J.C. Hidalgo's Blog, page 10
March 26, 2020
El héroe de las mil caras – La ayuda sobrenatural
En este capítulo, Campbell, en El héroe de las mil caras, habla sobre lo que pasa cuando el personaje acepta la llamada, tanto si ha superado el rechazo, como si no lo hubo.
Lo primero que recibe es una ayuda. Con lo de sobrenatural, se refiere a que suele ser un personaje más o menos mágico, con poderes o algo similar (según el tipo de historia), que da un empujoncito al personaje, bien con algún objeto mágico, como una cota de malla de mithril o un sable láser de su padre, o con consejos y sabiduría que luego le vendrá bien.
En realidad, esto de ve mucho en todas partes. En muchas historias no tiene porqué ser algo mágico o venido de un ser supremo; simplemente algo que ayuda al personaje a empezar sus andanzas, porque bastante tiene con lo que se le viene encima.
Lo que esto viene a representar es una fuerza positiva del destino, una forma de indicar que es el camino correcto, que las cosas van por el camino adecuado, y una forma de demostrarle que cuenta con potencia.
Y poco más. Cuenta unas cuantas historias, una de ellas, para mi gusto, se va mucho por las ramas y al final ya no sé que tiene que ver con el tema, pero bueno, la verdad es que poco más da de sí.
March 21, 2020
El héroe de las mil caras – El rechazo a la llamada
Cuando el personaje recibe la llamada a la aventura, en realidad, lo más frecuente es que su primera reacción sea la de negar la mayor. Se está muy bien en la zona de confort, muy agustico, y no apetece adentrarse en lo misterioso y desconocido, por mucho que uno esté hasta las narices de la monotonía.
Esta parte del crecimiento del personaje, y parte de la historia, es lo que Campbell llama El rechazo de la llamada.
Pero con esto, Campbell, no se limita hablar de que un personaje está asustado frente al cambio, sino que se adentra más en el tema, y lo analiza de una forma casi psicológica.
El personaje, en su negativa a irse a desfacer entuertos se encierra en su mundo ordinario, en esa vida que ya no le satisface y, como tal, se convierte en un prisionero/a de sí mismo/a y en una víctima que debe ser salvada.
La mayor parte de las veces, esto ocupa poco de la historia, y no tiene más interés que un momento en el que el personaje se replantea la vida para acabar haciendo lo que todo el mundo espera (solo hay que carbonizarle a los tíos para que decida hacerse Jedi). Pero en otros, la negativa abre una puerta a un infierno personal.
La aventura necesita del personaje, pero como este no acude, la historia sigue acosándolo con llamadas y señales. Pero estas, como son evitadas, se convierten en un tormento que lo amarga y degenera. Los mismos elementos que están ahí para facilitarle el avance y la transición, se convierten en pesadillas.
En “El protegido”, el destino de David Dunn (Bruce Willis), es la de ser un protector. Pero decide llevar una vida normal, lo que hace que, poco a poco, esta vida se marchite y termine en que su vida en general (representada por su relación matrimonial) le parezca un sin sabor, y pierda el interés. Pero cuando, al final (ya que la película es en sí un primer acto) acepta ser lo que es, todo fluye, y su vida, vuelve a relucir y a cobrar vida.
En algunos casos, estos personajes atormentados por su negativa a aceptar su posición en la historia, se convierten en trama en sí misma e incluso en el objetivo a ser salvado de otros.
Sin embargo, como dice, en ocasiones, resistirse a zambullirse en el mogollón, oculta en realidad una preparación previa. El personaje debe hacer aún un acto de introversión y maduración personal, convertirse en algo nuevo, aunque no definitivo, para poder aceptar la llamada y emprender el camino que le impulsará a convertirse en lo que está destinado a ser. La negativa inicial, en realidad, oculta una actitud de reserva y evitar de ir a lo loco. Se prepara para actuar de forma pura y consciente de lo que se está haciendo.
La longitud, y repercusiones de esto, es cosa de la historia. Como he dicho, puede ser un capítulo o ser todo el argumento de una primera parte de una saga.
En realidad, Campbell, a diferencia de muchos otros autores/as, no da reglas fijas. Son conclusiones que ha sacado a base de analizar historias de todas las culturas y la mente humana.
