Miguel Ángel Núñez's Blog, page 13

February 11, 2020

Derechos sexuales



“Ella seguirá siendo su esposa y, mientras él viva, no podrá divorciarse de ella” (Deuteronomio 22:19)

Ya he mencionado la desazón que me produce Deuteronomio 22 a la luz del derecho, la justicia y el vivir bajo un modelo de principios y valores asentados en la comprensión de un Dios que lo mueve la equidad y no la arbitrariedad. Lamentablemente, en las lecturas sesgadas que hacemos de la Biblia, suponemos que todo lo que está allí es “sagrado”, cuando, como en este caso, lo que hay es ecos de una cultura patriarcal donde la mujer era considerada un poco más que un animal, y en algunos casos, de menos valor que una bestia.

En el año 1975 la OMS (Organización Mundial de la Salud), órgano perteneciente a la ONU creó la Declaración de los Derechos Sexuales y Reproductivos que entre otras cosas define a la salud sexual como “la aptitud para disfrutar de la actividad sexual libre de temores y sentimientos de vergüenza o culpabilidad, así como otros factores psicológicos que inhiban la actividad sexual”. ¿Cómo se sentiría la mujer de Deuteronomio 22 sabiendo que su esposo la desprecia y que ha querido deshacerse de ella mintiendo y que como eso ha ocurrido, su esposo ha sido castigado con una multa en dinero, que no se le entrega a ella, sino a sus padres y además, se lo castiga obligándolo a estar casado el resto de la vida con la mujer que desprecia. ¿Quién pensó en la mujer?

No se me ocurre más que vivir el resto de la vida sometida a un régimen de opresión, desprecio, maltrato psicológico, físico y sexual, simplemente, “porque la ley lo dice”, una legislación amparada en un concepto patriarcal donde la mujer no tenía nada que decir, porque en todo el relato de Deuteronomio 22 las mujeres NUNCA, por ninguna razón, son consultadas, si lo son sus padres y los varones, que deciden por ella sin que ella pueda elegir. ¿En qué cabeza puede caber la idea de que esta concepción macabra de las relaciones humanas puede ser de factura divina?

Dios es justo. Eso incluye entender que la sexualidad es un don de Dios que puede y debe ser vivido solo en un contexto de respeto, justicia y derecho, de otro modo, es simplemente, abuso. Lamentablemente, en el contexto patriarcal eso no se entiende.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 11, 2020 15:30

February 10, 2020

No denunciable



“Por no gritar pidiendo ayuda a los de la ciudad” (Deuteronomio 22:24)

La frase que encabeza esta reflexión procede de ese horrible capítulo de Deuteronomio que describe con una crudeza impresionante la forma en que debían ser tratados los “pecados sexuales”, de algún modo validando lo que sería la práctica en el cristianismo posterior de considerar todo lo sexual peor que otras conductas igual o más nocivas.

Al analizar estos textos lo que no suele decirse es la situación en la que se encontraba la mujer y que, aunque ha cambiado radicalmente en muchos países, aún sigue siendo más o menos similar al Antiguo Testamento en otros contextos donde los varones tienen la preeminencia en todo.

Uno de los problemas del abuso “íntimo” o que se da en vínculos de relaciones interpersonales es que a menudo no es denunciable, y se produce lo que señala el texto bíblico, una mujer culpabilizada de lo que le ocurre, simplemente, porque no grito suficientemente alto para ser escuchada.

Muchas mujeres terminan detestando la sexualidad, por la manera en que son tratadas y la forma en que se gesta la relación. El placer no es privativo del varón. En la constitución física y emocional tanto del sujeto masculino como del femenino existe la capacidad de goce pleno de la sexualidad. El problema se suscita cuando se da en contextos de obligatoriedad o derechamente, de situaciones forzadas, allí pierde todo sentido.

