seguros o de créditos bancarios, lo importante estaba en la letra pequeña. Las leyes secundarias de las cacareadas reformas son un retroceso en varios sentidos, particularmente en contra del espacio crítico que representan las redes sociales y la blogosfera (se describen abajo).


Todo indica que este embate contra los usuarios de internet es la respuesta del gobierno peñanietista al dolor de cabeza que le han significado los trending topics en su contra: desde los #librosEPN surgidos luego del dislate en la FIL, hasta #EPNvsInternet, pasando por #ladyprofeco entre otros muchos. El problema para los priistas es que su manual de manipulación política no incluye un capítulo efectivo para hacer control de daños en el ciber-espacio. A diferencia de la cobertura en los medios tradicionales, en los que la autoridad puede influir o censurar, Internet va por la libre. Algo que produce urticaria en Los Pinos y en Bucareli. Por consiguiente: palo-legal.


La opinión pública, organizaciones de usuarios, activistas de la red han cuestionado las nuevas reformas con tal intensidad, que algunos legisladores del PRD y del PAN han comenzado a hablar de modificaciones sustantivas al proyecto de ley. Ojalá. Los próximos días serán decisivos al respecto. Una cosa es evidente, a los políticos no hay manera de creerles, lo único queda es presionarlos para que ejerzan en beneficio del interés público. Y a veces, ni así.


En un artículo publicado recientemente describí algunos aspectos en que el proyecto de reformas lesiona los intereses del público, vea usted:


La nueva ley subordina las facultades autónomas y técnicas del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFETEL) a la acción de las secretarías de Comunicaciones y Transportes, de Gobernación y de Hacienda. En materia política Gobernación puede intervenir cuando juzgue que alguna noticia sea “contraria a la seguridad del Estado o al orden público”, una verdadera aberración por donde se le mire. Bajo esa lógica, Sin embargo.mx puede ser clausurado por hacer publicar notas críticas si l autoridad considera que eso lleva a generar un clima de inconformidad contrario al “orden público”.

Se advierte una evidente intención de “desciudadanizar” al IFETEL en las posibilidades que este organismo tendría para regular a las empresas de cara al interés público. No sólo porque lo subordina a las dependencias oficiales en temas torales, también porque privilegia una estructura interna más favorable al cabildeo de los operadores que a la participación de la comunidad.


En materia de comunicación digital y nuevas plataformas la nueva legislación es ambigua en el peor de los sentidos. Con el pretexto de defender la propiedad intelectual y los derechos de contenidos en internet, la iniciativa deja en indefinición jurídica y en riesgo de penas judiciales a los usuarios que compartan a través de la red contenidos y archivos de productos simbólicos y culturales. Esto es, proporciona a la Segob y a la Secretaría de Comunicaciones una coartada perfecta para justificar el cierre de portales y la persecución de periodistas y comunicadores incómodos y críticos. Tendría que encontrarse la forma de asegurar la propiedad intelectual de los participantes sin que ello derive en una espada de Damocles arbitraria y ambigua al servicio del poder político.


Finalmente, la iniciativa ofrece una pantalla legal al espionaje gubernamental, pues soslaya la protección y salvaguarda de la identidad, la privacidad y los datos personales por parte de las empresas y portales de Internet. “Entre otras cosas, permite bloquear, inhibir y anular señales de telecomunicaciones con el riesgo que conlleva para los derechos de libertad de expresión y de manifestación” (Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC).


En su regreso al poder el PRI se ha promovido como un actor político que aprendió del pasado y que regresa modernizado y con la cara lavada. En materia de información, sin embargo, lo que está proponiendo es un retorno a la peor de sus versiones.


Publicado en Sinembargo.mx

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Published on April 23, 2014 07:30

April 20, 2014

La maldición del Nobel

Es quizá la mayor distinción que pueda recibir hoy en día un ser humano, por lo menos en términos de celebridad y respeto universal, pero el Nobel también puede ser una maldición. Alguna vez Gabriel García Márquez comentó que el premio de la academia sueca casi lo había convertido en mudo: “todos esperan que siempre diga algo inteligente, mejor me quedo callado”. Y dicho sea de paso, el Gabo hizo en efecto lo más inteligente; invariablemente rehusó convertirse en profeta, filósofo, analista político, experto en todo. Sabía que un buen novelista es simple y sencillamente un narrador de historias, lo cual no lo convierte en autoridad de todas las artes y ciencias como a veces creen otros poetas y escritores laureados.


Lo conocí en los años noventas, en Guadalajara, por mediación de Tomás Eloy Martínez, quien igual que el Gabo llegó a la literatura desde la batahola tumultuaría de las redacción de periódicos. Ellos se habían conocido décadas antes cuando el argentino dirigía una revista cultural en Buenos Aires (Primera Plana, si no recuerdo mal) en la que publicó un adelanto de Cien Años de Soledad. Desde entonces eran buenos amigos. Para mi fortuna ambos coincidieron en Guadalajara en los momentos en que Tomás nos ayudaba a solidificar el diario Siglo 21, que terminó siendo una empresa legendaria aunque de éxito efímero, y García Márquez acudió en repetidas ocasiones a la FIL o a la cátedra Julio Cortázar que él mismo financiaba en apoyo de la Universidad de Guadalajara.


En tales visitas García Márquez se dio el tiempo para visitar el periódico y charlar con los reporteros jóvenes, algo que le encantaba. De esas visitas y de la manera nostálgica y romántica en la que el colombiano hablaba de sus propios inicios periodísticos, me queda la sensación de que luego del premio Nobel de literatura, el escritor apelaba a su primer oficio para salir del entumecimiento que provoca la fama.