Si tienes miedo de morir, y te resistes, ves demonios arrancándote la vida. Pero si estas en paz, los demonios son en realidad ángeles que te liberan de la tierra. Es solo la manera en que los ves.
-La escalera de Jacob.
March 18, 2020
El árbol
Recuerdo aquel árbol en el centro del pueblo, grande y robusto, solitario en las afueras de un pueblo en la zona rural.
Ningún otro había crecido a su alrededor, ni tampoco ninguna planta lo había hecho, ni matojo ni siquiera una mala hierba. Todo el espacio parecía pertenecerle solo a él.
Sus ramas surgían gordas y poderosas y, aunque sus primeros tramos lo hacían buscando el cielo, no tardaban en torcerse y doblarse lejos de esa dirección, en formas bastante incómodas, incluso para un árbol, como si se negaran a apuntar hacia lo más alto y celestial. Había algo en las formas enrevesadas que me inspiraban algo oscuro sobre él, y no alcanzaba a saber qué. Me cautivaba, y los pocos días que había pasado en este pueblo de vacaciones, había pasado todos los días algún rato a observarlo extasiado. No es que me relajara o me gustara especialmente, porque lo cierto es que me generaba algo de inquietud. Pero esa ansiedad que me creaba sin motivo, me llenaba de curiosidad.
No solo todo tipo de plantas era incapaz de crecer a su alrededor, sino que incluso los habitantes del pueblo evitaban pasar cerca de él. Me parecía, a modo de chiste de interpretarlo, que el pueblo había crecido en dirección opuesta, para alejarse de él.
La gente evitaba pasar cerca de él, prefiriendo tomar un rodeo. La zona era perfecta para sentarse y disfrutar de su sombra, comer, o jugar los niños. Pero no venía nadie aquí. Pregunté a algunos locales sobre el árbol, pero me respondían, o me daban evasivas.
Tanto misterio a su alrededor hizo que se convirtiera en una pequeña obsesión, por supuesto. Mientras encendía otro un cigarro, lo observaba.
No me di ni cuenta a la velocidad en que me terminé ese primer cigarro. Y digo primero, porque le acompañó un segundo. Y un tercero. Y varios más. Uno daba paso a otro. No era el típico vicio, o esos momentos ociosos en los que uno no tiene donde meter las manos y llena ese vacío fumando. No.
Puede darme cuenta, de que era nervio. No sé cuánto tiempo pude pasar observando las formas del árbol. La manera tan siniestra en que sus ramas, gruesas y poderosas, apenas eran afectadas por el viento o la oscuridad de varios huecos que se habrían. Me quedé absorto en la contemplación, perdido en su misterio. En ese tipo de morbo extraño que hace que no podamos apartar la mirada de algo que, en el fondo, nos resulta desagradable. Ese árbol, era algo más lúgubre que nada de lo que había visto. Me recordaba a una de esas estaciones de metro olvidadas. Despertaba una parte primaria en mí, un miedo ancestral arraigado en lo más profundo de cada persona.
¿Por qué seguía eso ahí? Me pregunté. Si tan horrible era, si tan desagradables emociones provoca en la gente, de la manera en que me lo hacía a mí, ¿por qué no se habían deshecho de él?
La respuesta me vino sola junto a otro cigarrillo. El ser humano tiende a destruir aquello que teme, pero hay cosas en este mundo que prefiere no atacar, por miedo a las consecuencias. Ha debido de eso por lo que, durante años, la gente del pueblo ha mantenido intacta esa forma de flora deforme y angustiosa.
Cuando me dispuse a dejar el pueblo y seguir con mi camino, quise tomar una fotografía del árbol, para enseñarla a amigos cuando les hablara de él.
Eché una ojeada a la foto, para asegurarme de que había salido bien. ¡En qué mal momento lo hice!
La imagen que la cámara revelaba me causó tal terror que la solté por impulso. Ni siquiera el coste de ella y la posibilidad de que se hubiera roto me hizo dejar de pensar en lo que la foto revelaba.
Me costó esfuerzo y tiempo agacharme a recoger la cámara, y puedo jurar por lo más sagrado que si lo hice, fue por irme de allí cuanto antes, y no dejar la cámara allí.