Un elemento básico de la sexualidad humana es que tiene que ser, por una parte una “relación”, es decir, un vínculo entre dos partes, y ser libre, lo que conlleva el ser consentido. Cuando esos dos elementos no están presentes, entonces, se tergiversa la vinculación sexual y se convierte en algo que produce displacer, y efectos asociados a eso, como culpa, vergüenza, repugnancia, rechazo, sentimientos de minusvalía, etc., todo lo contrario que produce una relación sexual sana, libre y consentida. Volver al diseño divino implica pensar honestamente en los propósitos divinos para la sexualidad y vivirlos de manera espontánea, saludable y apegado a derecho y justicia, no hay otro modo sano.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 10, 2020 15:30

February 9, 2020

Micromachismos



“Por deshonrar con su mala conducta la casa de su padre” (Deuteronomio 22:21)

Si de mí dependiera, eliminaría una parte de Deuteronomio 22 o le agregaría un pie de página que dijera: “Los conceptos vertidos en esta sección son altamente peligrosos para la mujer y deben ser entendidos en el contexto de una sociedad patriarcal donde la mujer no tenía derechos”, sería la única forma de digerirlos medianamente. Supongo que los “bibliolatras”, es decir, que “adoran el texto bíblico” y no al Dios que lo inspiró rasgan vestiduras y pedirán para este servidor una hoguera, pero, simplemente, no puedo entender las expresiones de esta sección de la Biblia a la luz de Jesucristo y de un Dios misericordioso, justo y lleno de amor.

Cuesta entender que la Biblia está plagada de conceptos sexistas, androcéntricos y patriarcales, y que siempre se cuelan ideas que configuran lo que los expertos llaman hoy “micromachismos” que en la definición de Luis Bonino son “son actitudes de dominación ‘suave’ o de ‘bajísima intensidad’, formas y modos larvados y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana. Son, específicamente, hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente”.

Luego agrega que los micromachismos “son comportamientos manipulativos que básicamente inducen a la mujer a la que son destinados a comportarse de un modo que perpetúa sus roles tradicionales de género, con el interés no expresado de conservar la posición superior y de dominio, intentando mantener mayores ventajas, comodidades y derechos (a la libertad, a tener razón, al uso del tiempo y el espacio, a ser cuidado y a des-implicarse de lo doméstico entre otros), y colocando a ellas en un lugar de menos derecho a todo ello” (Bonino, 2004:2).

Comparen las secciones de la Biblia donde se mencionan a mujeres, y compárenlo con la definición de Bonino y comprobarán que aún en contextos cristianos, los micromachismos se colaron como parte esencial del ser “varón”. Muchas congregaciones cristianas tienen comportamientos micromachistas no asumidos, que lo único que hacen es perpetuar un orden que nada tiene que ver con la justicia y la equidad.

Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 09, 2020 15:30

February 8, 2020

Mundial



“Pero Dios vio que la tierra estaba corrompida y llena de violencia” (Génesis 6:11)

Espero que no les suene mal a quienes aman el fútbol, pero estoy contento que terminó el mundial de Rusia 2018. Cada cuatro años el mundo parece paralizarse y la inteligencia pasa a segundo lugar, y la mayoría de las personas parecen concentrarse en un esférico que pareciera tener un poder hipnótico sobre muchos. No hablo en contra del deporte sino sobre el efecto que se provoca.

Sin embargo, hace poco salió a la luz un estudio realizado en Inglaterra que muestra que en medio de un mundial los incidentes de violencia doméstica aumentan un 26% y si el equipo pierde estos escalan hasta un 38%. Rabia, frustración, desahogo, y agregaría falta de inteligencia emocional, descontrol, incapacidad de tolerar el fracaso, y suma y sigue, y como siempre, las más perjudicadas son las mujeres.

El gobierno inglés, durante Rusia 2018, realizó una campaña de concientización con el fin de promover el diálogo honesto sobre un problema difícil de manejar, porque simplemente, se considera privado.

Es inaudito que en pleno siglo XXI y cuando muchas gente considera que hemos avanzado notablemente en tecnologías y ciencia, muchos vivan como en el tiempo de las cavernas, obsesionados por ganar una competencia deportiva y descargando su furia y frustración en personas a las que se dice amar.

La descripción de Génesis 6:11 nos habla de una tierra llena de violencia y corrupción. ¿En qué nos diferenciamos nosotros, los del siglo XXI de los antediluvianos? ¿Es que acaso somos mejores? En muchos sentidos, es peor, porque ahora existe mucho más conciencia de qué está bien y qué está mal y hay leyes que nos enseñan a diferenciar entre el derecho y la injusticia.