Recuerdo haber pensando lo terrible que sería sentarse a escribir algo que supuestamente estuviera a la altura de obras que han sido glorificadas. En alguna entrevista él mismo lo comentó: la fama, dijo, estuvo a punto de “desbaratarle” la vida, porque “perturba el sentido de la realidad tanto como el poder”.


Quizá por ello tenía casi una década sin ofrecer entrevistas; dar una conferencia, hacer un ensayo o presidir un acto público le purgaba el ánimo. Esto no quiere decir que fuera esquivo o anacoreta. Por el contrario, gozaba de la compañía de los amigos y procuraba la charla en corto sin pretensiones intelectuales, aunque siempre socarrona y cargada de observaciones sobre el misterioso comportamiento de los seres humanos.


Luego de no verlo durante algunos años, me lo encontré paseando una tarde de sábado en Valle de Bravo. Le saludé y tardó en recordarme; tras algunos pocos minutos me despedí para no incurrir en actitudes adulatorias ni abusar de su paseo. Para mi sorpresa me preguntó dónde cenaría esa noche y más tarde pasamos algunas horas en compañía de otros amigos hablando de los periódicos y sus redacciones.


A partir de ello lo visité en un par de ocasiones en su casa de San Ángel y en ambas tuve que recordarle el antecedente de Tomás Eloy para que me ubicara. Pero invariablemente al despedirnos me pedía que me quedara otro rato y me conminaba a regresar pronto. En todas las ocasiones el temas que lo enganchaba a la conversación era el recuerdo de sus días de reportero.


La última vez que lo vi sucedió algo curioso. En un viaje que hice a Guadalajara, hace algunos años, descubrí que el Gabo también estaba de visita. Lo busqué en el hotel en que se encontraba y quedamos de vernos esa noche para tomar un cafecito. Al llegar al lobby del hotel me di cuenta que había citado a la misma hora a otros dos amigos: Raúl Padilla, cabeza de la FIL y a una reportera colombiana que había venido a entrevistarlo. Poco más tarde bajó el Gabo, perfumado y con ganas de juerga. Nos fuimos al salón Veracruz y él y yo tomamos turnos para bailar con la colombiana. En algún momento, mientras él se encontraba en la pista, se acercó a la mesa una morena espectacular, y nos preguntó a Padilla y a mí si podría sacar al Maestro a bailar (fue el apelativo que usó). Así lo hizo, y el Gabo, halagado por la petición, bailó con elegante donaire un danzón lento. Al terminar la mujer lo acompañó a la mesa y le agradeció el gesto: “Maestro, no sabe lo que significa para mí haber bailado con Carlos Fuentes”. Nunca vi al Gabo tan feliz.


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Published on April 20, 2014 05:02

April 13, 2014

La última batalla

Se habla tanto de Michoacán que hemos perdido de vista que lo que allí sucede es histórico, es extraordinario y, más importante aún, es quizá la última oportunidad que tiene el Estado mexicano para vencer a los cárteles de la droga.


Es histórico porque se trata de una zona en donde el gobierno y las fuerzas armadas ya fueron derrotadas en dos ocasiones durante el sexenio de Calderón. Es extraordinario por el fenómeno singular de las brigadas de autodefensa que constituyen prácticamente un alzamiento armado. Y es quizá la última oportunidad porque el gobierno federal ha recurrido a ingentes recursos económicos (50 mil millones de inversión social y productiva), militares, y político institucionales, pues prácticamente ha barrido con los poderes locales, gobernador incluido. En otras palabras, si no lo logra en esta ocasión que ha puesto toda la carne al asador y cuenta con la movilización de la población civil, todo estará perdido. Al menos dentro del marco institucional vigente (legalizar las drogas sería otro ).


En otras palabras, Michoacán es el sitio de Stalingrado o las playas de Normandía; el lugar donde muy probablemente se decida la suerte de esta guerra. La revista Nexos, en su edición del mes de abril, ofrece un panorama esclarecedor de lo que está sucediendo. En seis textos distintos y 40 páginas ofrece un aporte que me parece imprescindible para ver la película completa y no sólo las fotografías que, por razones de inmediatez, nos entrega la prensa diaria.


En la primera de estas colaboraciones Denise Maerker hace un extraordinario recuento, y muy bien contado, de la historia de la cobertura periodística de las brigadas de autodefensa, bajo el sugerente título Auxilio, ¿dónde está el estado? La periodista se apoya en los testimonios de los reporteras del programa Punto de Partida y sus visitas a la zona a lo largo de trece meses, armadas de una pregunta fundamental: ¿qué son las brigadas de autodefensa y a qué obedecen? Las respuestas que encuentran son similares a los hallazgos de otros dos de los textos: La autodefensa de Aguililla, de Leticia Pineda, y Tierra Charanda, de Teresa Zerón-Medina. En ambos las dos valientes periodistas (corresponsal de la agencia AFP y fotógrafa freelance, respectivamente) ofrecen visiones “a nivel de cancha” del levantamiento de estas brigadas; pedazos de microhistoria imprescindibles para entender el fenómeno.