No quise volver a mirar la previsualización de la foto. Inicialmente la quise borrar. Quise eliminar aquella pesadilla de cualquier objeto relacionado conmigo. Pero un segundo pensamiento me hizo guardarla. Era una prueba de que no estaba loco y de que no había sido un fallo mío, de mi vista o de cualquier otra situación.
Me dirigí a mi coche. Me senté al volante y encendí el motor.
Quizá fue el morbo, o la duda. Quizá fue el querer asegurarme de que había sido alguna alucinación transitoria, pero volví a mirar la foto.
No había sido un fallo de mi vista. Ahí estaba la imagen. Apagué la cámara, la lancé lejos de mí, y cayó a los pies del asiento del conductor.
Con las manos temblorosas, me encendí otro cigarro para calmar los nervios.
Unos golpes en la ventanilla de mi lado, me hicieron gritar por el susto.
Al otro lado, una señora muy mayor me hacía señales para que bajara la ventanilla. Lo hice.
—Ahora entiende porque todo el mundo odia ese árbol, ¿verdad?
No supe qué decir. Me limité a asentir. Y por fin, le pregunté:
—Pero, ¿por qué?… ¿Qué es eso? —le pregunté, con indicaciones ha la cámara.
—Antiguamente —comenzó a explicar la anciana—, la inquisición ahorcaba gente en ese árbol. Lo que ha sacado en la foto que ha hecho, son sus almas que se han quedado atrapadas en las ramas del árbol.
March 15, 2020
El héroe de las mil caras: La llamada a la aventura
No sé si le voy pillando el punto a este señor o si es más claro, pero lo entiendo mejor.
Continuando con mis notas personales en el análisis del libro seminal “El héroe de las mil caras“, de Campbell, el primer punto es La llamada a la aventura.
El personaje se encuentra tranquilamente en su mundo ordinario, en sus quehaceres diarios, aburrido de la monotonía (o no), acosado por eventos negativos (o no), sumergido en su mundo interior (o no), sin que nada le inquiete (o sí), hasta que el argumento le da un toque de orejas y lo mete en faena: la historia necesita un/a héroe/ina, como Bonnie Tyler.
Una de las maneras de entrar en escena es a través de el error. Es una metida de pata que, de alguna manera, dispara los acontecimientos que meten al personaje a iniciar la aventura. Alega, citando a Freud:
“En ocasiones los errores ocultan deseos ocultos que reprimimos, y tal error es en realidad un deseo camuflado de salir de la zona de confort y búsqueda de aventura.”
Es decir, el personaje sentía una desazón que lo desazonaba, y sentía esa llamada interna a buscar el mundo extraordinario, por lo que subconscientemente, provoca la aventura. Por ejemplo, pedir al rey de los goblins que se lleve a tu hermano pequeño a un laberinto en un arrebato, y así poder escapar de la aburrida vida ordinaria.
Otra manera, es la que viene a través de “el heraldo“, el cual puede aparecer por su cuenta propia o como una de las consecuencias de ese error mencionado. Porque ambos elementos no son excluyentes. El error puede aparecer o no, pero el heraldo suele hacerlo casi siempre, excepto cuando el personaje es su propio heraldo.
El heraldo va a ser un elemento externo que achuche al personaje, bien informando de que algo se cuece, bien por la fuerza, o ambas. El heraldo (o heralda) puede encontrar apropiado organizar una cena en tu casa y meter a una pila de enanos a cenar sin avisar, por ejemplo.
En algunos casos, este heraldo puede tener significaciones más profundas, como un aviso de que algo va a pasar, el inicio de una nueva vida, o el momento en el que el héroe debe cambiarla porque la antigua ya le queda pequeña. El fantasma del asociado muerto de Mr. Scrooge, en “Cuento de navidad”, se limita a aparecer y decir “agarrate a tu abuela, porque vas a flipar”.
A menudo, Campbell señala, los heraldos suelen tener un aspecto incómodo de ver, repulsivo o son feos como un calcetín sudado. Esto es una encarnación de ese rechazo inicial del héroe al cambio. En otras palabras, el heraldo es una representación, tanto de la llamada, como de la poca gracia que le hace al personaje que le llamen.
Luego, vuelve a hablar de sueños, para dejar claro que tenemos todas estas representaciones grabadas en el subconsciente.