Mientras no exista equidad. Mientras se encuentre una sola mujer maltratada. En tanto haya formas de discriminación basados en el género. Seguirá habiendo un ambiente de violencia, porque aunque muchos de los fanáticos ingleses los mueve la estulticia, a otros simplemente, su actuar lo marca la indiferencia y la apatía.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 08, 2020 15:30

February 7, 2020

Invisibles

“Sin contar a las mujeres” (Éxodo 12:37)

Siguiendo con la lógica veterotestamentaria, a menudo, las mujeres eran invisibilizadas, borradas de la historia, aunque criaban hijos o tenían participación activa en la vida de Israel, simplemente, para los efectos prácticos no existían. Esa situación, no es nueva ni ha dejado de existir nunca. Ha sido ha sido en la mayor parte de la historia humana, las mujeres han estado invisibles y eso no les ha molestado a millones de varones que lo han visto como algo “normal”, aunque es evidencia de una gran injusticia.

Se llamaba Suzanne Noël (1878–1954), y aunque es una de los médicos pioneros en cirugía estética, su nombre, prácticamente no aparece en los libros de historia de la medicina, ni se mencionan sus grandes aportes a la especialidad a la que dedicó toda su vida. Ni aún en Francia, su país natal, aunque para mitigar esta injusticia el gobierno galo haya emitido una estampilla en su honor, pero, como a tantas mujeres, simplemente, no se le ha hecho justicia.

Se casó a los 19 años con un médico, y él saber de su pasión por la medicina, y contra la lógica de la época la apoyó y financió su carrera de medicina en la que terminó con la cuarta mejor nota de su promoción.

Luego, se dedicó con pasión a ejercer la medicina hasta que se desen­cadenó la primera guerra mundial y comenzó a ver la necesidad de ayudar a los cientos de soldados que eran heridos y su rostro quedaba desfigurado. Se dedicó a la reconstrucción de narices, maxilares y rostros de quienes habían llegado malheridos de la guerra.

Luego, contra los postulados de los religiosos que la condenaban, se dedicó a ayudar a mujeres que padecían por deformaciones o problemas con su rostro, nariz o alguna parte de su cuerpo. Usó la cirugía estética como una herramienta de reivindicación de la mujer, en un momento cuando casi no había cabida para las mujeres en casi ninguna actividad. En la Segunda Guerra Mundial, fiel a su vocación de ayuda, colaboró cambiando rasgos de los judíos que eran perseguidos por el nazismo. Pero, su pecado fue ser mujer, por eso no está en los anales de la medicina, como tantas otras mujeres invisibilizadas por el patriarcado.
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Published on February 07, 2020 15:30

February 6, 2020

Esclavitud marital



“Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste” (Deuteronomio 21:14)

Siempre me sorprende el silencio masculino y de las iglesias en general frente a algunos textos bíblicos terroríficos, dignos de alguna novela de terror. Muestran un aspecto que no solemos presentar, pero que está en la Biblia, y aparentemente, con el “consentimiento” de Dios.

Si hoy indignan dichos versículos, no me quiero imaginar de los literalismos que se dieron en algunos momentos de la historia humana y que aún se mantienen y que presentan un cuadro indigno de quienes se hacen llamar seguidores de un Dios justo.

Lo que el versículo presenta es una situación insostenible para quien se supone sigue al Dios Jehová, que hace justicia como dice el apóstol Pablo, para una Biblia inspirada por Dios que entre otras cosas es para “instruir en justicia” (1 Timoteo 3:16).

El texto en cuestión nos habla de “mujeres trofeo”. Que si después de terminada la guerra, alguien ve a una mujer y la codicia, puede tomarla por mujer, evidentemente, haciendo toda una parafernalia que duraba 30 días, donde ella debía raparse, y quitarse las ropas que traía de su pueblo, y llorar a su familia, el supuesto es que después no tiene derecho a lamentar a quienes ha perdido. Luego, al “tomarla”, un eufemismo para decir “violarla”, el varón podía decidir si se quedaba o no con ella, porque podría, como corresponde a la mentalidad androcéntrica, no gustarle, en ese caso, debe dejarla libre, y no tomarla como esclava porque “la ha deshonrado”, es decir, es “mercancía dañada”, debe dejarla partir luego de haberla deshonrado. ¿Adónde? ¿Para hacer qué? Su pueblo no existe, su reputación está por los suelos, no podrá ser esposa de nadie, porque siguiendo la mentalidad de “mujer-propiedad” ella ha quedado marcada.

Si alguien, en su sano juicio, supone que estos versículos son de inspiración divina, entonces, no entiendo nada. No podría creer que un Dios justo pueda amparar una aberración como esta. Solo puedo creer que Moisés, inoperante como era en muchas cosas, buscó una fórmula jurídica para poner algo de orden en el caos moral que existía, pero, tal como correspondía a su época, sin considerar a la mujer.