En conjunto, las tres piezas constituyen un argumento en contra del simplismo. Sí, en efecto, hay evidencias de que en el origen del levantamiento en contra del cártel de los Templarios hay mano negra de parte de un cártel rival. Sí, en efecto, algunas de estas brigadas pueden ser catalogadas como fuerzas paramilitares financiadas por empresarios agricultores, hartos de la extorsión y la inseguridad en los caminos regionales. Y sí, en efecto, muchos de los que militan en las brigadas tenían tratos con los Templarios en más de un sentido. Pero Maerker, Pineda y Zerón-Medina, muestran también la otra parte. La ausencia de Estado en Tierra Caliente, la presencia de policías y militares como un ejército de ocupación, la prevalencia de una cotidianidad en la que arreglarse no era una opción pues ellos, Los Templarios, representan el contexto institucional en el que se desenvuelve la vida diaria. Pero sobre todo, los reportajes in situ revelan la enorme dosis de valor que requirió para un puñado de inconformes salir a la plaza y rebelarse en contra de los dueños de los cuernos de chivo. Hay pasajes en estos textos que me recuerdan las titubeantes sesiones de los complotistas Hidalgo, Allende y Aldama en el Bajío de hace 200 años. ¿Una comparación irreverente? Quizá. Lo cierto es que, al igual que aquellos, José Manuel Mireles, Hipólito Mora, Estanislao Beltrán son héroes plagados de claroscuros.


La entrega de Nexos se completa con la reflexión de Eduardo Gutiérrez, especialista en temas de seguridad, quien echa mano de cifras de delitos para contrastar los municipios con presencia y con ausencia de brigadas de autodefensa Por su parte, Jaime Rivera Velázquez, un lúcido analista local, ofrece una visión de la crisis política desde Morelia y sus menguantes autoridades. Por último Viridiana Ríos argumenta en contra de las fuerzas autoarmadas desde la perspectiva de la historia y el análisis político; nada bueno saldrá de ellas, afirma de manera categórica, en clara rebeldía con los tres primeros ensayos.


Lo que queda claro luego de la lectura de estas piezas es que hay un pedazo importante de historia que se está haciendo hoy en Michoacán. No hay garantía de que el proceso vaya a concluir en uno u otro sentido, pero resulta imprescindible entenderlo.


Publicado en una quincena de diaro

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Published on April 13, 2014 11:06

April 9, 2014

Aristegui, la fiscal subrogada

Habían existido denuncias, el diario Reforma lo había publicado hace algunos años, pero nadie había hecho nada. Todos sabían que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, presidente del PRI en el Distrito Federal, cometía todo tipo de excesos con mujeres gracias al dinero y al poder de su cacicazgo.


Fue necesario que una reportera del equipo de Carmen Aristegui en MVS reuniera algunas evidencias para que la opinión pública, las autoridades y, finalmente, el propio PRI tomara alguna medida. Algo que habla muy bien de la periodista, por supuesto, pero en la misma proporción, algo que habla muy mal del papel de los aparatos de justicia en nuestro país para llevar a los tribunales a los hombres y mujeres de poder.


Los testimonios obtenidos por los periodistas de MVS de parte de algunas mujeres involucradas en el reclutamiento de edecanes destinadas a satisfacer los caprichos sexuales del líder de los pepenadores, hicieron la diferencia. Otra andanada de audios y revelaciones obtenidas por Sanjuana Martínez, en este espacio de Sin embargo.mx, ofrecieron evidencias adicionales.


En conjunto, gracias a la amplia circulación en las redes, los medios de comunicación tradicionales se vieron obligados a recoger la noticia. En pocos días la repulsa de la opinión pública fue de tal magnitud que obligó al sistema a volverse en contra de uno de los suyos. Al menos para removerlo momentáneamente de la presidencia del PRI.


Imposible saber en qué terminará el caso de Gutiérrez de la Torre. Es muy probable que los medios de comunicación vinculados al poder político abandonen el tema y busquen, incluso, efectuar algún control de daños. El problema para el PRI es que no se trata de un político caído en desgracia y carente de poder al cual se pueda sacrificar fácilmente. Tal fue el caso de Granier, ex gobernador priista de Tabasco, hoy en tribunales, quien carecía de un vínculos con la cúpula política.


Por el contrario, Cuauhtémoc Gutiérrez pertenece a un formidable clan familiar que controla a las redes vinculadas a la recolección de basura y posee una base social política clave para las aspiraciones del PRI de hacerse del voto de la capital. Justamente, este personaje se había hecho de la presidencia del partido en el DF porque encabeza la única fuerza capitalina con el músculo para oponerse a las redes de base con que cuenta René Bejarano y el PRD en la metrópoli.


En otro espacio he comentado que los periodistas y las redes sociales no somos el mejor de los fiscales a la hora de señalar delitos y excesos de la autoridad. Carecemos de las facultades legales y de los recursos para ejercer de manera eficiente y pulcra esta función. Con frecuencia cometemos excesos y somos víctima de filtraciones parciales o inexactas, No, no somos el mejor de los fiscales pero, por desgracia, somos mejores que los que existen. Desde luego, tendríamos que construir un estado de derecho en el que la justicia pudiera someter a los poderosos. Pero incluso eso, construirla, tendrá que conquistarse a golpes de presión en contra de autoridades desafectas a la rendición de cuentas.


Lo que ha hecho Carmen y MVS en relación a Cuauhtémoc Gutiérrez muestra que los periodistas honestos tienen una vigencia dolorosa en nuestro país. Fiscales subrogados porque los fiscales originales e institucionales incumplen su tarea de exhibir los pecados del poder.


Publicada en Sinembargo.mx

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Published on April 09, 2014 11:10

April 6, 2014

¿En qué siglo vive el PRI?

¿Para qué hacer las cosas bien si es tan fácil hacerlas mal? Después de todo, cualquier buena acción al promulgar una reforma constitucional puede ser enmendada con una ley secundaria que le de al traste. Cuando creíamos que por fin el gobierno se había puesto del lado del interés público, al promulgar la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones el año pasado, vemos con horror que a la hora de la verdad le temblaron las corvas.