Esta llamada no es simplemente un empujoncito con el dedo, en plan “ven acá p´acá”, sino que marca un punto de no retorno (no tan hard core como el cruce del primer umbral, pero apunta maneras). La aparición del heraldo y su llamada, indica que los valores del héroe que tiene están dejando de tener ese valor, las inquietudes deben enfrentarse y que ya está bien de hacer el memo fingiendo que todo está bien. Luke, estás hasta el jopo de tu granja de humedad y de posponer ir a la escuela de pilotos, acéptalo y ponte las pilas. La nieva vida que se abre paso dentro de él/ella, está achuchando por salir.
Por esto, el héroe cambia de tal manera que, aunque vuelva a sus orígenes, ya no es el mismo ni le satisface en absoluto. Aunque esto es algo que se concluye al final de toda la historia, es importante tenerlo claro al principio para que todo sea coherente. Por eso, Sam, Merry y Pippin, vuelven a Hobbiton encantados de la vida y continúan con sus cosas. Frodo no puede.
Frodo fue llamado a la aventura porque necesitaba un extreme makeover, y como resolución, por mucho que amaba su tierra, ya no era feliz allí, y se tiene que retirar con los elfos, como los ingleses se retiran a Benidorm.
Esto, en “Creating Character Arcs”, se refiere con el conflicto y desazón que provoca que La Mentira en la que el personaje cree, ya no le satisface, y la Verdad, está manifestándose.
“El destino ha llamado al héroe y ha transferido su centro de gravedad espiritual del seno de su sociedad a una zona desconocida”
Excerpt From: Joseph Campbell. “El héroe de las mil caras”. Apple Books.
Pues estas son mis notas del capítulo, que no un artículo explicativo sobre él. Otro día, el siguiente.
March 13, 2020
Día #86 – Soy disperso, como los monos
Querido diario, dos puntos.
Antes que nada: yo me estoy planteando que no sé porqué pongo la almohadilla delante del número en el título.
Ahora, a lo que voy. Soy disperso y no me centro. Mi mayor problema siempre ha sido la falta de atención a lo que estoy haciendo. No solo tiendo a irme por las nubes a los cinco minutos de estar haciendo cualquier cosa, sino que me aburro y, al cabo de una hora aprox, debo cambiar de actividad porque me saturo de la que esté haciendo.
De hecho, acabo de de dejar de escribir esto para irme a hacer un café a mitad de escritura.
Esta falta de atención y de centrarme en una cosa me ha hecho un pésimo estudiante y peor cualquier otra cosa. Admiro esa gente que dice “me gusta esto” y se centra toda su vida en eso, extendiendo su atención a cosas periféricas, pero sin apartarse de su interés principal, y años después, es un/a experto/a en su área.
Yo, en lo único que soy experto es en ir de flor en flor y no ser bueno en un carajo. conozco de muchas cosas, pero no soy competente en casi nada. Si acaso, lo único que soy más constante es la escritura, que en eso si que me he quedado, y la fotografía.
Ayer por la mañana, en esa horita que tengo mientras me despierto y me tomo mi Earl Grey (porque el café recién levantado me sienta mal al estómago), me lo pasé intentando decidir qué quería hacer. En principio, ese rato lo dedico a estudiar para la UNED, pero mi cuerpo me pedía algo distinto. Pues me lo he pasado decidiendo entre seguir leyendo el héroe de los mil caretos, ponerme con el curso de guiones, empezar otro curso para hacer magazines con Indesign, o hacer tutoriales para Blender (porque con lo de los guiones me ha dado el gusanillo otra vez). Pues entre pitos y flautas, no he hecho nada de todo eso.
Porque lo que me joroba en estas situaciones, es esa sensación de que cuando eliges una opción, deshechas todas las demás, y eso me jode y hace que no me decida por qué cosas no hacer, más que cuál quiero hacer.
Creo que es algo que me tengo que hacer mirar y encontrar una manera de tomar una decisión, porque eso de que se me pase la hora y no haber hecho nada me fastidia todavía más. Porque no es procastinar, es no saber decidirme por qué es lo que quiero hacer y qué quiero dejar para otro momento.
March 11, 2020
Día #85 – Curso de guiones (1)
Querido diario, dos puntos.
Como no ando suficientemente falto de tiempo, me he metido en un curso de escritura de guiones de Domestika.
No es exactamente lo mío, ya que yo prefiero la escritura de relatos, pero es otra manera. Además, hay una cosa que tenía en mente hace tiempo y era, como alternativa, escribir algún guión para cortos de animación en Blender.