Del libro inédito Ser mujer no es pecadoCopyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 06, 2020 15:30

February 5, 2020

Bienes de intercambio



“Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño” (Jeremías 8:10)

Creo en la Biblia, pero no en los textos donde se pone en entredicho el amor, la misericordia y la justicia de Dios. Tengo que elegir, o en creer en atrocidades, o en entender que finalmente, la Escritura fue escrita por inspiración, pero es de factura humana, porque no fue dictada por Dios, sino que los escritores, escribieron desde su perspectiva cultural. El no entender este simple hecho, a logrado que muchas personas simplemente se alejen de Dios, y confundan, algo que es una perspectiva humana, con la voz de Dios.

Por ejemplo, en este texto en particular de Jeremías, donde al parecer Dios les está amenazando a los israelitas con entregar a sus mujeres a extranjeros, una vez más, las mujeres usadas como bienes intercambiables y sin voz ni voto. ¿Será que eso era exactamente lo que diría Dios?

Prefiero pensar que Jeremías, un hombre de su época, les advirtió de las consecuencias que habría de su proceder y les puso como ejemplo lo que habría de ocurrir y lo hizo atacando su ego y su debilidad mayor, el temor que les producía que su “propiedad”, llámese mujeres, esclavos o animales, pasaran a pertenecer a otra persona. En ese contexto, la apelación de Jeremías no tiene nada de extraño, apela a los miedos de una época androcéntrica y absolutamente desconsiderada con mujer.

¿Podría Dios, un ser que a sí mismo se llama santo, justo y bueno, patrocinar algo así? Si alguien, en su sano juicio, propusiera que Dios quiere y avala este tipo de conductas, entonces, yo no creo en ese dios, porque va en contra del Dios que está representado en Cristo.

Quienes no ven contradicción entre estos textos y el Dios que presenta la Escritura, entonces, tienen un serio problema de análisis equilibrado de la Biblia, y estamos ante la presencia de una idolatría, que sería algo así como “bibliolatria”, es decir, creer que cada palabra, cada pensamientos, cada jota y punto de la Escritura, fue puesto allí por Dios, y eso, es inaceptable si se examina con cuidado quién es Dios, sin eufemismos ni mentiras camufladas de verdades.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 05, 2020 15:30

February 4, 2020

Ponderar



“Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del Sol” (2 Samuel 12: 11)

Soy un aficionado a algunas novelas de Ken Follett, un escritor inglés extraordinario que sabe describir los hechos de una manera apasionante. En uno de sus libros describe las persecuciones religiosas en el período de la Reforma, en este caso, a los protestantes que eran asediados y perseguidos como si fueran alimañas. Todo a nombre de Dios.

En ese contexto, y al leer el texto de la reflexión de esta mañana, no dejo de pensar en cómo habrá sido la vida de las mujeres de esos siglos, sometidas a la arbitrariedad de las interpretaciones misóginas y sexistas, siendo que los autores bíblicos dieron pie para que eso ocurriera.

La descripción que hace Génesis 3 de las consecuencias que sobrevendrían después del pecado, donde la mujer le tocaría una parte tan horrenda, se queda corta al ver lo que ha ocurrido en la historia.

Lo que me desconcierta de estos textos bíblicos, es que el autor, en este caso Samuel, atribuye a Dios una conducta tan horrorosa. En ese caso tenemos dos opciones, o efectivamente Dios es así, y estaríamos ante un dios monstruoso, que no duda en utilizar a las mujeres de una manera horrorosa para darle una lección a los hombres; o, la explicación que me parece más plausible, que estamos ante la presencia de un antropomorfismo, donde el escritor no sabiendo cómo describir lo que podría ocurrir a consecuencias de sus conductas erráticas, les describe de la forma más cruel el futuro, y, usando una argucia que es propia de esos tiempos, atribuye a Dios dicho concepto, lo que contradice totalmente la figura de un Dios de amor, justo, santo y misericordioso.

Una lectura saludable de la Escritura, puede traer paz, bendición y salud. Una mala lectura de la Biblia puede ser causa de sufrimiento, convertirse en una maldición y enfermar a comunidades y países enteros. No es inocuo el plantearse si la manera de presentar los temas de los autores de la Biblia, son o no reflejo de la cultura en la que vivían. Poder hacer es diferenciación nos permitirá seguir creyendo en un Dios de amor, y a la vez, vivir una religiosidad más equilibrada.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 04, 2020 15:30

February 3, 2020

Inmunda



Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé luz a un varón, será inmunda 7 días…. Y si diera luz a una niña, será inmunda dos semanas… ” (Levítico 12: 1-2 y 5)

Hay textos de la Biblia que son desconcertantes, este es uno de esos. Dios, diciéndole a Moisés, supuestamente, que si nace un varón la mujer es inmunda una semana y si nace una hija, su inmundicia le dura dos semanas. ¿Qué mensaje recibirán las mujeres con esta discriminación por nacimiento?