El proyecto de ley secundaria que finalmente pasó la presidencia al legislativo es un cocido español al que se le incorpora todo tipo de sobras, algunas de procedencia indefinida. Peor aún, en el caso de la ley, algunas de los ingredientes tienen una procedencia muy definida: Televisa.

En el añejo pleito entre los dos grandes gigantes empresariales de este país, Carlos Slim y Emilio Azcárraga, el gobierno federal se decantó por este último. Mientras que en telefonía celular calificó de preponderante la presencia del Grupo Carso (es decir monopólica), en televisión abierta donde la presencia de Televisa alcanza un 70 por ciento del espectro, decidió aplicar un criterio tramposo al fusionar televisión con radiodifusión, diluyendo así el peso del imperio Azcárraga ante la ley.


Desde luego es encomiable el esfuerzo de esta iniciativa para acotar el enorme conglomerado de Slim. De ahora en adelante los competidores de telefonía celular podrán utilizar la infraestructura física de America Móvil sin costo alguno, lo cual mejorará la competitividad en el sector, pero no necesariamente la señal del celular que a usted y a mí se nos cae de manera continua. Tal como está redactado el proyecto de ley, desincentiva toda inversión en la red física, ya que puede ser utilizada por cualquier actor sin necesidad de ampliarla o mejorarla. Algo tendría que hacerse para desmontar al monopolio y, al mismo tiempo, asegurar el desarrollo de la infraestructura de las telecomunicaciones en el país.


Pero el mayor retroceso reside en la ampliación de las atribuciones de la autoridad en la definición de contenidos informativos en México. La nueva ley subordina las facultades autónomas y técnicas del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) a las secretarías de Comunicaciones y Transportes, de Gobernación y de Hacienda. En materia política Gobernación puede intervenir cuando juzgue que alguna noticia sea “contraria a la seguridad del Estado o al orden público”, una verdadera aberración por donde se le mire (punto que fue abordado en este mismo espacio hace una semana).


Se advierte una evidente intención de “desciudadanizar” al Ifetel en las posibilidades que este organismo tendría para regular a las empresas de cara al interés público. No sólo porque lo subordina a las dependencias oficiales en temas torales, también porque privilegia una estructura interna más favorable al cabildeo de los operadores que a la participación de la comunidad.


En materia de comunicación digital y nuevas plataformas la nueva legislación es ambigua en el peor de los sentidos. Con el pretexto de defender la propiedad intelectual y los derechos de contenidos en internet, la iniciativa deja en indefinición jurídica y en riesgo de penas judiciales a los usuarios que compartan a través de la red contenidos y archivos de productos simbólicos y culturales. Esto es, proporciona a la Segob y a la Secretaría de Comunicaciones una coartada perfecta para justificar el cierre de portales y la persecución de periodistas y comunicadores incómodos y críticos. Tendría que encontrarse la forma de asegurar la propiedad intelectual de los participantes sin que ello derive en una espada de Damocles arbitraria y ambigua al servicio del poder político.


Finalmente, la iniciativa ofrece una pantalla legal al espionaje gubernamental, pues soslaya la protección y salvaguarda de la identidad, la privacidad y los datos personales por parte de las empresas y portales de Internet. “Entre otras cosas, permite bloquear, inhibir y anular señales de telecomunicaciones con el riesgo que conlleva para los derechos de libertad de expresión y de manifestación” (Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC).


Hay desde luego algunas aspectos encomiables en la reforma de las telecomunicaciones. El mero esfuerzo de tocar el interés de los monopolios es plausible en sí mismo. Pero da la impresión de que luego de una reforma constitucional anunciada en términos ambiciosos y optimistas, pasaron dos cosas a la hora de aterrizarla. Por un lado, le salieron al PRI las tentaciones autoritarias en un terreno tan codiciado como es el de la conformación de la opinión pública. Contra el impulso democrático cargaron las exigencias del poder arbitrario. Y por otro, la presión de los poderes fácticos, particularmente de Televisa, terminó por minar algunas de las buenas intenciones.


Sería lamentable que el gobierno de Peña Nieto perdiera la ventana de oportunidad histórica que ahora tiene para modernizar el espacio público de este país. Es tiempo que el PRI decida si quiere ser el del pasado o el del futuro de México. El momento de saber si es el del siglo XX o el XXI.


Publicado en una quincena de diarios

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Published on April 06, 2014 02:06

April 2, 2014

Navegar en el Nilo

Durante años no existieron los feminicidios en el Edomex, los cárteles de la droga no habían llegado a la capital y la inseguridad en el país desapareció como por encanto en cuanto el PRI regresó a Los Pinos. O por lo menos eso fue lo que se nos dijo, hasta que las cifras demostraron lo contrario.

Algo parecido está sucediendo ahora en materia económica. El gobierno federal reiteró estos días la optimista proyección que fija en 3.9% el crecimiento de la economía mexicana en 2014, pese al desastroso inicio del primer bimestre. Enero y febrero estuvieron muy por debajo de las expectativas, la recaudación fiscal fue menor a la del año anterior (cuando crecimos 1%) y salvo lo relativo al automóvil el resto de la industria manufacturera está sufriendo las de Caín; lleva nueve meses cayendo de manera ininterrumpida. Comenzamos a sospechar que las expectativas de crecimiento de parte del gobierno federal tienen que ver poco con la realidad y mucho con una preocupante tendencia a la negación.