La cosa es que Blender funciona a base de ayudas y voluntariados, porque es software gratis, pero me da igual, la cuestión es hacer algo y que llegue a algún lado.
También estuve mirando que para Guild Wars, entre otra cosas, buscan guionistas, pero piden mazo de cosas, entre ellas, algún curso de escritura de guiones, así que, espero que este me valga de algo.
No obstante, siempre puede ser un inicio para guionizar cortos de animación, si no para Blender capital, para algún otro grupo de gente interesada. Al fin y al cabo, casi siempre, los artistas gráficos están muy ocupados en ser artistas gráficos como para parir historias.
Lo importante es recordarlo, porque como tengo la cabeza que tengo, en cuatro días se me olvida este plan y lo sustituyo otro igual o más absurdo.
Volviendo al curso… he pensado que para los ejercicios, voy a tirar de la historia de la botella maldita que tengo colgando y no sé que hacer con ella, a ver si la resucito y hago algo decente.
March 9, 2020
Día #84 – El Principito
Querido diario, dos puntos.
Ayer me leí “El principito“, a mis 42 añitos.
No me lo había leído en mi vida, aunque lo conocía. Pero mi pareja dice que me parezco a él, por eso de que cuando hace una pregunta no para hasta que se la contestan, así que, por curiosidad, ayer me lo leí.
Me encantó.
Pero no voy a entrar en eso.
Me fascina como un señor de tal edad, haya podido escribir un libro como ese, teoricamente infantil. Además, no me parece infantil. O sí. No lo sé.
A veces, las cosas infantiles me parece que realmente van dirigidas al niño que algunos adultos aún seguimos teniendo dentro.
Por ejemplo, cuando era más crío, me leí los libros del Pequeño Nicolás y era muy fan. Me gustaban porque me sentía identificado con Nicolás, por la manera en que veía las cosas y como reaacionaba. Ahora, los he vuelto a leer y me gustan porque los veo con la perspectiva de un adulto y me hace gracia la inocencia del personaje, pero al mismo tiempo, evocando ese niño que fui. Pero, otra vez… son libros escritor pos adultos. Esa capacidad me parece maravillosa.
Por otro lado, y volviendo al Principito, me ha dejado claro algo que ya sabía; lo importante es emocionar. La historia, en realidad, no es gran cosa, ni cuenta mucho. Ni siquiera los personajes tienen grandes conflictos ni respetan muchas de esas cosas que “deben” aparecer en todas las historias. Pero ese libro emociona; he sonreido, he llorado, me ha inspirado, me ha hecho pensar… y todo en unas treinta y cinco páginas.
Es un libro escrito con ilusión y con emoción. Por eso es tan famoso y gusta tanto.
Esta es una lección importante; da igual lo wonderfulosa que sea mi historia, sus tramas, sus personajes, conflictos, giros inesperados, que siga a rajatabla los pasos de los guionistas… las historias están hechas para emocionar, por encima de todo.
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March 7, 2020
El héroe de las mil caras (Prólogo)
Este libro se me hace durillo de entender. No de leer, porque es ligero. El autor (Campbell) escribe bien. De hecho, para mi gusto, demasiado florido y creo que se lía en sus propios argumentos hasta el punto de perder el rumbo. O al menos, yo me pierdo y no sé de que habla.
Me lo intenté leer en inglés dos veces, y no me enteraba de la misa la mitad. Me lo estoy leyendo en español, por si es cosa del idioma, y sigo sin enterarme. La buena noticia es que el idioma no es un problema. La mala, es que tampoco es la solución.
Mi impresión es que este señor se deja llevar, se va por las nubes y al final ya no sabe de lo que estaba hablando, porque lo que es yo, no lo sé. Quizá es que soy lelo y no me entero, que también puede ser.
Me he dado cuenta de que sus frases son párrafos enteros. Esto también ayuda a perderse. Cito como ejemplo:
“La literatura moderna se ha dedicado en gran parte a hacer una observación valerosa y exacta de las figuras enfermizas y rotas que pululan ante nosotros, a nuestro alrededor y en nuestro interior, donde se ha reprimido el impulso natural de protestar en contra del holocausto, de proclamar las culpas o anunciar las panaceas, ha encontrado realización la magnificencia de un arte trágico más potente para nosotros que el arte griego: la tragedia realista, íntima e interesante desde varios aspectos, de la democracia, donde se muestra al dios crucificado con su cara lacerada y rota en las catástrofes no sólo de las grandes casas sino de los hogares más comunes. ”
Excerpt From: Joseph Campbell. “El héroe de las mil caras”. Apple Books.