Si yo hubiera nacido en ese tiempo, seguramente como varón me sentiría privilegiado, pero como mujer, despreciada desde el nacimiento.

En la Biblia hay que entender algunos conceptos de base, para comprender la razón de algunas de estas situaciones tan absurdas y complejas. Una es que estas normas fueron dadas a un pueblo que venía de la esclavitud, que había perdido algunas nociones básicas sobre el buen vivir, que estaban acostumbrados a la crueldad, que vivían sometidos a la ignorancia, y que además, en la aventura del Éxodo vivían en el desierto donde había que extremar las medidas de higiene para evitar epidemias y enfermedades de contagio.

No existían las medidas que tenemos hoy para evitar que el embarazo fuera una experiencia libre de situaciones que pudieran afectar la salud de la madre. Aún hoy, y teniendo todas las posibilidades, muchas mujeres mueren en el parto o tienen secuelas graves, ¿se imaginan en ese tiempo? Los partos eran atendidos por comadronas, mujeres con experiencia en este tipo de atenciones, pero con más habilidades intuitivas que científicas.

La ignorancia de ese tiempo suponía que una mujer que daba a luz, de alguna manera podría enfermar a otros. No tenían idea de bacterias, higiene post parto, y otras cosas que hoy se consideran en el ABC cultural. Lo que está demás es ese sesgo de Moisés en atribuir más mal a la mujer en el nacimiento que al varón, lo que era propio de una época que aún no entendía que las mujeres eran seres humanos dignas de justicia y derecho, algo que llegó mucho más tarde en la humanidad. Es un riesgo poner las ideas de Moisés como un parámetro absoluto para la actualidad, considerando sus propios sesgos sociales.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 03, 2020 15:30

February 2, 2020

El valor de una mujer



“La mujer, trescientos” (Levíticos 27:1)

Es difícil ponderar algunas costumbres y prácticas del pasado con criterios contemporáneos. Siempre se corre el riesgo de no ser justo. Sin embargo, es un ejercicio necesario, por una parte para no traer confusión y por otro lado, para no validar conceptos añosos y decrépitos cuando en realidad, son sólo expresión de otra época.

Vivo sorprendido de la poca reacción que hay de muchos cristianos sobre ciertos textos de la Biblia que definitivamente son lesivos para la mujer y sus derechos, y por otro lado, porque no le hacen justicia a un Dios de amor, justicia y derecho.

En el contexto del santuario se le instruye a Moisés: “Di a los israelitas: Cuando alguien haga al Señor una promesa ofreciendo una persona, la estimación de su valor será la siguiente: el hombre entre veinte y sesenta años, quinientos gramos de plata, según las pesas del santuario; la mujer, trescientos; el joven entre los cinco y los veinte años, si es muchacho, doscientos gramos, y si es muchacha, cien; entre un mes y cinco años, si es niño, cincuenta gramos, y treinta gramos de plata si es niña; de sesenta años para arriba, el hombre, ciento cincuenta gramos y la mujer, cincuenta”. En vez de “ofrecer” en sacrificio a una persona, a la usanza de los pueblos aledaños, se daba al santuario un equivalente en gramos de plata.

Las diferencias son abismales, las que valen menos son las mujeres, las adolescentes y las niñas. El mensaje que se transmite es evidentemente dañino para la imagen de la mujer.

Una explicación que algunos comentaristas han dado es que las mujeres no tenían ingresos propios, así que por eso se hacía esta diferencia, ya que las finanzas eran manejadas íntegramente por los varones. Esa es una media verdad, porque muchas mujeres, especialmente artesanas, campesinas y viudas con herencia, si podían manejar sus propios recursos. Así que dicho argumento, es en realidad, un intento de justificar lo injustificable. Una vez más Moisés se hace eco de su cultura: La mujer no tiene el mismo valor que el varón, lo que implica, que ante Dios no puede estar en el mismo nivel. Aunque lo escribió Moisés, es falso.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 02, 2020 15:30