No sé si tenga que ver con una vida plácida y de éxitos continuos, o lo traiga en el ADN y obedezca por tanto a la herencia genética, pero advierto a en Peña Nieto una curiosa tendencia a borrar de la realidad aquello que le desagrada. Los psicólogos consideración a la negación como un mecanismo de defensa, y en alguna medida todos estamos afectados por ella, salvo que no todos somos presidentes. “Es un mecanismo de defensa relativamente simple: es negarse a creer que el acontecimiento amenazante o aversivo ocurrió o que la condición existe. La negación es igual en muchos aspectos a la represión, ambas mantienen fuera de la conciencia cosas que el individuo se siente incapaz de afrontar”.


Se me dirá que en lugar de explicaciones psicológicas, la propensión a ignorar las malas noticias tienen que ver con la manipulación y la propaganda. Todo gobierno intenta proyectar una imagen positiva de su gestión, y para eso recurre al expediente de inflar los datos favorables y desaparecer los desfavorables. Y supongo que algo hay de eso. Pero no sólo.


Durante los primeros meses de la administración de Peña Nieto todos notamos que el tema de la inseguridad pública desapareció de la conversación. Me pareció una maniobra inteligente: el gobierno quitaba presión al tema, mientras ganaba tiempo para resolverlo. O por lo menos eso fue lo que creí. Pero transcurrió todo 2013 sin que se hiciera algo para atacar al problema de fondo. Sólo hasta que se incendió Michoacán, un año más tarde, el ejecutivo federal se sumergió en el tema. Es decir, en realidad sí recurrió a una suerte de negación; como si dejar de hablar de la inseguridad fuese, de alguna manera, equivalente a resolverla.


Ahora se nos dice que creceremos a 3.9% y 4.7% respectivamente los próximos dos años, pese a que la realidad se muestra bastante rejega. El optimismo oficial se sustenta en el argumento de que las leyes secundarias de las reformas aprobadas dinamizarán a la economía. Pero las leyes secundarias están medio atoradas en el Congreso o en camino de ser aprobadas en versión deslatosada; es decir, con escaso impacto sobre la actividad productiva.


Se ha dicho que los gobiernos tienen la responsabilidad de crear un clima optimista en los ambientes de negocios y entre el público en general. El país no va a crecer si sus habitantes no se lo creen. En ese sentido, las previsiones tan risueñas ayudan a generar “buenas sensaciones” entre los actores económicos. Ajá. Si tal fuera el caso, la URSS sería hoy la primera potencia mundial gracias a sus ambiciosas metas quinquenales y a las hazañas estadísticas anunciadas de manera regular a lo largo de todo el siglo XX.


Para que los habitantes de un país crean en la posibilidad de crecer deben primero creer en las autoridades que definen el marco de los negocios y la actividad económica. En 2013 el gobierno predijo un crecimiento de 3.3% y al final sólo conseguimos la tercera parte. Se nos dijo que la inseguridad de Calderón era cosa del pasado y resultó que hubo más muertos por la guerra contra las drogas en el primer año del regreso del PRI que en los últimos de la gestión del PAN.


Los norteamericanos usan la expresión Denial is not a river in Egypt para señalar cuando alguien se está refugiando en la negación para ignorar lo que no le gusta. Bien harían las autoridades en dejar de navegar por el Nilo en su política de comunicación para comenzar a navegar en las aguas turbulentas que es el México de hoy. Es mucho mejor afrontar y anticipar la realidad que esperar a que nos estalle en la cara.


Publicada en Sinembargo.mx

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Published on April 02, 2014 11:11

March 31, 2014

La tentación del autoritarismo

“No podrán transmitirse noticias, mensajes o propaganda de cualquier clase que sean contrarios a la seguridad del Estado o al orden público”. No, la frase anterior no es una disposición de Putin para la recién anexada Crimea. Es la propuesta de cambio del ejecutivo para al artículo 229 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión. Con un agravante: sería la secretaría de Gobernación la responsable de dictaminar qué noticia es contraria al orden público o a la seguridad del Estado. Bajo ese criterio los medios de comunicación no podrían informar de temas que resulten incómodos a la opinión pública por el riesgo de provocar una protesta que afecte el orden público.


Poder y autoritarismo van de la mano. Lo vemos en la oficina con el jefe recién ascendido, en el aula con el alumno al que se le pide cuidar a sus compañeros, en el antro con el cadenero que abusa de la potestad para denegar el ingreso, en la ventanilla con el burócrata que pisotea la paciencia de los solicitantes. Se dice que los chaparros con poder abusan por mecanismo compensatorio, los altos porque se creen superiores, los gordos por resentimiento, los flacos por amargados, las mujeres con mando para evitar una imagen de debilidad, los hombres… porque son hombres.

Lo que quiero decir es que el uso arbitrario del poder forma parte de la condición humana. Una y otra vez los ejercicios de laboratorio en los que se asigna el poder a un grupo y la sumisión a otro devienen en situaciones despóticas y con frecuencia deben ser suspendidos por la aparición de abusos intolerables.


El único antídoto para acotar los excesos del poder es el ejercicio del derecho por parte de las minorías y de las víctimas, la obligación a la rendición de cuentas y la vulnerabilidad del soberano frente a la justicia. El problema es que los tribunales tienen la tendencia a subordinarse ante la autoridad; una y otra vez la realidad nos muestra que la justicia suele ser cómplice de los abusos de los gobernantes. Con frecuencia sólo la exhibición ante la comunidad nacional e internacional y la presión de la opinión pública ejercen frenos al absolutismo del príncipe.