Pues así todo el libro.
Esta entrada cubre el prólogo, que es una introducción al concepto del monomito, el cual, a mi juicio, no lo menciona en ningún momento.
Los capítulos incluidos son:
El mito y el sueño. Donde, con cierto esfuerzo e imaginación por mi parte, quiero entender como en algo tan primario y básico como son los sueños, ya se reflejan los elementos básicos de una historia y las preocupaciones que en los cuentos se intentan reflejar. O lo mejor no.
Tragedia y Comedia. Aquí se compara ambos géneros, muy por encima, porque tampoco aporta mucho, pero deja claro que son dos cosas diferentes. La comedia es aceptada para sátira y diversión, pero para contar algo serio o una historia de felicidad, ya no tanto.
La historia de final feliz de mito e idas y venidas del alma, debe entenderse como una tragedia.
El héroe y el dios: De como ciertos personajes fueron enrolados en el camino del héroe por asunto divino, como Buddah, Moises o Jesus. Una cosa de ser elegido para dar vueltas, deambular y conseguir la iluminación. Dicha iluminación (que más adelante trata como el regreso con el elixir), será algo sublime que dicho héroe llevará a los suyos para compartirlo y hacer de este un mundo mejor. Otro ejemplo que da es Prometeo, que robó el fuego para dárselo a su peña.
El ombligo del mundo: De aquí no entendí un carajo.
El mayor problema que me encuentro con este autor, es que no tiene frases y luego la explica. Es como si todo el capítulo fuera conceptual, y lo llena de ejemplos larguísimos. Así que una vez leído y releído, uno debe retirarse a meditar sobre ello. Y luego volver a leerlo a ver si se ha enterado. Descubrir que no, y volver a meditar.
Y esto solo el prólogo. A ver si con el resto tengo más suerte.
March 5, 2020
Día #82 – El portátil tiene otros planes
Querido diario, dos puntos.
Ayer fui a la cafetería a escribir. Encendí el portátil y windows decidió que era un buen momento para actualizar. Por supuesto, sin preguntar.
Así que me pasé el rato leyendo, porque el portátil estuvo a sus cosas, demostrando que el usuario es un segundón en su existencia.
Es como cuando quedas con alguien a tomar algo y se pasa el rato conversando con otra persona con el móvil, que piensas “¿para qué coño he venido yo?”
March 3, 2020
Día #81 – Perfilando los personajes
Querido diario, dos puntos.
Para empezar, esto lo tengo abandonado. Aunque escriba, luego no hago mis notas de lo que he hecho, y está muy mal.
El otro día, estuve en mi cafetería de confianza, hasta que me echaron porque iban a cerrar y se querían ir a casa.
Estuve con “la historia de un mago cretino”, y voy lento con la reescritura. Veo que hay muchas cosas que ir trastocando, más repasar y tal.
Estuve con una parte, aún casi del principio, cuando uno de los personajes principales está con un pie en el umbral y está dejando el mundo ordinario. La cosa es que en esa parte pasan muchas cosas y he tenido que reorientarlas para unificarlas porque era un caos (no sé en qué estaba pensando yo cuando lo escribí y lo di por finiquitado).
Además, al personaje de Völoxeria le he metido cosas para darle más personalidad, o mejor dicho, demostrar su personalidad y principios, levando esto incluso a un enfrentamiento con el mago cretino. También he añadido, de rebote, porque he cambiado una cosa que no me gustaba, un momento en que Tobías (el mago cretino), tiene que decidir entre dos cosas, lo que perfila también sus directrices. No obstante, quiero repasar esto último esta tarde.
Por otro lado, ya le envié el manuscrito de “cuna de alimañas” a varias personas que se ofrecieron de lectores beta. De momento, uno de ellos, ha notificado que lo ha empezado.
Lo difícil, y me está costando porque me parece un follón y, bastante complicado de conseguir, es lo de mudarme a Nueva Zelanda.