La leyes que buscan eliminar las críticas y limitar la protesta no sólo constituyen un manotazo autoritario. Es decir, no sólo son una manifestación de autoritarismo. Son potencialmente constructoras de un mayor autoritarismo porque terminarían por eliminar ese freno al absolutismo en el ejercicio del poder.


Hay gobernadores a los cuales resultan intolerables las expresiones de inconformidad. Javier Duarte y Roberto Borge, de Veracruz y Quintana Roo respectivamente, han combatido a la prensa crítica de sus estados con diversas estrategias y con leyes que intentan limitar las expresiones de disidencia, protesta y antipatía. Y si no han llegado más lejos es por el repudio que algunos de sus proyectos han provocado en la opinión pública nacional. Para no ir más lejos, en este momento se encuentra en revisión por el ejecutivo de Quintana Roo la ley que obliga a todo grupo de ciudadanos que quiera expresar su inconformidad en la calle a pedir permiso (la ley ya fue aprobada, pero no entrará en vigor hasta que sea publicada en el Diario Oficial, atribución del gobernador, quien sopesa la presión de la opinión pública).


Los periodistas y las redes sociales no somos el mejor de los fiscales a la hora de señalar delitos y excesos de la autoridad. Carecemos de las facultades legales y de los recursos para ejercer de manera eficiente y pulcra esta función. Con frecuencia cometemos excesos y somos víctima de filtraciones parciales o inexactas, No, no somos el mejor de los fiscales pero, por desgracia, somos mejores que los que existen. Desde luego, tendríamos que construir un estado de derecho en el que la justicia pudiera someter al soberano. Pero incluso eso, construirla, tendrá que ser conquistado a golpes de presión en contra de autoridades desafectas a la rendición de cuentas.


Derrotar al autoritarismo no pasa por elegir candidatos demócratas, supuestamente refractarios al autoritarismo. Es ingenuo creer que los mandatarios se regularan sólo por ser buenas gentes. Limitar los abusos del poder pasa por construir un espacio público que sea de todos, en el que podamos escuchar voces disidentes e intereses ajenos al de las élites. Eso no se conseguirá si son estas, las élites, las que dictaminan qué se puede informar y quién tiene derecho a protestar.


En efecto, hay un tufo autoritario en el ambiente. Un demonio del pasado que creíamos haber dejado atrás.


Publicada en una quincena de diarios

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Published on March 31, 2014 11:08

March 26, 2014

En la mente de tu gober

Bola de ingratos, es lo que son: periodistas, blogueros, tuiteros de mierda. Nos acusan a los gobernadores de ser virreyes, sátrapas, señores feudales. Si supieran que no puedo dar un paso sin que un reportero se haga el listillo con preguntas de mala leche a pesar del chayote; o sin que algún pendejo de a pie me haga videos con su celular en cuanto salgo a la calle. Ya me veo en Youtube: que si la papada, que por qué tantos guaruras, que ya cambié de carro. Carajo, no hay manera de darles gusto.


¿Que nadie nos gobierna? ¿Que somos impunes? Ajá, ¿creen que es fácil dormir con eso que le están haciendo a Granier en Tabasco, tan buena persona. Y a Moreira sólo lo salva que es amigo del presidente, pero hay otro par de colegas a los que ya traen en salsa.


Ayer el tesorero me dijo por enésima vez que nuestro guardadito no tiene ningún riesgo. Una parte está en Canadá, otra en España y la más escondidita en no se que fondo bursátil en Islas Caimán a seis grados de separación de mi apellido. A ver si no me lo hacen perdidizo estos cabrones. El operador financiero que nos lo maneja le ha trabajado a varios generales durante años sin ningún problema. Pero a mí eso no me tranquiliza. A los militares nadie los audita porque ellos nunca dejan el poder. En cambio uno termina el sexenio y se convierte en cadáver, en árbol caído del que todos quieren hacer leña. El único refugio de un ex gobernador son los ahorritos que pueda uno juntar, pero luego resulta que por esos ahorritos te la andan haciendo de pedo.


Y ni manera de explicar públicamente la decencia con la que me he conducido. Veinte millones de dólares es nada. Cualquier otro en mi lugar se habría despachado con la cuchara grande. Pero yo preferí invertir en obra pública, servir a mi pueblo. Toda mi trayectoria política ha estado al servicio de la gente que menos tiene y mantendré un comportamiento intachable hasta el último día de mi administración. Por eso creo que 50 millones serían más justos; quedan dos años para completarlos. El fondo federal para la prevención de inundaciones y los negocitos con la remodelación del centro histórico van ayudar.


También necesito hacer puntos con el gobierno federal. Los únicos capaces de guardarme bien las espaldas cuando yo me vaya viven en Los Pinos y en Bucareli. Méndigos Duarte y Borge, ya me ganaron el mérito de ofrecer a mi estado como campo de laboratorio para las leyes esas que andan buscando los federuchos. En Veracruz metieron las nuevas normas para limitar a los pinches periodistas y en Quintana Roo los revoltosos tienen que pedir permiso para salir a la calle o si no, bote. Ya instruí a los diputados locales para que aprueban las dos leyes, pero los gorditos ya me ganaron la primicia en aquellos estados. Tengo que ofrecerme para ser el primero en algo. Contra el aborto no hay manera de ganarles a los del Bajío. Lo de la pena de muerte sería buenísimo, pero tengo que revisar si los de los de la Suprema no me van a venir con su cantaleta constitucional.


En mi fiesta de cumpleaños voy a medirle el agua a los camotes. Sólo ha confirmado la secretaria de la reforma y un par de gobernadores. Gamboa sigue dándole largas a la invitación. Si no logramos traer a los pesados voy a quedar exhibido. Creo que los del gabinete se la están pensando porque en el bailongo del año pasado corrieron rumores de que un convoy de narcos había merodeado la hacienda donde celebré la fiesta. Puros infundios. Mi relación con el general de la Zona y con el mero mero de los Zetas es de lujo: todo terso y suavecito. Lástima que en los últimos meses los de Nueva Generación anden soliviantando el orden institucional. Pero vamos, noventa ejecutados en tres meses tampoco es para poner el grito en el cielo. Digo, esto no es Michoacán ni el Edomex.


Aquí viene el secretario de gobierno. Pobre güey, cree que lo voy a convertir en mi delfín. Ja, sería yo pendejo. Este es más listo que el hambre; a los seis meses de sentarse en la silla habría destruido todo mi legado político, que no es poco. Necesito dejar como sucesor a un cuadro menor, algún esperpento que sólo le interese hacerse millonario y que siga necesitando de mi asesoría política para gobernar. Es la fórmula que ahora están siguiendo mis colegas en otras entidades. El único problema es cómo escogerlo: casi todos tienen ese perfil.


¿Ven por qué un gobernador no se la acaba? Que si los auditores, que si los revoltosos, que si los periodistas entrometidos, que si los parientes incómodos, que si la jubilación comprometida, que si las exigencias de los narcos. Carajo, no sé qué haría sin la rayita blanca que me aliviana durante el día y las sabrosas carnes de la mulata que me aparta el compadre para la noche.


Publicado en Sinembargo.mx

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Published on March 26, 2014 11:15

March 23, 2014

Colosio: una propuesta indecorosa

Como en el tema del cáncer, al parecer nunca habrá una investigación que nos deje convencidos sobre el origen del asesinato de Luis Donaldo Colosio o, para el caso, el de John F. Kennedy. Pero en el caso del cáncer podemos pensar que la ciencia llegará a dilucidar el misterio, no así el de los atentados políticos. Siempre habrá resquicio para mantener latente la hipótesis del complot, pese a la versión oficial de un “asesino solitario”.


Veinte años después de la muerte de Colosio los mexicanos siguen divididos entre las dos hipótesis. Desde luego la idea del complot tiene mas charme y presupone la existencia de una orquestación malévola desde las altas esferas. Algo que, además, coincide con la manera en que sabemos se definen la mayor parte de los asuntos públicos en nuestro país. Una y otra vez los periodistas confirmamos que los temas importantes no se resuelven en los recintos parlamentarios y ni siquiera en las oficinas ministeriales, sino en las charlas de sobremesa entre las élites en los restaurantes elegantes de Polanco y Las Lomas, en la Ciudad de México.


Y por el contrario, asegurar que el responsable fue Aburto, y sólo él, resulta anticlimático e ingenuo. Qué un individuo humilde, desequilibrado y sin recursos haya vencido al Estado mexicano y trastocado la vida nacional resulta inverosímil. Si se tratase de una novela política, la trama sería invendible incluso para el lector menos exigente.


Y sin embargo, la vida se da tantas mañas para sorprendernos que en algún momento he terminado por militar en el segundo grupo de mexicanos. Cualquier novela política que recurriera al accidente aéreo dos veces en el mismo sexenio para deshacerse del titular de la Segob (Camilo Mouriño y Francisco Blake) también habría sido tachada de inverosímil.

En otras palabras, en determinadas ocasiones el azar y las motivaciones personales suelen jugar un papel decisivo, imponiéndose a las lógicas estructurales. De vez en vez la microhistoria se impone a la macrohistoria; los individuos de a pie irrumpen en sus quince minutos de gloria (o infamia) en la trama monopolizada por los grandes protagonistas nacionales.


Toda maquinación para perpetrar un atentado político supone al menos dos elementos. Una trama logística adecuada para asegurar el éxito y una estrategia para evitar que los autores intelectuales sean descubiertos. Para ambos fines la elección de Mario Aburto es absurda.


Hace unos días Sergio Sarmiento hizo un buen recuento de las incongruencias de una teoría del complot que pretenda descansar sobre este autor material. Un joven desequilibrado de 23 años, sin experiencia previa, con una pistola vieja y balas en mal estado, que trabajó su jornada normal y luego acudió a Lomas Taurinas preguntando cómo llegar y en transporte público porque no tenía para el taxi, que ni siquiera buscó una vía de escape después del atentado. Si Aburto fue el autor material, la mente diabólica detrás de su plan parecería ser La Paca o equivalente. En resumen, el “protocolo” al que recurrió Aburto tenía muy pocas probabilidades de éxito y todo indica que el azar y una acumulación de circunstancias y fallos provocaron el resto.


Y el segundo factor me parece aún más absurdo. Si alguien va a utilizar a un joven turbado para dar el golpe, ¿cómo asegurar que luego vaya a mantener en secreto la identidad de los titiriteros? El asesinato de Lee Oswald horas después de haber sido detenido constituye una probable estrategia para silenciar al instrumento de ejecución. Una de las razones que mantienen vigente la idea de un complot en caso del asesinato de Kennedy. Pero en el caso de Aburto no hay un plan para silenciarlo. Durante veinte años el ahora no tan joven presidario ha mantenido la versión de su autoría en solitario, aunque cambiando la razón para emprenderla.

Por lo demás, igual que el común de los mortales no tengo más elementos a favor o en contra para inclinarme por una u otra de las tesis sobre el asesinato de Colosio. Jesús Blancornelas, fundador del semanario Zeta de Tijuana, amigo ya fallecido, tuvo la oportunidad de hablar con Aburto durante largas horas. Quedó convencido de los desequilibrios del joven y la imposibilidad de que en su inestabilidad alguien hubiera podido manipularlo con algún margen de certeza.


Más allá de eso, optar por una u otra versión se convierte en un tema subjetivo y abierto a todos los gustos. Pero me quedo con la idea de que en numerosas ocasiones la historia se escribe por golpes anecdóticos o que están más emparentados con el diván psicoanalítico que con las explicaciones racionales, el análisis prospectivo o el Excel. Celos y envidias, frustraciones y deseos compulsivos de ser amados, auto boicoteos, inclinación a la negación. Digo, por ejemplo, ¿de qué otra manera explicar la administración de Vicente Fox?


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Published on March 23, 2014 04:56

March 16, 2014

EPN: De amores y desamores

Los hombres y mujeres que cuidan la imagen Enrique Peña Nieto han perdido el sueño desde hace semanas. La aprobación del presidente por parte de los mexicanos sigue cayendo con cada encuesta. El fenómeno comienza a preocupar porque el jefe de Estado se encuentra en sus mínimos históricos comparando con sus antecesores al primer año de gobierno.


El tema ya ha llamado la atención de analistas y comentaristas políticos. En los últimos días diversas columnas (Leo Zuckerman, María Amparo Casar y Jorge Castañeda, entre otros), han abordado algunas explicaciones y consecuencias de una caída tan pronunciada en el fervor del público. ¿Por qué el deterioro de la imagen presidencial? ¿Es necesario el apoyo popular para gobernar?


Las explicaciones pueden ser tan disímbolas como el punto de vista ideológico y político de quien las emita. Para un simpatizante de Morena el fenómeno ni siquiera necesita se explicado: no hace sino confirmar “la perfidia” del régimen priista. Para un perredista moderado la pérdida del apoyo al gobierno de Peña Nieto es el resultado natural de la caída en las expectativas, tras las campañas electorales y el arranque de gobierno, plagado de promesas y creación de falsas esperanzas.


Pero un análisis de fondo arrojaría ángulos más interesantes. Los autores arriba mencionados apuntan a un problema de fondo. Por donde se le mire, el balance del primer año de gobierno de Peña Nieto exhibe logros ausentes en el arranque de otros sexenios anteriores. Y sin embargo, el escaso 44% de aprobación que alcanza su gobierno representa casi 20 puntos menos a los doce meses de gestión: Salinas 68%, Fox 63%, Calderón 62%. Llama la atención la comparación desfavorable con el último de estos, Calderón, considerando que el panista comenzó su gobierno entre fuertes cuestionamientos a su legitimidad.


Se puede diferir sobre las ventajas o desventajas de las reformas del presidente, pero nadie puede acusarlo de ocioso, como sí puede hacerse en el caso de Vicente Fox, que a los doce meses seguía puliendo la decoración de su cabaña en Los Pinos, y poco menos. La aprehensión de Elba Esther Gordillo, la detención de El Chapo Guzmán y la muerte de El Chayo, cabezas de sus respectivos cárteles, y una medida docena de reformas de fondo deberían, en teoría, haber impacto en la opinión pública. Pero no ha sido el caso.


Castañeda atribuye el hecho, al menos en parte, en que el voto priista apenas llega al 40% de la población, cifra similar a la que aprueba la gestión del presidente. Bajo esa tesis resultaría comprensible que el 60% lo desapruebe. Pero entonces, si el voto panista es aún menor ¿por que razón Fox y Calderón superaban el 60%?


Un motivo de mayor peso para entender el desamor por Peña Nieto tiene que ver con los bajos niveles de crecimiento económico de 2013, de apenas 1%. La apreciación política de las personas pasa por el estado de sus bolsillos y estos no han tenido una buena racha recientemente. Se asegura que este año superaremos el 3% de crecimiento en el PIB; en tal caso, y de ser cierta esta tesis, los números del presidente podrían mejorar ligeramente.


Pero creo que también existen otros factores. Las políticas de comunicación social que fueron efectivas en la campaña y posicionaron la figura de Peña Nieto no están funcionando. Lo que sirvió para el candidato no tiene el mismo efecto para el presidente. Ya no basta una cara fotogénica; las reformas no han sido “vendidas” de manera cabal a la población, y algunas, como la hacendaria, ha provocado ronchas incluso entre aquellos a los que pretende beneficiar. Tengo la impresión de que la publicidad a favor de Peña Nieta transcurre por canales tradicionales que alcanzan mayormente a “los conversos”, a ese 40% que lo apoya.


Por otra parte, los programas sociales de su gobierno, que podrían ser una contraprestación popular, carecen de legitimación al ser tutelados por una figura como la de Rosario Robles, cuestionada operadora política.


Para ser justos, también habría que decir que los antecesores no tenían redes sociales capaces de viralizar temas incómodos a una velocidad desacostumbrada. Un escándalo como el de Lady Profeco hace diez años no habría pasado de una nota perdida en una columna o una carta indignada de un testigo. Un desliz presidencial hoy en día es magnificado en memes y trending topics al margen de los medios de comunicación tradicional. Lo que le está sucediendo a Peña Nieto no es muy lejano de lo que padece Obama en Estados Unidos o Hollande en Francia. Gobernar bajo la mirada vigilante y escéptica de sus gobernados. Podría, después de todo, no ser tan mala noticia para la democracia, por más que esto de no ser amado moleste en Los Pinos.


Publicado en una quincena de diarios

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Published on March 16, 2014 12:58

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Jorge Zepeda Patterson
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